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G. W. F. HEGEL
Resumen y Comentarios
2021
1
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía, I, Fondo de Cultura Económica, Primera
edición en alemán, 1833, Segunda edición, corregida, en alemán, 1842, Primera edición en español, 1955,
Primera reimpresión, 1977, Traducido por Wenceslao Roces.
PRELIMINAR
2
Hegel, G. W. F., Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, traducción de Eduardo Ovejero y Maury, Juan
Pablos Editor, México, D.F., 1974.
3
Ibídem, p. 19.
El pensamiento tiende entonces a buscar su naturaleza íntima y llega a la concepción
de la dialéctica como constituyendo la naturaleza misma del pensamiento y de que éste, como
intelecto, debe emplearse en la negación de sí mismo, en la contradicción.
El pensamiento niega los resultados del intelecto y establece la verdadera naturaleza de
los conceptos como un ser y no-ser, un ser uno y ser otro y un pasar de uno a otro. Así, el
pensamiento llega por fin a sí mismo.
Por otra parte, los conocimientos que obtienen las ciencias empíricas tienden a romper
la forma en que la riqueza de su contenido es ofrecida como algo inmediato y dado -esto es,
como perteneciente a la esfera del ser- como una multiplicidad ordenada en una yuxtaposición
y, por tanto, en general, como algo accidental, y a elevar dicho contenido a algo necesario -es
decir, a buscar la esencia en la riqueza de contenido-.
Este estímulo saca al pensamiento de la universalidad y de la satisfacción que ha
buscado en sí mismo y le obliga a desarrollarse moviéndose por sí mismo.
Este desenvolvimiento del pensamiento es:
1) por una parte, recoger el contenido con sus múltiples determinaciones dadas y
2) plasmar el contenido de modo que proceda libremente, en el sentido del pensamiento
originario y siguiendo la necesidad de la cosa misma.
Hay una relación específica entre la filosofía y las ciencias empíricas por la cual aquella
es sacada de la universalidad de los pensamientos.
Existe un sentido exacto y más profundo en la afirmación de que el desenvolvimiento de
la filosofía es debido a la experiencia: las ciencias empíricas no se contentan con la percepción
de los fenómenos singulares, sino que buscan determinaciones generales, géneros y leyes y de
esta manera preparan lo particular para que sea recibido por la filosofía; por otro lado,
constriñen a la filosofía a proceder a las determinaciones concretas y a que el pensamiento se
desenvuelva por sí mismo.
...Por consiguiente, mientras la filosofía debe así su desenvolvimiento a las ciencias empíricas, da
a su contenido la forma esencial de la libertad (del a priori) del pensamiento y la garantía de la
necesidad, en lugar de la simple creencia en el dato y en el hecho percibido; de modo que el hecho
llega a ser representación e imagen de la originaria y plenamente independiente actividad del
pensamiento.4
El saber absoluto
En dos obras realiza Hegel el trabajo de la determinación de las instancias del
conocimiento humano desde la conciencia sensible hasta el saber absoluto: en la
Fenomenología del espíritu y en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas, en su tercera parte
denominada Filosofía del espíritu.
En lo que sigue, haremos un resumen de la Filosofía del espíritu, al que añadiremos una
síntesis comentada del saber absoluto último capítulo de la Fenomenología.
Antropologia
El espíritu ha devenido la verdad de la naturaleza.
El espíritu devenido es la superación de la naturaleza en sí misma como lo no
verdadero.
El espíritu se presupone como la universalidad que en su concreción y totalidad es alma
y no todavía espíritu.
El alma es inmaterial.
Es la inmaterialidad universal de la naturaleza, su simple vida ideal.
El alma es la sustancia, la base absoluta de todas las particularizaciones y
singularizaciones del espíritu.
El espíritu tiene en el alma toda la materia de su determinación.
El alma sigue siendo la idealidad de esas determinaciones.
El alma es la posibilidad de todo.
[El nous de Aristóteles]
El alma es:
a. en su determinidad natural inmediata: el alma que simplemente está-siendo o alma
natural.
[Es la facultad humana abstracta, aún sin contenido.]
5
Hegel, G. W. F., Filosofía del espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 1971
6
Hegel, G. W. F., Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas.
7
Hegel, G. W. F., Ciencia de la Lógica, traducción directa del alemán de Augusta y Rodolfo Mondolfo.
Solar, S.A., Hachette, S.A., Buenos Aires, Argentina, 2a. Edición castellana, 1968
b. en su relación con el ser suyo inmediato, ser-para-sí: alma que siente.
[La facultad abstracta entra en relación con el mundo exterior a través de los
sentidos. Es una relación inmediata.]
c. la configuración en ella como su corporeidad, como alma efectivamente real.
[El alma que siente tiene una existencia real en un cuerpo humano.]
a. El alma natural
α) El alma natural tiene cualidades naturales:
1) es el alma que vive la diferencia de climas, la sucesión de las estaciones del año, de
las horas del día, etcétera.
2) es el alma que vive las diferencias concretas de la tierra, es la suma de los espíritus
naturales particulares que expresan la naturaleza de las partes geográficas del mundo y
constituyen la diversidad de las razas.
Esta distinción se dirige a las particularidades que se pueden llamar espíritus locales,
los cuales se muestran en los modos externos de vida, ocupaciones, formación corporal y
disposición, pero más aún en la tendencia interior y capacitación del carácter intelectual y
ético de los pueblos.
3) Es el alma singularizada como sujeto individual, la cual se determina como los
distintos temperamentos, talentos, caracteres, fisonomías y otras disposiciones e idiosincrasias
de familias o de individuos excepcionales.
β) El alma tiene cambios naturales.
Es el individuo que sufre cambios pero permanece en ellos.
Esos cambios son:
1) el curso natural de las edades de la vida: niño, joven, hombre y anciano.
El niño es el espíritu replegado en sí mismo.
El joven es la oposición entre ideales, fantasía, deberes, esperanzas, etcétera, y el
mundo inmediato no adecuado a aquellos ideales; así como la toma de posición del individuo
ante esa realidad.
El hombre es el reconocimiento de la realidad objetiva y el despliegue de su actividad
sobre ella.
El anciano es la inactividad de la habituación entumecedora y en cuanto ideal gana la
libertad de los intereses limitados y respecto de las realizaciones del presente exterior.
2) la oposición real del individuo ante sí mismo; se busca y se encuentra en otro
individuo: la relación de los sexos, la cual alcanza en la familia su significación y determinación
espiritual y ética.
3) el despertar del alma que se enfrenta a la vida natural de ésta; la distinción en ese
despertar entre dos estados: la vigilia y el sueño.
La vigilia es la distinción del alma de sí misma, de su actividad autoconciente y racional
respecto de su universalidad.
El sueño es el regreso desde el mundo de las determinidades, desde las singularidades
a la esencia universal de la subjetividad que es la sustancia de aquellas determinidades.
γ) Sensibilidad
La sensibilidad es la facultad del espíritu [el sentir] en la cual toda determinidad es
todavía inmediata, no desarrollada, tanto en el objeto, del cual lo que se aprehende es su
propiedad natural y más particular, como en el sujeto, que es el espíritu en su individualidad
carente de conciencia y entendimiento.
El contenido del sentir es limitado y pasajero porque pertenece al ser natural e
inmediato, al ser cualitativo y finito.
El alma que siente encuentra dentro de sí:
-lo inmediato natural convertido en ella en algo ideal y propio;
-el ser para sí, que posteriormente es el yo de la conciencia y el espíritu libre, es ahora
sentido como determinado a la corporeidad natural.
El sentir es primero determinación de la corporeidad (del ojo, etcétera).
Después, deviene sensación porque se hace interior en el ser-para-sí del alma y se
recuerda.
El sentir, en otra esfera, son las determinidades que brotan del espíritu, a éste
pertenecen, y que para ser sentidas son corporificadas: sensación de la adecuación o
inadecuación de una sensación inmediata con la interioridad sensible, vgr. lo agradable o
desagradable; comparación en la simbolización de las sensaciones, p. ej. los colores, sonidos,
olores, etcétera; y, lo más importante, la corporificación de los afectos y los sentimientos (la ira
y la valentía se sienten en el pecho, en la sangre o en el sistema irritable, el meditar y las
ocupaciones sensibles se sienten en la cabeza, etcétera).
El sentir exterior e interior se hacen presentes en el sistema de los sentidos.
El sentir exterior se hace presente por los sentidos de la vista, el oído, el gusto, el olfato
y el tacto organizados sistemáticamente.
El sentir interior se manifiesta a través de órganos específicos como el corazón, el
cerebro, etcétera, los cuales integran un sistema determinado.
Las sensaciones son determinaciones singulares y pasajeras, modificaciones en la
sustancialidad del alma puestas en su ser-para-sí.
[El objeto exterior se refleja en el sujeto mediante una modificación del alma natural;
el alma que es la facultad natural del sujeto se vuelve concreta en la sensación y es así el
alma que siente.]
Pero en tanto lo que llena la conciencia, su mundo exterior y su relación con él, queda envuelto y,
de este modo, el alma se abisma en el sueño (en el sueño magnético, catalepsia, otras
enfermedades, p. e. del desarrollo de las mujeres, cercanía de la muerte, etc.), aquella efectiva
realidad inmanente del individuo sigue siendo la misma totalidad sustancial como una vida de
sentimiento que en sí misma está siendo o sabiendo. Porque la conciencia desarrollada, adulta y
educada, es lo que se encuentra depuesto en aquel estado sentimental, conserva desde luego,
junto con su contenido, lo formal de su ser-para-sí, un intuir y saber formal que no llega, sin
embargo, hasta el juicio de la conciencia, mediante el cual su contenido es para ella como
objetividad exterior cuando la conciencia está sana y despierta. De este modo, el individuo es la
mónada que sabe su realidad efectiva dentro de sí, la autointuición del genio. Por consiguiente, lo
característico de este saber es que el mismo contenido que como realidad efectiva inteligible es
objetivo para la conciencia sana y que, para ser conocido por la conciencia sensata, necesita de la
mediación intelectual con todo su alcance, en esta inmanencia puede ser sabido por ella
inmediatamente, puede ser intuido. Esta intuición es, por consiguiente, una clarividencia en tanto
es saber en la sustancialidad indivisa del genio, y en tanto se encuentra en la esencia de la
conexión, no está atado por tanto en las series de las condiciones mediadoras, exteriores una a
una, que la conciencia sensata ha de recorrer y en atención a las cuales [esa conciencia] se
encuentra limitada con arreglo a su propia singularidad exterior. Esta clarividencia está expuesta,
sin embargo, a todas las contingencias propias del sentimiento, de la imaginación, etc., porque en
su turbiedad el contenido no está explicitado como conexión inteligible, aparte de que en su
intuición se introducen representaciones extrañas (véase más adelante). Por ello no hay por qué
decidir si en lo visto por los videntes hay más verdad o más engaño. —Pero es absurdo considerar
la intuición [propia] de ese estado como una elevación del espíritu y tenerlo por un estado
verdaderamente capaz en sí mismo de conocimientos universales.9
Comprender significa, para la reflexión propia del entendimiento, conocer la serie de mediaciones
entre un fenómeno y otra existencia con la que está conexo, es decir, entender el llamado curso
natural, esto es, de acuerdo con las leyes y relaciones de entendimiento (p. e. de causalidad, de
razón suficiente, etc.). La vida de sentimiento, incluso cuando conserva el saber meramente
formal, como ocurre en los ya mencionados estados morbosos, es precisamente esta forma de la
inmediatez, en la que no están presentes las distinciones entre lo subjetivo y lo objetivo, entre la
personalidad dotada de entendimiento y el mundo exterior que se le opone, ni las relaciones de
finitud entre estos extremos. Concebir esta conexión falta de relación y sin embargo
perfectamente plena, se hace imposible por la presuposición de personalidades autosuficientes
una ante otra y ambas opuestas al contenido como mundo objetivo y [se hace imposible] en
general por la presuposición de la absolutez del ser-uno-fuera-de-otro de lo espacial y material. 10
Cordura y locura
En tanto sano y cuerdo, el sujeto tiene conciencia presente [713] de la totalidad ordenada de su
mundo individual, en cuyo sistema subsume él cada contenido emergente particular de la
sensación, representación, deseo, inclinación, etc., y lo ordena en su lugar razonable; el sujeto es
el genio dominador sobre estas particularidades. Es la misma distinción que entre estar despierto
y soñar[714], pero aquí el sueño cae dentro de la misma vigilia de tal manera que se afilia al
sentimiento de sí efectivamente real. Error y cosas parecidas es un contenido consecuentemente
asumido en aquella conexión objetiva. Pero frecuentemente es difícil deciren concreto en qué
punto el error comienza a ser desatino.
...Es el genio maligno del ser humano que se hace dominante en la locura, pero [siempre] en
oposición y contradicción contra lo mejor y lo racional que se da a la vez en el ser humano, de
modo que este estado es perturbación y desgracia del espíritu dentro de sí. —Por consiguiente, el
verdadero tratamiento psíquico retiene también firmemente el punto de vista de que la locura no
es una pérdida abstracta de la razón, ni por el lado de la inteligencia ni por el de la voluntad y la
responsabilidad de ésta, sino que es sólo locura [716], sólo contradicción en la razón todavía
8
Hegel, G. W. F., Enciclopedia de las ciencias filosóficas, p . 458
9
Ibídem, p. 459
10
Ibídem, pp. 460-461
presente, del mismo modo que la enfermedad física tampoco es una pérdida abstracta, es decir,
total de la salud (eso sería la muerte), sino una contradicción en ella. 11 pp.
γ) El hábito
El sentimiento de si es indistinto de los sentimientos (de las simples sensaciones y de los deseos, impulsos,
pasiones y sus satisfacciones).
Pero el sentimiento de sí es también idealidad, universalidad que es la verdad de lo particular.
Se pone este sí mismo universal en la particularidad del sentimiento.
Esta universalidad está siendo para sí y se distingue de la particularidad.
Es la universalidad formal frente a la particularidad también formal.
El ser particular del alma es la corporeidad.
La universalidad del alma se distingue de su corporeidad.
Es la sustancialidad subjetiva ideal de esa corporeidad.
El alma es así ser abstracto universal y lo particular de las sensaciones es sólo una determinación que está
siendo en ella. Es el hábito.
El hábito es, como la memoria, un punto difícil en la organización del espíritu; el hábito es el
mecanismo del sentimiento de sí, como la memoria es el mecanismo de la inteligencia. Las
cualidades naturales y los cambios [propios] de la edad, del dormir y del estar despierto, son
inmediatamente naturales; el hábito es la determinidad (convertida en mecánica, en naturalidad
que-está-siendo) del sentimiento, y [lo es] también de la inteligencia, de la voluntad, etc., en tanto
éstas pertenecen al sentimiento de sí. El hábito se ha llamado con razón una segunda
naturaleza[719]. Naturaleza, puesto que es un ser inmediato del alma; segunda, ya que es una
inmediatez puesta por el alma, una figuración y entrenamiento de la corporeidad que adviene a
las determinaciones del sentimiento en cuanto tales y a las determinidades representativas de la
voluntad en cuanto corporificadas.12 p. 465
La forma del hábito abarca todas las clases y escalones de la actividad del espíritu; la más
exterior, la determinación espacial del individuo de que se mantenga erguido, se ha hecho hábito
por su voluntad: una postura inmediata e inconsciente que siempre sigue siendo COSA de su
voluntad permanente; el ser humano se mantiene en pie solamente porque quiere y en tanto
quiere, y sólo mientras él inconscientemente lo quiere. Igualmente, el ver, etc., es el hábito
concreto que une inmediatamente, en un simple acto, las múltiples determinaciones de la
sensación, de la conciencia, de la intuición, del entendimiento, etc. El pensamiento enteramente
libre, activo en el puro elemento de sí mismo, necesita igualmente del hábito y de la soltura,
necesita de esa forma de la inmediatez mediante la cual el pensamiento es propiedad no
impedida, y está empapada de mi yo mismo singular. Sólo mediante ese hábito existo yo, en
cuanto pensante, para mí. Incluso esta inmediatez del ser-cabe-sí pensante contiene corporeidad
(falta de costumbre o pensar mucho tiempo producen dolor de cabeza); el hábito disminuye esta
sensación en tanto convierte la determinación natural en una inmediatez del alma. —Pero el
hábito desarrollado y activo en lo espiritual en cuanto tal es el recuerdo y la memoria que más
abajo[721] hemos de considerar con más detalle.13
11
Ibídem, pp. 462-463
12
Ibídem, p. 465
13
Ibídem, pp- 466-467
En el cuerpo humano el alma es la identidad de lo interior y lo exterior; es efectivamente
real.
El alma se representa en el cuerpo humano.
El cuerpo humano es la obra de arte del alma.
Pertenecen a la expresión humana, por ejemplo: la posición erguida, la mano como
instrumento absoluto, la boca, el llanto y todos los matices espirituales en la corporeidad humana
que son la exterioridad de una naturaleza superior.
La figura humana es el primer aparecer del espíritu y el lenguaje su expresión más
perfecta.
El alma, en cuanto está siendo para sí está opuesta a su corporeidad que es su ser
inmediato.
El cuerpo humano es figurado por el alma.
El alma se ha contrapuesto a su ser, lo supera y lo determina como suyo.
Así, el alma deja de ser la inmediatez del espíritu. Es el espíritu que se ha enajenado en
el cuerpo humano y ha vuelto a si al considerarlo como suyo.
El alma ha devenido en el yo, ha despertado a la universalidad abstracta que es
pensamiento y sujeto para sí.
El yo excluye de sí la totalidad natural de sus determinaciones como un objeto, como
un mundo que le es exterior; se refiere a sí de tal manera que en ese mundo está
inmediatamente reflejado hacia sí: es la conciencia.
La conciencia
El yo es la infinita referencia del espíritu a sí mismo.
Esta referencia es como certeza de sí mismo.
El yo como certeza de sí mismo es la identidad inmediata del alma que se ha elevado a
la pura identidad ideal consigo mismo.
El contenido del alma natural es ahora objeto para el yo.
El yo sabe primeramente esa identidad ideal y al alma natural como objeto
autosuficiente, exterior.
Este saber del yo es la conciencia.
Yo es él mismo en el ser-otro.
Es él mismo y el objeto como algo en sí superado.
El yo es un lado de la relación y la relación entera.
Es la luz que se manifiesta a sí misma y además lo otro.
El alma es la forma de la universalidad sustancial.
El yo es la reflexión hacia-dentro-de-sí subjetiva, referida a esa sustancialidad como lo
negativo de sí.
La conciencia es la contradicción entre la independencia de la universalidad sustancial y
la reflexión subjetiva por un lado y la identidad en que ambos están superados, por el otro.
El espíritu en tanto yo es esencia.
En la esencia la realidad es a la vez inmediata e ideal, por lo que la conciencia es sólo el
aparecer del espíritu.
El yo es solamente identidad formal.
Por lo tanto, la determinación progresiva de la conciencia no es como una actividad
suya, sino cambio en el objeto.
La conciencia aparece determinada con arreglo a la variación del objeto.
La formación progresiva de la conciencia aparece como un cambio en el objeto.
El yo, el sujeto de la conciencia, es pensar.
La progresiva determinación lógica del objeto es lo idéntico en sujeto y objeto.
El objeto es lo suyo del sujeto.
El espíritu existe como referencia formal a sí, como certeza de sí mismo.
El objeto existe sólo abstractamente como lo suyo.
La meta del espíritu es elevar la certeza de sí mismo a la verdad, es decir hacer
concretamente suyo el objeto.
Los pasos de esa elevación son:
a. conciencia en general que tiene un objeto enfrente.
[Es el punto de partida, la certeza de sí mismo, la conciencia de la existencia
independiente respecto del objeto, de su distinción].
b. autoconciencia, la conciencia de que el objeto es yo.
c. unidad de conciencia y autoconciencia; el espíritu intuye el contenido del objeto como
a sí mismo y se intuye a sí mismo como determinado en y para sí: la razón, el concepto del
espíritu.
ß) La percepción
La conciencia sale más allá de la sensibilidad y busca la verdad.
El objeto debe ser tomado ahora como mediado y universal.
El objeto es un enlace de determinaciones sensibles y de determinaciones de
pensamiento extendidas, relaciones concretas y conexiones.
La identidad abstracta de la certeza con el objeto es ahora la identidad determinada, un
saber.
Se parte de certezas sensibles de apercepciones singulares, experiencias, sobre las
cuales se reflexiona hasta que lleguen a ser algo general, algo a la vez necesario y universal de
acuerdo con categorías determinadas [que posee el yo].
Lo singular es el ser que subyace como fundamento frente a lo universal al que está
referido.
Hay una contradicción entre lo singular y su universal.
Contradicción entre las cosas singulares de la apercepción sensible, que deben
constituir el fundamento de la experiencia universal y la universalidad que debe ser la esencia
y el fundamento.
También hay una contradicción entre la singularidad que constituye la autosuficiencia
en su contenido concreto y las propiedades múltiples que son materias universales
autosuficientes.
γ) El entendimiento
En el percibir el objeto es fenómeno y en la reflexión-dentro-de-si el objeto es interior,
universal y para sí.
La conciencia de este objeto es el entendimiento.
Aquello interior es la pluralidad superada de lo sensible, la idealidad abstracta; pero
también contiene la pluralidad como simple distinción interna, que en el cambio del fenómeno
permanece idéntico consigo.
Este conocimiento del entendimiento es el que produce las leyes, las regularidades del
fenómeno son la materia prima de la pluralidad sensible que proporciona el objeto, al cual se le
aplican las categorías lógicas del yo.
La ley es la relación entre determinaciones universales y permanentes; tiene su
necesidad en ella misma. Cada una de las determinaciones reside inmediatamente en la otra.
El yo tiene al objeto en sí mismo como la determinación universal; el objeto es en su
determinación particular un universal.
El yo que tiene en sí mismo el objeto como sus determinaciones universales es la
autoconciencia.
b. La autoconciencia
La autoconciencia es la verdad de la conciencia, es su fundamento.
Toda conciencia de otro objeto es autoconciencia.
El yo sabe del objeto como algo suyo (es su representación); por tanto, el yo sabe de sí
en él.
La autoconciencia es yo = yo; libertad abstracta, idealidad pura.
[La conciencia es el yo que aprehende el objeto como una pluralidad de
determinaciones concretas finitas yuxtapuestas. La autoconciencia es la negación de la
conciencia, el yo que aprehende el objeto como una pluralidad de determinaciones
universales que tienen entre ellas relaciones necesarias, regidas por leyes].
La autoconciencia es primeramente la abstracta negación de la conciencia.
El objeto exterior es formalmente la negación de la autoconciencia.
La autoconciencia es al mismo tiempo ella y la conciencia.
La autoconciencia como autoconciencia y ella misma como conciencia forman una
contradicción.
La autoconciencia como certeza de sí misma frente al objeto es el impulso a poner en él
lo que ella es en sí, es decir, dar contenido y objetividad al saber de sí abstracto.
[Dar a la pluralidad de las determinaciones particulares aprehendidas por la
conciencia el carácter de universalidad de las leyes].
También, es el impulso a liberarse de su sensibilidad, a superar la objetividad y a
ponerse idéntica consigo.
[Esto es, a convertir las determinaciones particulares en leyes generales].
Los dos impulsos representan la identificación de conciencia y autoconciencia.
α) El deseo
La autoconciencia es, en su inmediatez, un singular y deseo.
Es la contradicción que existe entre su abstracción, que debe llegar a ser objetiva, y su
concreción en un objeto exterior, que debe ser subjetiva.
Es el impulso desde la autoconciencia a la concreción del objeto particular y desde éste
a la universalidad.
La autoconciencia está en sí en el objeto.
La actividad del yo es la negación de los dos momentos unilaterales.
El yo se supera en esa actividad suya.
El objeto está puesto de manera subjetiva; la subjetividad se hace objetiva.
El resultado de este movimiento del yo es que éste se concluye consigo, se satisface
para-sí, es efectivamente real.
En primer lugar, el yo se determina como singular porque se comporta negativamente
frente al objeto, el cual carece de mismidad y sólo es devorado.
Este impulso hacia el objeto es el deseo; éste es destructivo y egoísta.
La satisfacción misma reproduce el deseo.
El sentimiento de sí en la satisfacción contiene la determinación de la universalidad y
de la identidad de la autoconciencia con su objeto.
El yo tiene la conciencia de un objeto libre en el cual tiene el saber de sí en tanto que
yo; sin embargo, este objeto está fuera de él.
y) La autoconciencia universal
Es el saber afirmativo de sí mismo en otro sí mismo; cada uno es una singularidad
libre.
Pero al negar la inmediatez o deseo cada uno es universal y objetivo.
La universalidad real la tiene cada uno al reconocerse en el otro libre.
Ambas autoconciencias se reconocen libres cada una en la otra.
Como autoconciencias libres son la autoconciencia universal.
La verdad de las dos es la universalidad y objetividad de la autoconciencia que es en y
para sí: la razón.
[El conocimiento es ahora el de una realidad universal objetiva que tiene validez para
todas las autoconciencias que son igualmente libres].
c. La razón
Psicología
El espíritu
a. El espíritu teorético
α) Intuición
En la inteligencia el espíritu se encuentra determinado a sí mismo de manera
inmediata,
En esa inmediatez es simple, un espíritu singular y subjetivo, un yo que siente.
El sentimiento es una afección determinada que es simple.
Tiene la forma de una particularidad contingente.
El primer momento de esta inmediatez sensible del espíritu es la atención, sin la cual
nada es para él.
[El objeto se presenta ante el yo, el cual lo percibe a través de los sentidos; el objeto
ejerce atracción sobre el yo, suscita su atención, y éste lo considera desde el punto de vista
de la razón abstracta].
Es el recuerdo activo, el momento de lo suyo, la autodeterminación todavía formal de la
inteligencia.
[La atención pone ante el espíritu intelectivo el objeto; el recuerdo lo trae de nuevo a la
conciencia].
La inteligencia determina el contenido de la sensación como un ente fuera de ella, como
otro, pero como el otro de sí mismo.
[El objeto es determinado como un ente que tiene en sí la misma racionalidad que
posee el espíritu].
El objeto se presenta ante el espíritu como un ente externo que es cognoscible por la
inteligencia. El espíritu es racional y el objeto también lo es. El espíritu intuye, mediante la
atención y el recuerdo al objeto de su conocer.
β) La representación
La representación es la intuición recordada.
Es el término medio entre la determinación inmediata de la inteligencia y ella misma en
su libertad que es el pensamiento.
[El espíritu se relaciona de manera inmediata con el objeto. Este actúa sobre el yo, el
cual lo capta sensorialmente, pero como objeto de su facultad intelectiva. El yo recuerda el
objeto que anteriormente captó su atención.
[Mediante la atención y el recuerdo el yo (el espíritu subjetivo) se representa en sí
mismo el objeto.
[Esta representación es ahora la materia prima de una facultad superior del espíritu,
el pensamiento].
En las representaciones la inteligencia hace interior la inmediatez intuyéndose en sí
misma.
Supera la subjetividad de la interioridad y en ella misma se exterioriza de sí.
En su propia exterioridad está dentro de sí.
Sus productos son todavía síntesis que en el pensamiento alcanzarán la inmanencia
concreta del concepto.
1) El recuerdo
La inteligencia pone el contenido del sentimiento (de la sensibilidad) en su interioridad,
en su propio espacio y en su propio tiempo.
Ese contenido es imagen.
La imagen es la representación del objeto liberado de su primera inmediatez y abstracta
singularidad y asumido en la universalidad del yo.
[Es la representación del objeto en el yo realizada por medio del recuerdo. La imagen
es por completo independiente del objeto, procede del interior del yo].
La imagen separada del objeto está conservada inconscientemente.
La inteligencia es el pozo oscuro en donde se guarda un mundo infinito de imágenes y
representaciones que no están en la conciencia.
Las imágenes y representaciones deben ser comprendidas como un concreto simple que
es un universal; éste contiene todas las determinaciones que sólo vienen a la existencia en el
desarrollo del objeto.
Hegel expone el ejemplo de la semilla y el árbol. La semilla contiene, de manera positiva,
como posibilidad virtual, todas las determinidades que sólo vienen a la existencia en el
desarrollo del árbol.
La imagen conservada requiere de una intuición.
El recuerdo es la referencia de la imagen a una intuición.
Esta es la intuición inmediata sometida a la forma de lo universal, es decir, la
representación que es el mismo contenido.
La inteligencia es interior a sí en la sensación determinada y en su intuición y la conoce
como lo que es ya suyo.
La imagen es conocida ahora como lo inmediato de la intuición y como lo conservado en
ella.
La imagen está puesta al mismo tiempo como distinguible respecto de la intuición y
separable de la noche en que está primeramente inmersa.
La inteligencia es así el poder de exteriorizar su propiedad [la imagen que ha hecho
suya y la conserva inconscientemente) sin que necesite la intuición exterior para que la imagen
exista en ella.
Esta es la representación propiamente dicha, en la que lo interior tiene en sí mismo la
determinación de poderse colocar ante la inteligencia, es decir, de tener existencia en ella.
[La imagen interior, que tiene una existencia inconsciente, es llevada ante sí por
la inteligencia, se la representa].
2) La imaginación
La inteligencia es ahora la imaginación reproductora, el yo desde cuya interioridad
surgen las imágenes [se hacen conscientes]. La inteligencia es de esta manera el poder de las
imágenes.
La imagen que reproduce la imaginación tiene la individualidad a la que están
vinculadas las determinaciones de su contenido.
El contenido reproducido no es una cosa; como perteneciente a la unidad idéntica de la
inteligencia consigo misma y habiéndolo sacado del pozo negro tiene el carácter de una
representación universal como referencia asociativa a imágenes o representaciones más
abstractas o más concretas con arreglo a otras circunstancias.
[Es lo que en otro lugar Hegel llama un “concreto de pensamiento”, una síntesis
de múltiples determinaciones.
[El yo inteligente reproduce las imágenes que tiene en su interior. Estas tienen
el carácter de la universalidad. Son síntesis de múltiples imágenes. La labor intelectiva
consiste en hacer la referencia asociativa entre las distintas imágenes].
La inteligencia, el yo idéntico consigo mismo, es la fuerza que asocia las diversas
imágenes. Mediante esta fuerza, el recuerdo interiorizador de la inteligencia da inmediatamente
universalidad a las imágenes.
La asociación de las ideas es la subsunción de las representaciones singulares bajo una
representación universal que constituye su conexión.
[Una imagen que representa la conexión de varias imágenes].
La inteligencia es el poder sobre las imágenes y representaciones que le pertenecen; es
el enlace libre y la subsunción de aquellas bajo el contenido que es propio.
La inteligencia se recuerda a sí misma en aquellas imágenes y representaciones y hace
a éstas imagen que es su propio contenido.
La inteligencia así determinada es fantasía o imaginación simbolizadora, alegorizadora o
fabuladora.
[La inteligencia toma las imágenes y las representaciones y produce una imagen
superior que es el enlace de aquellas. Esta imagen es una síntesis del cúmulo de
imágenes y representaciones que la inteligencia posee en sí misma. Tal imagen es el
resultado de una actividad que la inteligencia realiza con total independencia del objeto
exterior, es la fantasía, es decir, la facultad de construir el objeto en el interior del yo con
base en imágenes y representaciones preexistentes y adelantar esta imagen como la
verdad del mismo].
[Es una fase específica de la sustantivación del pensamiento].
En la fantasía la inteligencia se intuye a sí misma en ella.
Esta intuición de sí misma es subjetiva.
Esta intuición de sí misma tiene que hacerse ente, objetivarse.
La intuición tiene que hacerse concreta, la inteligencia tiene que exteriorizarse.
La inteligencia exterioriza la fantasía que intuye: produce un signo que es la forma
objetiva de la fantasía.
Las imágenes de la fantasía se reconocen generalmente como aptas para llevar a cabo esas
uniones de lo propio e interior del espíritu con lo intuible14…
[La imagen que la inteligencia construye con su fantasía tiene que objetivarse, esto
es, convertirse en una cosa exterior en la que la inteligencia reconozca, sin reproducirlo
porque está implícito, todo el proceso de elaboración de las imágenes y representaciones
14
Ibídem, p. 499
15
Idem
16
Idem
utilizadas por la fantasía para crear la síntesis que ahora tiene el carácter de un signo. El
proceso oculto es el significado de aquel signo.]
El signo es una cierta intuición inmediata que representa un contenido enteramente otro que el
que tiene de suyo…17
La intuición, que como inmediata es en primer lugar algo dado y espacial, en tanto se utiliza
[haciéndola] un signo recibe la determinación esencial de ser solamente en tanto superada. La
inteligencia es esta negatividad suya; así, la figura más verdadera de la intuición que es un signo
es una existencia en el tiempo: un desaparecer de la existencia en tanto el signo es (y lo es según
su determinidad externa y psíquica ulterior) un ser-puesto de la inteligencia procedente de su
propia naturalidad (antropológica): la voz, la plena exteriorización de la interioridad que se da a
conocer. La voz, articulándose ulteriormente para las representaciones determinadas, la locución,
y su sistema, el lenguaje da a las sensaciones, intuiciones y representaciones una segunda
existencia superior a su existencia inmediata; una existencia que vale en el campo del
representar. 18
17
Idem
18
Ibídem p. 500
19
Ibídem p. 505
3) Memoria
La inteligencia como memoria frente a la intuición de la palabra [el nombre] recorre las
siguientes actividades:
-La memoria hace suyo, mediante el recuerdo interiorizador, el enlace en que el signo
consiste [el nombre] y lo eleva de singular a universal.
-Mediante el recuerdo interiorizador el enlace [el nombre] adquiere la naturaleza de la
permanencia.
-En el enlace [el nombre] permanente quedan vinculados objetivamente nombre y
significación.
-Convierte la intuición [el nombre] en una representación.
-En esta representación son una sola el significado y el signo.
-Este representar es concreto en la interioridad, es la memoria que retiene nombres.
El nombre es la cosa [el objeto] tal y como se encuentra en la representación.
La memoria reproductora tiene y conoce la cosa en el nombre, y con la cosa tiene y
conoce el nombre, sin intuición ni imagen.
El nombre es la existencia del contenido en la inteligencia.
Es la exterioridad de la inteligencia en ella misma.
El recuerdo del nombre como recuerdo de la intuición producida por ella misma es a la
vez la exteriorización en que ella se pone a sí misma.
Los nombres particulares están asociados a la significación de las determinaciones de la
inteligencia sensante, representadora o pensante.
Con el nombre «león» no necesitamos la intuición de ese animal ni tan siquiera su imagen, sino
que el nombre en tanto lo entendemos, es la simple representación sin imagen. Es en el nombre
donde pensamos.20
y) El pensar
La inteligencia es re-cognoscente:
20
Ibídem p. 506
-conoce una intuición [la primera relación con el objeto que produce una imagen sensorial del mismo] y
-conoce la cosa en el nombre [conoce la verdadera objetividad]
El universal que conoce la inteligencia es el universal en cuanto tal que es al mismo tiempo el universal en
cuanto inmediato o ente.
[Es el universal en sí, pleno de determinaciones y el universal como primera imagen que la
inteligencia tiene del objeto.]
La inteligencia conoce lo universal verdadero, que es la unidad abarcante de sí mismo y de su otro,
[La unidad de la inteligencia con el ser.]
[Conoce la intuición y la cosa.]
La inteligencia es cognoscente para sí en ella misma.
[Representa [produce] en sí misma a la cosa y la conoce en sí misma.]
El pensamiento es la cosa, la identidad simple de lo objetivo y lo subjetivo.
La inteligencia sabe que lo que es pensado es y que
Lo que es solamente lo es en cuanto es pensamiento para sí.
El pensar de la inteligencia es tener pensamientos; ellos son como contenido suyo y objeto.
[Los pensamientos son la verdadera objetividad.]
El pensamiento [conocimiento pensante] es
1) entendimiento formalmente idéntico que elabora las representaciones ya recordadas para hacerlas
géneros, especies, leyes, fuerzas, etcétera. Es decir, categorías en general, que son la verdad del ser.
[La inteligencia elabora las imágenes y representaciones que guarda en su memoria y con ellas forma
las categorías que constituyen la verdadera objetividad.
[La inteligencia tiene en sí misma la facultad de tomar las imágenes del objeto y elaborarlas en fases
ascendentes hasta llegar a las categorías. En la apariencia es la naturaleza propia del intelecto la que
determina los pasos del proceso del conocimiento desde la imagen sensorial hasta la categoría; es el espíritu
que va desplegando en la realidad lo que tiene in nuce y el objeto lo único que hace es excitar su aparición.
(Ver la introducción de Hegel a la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas).
[Esta es la base para la sustantivación del pensamiento como la realidad última de las cosas.
[El proceso real es el siguiente: por medio del trabajo (que es una actividad consciente) la especie
descubre nuevas características y propiedades de la realidad sobre la que actúa; se presenta entonces la
necesidad de organizar, sistematizar y sintetizar estos conocimientos nuevos; se impone así la exigencia de
que el intelecto adquiera y desarrolle nuevas funciones que sirvan para esos propósitos; y así sucesivamente
hasta llegar a las categorías, los conceptos, las teorías y la visión totalizadora de la filosofía.
[El objeto es una organización, sistematización y síntesis de la materia. Mediante la actividad
productiva la especie replica en la materia pensante la organización, sistematización y síntesis del objeto bajo
la forma de imágenes, representaciones, categorías, conceptos, etcétera. El pensamiento así desarrollado es
un instrumento para la realizacion de la acción práctica de la especie sobre la realidad.]
2) la disyunción o juicio, que distingue de acuerdo con las peculiares conexiones del concepto y
3)La razón formal que silogiza, que supera la determinación formal y pone a la vez la identidad de los
distintos.
El conocer de la inteligencia en cuanto pensante:
1) explica lo singular desde sus universalidades (categorías); es el entendimiento que forma conceptos.
2) explica el mismo singular como un universal (género, especie).
En estas dos formas el contenido aparece como dado.
3) Determina el contenido desde sí mismo en el silogismo.
La inteligencia se apropia de la determinidad inmediata.
Mediante la negación de la inmediatez, el contenido está determinado por y para la inteligencia.
El pensar como concepto libre es ahora también libre según el contenido.
La inteligencia que se sabe como determinante del contenido es la voluntad.
[Mediante el pensamiento, la inteligencia se representa en sí misma el objeto con todas sus
determinaciones. Con base en esa representación la inteligencia, libremente, guía su acción práctica sobre el
objeto. ]
b. El espíritu práctico
El espíritu como voluntad se sabe como el que se decide en sí mismo y se completa desde sí.
[Tiene su base en y es la continuación del espíritu teorético que ha alcanzado su totalidad con el
surgimiento de la inteligencia pensante. La voluntad es la facultad humana de realizar una acción sobre la
realidad después de ponderarla teoréticamente. Es una facultad individual que se ha formado después de la
disolución de la comunidad primitiva. Es, por tanto, la forma fundamental a través de la cual se realiza la
anulación de la naturaleza humana de la especie.]
Es un ser-para-sí completo o singularidad.
Constituye el lado de la existencia o realidad de la idea del espíritu.
Mediante la voluntad el espíritu ingresa en la realidad efectiva como una singularidad.
Como saber está en el terreno de la universalidad del concepto.
La voluntad se da a si misma el contenido; está cabe sí, es libre.
La voluntad consiste en su formalismo.
Su formalismo reside en que no está identificada con la razón desarrollada.
[Es la voluntad sin contenido, la mera capacidad de actuar.]
La determinación de la voluntad en sí es llevar la libertad a la existencia en la voluntad formal.
La voluntad tiene que hacerse espíritu objetivo, convertirse en voluntad pensante.
La verdadera libertad, en cuanto eticidad, es esto: que la voluntad no tenga como fin suyo un contenido subjetivo, es
decir, egoísta, sino un contenido universal; pero un contenido tal se da sólo en el pensamiento y por el pensamiento;
nada hay más mezquino y tan absurdo como querer excluir el pensamiento de la eticidad, de la religiosidad, o del
derecho, etc.21
21
Ibídem p. 512
22
Ibídem p. 514
La adecuación inmediata, meramente encontrada de antemano de la voluntad a la necesidad es una
negación de la autodeterminación e inadecuada para ella.
[La adecuación es entre la voluntad y la necesidad particular. No hay autodeterminación de la voluntad
porque su objeto, su deber-ser, está inmediatamente determinado por la necesidad, no hay libre albedrío.]
Para que la voluntad sea para sí, la adecuación tiene que haber sido puesta por ella misma.
Pero en la voluntad formal la adecuación es impuesta desde fuera.
Aquí la voluntad es voluntad natural inmediatamente idéntica con la necesidad.
Es impulso y tendencia, y en cuanto se pone en una de las determinaciones singulares, es pasión.
Las tendencias y pasiones tienen como fundamento la naturaleza racional del espíritu.
Pero al mismo tiempo en cuanto pertenecen a la voluntad singular, subjetiva, están afectados de la
contingencia.
Se comportan como particulares respecto del individuo y como exteriores una a otra.
Por consiguiente, según una necesidad no libre.
El sujeto es la actividad de la satisfacción de los impulsos, de la racionalidad formal, de la trasposición del
contenido (que es así fin) desde la subjetividad a la objetividad, en la que el sujeto se concluye consigo mismo.
El contenido del impulso como cosa (fin a realizar) se distingue de la propia actividad del impulso (del
sujeto).
La cosa que ha cobrado estado contiene el momento de la singularidad subjetiva y de su actividad, es decir
el interés.
[La actividad de la satisfacción de los impulsos tiene como base los impulsos y las tendencias, y la
objetivación de la misma implica un interés en un objeto específico (en un fin a realizar). El interés da
objetividad a los impulsos y tendencias, los cuales tienen una naturaleza subjetiva.]
La voluntad reflexionante.
La voluntad pensante y libre en sí es distinta de la voluntad determinada por la particularidad de los
impulsos.
Es voluntad reflexionante.
La particularidad ya no es inmediata, sino es la particularidad propia de la voluntad.
Por medio de ella la voluntad se concluye con ella misma.
Se da una singularidad determinada y realidad efectiva.
La voluntad reflexiona, elige entre inclinaciones y actividades de satisfacción de las necesidades.
La voluntad reflexionante es arbitrio, libre albedrío.
La voluntad reflexionante es libre en cuanto es la negación del autodeterminarse meramente inmediato.
[La voluntad formal está determinada por los impulsos y los deseos irreflexivos. La voluntad
reflexionante elige libremente después de ponderar entre diversos impulsos y distintas actividades de
satisfacción.]
El contenido sobre el que la voluntad reflexiva se decide es solamente real y efectivo,
Es voluntad subjetiva y contingente.
[Es decir, que aunque es reflexionante, es una voluntad particular y su actividad está dirigida a
particularidades contingentes.]
La voluntad reflexionante obtiene una satisfacción de su actividad.
Esta actividad es un proceso al infinito de destrucción y superación de una inclinación y de un goce por otro
y de la destrucción y superación de una satisfacción por otra.
La verdad de este movimiento es la satisfacción universal, la felicidad, que la voluntad pensante convierte
en un fin.
[NB principio del placer.]
y) La felicidad
La felicidad sólo tiene el contenido afirmativo de los impulsos, en ellos reside lo decisivo.
El sentimiento subjetivo y las preferencias son lo que ha de decidir en qué se pone la felicidad.
En el sentimiento de felicidad la universalidad es meramente representada y abstracta, es lo que debe ser
para la voluntad particular.
Pero aquí la voluntad reflexiva se ha determinado a sí misma, ha ejercido su libertad.
El arbitrio es la voluntad como pura subjetividad.
Es pura y concreta a la vez y tiene como contenido y fin esa determinidad infinita, la libertad misma.
Así, la voluntad es voluntad libre efectivamente real.
c. El espíritu libre
La voluntad libre efectivamente real [aquella que en la búsqueda del sentimiento de felicidad se ha ejercido
en la actividad infinita de satisfacción de los impulsos particulares] es la unidad del espíritu teorético y el espíritu
práctico.
Es voluntad libre porque en ella se han superado el formalismo, la contingencia y la limitación, contenido
práctico que ha sido superado.
Mediante esa superación la voluntad es la singularidad inmediata puesta por ella misma que al mismo
tiempo es la determinación universal pura, la libertad misma.
Esta libertad la tiene la voluntad como contenido y fin en tanto se piensa a sí misma como esa voluntad
libre y es entonces inteligencia libre.
El espíritu objetivo
El espíritu objetivo es la idea absoluta solo en sí ya que está sobre el suelo de la finitud.
Su racionalidad efectivamente real tiene en sí misma el aspecto del aparecer exterior.
[El espíritu objetivo, que es la unión del espíritu teorético y el espíritu practico, es la idea absoluta,
pero ésta sólo en sí. Su contenido son las particularidades de las inclinaciones e impulsos y de las actividades
de satisfacción. De lo absoluto únicamente se ha establecido la voluntad pura, libre, el libre arbitrio absoluto,
pero cuya materia es lo finito.]
La voluntad libre tiene las distinciones siguientes:
-la libertad es su determinación interna y su fin,
-se refiere a una objetividad exterior previamente hallada y
-ésta se parte en:
―necesidades particularizadas, en las cosas naturales exteriores que son para la conciencia y
―en la relación de voluntades particulares entre sí que son todas y cada una una autoconciencia de sí.
La actividad finalística de la voluntad consiste en relizar su concepto, la libertad, del lado objetivo exterior
de modo que éste venga a ser un mundo determinado por la voluntad.
De esta manera la voluntad estará en sí misma, completa de acuerdo a su concepto y cumplida como idea.
El saber absoluto
(Resumen y comentarios del último capítulo de la Fenomenología del espíritu)
Esto es el movimiento de. la conciencia y esto es, en ello; la totalidad de sus momentos. La. conciencia tiene que
comportarse también hacia el objeto en cuanto a la totalidad de sus determinaciones. y haberlo captado con arreglo a
cada una de ellas. Esta totalidad de sus determinaciones hace de él, en sí, una esencia espiritual, y para la conciencia
llega a ser esto, en verdad, mediante la aprehensión de cada una de sus determinaciones singulares por separado como
del sí mismo, o por medio de aquel comportamiento espiritual a que acabamos de referimos. 23
El objeto es, en parte, cosa inmediata, cosa en general y corresponde a la conciencia inmediata.
Es en parte un devenir otro de sí, ser para otro y ser para sí, la determinibilidad que corresponde a la
percepción.
En parte es esencia, lo universal que corresponde al entendimiento.
Como un todo el objeto es el silogismo, el movimiento de lo universal hacia la singularidad a través de la
determinación y lo inverso, el movimiento de la singularidad hacia lo universal a través de la singularidad como
superada, de la determinación.
Por medio de estas tres determinaciones (la conciencia inmediata, la percepción y el entendimiento) la
conciencia sabe al objeto como a sí misma.
El objeto es aquí en parte figura de la conciencia en general y en parte un número de figuras que nosotros
reunimos y de las que la totalidad de los momentos del objeto y del comportamiento de la conciencia sólo pueden
ser mostrados disueltos en sus momentos.
El objeto no se manifiesta todavía en la conciencia en cuanto tal [autoconciencia] como la esencialidad
espiritual. Ni es considerado una totalidad como tal, ni en su pura forma conceptual.
En la captación del objeto tal como es en la figura de la conciencia se deben recordar las figuras
anteriormente estudiadas.
La conciencia inmediata.
El objeto es inmediatamente un ser indiferente.
23
Hegel, G. W, F., Fenomenología del espíritu, p. 461
La razón se busca y se encuentra a sí misma en esta cosa indiferente.
El obrar de la conciencia es algo externo.
El objeto es algo inmediato.
Lo característico de la conciencia inmediata: el ser del yo es una cosa.
La cosa es yo.
En este juicio infinito se ha superado la cosa.
Esta no es en sí. Sólo tiene significación por el yo y su relación con él.
Este momento se ha alcanzado para la conciencia en la pura intelección y en la Ilustración. Las cosas son sencillamente
útiles y sólo deben considerarse según su uti1idad.24
La percepción
La autoconciencia [culta, no la Ilustración] por su enajenación ha producido la cosa como sí misma.
Pero sabe que la cosa también es ser para otro.
El ser para sí de la cosa es sólo un momento que tiende a desaparecer y se torna en ser para otro.
El entendimiento
El saber de la cosa no está completo aún.
La autoconciencia moral debe saber también a la cosa como esencialidad absoluta.
Saber el ser como voluntad pura o saber puro.
En su representación del mundo la conciencia moral elimina el ser allí del sí mismo.
[Se enajena.]
Pero vuelve a recogerlo dentro de sí.
[Supera la enajenación. Recobra el ser allí de sí mismo.]
El ser allí de la conciencia moral es la pura certeza de sí misma.
El elemento objetivo es puro saber de si del sí mismo.
[La objetividad es el saber de sí que el sí mismo se ha dado en las determinaciones del ser obtenidas
mediante la enajenación de la autoconciencia.]
Los momentos de este movimiento de la conciencia integran la reconciliación del espíritu con su conciencia
propiamente dicha.
[El espíritu es autoconciencia. La autoconciencia se enajena de sí, por lo que se opone al espíritu. La
autoconciencia se recobra a sí misma en las determinaciones del ser. El espíritu se reconcilia con su
conciencia.]
Estos momentos son singulares y es sólo su unidad la que constituye esta reconciliación.
La unidad del espíritu y su conciencia es el último de los momentos que los reúne a todos.
El espíritu cierto de sí mismo no tiene como elemento del ser allí más que el saber de sí.
Esto es, la sola convicción de que actúa conforme al deber.
El obrar del espíritu es primero la separación que produce la simplicidad del concepto y después el retorno
desde esa separación.
[Es la conciencia inmediata, primera figura de la conciencia.]
El concepto, resultado de la separación del espíritu de sí mismo, es el saber simple del deber que en un
segundo movimiento se enfrenta a la diferencia y a la escisión que reside en la acción como tal y forma de esta
manera una realidad férrea contra el obrar.
[Es la percepción, segunda figura de la conciencia.]
La realidad a la que se enfrenta el saber simple del deber como ser allí inmediato tiene para la
autoconciencia la significación de ser el puro saber.
La realidad como ser allí determinado se enfrenta de una parte al saber de sí mismo singular y de otra al
saber como universal.
La realidad esencial, la universalidad, se enfrenta a cada uno de los dos opuestos como saber.
Es el saber que pasa de una determinación a la opuesta.
En este pasar de una determinación a otra el saber singular se mantiene idéntico a sí mismo como yo = yo,
como saber que es puro o universal.
Toda esta evolución del saber es el obrar propio del sí mismo.
El concepto es el saber del obrar del sí mismo dentro de sí como de toda esencialidad y de todo ser allí.
24
Ibídem, pp. 462-463.
El saber de este sujeto como de la sustancia y de la sustancia como este saber de su obrar.
A esto, que ya había quedado establecido en lo referente a la religión, en lo anterior se le ha añadido:
-la reunión de los momentos singulares de la conciencia, cada uno de los cuales presenta en su principio la
vida del espíritu todo, y
-la fijación del concepto en la forma del concepto.
En resumen:
La autoconciencia es el pensamiento puro consciente de sí mismo.
Frente a ella se encuentra la sustancia que es la realidad (realidad sustancial)
La autoconciencia se niega y sale de sí, se enajena.
Despliega una sucesión de figuras con las que asimila el objeto (la sustancia). Lo niega como objeto
material y lo convierte en pensamientos. Bajo la forma de pensamientos integra el objeto a sí mismo, lo
convierte en autoconsciencia. Supera la enajenación y se reafirma como autoconsciencia.
La autoconciencia es así también sustancia.
El resultado de todo el proceso es la constitución del concepto, de la idea del objeto, y en última
instancia de la idea absoluta.
La enajenación y la superación es el movimiento de la conciencia (autoconciencia).
La conciencia (autoconciencia) es en ese movimiento la totalidad de los momentos.
La autoconciencia que se enajena y se recobra a sí misma con un contenido enriquecido es el saber
absoluto.
La conciencia (autoconciencia), el saber absoluto, debe haber captado todas las determinaciones de
la realidad absoluta.
El reflejo de la realidad absoluta obtenido mediante el saber absoluto es la idea absoluta.
Las figuras mediante las cuales la autoconciencia capta todas las determinaciones de la realidad
absoluta son las siguientes:
-el alma natural,
-el alma que siente,
-el alma efectivamente real,
-la conciencia,
-la conciencia sensible,
-la percepción,
-el entendimiento,
-la autoconciencia,
-la autoconciencia universal,
-la razón,
-el espíritu,
-el espíritu teorético,
-la intuición,
-la representación,
-el recuerdo,
-la imaginación,
-la memoria,
-el pensar (la inteligencia),
-el espíritu práctico,
-el sentimiento práctico,
-la voluntad reflexionante,
-el espíritu libre.
El saber es la actividad de la autoconciencia por la cual desarrolla, organiza y sistematiza las figuras
de la conciencia para, mediante un proceso característico de enajenación de sí e inmersión en la sustancia,
producir representaciones de la misma e incorporarlas a sí, que por eso deviene también sustancia (revocar la
enajenación, desenajenación de la autoconciencia). Este movimiento tiene su punto superior en el saber
absoluto, en el cual la autoconciencia ha desplegado y organizado la totalidad de las figuras de la conciencia,
captado todas las determinaciones de la realidad (realidad absoluta) y fraguado una imagen mental completa
de la misma (idea absoluta) que luego incorpora a sí convirtiéndose en sustancia absoluta.
El espíritu (la conciencia sustantivada de la especie, que para Hegel es la esencia humana) como
autoconciencia se ha enajenado en la sustancia; el espíritu revoca su autoenajenación y se recobra a sí mismo
como sustancia autoconciente en un nivel superior. La especie recobra su naturaleza esencial de espíritu
autoconciente. La historia humana ha llegado a su fin montada en los hombros dialécticos de Hegel. Lo único
que resta es hacer saber la nueva buena a todos los mortales.
La idea absoluta
En la Ciencia de la Lógica Hegel desarrolla los elementos lógicos que reflejan para el
saber absoluto la realidad absoluta y con ellos forma una imagen plena de ésta, una idea de la
misma, la idea absoluta.
La lógica objetiva
La realidad absoluta
La realidad absoluta es el ser existente total.
El ser existente total es, simultánea y sucesivamente:
―las determinaciones del ser tienen todas la misma naturaleza; después se establece
una distinción entre ellas conservando aun su naturaleza semejante; unas de aquellas
determinaciones están destinadas a ser esencia y otras a conservarse como determinaciones
del ser, unas son lo esencial y otras lo inesencial del ser determinado; ambas son extrínsecas
entre sí;
―más adelante se produce una relación entre los dos tipos de determinaciones;
―las determinaciones destinadas a ser esencia se reflejan en sí mismas y niegan a las
determinaciones del ser; en virtud de esa negación, las determinaciones del ser pierden su
naturaleza de existentes inmediatos, son no-esencia, mera apariencia, sólo parecen ser;
―por esa misma negación, las determinaciones de la esencia adquieren la naturaleza
del ser, del verdadero ser inmediato que no es sólo apariencia;
―la reflexión en sí de la esencia es el poner el ser en la esencia; es decir, el obtener ésta
la naturaleza de verdadero ser inmediato existente en contraposición a la apariencia;
―los dos tipos de determinaciones del ser determinado, lo esencial y lo no esencial, se
constituyen en dos polos.
―la esencia (forma y contenido del otro del ser determinado) que surge a la existencia
―se establece así una relación entre el fundado y el fundamento, la relación
fundamental, en la cual el fundado es la condición del fundamento real e integral.
La mutua procreación de la condición y el fundamento da por resultado que del
contenido B de aquella, es decir, de las determinaciones del otro que se encuentran bajo la
forma del ser actual, advenga el contenido B del fundamento, esto es, las determinaciones que
son ya un elemento del otro que ha de venir después del ser actual; de igual manera, las
determinaciones del ser inmediato que se encuentran en el fundamento se transforman en las
determinaciones positivas de la condición (contenido A de lo fundado).
La relación llega a su clímax cuando el polo negativo del fundado se ha vuelto en su
totalidad el polo negativo de la esencia negativa; por tanto, el polo positivo de la esencia
positiva ha desaparecido también, pues su razón de ser es el engendrar y ser engendrado por el
polo negativo; todo su contenido se ha incorporado al polo positivo del fundamento integral. El
fundado desaparece; quedan enfrentándose en lucha abierta, pretendiendo su mutua
desaparición, el polo negativo (que es el otro del ser inmediato actual) y el polo positivo (que es
el ser inmediato actual pero ya en su papel defensivo ante la acometida del otro polo).
La condición y el fundamento son indiferentes e incondicionados.
La condición y fundamento están mediados uno por el otro, pero conservando
contenidos distintos.
El contenido del fundamento son las determinaciones en sí y por sí y el de lo fundado
las determinaciones del ser inmediato.
La mediación ha desembocado en la unificación de ambas determinaciones en un sólo
contenido: el ser en sí que contenía lo fundado se ha desplazado y convertido en un momento
del fundamento y el ser puesto del fundamento se ha convertido también en un momento de lo
fundado.
Condición y fundamento como ser determinado inmediato y ser en sí son dos momentos
de un todo que es la esencia, la cosa en sí misma
El ser en sí de la condición (las determinaciones B de lo fundado) se interna y se
convierte en un momento del fundamento, y el ser puesto del fundamento (las determinaciones
A del fundamento) en un momento de la condición. Condición y fundamento son uno y lo
mismo, son dos momentos de la cosa en sí. Condición y fundamento tienen un mismo
contenido que es la cosa en sí, el verdadero incondicionado.
En la cosa en sí, a través del movimiento entre sus momentos, la condición, el ser
inmediato determinado, se ha vuelto fundamento, ser en sí; por su parte, el fundamento, el ser
en sí, se ha transformado en condición, en ser inmediato determinado. La cosa en sí ha surgido
a la existencia, es la cosa esencial existente. Esta cosa esencial existente conserva como sus
momentos a la condición y el fundamento.
En esta última fase del desarrollo de la esencia han quedado totalmente polarizadas las
determinaciones del ser inmediato existente y las del que ha de sustituirlo a su perecimiento.
La condición son las determinaciones del ser inmediato anterior y el fundamento las
determinaciones en sí y por sí, es decir, las del nuevo ser determinado inmediato; éste se
encontraba como cosa en sí, como contenido de los dos momentos que son la condición y el
fundamento que están en franca lucha. De la mutua negación de condición y fundamento se
produce el nuevo ser inmediato, la cosa inmediata esencial, que los conserva todavía como sus
momentos. A través de la negación de la condición por el fundamento ella se convierte en
fundamento y desaparece como condición; el ser inmediato anterior perece al transformarse la
condición en fundamento. En la negación de la condición por el fundamento éste se convierte
en ser inmediato y desaparece como fundamento; el nuevo ser inmediato nace al convertirse el
fundamento en cosa inmediata esencial. El nuevo ser inmediato es la cosa inmediata esencial
que ha surgido a la existencia mediante la eliminación tanto de sus condiciones como de su
fundamento. El nuevo ser inmediato ha roto el cordón umbilical que lo unía al anterior.
c) de la fuerza y su extrinsecación
d) de lo interior y lo exterior
La relación de lo interior y lo exterior es la relación esencial entre ser y esencia. Es la
realidad.
10. La realidad
El ser inmediato esencial, una multiplicidad de cosas en sí, es la realidad que
constituye la unidad (identidad) de ser y esencia, mundo fenoménico y mundo en sí, lo interior
y lo exterior, la forma y el contenido, etcétera.
a) la posibilidad formal
El ser inmediato de la realidad es una existencia en general que contiene de modo
inmediato el ser en sí; lo contiene como simple posibilidad que apunta hacia la esencia, pero
que no es aún la esencia; es una mera posibilidad de convertirse en esencia.
Lo real es posible
La realidad es primero el ser que es la manifestación de lo absoluto.
Esta realidad es el ser inmediato.
El ser inmediato tiene en unidad al ser y el ser en sí (la esencia).
El ser en sí que está en la realidad es la posibilidad.
La realidad es posibilidad.
La posibilidad es la determinación del ser en-sí en la realidad.
Pero las determinaciones del ser-en-sí de la realidad tienen la forma del ser-puesto.
Por tanto, son también no-posibles, imposibles.
Por el mismo motivo, son posibles ellas y su contrario.
Así, la posibilidad (es decir, el que las determinaciones sean en sí y por sí, destinadas a
ser esencia) es en la realidad meramente accidental.
La unidad de la realidad y la posibilidad es la accidentalidad.
b) la necesidad formal
La realidad es la posibilidad.
La unidad de la realidad y la posibilidad es la accidentalidad.
La identidad de la realidad y la posibilidad es la necesidad. [La accidentalidad es la
necesidad.]
Ya que la posibilidad es idéntica a la realidad, entonces las determinaciones del en sí de
ésta son inmediatamente posibles y reales y por tanto necesarias.
Lo necesario es un real.
Es algo carente de fundamento.
Y al mismo tiempo tiene su realidad por medio de un otro, de su fundamento.
También es el ser puesto de este fundamento.
Y es igualmente la reflexión en sí de éste.
Lo accidental es necesario porque lo real está determinado como posible, con lo que se
elimina su inmediación y está mediado por su fundamento o ser en sí y lo fundado.
Lo necesario es tal porque su posibilidad, es decir, la relación fundamental está
eliminada y puesta como ser.
El en sí ha alcanzado la naturaleza del ser.
Lo necesario existe y este ser existente es la necesidad.
Existe como ser inmediato.
Al mismo tiempo lo necesario existe en sí; es un otro distinto del inmediato del ser; la
necesidad de lo existente es un otro.
Lo existente no es él mismo lo necesario, sino que este ser en sí de lo necesario es sólo
ser puesto.
La realidad en su diferente, la posibilidad, es idéntica consigo misma y por tanto
necesidad.
Y al mismo tiempo tiene su realidad por medio de un otro, de su fundamento.
También es el ser puesto de este fundamento.
Y es igualmente la reflexión en sí de éste.
“…Lo necesario existe, y este ser existente, es él mismo, lo necesario...”
La posibilidad se ha hecho realidad.
Acción y reacción.
Frente a la causalidad de la sustancia infinita, los accidentes, que son la sustancia
finita, son una sustancia pasiva; son el efecto que tiene una causa extrínseca, en la potencia
de la sustancia infinita.
Pero al mismo tiempo, esa sustancia pasiva posee una potencia [violencia] propia por la
que ejerce una acción sobre otra sustancia finita; por tanto, la sustancia finita que es pasiva
frente a la sustancia infinita es activa frente a otra sustancia finita, que es pasiva. La sustancia
finita activa es la causa y la sustancia finita pasiva el efecto.
La sustancia finita que es pasiva es al mismo tiempo activa y como tal actúa sobre la
sustancia que actuó sobre ella, que ahora es sustancia finita pasiva.
Ante la acción de la sustancia finita activa, la sustancia finita pasiva ejerce una
reacción sobre aquella.
La acción recíproca.
Hay una relación de acción recíproca entre sustancias finitas que son cada una la
unidad de sustancia pasiva y sustancia actuante.
La acción de la sustancia finita activa es la causa; la sustancia finita pasiva recibe la
acción como un efecto; este efecto provoca la reacción de la sustancia pasiva que es una acción
sobre la sustancia finita primeramente actuante; la causa es así causa de sí misma y el efecto,
efecto de sí mismo.
Los accidentes son sustancias finitas que son pasivas y activas al mismo tiempo y entre
las que hay una relación de causalidad de acción recíproca.
Estas sustancias finitas que son los accidentes son independientes de la sustancia
infinita que es su causa formal; son libres porque han quedado desligadas de su causa formal
y de la necesidad de la causalidad formal; la necesidad se ha elevado a libertad.
El ser inmediato esencial existente se ha determinado, al final, como una sustancia
absoluta que es en sí misma sustancia infinita, activa, que es la causa formal y sustancias
finitas pasivas que son el efecto de aquella y entre las cuales hay una relación de causalidad
real por la que son activas y pasivas al mismo tiempo y existe entre ellas una relación de acción
recíproca.
Lógica subjetiva
18. El concepto
25
Hegel, G.W.F. Ciencia de la Lógica
En el universo la materia en su máxima desagregación (la sustancia existiendo como
un conglomerado de partículas elementales separadas en grado extremo por la repulsión –una
nebulosa indiferenciada-), y la materia inorgánica, son el ser que deviene materia condensada
por la atracción y materia orgánica pensante, que son su esencia.
La materia altamente condensada y la materia orgánica pensante, que son la esencia
surgida a la existencia, el ser esencial, tienen en sí mismas la máxima separación y la materia
inorgánica como el otro en el que se han de transformar,
En sus distintas partes, el universo se encuentra, sucesiva y simultáneamente, en todas
las fases de ese movimiento, de tal suerte que hay infinitos lugares en los que la materia
sumamente fraccionada y la materia inorgánica existen en el punto de partida o en alguna
etapa del tránsito hacia la materia cohesionada y la materia orgánica pensante y otros tantos
en los que éstas existen como tales o en algún momento de su negación, del despliegue de su
esencia, que es la vuelta al punto de origen.
El universo es una totalidad infinita de materia inmersa en un espacio y un tiempo
infinitos.
El universo está formado por una infinitud de agrupaciones de materia llamadas
galaxias, las cuales se encuentran simultáneamente en alguna fase de su evolución.
Las galaxias tienen un proceso de vida que pasa por las siguientes etapas: la materia
que las forma se encuentra originariamente en un estado de gran desagregación de sus
partículas elementales; esa mutua repulsión de las partículas se trueca en atracción, por
cuya causa, a través de un largo proceso de condensación, se forman cuerpos estelares que
evolucionan conforme a un patrón definido de crecimiento y maduración que eventualmente
puede llevar a la formación de sistemas planetarios y en éstos a la aparición de la materia
viviente y, en última instancia, a la formación de materia pensante; las estrellas de las
galaxias declinan y se convierten en cuerpos sumamente masivos que poseen una gran fuerza
de atracción; todas o la mayoría de las estrellas que componen una galaxia entran en
decadencia y su mutua atracción las lleva a formar un solo cuerpo masivo que tiene una
fuerza atractiva centuplicada; esa enorme atracción es al mismo tiempo una gigantesca
repulsión, y en ella se trueca; el gran cuerpo en que se ha transformado la galaxia, de enorme
masa y poderosa fuerza atractiva, se convierte en una nebulosa de partículas elementales
separadas por una potente fuerza repulsiva; desde este punto, mediante la conversión de la
repulsión en atracción, se inicia de nuevo todo el movimiento reseñado.
Las galaxias que en infinito número pueblan el universo se encuentran, simultánea y
sucesivamente, en alguna de las fases de la evolución que acabamos de reseñar.
Las transformaciones de cada una de las galaxias se producen en un espacio
específico, vecino de los espacios que ocupan las demás galaxias, y en un tiempo también
determinado, que es la continuación del tiempo sideral pasado y el antecedente del tiempo
sideral futuro, medido geocéntricamente, como hasta ahora lo han hecho la física y la
astronomía (en segundos, minutos, horas, días, años, etcétera), o con algún movimiento
regular astronómico (por ejemplo el ciclo de vida de una galaxia en especial), el que a fin de
cuentas tendría que traducirse al tiempo geocéntrico.
El espacio que ocupan las galaxias es el continente de la materia de que están
formadas y de los procesos que en ésta se dan. El ser de la materia galáctica y sus
metamorfosis existen y se desenvuelven en ese ámbito, cuya única característica física es la
de ser el receptáculo de aquellos. Ese espacio galáctico no se crea, ni se expande, ni se
contrae, ni se curva, ni, desde luego, tampoco se destruye. Es una parte localizada del
espacio infinito que contiene al universo infinito.
El tiempo de existencia de las galaxias es el mismo que aquel en el cual discurren
todos los fenómenos del universo; objetivamente es el giro constante del globo terráqueo sobre
su propio eje que determina el hoy, el ayer y el mañana, o el ciclo de una galaxia especial que
fija la actualidad, el pasado y el futuro. El tiempo galáctico es el mismo tiempo universal. Ese
tiempo no se crea, ni se dilata, ni se contrae, ni mucho menos se destruye. Es una
manifestación local del tiempo universal.
El universo es el ser existente esencial, una multiplicidad de cosas en sí, de algos que
son esencia surgida a la existencia y esencia hacia la que apunta el ser.
Estos algos tienen en la sustancia una existencia esencial, poseen cualidades que son
propiedades específicas de las materias que los forman, cuyos destinación, rellenamiento,
constitución y deber ser están presididos por leyes.
Las cosas en sí integran dos mundos que son uno y el mismo, un mundo fenoménico
sujeto a la finitud y a la accidentalidad y un mundo en sí y por sí, regido por leyes, entre los
cuales existe una relación esencial que es primero la del todo y las partes: las partes son el
mundo fenoménico y el todo es el mundo en sí y por sí, pero el todo es a su vez parte y la
parte es también el todo, por lo que la sustancia es la unidad del mundo fenoménico y del
mundo en sí que es al mismo tiempo todo y parte.
La relación esencial entre los dos mundos es también la de la fuerza y su
exteriorización: la fuerza es la que el todo ejerce sobre las partes y éstas son las que solicitan
la fuerza al todo; pero como el todo es parte y la parte es el todo, la fuerza es tanto ejercida
como solicitada por el todo y las partes; la sustancia es el todo y las partes, parte y todo y
fuerza y exteriorización de la misma.
La relación esencial última es la de lo interior y lo exterior: el mundo fenoménico es lo
exterior y el mundo en sí y por sí es lo interior, pero lo en sí y por sí se convierte en exterior
como la esencia que surge a la existencia y lo fenoménico se transforma en interior porque el
ser inmediato se interna en sí y produce su esencia, por lo que lo exterior y fenoménico es al
mismo tiempo interior y en sí y por sí y viceversa; la sustancia es interior y exterior.
El universo es el todo y las partes, fuerza y exteriorización de la misma y exterioridad e
interioridad.
La unidad del mundo fenoménico y del mundo en sí, de la existencia y la esencia es la
realidad.
El universo es la realidad.
La realidad es la absoluta identidad de la esencia y la existencia en la esencia y de la
esencia y la existencia en el ser.
La realidad es la absoluta realidad.
El universo es la absoluta realidad.
La absoluta realidad es la absoluta necesidad.
Es el ser existente esencial, el ser absoluto, dominado por la accidentalidad, que tiene
en sí su esencia como posibilidad, como realidad en acto y como necesidad real.
El universo es la absoluta necesidad.
El Universo es también la absoluta accidentalidad.
El universo es la absoluta necesidad y la absoluta accidentalidad
El universo es el ser existente.
En el universo, bajo la forma del ser existente, coexisten el ser que tiene la esencia
como posibilidad, el que tiene la esencia en acto, produciéndose, y el que tiene la esencia
como el otro que ha negado el fundamento y las condiciones.
En el universo, bajo la forma del ser existente, hay un paso constante del ser que tiene
la esencia como posibilidad al que tiene la esencia en acto y al que ha surgido a la existencia
y, viceversa, un incesante trastrocarse de la esencia en ser.
La necesidad es la más importante determinación de la sustancia (materia): el
movimiento del ser a la esencia y de la esencia al ser se produce a través de la ineluctable
necesidad; la necesidad se manifiesta en la accidentalidad y ésta en la necesidad.
El universo que es el ser inmediato esencial quedó determinado en todo lo anterior como
la realidad que es el ser absoluto (la absoluta unidad (identidad) de ser y esencia, de mundo
fenoménico y mundo en sí, de lo interior y lo exterior, de la forma y el contenido, etcétera) que al
mismo tiempo es la necesidad absoluta (la unidad de la necesidad formal (accidentalidad) y de
la necesidad real) y el ser inmediato esencial que contiene sus propias determinaciones (ser
determinado inmediato) y las de la esencia en sus fases de constitución (fundamento) y de
surgimiento a la existencia (condiciones y ser inmediato esencial) en forma simultánea,
coexistiendo unas con las otras, y sucesivamente, trastrocándose constantemente unas en las
otras (el ser en esencia y la esencia en ser), la sustancia finita, la accidentalidad absoluta, o
sea, la multiplicidad de algos, cuyo existir es el devenir, el surgir a la existencia, el perecer y el
dar lugar a otros algos; y todo esto existiendo en una materia universal con propiedades
generales que se manifiesta en la sustancia finita de los seres determinados que poseen
cualidades específicas.
La materia infinita, la sustancia del universo, se encuentra simultánea y
sucesivamente en la forma física de partículas elementales separadas por la repulsión
(nebulosa indiferenciada de Kant-Laplace) y en la de agregados de las mismas unidas por la
atracción (cuerpos planetarios, como los del sistema solar) que eventualmente evolucionan
hasta la materia pensante, y en todas las fases del paso de una a la otra forma.
En nuestro planeta la esencia de la sustancia infinita indiferenciada, la materia
pensante, ha surgido a la existencia.
La especie humana (materia pensante) es el otro, la esencia negativa de la materia
inorgánica; el desenvolvimiento de ésta lleva necesariamente a la aparición de su esencia, a la
conversión de la materia pensante (especie humana) en un existente. Hegel considera que el
mundo existe realmente y su estructura y movimiento son el presupuesto del
conocimiento. Fuera de la lógica, pero como basamento de la misma, Hegel postula la
existencia real del mundo estructurado en niveles que van del ser a la esencia y
moviéndose en el sentido de convertir a la esencia en un existente, en el ser.
Lógica subjetiva
El concepto
El espíritu autoconciente da vida a un concepto, el concepto total, en el cual,
habiéndolo producido e integrado a sí como pensamientos, conoce este mundo objetivo
suyo (la imagen mental que ha fraguado del mundo real) en su subjetividad (lo
reconoce como propio, como parte de sí) y ésta en aquel (el sí mismo se reconoce
como el mundo objetivo). El mundo es pensamiento y el pensamiento es el mundo.
Forma así el concepto total, la idea absoluta.
El sujeto de la idea absoluta es el saber absoluto y el objeto la realidad absoluta
determinada como pensamientos, como imagen mental.
De esta manera logra Hegel la transformación de la realidad objetiva en un mundo
conceptual, en una idea, a la cual dota de la facultad de producir la realidad objetiva.
26
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía, III, p. 518
INTRODUCCIÓN
C)
1. División de la Historia de la Filosofía
Dos épocas de la historia de la filosofía:
a) la filosofía griega,
b) la filosofía germánica.
Los griegos desarrollaron el pensamiento hasta llegar a la idea.
Los germanos conciben el pensamiento como espíritu.
Base de toda filosofía: lo general todavía inmediato e indeterminado: Dios, el ser, el
pensamiento objetivo.
La evolución de la filosofía consiste en que esta base se adentra más y más
profundamente en sí misma y se manifiesta y cobra conciencia a través de las determinaciones.
La tercera fase es la vuelta de ese pensamiento activo sobre los pensamientos para
establecer las diferencias que contienen. Esos pensamientos contienen la contraposición. Son
uno y el otro en unidad. Cada uno es él y su otro. En su forma más general esta contraposición
es la que existe entre lo general y lo particular, o entre el pensamiento como tal, como actividad
y la realidad exterior, la sensación, la percepción.
A) La Filosofía China
B) La Filosofía India
...La concepción india es, vista más de cerca, ésta: existe una sustancia general, que puede
concebirse de un modo más abstracto o más concreto y de la que nace todo; y la fase suprema
consiste en que el hombre se identifique conscientemente con ella, en la religión por medio de la
devoción, los sacrificios y las severas penitencias, y en la filosofía entregándose al pensamiento
puro.
La finalidad esencial de todos los sistemas y escuelas de la filosofía hindú, tanto de los ateos
como de los teístas, consiste en indicar los medios por los cuales se puede alcanzar la eterna
bienaventuranza, tanto antes de la muerte como después de ella... Esta bienaventuranza es,
pues, según el Samk’hya, la liberación completa y eterna de toda clase de mal...’Esta liberación
puede lograrse por medio del pensamiento, de la verdadera ciencia...
Otros procedimientos para librarse del mal consisten en las tremendas penitencias de los
hindúes, que llevan consigo el retraimiento dentro de sí mismos... el hindú se remonta por el
camino de esta concentración en Brahma, este Uno sencillamente invisible e imperceptible, esta
Esencia suprema, según el nombre que le da el entendimiento: así llega a ser Brahma... ven en
esta bienaventuranza el estado más alto que pueda alcanzarse... 27
1.- El Samk’hay.
El Samk'hya sólo se distingue de la religión por contener una lógica extensa y por no convertir la
abstracción en algo vacío, puesto que le atribuye el significado de un pensamiento determinado;
esta ciencia consiste, se nos dice, en el certero conocimiento de los principios exteriormente
perceptibles o no, en el certero conocimiento del mundo material y del inmaterial.
El sistema Samk'hya se divide en tres partes; el modo de conocer, el objeto del conocimiento y la
forma determinada del conocimiento de los principios.
a) Por lo que se refiere a los modos de conocimiento, existen, según el Samk'hya, tres clases de
evidencia: la primera es la percepción, la segunda la deducción (inference), la tercera la
afirmación, a la que cabe reducir todas las demás formas, tales como la atención, la capacidad de
aprender, la tradición, etc.28
b) Los objetos del conocimiento o de los principios son, según el sistema Samk'hya, veinticinco,
que mencionaremos para que se vea la falta de orden, el embrollo, que aquí se manifiesta: 1) la
naturaleza, como el origen de todo, o sea como lo general, como la causa material, la materia
eterna, indistinta e indiferenciable, sin partes, productiva sin producción, como la sustancia
absoluta. 2) La inteligencia, la primera producción de la naturaleza, que produce, a su vez, otros
principios y en la que se distinguen tres dioses por la acción de las tres cualidades: la bondad, la
falsedad (foulness) y las tinieblas, que son una sola persona y tres dioses distintos, a saber:
Brahma, Vishnú y Mahesvara. 3} La conciencia, el yo, la creencia según la cual en todas las
percepciones y meditaciones está presente el yo, de que los objetos de los sentidos, al igual que
los de la inteligencia, me afectan a mí, en una palabra, de que yo existo; esta conciencia tiene su
punto de partida en el poder de la inteligencia y produce los siguientes principios. 4-8) Cinco de
sus comienzos, rudimentos o átomos, perceptibles solamente a un ser de orden superior, no a los
sentidos de los hombres, partiendo del principio de la conciencia, para producir, a su vez, los
cinco elementos: el espacio y los rudimentos de la tierra, del agua, el fuego y el aire. 9-19) Los
once principios siguientes son los órganos de la sensación producida por el yo: diez órganos
externos, los cinco sentidos y cinco órganos de acción, la voz, las manos, los pies, el trasero y las
partes sexuales; el undécimo órgano es el del sentido interior; 20-24) Los cinco principios aquí
agrupados son los producidos por los rudimentos mencionados más arriba: el éter que llena el
espacio, el aire, el fuego, el agua y la tierra. 25) Por último, el alma. 29
Antes, los principios existían los unos fuera de los otros y sucediéndose los unos a los otros;
ahora, encuentran su unión en el alma. De ella se dice que no es creada; tampoco creadora: es
27
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía, I, Fondo de Cultura Económica, Traducción de
Wenceslao Roces, México, 1977, pp. 120-121
28
Ibídem, p. 122
29
Ibídem, p. 123.
puramente individual, por lo cual existen muchas almas; es, además, sensible, eterna, inmaterial,
inmutable.
En este punto, Colebrooke distingue entre el sistema teísta y el sistema ateísta del Samk'hya, en
el sentido de que el primero no admite solamente almas individuales, sino que admite también un
Dios (Iswara) como gobernante del universo. El conocimiento del alma es, pues, lo fundamental:
la unidad del alma con la naturaleza se logra por medio de la contemplación de ésta y de la
abstracción de la naturaleza, del mismo modo que el tullido y el ciego tienen que ser el uno
transportado y el otro guiado por el otro, una de ellas (¿la naturaleza?) transportando y guiada y
la otra (¿el alma?) transportada y guiando.
Esta unión del alma y la naturaleza produce la creación, que consiste en la evolución de la
inteligencia y de los demás principios. Y esta unidad es, por sí misma, el punto de apoyo de todo
lo que existe y de su conservación. Y asimismo es un gran pensamiento el de que la negación del
objeto que va implícita en el pensamiento es necesaria para llegar a comprender... 30
Por tanto, la idea existente entre los hindúes es, indudablemente, unidad de la naturaleza y del
alma; pero lo espiritual sólo forma una unidad con la naturaleza en cuanto que existe de suyo y
presupone, al mismo tiempo, lo natural como algo negativo. Y, acerca de la creación, se nos dice,
en otra parte: el deseo y la finalidad del alma son el disfrute y la liberación; para ello, se halla el
alma rodeada de un medio sutil, en el que se contienen todos los principios anteriores, pero sólo
hasta un desarrollo elemental. Hay, en esta idea, algo de nuestro ideal, de nuestro ser en sí: del
mismo modo que la flor se contiene ya en la simiente de un modo ideal, pero no de un modo
activo y real; la expresión empleada para expresar esto es la de lingam, la fuerza procreadora, la
capacidad de acción de lo natural, que los hindúes tienen siempre en alta estima.
Esta forma sutil, dice el Samk'hya, cobra luego una corporeidad más burda y reviste varias
formas; y, para evitar que se caiga en una corporeidad más grosera, se recomienda como medio la
contemplación filosófica.31
Sección Primera
PRIMER PERIODO: DE TALES A ARISTÓTELES
Capítulo 1
DE TALES A ANAXAGORAS
A) LA FILOSOFIA DE LOS JONIOS
1.- Lo general como una determinación natural: el agua, el aire, etcétera.
2.- La sustancia, la esencia: el número, que no es algo sensible ni pensamiento puro.
3.- Lo uno, el pensamiento puro.
4.- El pensamiento puro es lo que mueve a las cosas.
5.- El pensamiento, motor que se determina a sí mismo.
1.- TALES
Originario De Mileto, perteneciente al linaje fenicio de los Télidas. Año de nacimiento, en
la 35 Olimpiada (640 a. c.) o en la 38 Olimpiada (629 a.c.); muere en la 58 Olimpiada o en la
Olimpiada 59 (543 a. c.)
Para Tales lo absoluto o el principio es el agua.
Dentro de esta falta de conciencia de un mundo intelectual, hay que reconocer,
evidentemente, que hace falta una gran audacia de espíritu para no dejar que prevalezca esta
plenitud de existencia de un mundo puramente natural, para reducirlo a una sustancia simple
que, como lo permanente, no nace ni perece.
Este algo general se halla inmediatamente en relación con lo particular, con la
existencia manifiesta del universo. La primera relación que va implícita en lo dicho es la de que
la existencia particular no tiene sustantividad propia, no es algo verdadero en y para sí, sino
solamente una modificación accidental.
La relación afirmativa es que de lo uno brota todo lo demás, que lo uno es la sustancia
de todo lo otro, que toda existencia particular es perecedera, es decir, pierde la forma de lo
particular para convertirse de nuevo en lo general, en agua.
La tesis de Tales de Mileto es filosofía porque no toma el agua sensible en su
particularidad frente a las demás cosas naturales, sino que la concibe como un pensamiento
en que todas las otras cosas naturales se contienen y se disuelven.
El agua carece de forma: las cosas se forman por condensación y dilución.
Puntos fundamentales de la Filosofía de Tales:
1) abstracción, que consiste en sintetizar la naturaleza en una esencia sensible y
simple,
2) determinación del agua como el concepto infinito, como la esencia simple del
pensamiento.
El avance de la filosofía de Tales: haberse elevado sobre lo inmediato y finito.
2. ANAXIMANDRO
Milesio y amigo de Tales. Nació en la Olimpiada 42, 3 (año 610 a. c.) y murió a los 64
años por los mismos días en que murió Tales.
Sus pensamientos filosóficos son de radio muy limitado y no parecen desarrollados con
claridad.
Anaximandro determina como principio y elemento a lo infinito, lo indeterminado, la
materia en general.
Los criterios determinantes de este infinito son: a) el principio de toda generación y
corrupción; a largos intervalos, nacen de él mundos o dioses infinitos, que vuelven a hundirse
en el mismo elemento; ese principio lo contiene todo y todo lo gobierna y es lo divino, lo
inmortal y lo imperecedero; b) de él no sólo se genera todo, de un modo accidental, de lo que no
es, sino que todo se genera también de lo que es, mejor dicho, de lo que, siendo en potencia, no
es aún, sin embargo, en acto; el infinito lo es en cuanto a la magnitud, pero no en cuanto al
número, es decir, es absolutamente continuo.
Progreso de la filosofía de Anaximandro: la esencia no es algo simple, como el agua, sino
una generalidad que niega lo finito.
Cosmogonía de Anaximandro.
Eusebio: De lo infinito se separaron infinitas esferas celestes y mundos infinitos; pero
estos mundos llevan su ruina dentro de sí, ya que sólo existen por medio de una continua
eliminación.
La tierra tiene la forma de un cilindro cuya altura es la tercera parte de su anchura. Los
dos principios del calor y del frío, fecundadores desde toda una eternidad, se disocian al
crearse esta tierra; esto hace que se forme una esfera de fuego en torno al aire que rodea a la
tierra, como la corteza en torno al árbol. Y del mismo modo que aquélla salta y sus trozos se
ven encerrados en un círculo, así surgieron el sol, la luna y las estrellas.
Las estrellas son condensaciones del aire, en forma de círculo, llenas de fuego.
3. ANAXIMENES
Nació, según Apolodoro, en la 63ª. Olimpíada y murió en el mismo año en que fue
conquistada Sardes (por Ciro, Olimpíada 58).
Lo absoluto en una forma real: es el aire. Este es más abstracto que el agua de Tales.
Según Simplicio: para Anaxímenes la esencia primigenia era una y una sola naturaleza
infinita, como para Anaximandro, aunque no indeterminada, a saber: el aire, concebido como
algo dotado de alma.
El éter, el alma.
Lo grande de los Jonios:
a) La concepción de una sustancia general en todo;
b) que esta esencia carezca de imagen, no aparezca vinculada a ninguna clase de
representaciones sensibles.
Tres momentos de la filosofía de los jonios:
a) la esencia primigenia es el agua;
b) el infinito de Anaximandro es la descripción del movimiento, la simple manifestación
y el retorno a los aspectos generales simples de la forma, la condensación y dilución;
c) el aire, que se compara con el alma.
32
Ibídem, pp. 193-194
Es un intento de desarrollo de la filosofía en conceptos. No va más allá de una simple
enumeración.
Desarrollo ulterior de estas determinaciones lo hace Sexto.
Tres formas de pensar las cosas:
- diversidad, es la unidad igual a sí misma: el caballo, la planta, etcétera;
- contraposición: lo uno opuesto a lo otro: bueno – malo, justo – injusto;
- relación: el objeto se determina por la posición indiferente que ocupa respecto al otro:
derecha – izquierda, arriba – abajo, etcétera.
Diferencias entre la relación y la contraposición:
1.- en la contraposición, el surgimiento de una cosa supone la desaparición de la otra;
en la relación: ambos surgen y terminan al mismo tiempo;
2.- en la contraposición no hay término medio; en la relación sí cabe un término medio.
...Esta exposición se muestra atenta, como se ve, a determinaciones lógicas absolutamente
generales que son de la más grande importancia ahora y siempre y que aparecen como momentos
en todas las representaciones, en todo lo que existe. Es cierto que aún no se examina aquí el
verdadero carácter de estas contraposiciones; pero es importante que, por lo menos, se revelen a
la conciencia.33
Sobre los tres géneros (diversidad, contraposición y relación), existe un género superior:
éste es la unidad.
Lo contrapuesto tiene con respecto a la unidad, lo igual y lo desigual.
La relación tiene con respecto al género (unidad) la escasez y la abundancia.
Estos tres géneros entran en géneros más altos: en la unidad y la dualidad
indeterminadas.
Carácter específico de estos conceptos:
Los números son conceptos puros.
Esencia simple, unidad y pluralidad, diversidad y relación, vuelta a la unidad.
(1) Unidad y dualidad.
Según los pitagóricos, es la esencia, la sustancia real de lo que es; cada cosa sólo es,
esencialmente, eso, la unidad y la dualidad, a la par que su contraposición y su relación. [Esto
es, la naturaleza más general del ser].
(2) La trinidad. Es la unidad que avanza y progresa a través de la dualidad y uniéndose
a la pluralidad indeterminada.
La trinidad es una forma profunda; es el primer número perfecto.
Todo se determina por medio de la trinidad.
El principio, el medio y el fin son el número del todo que es el número tres.
Lo uno es algo, el dos contiene a lo otro y el tres a la totalidad
(3) El número cuatro. Es el número tres pero más desarrollado.
(4) El número diez. Es una forma más desarrollada del diez.
El diez es el logo del universo, de lo espiritual y lo corporal.
Aplicación de los números al universo.
Espacio: el punto es la unidad; la línea expresa el 2; la superficie corresponde al
número 3 y el cuerpo al número 4.
La esencia del espacio es el punto (el uno), pues al fluir forma la línea, la línea la
superficie y la superficie al cuerpo.
El universo conserva, según los pitagóricos, esta forma simple y especulativa que
consiste en ser, puramente, un sistema de relaciones numéricas; con lo cual lo físico no puede
darse por determinado, ni mucho menos.
...Otra aplicación de la determinación numérica como lo esencial es la musical; en este campo,
principalmente, donde el número se impone como lo determinante. Las diferencias se revelan,
aquí, como diversas relaciones numéricas, y no existe otro modo de determinar lo musical, fuera
de éste. La relación de unos sonidos con otros se basa en diferencias cuantitativas que pueden
formar armonías, mientras que otras hacen nacer desarmonías...
33
Ibídem, p. 201
Es sabido que el tono de una cuerda musical (o, lo que es lo mismo, de la columna de aire en un
tubo de un instrumento de viento) depende de tres factores: de su longitud, de su espesor y de su
tensión...34
El número es, aquí, lo verdadero, lo determinante de las diferencias, pues el tono, como vibración
de un cuerpo, no es sino un movimiento cuantitativamente determinado, es decir, una
determinación en el espacio y el tiempo. No puede existir, en estos casos, otra determinación de
las diferencias que la del número, es decir, la cantidad de vibraciones producidas en un cierto
tiempo; por consiguiente, si la determinación por el número está plenamente indicada en algún
caso, es en éste...35
Filosofía práctica como organización de una vida moral, pero no de un pueblo sino de
una sociedad (Liga Pitagórica)
Precisamente en este sentido podemos decir que lo que hay de especulativo en la filosofía práctica
de Pitágoras consiste, cabalmente, en que la conciencia individual adquiera realidad moral dentro
de esta Liga...36
C) LA ESCUELA ELEATICA
34
Ibídem, pp. 207-208
35
Ibídem, p. 209
36
Ibídem, p. 217
Progreso de los Eléatas: el pensamiento se convierte en un pensamiento libre y para sí.
En la esencia absoluta el pensamiento se capta a sí mismo en toda su pureza, y su movimiento
se plasma en conceptos.
1.- JENOFANES
Nació en Colofón, en el Asia Menor, de donde huyó a la Magna Grecia, habiendo
residido principalmente en Zancla (actualmente Mesina) y en Catana (hoy Catania), ciudades
ambas de Sicilia. Fue contemporáneo de Anaximandro y Pitágoras.
La esencia absoluta = lo uno = dios = pensamiento = razón = eterno.
El Todo es Uno, y Dios ha sido inculcado a todo; es inmutable y carece de principio,
medio y fin. (Sexto Empírico)
Glosa de Diógenes Laercio: todo es pensamiento y razón y eterno (lo uno, dios).
Jenófanes niega la verdad de las representaciones de todo lo que es nacimiento y
muerte, cambio, movimiento, como lo que pertenece a la intuición sensible.
Lo uno como producto inmediato del pensamiento puro es, en su inmediaticidad, el ser.
El pensamiento se hace libre por primera vez.
Los eleatas demuestran que nada nace ni muere.
Lo mismo expresaron el panteísmo y Spinoza: ex nihilo fit nihil.
En todos estos aspectos se comporta Dios así, pues es eterno y Uno, igual a sí mismo y
de forma esférica, ni ilimitado ni limitado, ni se está quieto ni se mueve. No hay nada fuera de
Dios o bien todo lo demás es eterno.
Es esta dialéctica que podríamos llamar razonamiento metafísico y que descansa sobre
el principio de la identidad: “La nada es igual a la nada, no puede tornarse ser, ni a la inversa;
de lo igual no puede, por tanto, generarse nada.”
...Así, pues, mientras que nosotros, en nuestro modo de concebir, reconocemos también la
realidad del mundo finito, los eleatas eran más consecuentes, puesto que llegaban hasta la
concepción de que sólo es lo Uno y de que lo negativo no es en absoluto; concepción que, aún
debiendo admirarla, no por ello deja de ser una completa abstracción. 37
Doble conciencia.
Vemos aquí, en Jenófanes, una doble conciencia: una conciencia pura, conciencia del ser, y una
conciencia de la opinión; aquella era, para él, la conciencia de lo divino, y es la dialéctica pura la
que se comporta negativamente frente a todo lo determinante, y lo levanta. Por tanto, al
pronunciarse contra el mundo sensible y las determinaciones finitas del pensamiento, se declara
también con la mayor energía contra las representaciones mitológicas griegas de los dioses... 38
2. PARMENIDES
Su vida discurrió entre las de Jenófanes y Zenón, siendo contemporáneo de ambos,
aunque más joven que el primero y más viejo que el segundo.
Doctrina del doble conocimiento:
a) el del pensamiento de la verdad;
b) el de la opinión.
Las sendas investigables del pensar:
1. El ente es ser. El ente no es no ser. Es senda de confianza, pues la Verdad la sigue.
2. El ente no es ser. El ente es no ser. Por necesidad te he de decir que es senda
impracticable... porque ni el propiamente no-ente conocieras, que a él no hay cosa que tienda,
ni nada de él dirías...
El ente es ser y es el no ser del no ente.
Considerar la nada como la verdad es abrazar
...aquel otro camino por donde los mortales... yerran perdidos;
...Para ellos, la misma cosa y no la misma cosa parece el ser y el no ser.
El ser
37
Ibídem, p. 226
38
Ibídem, p. 227
Pero la verdad sólo es el ser, el cual es ingénito e imperecedero, íntegro, de un solo género,
inmóvil y sin fin; no ha sido ni será, sino que es, y lo es todo a un tiempo... 39
Parménides proclamó para el sistema de las cosas tal como se manifiestan, dos
principios, el del calor y el del frío, cuya unión hace el todo. La luz, el fuego aparece
determinada como lo activo, lo animador; la noche, lo frío, como lo pasivo.
Las sensaciones y el pensamiento son, para Parménides, una y la misma cosa, y, según
él, la memoria y el olvido nacen de la mezcla de uno y otras.
3. MELISO
4. ZENON
Zenón figuraba también entre los eleatas; era el más joven de los pensadores de esta
escuela y tuvo, principalmente, trato con Parménides, quien le tomó gran cariño y lo adoptó
como hijo.
Lo propio y peculiar de Zenón es la dialéctica, que, en rigor, comienza con él... el
pensamiento puro de esta escuela se convierte en el movimiento del concepto mismo, en el
alma pura de la ciencia.
Tesis de los eleátas: la nada no tiene realidad alguna, no es en absoluto; por lo cual
desaparece todo lo que es generación y corrupción.
Zenón va más allá y toma las determinaciones finitas y por medio de la razón establece
su no-ser, su nada.
Parménides: El todo es inmutable, pues la mudanza llevaría consigo el no ser de lo que
es.
Zenón: Estableced la mudanza, pues como tal, va envuelta en su nada, o ella es la
nada.
La dialéctica es precisamente el movimiento de la razón que descubre el no-ser, la nada
de las determinaciones finitas a través de conceptos contrapuestos.
Parménides postula: El ente es ser. El ente no es no-ser. El ente es la unidad, ilimitado
e inmóvil. El ente es el pensamiento puro.
39
Ibídem, p. 234
40
Ibídem, p. 234
41
Ibídem, p. 235
Zenón declara que no sólo hay que negar el ser de las determinaciones finitas, sino que
se debe demostrar su no-ser detalladamente por el mismo pensamiento. Así, el pensamiento
puro desciende hasta el terreno de la multiplicidad. (“Estableced vuestra mudanza...”).
El pensamiento toma una determinación finita, la lleva hasta sus últimas
consecuencias y encuentra la nada de la misma; pero al negarla da paso a su contrapuesto, al
que también lleva hasta mostrar su no-ser, su nada.
Así Zenón demuestra la nada de las determinaciones finitas.
Este proceso de encontrar la nada en las determinaciones finitas contrapuestas,
pasando de una a otra y de las dos a la nada, es llamado: dialéctica.
Zenón es el creador de la verdadera dialéctica objetiva.
Su dialéctica es negativa porque desemboca en la nada.
Su trabajo fundamental se cifra en demostrar la nada en el movimiento finito (la
inmovilidad del ser); Aquiles y la tortuga y la flecha que no se mueve.
La dialéctica subjetiva, la que razona partiendo de fundamentos externos, está ya en buen
camino, en cuanto que concede: “Lo certero lleva consigo lo erróneo, y lo falso lo verdadero.” La
verdadera dialéctica no deja nada fuera de su objeto, como si éste sólo fuese defectuoso en uno de
sus aspectos; el objeto se disuelve, en ella, con arreglo a su naturaleza toda. El resultado de esta
dialéctica es cero, lo negativo; lo afirmativo no se revela todavía, en ella... 42
La solución general a que Aristóteles reduce esta contradicción es la de que el espacio y el tiempo
no se hallan divididos hasta el infinito, sino que son, simplemente, divisibles. Ahora bien, por el
mero hecho de ser divisibles, es decir, en potencia, tienen que hallarse también realmente
divididos hasta el infinito, pues de otro modo no podrían ser divisibles. Tal es la respuesta general
a la idea a base de la cual trata Aristóteles de refutar el punto de vista de Zenón. 44
42
Ibídem, p. 245
43
Ibídem, p. 248
44
Ibídem, p. 249
mismo no es otra cosa que esta unidad real en la contraposición y el desdoblamiento de ambos
momentos en esta unidad.45
b) Aquiles el de los pies ligeros. De dos cuerpos que se mueven en una dirección, uno de
los cuales va delante, seguido por el otro a cierta distancia “el más lento de los dos jamás será
alcanzado por el más rápido”.
Refutación de Aristóteles:
Esta prueba representa la misma división hasta el infinito, pero es falsa, pues el cuerpo más
rápido acabará necesariamente dando alcance al más lento, siempre y cuando que se le permita
rebasar el límite.
c) La flecha que vuela está quieta, ya que lo que se mueve se halla siempre en el mismo
ahora y en lo indiferenciable.
Refutación por Hegel:
En las dos primeras pruebas de Zenón, predomina la continuidad en el desarrollo: no
estamos ante ningún límite absoluto, sino ante un trascender todos los límites. Aquí, se retiene
el criterio contrario, a saber: el criterio de la limitación absoluta, de la interrupción de la
continuidad, pero sin transición a otra cosa; mientras se sienta como premisa la
discontinuidad, se establece la continuidad. Aristóteles dice, refiriéndose a esta tercera prueba,
que
surge del hecho de que se supone que el tiempo consiste en el ahora, ya que si no se reconoce
esto, no se producirá la conclusión. 47
d) La cuarta prueba –prosigue Aristóteles- está tomada de varios cuerpos iguales que en el estadio
se mueven al lado de un cuerpo igual y con la misma velocidad y, en dirección opuesta, uno
partiendo desde el extremo del estadio y el otro desde el centro, para llegar a la conclusión de que
la mitad del tiempo es igual al doble de él. La falsa conclusión se debe al hecho de que Zenón
supone que tanto lo que se mueve como lo que se está quieto recorren la misma distancia en el
mismo tiempo y a la misma velocidad, lo cual es falso. 48
Dialéctica de Zenón:
La dialéctica de Zenón es, por tanto, la siguiente. Este pensador era consciente de las
determinaciones que se encierran en nuestra representación del espacio y el tiempo y muestra lo
que hay de contradictorio en ellas; las antinomias de Kant no son otra cosa que lo expresado aquí
por Zenón. El resultado general de la dialéctica de los eleatas consiste, pues, en decir: “Lo
verdadero es solamente lo uno; todo lo otro es falso, del mismo modo que la filosofía kantiana
conduce a este resultado: “sólo podemos conocer los fenómenos”. Es, en el fondo y en conjunto,
45
Ibídem, p. 250
46
Ibídem, p. 254
47
Ibídem, p. 255
48
Ibídem, p. 255
el mismo principio: el contenido de la conciencia sólo es un fenómeno, nada verdadero”; sin
embargo, en esto se encierra también una gran diferencia. 49
Para Zenón y los eléatas, el mundo sensible, con su infinita multiplicidad de formas, no
es en sí mismo más que un fenómeno y no encierra verdad en sí; lo único verdadero es el ser
único, inmóvil, eterno, absoluto, etcétera.
Para Kant, también lo único cognoscible es el fenómeno; lo verdadero es la cosa en sí,
pero a diferencia de los eléatas, este ser en sí es absolutamente incognoscible.
El sentido de la dialéctica de Zenón encierra mayor objetividad que el de esta dialéctica
moderna (Kant).
D) LA FILOSOFIA DE HERACLITO
Heráclito, que, según Diógenes Laercio (IX, 1), floreció hacia la 69 Olimpíada (500 a. c.),
era de Efeso y contemporáneo, en parte al menos, de Parménides.
La dialéctica de Zenón reside en el sujeto.
El paso ulterior es que se convierta en una dialéctica objetiva.
Para Heráclito lo absoluto es el proceso de la dialéctica.
Tres clases de dialéctica:
a) la dialéctica externa, que consiste en un razonar en uno y otro sentido, sin que el
alma de la cosa misma se disuelva a sí misma;
b) en la dialéctica inmanente del objeto, pero proyectada desde el punto de vista del
sujeto;
c) en la objetividad de Heráclito, el cual concibe la dialéctica misma como principio.
Progreso de Heráclito: pasar del ser como primer pensamiento inmediato al devenir
como el segundo.
Es Heráclito el primer pensador en el que se encuentra la idea filosófica en su forma
especulativa.
1. EL PRINCIPIO LOGICO
Principio general: el ser y el no ser es uno y lo mismo; todo es y no es.
La verdad es la unidad de los contrapuestos, de la contraposición del ser y no ser.
Lo absoluto es la unidad del ser y no ser.
Este pensamiento se precisa aún más: todo fluye, nada permanece ni persiste nunca lo
mismo.
El principio general más determinado es el siguiente: lo absoluto es el devenir, el paso
del ser al no ser y del no ser al ser.
La verdad es el devenir.
...Es una gran conciencia la que se adquiere al comprender que el ser y el no ser son,
simplemente, abstracciones carentes de verdad y que lo primordial verdadero está solamente en
el devenir. El entendimiento aísla tanto al ser como al no ser como verdaderos y válidos; la razón,
por el contrario, conoce al uno en el otro, ve al otro contenido en el uno... 50
Según Platón:
discuerda él mismo consigo mismo, y consigo mismo él concuerda, que, según esta manera, por
el coajuste armónico del arco y la lira, el arco y la lira discuerdan y concuerdan
2. LA FILOSOFIA DE LA NATURALEZA
Heráclito desarrolló una filosofía de la naturaleza.
49
Ibídem, p. 257
50
Ibídem, p. 263
Determinación de la esencia absoluta por Heráclito. Según distintos autores: el fuego, el
aire, la evaporación y el tiempo.
Pero para Heráclito no podía ser como para Tales la esencia algo material; para él la
esencia absoluta de lo que es tenía que ser algo cambiante, o el proceso.
El tiempo es para Heráclito la esencia absoluta.
Heráclito dice, según Sexto: el tiempo es la primera esencia corpórea (lo sensible
abstracto).
El tiempo como primera esencia sensible es la intuición abstracta del proceso.
El tiempo es en el plano de lo intuible la primera forma del devenir.
El tiempo es el devenir puro como intuido, el concepto puro, lo simple, lo absolutamente
contrapuesto; su esencia consiste en ser y no ser en una unidad.
El tiempo es la primera forma del devenir.
El fuego.
Es la esencia física del proceso.
La verdad de Heráclito consiste en haber sabido comprender la esencia de la naturaleza,
es decir, en haberla expuesto como algo infinito en sí, como un proceso en sí misma.
El fuego es el tiempo físico, la movilidad absoluta, la disolución absoluta de lo existente:
la destrucción de lo otro, pero también de sí mismo.
El fuego, además, es la evaporación, es decir, lo metamorfoseador de las cosas
corporales, la transformación y evaporación de las cosas. (evaporación = “tránsito”).
El proceso real tiene dos lados: el camino hacia arriba y el camino hacia abajo.
El camino hacia arriba es el desdoblamiento de lo contrapuesto (la hostilidad, la
disputa); el camino hacia abajo, la unificación o identificación de lo contrapuesto (amistad,
armonía).
El proceso real lo determinaba así:
Vicisitudes del fuego: primeramente, la mar; de la mar, la mitad tierra y mitad borrasca, en el
fuego que salto.
El fuego es, en efecto, el alma, como este proceso del mundo que se mueve a sí mismo.
Para las almas, muerte hacerse agua; para el agua, muerte hacerse tierra. Pero de la tierra se
hace agua, del agua el alma.
1. LEUCIPO Y DEMOCRITO
Leucipo
Algunos lo presentan como natural de Elea, otros dicen que nació en Abdera otros lo
hacen oriundo de Melos y otros más le atribuyen como cuna la ciudad de Mileto. Parece haber
sido contemporáneo de Zenón y de Heráclito.
Demócrito.
Nació en Abdera, ciudad de Tracia, junto al Mar Egeo, en la 80ª. Olimpiada (460 a. c.)
Leucipo es el creador del atomismo.
El ser y el no ser heraclitianos, enfocados con el criterio determinante de lo objetivo, se
presentan como lo lleno y lo vacío.
Leucipo: lo lleno y lo vacío son los elementos. Lo lleno y lo vacío son uno y lo mismo.
Lo lleno tiene como principio el átomo.
Lo absoluto, lo que es en sí y para sí es el átomo y lo vacío.
Lo fundamental es lo uno, el ser para sí.
Por eso dicen también que el ser no es más que el no ser, ya que el vacío es tanto como
el cuerpo, y que tales son las causas materiales de todas las cosas.
La progresión: para Parménides, la nada no existe en absoluto; para Heráclito lo
absoluto es el devenir, el paso constante del ser a la nada y de la nada al ser; para Leucipo, el
ser y la nada coexisten, están uno al lado del otro como el átomo y el vacío.
Así concebido, el principio atomístico no ha sido superado, ni puede serlo, sino que permanece
para siempre; el ser para sí tiene que presentarse necesariamente en toda filosofía lógica como un
momento esencial, aunque no como el momento último. 51
En el proceso lógico debería de ser antes la existencia que lo uno, que el ser para sí.
Pero la conciencia de las cosas finitas que se hallan relacionadas entre sí es un conocimiento
de la apariencia, no un principio del pensamiento.
El ser para sí es la relación consigo mismo que excluye la relación con otro; es la
negación de la negación. Es un principio del pensamiento.
El principio de lo uno es un principio puramente ideal, del pensamiento [es decir, que
es una abstracción de la realidad y no un ser existente].
Lo uno no puede verse ni apreciarse por medio de retortas ni de aparatos de medición, ya que se
trata de una abstracción del pensamiento; lo que se muestra es siempre materia condensada... 52
51
Ibídem, p. 280
52
Ibídem, p. 281
53
Ibídem, p. 282
Los átomos así unidos están separados por el vacío.
...Este vacío, lo negativo frente a lo afirmativo, es también el principio del movimiento de los
átomos; éstos se ven solicitados, digámoslo así, por el vacío, para que lo llenen y lo nieguen. 54
Limitación del atomismo de Leucipo: el uno y los múltiples uno, lo discontinuo; el vacío,
lo continuo.
[No se considera el átomo como teniendo en sí también al vacío.]
...De este modo, todo lo vivo, lo espiritual, etc., es algo yuxtapuesto, y el cambio, la creación, el
nacimiento una simple unión.
Si partimos de una concepción más amplia y más rica de la naturaleza y exigimos que
ella sea comprendida a base de la atomística... no tenemos más remedio que remontarnos
inmediatamente sobre estos pensamientos puros de la continuidad y la no continuidad, pues
estos elementos negativos, estas unidades, no son en y para sí; los átomos son indiferenciables
en sí, o su esencia se establece como continuidad pura, de tal modo que más bien forman,
directamente, un montón indistinto.
Leucipo y Demócrito pretendían ir más allá, y esto plantea la necesidad de una diferencia más
determinada que esta diferencia superficial entre la unión y la separación, diferencia que dichos
pensadores intentaron establecer al concebir los átomos como desiguales, considerando además
como infinita la diferencia entre ellos... 56
Las diferencias entre los átomos son determinadas de tres modos: por su forma, por el
orden y por la posición.
La forma, el orden y la posición son, como vemos, otras tantas relaciones puramente externas e
indiferentes como determinaciones, es decir, relaciones no esenciales, que no afectan a la
naturaleza de la cosa en sí misma ni a su determinabilidad inmanente, sino que cifran su unidad,
siempre, en otra cosa.
...Todas las cualidades sensibles se reducen, de este modo, a la forma, a diversas combinaciones
de moléculas perceptibles para el gusto o el olfato; intento que ha vuelto a hacerse en los tiempos
modernos. Los franceses sobre todo, a partir de Descartes, se orientan en este sentido. 57 [Hegel]
54
Idem,
55
Ibídem, p. 283
56
Ibídem, p. 284
57
Ibídem, p. 285
Paréntesis
Taylor, C. C. W., The atomists: Leucippus and Democritus, Fragments, Text and
Translation with a commentary, University of Toronto Press, Toronto Buffalo London, Canada,
1999.
Basic principles
pp. 69-94
Aristóteles GC 324b35-326b6.
La teoría más sistemática y general [sobre la naturaleza del cambio] fue propuesta por
Leucipo y Demócrito, tomando como su punto de partida la naturaleza actual de las cosas.
Algunos de los filósofos más viejos pensaban que lo que es es necesariamente uno y sin
movimiento; porque el vacío no es y entonces no podría haber movimiento sin un vacío
separado, ni podría haber muchas cosas si no hubiese nada que las separase… Como un
resultado de estos argumentos ellos pusieron la percepción aparte, e ignorando que se debe
seguir a la razón dicen que el universo es uno y sin movimiento y, agregan algunos de ellos,
infinito; porque un límite lo enfrentaría al vacío [bound it against the void]... Estas cosas
parecen seguirse lógicamente, pero en la práctica parece cercano a la locura pensar así; ningún
demente es tan loco para pensar que el fuego y el hielo son uno y lo mismo, pero es solamente
en el caso de lo que es bueno y lo que por costumbre lo parece que algunas gentes son lo
suficientemente dementes para pensar que no hay diferencia entre ellos.
Pero Leucipo piensa que tiene una teoría que puede garantizar a la percepción lo que es
generalmente aceptado y no eliminar el surgimiento o la extinción o el movimiento de la
pluralidad de las cosas. En esto él concuerda con lo que parece ser el caso, pero para aquellos
que proponen la teoría del Uno está de acuerdo con que no puede haber movimiento sin vacío,
y dice que el vacío no es, y que nada que existe no es; por lo que lo que realmente es es un
pleno total. Pero esto no es una cosa, sino infinitamente muchas cosas, invisibles por su
pequeñez. Y ellas se mueven en el vacío (porque hay un vacío), y ellos producen el surgimiento
por sus combinaciones y la extinción por su separación. Y actúan y reciben acciones cuando
entran en contacto; de esta manera ellos no son uno. Y ellos generan mediante su combinación
y mutuo enredamiento. Lo que es verdaderamente uno nunca podría ser una pluralidad, ni de
los que son verdaderamente muchas, una cosa; esto es imposible. Pero, justo como
Empédocles y algunos otros dicen que pasa por medio de los poros, así en esta teoría todos los
cambios cualitativos y todo caso en el cual alguna cosa es afectada surgen de esta manera; la
disolución y la destrucción se producen por medio del vacío, y el crecimiento también, cuando
los cuerpos sólidos son agregados imperceptiblemente…
Sobre estos puntos es claro lo que ambos (Leucipo y Demócrito) dicen y esto está
mucho más de acuerdo con las asunciones que ellos usan. Es menos claro en el caso de otros,
esto es, no es claro cómo para Empédocles puede haber destrucción y cambio cualitativo. Para
los atomistas los cuerpos primarios son indivisibles, y difieren únicamente en la forma, y ellos
son los constituyentes primarios de las cosas y los elementos últimos en los cuales ellos se
disuelven… la teoría de Platón difiere de la de Leucipo en lo que sigue, que este último dice que
los indivisibles son sólidos, el primero planos, el último dice que ellos tienen un infinito
número de de formas y el primero un número determinado; ambos dicen que hay indivisibles
de figuras determinadas. Las cosas se originan de estos elementos y la separación se da, de
acuerdo con Leucipo, a través del vacío y mediante contacto (así es como cada cosa se divide),
pero de acuerdo a Platón solamente por contacto; porque él dice que no hay vacío.
PRINCIPIOS DE CAUSACIÓN
1. EMPEDOCLES
Nació en Agrigento (Sicilia). Floreció hacia la 80ª. Olimpiada.
Lo fundamental de Empédocles: el concepto de la mezcla o de la síntesis.
Continuador de Heráclito.
Esencias fundamentales: el fuego, el aire, el agua y la tierra.
Estos elementos son los que permanecen siempre y no se generan, sino que se unen y
separan según el más o el menos, se agrupan para formar una unidad y brotan de ella.
...Por tanto, en la representación de los cuatro elementos va implícita la exaltación de una
representación puramente sensible al plano del pensamiento. 58
F) LA FILOSOFIA DE ANAXAGORAS
Nació en la Olimpiada 70 (500 a. c.), en la ciudad de Clazomene, en Lidia, no muy lejos
de Colofón y de Efeso, Era, por su edad, anterior a Demócrito y a Empédocles, aunque fue
contemporáneo de éste y de Parménides; tenía más o menos la edad de Zenón y vivió algo antes
que Sócrates, aunque todavía se conocieron.
58
Ibídem, p. 291
59
Ibídem, p. 295
...Pero esta relación consigo mismo, con la determinabilidad con que la vemos manifestarse en
Anaxágoras, entraña la determinación de lo general, aun cuando no lo exprese formalmente; y en
ello se encierra el fin o lo bueno. 60
60
Ibídem, p. 307
61
Ibídem, p. 309
62
Ibídem, pp. 310-311
La relación entre el nous y las homeomerías.
No se establece entre ambos una unidad especulativa, pues ni la relación misma se
postula como unidad ni el concepto penetra en ella. Los conceptos, aquí, aparecen, en parte,
como conceptos superficiales y, en parte, las concepciones acerca de lo particular son más
consecuentes de lo que a primera vista parece.
El nous, el pensamiento, es la esencia de todo; este pensamiento es el que supera la
generación y la destrucción, es la unidad concreta en la que se haya contenido el fin. Es la
causa del movimiento desde lo que no es a lo que debe ser.
Sin embargo, este principio, en lo real, considerado como el alma del universo y el
sistema orgánico del todo, no pasa de ser una mera palabra, no es desarrollado
consecuentemente por Anaxágoras.
...Es necesario conocer la naturaleza de las cosas con arreglo al concepto que es la consideración
independiente y sustantiva de las cosas mismas; este concepto, por cuanto que es lo que las
cosas son en sí y para sí, entorpece la relación de las causas naturales. Este concepto es el fin, la
causa verdadera, pero que retorna a sí misma, en cuanto un algo primero que es en sí, del que
arranca el movimiento y que conduce al resultado; no solamente un fin que exista previamente en
nuestra representación antes de su realidad, sino también en la realidad misma. El devenir es el
movimiento por medio del cual nacen una realidad y una totalidad; en el animal y en la planta es
su naturaleza, como género general, lo que inicia su movimiento y lo produce. Pero esta totalidad
no es el producto de un algo extraño, sino su propio producto, que existía ya anteriormente como
simiente o como embrión; llámase, pues, fin a lo que se produce a sí mismo y que ya en su
devenir es como un ente en sí.63
63
Ibídem, pp. 318-319
64
Ibídem, p. 320
65
Ibídem, pp. 322-323
LECCIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA FILOSOFIA
G. W. F. HEGEL
II
Fondo de Cultura Económica
Primera edición en alemán, 1833
Segunda edición, corregida, en alemán, 1842
Primera edición en español, 1955
Primera reimpresión, 1977
Traducido por Wenceslao Roces
SECCION PRIMERA
PRIMER PERIODO: DE TALES A ARISTÓTELES
(Continuación)
Capítulo 2
DE LOS SOFISTAS A LOS SOCRÁTICOS.
El nous es concebido subjetivamente como fin, como lo que es fin para el hombre, como
lo bueno.
Platón y Aristóteles lo conciben como género o idea, de un modo objetivo y general.
El nous de Anaxágoras: actividad puramente formal que se determina a sí misma; es
general y abstracta, carente de contenido.
¿Cuál es ese contenido general absoluto que se da el pensamiento abstracto como
actividad que se determina a sí misma?:
Primero, el sujeto, cuando reflexionaba sobre lo absoluto solo producía pensamientos.
Ahora, el sujeto considera que también forma parte, como pensante, de la totalidad de
lo objetivo. El pensamiento toma como su objeto al pensamiento.
El pensamiento se puede considerar a sí mismo de dos maneras: a) como el sujeto
pensante, el yo, que se toma como contenido a sí mismo y a sus intereses y b) como la
actividad pura de lo general, como la generalidad en su conjunto.
El pensamiento frente al objeto, en el nous de Anaxágoras no tenía contenido alguno.
Los sofistas dan contenido al nous pero como algo subjetivo; Sócrates capta el contenido
como lo que es en y para sí, es decir, como la generalidad.
A) LOS SOFISTAS
Sócrates y Platón, los primeros en proclamar lo bello, lo bueno, lo verdadero y lo justo
como fin y destino del individuo.
Los sofistas no reconocen aún esto como el fin último del hombre, con lo cual éste
queda a merced de la arbitrariedad.
El pensamiento razonador de los sofistas se caracteriza porque no derivan el deber del
concepto en y para sí de la cosa, sino de razones extrínsecas.
Para Sócrates y Platón el deber se determina por medio de la determinación general (la
idea platónica) de un algo fijo que el espíritu descubre eternamente dentro de sí. Es decir, por
el concepto en sí y por sí.
Por medio del razonamiento reflexivo, que es el de los Sofistas, puede probarse todo. [Es
el pensamiento subjetivo.]
Los sofistas tienen conciencia de esta manera de razonar.
El arte de los sofistas es un bien mayor que todas las artes; puede convencer al pueblo,
al senado, a los jueces de cuanto quiera.
Fin último, lo bueno, lo general o lo particular, la voluntad caprichosa y arbitraria del
sujeto. Del primer tipo era el fin último para Sócrates y Aristóteles; del segundo, para los
sofistas.
Esto plantea o trae consigo, directamente, un problema en que va implícita la naturaleza misma
del pensamiento, y que podemos formular así: si el campo de las razones, lo que la conciencia
considera como inconmovible, se hace vacilar por medio de la reflexión, ¿qué es lo que ha de
considerarse como fin último? Pues necesariamente tiene que haber algo fijo y firme. Esto puede
ser, o bien lo bueno, lo general, o lo particular, la voluntad caprichosa y arbitraria del sujeto; y
cabe también que ambas cosas se combinen, como veremos más adelante, cuando tratemos de
Sócrates. Pues bien, en los sofistas el individuo mismo era su propia y última satisfacción. Al
ponerlo todo en tela de juicio, el punto fijo, para ellos, era éste: “Lo que me trazo como fin es mi
placer, mi vanidad, mi fama, mi honor, mi subjetividad específica.”66
Los sofistas, por su cultura formal, se mueven dentro del campo de la filosofía; en cambio, por su
reflexión se hallan, en realidad, al margen de él. El vínculo que los une a la filosofía es el hecho de
que no se detienen en el razonamiento concreto, sino que se remontan, por lo menos en parte,
hasta las últimas determinaciones. Uno de los aspectos fundamentales de su cultura fue la
generalización del modo de pensar de eléatas y la extensión de este modo de pensar a todo el
contenido del saber y del obrar; lo que en ello hay de positivo se revela como lo útil, y lo es, en
realidad.67
1. PROTAGORAS
Natural de Abdera, era algo mayor que Sócrates. Fue el primer filósofo que actuó
públicamente como maestro dentro de Grecia. Leía en voz alta sus escritos.
Protágoras fue desterrado de Atenas a causa de un escrito suyo que empezaba así:
“Acerca de los dioses no sabría decir si existen o no, pues hay muchas cosas que impiden este
conocimiento, tanto la oscuridad del asunto mismo como la vida del hombre, que es tan breve.”
Principio fundamental de Protágoras:
“El hombre es la medida de todas las cosas, de lo que es, en cuanto es; de lo que no es, en cuanto
no es.”
Este principio puede ser tomado de dos formas: a) referido al hombre concreto, a cada
hombre, a este hombre fortuito; b) referido a la razón consciente de sí misma que hay en el
hombre, al hombre concebido como naturaleza racional y sustancialidad general.
Defecto fundamental de los sofistas: tomar al hombre en el primer sentido como medida
de todas las cosas.
Sócrates y Platón toman como medida al hombre pensante que se da un contenido
general. El desarrollo ulterior de la filosofía no hace sino ilustrar y llevar adelante este
principio, en el sentido de que la razón es la meta de todas las cosas.
Desarrollo de las determinaciones de Protágoras.
“La verdad es solamente aquello que se manifiesta ante la conciencia; nada es en y para sí, pues
todo encierra simplemente una verdad relativa”.
66
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía, II, Fondo de Cultura Económica, primera
edición en alemán, 1833, segunda edición, corregida, en alemán, 1842, primera edición en español, 1955,
primera reimpresión, 1977, traducido por Wenceslao Roces, pp. 26-27
67
Ibídem, p. 27
68
Ibídem, pp. 32-33
2. GORGIAS
Se le considera discípulo de Empédocles, pero conoció también a los eléatas; su
dialéctica participa de éstos
El fuerte de este pensador era la dialéctica de la elocuencia; sin embargo, se destacaba
por su dialéctica pura, que giraba en torno a las categorías absolutamente generales del ser y
el no ser y se apartaba, por tanto, de la manera de los sofistas.
La dialéctica de Gorgias se mueve dentro del marco de los conceptos con mayor pureza
que la de Protágoras.
Protágoras afirmaba la relatividad, el no ser en sí de lo ente; pero lo hace en relación
con otra cosa, con la conciencia.
Gorgias demuestra de una manera más pura el no ser en sí del ser, porque demuestra
su no ser en sí mismo, no en relación con otro.
Gorgias, en “Sobre la naturaleza”:
1.- Demuestra que nada es;
2.- aún suponiendo que el ser sea, no lo podemos conocer y
3.- aún suponiendo que sea y se pueda conocer, no sería posible comunicar lo conocido.
a) Si algo es, es (1) o lo que es, (2) o lo que no es, (3) o lo que es y lo que no es.
Demuestra que estas tres cosas no son:
-Lo que no es, no es.
Si fuese, sería al mismo tiempo el ser y el no ser. Si el no ser es, no es el ser.
-El ser no es.
Lo que es o es en sí y sin principio o se ha generado.
Si no tiene principio es infinito; si es infinito es indeterminado e indeterminable; por lo
tanto, no es. [Es decir, no es ser determinado finito.]
Si se ha generado, tendrá que haberse generado del ser o del no ser.
Del ser no se puede generar, porque ya sería.
Del no ser tampoco porque de ahí no puede generarse nada.
Por lo tanto, no es.
Gorgias demuestra que el ser necesariamente tiene que ser uno y múltiple y al mismo
tiempo no es ninguno de los dos.
-El ser y el no ser no pueden ser al mismo tiempo.
Si es lo uno y lo otro, es lo mismo y, en consecuencia, no es ninguno de los dos, pues el
no ser no es, y como es igual que el ser, entonces tampoco es.
Esta dialéctica de Gorgias encierra una verdad: el ser y el no ser son lo mismo y, a la
par, no lo son.
-Aunque el ser exista no lo podemos representar, porque la representación no distingue
entre lo que es y no es.
Realismo absoluto.
Gorgias sostiene, de una parte, una polémica certera contra el realismo absoluto, que,
al representarse una cosa, cree poseer la cosa misma, cuando se trata, en realidad, de algo
puramente relativo.
Idealismo malo.
Pero, por otra parte, se deja llevar al idealismo malo de los tiempos modernos, con
arreglo al cual lo pensado es simplemente subjetivo, es decir, no es el ente mismo, ya que el
pensamiento convierte el ente en algo pensado.
-Aunque pudiéramos representarnos el ser, no sería posible comunicar lo que es.
Las cosas son visibles, audibles etc., es decir, se hallan sujetas a las percepciones en
general. Lo visible se comprende viéndolo, lo audible escuchándolo, y no a la inversa; no es
posible, por consiguiente, señalar lo uno por medio de lo otro. Las palabras mediante las
cuales podríamos expresar lo que es no son el ente; lo que se comunica no es, por tanto, el
ente, sino solamente aquellas palabras.
B) SÓCRATES
En Sócrates la subjetividad del pensamiento se pone de relieve de un modo mucho más
claro y más profundo.
Sócrates personifica, en efecto, uno de los momentos críticos fundamentales del espíritu
que vuelve sobre sí mismo, bajo la forma del pensamiento filosófico.
(1) Los jonios pensaron, pero sin reflexionar sobre el pensamiento ni sobre el producto
del mismo.
(2) Los atomistas convierten la esencia objetiva en pensamientos, pero éstos son todavía
simples abstracciones, entidades puras.
(3) Anaxágoras eleva el pensamiento como tal a principio que es así el concepto todo
poderoso, el poder negativo sobre todo lo determinado y existente.
(4) Protágoras proclama el pensamiento como la esencia, pero tomándolo en su
movimiento. Es la conciencia de que todo se disuelve, la inquietud del concepto. Esta inquietud
es también algo fijo que es el yo.
-El yo puede ser individual y, por tanto, opuesto a lo objetivo como la arbitrariedad
fortuita y sustraída a toda ley.
-El yo puede ser general y es entonces el pensamiento que es objetivo y general.
Sócrates proclama la esencia como el yo general, esto es, lo bueno como tal (libre de la
realidad existente, de la conciencia sensible concreta y del pensamiento dedicado a especular
teóricamente sobre la naturaleza).
Acepta de Anaxágoras que el pensamiento, lo general que se determina a sí mismo, la
inteligencia, es lo que gobierna; la esencia es el pensamiento consciente de sí mismo; pero,
además, es el punto quieto y fijo.
El pensamiento consciente de sí mismo, esta sustancia en sí y para sí es el fin, lo
verdadero y lo bueno.
Sócrates postula que el individuo tiene la facultad de hacer abstracciones que reflejan la
generalidad del mundo exterior; esa facultad, sin embargo, no se da en forma inmediata. El
individuo debe internarse en sí mismo, gnoti te auton, para encontrar y desarrollar esa
capacidad, elevarse sobre el pensamiento concreto y descubrir el yo general. Este yo general es
el pensamiento (facultad, capacidad) que conoce lo general del mundo humano, es decir, lo
verdadero y lo bueno, lo ético.
Sócrates atribuye la verdad de lo objetivo al pensamiento del sujeto. [Esto es, que sólo
es verdad aquello que ha sido concebido por la instancia superior, por el yo general;
únicamente es verdad el pensamiento sobre el objeto elaborado por el yo general. Igualmente,
sólo es buena aquella conducta que se ajusta al concepto ético general que existe en el yo
general].
Uno de los grandes méritos de Sócrates el haber introducido la ética como un nuevo
concepto de la filosofía que hasta entonces sólo se preocupaba de investigar la naturaleza.
Sócrates creó e hizo nacer, de este modo, la ética.
1. EL METODO SOCRÁTICO
El contenido principal de los diálogos socráticos consiste en reconocer lo bueno como lo
absoluto, y además en relación, especialmente, con los actos del hombre.
El método socrático se caracterizaba, sobre todo, por inducir a todo el mundo a meditar
acerca de sus deberes en relación con lo que fuese, tomando pie de un motivo fortuito
cualquiera o del que el propio Sócrates buscase.
En seguida, conducía a su interlocutor del caso episódico o concreto al pensamiento en
torno a lo general, a lo verdadero y lo bello válido en sí y para sí, procurando nacer en todos,
mediante su propio pensamiento, la convicción y la conciencia de lo que en cada caso debiera
considerarse como justo.
Este método, de una parte, desarrolla lo general partiendo del caso concreto y alumbra,
de este modo el concepto que late en el fondo de toda conciencia; de otra parte, desintegra las
determinaciones generales fijas de la representación o el pensamiento incorporadas
directamente a la conciencia, para embrollarse a través de ellos y de lo concreto.
Las características concretas del método socrático consisten, en primer lugar, en
infundir a los hombres desconfianza con respeto a las premisas de que parten, después de
haber hecho vacilar su fe, empujándolos a buscar lo que es dentro de ellos mismos.
Empieza siempre haciendo suyas las concepciones corrientes que aquéllos reputan por
verdaderas. Pero, para obligar a los otros a exponerlas, finge ignorarlas; dándose aires de
inocencia, formula preguntas a sus interlocutores, como si quisiera aprender de ellos, cuando
en realidad trata de escrutarlos.
Es esta la famosa ironía socrática.
Lo que con ello se propone Sócrates es, sencillamente, que los demás, al exponer sus
principios, le den pie para ir desarrollando a la luz de cada tesis sentada por ellos la tesis
contraria, como consecuencia implícita en aquélla o como una conclusión a que puede llegarse,
partiendo de la propia conciencia y sin pronunciarse directamente con la tesis en cuestión. A
veces, desarrolla también la conclusión contraria, partiendo de un caso concreto. Pero, como
esta conclusión contraria está considerada por los hombres como un principio igualmente
firme, los obliga a reconocer que incurren en contradicción.
De este modo, Sócrates enseña a aquellos con quienes dialoga a darse cuenta que no
saben nada; más aún, él mismo dice que no sabe nada de nada y que no se propone, por tanto,
enseñar nada. Y puede afirmarse, en verdad, que Sócrates no sabía nada, pues no llegó
siquiera a desarrollar sistemáticamente una filosofía.
La ironía socrática encierra, pues, un factor de verdad, en cuanto que tiende a hacer
concretas las representaciones puramente abstractas y a impulsar su desarrollo; pues de lo
que se trata es, pura y simplemente, de hacer que el concepto se revele a la conciencia.
[La ironía. Está en todo lo que sea pasar de un extremo a otro, de lo ridículo a lo
sublima y viceversa.]
La ironía socrática no es sino el fin inocente de quien se propone llegar, a través del
pensamiento, al bien verdadero, a la idea general.
El segundo aspecto del método socrático es lo que el propio Sócrates llama su arte de
comadrón, heredado, según él, de su madre: el arte de ayudar al alumbramiento de los
pensamientos contenidos ya de suyo en la conciencia de cada cual, poniendo de manifiesto en
la conciencia concreta y no reflexiva la generalidad de lo concreto o en lo sentado de un modo
general lo contrario, ya implícito en ello.
Se ha dado el nombre de método socrático a esta combinación de preguntas y
respuestas.
Lo fundamental del método socrático: partiendo de lo que existe ya en nuestra
conciencia de un modo espontáneo, no trata de desarrollarlo por la vía puramente lógica,
mediante deducciones, pruebas o consecuencias derivadas a través de conceptos. Lo que se
hace es analizar este algo concreto tal como se ofrece en la conciencia natural sin necesidad de
recurrir al pensamiento, de tal modo que, eliminando lo concreto, cobre conciencia lo que en
ello se contenga de general, como tal.
Desarrollo de lo general partiendo de lo particular.
Es el mismo procedimiento por medio del cual se forma en todo hombre la conciencia de
lo general: es la formación de la conciencia de sí mismo o el proceso de desarrollo de la razón.
El niño, el hombre inculto, no formado, vive en una serie de representaciones concretas,
sueltas; en cambio, para el adulto y el hombre que se forma y cultiva, al replegarse en sí mismo
como ser pensante, la reflexión tiende a lo general y a la fijación de ello, y la libertad con que
antes se movía en representaciones concretas es la misma que ejercita ahora para moverse en
abstracciones y pensamientos.
La consecuencia inmediata de este método puede consistir en que la conciencia se
asombre de encontrar implícito en lo conocido lo que para nada buscaba en ello.
El resultado de todo esto es, en parte, un resultado totalmente formal y negativo, que
consiste en llevar a los interlocutores de Sócrates al convencimiento de que, creyendo conocer
perfectamente el objeto de que se trata, tienen que llegar a la conclusión de que “lo que sabían
ha sido refutado”. Pero Sócrates seguía preguntando, al mismo tiempo, movido por el propósito
de llevar al interlocutor a concesiones que encerrasen el punto de vista opuesto al que les
había servido de punto de partida. El contenido de la mayor parte de los diálogos socráticos
está formado, en efecto, por las contradicciones que surgen al tratar los interlocutores de
armonizar sus maneras de ver; su tendencia principal consistía, por tanto, en sobreponerse a
la perplejidad y a la confusión de la conciencia.
Por eso Sócrates trata de hacer que sus interlocutores se avergüencen y comprendan
que lo que tenían por verdadero no es aún la verdad; esto les hace sentir la necesidad de
esforzarse más seriamente en llegar al verdadero conocimiento.
1. EL PRINCIPIO DE LO BUENO
Lo afirmativo que Sócrates desarrolla en la conciencia no es otra cosa que lo bueno,
extraído de la conciencia por el saber: lo eterno, lo general en y para sí, lo que se llama la idea,
lo verdadero, que es precisamente, en cuanto que es fin, lo bueno.
Sin embargo, lo bueno no es ya algo tan abstracto como el “nous” de Anaxágoras, sino
que aquí lo general, que se determina a sí mismo y dentro de sí mismo, se realiza y tiende a
realizarse como fin último del mundo y del individuo.
Primera determinación del principio Socrático: la conciencia extrae de sí misma lo que
es la verdad y tiene que ir a buscarlo en ella. Es el principio de la libertad subjetiva.
El hombre sólo debe preocuparse de saber cuál es su naturaleza moral para obrar así lo
mejor.
La generalidad ética, lo bueno, se encuentra en la conciencia de cada individuo.
Sócrates encabeza la transformación en la conciencia general, en el espíritu del pueblo,
de la moralidad (la ley, lo verdadero y lo bueno que antes existían como un ser) en lo ético, es
decir, la ley, lo verdadero y lo bueno como el contenido de la conciencia individual.
Su moralidad consistía, en efecto, como consiste siempre la de los pueblos antiguos, en
que lo bueno existiese como lo general, sin que revistiera la forma de la convicción del
individuo en su conciencia aislada, sino la de lo absoluto inmediato.
Pero la conciencia ética pregunta: ¿es esto, realmente y en sí, ley?
En este retorno a sí vemos comprendido al pueblo ateniense; se produce la
incertidumbre acerca de las leyes existentes como existentes, una vacilación de lo que pasaba
por ser derecho vigente, la suprema libertad con respecto a toda existencia y a toda vigencia.
Este retorno a sí es el apogeo del florecimiento del espíritu griego, en cuanto que no es ya un
ser de estas costumbres, sino una conciencia viva de ellas, conciencia que tiene aún el mismo
contenido, pero que se mueve libremente en ella como espíritu; cultura a la que jamás vemos
que lleguen los lacedemonios.
El estado ha perdido su fuerza, que consistía en la continuidad del espíritu general, no
interrumpida por los individuos, de tal modo que la conciencia individual no conocía otro
contenido ni otra esencia que los de la ley. Las costumbres han perdido su inconmovible
firmeza, desde el momento en que existe la perspectiva de que cada hombre se cree sus
máximas especiales de vida. Decir que el individuo debe cuidar de su propia moralidad, vale
tanto como decir que se convierte en un individuo ético: cesan las costumbres públicas y, al
mismo tiempo, aparece el ethos: ambos fenómenos se condicionan y complementan.
De aquí que vemos aparecer a Sócrates con el sentimiento de que, en su tiempo, cada
cual debe cuidar de su propia moralidad: él cuida de la suya mediante la conciencia y la
reflexión acerca de sí mismo, al buscar en su propia conciencia el espíritu general que no
encuentra en la realidad; de este modo, ayuda también a los demás a cuidar de su propia
moralidad, despertando en ellos esta misma conciencia: la de que es en sus propios
pensamientos donde han de buscar lo bueno y lo verdadero, es decir, el ser en sí de la
conducta y del saber.
El hombre no puede aprender nada; tampoco la virtud; lo bueno no viene de fuera, no
puede ser enseñado, sino que va implícito en la naturaleza misma del espíritu.
El hombre posee el concepto general de lo virtuoso, de lo bueno y sólo cobra
conocimiento de lo externamente determinado, lo cual somete a aquella determinación general.
Aprender significa, aquí, simplemente, cobrar conocimiento de lo externamente
determinado. Este algo externo se revela, ciertamente, por medio de la experiencia; pero lo que
hay en ello de general es algo que pertenece al pensamiento, aunque no al pensamiento
subjetivo, falso, sino al pensamiento objetivo, verdadero.
Según el principio socrático, nada tiene vigencia para el hombre a menos que el espíritu
lo atestigüe.
Sócrates opone a lo interior particular y contingente aquel algo interior general y
verdadero del pensamiento.
Lo bueno: concepto general que existe en la conciencia individual.
Que lo bueno es algo determinado quiere decir, pues, mirada la cosa más de cerca, que
los individuos saben qué es lo bueno; esta actitud es lo que nosotros llamamos ethos, a
diferencia de la moralidad, que practica lo recto de un modo inconsciente.
El hombre moral y honesto es así, sin necesidad de entrar previamente en
consideraciones acerca de ello: lo es por su carácter y por hallarse firmemente arraigado en él
lo bueno.
Lo bueno es un concepto general que existe en la conciencia individual; si el individuo
tiene conciencia de este concepto, entonces es moral y honesto, por hallarse arraigado en él lo
bueno y haberlo hecho la guía de su conducta.
Crítica de Aristóteles:
La limitación de Sócrates es que hace de la virtud un conocimiento: la conciencia de lo
general subjetivo de lo bueno y la determinación de la conducta concreta como buena o mala.
No toma en cuenta lo irracional, dice Aristóteles, es decir, las inclinaciones y la moral del
individuo. Es decir, debe reconocerse que la maldad es también una inclinación humana y que
la virtud no es sólo un conocimiento, sino la elección de lo bueno por oposición a lo malo, como
algo que el hombre tiene en su ánimo, en su corazón.
Lo general.
a) Lado negativo.
Al tener conciencia de que la moralidad se había hecho vacilante en el espíritu del
pueblo (conjunto de normas de conducta externa, la sustancialidad), Sócrates la convierte en
algo interno del sujeto, en un conocimiento.
Así, es la fuerza del concepto la que dota de validez a las leyes morales vigentes.
Sócrates niega la validez de la moralidad vigente; estatuye el concepto general subjetivo
de la virtud; vuelve a la moralidad vigente y le proporciona la fuerza del concepto de lo bueno.
b) Lado positivo.
Sócrates hace sentir la necesidad del conocimiento y se dedica a cultivarlo en sus
discípulos. Les enseña lo bueno del modo más claro y más franco.
Establece que el hombre justo es el que presta obediencia a las leyes y que estas leyes
son divinas. Estas leyes cambian con las circunstancias.
c) Otro lado negativo.
En los casos particulares, lo que es justo en unas circunstancias, no lo es en otras.
El concepto de lo justo rige con carácter general, pero tiene sus excepciones que la
misma conciencia individual se encarga de valorar.
Así, la conciencia individual se convierte en una libertad pura que está sobre todo
contenido determinado.
Esta libertad hace que la conciencia penetre al contenido determinado y domine lo
general.
Cada caso concreto es una colisión de múltiples deberes; el individuo posee el concepto
de lo justo que es una generalidad en la que se plasma el espíritu del pueblo en ese momento
específico; libremente, de acuerdo con ese concepto general de lo justo, valora los diversos
deberes y actúa en consecuencia. Lo moral es todavía una sustancia; por un proceso de
decantación, se va asentando en la conciencia del individuo como un concepto de lo justo, pero
que no es evidente por sí mismo; el individuo tiene que internarse en su conciencia para
descubrirlo y después aplicarlo.
La sustancia moral es el conjunto de normas que la sociedad griega ha desarrollado
para hacer posible la convivencia de los individuos que tienen intereses opuestos a causa de la
propiedad privada.
En Sócrates se presenta es forma especialidad de la subjetividad.
Los griegos se hallaban sujetos en su vida cotidiana a las prescripciones generales que
formaban la sustancia moral; y en donde no había prescripción acudía a lo externo para
determinar su conducta: a los presagios y a los oráculos.
Sócrates plantea buscar en la conciencia individual la norma de conducta; esto lo pone
en contra de la normatividad existente y de las creencias religiosas de los griegos, aunque él
sostenga que esta actitud le ha sido ordenada por el oráculo.
La suerte de Sócrates está determinada por esta oposición entre su actitud de dar
preeminencia a la conciencia individual y la normatividad y la teología vigentes. Al final,
Sócrates de ha convertido en un enemigo mortal del régimen griego.
C) LOS SOCRÁTICOS
Sócrates sólo había llegado a proclamar para la conciencia, como lo bueno, la esencia
simple del pensar por sí mismo, pero no entró a investigar si los conceptos determinados de lo
bueno determinaban o no adecuadamente aquello cuya esencia se proponían expresar.
Sócrates, al hacer de lo bueno el fin de la conducta del hombre, dejó estar el mundo todo de las
representaciones y el de la esencia objetiva en general, sin preocuparse de buscar el punto de
transición de lo bueno, de la esencia de lo conocido como tal, a la cosa misma, ni de reconocer
la esencia como la esencia de las cosas.
Una parte de los socráticos se dedicaron a componer diálogos a la manera socrática,
pero sin ir más allá de su maestro.
Otra parte se remontó por encima de Sócrates y se dedicó, partiendo de él, a desarrollar
y retener uno de los aspectos especiales de la filosofía y del punto de vista que Sócrates había
sabido llevar a la conciencia filosófica.
Este punto de vista se basa en el carácter absoluto de la conciencia de sí mismo y la
proyección de su ser general en y para sí sobre lo particular.
Con Sócrates vemos aparecer el saber. El universo se eleva al reino del pensamiento
consciente y éste se convierte en el objeto.
Ya no se pregunta ni se contesta qué es la naturaleza, sino qué es la verdad; la esencia,
ahora, se determina, no como el ser en sí, sino como lo que es en el conocimiento.
Vemos cómo aparece el problema de la relación entre el pensamiento consciente de sí
mismo y la esencia y cómo este problema se convierte en el más importante de todos.
La verdad y la esencia no son lo mismo; la verdad es la esencia pensada, mientras que
la esencia es el en sí simple.
La conciencia de sí mismo se manifiesta en éstos, de una parte, como el ser para sí y,
de otra parte, como el ser: una vez consciente de esta diferencia, retorna de ella a la unidad de
ambos.
Esta unidad, el resultado, es lo sabido, lo consciente, lo verdadero.
Uno de los momentos de la verdad es la certeza de sí misma; este momento se une a la
esencia, en la conciencia y para ella.
El período inmediatamente posterior de la filosofía ya no indaga la esencia libre y
puramente objetiva, sino que la busca en la unidad con la certeza de sí misma.
Los socráticos que se remontaron por encima de Sócrates pueden agruparse en tres
escuelas: la de los megáricos, al frente de la cual se halla Euclides de Megara, la de los
cirenaicos y la de los cínicos.
Todas estas escuelas se atienen al criterio de que el sujeto es, a la vez, el fin de sí
mismo y de que alcanza su fin subjetivo mediante la formación de su saber; la forma de
determinación es en todas ellas lo general, pero de tal modo que no permanece en el plano de
lo abstracto, sino que el desarrollo de las determinaciones de lo general es lo que crea la
ciencia.
Los megáricos
Los megáricos son los más abstractos de todos.
Para ellos lo bueno, como algo simple, era el principio.
La sencillez inmóvil del pensamiento en general, relacionado solamente consigo mismo,
se convierte aquí en la esencia de la conciencia como algo individual, lo mismo que de su
conocer.
Junto a la afirmación de la sencillez de lo bueno, de lo general, la escuela cirenaica
postulaba que lo determinado, lo limitado no podía ser nunca verdad.
Lo general, lo absoluto, se comporta de un modo negativo frente a toda
determinabilidad, incluso del concepto; se vuelve por tanto contra el saber y el conocer.
Los cirenaicos.
Para ellos lo esencial de la conciencia es la certeza de sí mismo y el sentimiento.
Se preocupan por determinar lo que es el bien, que ellos llaman el placer o el gusto.
Pero no un placer o gusto como un algo determinado que proviene de la sensación, sino
aquel que sólo un espíritu educado puede disfrutar; lo que quiere decir que el placer a que ellos
se refieren es el que se halla determinado por el pensamiento.
Los cínicos.
Determinan con mayor precisión el principio de lo bueno: su contenido estriba en que el
hombre debe atenerse a lo que es conforme a la naturaleza, a las necesidades naturales
reducidas a su mínima expresión. De este modo, todas aquellas cosas particulares y limitadas
de que los hombres se preocupan son, para los cínicos, algo que no debe ser apetecido. Esta
posición es contraria a la de los cirenaicos.
El conocimiento de lo general debe servir de vehículo para la determinación de lo
individual, de modo que esto se mantenga dentro de una generalidad abstracta, en un plano de
libertad e independencia, permaneciendo indiferente a cualesquiera otras cosas vigentes.
1. LOS MEGARICOS.
Euclides y su escuela se afirman en lo general y ponen de relieve las contradicciones
implícitas en todas las representaciones particulares.
Para reducir a la nada lo particular utilizan la dialéctica, la cual desarrollaron en un
alto grado.
Pasan, así, a ocupar el lugar de los eléatas y los sofistas.
Los eléatas son los dialécticos del ser como la esencia única frente a la cual nada
particular podía prevalecer como verdadero; los megáricos desarrollan la dialéctica del ser
como lo bueno.
Los sofistas, con su dialéctica, niegan lo particular, pero no regresan en su movimiento
a la simple generalidad como lo fijo y lo permanente.
a) Euclides de Megara
Lo fundamental de su pensamiento:
“El bien es uno” y es simplemente, “pero se presenta bajo muchos nombres; tan pronto se le
llama inteligencia como Dios, o pensamiento (nous), y así sucesivamente. En cambio, lo opuesto a
lo bueno no es.”
Los megáricos hacen del bien su principio y lo identifican pura y simplemente con la
verdad; proclaman el bien como la esencia absoluta en un sentido más general que Sócrates;
no dejaban valer, como éste, la multitud de representaciones paralelamente a aquel criterio, ni
se limitaban tampoco a combatirlas como algo indiferente para el interés del hombre, sino que
afirmaban rotundamente que no existían.
Los megáricos están así en la línea de los eléatas, quienes sostienen que el ser es y todo
lo demás no es.
La dialéctica de Sócrates, ocasional; la de los megáricos, más general y más esencial.
b) Eubúlides
Inventó una buena cantidad de sofismas.
Base de los sofismas.
El sujeto y el predicado de que consta toda oración son distintos, aunque nosotros nos
los representemos formando una unidad; y este algo simple que no se contradice es
precisamente la verdad para la conciencia corriente.
Sin embargo, en realidad la proposición simple, igual a sí misma, no pasa de ser una
tautología que no dice nada, pues para que las proposiciones digan algo tienen que encerrar
términos distintos y además, en cuanto que su diversidad se revela a la conciencia,
contradictorios.
Pero al llegar aquí, la conciencia corriente llega a su término, pues donde hay
contradicción, hay disolución, algo que se levanta a sí mismo.
La conciencia usual no alcanza a comprender que la verdad no es sino la unidad de lo
contrapuesto, que cada proposición encierra algo verdadero y algo falso, si es que se toma la
verdad en el sentido de lo simple y la falsedad en el sentido de lo contrapuesto, de lo
contradictorio; sino que para ella aparecen desdoblados lo positivo, o sea aquella unidad, y lo
negativo, que es esta contraposición.
La determinación fundamental que informa las proposiciones de Eubúlides era la de
que, por ser simple siempre la verdad, requería una respuesta también simple.
Se eleva, pues, a principio la simpleza de lo verdadero.
Este criterio es el del principio lógico conocido con el nombre de principium exclusi tertii,
conforme al cual de dos proposiciones contrarias la una es verdadera y la otra falsa, o una
proposición tiene que ser, necesariamente, o verdadera o falsa y que un objeto no puede tener
dos predicados contradictorios entre sí.
c) Estiplón
Natural de Megara fue uno de los más famosos erísticos.
Dice Diógenes que “era un disputador poderosísimo y que descollaba por sobre todos en
cuanto a la sutileza del discurso, hasta el punto de que toda Grecia, contemplándolo, estuvo en
peligro de llegar a megarizarse”.
Lo que más destaca en él es que concibe lo general en el sentido de la identidad
intelectiva formal, abstracta.
Pero, lo fundamental en sus ejemplos es que hace valer siempre la forma de lo general
frente a lo particular.
Nunca se puede expresar lo particular, sólo lo general. En una palabra, por ser como es
una existencia nacida del espíritu, no puede tener cabida lo particular, aunque se lo piense,
sino que se expresa siempre, esencialmente, lo general y solamente lo general.
Al predicar lo general como lo independiente, Estiplón lo disuelve todo. Nada individual
es verdad.
Estiplón sólo quiere ver proclamadas proposiciones idénticas. “No se debe atribuir a un
objeto un predicado distinto”.
2. LA ESCUELA CIRENAICA
El fundador de esta escuela fue Aristipo de Cirene.
Como su maestro Sócrates, los cirenaicos quisieron formarse y desarrollarse como
individuos; la vida individual y la filosofía práctica fueron también el propósito fundamental
que los inspiró.
No se aferraron a la determinación de lo bueno en general, sino que lo cifraron más bien
en el placer del individuo.
Desarrollaron esta tesis fundamental para salvar el escollo que representa el que el
placer aparezca a primera vista como, y generalmente lo sea, algo trivial.
La sensación es lo particular indeterminado.
Si se hace valer el pensamiento, la mesura, la formación del espíritu, el principio de la
generalidad del pensamiento hará desaparecer aquel principio de lo contingente, de lo
particular, de la simple subjetividad.
a) Aristipo
No se dio por satisfecho con las palabras generales de lo bueno y lo bello, a que
Sócrates se atenía, sino que tomó como algo concreto, en su suprema determinabilidad, la
esencia reflejada en su conciencia; y como consideraba la esencia general, como pensamiento,
vista por el lado de la realidad, como la única conciencia, estatuyó el placer como lo único de
que tenía que preocuparse, razonablemente, el hombre.
Buscaba el placer como un espíritu cultivado, que, precisamente por serlo, había sabido
elevarse hasta un plano de perfecta indiferencia hacia todo lo particular, hacia las pasiones,
hacia toda clase de vínculos.
Aristipo consideraba la formación del espíritu, en efecto, como lo más alto de todo y
partía de la premisa de que el placer sólo era un principio para el hombre de formación
filosófica; por consiguiente, su principio fundamental era el de que lo agradable para el hombre
no se experimentaba directamente, sino que sólo se adquiría la conciencia de ello por medio de
la reflexión.
Entramos con ello en un campo en el que dos clases de determinaciones constituyen el interés
fundamental en torno al cual giran las muchas escuelas socráticas que se forman, con excepción
de las de Platón y Aristóteles, y principalmente las de los estoicos, los neoacadémicos, etc. Uno de
los puntos es el de la determinación misma de lo general [de lo bueno], el criterio; el otro, el de lo
que la determinación es para el sujeto. Y surge así la noción del sabio: lo que el sabio hace, lo que
el sabio es, etc.69
b) Teodoro.
Se hizo célebre al negar la existencia de los dioses; esto le valió el ser desterrado de
Atenas.
Para él la alegría y el dolor son el fin último de la existencia humana, pero de tal modo
que la primera pertenecía al entendimiento y el segundo a la falta de él. Lo bueno se
determinaba, según él, como entendimiento y justicia, lo malo como lo contrapuesto, el placer y
el dolor como lo indiferente.
Cuando se adquiere la conciencia de que la percepción sensible concreta, tal y como es, es decir,
de un modo inmediato, no puede ser considerada como esencia, se dice, en otros términos, que es
necesario gozarla de un modo intelectivo; lo que vale tanto como afirmar que precisamente la sensación,
en cuanto tal, no es la esencia...
Ahora bien, este trascender más allá de lo concreto es la formación del espíritu, la cual, mediante
la limitación de las distintas sensaciones y los distintos placeres, trata de hacerlos armónicos entre sí,
aunque de momento sólo calcule una cosa: de dónde puede sacar mayor placer o satisfacción...
A esto era a lo que Teodoro llamaba, en efecto, entendimiento y justicia, para que supiese dónde
había que buscar el placer... 71
c) Heguesías
Concibe de un modo más firme lo general y, por tanto, desaparece para él toda
determinación de lo concreto. Adquirió la clara conciencia de que la sensación concreta no era
nada en sí; y si, a pesar de ello, convertía el placer en fin, era porque veía en ello lo general.
Ahora bien, desde el momento en que el placer es el fin, es necesario preguntar por el
contenido; y si se investiga este contenido, se ve que todo contenido tiene un carácter
particular, que no encaja dentro de lo general y que, por tanto, cae dentro de los dominios de la
dialéctica [es decir, de la negación de esas particularidades].
Al retener lo general, desaparece la suma de todas las determinabilidades, lo concreto
de la conciencia como tal, y con ello la vida misma, como algo no esencial.
Todo es indiferente entonces para el sujeto: el placer, el malestar, la esclavitud, la
libertad, la nobleza, la falta de nobleza, la fama o la ausencia de la misma. Sólo al necio le
importa vivir, al sabio le es indiferente.
Este es el estado de la perfecta indiferencia del sabio que entraña una renuncia a toda
realidad y un adentramiento total de la vida en sí misma.
69
Ibídem, p.123
70
Ibídem, p.124
71
Ibídem, p.125
A Heguesías le fue prohibido la enseñanza por el Tolomeo que a la sazón ocupaba el
trono, porque inculcaba a sus oyentes una indiferencia y un fastidio de la vida tan grandes,
que muchos de ellos se la quitaban. [NB La negación de las determinabilidades lleva a la
indiferencia y al hastío.]
d) Aniceris
3. LA ESCUELA CINICA
Los cínicos proclamaban el bien como el fin general del hombre y buscaban el bien para
el hombre individual en la individualidad en cuanto tiene directamente para mí la forma de lo
general, es decir, en cuanto yo soy una conciencia libre e indiferente frente a todo lo individual
y concreto.
Esto en contraposición a los cirenaicos, los que cifraban la esencia de la conciencia en
la conciencia del hombre como individuo, o en el sentimiento.
Los cínicos establecen la libertad e indiferencia del individuo, tanto del pensamiento
como de la vida real, frente a todos los detalles externos, a todos los fines, necesidades y goces
particulares; su principio es la privación expresa, la limitación de las necesidades del hombre a
lo estrictamente necesario impuesto por la naturaleza.
La escuela cínica constituye un momento histórico que tiene que darse necesariamente
en la conciencia de lo general, a saber: el momento que consiste en que la conciencia, en su
individualidad, se sepa libre de toda dependencia con respecto a las cosas y al disfrute. [NB La
negación de las determinaciones concretas lleva a la indiferencia y a la plena vida interior].
a) Antístenes
Conceptos de Antístenes:
La virtud se basta a sí misma y sólo necesita una cosa: la fuerza de carácter de un
Sócrates. El bien es bello y el mal feo. La virtud consiste en obras y no necesita de muchas
razones ni de doctrinas. El destino del hombre es llevar una vida virtuosa. El sabio se contenta
consigo mismo, pues posee cuanto los demás parecen poseer. Le basta con su propia virtud;
tiene por casa el mundo enero. Si no le rodea la fama, esto debe considerarse más bien como
un beneficio que como un mal.
Crítica de Hegel:
La libertad concreta estriba en ser indiferente a las necesidades, pero sin rehuirlas, sino
manteniéndose libre también en este disfrute y sin desligarse de la moralidad ni de la vida
jurídica y social de los hombres.
La libertad abstracta (pregonada por los cínicos) entraña la renuncia a la moralidad, ya
que el individuo se repliega dentro de su subjetividad: esta actitud lleva consigo, por tanto, algo
inmoral.
Antístenes es todavía una figura noble dentro de la filosofía cínica. Pero no están ya
lejos de ella la tosquedad, la vulgaridad de la conducta, el impudor que caracterizarán a los
cínicos de una época posterior (Diógenes, vgr.)
b) Diógenes
Llamado el perro.
El carecer de necesidades, dice Diógenes, es una cualidad divina; el hombre que tiene
las menos necesidades posibles es el que más cerca se halla de los dioses.
Este filósofo rondaba por todas partes, viviendo a la ventura: en las calles y plazas de
Atenas, en un tonel; ordinariamente, pasaba el tiempo e instalábase a dormir en la Stoa de
Júpiter, en Atenas, diciendo que los atenienses le habían construido una magnífica residencia.
CAPITULO 3
PLATON Y ARISTÓTELES
La ciencia filosófica empieza a desarrollarse como tal y el punto de vista socrático
empieza a adquirir rasgos de cientificidad a partir de Platón, y la trayectoria que éste inicia
llega a su remate con Aristóteles. Nadie tiene más derecho que estos dos pensadores a llamarse
maestros del género humano.
A) PLATON
Nació en Atenas en el tercer año de la 87ª. Olimpiada o, según Dodwell, en la Ol. 87,4
(429 a. c.), al comienzo de la guerra del Peloponeso, en el mismo año en que murió Pericles.
Murió el primer año de la 108ª. Olimpíada (348 a. c.)
Tiene su puesto entre los filósofos socráticos.
Es el más famoso de los amigos y oyentes de Sócrates.
Concibió en toda su verdad el principio de su maestro.
La esencia reside en la conciencia; lo absoluto debe buscarse en el pensamiento y toda
realidad es pensamiento. Se trata del pensamiento que abarca en una unidad tanto la realidad
como el pensar, el concepto y su realidad en el movimiento de la ciencia, y la idea de un todo
científico.
Sócrates: concebía el pensamiento que es en sí y para sí como el fin para la voluntad
consciente de sí mismo (yo).
Platón: lleva ese pensamiento en sí y para sí que es el fin de la voluntad consciente de sí
misma al terreno de la ciencia, esto hace posible una construcción y derivación con base en el
principio (es lo que hace con posterioridad plenamente Aristóteles).
Lo característico de la filosofía platónica: la conciencia se dirige hacia el mundo
espiritual y suprasensible. La esencia espiritual interior del hombre es su verdadera esencia.
Su entusiasmo en lo tocante al pensamiento de lo que es en y para sí es muy grande.
Platón investiga la unidad mediadora consigo misma de la conciencia y la esencia, o sea
el conocimiento.
En Platón la filosofía se mezcla y confunde con la conciencia de lo suprasensible; la
filosofía platónica es la conciencia de lo verdadero y justo, en y para sí, la conciencia y la
vigencia de fines generales dentro del estado.
Platón define a los filósofos como “los que arden en deseos de contemplar la verdad”.
Las “ideas platónicas” son lo general, lo que es en sí y para sí, la esencia, lo único
verdadero. No lo general formal, externo, sino lo general sustancial, vivo.
La filosofía de Platón es la ciencia de lo general en sí.
Lo esencial es lo general, la idea, lo bueno.
Esencia de la teoría de la verdad de Platón. Lo verdadero no es lo que existe para
nuestros sentidos, sino que es lo que está determinado de suyo en lo general en y para sí.
Tergiversación de las ideas platónicas:
1.- que lo general sólo se nos revela como una cualidad, es decir, como un simple
pensamiento de nuestro entendimiento.
2.- o como una sustancia, como una esencia en sí misma pero situada fuera de
nosotros.
3.- considerarlos como ideales necesarios para nuestra razón, pero cuyos productos no
tienen realidad ahora ni pueden adquirirla nunca.
4.- que las ideas son formas de la realidad en nosotros, algo estético, intuiciones
intelectuales que deben darse necesariamente de un modo inmediato y que corresponden a un
genio afortunado o a un estado de arrobamiento.
Las ideas no están directamente en la conciencia, sino en el conocimiento.
Las ideas no se tienen, sino que son producidas por el conocer en el espíritu. Son reales
pues ellas son el ser.
Platón distingue entre la ciencia y la opinión.
Conocimiento y opinión.
...El conocer versa sobre lo que es; el opinar es lo opuesto a eso, pero de tal modo que su
contenido es la nada –pues esto sería, sencillamente, la ignorancia-, sino que se opina siempre
algo. La opinión es, por tanto, lo intermedio entre la ignorancia y la ciencia y su contenido una
mezcla del ser y la nada. Los objetos sensibles, el objeto de la opinión, lo concreto, participan
solamente de lo bello, de lo bueno, de lo justo, de lo general; pero son también feos, malos,
injustos, etc. Lo doble es también la mitad. Lo concreto no es solamente grande o pequeño, ligero
o pesado, uno de los dos términos antitéticos, sino que cada cosa concreta es tanto lo uno como
lo otro. Una de estas mezclas de ser y no ser es lo concreto, el objeto de la opinión” (Platón, La
República, V); una mezcla en que los antagonismos no se han disuelto en lo general. Esto último
sería la idea especulativa del conocer, mientras que para el opinar basta con la modalidad de
nuestra conciencia corriente. 72
72
Ibídem, p. 162
73
Ibídem, p. 163
[Ya que Platón no puede reconocer a la actividad práctica como el origen de la
sustancia pensante, ni a este como una característica enajenada de la especie, debe por
fuerza postular la existencia del alma individual (es decir, de la conciencia individual) que
existe desde siempre y existirá por siempre y que como tal participa de la naturaleza del
espíritu, es decir, de la facultad de producir conceptos generales.]
En el alma misma se contiene la idea de lo bello, de lo bueno y de lo justo como algo en
y para sí, como lo en y para sí en general. Es esto lo que forma la base general de las
representaciones platónica.
Lo que Platón expresa como lo verdadero es que la conciencia es en él mismo, en la
razón, la esencia y la vida divinas, que el hombre la contempla y conoce en el pensamiento
puro y que este conocimiento es, precisamente, esta misma estancia y este mismo pensamiento
divinos.
Vemos, en efecto, que Sócrates dice, en este sentido, que la tendencia a la sabiduría, única
misión de la filosofía, tropieza con un obstáculo en el cuerpo y en lo que a él se refiere, porque la
intuición sensible no muestra nada puro, tal y como en sí es y que lo verdadero se conoce
mediante el alejamiento del alma de lo corpóreo. Pues la justicia, la belleza y toda esta clase de
géneros son lo que en verdad existe, lo que escapa a todo cambio y a toda destrucción; y esto no
se ve a través del cuerpo, sino solamente en el alma. 74
El alma no es para Platón una modalidad del ser, sino como lo general.
Platón cifra la inmortalidad del alma en el hecho de que los algos generales como lo
bello, lo bueno y lo igual son simples, no pueden desintegrarse de forma alguna y permanecen
siempre iguales a sí mismos. El alma debe considerarse de una naturaleza simple. Esta
naturaleza simple es inmortal.
La educación y formación del alma.
El saber está contenido en el alma
El alma tiene la facultad de contemplar lo bueno (la suprema claridad del ser); el arte de
lo bueno debería ser la enseñanza del alma como el arte de conducirla. [Es decir, de conducir
esa facultad del modo más fácil y eficiente.]
Las demás virtudes del alma, más próximas al cuerpo (distintas de su facultad
fundamental) se adquieren por hábito y costumbre.
Único conocimiento verdadero, el producido por el pensamiento; pero la fuente del
conocimiento es múltiple.
El conocimiento sensible no puede dar lo verdadero.
El sentimiento como la más íntima subjetividad, tampoco puede producir lo verdadero.
La verdad sólo puede captarse por medio de la actividad del pensamiento.
La verdad es lo general, la idea.
En el conocimiento sensible:
a) se obtienen primero las imágenes de las cosas;
b) en segundo lugar, las cosas mismas: los animales, las plantas y las obras de arte.
En lo inteligible también hay dos aspectos: a) el alma parte de las imágenes sensibles y
establece una hipótesis de su naturaleza; b) el alma parte de una hipótesis y recorre el camino
hasta un principio libre de toda hipótesis, sin necesitar de imágenes, procediendo por medio de
las ideas mismas.
Por a) se manifiesta la ciencia en general, que no trata ya de lo sensible como tal, sino
que, partiendo de lo sensible establece leyes generales y determinados géneros. Es el conocer
concluyente, razonante. Esta ciencia es la de los geómetras.
Por b) se manifiesta la verdadera ciencia, lo que el alma comprende por medio de la
razón, haciendo por la dialéctica una serie de hipótesis, que no considera como principios, sino
como meras suposiciones que le sirven como grados y puntos de apoyo para llegar a lo libre de
hipótesis, al principio del todo que es en sí y para sí.
74
Ibídem, p. 171
Aprehende este principio, y aprehendiendo lo que de él depende, desciende desde allí hasta el
resultado; pero sin apoyarse en nada sensible, sino sólo en las ideas mismas y así llega, al final, a
ellas por sí misma.75
LA LOGICA DE PLATON
1.- LA DIALÉCTICA
La verdadera dialéctica: el movimiento necesario de los conceptos puros, la unidad de
los contrapuestos es lo general.
En Platón encontramos esta dialéctica: la esencia absoluta reducida a conceptos puros
y la exposición del movimiento de estos conceptos.
Lo que oscurece un poco la dialéctica platónica es su tendencia a poner de relieve lo
general partiendo de las representaciones.
Para Platón lo general o el pensamiento es lo verdadero frente a lo sensible; lo ideal es lo
único real.
Las cosas como aparecen ante nosotros no son verdaderas en sí; por eso hay que
buscar en lo individual sensible lo general, la idea.
Para expresar que la verdad sólo es lo general, la idea y no el conocimiento sensible,
Platón tiene que desterrar a lo sensible, lo finito y limitado como lo que es ello y lo otro; es
decir, como los sofistas, al ser particular como mudable y que al fin perece para dar lugar a
otro ser particular; el resultado de toda esta dialéctica es la nada, pero esta no es la dialéctica
que propugna Platón.
Esta dialéctica que consiste en disolver lo particular para establecer lo general, no es
todavía la dialéctica en su verdadera forma; es común tanto a Platón como a los Sofistas.
El tercer aspecto de la dialéctica que es la verdadera dialéctica platónica: lo general tal y
como brota de la solución de lo particular, esto es, lo verdadero, lo bello, lo humano, lo que es
en sí mismo género, es algo indeterminado y abstracto; Platón lo determina en sí mismo.
Esta determinación consiste en la relación que el movimiento dialéctico (es decir, aquel
por el cual se disuelve lo particular, el paso del ser al no-ser y del no-ser al ser) guarda en el
pensamiento con lo general. La dialéctica de lo particular, el paso del ser al no-ser y del no-ser
al ser es incorporado a la idea, considerando a esta como la unidad del ser y del no-ser; así, la
idea adquiere la naturaleza de lo determinado, es la idea determinada.
...La grandeza verdaderamente especulativa de Platón, aquello por lo que hace época en la
historia de la filosofía y, por tanto, en la historia universal, consiste en haber determinado y
precisado lo que es la idea: este conocimiento estaba llamado, en efecto, a ser, a la vuelta de
algunos siglos, el elemento fundamental en la fermentación de la historia universal y en la nueva
estructuración del espíritu humano. 76
75
Ibídem, p. 176
76
Ibídem, p. 181
Concibe lo absoluto como la unidad del ser y el no-ser en el devenir, como la unidad de
lo uno y lo múltiple.
La dialéctica de Platón:
-incorpora la dialéctica objetiva de Heráclito,
-incorpora la dialéctica de los eléatas (la acción exterior del sujeto encaminada a poner
de manifiesto la contradicción). Esta dialéctica es superada por Platón sustituyendo la
mutabilidad externa de las cosas con el trueque en sí mismas de sus ideas, de sus categorías.
-estatuye como algo objetivo, como la idea que es tanto el concepto general como el ser.
Pensamientos puros, según platón: el ser y el no-ser, lo uno y lo múltiple, lo ilimitado y
lo limitativo.
...Por consiguiente, las filosofías anteriores a él no desaparecen por la refutación de Platón, sino
que desaparecen en él.77
77
Ibídem, p. 182
78
Ibídem, p. 186
79
Ibídem, p. 187
Platón no sólo establece la unidad, sino que mantiene en pie la diferencia.
Expresa la naturaleza exacta de las ideas como generalidades abstractas; de esta
manera, refuta dos concepciones:
a) lo que más tarde se llamará materialismo, es decir que lo sustancial no es otra cosa
que lo corporal y
b) la de los amigos de las ideas, que consiste en creer que lo sustancial es algo
incorpóreo, intelectual, pero sin cambios, sin devenir. Conciben las ideas como algo móvil que
no tiene actividad ni pasividad.
Va más allá de Parménides.
La dialéctica de Platón: lo que es participa de lo uno, tanto en el ser como en el no ser,
pero lo que participa de ello es igualmente distinto del ser y del no ser como tal.
Esta dialéctica va dirigida contra la dialéctica de los sofistas.
En sus discursos [los sofistas] sólo pasan de uno a lo otro y de esto a aquello; es una
dialéctica vacía que no unifica las contradicciones.
Es una dialéctica falsa la que hace ir y venir los pensamientos de una determinación a
otra.
Verdadera dialéctica.
“Lo difícil y lo verdadero consiste en demostrar que lo que es lo otro es lo mismo y que lo mismo
es lo otro: y, además, en el mismo sentido y en el mismo aspecto en que se pone de manifiesto
una determinación se pone también de relieve la otra.” Platón, Sofista.
En el Filebo investiga Platón la naturaleza del placer. Plantea aquí la antítesis entre lo
infinito y lo finito, entre lo ilimitado y lo limitativo.
Lo absoluto es lo que en una unidad es finito e infinito.
2. LA FILOSOFIA DE LA NATURALEZA
En Platón empezó la filosofía a esforzarse más y más por llegar a conocer lo más
determinado.
Mucho fue lo que Platón tomó de los pitagóricos.
La esencia de la naturaleza o del devenir del universo:
80
Ibídem, p. 194
1.- Dios es lo bueno.
2.- Lo bueno no tiene envidias, por lo que hace el mundo a su imagen y semejanza.
3.- Dios se encontró con lo visible como algo movido de un modo fortuito; lo sacó del
desorden para llevarlo al orden por considerar que éste era mejor que aquél.
4.- Reflexionando Dios que de lo visible lo irracional no puede ser más bello que lo
racional y que sin alma nada puede participar de lo racional, situó la razón en el alma y el
alma en el cuerpo uniéndolos de tal modo que el mundo se ha convertido en un animal
racional animado.
5.- Como el universo debería ser tangible y visible, creó el fuego y la tierra.
6.- El fuego y el aire fueron unidos por lo bello.
...En la conclusión racional, por el contrario, lo fundamental de su contenido especulativo es la
identidad de los extremos, que se unen entre sí; lo que lleva implícito que el sujeto representado
en el centro es un contenido cualquiera que no se une con otro, sino a través de otro y en otro,
consigo mismo. Es, dicho en otros términos, la naturaleza de Dios, el cual, cuando se le convierte
en sujeto, consiste en que engendre a su Hijo, al universo: pero, en esta realidad, que aparece
como lo otro, permanece al mismo tiempo idéntico a sí mismo, destruye lo otro y se une en ello
consigo mismo; así, sólo así, Dios es el Espíritu. 81
7.- Como lo sólido necesita de dos centros, Dios, sitúa entre el fuego y la tierra el aire y
el agua; los sitúa en una proporción: el fuego se comporta respecto al aire como el aire respecto
al agua y el aire con respecto al agua como el agua respecto a la tierra.
8.- Así Dios crea el mundo visible y tangible y visible que es perfecto, que no envejece ni
enferma.
9.- La forma del mundo es la esférica.
10.- Dios da al mundo el movimiento circular.
11.- Dios le infundió un alma y la colocó en el centro, la difundió a lo largo de todo él e
hizo que el alma lo abarcase también por fuera.
El alma es la esencia del mundo corpóreo.
Naturaleza de la idea
La esencia del alma es la misma idea que se había mostrado como la esencia de lo
corpóreo.
Naturaleza del alma:
-Hay en los cuerpos una esencia indivisa, siempre igual a sí misma.
-Hay también una esencia dividida.
-A base de ellas Dios creó una tercera clase de esencia que es la unión en el centro de
ambas y que tiene la naturaleza de lo que es idéntico a sí mismo y al mismo tiempo de lo otro.
-Dios hizo el alma el centro igual de lo indiviso y de lo dividido. Es la misma dialéctica
platónica que ya habíamos visto: la unidad de la identidad y de la diferencia.
-De estas tres esencias distintas, Dios las unió en una sola idea para lo cual encaja
violentamente en lo igual a sí mismo la naturaleza de lo otro (por la violencia del concepto.)
Dios mezcla la esencia divina, la esencia indivisa y la esencia que es centro, hace de los
tres uno y divide este todo en las partes que juzga conveniente.
Esta sustancia del alma es la misma del mundo visible; es la verdadera materia, la
materia absoluta dividida, como unidad permanente de lo uno y lo múltiple.
La clasificación de la sustancia del alma, es decir, su división como Dios juzga
conveniente, es la de los números platónicos, los que tienen una gran similitud con los
números pitagóricos.
Resulta la siguiente serie: 1; 2; 3; 4 = 2 2; 9 = 32; 8 = 23; 27 = 33, etcétera. (Partes en que
dios dividió la sustancia del alma.
Estas proporciones no ofrecen nada para el pensamiento especulativo. Con estos
números no es posible expresar las proporciones y las leyes de la naturaleza.
81
Ibídem, pp. 201-202
Dios dividió esta serie en dos, los colocó en cruz, formando un círculo externo y otro
interior rodeándolas de un movimiento exterior; el exterior es el desplazamiento de lo igual a sí
mismo y el interior como el de la alteridad o el desigual.
El círculo interior lo divide en 7 círculos, 3 de igual velocidad y 4 de velocidad desigual.
Este es el sistema del alma dentro del cual se forma todo lo corpóreo: el alma es el
centro. Lo penetra todo y todo lo envuelve desde el exterior, moviéndose a sí misma; tiene en sí
misma el fundamento divino de una vida incesante y racional.
Para Platón la esencia de lo corpóreo y del alma como la unidad en la diferencia.
Esta esencia duplicada que contiene la unidad y la diferencia, se sistematiza en lo uno
en muchos momentos que son movimientos.
Estos momentos y la esencia duplicada son la contraposición de alma y corporeidad, lo
que forma a su vez una unidad.
El alma del mundo y el mundo corpóreo.
Esta es la determinación del alma; en cuanto lo sustancial albergado en la materia
presenta semejanzas con esa determinación, son idénticas el alma y la sustancia de lo
corpóreo.
Cuando lo sensible es considerado por el alma surgen las opiniones verdaderas y las
convicciones certeras.
Cuando el alma se vuelve sobre sí misma, surge la verdadera ciencia.
El alma del mundo es el modelo que reside solamente en el pensamiento siempre en la
identidad consigo mismo; pero existe un universo contrapuesto que es la copia de aquel modelo
y que tiene origen y es visible; este es el sistema del movimiento celeste.
No es posible equiparar el modelo eterno con la copia sensible.
Hay, sin embargo, una imagen de lo eterno dotada de movimiento y que permanece en
unidad y que se mueve con arreglo al número: es el tiempo.
El verdadero tiempo es eterno, es el presente, no tiene pasado ni futuro.
De la voluntad de Dios de crear el tiempo nacieron el sol, la luna y los 5 planetas.
1.- El mundo eterno.
2.- Su imagen en el mundo que pertenece al tiempo. Tiene la forma de lo igual a sí
mismo.
3.- Frente a éste, otro universo al que le es inherente la mutabilidad. Tiene la forma de
lo otro con respecto a sí.
En esta última esfera aparecen tres momentos:
-la esencia simple que es engendrada, la materia simple, lo nacido;
-el lugar en que aquella nace, el espacio;
-aquello que sirve de modelo a lo engendrado.
El principio de lo otro es el principio general de todo lo que se manifiesta de un modo
distinto. Es la materia prima.
Este principio general se manifiesta como algo general en su determinabilidad.
En este universo de la mutabilidad el principio absoluto ideal es la materia pura, la
existencia del espacio.
El espacio es la esencia ideal de este mundo que se manifiesta; es el centro que une la
positividad y la negatividad; su determinabilidad son las figuras.
Tales son los aspectos fundamentales de la filosofía platónica de la naturaleza.
82
Ibídem, p. 214
Platón empieza, en los libros de la República, por poner de manifiesto lo que es la
justicia.
Empieza a examinarla tal y como existe en el Estado.
Sólo en el seno del Estado puede encontrarse la justicia en su realidad y en su verdad.
Ahora bien, la esencia del Estado es, a su vez, la realidad objetiva del derecho: la realidad en que
reside el espíritu todo, y no solamente el saberme a mí mismo, como este individuo. Pues las leyes
por las que se gobierna la voluntad racional y libre son las leyes de la libertad; pero estas leyes
rigen, precisamente, como leyes del Estado, ya que el concepto de éste consiste, cabalmente, en
que exista la voluntad racional.83
...El verdadero ideal no aspira a realizarse, sino que es real, y además lo único real; si una idea
fuese demasiado buena para existir, esto sólo revelaría una falta del ideal mismo, para el que la
realidad es demasiado buena. 84
...el mundo eterno, como el Dios bienaventurado en sí, es la realidad, no en el más allá, no en la
otra vida, sino en el mundo presente considerado en su verdad, y no del modo que se ofrece a los
sentidos de quienes lo ven, lo escuchan, etc. Si consideramos así el contenido de la idea
platónica, veremos que Platón expone, en realidad, la moralidad de los griegos en su forma
sustancial, pues es la vida del Estado griego y no otra lo que forma el verdadero contenido de La
República de Platón.85
El pensamiento central que sirve de base a La República de Platón es, precisamente, el que debe
ser considerado como el principio de la moralidad griega, a saber: que lo moral tiene las
proporciones de lo sustancial y debe, por tanto, retenerse como algo divino... 86
83
Ibídem, p. 215
84
Ibídem, p. 218
85
Ibídem, p. 219
86
Ibídem, p. 221
Estas funciones son asignadas a una masa de individuos especialmente destinados a
ellas y esto se traduce en los distintos estamentos del Estado.
Enumera, por tanto, tres estamentos:
a) el de los gobernantes, los sabios, los instruidos;
b) el de los guerreros y
c) el de los agricultores y los artesanos.
Con esta división en estamentos forma Platón la constitución del Estado.
A los individuos del primer estamento corresponde la primera virtud cardinal, la
sabiduría y la ciencia.
...un estado así gobernado será un Estado sabio y bien aconsejado gracias a la verdadera ciencia,
que cobra realidad en el estamento de los regentes y gobernantes, llamados a decidir acerca de lo
general, tanto en lo tocante al propio Estado como en lo que se refiere a sus relaciones con otros.
Esta ciencia sólo es, en rigor, patrimonio de una reducidísima minoría. 87
Así, pues, los rasgos fundamentales de La República de Platón están todos ellos informados por
una tendencia esencial, que es la de reprimir el principio de lo individual; y, al parecer, es la idea
misma la que exige o postula que aquello en que la filosofía se enfrenta al modo general de
representarse las cosas se precisamente esto: que éste, al revés de aquélla, hace valer lo
individual, y en el Estado, como espíritu real, considera incluso el derecho de propiedad, la
protección de la persona y de la propiedad como la base de la colectividad misma. 91
La estética platónica.
Para Platón la esencia de lo bello es intelectual, la idea de la razón.
La belleza como belleza es la belleza percibida por los sentidos, que no podría
encontrarse en ningún otro lugar, en el que fuese, no se sabe en cuál; así lo que es bello en lo
sensible es precisamente espiritual. Tal es, en efecto, su idea estética, como su idea en general.
Así como la esencia y la verdad de lo que se manifiesta es la idea en general, así también la
verdad de lo bello en sus manifestaciones es, precisamente, esta idea.
B) ARISTÓTELES
Nació en el primer año de la 99ª. Olimpiada (384 a. c.), en Estagira, ciudad tracia
situada en el golfo de Estrimón, que era una colonia griega.
90
Ibídem, p. 233
91
Ibídem, p. 233
En general, la noción corriente que hoy se tiene acerca de la filosofía aristotélica es la de
que esta filosofía exige en principio del conocimiento lo que se llama la experiencia.
El objeto de la filosofía, según Aristóteles.
...el objeto de la filosofía es lo más digno y susceptible de ser sabido: lo primero y las causas, es
decir, lo racional. Por medio de ellas y a base de ellas se conoce, en efecto, todo lo demás; los
principios, en cambio, jamás llegarían a ser conocidos a través de los sustratos. 92
1. LA METAFISICA
Filosofía pura: la ciencia de lo que es en cuanto es y de lo que conviene en y para sí.
Naturaleza de lo que es (sustancia):
1) determinabilidad o cualidad (esencia o forma) por medio de la cual algo es lo que es;
2) materia;
3) el principio del movimiento;
4) el principio del fin o lo bueno.
Formas fundamentales:
-potencia,
-acto (entelequia o actividad libre que lleva en sí el fin y es la realización de ese fin).
[NB. Esto es lo más característico de la filosofía aristotélica. Hegel lo incorpora en el
concepto del deber ser de su lógica.]
La sustancia es materia y actividad.
La actividad es también cambio, pero encuadrado dentro de lo general, el cambio que se
mantiene igual a sí mismo: por consiguiente, una determinación que se determina a sí misma y
es, en consecuencia, el fin general que se realiza.
Tal es la determinación fundamental que interesa en Aristóteles.
Evidentemente es preciso adquirir la ciencia de las causas primeras, puesto que decimos que se
sabe, cuando creemos que se conoce la causa primera. Se distinguen cuatro causas. La primera
es la esencia, la forma propia de cada cosa, porque lo que hace que una cosa sea, está toda entera
en la noción de aquello que ella es; la razón de ser primera, es, por tanto, una causa y un
principio. La segunda es la materia, el sujeto; la tercera el principio del movimiento; la cuarta, que
corresponde a la precedente, es la causa final de las cosas, el bien, porque el bien es el fin de toda
producción. Metafísica. I, 3
[NB. El algo que cambia tiene en su interior su fin, lo que debe llegar a ser. En este
cambio de lo que es a lo que debe ser, el algo se conserva.]
Momentos de la sustancia: relación entre acto y potencia y entre forma y materia. Son
diversos modos de la sustancia.
a) Sustancia sensorial y perceptible: tiene una materia que se distingue de la forma
efectiva. Es finita. Lleva implícito el cambio. Se trueca en lo contrario de lo que es; las
contraposiciones desaparecen la una en la otra y lo que permanece como sustrato, es la
materia.
Categorías fundamentales del cambio de la sustancia sensible:
-el qué,
-la cualidad,
-la cantidad y
-el dónde.
Cambio:
-del ser en potencia al ser en acto;
-la materia es el sustrato de este cambio;
-algo está en potencia en la materia;
-el cambio es el paso de la potencia al acto.
Tres momentos de la sustancia sensible:
-la materia como el sustrato del cambio;
-las determinabilidades contrapuestas de la forma que desaparecen una en la otra;
92
Ibídem, p. 253
-el motor, la actividad que hace pasar una determinabilidad de la potencia al acto.
[NB. No está determinado lo que el algo debe llegar a ser en el cambio.]
b) Sustancia superior: es aquella a la que se incorpora la actividad que lleva ya implícita,
lo que debe llegar a ser, el fin.
El saber.
“Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber. El placer que nos causan las
percepciones de nuestros sentidos es una prueba de esta verdad. Nos agradan por sí mismas,
independientemente de su utilidad, sobre todo las de la vista...” Metafísica, I, 1
El conocimiento tiene su base en la experiencia.
“En los hombres la experiencia proviene de la memoria. En efecto, muchos recuerdos de
una misma cosa constituyen una experiencia. Pero la experiencia al parecer se asimila casi a la
ciencia y al arte. Por la experiencia, progresan la ciencia y el arte en el hombre. La experiencia,
dice Polus, y con razón ha creado el arte; la inexperiencia marcha a la ventura. El arte
comienza, cuando de un gran número de nociones suministradas por la experiencia, se forma
una sola concepción general que se aplica a todos los casos semejantes...” Metafísica, I, 1
...la ciencia que se llama Filosofía es, según la idea que generalmente se tiene de ella, el
estudio de las primeras causas y de los primeros principios.” Metafísica, I, 1
“...examinemos de qué causas y de qué principios se ocupa la filosofía como ciencia...”
Metafísica, I, 2
Definición de la filosofía.
“...Es imprescindible que sea la ciencia teórica de los primeros principios y de las
primeras causas, porque una de las causas es el bien, la razón final...” Metafísica, I, 2
93
Aristóteles, Metafísica, Estudio introductivo, análisis de los libros y revisión del texto por Francisco
Larroyo, Novena edición, Editorial Porrúa, S. A., México, 1983, Sepan Cuantos…, Núm. 120.
El objeto de la filosofía.
“Hay una ciencia que estudia el ser en tanto que ser y los accidentes propios del ser...
Por esta razón debemos nosotros también estudiar las causas primeras del ser en tanto que
ser.” Metafísica, IV, 1
“Es, pues, evidente, que una sola ciencia estudiará igualmente los seres en tanto que
seres-. Ahora bien, la ciencia tiene siempre por objeto propio lo que es primero, aquello de que
todo lo demás depende, aquello que es la razón de la existencia de las demás cosas. Si la
esencia está en este caso, será preciso que el filósofo posea los principios y las causas de las
esencias... una sola ciencia general tratará de todas las especies del ser y de las subdivisiones
de estas especies.” Metafísica, IV, 2
“ Si... el ser y la unidad son una misma cosa... nosotros tratemos simultáneamente del
ser y de la esencia... Es evidente que el ser no se separa de la unidad, ni en la producción ni en
la destrucción. Asimismo, la unidad nace y perece con el ser. Se ve claramente que la unidad
no añade nada al ser por su adjunción, y, por último, que la unidad no es cosa alguna fuera
del ser.
“Además, la sustancia de cada cosa es una en sí y no accidentalmente. Y lo mismo
sucede con la esencia. De suerte que tantas cuantas especies hay en la unidad, otras tantas
especies correspondientes hay en el ser. Una misma ciencia tratará de lo que son en sí mismas
estas diversas especies; estudiará, por ejemplo, la identidad y la semejanza, y todas las cosas
de este género, así como sus opuestas; en una palabra, los contrarios; porque demostraremos
en el examen de los contrarios, que casi todos se reducen a este principio, la oposición de la
unidad con su contrario.
“La filosofía constará además de tantas partes como esencias hay; y entre estas partes
habrá necesariamente una primera, una segunda. La unidad y el ser se subdividen en géneros,
unos anteriores y otros posteriores; y habrá tantas partes de la filosofía como subdivisiones
hay...
“Una sola ciencia se ocupa de los opuestos, y la pluralidad es lo opuesto a la unidad;
una sola y misma ciencia tratará de la negación y de la privación, porque en estos dos casos es
tratar de la unidad, como que respecto de ella tiene lugar la negación o privación de la unidad
en un género particular. La unidad tiene, por lo tanto, su contrario, lo mismo en la privación
que en la negación: la negación es la ausencia de tal cosa particular: bajo la privación hay
igualmente alguna naturaleza particular de la que se dice que hay privación. Por otra parte, la
pluralidad es, como hemos dicho, opuesta a la unidad. La ciencia de que se trata se ocupara de
lo que es opuesto a las cosas de que hemos hablado: a saber, de la diferencia, de la
desemejanza, de la desigualdad y de los demás modos de este género, considerados, o en sí
mismos, o con relación a la unidad y a la pluralidad. Entre estos modos será preciso colocar
también la contrariedad, porque la contrariedad es una diferencia, y la diferencia entra en lo
desemejante. La unidad se entiende de muchas maneras; y por tanto estos diferentes modos se
entenderán lo mismo; más, sin embargo, pertenecerá a una sola ciencia el conocerlos todos...
una misma ciencia debe tratar de la sustancia y de sus diferentes modos...
“...el ser en tanto que ser tiene ciertos modos particulares, y estos modos son objeto de
las investigaciones del filósofo...” Metafísica, IV, 2
“...De aquí resulta evidentemente que una sola ciencia debe ocuparse del ser en tanto
que ser, porque todos los seres son o contrarios o compuestos de contrarios; y los principios de
los contrarios son la unidad y la pluralidad, la cuales entran en una misma ciencia, sea que se
apliquen, o, como probablemente debe decirse con más verdad, que no se apliquen cada una
de ellas a una naturaleza única. Aunque la unidad se tome en diferentes acepciones, todos
estos diferentes sentidos se refieren, sin embargo, a la unidad primitiva. Lo mismo sucede
respecto a los contrarios; y por esta razón, aun no concediendo que el ser y la unidad son algo
de universal que se encuentra igualmente en todos los individuos o que se da fuera de los
individuos (y quizá no estén separados realmente de ellos), será siempre exacto que ciertas
cosas se refieren a la unidad, y otras se derivan de la unidad.
“Por consiguiente, no es el geómetra a quien toca estudiar lo contrario, lo perfecto, el
ser, la unidad, la identidad, lo diferente; él habrá de limitarse a reconocer la existencia de estos
principios.
“Por lo tanto, es muy claro que pertenece a una ciencia única estudiar el ser en tanto
que ser, y los modos del ser en tanto que ser; y esta ciencia es una ciencia teórica, no sólo de
las sustancias, sino también de sus modos, de los mismos de que acabamos de hablar, y
también de la prioridad y de la posterioridad, del género y de la especie, del todo y de la parte,
y de las demás cosas análogas.” Metafísica, IV, 2
“Es evidente que al filósofo, al que estudia lo que en toda esencia constituye su misma
naturaleza, es a quien corresponde examinar los principios silogísticos. Conocer perfectamente
cada uno de los géneros de los seres es tener todo lo que se necesita para poder afirmar los
principios más ciertos de cada cosa. Por consiguiente, el que conoce los seres, en tanto que
seres, es el que posee los principios más ciertos de las cosas. Ahora bien, éste es el filósofo.”
Metafísica, IV, 3
“Ciertos filósofos, como ya hemos dicho, pretenden que una misma cosa puede ser y no
ser, y que se pueden concebir simultáneamente los contrarios. Tal es la aserción de la mayor
parte de los físicos. Nosotros acabamos de reconocer que es imposible ser y no ser al mismo
tiempo, y fundados en esta imposibilidad hemos declarado que nuestro principio es el principio
cierto por excelencia.” Metafísica, IV, 4
“Ante todo queda, por tanto, fuera de duda esta verdad; que el nombre significa que tal
cosa es o que no es. De suerte que nada absolutamente puede ser y no ser de una manera
dada. Admitamos, por otra parte, que la palabra hombre designa un objeto; y sea ese objeto el
animal bípedo. Digo que en este caso, este nombre no tiene otro sentido que el siguiente: si el
animal de dos pies es el hombre, y el hombre es una esencia, la esencia del hombres es el ser
un animal de dos pies.” Metafísica, IV, 4
“Y puesto que es imposible que dos aserciones contrarias sobre el mismo objeto sean
verdaderas al mismo tiempo, es evidente que tampoco es posible que los contrarios se
encuentren al mismo tiempo en el mismo objeto, porque uno de los contrarios no es otra cosa
que la privación, la privación de la esencia. Pero la privación es la negación de un género
determinado; luego, si es imposible que la afirmación y la negación sean verdaderas al mismo
tiempo, es imposible igualmente que los contrarios se encuentren al mismo tiempo, a menos
que no esté cada uno de ellos en alguna parte especial del ser, o que se encuentre el uno
solamente en una parte, pudiéndose afirmar el otro absolutamente.” Metafísica, IV, 6
“No es posible tampoco que haya un término medio entre dos proposiciones contrarias;
es de necesidad afirmar o negar una cosa de otra...” Metafísica, IV, 7
“También es evidente que ni los que pretenden que todo está en reposo ni los que
pretenden que todo está en movimiento, están en lo cierto...
“...hay un motor eterno de todo lo que está en movimiento, y el primer motor es
inmóvil.” Metafísica, IV, 8
Principio.
“Principio se dice, en primer lugar, del punto de partida de la cosa, como el principio de
la línea, del viaje... Principio se dice también de aquello mediante lo que puede hacerse mejor
una cosa; por ejemplo, el principio de una ciencia... El principio es también la parte esencial y
primera de donde proviene una cosa; y así la carena es el principio del buque, y el cimiento es
el principio de la casa... Otro principio es la causa exterior que produce un ser, aquello en cuya
virtud comienza el movimiento o el cambio. Y así el hijo proviene del padre y de la madre, y la
guerra, del insulto. Otro principio es el ser por cuya voluntad se mueve lo que se mueve y
muda lo que muda; como, por ejemplo, en los Estados los magistrados... Se llaman también
principio las artes y, entre ellas, las artes arquitectónicas. Finalmente, lo que ha dado el primer
conocimiento de una cosa dice también que es el principio de esta cosa: las premisas son los
principios de las demostraciones.
“Las causas se toman en tantas acepciones como los principios, porque todas las
causas son principios...” Metafísica, V, 1
Causa:
-la materia de que una cosa se hace,
-la forma y el modelo, así como sus géneros, es decir, la noción de la esencia.
Causa: el primer principio del cambio o del reposo.
La causa es también el fin, y entiendo por esto aquello en vista de lo que se hace una
cosa.
Son causas todos los intermedios entre el motor y el objeto.
Estas causas difieren entre sí en cuanto que unas son instrumentos y otras
operaciones.
De la diversidad de acepciones resulta que el mismo objeto tiene muchas causas no
accidentales.
Las causas pueden ser recíprocas.
La misma causa puede a veces producir los contrarios.
Todas las causas se reducen a las cuatro clases de causas:
-materia,
-forma,
-cambio o reposo y
-fin.
Causas anteriores y posteriores.
Causas propiamente dichas y causas accidentales.
Causas en potencia y causas en acto.
Los modos de las causas:
-causa particular y causa general,
-causa combinada o simple y
causa en acto y en potencia. Metafísica, V, 2
Elemento es la materia primera que entra en la composición y que no puede ser dividida
en partes heterogéneas.
Se llama también elemento a lo que, siendo uno y pequeño sirve para un gran número
de cosas, a lo que es simple, pequeño e indivisible. En consecuencia, los atributos más
universales son elementos.
La unidad y el punto son, según algunos, elementos.
Algunos pretenden que los géneros son elementos porque son universales, indivisibles y
su noción es una.
El elemento de cada ser es su principio constitutivo. Metafísica, V, 3
Naturaleza es:
-la generación de todo aquello que crece,
-la materia intrínseca de donde proviene lo que nace;
-el principio del primer movimiento en todo ser físico, principio interno y unido a la
esencia.
El crecimiento natural de un ser es el aumento que recibe de otro ser, ya por su
adjunción, ya por su conexión, ya, como los embriones, por su adherencia con este ser.
Naturaleza es, además:
-la sustancia bruta, inerte y sin acción sobre sí misma de que se compone y se forma
un ser físico,
-los elementos de las cosas naturales: el fuego, el aire o el agua y
-la esencia de las cosas naturales.
La reunión de la esencia y de la materia constituye la naturaleza de los seres.
La naturaleza primera, la naturaleza propiament4te dicha, es la esencia de los seres,
que tienen en sí y por sí mismos el principio de su movimiento. Metafísica, V, 4
Necesario:
-causa cooperante sin la cual es imposible vivir (respiración y el alimento son
necesarios al animal),
-la violencia y la fuerza, opuestos al movimiento voluntario y reflexivo,
-aquello en cuya virtud es imposible que una cosa sea de otra manera.
Las cosas necesarias tienen unas las causa de su necesidad dentro de sí y otras fuera
de sí.
La necesidad primera, la necesidad propiamente dicha, es la necesidad absoluta, la
necesidad invariable.
Si hay seres eternos e inmutables, nada puede ejercer sobre ellos violencia o contrariar
su naturaleza.
Metafísica, V, 5
Unidad:
-lo que es uno por accidente y
-lo que es uno en su esencia.
Lo uno en sí:
-lo que es uno por la continuidad de las partes (el haz por la ligadura que une sus
partes y las piezas de madera por la cola que las une),
-la línea, siempre que sea continua, es una y
-cada una de las partes del cuerpo.
La unidad es también la homogeneidad de las partes del objeto (el vino es uno, el agua
es una porque son genéricamente indivisibles).
Los seres que contiene el género forman una sola cosa, una unidad (el caballo, el
hombre, el perro, son una sola cosa porque son animales).
Son una unidad las cosas cuya noción esencial no puede dividirse en otras nociones.
En general, la unidad de todos los seres, cuya idea, entiendo la idea esencial, es
indivisible y no puede ser separada ni en el tiempo, ni en el espacio, ni en la definición, es la
unidad por excelencia. Las esencias están en este caso.
La unidad es indivisible, ya bajo la relación de la forma, ya bajo la de la cantidad.
La unidad que es indivisible con relación a la cantidad, y en tanto que cantidad, lo que
es absolutamente indivisible y no tiene posición se llama mónada.
Lo que es indivisible en todos sentidos, pero que ocupa una posición, es un punto.
Lo que no es divisible, sino en un sentido, es una línea.
Lo que puede ser dividido en dos sentidos es una superficie.
Lo que puede serlo por todos lados y en tres sentidos, bajo la relación de la cantidad, es
un cuerpo.
Lo que es uno, lo es o relativamente al número, o relativamente a la forma, o
relativamente al género, o bien por analogía.
Uno en número es aquello cuya materia es una.
Uno en forma es aquello que tiene unidad de definición.
Uno genéricamente es lo que tiene los mismos atributos.
En donde hay relación, hay unidad por analogía.
Lo opuesto a la unidad es la pluralidad. Metafísica, V, 6
Sustancia:
son los cuerpos simples como la tierra, el fuego, el agua y todas las cosas análogas;
son los cuerpos de los animales y de los seres divinos y las partes de estos cuerpos.
Son sustancias porque no son los atributos de un sujeto, sino que ellos mismos son
sujetos a lo que se atribuye algo.
Es la causa intrínseca de existencia de los seres que no se refiere a un sujeto.
Es el carácter propio de cada ser, carácter cuya noción es la definición del ser, la
esencia del objeto.
Sustancia tiene dos acepciones:
-el último sujeto, el que no es atributo de ningún ser;
-el ser determinado, pero independiente del sujeto, es decir la forma y la figura de cada
ser. Metafísica, V, 8
Contrarias son:
-las cosas de géneros diferentes que no pueden coexistir en el mismo sujeto,
-las que difieren más dentro del mismo género,
-las que difieren más entre las cosas sometidas a la misma potencia y
-aquellas cuya diferencia es considerable, ya absolutamente, ya genéricamente, ya bajo
la relación de la especie. Metafísica, V, 10
Poder o potencia.
Se entiende como el principio del movimiento o del cambio, colocado en otro ser, o en el
mismo ser, pero en tanto que otro.
La impotencia.
Es la privación de la potencia, la falta de un principio como el que acabamos de señalar,
falta absoluta o falta en un ser que debería naturalmente poseerla, o en la época en que según
su naturaleza debería poseerla. Metafísica, V, 12
Cantidad.
Se dice de lo que es divisible en elementos constitutivos, de los que alguno o todos son
uno, tienen una existencia propia.
Pluralidad.
Es una cantidad que puede dividirse en partes no continuas y, por tanto, contarse.
Magnitud
Es una cantidad que puede dividirse en partes continuas y, por lo mismo, medirse.
Metafísica, V, 13
La cualidad.
Es la diferencia que distingue la esencia.
Es lo que es en la esencia del número distinto de la calidad. (seres matemáticos:
números compuestos, los números cuadrados, los cúbicos).
Es el atributo de la sustancia en movimiento (calor, frío, blancura, pesantez, ligereza, la
virtud, el vicio, el bien y el mal). Metafísica, V, 14
Relación. Metafísica, V, 15
Perfecto. Metafísica, V, 16
Término. Metafísica, V, 17
Se dice del extremo de una cosa después de la cual ya no hay nada y antes del que está
el todo.
En qué o por qué. Metafísica, V, 18
Disposición. Metafísica, V, 19
Estado. Metafísica, V, 20
Pasión. Metafísica, V, 21
Posesión. Metafísica, V, 23
Parte. Metafísica, V, 25
Todo. Metafísica, V, 26
Falso Metafísica, V, 29 y
Accidente. Metafísica, V, 30
“Por lo tanto, hay tres ciencias teóricas, la Ciencia matemática, la física y la Teología.
En efecto, si Dios existe en alguna parte, es en la naturaleza inmóvil e independiente en donde
es preciso reconocerle...
“...la ciencia primera es la Filosofía. Esta ciencia, por su condición de ciencia primera,
es igualmente la ciencia universal, y a ella pertenece estudiar el ser en tanto que ser, la
esencia, y las propiedades del ser en tanto que ser.” Metafísica, VI, 1
“Sustancia, según la distinta inteligencia que se le da, tiene si no muchos, por lo menos
cuatro sentidos principales: ...o la esencia, o lo universal, o el género, o el sujeto. El sujeto es
aquel del que todo lo demás es atributo, no siendo él atributo de nada. Examinemos por de
pronto el sujeto: porque la sustancia debe ser, ante todo, el sujeto primero. El sujeto primero
es, en un sentido, la materia; en otro, la forma; y en tercer lugar el conjunto de la materia y de
la forma.” Metafísica, VII, 3
“Hay forma sustancial para todas las cosas, cuya noción es una definición... La
definición es una expresión que designa un objeto primero; y por objeto primero entiendo todo
aquel que en su noción no se refiere a otro. Por lo tanto no habrá otra forma sustancial
respecto de otros seres que de las especies en el género: ellas tendrán solamente este privilegio,
porque la expresión que las designa no indica una relación con otro ser, no muestra que sean
modificaciones ni accidentes... la definición conviene propiamente a la sustancia, y, sin
embargo, se aplica desde un punto de vista a las diversas categorías. Podemos, por ejemplo,
preguntar: ¿qué es la cualidad? La cualidad es, pues, un ser, pero no absolutamente...
“...sabemos... que hay forma esencial por de pronto y absolutamente para las
sustancias; luego que hay forma esencial lo mismo que ser en las demás cosas; no forma
esencial en el sentido absoluto, sino forma de la cualidad, forma de la cantidad...
evidentemente estos diferentes seres no son equivalentes a la sustancia, no son seres de la
misma manera...” Metafísica, VII, 4
“....Es, pues, evidente, que no hay definición más que de la sustancia. En cuanto a las
otras categorías, si se quiere que sean susceptibles de definición, serán definiciones
redundantes, como las de la cualidad, de lo impar, el cual no puede definirse sin el número; de
lo macho que no se define sin el animal.
“Es evidente, por otra parte, que la definición es la expresión de la esencia, y que la
esencia no se encuentra sino en las sustancias, o cuando menos se encuentra en las
sustancias sobre todo, ante todo y absolutamente.” Metafísica, VII, 5
La sustancia en acto de los objetos materiales son las diferencias que hay en ellos
cuando la materia que los forman pasa de la potencia al acto.
Es la unión de la materia y la forma.
En resumen, la sustancia sensible es:
-la materia,
-la forma cuando hay acto y
-el conjunto de la forma y de la materia. Metafísica, VIII, 3
Potencia y acto.
“...El ser no sólo se toma en el sentido de sustancia, de cualidad, de cuantidad, sino
también hay el ser en potencia y el ser en acto, el ser relativamente a la acción...” Metafísica,
IX, 1
“Las potencias pueden referirse a un mismo género; todas ellas son principios, y se
ligan a un poder primero y único, el del cambio, que reside en otro ser en tanto que otro. La
potencia de ser modificado es en el ser pasivo el principio del cambio, que es capaz de
experimentar mediante la acción de otro ser en tanto que otro. La otra potencia es el estado del
ser, que no es susceptible de ser modificado en mal, ni destruido por otro en tanto que otro por
el ser que es el principio del cambio. La noción de la potencia primera entra en todas estas
definiciones. Las potencias de que hablamos se distinguen, además, en potencia simplemente
activa o simplemente pasiva, y en potencia de hacer bien o padecer bien...” Metafísica, IX, 1
“La impotencia y la imposibilidad son lo contrario de la potencia, la privación de ésta; de
suerte que hay respecto de cada potencia la impotencia de la misma cosa sobre el mismo
ser....”
“...Queda, pues, sentado, que unas cosas pueden existir en potencia y no existir en
acto, y que otras pueden existir realmente y no existir en potencia...” Metafísica, IX, 3
“Con relación al movimiento se ha dado principalmente el nombre de acto a la potencia
activa y a las demás cosas; el movimiento, en efecto, parece ser el acto por excelencia. Por esta
razón no se atribuye a lo que no existe...” Metafísica, IX, 3
“Unas potencias son puestas en nosotros por la naturaleza, como los sentidos; otras
nos vienen de un hábito contraído... y otras son fruto del estudio...” Metafísica, IX, 5
“...Potente es el que puede algo en cualquier circunstancia, y de cualquier manera y con
todos los demás caracteres que entran necesariamente en la definición...” Metafísica, IX, 5
“...Ciertos seres pueden producir el movimiento racionalmente, y sus potencias son
racionales, mientras que los otros están privados de razón y sólo tienen potencias irracionales;
las primeras residen necesariamente en un ser animado, mientras que éstas residen en seres
animados y en seres inanimados...” Metafísica, IX, 5
“...La potencia no puede producir al mismo tiempo, aunque se quiera o se desee, dos
efectos, o los efectos contrarios. No tiene el poder de producirlos simultáneamente, ni tampoco
el poder de producir simultáneamente efectos diversos. Lo que puede hacer es lo que hará.”
Metafísica, IX, 5
“...El acto es, respecto a un objeto, el estado opuesto a la potencia...” Metafísica, IX, 6
“Es, por tanto, muy claro que la esencia y la forma son actos; de donde se sigue
evidentemente que el acto bajo la relación de la sustancia es anterior a la potencia. Por la
misma razón el acto es anterior bajo la relación del tiempo; y se asciende, como hemos dicho,
de acto en acto hasta que se llega al acto del motor primero y eterno.” Metafísica, IX, 8
“...Los seres eternos son anteriores, en cuanto a la sustancia, a los seres perecederos; y
nada de lo que existe en potencia es eterno...” Metafísica, IX, 8
Toda potencia supone al mismo tiempo lo contrario. Lo que existe en potencia puede ser
o no ser.
“Todo lo que es impercedero existe en acto, y lo mismo sucede con los principios
necesarios.”
Si hay algún objeto que esté en movimiento eterno, no se mueve en potencia. Se mueve
en acto.
El sol, los astros, el cielo, todo existe siempre en acto [están en movimiento, en acto, no
en potencia].
No hay que temer que se detengan nunca como lo temen los físicos, jamás se cansan en
su marcha, porque su movimiento no es como el de los seres perecederos, la acción de una
potencia que admite los contrarios.
“...En efecto, ellos existen siempre en acto, porque tienen el movimiento por sí mismos y
en sí mismos.” Metafísica, IX, 8
“El ser y el no ser se toman en diversas acepciones. Hay el ser según las diversas
formas de las categorías; después el ser en potencia o el ser en acto de las categorías; hay los
contrarios de estos seres. Pero el ser propiamente dicho es sobre todo lo verdadero; el no ser lo
falso...” Metafísica, IX, 10
“La esencia es el objeto de nuestro estudio, porque buscamos los principios y las causas
de las esencias...
“...
“Hay tres esencias, dos sensibles, una de ellas eterna y la otra perecedera; ninguna
duda ocurre con respecto a esta última: son las plantas, los animales. En cuanto a la esencia
sensible eterna, es preciso asegurarse si sólo tiene un elemento, o si tiene muchos. La tercera
esencia es inmóvil; y según algunos filósofos, tiene una existencia independiente. Unos la
dividen en dos elementos; otros, por último, sólo reconocen los seres matemáticos. Las dos
esencias sensibles son objeto de la física, porque son susceptibles de movimiento. Pero la
esencia inmóvil es objeto de una ciencia diferente, puesto que no tiene ningún principio que
sea común a ella y a las dos primeras.” Metafísica, XII, 1
“Hay, hemos dicho, tres esencias, dos físicas y una inmóvil. De esta última es de la que
vamos a hablar, mostrando que hay necesariamente una esencia eterna, que es inmóvil...”
Metafísica, XII, 6
“Es preciso, por lo tanto, que haya un principio tal que su esencia sea el acto mismo.
Por otra parte, las sustancias en cuestión (todos los principios motores) deben ser inmateriales,
porque son necesariamente eternas, puesto que hay, en verdad, otras cosas eternas (los
movimientos celestes); su esencia es, por consiguiente, el acto mismo.” Metafísica, XII, 6
“...El mundo de toda eternidad es lo que es (ya tenga regresos periódicos, ya tenga razón
otra doctrina), si el acto es anterior a la potencia. Si la sucesión periódica de las cosas es
siempre la misma, debe de haber un ser cuya acción subsista siendo eternamente la misma.
Aún hay más: para que pueda haber producción, es preciso que haya otro principio, o el primer
principio. Es de toda necesidad que aquel de que hablamos obre siempre en virtud del primer
principio. Es de toda necesidad que aquel de que hablamos obre siempre en virtud del primer
principio, porque el primer principio es la causa del segundo, y lo mismo de este otro principio,
con relación al cual el segundo podría obrar. De manera que el primer principio es el mejor. El
es la causa de la eterna uniformidad, mientras que el otro es la causa de la diversidad, y los
dos reunidos son evidentemente la causa de la diversidad eterna. Así es como tienen lugar los
movimientos. ¿Qué necesidad hay, pues, de ir en busca de otros principios?” Metafísica, XII, 6
“...Hay algo que se mueve con movimiento continuo, el cual es el movimiento circular.
No sólo lo prueba el razonamiento, sino el hecho mismo. De aquí se sigue que el primer cielo
debe de ser eterno. Hay también algo que mueve eternamente, y como hay tres clases de seres,
lo que es movido, lo que mueve, y el término medio entre lo que es movido y lo que mueve, es
un ser que mueve sin ser movido, ser eterno, esencia pura y actualidad pura.
“He aquí cómo mueve. Lo deseable y lo inteligible mueven sin ser movidos, y lo primero
deseable es idéntico a lo primero inteligible. Porque el objeto del deseo es lo que parece bello, y
el objeto primero de la voluntad es lo que es bello. Nosotros deseamos una cosa porque nos
parece buena, y no nos parece tal porque la deseamos: el principio aquí es el pensamiento.
Ahora bien; el pensamiento es puesto en movimiento por lo inteligible, y el orden de lo deseable
es inteligible en sí y por sí; y en este orden la esencia ocupa el primer lugar; y entre las
esencias, la primera es la esencia simple y actual. Pero lo uno y lo simple no son la misma
cosa: lo uno designa una medida común a muchos seres; lo simple es una propiedad del
mismo ser.
“De esta manera lo bello en sí y lo deseable en sí entran ambos en el orden de lo
inteligible; y lo que es primero es siempre excelente, ya absolutamente, ya relativamente. La
verdadera causa final reside en los seres inmóviles, como lo muestra la distinción establecida
entre las causas finales, porque hay la causa absoluta y la que no es absoluta. El ser inmóvil
mueve como objeto del amor, y lo que él mueve imprime el movimiento a todo lo demás. Luego,
en todo ser que se mueve hay posibilidad de cambio. Si el movimiento de traslación es el
primer movimiento, y este movimiento existe en acto, el ser que es movido puede mudar, si no
en cuanto a la esencia, por lo menos en cuanto al lugar. Pero desde el momento en que hay un
ser que mueve, permaneciendo él inmóvil, aún cuando exista en acto, este ser no es
susceptible de ningún cambio. En efecto, el cambio primero es el movimiento de traslación y el
primero de los movimientos de traslación es el movimiento circular. El ser que imprime este
movimiento es el motor inmóvil. El motor inmóvil es, pues, un ser necesario; y en tanto que
necesario, es el bien, y por consiguiente un principio, porque hay varias acepciones de la
palabra necesario; hay la necesidad violenta, que coarta nuestra inclinación natural; después
la necesidad que es la condición del bien; y por último lo necesario, que es lo que es
absolutamente de tal manera y no es susceptible de ser de otra.
“Tal es el principio de q1ue penden el cielo y toda la naturaleza. Sólo por poco tiempo
podemos gozar de la felicidad perfecta. El la posee eternamente, lo cual es imposible para
nosotros. El goce para él es su acción misma. Porque son sus acciones, son la vigilia, la
sensación, el pensamiento, nuestros mayores goces; la esperanza y el recuero sólo son goces a
causa de su relación con éstos. Ahora bien, el pensamiento en sí es el pensamiento de lo que es
en sí mejor, y el pensamiento por excelencia es el pensamiento de lo que es bien por excelencia.
La inteligencia se piensa a sí misma abarcando lo inteligible, porque se hace inteligible con este
contacto, con este pensar. Hay, por lo tanto, identidad entre la inteligencia y lo inteligible,
porque la facultad de percibir lo inteligible y la esencia constituye la inteligencia, y la
actualidad de la inteligencia es la posesión de lo inteligible. Este carácter divino, al parecer, de
la inteligencia se encuentra, por tanto, en el más alto grado de la inteligencia divina, y la
contemplación es el goce supremo y la soberana felicidad.
“Si dios goza eternamente de esta felicidad, que nosotros sólo conocemos por instantes,
es digno de nuestra admiración, y más digno aún si su felicidad es mayor. Y su felicidad es
mayor seguramente. La vida reside en él, porque la acción de la inteligencia es una vida, y Dios
es la actualidad misma de la inteligencia; esta actualidad tomada en sí, tal es su vida perfecta
y eterna. Y así decimos que Dios es un animal eterno, perfecto. La vida y la duración continua
y eterna pertenecen, por tanto, a Dios, porque esto mismo es Dios.
“...
“Es evidente, conforme a lo que acabamos de decir, que hay una esencia eterna, inmóvil
y distinta de los objetos sensibles. Queda demostrado igualmente que esta esencia no puede
tener ninguna extensión, que no tiene partes y es indivisible. Ella mueve, en efecto, durante un
tiempo infinito. Y nada que sea finito puede tener una potencia infinita. Toda extensión es
finita o infinita: por consiguiente, esta esencia no puede tener una extensión finita; y, por otra
parte, no tiene una extensión infinita, porque no hay absolutamente extensión infinita.
Además, finalmente, ella no admite modificación ni alteración, porque todos los movimientos
son posteriores al movimiento en el espacio.” Metafísica, XII, 7
“...La inteligencia es, al parecer, la más divina de las cosas que conocemos...
“...La inteligencia se piensa a sí misma, puesto que es lo más excelente que hay, y el
pensamiento es el pensamiento del pensamiento. La ciencia, la sensación, la opinión, el
razonamiento, tienen, por lo contrario, un objeto diferente de sí mismos; no se ocupan de sí
mismos sino de paso...” Metafísica, XII, 9
[El pensamiento que comprende el concepto del algo y del otro es una unidad en la
cual uno se transforma en el otro sin que la unidad se altere.]
Movimiento de la idea:
-mueve a aquello que es apetecido y pensado,
-pero la idea permanece inmóvil;
-lo originario de ambas cosas es uno y lo mismo, la finalidad;
-esta finalidad es lo bueno y lo bello.
2. LA FILOSOFIA DE LA NATURALEZA
Física.
Obras de Aristóteles sobre esta materia:
Teoría de la física o de los principios. (Ocho libros)
Versa sobre el concepto de la naturaleza en general, sobre el movimiento y sobre el
espacio y el tiempo.
La primera manifestación de la sustancia absoluta es el movimiento, cuyos momentos son el
tiempo y el espacio; este concepto de su manifestación es lo general, que sólo se realiza en el
mundo corpóreo, al trocarse en el principio del aislamiento. 94
Sobre el cielo.
Estos libros tratan de la naturaleza del cuerpo en general y de los primeros cuerpos reales, de la
tierra y de los cuerpos celestes en general, así como de la relación abstracta general entre unos y
otros cuerpos por medio de la gravedad y la ligereza mecánicas, lo que hoy llamaríamos atracción,
y, finalmente, de la determinación de los cuerpos reales abstractos o elementos. 95
Naturaleza orgánica.
Historia natural, fisiología y anatomía.
Obras relacionadas con la anatomía:
Sobre los órganos motores de los animales.
Sobre las partes de los animales.
Se refieren a la fisiología:
De la generación de los animales.
Sobre el movimiento común de los animales.
También trata la diferencia entre la juventud y la vejez, entre el sueño y la vigilia y habla
sobre la respiración, los sueños, la brevedad y la longitud de la vida, etcétera.
94
Ibídem, pp. 269-270
95
Ibídem, p. 270
Escribió también:
Historia de los animales.
El movimiento.
“El movimiento es, pues, la actualidad de lo potencial, cuando al estar actualizándose
opera no en cuanto lo que es en sí mismo, sino en tanto que es movible...
“Es claro entonces, que esto es el movimiento, y que una cosa se mueve cuando está en
actualidad de esta manera, ni antes ni después. Porque cada cosa particular puede estar a
veces en actualidad, a veces no, como en lo caso de lo construible, y la actualidad de lo
construible en tanto que construible es el proceso de construcción; porque la actualidad de lo
construible es o el proceso de construcción o la casa; pero cuando la casa existe ya no es
construible; lo que se construye es lo construible. Esta actualidad, entonces, tendrá que ser el
proceso de construcción; y el proceso de construcción es una clase de movimiento. El mismo
razonamiento se aplicará también a los otros movimientos.” Física, III, 1
“En cuanto a la dificultad planteada, es manifiesto que el movimiento esté en lo
movible; pues el movimiento es la actualidad de lo movible por la actuación de lo que tiene
capacidad de mover; y la actualidad de lo que tiene capacidad de mover no es distinta de la
actualidad de lo movible, pues el movimiento tiene que ser la actualidad de ambos. Algo tiene
capacidad de mover porque puede hacerlo, y es un moviente porque actualiza realmente; pero
la capacidad de actualizar es sobre lo movible. Hay, por lo tanto, una misma actualidad para
ambos, así como hay también un mismo intervalo del uno al dos que del dos al uno, y un
mismo intervalo entre lo que asciende de A a B y lo que desciende de B a A, porque éstos son
numéricamente uno, aunque su concepto no lo sea; y lo mismo hay que decir sobre el
movimiento y lo movido.” Física, III, 3.
“Queda dicho, entonces, que el lugar es, y qué es.” Física, IV, 5.
El espacio vacío.
El vacío.
“Puesto que hemos determinado lo que es el lugar y que el vacío, si existe, ha de ser un
lugar desprovisto de cuerpo, y puesto que ya hemos dicho en qué sentido el lugar existe y en
qué sentido no existe, es evidente entonces que el vacío no existe, ni como inseparable ni como
separable; porque el “vacío” no es un cuerpo, sino la extensión de un cuerpo... Estos últimos
creen que el vacío es la causa del movimiento; y esto sería semejante a las razones por las que
algunos sostienen la existencia del lugar.
“Pero no hay ninguna necesidad de que exista el vacío por el hecho de que exista el
movimiento...” Física, IV, 7.
“Estas son, pues, las razones por las que algunos afirman la existencia del vacío.
Nosotros, en cambio, según los supuestos que hemos establecido, decimos: 1) que hay una
única materia para los contrarios (lo caliente y lo frío y las otras contrariedades), 2) que lo que
es en acto se genera de lo que es potencia, 3) que la materia no es separable aunque su ser sea
diferente, y 4) que la materia es numéricamente una, aunque pueda ocurrir que tenga color o
sea caliente o fría.” Física, IV, 9.
“Después de lo dicho, es evidente que no existe un vacío separado, ni absolutamente, ni
en lo raro, ni potencialmente, a menos que uno se empeñe en llamar “vacío” a la causa del
desplazamiento, en cuyo caso el vacío sería la materia de lo pesado y lo ligero en cuanto tales;
porque lo denso y lo raro, en virtud de esta contrariedad, pueden producir un desplazamiento,
pero en virtud de la dureza y la blandura pueden producir la pasividad y la impasividad, es
decir, no un desplazamiento, sino más bien una alteración.
“Tales son nuestras consideraciones sobre el vacío, en qué sentido es y en qué sentido
no es.” Física, IV, 9.
El tiempo.
“...Es evidente que el tiempo no es un movimiento, pero no hay tiempo sin movimiento.
“...Por consiguiente, el tiempo es o un movimiento o algo perteneciente al movimiento.
Pero puesto que no es un movimiento tendrá que ser algo perteneciente al movimiento.
“Pero, como lo que está en movimiento se mueve desde algo hacia algo, y toda magnitud
es continua, el movimiento sigue a la magnitud. Porque, por ser continua la magnitud, es
también continuo el movimiento, y el tiempo es continuo por ser continuo el movimiento (pues
siempre parece que la cantidad del tiempo transcurrido es la misma que la del movimiento).
Ahora bien, el antes y después son ante todo atributos de un lugar, y en virtud de su posición
relativa. Y puesto que en la magnitud hay un antes y un después, también en el movimiento
tiene que haber un antes y un después, por analogía con la magnitud. Pero también en el
tiempo hay un antes y un después, pues el tiempo sigue siempre al movimiento. El antes y
después en el movimiento, cuando el movimiento es lo que es, es movimiento, pero su ser es
distinto (del movimiento) y no es movimiento. Sin embargo, conocemos también el tiempo
cuando, al determinar el antes y después, determinamos el movimiento; y, cuando tenemos la
percepción del antes y después en el movimiento, decimos entonces que el tiempo ha
transcurrido. Y lo distinguimos al captar que son diferentes entre sí y que hay algo intermedio
diferente de ellos. Porque cuando intelegimos los extremos como diferentes del medio, y el alma
dice que los ahoras son dos, uno antes y otro después, es entonces cuando decimos que hay
tiempo. Ya que se piensa que el tiempo es lo determinado por el ahora; y aceptamos esto.
“Así pues, cuando percibimos el ahora como una unidad, y no como anterior y posterior
en el movimiento, o como el mismo con respecto a lo anterior y lo posterior, entonces no parece
que haya transcurrido algún tiempo, ya que no ha habido ningún movimiento. Pero cuando
percibimos un antes y un después, entonces hablamos de tiempo. Porque el tiempo es
justamente esto: número del movimiento según el antes y después.
“Luego el tiempo no es movimiento, sino en tanto que el movimiento tiene número.”
Física, IV, 11.
“Y así como el movimiento es siempre distinto, así también el tiempo...” Física, IV, 11.
“...Y el ahora mide el tiempo en tanto que antes y después.” Física, IV, 11.
“El tiempo es, pues continuo por el ahora y se divide en el ahora; pero también bajo este
aspecto sigue al desplazamiento y a la cosa desplazada...” Física, IV, 11.
“Es evidente, entonces, que el tiempo es número del movimiento según el antes y
después, y es continuo, porque es número de algo continuo...” Física, IV, 11.
“Por otra parte, no sólo medimos el movimiento por el tiempo, sino también el tiempo
por el movimiento, pues ambos se delimitan entre sí: el tiempo delimita un movimiento al ser el
número de ese movimiento, y un movimiento delimita al tiempo...” Física, IV, 12.
“Ser en el tiempo”
“...para lo que es “en el tiempo”, cuando existe tiene que haber necesariamente un
tiempo, y para lo que es “en el movimiento”, cuando existe tiene que haber necesariamente un
movimiento.” Física, IV, 12.
Es decir, que todo ser, o el ser en general, tienen que estar en movimiento y, por tanto,
en el tiempo.
“Pero puesto que “ser en el tiempo” es como ser en el número, habrá que admitir un
tiempo más grande que el de todo lo que es en el tiempo...” Física, IV, 12.
“El ahora es la continuidad del tiempo, como ya dijimos, pues enlaza el tiempo pasado
con el tiempo futuro, y es el límite del tiempo, ya que es el comienzo de un tiempo y el fin de
otro... El ahora divide potencialmente, y en tanto que divide es siempre distinto, pero en tanto
que une es siempre el mismo... en un sentido es el divisor potencial del tiempo; en otro, es el
límite y la unidad de ambas partes.” Física, IV, 12.
“Puesto que el ahora es un fin y un comienzo del tiempo, pero no del mismo tiempo,
sino el fin del que ha pasado y el comienzo del que ha de venir, se sigue que, así como en el
círculo lo convexo y lo cóncavo están en algún sentido en lo mismo, así también el tiempo está
siempre en un comienzo y un fin, y por eso parece siempre distinto, pues el ahora no es el
comienzo y el fin de lo mismo, ya que si así fuera, serían dos opuestos a la vez y bajo el mismo
respecto. Y el tiempo no se extinguirá, pues está siempre comenzando.” Física, IV, 12
“...Pero si nada que no sea el alma, o la inteligencia del alma, puede numerar por
naturaleza, resulta imposible la existencia del tiempo sin la existencia del alma, a menos que
sea aquella que cuando existe el tiempo existe, como sería el caso si existiera el movimiento sin
que exista el alma; habría entonces un antes y un después en el movimiento, y el tiempo sería
éstos en tanto que numerables.” Física IV, 14
“...el tiempo es medido por un cierto tiempo definido, y, como hemos dicho, el tiempo es
medido por el movimiento y el movimiento por el tiempo (y esto es así porque la cantidad del
movimiento y del tiempo es medida por un movimiento definido por el tiempo); por lo tanto, si
lo que es primero es la medida de todas las cosas que le son congéneres, entonces el
movimiento circular uniforme es la medida por excelencia, porque su número es el más
conocido. Ni la alteración ni el aumento ni la generación son uniformes, sólo lo es el
desplazamiento. Por eso se piensa que el tiempo es el movimiento de la esfera, porque por éste
son medidos los otros movimientos, y el tiempo por este movimiento.” Física, IV, 14.
El razonamiento de Aristóteles:
1.- El movimiento es la actualidad (el ser) de lo potencial (el deber ser) y la potencialidad
(el deber ser) de la actualidad (el ser), es decir el paso del ser a lo que debe ser y del deber ser
al ser.
2.- El tiempo es la magnitud del movimiento.
3.- La magnitud del movimiento está determinada por el antes y el después.
4.- El antes y el después son los ahora del tiempo, es decir, los momentos continuos de
la magnitud del movimiento. [El movimiento es una sucesión de lugares; el tiempo que lo mide
es una sucesión de ahoras.]
5.- El ahora es el límite, es decir, en donde el tiempo inicia y en donde termina, esto es,
en donde se inicia el movimiento y en donde termina.
6.- El ahora es el punto divisorio entre el antes y el después, es decir, entre el tiempo
anterior y el tiempo posterior, o lo que es lo mismo, entre el movimiento anterior y el
movimiento posterior.
7.- El ahora es la medida de la actualidad de lo potencial y la potencialidad de la
actualidad.
El cambio.
Todo lo que es movido y lo que mueve lo pueden ser a) por accidente, b) según una
parte o c) primariamente por sí.
“Hay, pues, un moviente primero y algo que es movido, y también un tiempo en el cual,
y además un desde lo que y hacia lo que, ya que todo movimiento es desde algo y hacia algo.”
Física, V,1.
“Así, puesto que no hay movimiento de una sustancia ni de una relación, ni tampoco de
un agente ni de un paciente, sólo queda la posibilidad de que haya movimiento según la
cualidad, la cantidad o el lugar, ya que en cada uno de éstos hay contrarios. Al movimiento
cualitativo lo llamamos alteración, pues éste es el nombre común que se le da. Por “cualidad”
no entiendo aquí aquello que está en la sustancia (ya que también de una diferencia específica
se dice que es una cualidad), sino esa afección según la cual decimos de una cosa que está
afectada o no lo está.
“Para el movimiento cuantitativo no tenemos un nombre común, y según sea el caso lo
llamamos “aumento” o “disminución”: un aumento es un movimiento hacia una magnitud
completa, y una disminución lo es desde esa magnitud completa.
“En cuanto al movimiento local no tenemos un nombre común ni tampoco particular
para designarlo; lo llamaremos en general “desplazamiento” (phorá), aunque propiamente este
término se aplique (en griego) sólo a las cosas que no tienen capacidad de detenerse cuando
cambian de lugar y a las cosas que no se mueven localmente por sí mismas.” Física, V, 2
El reposo es lo contrario del movimiento, y es por tanto la privación del movimiento en
aquello que puede recibir movimiento.
Junto, separado, en contacto, entre (intermedio), en sucesión, en contigüidad y en
continuidad.
Dos cosas están juntas en un lugar cuando están en un único lugar primero.
Están separadas cuando están en distintos lugares (primeros).
Están en contacto cuando sus extremos están juntos.
Entre o intermedio se dice aquello a lo que una cosa llega primero cuando cambia por
naturaleza antes de llegar a su extremo, si cambia por naturaleza de modo continuo.
Se dice de una manera que está en sucesión a otra si está después de la cosa inicial,
sea en posición o en conformación o en cualquier otro respecto, y no hay nada intermedio del
mismo género que separe a una de la que le sucede.
Se dice que una cosa es contigua a la otra cuando está en sucesión y en contacto con
ella.
Lo continuo es una subdivisión de lo contiguo; así, por ejemplo, digo que una cosa es
continua con otra cuando sus límites que se tocan entre sí llegan a ser uno y lo mismo y, como
indica la palabra, se “con-tienen” entre sí.
La continuidad pertenece a aquellas cosas en las que en virtud de su naturaleza llega a
haber una unidad por contacto.
La divisibilidad infinita.
Es imposible que un continuo (línea, tiempo, movimiento), esté constituido por
indivisibles. Tampoco un punto (o ahora, o movimiento puntual) puede seguir en sucesión a
otro. Es decir, los indivisibles no pueden formar un continuo.
“Es evidente que todo continuo es divisible en partes que son siempre divisibles; porque
si fuese divisible en partes indivisibles, un indivisible estaría en contacto con un indivisible, ya
que los extremos de las cosas que son continuas entre sí con uno y están en contacto.” Física,
VI, 1
“Puesto que toda magnitud es divisible en magnitudes (porque, como hemos mostrado,
toda magnitud es continua y es imposible que algo continuo esté compuesto de indivisibles),
se sigue necesariamente que, de dos cuerpos en movimiento, el más rápido recorrerá una
distancia mayor en un tiempo igual, una distancia igual en un tiempo menor y una distancia
mayor en un tiempo menor.” Física, VI, 2
“Pero tampoco puede haber algo que esté en reposo en un ahora.” Física VI, 3
“Por consiguiente, lo que ha cambiado tiene que haber estado cambiando y lo que está
cambiando tiene que haber cambiado: el cumplimiento del cambio (el “haber cambiado”) es
anterior al proceso de cambio (al “cambiar” o “estar cambiando”) y a su vez el proceso es
anterior al cumplimiento: jamás podremos captar cuál de los dos es el primero...
“Por lo tanto, es también evidente que una cosa divisible y continua que ha llegado a ser
tendrá que haber estado antes llegando a ser, y que una cosa divisible y continua que está
llegando a ser antes tendrá que haber llegado a ser... Y lo mismo se puede decir de algo que
está siendo destruido o que ha sido destruido; porque tanto en lo que está llegando a ser como
en lo que se está destruyendo hay inmediatamente presente una cierta infinitud por el hecho
de ser continuos. Así, es imposible que algo esté llegando a ser sin haber llegado a ser o que
haya llegado a ser sin haber estado llegando a ser, y lo mismo en el caso de lo que se está
destruyendo o se ha destruido: el haberse destruido siempre será anterior al destruirse, y el
destruirse será anterior al haberse destruido. Es evidente, entonces, que lo que ha llegado a ser
tiene que haber estado antes llegando a ser, y que lo que está llegando a ser tiene que haber
llegado a ser previamente, pues toda magnitud y todo tiempo son infinitamente divisibles. Y
así, cualquiera que sea aquello en que esté la cosa (magnitud o tiempo), no se podrá encontrar
en el cambio algo primero.” Física, VI, 6
Es imposible que una cosa se mueva con un movimiento finito en un tiempo infinito.
“Es evidente que si algo se mueve con una velocidad uniforme tendrá que moverse sobre
una magnitud finita en un tiempo finito.
“...es también evidente que una magnitud infinita no puede ser recorrida por una
magnitud finita en un tiempo finito.” Física, VI, 7
“...tampoco algo infinito podrá recorrer una magnitud finita en un tiempo finito...”
Física, VI, 7
“...tampoco una magnitud infinita puede recorrer una magnitud infinita en un tiempo
finito...” Física, VI, 7
“...es evidente que en un tiempo finito no puede haber un movimiento infinito.” Física.
VI, 7
Lo que no tiene partes no puede estar en movimiento si no es por accidente.
NB. Falta todavía un poco sobre la Física.
“Cada sentido es, pues, sentido de su propio objeto sensible; reside en el órgano
sensorial en cuanto órgano sensorial y juzga las diferencias del sensible que es su objeto: por
ejemplo, la vista distingue lo blanco y lo negro; el gusto lo dulce y lo amargo. Y lo mismo
también en los demás sentidos...” Del alma III, 2
El alma intelectiva.
Es la parte del alma con la que el alma conoce y entiende.
El intelecto no posee más naturaleza propia que la de ser en potencia.
“...Así, esa parte del alma que se denomina intelecto –y entiendo por intelecto aquello
por medio de lo cual el alma piensa y concibe-, no es, en acto, ningún ser real antes de pensar.
Por esta misma razón no es razonable admitir que el intelecto esté mezclado con el cuerpo,
pues entonces vendría a tener una determinada cualidad –sería, por ejemplo, caliente o frío-, o
incluso poseería algún órgano, como la facultad sensitiva, cosa que, de hecho, no tiene. Y
dijeron bien los que afirmaron que el alma es el lugar de las Ideas, con una reserva, sin
embargo, y es que no se trata del alma entera, sino del alma intelectual, y no de las Ideas en
entelequia, sino de las Ideas en potencia.” Del alma, III, 4
“Ahora bien: resumiendo lo que hemos dicho acerca del alma, permítasenos afirmar una
vez más que en algún sentido el alma es todas las cosas existentes. Lo que existe es o bien
sensible o bien inteligible, y en algún sentido, la ciencia es idéntica a su objeto y la sensación a
lo sensible. Hemos de considerar de qué manera es esto así. La ciencia y la sensación se
dividen en correspondencia con sus objetos, de modo que la ciencia y la sensación en potencia
corresponden a las cosas en potencia, y la ciencia y la sensación en entelequia, a las cosas en
entelequia. Las facultades cognoscitiva y sensitiva del alma son potencialmente sus objetos, a
saber: lo inteligible y lo sensible. Estas facultades, por tanto, deben ser idénticas o bien a sus
objetos mismos o bien a sus formas. Ahora bien: no son idénticas a los objetos mismos, porque
la piedra no existe en el alma, sino solamente la forma de la piedra...Pero puesto que en
apariencia nada posee una existencia separada, de no ser las magnitudes sensibles, los
inteligibles, tanto las llamadas abstracciones como todas las cualidades y modificaciones de los
sensibles, residen en las formas sensibles. Y por esta razón, así como nadie puede nunca
aprender o entender algo sin la percepción, de idéntica manera, la operación misma del
intelecto debe ir acompañada de una imagen, pues las imágenes son semejantes a sensaciones,
salvo en que son inmateriales....” Del Alma, III, 8
El alma, en los seres vivos, se define por dos facultades: la capacidad de juzgar, que es
una función del entendimiento y la sensación combinados, y la capacidad de producir un
movimiento en el espacio.
El alma como causa del movimiento.
“...hemos de considerar qué es lo que hace que el animal vivo manifieste esta capacidad
de movimiento de traslación...” Del alma, III, 9
“...Así pues, estas dos facultades, el deseo y el pensar práctico, parecen considerarse
razonablemente como las causas del movimiento; porque lo deseable produce movimiento y
consiguientemente el pensamiento produce movimiento, ya que lo deseable es su principio.
También la imaginación, cuando desencadena un movimiento lo hace contando siempre con el
deseo. Lo que mueve es, pues, una facultad única, la desiderativa...” Del alma, III, 10
“Todo ser viviente, por tanto, debe tener un alma nutritiva y de hecho tiene un alma
desde su nacimiento hasta su muerte; porque lo que ha nacido necesariamente crece, llega a
un punto máximo de desarrollo y se destruye, y estas cosas son imposibles sin alimento. La
facultad nutritiva debe, pues, existir en todas las cosas que crecen y se consumen. Pero la
sensación no se halla necesariamente presente en todos los seres vivos. Aquellos cuyos cuerpos
son simples no pueden tener el sentido del tacto [y, sin embargo, sin él no puede existir ningún
animal], como tampoco los que son incapaces de recibir las formas sin la material. Pero el
animal debe de tener sensación si es que la naturaleza no hace nada en vano... [Es decir, la
naturaleza ha hecho a los animales para un fin.] ningún cuerpo no estacionario posee un alma
sin poseer la sensación.” Del alma, III, 12
“El animal posee los demás sentidos, como se ha dicho, no simplemente para su
existencia, sino para existir mejor; por ejemplo, un animal tiene la vista a fin de que pueda ver,
porque vive en el aire o en el agua, o genéricamente, en un medio diáfano; y tiene gusto a
causa de lo que es dulce y amargo, a fin de que pueda percibir estas cualidades en el alimento
y pueda sentir el deseo y ponerse en movimiento; y el oído para que pueda percibir sonidos
significativos hechos para él, y la lengua para que pueda dirigir sonidos significativos a otro
animal.” Del alma, III, 13
[Las citas textuales tienen su fuente en: Aristóteles, Etica Nicomaquea. Etica Eudemiana,
Obras, Traducción del griego, estudio preliminar, preámbulo y notas por Francisco de P.
Samaranch, Aguilar, Madrid, 1982.]
“...digamos cuál es la meta que asignamos a la Política y cuál es el bien supremo entre
todos los realizables.
“Al menos, por lo que se refiere a su nombre se da un consentimiento general: este bien
es la felicidad, tanto para la masa como para los selectos, que creen que vivir bien y tener éxito
son sinónimos de vida feliz: pero acerca de la naturaleza misma de la felicidad no hay acuerdo
ni unanimidad entre los sabios y la multitud.” Etica Nicomaquea, I, 4
96
Ibídem, p. 312.
elegimos, en efecto, siempre por sí misma y nunca por una razón ajena a ella misma...” Etica
Nicomaquea, I, 7
β Política.
[Las citas textuales tienen su fuente en: Aristóteles, Política, Obras, Traducción del
griego, estudio preliminar, preámbulo y notas por Francisco de P. Samaranch, Aguilar, Madrid,
1982.]
97
Ibídem, p. 313
98
Ibídem, p. 314
plantas, hay un instinto natural que desea dejar detrás de sí otro ser de la misma clase que
uno mismo y
b) la unión del que naturalmente es gobernante y del que naturalmente es súbdito,
pues el que es capaz de prever las cosas con su mente naturalmente es gobernador y señor o
jefe, y el que es capaz de hacer esas cosas con su cuerpo es naturalmente súbdito y esclavo.
De estas dos comunidades resulta primeramente la familia (del varón gobernante, su
mujer y sus siervos o esclavos).
El pueblo es la comunidad primaria constituida por varias familias para satisfacción de
las necesidades ya no meramente cotidianas es el pueblo o aldea.
El pueblo o aldea parece ser una colonia (extensión) de una familia, formada por los que
algunos llaman “compañeros de leche”, hijos e hijos de los hijos.
Las colonias fueron gobernadas monárquicamente por el más anciano de sus miembros.
La comunidad compuesta de varios pueblos o aldeas es la polis perfecta.
La ciudad tiene una autosuficiencia virtualmente completa, y así, habiendo comenzado
a existir simplemente para proveer la vida, existe actualmente para atender a una vida buena.
La ciudad existe por naturaleza ya que la primera de las comunidades (la familia) existe
también por naturaleza.
La ciudad es el fin de las otras comunidades; la naturaleza es un fin; en consecuencia,
la ciudad existe por naturaleza.
La causa final de la ciudad es la autosuficiencia, que es un fin y un bien importante y
capital.
En consecuencia, la ciudad es una cosa natural y el hombre es por naturaleza un
animal político.
El hombre es un animal político en mayor grado que cualquier abeja o cualquier otro
animal gregario porque posee la palabra [el lenguaje].
La voz (que tienen algunos animales) sirve para expresar la pena y el placer.
La palabra sirve para expresar lo conveniente y lo nocivo, lo justo y lo injusto.
“...es propio y característico de los hombres en relación a los demás animales... el tener
sensación del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, así como de las demás cualidades de
esta índole, y la comunidad de tales sentimientos da lugar a la familia y la ciudad.” Política, I, 2
La administración de la familia.
Los elementos de la familia son:
-señor y esclavo;
-esposo y esposa y
-padre e hijos.
Señor y esclavo.
La propiedad es una parte de la familia;
-para realizar el gobierno de la casa, para lograr lo necesario para la vida, incluso la
vida buena de los integrantes de la comunidad familiar, el jefe de la familia debe tener
herramientas (instrumentos)
-un artículo de propiedad es un instrumento para la vida;
-la propiedad es una colección de instrumentos;
-el esclavo es un artículo de propiedad dotado de vida.
El esclavo es un instrumento en el orden de los instrumentos de acción.
El esclavo es propiedad del señor.
“Estas consideraciones, pues, ponen en claro la naturaleza del esclavo y su función: el
que, aún siendo un ser humano, pertenece por naturaleza no a sí mismo, sino a otro, es por
naturaleza un esclavo; y un ser humano es algo que pertenece a otro si, aún siendo un
hombre, es un artículo de propiedad; y un artículo de propiedad es un instrumento para la
acción, separado de su propio poseedor.” Política, I, 5
“...por consiguiente, todos los hombres que difieren entre sí tanto como el alma difiere
del cuerpo y como el ser humano difiere del bruto –y esta es la condición de aquellos cuya
función es hacer uso de su cuerpo y de quienes esto es lo mejor que puede resultar-, estos,
digo, son por naturaleza esclavos para quienes el ser gobernados con esta clase de autoridad es
ventajoso...” Política, I, 5
“...Es evidente, por tanto, que hay casos en que unos son libres y otros esclavos por
naturaleza, y para estas personas la esclavitud es una institución provechosa y justa.” Política,
I, 5
La administración doméstica.
“Así, pues, una parte del arte de la administración doméstica la constituye, en el orden
de la naturaleza, una especie de adquisición, según la cual debe asegurarse para el futuro o
debe procurar asegurarse para entonces una abundancia de aquellos bienes capaces de ser
acumulados, que son necesarios para la vida y útiles para la comunidad de la ciudad o la
familia. Y la verdadera riqueza, en su sentido más auténtico y en todas las circunstancias,
parece constar de estos bienes. Porque la cuantía de esta propiedad, suficiente en sí misma
para una vida buena, no es ilimitada, en contra de lo que dice Solón en este verso: pero a los
hombres no se les ha revelado ningún límite de riquezas; en efecto, se ha fijado un límite, como
ocurre en las demás artes, porque ninguna de las herramientas o instrumentos pertenecientes
a las demás artes carece de límite, sea en el número, sea en la figura o tamaño, y la riqueza es
una colección de instrumentos a disposición del administrador de la familia y del político. Por
tanto, resulta claro que hay un arte de la adquisición que, en el orden de lo natural, pertenece
a los cabezas de familia y a los jefes políticos...” Política, I, 8.
La “crematística”.
El intercambio simple de mercancías, no es crematística.
“...Esta consideración pone también de manifiesto que el arte del pequeño comercio no
es naturalmente una parte del arte crematístico o de enriquecerse, ya que la práctica del
intercambio fue necesaria en la medida capaz de satisfacer las necesidades propias de los
hombres.” Política, I, 9
“...Según esto, la mayor parte de los seres gobiernan u obedecen por naturaleza. En
efecto, el hombre libre gobierna al esclavo, el varón gobierna a la mujer, y el padre gobierna a
los hijos, y todo ello de distinta manera. Y todos poseen las distintas partes del alma, pero las
poseen de distintas maneras; el esclavo, en efecto, no ha conseguido, en absoluto la parte
deliberativa del alma; la mujer la tiene, pero sin una plenitud de autoridad, y el niño la tiene,
pero en una forma aún sin desarrollar...” Político, I, 13
Las constituciones.
“Puesto que tomamos como objeto especial de nuestra consideración el estudio de la
forma de comunidad política que sea la mejor de todas para un pueblo capaz de alcanzar el
modo más ideal de vida, hemos de examinar también las demás constituciones actualmente en
uso en ciertos estados que se dicen bien gobernados, así como otras formas propuestas por
algunos pensadores y que se considera son meritorias...” Política, II, 1.
4. LA LOGICA.
Aristóteles está considerado como el padre de la lógica: sus obras sobre esta materia son la fuente
y el tratado de los estudios lógicos de todos los tiempos, que no eran, en parte, otra cosa que
desarrollos especiales de los principios sentados por el Estagirita... 99
Las formas lógicas que en parte se refieren al concepto y en parte versan sobre los juicios y el
silogismo proceden de Aristóteles... traza también, en cierto modo, la descripción natural de estas
formas espirituales del pensamiento; pero, en estas deducciones de unas cosas a otras,
Aristóteles se limita a exponer y precisar el pensamiento en su aplicación finita: su lógica es, por
tanto, una historia natural del pensamiento finito...
...La lógica aristotélica está contenida en cinco obras, reunidas bajo el nombre de Οργανον 100
α) Las categorías, de las que trata la primera de estas cinco obras, son las determinaciones
generales, lo que se predica del ser: tanto lo que hoy llamamos conceptos intelectivos como las
cualidades simples de las cosas. Podríamos llamar a esto una ontología, una parte de la
metafísica; estas determinaciones aparecen también, por tanto, en la metafísica aristotélica... 101
Argumentación de Aristóteles:
Son homónimos los seres que tienen igual nombre, pero una determinación conceptual
(definición esencial) distinta. Por ejemplo, el hombre real y el hombre representado por la
pintura. Ambos se denominan igual, pero su definición esencial es distinta.
Sinónimos son los seres que tienen una denominación común y una definición
esencialmente igual. El hombre y el buey se denominan animales y bajo esa denominación hay
una definición esencial idéntica.
Parónimos se llaman los seres que toman de otro su denominación con una diferencia
de terminación: gramático de gramática y valiente de valor.
99
Ibídem, p. 318
100
Ibídem, p. 319
101
Ibídem, p. 319
Los seres se determinan por una definición esencial, por un concepto.
Los conceptos determinados se predican con unión o sin unión.
Por ejemplo, sin unión: hombre, buey, vencer, andar; con unión: el hombre vence, el
buey anda.
Los conceptos determinados basados en una unión. (El concepto que se expresa como
un juicio.)
En ellas las determinabilidades pueden ser de tres clases:
a) Las que se predican de un sujeto pero no están en sujeto alguno.
Sujeto: Hombre determinado.
Determinabilidad: lo humano (género). No está en sujeto alguno.
Ejemplo: Sócrates es hombre. No: Sócrates (o cualquier otro sujeto) es lo humano.
b) Las que son en un sujeto, pero no se predican así de él.
1) Sujeto: El alma, la inteligencia humana.
Determinabilidad: la gramática. Está en el alma, pero no se predica de un sujeto.
Ejemplo: La gramática está en el alma. No: El alma es una gramática.
2) Sujeto: El cuerpo.
Determinabilidad: la blancura. Está en el cuerpo, pero no se predica de un sujeto.
Ejemplo: El cuerpo es blanco. No: El cuerpo es blancura.
c) Las que pueden decirse de un sujeto y estar en un sujeto.
Sujeto: Alma, inteligencia humana.
Determinabilidad: La ciencia. Está en este sujeto y puede decirse de otro sujeto.
Ejemplo: La ciencia está en el intelecto. Y: La gramática es una ciencia.
d) Las que no pueden estar en ni decirse de un sujeto.
Sujeto: Indeterminado.
Determinabilidad: ninguna.
Ejemplo: un hombre, un caballo. En general los individuos y lo que es numéricamente
uno.
Determinabilidades que emplea Aristóteles en sus ejemplos: lo humano, la gramática, la
blancura, la ciencia.
En el primer caso, Aristóteles establece el género como el concepto de un sujeto.
Sócrates es hombre: el sujeto hombre está definido por el género: lo humano. El concepto es
aquí la sustancia.
En el segundo, establece lo general que no es género como el concepto de un sujeto.
Sócrates es blanco. Lo blanco, la blancura no es el género al que pertenece Sócrates. El
concepto es aquí la cualidad.
En el tercero, establece lo particular como el concepto del sujeto. La ciencia está en (o:
es) el intelecto. Pero también esta determinabilidad puede decirse de otro sujeto como su
género: La gramática es una ciencia; en donde la ciencia es el género al que pertenece la
gramática. El concepto es aquí lo particular, pero esto particular también puede ser el género
de otro sujeto, la gramática.
En el cuarto, establece lo individual como el concepto del sujeto. El concepto equivale
aquí a la representación. Un hombre, un caballo, son conceptos individuales.
[Las citas textuales tienen su fuente en: Aristóteles, Categorías, Tratados de Lógica (El
Organon), Estudio introductivo preámbulos a los Tratados y notas al texto por Francisco
Larroyo, Novena edición, Editorial Porrúa, S. A., México, 1993.
“Cuando una cosa se atribuye a otra, como a su sujeto, todo lo que puede decirse del
atributo, podrá decirse igualmente del sujeto...un hombre es a la vez hombre y animal.”
Categorías I, 3
“En las cosas de géneros diferentes, cuando entre ella no hay ninguna relación de
subordinación, las diferencias son también específicamente desemejantes.. en los géneros
subordinados pueden ser las diferencias semejantes. Los géneros superiores pueden servir de
atributos a los géneros inferiores, de suerte que todas las diferencias del atributo podrán ser
iguales en número a las del sujeto.” Categorías I, 3
Sustancia.
-Sustancia primera: un hombre, un árbol. Ni se dice de un sujeto ni se encuentra en un
sujeto.
-Sustancias segundas: las especies y los géneros de estas especies en que existen las
sustancias primeras. El hombre es la especie de un hombre y animal el género de esa especie.
Hombre y animal son sustancias segundas.
La denominación y la definición de las cosas que se dicen de un sujeto, se atribuyen
igualmente a este sujeto.
“En cuanto a las cosas que, por el contrario, se dan en un sujeto, ni su nombre ni su
definición puede atribuirse generalmente a este sujeto...” Categorías II, 5
“...todas las cosas distintas de las sustancias primeras, o se dicen de estas sustancias
tomadas como sujeto, o están en estas sustancias que les sirven de sujeto. Luego si no hubiera
sustancias primeras, las otras tampoco podrían existir.” Categorías II, 5
“Entre las sustancias segundas, la especie es más sustancia que el género; porque se
aproxima más a la sustancia primera... si a las sustancias primeras se llama más
especialmente sustancias, es porque son el sujeto de todas las demás cosas, y todas las demás
cosas o se atribuyen a ellas o se dan en ellas. La relación entre las sustancias primeras y todas
las demás es precisamente la de la especie al género; porque los géneros se atribuyen a las
especies; y las especies no se atribuyen recíprocamente a los géneros, y por esto la especie
sirve de fundamento al género. De donde se deduce, que la especie es más sustancia que el
género...” Categorías, II, 5
Cantidad.
“La cantidad es discreta o continua. Se compone, ya de cosas cuyas partes tienen entre
sí una relación de posición, ya de cosas cuyas partes no tienen posición respectiva.
“son cantidades discretas, por ejemplo, el número y la palabra; son cantidades
continuas, la línea, la superficie, el cuerpo, y además, el tiempo y el espacio.” Categorías, II, 6
Cualidad.
“Llamo cualidad a aquello que nos obliga a decir de los seres que son de cierto modo.”
Categorías, II, 8
...Es mérito inmortal de Aristóteles el haber descubierto y determinado estas formas que adopta
en nosotros el pensamiento... lo mejor que se sabe acerca de las formas del juicio, del silogismo,
etc., según nos lo revela la lógica corriente, procede de estas obras de Aristóteles... 106
102
Ibídem, p. 324
103
Ibídem, p. 324.
104
Ibídem, p. 324
105
Ibídem, p. 325
106
Ibídem, pp. 325-326
la cosa misma; es decir, que su pensamiento tiene también una parte especulativa, la cual ha
quedado oculta tras de los postulados de la lógica intelectiva, que es lo que la filosofía posterior
se encargó de conservar y transmitir.
Propone Hegel una labor de refundición de la filosofía aristotélica para encontrar en sus
obras ese carácter especulativo que es la base de su pensamiento.
Aristóteles es, pues, el creador de la lógica intelectiva; sus formas afectan solamente a la relación
entre unas y otras cosas finitas, sin que sea posible llegar a captar en ellas lo verdadero. Hay que
observar, sin embargo, que la filosofía aristotélica no descansa tampoco en modo alguno sobre
esta relación intelectiva; no debe creerse, pues, que sean éstas las formas lógicas con arreglo a las
cuales pensaba Aristóteles. Si hubiera procedido así, jamás habría llegado a formular ni una sola
de sus proposiciones, ni habría sido capaz de dar un solo paso, si se hubiese atenido a las formas
de esta lógica usual.
La lógica de Aristóteles, al igual que toda su filosofía, necesita esencialmente ser sometida a esta
refundición, para que la serie de sus determinaciones pueda reducirse a un todo sistemático
necesario...107
Al renacer las ciencias, la filosofía aristotélica fue desplazada de las escuelas, de las
ciencias y principalmente de la teología, como la filosofía sobre la esencia absoluta, Triunfaron
las ciencias modernas sobre el principio de la ciencia teológica en que había devenido la
filosofía aristotélica; fue el triunfo del pensamiento autónomo y libre.
Pero este triunfo trajo consigo también el triunfo de la vulgaridad, que se emancipó del
concepto y sacudió el yugo del pensamiento.
...antes se hablaba mucho, como sigue hablándose aún hoy, de las sutilezas escolásticas de
Aristóteles; cree haberse encontrado en este nombre un derecho para ahorrarse las molestias de
la abstracción y huir del concepto, entregándose a las sensaciones de la vista y del oído y a lo que
se llama sano sentido común. Y también en la ciencia han sustituido las sutiles visiones a los
pensamientos sutiles;...109
El defecto de la filosofía aristotélica estriba en que –después de haberse elevado, por medio de
ella, la multiplicidad de los fenómenos al plano del concepto y de haberse descompuesto éste en
una serie de conceptos determinados- no se hizo valer la unidad del concepto que la unificaba de
107
Ibídem, p. 329
108
Ibídem, p. 332
109
Ibídem, p. 332
un modo absoluto: y esto es precisamente lo que habrán de llevar a cabo los tiempos
posteriores...110
Sección Segunda
Panteísmo.
110
Ibídem, p. 333.
111
Ídem.
112
Ibídem, p. 347
Los estoicos consideraban, así, el estudio de la naturaleza como esencial, para llegar a conocer la
ley general que en ella rige y que es la razón general y, con ella, los deberes y la ley de los
hombres, que consisten en vivir con arreglo a la ley general de la naturaleza... 113
Por lo que se refiere a las formas, a las leyes generales de la naturaleza, los estoicos se
habían asimilado principalmente las ideas de Heráclito.
El fuego es, para ellos, el concepto real, el principio activo fundamental, que luego se
transforma en los demás elementos como sus formas... Los elementos, el fuego el agua, el aire
y la tierra son, según esta concepción, lo primario.
El alma pensante está, según ellos, hecha de fuego, y todas las almas de los hombres, el
principio animal de la vida e incluso las plantas son partes del alma general del universo, del
fuego universal, y este punto central es lo dominante, lo propulsor.
El proceso natural es el siguiente: el fuego es elemento, ya que de él, como de lo
primero, nace por transformación todo lo demás y en él, como en lo último, se funde y disuelve
todo.
El universo es, por una parte, la unidad de forma y materia, y Dios el alma del mundo; por otra
parte, el universo, en tanto naturaleza, es el ser de la materia formada, a la que se contrapone
aquella alma, y la actividad divina una ordenación de las formas originarias de la materia... 115
2. La lógica.
Los principios de su lógica se desenvuelven en torno a la contestación que se da a la
pregunta: ¿qué es lo verdadero y racional?
La fuente del conocimiento o el criterio, el principio científico era, para los estoicos, la
representación comprendida tanto para lo verdadero como para lo bueno, pues lo verdadero y lo
bueno se establece como contenido, como el ser.
...La mera representación… por sí misma era, según ellos, una figuración…, a la que Crisipo daba
el nombre de cambio... Pero para que la representación sea verdadera, debe ser comprendida; su
punto de partida es la sensación, la que trae a nosotros el tipo de algo ajeno a nosotros; el
segundo paso consiste en que convirtamos eso en nuestro, lo que sólo se logra por medio del
pensamiento.116
...Vemos proclamada aquí, de modo general, la famosa definición de la verdad según la cual ésta
no es otra cosa que la coincidencia del objeto y la conciencia...la conciencia asume más bien la
representación del objeto; y es por medio de esta anuencia o de esta coincidencia como la
representación adquiere esencialmente un carácter de verdad, como testimonio del espíritu de la
racionalidad objetiva del mundo.
...la anuencia consiste precisamente en la manifestación de esta coincidencia, en el
enjuiciamiento del mismo.
...lo verdadero del objeto mismo se contiene en el hecho de que este algo objetivo corresponda al
pensamiento, no en el de que el pensamiento corresponda al objeto, pues éste puede ser sensible,
mudable, falso, contingente, dejando con ello de ser verdadero para el espíritu.
…Tal es, pues, la determinación fundamental de los estoicos... 117
113
Ibídem, p. 347.
114
Ibídem, p. 348
115
Ibídem, p. 350
116
Ibídem, p. 352
117
Ibídem, pp. 353-354
...El formalismo de esta famosa pauta y de este famoso criterio del enjuiciamiento de toda la
verdad del contenido estriba en que el pensamiento del pensamiento, como lo más alto de todo,
encuentre adecuado este contenido y se lo apropie, convirtiéndolo en algo general, pero partiendo
a la vez, de determinaciones dadas, pues aunque el pensamiento sea lo que dirige sólo es, al
mismo tiempo, una forma general. Por razón de esta generalidad, el pensamiento sólo ofrece la
forma de la identidad consigo mismo; el criterio último es, por tanto., solamente el de la identidad
formal de pensamiento que encuentra coincidencia... 118
3. LA MORAL
A ella deben los estoicos la mayor parte de su fama.
a) Concepto de virtud
Crisipo, según Diógenes Laercio (VII, 85-86):
La primera apetencia del animal tiende a su propia conservación, ya que la naturaleza hace que
cada ser sea amigo de sí mismo. Este primer elemento inherente a todo animal [el instinto
inmanente] es, por tanto, la consonancia del animal consigo mismo y la conciencia de ella”, la
sensación de sí mismo, que hace que el “animal se enajena de lo que es. Esto le lleva a rehuir lo
perjudicial y a asimilarse solamente lo que le beneficia. 120
Aquí también se aplica el concepto de su Lógica: la identidad del animal consigo mismo,
es la conciencia de que sus apetencias corresponden a su propia conservación.
En consecuencia,
No es el placer lo primordial, sino que esto [el sentimiento de la satisfacción] sólo se añade
cuando la naturaleza de un animal, que se busca a través de sí misma, se asimila lo que es
conforme a su consonancia consigo misma.121
Concluye Hegel:
Y así acontece también en lo referente al hombre; su destino consiste en su propia conservación,
pero con un fin consciente, con mesura, con arreglo a la razón. 122
118
Ibídem, p. 355
119
Ibídem, p. 358
120
Ibídem, pp. 358-359
121
Ibídem, p. 359
122
Ibídem, p. 359
123
Ibídem, pp. 359-360
La virtud consiste, entonces, en determinar racionalmente cuáles son las necesidades
de la propia conservación del ser humano y, de acuerdo con ello, guiar sus apetencias para que
sirvan a la realización de este objetivo; el placer debe de estar subordinado a aquellas
necesidades fundamentales.
b) La virtud va por necesidad unida a un fin útil. Este fin es el fin último del hombre: su
conservación y desarrollo como ser racional.
c) Los estoicos plantean la relación entre la virtud y la felicidad humana. Dicen: sólo
debe buscarse la virtud, pues la virtud lleva aparejada siempre, por sí misma, la felicidad. Y
esta felicidad es la verdadera, la inconmovible, aunque al hombre pueda ocurrirle cualquier
otra desdicha.
La felicidad es, para los estoicos, la satisfacción del hombre consigo mismo proveniente
de la actividad virtuosa, es decir, la actividad racional encaminada a lograr su propia
conservación.
Diógenes Laercio cita a Crisipo:
Lo bueno en sí es lo perfecto [es decir, lo que cumple su fin], con arreglo a la naturaleza de lo
racional; pues bien, esto es la virtud, y lo que se añade la alegría, el placer, etc. 124
c) Los estoicos establecen, pues, en tercer lugar, un ideal del sabio, el cual no es, en realidad, otra
cosa que la voluntad del sujeto que se atiene de suyo a la idea del bien por ser el bien, sin dejarse
mover por ninguna otra consideración, apetitos, dolores, etc., que sólo quiere su libertad y está
dispuesto a renunciar a todo lo que no sea eso; que, por tanto, aunque exteriormente sienta
dolores, desdicha, etc., sabe separar esto de la interioridad de su conciencia. 126
Hegel señala la limitación del concepto de felicidad utilizado por los estoicos; éstos
únicamente han establecido el concepto general de la virtud y de su realización a través de la
abstracción de la existencia particular, de la subjetividad, de los intereses particulares; es por
eso que únicamente el sabio (el que se ha abstraído de la realidad de su existencia) es el que
puede ser virtuoso y por tanto feliz; pero no han analizado de qué manera la virtud debe
realizarse precisamente a través de los intereses particulares del individuo y, por tanto, la
felicidad alcanzarse precisamente en la actividad concreta del hombre.
El sabio vive libre aunque se halle cargado de cadenas, pues obra por sí mismo, sin dejarse ganar
nunca por el miedo ni la apetencia.
124
Ibídem, p. 363.
125
Ibídem, p. 366.
126
Ibídem, p. 367
Sólo el sabio es rey, pues sólo él se halla exento de las leyes y del deber de rendir cuentas a
nadie.127
Crítica de Hegel:
El sabio estoico es, pues, ilustrado en el sentido de que allí en donde no acierta a reducir los
instintos naturales a la forma de un fundamento racional, pisotea y desprecia lo natural… 128
B) LA FILOSOFIA DE EPICURO
Epicuro nació en la Olimpiada 114,3 (342 a. c.) en la aldea ateniense de Gargeto.
Tan extendida como el estoicismo, o tal vez más aún, estaba la filosofía epicúrea que viene a
representar la antítesis o la contrapartida de la filosofía estoica, pues mientras que ésta postula el
ser en cuanto pensado –o sea el concepto general- como lo verdadero, ateniéndose a este
principio, Epicuro, el fundador de esa otra filosofía, en contraste con esto, no postula el ser como
ser en general, sino como algo sentido; es decir, lo esencial para él es la conciencia bajo la forma
de lo individual inmediato. Así como los estoicos no centraban en las necesidades sino en la razón
general el principio de los cínicos, según el cual el hombre debía limitarse a la simple naturaleza,
Epicuro eleva también al plano del pensamiento el principio de que el placer constituye un fin,
buscando lo placentero en un algo general, determinado por el pensamiento. Ahora bien, aunque
con ello se asimile la doctrina de los cirenaicos, llevándola a un alto grado de cientificidad, ya de
suyo se comprende, desde el momento en que el ser sentido rige como lo verdadero, que con ello
se supera de un modo general la necesidad del concepto, todo se dispersa sin ningún interés
especulativo y, en realidad, las cosas se degradan hasta el punto de vista del sano sentido
común…129
1. LA CANONICA
Lo que Epicuro llama Canónica es en rigor una lógica, un conjunto de cánones en que
expone los criterios de la verdad.
127
Ibídem, p. 370
128
Ibídem, p. 370
129
Ibídem, p. 375
130
Ibídem, p. 379
a) En lo teórico, el criterio de la verdad presenta tres momentos que son otros tantos
grados o fases del conocimiento: la sensación, la representación y la opinión como la unidad de
los dos primeros.
…La sensación es verdadera por sí misma, en cuanto que se manifiesta a sí misma como firme, y
lo que no se manifiesta debe concebirse a tono con las sensaciones conocidas. La sensación es la
materia y el contenido del pensamiento.
…La representación… es el concepto, la opinión certera, el pensamiento, o el pensamiento
implícito general; es, en efecto, la reminiscencia de lo que frecuentemente acaece”, la imagen… …
A través de esta repetición, la sensación se convierte en mí en una representación permanente
que se corrobora; tal es el firme fundamento de todo lo que tenemos por verdad. Estas
representaciones son algo general, aunque claro está que los epicúreos no profesan esta
generalidad bajo la forma del pensamiento, sino que se limitan a decir que se produce por el mero
hecho de que algo se manifiesta frecuentemente Luego esto se retiene por el nombre que damos a
la imagen que así surge en nosotros.” 131
…La opinión finalmente no es sino la relación de aquella representación general, que vive en
nosotros, al proyectarse sobre un objeto, sobre una sensación o una intuición; y esto es el juicio.
Pues en la representación nos hemos anticipado a lo que se nos presenta en la intuición; y, con
arreglo a ello, decimos si algo es un hombre, un árbol, o no. 132
2.- LA METAFISICA
En este terreno, Epicuro plantea dos problemas:
1. ¿Cuál es en general el modo objetivo como se proyectan en nosotros, desde el
exterior, las imágenes de las cosas?
2. ¿Cómo surgen en nosotros representaciones de lo que no sentimos?
De las cosas parten emanaciones como imágenes que vienen a grabarse en nosotros y
que hacen que veamos las formas y los colores de las cosas.
Las sensaciones son “una simpatía de las cosas exteriores con nosotros”. Es decir, que
esas emanaciones encuentran en la fisiología humana un órgano que las capta y conforme a
ellas el hombre se forma una imagen de las cosas.
Lo que nos representamos no se halla en contradicción con lo que vemos y oímos.
131
Ibídem, p. 381
132
Ídem
133
Ibídem, p. 382
134
Ibídem, pp. 382-383
El error nace de una interrupción provocada por nosotros en la relación entre el objeto y
nuestras sensaciones. De esta manera, surgen representaciones de lo que no sentimos.
Para Epicuro, la esencia y la verdad de las cosas residen en los átomos y en el vacío.
“Los átomos no tienen cualidad alguna, fuera de la figura, el peso y la magnitud.”
“Toda cualidad se halla expuesta a cambio; pero los átomos no cambian. En toda disolución de lo
compuesto tiene que haber necesariamente algo que permanezca firme e indisoluble, que no
cambie a lo que no es ni de la nada al ser. Este algo inmutable es, por tanto, algunos cuerpos y
figuraciones. Las cualidades representan cierta relación de los átomos entre sí.” Epicuro citado
por Diógenes Laercio.135
Crítica de Hegel:
…en cuanto que lo disperso disuelto y lo vacío es la esencia, de ello se sigue inmediatamente que
Epicuro niega la relación mutua entre estos átomos como algo en sí en el sentido del fin. Todo lo
que nosotros llamamos plasmaciones y organizaciones y, en general, la unidad del fin de la
naturaleza, forma parte según este filósofo de las cualidades, de la combinación exterior de las
figuraciones de los átomos que no es, por tanto, más que un acaecimiento fortuito y el resultado
de un movimiento fortuito; los átomos forman, pues, una unidad puramente superficial, no
esencial a ellos…136
3. LA FISICA
El principio de la concepción física de Epicuro radica en la aplicación de las
representaciones generales que se forman en nosotros mediante la yuxtaposición de varias
percepciones y que agrupamos en la opinión a lo que no es posible sentir directamente. Es el
método de la analogía y la explicación.
Dice Hegel que en las explicaciones de las causas y de la naturaleza de las cosas
Epicuro es muy liberal, equitativo y tolerante; sarcásticamente quiere decir con esto que éste
abre un sin fin de posibilidades para cada fenómeno en particular: puede deberse a esto, o a
esto otro, etcétera.
Esta aplicación de las imágenes de los sentidos a otros fenómenos que guardan semejanza con
ellos es proclamada como el fundamento y el conocimiento de la causa, ya que este
desplazamiento no puede ser corroborado por el testimonio de la sensación inmediata; esto
supone, pues, el descartar la manera estoica de las razones basada en pensamientos, y, desde
este punto de vista, podemos decir que el método explicativo de Epicuro es justo el contrapuesto
al de los estoicos. Una circunstancia que en seguida salta a la vista en Epicuro es la ausencia de
observaciones, de experiencias acerca del comportamiento mutuo de los cuerpos; pero la cosa, el
principio, es sencillamente el mismo de la física moderna. 137
135
Ibídem, p. 385
136
Ibídem, pp. 387-388
137
Ibídem, p. 391
138
Ibídem, p. 392
Por una parte está la inteligencia abstracta limitada, sin verdad de suyo y, por tanto sin
presente ni realidad de la naturaleza; por otra parte, con este sentido de la naturaleza, más
verdadero que aquellas simples hipótesis.
La filosofía epicúrea produjo en el mundo antiguo los mismos efectos que en el mundo
moderno la aparición del conocimiento de las leyes de la naturaleza.
La filosofía epicúrea iba dirigida contra todo lo que fuese invención fantástica y
arbitraria de causas, contra las supersticiones absurdas de la astrología, etcétera-
El efecto de la filosofía epicúrea fue el oponerse a la superstición de los griegos y los
romanos, ayudando a los hombres a sobreponerse a ella. Desterró las creencias supersticiosas
acerca de los auspicios, los augurios, etcétera. Desterró de la mente de los hombres el temor a
los dioses.
El alma.
El alma es para Epicuro una cosa.
“El alma se halla formada por los átomos más finos y más redondos, que constituyen, a la
manera del fuego, un finísimo espíritu esparcido por todo el cuerpo y que participa del calor de
éste.139
El alma está en el pecho; por la finura de sus partes, las cuales pueden moverse con
gran rapidez, pasa por muchos cambios y simpatiza con el resto del cuerpo, como se ve en los
pensamientos, en los movimientos del ánimo, etcétera.
El alma participa también en las sensaciones.
4. LA MORAL
Como la de los estoicos, la filosofía práctica de Epicuro tiende a la individualidad de la
conciencia de sí mismo; la meta de su moral es la misma: la inconmovilidad del espíritu y el
goce diáfano de sí mismo.
Los sentimientos de lo agradable y lo desagradable son el criterio de lo verdadero, lo
bueno y lo justo. Así considerados llevarían a un principio inmoral o a la arbitrariedad de la
conducta.
…si hay que buscar en las sensaciones, en los sentimientos de lo agradable y lo desagradable , el
criterio de lo verdadero, lo bueno y lo justo, de aquello que el hombre ha de proponerse como su
fin en la vida, por este camino llegaremos, en rigor, a la abolición de la moral o a la conclusión de
que el principio moral es en realidad un principio inmoral; por lo menos, creemos que con ello se
abren de par en par las puertas a la arbitrariedad de la conducta. 140
Sin embargo, Epicuro postula el placer como fin en la medida de que sea un resultado
de la filosofía.
…Epicuro” determina “el placer como el criterio de lo bueno, postula, sin embargo, una conciencia
altamente desarrollada, una reflexión encargada de calcular si el placer no llevará aparejadas
consecuencias desagradables que lo contrarresten y de llegar, en este punto, a un juicio
certero.141
Los epicúreos erigen al placer como su principio, pero al mismo tiempo a la felicidad
adquirida por medio de la razón.
Esta felicidad debe ser libre e independiente de las contingencias exteriores.
El sabio debe tener como meta un estado de impasibilidad e identidad consigo mismo.
El conocimiento, principalmente la ciencia física, libra al hombre de todas las opiniones
y creencias que más los inquietan y perturban: de las creencias acerca de los dioses, de sus
castigos y, principalmente, de la muerte.
139
Ibídem, p. 394
140
Ibídem, p. 396
141
Ibídem, p. 396
La filosofía de los epicúreos coincide con la de los estoicos.
El hombre debe vivir libre y sin inquietudes del ánimo que lo apesadumbren.
En esencia, la moral de Epicuro tiene como fundamento el placer moderado por la razón
(esto es, lo verdadero, lo bueno y lo justo) y como finalidad la felicidad que es la ausencia de
dolor, la impasibilidad y la identidad consigo mismo.
Diferencia entre los cirenaicos y los epicúreos.
Los cirenaicos se proponen el placer como algo concreto, como el gozo y la alegría.
Los epicúreos, por el contrario, se atienen al placer pasivo, es decir al que es
principalmente ausencia de dolor, libertad de apetencias y ausencia de esfuerzos.
Las enseñanzas fundamentales de Epicuro en materia moral se contienen en una carta
a Minoiceo y en un escrito de 40 postulados.
En seguida se transcribe una traducción nuestra del inglés al español de ambos
documentos.
Paréntesis
Principal Doctrines
By Epicurus
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C. Stevenson, Web Atomics.
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conventions, including the right of reproduction in whole or in part
in any form. Direct permission requests to classics@classics.mit.edu.
Translation of "The Deeds of the Divine Augustus" by Augustus is
copyright (C) Thomas Bushnell, BSG.
Letter to Menoeceus
By Epicurus
[Nadie es prematuro cuando joven ni cansado cuando viejo para buscar la sabiduría.
Ninguna edad es demasiado temprana o demasiado tardía para la salud del alma. Y decir que
la edad para estudiar filosofía no ha llegado o ha pasado, es como decir que la época de la
felicidad no es todavía o que ya se ha ido. Por lo tanto, ambos, viejos y jóvenes, deben buscar la
sabiduría, los primeros en atención a que, como la edad se les ha echado encima, pueden ser
jóvenes en las cosas buenas a causa de la gracia de lo que ha sido, y los segundos, porque
mientras se es joven, se puede ser al mismo tiempo viejo debido a que no tiene miedo a lo que
está por venir. Así, debemos ejercitarnos en la cosas que nos proporcionan felicidad, ya que, si
esta está presente lo tendremos todo, y si está ausente, todas nuestras acciones se dirigirán a
obtenerla.]
[Aquellas cosas que sin cesar yo te he mencionado, házlas y ejercítate en ellas,
sosteniéndolas como los elementos de la vida correcta. Primero cree que Dios es un ser
inmortal y feliz, de acuerdo con la noción de un dios indicada por el sentido común de la
humanidad; and so of him anything that is at agrees not with about him whatever may uphold
both his happyness and his immortality. De verdad hay dioses, y su conocimiento es evidente;
pero ellos no son como la multitud lo cree, viendo que la gente no mantiene firmemente las
nociones que se forma de ellos. No la persona que niega los dioses adorados por la multitud,
sino el que afirma sobre los dioses lo que la multitud cree, es el verdaderamente impío. Porque
las expresiones de la multitud acerca de los dioses no son verdades preconcebidas, sino falsas
suposiciones; según esto, los más grandes males les pasan a los perversos y los más grandes
bienes son para los buenos y todo proviene de manos de los dioses, viendo que éstos son
siempre favorables a sus buenas cualidades y se goza en gentes como ellos mismos, pero
rechaza como extraño a cualquiera que no es de esta clase.
[Acostúmbrate a creer que la muerte es nada para nosotros, puesto que lo bueno y lo
malo implican conciencia, y la muerte es la privación de toda conciencia; por lo tanto, el
correcto entendimiento de que la muerte no es nada para nosotros, hace la vida agradable, no
por agregar a ella un tiempo ilimitado, sino por desechar el anhelo de inmortalidad. Para la
vida no hay terror; para aquellos que comprendieron plenamente que no hay terror para ellos
en la cesación de la vida. Tonta es, entonces, la persona que dice que teme a la muerte, no
porque habrá de sufrir cuando ésta venga, sino porque sufre anticipadamente ante la
perspectiva de morir. Esto (la muerte) no causa molestias cuando es presente; provoca
únicamente un infundado dolor en su expectativa. La muerte, el más espantoso de los males,
no es nada para nosotros, viendo que, cuando nosotros estamos, la muerte no está y cuando la
muerte llega, nosotros no estamos. La muerte no es nada, entonces, tanto para el vivo como
para el muerto, porque con el vivo ella no está y el muerto no existe más. Pero en el mundo, al
mismo tiempo, la gente rechaza la muerte como el más grande de los males, y la busca como
un respiro para los males en la vida. La persona sabia no desprecia la vida ni teme a la
cesación de la vida. El pensamiento de la vida no es una ofensa para él ni es la cesación de la
vida considerada como un mal. Y aún cuando la gente escoja de la comida no mera y
simplemente la parte más grande sino la más agradable, así el sabio busca gozar del tiempo
que es más agradable y no meramente del que es más largo. Y aquel que exhorta a los jóvenes
a vivir bien y a los viejos a tener un buen fin, habla tontamente no sólo por lo deseable de la
vida, sino porque el mismo ejercicio al mismo tiempo enseña a vivir bien y a morir bien. Mucho
peor hace aquel que dice que sería mejor no haber nacido y que cuando alguien haya venido al
mundo, debe pasar con toda velocidad por el puente del Hades. Porque si él realmente creyese
eso ¿por qué no se ha quitado la vida? Sería muy fácil para él hacerlo si estuviera firmemente
convencido de lo que pregona. Si él habla solamente en broma, sus palabras son tontas, por lo
que todos aquellos que lo oigan, no le creerán.
[Debemos recordar que el futuro no es todo nuestro ni todo no nuestro, por lo que ni
debemos contar con él como algo que ciertamente vendrá ni desesperar porque
indubitablemente no vendrá.
[Debemos también reflexionar que de los deseos unos son naturales, otros infundados;
y de los naturales algunos son necesarios tanto como naturales y algunos solamente naturales.
Y de los deseos necesarios, algunos son necesarios si queremos ser felices, otros si el cuerpo
debe deshacerse de sus tensiones, otros más si queremos vivir mejor. Quien tiene un
entendimiento claro y cierto de estas cosas dirigirá sus preferencias y aversiones asegurando la
salud del cuerpo y la tranquilidad de la mente, viendo que esta es la suma y el fin de la vida
feliz. Porque el fin de todas nuestras acciones es estar libre de dolor y miedo, y, cuando
hayamos logrado todo esto, la tempestad del alma se habrá calmado; viendo esto, las criaturas
vivientes no tienen necesidad de ir en busca de algo de lo que carecen ni buscar nada más por
lo que el bienestar del alma y del cuerpo se colmara. Cuando estamos pained plesure, entonces
y sólo entonces sentimos la necesidad de placer. Por esta razón llamamos al placer el alfa y el
omega de la vida feliz. El placer es nuestro primer y agradable bien. Es el punto de partida de
cada elección y cada aversión, y volvemos a él considerando que hacemos a la sensación la
regla por la cual juzgamos las cosas buenas. Y como el placer es nuestro primero y nativo bien,
por esa razón no escogemos un placer cualquiera, sino que a menudo evitamos muchos
placeres cuando una gran molestia los sucede. Y frecuentemente consideramos el dolor
superior a los placeres cuando el sufrimiento del dolor por un largo tiempo nos trae como
consecuencia un gran placer. Mientras que todo placer porque pertenece a nuestra naturaleza
es bueno, no todo placer merece ser elegido, justo como todo dolor es un mal y no por eso todo
dolor debe ser rechazado. Es, sin embargo, comparando uno con otro y viendo las
conveniencias e inconveniencias, que todas esas materias deben ser juzgadas. Algunas veces
tratamos el bien como un mal y al mal, por el contrario, como un bien. También consideramos
la independencia de las cosas exteriores como un gran bien, no así como en todos los casos
usar poco, sino así como para estar contento con poco si no tenemos mucho, siendo
honestamente persuadidos de que tienen el más dulce disfrute del lujo quienes menos
necesidad tienen de él, y que lo que es natural se le puede procurar fácilmente y solamente lo
vano y lo superfluo se obtiene mediante un duro trabajo. Una comida sencilla proporciona
tanto placer como una costosa dieta, cuando el dolor (la pena, la necesidad) del deseo ha sido
eliminado, mientras que el pan y el agua proporcionan el placer más alto posible cuando llegan
a unos hambrientos labios. Una simple y barata dieta proporciona todo lo que es necesario
para la salud y permite a una persona obtener los requerimientos necesarios para la vida sin
disminuir su fortuna y nos coloca en una mejor condición cuando tomamos a intervalos una
costosa alimentación y nos deja sin temor por nuestra fortuna.
[Cuando decimos entonces que el placer es el fin y objetivo, no pensamos en los
placeres de la prodigalidad o en los de la sensualidad como estamos acostumbrados a
entenderlos por la ignorancia, el prejuicio o una deliberada tergiversación. Por placer
entendemos la ausencia de dolor en el cuerpo y de problemas en el alma. No es una
ininterrumpida sucesión de borracheras y parrandas, ni es tampoco el amor sexual, ni la
delicia del pescado u otros manjares de una lujosa mesa, los que producen una vida agradable;
es el sobrio razonamiento, en la búsqueda de los motivos de cada elección y aversión y el
desvanecimiento de aquellas creencias a través de las cuales grandes molestias toman
posesión del espíritu. Es la prudencia. La prudencia es algo más precioso aún que las demás
virtudes, porque evita una vida de placer que no sea también una vida de prudencia, honor y
justicia; ni conduce a una vida de prudencia, honor y justicia que no sea también una vida de
placer. Porque las virtudes han crecido con una vida placentera y una placentera vida es
inseparable de ellas.]
[¿Quién, entonces, es superior a tu juicio a las demás personas? El sostiene un santo
conocimiento concerniente a los dioses, y es también libre del miedo a la muerte. El ha
considerado diligentemente el fin fijado por la naturaleza y entiende cuan fácilmente el límite
de las cosas buenas puede ser alcanzado y cómo también la duración o la intensidad del mal
es corta. Del destino, al cual algunos consideran como el soberano sobre todas las cosas, él se
ríe despectivamente, afirmando que algunas cosas pasan por necesidad, otras por casualidad,
otras por nuestra propia actividad. Porque él ve que esta necesidad destruye la responsabilidad
y que la casualidad o la fortuna son inconstantes; mientras que nuestras acciones son libres, y
es a ellas que el elogio y la culpa se les atribuyen. Sería mejor, ciertamente, aceptar las
leyendas de los dioses que inclinarnos ante el destino que los filósofos naturales nos han
impuesto. Aquellos ofrecen una débil esperanza de que podemos escapar si honramos a los
dioses, mientras que la necesidad de los naturalistas es sorda a todas las imploraciones. El no
tiene posibilidad de ser un Dios, como el mundo en general lo es, porque en los actos de un
dios no hay desorden; ni puede ser una causa, aunque fuese una incierta, porque el cree que
ningún bien o mal es proporcionado por la casualidad a la gente así como hacer una vida feliz,
aunque ella, (la casualidad) proporciona el punto de partida de los grandes bienes y de los
grandes males. El considera que la desgracia del sabio es mejor que la prosperidad del tonto.
Es mejor, en resumen, que aquello que es bien juzgado en acción no podría deber el éxito de su
asunto a la ayuda de la casualidad.
[Ejercítate en estos y análogos preceptos día y noche, tanto tú mismo como con aquellos
que son como tú; entonces nunca, ni en la vigilia ni en el sueño, serás tú molestado sino que
vivirás como un Dios entre la gente. Porque la gente pierde toda apariencia de mortalidad
cuando vive en el medio de bendiciones inmortales.
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C. Stevenson, Web Atomics.
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Translation of "The Deeds of the Divine Augustus" by Augustus is
copyright (C) Thomas Bushnell, BSG.
Fin del paréntesis.
Por consiguiente, a pesar de todos los malos auspicios con que se presenta ante nosotros el
principio de la moral de Epicuro, he aquí que con este giro, según el cual lo que debe guiar al
hombre es el pensamiento racional, se trueca en estoicismo, como el propio Séneca reconoce… y
llega, en realidad, al mismo resultado que los estoicos… Para los estoicos, lo general es la esencia,
no el placer, la conciencia de sí mismo del individuo como tal individuo; pero la realidad de esta
conciencia de sí mismo es también algo agradable. Para los epicúreos, la esencia es el placer, pero
un placer buscado y disfrutado y, por tanto, puro y sin mezcla, es decir, intelectivo, racional, sin
destruirse a sí mismo con males mayores, es decir, contemplado como un todo, lo que vale tanto
como decir que es de suyo algo general. 142
C) LA NUEVA ACADEMIA
142
Ibídem, p. 403
Para ellos la verdad es una convicción subjetiva de la conciencia de sí mismo. La verdad
es llamada por ellos verosimilitud.
Los neoacadémicos son continuadores de Platón.
Sin embargo, no se mantienen fieles al punto de vista del maestro.
Platón se detiene en la idea abstracta; pero las ideas de Platón son, sin embargo, lo
general, lo inmóvil.
Contra esto se vuelve la entelequia aristotélica, como la actividad que se determina a sí
misma.
La dialéctica de Platón se queda en lo general, poniendo de relieve como nulo lo
determinado; por eso esta dialéctica tiene un resultado puramente negativo, en el que aparecen
suprimidas las determinaciones. El desarrollo de lo concreto no alcanza gran amplitud en
Platón.
Frente a lo general de la idea platónica, los estoicos y los epicúreos sienten la necesidad
de la determinabilidad de lo concreto, de la ciencia.
Frente a los estoicos y epicúreos (la necesidad de dar un contenido a la generalidad de
la idea) surgen los neoacadémicos, quienes desarrollan la idea platónica, trocando la quietud
de la idea en el movimiento del pensamiento (la conciencia de sí mismo) el cual se dirige en
contra de la determinabilidad de los estoicos y los epicúreos que consistía en que el criterio de
la verdad tenía que ser algo concreto.
Los neoacadémicos colocan la verdad en la abstracción de la idea.
1. ARCESILAO
Arcesilao nació en Pitane (Eolia), en la 116ª Olimpíada (318 a. c.), y fue contemporáneo
de Epicuro y Zenón.
Murió en la Ol. 134,4 (244 a. c.), a los 74 años de edad.
Arcesilao se mantiene fiel a la abstracción de la idea frente al criterio.
Filosofía de Arcesilao:
1) Es una dialéctica contra el estoicismo.
Su principio fundamental: “El sabio debe retraer su anuencia, su asentimiento”.
Para la filosofía estoica:
-se parte de la representación del objeto;
-se le comprende al aplicar las categorías lógicas, principalmente el principio de no
contradicción;
-el criterio para la verdad del objeto es que su representación pueda ser englobada en
una categoría.
Un determinado contenido es asimilado en la forma del pensamiento, predicándose así
la verdad.
Arcesilao se levanta en contra de esta concepción de los estoicos.
Dice que la representación comprendida lleva a una opinión, que tiene cierta
verosimilitud, pero no a la verdad absoluta.
Por eso exhorta al sabio a que se mantenga en lo general, sin pasar a lo determinado.
Arcesilao sostenía que todo es inconcebible.
…En efecto, si se quiere retener el pensamiento como un algo general, por este camino no es
posible, en modo alguno, llegar a un criterio; eso es lo que quiere decir Arcesilao cuando exige que
el sabio permanezca dentro de lo general, pero sin pasar a lo determinado, viendo en esto la
verdad.143
143
Ibídem, p. 409
…En efecto, los antiguos no llegaron a demostrar que lo subjetivo del pensamiento y ese
contenido objetivo estén esencialmente destinados, dentro de su diversidad, a trocarse el uno en
el otro y que esta identidad sea su verdad; y en Platón sólo encontramos iniciado este
pensamiento de un modo puramente abstracto. 144
2. CARNEADES
Nació en Cirene, en la Olimpiada 141,3 (217 a. c.) y murió en la Ol. 162,4 (132 a. c.), a
los ochenta y cinco años de edad.
Filosofía de Carnéades:
Va dirigida en contra del dogmatismo de la filosofía estoica y epicúrea.
Su contenido principal es el estudio de la naturaleza de la conciencia.
Sus postulados:
1. “…en primer lugar, no existe en absoluto ningún criterio de verdad, ni la sensación, ni la
representación, ni el pensamiento, ni nada por el estilo, pues todo esto, en su conjunto, no sirve
más que para engañarnos”.
2. “En segundo lugar, nos encontramos con que, aunque tal criterio existiese, no podría darse sin
una afección de la conciencia, proveniente de la percepción.”* 145
* Sexto Empírico, Adv. Math, VII, 159s
Son los dos extremos, el objeto y el sujeto; el objeto se refleja en el sujeto a través de la
sensación, mediante la cual éste realiza una representación de aquel y con base en ella forma
un pensamiento sobre el mismo.
Dice Carnéades que este pensamiento no puede ser el criterio de la verdad del objeto.
La sensación es una afección del sujeto en la cual el objeto se ha transformado en algo
distinto de lo que es en realidad; no muestra al objeto tal cual es en sí. La sensación no puede
ser por tanto, el criterio de la verdad.
La representación basada en la sensación adolece del defecto de ésta; no puede,
tampoco, ser el criterio de la verdad.
Y el pensamiento, que a su vez tiene su fundamento en la representación, menos aún
puede ser el criterio de la verdad.
Sin embargo, Carnéades concede al criterio un lugar en la vida práctica: deben
establecerse criterios para la conducción de la vida y la obtención de la felicidad, pero no es
posible hacerlo para la consideración especulativa de lo que es en y para sí.
Criterios para la vida práctica:
Primer criterio: Representación convincente.
-Parece ser verdadera,
-es suficientemente clara,
-tiene la amplitud necesaria (reiteración que la hace más convincente y más verosímil).
Segundo criterio: Representación convincente y firme.
-Determinada en todos sus aspectos y
-coherente con las representaciones con las que está relacionada.
Tercer criterio: Representación convincente, firme y desarrollada (produce una
convicción completa).
-Se somete a investigación al sujeto enjuiciador, a lo enjuiciado y a la pauta con arreglo
a la cual se enjuicia.
144
Ibídem, p. 411
145
Ibídem, p. 414
En la Nueva Academia, vemos proclamado lo subjetivo de la convicción, o que sólo cobra
conciencia no la verdad en cuanto tal verdad, sino su manifestación o esencialmente lo que esta
es para la representación. Sólo se postula, pues, la certeza subjetiva; ya no se habla para nada de
la verdad, sino que se trata solamente de lo relativo con respecto a la conciencia. Y así como el
principio académico se limitaba a lo subjetivo de la representación convincente, también los
estoicos, en rigor, cifraban el en sí en el pensamiento, como Epicuro en la sensación; pero
llamando a esto lo verdadero. Los académicos, en cambio, lo contraponían a lo verdadero y
afirmaban que no era el ente como tal. Tenían, pues, hasta cierto punto, la conciencia de que el
en sí lleva dentro, esencialmente, el momento de la conciencia y no puede existir sin ésta;
también esto formaba el fundamento de los anteriores, pero sin que se diesen cuenta de ello. 146
Ahora bien, si llevamos este punto de vista de los académicos [neo(?)] a sus últimas
consecuencias, la conclusión a que llegamos es que sencillamente todo existe sólo para la
conciencia, con lo cual desaparece la forma de un ser en general, y también el saber de lo que es,
en cuanto forma; lo cual no es otra cosa que el escepticismo… el cual afirma el imperio exclusivo
de la probabilidad subjetiva, negando en absoluto la existencia de una verdad objetiva. 147
D) EL ESCEPTICISMO
El escepticismo corona la concepción de la subjetividad de todo saber, al sustituir en términos
generales el ser del saber por la expresión de la apariencia.
…Su resultado consiste ciertamente en la disolución de la verdad y, por tanto, de todo contenido;
es decir, es la más completa negación. 148
…Y eso es, en efecto, el escepticismo: una parálisis general, una incapacidad para la verdad, que
sólo permite al hombre llegar a la certeza, pero no a la certeza de lo general, por lo cual se detiene
en lo puramente negativo y en la conciencia de sí mismo individual… 149
El escepticismo es la dialéctica de todo lo determinado.
…Todas las representaciones de la verdad se hallan expuestas a que se demuestre su carácter
finito, puesto que todas ellas encierran una negación y, por tanto, una contradicción. Lo general
corriente, lo infinito, no se halla situado por encima de eso, pues lo general como lo opuesto a lo
particular, lo indeterminado como lo opuesto a lo determinado, lo infinito como lo opuesto a lo
finito, sólo constituye, propiamente, uno de los lados y es, como tal, algo puramente determinado.
Así, el escepticismo va dirigido contra el pensamiento racional, en el que las diferencias
determinadas prevalecen como las últimas, como algo que es.
150
146
Ibídem, pp. 419-420
147
Ibídem, p. 420
148
Ibídem, p. 420
149
Ibídem, p. 422
150
Ibídem, p. 422
151
Ibídem, p. 422
152
Ibídem, p. 426
Su obra:
1. Sus Pyrrhoniae Hipotyposes, tres libros en los cuales ofrece una exposición general
del escepticismo.
2. Sus libros: Adversus Matemáticos, once libros en total, de los cuales seis están
dirigidos contra lo matemáticos y los otros cinco los dedica a polemizar contra los filósofos.
Los escépticos ponen un gran énfasis en deslindar campos con los demás sistemas.
La diferencia entre los escépticos y la Nueva Academia reside en la forma de expresión.
El escéptico no dogmatiza, sino que se limita a asentir involuntariamente a las
afecciones a que se ve forzado por las representaciones.
El escéptico no dice que haga frío o calor, sino que tiene frío o calor. Sustituye el es de
los dogmáticos por el parecer.
“El escéptico no emplea sus tesis, por ejemplo, no determinar nada por nada más… nada es
verdad, etc., como si fuesen. Pues cree, por ejemplo, que la tesis de que todo es falso es también
falsa, como cualquier otra y se halla, por tanto, limitada. Por consiguiente, en todas las tesis
escépticas debemos tener presente que no afirmamos en modo alguno que esas tesis sean
verdaderas, puesto que decimos que pueden destruirse a sí mismas, puesto que se hallan
limitadas por aquello de que se predican.”*
*(Sexto Empírico, Pyrrh. Hip. I, c. 7, § 14; c. 28, § 206) 153
153
Ibídem, p. 430
154
Ibídem, p. 431
155
Ibídem, p. 432
156
Ibídem, p. 434
157
Ibídem, p. 435
lo sentido para demostrar que no se trata de algo en sí, sino de algo que guarda relación con otra
cosa, que se manifiesta, por tanto, en ello, a la vez que esto deja que se manifieste así, lo que
quiere decir que todo el ser es simple apariencia, y lo es por la cosa misma, no por algo distinto
postulado como verdadero…158
Primer tropo.
Es la diversidad de la organización animal, con arreglo a la cual los diferentes seres
vivos se forman distintas representaciones y sensaciones del mismo objeto.
No cabe duda de que esta diversidad del sujeto determina, a su vez, una diversidad en cuanto a la
sensación, y ésta, por su parte, una diversidad de representación en cuanto a las cualidades de lo
sentido. Cuando decimos que algo ‘es’, afirmamos algo fijo, que se mantiene a través de todas las
circunstancias, cualesquiera que ellas sean; los escépticos afirman, por el contrario, que todo es
mudable…159
Segundo tropo.
Hay grandes diferencias entre los hombres que pueden ser físicas, espirituales, en
cuanto a los gustos, la religión, la filosofía, etcétera.
Estas diferencias son causa de diferencias en las sensaciones y los estados.
La diversidad de los hombres en lo tocante a las sensaciones y a los estados, da lugar a
la formación de distintas representaciones y sensaciones de un mismo objeto.
Lo que se predica del objeto no puede, por tanto, tener el carácter de ser en sí.
En realidad este tropo se puede reducir al primero.
Tercer Tropo.
Este tropo se refiere a la diversidad en cuanto a la organización de los instrumentos de
los distintos sentidos.
Esta diversidad produce distintas sensaciones, representaciones, etcétera.
En consecuencia, no se puede expresar lo que el objeto sea.
Cuarto tropo.
Se refiere a la diversidad de las circunstancias en el sujeto, con arreglo a los estados y a
los cambios que se dan en él, lo que nos obliga a abstenernos de afirmar nada.
Quinto tropo.
Este tropo guarda relación con las distintas posiciones, distancias y lugares, ya que la
cosa aparece de un modo distinto según el diferente punto de vista que se adopte.
Sexto tropo.
Está tomado de la idea de mezcla, ya que no hay nada que se revele aislado y por sí solo
a los sentidos, sino siempre mezclados con otras cosas; y esta mezcla necesariamente lo hace
cambiar o lo modifica, y así vemos, por ejemplo, cómo los olores son más fuertes bajo el calor
del sol que en el aire frío.
Séptimo tropo.
Es el de la cohesión, la magnitud o la cantidad de las cosas, que las hace aparecer
distintas.
Octavo Tropo.
158
Ibídem, p. 435
159
Ibídem, p. 438
Se deriva de la relatividad de las cosas. Como todas las cosas están en relación con
otras, no podemos decir que sean en sí ni cuál es su naturaleza.
Noveno Tropo.
El noveno tropo se refiere a la rareza o a la frecuencia con que acaecen las cosas, lo
cual contribuye a que se modifiquen los juicios que hacemos de ellas.
Décimo tropo.
Las leyes, los usos y las costumbres son distintas en los diferentes pueblos.
Estos criterios contenidos en los diez tropos no son criterios lógicos, sino empíricos,
encaminados a desacreditar a los sentidos.
Primer tropo.
Es la diversidad de opiniones de los filósofos, la multiplicidad de sus dogmas, de donde
se llega a la conclusión de que se afirma tanto lo uno como lo otro.
Segundo tropo.
La caída en el progreso infinito. Lo que se alega como fundamento de algo necesita a su
vez un fundamento; éste también requiere de un fundamento, y así hasta el infinito. No se
puede demostrar ningún fundamento firme.
Tercer tropo.
El tropo de la relación o la relatividad. Lo afirmado se manifiesta tal y como aparece, en
parte solamente en relación con el sujeto enjuiciador y en parte en relación con otras cosa,
pero no tal y como es en sí por naturaleza.
Cuarto tropo.
Es el de la hipótesis. Los dogmáticos, para evitar el infinito pasar de un fundamento a
otro, establecen como principio algo que no tratan de probar, sino que quieren que se les
conceda pura y simplemente sin necesidad de prueba alguna, es decir, un axioma. Igual
derecho tienen los escépticos de argumentar como no probado aquello que los dogmáticos
determinan como axioma.
Quinto tropo.
Es el de la reciprocidad o de la prueba circular. Se trata de probar algo con un
fundamento; éste, a su vez, se justifica con lo que se pretende probar.
…A la pregunta de ‘¿cuál es el fundamento de los fenómenos?’ se contesta: ‘la fuerza’. La cual, a
su vez, se ha derivado de los momentos mismos del fenómeno. 160
Resumiendo en términos generales todo lo anterior, tenemos que lo determinado, ya sea un ser o
algo pensado:
α) es esencialmente en cuanto algo determinado lo negativo de otra cosa, es decir, se refiere a otra
cosa y es, por tanto, para ella, en relación con ella; y todo se reduce, en rigor, a esto.
β) En esta relación con otra cosa esta otra cosa, concebida como su generalidad, es el
fundamento de aquélla; pero este fundamento, como lo opuesto a lo fundamentado, es de suyo un
algo determinado y tiene, por tanto, su realidad en la cosa fundamentada y sólo en ella. Por el
hecho de considerar este algo general, a su vez, como algo determinado, lo concebimos como
condicionado por otra cosa, como lo que la precede, y así hasta el infinito.
γ) Para que este algo determinado, con vista a lo cual es otra cosa, como en la conciencia, tenga
un ser, tiene que ser precisamente esta otra cosa, ya que es en ésta en la que ad-quiere realidad;
y, como este objeto suyo es también con vistas a otra cosa, resulta que ambas se condicionan
160
Ibídem, p. 447
mutuamente y sirven de medio la una para la otra y viceversa, sin que ninguna sea en sí. En
cuanto que lo general, como fundamento, tiene su realidad en lo que es y éste encuentra su
realidad en lo general, nos encontramos ante una reciprocidad por virtud de la cual cosas
contrapuestas en sí se fundamentan mutua-mente.
δ) Ahora bien, lo que es en sí es precisamente algo que no se halla condicionado por ninguna otra
cosa; como lo inmediato, es porque es y es, sin embargo, algo que se da por supuesto.
ε) Ahora bien, desde el momento en que se da por su-puesto este algo determinado, también
puede darse por supuesta otra cosa.
Y, resumiendo aún más, podríamos decir que el defecto de toda metafísica intelectiva reside:
α) de una parte, en la demostración, por medio de la cual se ve arrastrada al infinito;
β) de otra parte, en las hipótesis o en las premisas, que son un saber inmediato.
Estos tropos representan, pues, un arma fundamental contra la filosofía intelectiva, y los
escépticos la esgrimen con gran agudeza, de una parte, contra la conciencia común y, de otra
parte, contra los principios de la reflexión filosófica. Estos tropos escépticos van dirigidos, en
realidad, contra lo que se llama una filosofía dogmática, no en el sentido de que tenga un
contenido positivo, sino en el de que afirma algo determinado como lo absoluto y que, por su
propia naturaleza, tiene que darle vueltas y más vueltas a todas aquellas formas. El concepto de
la filosofía dogmática, tal como los escépticos lo entienden, consiste en afirmar algo como el en sí;
se contrapone, pues, al idealismo en cuanto que afirma un ser como lo absoluto. 161
[NB. Dice Hegel que la negatividad de los escépticos agota lo determinado. Aristóteles
ha detenido el flujo del ser en el ser determinado finito; en su Lógica desarrolla las
características generales de este ser determinado y las formas mentales (categorías)
mediante las cuales el sujeto las aprehende; la negatividad es esgrimida por Aristóteles
únicamente en una forma abstracta, como la entelequia, es decir, la característica del ser
determinado finito conforme a la cual es algo en acto y al mismo tiempo es en potencia otro
algo que debe llegar a ser; pero las determinaciones del objeto mientras es, son unilaterales,
carecen de negatividad. Los estoicos y los epicúreos, teniendo como base las categorías
lógicas aristotélicas, pretendieron que lo pensado o lo sentido respecto del ser determinado
finito era el ser en sí, lo verdadero, y que únicamente era necesario establecer un criterio
firme para llegar a ello. Los escépticos desarrollan el aspecto negativo de las
determinaciones finitas de la lógica aristotélica (su ser otro, su no ser) y demuestran, con
esta dialéctica, que ya sean pensadas o sentidas, esas determinaciones no son en sí, no son
la verdad. Es en este sentido en el que Hegel expresa que los escépticos, con su dialéctica
negativa, han agotado las determinaciones del ser. Con esto se cierra toda una época de la
filosofía y se prepara el advenimiento de otra, en la cual se buscará el ser en sí en la
sustancia, en el ser determinado infinito.]
161
Ibídem, pp. 450-451
162
Ibídem, pp. 452-453
La profundidad del método escéptico.
En esto consiste, en efecto, el método del escepticismo en general, método que encierra la más
extraordinaria importancia. En cuanto que la conciencia escéptica revela en todo aquello que se
da por inmediatamente supuesto que no es nada fijo, nada en y para sí, los escépticos pasan
revista a todas las determinaciones especiales de las diversas ciencias, y demuestran que no hay
en ellas nada de firme. No tenemos para que entrar aquí, en detalle, en esta aplicación a te
distintas ciencias, ni exponer qué fuerza tan diáfana de abstracción es necesaria para llegar a
conocer en toda materia concreta y en todo lo pensado, en todas partes, estas determinaciones de
lo negativo o de la contraposición y descubrir sus límites en este algo determinado. Sexto
Empírico, por ejemplo, va repasando de un modo concreto las distintas ciencias con una gran
fuerza de abstracción y revelando en todas sus determinaciones los otros aspectos de ellas. Así,
se opone a las determinaciones de las matemáticas, y no exteriormente, sino dentro de si; ataca,
por ejemplo (Adv. Mmh. III, 20-22), la afirmación de quienes sostienen que hay un punto, una
línea, un espacio, una superficie, etc. Solemos concebir el punto como una unidad simple dentro
del espacio, según lo cual carece de dimensión; pero si carece de dimensión, no se halla dentro
del espacio y, desde ese mismo momento, deja de ser un punto. Es, de una parte, la negación del
espacio y, de otra parte, en cuanto que representa el límite del espacio, linda con éste: esta
negación del espacio participa, pues, del espacio, es de suyo algo espacial; de este modo, es algo
nulo de suyo y, por tanto, algo dialéctico. Como se ve, también el escepticismo se enfrenta, en
rigor, con las ideas especulativas y pone de manifiesto la importancia de ellas, ya que el poner de
relieve la contradicción dentro de lo finito es uno de los puntos esenciales del método filosófico
especulativo.
Los momentos formales de la filosofía escéptica son dos. Uno es la fuerza de la conciencia que
consiste en retroceder de sí misma, para convertir en su objeto el todo existente, incluyéndose a
sí misma y su operación. El otro consiste en concebir la forma, en la que va implícita una tesis de
cuyo contenido se ocupa de algún modo nuestra conciencia, mientras que una conciencia no
formada no suele saber nada de lo que existe aún fuera del contenido. Por ejemplo, en el juicio
expresado en las palabras "Esta cosa es una unidad", sólo nos ocupamos de la unidad y de la
cosa, pero no de que aquí se refiera un algo determinado a la unidad. Pues bien, esta relación es
lo esencial y la forma de lo determinado, aquello por medio de lo cual esta casa, que es un algo
concreto, particular, se identifica con lo general, distinto de ella. Este algo lógico, es decir, este
algo esencial, es lo que el escepticismo eleva a conciencia y a lo que se atiene: por ejemplo, al
número, a la unidad, como al fundamento presupuesto de la aritmética. No trata de ofrecernos la
cosa, ni se debate en torno al problema de si es así o de otro modo, sino que lo que le preocupa es
saber si la cosa es algo, o no; lo que concibe es la esencia de lo manifiesto, y lo que ataca y
combate este principio de la afirmación en su totalidad. Así, por ejemplo, no indaga si Dios tiene
estas o las otras cualidades, sino que los escépticos tratan de penetrar en lo más íntimo, en el
fundamento mismo de esta idea, y se preguntan si tiene o no realidad. "Puesto que no conocemos
la esencia de Dios —dice Sexto Empírico (Pyrrh. Hyp. III, c. 1, § 4)— no podemos conocer ni
comprender tampoco sus cualidades." Y en los libros anteriores de la obra de este mismo autor
(II, cs. 4 ss.) se investiga, asimismo, si el criterio de la verdad, tal y como el entendimiento lo
establece, es algo, si podemos conocer las cosas en sí o sólo el Yo es para sí mismo la certeza
absoluta. Tal es el camino para penetrar en la esencia. 163
Esta identidad es otra que la del entendimiento: el objeto, como algo concreto en sí, es por ello lo
opuesto a sí mismo; pero, del mismo modo, la disolución dialéctica de esto finito y de lo otro se
contiene ya, a su vez, en lo especulativo, sin que el escepticismo necesite empezar por poner esto
de manifiesto, ya que lo racional conocido se encarga de hacer contra lo determinado lo que
quiere hacer el escepticismo. Si, no obstante, el escepticismo se atreve a enfrentarse con este algo
propiamente especulativo, no podrá atentar contra él en nada; su procedimiento contra lo
racional consiste, pues, en general en hacer de ello algo determinado, introduciendo en ello una
determinación finita del pensamiento o un concepto de relación al que se atiene, pero que no
reside, ni mucho menos, en lo infinito, argumentando luego contra él; es decir, consiste en
concebirlo de un modo falso, refutándolo así. O bien arma él mismo a lo infinito con las uñas con
que ha de arañarlo.
En este aspecto es notable, sobre todo, el escepticismo de los tiempos modernos, que sobrepuja al
antiguo por su tosquedad de comprensión y de invención. Hoy hasta lo especulativo se convierte
en algo tosco; puede uno atenerse a la palabra y, sin embargo, aparece invertida la cosa, al
despojarse a lo especulativo de la identidad de lo determinado. Lo que aquí parece más
espontáneo es el hecho de que se indague lo que constituye el principio de una filosofía
especulativa; parece como si con ello se expresara su esencia y no se le atribuyese
imaginariamente nada, ni se cambiase o modificase nada en ello. Ahora bien, aquí se le opone,
con arreglo a la idea de las ciencias no especulativas, el dilema de que o bien el principio es una
hipótesis no demostrada o bien requiere una prueba que, caso de aportarse, contiene el
fundamento. La prueba que de este principio se exige presupone, a su vez, algo más; por ejemplo
las reglas lógicas de la argumentación. Ahora bien, estas reglas lógicas son de suyo tesis que
necesitan ser probadas, y así hasta el infinito, si es que no se quiere sentar una hipótesis
absoluta, a la que siempre se podría oponer otra… Sin embargo, estas formas de la tesis,
seguidas de una prueba, etc., son precisamente las que en esta forma no corresponden a lo
especulativo, como si de un lado apareciese la tesis y del otro, separada de ella, la prueba, sino
que aquí la prueba va implícita en la misma tesis. El concepto es este movimiento propio y no,
como en una tesis, la tendencia a la quietud; ni tampoco de tal modo que la prueba aporte otro
fundamento o concepto intermedio y represente otro movimiento, pues lo que hace es que lo lleva
en sí misma.
Sexto Empírico (Adv. Math. VII, 310-312) llega así, por ejemplo, a la idea especulativa en torno a
la razón, que como pensamiento que es del pensamiento se comprende a sí misma y que, por
tanto, reside cabe sí dentro de su libertad. Es lo que veíamos ya, al tratar de Aristóteles. Para
refutar esta idea, argumenta Sexto Empírico del siguiente modo: "La razón que comprende es o
bien el todo o bien una parte solamente." Ahora bien, el saber de lo especulativo requiere, además
de la disyuntiva, un tercer término; es un tanto esto como lo otro y un ni esto ni lo otro. "Si la
razón, en cuanto lo que comprende, es el todo, no quedará nada para lo comprendido. Pero si la
razón que comprende es solamente una parte que se comprende a sí misma, tendremos que esta
parte, en cuanto la que comprende, es a su vez, o bien el todo, en cuyo caso no quedará tampoco
nada para lo comprendido, o, suponiendo que lo que comprende sea una parte y lo comprendido
la otra, tendríamos que lo que comprende no se comprendería a sí mismo", etc.
Pero de lo dicho se desprende que en esta argumentación no sucede otra cosa sino que el
escepticismo introduce aquí en la relación del pensarse a sí mismo del pensamiento la vacua
categoría de la relación del todo y de las partes con arreglo a la determinación intelectiva
corriente, relación que no va implícita en aquella idea, aunque ya en las cosas finitas el todo
represente justo la suma de todas las partes y estas partes formen el todo, siendo así partes y
todo cosas idénticas. La relación entre el todo y la parte no es, sin embargo, una relación de la
razón consigo misma, sino una relación demasiado subalterna y que se presta muy poco para ser
introducida en la idea especulativa.
En segundo lugar, el escepticismo no tiene razón cuando trata de hacer valer directamente esta
relación en el sentido de la representación nula usual, como si no encerrara nada de discutible.
Cuando la reflexión habla de un todo, no deja subsistir nada al margen de él. Pero el todo
consiste precisamente en ser algo contrapuesto a sí mismo; de una parte, en cuanto todo, es lo
mismo que las partes; del mismo modo que, de otro lado, las partes son lo mismo que el todo, ya
que juntas forman el todo. El comprenderse a sí misma de la razón es precisamente el modo como
el todo comprende todas sus partes, cuando se lo enfoca en su verdadero sentido especulativo, y
164
Ibídem, pp. 454-455
sólo en este sentido puede hablarse aquí de esta relación. Pero si, como Sexto Empírico dice, no
existe nada fuera del todo, ambos lados, el todo y las partes, permanecen como cosas distintas y
que se enfrentan entre sí; es cierto que en el plano especulativo ambas cosas son distintas, pero
del mismo modo no lo son, sino que la alteridad es algo puramente ideal; aparte del todo existe,
pues, indudablemente otra cosa, es decir, el mismo todo como la pluralidad de sus partes.
La argumentación de Sexto Empírico descansa así sobre esta operación inadmisible: se introduce
en la idea una determinación extraña a ella, para luego argumentar en contra de la idea, después
de haberla tergiversado mediante el aislamiento de una determinación unilateral, sin haber
incorporado a ella el otro momento de la determinación. Y lo mismo cuando se dice: "La
objetividad y la subjetividad son cosas distintas, razón por la cual no es posible expresar su
unidad." Aunque se afirma atenerse por entero a las palabras, resulta que precisa-mente
encuadrada en estas palabras es la determinación algo unilateral y que de ella debe formar parte
también lo otro, por donde esta diferenciabilidad no es lo que vale, sino que debe levantarse. 165
165
Ibídem, pp. 455-457
166
Ibídem, p. 457
167
Ibídem, p. 457
168
Ibídem, p. 458
muerta del principio romano (tanto del republicano como del despotismo de los emperadores) el
espíritu se repliega de una existencia en que no podía encontrar satisfacción alguna a la pura
intelectualidad. Y en cuanto que el espíritu, aquí, sólo interiormente, por medio del pensamiento
desarrollado, podía encontrar la paz consigo mismo y la eudemonía, y por cuanto que todo el fin
del universo tiende solamente a la satisfacción del individuo, se llega al resultado de que el bien
sólo puede manifestarse como una acción individual en cada caso concreto. Entre los
emperadores romanos encontramos indudablemente hombres famosos, principalmente estoicos,
como Marco Aurelio y otros; pero estos hombres consideraban su obra como la satisfacción de su
individualidad, sin que se les ocurriera infundir racionalidad a la realidad por medio de
instituciones, leyes o constituciones políticas. Esta soledad del espíritu replegado dentro de sí
mismo es evidentemente filosofía al mismo tiempo; pero el pensamiento es cabe si abstractamente
algo paralizado y muerto, y hacia el exterior se mantiene pasivo; y cuando se mueve dentro de sí,
es siempre despreciando todas las diferencias. El escepticismo pertenece, por tanto, al período de
decadencia de la filosofía y del mundo. 169
169
Ibídem, pp. 458-459
170
Ibídem, p. 459
171
Ídem.
LECCIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA FILOSOFIA
G. W. F. HEGEL
III
Fondo de Cultura Económica
Primera edición en alemán, 1833
Segunda edición, corregida, en alemán, 1842
Primera edición en español, 1955
Primera reimpresión, 1977
Traducido por Wenceslao Roces
SECCIÓN TERCERA
Los neoplatónicos.
Con esto
...la filosofía había llegado al punto en que la conciencia de sí se sabía en su pensamiento como lo
absoluto... Y al rechazar ahora su posición y su diferencia subjetivas y finitas frente a un objeto
externo nulo, captaba dentro de sí mismo la diferencia y plasmaba la verdad como un mundo
inteligible...173
Para el hombre
“...no significa nada la esencia en que no vive su conciencia de sí inmediata...” 175
172
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía, t. III, Fondo de Cultura Económica, Primera
edición en español, 1955, Primera reimpresión, 1977, Traducido por Wenceslao Roces. p. 7
173
Idem
174
Idem.
175
Idem.
176
Ibídem, p. 8
177
Ibídem, p. 10
Una forma de este principio es la religiosa.
La conciencia de sí, la esencia absoluta, es infinita y se diferencia dentro de sí.
Es una conciencia verdadera porque lo absoluto se sabe en la conciencia de sí de tal
modo que aquél se desarrolla bajo la forma de ésta.
Lo absoluto es Dios y este hombre llega a conocer lo divino.
Otra forma es la filosófica:
...El espíritu absoluto consiste en ser la esencia eterna igual a sí misma que se convierte en algo
distinto y lo reconoce como si fuese ella misma; es lo inmutable cuya inmutabilidad consiste en
retornar constantemente a sí mismo partiendo de su alteridad; el movimiento escéptico de la
conciencia, pero de tal modo que lo objetivo permanece a la par que desaparece o tiene, en su
permanencia, la significación de la conciencia de sí. 178
A) FILON
Filón, un judío erudito de Alejandría, vivió por los años del nacimiento de Cristo y después, bajo
los primeros emperadores romanos; nació, en efecto, veinte años antes que Cristo, pero le
sobrevivió...179
Las obras de Filón: Sobre la estructura del universo, Sobre las recompensas y los
castigos, Sobre los sacrificios, Sobre la ley de las alegorías, Sobre los sueños, Sobre la
inmutabilidad de Dios, etcétera.
Dos rasgos fundamentales de Filón:
1.- ...la asimilación de la filosofía platónica y su esfuerzo por poner de manifiesto la
filosofía de las Sagradas Escrituras judaicas.
2.-Las nociones fundamentales de Filón:
-Dios puede ser conocido por el ojo del alma (por la contemplación, por el arrobamiento,
el éxtasis).
...Para lograr esto, el alma debe desprenderse del cuerpo, abandonar la esencia sensible para
elevarse al plano del objeto puro del pensamiento, donde se halla más cerca de Dios. Podemos
llamar a esto una intuición inteligible....180
Las diferencias de Dios son, por consiguiente, según Filón las que constituyen la inteligencia
misma, que se convierte después en el arcángel, un reino del pensamiento que contiene y encierra
el ser determinado. Tal es el hombre como hombre celestial, el protohombre, que aparece también
178
Ibídem, p. 11
179
Ibídem, p. 17
180
Ibídem, p. 19
181
Ídem.
182
Ibídem, p. 21
bajo el nombre de sabiduría, como Adán Cadmón, como la salida del sol –el hombre en Dios. Esta
inteligencia se divide luego en las ideas, que Filón llama también ángeles o mensajeros ... aparece
aquí, por vez primera, un elemento determinante, en que se considera a Dios como actividad,
cosa que no era aún el ser. Por tanto, este logos es, a su vez, de una parte, el primer mundo del
pensamiento en quietud, aunque distinto ya; pero hay, además, otro logos, que es el logos
engendrador, la palabra. Esta es la efectividad, la creación del mundo, a diferencia del primero,
que es su conservación, su inteligencia permanente...183
...“Si queremos indicar un dogma más verdadero, diremos que el logos es la obra de Dios.” 5
“5 Filón, Leg. Allegor. I, p. 46 y II, p. 93; Quod deterius potiori insidiari soleat, p. 165; De
temulentia, p. 244; De somniis, pp. 578, 586 y 588; De confus. ling. pp. 341 y 345; Eusebio, Praep.
ev. VII, cap. 13; Filón, De vita Mosis, III, p. 672; De sacrif. Abel. p. 140.”184
...De este modo, el logos viene a ser el sumo sacerdote que sirve de mediador entre Dios y los
hombres, el espíritu de la divinidad que enseña a los hombres: el retorno consciente de sí de Dios
sobre sí mismo, a aquella primera unidad de la luz primigenia. Tal es el mundo puro inteligible de
la verdad misma que no es otra cosa sino la palabra de Dios.
3. En cuanto que el pensamiento se torna negatividad, a este mundo ideal se enfrenta el mundo
sensible, el mundo que es. El principio de este mundo, lo mismo en Filón que en Platón, es la
materia, lo negativo.* Filón, De mundi opificio, p. 4; De victimas offerentibus, p. 857 (Buhle, op. cit.,
p. 125) Así como Dios es el ser, así la esencia de este mundo es el no ser: no la nada, como
cuando decimos que Dios creó al mundo de la nada; sino el no ser, lo opuesto al ser, que es, a su
vez, algo positivo, tanto como lo es el ser... 186
*Filon, De mundi opificio, p. 4; De victimas offerentibus, p. 857 (Buhle, op. cit., p. 125).
En general, podemos decir que esta filosofía no es tanto una metafísica del concepto o del
pensamiento mismo como una filosofía en que el espíritu aparece solamente en el pensamiento
puro y no bajo la forma de la representación, aunque los conceptos y las ideas aparecen, en ella,
representados todavía como formas independientes... 187
“El creador creó primero el mundo inteligible, el cielo incorpóreo y la tierra no sensible, la idea del
aire y de lo vacío; creó después la esencia incorpórea del agua, una luz incorpórea y un prototipo
no sensible del sol y de todas las estrellas”* el mundo sensible es el trasunto de todo esto. 188
*De mundo opificio, pp. 5 s. (Brucker, Hist. crit. phil. T. II, pp. 802 s.
B) LA CABALA Y EL GNOSTICISMO
La filosofía cabalística y la teología gnóstica se ocupan asimismo de las representaciones
expuestas por Filón. También para ellas es lo primero el ser, lo abstracto, lo desconocido, lo
carente de nombre, y lo segundo la revelación, lo concreto, lo que se desarrolla en la emanación.
Llámase cábala a la sabiduría secreta de los judíos, en la que se deslizan, sin embargo, muchos
elementos turbios; y también sus orígenes aparecen envueltos entre nubes de fábula. Dícese que
esta sabiduría se contenía en dos libros: el Jezhira (Creación) y el Zohar (Resplandor)...189
183
Idem.
184
Ibídem, p. 22
185
Idem.
186
Idem.
187
Idem.
188
Ibídem, pp. 22-23
189
Ibídem, p. 23
190
Ibídem, p. 24
La cábala viene a ser, sobre poco más o menos, lo siguiente. Lo Uno aparece proclamado como el
principio de todas las cosas, es también la fuente primigenia de todos los números. Pero, así
como la unidad no es un número de tantos, otro tanto acontece con Dios, fundamento de todas
las cosas, el Ensoph. La emanación relacionada con ello es el efecto de la primera causa, logrado
mediante la restricción de aquel primer fundamento infinito al que aquélla sirve de límite. En esta
causa primera se contiene todo eminenter, no formaliter, sino causaliter. El segundo momento
fundamental es Adán Cadmón, el primer hombre, ceter, lo primigenio, la suprema corona, el
microcosmos y el macrocosmos, con lo que guarda relación el mundo emanado, como emanación
de la luz. Luego nacen las demás esferas o los demás círculos del mundo, y esta emanación
adopta la forma de corrientes de luz. Primeramente, se producen diez emanaciones de éstas,
Sephiroth, que forman el mundo puro, azilútico, a cuyo ser es ajeno todo cambio. Viene después el
mundo briáhtico, sujeto a mudanzas. El tercer mundo es el mundo formado o jezirático; los
espíritus puros traspuestos a la materia, las almas de las estrellas; con, como se ve, una serie de
distinciones, que prosiguen de este modo oscuro. Viene, en cuarto lugar, el mundo hecho o
asiáhtico, que es el mundo más bajo de todos, el mundo sensible y vegetativo. 191
2. LOS GNOSTICOS
Los gnósticos, que aparecen divididos en muchas sectas, tienen como fundamento
determinaciones semejantes a las que ya hemos expuesto... Su orientación era el conocimiento
(gnosis)...
Uno de los gnósticos más destacados es Basílides. También él considera como lo primero al Dios
indecible, que es el Ensoph de la cábala; es, como en Filón, lo que es, el que es, el Anónimo, es
decir, lo inmediato. Lo segundo es el espíritu, el primogénito, llamado también la sabiduría...., lo
activo... y, en una determinación más precisa, la justicia... y la paz... Vienen luego otros principios
determinados que Basílides llama arcontes, o sean cabezas de reinos de espíritus. Un punto
fundamental es también aquí el retorno, el proceso de depuración del alma, la economía de la
purificación...: remontándose sobre la materia, debe esforzarse el alma por retornar a la sabiduría
y a la paz. El ser primigenio encierra toda perfección dentro de sí, pero sólo en potencia; sólo el
espíritu, el primogénito, es la primera revelación de lo oculto. Y lo mismo todos los seres creados:
sólo mediante la unión con Dios pueden participar de la verdadera justicia y de la paz que de ella
emana.192
C) LA FILOSOFIA ALEJANDRINA
La unidad de la conciencia de sí y del ser se revela bajo una forma más filosófica y más
conceptual en la escuela alejandrina, que representa la forma fundamental y constituye, por
tanto, la verdadera filosofía en esta esfera. 194
...los alejandrinos tomaban como base de sus doctrinas la filosofía platónica, pero poniendo a
contribución el desarrollo de la filosofía en general después de Platón y Aristóteles, sobre todo a
través de las filosofías posteriores, principalmente la estoica, o restauraban estas filosofías,
aunque pertrechadas con una cultura superior...195
191
Ibídem, p. 25
192
Ibídem, pp. 25-26
193
Ibídem, p. 27
194
Ídem.
195
Ibídem, p. 29
196
Ibídem, p. 30
Lo general platónico que existe en el pensamiento es como tal, la esencia absoluta. Es
una forma más profunda de la idea filosófica.
...La filosofía neoplatónica no formaba, pues, una escuela filosófica propia y especial como las
anteriores, sino que las reunía y unificaba todas, aunque consagrándose de un modo muy
especial al estudio de Platón, Aristóteles y los pitagóricos. 197
1. AMMONIO SACCAS
Ammonio Saccas, que quiere decir “cargador de sacos”, aparece citado como uno de los primeros o
más famosos maestros de esta escuela; murió el año 243 d. c.
2. PLOTINO
...
Plotino era egipcio y nació hacia el año 205 d. c., en Licópolis, bajo el gobierno de Septimio
Severo...
Plotino murió en Roma a los sesenta y seis años de edad, el 270 d. c.
...Las obras de Plotino fueron reunidas bajo el título general de Enéadas, seis en total...198
Lo fundamental de Plotino.
...Lo fundamental, lo característico en Plotino es el elevado y puro entusiasmo por la exaltación
del espíritu al plano de lo bueno y lo verdadero, a lo que es en y para sí... Toda la filosofía de
Plotino es de una parte metafísica, pero la tendencia que en ella prevalece... el desviar al espíritu
de este camino material y externo, señalándole su puesto en el centro de la idea simple y clara...
...en ella [en la filosofía de Plotino] no se habla ya para nada de criterio, como en los estoicos y los
epicúreos, sino que la tendencia de Plotino es a situarse en el centro, en la pura intuición, en el
pensamiento puro. Por tanto, lo que constituye la meta para los estoicos y los epicúreos, la
unidad del alma consigo misma en la ataraxia, es aquí el punto de partida: Plotino se coloca en el
punto de vista que consiste en provocar este estado dentro de sí mismo como un estado de
arrobamiento, así lo llama, como un estado de entusiasmo. Basándose, en parte, en este nombre
mismo y, en parte, en la propia cosa se ha encontrado la razón para calificar a Plotino de místico y
de estrafalario...199
...es evidente que Dios es un más allá de la conciencia individual de sí mismo: de una parte, en
cuando esencia o pensamiento puro; de otra parte, en cuanto esencia o pensamiento puro; de
otra parte, en cuanto que Dios, como algo real y concreto, es la naturaleza misma, la cual se halla
más allá del pensamiento. Pero precisamente esta modalidad objetiva retorna por sí misma a la
esencia; o, dicho de otro modo, la individualidad de la conciencia es superada. 200
197
Ibídem, p. 30
198
Ibídem, pp. 31-33
199
Ibídem, pp. 34-35
200
Ibídem, p. 37
201
Ibídem, p. 38
202
Ídem.
Lo primero, lo absoluto, el fundamento es el ser puro, lo inmutable. Es el fundamento
de todo ser que se manifiesta. Es la unidad esencial, la esencia de todas las esencias.
Es la unidad sin pluralidad. El ser puro absoluto, el bien absoluto.
Lo primero, lo absoluto, el fundamento es el ser puro, lo inmutable. Es el fundamento
de todo ser que se manifiesta.
Es la unidad esencial, la esencia de todas las esencias.
Su potencia no se halla separada de su acto, sino que es el acto absoluto en él mismo.
Es la unidad sin pluralidad. El ser puro absoluto, el bien absoluto.
...En primer lugar, ¿qué es el bien? “Es aquello de que todo depende... y que todas las cosas
apetecen... –lo mismo que en Aristóteles- y tienen por principio aquello de que todas necesitan,
mientras que él no necesita nada y se basta a sí mismo, siendo la medida y el límite de todo, lo
que de sí mismo infunde el nous y la esencia... y el alma y la vida, y la actividad de la razón... Y
hasta aquí todo es bello; pero es también supremamente bello... y por encima de lo mejor... lo
más que bueno, lo que impera libremente, lo mayestático en el pensamiento...* 203
* Plotino, Enéadas, I, lib. 8... cap. 2 (VI, lib. 9, cap. 6); III, lib. 8, caps. 9-10
203
Ibídem, p. 39
204
Ibídem, p. 40
205
Ibídem, p. 41
encontrarse a sí mismo: es la pura dualidad (duas), él mismo y su objeto; contiene todo lo
pensado, en esta distinción, pero la distinción pura, la que permanece igual a sí misma... 206
...resulta que no se debe partir de la unidad para pasar luego a la dualidad, sino concebir ambas
cosas como una sola.
...según Plotino el objeto de la inteligencia no es simplemente nada ajeno u opuesto a ésta ni a sí
mismo, sino que su contenido son las múltiples ideas. Dios es, pues, también, en su distinción y
en su expansión, el retorno a sí mismo; es decir, precisamente esta dualidad reside sencillamente
en la unidad y en su objeto. Lo pensado no existe fuera del nous y éste sólo se tiene, en el
pensamiento, a sí mismo como lo pensante... 210
“Por tanto, la materia permanece inclinándose siempre a otra cosa, es la potencia de lo que
vendrá después; queda flotando como una imagen tenue y turbia, que no es formable. Ahora bien,
¿es una imagen en acto? Es decir, ¿es en acto, una mentira? Es lo mismo que una mentira
verdadera, que un verdadero no ser”; es un algo no verdadero por medio de la energía... Por tanto,
si queremos conservar la materia indemne, debemos conservarla como materia; debemos, por
consiguiente, decir, a lo que parece, que ella sólo es en potencia, para que pueda seguir siendo lo
que es.”* 215
*Plotino, Enéadas, II, lib. 4, caps. 4, 12-15; lib. 5. caps. 2-5
El mal es concebido de este modo concreto como dentro del espíritu mismo y, por tanto,
como lo espiritual negativo.
El mal reside en el no-ser [el no-ser el ente].
“...Ahora bien, si esto es el ente y lo que se halla por encima de él, tendremos que el mal no reside
en los seres ni en lo que se halla por encima de ellos, ya que esto es el bien. Sólo quedará, pues,
213
Ibídem, p. 45
214
Ibídem, p. 46
215
Ibídem, p. 47
216
Ibídem, p. 48
un camino, a saber: que el mal, si es que existe, reside en el no ser, como una forma del no ser,
pero concibiendo a éste, no como lo que no es en absoluto, sino simplemente como otra cosa con
respecto al ente.” *217
* Plotino, Enéadas, I, lib. 8, caps. 2-3.
Esta caída, esta ulterior corporificación del alma, aparece descrita por los sucesores de Plotino en
el sentido de que desciende de la Vía Láctea y del Zodíaco a los círculos planetarios situados en
un plano inferior, adquiriendo en cada uno de ellos nuevas potencias y comenzando, además, a
ejercer en cada uno de estas facultades. Así, en Saturno el alma adquiere la capacidad de hacer
deducciones acerca de las cosas; en Júpiter, adquiere la facultad de la volición; en Marte, las
inclinaciones y los impulsos; en el sol, la sensación, la opinión y la imaginación; en Venus, los
apetitos sensibles, proyectados sobre lo particular; en la Luna, finalmente, la capacidad de
procrear.219
3. PORFIRIO Y JAMBLICO
Son famosos, entre los discípulos de Plotino, Porfirio y Jámblico, a los que ya hubimos de
referirnos en otra parte de esta obra (t. I, pp. 181, 184) como biógrafos de Pitágoras; el primero,
que era sirio, murió en el año 304; el segundo, sirio también, en el 333. 220
4. PROCLO
Más importante que los anteriores es la figura de Proclo, neoplatónico de la época posterior, de
quien pasamos a ocuparnos; nació en Constantinopla el año 412 y murió en Atenas el 485... 221
217
Ibídem, p. 49
218
Ibídem, p. 51
219
Ibídem, p. 52
220
Ibídem, p. 53
221
Ibídem, p.54
...Las obras principales de Proclo, la Teología platónica... y sus Elementos filosóficos... han sido
reeditados varias veces...222
Su filosofía reviste, al igual que la de Plotino, la forma de una serie de glosas y comentarios a la
de Platón; en este sentido, su obra más interesante es la que lleva por título Sobre la teología
platónica...223
222
Ibídem, p. 56
223
Ibídem, p. 56
224
Ibídem, p. 56
225
Ibídem, p. 57
226
Ibídem, p. 58
227
Ibídem, p. 59
228
Ídem.
Proceso de ir y venir en torno a la relación de lo uno y lo múltiple.
...Proclo desarrolla una múltiple dialéctica para poner de manifiesto que lo múltiple no es en sí,
no es la verdadera causa de lo múltiple, que todo retorna a la unidad y que, por tanto, la
verdadera causa de lo múltiple es también ésta. Pero no se pone en claro cómo es esto la relación
negativa de lo Uno consigo mismo; nos encontramos ante una múltiple dialéctica que va y viene,
simplemente, en torno a esta relación entre lo Uno y lo múltiple. 229
...lo múltiple es, por tanto, hénadas independientes. Encierran en sí el principio de la unidad; y si
difieren entre sí como cosas múltiples, sólo son múltiples, en cierto modo, con relación a una
tercera cosa, pues en y para sí son unidades. Ahora bien, estas hénadas engendran a su vez
otras, las cuales, sin embargo, tienen que ser necesariamente más imperfecta, pues el efecto no
es nunca exactamente igual a la causa, lo producido a lo que lo produce. 230
La pluralidad es semejante a la unidad absoluta.
...La pluralidad abstractamente concebida es, por tanto, su centro; la pluralidad es semejante a la
unidad absoluta y es lo que une a la unidad con todo el universo. La pluralidad pura hace que las
cosas distintas sean iguales entre sí y las enlaza, por tanto, en unidad; pero las cosas sólo
guarden semejanza con la unidad...”231
-El límite.
Lo tercero es el límite que mantiene en cohesión a estas hénadas y que forma su unidad con la
hénada absoluta; el límite establece lo múltiple y lo Uno mismo como unidad.” 233
Son tres esferas independientes que forman una totalidad; cada una de ellas es llena y
concreta de suyo.
Desarrollo de los conceptos de Platón en el Filebo; el límite, lo infinito y lo mixto.
1er. límite (la unidad absoluta); de aquí toman las cosas la unidad, la totalidad y la
comunidad(el principio de la individualidad).
1ª. infinitud. Sobre ella descansa toda separación, toda fecundidad y la producción de la
multiplicidad. Lo infinito es la cantidad, lo indeterminado y, para Platón, lo malo y el placer
como lo no verdadero.
La producción de algo divino:
-permanece firme dentro de la unidad individual,
-progresa hacia la infinitud,
-lleva en sí misma dentro de la unidad la pluralidad.
De la unidad y la pluralidad se deriva el ser.
Lo eterno en cuanto es la medida como lo intelectual participa del límite y en cuanto es
causa de la fuerza incesante, participa de la infinitud.
La inteligencia es un producto del límite, pero a su vez, como productora de todo tiene
la fuerza de la infinitud.
Lo mixto.
229
Ídem.
230
Ibídem, p. 60
231
Idem, p. 60
232
Ibídem, p. 61
233
Ibídem, p. 62
Es la unidad de lo determinado y lo indeterminado: todo el ser es una mónada de
muchas potencias, una esencia llena, lo uno múltiple.
De cada uno de los elementos de la triada (lo uno, lo infinito y el límite,) se desprende
una triada.
Primera triada de todo lo pensado: el límite, lo infinito y lo mixto.
El límite es Dios, inefable y primero, que todo lo mide y determina, que asume todo lo
paternal y lo coherente que emana hasta la cúspide.
Lo infinito. Es la potencia inagotable de este Dios que hace aparecer todas las
ordenaciones, toda la infinitud, tanto la preesencial como la sustancial y hasta la materia.
Lo mixto. Es la primera y la más alta ordenación de los dioses (diacosmos) la que lo
opone todo, ocultamente en cohesión, de acuerdo con la triada pensada que lo abarca todo y
encierra de un modo simple la causa de cuanto es, consolidando en lo primero pensado la
cúspide del todo. La primera ordenación es la sustancia abstracta que encierra las tres
determinaciones sin desarrollo alguno, es la esencia pura, lo no revelado.
Segunda triada o segunda ordenación: es lo infinito. Engendra al ser intermedio.
También tiene tres momentos.
El primer momento es la sustancia (con lo que termina la primera triada).
Lo segundo, que en la primera Triada era lo infinito, es aquí la potencia.
El tercero es la vida, que es la unidad de los dos anteriores.
Este ser intermedio es la vida pensada. [En la primera tríada era el ser absoluto]
Tercera Tríada: el pensamiento como tal, el nous.
Establece en torno suyo el nous pensado.
Lo llena con la unidad divina.
Sirve de unión entre la unidad divina y el ser absoluto.
Llena el ser absoluto con la unidad divina.
Esta tercera Tríada es todo, acto y manifestación, el límite de lo pensado.
La primera Tríada permanece oculta en el límite y contiene en su interior todo lo
intelectual.
La segunda también permanece y progresa hacia delante; la vida aparece y se retrotrae
en la unidad.
La tercera es la inteligencia que retorna al comienzo; progresa hacia delante a la vida y
llega de nuevo a sí misma.
Comparación entre las tres tríadas:
La primera es lo concreto mismo, la sustancia; la segunda es la vida; la tercera el
pensamiento pensado.
5. CONTINUADORES DE PROCLO.
...Proclo tuvo varios continuadores de su obra en la cátedra de Atenas, entre los que
mencionaremos a Marino, su biógrafo, Isidoro de Gaza y, finalmente, Damascio...234
234
Ibídem p 68
7º. El escepticismo destruye todo contenido, pues es conciencia de sí, pensamiento en
su soledad pura consigo mismo.
8º. Lo absoluto toma conciencia como algo concreto.
La tríada.
Hasta aquí llega la escuela neoplatónica.
El mundo se hace inteligible.
SEGUNDA PARTE
El primer período de la historia de la filosofía abarca mil años, desde Tales de Mileto, en el 550 a.
c., hasta Proclo, que murió en el 485 d. c., y hasta la desaparición de los últimos centros de la
filosofía pagana, en 529 d. c. El segundo período llega hasta el siglo XVI, abarcando, por tanto,
otros mil años...235
Por Tanto el hombre alcanza esta verdad al adquirir como intuición la certeza de que el lógos se
hace carne en Cristo...245
El hombre, en cambio, en cuanto que para él, como conciencia, existe la verdad y encuentra en
ella su destino de libertad, es capaz de intuir el ser en y para sí, de ponerse en relación con ello,
de tener como fin el saber;; y la liberación del espíritu estriba precisamente en que la conciencia
no permanezca dentro de su ser natural, sino que se convierta en algo espiritual, es decir, en que
exista para él lo eterno o, lo que tanto vale, la reconciliación de lo finito, como este sujeto, con lo
infinito.248
243
Ibídem, p. 77
244
Idem.
245
Ibídem, p. 78
246
Idem.
247
Idem.
248
Ibídem, p. 79
249
Idem.
La necesidad histórica del cristianismo como religión general de los pueblos.
Dentro de la concatenación de las formas anteriores, nos encontramos con que esta idea del
cristianismo se manifiesta precisamente ahora y con que tenía que convertirse además,
necesariamente, en la conciencia general de los pueblos. La manifestación del cristianismo como
religión universal es el contenido propio de la historia; lo que la filosofía de la historia tiene que
explicar de un modo preciso es esta necesidad de la idea... 250
La primera consiste en difundir y propagar la religión cristiana, para que llegue a penetrar en los
corazones de los hombres...253
Este desarrollo de la religión cristiana en el conocimiento pensante es lo que aportaron los Padres
de la Iglesia...255
Es indudable que los Padres de la Iglesia tienen el mismo derecho a comportarse ante lo positivo,
ante lo revelado, en la actitud del espíritu... 257
En una primera fase la religión católica (el cristianismo) es la ausencia total de espíritu.
250
Idem
251
Ibídem, p. 80
252
Ibídem, p. 83
253
Idem.
254
Idem.
255
Idem.
256
Ibídem, pp. 83-84
257
Ibidem, p. 85
...Cristo dice: “Cuando ya no esté con vosotros, os enviaré al Consolador; éste, el Espíritu, os
iniciará en toda la verdad”; (Cfr. San Juan 14, 16-26; 16, 7 [E.].) el espíritu, por tanto, y no el
trato con el propio Cristo ni sus palabras. Por consiguiente, sólo después de El, de Cristo, y de su
adoctrinamiento por el texto, descenderá el Espíritu sobre los apóstoles, sólo entonces estarán
llenos del Espíritu. Casi podría afirmarse que si fuese posible reducir el cristianismo a su primera
manifestación, se lo reduciría con ello al punto de vista de la ausencia total de espíritu, en que el
propio Cristo dijo a sus discípulos que lo espiritual sólo vendría cuando El desapareciese… 258
“...Pero el propio Cristo amonestaba severamente a quienes le exigían milagros; por tanto, para
que los hombres puedan considerarlo como Dios, para que llegue a ser verdaderamente Dios en el
corazón de los hombres, es necesario que deje de tener una presencia sensible e inmediata...” 259
Así, pues, lo segundo es que la figura humana presente y sensible tiene que desaparecer, para
incorporarse a la mnemosin, es decir, al mundo de las representaciones; sólo entonces puede
producirse la conciencia espiritual, la relación verdaderamente espiritual. Y a la pregunta de a
dónde se ha retirado Cristo se da esta respuesta: “Esta sentada a la diestra de Dios Padre”; es
decir, sólo ahora puede adquirirse la conciencia de Dios como este algo concreto, como el Dios
Unico, que lleva dentro de sí su otro momento, su Hijo (lógos, sofía).
Por tanto, para llegar a conocer como verdad el principio del cristianismo es necesario conocer
como espíritu concreto la verdad de la idea del espíritu; y es ésta, en efecto la forma peculiar que
encontramos en los Padres de la Iglesia... 260
Por tanto, para llegar a conocer como verdad el principio del cristianismo es necesario conocer
como espíritu concreto la verdad de la idea del espíritu; y de ésta, en efecto, la forma peculiar que
encontramos en los Padres de la Iglesia... 262
Los gnósticos.
...los gnósticos se atenían exclusivamente a lo general, concebían la representación bajo la forma
de la capacidad imaginativa y oponían estas representaciones al Cristo encarnado... La Iglesia,
por el contrario, manteníase fiel a la forma determinada de la personalidad, como al principio de
la realidad concreta.266
258
Ibidem, p. 86
259
Ídem.
260
Ibídem, p. 87
261
Idem.
262
Idem,
263
Idem
264
Ibídem, p. 88
265
Idem.
266
Ibídem, pp.88-89
El maniqueísmo
...Esta herejía conoce perfectamente la idea, pero levanta la forma de la existencia aislada en que
la idea era representada en la religión cristiana. La crucifixión de Cristo se interpreta, aquí como
algo puramente ficticio, simplemente alegórico, una imagen solamente: aquella crucifixión
puramente aparente del Jesucristo que no padece, la solidaridad puramente aparente en el dolor
del que no está unido a la materia corresponde al padecimiento real del alma prisionera. pero, del
mismo modo que las potencias de las tinieblas no pueden ejercer poder alguno sobre Cristo,
también su poder sobre el alma afín debe considerarse nulo. 267
Los arrianos.
“...con su doctrina, que consiste en reconocer al individuo manifiesto, pero sin enlazar la persona
de Cristo con la particularización, con la manifestación de la idea divina. Los arrianos consideran
a Cristo como un hombre, lo exaltan al plano de una naturaleza superior, pero sin ver en El un
momento de Dios, un momento del Espíritu mismo... 268
Los socinianos.
...quienes ven en Cristo simplemente a un hombre extraordinario, a un maestro, etc., razón por la
cual esta secta no formaba parte de la Iglesia, sino que se hallaba aún dentro del paganismo. No
obstante, también los arrianos, desde el momento en que no conocían a Dios en Cristo, privaban
de fundamento a la Trinidad y, por tanto, a toda la filosofía especulativa... 269
Los pelagianos.
...negaban el pecado original, afirmando que bastaba con la naturaleza del hombre para inclinarlo
a la virtud y a la religiosidad. Pero el hombre no debe ser tal y como es por naturaleza; debe
convertirse, por el contrario, en espiritual. De aquí que también esta doctrina fuese excluida como
herética...270
Lo tercero consiste en que se infunda la idea a la realidad, en que sea inmanente a ella, en que la
Iglesia no sea solamente una muchedumbre de corazones creyentes, sino que, a partir del
corazón, del mismo modo que la ley natural gobierna a un mundo sensible, se constituya una
vida superior del universo, un reino, se lleve a cabo la reconciliación de Dios consigo mismo
dentro del mundo, y no en un reino de los cielos situado en el más allá.
Esta comunidad es el reino de Dios sobre la tierra, es la Iglesia: “Donde están dos o tres
congregados en mi nombre –dice Cristo- allí estoy yo en medio de ellos.” (San Mateo, 18, 20 [E] 271
3. LA IGLESIA Y EL ESTADO
Por eso este nuevo mundo tuvo que ser aceptado y recogido por un nuevo género humano, por los
bárbaros; pues es propio de bárbaros, en efecto, asimilarse lo espiritual de un modo sensible; de
los bárbaros del Norte, concretamente, ya que sólo el nórdico ser-dentro-de-sí constituye el
principio inmediato de esta nueva conciencia del mundo... 272
El Espíritu del Mundo había confiado a las naciones germánicas la misión de desarrollar el
embrión, convirtiéndolo en la forma del hombre pensante... 273
...La filosofía, al igual que las ciencias y las artes, obligadas a enmudecer en el Occidente bajo el
imperio de los bárbaros germánicos, van a refugiarse entre los árabes, donde acusan un
espléndido florecimiento; y de aquí refluyen luego al Occidente. 274
267
Ibídem, p. 90
268
Ibídem, p. 91
269
Ídem.
270
Ídem.
271
Ibídem, p. 92
272
Ibídem, p. 93
273
Ibídem, p. 94
274
Ibídem, p 95
Dentro de este período habremos de estudiar primeramente, por tanto, la filosofía oriental, y en
segundo lugar, la filosofía occidental; es decir, primero la filosofía de los árabes y después la
filosofía escolástica...275
SECCION PRIMERA
La filosofía es cultivada y asimilada por los árabes; la filosofía de los árabes no puede, por tanto,
dejar de ser mencionada en una historia de la filosofía... 277
...los sirios vinieron a ser el puente entre los árabes y la filosofía griega... 278
Entre los cristianos y los ismaelitas advertíase, pues, la misma necesidad de filosofía; además, es
probable que los ismaelitas se esforzasen también por adquirir un conocimiento filosófico porque
sentían la necesidad inmediata de defender al mahometismo contra el cristianismo, religión
profesada por una gran parte de los pueblos sometidos. 279
...Bajo Harun Al-Raschid se citan los nombres de varios sirios que vivían en Bagdad y que fueron
requeridos por el califa para que tradujesen al árabe estas obras... Citaremos, entre ellos, a Juan
Mesue, de Damasco, que vivió bajo los califatos de Al-Rashid († 786 d. c.), Al-Mamón († 833) y Al-
Motawakel († 847), algo antes del poder de los turcos (862)... 280
...De las obras filosóficas de los griegos fueron traducidas por estos sirios casi exclusivamente las
obras de Aristóteles, y también fueron sirios los autores de los comentarios posteriores en torno a
ellas; no fueron, pues, los árabes mismos los traductores de estas obras. 281
...Por tanto, lo mismo la filosofía árabe que la escolástica y todo lo que acaece en el mundo
cristiano de la filosofía, tiene por esencia la filosofía alejandrina o neoplatónica; en torno a ella
giran todas las determinaciones del concepto... 282
Podemos decir, por lo que a los árabes se refiere, que su filosofía no representa ninguna fase
peculiar en el desarrollo de la filosofía... 283
...Pero, según todo lo que acerca de ellos sabemos, no llegaron a establecer ningún principio
verdaderamente superior de la razón consciente de sí misma, lo que explica por qué no hicieron
avanzar gran cosa la filosofía...284
275
Idem.
276
Ibídem, p. 96
277
Idem.
278
Idem.
279
Ibídem, p. 97
280
Idem.
281
Ibídem, p. 98
282
Idem.
283
Idem.
284
Ibídem, pp. 98-99
Moisés Maimónides cita principalmente, como una escuela o secta filosófica muy extendida y
caracterizada, la de los Medabberim.285
Dicen... los Medabberim: “Las sustancias, es decir, los individuos, que [por lo demás] han sido
creados por Dios, presentan muchos accidentes, lo mismo que en la nieve toda partícula es
blanca. Pero ningún accidente puede durar dos momentos; desaparecen apenas aparece, y Dios
se encarga de poner otro nuevo en su lugar”. Todas las determinaciones son, por tanto,
simplemente transitorias, llamadas a desaparecer; sólo el individuo es lo permanente... “Niegan,
por tanto, que algo exista por naturaleza y, por tanto, que la naturaleza de este o aquel cuerpo
lleve inherente el tener esos accidentes en vez de otros.”...
Su tesis octava dice así: no existe sino la sustancia y el accidente, y las formas naturales son de
suyo accidentes; sólo las sustancias son individuos. La tesis novena dice: los accidentes no se
hallan entroncados entre sí, no existe entre ellos ninguna relación causal ni otra cualquiera; en
toda sustancia pueden existir todos los accidentes. La décima proposición es la del tránsito
(transitus, posibilitas): Cuanto podamos imaginarnos puede convertirse también en inteligencia,
es decir, es posible. Pero, de este modo, todo es posible”, ya que las leyes de la inteligencia no
existen...288
...Los poetas orientales son preferentemente panteístas; es ésta su manera ordinaria de concebir
el mundo. Por tanto, los árabes desarrollaron las ciencias y la filosofía sin llegar a determinar
ulteriormente la idea concreta; lo último, para ellos, es más bien la disolución de todas las
determinaciones en esta sustancia, con la que sólo se combina la mera transitoriedad como el
momento abstracto de la negatividad.289
B) COMENTADORES DE ARISTOTELES
Por lo demás, los árabes se aplicaron con gran celo al estudio de las obras de Aristóteles y
principalmente al de sus escritos metafísicos y lógicos, así como al de la Física aristotélica. Una
de las tareas principales que se propusieron fue la de comentar estas obras y llevar adelante lo
lógico abstracto contenido en ellas...290
Alkindi, comentador de la Lógica, floreció alrededor y después del 800, bajo el califato de Al-
Mamónl Alfarabi murió el 966, escribió algunos comentarios sobre el Organon de Aristóteles,
estudiados con gran celo por los escolásticos y dejó, además, una obra Sobre el origen y la
285
Ibídem, p. 99
286
Ibídem, pp. 99-100
287
Ibídem, p. 100
288
Ibídem, p. 101
289
Ídem.
290
Ibídem, p. 102
clasificación de las ciencias... Hasta los médicos se ocupaban de filosofía, llegando de este modo a
formar una teoría: tal es, por ejemplo, el caso de Avicena (nació en 984 y murió en 1064), natural
de Bujara, ciudad situada al este del Mar Caspio, que se dedicó también a comentar a Aristóteles.
Algazel (murió en Bagdad, en 1127) dejó escritos compendios sobre lógica y metafísica... y
escribió una Destructio philosophorum. Ibn Tofail murió en la ciudad de Sevilla el año 1193.
Averroes, que murió en 1217, estaba considerado preferentemente como comentador de
Aristóteles.
“El conocimiento de Aristóteles por los árabes ofrece el interés histórico de que por esta vía fue
por donde primero llegaron al Occidente las obras del Estagirita... 291
Moisés Maimónides.
...Maimónides nació en Córdoba de España el año 1131 (año del mundo de 4891 y, según otros,
el 4895) y vivió en Egipto... su obra More Nebuchim... en las obras de Maimónides se toma como
base la historia, lo mismo que en los escritos de los Padres de la Iglesia; elk método seguido es el
de una metafísica rigurosamente abstracta, entrelazada, al modo de los escritos de Filón, con los
libros mosaicos y su explicación...292
SECCION SEGUNDA
LA FILOSOFIA ESCOLASTICA
Lo que encontramos de filosofía al principio de la Edad Media, en los comienzos de formación de
los Estados independientes, son sólo escasos residuos del mundo romano, cuya decadencia y
caída habían hecho que se interrumpiese casi por completo la cultura universal... 293
Lo que es la escolástica:
...La escolástica no es una doctrina fija, al modo como lo es, por ejemplo, la filosofía platónica o la
escéptica, sino un nombre muy vago, muy impreciso, que agrupa las diversas corrientes
filosóficas producidas en el seno del cristianismo durante casi un milenio... 294
...Las fuentes principales para el estudio del escolasticismo son: 1) Lamberto Daneo, en los
prolegómenos a su Commentarius in librum primum sententiarum Petri Lombarda, Ginebra, 1580
(es indudablemente la mejor fuente en forma compendiada); 2) Launoy, De varia Aristotelis in
Academia Parisiense fortuna; 3) Kramer, su continuación de la Historia universal de Bossuet, en
los dos últimos volúmenes; 4) la Summa de Tomás de Aquino. En la Historia de la Filosofía de
Tiedemann se encuentran extracos de los escolásticos, y también en Tannemann; las obras de
estos pensadores han sido asimismo eficazmente extractadas por Rixner. 295
...El nombre de escolasticismo proviene del hecho de que, desde los tiempos de Carlomagno, se
daba el nombre de scholasticus, en las grande escuelas anejas a las grandes iglesias-catedrales y
a los monasterios importantes, al canónigo a quien estaba encomendada la inspección de los
profesores (informadores) y que probablemente pronunciaba también, personalmente, lecciones
acerca de la ciencia más importante de la época, que era la teología... 296
En el cristianismo
...la naturaleza es abandonada por lo espiritual y, más concretamente, por la subjetividad
espiritual; he aquí por qué el curso de la naturaleza aparece constantemente y en todas partes
interrumpido por los milagros.299
298
Ibídem, p. 107
299
Ídem.
300
Ibídem, pp. 109-110
La forma general de la filosofía escolástica consiste, pues, en sentar una tesis, en alegar una serie
de objeciones contra ella y en ir refutando estas objeciones por medio de distinciones y
contrasilogismos...301
...el mundo político fue a parar a manos de las naciones germánicas; con ello surgió una nueva
forma dentro de la cual queda encuadrada la filosofía escolástica. La historia conoce esta
renovación con el nombre de época de las grandes migraciones... Nuevos pueblos se extendieron
por los dominios del antiguo Imperio romano y sentaron sus reales en ellos; se levantó así un
mundo nuevo sobre las ruinas del antiguo, y todavía hoy nos ofrece una imagen de esto la
contemplación de la ciudad de Roma, donde el esplendor de los templos cristianos descansa, en
parte, sobre las ruinas de los monumentos de la antigüedad y los nuevos palacios se levantan,
muchas veces, sobre las piedras venerables de los antiguos.
1. El elemento fundamental de la Edad Media es este desdoblamiento, esta duplicación: se nos
revelan, en ella, dos naciones, dos lenguas...
Estos pueblos representan, de este modo, la naturaleza del proceso espiritual en sí...
Por eso, aun habiendo llegado a triunfar el cristianismo como Iglesia lo mismo en el mundo
romano que en el bizantino, nos encontramos con que ninguno de estos dos mundos fue capaz de
desarrollar en su seno la nueva religión y de crear un nuevo mundo a base de este principio. La
razón de ello está en que en ambos existía ya, cuando el cristianismo apareció, un carácter fijo y
plasmado: costumbres, leyes, estado jurídico, organización del Estado (si es que a aquello se le
puede llamar organización), estructura política, dotes y habilidades, arte, ciencia, cultura
espiritual: todo se hallaba ya hecho. Y la naturaleza del espíritu lleva inherente, por el contrario,
el que este mundo así formado se engendre de su propio seno y el que esta creación se desarrollo
por la fuerza de la reacción, por medio de la asimilación de lo que le precede.
La idea espiritual o la espiritualidad penetró así en el espíritu y el ánimo romos de estos toscos
bárbaros; su corazón vióse atravesado por ella...
...Trátase de pueblos incultos todavía, en cuyo corazón y en cuyo espíritu reinan las sombras de
la barbarie; en ellas empieza a alumbrar ahora el principio del espíritu, con lo que se abre
necesariamente este tormento, esta lucha entre el espíritu y lo natural...
...por eso, la trayectoria que aquí se abre tiende, en efecto, a que el espíritu se imponga como la
reconciliación.
Para ello, es necesario que la conciencia subjetiva, el ánimo, el corazón adquieran un sentido
racional, y no sólo ellos, sino también la dominación secular, las leyes, las instituciones, la vida
humana, etc., en la medida en que ello se halla dentro de las posibilidades del espíritu.
En la República de Platón nos encontrábamos con la idea de que los filósofos deben gobernar el
Estado. Ha llegado el momento de proclamar que debe gobernar lo espiritual; pero lo espiritual
cobra ahora un nuevo sentido: el de que debe gobernar lo eclesiástico, es decir, los sacerdotes...303
...Lo divino, lo espiritual, se cifra así en mi espíritu subjetivo, es idéntico conmigo mismo; yo
mismo soy lo general, y esto sólo vale en cuanto yo lo sé de un modo inmediato. 304
Contradicción histórica entre la espiritualidad del corazón que pretende la Iglesia y la realidad de
su existencia mundial.
...El primero es la contradicción en el estado del mundo. Esta forma de la contradicción, tal y
como aparece en la historia, es la espiritualidad que pretende ser, en cuanto tal, la espiritualidad
del corazón, pero el espíritu es uno, y sobre él descansa la comunidad de quienes comulgan en
esta espiritualidad... La Iglesia se organiza, pero acaba siguiendo los caminos de la existencia
mundanal, de la riqueza, de los bienes materiales, acaba adquiriendo todas las pasiones
mundanales de la tosquedad; pues lo espiritual es solamente el principio. El corazón, que forma
parte de la existencia, de la mundanidad, y todas estas relaciones entre los hombres siguen
determinándose con arreglo a aquellas propensiones, a aquellos apetitos, a aquellas pasiones, a
aquella tosquedad. De este modo, la Iglesia sólo entraña el principio espiritual, sin que este
301
Ibídem, p. 110
302
Ibídem, p. 111
303
Ibídem, p. 113
304
Ibídem, p. 114
principio sea verdaderamente real, y de tal modo que las ulteriores relaciones no son todavía
racionales, como no lo son antes del desarrollo del principio espiritual en el universo... Todas las
pasiones, el afán de poder, la codicia, la violencia, el engaño, el robo, el asesinato, la envidia, el
odio: todos estos vicios de la brutalidad arraigarán en ella pasando a formar parte integrante de
su régimen...305
[NB. Parecido con lo que sucedía en la religión china: [b) es una religión espiritual
negativa: es la religión de Fo cuya doctrina fundamental es la aniquilación del individuo, su
inmersión en la nada, el no ser nada, no querer nada, no sentir nada, no desear nada y por
este medio alcanzar la beatitud; es lo mismo que el nirvana de los budistas. Esta doctrina se
explica perfectamente por la fase en que se encontraba la sociedad china en aquella época:
el modo de producción asiático se basaba, como ya lo hemos dicho muchas veces, en el
usufructo privado por familias de las tierras que pertenecían a la comunidad; el jefe de
familia se convierte en un individuo con un interés particular distinto y opuesto al de los
demás jefes de familia; el desarrollo y exaltación del interés individual es el resultado
principal del establecimiento de esta forma de organización social; el agobiamiento del
individuo por la carga que representa el ser ahora quien asume todas las funciones que
pertenecían a la comunidad, desemboca necesariamente en la aspiración a abandonar
todas esas responsabilidades y sumergirse en la nada, en la abstracción de todo interés
concreto; en el grueso de la población, la doctrina de Fo y el budismo tienen el efecto de
atemperar la exaltación de la individualidad, que dejada a su propio impulso amenazaba
con destruir a la sociedad china.
[c)es una religión espiritual positiva; para ella lo absoluto es el espíritu, no algo
exterior como la naturaleza; la facultad absoluta del espíritu es la bondad; ésta tiene una
forma sensible, inmediata, natural que es la figura humana, la cual representa la existencia
del espíritu en su modo natural; el Dalai Lama es el hombre adorado como dios. La bondad
absoluta, que es la característica esencial del espíritu, se manifiesta en un ser humano
específico, el Dalai Lama, para que los demás vean una admonición a la vida buena y a la
305
Ibídem, p. 115
306
Ibídem, pp. 115-116
307
Ibídem, p. 116
308
Ídem.
piedad del alma. Esta característica de la religión china encuentra su fundamento y
explicación en la naturaleza de la base económica que la sustenta: el modo de producción
asiático, en el cual los jefes de familia se convierten en individuos con intereses particulares
opuestos; esa oposición deviene necesariamente en una lucha de todos contra todos que
adquiere tintes cada vez más violentos y que amenaza con destruir la organización social;
de modo espontáneo surge entre los individuos el sentimiento de la bondad como un medio
de atenuar aquella agresividad generalizada; este sentimiento se proyecta como la
característica esencial de un ser distinto y superior al hombre que se materializa en un ser
humano particular que es la suma de todas las bondades y que sirve de polo de atracción
para desarrollar este sentimiento entre los hombres.]
...es necesario que el espíritu, en cuanto voluntad, en cuanto impulsos, en cuanto pasión,
reclame una posición completamente distinta, una difusión y una realización incompatibles con
ese retraimiento solitario, es decir, que el mundo postule un círculo más extenso de existencia,
una cohesión real de los individuos, una racionalidad y unos pensamientos ajustados a las
relaciones y a los actos reales... La virtud subjetiva tiene más bien el carácter propio del dolor y
de la privación por sí misma, y la moralidad consiste precisamente en este sustraerse a sí mismo,
en este renunciar: y la virtud hacia otros tiene simplemente el carácter de la caridad, de algo
momentáneo, contingente, al margen de toda relación. Todo aquello que pertenece a la realidad
no se halla, de este modo, informado por la verdad, que es solamente algo celestial, algo situado
en el más allá... unos cuantos individuos viven en olor de santidad, pero los demás se hallasn
condenados. Y en éstos observamos cómo la santidad de un instante en el cuarto de hora
dedicado al culto alterna con semanas y meses enteros dedicados a una vida del más brutal
egoísmo, de la más feroz violencia y de las más desenfrenadas pasiones. Los individuos caen de
un extremo en otro, del extremo del más brutal desenfreno y barbarie, de la obstinación y la
terquedad, en el extremo de la renuncia a todo, del triunfo sobre todos los apetitos, etc. 309
Pero debemos examinar además el comportamiento propio del sujeto mismo, que es el de
pertenecer a la Iglesia y ser un verdadero miembro de ella. Pero, aun después de ingresar a la
Iglesia, los individuos necesitan participar de ella, lo cual exige su purificación de todo pecado.
Esto requiere: primero, saber en general qué es lo malo; segundo, que el individuo quiera lo
bueno y lo religioso; tercero, que el hombre peque por su pecaminosidad natural. Ahora bien,
como el interior del hombre, su conciencia [moral] debe acreditar su rectitud, es necesario que las
faltas cometidas sean eliminadas como sino hubiesen ocurrido, que el hombre se purifique y sea,
en cierto modo, bautizado de nuevo y recibido de nuevo en el seno de la Iglesia, limpiándose cada
vez que peca de todo lo negativo que lo separa de ella.
Contra esta pecaminosidad existen preceptos y leyes de carácter positivo, por lo cual no es posible
saber por la naturaleza misma del espíritu lo que es bueno y lo que es malo. De este modo, la ley
divina es algo externo que, por tanto, debe hallarse en posesión de alguien; y el cuerpo de los
sacerdotes se halla separado de los demás hombres, siendo él, exclusivamente él, el que conoce
tanto la doctrina como los medios de la gracia, es decir, el modo como el individuo es, en el culto,
un individuo religioso y puede adquirir la certeza de participar de lo divino. Y así como a la
Iglesia, en relación con el culto, le corresponde como patrimonio externo la distribución de los
medios de la gracia, se halla también en posesión de la dignificación moral de los actos de los
individuos, en posesión de la conciencia [moral] y del saber en general; por donde lo más íntimo
del hombre, su imputabilidad se halla en manos ajenas, entregado a otra persona, y el sujeto se
ve despojados hasta en lo más íntimo de su “sí mismo”.
La Iglesia sabe también lo que debe hacer el individuo: los pecados de éste deben ser conocidos,
siendo otro, la Iglesia, quien los conoce; además, los pecados deben ser remitidos, y también esto
se efectúa de un modo externo, mediante bulas, ayunos, flagelaciones, castigos, peregrinaciones,
etc. Es, pues, una actitud de ausencia del “sí mismo” y del espíritu en cuanto al saber y al querer
en las cosas más importantes y elevadas de la vida, lo mismo que en los actos más triviales. 313
3. Esto nos obliga a determinar con mayor claridad, por fin, la relación en el campo de la filosofía
misma; pero, en los pueblos bárbaros, el cristianismo sólo podía asumir esta forma del ser
externo, y esto pertenece ya a la historia... 314
“La filosofía de la Edad Media encierra, pues, el principio cristiano, principio que es la suprema
invitación a pensar, ya que las ideas son aquí totalmente especulativas. Uno de los aspectos de
ello es que la idea sea captada con el corazón, llamando corazón al hombre individual... 317
312
Ibídem, p. 119
313
Ibídem, p. 120
314
Ídem.
315
Ídem.
316
Ibídem, p. 121
317
Ídem.
encontramos con que el modo de filosofar propio de esta época, en cuanto a la orientación del
pensamiento formar, no presenta aún un contenido concreto... Pero las reflexiones de los
escolásticos en torno a este contenido dependen, sin encontrar punto de apoyo, en las
determinaciones del pensamiento formal, de la deducción; y lo que en ellos pueda encontrarse, en
punto, por ejemplo, a las determinaciones referentes a las relaciones naturales, a las leyes de la
naturaleza, etc., no tiene aún su contrapartida en la experiencia, no se halla determinado aún por
el sano sentido común...318
a) Anselmo
Nació en Aosta (Piamonte) hacia 1304, profesó como fraile en Bec, en 1060 y ya en 1093 lo vemos
convertido en arzobispo de Cantorbery; murió en 1109. Se esforzó en investigar y probar por la
vía filosófica la doctrina de la Iglesia; de él se dice incluso que fue quien puso los fundamentos de
la filosofía escolástica.321
318
Ibídem, pp. 121-122
319
Ibídem, p. 123
320
Ibídem, pp. 123-124
321
Ibídem, p. 124
322
Ibídem, p. 125
...se manifiesta en Anselmo la contraposición entre el pensamiento y el ser... cobrándose así
conciencia de la suprema ley; ello equivale a cobrar conciencia de la suprema sima, de la
suprema contradicción.323
Esta idea absoluta, la Esencia de las esencias, lleva en sí también todas las realidades
del ser.
NB. Es un giro muy importante de la Filosofía.
Prueba ontológica de la existencia de Dios.
Dios es aquello por encima de lo cual no cabe pensar nada más grande, tanto en el
entendimiento como en la cosa misma.
Es el pensamiento absoluto que lleva dentro de sí el ser absoluto.
...existe pues, sin duda alguna, algo por encima de lo cual no cabe pensar nada más grande,
tanto en el entendimiento como en la cosa misma. 326
De este modo, dice Tennemann (t. VIII, secc. 1, p. 121), “sienta anselmo el primer fundamento
formal de la teología escolástica”.327
...alentó la filosofía de los escolásticos, al combinar la teología con la filosofía... el otro es que en él
aparece captada aquella suprema contraposición del pensar y el ser. 328
b) Abelardo
...Guarda una estrecha relación con Anselmo de Cantorbery la figura de Pedro Abelardo, ya que
ambos contribuyeron preferentemente a introducir la filosofía en el campo de la teología. Abelardo
vivió... de 079 a 1142. SE hizo famosos por su erudición, pero alcanzó todavía mayor celebridad
en el mundo sentimental por sus amores con Eloísa... procurando demostrar, sobre todo, el
dogma de la Trinidad por la vía filosófica. Tuvo su cátedra en París... 329
a) Pedro Lombardo
323
Ídem.
324
Ídem.
325
Ibídem, pp. 125-126
326
Ibídem, p. 126
327
Ibídem, p. 129
328
Ídem.
329
Ídem.
330
Ibídem, p. 130
...Los hombres que llevaron a cabo esta obra fueron, en primer lugar, Pedro de Novara, en
Lombardía, que vivió a mediados del siglo XII y a quien podemos considerar como el fundador de
este método... Pedro Lombardo levantó un edificio sistemático de teología escolástica que se
mantuvo en pie durante varios siglos, sirviendo de fundamento a la dogmática de la Iglesia.
Compuso, con este fin, sus Quatuor libri sententiarum, que valieron al autor el nombre de
Magíster sententiarum…331
b) Tomás de Aquino
El segundo de los autores de este grupo, tan famoso por lo menos como Pedro Lombardo, es
Tomás de Aquino, descendiente de la familia condal de los Aquinos y que nació en 1224, en el
castillo paterno de Roccasecca, del reino de Nápoles. Ingresó a la orden de los dominicos y murió
en 1274... Poseía un conocimiento extensísimo de la teología y de Aristóteles y se le conocía con
los nombres de Doctor Angelicus y Doctor communis, considerándoseles como a un segundo San
Agustín. Era discípulo de Alberto Magno; escribió algunos comentarios sobre Aristóteles y Pedro
Lombardo y compuso también una Summa theologica (es decir, un estudio sistemático)... 333
...Pedro Lombardo y Tomás de Aquino son los autores más famosos desde este punto de vista y
sus obras sirvieron durante largo tiempo de base a todas las demás elaboraciones eruditas.
Tomás de Aquino funda sus doctrinas en las formas aristotélicas, en la de lo sustancial ( forma
substantialis), análoga a su entelequia... Acerca de la teoría del conocimiento, dice: las cosas
materiales se componen de forma y materia; el alma lleva dentro de sí la forma sustancial de la
piedra.334
Escribió algunos comentarios sobre el Magister sententiarum que le valieron fama de sutilísimo
pensador; comienza por la prueba de la necesidad de una revelación sobrenatural frente a la
simple luz de la razón... 336
...Parece, a juzgar por todos los testimonios existentes, que Duns Escoto contribuyó con nuevos
fundamentos en pro y en contra al método escolástico de la disputa y a la materia del mismo,
hasta llevarlo a su culminación; su modo consiste en añadir a cada sentencia una larga serie de
distinctiones, quaestiones, problemata, soluciones, y argumenta pro et contra. Y como además
refutaba sus argumentaciones en la misma serie, todo volvía a confundirse y embrollarse... 337
331
Ídem.
332
Ibídem, p. 131
333
Ibídem, p. 132
334
Ídem.
335
Ibídem, pp. 132-133
336
Ibídem, p. 133
337
Ídem.
Debemos señalar ahora una tercera tendencia, nacida de la circunstancia histórica puramente
externa de que, a fines del siglo XII y comienzos del XIII, los teólogos occidentales empezaron a
adquirir, de un modo más general, a través de las traducciones del arábigo al latín, el
conocimiento de las obras de Aristóteles y de sus comentadores griegos y árabes, obras y
comentarios que, a partir de ahora, utilizan desde muchos puntos de vista y comentan a su
vez...338
a) Alejandro de Hales
El primer autor en quien se manifiesta este conocimiento de Aristóteles y de los árabes es
Alejandro de Hales († en 1245), el Doctor irrefragabilis... Hasta ahora, el conocimiento de
Aristóteles había sido muy somero... se limitó... a su Lógica, a través de Boecio, San Agustín y
Casidoro, que era todo lo que se había salvado en los tiempos antiguos... 339
Las dos obras de Aristóteles cuyo conocimiento se difundió principalmente por esta vía fueron la
Metafísica y la Física, de las que se sacaron diversos extractos (summae). La lógica y la metafísica
aristotélicas fueron desarrolladas ahora hasta el máximo, en interminables distinciones, y
reducidas a peculiares formas intelectivas silogísticas, que servían principalmente de base para el
tratamiento de las materias estudiadas; esto contribuyó a que se acentuase todavía más la
sutileza dialéctica, al paso que lo verdaderamente especulativo de Aristóteles era relegado a
último plano por el espíritu de la exterioridad, que era también, por tanto, el de la ausencia de
razón.
El emperador Federico II Hohenstaufen ordenó luego que fuesen traídos de Constantinopla y
traducidos al latín una serie de libros de Aristóteles... 340
b) Alberto Magno
...el más famoso escolástico alemán... Nació en Lauingen sobre el Danubio (Suabia) en 1193 ó
1205... Profesó la orden de los dominicos... murió en 1820... 341
a) Roscelino
...Los orígenes de esta disputa se remontan hasta el siglo XI. El primer nominalista es Roscelino...
escribió también en contra de la Trinidad y fue condenado por herético en una asamblea
eclesiástica celebrada en Soissons en 1902... 343
Realismo y nominalismo.
...la disputa entre realistas y nominalistas giraba en torno a si estos universales eran, en efecto,
algo real, algo en y para sí al margen del sujeto pensante e independientemente de las cosas
aisladas existentes, de tal modo que existiesen en éstas independientemente de la individualidad
de la cosa y de un modo sustantivo los unos con respecto a los otros, o se, por el contrario, lo
universal era algo puramente nominal, algo que sólo existía en la representación subjetiva, un
ente del pensamiento y nada más.344
Realistas.
Quienes afirmaban que los universales eran, fuera del sujeto pensante y aparte de las cosas
aisladas, un algo real y existente y que la esencia de las cosas era simplemente la idea, recibían el
nombre de realistas, en una acepción que era, en rigor, la inversa de lo que hoy llamamos
realismo... El realismo de los escolásticos afirmaba, asimismo, que lo universal era algo
338
Ibídem, p. 134
339
Ídem.
340
Ibídem, pp. 134-135
341
Ibídem, pp. 135-136
342
Ibídem, p. 137
343
Ibídem, p. 138
344
Idem.
independiente, algo para sí, existente, pues las ideas no se hallan expuestas a la destrucción
como las cosas naturales, sino que son inmutables y lo único que es un verdadero ser... 345
Nominalistas.
...los nominalistas o formalistas, afirmaban que los géneros, los universales, eran simples
nombres, algo puramente formal, meras representaciones para nosotros, generalizaciones
subjetivas nada más, un producto del espíritu pensante; según ellos, sólo lo individual era lo
real.346
...Roscelino cifraba los conceptos generales simplemente en las necesidades del lenguaje.
Afirmaba que las ideas o los universales, tales como el ser, la vida, la razón, etc., no eran otra
cosa que simples conceptos abstractos o nombres genéricos, que como tales, en y para sí, no
tenían realidad general y peculiar alguna: lo sustantivo, lo vivo, según él, residía solamente en el
individuo.
Contra esta afirmación se alegan razones por las que se ve hasta qué extremos de ridículo se
llevaba a veces la polémica y cómo ésta giraba, en gran parte, en torno a las concepciones del
cristianismo. Así vemos que Abelardo reprocha a Roscelino el que éste afirme que ninguna cosa
tiene partes y que sólo las palabras que designan las cosas son divisibles… 347
b) Gualterio de Montagne.
...Este filósofo († 1174) tendía a la combinación de lo individual y lo general: lo general, según él,
tiene que ser individual, los universales tienen que aparecer unidos a los individuos, en cuanto a
la esencia...348
Tomistas y Escotistas.
Mientras que el nominalismo craso explicaba los conceptos generales como simples nombres que
sólo tenían realidad en el lenguaje y no atribuía realidad más que a los individuos, el realismo,
por el contrario, reconocía realidad solamente a los universales y sólo veía en lo que distinguía a
unas cosas individuales de otras simples accidentes o meras diferencias (sin que ambas opiniones
pasasen clara y resueltamente de lo uno a lo otro): había, pues, entre los escolásticos quienes
mantenían el criterio certero de que la limitación de los general y, concretamente, de lo más
general, del ser, de la entidad, de que la individuación representa una negación... 349
Tomás de Aquino
Realistas.
Tomás de Aquino, que era realista, concebía la idea general como algo indeterminado y situaba la
individuación en la materia designada (materia signata), es decir, en la materia en sus
dimensiones o determinaciones: el principio primigenio era, según él, la idea general y la forma,
en cuanto actus purus, podía ser para sí, como en Aristóteles; la identidad de materia y forma, las
formas de la materia en cuanto tales, hallábanse alejadas del principio primigenio, mientras que
las sustancias pensantes eran simples formas... 350
c) Guillermo de Occam.
...de la aldea de este nombre, en el condado de Surrey (Inglaterra), conocido como el Doctor
invincibilis, que florece en los primero años del siglo XIV... 352
345
Idem.
346
Idem.
347
Ibídem, p. 139
348
Idem.
349
Idem.
350
Ibídem, p. 140
351
Ídem.
352
Ibídem, pp. 140-141
Occam es famosísimo por la habilidad y la destreza con que manejaba las armas de la lógica, por
su sutileza en las distinciones y su fecundidad para inventar argumentos en pro y en contra, etc.
Occam fue uno de los principales adalides del nominalismo... 353
...A partir de ahora, la teología se profesa en dos ramas o campos distintos (theologia scholastica
secundum utramque partem).354
Explicación de Occam.
...La cosa se explica del siguiente modo. La inteligencia, al percibir una cosa fuera del alma, se
forma otra cosa semejante a ella dentro del espíritu, de tal modo que, si estuviese animada por
una capacidad productiva, la alumbraría como un artista, como una unidad numérica distinta de
la anterior, en un sujeto que es en y para sí. Y si a alguien no le agrada que llamemos a esta
representación hecha, podríamos decir que la representación y todo concepto genérico general es
una cualidad existente subjetivamente en el espíritu, que es, por su naturaleza, el signo de una
cosa situada fuera del alma, lo mismo que la palabra es un signo de la cosa, que inventa
libremente quien la bautiza”. 359
353
Ibídem, p. 141
354
Ídem.
355
Ídem.
356
Ibídem, p. 142
357
Ídem.
358
Ídem.
359
Ibídem, p. 143
representado, concebido como lo que lo encierra dentro de sí todo. Para Aristóteles, lo general en
el juicio era el predicado de las cosas, el terminus major del silogismo. En Plotino, y especialmente
en Proclo, lo Uno es todavía algo inmediato y se conoce solamente por sus ordenaciones. Pero
como la religión cristiana es la religión revelada, tenemos que Dios, por una parte, no es ya lo
inabordable, lo inefable, un algo recóndito, cerrado, sino que los distintos grados de lo que brota
de él son su misma manifestación y lo Trino, por tanto, lo revelado, de tal modo que las tríadas y
lo Uno no son algo distinto, sino que precisamente estas tres personas distintas en Dios son Dios
mismo y lo Uno, es decir, algo que es para lo otro, algo relativo de suyo. El Padre, el Dios de los
israelitas, es este Uno; el momento del Hijo y del Espíritu es lo supremo en el presente espiritual
y corporal, aquél en la comunidad de los creyentes, éste en la naturaleza. Para los neoplatónicos,
por el contrario, lo general es solamente lo anterior, que luego no hace más que revelarse; para
Platón y Aristóteles es más bien la totalidad, el todo, el Todo-Uno. 360
d) Buridán.
...Filósofo nominalista, que se inclina del lado de los deterministas, quienes afirman que la
voluntad es determinada por las circunstancias... 361
Luis XI ordenó, en 1473, que los libros de los nominalistas fuesen confiscados y atados con
cadenas; pero, en 1481, fueron desencadenados de nuevo. Se dispuso que en las facultades de
Teología y Filosofía se explicasen y estudiasen las obras de Aristóteles y de sus intérpretes
Averroes, Alberto Magno y Tomás de Aquino. 362
5. LA DIALECTICA FORMAL
El interés dialéctico se ve impulsado en esta época hasta el máximo... se trata de un interés de
carácter puramente formal. Esto explica, en primer lugar, la invención hasta el infinito de
términos técnicos. Además, esa dialéctica puramente formal hace gala de una gran inventiva en la
creación, para su tratamiento, de objetos, problemas y cuestiones carentes de todo interés
religioso y filosófico... las representaciones intelectuales y las ideas religiosas, es expuesto por
ellos de un modo inmediatamente sensible, haciéndolo descender al plano externo de las
relaciones completamente sensibles y considerándolo metódicamente desde este punto de vista. 363
b) Pascasio Roberto.
...Hacia el año 840 se abrió además, originando una nueva, larga y agitada disputa, la polémica
en torno al nacimiento de Jesucristo, acerca de su carácter natural o sobrenatural... 365
“La sabiduría y la omnipotencia de Dios, la providencia y la previsión divinas daban pie, para una
serie de contradicciones con respecto a determinaciones abstractas, locales, mezquinas y de mal
gusto que, en realidad, nada tienen que ver con Dios... 366
Pedro Lombardo:
¿Habrían sido posibles la providencia y la predeterminación divinas, caso de no haber
existido las criaturas?
¿Dónde estaba Dios antes de la creación?
¿Puede Dios saber más de lo que sabe?
¿Puede Dios en todo tiempo todo lo que ha podido?
¿Dónde estaban los ángeles después de su creación?
360
Ídem.
361
Ídem.
362
Ibídem, p. 144
363
Ídem.
364
Ibídem, p. 145
365
Ibídem, p. 146
366
Ídem.
¿Han existido siempre ángeles?
¿Qué edad tenía Adán cuando fue creado?
¿Por qué fue formada Eva de las costillas del hombre y no de otra parte cualquiera de
su cuerpo?
¿Y por qué mientras el hombre dormía, y no estando despierto?
¿Por qué no se unió la primera pareja en el paraíso terrenal?
¿Cómo se habrían perpetuado los hombres, si no hubiesen pecado?
Los niños en el paraíso, ¿habrían nacido con los miembros ya perfectamente
desarrollados y con el pleno uso de los sentidos?
¿Por qué se convirtió en hombre el Hijo y no el Padre o el Espíritu Santo?
¿Y no pudo Dios haber asumido la humanidad en el sexo femenino?
...los escolásticos tomaban las cosas divinas como los bárbaros, reduciéndolas a criterios y
relaciones propios de los sentidos…367
6. LOS MISTICOS
...aunque estos pensadores deban distinguirse de los escolásticos en sentido estricto, no cabe
duda de que prosiguen de diversos modos la orientación de éstos, sin que sea posible separarlos
de ellos en absoluto.369
Juan de Charlier.
Este filósofo , conocido más comúnmente por Jerson o Gerson, nació en 1363 y escribió
una Theologia mystica.
Raimundo de Sabunde.
...También Raimundo de Sabunde, pensador español del siglo XV, profesor de Toulouse hacia el
1437, escribió en su Theologia naturalis, obra compuesta con espíritu especulativo, acerca de la
naturaleza de las cosas y de la revelación de Dios en la naturaleza y en la historia del Dios-
Hombre...370
Rogelio Bacon.
...Estudió principalmente cuestiones de física, pero sin llegar a alcanzar gran influencia; inventó
la pólvora, el espejo y los anteojos de larga vista; murió en 1294. 371
Raimundo Lulio.
...Llamado el Doctor illuminatus, llegó a ser muy famoso, sobre todo por el arte de pensar
compuesto por él y a que dio el nombre de Ars magna. Nació en Mallorca, en 1234...
“La tendencia fundamental del arte de Raimundo Lulio consistía en enumerar y ordenar todas las
determinaciones conceptuales a que era posible reducir todos los objetos, las categorías puras
con arreglo a las que podían determinarse, para de este modo poder señalar fácilmente, con
respecto a cada objeto, los conceptos a él aplicables. Raimundo Lulio es, pues, un pensador
sistemático, aunque al mismo tiempo mecánico... 372
367
Ibídem, p. 147
368
Ídem.
369
Ibídem, p. 148
370
Ídem.
371
Ibídem, p. 149
372
Ídem.
especulativo, en algo intelectivo y sensibilizado; pero no como en el arte, sino, por el contrario,
como una relación de la realidad común.
“Ya el Padre y el Hijo son una relación sensibilizada; ahora, nos encontramos con que el mundo
divino (no ocurría esto entre los platónicos) aparece decorado, para la imaginación y la devoción,
con ángeles, santos y mártires en vez de pensamientos, o con que los pensamientos forman, aquí,
una seca metafísica intelectiva...373
...Es, en realidad, un tipo muy peculiar de barbarie, no una barbarie espontánea y tosca, sino
una barbarie a la que se llega por la vía del pensamiento, convirtiendo a la idea absoluta y a la
suprema cultura en barbarie; lo que es, de una parte, la forma más atroz de ésta y de la
perversión y, de otra parte, el punto infinito de que mana una más alta reconciliación.
Si quisiéramos encontrar el contraste más señalado y más evidente con la filosofía y la teología
escolástica y sus manejos, diríamos que lo contrario al escolasticismo es el sano sentido común,
la experiencia exterior e interior, la intuición de la naturaleza, el sentido humano, la
humanidad...374
Filosofía de Aristóteles.
...Más tarde, la filosofía de Aristóteles cayó exteriormente en manos de este entendimiento
huérfano de espíritu; pero esta filosofía es un arma de dos filos, un entendimiento
extraordinariamente determinado y claro que es, al mismo tiempo, un concepto especulativo en el
que las determinaciones intelectivas abstractas, al salirse de su marco, carecen de base por sí
mismas, se truecan dialécticamente y sólo encierran una verdad en su combinación... 377
...La filosofía aristotélica es el reverso de estos manejos escolásticos, pero, al entregarse a ellos, se
enajena a sí misma...379
En cuarto lugar, este entendimiento tosco lo iguala todo, lo nivela todo, llevado de su generalidad
abstracta, que era para los escolásticos lo válido, lo mismo que en lo político el entendimiento
tiende a la nivelación...381
A este entendimiento le falta, en este sentido, el puente que va de lo general a lo particular; y las
consecuencias a que llega las deja flotando como representaciones en lo nebuloso de su
fantasía...382
...Entre los eruditos, manifestase abiertamente la ignorancia acerca de los racional, una ausencia
de espíritu total y monstruosa; y esta misma ignorancia monstruosa y total se revelaba también
en los demás, en los monjes...384
...Nos hemos encontrado, de una parte, con un tratamiento de la doctrina cristiana por la vía
filosófica, pero también, por otra parte, con un desarrollo del pensamiento lógico formal, con la
secularización del contenido absoluto que es en y para sí... 385
...El mal y sus penas se convierten ahora en algo infinito, y las opiniones discrepantes son
castigadas incluso con la muerte, como ocurre con la herejía y con la heterodoxia contra las
determinaciones más abstractas y más vacuas de una dogmática interminable... 387
378
Idem.
379
Ibídem, p. 155
380
Idem.
381
Idem.
382
Idem.
383
Ibídem, p. 156
384
Idem.
385
Idem.
386
Idem.
387
Ibídem, p. 157
...En el seno de la Iglesia se dan cita las costumbres más reprobables y las peores pasiones, la
arbitrariedad desenfrenada, la voluptuosidad, la venalidad, la ociosidad, la codicia, los vicios ,más
diversos, precisamente por no tropezar con el freno de ninguna ley; y en ella se instaura y
prevalece el criterio de la dominación... pero este régimen mundanal de la Iglesia pretende
aparecer revestido, al mismo tiempo, con la autoridad y la dignidad de lo divino... 388
Las Cruzadas.
Impaciente por la realidad que echa de menos y por la carencia de lo sagrado, la cristiandad se
echa a buscar la cabeza que le falta; no es otro, en efecto, el móvil determinante de las Cruzadas.
La cristiandad busca la presencia exterior de Cristo en la tierra de Canaán, busca sus huellas, el
monte en que oró y padeció, su tumba; conquista el Santo Sepulcro... 389
Los cristianos se equivocaban cuando creían que podían darse por satisfechos con esto, que era
esto verdaderamente lo que buscaban; no lograron ponerse de acuerdo consigo mismo... lo único
que los cruzados encontraron fue su pérdida, su tumba en este presente... 390
...Mientras que la Iglesia creía hallarse antes en posesión de la verdad divina, ahora el régimen
temporal, al cobrar dentro de sí el orden y derecho y brotar de la dura disciplina del servicio,
creíase fundado por Dios y, por tanto, considera presente en él lo divino y teníase por autorizado
para manifestarse contra lo divino en la Iglesia, opuesto exclusivamente a todo lo laico... 393
“...el poder de la Iglesia aparecía ahora como la tosquedad de la Iglesia, ya que no trataba de
manifestarse en la realidad misma, sino de ser fuerte en el mundo del espíritu. Y surgía
inmediatamente en la mundanidad la conciencia del llenarse los conceptos abstractos con la
realidad del presente, de tal modo que éste dejaba de ser algo nulo de suyo, para adquirir también
verdad...394
388
Ídem.
389
Ibídem, p. 158
390
Ídem.
391
Ibídem, pp. 158-159
392
Ibídem, p. 159
393
Ídem.
394
Ibídem, pp. 159-160
capacidad subjetiva creaban estas representaciones. Con esto guarde una estrecha relación el
que lo mundanal tenga dentro de sí la conciencia de ser tan legítimo como para retener las
determinaciones basadas en la libertad subjetiva. En la industria, el individuo se ve obligado a
atenerse a su propia actividad y a ser él mismo el elemento creador; los hombre acaban, de este
modo, sabiéndose libres, haciendo valer su libertad y teniendo la fuerza necesaria para actuar al
servicio de sus propios fines e intereses.” 395
El hombre, que venía esforzándose por buscar la moral y el derecho, no podía ya encontrarlos en
aquel terreno y tendió la mirada en torno, para buscarlos en otro sitio. El lugar que ahora se le
señala al hombre es el hombre mismo, su interior, y la naturaleza exterior; en la observación de la
naturaleza se atisba como presente el espíritu que vive en ella. 397
SECCION TERCERA
El hecho de que los hombres sean de suyo algo les inculca un interés por los hombres, que por
serlo son también algo… De este modo, se generalizó la creencia de que el entendimiento podía
reputar falso algo que la Iglesia afirmase como verdadero; y fue un paso de gran importancia éste
que dio el entendimiento, al concebirse así, aún a trueque de encontrarse en oposición con todo lo
positivo.399
Estos griegos dieron a conocer al Occidente las obras de los antiguos, especialmente los diálogos
de Platón… estas obras, por lo menos las griegas, vinieron de Constantinopla; las latinas
395
Ibídem, p. 160
396
Ídem.
397
Ídem.
398
Ibídem, p. 161
399
Ídem.
400
Ibídem, p. 162
conserváronse naturalmente en Occidente. Fue también ahora cuando se extendió aquí el
conocimiento de las obras de Aristóteles…
Resurgieron así la antigua filosofía platónica y la neoplatónica, la filosofía aristotélica y la estoica
y, en lo tocante a la física, también la epicúrea, y por último la filosofía popular ciceroniana,
tratando de restaurarse en sus formas primitivas y apoyándose principalmente en los aspectos
que en ellas contradecían a la escolástica… Poseemos aún escritos de esta época de los que se
desprende que cada escuela griega tenía sus adeptos y que volvían a existir, como en la
antigüedad, aunque con modalidades completamente distintas, aristotélicos, platónicos, etc. Pero
la verdadera cultura filosófica había que buscarla en las mismas fuentes, es decir, en los autores
antiguos.401
1. POMPONACIO
Uno de los más destacados aristotélicos de esta época fue Pomponacio, quien en 1534 escribió,
entre otras cosas, acerca de la inmortalidad del alma, poniendo de manifiesto, según un uso muy
característico del tiempo, que aquello en que creía como cristiano no era susceptible de ser
probado con arreglo a Aristóteles y la razón… Pomponacio considera mortal el alma sensible y
vegetativa… y afirma que el hombre sólo participa de la inmortalidad por medio del pensamiento y
de la razón.402
…Lutero y Melanchton desecharon todo lo escolástico, tomando como pauta de juicio la Biblia, la
fe, el ánimo del hombre…406
…Asistimos a una ofensiva general contra la manera escolástica, ofensiva que se manifiesta bajo
las más diversas formas y direcciones… 407
401
Ibídem, p. 163
402
Ídem.
403
Ibídem, p. 164
404
Ibídem, pp. 164-165
405
Ibídem, pp. 165-166
406
Ibídem, p. 166
407
Ídem.
B) TENDENCIAS PECULIARES DE LA FILOSOFIA
Epoca en que se tocan más de cerca las peculiares aspiraciones de la filosofía; pero
éstas no pasan de ser esto, meras aspiraciones.
Muchos individuos se ven privados ahora del contenido, del objeto que venía siendo el punto de
apoyo y el fundamento de su conciencia: de la fe de sus mayores. Por eso, al lado de aquellas
serenas manifestaciones del renacimiento de la filosofía antigua nos encontramos ahora, por otra
parte, con muchas personalidades en las que se trasluce de un modo bastante violento el fogoso
deseo de llegar a conocer por medio del pensamiento lo más profundo y lo concreto, aunque
oscurecido y tergiversado por interminables fantasías, por una imaginación las más de las veces
desbordada y calenturienta y por el afán de penetrar en los arcanos de la astrología, la geomancia
y otros conocimientos misteriosos por el estilo.
Estos pensadores sentíanse gobernados, y lo estaban en realidad, por el impulso de sacar la
esencia y la verdad de sí mismos… Estas singulares personalidades se asemejan bastante al
proceso de disolución, a las conmociones y las erupciones de un volcán formadas en su interior,
cuyas creaciones, nuevas y originales, tienen todavía mucho de salvaje e irregular.
“Las figuras más notables de este grupo a que nos referimos son las de Cardano, Giordano Bruno,
Vanini, Campanella y Petrus Ramus; todos ellos son representantes del carácter de su época, de
esta fase de transición, y caen ya dentro del período de la Reforma
1. CARDANO
Jerónimo Cardano nació en Pavía, en el año 1501, y murió en Roma en el 1576.
...Su nombre ha quedado unido a la historia de las matemáticas: la regula Cardani para la
solución de las ecuaciones de tercer grado es, todavía hoy, la única que existe. 408
...Sin embargo, su mérito positivo reside más bien en el modo como incitaba a los demás a crear a
partir de sí mismos; en este sentido, no cabe duda de que influyó mucho en su tiempo... Era la
razón renaciente y dinámica que se buscaba a sí misma y se ufanaba por ser algo nuevo y
diferente de los otros, por imprimir sobre la ciencia el sello de su propiedad privada. 409
2. CAMPANELLA
Tomás Campanella, aristotélico... Había nacido en Stilo (Calabria), en 1568, y murió en París en
1639...410
3. GIORDANO BRUNO
...fue uno de aquellos espíritus inquietos y atormentados a quienes vemos repudiar
intrépidamente toda la autoridad y la fe de la Iglesia católica... 411
...Había nacido en Nola... y vivió también en el siglo XVI, pero no ha sido posible llegar a conocer
con exactitud el año de su nacimiento...Abandonó el suelo de Italia donde, siendo fraile dominico,
se había permitido amargas observaciones acerca de ciertos dogmas católicos, por ejemplo el de la
Transubstanciación y el de la Inmaculada Concepción de María y a propósito de la crasa
ignorancia y la viciosa conducta de los frailes. Vivió luego en Ginebra, en 1582, pero se enemistó
también con Calvino y con Beza... sustentando según una costumbre muy extendida en la época
–para que sirviesen de base a una discusión pública- una serie de tesis filosóficas dirigidas
principalmente contra Aristóteles...412
...Por último retornó a Italia en 1592 y vivió durante algún tiempo en Padua sin que nadie le
molestase, hasta que a la postre fue sorprendido por la Inquisición en Venecia, recluido en la
cárcel y trasladado luego a Roma, donde en el año 1600, después de haberse negado a
retractarse, fue condenado a morir en la hoguera como hereje... 413
408
Ibídem, p. 168
409
Ibídem, p. 170
410
Ídem.
411
Ídem.
412
Ibídem, p. 171
413
Ídem.
...El carácter fundamental que muchas de sus obras presentan es justo, de una parte, el que
responde al hermoso entusiasmo de un alma noble que siente palpitar dentro de sí el espíritu y
que sabe que la unidad de su ser y de todo ser constituye la vida íntegra del pensamiento... Sin
embargo, el espíritu sólo puede alumbrarse como un todo en el saber; cuando no ha alcanzado
aún esta formación científica, pasa continuamente de unas formas a otras, sin acertar a
ordenarlas convenientemente.414
...Dios existía, sin duda, en la conciencia de sí, pero también en el exterior, y tenía aquí una
realidad nueva y distinta, puesto que la naturaleza creada por Dios, criatura suya, no era ni
mucho menos su imagen...415
...parece como si fueses característica de Giordano Bruno la idea de que hay una esencia viva, un
alma universal que lo penetra y gobierna todo y que es la vida de todo. Bruno proclama, en
primer lugar, la unidad de la vida y la generalidad del alma universal y, en segundo lugar, la
razón presente e inmanente... 416
...El otro aspecto consistente en descubrir las diferencias en la idea, que era lo que este pensador
trataba sobre todo de hacer valer.418
414
Ibídem, p. 172
415
Ídem.
416
Ibídem, pp. 172-173
417
Ibídem, p. 173
418
Ídem.
419
Ídem.
420
Ibídem, p. 174
421
Ídem.
422
Ídem.
Y como la materia no puede existir sin la primera forma general, tenemos que es, en sí, el
principio o la causa final. La forma es inmanente a la materia, la una no puede sencillamente
existir sin la otra...423
Se nos revela, pues, aquí algo que, aun transformándose a través de todas estas cosas,
permanece no obstante como uno y lo mismo...
Según esto, nada parece ser eterno y digno del nombre de principio sino la materia. Por eso
muchos reputan la materia como lo único real y todas las formas como contingentes... Y aquella
misma materia es, por razón de su identidad con la inteligencia preformante, inteligente de suyo,
como premisa general de toda corporeidad... Las formas de la materia son la fuerza interior de la
materia misma, la cual es de suyo, como algo inteligible, la totalidad de la forma... 424
El ser determinado finito cesa de ser pero se convierte en otro ser determinado finito, y así
sucesivamente; se pone en evidencia que existe una sustancia que es el sujeto de todos los
cambios. Se plantea entonces la determinación de esa sustancia, de las relaciones entre esa
sustancia y las formas concretas que adopta. Hegel reconoce el importante papel que tiene
Giordano Bruno como primero en la consideración de estos conceptos filosóficos.
...la materia debe ser considerada como una potencia; con lo cual todas las esencias posibles
caerán, en cierto modo, bajo su concepto... 426
...Las cosas que aparecen como distintas no son sino modificaciones de un algo único que
comprende en su existencia todas las demás existencias. Pero el universo, la naturaleza ingénita,
es de hecho y de una sola vez cuanto puede ser, ya que abarca dentro de sí toda la materia,
además de la forma eterna e inmutable de su cambiante fisonomía. Pero en sus desarrollos de
momento a momento, en sus partes y condiciones especiales, en sus esencias individuales, en
toda su exterioridad en general, no es ya lo que es y lo que puede ser, sino que estas partes no
son nunca sino una sombra de la imagen del primer principio... 429
423
Ibídem, p. 175
424
Ídem.
425
Ídem.
426
Ibídem, p. 176
427
Ídem.
428
Ídem.
429
Ibídem, p. 177
*Jacobi, Werke, pp. 32, 45; Tennemann, op. cit., pp. 399, 403 s.; Giordano Bruno, op. cit.,
diálogo IV, p. 275; diálogo V, p. 291”430
Principio primigenio, la forma: lo más pequeño que es al mismo tiempo lo más grande y
lo uno que es al mismo tiempo el todo.
...En el universo, dice este pensador, el cuerpo no se distingue del punto, ni el centro de la
periferia, lo finito no se diferencia de lo infinito ni lo más grande de lo más pequeño. Todo es,
aquí, centro o, dicho en otros términos, el centro del universo se halla en todas partes y en todo...
Es el universo y sólo él el que da a las cosas su verdadera realidad, es la sustancia de todas las
cosas, la monas, el átomo, el espíritu derramado por doquier, la esencia total, la forma pura. 432
...sin embargo, como Bruno traza un cuadro que no es simplemente una pintura de imágenes
externas, sino también un sistema de criterios generales del pensamiento, es evidente que da a
este arte mnemotécnico, al mismo tiempo, un sentido más profundo. 434
430
Idem.
431
Idem.
432
Idem.
433
Ibídem, p. 178
434
Ídem.
435
Ibídem, p. 180
Del algo supraesencial se pasa a la esencia, de las esencias a lo que es y de esto a sus
huellas imágenes y sombras.
...proceso que sigue una doble dirección: de una parte, hacia la materia, para ser engendrado en
su seno (en cuyo caso estas sombras existen de un modo natural); de otra parte, hacia la
sensación y la razón, para ser conocido por medio de su capacidad de conocer... 436
...lo de abajo puede irse reduciendo por grados a lo de arriba, como el fuego al aire y como el aire,
a su vez, se condensa en el agua y el agua en la tierra, y viceversa, de tal modo que todo forma
una esencia única. Y aquel proceso de desarrollo hacia abajo es lo mismo que este retroceso, y
forma un círculo... La naturaleza, dentro de sus límites, puede hacer que todo nazca de todo, y,
por la misma razón, la inteligencia puede llegar a conocerlo todo partiendo de todo. 437
Unidad de lo contrapuesto.
...En el mismo concepto se encierran y conocen los contrarios, lo bello y lo feo, lo conveniente y lo
inconveniente, lo perfecto y lo imperfecto, lo bueno y lo malo... 438
...Lo que hay de real en las cosas es justo aquel algo inteligible, no lo sensible, lo percibido o lo
individual; lo que suele llamarse lo real, lo sensible, es el no ser. Lo que acaece bajo el sol, lo que
mora en la región de la materia, cae dentro del concepto de lo vano (de lo finito)... Esta luz pura
de las cosas es precisamente su cognoscibilidad, que parte de la inteligencia primera y se orienta
hacia ella; lo que no es no puede ser conocido... 439
Por medio de la idea que vive en la inteligencia se comprenden siempre las cosas mejor que por
medio de la forma de las cosas naturales en sí mismas, precisamente porque esto es lo más
material: pero la más alta comprensión se logra por medio de la idea del objeto tal y como vive en
la inteligencia divina...440
...Ahora bien, el arte de Giordano Bruno consiste en determinar el esquema general de la forma
que todo lo comprende bajo sí y en poner de manifiesto cómo sus momentos se expresan en las
diferentes órbitas de la existencia.441
...El esfuerzo fundamental de Giordano Bruno iba encaminado según esto a exponer el todo y lo
uno, según el arte luliano, como un sistema de clases de determinaciones ordenadas.
El todo:
-la esfera de la forma primera, autora de todas las formas,
-la esfera del universo físico que estampa las huellas de las ideas sobre la superficie de la
materia,
-la esfera de la forma del universo racional que toma las sombras de las ideas para llevarlas a los
sentidos y elevarlas a conceptos generales para la inteligencia.
...El pensamiento, dice, es la capacidad tanto de asimilarse esta escritura exterior de la
naturaleza como de reflejar y realizar en la exterior la escritura interior.
Este arte del pensamiento interior y de la organización exterior con arreglo a él, y viceversa, arte
que el alma humana posee, es puesto por Giordano Bruno en estrecha relación con el arte de la
naturaleza del universo y con la acción del principio absoluto del universo en general, con arreglo
a lo cual todo se forma y se plasma: es una forma única que se desarrolla; es el mismo principio
universal que se plasma en los metales, las plantas y los animales y que en el hombre piensa y
organiza fuera de sí, aunque se exprese, en sus efectos, de modo infinitamente diverso en el
universo todo. Por consiguiente, es uno y el mismo desarrollo de uno y el mismo principio el que
se proyecta sobre el interior y el exterior. 442
436
Ídem.
437
Ibídem, pp. 180-181
438
Ibídem, p. 181
439
Ídem.
440
Ídem.
441
Ibídem, p. 182
442
Ibídem, p. 183
...establece doce tipos fundamentales de escritura, que son otros tantos géneros de las formas
naturales, de los cuales parte: “Species, Formae, Simulacra, Imagines, Spectra, Exemplaria, Indicia,
Signa, Notae, Caracteres et Sigilli.”...443
4. VANINI
Nació en Taurozano (reino de Nápoles) en el año de 1586.
La filosofía de Vanini no va muy lejos. Este pensador admira la vitalidad de la naturaleza; sus
razonamientos no tienen nada de profundo, sino que más bien parecen ocurrencias
superficiales...444
...la tendencia de Vanini es, sin embargo, la tendencia naturalista: para él la divinidad era la
naturaleza y todas las cosas surgían o se generaban mecánicamente. Por tanto, explicaba el
universo entero, en su cohesión, partiendo de causas eficientes y no en causas finales...
“Vanini, como antes de él hicieran ya Pomponacio y otros... opone la razón a la fe y a la doctrina
de la Iglesia. Sin embargo, al probar por medio de la razón tales o cuales dogmas contradictorios
con la doctrina cristiana, hacían constantemente protestas –como, andando el tiempo, y ya entre
los reformados, haría Bayle- de que sus convicciones estaban cometidas en un todo a lo que la
Iglesia enseñaba; o bien aducían todos los fundamentos y argumentos en contra de los dogmas
teológicos como otras tantas dificultades y refutaciones insolubles puestas por la razón y que
ellos, por su parte, sometían también gustosos a los dictados de la fe... 445
...Galileo, mantenedor del sistema de Copérnico, hubo de abjurar de rodillas y Vanini murió en la
hoguera...
Es cierto que, en una de sus obras (De naturae arcanis...), Vanini demostraba por boca de uno de
los interlocutores, “basándose en el texto mismo de la Biblia, que el diablo era más poderoso que
Dios” y que, por tanto, era falso que Dios gobernase el mundo... 446
...Pero ahora, con estos nuevos pensadores, la filosofía cobraba su contenido propio, opuesto al
religioso; por lo menos la razón abrigaba el sentimiento de tener un contenido propio o de oponer
a aquel contenido inmediato la forma de lo racional. 448
443
Ídem.
444
Ibídem, p. 185
445
Ibídem, p. 186
446
Idem.
447
Ibídem, p. 188
448
Idem.
representaciones externas enlazadas con ese contenido; entre ellas se cuenta todo el volumen de
lo histórico, tanto en el Antiguo y en el Nuevo Testamento como en la historia de la Iglesia... 449
5. PETRUS RAMUS
Pierre de la Ramée, más conocido por su nombre latino de Ramus, nació en 1515 en el
Vermandois, comarca de Francia... Se le acusó de que, con sus prédicas antiaristotélicas, minaba
los cimientos de la religión y de la ciencia; hasta que por último sus enemigos tradujeron todas
estas acusaciones y malquerencias en un proceso penal contra el filósofo incoado ante el
parlamento de París...450
...En la primera sesión, Ramus sostuvo y defendió la tesis de que la lógica y la dialéctica
aristotélicas eran imperfectas y defectuosas, argumentando en apoyo de ella que el Organon no
comenzaba con una definición... En la segunda sesión, Ramus reprochó a la Lógica aristotélica la
ausencia de toda clasifiación, cosa que él reputaba necesaria... 451
...En la Noche de San Bartolomé, en 1572, pereció también Ramus a manos de sus enemigos;
uno de sus colegas, furioso adversario suyo, llamado Carpentarius, pagó a un puñado de
espadachines para que le diesen muerte, como lo hicieron, arrojando su cadáver de una alta
ventana después de haberlo maltratado horriblemente. 452
...Hombres como éstos han contribuido notablemente a que el hombre se interesara más por lo
suyo, por sus problemas propios, a que cobrara confianza en sí mismo, y en esto estriba su
mérito fundamental...453
C) LA REFORMA
Reacción ante la autoridad y el dogmatismo de la Iglesia.
La principal revolución del espíritu es la que se lleva a cabo con la Reforma de Lucero, con la que,
saliendo del infinito desdoblamiento y de la cruel disciplina a que el tenaz y duro carácter
germánico venía estando sometido y por los que necesariamente había tenido que pasar, el
espíritu se remonta a la conciencia de la reconciliación consigo mismo y lo consigue bajo la forma
de una reconciliación llevada –y que necesariamente ha de llevarse- a término en el seno del
espíritu.
El hombre es traído así del más allá a la presencia del espíritu cuando vuelve la mirada hacia la
tierra y sus cuerpos, hacia las virtudes humanas y la moralidad, hacia su propio corazón y su
propia conciencia, cuando todo esto, a lo que hasta ahora volvía la espalda, empieza a significar
algo para él...454
Los votos de pobreza y castidad y la obediencia dejan de ser las virtudes más altas.
Ahora se considera al matrimonio como algo divino; el vivir de un trabajo y sentirse
contento con lo que así se crea y produce es moral; se empieza a considerar a la libertad como
un don divino.
En lo que se refiere al conocimiento, la razón es reconocida como lo general en y para sí
y por tanto como algo divino (opuesto a la autoridad).
El hombre debe ser religioso y alcanzar la santidad, pero sin mediación de los
sacerdotes.
...El espíritu de Dios, así comprendida la cosa, debe morar pues en el corazón del hombre y éste
obrar a tono con él.
449
Idem.
450
Ibídem, p. 189
451
Ibídem, p. 190
452
Ibídem, pp. 190-191
453
Ibídem, p. 191
454
Ibídem, p. 192
455
Ibídem, p. 193
El principio de la libertad individual
...Para que adquiera su suprema confirmación, es necesario que este principio se ponga en
relación con el objeto en y para sí, es decir, es necesario que se sepa y conozca en relación con
Dios y se lo conciba, así, en su absoluta pureza, libre de toda otra clase de impulsos y de fines
finitos; sólo entonces aparece santificado también por la religión.456
Fe Luterana.
...la fe luterana, con arreglo a la cual el hombre se halla en una relación tal con Dios que debe
existir él mismo como éste, es decir, su devoción y la esperanza de su salvación y todo esto exige
que en ello tomen parte su corazón y su subjetividad... el hombre debe hacer penitencia en su
corazón y arrepentirse, sintiéndolo lleno del Espíritu Santo.
De este modo, no sólo se reconoce aquí el principio de la subjetividad, de la relación pura del
hombre consigo mismo, de la libertad, sino que además exige pura y simplemente que todo el
culto religioso descanse sobre esto...457
Tal es el gran principio que ahora se instaura: el de que desaparece toda exterioridad en punto a
las relaciones absolutas entre Dios y el hombre; y con esta exterioridad, con esta enajenación de
sí mismo, desaparece todo vasallaje espiritual del hombre. 459
... Lucero no habría podido llevar plenamente a cabo el movimiento de la Reforma sin traducir la
Biblia al alemán.460
...Adorar a Dios en el espíritu; estas palabras han sido cumplidas, por fin... 461
La alegría de vivir.
El hombre, por lo demás laborioso y vigoroso, tiene ahora, al hacer algo que le produce alegría, la
conciencia tranquila, no le atormenta el temor de obrar mal; el disfrutar de la vida por sí misma
no se considera ya como algo a que deba renunciarse, sino que se renuncia a la renunciación
monacal.462
...que el espíritu se reconstruye, se santifica en sí mismo y es para esta santificación y con vistas
a ella para lo que el contenido es un contenido verdadero. No debe hacerse de este contenido otro
uso que el que edifique al espíritu, se infunda seguridad en sí mismo, alegría, penitencia,
conversión.463
456
Ibídem, p. 194
457
Ibídem, p. 194
458
Ídem.
459
Ibídem, p. 195
460
Ídem.
461
Ibídem, p. 195
462
Ibídem, p. 196
463
Ibídem, p. 197
de momento todo contenido especulativo como tal y su desarrollo, dejándose a un lado el
enriquecimiento que supusieron para las ideas cristianas el gran tesoro de la filosofía del mundo
antiguo, las profundas ideas de todas las religiones orientales anteriores, etc. 464
En cuanto que ahora el espíritu avanza hacia el conocimiento, bucea en sus determinaciones
espirituales, tiene la vista en torno, se plasma en un contenido, se comporta como ante algo que
le es propio, se mueve como dentro de su mundo concreto y trata de afirmarse esencialmente en
él y de obtener lo que le pertenece como suyo.
Pues bien, esta forma concreta del conocer, que en sus comienzos se presenta todavía con
contornos un tanto turbios, es la que habremos de estudiar en seguida. entramos, con ello, en el
tercer período de nuestra historia, período cuyas puertas abre, en realidad, el movimiento de la
Reforma, sin perjuicio de que figuras como Giordano Bruno, Vanini y Ramus, que vivieron más
tarde, pertenezca todavía a la Edad Media. 465
El espíritu libre avanza hacia el conocimiento concreto (libre del lastre de la filosofía
escolástica, del dogma religioso).
TERCERA PARTE
LA FILOSOFIA MODERNA
NB El hombre nuevo
[Son las características del individuo que emocionan a Hegel sobremanera.]
[Confrontar con el Fausto de Goethe. Precisamente el poeta canta la transformación del
pensador seco y sin espíritu en el hombre que desarrolla sus fuerzas esenciales (individuales)
en la transformación del mundo exterior.]
Una forma del interior del hombre es también el pensamiento puro; éste se halla también muy
cerca del ser en y para sí y tiene títulos de legitimidad para captarlo. La filosofía de los nuevos
tiempos parte del principio a que había arribado ya la antigua, del punto de vista de la conciencia
de sí real; tiene como principio, de un modo general, el espíritu presente ante sí mismo... Su
interés fundamental no estriba tanto en pensar los objetos en su verdad como en pensar el
pensamiento y la comprensión de los bojetos, es decir, esta unidad misma, que es en términos
generales al cobrar conciencia de un objeto que se presupone... Los puntos de vista generales en
torno a los cuales gira la filosofía moderna son los siguientes:... 468
464
Ibídem, p. 198
465
Ibídem, p. 199
466
Ibídem, p. 204
467
Ídem.
468
Ibídem, p. 205
1.- Comprensión de la unidad entre el pensar y el ser, partiendo de su contraposición
en el pensamiento como entidades absolutas.
...el pensamiento conquista así su independencia, con lo cual abandonamos su unidad con la
teología... pero permanece por ello el nexo en sí: la teología no es otra cosa que la filosofía, ya que
ésta piensa sobre sus problemas...469
Por tanto, cuando el pensamiento se manifiesta como una fuerza propia e independiente, nos
separamos de la teología...
...es en los siglos XVI y XVII cuando reaparece la verdadera filosofía, la verdad como verdad, en
cuanto que ahora el hombre, infinitamente libre en el pensamiento. se esfuerza por comprenderse
a sí mismo y comprender la naturaleza, comprendiendo con ello el presente de la razón, la
esencia, la ley general misma, pues esto es lo nuestro, ya que es la subjetividad.
El principio de la filosofía moderna... Espíritu y naturaleza, pensamiento y ser, son los dos lados
infinitos de la idea, la cual sólo puede manifestarse verdaderamente cuando sus lados sean
captados por sí mismo, en su abstracción y totalidad... el camino por el cual puede el
pensamiento producir esta unidad es doble... Es decir, se desdobla en una filosofía según la cual
la objetividad y el contenido del pensamiento nacen de las percepciones, y otra para la cual la
verdad tiene como punto de partida la independencia del pensamiento. 470
Su base es la naturaleza física; sus leyes generales son el contenido del saber.
Es la física experimental “sabiduría terrenal”.
...Aquí no es la idea misma, en su infinitud, el objeto del conocimiento, sino que se eleva al plano
de lo general un determinado contenido o se lo deduce de la observación en su determinabilidad
intelectiva, como ocurre, por ejemplo, con las leyes de Keplero... 472
...En segundo lugar, se observaba lo espiritual tal y como, en su realización, forma el mundo
espiritual de los Estados, con el fin de inquirir así por la experiencia cuáles eran los derechos de
unos individuos con respecto a otros y frente al príncipe, y cuáles los de unos Estados para con
otros...473
...el Antiguo Testamento era la fuente de todos los principios de derecho público...
...Ahora, en cambio, se busca la fuente del derecho en el hombre mismo y en la historia, poniendo
de relieve lo que había regido como derecho en la paz y en la guerra... 474
El idealismo
Pensamiento a priori.
...La segunda dirección, el idealismo, parte siempre del interior; para él, todo reside en el
pensamiento y el espíritu mismo es todo el contenido... se toma por objeto de la filosofía la idea
misma... se trata de pensarla, para llegar partiendo de ella a lo determinado. Lo que allí se extrae
de la experiencia, se extrae aquí del pensamiento a priori, o bien se capta también lo determinado,
pero no para reducirlo a lo general, sino para reducirlo a la idea. 475
469
Ídem.
470
Ibídem, pp. 206-207
471
Ibídem, p. 207
472
Ídem.
473
Ídem.
474
Ibídem, p. 208
475
Ídem.
NB. Ambas direcciones convergen en un punto común:
...ya que también la experiencia, por su parte, se esfuerza por derivar de las observaciones,
principios y leyes generales; y a su vez el pensamiento, partiendo de lo general abstracto, necesita
darse un contenido determinado, por donde lo apriorístico y lo aposteriorístico no forman dos
campos absolutamente deslindados, En Francia, logró imponerse más bien lo general abstracto;
en Inglaterra prevaleció, por el contrario, en general, el criterio de la experiencia, que todavía hoy
goza de gran predicamento en aquel país; Alemania, en cambio, tomó como punto de partida la
idea concreta, el interior del hombre, pleno de ánimo y espíritu. 476
SECCION PRIMERA
A) BACON
476
Ídem.
477
Ibídem, p. 209
478
Ibídem, p. 211
479
Ibídem, p. 214
Francis Bacon, barón de Verulam y vizconde de St. Alban... el caudillo de toda esa filosofía de la
experiencia con cuyas frasecillas se gusta todavía hoy de adornar cierta clase de obras...es... una
especie de filosofía basada en la observación de la naturaleza exterior y espiritual del hombre, de
sus inclinaciones, sus apetitos y sus determinaciones jurídicas y racionales; partiendo de aquí, se
llega a conclusiones y se descubre o se trata de descubrir las ideas y las leyes generales que rigen
en este campo de problemas... dio completamente de lado a la filosofía escolástica... Su punto de
vista es el de los fenómenos revelados por los sentidos, tal y como se aparecen ante el hombre
culto y cómo éste reflexiona en torno a ellos... 480
Bacon realizó, sin duda alguna, una obra muy meritoria al señalar cómo es necesario tener en
cuenta los fenómenos naturales exteriores e interiores...
Pero antes de él hubo muchos hombres cultos que hablaron y pensaron acerca de todo lo que
tiene algún interés para el hombre, acerca de los negocios públicos, del ánimo, del corazón, de la
naturaleza exterior, etc., es decir, acerca de la experiencia y del conocimiento del mundo,
debidamente modelado por la reflexión... 482
...pero no poseía la capacidad necesaria para razonar con arreglo a pensamientos generales y a
conceptos. No encontramos en él una consideración metódica y científica de los problemas, sino
solamente los razonamientos exteriores propios de un hombre de mundo como Bacon era... 483
...Un aspecto esencial es el concepto, pero no es menos esencial la finitud del mismo en cuanto
tal...486
480
Ídem.
481
Ibídem, p. 216
482
Ídem.
483
Ibídem, p. 217
484
Ídem.
485
Ibídem, p. 218 p. 218
486
Idem.
...es necesario conocer la naturaleza empírica, la física y la del hombre mismo... 487
Contra este método apriorístico va dirigida la polémica baconiana; frente a estas anticipaciones de
la naturaleza, Bacon señala la necesidad de explicar, de interpretar lo que la naturaleza nos
enseña... “...pues este conocimiento no se obtiene por mediación de nada, sino de un modo
inmediato, y casi del mismo modo como lo hacen los sentidos. En efecto, éstos captan en sus
objetos originarios la forma del objeto y, al mismo tiempo, asienten a la verdad del mismo.” Bacon
rechaza, de un modo general, el método de la deducción... 493
487
Ibídem, p. 219
488
Idem.
489
Idem.
490
Ibídem, p. 220
491
Ibídem, p. 221
492
Ídem.
493
Ibídem, p. 222
Contra este método deductivo polemiza calurosamente Bacon... contra aquella clase de
deducciones escolásticas que procedían tomando como base un contenido hipotético... 494
...Por tanto, cuando Bacon contrapone la inducción al silogismo formula una contraposición
puramente formal; toda inducción es, al mismo tiempo, una deducción, cosa que ya sabía
también Aristóteles...497
El otro defecto formal en que incurren todos los empíricos consiste en creer que se atienen
exclusivamente a la experiencia; no se dan cuenta de que, al asimilarse estas percepciones,
entran ya en el campo de la metafísica... 499
...Bacon indica los temas de que debe ocuparse preferentemente la filosofía. Estos temas
contrastan notablemente con lo que es posible extraer de la observación y la experiencia: “...la
prolongación de la vida, el rejuvenecimiento hasta cierto grado, la retardación de la vejez, la
transformación de la estatura del hombre, la modificación de los rasgos fisonómicos, la
transformación de unos cuerpos en otros, la creación de nuevas especies, el poder sobre la
atmósfera que permita provocar tormentas, un mayor placer en los sentidos.” 500
...Y en su Historia natural ofrece recetas en toda forma para fabricar oro y realizar muchos
milagros.501
Como vemos, Bacon no se sitúa aún, ni mucho menos, en el punto de vista racional de la
investigación de la naturaleza, sino que se deja llevar todavía por las más burdas supersticiones,
por una falsa magia, etc....502
... “La filosofía de la naturaleza se divide en dos partes: la primera consiste en la investigación de
las causas; la segunda, en la producción de los efectos... distingue de una parte la causa final y la
causa formal y, de otra parte, la causa material y la causa eficiente; aquellas pertenecen al campo
de la metafísica, éstas al campo de la física...” 503
494
Ídem.
495
Ibídem, pp. 222-223
496
Ibídem, p. 223
497
Ídem.
498
Ibídem, pp. 223-224
499
Ibídem, p. 224
500
Idem.
501
Idem.
502
Idem.
503
Ibídem, p. 225
...Bacon se declara contrario a la consideración teleológica de la naturaleza, a la investigación de
ésta con arreglo a causas finales.... Por tanto, lo fundamental para Bacon es la investigación en
torno a las causae efficientes...504
...Bacon distingue entre el principio general y la causa eficiente, y ésta es justo la razón de que
desplace la investigación con arreglo a fines del campo de la física al de la metafísica, o de que no
reconozca el concepto como algo general en la naturaleza, sino solamente en cuanto necesidad, es
decir, como algo general que se presenta bajo el aspecto de la contraposición entre sus
momentos, sin mantenerlos vinculados en unidad... sólo admite el conocimiento y la comprensión
de algo determinado partiendo de otro algo determinado, y así hasta el infinito, pero no los de
ambos partiendo de su concepto...505
Asimismo aconseja Bacon que se dirja la atención sobre las causas formales, sobre las formas de
las cosas, con el fin de llegar a conocerlas... 506
B) JACOB BÖHME
...philosophus teuctonicus, como se llama al zapatero alemán de Lusacia... es... la primer figura
en quien la filosofía alemana se manifiesta con su carácter propio y peculiar... 507
...hay que reconocer que Böhme, como filósofo, es un perfecto bárbaro... 508
...su primer escrito es la Aurora, al que siguen muchos otros; el titulado De los tres principios y
otro que lleva por título De la triple vida del hombre figuran entre los más notables...” p. 231
“El contenido de la filosofía de Jacobo Böhme es auténticamente alemán; lo que lo caracteriza y
hace interesante es aquel principio protestante ya señalado que consiste en situar el mundo
intelectual dentro del propio ánimo y en contemplar, saber y sentir en la conciencia de sí lo que
hasta entonces se situaba en el más allá...510
...hay... que considerar como bárbara su manera de exponer; así lo demuestran las expresiones
empleadas en sus obras, en las que habla, por ejemplo, del salitre divino, del mercurio, etc....
emplea la realidad misma como concepto, es decir, emplea violentamente, para exponer sus
ideas, en vez de determinaciones conceptuales, cosas naturales y cualidades sensibles... el
concepto adopta aquí esta forma de la realidad... 511
...Son, en gran parte, determinaciones sensibles, químicas, cualidades tales como áspero, dulce,
amargo, rabioso, o sentimientos tales como cólera y amor, o bien tinte, esencia, tormento, etc.
pero estas formas sensibles no conservan en él su peculiar significación relacionada con los
sentidos, sino que las emplea como medio de expresión del pensamiento. 512
El otro aspecto consiste en que Böhme emplea como forma de la idea la forma cristiana,
principalmente la de la Trinidad, la más próxima a él; entremezcla y confunde el modo sensible y
el modo de la religión representativa, las imágenes sensibles y las representaciones... 513
Por tanto, Böhme tiende, de una parte, a encauzar el alma del hombre hacia la vida divina, a
hacer que ésta brote en ella, a contemplar la pugna en ella misma y a convertir esta pugna en su
504
Ídem.
505
Ibídem, p. 227
506
Ídem.
507
Ibídem, p. 229
508
Ibídem, p. 230
509
Ídem.
510
Ibídem, p. 231
511
Ibídem, p. 232
512
Ibídem, pp. 232-233
513
Ibídem, p. 233
trabajo y su esfuerza; y tiende también, por otra parte y con vistas a este contenido, a poner en
claro cómo el mal se contiene en el bien, lo que es un problema de la época actual. 514
...Llevado por este anhelo de unión y siendo Dios, para él, todo, Böhme lucha por comprender en
Dios y partiendo de El lo negativo, el diablo, el mal, es decir, por comprender a Dios como lo
absoluto; y esta lucha es la que caracteriza todas sus obras y la que explica las torturas de su
espíritu...515
La idea central de Jacob Böhme es la tendencia a mantenerlo todo dentro de una unidad
absoluta, pues lo que trata de poner de relieve es la absoluta unidad divina y la armonía de todas
las contradicciones en Dios. Su pensamiento fundamental... consiste en general en concebir la
sagrada Trinidad a través de todo, en conocer todas las cosas como su revelación y
representación, viendo en ella, por tanto, el principio general en el cual y a través del cual existe
todo, y de tal modo, además, que todas las cosas sólo encierran dentro de sí esta Trinidad divina,
no como una trinidad de representación, sino como la trinidad real de la idea absoluta.
“Cuanto es sólo es, según Böhme, esta Trinidad; esta Trinidad lo es todo. El universo es para él,
por tanto, una vida divina y una revelación de Dios en todas las cosas, por donde la Esencia una
de Diuos, que es la suma y compendio de todas las fuerzas y cualidades, nace eternamente el
Hijo, quien resplandece en aquellas fuerzas; la unidad interior de esta luz con la sustancia de las
fuerzas es el Espíritu...516
“1)La filosofía trata de la fuerza divina, de lo que es Dios, de cómo han sido creados en la misma
esencia de Dios la naturaleza, los astros y los elementa y de dónde toman su origen las cosas, de
cómo están hechos el cielo y la tierra, los ángeles, los hombres y los demonios, el cielo y el
infierno y todo lo que forma parte del mundo de las criaturas, y asimismo de lo que se refiere a
las dos cualidades de la naturaleza, partiendo siempre del certero fundamento en el conocimiento
del espíritu, en el impulso y en la acción divinos. 2) La astrología trata de las fuerzas de la
naturaleza, de los astros y los elementos, de cómo han nacido de ellos todas las criaturas y de
cómo a través de ellos se obran el bien y el mal en los hombres y los animales. 3) La teología trata
del reino de Cristo, de su naturaleza, de cómo se enfrenta con el reino del infierno y de cómo
lucha en la naturaleza con éste.”517
Dios: contradicción.
1. Lo primero es Dios, el Padre; este algo primero, es, al mismo tiempo, algo distinto de suyo y la
unidad de ambos... “...es las tinieblas y la luz, el amor y la cólera, el fuego y la luz; pero se llama
solamente Dios, por la luz de su amor. Entre la luz y las tinieblas hay un eterno contrarium:
ninguno capta al otro ni puede ser el otro, y se trata, sin embargo, de una esencia una, pero
distinta por el tormento... Sólo un principio la separa: lo uno en lo otro es una nada y, sin
embargo, es, aunque no se manifieste en cuanto a la cualidad en que es.” 518
514
Ibídem, pp. 233-234
515
Ibídem, p. 234
516
Ibídem, p. 235
517
Ibídem, p. 336
518
Ídem.
519
Ibídem, pp. 236-237
...Böhme se representa a Dios... como esta unidad de los contrarios absolutos, unidad que se
divide a sí misma... Lo Primero, lo Uno, el Padre, presenta, al mismo tiempo, el modo del ser
natural... Dios es la esencia simple... lo Oculto... el temperamentum, que es esta misma unidad de
los contrarios en la que aparece templado todo... el gran salitre... sal neutra, la esencia neutral y
verdaderamente general... Este gran salitre no es otra cosa que la esencia no revelada... 520
Fuerzas o cualidades.
...Esta primera sustancia contiene todas las fuerzas o cualidades como no distintas aún... este
salitre aparece además como el cuerpo de Dios, que encierra dentro de sí todas las cualidades...
La cualidad es la movilidad, el atormentar o empujar una cosa... enemos el calor, que arde,
consume y empuja todo aquello a que se comunica sin tener su cualidad. Y, a su vez, ilumina y
calienta todo lo frío, lo húmedo y lo oscuro, endureciendo lo blando. Encierra en sí dos species, a
saber : la luz y la furia” (negatividad)...521
Doble naturaleza del calor: una, fuerza de la vida (aspecto positivo) y la furia (el aspecto
negativo).
...luchan y pugnan lo uno contra lo otro en su doble fuente. La luz existe en Dios sin quemar,
pero noasí en la naturaleza, pues en ésta todas las cualidades aparecen unidas y mezcladas, del
mismo modo que Dios lo es todo... Böhme enumera toda una serie de cualidades: lo frío, lo
caliente, lo amargo, lo dulce, lo feroz, lo duro, lo áspero, lo blando, el sonido, etc.
También en Dios se da la cualidad amarga... como una fuerza perenne, como considerable y
triunfante tormento-gozo...
“Las fuerzas de las estrellas son la naturaleza. Todo, en este mundo, proviene de las estrellas...
Así, se dice que Dios es la realidad de todas las realidades...
“...considerar cómo la naturaleza entera, con todas las fuerzas que en ella existen, con su
amplitud, su profundidad, su altura, su cielo, su tierra y con todo lo que hay en ella y sobre el
cielo, es el cuerpo de Dios; y las fuerzas de las estrellas son las venas manantiales en el cuerpo
natural de Dios, dentro de este universo.”522
Definición de Dios.
...“Cuando se contempla toda la naturaleza y sus cualidades se ve a Dios padre; cuando se
levanta la mirada al cielo y a las estrellas, se ven su fuerza y su sabiduría eternas... El espíritu
nos enseña que todas las fuerzas residen en Dios Padre [como en un arsenal] mezcladas y
confundidas como una fuerza única.”524
...en este temperamento hubo de producirse necesariamente una separación: “Ninguna cosa
puede revelársele sin repugnancia...” 526
520
Ibídem, p. 237
521
Ibídem, p. 238
522
Ibídem, pp. 238-239
523
Ibídem, p. 239
524
Ídem.
525
Ibídem, p. 240
526
Ídem.
... “Sin la repugnancia, no tendría la vida sensibilidad , ni voluntad, ni acción, ni entendimiento
ni ciencia. Si el Dios oculto, que es una voluntad y una esencia unidas, no se desarrollase por su
propia voluntad y partiendo de sí, tendiendo hacia la división de la voluntad a base de la propia
ciencia en el temperamento e introduciendo esta misma división en una identidad para una vida
natural y de criaturas, de tal modo que esta misma división no aparezca en la vida como una
pugna, ¿cómo podría revelársele a nadie la voluntad de Dios, que sólo es una? ¿Cómo puede
darse una voluntad única un conocimiento de sí mismo.” 527
... “el hijo es [ciertamente] otra persona que el Padre, pero no otro, [sino el mismo] Dios que el
Padre”, cuyo brillo refleja el Hijo... “El Hijo es el corazón [la pulsación], del Padre. Todas las
fuerzas que en el Padre viven son propias del Padre. El Hijo es el corazón o la médula en todas las
fuerzas; pero es la causa de los goces que manan en todas las fuerzas, en el Padre entero... El
Hijo de Dios, lo mismo que el sol nace de las estrellas, nace continuamente de todas las fuerzas
de su Padre, y no es hecho, y es el corazón y el resplandor de las fuerzas todas.” 529
El sol es el hijo y el círculo de las estrellas el conjunto de las fuerzas del Padre.
Vitalidad del hijo.
... “De esta revelación de las fuerzas, en la que se contempla la voluntad del eterno Uno, manan el
entendimiento y la ciencia del yo, ya que en él se contempla la voluntad eterna.”... El Hijo, el algo,
es así el yo, la conciencia, la conciencia de sí; Dios no es, por tanto, solamente lo neutral
abstracto, sino también el concentrarse en el punto del ser para sí. Lo otro de Dios es, pues, la
imagen de Dios...530
...Es esta, pues, la máxima profundidad de los pensamientos de Jacob Böhme. Y de tan plástico
modo representa la caída de Lucifer, que según él el yo, es decir, la conciencia de sí mismo, la
egotidad.... (palabra que nos encontramos en él), el imaginarse dentro de sí, el formarse dentro de
sí mismo (el ser para sí), es el fuego que todo lo devora y consume. 532
527
Ibídem, p. 241
528
Ídem.
529
Ibídem, p. 242
530
Ídem.
531
Ibídem, pp. 242-243
532
Ibídem, p. 243
533
Ídem.
...este “separator desarrolla a partir de sí cualidades de las que nace la infinita pluralidad y por
medio de las cuales se hace sensible el eterno Uno [de tal modo que sea para otros], no con arreglo a la
unidad, sino con arreglo a la emanación de la unidad” 534
...Las cualidades se revelan en “el gran salitre”, se mueven, se elevan, pugnan entre sí. Böhme
descubre así en el Padre la cualidad de la aspereza, y presenta así la manifestación del yo como
una agudización, como una concentración, como un rayo que cae. Esta luz es Lucifer... El rayo
lleva aparejado todavía el dolor; la luz es lo que se entiende. El parto divino es lo que hace surgir
el rayo, lo que da vida a todas las cualidades... 535
... “Por eso es Dios un Dios colérico y celoso”; y en eso reside el mal. “a) La primera cualidad del
replegarse es el No; b) la agudeza; c) la dureza; d) la sensibilidad; e) el tormento-fuego, el infierno
o la cueva, lo oculto; 5) la quinta cualidad, que es el amor, crea en el fuego, como en la
penosidad, otro principium, como un gran fuego de amor.”538
c) “De esta eterna acción de la sensibilidad nace el mundo visible; el mundo es la palabra
emanada que se adentra en las cualidades, ya que en ellas nace una voluntad propia. El
separador logra plasmarse su propia voluntad con arreglo a tal forma.” El universo no es otra
cosa que la sustancia de Dios convertida en criatura. Por tanto, “cuando contemplas la
profundidad [del cielo], las estrellas, los elementos, la tierra [y sus creaciones], es evidente que no
puedes comprender con tus propios ojos la luminosa y clara divinidad, ni saber [tampoco] si ella
reside ahí sólo ves su representación a través de las criaturas. “Pero, cuando elevas tus
pensamientos y piensas... en el Dios que en su santidad gobierna el universo, te abres paso a
través del cielo de todos los cielos y llegas al sagrado corazón de Dios. Las fuerzas celestiales
laboran siempre en imágenes, en las plantas y en los colores, revelan a través de ellas a Dios,
para que Él sea conocido en todas las cosas.”539
“3) Finalmente, lo tercero en estas formas de la Trinidad es la unidad de la luz, del separador y de
la fuerza; esta unidad es el espíritu, que en parte reside ya en lo anterior... “En toda la
profundidad del Padre, no existe nada fuera del Hijo, como no sean la fuerza múltiple e inmensa
del Padre y la luz del Hijo; es esto, en la profundidad del Padre, un espíritu vivo, omnipotente,
omnisciente, que todo lo oye, lo ve, lo huele y lo gusta y lo siente, un espíritu en el que residen
toda la fuerza y todo el esplendor y toda la sabiduría, como en el Padre y en el Hijo.” 540
...No podrías nombrar ningún lugar en el cielo ni en este mundo en que no se halle el nacimiento
divino. El nacimiento de la sagrada Trinidad se opera también en tu corazón; las tres personas
nacen en tu corazón: Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo... 541
534
Ibídem, p. 244
535
Ibídem, p. 244-245
536
Ibídem, p. 245
537
Ibídem, p. 246
538
Idem.
539
Ibídem, pp. 246-247
540
Ibídem, p. 247
541
Ibídem, p. 248
Todas las cosas formadas a imagen y semejanza de la Trinidad.
Esta Trinidad es, para Böhme, la vida absolutamente general en cada cosa individual; es la
sustancia absoluta. Dice nuestro místico: “Todas las cosas de este mundo se han formado a
imagen y semejanza de esta Trinidad.”542
La contraposición que se alberga dentro de la criatura aparece descrita así por Böhme: si la
naturaleza es la emanación inicial del separator, habrá que comprender en el contraste de la
Esencia divina dos clases de vida: además de aquella vida temporal, otra eterna, que lleva consigo
el don de la comprensión divina. En el fondo del mundo eterno y espiritual, en el Mysterio magno
del contraste divino (de la egotidad), encontramos una morada de voluntad divina a través de la
cual se revela y no se revela en ninguna cualidad de la voluntad propia. El hombre, situado
precisamente en este centro, tiene en sí dos vidas, pues está hecho de tiempo y de eternidad, es:
α) un algo general “en la inteligencia eterna de la voluntad buena y una, que es un temperamento;
β) la voluntad inicial de la naturaleza, como la suma y el compendio centrorum, ya que cada
centrum, en su separabilidad, queda circunscrito en un lugar, con respecto a la egotidad y la
voluntad propia, como un propio mysterium o ánimo. Aquello apetece solamente un contraste de
su igualdad; esto –la voluntad nacida por sí misma, la voluntad natural en el lugar de la
mismidad de la impresión sombría- apetece también una igualdad, como un contraste con su
propio compendio, a través del cual no apetece otra cosa que su corporeidad, como un
fundamento natural”. Este yo, sombrío, el tormento, el fuego, la cólera de Dios, el ser dentro de sí,
el captarse a sí, la dureza, es lo que sale de nuevo a la luz en el nuevoalumbramiento; el yo queda
roto y la penosidad reducida a la verdadera quietud, del mismo modo que el fuego sombrío estalla
ahora en luz.”545
SECCION SEGUNDA
542
Idem.
543
Idem.
544
Ibídem, p. 249
545
Ibídem, p. 250
546
Ibídem, p. 251
gobierna todo en el mundo es el pensamiento que parte de sí mismo: esta interioridad, que se
señaló en general en lo tocante al cristianismo y que es el principio protestante por virtud del cual
el pensamiento llega en general a la conciencia como aquello a lo que todos tienen derecho. 547
...la teología filosófica de la Edad Media no tenía como principio el pensamiento libre, que parte de
sí mismo...549
...Se arranca como premisa del viejo prejuicio de que el hombre sólo alcanza la verdad por medio
de la reflexión; esto es pura y simplemente el fundamento... 550
De una parte está la metafísica, el pensamiento abstracto como tal y por la otra las
ciencias particulares, el contenido tomado de la experiencia.
Son la base de las dos corrientes principales de la filosofía.
Contraposición entre racionalismo y empirismo.
Relación dialéctica entre las dos corrientes.
Primera forma de la filosofía engendrada por el pensamiento es la metafísica, la forma
del entendimiento pensante.
Representantes: Descartes, Spinoza, Malebranche, Locke, Leibniz y Wolf.
Capítulo 1
LA METAFISICA INTELECTIVA
Tendencia a la sustancia, por lo que se mantiene en pie una unidad y un pensamiento
contra el dualismo.
En la metafísica, contraposición entre la sustancialidad y la individualidad.
1º. Metafísica espontánea de Descartes y Spinoza, unidad del ser y del pensar.
2º. Locke: idea metafísica de la experiencia (origen de los pensamientos, su razón de
ser).
Lo primero: las “ideas innatas” de Cartesio.
Lo segundo: Leibniz, el desarrollo consecuente de la filosofía de Cartesio.
Lo tercero: Malebranche, un desarrollo completo del cartesianismo.
A) PARTE PRIMERA
Nos encontramos aquí por primera vez con las ideae innatae de Cartesio...551
1. DESCARTES
René Descartes es un héroe del pensamiento, que aborda de nuevo la empresa desde el principio
y reconstruye la filosofía sobre los cimientos puestos ahora de nuevo al descubierto al cabo de mil
años... su importancia estriba principalmente en haber sabido exponer su pensamiento de un
modo simple y sencillo y, al mismo tiempo, popular... partiendo de tesis completamente simples y
reduciendo el contenido a los pensamientos o a la extensión y el ser, con lo que, en cierto modo,
enfrenta el pensamiento con esta su antítesis... no se le puede llamar un pensamiento
especulativo, una razón especulativa. Cartesio parte de determinaciones fijas, firmes, pero
solamente del pensamiento; es la manera de su tiempo... La filosofía y la ciencia exacta no se
hallan separadas todavía; la separación de una y otra habrá de producirse más tarde. 552
547
Ibídem, p. 252
548
Ídem.
549
Ibídem, p. 253
550
Ídem.
551
Ibídem, p. 254
Punto de partida de las ciencias exactas, de las ciencias del entendimiento.
...Nació en 1596, en La Haye, pueblecito de Turena... 553
...Cartesio imprimió un impulso nuevo y vigoroso tanto a las matemáticas como a la filosofía...
Descartes es en efecto el inventor de la geometría analítica y, con ello, el hombre que abrió nuevos
rumbos a la matemática moderna. Cultivó también la física, la óptica y la astronomía, llevando a
cabo importantísimos descubrimientos en estos campos del saber... 554
...Descartes imprime rumbos totalmente nuevos a la filosofía: con él comienza la nueva época de
la filosofía, en la que a la formación de la mente le es dable captar ya el principio de su elevado
espíritu en pensamientos... Cartesio parte de la concepción de que el pensamiento debe partir del
pensamiento mismo...555
NB La metafísica de Descartes vs. escolástica, es decir, vs. el fundamento espiritual del
feudalismo.
...el espíritu de su filosofía no es otra cosa que el saber, como unidad del ser y el pensar… 556
“...haremos bien en dudar, ante todo, si existe en parte alguna lo sensible y lo imaginable... Y esto
nos lleva a dudar de todo lo demás, incluso de los axiomas matemáticos... De cualquier modo, la
experiencia nos demuestra que somos lo bastante libres para abstenernos siempre de creer
aquello que no sea suficientemente cierto y fundado.”
...la necesidad a que este razonamiento cartesiano responde es la de que aquello que se reconoce
como verdad debe ser de tal modo que en ello permanezca el pensamiento consigo mismo. Ahí
tienen su puesto también la llamada intuición inmediata y la revelación interior, de las que tanto
se habla en estos últimos tiempos...559
“...el conocimiento de pienso, luego existo sea el primero de todos y el más cierto de cuantos se
ofrecen a todo el que filosofa de un modo ordenado... vemos claramente que lo que caracteriza
nuestra propia naturaleza... es... única y exclusivamente el pensamiento; por eso éste se conoce
antes y de un modo más cierto que cualquier cosa corporal.” 561
552
Ibídem, pp. 254-255
553
Ibídem, p. 255
554
Ibídem, pp. 256-257
555
Ibídem, p. 257
556
Ídem.
557
Ibídem, pp. 257-258
558
Ibídem, p. 258
559
Ibídem, p. 259
560
Ibídem, pp. 259-260
561
Ibídem, p. 260
...el Yo tiene, aquí, la significación del pensamiento y no la de la individualidad de la conciencia
de sí. La segunda tesis de la filosofía cartesiana es, por tanto, la de la certeza inmediata del
pensamiento...562
Descartes arranca... del Yo como lo sencillamente cierto; yo sé que algo se representa en mí. Con
ello, la filosofía entra de golpe en un campo totalmente nuevo y se sitúa en un punto de vista
completamente distinto, pues se desplaza a la esfera de la subjetividad. Se abandona la premisa
de la religión y se busca solamente la prueba, y no el contenido absoluto, el cual desaparece ante
la subjetividad abstractamente infinita. 563
El sujeto pensante como la inmediatividad simple del ser conmigo mismo es precisamente lo que
llamamos ser... El pensamiento, como lo general, se contiene en todo lo particular, y con ello la
relación pura consigo mismo, la pura identidad. Ahora bien, en el ser no hay que representarse
tampoco, ni mucho menos, un contenido concreto; por donde es la misma identidad inmediata la
que constituye también el pensamiento... El pensar lleva, pues, implícito el ser; pero el ser es una
pobre determinación, es lo abstracto de lo concreto del pensar. 565
Contra Descartes se han alegado también otras proposiciones. Gassendi, por ejemplo, formula
esta objeción: Ludificor, ergo sum. Soy juguete de mi conciencia, luego existo; en realidad: luego,
soy juguete de mi conciencia... Sólo el ser es idéntico al pensamiento puro, no el contenido del
ser, sea lo que fuere...567
Es decir, que puedo establecer como inexistente todo lo que para mí existe; pero al juzgarme
como inexistente a mi mismo, formulo yo mismo esta conclusión, emito un juicio mío propio...
Ahora bien, con esto ha recobrado la filosofía su verdadero terreno, la base según la cual el
pensamiento parte del pensamiento mismo, como de algo cierto de suyo, y no de algo externo, no
de algo dado, no de una autoridad, sino pura y simplemente de esta libertad que se contiene en el
“yo pienso”... Pues el yo es precisamente la certeza misma, que lo demás es solamente predicado;
mi cuerpo es cierto para mí, pero no es la certeza misma...568
562
Ídem.
563
Ídem.
564
Ibídem, p. 261
565
Ibídem, p. 262
566
Ídem.
567
Ídem.
568
Ibídem, pp. 263-264
569
Ibídem, p. 264
...El proceso consiste, aquí, en que surja un interés por ulteriores representaciones acerca de la
unidad abstracta del ser y el pensar... “La conciencia –son sus palabras-, que sólo se sabe cierta a
sí misma, intenta ahora extender su órbita de conocimiento y encuentra que hay en ella
representaciones acerca de muchas cosas, en cuyas representaciones no yerra mientras no
afirma o niega que a ellas corresponde algo parecido fuera de la propia conciencia.”... el alma no
piensa y conoce lo otro con la misma claridad que la certeza de sí misma.” 570
“Y el espíritu cree esto tanto más cuando observa que no descubre en sí la representación de
ninguna otra cosa en que se contenga la existencia como algo necesario. Partiendo de aquí,
comprenderá que aquella idea del Ser supremo no es una idea inventada por él, ni una idea
quimérica, sino una naturaleza verdadera e inmutable que no puede menos que existir, por
570
Ibídem, p. 264-265
571
Ibídem, p. 265
572
Ibídem, p. 266
573
Ibídem, p. 267
cuanto lleva consigo la existencia necesaria. Nuestros prejuicios nos impiden comprender
fácilmente esto, ya que estamos acostumbrados a distinguir en todo lo demás la esencia [el
concepto] de la existencia.”574
[Argumentación de Cartesio:
-Yo tengo una multitud de representaciones del mundo exterior.
-Me propongo encontrar un criterio infalible que me permita saber cuáles de mis
representaciones son verdaderas.
-Yo me represento mi facultad de representar; esta representación es la primera
verdadera; mi facultad de representar es verdadera, es existente.
-Sean falsas o verdaderas mis representaciones, de lo que no me queda duda es de la
existencia de mi facultad de representación, de pensar; soy un ser que piensa; pienso, luego
existo.
-Mi facultad de representación es existente; soy porque pienso.
-Establecida esta verdad, se consideran de nuevo las múltiples representaciones que yo
tengo.
-De ellas, unas son de cosas que tienen más realidad que otras (sustancia más que el
accidente o el modo, sustancia infinita más que la sustancia finita).
-Mis representaciones son de objetos cuya existencia es posible o necesaria.
-Sin embargo la identidad entre el ser y el concepto de mi facultad de pensar (pienso,
luego existo), no es un instrumento que me permita discernir la realidad de mis
representaciones.
-Para lograr esto es necesario que exista en mi conciencia una representación (concepto)
de un objeto (ser) cuya existencia es necesaria.
-Este ser es Dios, cuya existencia se contiene necesariamente de un modo inmediato en
su concepto. Su existencia es necesaria de suyo.
-De esta manera, la relación entre el ser y el pensar ha avanzado un paso más:
1º. El ser (mi existencia) es idéntica al pensamiento (mi pensamiento): pienso, luego
existo;
2º. el ser (el mundo exterior) está en el pensamiento (mi pensamiento) como el concepto
de lo absolutamente necesario, de Dios, el ser perfecto, cuya existencia es necesaria de suyo.
-Mis representaciones tienen entonces dos puntos de apoyo para discernir la verdad de
su contenido.
1) Existe mi pensamiento.
2) Existe un ser, Dios, el ser perfecto cuya existencia es necesaria y así se manifiesta en
mi pensamiento.
3) Esta manifestación es innata en el ser humano porque el pensamiento subjetivo es
una extensión del ser divino. (Dios nos dotó la facultad de pensar).
-Mis representaciones pueden tener como contenido realidades necesarias (que tienen
su fundamento en el concepto de Dios) y cuya existencia es por tanto indubitable y realidades
posibles cuya verdad nos la da la experiencia inmediata o el razonamiento que tiene como
fundamento a las ideas innatas.
574
Ibídem, p. 268
575
Ibídem, p. 269
-Hegel dice que esta argumentación de Descartes descansa en una petitio principii, pues
presupone lo que debería demostrar: la existencia de Dios.]
“Desaparece con ello la duda de que pueda no ser verdad lo que aparece ante nosotros como
absolutamente evidente. Ya, por tanto, no pueden sernos sospechosas las verdades
matemáticas...” Y, como lo que se piensa clara y certeramente, además de pensarse es, Descartes
proclama también, con ello, que el hombre conoce por experiencia, a través del pensamiento, lo
que hay de hecho en las cosas...576
...el ser simple, establecido como lo negativo de la conciencia de sí, es la extensión; por eso
Descartes niega a Dios el atributo de la extensión, se atiene a esta separación, y enlaza el
universo, la materia, con Dios como el creador, causa de ella, formulando el certero pensamiento
de que la conservación de la materia ews una creación continua, en cuanto que la creación se
establece de un modo separado, como actividad. 579
...La extensión es, por tanto, según Descartes, lo más imperfecto: pero, como imperfectas que son,
las sustancias extensas no pueden existir y persistir por sí mismas o a través de su concepto;
necesitan, pues, en todo momento de la asistencia de Dios para su conservación y sin ella se
hundirían de nuevo, en un momento, en la nada. Y la conservación no es otra cosa que una
incesante recreación.580
Ideas innatas.
... “Lo que cae bajo nuestra conciencia es considerado por nosotros, bien como cosas o sus
cualidades, bien como verdades eternas, carentes de existencia fuera de nuestro pensamiento”,
que no pertenecen a este o a aquel tiempo, a este o aquel lugar. A esta clase de verdades las llama
Descartes verdades innatas, pues no han sido creadas por nosotros ni son simplemente sentidas,
sino que son el concepto eterno del espíritu mismo y las determinaciones eternas de su libertad,
de sí mismo como tal...”581
576
Ibídem, p. 270
577
Idem.
578
Ibídem, p. 271
579
Ibídem, pp. 271-272
580
Ibídem, p. 272
581
Ídem.
pensamiento mismo: son múltiples conceptos que adoptan la forma del ser y que responden,
según Cicerón, a sentimientos naturalmente firmes, arraigados en el corazón humano.
“Nosotros diríamos más bien que se trata de algo que tiene su raíz en la naturaleza, en la esencia
de nuestro propio espíritu...582
...el otro aspecto de estas verdades eternas, tenemos que las determinaciones generales de las
cosas son la sustancia, la duración, el orden, etc...583
...Define la sustancia así: “Entiendo por sustancia, simplemente, una cosa (rem) que no necesita
de ninguna otra para existir; y esa sustancia que no necesita de ninguna otra cosa sólo puede ser
una, a saber: Dios.”584
Ahora bien, yo sólo reconozco dos clases de cosas: una es la clase de las cosas pensantes; otra, la
de las que guardan relación con lo extenso.” El pensamiento, el concepto, lo espiritual, lo
consciente de sí es aquello que es cabe sí, como algo contrapuesto a lo extenso, a lo espacial, a lo
que es separado, que no es cabe sí, a lo que no es libre. Tal es la distinción real (distinctio realis)
de las sustancias...586
582
Ibídem, p. 273
583
Idem.
584
Idem.
585
Ídem.
586
Ibídem, p. 274
587
Ídem
588
Ídem.
589
Ibídem, p. 275
Descartes demostraba mediante el siguiente razonamiento que, fuera de la extensión, todas las
determinaciones del cuerpo se cancelaban y ninguna podía predicarse de un modo absoluto:
deducimos la solidez, la dureza de la materia mediante la resistencia que un cuerpo opone a
nuestro contacto y por medio de la cual procura afirmarse en el lugar que ocupa... 590
...Descartes pretende pensar siempre, y no hacer otra cosa; ahora bien, la resistencia, el color,
etc., no los piensa, sino que se limita a captarlos como cualidades sensibles. Por eso dice que todo
esto debe reducirse a la extensión, como modificación especial de ella... 591
Del concepto de la extensión pasa Descartes, en seguida, a las leyes del movimiento, como el
conocimiento general del en sí de lo corpóreo. He aquí esas leyes: α) la de que no existe un vacío,
pues ello sería una extensión sin sustancia corpórea, es decir, algo así como un cuerpo sin
cuerpo; β) la de que no existen átomos (un ser para sí indivisible), por la misma razón, puesto que
la extensión es la esencia misma del cuerpo; γ) finalmente, la de que un cuerpo es puesto siempre
en movimiento por algo exterior a él, mientras que por sí mismo permanece en estado de quietud,
del mismo modo que un cuerpo en estado de movimiento es reducido a quietud, siempre, por algo
exterior a él: es la ley de la inercia... 592
Mecanicismo de Descartes
La extensión y el movimiento son los conceptos fundamentales de la física mecánica; son lo que
es la verdad del mundo de los cuerpos. Descartes ve flotar vagamente ante él la idealidad y se
halla muy por encima de la realidad de las cualidades sensibles, pero no pasa a la
particularización de esta idealidad. Se detiene, pues, en el mundo de la mecánica en sentido
estricto. Dadme la materia (lo extenso) y el movimiento, y os construiré mundos, viene a decir
Descartes; el espacio y el tiempo son, para él, por tanto, las únicas determinaciones del universo
material. Tal es, en efecto, la manera mecánica de considerar la naturaleza, por virtud de la cual
la filosofía de la naturaleza de Descartes es puramente mecánica.
Los cambios de la materia residen, por tanto, solamente en el movimiento; por eso Descartes
reduce todas las relaciones a estados de quietud y movimiento de partículas, todas las diferencias
materiales, el color, el sabor, en una palabra, todas las cualidades corporales y todos los
fenómenos animales, al mecanismo. En los organismos vivos, la digestión, etc., no son sino
efectos mecánicos de esa clase, que tienen como principios la quietud y el movimiento. Vemos,
pues, aquí el fundamento y el origen de la filosofía mecánica; sin embargo, una visión más a
fondo nos dice que esto es insuficiente, poco satisfactorio, que la materia y el movimiento no
bastan para explicar la vida. Pero ello no es obstáculo para que comprendamos la grandeza que
supone que el pensamiento se desarrolle en sus determinaciones y haga de estas determinaciones
del pensamiento la verdad de la naturaleza. 593
...En esta filosofía predomina, por tanto, el tratamiento pensante de los empíricos; y es éste justo
el modo como se manifiestan los filósofos de esta época. En Descartes y otros, la filosofía tenía
aún la significación indeterminada de conocer por medio del pensamiento, la reflexión, el
razonamiento. El conocimiento especulativo, las deducciones a partir del concepto, la evolución
libre e independiente de la cosa misma serán introducidos más tarde por obra de Fichte; por
590
Ídem.
591
Ídem.
592
Ibídem, p. 276
593
Ídem.
594
Ibídem, p. 277
tanto, en Descartes no aparecen separados aun lo que hoy llamamos conocimiento filosófico y el
conocimiento científico de otra clase..595
... “El espíritu humano es finito y el poder y la providencia divinos son infinitos; no estamos,
pues, en condiciones de poder juzgar la relación que existe entre la libertad del alma humana y la
omnipotencia y la omnisciencia divinas; pero en nuestra propia conciencia reside su certeza como
un hecho. Y sólo debemos atenernos, en esto como en todo, a lo que posee certidumbre... El modo
cartesiano de conocimiento presenta la forma de un razonamiento intelectivo; por eso carece, para
nosotros, de un interés especial.599
2. SPINOZA
Continuador de Cartesio.
Unidad del pensamiento y el ser.
La filosofía cartesiana presenta todavía muchísimos giros no especulativos; acoplándose
directamente a ella otro filósofo, Benedicto Spinoza, desarrolla con una consecuencia total el
principio en que esta filosofía se inspira. Para Spinoza, el alma y el cuerpo, el pensamiento y el
ser, dejan de ser cosas especiales, cada una de ellas para sí...” 603
Pero lo que mayores odios atrajo sobre Spinoza fue su filosofía misma, que examinaremos aquí
más de cerca, partiendo de su Etica. Mientras que Descartes no dio a conocer ética alguna, la
obra filosófica fundamental de Spinoza es precisamente una Etica...
“La Etica de Spinoza consta de cinco partes. La primera trata de Dios (De Deo).. La segunda parte
trata de la naturaleza y del origen del espíritu (De natura et origine mentis). Spinoza... pasa
inmediatamente de Dios a la filosofía del espíritu, al aspecto ético; y lo referente al conocimiento,
al espíritu inteligente, figura en la primera parte, en los principios del conocimiento humano. El
tercer libro de la Etica trata del origen y la naturaleza de los afectos (De origine et natura
affectuum). El cuarto, de las fuerzas de ellos o de la servidumbre humana (De servitute humana
seu de affectuum viribus). Finalmente, el libro quinto se ocupa del poder del entendimiento, del
pensamiento o de la libertad humana (De potentia intellectus seu de libertate humana)...605
El pensamiento simple del idealismo spinozista es éste: sólo es verdad la sustancia una, cuyos
atributos son el pensamiento y la extensión o la naturaleza; sólo esta unidad absoluta es la
realidad, sólo ella es Dios...607
[NB. Existe una sustancia única cuyos atributos son el pensamiento y la extensión.
Esta unidad absoluta es la realidad, es Dios.
...En Descartes, la corporeidad y el Yo pensante son esencias independientes por sí mismas; esta
independencia de los dos extremos es levantada en el spinozismo, al convertirse en momentos de
la Esencia absoluta y única. Vemos que lo que importa, en esta expresión, es el concebir el ser
como la unidad de lo contradictorio; el interés fundamental reside en no hacer caso omiso de la
contradicción y darla de lado, sino en reducirla y disolverla... el ser es concebido ahora, de un
modo más determinado aún, como extensión; pues, en su abstracción, sólo sería en rigor el
mismo retorno a sí, la misma identidad simple consigo mismo que es el pensamiento... Por tanto,
602
Ibídem, p.280
603
Ídem.
604
Ibídem, p. 283
605
Ídem.
606
Ibídem, p. 284
607
Ídem.
el pensar puro de Spinoza no es lo general espontáneo de Platón, sino lo que se conoce al mismo
tiempo con la contraposición absoluta del concepto y el ser. 608
Tal es, en su conjunto, la idea spinozista; es en el fondo lo mismo que el ν de los eléatas... Esta
idea spinozista debe reconocerse, en general, como verdadera, como fundada; la sustancia
absoluta es la verdad, pero no es la verdad entera; para serlo, habría que concebirla como algo
activo de suyo, como algo vivo, con lo cual se la determinaría ya como espíritu. Pero, la sustancia
spinozista es solamente la determinación general y, por tanto, la determinación abstracta del
espíritu; cierto es que podría decirse que este pensamiento es la base de toda concepción
verdadera, pero no como el fundamento que permanece firme de un modo absoluto, sino como la
unidad abstracta que es el espíritu dentro de sí.
“Hay que reconocer, pues, que el pensamiento no tuvo más remedio que colocarse en el punto de
vista del spinozismo; ser spinozista es el punto de partida esencial de toda filosofía. Pues, como
hemos visto antes... cuando se comienza a filosofar, el alma tiene que empezar bañándose en este
éter de la sustancia una, en el que naufraga todo lo que venía teniéndose por verdad. Esta
negación de todo lo particular a que necesariamente tiene que llegar todo filósofo es la liberación
del espíritu y la base absoluta sobre que éste descansa... 609
NB. Negación de todo lo particular; lo finito se disuelve en una sustancia única. Punto
de partida de toda filosofía [es decir, aparece solamente como el substrato indeterminado].
Definiciones de Spinoza:
Primera: causa de sí.
[La sustancia]
... “Por causa de sí (causam sui) entiendo aquello cuya esencia [o concepto] implica la existencia, o
sea, aquello que sólo puede concebirse como existente.” La unidad del pensamiento general y de
la existencia se establece, como se ve, desde el primer momento; y en torno a esta unidad habrá
de girar continuamente todo...”611
Segunda: lo finito.
... “Se dice finita en su género aquella cosa que puede ser limitada por otra de la misma
naturaleza.”... Tal es el lado afirmativo del límite. “Según esto, el pensamiento [sólo] es limitado
por otro pensamiento, el cuerpo por otro cuerpo; pero el pensamiento no es limitado
[supongamos] por un cuerpo, ni [a la inversa] el cuerpo por un pensamiento.” 613
Tercera: la sustancia.
608
Ídem.
609
Ibídem, p. 285
610
Ídem.
611
Ídem.
612
Ibídem, p. 286
613
Ídem.
... “Por sustancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí; es decir, aquello cuyo concepto
no necesita del concepto de otra cosa para formarse (a quo formari debeat)”; de otro modo sería
algo finito, accidental.614
Quinta: el modo.
... “Por modo entiendo las afecciones de la sustancia o sea aquello que es en otra cosa por medio
de la cual es también concebido.” Por tanto, la sustancia se concibe por sí misma; el atributo no
es lo concebido por sí mismo, sino que guarda relación con el entendimiento conceptual, pero en
tanto éste concibe la esencia; finalmente, el modo es lo no concebido como la esencia, sino por
otra cosa y en ella.616
...lo general concreto es la sustancia, lo particular concreto el género concreto; el Padre y el Hijo
son, en el dogma cristiano, particulares de esta clase, cada uno de los cuales contiene la
naturaleza íntegra de Dios, sólo que bajo una forma particular. El modo es lo individual, lo finito
como tal, que se manifiesta en la conexión externa con otra cosa. 617
Limitación de Spinoza.
Como vemos, Spinoza va descendiendo, pues el modo es la fase más baja de todas; el defecto de
este filósofo estriba en que concibe lo tercero solamente como modo, como la individualidad mala.
La verdadera individualidad, la subjetividad, no es solamente un alejamiento de lo general, lo
determinado puro y simple, sino que es, al mismo tiempo, como algo determinado pura y
simplemente, lo que es para sí, lo que se determina solamente a sí mismo. De este modo, lo
individual, lo subjetivo es justo el retorno a lo general; pero a este retorno no llega Spinoza. Lo
último en él es la rígida sustancialidad, y no la forma infinita; ésta no la conoció, por eso en su
pensamiento desaparece siempre la determinabilidad. 618
Sexta: el infinito.
... “A lo infinito en su género se le pueden negar infinitos atributos; pero lo absolutamente infinito
es aquello a cuya esencia pertenece todo lo que expresa una esencia y no implica ninguna
negación.”619
Lo infinito de la imaginación.
Lo infinito del pensamiento.
Lo realmente infinito.
Infinito actu. Infinitud verdadera.
...lo infinito, para Spinoza, no este establecer y este remontarse sobre lo establecido, es decir, la
infinitud sensible, sino la infinitud absoluta, lo positivo, lo que perfecciona dentro de sí, en
presente, una pluralidad absoluta sin más allá. Por eso Spinoza llama a la infinitud filosófica, a lo
614
Ídem.
615
Idem.
616
Ibídem, p. 287
617
618
Ídem.
619
Ídem.
620
Ibídem, p. 288
que es infinito actu, la afirmación absoluta de sí mismo... habría podido expresarlo mejor
diciendo: “Es la negación de la negación”. 621
Lo infinito debemos representárnoslo como algo presente y real; y esto acontece en el concepto de
la causa de sí mismo, que es por tanto la verdadera infinitud...” 622
También las anteriores definiciones de Spinoza envuelven ya lo infinito, como ocurre, por ejemplo,
con la causa de sí mismo, que acabamos de mencionar, en cuanto que la determina como aquello
cuyo concepto implica la existencia...623
NB.
...El concepto y la existencia representan el uno el más allá del otro; pero la causa de sí mismo,
así entendida, es justo el retorno de este más allá a la unidad. O bien, “sustancia es lo que es en
sí y se concibe por sí”... o sea, la misma unidad de concepto y existencia. Lo infinito reside
también dentro de sí y tiene también su concepto dentro de sí mismo: su concepto es su ser y su
ser su concepto; en Spinoza existe, pues, la infinitud verdadera. Pero sin que él tenga conciencia
alguna de ello...”624
Séptima: Dios.
... “Dios es el Ser absolutamente infinito o la sustancia constituida por infinitos atributos, cada
uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.” 625
Toda la filosofía spinozista se contiene ya en estas definiciones, las cuales son en conjunto, sin
embargo, definiciones de carácter formal; en esto reside el gran defecto de Spinoza, en que
arranca siempre de definiciones...626
Teoremas de Spinoza.
...proposiciones en las que Spinoza prueba diversas cosas. Desciende de lo general de la
sustancia, pasando por lo particular, el pensamiento y la extensión, hasta llegar a lo individual.628
a) Lo fundamental es que Spinoza prueba, a base de estos conceptos, que sólo es la Sustancia
una, Dios... “Proposición V: no pueden darse dos o más sustancias de la misma naturaleza o del
mismo atributo.”629
621
Ídem.
622
Ibídem, p. 289
623
Ídem.
624
Ídem.
625
Ídem.
626
Ídem.
627
Ibídem, p. 290
628
Ídem.
629
Ídem.
630
Ibídem, p. 291
“Proposición XIV: Aparte de Dios, no puede darse ni concebirse ninguna sustancia.” 631
...Su acción es, por virtud de las leyes de su naturaleza, necesaria y eterna; por tanto, lo que se
sigue de su naturaleza absoluta, de sus atributos, es eterno, del mismo modo que de la
naturaleza del triángulo se seguirá eternamente el que sus tres ángulos sumen dos rectos.” 634
Vale esto tanto como decir que su esencia es su poder absoluto; actus y potentia, pensamiento y
ser, forman en Dios una unidad...635
Dios se halla determinado solamente por su naturaleza; la acción de Dios es, pues, su poder, y
esto es la necesidad...636
...en su carta L (Opera, t. I, p. 634) dice que toda determinación es una negación. Por tanto, el
hecho de que Dios sea la causa del universo es también algo finito, ya que aquí se establece el
universo, como algo distinto de él, al lado de Dios.
b) Lo más difícil en Spinoza es, por tanto, llegar a captar en las distinciones a que se ve llevado la
relación entre este algo determinado y Dios, de tal modo que aquello se conserve aún... 637
“...En efecto, la misma sustancia, puesta bajo el atributo del pensamiento, es el mundo
inteligible; en cambio, bajo el atributo de la extensión es la naturaleza; naturaleza y pensamiento
expresan, pues, ambos, la misma esencia de Dios. O, para decirlo con las palabras de Spinoza, “el
orden y el sistema de las cosas naturales es lo mismo que el orden de las ideas. Así, por ejemplo,
el círculo que existe en la naturaleza y la idea del círculo existente, que se da también en Dios,
son una y la misma cosa es uno y el mismo contenido], aunque explicada por medio de distintos
atributos...638
Pero Spinoza no pone de manifiesto cómo estas dos cosas brotan de la sustancia una; ni
demuestra tampoco por qué solamente pueden ser dos. La extensión y el pensamiento no son
para él, en efecto, nada en sí ni en verdad, sino solamente de una manera externa, distinta, pues
su distinción se refiere solamente al entendimiento, que Spinoza incluye (Eth. P. I, Prop. XXXI,
Demonst., p. 62) entre las afecciones, considerándolo, como tal, carente de verdad... 639
Más arriba veíamos que la naturaleza y el espíritu son racionales; pero la razón, para nosotros, no
es una palabra vacua, sino la totalidad que se desarrolla en sí misma... Ahora bien, este defecto
se manifiesta en Spinoza y en Schelling de tal modo que no se encuentra la necesidad con arreglo
a la cual el concepto se establece como lo en sí negativo de su unidad, como su desdoblamiento
631
Ídem.
632
Ibídem, p. 292
633
Ídem.
634
Ídem.
635
Ídem.
636
Ídem.
637
Ibídem, p. 293
638
Ibídem, p. 293
639
Ibídem, p. 294
640
Ídem.
en lo distinto, para que, partiendo de lo general simple, pueda llegar a conocerse lo real, lo
contrapuesto mismo...641
NB
...Spinoza hace que la sustancia absoluta, el atributo y el modo aparezcan entrelazados como
definiciones, los toma como algo con que se encuentra, sin que los atributos broten de la
sustancia y los modos de los atributos. Y, así, no se da, por lo que se refiere especialmente a los
atributos, la necesidad de que sean precisamente el pensamiento y la extensión. 642
...“La natura naturans es Dios considerado en cuanto causa libre, en tanto que es en sí y
concebido por sí, o aquellos atributos de la sustancia que expresan la esencia eterna e infinita...”
...“Por natura naturata entiendo todo lo que se sigue de la necesidad de la naturaleza de Dios o de
cada uno de los atributos de Dios, todos los modos de los atributos divinos, en cuanto
considerados como cosas que son en Dios y que sin Dios no pueden ser ni ser concebidas.” Nada
se sigue de Dios, sino que todas las cosas se retrotraen cuando se arranca de ellas.” 644
Contradicciones de Spinoza.
...la identidad absoluta del pensar y el ser y, de otra parte, la indiferencia absoluta del uno con
respecto al otro, ya que cada uno de ellos explica toda la esencia de Dios... 648
641
Ídem.
642
Ídem.
643
Ídem.
644
Ibídem, p 295
645
Ídem.
646
Ídem.
647
Ibídem, pp. 295-296
648
Ibídem, p. 296
Identidad del pensar y el ser.
Separación del pensar y el ser.
Determinación del individuo.
...“Cuando algunos cuerpos de la misma o diversa magnitud son compelidos por los demás
cuerpo a aplicarse unos contra otros, o si se mueven con el mismo o diverso grado de velocidad,
de tal manera que se comunican sus movimientos unos a otros según una cierta y determinada
relación, decimos que estos cuerpos están unidos unos a otros y que todos juntos componen un
cuerpo o individuo que se distingue de los demás por esta unión de cuerpos.” 649
...“el entendimiento en acto (intellectus actu), como también la voluntad, el deseo y el amor deben
ser referidos a la natura naturata y no a la natura naturans...651
...“Lo que constituye el ser actual (actuale) del espíritu humano no es más que la idea de una cosa
singular [individual], que existe actu [no de una cosa infinita]. La esencia del hombre no implica
ninguna existencia necesaria, es decir, que según el orden de la naturaleza lo mismo puede un
hombre ser que no ser.
...los afectos: “Cada cosa se esfuerza por conservar su existencia. Este esfuerzo es la existencia
misma y sólo expresa un tiempo indefinido: referido exclusivamente al espíritu, se llama voluntad;
referido conjuntamente al espíritu y al cuerpo, se llama apetito. La voluntad (volitio) y la idea son
uno y lo mismo. La opinión de la libertad se basa en que los hombres no conocen las causas de
sus actos, las que los determinan. El afecto es una idea confusa; el afecto, por tanto, se halla
tanto más en nuestro poder cuanto mejor y con mayor precisión lo conocemos.” La influencia de
los afectos, como ideas confusas y limitadas (inadecuadas), sobre los actos del hombre constituye,
por consiguiente, según Spinoza, la servidumbre humana: los más importantes efectos pasionales
son los de alegría y tristeza; el hombre padece y pierde su libertad mientras se comporta
simplemente como una parte.
“Nuestra beatitud y nuestra libertad consisten en un constante y eterno amor a Dios; este amor
intelectual se sigue necesariamente de la naturaleza del espíritu, en cuanto ésta es considerada
como verdad eterna mediante la naturaleza de Dios. Cuanto más conoce el hombre la esencia de
Dios y más ama a Dios, menos padece a causa de afectos que son malos y menos teme a la
muerte.”654
649
Ibídem, pp. 296-297
650
Ibídem, p. 297
651
Ídem.
652
Ibídem, pp. 297-298
653
Ibídem, p. 299
654
Ídem.
655
Ídem.
...incluye los conocimientos aislados que recibimos a través de los sentidos, mutilados y sin
orden, y por medio de signos, representaciones y recuerdos... 656
2ª clase, los que obtenemos por los conceptos generales y las ideas de las cosas.
3ª, los de la ciencia intuitiva, que es la que se eleva al conocimiento de la esencia de las cosas.
Refiriéndose a este último tipo de conocimiento, dice Spinoza: “Es propio de la naturaleza de la
razón considerar las cosas como necesarias y no como contingentes, en pensarlo todo bajo una
cierta forma de eternidad (sub quadam specie aeternitatis)”; es decir en conceptos absolutamente
adecuados, o sea en Dios. “Esta necesidad de las cosas es la necesidad misma de la naturaleza
eterna de Dios. Cada idea de una cosa individual implica necesariamente la esencia eterna e
infinita de Dios. Las distintas cosas son, en efecto, modos de un atributo de Dios; tienen, por
consiguiente, que implicar su esencia eterna. Nuestro espíritu, en cuanto se conoce a sí mismo y
conoce su cuerpo bajo la forma de la eternidad, tiene necesariamente el conocimiento de Dios y
sabe que existe en Dios y es concebido por Dios. Todas las ideas, en cuanto se relacionan con
Dios, son verdaderas.
El hombre debe reducirlo todo a Dios, pues Dios es Uno en todo; sólo la esencia eterna de Dios
es, sólo la verdad eterna es la que el hombre tiene como fin de sus actos... “el espíritu puede
conseguir que todas las afecciones del cuerpo o las imágenes de las cosas se relacionen con la
idea de Dios. En cuanto el espíritu entiende todas las cosas como necesarias, tiene un poder
mayor sobre los afectos”, los cuales son arbitrarios y contingentes.
En esto consiste el retorno del espíritu a Dios, y en esto consiste también la libertad humana;
como modo, en cambio, el espíritu no posee libertad, sino que es determinado por otros. “De este
tercer género de conocimiento nace la tranquilidad del espíritu; el supremo bien del espíritu
consiste en conocer a Dios, y ésta es también su suprema virtud. De este conocimiento nace
necesariamente el amor intelectual de Dios, pues de él nace la alegría acompañada por la idea de
la causa, es decir, de Dios; nace, dicho en otros términos, el amor intelectual de Dios. Dios mismo
se ama con un amor intelectual infinito.” 657
...Se afirma, pues, que Dios y nuestro entendimiento son cosas distintas. ¿Dónde reside su
unidad, y cómo captar ésta?...660
Es, pues, falso el reproche que se le hace a Spinoza cuando se dice que su filosofía mata la moral;
lejos de ello, se llega por este camino filosófico al elevado resultado de que todo lo que se recibe a
través de los sentidos es solamente limitación, de que sólo existe una verdadera sustancia y de
que la libertad del hombre consiste en levantar la mirada hacia esta sustancia una y ajustarse, en
sus intenciones y en su voluntad, a este Uno eterno. Lo que tal vez pueda censurarse en la
filosofía spinoziana es el que Dios, aquí, se concibe solamente como sustancia y no como espíritu,
no como algo concreto... en la religión cristiana todo hombre, por el mero hecho de serlo, se halla
destinado a su salvación y a la eterna bienaventuranza. Aquí, por el contrario, el individuo
espiritual es solamente un modo, un accidente, pero no una sustancia... 661
656
Ibídem, p. 300
657
Ibídem, pp. 300-301
658
Ibídem, p. 301
659
Ídem.
660
Ibídem, p. 302
661
Ídem.
1.- Se le acusa de ateo. No es cierto.
...Spinoza no enfrenta a Dios y la naturaleza, sino al pensamiento y la extensión; y Dios es, para
él, la unidad, no uno de los dos, sino la Sustancia absoluta, en la que desaparecen, por igual, la
limitación de la subjetividad del pensamiento y de lo natural. 662
...En este método, se niega totalmente la naturaleza del saber filosófico y el objeto del mismo,
pues el conocimiento y el método matemáticos son simplemente un conocimiento formal y, por
tanto, completamente inadecuados para la filosofía. El conocimiento matemático representa la
prueba sobre el objeto existente como tal, pero no, en modo alguno, como concebido; carece en
absoluto de concepto, siendo así que el contenido de la filosofía es justo el concepto y lo
concebido.666
662
Ibídem, p 303
663
Ibídem, p. 304
664
Ídem.
665
Ídem.
666
Ibídem, p. 305
667
Ídem.
γ) Las proposiciones tienen un sujeto y un predicado que son desiguales: el sujeto es lo particular
o individual y el predicado es lo general. No hay ningún desarrollo especulativo en esto porque lo
particular está contenido en lo general y viceversa. Se presupone lo que se debía demostrar.
...Las proposiciones verdaderas pueden considerarse, por tanto, como definiciones y la inversión
es la prueba del lenguaje corriente. Sin embargo, la filosofía no puede valerse propiamente de este
recurso, ya que el sujeto con respecto al cual prueba algo no es de suyo otra cosa que el concepto
o lo general, y la forma de la proposición, por tanto, algo completamente superfluo y, por
consiguiente, torcido.
Lo que se presenta bajo la forma del sujeto aparece bajo la forma de algo que es frente a lo
general, frente al contenido de la proposición. Lo que es tiene el significado de la representación;
es la palabra que empleamos en la vida corriente y que evoca en nosotros una representación
carente de concepto. Una proposición invertida no significaría otra cosa que ésta: el concepto es
este algo representado... Ahora bien, si la proposición no es una proposición filosófica, sino una
proposición corriente y vulgar, y el predicado no es el concepto, sino un algo general cualquiera,
un predicado del sujeto, nos encontraremos ante proposiciones que nada tienen que ver en
realidad con la filosofía, por ejemplo la de que la sustancia es una y no varias, sino precisamente
aquello y solamente aquello en que la sustancia y la unidad son uno y lo mismo... 668
El movimiento del conocimiento, como prueba, queda, por tanto, en tercer término, fuera de la
proposición que pretende ser la verdad... No es, pues, de la sustancia infinita de donde parte para
desarrollar la existencia del entendimiento, de la voluntad, de la extensión, sino que se habla
directamente a través de estas determinaciones, y se hace así, además, de un modo
perfectamente natural, pues se trata, en efecto, de lo Uno, en lo que todo entra para desaparecer
en ello, y de lo que nada sale.669
La trayectoria seguida por Spinoza es, pues, indudablemente certera; sin embargo, la proposición
individual es falsa, ya que sólo expresa uno de los lados de la negación. El entendimiento tiene
determinaciones que no se contradicen; no pueden hacer frente a la contradicción. Ahora bien, la
negación de la negación no es otra cosa que la contradicción, pues al negar la negación como
simple determinabilidad, es de una parte afirmación y, de otra parte, negación en general; y esta
contradicción, que es precisamente lo racional, es lo que se echa de menos en Spinoza. Falta en él
la forma infinita, la espiritualidad, la libertad... 672
668
Ibídem, p. 306
669
Ibídem, p. 307
670
Ídem.
671
Ídem.
672
Ibídem, p. 308
lo justifique para nada. Para justificarlo, Spinoza tendría que derivarlo de una sustancia; pero no
se revela así, por lo cual no adquiere vida, espiritualidad ni actividad. 673
NB.
3. MALEBRANCHE
La filosofía de Malebranche tiene exactamente el mismo contenido del spinozismo, pero expuesto
bajo otra forma, bajo una forma más piadosa, más teológica... 678
a) Lo más importante de todo es la idea que Malebranche se forma cerca del origen del
conocimiento. He aquí sus palabras: “La esencia del alma reside en el pensamiento, como la de la
materia en la extensión. Lo demás, la sensación, la imaginación, la voluntad, son solamente
modificaciones del pensamiento.”
...desarrolla luego, en particular, la idea cartesiana de la asistencia de dios en el conocimiento...
el alma no puede recibir sus representaciones, sus conceptos, de las cosas exteriores”. Pues,
desde el momento en que el Yo y la cosa son en absoluto independientes el uno de la otra, y
viceversa, sin tener entre sí la mayor afinidad, es claro que no pueden mantener relaciones entre
sí, ni ser, por tanto, el uno para la otra o al revés. 680
673
Ibídem, p. 309
674
Ídem.
675
Ibídem, p. 310
676
Ídem.
677
Ídem.
678
Ídem.
679
Ibídem, p. 311
Este problema de la coincidencia del pensamiento y la extensión no ha dejado de ser nunca uno
de los puntos fundamentales de la filosofía. La respuesta de Malebranche reza así: “Porque vemos
en Dios todas las cosas”, por donde Dios mismo es el enlace entre nosotros y ellas, es decir, la
unidad de las cosas y del pensamiento...”681
NB:
...“Dios tiene las ideas de todo, porque todo ha sido creado por El; Dios se halla íntimamente
unido, por su omnipresencia, a los espíritus. Dios es, así, el lugar de los espíritus [lo general del
espíritu] como el espacio [lo general] es el lugar de los cuerpos. El alma conoce, pues, en Dios lo
que en Él es [los cuerpos], en cuanto que Él representa [se imagina] las esencias creadas, ya que
todo esto es algo espiritual, intelectual y presente ante el alma.” 682
NB.
Lo general es, por tanto, en y para sí, no nace de lo particular... 685
Lo mismo que en Spinoza: lo Uno general es Dios, y en cuanto determinado, es lo particular; este
algo particular sólo lo vemos en lo general, como en los cuerpos en el espacio...” p. 313
c) Por lo que se refiere a la orientación del alma hacia Dios, dice Malebranche, lo mismo que
Spinoza había dicho por el lado ético: “Es imposible que Dios tenga otro fin que sí mismo (la
Sagrada Escritura no nos permite dudar de ello)”; la voluntad divina sólo puede tener por fin el
bien, lo sencillamente general.”686
B) PARTE SEGUNDA
680
Ídem.
681
Ibídem, p. 312
682
Ídem.
683
Ídem.
684
Ibídem, pp. 312-313
685
Ibídem, p. 313
686
Ídem.
687
Ibídem, p. 314
...Así como Bacon se remitía, para la verdad, al ser sensible, Locke pone de manifiesto en el ser
sensible lo general, el pensamiento todo, o expone que poseemos lo general, la verdad, a partir de
la experiencia...688
1. LOCKE
Consideradas las cosas de tal modo que el concepto tenga una realidad objetiva para la
conciencia, no cabe duda de que la experiencia es un momento necesario de la totalidad; pero tal
y como este pensamiento aparece en Locke, es decir, como la pretensión de que la verdad es
deducida de la experiencia y la percepción sensible, es el peor de los pensamientos, ya que en vez
de un momento trata de ser nada menos que la esencia de la verdad. Frente a la premisa de la
inmediatividad interior de la idea y frente al método de exponerla a través de axiomas y
definiciones, así como también frente a la sustancia absoluta, se postula aquí la necesidad de
exponer las ideas como resultados y afirman sus derechos a la individualidad y la conciencia de
sí.689
Spinoza y Malebranche.
...es la sustancia o lo general lo verdadero, lo único que es, lo eterno, lo que es en y para sí, sin
origen, aquello de que las cosas particulares no son sino modificaciones, comprendidas por medio
de la sustancia. Pero Spinoza no hace justicia, con ello, a este algo negativo; no llega, por tanto, a
ninguna determinación inmanente, sino que en su sistema naufraga y perece todo lo
determinado, todo lo individual...691
Leibniz
...éste establece, en un sentido elevado, la individualidad, lo distinto, como algo que es para sí, y
además carente de objeto, como un verdadero ser; es decir, no como algo finito y, sin embargo,
distinto, de tal modo que cada mónada es de suyo una totalidad... 694
...Como se ve, Leibniz y Locke ocupan posiciones distintas y enfrentadas la una con la otra. 695
Spinoza y Descartes.
...En el método de Spinoza y Descartes se echa de menos la indicación del nacimiento de las
ideas; se las toma directamente como definiciones; por ejemplo, las de sustancia, lo infinito, el
modo, la extensión, etc., que forman una serie totalmente incoherente... 698
Locke.
...Existe, sin embargo, la necesidad de poner de manifiesto de dónde proceden estos
pensamientos, qué es lo que les sirve de fundamento y acredita su verdad. Locke trata, pues, de
satisfacer una necesidad verdaderamente sentida.... 699
Por consiguiente, para Locke lo general es lo deducido, el resultado, lo hecho por nosotros, lo que
pertenece simplemente al pensamiento como algo subjetivo... 701
La trayectoria seguida por Locke es, pues, certera; lo que ocurre es que se abandona totalmente
en ella el punto de vista dialéctico, para limitarse a analizar lo general partiendo de lo
empíricamente concreto. Kant le pone a Locke, con razón, el reparo de que la fuente de las
representaciones generales no es precisamente lo individual, sino el entendimiento.
...Locke considera que el entendimiento es solamente la conciencia y algo dentro de ella, y sólo
reconoce el en sí en cuanto se contiene en ella. 702
Locke concibe, pues, el alma como una tabula rasa, vacía de todo contenido y que va llenándose
con lo que llamamos experiencia...704
696
Ibídem, p. 317
697
Ídem.
698
Ídem.
699
Ídem.
700
Ibídem, p. 318
701
Ídem.
702
Ibídem, p. 319
703
Ídem.
704
Ídem.
esta última determinación puede decirse que envuelve algo exacto la observación lockeana. Como
conceptos determinados, esenciales y distintos, no tienen otra legitimidad que la de que se ponga
de manifiesto que se hallan implícitos en la esencia del pensamiento; pero como proposiciones –
que pasan por ser axiomas- y conceptos, incorporados directamente a las definiciones como
conceptos determinados, presentan evidentemente la forma de conceptos existentes, innatos.
Tratan de valer en y para sí, tal y como se los ve; pero esto no pasa de ser una simple
afirmación... El espíritu ciertamente se halla determinado en sí, pues es el concepto existente
para sí; su desarrollo consiste en revelarse a la conciencia. Pero no por ello podemos llamar
innatas las determinaciones que de él emanan, pues este desarrollo tiene que ser necesariamente
provocado por algo de fuera, contra lo que la actividad del espíritu, primeramente, se limita a
reaccionar, para de este modo acabar siendo consciente de su esencia... 705
El hombre tiene en su espíritu ideas muy variadas. [La idea algo distinto para Locke y
Hegel]
Si no hay ideas innatas, si no hay ideas innatas, entonces el origen de las ideas se
encuentra en la experiencia. [No dice Hegel qué es para él la idea]
Reconoce Hegel la verdad del principio de Locke, pero... ¿qué ha de entenderse por
experiencia?
...Experiencia quiere decir, aquí, saber inmediato, percepción: es decir, yo mismo debo poseer
eso, y ser; y la conciencia acerca de lo que poseo y soy es justo la experiencia. 708
No se plantea, aquí, para nada, el problema de que lo que se sabe, sea de la clase que sea, deba
ser experimentado, pues eso va implícito en el concepto mismo de la cosa. Es absurdo saber, etc.,
algo que no se halle en la experiencia: a los hombres, por ejemplo, aunque no necesito para ello
haberlos visto a todos, los conozco evidentemente por experiencia, ya que, en cuanto hombre,
desarrollo una actividad y poseo una voluntad y una conciencia acerca de lo que soy y de lo que
otros son. Lo racional es, es decir, es como un ente para la conciencia, que ésta experimenta;
necesita ser visto, oído, existir o haber existido como un fenómeno del universo. 709
α) Las ideas simples (simple ideas) nacen, según Locke, en parte de la experiencia externa y en
parte de la experiencia interna, pues las experiencias, nos dice, empiezan siendo sensaciones,
luego viene la reflexión, las determinaciones interiores de la conciencia... 711
705
Ibídem, p. 320
706
Ídem.
707
Ídem.
708
Ibídem, p. 321
709
Ibídem, pp. 321-322
710
Ibídem, p. 322
711
Ídem.
De las sensaciones se pasa a la reflexión y de aquí surgen las ideas simples.
Después viene el entendimiento que es el que descubre lo general, las ideas complejas.
β) Después de dar por supuesta la experiencia, viene, según Locke, el entendimiento... el obispo
de Worcester había hecho a esto la objeción de que “cuando la idea de sustancia descansa sobre
un silogismo claro y nítido, no nace ni de la sensación ni de la reflexión”. A esto contesta Locke:
Las ideas generales no nacen en el espíritu ni por la sensación ni por la reflexión, sino que son
criaturas o invenciones del entendimiento. El entendimiento las crea por medio de
representaciones obtenidas por vía de la reflexión y de la sensación. 712
Según esto, el pensamiento mismo no es, para Locke, la esencia del alma, sino una de las
potencias y manifestaciones de ella...714
Concepto de espacio.
...percibimos un determinado espacio y luego, por medio de la abstracción, obtenemos el
concepto del espacio en general; la percepción de las distancias nos lleva a la representación del
espacio...716
Crítica de Hegel:
...Esto...no es derivar nada, sino simplemente dar de lado a las otras determinaciones; la
distancia misma es ya espacialidad, lo que quiere decir que el entendimiento saca la
determinación del espacio mismo.717
γ) Al partir de la premisa de que todo es experiencia y de que de esta experiencia abstraemos las
representaciones generales acerca de los objetos y de sus cualidades, Locke establece, en lo que a
las cualidades externas se refiere, una diferencia que aparecía ya en Aristóteles (De anima, II, 6) y
con que nos encontrábamos también en Descartes... 719
712
Ídem.
713
Ibídem, p. 323
714
Ídem.
715
Ibídem, p. 324
716
Ídem.
717
Ídem.
718
Ibídem, p. 325
719
Ídem.
Cualidades secundarias: descansan sobre la naturaleza de los órganos de la sensación.
Primarias: extensión, solidez, movimiento, reposo. Secundarias: colores, sonidos, olores,
sabores.
Observación de Hegel:
...Se le presenta a Locke, aquí, una diferencia entre el en sí y el para otro, aunque declara como
algo no esencial el para otro, sin perjuicio de ver en ello y solamente en ello toda la verdad. 720
...el sostener que los géneros no son nada en sí, que lo general no constituye la esencia de la
naturaleza, que su ser en sí no es lo pensado, equivale a firmar que no conocemos la esencia
real...723
Y también es curioso que Locke... apoyándose en el sentido común, luche contra los principios
generales o los axiomas, por ejemplo, el de que A = A, e decir, el de que cuando algo es A no
puede ser B. Estas proposiciones, nos dice, son superfluas o de una utilidad insignificante o nula,
pues nadie ha sido todavía capaz de construir una ciencia sobre el principio de la
contradicción...724
Con el método seguido por Locke cambia totalmente, a partir de ahora o en este aspecto el punto
de vista de la filosofía; el interés se circunscribe a la forma del tránsito de lo objetivo o de las
sensaciones aisladas a la forma de representaciones... El razonamiento de Locke es
completamente superficial; se atiene exclusivamente a los fenómenos, a lo que es y no a lo que es
verdad.726
720
Ibídem, p. 326
721
Ídem.
722
Ídem.
723
Ídem.
724
Ibídem, p. 327
725
Ídem.
726
Ibídem, p. 328
Este punto de vista, el de si estas determinaciones de lo infinito, de la sustancia, etc., son o no
verdaderas en y para sí, se omite completamente...
Pero aquí se renuncia por entero a la verdad en y para sí, ya que la naturaleza del contenido
mismo se considera como lo fundamental... lo que se pregunta, lo que interesa es únicamente
esto: ¿es verdad por sí mismo? 727
...A derivar experiencias de las observaciones es a lo que llaman los ingleses, desde esta época,
filosofar; y este punto de vista ha prevalecido, unilateralmente, en las ciencias físicas y en las
ciencias jurídico-políticas...729
2. HUGO GROCIO
Hugo Grocio. por la misma época de Locke, se dedicó a estudiar el derecho de los pueblos; y
también en él se manifiesta esta manera de pensar a que acabamos de referirnos, puesto que
procede a establecer combinaciones totalmente empíricas de las relaciones entre los pueblos,
unidas a razonamientos de tipo también empírico.
Hugo van Groot, que nació en Delft (Holanda) en 1583 era jurista, abogado general y síndico...
murió en Rostock, en 1645, durante un viaje de Estocolmo a Holanda. 731
3. THOMAS HOBBES
...nació en Malmesbury en 1588 y murió el año 1679... encontró... en la revolución inglesa,
ocasión para meditar acerca de los principios del Estado y del derecho; y no cabe duda de que
supo ahondar hasta llegar a encontrar ideas propias.
Escribió mucho; también acerca de la filosofía en general, en su obra Elementos de Filosofía...732
a) Hobbes afirma: “El origen de toda sociedad civil hay que buscarlo en el temor mutuo de
todos”...”Toda sociedad es fundada en gracia al provecho o la fama propios, es decir, por razones
egoístas.”... “Los hombres, pese a la desigualdad de sus fuerzas, son todos, sin embargo,
naturalmente iguales.”
b) Hobbes parte, además, del supuesto de que este estado de naturaleza es de tal clase que todos
sienten el impulso de dominarse los unos a los otros... El estado de naturaleza es, por tanto, un
estado de desconfianza de todos contra todos; es una guerra de todos contra todos (bellum
omnium in omnes)... “En el estado de naturaleza, es un poder irresistible el que confiere al hombre
el derecho a dominar a aquellos que no pueden oponer reistencia; no tendría sentido dejar que
gocen de libertad y se hagan de nuevo fuertes quienes se hallan bajo su poder.”... Hobbes saca la
conclusión de que “El hombre debe salir del estado de naturaleza”.
c) Por último, Hobbes pasa a exponer las leyes de la razón, que son las que salvaguardan la paz.
este estado legal consiste en someter la voluntad privada, natural y particular, a la voluntad
general, la cual no es, sin embargo, la voluntad de todos, sino la voluntad del regente, quien, por
tanto, no es responsable ante los individuos, ya que su voluntad va dirigida precisamente contra
la privada de éstos y todos deben obedecerla.
727
Ídem.
728
Ibídem, pp. 328-329
729
Ibídem, p. 329
730
Ídem.
731
Ibídem, p. 330
732
Ibídem, p. 331
De este modo, el problema se enfoca ahora desde un punto de vista completamente distinto. Al
desplazarlo del plano de la voluntad general al de la voluntad de un monarca, esta concepción,
absolutamente certera, conduce a un estado de completo dominio, de perfecto despotismo. 733
5. PUFENDORF
...convierte en principio un impulso humano, un instinto, a saber: el instinto de sociabilidad, etc.
“Samuel von Pufendorf nació en Sajonia en 1632... 734
Aunque Pufendorf defiende todavía el principio divino de los reyes, por virtud del cual sólo tienen
que rendir cuentas ante Dios, si bien están obligados a escuchar los consejos de la Iglesia, se
detiene también a considerar qué clase de impulsos y necesidades mueven al hombre, buscando
en ellos el fundamento interno del derecho privado y el derecho público y derivando también de
aquí una serie de deberes para los gobiernos y los regentes, con objeto de que desempeñe
también un papel, en ello, la libertad humana. El fundamento del Estado es, según Pufendorf, el
instinto de sociabilidad; y el fin supremo del Estado la paz y la seguridad de la vida social,
mediante la transformación de los deberes interiores de conciencia en deberes externos y
coactivos.735
6. NEWTON
...Isaac Newton... nació en Cambridge, en 1642, se dedicó principalmente al estudio de las
matemáticas y fue profesor de esta materia en Cambridge; más tarde fue nombrado presidente de
la Sociedad de Ciencias de Londres y murió en 1727. 736
Su lema era: “¡Física, guárdate de la metafísica!”, lo que viene a decir, sobre poco más o menos:
¡ciencia, guárdate del pensamiento!...” p. 337 (sarcasmo de Hegel).
Pero, ¿qué puede hacer la física sin el pensamiento? Sus categorías, sus leyes, las debe solamente
al pensamiento, y sin él no sería nada. Fue Newton quien más contribuyó a introducir en ella las
determinaciones reflexivas acerca de las fuerzas; elevó la ciencia al punto de vista de la reflexión y
proclamó las leyes de las fuerzas en vez de proclamar las leyes de los fenómenos... 737
...Newton, en cambio, como los físicos, no llegó a saberlo nunca, no llegó a darse cuenta de que,
cuando creía manejar simplemente cosas físicas, pensaba y manejaba conceptos; en este sentido,
viene a ser la antítesis de Böhme, quien manejaba las cosas sensibles como si fueran conceptos...
Al comienzo de las obras de ciencias físicas se nos habla, por ejemplo, de la fuerza de la inercia,
de la fuerza de la aceleración, de las moléculas, de la fuerza centrípeta y centrífuga, como de
firmes determinaciones existentes; es decir, que se nos ofrecen como los primeros rudimentos lo
que debieran ser los resultado finales de la reflexión. 738
C) PARTE TERCERA
733
Ibídem, pp. 333-334
734
Ibídem, p. 336
735
Ibídem, p. 337
736
Ídem.
737
Ibídem, p. 338
738
Ídem.
739
Ibídem, pp. 338-339
1. LEIBNIZ
Leibniz, que en otro sentido es la antítesis de Newton, es también la antítesis de Locke y su
empirismo, de una parte, y de otra la de Spinoza... 740
Obras:
Las obras en que con mayor cohesión aparecen expuestos los verdaderos pensamientos filosóficos
de Leibiniz son su ensayo sobre los principios de la gracia divina (Principes de la Nature et de la
Grace) y, sobre todo, en la dedicada al príncipe Eugenio de Saboya. (Principia philosophiae).744
Método de Leibniz
En su filosofía, Leibniz procede, en general, como en sus hipótesis proceden todavía los físicos
para explicar los datos existentes. Se trata de encontrar representaciones generales de la idea, de
las que sea posible derivar lo particular; es necesario, por razón de los datos existentes, que la
representación general, por ejemplo la determinación reflexiva de la fuerza o la materia, entre en
sus determinaciones de tal modo que cuadre perfectamente con los datos de que se dispone. De
este modo, la filosofía leibniziana parece menos un sistema filosófico que una hipótesis sobre la
esencia del universo y concretamente acerca del modo como ésta debe determinarse, partiendo de
las determinaciones metafísicas, los datos y las premisas de la representación que se tienen por
válidamente establecidos, pensamientos que, por lo demás, se exponen, en general, de un modo
narrativo, sin la menor consecuencia de concepto, y no revelan, considerados por sí mismos,
necesidad alguna en cuanto a su conexión...
a) La filosofía leibniziana es un idealismo de la intelectualidad del universo; de una parte, se
enfrenta a Locke y, de otra parte, a la sustancia spinozista, pero ello no es obstáculo para que, al
mismo tiempo, se entrelacen en ella ambos pensamientos. En efecto, Leibniz proclama, por una
parte, el ser en y para sí de lo distinto y de la individualidad en las muchas mónadas, mientras
que, por otra parte, situándose de pronto en el punto de vista contrario, proclama la idealidad
spinozista y el no ser en y para sí de toda distinción, como idealismo representativo. La filosofía
leibniziana es una metafísica y toma como base, en la aguda contraposición con la sustancia
general y simple de Spinoza, en la que todo lo determinado es simplemente algo transitorio, la
740
Ibídem, p.339
741
Ídem.
742
Ídem.
743
Ibídem, p. 342
744
Ídem.
absoluta pluralidad de las sustancias individuales, a las que da, siguiendo el precedente de los
antiguos, el nombre de mónadas, expresión empleada ya por los pitagóricos... 745
Es ésta, sin duda, una determinación muy importante; en la sustancia misma va implícita la
negatividad, la determinabilidad, sin renunciar a lo que tiene de simple y de ser dentro de sí. Y,
penetrando más a fondo en la cosa, vemos que va implícito en ella ese idealismo que consiste en
que lo simple sea un algo distinto en sí mismo, algo que conserva su unidad a despecho de sus
cambios y permanece en la simplicidad, como, por ejemplo, yo o mi espíritu. En mí hay muchas
representaciones, una gran riqueza de pensamientos; y, sin embargo, pese a esta
diferenciabilidad, soy yo, es decir, una unidad. Es la idealidad en que lo distinto se levanta a la
par y se determina como la unidad; las mónadas se distinguen, pues, por medio de
modificaciones en ellas mismas, pero no por medio de determinaciones externas. Estas
determinaciones que van implícitas en las mónadas se contienen en ellas de un modo ideal; esta
idealidad en la mónada forma un todo en sí misma, por donde estas distinciones no son sino
representaciones. Tal es la diferencia absoluta a que se da el nombre de concepto; lo que en la
mera representación se desdobla aparece aquí unido. 748
745
Ibídem, p. 343
746
Ibídem, p. 344
747
Ibídem, p. 346
748
Ibídem, pp. 346-347
749
Ibídem, p. 347
Sexto: Ahora bien, estas mónadas constituyen el principio de todo lo que es. La materia no es otra
cosa que su capacidad pasiva...750
Séptimo: Los cuerpos como tales cuerpos son conglomerados de mónadas; son agregaciones a las
que no podemos llamar sustancias... La continuidad de ellas es una ordenación o una extensión,
pero el espacio no es nada en sí; tiene ser solamente en otro, es una unidad que nuestro
entendimiento infunde a aquel conglomerado.751
β) Una fase superior del ser son los cuerpos vivos y animados, en los que una mónada predomina
sobre las demás. El cuerpo unido con la mónada –del cual la mónada una es la entelequia o el
alma- es llamado, en unión de esta alma, un ser vivo, un animal...” 753
Las verdades eternas descansan sobre los principios de la contradicción y la razón suficiente.
...El primero es la unidad, expresada inútilmente como un principio, la distinción de lo que no
puede distinguirse, el A = A; es la definición del pensamiento, pero no un principio que encierre
como contenido una verdad, o no el concepto de la distinción expresada como tal... “El principio
de la razón consiste en que todo tiene su fundamento, en que lo particular tiene por esencia lo
general... Esto de razón suficiente parece ser un pleonasmo; sin embargo, Leibniz entendía por
ello fines y causas finales (causae finales), cuya distinción con respecto al nexo causal o a su
causa eficiente pone aquí de manifiesto.”
Lo general.
c) En cuanto a lo general, a la esencia absoluta, que es en Leibniz algo distinto de aquellas
mónadas, se desdobla ahora en dos lados: el del ser general y el del ser como unidad de los
contrarios.756
El ser general.
α) Aquel algo general es Dios, como la causa del universo, a cuya conciencia sirve de transición
evidentemente aquel principio de la razón suficiente. La existencia de Dios es solamente una
consecuencia de las verdades eternas, ya que éstas, en cuanto leyes de la naturaleza, tienen que
tener una razón suficiente general que es precisamente la que se determina como Dios. La verdad
eterna es, pues, la conciencia de lo en y para sí general y absoluto, y este algo general, en y para
750
Ibídem, p. 348
751
Ídem.
752
Ibídem, pp. 348-349
753
Ibídem, p. 349
754
Ibídem, p. 350
755
Ídem
756
Ídem
sí absoluto, es Dios, el cual, en cuanto la unidad consigo mismo, es la mónadaIbídem, pp. 102-
103 de las mónadas, la mónada absoluta...757
...“Dios cuenta, pues, entre los objetos de su voluntad lo mejor como el último fin: pero el bien
como uno cualquiera (qualemcunque), incluso el subordinado, y frecuentemente también las
cosas indiferentes y los males, como medios; sin embargo, el más sólo como condición de una
cosa por lo demás necesaria (rei alioqui debitae), que no podría llegar a darse sin él; en el sentido
en que Cristo dijo que tiene que existir el escándalo.” 759
γ) Hay que decir, además, que la razón suficiente se refiere a la representación de las mónadas.
Los principios de las cosas son las mónadas, cada una de las cuales es para sí, sin influir para
nada en las demás. Ahora bien, si la mónada de las mónadas, dios, es la sustancia absoluta y las
diversas mónadas individuales son obra de su voluntad, desaparece la sustancialidad de ellas.
nos vemos situados, así, ante una contradicción que permanece de suyo insoluble: es la
contradicción entre la mónada sustancial una y las muchas mónadas sueltas, que se presentan
como sustantivas e independientes por el mero hecho de que su esencia consiste en no guardar
relación las unas con las otras. Sin embargo, para poner de manifiesto, al mismo tiempo, la
armonía existente en el universo, Leibniz concibe la relación entre unas y otras mónadas, de un
modo más general, como la unidad de dos entes contrapuestos, a saber: El alma y el cuerpo. Y
presenta esta unidad como una relación no diferente, como una relación carente de concepto, es
decir, como una armonía preestablecida. Leibniz aduce, a este propósito, el ejemplo de dos relojes
puestos en la misma hora y que marchasen acompasadamente, sin variar el uno del otro en lo
más mínimo; así procede el movimiento del reino del pensar en la determinación con arreglo a
fines, y así procede también, con arreglo a la conexión causal, el movimiento del reino corpóreo,
armonizado con él.760
Aquí Leibniz abandona, como antes, su principio de la individuación, que no tiene más sentido
que el de ser una unidad exclusiva, el de no abarcar lo otro; es –dicho de otro modo- solamente
una unidad imaginaria, representada, no su concepto... 761
...Por consiguiente, el principio de la armonía entre las mónadas no es algo propio de éstas, sino
que reside en Dios, que es por ello mismo la mónada de las mónadas, su unidad absoluta.” p. 354
...Por tanto, según Leibniz, cada mónada encierra o es la representación del universo entero, es
decir, es precisamente la representación en general pero es, al mismo tiempo, una representación
determinada gracias a la cual es precisamente esta mónada y no otra, es decir, una
representación con arreglo a su situación especial y a sus circunstancias especiales. 763
La libertad.
Y, en cuanto que las representaciones de las mónadas dentro de sí que forman su universo,
evolucionan a base de sí mismas, con arreglo a las leyes de su propia actividad y de sus
757
Ibídem, pp. 350-351
758
Ibídem, p. 351
759
Ibídem, p. 352
760
Ibídem, p. 353
761
Ibídem, p. 354
762
Ídem
763
Ibídem, p. 355
apetencias, como los movimientos de su mundo exterior con arreglo a las leyes de los cuerpos,
tenemos que la libertad sólo es precisamente esta espontaneidad de la evolución inmanente, pero
como una espontaneidad consciente...764
...según Leibniz (Opera, t. II, P. I, p. 75) de que “la naturaleza de una sustancia creada lleva
consigo el que esta sustancia cambie incesantemente en un cierto orden que la guía
espontáneamente a través de todos los estados por los que atraviesa, de tal modo que aquel que lo
ve todo descubre también en el estado presente de la sustancia su estado pretérito y su estado
futuro. La leuy del orden que determina la individualidad de la sustancia especial muestra una
relación exacta con lo que ocurre en toda otra sustancia y en todo el universo”. 765
...Ante Dios, las mónadas dejan de ser algo sustantivo, independiente, para convertirse en algo
ideal y verse absorbidas por El.766
...Dios viene a ser, por tanto, algo así como el arroyo al que van a fluir todas las contradicciones;
y eso, una colección popular, es la Teodicea leibniziana...767
2. WOLFF
Directamente enlazada a la de Leibniz aparece la filosofía de Wolff... 769
...En Wolff, como el maestro del entendimiento, nos encontramos con un desarrollo sistemático de
la materia filosófica existente en las representaciones humanas en general... Puede afirmarse que
Wolf fue el primero que aclimató la filosofía en Alemania.
Comparten también esta fama otras dos figuras: Tschimhausen y Thomasius, sobre todo por el
hecho de haber escrito sobre filosofía en alemán... la filosofía de estos dos pensadores... no es, en
rigor, otra cosa que lo que se llama la sana razón: esa superficialidad y esa vacua generalidad con
que nos encontramos siempre allí donde empieza a levantar su voz el pensamiento...
Es Wolff, en realidad, el primero que convierte en patrimonio general no ya la filosofía, pero sí el
pensamiento en forma de pensamiento, estableciéndolo en Alemania en sustitución de las
palabras nacidas simplemente del sentimiento, de las percepciones de los sentidos y de las
representaciones...
Esta filosofía acaba convirtiéndose, como filosofía intelectiva, en parte de la cultura general: el
pensamiento determinado, intelectivo, se erige aquí en principio fundamental y se extiende por
toda la órbita de los objetos que caen dentro del campo del saber... Por tanto, aunque la filosofía
wolffiana tenga como base la de Leibniz, se caracteriza por alejar de sí, totalmente, el interés
especulativo...
...nació en Breslau, en 1679, era hijo de un panadero, empezó estudiando teología, pasó luego al
estudio de la filosofía, y en 1707 obtuvo una cátedra de matemáticas y filosofía en la universidad
de Halle...770
764
Ídem
765
Ibídem, p. 356
766
Ibídem, p. 357
767
Ídem
768
Ibídem, p. 358
769
Ídem
770
Ibídem, p. 359
Murió en 1754.771
La filosofía de Wolff sólo en conjunto y por su contenido general puede decirse que sea filosofía
leibniziana: sólo en lo que se refiere a las determinaciones fundamentales de las mónadas y de la
Teodicea, a las que Wolf se mantiene fiel; por lo demás, el contenido de esta filosofía es
puramente empírico, tomado de nuestras sensaciones, de nuestras inclinaciones; y Wolff se
asimila también todas las determinaciones cartesianas –y las demás- de los conceptos
generales...772
En esta metafísica
...los antagonismos del pensamiento se revelan a la conciencia y el interés se orienta hacia la
solución de estas contradicciones... El pensamiento y el ser o la extensión, dios y el universo, lo
bueno y lo malo, el poder y la presciencia divinos, de una parte, y de otra parte el mal reinante en
el mundo y la libertad humana: estas contraposiciones, los antagonismos del alma y del espíritu,
de las cosas representadas y las cosas materiales, y la relación mutua entre ellas, son las que
atraen el interés de este tipo de filosofía... 775
Esta metafísica, esta “seca filosofía intelectiva”, como la llama Hegel, provoca, al no
poder resolver las contradicciones, una reacción de escepticismo.
Este escepticismo adopta la forma del idealismo, es decir
...la forma en que las determinaciones son determinaciones subjetivas de la conciencia de sí. 779
Es una vuelta del pensamiento como sustancia al concepto. (De lo infinito a lo finito).
La metafísica establece la forma objetiva del pensamiento como lo absoluto: el
pensamiento y el ser, dios y el universo, lo bueno y lo malo, etcétera; desarrolla los
antagonismos y los convierte en contradicciones absolutas; busca la solución a estas
contradicciones y la encuentra en Dios.
Esta metafísica es insuficiente porque no considera a las sustancias y a la contradicción
como espíritu en movimiento [esto es, como una sustancia general en movimiento que es
simultánea y sucesivamente uno y lo otro, pensamiento y ser, etcétera], sino como absolutos,
contrarios absolutos, sin relación entre ellos, y que tienen una unidad extrínseca en Dios.
Este defecto de la metafísica provoca necesariamente el surgimiento del escepticismo en
la filosofía [esto es, un alejamiento de la metafísica, del pensamiento absoluto, para volver al
concepto de las cosas finitas].
El pensamiento es, para esta metafísica, algo objetivo; para el escepticismo, que es el
resultado necesario de la insuficiencia de aquella, es:
1º.
...como conciencia de sí individual, como la representación formal en términos generales... 780
[Esto es, los conceptos como representación de los objetos en la conciencia individual.]
2º.
...como conciencia de sí general, que se proyecta sobre todos los objetos, ya sean objetos
pensados, conceptos determinados; ya presenten la forma de la realidad, sobre lo en general
plasmado en pensamientos, sobre el mundo intelectual con la riqueza de sus determinaciones,
considerado como un más allá, o sobre el mundo del más acá… 781 p. 367
[Los conceptos como representación de la generalidad de los objetos.]
3º.
...como el concepto que revierte al pensamiento, como el concepto pensado que se piensa a sí
mismo...782
[Se trata de lo que Hegel llama el espíritu, que es el pensamiento que se piensa a sí
mismo.]
CAPITULO 2
776
Ídem
777
Ibídem, p. 366
778
Ídem
779
Ídem
780
Ibídem, p. 367
781
Ídem
782
Ídem
PERIODO DE TRANSICION
Tal es, por tanto, la fisonomía que presenta la filosofía del siglo XVIII. Son tres, en general, los
aspectos que tenemos que examinar aquí: el primero, lo representa Hume; el segundo, la filosofía
de los escoceses; el tercero, la filosofía francesa...783
Hume.
...es un filósofo escéptico...784
...Locke basa su contenido filosófico sobre la experiencia. Pero Hume pone de manifiesto que el
empirismo no puede conducir al pensamiento a ninguna posición fija, ya que niega todo lo
general...785
La filosofía escocesa.
...es una reacción en su contra [de Hume]... 786
...Los escoceses, por su parte, proclaman, es cierto, principios y verdades generales, pero no por
medio del pensamiento...
La filosofía francesa.
...ahora se hace necesario abrazar en el empirismo mismo una posición firme; y así, los franceses
encuentran en la realidad, en la réalité lo general, pero no su contenido en el pensamiento y
partiendo de él, sino como la sustancia viva, como naturaleza y como materia. Todo lo cual no es
sino un desarrollo del empirismo reflexivo... 787
A) IDEALISMO Y ESCEPTICISMO
El pensamiento es primero el concepto determinado.
Después es conciencia de sí.
Lo es primero de un modo formal, como conciencia de sí individual.
Esta forma es el escepticismo.
En el escepticismo moderno se toma como base la certeza de la realidad.
El escepticismo antiguo era también el retorno a la conciencia individual, pero de tal
modo que
...ésta no era la verdad o que no proclamaba su resultado ni adquiría, por tanto, una significación
positiva.788
...en el mundo moderno, se toma como base esta sustancialidad absoluta [es decir, la certeza de
la realidad]... el escepticismo reviste aquí la forma del idealismo, es decir, proclama como realidad
y como verdad la conciencia de sí o la certeza de sí misma... 789
[Tiene como base las filosofías de Spinoza y Leibniz de las sustancias absolutas]
La forma peor de este idealismo consiste en que la conciencia de sí, como conciencia de sí
individual o formal, no pase de decir: todos los objetos son representaciones nuestras. 790
1. BERKELEY
George Berkeley nació el año 1684 en Kilcrin, cerca de Thomastown, en el condado de Kilkenny
(Irlanda), y murió en 1754, siendo obispo de una diócesis inglesa. Escribió la Theory of vision,
783
Ibídem, p. 369
784
Ídem
785
Ídem
786
Ídem
787
Ídem
788
Ídem
789
Ibídem, p. 370
790
Ídem
1709, el Treatise concerning the principles of human knowledge, 1710, y Three Dialogues between
Hylas and Philonous, 1713...791
Para Berkeley todo lo que es y sus determinaciones son algo percibido y creado por la
conciencia de sí.
El principal pensamiento original de Berkeley es el siguiente: “el ser de todo lo que
llamamos una cosa es, única y exclusivamente, su ser percibido”; o lo que es lo mismo, lo que
nosotros conocemos son nuestras determinaciones.
...“Todos los objetos del conocimiento humano son ideas...” 792
Estas ideas proceden de las impresiones de los sentidos externos o de las actividades
interiores de la conciencia.
También se forman por medio de la memoria y la imaginación.
Estas ideas son la materia y objeto del conocimiento.
El sujeto cognoscente es el yo, que se manifiesta como el que percibe, piensa, se
imagina, recuerda, etcétera.
Berkeley reconoce la diferencia entre el ser en sí y la alteridad, pero esta diferencia se
da en el interior del propio yo, como la diferencia entre los objetos de su conciencia, las ideas, y
su propia conciencia de sí.
...Berkely ....habla de la proyección de las cosas sobre la conciencia, de la que no salen nunca,
para él...793
...De donde se sigue que sólo residen en la conciencia de sí, ya que una percepción que no se da
en quien se la representa no es nada, es una contradicción inmediata... 794
2. HUME
...Kant arranca en realidad de esta doctrina [del escepticismo de Hume] para construir su propia
filosofía.796
...Escribió A Treatise of human nature ( tres vols., 1739, traducido al alemán por Jacob, Halle,
1790, 8o.), y además Essays and Treatises on several subjects, en dos vols. (Vol. I containing
Essays moral, political and literary, primera edición, Edimburgo, 1742; Vol II containing an
Enquiry concerning human understanding… primera edición, Londres, 1748, 8o.)798
Lo fundamental de su filosofía:
791
Ídem
792
Ibídem, p. 371
793
Ibídem, pp. 371-372
794
Ibídem, p. 372
795
Ibídem, p. 373
796
Ibídem, p. 374
797
Ídem
798
Ídem
...Parte directamente del punto de vista filosófico de Locke-Bacon, según el cual nuestros
conceptos se derivan de la experiencia... 799
799
Ibídem, p .375
800
Ídem
801
Ibídem, p. 378
Hume es la consecuencia necesaria de Bacon, Locke y Berkeley. Restaura el
escepticismo. La necesidad del ser determinado finito no puede ser aprehendida por el sujeto;
únicamente capta la regularidad de los fenómenos.
C) LA FILOSOFIA FRANCESA
Todas estas formas, el en sí real del mundo real y el en sí del mundo suprasensible, se levantan
por tanto, aquí, en este espíritu consciente de sí mismo. Este no se atiene a las representaciones
tal y como son, no les concede validez ni las acepta como verdaderas, no las venera como
independientes y libres al margen de la conciencia de sí, por su actividad, la que hace algo de
ellas, algo que es además distinto de aquello por que directamente se tienen, y sólo es la actitud
ingeniosa, precisamente esta formación y este movimiento a través de su conciencia de sí, lo que
vale y suscita su interés. Es el carácter del concepto en su realidad; y sólo vale lo que constituye
la esencia misma de esta conciencia de sí que todo lo ve y lo comprende. 803
…Primeramente, éste concepto se fija como el movimiento puramente negativo del concepto; lo
positivo, lo simple o la esencia cae fuera de este movimiento… 804
…Por tanto en cuanto materia, en cuanto objetividad vacía, la esencia absoluta se halla
determinada por el concepto, que destruye todo contenido y toda determinación y tiene solamente
como objeto suyo este algo general. Es el concepto que se presenta en una actitud puramente
destructiva, que no se desarrolla de nuevo a base de esta materia o de este pensamiento puro, de
esta pura sustancialidad.805
1. La dirección negativa.
La filosofía francesa dirigida contra la religión y el Estado.
802
Ibídem, p. 383
803
Ídem
804
Ibídem, p. 383
805
Ibídem, p. 384
…Lo que hay en él [en el aspecto negativo] de sustancial es el ataque del instinto racional contra
un estado de degeneración, más aún, de mentira general y completa, por ejemplo, contra lo
positivo de una religión fosilizada…806
El estado religioso, con su poder y magnificencia, con la corrupción de las costumbres, con la
codicia, la sed de honores, la crápula, para la que se pide, sin embargo, reverencia y acatamiento;
toda esta contradicción que existe en la realidad debe tenerse bien presente si se quiere
comprender el sentimiento de rebelión que se apoderó de estos escritores… 807
La filosofía francesa iba dirigida también, por eso, contra el Estado; atacó los prejuicios y la
superstición y principalmente la corrupción de la sociedad burguesa, de las costumbres de las
cortes y de los funcionarios del gobierno, captó lo malo, lo ridículo, lo vil y expuso toda la
hipocresía y los poderes injustos a la risa, al desprecio, al odio del mundo, moviendo así al
espíritu y al corazón a indiferencia con respecto a los ídolos del mundo y haciendo que el
sentimiento y el ánimo se rebelasen contra ellos. Las viejas instituciones, para las que ya no
había cabida en el sentimiento desarrollado de una libertad y una humanidad conscientes de sí
mismas y que, por lo demás, descansaban sobre los sentimientos mutuos y sobre la ceguera y la
falta de autonomía de la conciencia, que habían dejado ya de corresponder al espíritu que las
había instaurado y que ahora, con la nueva cultura científica desarrollada, se pretendía que
también la razón respetara como algo sagrado y justo: todo este formalismo fue derribado por
aquellos filósofos.808
Sus ataques estaban escritos en parte con razonamientos, en parte con ingenio, en parte con el
sano sentido común, y no iban dirigidos contra lo que nosotros llamamos religión; lejos de ello,
esta religión quedaba al margen de tales ataques y se la recomendaba con la más bella
elocuencia. Este aspecto sólo se comportaba, pues, demoledoramente contra lo que ya estaba
destruido de suyo. Es muy fácil echarles en cara a los franceses sus ataques contra la religión y
contra el Estado.809
2. El aspecto positivo.
806
Ibídem, p. 389
807
Ídem
808
Ibídem, pp. 389-390
809
Ibídem, p. 390
810
Ídem
811
Ibídem, pp. 390-391
Es cierto que el sentido afirmativo de esta filosofía no puede satisfacer las exigencias de un
examen concienzudo.
[estaba fundado en] premisas hechas a partir del sentimiento originario del derecho que todo
hombre lleva dentro de sí: como, por ejemplo, la benevolencia y las inclinaciones sociales, que
deben desarrollarse. La fuente positiva del saber en general y del derecho se desplaza a la razón
humana y a la conciencia general del hombre: al sano sentido común, no a la forma del concepto
[NB].812
…Por medio de diversas combinaciones y modificaciones, por medio de distintos arreglos, nace
una cosa distinta. “Las materias se inclinan, unas veces, a unirse y combinarse entre sí, y otras
veces son incapaces de toda unión. Sobre esto hacen descansar los físicos la atracción y la
repulsión, la simpatía y la antipatía, la afinidad y la relación; los moralistas fundan sobre esto el
odio y el amor, la amistad y la hostilidad. 815
812
Ibídem, p. 392
813
Ibídem, p. 393
814
Ídem.
815
Ibídem, pp. 393 -394
perfectamente a Dios, porque nos faltarán siempre los medios para ellos. También nosotros
podríamos grabar sobre las puertas de nuestros templos las palabras que se leían sobre el altar
mandado levantar por el Aerópago: 'Al Dios desconocido'”… “El orden que reina en el universo no
es el tipo visible de aquella sabiduría, del mismo modo que nuestra pobreza de espíritu no es ni
puede ser la imagen de su inteligencia. 816
…Ahora bien, lo que se concibe, más de cerca, como esa actividad, es el que los gérmenes se
despliegan en el todo; por doquier vemos seres orgánicos que se producen unos a otros; no hay
nada aislado, todo aparece combinado, coherente y en armonía. Robinet recorre, a este propósito,
las plantas, los animales, e incluso los metales, los elementos, el aire, el fuego, el agua, etc.,
procurando poner de manifiesto, en todos ellos, cómo es en lo vivo donde se contiene el germen
de las cosas y cómo también los metales se hallan organizados de suyo.
…
…Robinet aduce, en una “recapitulación”, que “los gérmenes animales pululan de animales en
germen”. Y atribuyendo después toda verdadera procreación a la cooperación de ambos sexos,
afirma que todo individuo es hermafrodita, bien interiormente, bien en la conformación de sus
órganos externos. Y refiriéndose a los minerales, dice: “¿No estamos obligados a considerar como
cuerpos orgánicos todos aquellos en que nos encontramos esa estructura interna? Esta
estructura presupone, en absoluto, una simiente, granos, gérmenes, de los que aquellos se
desarrollan.
Robinet llama germen a la forma simple de suyo, a la forma sustancial, al concepto. Y aunque
intenta poner esto demasiado de manifiesto en lo sensible, parte, sin embargo, de principios
concretos de suyo, de la forma en sí. 817
La razón es para los filósofos franceses ese contenido concreto y presente; por ella
combatieron con el mayor entusiasmo y el mayor calor.
…Se elevó a escudo de los pueblos el pensamiento, la libertad de la convicción de la conciencia
[moral] dentro de mí.820
816
Ibídem, p. 394
817
Ibídem, pp. 395-396
818
Ibídem, p. 396
819
Ibídem, pp. 396-397
820
Ibídem, p. 397
…Este algo concreto revestía diversas formas: en lo práctico, impulsos sociales; en lo teórico, las
leyes naturales. existe el impulso absoluto de encontrar dentro de sí, es decir, en el espíritu
humano, un compás inmanente. 821
b) Montesquieu.
En L'espirit des lois contempla a los pueblos como una totalidad espiritual formada por
una constitución política, una religión, unas costumbres, todo lo cual se encuentra dentro de
un Estado.
[El concepto de espíritu de un pueblo es muy importante en la Filosofía de la Historia
de Hegel; en realidad, es uno de los dos fundamentales, al lado de la idea del individuo: la
historia es una sucesión racional de pueblos que poseen un espíritu específico (el espíritu
griego, el espíritu romano y el espíritu germánico), evolución que tiene como finalidad la
formación del individuo pleno y libre].
c) Helvecio.
El hombre ético tiene una unidad en su amor propio. La virtud y en general toda la
actividad del hombre, las leyes y el derecho tiene su base en el amor a sí mismo, en el egoísmo.
d) Rousseau.
La voluntad libre.
Rousseau se plantea la legitimidad del Estado. Dice que el derecho de dominación, la
obligatoriedad de las leyes, la relación entre gobernados y gobernantes descansa, como lo
muestra la historia, en la violencia, la coacción, la conquista, la propiedad privada.
Erige, en contrapartida, a la voluntad libre como el fundamento racional del Estado.
…el hombre se halla dotado de una voluntad libre en cuanto que “la libertad es lo cualitativo del
hombre. Renunciar a su voluntad equivaldría a renunciar a su condición humana Cuando el
hombre renuncia a ser libre renuncia, por tanto, a los derechos del hombre, e incluso a sus
deberes.”
821
Ídem
822
Ibídem, pp. 397-398
El esclavo no tiene derechos ni deberes. De aquí que Rousseau diga…: “El problema fundamental
consiste en encontrar una forma de vinculación que ampare y defienda, al mismo tiempo que todo
el poder común, la persona y la propiedad de todos y cada uno de los miembros de la comunidad
y en la que cada cual, al incorporarse a ella, no obedezca a nadie sino a sí mismo, permaneciendo,
por tanto, tan libre como antes. La solución de este problema la ofrece el contrato social; el
“contrato social” es según Rousseau esa vinculación en la que cada cual entra voluntariamente. 823
D) LA ILUSTRACION ALEMANA
823
Ibídem, pp. 399-400
824
Ibídem, pp. 400-401
SECCION TERCERA
A) JACOBI
B) KANT
La filosofía de Kant es la formulación teórica, sistemática, de las ideas de la Ilustración.
El principio común a ambas es que sólo es posible el conocimiento de los fenómenos.
Kant introduce la ciencia al conocimiento de la conciencia y la conciencia de sí, pero
este conocer es subjetivo y finito.
Llega hasta la idea infinita, a la que considera únicamente como un conjunto de
determinaciones formales que se utilizan para el conocimiento subjetivo y finito; la rechaza
como verdad.
…Esta filosofía pone punto final a la metafísica intelectiva, en cuanto dogmatismo objetivo;
pero lo que hace en realidad es convertirla simplemente en un dogmatismo subjetivo, es
decir, en una conciencia en la que persisten, traducidas, las mismas determinaciones
finitas del entendimiento, descartando el problema de lo que es verdad en y para sí. 825
825
Ibídem, p. 420
La crítica kantiana a Wolff está enfocada a privar de objetividad a las determinaciones
de su metafísica y considerarlas como pertenecientes al pensamiento subjetivo.
Jacobi sostiene que nuestro pensamiento finito sólo puede establecer determinaciones
finitas, por lo que únicamente se pueden considerar desde un punto de vista finito a dios y al
espíritu. Contra esta posición se levanta también la filosofía kantiana.
En la época de Kant prevalece un hedonismo que postula una ética basada en los
impulsos. Las reglas de conducta son, en este caso, autónomas; las determina el individuo de
acuerdo con sus inclinaciones naturales. Para Kant estas normas deben ser heterónomas.
Otro tema fundamental de la filosofía kantiana es la relación que existe entre la materia
y las categorías del pensamiento.
La materia es tomada por la sensibilidad, y el pensamiento dota a estas diferentes
percepciones de las determinaciones de causa y efecto y tiempo y espacio.
A esta actividad del pensamiento Kant la denomina sintetizadora y su producto son
juicios sintéticos a priori. El pensamiento tiene per se, con independencia de la experiencia,
entre otras las categorías de causa, efecto, tiempo y espacio; utilizándolas, hace una síntesis de
las percepciones sensibles, es decir, las reúne y las organiza de acuerdo con las categorías
apriorísticas.
…Los juicios sintéticos a priori no son otra cosa que la conexión de lo contrapuesto por sí mismo
o el concepto absoluto, es decir, relaciones de determinaciones distintas que no son dadas por la
experiencia, sino por el pensamiento, tales como las de causa y efecto, etc. Así mismo son un lazo
de unión el espacio y el tiempo, que existen a priori, es decir, en la conciencia de sí… 826
Kant distingue de esta facultad del conocimiento al en sí, a la cosa en sí. La generalidad
y la necesidad, con las que el pensamiento hace la síntesis de las percepciones inmediatas, no
proporcionan el conocimiento de la verdad misma, lo que el objeto es en sí.
La crítica de la razón consiste no en conocer el objeto, sino el conocimiento y sus
principios, sus límites y su extensión.
Considera primero, en la Crítica de la razón pura, la razón teórica.
Las etapas fundamentales de la conciencia teórica son: 1ª. facultad, la sensibilidad, 2ª.,
el entendimiento y 3ª., la razón.
La sensibilidad en general.
El punto de partida es la sensibilidad en general.
Este proceso trascendental se inicia con lo a priori de la sensibilidad, con las formas de
ésta.
Kant llama estética trascendental al estudio de las formas a priori de la sensibilidad.
En esto sensible se encuentra también un sensible general: el tiempo y el espacio. Estos
son intuiciones puras.
La intuición es el conocimiento a través de los sentidos.
La sensibilidad es la capacidad del hombre de ser afectado por impresiones externas.
La intuición puede ser interna o externa.
En las sensaciones particulares se contiene algo sensible general que no se encuentra
en el campo de las sensaciones como inmediatamente determinadas.
Este algo sensible general son las determinaciones de tiempo y espacio.
Son formas vacías que son llenadas por las sensaciones particulares, a las que
proporciona orden temporal y espacial.
…El espacio y el tiempo son, por tanto, intuiciones puras… abstractas: intuiciones en las que
ponemos el contenido de las diversas sensaciones fuera de nosotros, bien en el tiempo, fluyendo
unas después de otras, bien en el espacio como separadas unas al lado de otras…
…La actividad de la sensibilidad a priori consiste en lanzar fuera el contenido; esta intuición pura
la dan las formas de la intuición.*827
*Kant, Kritik der reinen. Vernunft, pp. 25-27
826
Ibídem, pp. 422-423
827
Ibídem, p. 425
Para relacionar las sensaciones con algo exterior, el sujeto presupone el espacio y el
tiempo.
La representación del objeto en un tiempo y un lugar determinados requiere que la
preceda la representación del espacio y el tiempo.
La representación del objeto no puede tomarse de la experiencia, sino por medio de la
representación preestablecida de tiempo y espacio.
El espacio y el tiempo son representaciones a priori. No es posible representar las cosas
fuera del tiempo y el espacio.
El espacio y el tiempo no son conceptos generales de las relaciones de las cosas; son
intuiciones puras.
Las representaciones de espacio y tiempo encierran proposiciones sintéticas a priori.
Por ejemplo: el espacio tiene tres dimensiones, la línea recta es el camino más corto
entre dos puntos, 5 + 7 = 12, etcétera.
Estas tesis no proceden de la experiencia.
Tampoco del entendimiento o del concepto.
Son intuiciones puras, representaciones generales a priori.
…Kant (Crítica de la razón pura, p. 49) se expresa diciendo que recibimos diversas sensaciones
“que constituyen la verdadera materia” y con las que “nosotros… ocupamos nuestro ánimo”
exterior e interiormente y que el ánimo tiene en el espacio y en el tiempo, en sí mismo, “una
condición formal del modo de aquellas con que ocupamos nuestro ánimo” (es decir, aquellas
diversas sensaciones).828
El entendimiento.
La segunda facultad de la conciencia teórica es el entendimiento.
El entendimiento es pensamiento activo, el yo mismo.
Es la facultad de pensar el objeto de la intuición sensible.
El sujeto posee una serie de pensamientos abstractos, categorías, que tienen un
carácter apriorístico.
El pensamiento recibe de la sensibilidad la materia empírica y las intuiciones puras del
tiempo y el espacio.
El entendimiento es la facultad de reunir la materia empírica y las intuiciones puras de
tiempo y espacio con los pensamientos y categorías apriorísticas.
El resultado de esta actividad del sujeto son pensamientos sobre el objeto [una imagen
mental del objeto], pero estos pensamientos son limitados, finitos.
La lógica trascendental es la formulación ordenada de los conceptos que el
entendimiento encuentra a priori en él mismo y “por medio de los cuales piensa los objetos
completamente a priori”.
La actividad del entendimiento es la apercepción.
El sujeto, el yo abstracto, reduce la multiplicidad de las percepciones a la unidad.
El yo posee una serie de pensamientos y categorías a priori, los cuales tienen una
naturaleza abstracta, son formas vacías.
Mediante la apercepción, el yo reúne las percepciones sensibles y las organiza en un
pensamiento superior que refleja de una manera más completa el objeto.
828
Ibídem, p. 427
específicos, cantidad, cualidad, relación y modalidad (posibilidad y necesidad). Esta unidad
realizada por el yo, este pensamiento, es el objeto real, la verdadera objetividad.
[La mistificación es doble: primero, las determinaciones de la objetividad no se
encuentran en el objeto sino en el sujeto, como determinaciones a priori y, segundo, las
determinaciones que establece el entendimiento no existen en el objeto sino en el
pensamiento formado por el yo.]
Kant llega a estas modalidades por el camino de tomarlas tal y como existen en la lógica
al uso.
La lógica señala diversas clases de juicios.
Los juicios son relaciones de lo múltiple, por lo que en ellos se encuentran aquellas
modalidades que el yo tiene en sí.
Los juicios pueden ser generales, particulares y singulares; afirmativos, negativos,
indefinidos; categóricos, hipotéticos, disyuntivos; asertóricos, problemáticos y apodícticos.
De las relaciones que se establecen en estos juicios toma Kant las modalidades del
pensamiento.
Son doce categorías fundamentales presentadas en tríadas:
1) categorías de la cantidad: unidad, pluralidad y totalidad.
La pluralidad es la negación de lo uno, el establecimiento de la diferencia.
La totalidad es la identificación de las dos primeras, la pluralidad cerrada,
indeterminada, compendiada como lo uno.
2) categorías de la calidad: la realidad, la negación y la limitación.
3) categorías de la relación: relación de la sustancialidad, sustancia y accidente, relación
de causalidad, de causa a efecto, y la relación de reciprocidad (entre agente y paciente).
4) categorías de la modalidad, es decir, de la relación de lo objetivo con el pensamiento:
posibilidad, existencia (realidad) y necesidad.
Hegel reconoce en Kant un gran instinto del concepto cuando éste dice que en cada
tríada el primer miembro es positivo, el segundo negativo y el tercero la síntesis de ambas.
Esta triplicidad, dice Hegel, esconde dentro de sí la forma absoluta, el concepto.
Cuando una representación puede determinarse en mí por medio de todas las
anteriores categorías, está en ello toda la metafísica del entendimiento.
Kant recoge las categorías empíricamente, no las desarrolla desde la unidad de un
modo necesario.
…El entendimiento pensante es… la fuente de las distintas categorías; pero como éstas son vacías
por sí mismas, sólo adquieren una significación al entrar en contacto con la materia múltiple
dada por las percepciones, los sentidos, etc…. este enlace de las aterías dadas por la sensibilidad
con las categorías es cosa de la experiencia, es decir, de las sensaciones reducidas a categorías; y
esto, y no otra cosa es siempre el conocimiento. * 830
*Kant, Ibid., pp. 115-110
829
Ibídem, p. 428
830
Ibídem, p. 430
misma. En segundo lugar, lo objetivo, lo que debiera ser lo opuesto de este algo subjetivo, es
también subjetivo: no forma parte ciertamente de mi sentimiento, pero queda encerrado en el
círculo de mi propia conciencia; las categorías son solamente determinaciones de nuestro
entendimiento pensante. Ni lo uno ni lo otro es, por tanto, algo en sí, ni ambas cosas juntas, el
conocimiento, sino que éste conoce solamente los fenómenos; curiosa, singular contradicción.
El Idealismo.
El idealismo, considerado en el sentido de que nada existe como singular fuera de mi propia
conciencia singular, o la refutación del mismo, en el sentido de que existen también cosas
singulares fuera de mi propia conciencia, es por consiguiente tan malo en un caso como en el
otro…
Pero, en Kant, el sujeto cognoscente no llega, en rigor, a la razón, sino que permanece, a su vez,
como la conciencia de sí singular en cuanto tal, contrapuesta a la general. En realidad, en lo que
hemos visto sólo se describe la conciencia de sí empírica, finita, que necesita una materia traída
de fuera, es decir, que es limitada. No se pregunta si estos conocimientos son o no verdaderos en
y para sí, con arreglo a su contenido; todo el conocimiento se mantiene dentro de la subjetividad
y, al otro lado, se halla, como algo exterior, la cosa en sí. Este algo subjetivo es, sin embargo,
concreto de suyo: ya las categorías determinadas del entendimiento pensante son concretas; pero
aún lo es más la experiencia, la síntesis de lo sentido con la categoría. 834
La razón.
831
Ibídem, p. 431
832
Ídem
833
Ídem
834
Ibídem, pp. 432-433
c) En tercer lugar viene, en Kant, la razón, a la que llega, también por el camino psicológico,
partiendo del entendimiento: sigue hurgando, en efecto, en el saco del alma, para ver qué
facultades encuentra todavía en él, y la casualidad le depara el encuentro de la razón. 835
«Todo nuestro conocimiento comienza por los sentidos, pasa de ahí al entendimiento y termina en
la razón, sin que haya en nosotros nada más alto para elaborar la materia de la intuición y
reducirla a la suprema unidad del pensamiento.»
La razón es, por tanto, según Kant, la facultad para conocer a partir de principios, es decir, para
conocer lo particular en lo general, por medio de conceptos; el entendimiento, por el contrario,
llega a lo particular por la vía de la intuición. Pero las propias categorías son algo particular. El
principio de la razón en general es, según Kant, lo general, en cuanto que encuentra lo
incondicionado para el conocimiento condicionado del entendimiento. El entendimiento es, para
él, por tanto, el pensamiento en condiciones finitas; la razón, por el contrario, el pensamiento que
hace de lo incondicionado su objeto. Desde entonces, la terminología filosófica acostumbra a
distinguir entre el entendimiento y la razón, distinción con que no nos encontramos en los
filósofos antiguos (v. supra, p. 409). El producto de la razón es, según Kant, la idea, —expresión
platónica—; por idea entiende Kant lo incondicionado, lo infinito. [412] Es una gran frase ésta de
que la razón produce ideas; pero en Kant la idea es solamente lo general abstracto, lo
indeterminado.836
Ahora bien, este algo incondicionado debe captarse de un modo concreto, y en eso reside
precisamente la principal dificultad. En efecto, el conocer lo incondicionado significa determinarlo
y derivar las determinaciones de ello. Mucho se ha escrito y hablado acerca del conocer, sin
definirlo. Pero en filosofía de lo que se trata es de llegar a conocer lo que se da por supuesto como
conocido. Pues bien, a este propósito dice Kant que si bien la razón siente el impulso de llegar a
conocer lo infinito, no se halla en condiciones de poder hacerlo. Y la razón que Kant aduce (Crítica
de la razón pura, pp. 277 s.) es, de una parte, el que a lo infinito no corresponde una intuición o
percepción psicológicamente sensible, el que el infinito no se da en la experiencia exterior o
interior; a la idea no se le encuentra «ningún objeto congruente en el mundo de los sentidos». 837
El algo incondicionado, objetos creados por la razón, ideas trascendentales que son algo
particular en sí mismas, es de distintas clases.
835
Ibídem, p. 433
836
Ídem.
837
Ibídem, pp. 433-434
838
Ibídem, p. 434
Tres clases de incondicionado: (1) lo incondicionado de la síntesis categórica en un
sujeto, (2) lo incondicionado de la síntesis hipotética de los miembros de una serie y (3) lo
incondicionado de los sistemas disyuntivos de las partes de un sistema.
Existiendo, nos dice Kant, tres formas de silogismos, los categóricos, los hipotéticos y los
disyuntivos, lo incondicional tiene que ser también de tres clases: «La primera es lo
incondicionado de la síntesis categórica en un sujeto.» La síntesis es lo concreto; pero la expresión
es de doble sentido, ya que expresa una combinación externa de cosas independientes. «En
segundo lugar, tenemos lo incondicionado de la síntesis hipotética de los miembros en una sola
serie; y, en tercer lugar, lo incondicionado de la síntesis disyuntiva de las partes en un sistema.»
839
Incondicionado del primer tipo es la representación que nos hacemos del sujeto
pensante.
Del segundo es el conjunto de todos los fenómenos, el universo.
Del tercero, la cosa que encierra la suprema condición de la posibilidad de cuanto
pueda pensarse, la esencia de la conciencia, Dios.
Según Kant, la razón no es capaz de dar realidad a sus ideas. Lo único que produce son
paralogismos, antinomias, contradicciones, un ideal sin realidad. NB
El paralogismo.
Es un razonamiento falso en cuanto a la forma.
El Yo es, por tanto, el sujeto vacío, trascendental, de nuestros pensamientos, que sólo por medio
de sus pensamientos es conocido; pero sin que, partiendo de aquí, podamos llegar a formarnos ni
el más leve concepto de lo que es en sí. (Es ésta una distinción harto repelente, pues el
pensamiento no es otra cosa que el en sí.) No podemos predicar de él ningún ser, pues el
pensamiento es una mera forma, y no obtenemos la representación de la esencia pensante por
una experiencia externa, sino simplemente por la conciencia de sí, es decir, porque no podemos
tomar en la mano el Yo, no podemos verlo, olerlo, etc. Sabemos perfectamente bien, sin duda, que
el Yo es el sujeto; pero, si nos remontamos por encima de la conciencia de sí y decimos que es
sustancia, vamos más allá de lo que tenemos derecho a ir. El Yo no puede, por tanto, dar al
sujeto ninguna realidad.840 pp. 435-436
La antinomia.
El conocimiento del universo por medio de la idea trascendental únicamente produce
determinaciones contradictorias.
β) Viene luego, en segundo lugar, la antinomia, es decir, la contradicción de la idea racional de lo
incondicionado, aplicada al universo para representarlo como un conjunto íntegro de condiciones.
En efecto, en los fenómenos dados la razón exige la integridad absoluta de las condiciones de su
posibilidad, en tanto formen una serie, de tal modo que el universo mismo es algo
incondicionado.
Ahora bien, si esta perfección se predica como algo que es, se representa solamente una
antinomia, y la razón aparece simplemente como una razón dialéctica; es decir, descubrimos en
este objeto, por cualquier parte que lo contemplemos, una perfecta contradicción. [415] Pues los
fenómenos son un contenido finito y el universo una cohesión de cosas limitadas; y si este
contenido es pensado por la razón, es decir, subsumido bajo lo incondicional y lo ilimitado,
estaremos ante dos determinaciones, lo finito y lo infinito, contradictorias entre sí. 841
Lo limitado y lo ilimitado.
αα) Estas antinomias llevan consigo, en primer lugar, el que es necesario hacer valer, asimismo,
una determinación, la de lo limitado, como la de lo ilimitado. «Tesis: el mundo tiene un principio y
un fin en el tiempo y se halla limitado en el espacio. Antítesis: No tiene principio ni fin en el
tiempo, ni tampoco límites en el espacio.» Lo uno, dice Kant, puede probarse ni más ni menos que
lo otro; su prueba es, ciertamente, apagógica, pero no se trata de «pruebas de abogado». [416] El
mundo es, como universo, la totalidad; es, por tanto, una idea general y, en este sentido,
ilimitada. Pero la perfección de la síntesis en el desarrollo del tiempo y del espacio no es otra cosa
839
Ibídem, pp. 434-435
840
Ibídem, pp. 435-436
841
Ibídem, pp. 436-437
que un primer comienzo del espacio y el tiempo. Si, por tanto, aplicamos al mundo, para
conocerlo, las categorías de lo limitado y lo ilimitado, caeremos en contradicciones, ya que estas
categorías no pueden ser predicadas de las cosas en sí. 842
Libertad y necesidad.
γγ) La tercera antinomia es la contraposición de libertad y necesidad. Lo primero es lo que se
determina a partir de sí mismo, el lado de la infinitud: la causalidad con arreglo a las leyes de la
libertad es la única. Lo otro es: sólo existe un determinismo; cada cosa se halla determinada por
una causa externa.844
Cuarta antinomia.
δδ) La cuarta antinomia se basa en lo siguiente: de una parte, la totalidad se consuma en la
libertad, como un primer principio del hacer, o en una esencia absolutamente necesaria, como la
causa del universo, quedando rota así la continuidad; pero frente a aquella libertad aparece, de
otra parte, la necesidad de la continuidad con arreglo a las condiciones de las causas y los
efectos, y frente a la esencia necesaria el hecho de que todo es contingente. Por tanto, de una
parte se afirma la necesidad absoluta del mundo condicionado: «El mundo supone un ser
absolutamente necesario.» Lo contrario a esto es: «No existe un ser absolutamente necesario, ni
como parte del mundo ni fuera de él.
Una de estas dos proposiciones contradictorias es tan necesaria como la otra; no hay para qué
entrar, aquí, en disquisiciones acerca de esto. La necesidad de estas contradicciones es justo el
lado interesante que Kant (Crítica de la razón pura, p. 324) trae a nuestra conciencia, ya que
según la metafísica común y corriente si lo uno rige hay que dar lo otro por refutado. Sin
embargo, lo que hay de importante en esta afirmación de Kant va dirigido contra su intención.
Pues aunque es cierto que Kant (Crítica de la razón pura, pp. 385 s.) disuelve estas antinomias,
las disuelve solamente en el peculiar sentido del idealismo trascendental, que no niega o pone en
duda la existencia de las cosas exteriores (v. supra, pp. 431 5.), sino que «permite que las cosas
sean intuidas en el espacio y en el tiempo» (para lo que no se necesita contar con ninguna
autorización); pero para él «el espacio y el tiempo no son, en sí mismos, tales cosas [por lo cual]
no existen fuera de nuestro ánimo»; es decir, que todas estas determinaciones de principio en el
tiempo, etc., no corresponden a las cosas, al en sí del mundo mismo de los fenómenos, que existe
para sí fuera de nuestro pensamiento subjetivo. Si correspondiesen a los libros tales
determinaciones del mundo, de Dios, etc., existiría una contradicción objetiva; pero esta
contradicción no es en y para sí, sino que sólo nos conviene a nosotros. O bien, este idealismo
trascendental deja en pie la contradicción, sólo que el en sí no es tan contradictorio, sino que esta
contradicción tiene su fuente única y exclusivamente en nuestro pensamiento. 845
…la filosofía kantiana no sigue impugnando el que no son las cosas mismas las que se
contradicen, sino que es aquélla, la conciencia de sí… Kant, sin embargo, muestra aquí
demasiada ternura por las cosas: sería lástima que éstas se contradijesen. Pero el que el espíritu,
lo más alto de todo, sea la contradicción, en nada perjudica. Así, pues, Kant no disuelve, ni
mucho menos, la contradicción; y como el espíritu la asume en sí y lo contradictorio se destruye,
ello quiere decir que el espíritu es desintegración y locura de suyo. La verdadera disolución
recaería sobre el contenido de que las categorías no encierran en sí verdad alguna, y tampoco lo
incondicionado de la razón, sino solamente la unidad de ambos como cosas concretas. 846
842
Ibídem, p. 437
843
Ídem.
844
Ibídem, pp. 437-438
845
Ibídem, p. 438
846
Ibídem, p. 439
La idea de Dios
γ) Kant llega también a la idea de Dios; esta tercera idea es la esencia de las esencias, implícita o
presupuesta en las ideas restantes. Kant nos dice (Crítica de la razón pura, pp. 441-452) que,
según la definición wolffiana, Dios es el más real de todos los seres; se trata, por tanto, de probar
que Dios no es solamente pensamiento, sino que es, que tiene realidad, ser. A este lo llama Kant
el ideal de la razón, a diferencia de la idea, que es simplemente la suma y compendio de toda
posibilidad. El ideal es, por tanto, la idea en cuanto es, del mismo modo que en el arte llamamos
ideal a la idea realizada de un modo sensible. Al llegar aquí, Kant considera la prueba de la
existencia de Dios, ya que se pregunta si a este ideal se le puede atribuir realidad.
La prueba ontológica parte del concepto absoluto para sacar de él conclusiones en cuanto al ser.
Así, Anselmo, Descartes y Spinoza dan el paso hacia el ser; y todos ellos admiten, a este
propósito, la unidad del ser y del pensamiento. Pero Kant (Crítica de la razón pura, pp. 458-466)
dice: a este ideal de la razón no se le puede atribuir tampoco ninguna realidad: no hay transición
del concepto al ser.847
La determinación a que Kant (Crítica de la razón pura, p. 467) se atiene es la de que no es posible
derivar el ser del concepto. Resultado de ello es la tesis de que, si bien la razón puede llegar a
tener el pensamiento de lo infinito, la determinación en general se halla separada de su idea, y
más concretamente, la determinación llamada ser.
Las ideas de la razón no pueden verse confirmadas por la experiencia, ni encontrar en ésta su
corroboración; cuando se determinan por medio de categorías, surgen las contradicciones.
Cuando la idea ha de determinarse simplemente como algo que es, no es otra cosa que el
concepto; y de ello se distingue siempre el ser de lo existente. Ahora bien, este resultado, tan
extraordinariamente importante en lo tocante a los conocimientos intelectivos, no lleva a Kant, en
lo que a la razón se refiere, sino a la afirmación de que ésta no encierra, por sí misma, otra cosa
que la unidad formal para la sistematización metódica de los conocimientos intelectivos. Se
retiene el pensamiento abstracto en su totalidad; se dice que el intelecto sólo puede establecer
orden en las cosas, pero que este orden no es nada en y para sí, sino algo puramente subjetivo.
Sólo le queda, pues, a la razón la forma de su pura identidad consigo misma, y ésta sólo sirve
para una cosa: para ordenar las múltiples leyes y relaciones intelectivas, las clases, los tipos y los
géneros con que se encuentra el entendimiento. [420] Yo, como razón o como representación, y fuera
de mí las cosas: son ambos, pura y simplemente, términos que se enfrentan; tal es, según Kant,
el punto de vista último. El animal no se detiene en este punto de vista, sino que hace surgir
prácticamente la unidad. Tal es la crítica de la razón teórica en Kant, en la que indica lo
apriorístico, lo determinado de la razón en sí misma, pero sin llegar a la determinabilidad de lo
individual.[848
…La obra de Kant es un intento de pensar, es decir, de poner de manifiesto las determinaciones
del pensamiento cuyo producto son representaciones tales como la de materia; Kant se esfuerza
en poner de manifiesto los conceptos y principios fundamentales de esta ciencia, dando pie con
ello para una llamada teoría dinámica de la naturaleza…849
La naturaleza de la voluntad.
2. A la inteligencia hay que añadir, en la filosofía kantiana, en segundo lugar, lo práctico, la
naturaleza de la voluntad y de lo que constituye su principio: es lo que estudia la Crítica de la
razón práctica, en la que Kant hace suya la determinación rousseauniana de que la voluntad es
libre en y para sí.851
…Del mismo modo que la razón teórica presentaba categorías, diferencias apriorísticas, la razón
práctica tiene la ley moral en general, cuyas determinaciones más precisas son los conceptos de
deber y derecho, de lo lícito y lo ilícito; y, en este punto, la razón rechaza toda materia dada, de la
que en el plano teórico, en cambio, no puede prescindir.
847
Ídem.
848
Ibídem, p. 442
849
Ibídem, p. 443
850
Ídem.
851
Ídem.
La voluntad se determina a sí, todo lo jurídico y todo lo moral descansa sobre la libertad; en ella
cobra el hombre la conciencia absoluta de sí mismo.* 852
*Kant, Kritik der praktischen Vernunft (4.ª ed., Riga, 1797), pp. 3-11, 29-32.
Tal es lo que hay de satisfactorio en la filosofía kantiana: el cifrar lo verdadero por lo menos en el
ánimo del hombre, por lo cual sólo reconozco lo que se halla en armonía con mi propia
determinación.853
Mientras que la última cúspide de la razón teórica es la identidad abstracta, ya que aquélla sólo
puede ofrecernos un canon, una regla de ordenaciones abstractas,* la razón práctica aparece, al
mismo tiempo, en cuanto normativa, concebida de un modo concreto; la ley que ésta se traza es
la ley moral.857
*Kant, Kritik der reinen Vernunft, pp. 62, 500.
El resultado es, por tanto, que la meta de la voluntad moral sólo pueda alcanzarse en el progreso
infinito; sobre esto basa Kant (Crítica de la razón práctica, pp. 219-223) el postulado de la
inmortalidad del alma, como el progreso infinito del sujeto en su ethos, puesto que el propio ethos
es algo imperfecto y tiene necesariamente que progresar hacia lo infinito. Claro está que la
voluntad particular es otra cosa que la voluntad general; pero no es algo último y sencillamente
permanente.860
Aquella unificación sigue siendo, por tanto, un más allá, un pensamiento que no se da en la
realidad, sino que simplemente debe ser. Kant (Crítica de la razón práctica, pp. 205-209) se deja
llevar, así, íntegramente de la cháchara de quienes dicen que en este mundo a los virtuosos les va
muchas veces mal y a los viciosos bien, etc., y postula, más en detalle, la existencia de Dios como
la esencia, la causalidad por medio de la cual se produce esta armonía, en función tanto de la
representación de lo que hay de sagrado en la ley moral como en la naturaleza, pero también
simplemente, con arreglo al progreso infinito y en función del fin racional que se trata de realizar;
postulado este que, al igual que el de la inmortalidad del alma, deja subsistir la contradicción, tal
y como es, limitándose a proclamar el deber ser abstracto de su disolución. El postulado mismo
es algo perenne, puesto que el bien constituye un más allá con respecto a la naturaleza; la ley de
la necesidad y la ley de la libertad son distintas la una de la otra, y se establecen en virtud de este
dualismo. La naturaleza dejaría de ser tal naturaleza, si no se ajustase al concepto del bien; sigue
por tanto en pie la suprema contradicción, ya que ambos lados no pueden armonizarse. Asimismo
es necesario establecer la unidad de ambos; pero esta unidad no es nunca real, ya que se
presupone siempre la separación de ambos.
La función en gracia a la cual se admite la existencia de Dios, con objeto de infundir mayor
respeto a la ley moral mediante la idea de un legislador divino, se halla en contradicción con el
postulado de que el ethos consiste justo en que la ley sea respetada pura y exclusivamente en
gracia a ella misma. *862
*Kant, Kritik der praktischen Vernunft, p. 146.
«En lo teórico, la razón sólo puede deducir, por medio del entendimiento, partiendo de leyes
dadas, una serie de conclusiones, las cuales, sin embargo, no pasan de la naturaleza; solamente
en el terreno de lo práctico, puede trazar normas…
«El hecho de que estos dos distintos campos, que se limitan continuamente, si bien no en su
legislación, pero sí en cuanto a sus efectos dentro del mundo sensible [allí donde ambos
coinciden], no formen uno solo se explica por la circunstancia de que el concepto de la
naturaleza, al representar sus objetos en la intuición, los representa no como cosas en sí mismas,
sino como meros fenómenos mientras que el concepto de la libertad, por el contrario, representa
en sus objetos una cosa en sí misma, pero no lo hace en la intuición, razón por la cual ninguno
de los dos conceptos puede procurarnos un conocimiento teórico de su objeto (ni tampoco del
sujeto pensante) como cosa en sí, como algo suprasensible, una zona ilimitada e inasequible para
toda nuestra facultad de conocimiento…»* 865
*Kant, Kritik der Urtheilskraft (3.ª ed., Berlín, 1799), Introd., pp. XVII-XX, XXIV s
Filosofía crítica.
Al igual que el empirismo, reconoce a la experiencia como única fuente del
conocimiento.
Esta experiencia no es considerada como verdad, sino como conocimiento de los
fenómenos. [Es decir, que no penetra a la esencia, sino que se detiene en la mera apariencia,
en la superficie de las cosas.]
Hace la distinción entre la materia sensible y las relaciones universales de esta materia,
es decir, la universalidad y la necesidad y reconoce que ambas se encuentran en la experiencia.
Sin embargo, puesto que la universalidad y la necesidad no proceden de lo empírico, se
les considera como procediendo de la espontaneidad del pensamiento, es decir, como teniendo
una existencia a priori.
...Las determinaciones del pensamiento o conceptos intelectuales, completan la objetividad del
conocimiento experimental. Contienen, en general, relaciones, y formas, por consiguiente, juicios
sintéticos a priori (es decir, relaciones originarias de opuestos). 867
Para Hume y Kant las determinaciones de la universalidad y la necesidad se encuentran
en el conocimiento.
863
Ibídem, p. 449
864
Ídem.
865
Ibídem, pp. 449-450
866
Hegel, G. W. F., Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas.
867
Ibídem, p. 43
1.- La experiencia es la fuente del conocimiento.
2.- El conocimiento tiene dos elementos: la materia sensible y las determinaciones de
universalidad y necesidad.
3.- Estas determinaciones no brotan de lo empírico, sino que proceden del pensamiento,
existen a priori.
4.- La filosofía crítica somete a investigación el valor de los conceptos intelectuales
empleados en la metafísica:
-esta crítica no entra en el contenido ni en la relación que estos conceptos tienen entre
sí;
-considera estos conceptos según la oposición de subjetividad y objetividad;
-la objetividad es, para esta doctrina, el elemento de universalidad y necesidad, el
llamado a priori.
-La subjetividad reúne tanto este elemento de universalidad y necesidad como la
materia sensible; frente a ella queda la "cosa en sí".
Hegel hace una exposición sucinta de los principales postulados de la filosofía kantiana
y, paralelamente, las va criticando.
a) Las facultades teóricas o conocimiento como tal.
Expone Hegel la teoría kantiana del conocimiento. El fundamento de los conceptos del
entendimiento es la identidad originaria del yo en el pensamiento (unidad trascendental de la
conciencia de sí mismo).
Las representaciones son dadas por el sentimiento y la intuición.
El yo las recoge por medio de las intuiciones apriorísticas de tiempo y espacio y las
refiere a una serie de conceptos puros del entendimiento, las categorías, que también existen a
priori en el yo.
[Ahora Kant se dispone a desentrañar cómo es posible que el sujeto posea conceptos
puros del entendimiento (a priori).]
[Según Kant existe en el sujeto una unidad primitiva que es la conciencia de sí
mismo; coexistiendo con ella tiene también la facultad de enlazar las representaciones que le
proporciona la intuición y referirlas a esa unidad; ambas, la conciencia de sí mismo y la
facultad de enlazar las representaciones y referirlas a dichas consecuencias tienen una
existencia a priori, independiente de la experiencia.
[De nuevo da Kant de lado a la larga evolución de la humanidad y a su abreviada
reproducción en cada individuo. En su relación práctica con la naturaleza –a través del
trabajo- la especie ha desarrollado el órgano que es la facultad de hacer síntesis de las
representaciones obtenidas por la intuición sensible y formar con ellas una unidad superior
que es la conciencia de sí, el yo del sujeto. La estructura y funciones de tal órgano –el
cerebro- y las relaciones con todos los demás órganos y funciones del cuerpo humano son
características adquiridas de la especie transmitidas por herencia de generación en
generación. Cada individuo, con base en esta disposición orgánica desarrolla en su
actividad práctica la facultad de sintetizar representaciones intuitivas (formar conceptos),
produce y adquiere de la conciencia social un acervo de síntesis fundamentales (categorías)
y estructura una síntesis de síntesis, una unidad de todas las representaciones que es la
conciencia de sí; una vez que el individuo ha alcanzado la madurez intelectual la facultad de
sintetizar representaciones, el acervo de síntesis fundamentales y la conciencia de sí
aparecen como independientes de la actividad práctica, como teniendo una existencia previa
a toda experiencia. Con base en esa facultad, en ese acervo y en esa conciencia (productos
de la actividad práctica de la especie) el individuo despliega toda su actividad teórico-
práctica posterior: toma los datos que inmediatamente le proporciona la intuición sensible,
los somete a los instrumentos intelectuales que la práctica colectiva e individual ha
producido previamente y fabrica la imagen mental del objeto que servirá no para la
contemplación del mismo sino para su asimilación práctica.]
[El concepto puro tiene una validez a priori independiente de la experiencia; sin
embargo, pertenece a la experiencia porque sólo en ella puede hallarse su objeto. La
experiencia se introduce de nuevo en la filosofía kantiana por la puerta trasera. Kant no se
pregunta siquiera cómo algo tan alejado de la experiencia, el concepto puro, puede contener
precisamente las condiciones de la posibilidad de la experiencia misma ni de dónde le viene
esa extraña virtud. Es que el filósofo no ha tomado en cuenta un pequeño detalle: que el
concepto puro es precisamente un resultado, es el producto de la milenaria actividad
práctica humana sobre la naturaleza y, en el individuo, un compendio de aquella evolución.]
[Por las categorías es por donde la objetividad es elevada a experiencia; estas
categorías son la unidad de la conciencia subjetiva y están condicionadas por la materia
dada por sí misma; estas categorías sólo tienen empleo adecuado en la experiencia. Las
otras partes de la experiencia, las determinaciones del sentimiento y la intuición, son
también puramente subjetivas. Esto quiere decir que las categorías únicamente pueden
determinar la objetividad de lo que se presenta a la intuición, es decir, lo superficial del
objeto.]
[Para Kant, los conceptos puros del entendimiento son síntesis que el sujeto posee a
priori de las representaciones sensibles. Las categorías, como Kant las llama, son en
realidad el resultado de la actividad práctica humana; son el reflejo del mundo exterior en el
cerebro del hombre. La materia posee ciertas características objetivas que la especie
humana devela al desarrollar el trabajo productivo; estas características objetivas son
transformadas en representaciones sensibles y luego en conceptos cada vez más abstractos
que reflejan precisamente las características más generales del mundo exterior; estas
representaciones sensibles y los conceptos generales sirven a su vez como instrumento
humano para la producción. Ni el individuo ni la especie poseen por sí mismos esos
conceptos generales; la especie los ha forjado en una relación práctica de cientos de miles de
años con la naturaleza y el individuo reproduce sucintamente este proceso en sus primeros
años de vida hasta que alcanza la madurez intelectual. Para el filósofo ambos procesos
quedan ocultos por completo: la cientos de veces milenaria acción práctica del hombre sobre
el mundo exterior permanece ignorada por la conciencia de la especie en donde los conceptos
generales aparecen ya plenamente desarrollados sin conexión alguna con el proceso que les
dio vida; la maduración intelectual del infante es considerada, por un lado como el
desenvolvimiento de una facultad preexistente al que el mundo exterior sólo proporciona la
ocasión y los medios, o como, por el otro. la introyección al infante por la sociedad de todas
las formas mentales preexistentes en la conciencia de la especie.]
"El punto principal sobre el que debemos insistir, es que la antinomia, no sólo se encuentra en
los cuatro especiales objetos tomados de la cosmología, sino antes bien en todos los objetos de
todas clases, en todas las representaciones, en todos los conceptos y en todas las ideas. Saber
esto y conocer en los objetos esta propiedad constituye lo que más adelante estudiaremos como
momento dialéctico de la lógica." 868
868
Ibídem, p. 44
objetivo; la experiencia práctica de miles de generaciones de seres pensantes fue destilada
hasta convertirla en un acabado sistema de pensamientos que permitía asimilarse
teóricamente el mundo objetivo, pero de éste únicamente lo que constituye el fenómeno, la
apariencia, sin poder penetrar a las determinaciones de su esencia.
Los límites de la filosofía crítica son reconocidos por ella misma al declarar que la
aplicación de su método de conocimiento a la develación de la esencia de los objetos produce
meras antinomias, pensamientos contradictorios que conforme al sistema de conceptos y
categorías de la lógica no reflejan la verdad más íntima del objeto, la cual por definición es no
contradictoria. De ahí la filosofía crítica pasa a postular que la esencia del objeto, lo que es en
sí mismo, la "cosa en sí", es incognoscible.
La filosofía crítica es el remate de un período de florecimiento de las ciencias empíricas
que iban agotando el campo del conocimiento de lo fenoménico del mundo objetivo; las ciencias
empíricas terminan esa tarea y empiezan una nueva: la determinación de la esencia. Develar la
esencia, por un lado lleva al desarrollo de nuevos conceptos y por otro exige también nuevas
formas del pensamiento para penetrar más profundamente en el contenido del objeto; se va
entonces formando un nuevo sistema de pensamientos que niega (supera conservando) al
anterior (a la filosofía crítica): la lógica dialéctico-especulativa de Hegel y su sistema filosófico.
Este nuevo sistema conceptual es el mismo conocimiento sustantivado que ha
reconocido la limitación de su anterior forma de existencia (pensamiento intelectual) y que ha
recogido en su seno, a través de las ciencias empíricas, la riqueza interior del objeto, su
contenido, su esencia.
El sistema conceptual de Kant es presentado como teniendo un valor objetivo, es decir,
como un instrumento apto para conocer el mundo objetivo; ya vimos que esto es así, pero sólo
para el conocimiento fenoménico, meramente epidérmico. Kant postula la existencia
apriorística de las intuiciones puras, las categorías y principios sintéticos; para él ellos tienen
una existencia previa a toda experiencia, son una sustancia con vida propia: tal es la parte
mística de la filosofía crítica y patrimonio común de toda la filosofía idealista.
Ya hemos tenido oportunidad de exponer el proceso real en que se basa esa
mistificación: en su actividad práctica milenaria la humanidad ha desarrollado la facultad
cognoscitiva (capacidad de hacer abstracciones y producir universales que reflejan las
características del objeto); como resultado de ello ha ido creando un sistema de pensamientos
(conceptos) que recogen en la forma de la universalidad las características más generales del
mundo objetivo; con ese sistema como instrumento vuelve sobre la realidad sometiendo las
percepciones de la misma a la legalidad de aquel, es decir, que en el proceso cognoscitivo
supone que el objeto posee las características generales que le atribuye la milenaria experiencia
acumulada en las formas mentales objetivas. El filósofo (Kant en este caso) se encuentra con
este sistema ya completamente desarrollado y lo toma tal y como ante él se presenta, sin
indagar acerca de su origen (la actividad práctica humana) y, por el contrario, le atribuye una
existencia autónoma y un origen místico, lo considera una sustancia con vida propia.
La crítica de Hegel a Kant se cifra fundamentalmente en las limitaciones de la lógica de
este último para penetrar al contenido de un objeto en movimiento, su imposibilidad de llegar a
la esencia del mundo objetivo.
C) FICHTE
Su filosofía es el acabamiento y una exposición más consecuente de la filosofía
kantiana.
Se trata, de este modo, de un pensar puro; dicho de otro modo: el Yo es el verdadero juicio
sintético a priori, como Kant lo llamara. Este principio es la realidad comprendida, pues el retorno
de la alteridad a la conciencia de sí es precisamente el concebir. 870
Fichte no procede narrativamente —como lo hacía Kant—, arrancando del Yo, sino que va más
allá, intentando realizar, a partir del Yo, una construcción de las determinaciones del saber. Es
necesario desarrollar en todo su alcance el saber del universo entero y, además, este saber debe
ser consecuencia del desarrollo de las determinaciones; pero Fichte, al decir que lo que no es para
nosotros no nos interesa, concibe este principio del Yo, no como idea, sino simplemente en la
869
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la historia de la filosofía, t. III, p. 462
870
Ibídem, p. 463
871
Ibídem, pp. 463-464
872
Ibídem, p. 464
conciencia acerca de lo que hacemos como saber, ateniéndose con ello todavía a la forma de la
subjetividad.
Así, pues, mientras que Kant establece el conocer, Fichte se apoya sobre el saber. Fichte expresa
la misión de la filosofía diciendo que es la teoría del saber; el saber general constituye tanto el
objeto como el punto de partida de la filosofía. La conciencia sabe, en eso consiste su naturaleza;
la finalidad del conocimiento filosófico es el saber de este saber. Por eso Fichte (Begriff der
Wissenschaftslehre [«Concepto de la teoría de la ciencia»] p. 18) llama a su filosofía la teoría de la
ciencia, la ciencia del saber.873
873
Ídem.
874
Ibídem, p. 465
875
Ídem.
876
Ibídem, p. 466
diferencia, no pueden formar directamente una unidad. De aquí que el primer principio deba ser,
necesariamente, idéntico. Ahondando en el problema, Fichte distingue en este primer principio la
forma y el contenido; pero para que este principio sea directamente verdadero por sí mismo, es
necesario que la forma y el contenido coincidan y que este principio sea incondicionado en ambos
aspectos. Es el principio de A = A, la identidad abstracta, sin determinación alguna; es el
principio de la contradicción, según el cual A es un contenido indiferente. Fichte dice: «el
pensamiento no es, en modo alguno, la esencia, sino solamente una determinación particular del
ser; existen, fuera de ésta, muchas otras determinaciones de nuestro ser. Aún indicaré que, al
rebasar el campo del Yo soy, se cae necesariamente en el spinozismo. Su unidad es algo que debe
ser producido por nosotros, pero que no puede serlo; no es algo que sea».877
En cuanto que contrapongo otra cosa al Yo, me establezco yo mismo como no establecido; este
no-Yo es el objeto en general, es decir, justo aquello que está contra mí. Esta otra cosa es lo
negativo del Yo. Por tanto, al llamarlo no-Yo, Fichte emplea una expresión muy feliz, correcta y
consecuente.881
Este segundo principio significa, por tanto, que Yo me establezco como algo limitado, como el no-
Yo; pero el no-Yo es algo que se incorpora como nuevo. Tenemos, por tanto, ante nosotros, de una
parte, un campo acotado simplemente por el Yo; de otra parte, tenemos ante nosotros, como
objeto, el no-Yo.882
877
Ibídem, pp. 466-467
878
Ibídem, p. 467
879
Ídem.
880
Ibídem, p. 468
881
Ídem.
882
Ídem.
El Yo limita al no-Yo y el no-Yo es lo limitado El Yo se sabe como la causa absoluta del
no-Yo. El primer principio (el no-Yo limita al Yo) es el de la razón teórica y el segundo el de ded
la razón práctica, de la voluntad.
γ) A los dos anteriores se añade un tercer principio, en el que se establece esta
distribución entre el Yo y el no-Yo: el principio sintético, el principio del fundamento,
incondicionado con arreglo al contenido, mientras que el segundo lo era con arreglo a la forma.
Este tercer principio consiste, en efecto, en la determinación de los dos primeros entre sí, de tal
modo que, en él, el Yo limita el no-Yo. «El Yo y el no-Yo son establecidos conjuntamente por el
Yo y en él, como limitables entre sí; es decir, de tal modo que la realidad del uno levanta la
realidad del otro.» En el límite se niegan ambos, pero «solamente en parte»; solamente así es
posible la síntesis, la deducción. Establezco el no-Yo, que es para mí, en mí, en la igualdad mía
conmigo mismo; de este modo, lo tomo de la desigualdad, de su ser no-Yo, es decir, lo limito.
Esta limitación del no-Yo la expresa Fichte así: «en el Yo se contrapone al Yo divisible un no-Yo
divisible». El no-Yo lo levanto como esfera total, existente con arreglo al segundo principio, y lo
establezco de un modo divisible; del mismo modo, establezco el Yo divisible, en cuanto que en
él se contiene un no-Yo. Toda la esfera que tengo ante mí debe ser evidentemente un Yo; pero
en ella no tengo una unidad, sino una dualidad. El principio de la razón es, por consiguiente,
la relación de la realidad, y la negación, es decir, justo aquel límite; me contengo en él limitado
por el no-Yo, y el no-Yo limitado por el Yo.*883
*Fichte, Grundlage der gesammten Wissenschaftslehre, pp. 34, 31, 23, 27-30 (52), 14, 48.
La voluntad consiste en que yo tenga la conciencia de mí mismo como lo que limita al objeto; de
este modo, actúo sobre el objeto y me conservo. El principio teórico consiste en que el objeto
exista antes que yo y me determine a mí: el Yo es, en cuanto que intuyo, un contenido; y tengo
precisamente en mí este contenido, que existe así fuera de mí. 884
Crítica de Hegel.
Es aquí principalmente donde se espera ver a Fichte poner de manifiesto el retorno de la
alteridad a la conciencia de sí absoluta. Sin embargo, este retorno no llega a producirse,
ya que la alteridad se considera como algo incondicionado, como algo que se aceptó en
sí. El Yo determina indudablemente lo otro, pero esta unidad es sencillamente una
unidad finita; el no-Yo se desprende, a su vez, directamente de la determinación y de
esta unidad. Lo que existe es solamente un cambio de la conciencia de sí y de la
conciencia de lo otro y el continuo desarrollo de este cambio, sin encontrar fin.* 885
*Fichte, Grundlage der gesammten Wissenschaftslehre, pp. 78 s.
883
Ibídem, pp. 468-469
884
Ibídem, p. 469
885
Ibídem, p. 470
NB Dice Hegel que es el primer intento racional que se ha hecho en el mundo para
derivar las categorías.
«Tantas como sean las partes de la negación que el Yo establece dentro de sí, tantas serán las
partes de la realidad que establece en el no-Yo; se establece, por tanto, como algo que se
determina a sí mismo en cuanto que es determinado, y como algo determinado en cuanto que se
determina.»886
Crítica de Hegel.
Vemos a la contraposición adoptar aquí diversas formas: el Yo y el no-Yo, las tesis y las antítesis,
la doble actividad del Yo, etc. Cuando me represento algo ejerzo evidentemente una actividad mía;
pero lo fundamental, aquello de que se trata, es el contenido de lo que establezco y su necesaria
conexión a través de él mismo. Cuando nos ocupamos solamente de este contenido, desaparece
aquella forma de la subjetividad que es, en Fichte, lo predominante y lo permanente en su
contraposición. Así como el Yo es lo afirmativo, lo determinante, en esta determinación se
contiene también un elemento negativo; el Yo aparece determinado y, al mismo tiempo, el Yo es
igual a sí mismo, infinito, es decir, idéntico consigo mismo.
Esto es una contradicción que Fichte trata evidentemente de conciliar; pero sin perjuicio de ello
deja en pie el defecto fundamental del dualismo. Lo último a que llega Fichte es solamente el
deber ser, lo cual no disuelve la contradicción, ya que mientras el Ye debe permanecer
simplemente cabe sí mismo, es decir, debe ser libre, tiene que ser, al mismo tiempo, cabe otro.
Por tanto, el postulado de que esta contradicción debe reducirse no pasa de ser eso, un simple
postulado, la tendencia a superar constantemente los límites, a remontar constantemente las
fronteras por encima de esta falsa infinitud, para encontrar siempre nuevas fronteras; es una
sucesión continua de negación y afirmación, una identidad consigo mismo que cae de nuevo en la
negación, saliendo otra vez de ésta para restablecerse. Pero el hablar de los límites de la razón
humana, etc., no es más que una frase vacua. El que la razón del sujeto es limitada se
comprende de suyo; pero cuando hablamos del pensar, la infinitud no es otra cosa que el
comportarse con respecto a sí mismo y no con respecto a su límite: y el lugar donde el hombre es
infinito no es otro que el pensamiento. La infinitud puede ser también algo muy abstracto y es, a
su vez, de este modo, algo finito; pero la verdadera infinitud permanece dentro de sí misma. 887
Crítica de Hegel.
Lo teórico es, de este modo, algo dependiente. No se trata, por tanto, de lo verdadero en
y para sí, sino de algo dependiente, puesto que el Yo es limitado, no absoluto, como su
concepto lo requiere; la inteligencia no se considera aquí como un espíritu libre. Tal es el punto
de vista de Fichte, en lo tocante a lo teórico.889
886
Ibídem, p. 471
887
Ibídem, pp. 472-473
888
Ibídem, p. 473
889
Ibídem, p. 474
El Yo de Fichte en la razón práctica. En ella, el Yo establece por sí mismo, como
determinante, el no-Yo. El Yo es así actividad infinita y absoluto.
Fichte se embrolla, aquí, de diversos modos o da a la contradicción múltiples formas distintas; la
peor de las formas es aquella en que se establece el Yo como causalidad, pues con ello se plantea
la necesidad de otra cosa sobre la que actúe. «El Yo absoluto debe, por tanto, [ahora] ser causa
del no-Yo, es decir, solamente de aquella parte del no-Yo que subsiste cuando nos abstraemos de
todas las formas demostrables de la representación: de aquella parte a la que se atribuye el
impulso sobre la actividad del Yo proyectada hacia el infinito; pues en la teoría de la ciencia se
demuestra cómo de las particulares determinaciones de lo representado, en cuanto tal, el Yo
inteligente es la causa con arreglo a las leyes necesarias de la representación.»* Se trata de
romper las fronteras de la inteligencia de que el Yo sea lo único activo; lo otro, el impulso infinito
debe ser levantado, para que el Yo se libere .890
*Fichte, Grundlage der gesammten Wissenschaftslehre, pp. 225, 229, 232
Como vemos, Fichte se mantiene dentro de la contraposición aun en lo práctico; lo que ocurre es
que ahora reviste la forma de dos direcciones en el Yo, las cuales representan o deben representar
una y la misma actividad. Debo tender a determinar lo otro, frente a lo cual mantengo una
actitud negativa, es decir, el no-Yo, con arreglo a mi libertad; es cierto que recibe todas sus
determinaciones por medio de la actividad del Yo, pero más allá de mi determinación reaparece
siempre el mismo no-Yo. El Yo establece, pura y simplemente, un objeto, un punto fronterizo;
pero no es posible determinar dónde se halla la línea divisoria. Puedo ampliar, desplazar hasta el
infinito el círculo de mi determinación; pero quedará siempre en pie un puro más allá, y el no-Yo
no tendrá ninguna determinación positiva, que sea en sí.
Lo último, por lo que se refiere a lo práctico, es por tanto que la actividad del Yo representa un
anhelo, una aspiración,* lo mismo que el deber ser kantiano; pero Fichte trata de este punto con
una gran prolijidad. La filosofía de Fichte adopta, por tanto, en este respecto, el mismo punto de
vista que la filosofía kantiana; lo último es siempre la subjetividad, como algo que es en y para sí.
El anhelo es, según Fichte, lo divino; en el anhelo, no me olvido a mí mismo, no olvido que soy lo
excelente; por eso, el anhelo es un estado tan placentero para el hombre. 891
*Fichte, Grundlage der gesammten Wissenschaftslehre, pp. 302, 246 s
Crítica de Hegel
El defecto de la filosofía de Fichte consiste, por tanto primeramente, en que el Yo conserva la
significación de la conciencia de sí real e individual, contrapuesta a la conciencia de sí general,
absoluta o al Espíritu, del que aquella es solamente un momento; pues la conciencia de sí
individual consiste justo en permanecer al margen con respecto a lo otro. Cuando, por esta razón,
llamábamos al Yo la esencia absoluta, esto producía el mayor de los escándalos, puesto que el Yo
sólo se presentaba, en realidad, en el sentido del sujeto individual, contrapuesto al general.
En segundo lugar, Fichte no llega a la idea de la razón, como la unidad perfecta, real, del sujeto y
el objeto o del Yo y el no-Yo; esta unidad, lo mismo en Fichte que en Kant, se establece
simplemente como el pensamiento de una unificación en una fe (Fichte, Grundlage der
gesammten Wissenschaftslehre [«Fundamentos de toda la teoría de la ciencia»] p. 301). En los
escritos populares de Fichte aparece desarrollado este punto de vista. En efecto, puesto que el Yo
se fija como lo opuesto al no-Yo, y solamente es como algo contrapuesto, se pierde en aquella
unidad. La consecución de esta meta se desplaza, por tanto, hacia el terreno de la infinitud falsa,
sensible; trátase de un proceso que envuelve la misma contradicción que en Kant, sin tener una
realidad presente en él mismo, pues el Yo sólo cobra toda su realidad en su contraposición. La
filosofía de Fichte reconoce solamente el espíritu finito, no el infinito, no lo reconoce como un
pensamiento general, al modo como la filosofía kantiana reconoce lo no verdadero; es
simplemente formal. El saber de la unidad absoluta es concebido como la fe en un orden moral
del universo; una premisa absoluta con arreglo a la cual abrigamos la fe de que toda acción moral
realizada por nosotros tendrá éxito. [471] Esta idea es, lo mismo que en Kant, un objeto general del
pensamiento.892
890
Ídem.
891
Ibídem, p. 475
892
Ibídem, pp. 476-477
«La teoría de la ciencia es realista. Demuestra que la conciencia de las naturalezas finitas sería
sencillamente inexplicable si no existiese una fuerza independiente de ellas, una fuerza
absolutamente opuesta a ellas y de la que éstas dependen con arreglo a su existencia empírica. 893
En tercer lugar, como el Yo se fija así en uno de los lados, de él parte, como de este extremo, todo
el desarrollo del contenido de la ciencia, y la deducción de la filosofía de Fichte, el conocimiento,
lo mismo en cuanto a su contenido que en cuanto a su forma es un proceso de
determinabilidades que no retornan a la unidad, o que sólo retornan a través de una serie de
finitudes que no tienen en sí lo absoluto. Falta aquí la consideración absoluta, y falta también un
contenido absoluto. Así, por ejemplo, la consideración de la naturaleza es una consideración de
ésta como una serie de finitudes puras a partir de otra, como si el cuerpo orgánico se concibiese
así: «La conciencia requiere una esfera peculiarísima de su actividad. Esta esfera es establecida
por una actividad primitiva y necesaria del Yo, en la que se sabe no libre. Es una intuición, un
trazar líneas; la esfera de la actividad se convierte así en algo extenso dentro del espacio. Como
algo quieto, persistente y que, sin embargo, cambia incesantemente, esta esfera es la materia, la
cual tiene, en cuanto cuerpo, una multitud de partes que, concebidas en relación las unas con las
otras, se llaman miembros. La persona no puede atribuirse un cuerpo sin establecerlo como
colocado bajo la acción de otra persona. Pero es igualmente necesario que esta acción pueda ser
obstruida por mí; y la materia exterior se establece también como ofreciendo resistencia a mis
influencias, es decir, como una materia sostenible, tenaz».*894
*Fichte, Grundlage des Naturrechts [«Fundamentos del derecho natural»] (Jena y Leipzig, 1796),
parte I, pp. 55-71.
Es un simple proceso externo que pasa de lo uno a lo otro, al modo de la consideración teleológica
común y corriente: así, se dice, por ejemplo, que las plantas y los animales existen para la
alimentación del hombre. El giro es, sobre poco más o menos, éste: el hombre tiene que comer;
debe, pues, existir necesariamente algo comestible: de este modo, se deducen las plantas y los
animales; las plantas, por su parte, tienen que asentarse sobre algo: he aquí deducida la tierra.
Se echa de menos en absoluto la consideración del objeto, lo que éste es en sí mismo, pues sólo
se le considera en relación con otra cosa. De aquí que el organismo animal se represente como
una materia sólida y resistente, «articulada» y susceptible de modificación, la luz como una
materia sutil que sirve para comunicar la simple existencia, etc., del mismo modo que en el otro
caso las plantas y los animales son simplemente algo comestible, etc. No hay en ello ni un ápice
de consideración filosófica del contenido. 895
D) SCHELLING
893
Ibídem, p. 477
894
Ibídem, p. 478
895
Ibídem, p. 479
896
Ibídem, pp. 481-482
Parte del conocimiento de Dios.
Toma como fundamento la unidad del pensar y del ser.
La unidad: lo finito es algo tan carente de verdad como el infinito.
La unidad concreta sólo puede concebirse como un proceso, como el movimiento vivo.
Esta unidad se da en Dios.
Dualidad del Yo: Yo absoluto o Dios y Yo en mi particularidad. Es el punto de partida de
su filosofía.
El Yo es la unidad originaria.
«Sólo enfrentando originariamente algo al Yo, estableciendo el Yo mismo como pluralidad (en el
tiempo), es posible que el Yo trascienda en él sobre la unidad del simple ser puesto y que, por
ejemplo, ponga varias veces lo mismo.* 897
*Schelling, Vom Ich als Princip der Philosophie, p. 83 (p. 150)
897
Ibídem, p. 487
898
Ibídem, pp. 487-488
899
Ibídem, p. 488
tiene por base la coincidencia de un algo objetivo con un algo subjetivo.» En un sentido usual,
esto es cierto y hay que concederlo; la unidad absoluta, en la que el concepto y la realidad no se
distinguen en la idea completa, es solamente lo absoluto, Dios: todo lo demás presenta un
momento de no coincidencia de lo objetivo y lo subjetivo. «Podemos dar al conjunto de todo lo
objetivo en nuestro saber el nombre de naturaleza; por el contrario, llamaremos el Yo o la
inteligencia al conjunto de todo lo subjetivo.» Son en sí cosas idénticas, y como idénticas se
presuponen. Schelling señala del siguiente modo la relación entre la naturaleza y la inteligencia:
«Si todo saber tiene dos polos que mutuamente se presuponen y postulan, necesariamente tiene
que haber dos ciencias fundamentales, y deberá ser imposible partir de uno de los dos polos sin
verse empujado al otro.» De este modo, la naturaleza se ve empujada al espíritu y éste a la
naturaleza; cualquiera de estos dos polos puede erigirse en el primero de los dos, y ambas cosas
deben acaecer. «Si se erige en lo primero lo objetivo», tendremos las ciencias de la naturaleza; «la
tendencia necesaria, [el fin] de toda ciencia de la naturaleza consiste, por tanto, en partir de la
naturaleza para llegar a lo inteligente. En esto consiste la tendencia a infundir teoría a los
fenómenos naturales. La perfección suma de la ciencia de la naturaleza consistiría en la perfecta
espiritualización de todas las leyes naturales, para convertirlas en leyes de la intuición y del
pensamiento. Los fenómenos (lo material) deben desaparecer totalmente, para que permanezcan
solamente las leyes (lo formal). De aquí que cuanto más va abriéndose paso en la naturaleza lo
conforme a ley, más va desapareciendo la envoltura y los mismos fenómenos van haciéndose más
y más espirituales, hasta que, por último, cesan. La teoría acabada de la naturaleza sería aquella
a través de la cual toda la naturaleza se disolvería en una inteligencia. Los productos muertos e
inconscientes de la naturaleza no son otra cosa que intentos fallidos de la naturaleza para
reflejarse a sí mismos, y la llamada naturaleza muerta una inteligencia no madura», paralizada,
petrificada; la inteligencia lo es solamente en sí y permanece, de este modo, en lo externo: «por
tanto, en sus fenómenos, [aunque] el carácter inteligente se trasluzca ya de un modo
inconsciente. La naturaleza sólo consigue el fin supremo de convertirse a sí misma en objeto
[aunque, en vez de naturaleza, habría que hablar de idea de la naturaleza] por medio de la
suprema y última reflexión, que no es otra cosa que el hombre o, dicho de un modo más general,
lo que llamamos razón, a través de la cual la naturaleza retorna completa a sí misma y por medio
de la cual se pone de manifiesto que la naturaleza es originariamente idéntica a lo que conocemos
en nosotros como inteligente y como consciente. Gracias a esta tendencia a hacer inteligente la
naturaleza, la ciencia de la naturaleza se convierte en filosofía de la naturaleza». El carácter
inteligente de la naturaleza se manifiesta así como una necesidad de la ciencia. 900
a) Por lo que se refiere al Yo, como fundamento de la filosofía trascendental, Schelling aborda el
problema lo mismo que lo hiciera Fichte, partiendo del hecho del saber, «en que el contenido es
condicionado por la forma y ésta por el contenido». Lo cual significa, formalmente, que A = A.
Pero, ¿es A? El Yo es «el punto en que el sujeto y el objeto forman una unidad sin mediación»; el
Yo es de inmediato Yo = Yo, sujeto-objeto; es éste el acto de la conciencia de sí en que soy, para
mí, objeto. En la conciencia de sí no existe una diferencia con respecto a mí; los distintos son
inmediatamente idénticos y frente a esta conciencia de sí mismo aún no existe nada. ¿Qué
relación guarda esto con el objeto exterior? Tal es justo el problema que ha de ser resuelto en el
curso ulterior de la evolución. Lo único que hay que retener es el concepto del Yo.
«El concepto del Yo, es decir, el acto por medio del cual el pensamiento se convierte en objeto y el
Yo mismo (el objeto) forman una unidad absoluta; fuera de este acto, el Yo no es nada.» Es el acto
900
Ibídem, pp. 489-491
901
Ídem.
por medio del cual el pensamiento se convierte en lo objetivo y en que el Yo es puesto en
consonancia con lo objetivo, con el pensamiento; y desde este punto de vista sería necesario
poner de manifiesto cómo el Yo avanza y se desarrolla hacia lo objetivo. 902
«El Yo no es otra cosa que un producirse a sí mismo como objeto. La ciencia no puede partir de
nada objetivo, [sino de un algo] no objetivo que se convierte a sí mismo en objeto [como]
duplicidad originaria. El idealismo es el mecanismo del nacimiento del mundo objetivo partiendo
del principio interior de la actividad espiritual.*
De este modo, Schelling se refiere, de una parte, a la filosofía de Fichte y, de otra parte, toma
como principio, al igual que Jacobi, el saber inmediato —la intuición inteligente que el hombre
debe tener, si quiere filosofar.903
*Schelling, System des transcendentalen Idealismus, pp. 24-26, 49-52, -8, 63-65.
Ahora bien, este tercer término, que encierra directamente la unión dentro de sí, es un
pensamiento, en el que se encierra ya lo particular. Tal es el entendimiento intuitivo de Kant, la
902
Ibídem, p. 491
903
Ibídem, p. 492
904
Ibídem, pp. 492-493
905
Ibídem, p. 494
906
Ídem.
907
Ídem.
intuición inteligente o la inteligencia intuitiva; Schelling llama intuición intelectual precisamente
a esta unidad absoluta de las contradicciones.908
Este Yo tiene que ser necesariamente el principio absoluto: «Toda la filosofía parte de un principio
que es, en cuanto lo absolutamente idéntico, no-objetivo.» 909
«Ahora bien, ¿cómo debe cobrar conciencia y ser comprendido ese principio, cosa que es
necesaria, si ha de ser realmente la condición para que se comprenda toda la filosofía? No es
necesario pararse a demostrar que no es posible concebirlo ni exponerlo por medio de
conceptos.»910
Crítica de Hegel.
El defecto de la filosofía de Schelling reside, por tanto, en que el punto de la indiferencia
de lo subjetivo y lo objetivo o el concepto de la razón se presupone de un modo absoluto, sin
pararse a demostrar que esto es lo verdadero. Schelling emplea frecuentemente la forma de
Spinoza, formulando axiomas. Cuando se filosofa, se pretende haber probado que la cosa es
así. Pero, si se arranca de la intuición intelectual, esto no pasa de ser un oráculo, al que hay
que someterse, pura y simplemente, porque se postula que debe intuirse intelectualmente. La
prueba verdadera de que esta identidad de lo subjetivo y lo objetivo es la verdad sólo podría
aportarse, en rigor, investigando cada cosa por sí misma, en sus determinaciones lógicas, es
decir, esenciales; y entonces se vería necesariamente que lo subjetivo consiste en convertirse
908
Ibídem, p.495
909
Ídem.
910
Ídem.
911
Ibídem, pp. 495-496
912
Ibídem, p. 496
en lo objetivo, y que lo objetivo no permanece siempre como tal, sino que tiende a convertirse
en lo subjetivo. Y, del mismo modo, debiera ponerse de manifiesto, en cuanto a lo finito, que
lleva dentro de sí la contradicción y tiende a convertirse en lo infinito; con lo que llegaríamos a
la unidad de lo finito y lo infinito. Procediendo de este modo, no se echa por delante la unidad
de los términos contrapuestos, sino que se pone de manifiesto en ellos mismos que su verdad
es su unidad, pero cada uno es unilateral por sí mismo: que su diferencia se trueca, se invierte
en esta unidad, toda vez que, en opinión del entendimiento, tiene algo firme y fijo en la
distinción.
Indiferencia absoluta.
A = A es el conocimiento de la identidad absoluta.
En lo absoluto aparece la contraposición como forma y esencia, como una
contraposición puramente relativa, no esencial.
Entre sujeto y objeto sólo cabe una diferencia cuantitativa. La diferencia cuantitativa de
lo objetivo y lo subjetivo es el fundamento de la finitud.
El sujeto, exige además Schelling, no debe llevar adherida ninguna reflexión; esto es la
determinación del entendimiento que, al igual que la percepción sensible, contiene el
desdoblamiento de las cosas sensibles.915
Toda potencia determinada expresa una determinada diferencia cuantitativa de lo
subjetivo y lo objetivo. Todo ser individual es establecido mediante una diferencia cuantitativa
de la subjetividad y la objetividad. Lo individual expresa la identidad absoluta bajo una
determinada forma del ser»; de tal modo que cada lado es, a su vez, una totalidad relativa, A =
B y, al mismo tiempo, en una predomina un factor y en la otra el otro, pero permaneciendo
ambas como la identidad absoluta.*916
913
Ibídem, p. 499
914
Ibídem, p. 500
915
Ídem.
916
Ibídem, pp. 500-501
*Kritisches Journal der Philosophie, ed. por Schelling y Hegel, vol. I, n.º 1, p. 67; Schelling,
Zeitschrift für speculative Physik, vol. II, n.º II, §§ 25 s., 28, 30-32, pp. 15-19; §§ 44, 46, pp. 27-29.
917
Ibídem, p. 501
918
Ibídem, p. 502
919
Ibídem, p. 503
gravedad se rebaje a una simple forma del ser de la identidad absoluta.» Tal es la tercera potencia
(A3) del organismo.*920
*Kritisches Journal der Philosophie, ed. por Schelling y Hegel, vol. I, n.º 1, p. 67; Schelling,
Zeitschrift für speculative Physik, vol. II, n.º II, §§ 136 s, pp. 109 s, § 141, ad. 1, p 112.
Con arreglo a la idea de esta construcción, intenta Schelling en varias ocasiones desarrollar el
universo natural, principalmente el organismo. Destierra, pues, todas esas palabras generales y
vacías: la perfección, la sabiduría, la adecuación exterior a un fin; o bien, convierte el punto de
vista kantiano de que nuestra facultad de conocimiento la considera así en el criterio de que la
naturaleza está hecha de ese modo. Después del ligero atisbo de Kant en el sentido de revelar el
espíritu en la naturaleza, Schelling acomete de nuevo principalmente esta consideración de la
naturaleza encaminada a llegar a conocer en la esencia objetiva el mismo esquematismo, el
mismo ritmo con que nos encontramos en lo ideal; de tal modo que la naturaleza se representa en
el hecho de no ser algo ajeno al espíritu, sino una proyección de éste en el modo objetivo. 922
Asimismo debe hacerse notar que Schelling se convierte, de este modo, en el autor de la moderna
filosofía de la naturaleza, pues es él quien empieza a presentar la naturaleza como la intuición o
la expresión del concepto y de sus determinaciones. 923
«El universo se halla plasmado en lo absoluto como la esencia orgánica más perfecta y como la
más perfecta obra de arte: para la razón, que lo reconoce en ella, como la verdad absoluta; para la
imaginación, que lo representa en ella, como la belleza absoluta. Cada uno de estos aspectos
expresa la misma unidad, vista desde distintos lados; y ambos coinciden en el punto de
indiferencia absoluto, cuyo conocimiento marca, a un tiempo, el comienzo y la meta de la
ciencia.*925
*Schelling, Neue Zeitschrift für speculative Physik, vol. I, n.º II, pp. 41-50
«Dios, o más exactamente, la esencia que es Dios, es un fundamento: de una parte, el fundamento
de sí mismo como ser moral. Pero se erige a sí mismo en fundamento», no en causa. La
inteligencia debe ir precedida por algo, por el ser, «puesto que el pensamiento es justo lo
contrapuesto al ser. Lo que es el principio de una inteligencia no puede ser, a su vez, inteligente,
ya que entonces no existiría ninguna distinción; ni puede ser tampoco simplemente carente de
inteligencia, puesto que es precisamente la posibilidad de una inteligencia. Será, por tanto, algo
intermedio; es decir, obrará con sabiduría, pero con una sabiduría, en cierto modo, innata,
instintiva, ciega, todavía no consciente, del mismo modo que, a veces, vemos hablar a iluminados
que pronuncian palabras llenas de inteligencia, pero no de un modo reflexivo, sino por
inspiración».
920
Ídem.
921
Ídem.
922
Ibídem, p. 504
923
Ídem.
924
Ibídem, pp. 504-505
925
Ibídem, p. 506
926
Ibídem, p. 508 p. 508
Por tanto, Dios, concebido como este fundamento de sí mismo, es la naturaleza, la naturaleza tal
y como es en Dios; es así cómo se considera la naturaleza en la filosofía de la naturaleza. [506] Pero
lo absoluto consiste en levantar este fundamento y hacerse uno mismo inteligencia. Por eso, más
adelante, se ha dado a la filosofía de Schelling el nombre de filosofía de la naturaleza, y
concretamente, en el sentido de una filosofía general, ya que en un principio la filosofía de la
naturaleza sólo pretendía ser una parte del todo. 927
Segundo aspecto.
El segundo aspecto grande de la filosofía de Schelling consiste en haber puesto de manifiesto en
la naturaleza las formas del espíritu: la electricidad, el magnetismo, etc., sólo son para él, por
tanto, modos externos de la idea.929
Crítica de Hegel.
El defecto consiste en que esta idea en general, su distinción en el mundo ideal y el mundo
natural y la totalidad de estas determinaciones, no se muestran y desarrollan como necesarias de
suyo por obra del concepto. Al no captar este aspecto, se echa de menos en Schelling el
pensamiento; por eso la obra de arte es, según él, el modo supremo y único en que la idea es para
el espíritu. Pero el modo supremo de la idea es más bien su propio elemento; el pensamiento, la
idea concebida es, por tanto, más alta que la obra de arte. La idea es la verdad, y todo lo
verdadero es idea; la sistematización de la idea ante el mundo debe probarse como
descubrimiento y revelación necesarios. En Schelling, por el contrario, la forma se convierte más
bien en un esquema externo y el método es el empalme de este esquema a objetos exteriores. Este
esquema exteriormente empalmado sustituye aquí al proceso dialéctico; es esto lo que más bien
ha desacreditado a la filosofía de la naturaleza, ya que ha procedido de un modo totalmente
externo, tomando como base un esquema acabado y esforzándose en reducir a él la concepción de
la naturaleza. Estas formas eran, en Schelling, potencias; otros, en vez de recurrir a estas formas
matemáticas o tipos de pensamientos, toman como base formas sensibles, como hace Jacob
Böhme con el azufre, el mercurio, etc. Se ha querido, por ejemplo, determinar el magnetismo, la
electricidad y el quimismo como las tres potencias de la naturaleza; así, en el organismo, se ha
llamado a la reproducción el quimismo, a la irritabilidad la electricidad y a la sensibilidad el
magnetismo.*930
*Cfr. Schelling, Erster Entwurf der Naturphilosophie, p. 297.
E) CONCLUSIÓN
Hemos visto cómo se manifestaba el pensamiento que se aprehende a sí mismo y cómo tendía a
hacerse concreto.932
927
Ibídem, pp. 508-509
928
Ibídem, p. 509
929
Ídem.
930
Ibídem, 510
931
Ibídem, p. 512
932
Ibídem, pp. 512-513
Esta labor del Espíritu que consiste en conocerse, esta actividad que consiste en encontrarse, es
la vida del Espíritu y el Espíritu mismo. Su resultado es el concepto, que aprehende de sí mismo:
la historia de la filosofía, la clara visión de que el Espíritu lo ha querido así, en su historia; es, por
tanto, lo más íntimo, lo más recóndito de la historia universal. Esta labor del espíritu humano en
el pensamiento interior discurre paralelamente con todas las fases de la realidad; esto explica por
qué ninguna filosofía va más allá que su propio tiempo. 933
Echando una mirada de conjunto a las principales épocas de toda la historia de la filosofía y
resumiendo la necesaria sucesión de los momentos fundamentales, cada uno de los cuales
expresa una idea determinada, vemos que, después del caos oriental de la subjetividad, que no
conduce a ninguna inteligencia —ni, por tanto, a ninguna consistencia—, la luz del pensamiento
se abre paso entre los griegos.
1) La filosofía de los antiguos concibió la idea absoluta; y la realización o la realidad de esta idea
consistió en comprender el mundo actual existente y en considerarlo tal y como es en y para sí.
Esta filosofía no partía de la idea misma, sino de lo objetivo como de algo dado, para convertirlo
en la idea: el ser de Parménides.
2) El pensamiento abstracto, el νοῦς, cobra conocimiento de sí mismo como esencia general, no
como pensamiento subjetivo: lo general de Platón.
3) En Aristóteles, aparece el concepto, libre de toda ligadura, como pensamiento comprensivo, que
recorre todas las formas del universo y las espiritualiza.
4) El concepto como sujeto, su devenir para sí, su ser dentro de sí, la separación abstracta, son
los estoicos, los epicúreos, el escepticismo: no la forma libre y concreta, sino la generalidad
abstracta, formal de suyo.
5) El pensamiento de la totalidad, el mundo inteligible, es la idea concreta, tal y como la hemos
visto en los neoplatónicos. Este principio es la idealidad en general en toda realidad, pero no la
idea que se sabe a sí misma: hasta que el principio de la subjetividad, de la individualidad,
penetra en ella y Dios cobra realidad como espíritu en la conciencia de sí.
6) Pero la obra de la época moderna consiste en aprehender esta idea como espíritu, como la idea
que se sabe a sí misma. Para avanzar de la idea que se sabe a sí misma al saberse a sí misma de
la idea tiene que darse la contraposición infinita de que la idea alcance la conciencia de su
absoluto desdoblamiento. La filosofía consuma así, al pensar el espíritu la esencia objetiva, la
intelectualidad del universo y engendra este universo espiritual como un objeto existente más allá
del presente y de la realidad, como una naturaleza: la primera creación del espíritu. El trabajo del
espíritu consistía, ahora, en hacer que este más allá retornase a la realidad y se adentrase de
nuevo en la conciencia de sí. Esto se logra cuando la conciencia de sí se piensa a sí misma y la
esencia absoluta se conoce como la conciencia de sí que se piensa a sí misma. Acerca de aquel
desdoblamiento vio claro el pensamiento puro en Descartes. La conciencia de sí se piensa
primeramente como conciencia; se encierra en ello la realidad objetiva y la relación positiva,
intuitiva, de su realidad con la otra. El pensamiento y el ser son, en Spinoza, contrapuestos e
idénticos; en este filósofo se da ya intuición sustancial, pero el conocimiento es exterior a la
sustancia. Es el principio de la conciliación que parte del pensamiento como tal y que tiende a
levantar la subjetividad del pensamiento, como vemos que ocurre en la mónada representativa de
Leibniz.
7) En segundo lugar, la conciencia de sí piensa que es conciencia de sí; y, al pensarlo así, lo es
para sí, pero solamente en un aspecto negativo por sí mismo y en relación con lo otro. Es la
subjetividad infinita, en Kant como crítica del pensamiento y en Fichte como impulso hacia lo
concreto. La formal infinita absolutamente pura es proclamada como la conciencia de sí mismo,
como el Yo.
8) Este rayo se descarga sobre la sustancia espiritual, por donde el contenido absoluto y la forma
absoluta son idénticos; la sustancia es, de suyo, idéntica al conocer. La conciencia de sí mismo
conoce así, en tercer lugar, su aspecto positivo como negativo y el negativo como positivo, o dicho
en otros términos conoce estas actividades contrapuestas como una y la misma, es decir, conoce
el pensar puro o el ser como la igualdad consigo mismo, y ésta como el desdoblamiento. Tal es su
intuición intelectual; pero se requiere, para ello, que sea en verdad intelectual, que no sea
directamente aquella intuición de lo eterno y lo divino, como se dice, sino que conozca de un
modo absoluto. Esta intuición que no se conoce a sí misma es el principio del que hay que partir
como de una premisa absoluta; ella misma es, pues, simplemente intuitiva, como un conocer
933
Ibídem, pp. 513-514
inmediato, no como el conocimiento de sí mismo; en otros términos: no conoce nada, y su intuido
no es un conocimiento; son, en el mejor de los casos, bellos pensamientos, pero nunca
conocimientos.
Ahora bien, la intuición intelectual es conocida en cuanto que, en primer lugar,
independientemente de la separación de todo término contrapuesto con respecto al otro, toda
realidad externa es conocida como la realidad interior. Si se la conoce en cuanto a su esencia, tal
y como es, se revela como no consistente, como algo cuya esencia es el movimiento de la
transición. Este aspecto heracliteano o escéptico, el de que nada está quieto y permanece, es
necesario ponerlo de relieve en todo; por donde en esta conciencia —el de que la esencia de todo
es una determinabilidad, lo contrario de ello— brota la unidad concebida, con su contrario. Y, en
segundo lugar, esta unidad debe conocerse, a su vez, en su esencia; su esencia en cuanto esta
identidad consiste, asimismo, en pasar a ser su contrario o en realizarse, en llegar a ser otra cosa:
y de este modo, su contraposición brota de ella misma. En tercer lugar, hay que decir también de
esta contraposición que no se halla en lo absoluto; este algo absoluto es la esencia, lo eterno, etc.
Pero esto es, a su vez, una abstracción, en la que sólo se lo capta unilateralmente y en que la
contraposición es concebida simplemente como lo ideal (v. supra, p. 505); sin embargo, en
realidad es la forma, como el momento esencial del movimiento de lo absoluto. Esto no se halla en
quietud, ni aquello es el concepto incesante, sino que la idea, en su incesante movimiento, se
halla quieta y satisfecha consigo. El pensamiento puro ha avanzado hacia la contraposición de lo
subjetivo y lo objetivo; la verdadera conciliación de esta contraposición consiste en comprender
que el antagonismo, al ser llevado a su límite absoluto, se disuelve por sí mismo, de que en sí,
como dice Schelling, los términos antagónicos son términos idénticos, y no solamente en sí, sino
que la vida eterna consiste precisamente en producir eternamente y conciliar eternamente la
contraposición. Saber en la unidad la contraposición y en la contraposición la unidad: tal es el
saber absoluto; y la ciencia consiste en conocer esta unidad en todo su desarrollo a través de sí
misma.
Tal es, a partir de ahora, la necesidad de los tiempos generales y de la filosofía. Ha surgido una
nueva época en el mundo. Parece que ahora ha logrado el Espíritu del Mundo deshacerse de toda
esencia objetiva extraña y comprenderse, por fin, como espiritu absoluto, engendrando de sí
mismo lo que es objetivo para él y reteniéndolo tranquilamente en su poder. Termina la lucha
entre la conciencia finita de sí mismo y la conciencia absoluta de sí mismo, que aquél creía
encontrarse fuera de él. La conciencia finita de sí mismo ha dejado de ser finita; y, de este modo,
por otra parte, la conciencia absoluta de sí mismo ha cobrado la realidad de que antes carecía.
Toda la anterior historia universal en general y en particular la historia de la filosofía es la
exposición de esta lucha, que ahora parece llegar a su meta, en que esta conciencia absoluta de
sí, cuya representación tiene, ha dejado de ser algo extraño, en que, por tanto, el espíritu es real
en cuanto espíritu. Pues sólo lo es, en efecto, en cuanto se sabe a sí mismo como espíritu
absoluto; y sólo se sabe así en la ciencia. El espíritu se produce como naturaleza, como Estado:
aquélla es su obra inconsciente, en la que el espíritu es como otra cosa, no como espíritu; en el
Estado, en los hechos y en la vida de la historia, como también en el arte, se produce de un modo
consciente, sabe de las diversas modalidades de su realidad, aunque solamente como tales
modalidades. Sólo en la ciencia sabe de sí como espíritu absoluto; y sólo este saber, el espíritu, es
su verdadera existencia.
Tal es, en efecto, el punto de vista de la época actual, con el que se cierra la serie de las
formaciones espirituales.
Queda cerrada, así, la historia de la filosofía. La historia de la filosofía —deseo que lo hayan
ustedes comprendido así, a lo largo de nuestra exposición— no es una ciega colección de
ocurrencias y sucedidos, ni es tampoco una sucesión fortuita de hechos. Lejos de ello, hemos
intentado poner de manifiesto la necesaria aparición de las filosofías como resultado las unas de
las otras, de tal modo que cada una de ellas presupone, sencillamente, la que le precede.
El resultado general de la historia de la filosofía es éste: en primer lugar, que no ha existido en
todo tiempo más que una filosofía, cuyas diferencias coexistentes representan otros tantos
aspectos necesarios de un solo principio; en segundo lugar, que la secuencia de los sistemas
filosóficos no es una sucesión fortuita, sino la sucesión necesaria de la evolución de esta ciencia;
en tercer lugar, que la filosofía final de una época es el resultado de esta evolución y la verdad en
la forma más alta que acerca de sí mismo alcanza la conciencia de sí del espíritu.
La filosofía última contiene, por tanto, a las anteriores, resume dentro de sí todas las fases
anteriores, es el producto y el resultado de todas las que le preceden. Hoy, ya no sería posible ser,
por ejemplo, platónico. Hay que saber remontarse, asimismo, por sobre las pequeñeces de las
opiniones, los pensamientos, las objeciones y las dificultades aisladas, así como también por
sobre la propia vanidad de creer que se ha pensado algo especial. El captar el espíritu sustancial
interior es, en efecto, el punto de vista, del individuo; dentro del todo, los individuos son como
ciegos empujados por el espíritu interior de él. Nuestro punto de vista es, pues, el conocimiento
de esta idea como espíritu, como espíritu absoluto, que se enfrenta, así, con otro espíritu, el
finito, cuyo principio estriba en conocer el espíritu absoluto, para que éste llegue a ser para él.
Nos hemos esforzado en seguir esta trayectoria de las formaciones espirituales de la filosofía en
su desarrollo, aludiendo a sus conexiones, y en hacerla desfilar ante los pensamientos de
ustedes. Esta serie es el verdadero reino de los espíritus, el único reino de los espíritus que existe;
una serie que no es simplemente una pluralidad y una serie, como una simple sucesión, sino que
precisamente en el conocimiento de sí misma se convierte en momentos del Espíritu uno, de uno
y el mismo espíritu presente. Este largo cortejo de espíritus son las distintas pulsaciones que van
jalonando el camino de su vida; son el organismo de nuestra sustancia, un proceso simplemente
necesario que no proclama otra cosa que la naturaleza del espíritu mismo y que vive en todos
nosotros. A sus latidos —cuando el topo va minando en el interior— debemos prestar oídos y
procurar infundirles realidad. Deseo que esta historia de la filosofía les incite a ustedes a
comprender el espíritu de nuestro tiempo, que es natural en nosotros y a sacarlo de su
naturalidad, es decir, de su encierro sin vida, a la luz del día y —cada uno desde su sitio—
conscientemente.934
SUMARIO DE COMENTARIOS
Parménides
Parménides postula: El ente es ser. El ente no es no-ser. El ente es la unidad, ilimitado
e inmóvil. El ente es el pensamiento puro.
Es la primera hazaña del pensamiento: en su proceso abstractivo va despojando a los
objetos de sus determinaciones finitas hasta dejarlos en su naturaleza más general, en el sólo
ser; el objeto es el ser despojado de toda determinación finita y, en correspondencia, el
pensamiento es la máxima abstracción, el concepto sin determinación alguna. El pensamiento
puro, desde su alto sitial declara como no existentes, como la nada, a los algos determinados
finitos.
Platón
Platón considera el espíritu como una sustancia que es sustrato de la conciencia
individual; esta sustancia es el género absoluto, la facultad abstracta de producir conceptos de
la realidad que comprendan la generalidad.
La conciencia individual tiene esta sustancia como un sustrato; al enfrentarse el
individuo al objeto, este sustrato es llamado a la conciencia (reminiscencia) y enfrentado al
objeto para obtener el concepto, la verdad del mismo.
El objeto tiene también como sustrato una sustancia (espíritu) que le imprime el
movimiento de lo individual a lo general, a la constitución de géneros.
La conciencia individual y el objeto tienen, por tanto, un mismo sustrato: el espíritu, el
género absoluto, el concepto, el pensamiento puro.
Lo racional de Platón radica en que postula que la realidad es una sustancia que a
través de la individualidad produce la generalidad, los géneros.
Igualmente, es racional su postulado de que existe una sustancia pensante que tiene
como facultad suya el reflejar la generalidad, los géneros y que esta sustancia produce, como
instrumento cognoscitivo, el género absoluto, el concepto, el pensamiento puro.
Esa facultad es una característica social de la especie que se ha formado en la actividad
práctica milenaria y que se mantiene como una sustancia con vida propia externa y ajena a los
individuos, pero que se hace presente en ellos por medio de su transmisión por mecanismos
sociales (el aprendizaje, la práctica cotidiana, etcétera.
Lo místico de Platón radica en que no considera a esa sustancia como una facultad
enajenada de la especie que tiene su origen en la actividad práctica de la misma, sino que es
una sustancia preexistente, que subyace en el objeto y en la actividad cognoscitiva. Esa
sustancia es el espíritu.
934
Ibídem, pp. 514-518
Ya que Platón no puede reconocer a la actividad práctica como el origen de la sustancia
pensante, ni a éste como una característica enajenada de la especie, debe por fuerza postular
la existencia del alma individual (es decir, de la conciencia individual) que existe desde siempre
y existirá por siempre y que como tal participa de la naturaleza del espíritu, es decir, de la
facultad de producir conceptos generales.
Aristóteles
a) Sustancia sensorial y perceptible: tiene una materia que se distingue de la forma
efectiva. Es finita. Lleva implícito el cambio. Se trueca en lo contrario de lo que es; las
contraposiciones desaparecen la una en la otra y lo que permanece como sustrato, es la
materia.
Categorías fundamentales del cambio de la sustancia sensible:
-el qué,
-la cualidad,
-la cantidad y
-el dónde.
Cambio:
-del ser en potencia al ser en acto;
-la materia es el sustrato de este cambio;
-algo está en potencia en la materia;
-el cambio es el paso de la potencia al acto.
Tres momentos de la sustancia sensible:
-la materia como el sustrato del cambio;
-las determinabilidades contrapuestas de la forma que desaparecen una en la otra;
-el motor, la actividad que hace pasar una determinabilidad de la potencia al acto.
NB. No está determinado lo que el algo debe llegar a ser en el cambio.
b) Sustancia superior: es aquella a la que se incorpora la actividad que lleva ya implícita,
lo que debe llegar a ser, el fin.
NB. Mistificación de Aristóteles: esta sustancia es el entendimiento que es la actividad
pura que hace pasar a la materia de la potencia al acto, llevándola a ser lo que debe ser. Como
vemos, no es la materia la que cambia de lo que es a lo que está implícito en ella que debe ser;
¡es el entendimiento, el pensamiento el que produce ese cambio!.
Está determinado el otro que el algo debe llegar a ser en el cambio.
c) La sustancia absoluta es lo inmóvil en y para sí pero que al mismo tiempo infunde
movimiento y cuya esencia es actividad pura sin tener materia.
NB. Mistificación más alta de Aristóteles: la sustancia absoluta es la actividad pura, que
es al mismo tiempo potencia y acto; es la forma superior del conocimiento que comprende en
un mismo momento, en un pensamiento, lo que es y lo que debe ser. Pero este conocimiento es
tomado por Aristóteles como la sustancia absoluta, que no tiene materia. Aristóteles ha llevado
el pensamiento en su forma superior a ser la sustancia absoluta, que existe en sí y por sí, que
no sólo es independiente de la materia, sino que la determina completamente. (Razón
pensante.)
Aristóteles ha desarrollado los dos extremos del proceso cognoscitivo: el sujeto y el
objeto. En la sustancia sensible, el sujeto sólo conoce las determinaciones finitas del objeto y
éste es una materia que pasa de una determinación a la contraria.
En la sustancia superior, el sujeto conoce el otro en el cual el objeto se debe
transformar, el objeto es una materia que regularmente se transforma en este otro ser
determinado.
En la sustancia absoluta el sujeto conoce en una unidad indisoluble el objeto y el otro
en que debe necesariamente transformarse; el objeto es una materia que necesariamente se
transforma en su otro; existe en una unidad el algo y su otro. El algo es porque el otro será
necesariamente y viceversa.
El conocimiento ha evolucionado desde el concepto de lo accidental, pasando por el de
la regularidad hasta llegar a la necesidad del cambio en el objeto. El objeto es el mismo en todo
el proceso; es el ser determinado (cualidad), que se transforma en su otro, primero
casualmente, después con regularidad y por último necesariamente.
La sustancia pensante es primero el reflejo del objeto, después, la potencia que hace
pasar la materia al acto, a lo que debe ser y, por último, la actividad pura (razón pensante) que
es inmóvil y se mueve a sí misma y que es la que hace que las cosas cobren realidad; la
sustancia pensante cobra vida propia y se convierte en el demiurgo de la realidad. Este es el
aspecto místico de la filosofía de Aristóteles, el cual entusiasma en alto grado a Hegel.]
El pensamiento que comprende el concepto del algo y del otro es una unidad en la cual
uno se transforma en el otro sin que la unidad se altere.
Movimiento de la idea:
-mueve a aquello que es apetecido y pensado,
-pero la idea permanece inmóvil;
-lo originario de ambas cosas es uno y lo mismo, la finalidad;
-esta finalidad es lo bueno y lo bello.
La idea inmóvil es lo bueno y lo bello como finalidad.
La idea mueve lo que se apetece y se piensa hacia lo bueno y lo bello, es decir, hacia sí
misma.
La idea inmóvil mueve lo apetecido y lo pensado hacia sí mismo.
Lo apetecido y lo pensado son la misma idea inmóvil.
Aristóteles ha dado el paso decisivo para el conocimiento de la superficie del objeto, de
su ser determinado; fuera de su consideración queda la esencia del mismo. El conocimiento del
objeto ha pasado por las siguientes instancias:
a) la verdad es el ser absoluto, sin ninguna determinación; el no-ser, la nada del ser, no
existe; las determinaciones finitas son el no-ser, por lo tanto, no existen;
b) la verdad es que tanto el ser como el no-ser existen;
c) la verdad es la unidad del ser y del no-ser: el devenir;
d) la verdad es el ser determinado finito, en donde el ser y el no-ser existen;
e) la verdad es que el ser determinado finito, el algo, se transforma en su otro;
f) la verdad es que el otro está en el mismo algo como su fin, como su deber ser;
g) la verdad es que el algo se transforma en su otro, en lo que debe ser, es decir, en lo
que está implícito en su ser; el algo se conserva en su devenir otro.
Platón dio un impulso poderoso a la filosofía al considerar que el concepto, la idea, el
pensamiento es la unidad del ser y del no-ser; de esta manera, complementa, con la dialéctica
subjetiva, la dialéctica objetiva de Heráclito, quien había establecido que el ser objetivo es la
unidad del ser y del no-ser, el devenir.
Así, el pensamiento puede reflejar más fielmente el mundo objetivo; la dialéctica
negativa de los sofistas llevaba a la negación del ser finito; únicamente era posible el
conocimiento de la generalidad abstracta. Heráclito postula la existencia del ser finito, pero
como la unidad fluida del ser y del no-ser, como el devenir; Platón encuentra en las ideas su
naturaleza dialéctica, como reflejo del ser y del no-ser del objeto; las categorías del
conocimiento son duales. Ahora es posible acercarse más a la naturaleza del objeto,
considerándolo intelectivamente en su existencia que es su tránsito del ser al no-ser y
viceversa.
El pensamiento puede entonces aprehender al objeto en su ser y en su regular
transformación en su no-ser; se ponen así las bases del conocimiento científico de la
naturaleza.
Sin embargo, el objeto, ya que inmediatamente se transforma en su no-ser, sólo puede
ser captado en sus determinaciones más simples y, a lo mucho, en la regularidad de su
devenir; las determinaciones más ricas quedan excluidas de este conocimiento y el paso del ser
determinado al no-ser y viceversa, es meramente casual y arbitrario.
Aristóteles “detiene” el devenir en el ser determinado finito: “...es imposible que el
mismo atributo pertenezca y no pertenezca al mismo sujeto, en un tiempo mismo, y bajo la
misma relación, etc....”. Metafísica, IV, 3. (Principio de identidad: un objeto no puede ser y no
ser al mismo tiempo); lo considera como un algo, es decir, como un ser determinado finito que
se transforma regularmente en otro y que se conserva en ese tránsito; pero Aristóteles no sigue
al ser determinado finito en ese movimiento, sino que lo detiene en su momento del ser. El ser
determinado finito es ser y no es no-ser; el ser determinado finito contiene en su interior, como
parte de su naturaleza, en potencia, su finalidad, su deber ser, el otro en que se debe
transformar; es una entelequia; el no-ser del ser determinado, del algo, es otro ser, otro algo.
Así, el devenir es una sucesión de algos que tienen en su interior a su otro
potencialmente, como fin; y el movimiento es el paso del ser a lo que debe ser, es una necesaria
sucesión de seres. Este movimiento está regido por la necesidad porque el otro se encuentra ya
en el algo como potencia, como finalidad.
Con esto, Aristóteles da un enorme paso adelante en el terreno del conocimiento: al
“inmovilizar” el ser determinado y descubrir su finalidad, el pensamiento puede conocer con
más precisión una inmensa gama de determinaciones finitas del objeto y superar la simple
regularidad de los fenómenos para establecer la necesidad de los mismos. La ciencia entra de
lleno en el fecundo terreno de la necesidad inmanente; la naturaleza es expresada como una
serie de leyes.
Partiendo de aquí, Aristóteles lleva su filosofía por dos caminos:
a) Tomando al ser determinado finito en su “inmovilidad”, desarrolla todas las
categorías que permiten aprehender sus múltiples determinaciones. Funda así la ciencia del
pensamiento como tal, la lógica.
b) Considerando al ser determinado finito como dotado de una finalidad, hace un
primer y portentoso esfuerzo por establecer las leyes que rigen el mundo natural y formula un
esquema coherente del mundo.
El trabajo de Aristóteles constituye una verdadera enciclopedia de las ciencias
filosóficas.
Desde luego que toda su labor filosófica se centra específicamente en el ser del objeto,
sin tocar para nada su esencia.
Aristóteles hace una aplicación más del principio general de su filosofía:
La vida es un movimiento.
La causa [el alma] del mismo es el fin que el ser tiene en sí mismo conforme a su
naturaleza.
La realización del fin es el movimiento del ser desde lo que es hasta lo que debe ser de
acuerdo con esa naturaleza suya.
La vida es un movimiento de la potencia al acto.
En las plantas, la vida es la nutrición; la planta está constituida de tal manera que
tiene la facultad (potencia) de absorber la materia exterior para integrar su propio ser; esta es
la finalidad de su existencia. El alimentarse y nutrirse es la realización (acto, entelequia) de
aquella facultad.
En los animales, además, el paso de la potencia al acto se da mediante una acción
desiderativa. El animal también tiene la facultad de integrar su ser mediante la nutrición, es
decir, la absorción de la materia exterior a través de la alimentación; pero, a diferencia de la
planta, su naturaleza es tal que es mediante la sensación (interna de sus necesidades y externa
de la materia alimenticia) y la cognición (ésta exclusivamente en el caso del hombre) que su
voluntad lo mueve a apropiarse el alimento. El paso de la potencia al acto es una acción
desiderativa.
Los estoicos
Lo fundamental de la Filosofía estoica es lo siguiente:
Aristóteles había desarrollado las formas del pensamiento correspondientes al ser
determinado; su lógica es el compendio más completo de las categorías mediante las cuales es
posible aprehender el ser en sus determinaciones superficiales y finitas. Los estoicos tienen
como punto de partida este adelanto logrado por Aristóteles y, con base en él, se proponen
aplicar estos instrumentos lógicos al conocimiento de la verdad. Toman los conceptos de los
objetos determinados y los remiten a aquel aparato lógico, el cual es el criterio para juzgar la
verdad o no de los mismos. Los conceptos de los objetos deben corresponder primeramente al
principio fundamental de la lógica aristotélica, el principio de identidad: ningún objeto es A y
no A al mismo tiempo; el pensamiento, como poseedor de esa característica de identidad,
recoge el concepto del objeto y certifica que tenga aquella característica esencial. Todas las
características del objeto, recogidas por el concepto, deben corresponder a las categorías que
forman el cuerpo de la Lógica aristotélica.
NB. Dice Hegel que la negatividad de los escépticos agota lo determinado. Aristóteles ha
detenido el flujo del ser en el ser determinado finito; en su Lógica desarrolla las características
generales de este ser determinado y las formas mentales (categorías) mediante las cuales el
sujeto las aprehende; la negatividad es esgrimida por Aristóteles únicamente en una forma
abstracta, como la entelequia, es decir, la característica del ser determinado finito conforme a
la cual es algo en acto y al mismo tiempo es en potencia otro algo que debe llegar a ser; pero
las determinaciones del objeto mientras es, son unilaterales, carecen de negatividad. Los
estoicos y los epicúreos, teniendo como base las categorías lógicas aristotélicas, pretendieron
que lo pensado o lo sentido respecto del ser determinado finito era el ser en sí, lo verdadero, y
que únicamente era necesario establecer un criterio firme para llegar a ello. Los escépticos
desarrollan el aspecto negativo de las determinaciones finitas de la lógica aristotélica (su ser
otro, su no ser) y demuestran, con esta dialéctica, que ya sean pensadas o sentidas, esas
determinaciones no son en sí, no son la verdad. Es en este sentido en el que Hegel expresa que
los escépticos, con su dialéctica negativa, han agotado las determinaciones del ser. Con esto se
cierra toda una época de la filosofía y se prepara el advenimiento de otra, en la cual se buscará
el ser en sí en la sustancia, en el ser determinado infinito.
Hume
Los conceptos, las ideas, tienen su origen en la experiencia. El contenido de la
experiencia son los hechos, que son percibidos por los sentidos y después elevados a la forma
del pensamiento. Los objetos y los hechos son más nítidos en la percepción y pierden fuerza
representativa en los conceptos. El hábito nos hace formar los conceptos de generalidad y
necesidad (causa y efecto) de los objetos y los hechos.
Aquí precisamente radica lo que Hegel llama "el escepticismo" de Hume: éste niega el
conocimiento del ser en sí y por sí de los objetos (este será el punto de donde parta la filosofía
de Kant), es decir, niega que la generalidad y la necesidad existan en los objetos y que esa
generalidad y necesidad se desplieguen en el proceso de existencia de los mismos. El reproche
a Hume es desde el punto de vista del idealismo de Hegel: la realidad y el pensamiento son la
manifestación de una sustancia única, el espíritu, que se desenvuelve desde el pensamiento
puro, pasa por su enajenación en la naturaleza, se busca a sí mismo en el espíritu pensante y
desemboca en el espíritu consciente de sí mismo, en el espíritu o concepto absoluto; por lo
tanto, el ser en sí y por sí de la objetividad es ese espíritu que contiene la generalidad y la
necesidad (amén de la dialéctica, como después veremos) y puede y debe ser develado por el
espíritu pensante, que también contiene la generalidad y la necesidad; para Hegel, la filosofía
de Hume es muy pobre precisamente porque ignora esa necesaria coincidencia entre la
realidad y el pensamiento y se atiene solamente a los hechos y a las deducciones que por
"hábito" hace el ser pensante.
El escepticismo es la consecuencia natural de la filosofía de Hume. Las determinaciones
de la objetividad son finitas, limitadas, sujetas a la falibilidad de la percepción y a los posibles
defectos del mecanismo cognoscitivo que establece la generalidad y la necesidad; el
conocimiento verdadero es imposible en la filosofía de Hume, aunque esto no obsta para que
tanto ésta como la de Locke sean la base de un impulso poderoso al conocimiento científico.
Estoicos y epicúreos.
Lo pensado y lo sentido son la verdad. Unicamente hay que aplicar el criterio y la
opinión.
Existe todo el aparato lógico desarrollado por Aristóteles para la aprehensión del objeto,
pero la última palabra la dice el sujeto individual mediante la utilización del criterio y la
opinión (cánon, etcétera).
Escépticos.
Lo pensado y lo sentido y la aplicación del criterio y la opinión están sujetos a
circunstancias individuales; no pueden constituir la verdad en sí. Niegan entonces la
posibilidad del conocimiento del objeto.
La diferencia con los sofistas es que éstos parten del pensamiento puro y del ser
absoluto y desde aquí disuelven lo finito.
Al final, los escépticos sólo dejan la conciencia de sí del sujeto individual, vacía de todo
contenido.
Descartes.
La única verdad es la certeza de sí mismo.
[Pienso, luego existo.
A partir de aquí, Descartes intenta fundamentar la capacidad de la conciencia
individual de conocer el ser determinado finito y el ser determinado infinito.
Se trata de formarse ideas claras y distintas de las cosas.
Esto es posible porque la conciencia individual tiene una serie de ideas innatas que
corresponden a características objetivas del ser; con base en ellas, se puede ir desentrañando
la naturaleza del objeto porque éste, como manifestación de una misma sustancia que el
sujeto, contiene las determinaciones fundamentales que corresponden a las ideas innatas que
el individuo posee.
La Filosofía de Cartesio discurre por dos vertientes:
-la verdadera ciencia de la naturaleza que, partiendo de los axiomas que proporcionan
las ideas innatas, se lanza al descubrimiento de las leyes que rigen el mundo material;
-la metafísica, que es el desarrollo de las ideas consideradas como lo fundamental,
como el demiurgo del mundo real.
Berkeley.
Lleva al extremo el aspecto sensorial del conocimiento, al considerar que la única
verdad para el sujeto son sus sensaciones. Solipsismo.
Hume.
Es la consecuencia necesaria de Bacon, Locke y Berkeley. Restaura el escepticismo. La
necesidad del ser determinado finito no puede ser aprehendida por el sujeto; únicamente capta
la regularidad de los fenómenos.
De nuevo, la conciencia de sí ha perdido la objetividad de lo finito y está lista para
reconcentrarse en sí misma.
Los enciclopedistas.
Desarrollan las tesis de los materialistas ingleses y franceses, extendiéndolas hasta el
ámbito de lo social.
Son las condiciones económicas y sociales las que determinan la conciencia de los
individuos.
Kant
Hume concluye que el ser determinado finito que es la manifestación del ser
determinado infinito carece de la verdad en sí.
De nuevo la conciencia de sí se repliega en sí misma para continuar en la indagación de
la verdad.
Este volver sobre sí de la conciencia es la labor filosófica de Kant.
Aristóteles había desarrollado las categorías del pensamiento y las leyes del pensar
correspondientes al ser determinado finito. Las estableció como un cuerpo de pensamientos
que reflejaban la realidad de lo finito. Su naturaleza era la de un instrumento del conocimiento
que se aplicaba desde el exterior a los pensamientos y al ser finito para la determinación de su
verdad.
…..determinaron las categorías y las leyes del pensar correspondientes al ser
determinado infinito. Su naturaleza era la de un cuerpo de pensamientos que reflejaban la
realidad de una sustancia general ajena al sujeto.
Descartes establece que esa facultad del pensamiento de reflejar el objeto exterior en su
existencia finita descansa en la existencia de ideas innatas en la conciencia del individuo, lo
cual, a su vez, se explica por el hecho de que objeto y sujeto son manifestaciones especiales de
una sustancia única, sujeta a las mismas leyes fundamentales.
Kant toma como punto de partida el principio cartesiano y el instrumento lógico
aristotélico y los funde en un sólo cuerpo al que da un desarrollo portentoso. Las categorías y
las leyes del pensamiento no son sólo un instrumento para el conocimiento del objeto (ser
determinado finito y ser determinado infinito), sino una sustancia rica en determinaciones que
existe en la conciencia del sujeto, todo un mundo de conceptos apriorísticos que son el
fundamento de su capacidad cognoscitiva.
La filosofía Kantiana desarrolla la contradicción como las antinomias del pensamiento;
el ser es uno, pero el pensamiento va de una determinación a la contraria hasta que encuentra
la que a aquel le corresponde; así se supera la contradicción.
Precisamente en esa filosofía tan rica en determinaciones se agota el conocimiento del
ser determinado finito y del ser determinado infinito. Kant expresa esto diciendo que lo que el
sujeto puede conocer es sólo el fenómeno del objeto y no el en sí del mismo.
La conciencia de sí mismo llega aquí a la conclusión de que la verdad no está en la
superficie del ser y que hay que ir a buscarla a su interior.
Hegel
El principio fundamental de Hegel es que la verdad del ser está en la esencia.
Desarrolla en una unidad armónica las determinaciones del ser determinado finito, del
ser determinado infinito, de la esencia positiva y de la esencia negativa. La verdad es el
internarse del ser en sí mismo para desarrollar su esencia y el aparecer de la esencia en la
existencia.
El motor de este movimiento es la absoluta negatividad del ser, su absoluta
contradicción.
La realidad es una sustancia espiritual que existe primero como espíritu absoluto, luego
se enajena en la naturaleza y se recobra a sí mismo en el sujeto pensante.
Feuerbach
Critica la filosofía de la religión de Hegel. Dios es la sustantivación que hace la especie
humana de sus características esenciales; es un producto del pensamiento humano.
El materialismo, avalado por la ciencia llegó, antes de Feuerbach, al punto superior
en el que niega a Dios (el pensamiento, el espíritu) como sustancia absoluta y deja con
subsistencia únicamente la materia, de la cual el pensamiento es sólo un estado o
movimiento específico. Considera que con esta negación ha concluido su labor histórica.
Sin embargo, para Feuerbach éste es sólo el punto de partida para una fase más
alta de existencia del materialismo.
Lo que Feuerbach se plantea no es si Dios existe físicamente o no, sino cuál es
la naturaleza del Dios que tiene una existencia real en la conciencia de la especie.
El razonamiento de Feuerbach es el siguiente:
La religión es la esencia humana enajenada.
La esencia humana es:
Pensamiento. Reflejo de la realidad en la mente del hombre. Conocimiento.
Voluntad. Actividad práctica transformadora de la naturaleza.
Amor. Sentimiento que une a los hombres.
Por un proceso inconsciente, la humanidad separa de sí y dota de vida propia a
su esencia.
Los atributos de su esencia así separados y sustantivados se los concede a un
ser imaginario, a Dios.
Dios resulta así el pensamiento absoluto, la voluntad universal, el amor total.
La relación que Feuerbach encuentra entre la esencia humana y su forma
enajenada es la siguiente: en cuanto más desarrolla la especie sus atributos
característicos, más se empobrece y más enriquece a la potencia que ha creado, de tal
manera que en última instancia ella es la nada y su contraparte lo es todo.
La religión, por lo menos la cristiana, consiste en el comportamiento del hombre para consigo mismo
o, mejor dicho: para con su esencia, pero considerando a esa esencia como si fuera de otro. La
esencia divina no es otra cosa que la esencia humana o, mejor dicho: la esencia del hombre sin
límites individuales, es decir, sin los límites del hombre real y material, siendo esta esencia
objetivada, o sea, contemplada y venerada como si fuera otra esencia real y diferente del hombre.
Todas las determinaciones de la esencia divina son por ello determinaciones de la esencia humana
(3).
Es esencialmente necesario observar -y este fenómeno es sumamente notable porque caracteriza
la esencia más íntima de la religión- que cuanto más humana es la esencia de Dios, tanto más
grande es aparentemente la diferencia entre él y el hombre, quiere decir tanto más es negada por
la reflexión sobre la religión o sea por la teología la identidad, o sea la unidad del ser humano y
divino y tanto más es rebajado lo humano tal como es objeto de la conciencia del hombre (7). La
causa de ello es: porque lo que es positivo en la imaginación o determinación de la esencia divina,
es exclusivamente humano: por eso la imaginación del hombre tal como es objeto de la
conciencia, sólo puede ser negativa y adversa. Para enriquecer a Dios el hombre debe
empobrecerse: para que Dios sea todo, el hombre ha de ser una nada. Pero por eso tampoco
necesita ser algo para sí mismo porque todo lo que él se adjudica no va perdido para Dios, sino
que queda conservado en él. El hombre tiene su esencia en Dios ¿cómo podría tenerla en sí y para
sí mismo? ¿Por qué sería necesario poner o tener dos veces la misma cosa? Lo que el hombre se
quita, lo que él no tiene en sí, lo disfruta en un modo incomparablemente más alto y más amplio
en Dios.
Por eso donde de la negación de la sensualidad se construye un ser especial, un sacrificio
agradable para Dios, allí se da el valor más alto precisamente a la sensualidad y la sensualidad
renunciada es, sin quererlo, restablecida, por el hecho de que Dios se coloca en lugar del ser
sensual al cual se ha renunciado.
La religión prescinde del hombre y del mundo, pero sólo puede prescindir de las verdaderas o
supuestas deficiencias y restricciones, o sea, de lo que son los defectos del mundo; pero no de la
esencia, o sea de la parte positiva del mundo, ni tampoco de la humanidad. Por eso la religión
debe nuevamente ocuparse en la abstracción y negación de lo que prescinde o por lo menos cree
prescindir. De este modo la religión en forma inconsciente pone todo en la idea de Dios; lo que
ella conscientemente niega -siempre que aquello que niega sea algo esencial, algo verdadero, algo
que no puede negarse-. De este modo el hombre niega en la religión su inteligencia: él por sí
mismo no sabe nada de Dios, sus ideas son solamente mundanas y terrestres; sólo puede crear lo
que Dios le revela. Pero en cambio, los pensamientos de Dios son ideas humanas, ideas
terrestres; él idea planes, al igual que un hombre se amolda a las circunstancias y a las fuerzas
intelectuales del hombre, al igual que un maestro se adapta a la inteligencia de sus alumnos; él
calcula exactamente el efecto de sus dones y revelaciones; él observa al hombre en todo lo que
hace, sabe todo, también lo más vil, lo más detestable y lo más humano. En una palabra, el
hombre, frente a Dios, niega su saber y su pensamiento, para colocar éste su saber y su
pensamiento en Dios. El hombre renuncia a su persona y, en cambio, le es Dios el Ser
omnipotente, ilimitado, un Ser personal. El niega el honor humano; el yo humano, pero en
cambio le es Dios un ser egoísta que sólo piensa en sí mismo, que sólo busca su propio honor, su
propio provecho, su propio bienestar. Dios es la satisfacción propia del egoísmo que mira de
soslayo a todas las demás cosas; Dios es la satisfacción suprema del egoísmo (10), la religión
niega además lo bueno como una cualidad del ser humano; pues para ella el hombre es malo,
corrompido, incapaz de hacer algo bueno; pero, en cambio, Dios es exclusivamente bueno, Dios
es el ser bueno935.
935
Feuerbach, Ludwig, La esencia del cristianismo, Crítica filosófica de la religión. Traducción Franz
Huber.
ahora desnaturalizados, en el otro que de ellos se nutre. La especie engendra y
fortalece la potencia que la domina y aniquila.
Aunque no lo reconocen así, Marx y Engels toman de Feuerbach el concepto de
enajenación y lo enriquecen mediante la aplicación de la doctrina hegeliana de la esencia.
Feuerbach establece la relación entre el hombre y dios.
Dios es el conjunto de las facultades humanas enajenadas de la especie y atribuidas a
un ser distinto, imaginario. El pensamiento (la razón), la voluntad (la actividad práctica) y el
amor (la relación entre los hombres), atributos todos de la especie, son considerados, por un
proceso social inconsciente, como no originarios, sino derivados de un ser distinto que es el
pensamiento, la actividad y el amor totales; esas facultades omnímodas se materializan en una
religión, que es la que rige el pensamiento, la actividad y las relaciones de los hombres.
Por medio de un movimiento elemental, la especie produce a su otro que le es ajeno y
éste se convierte en una potencia que domina, nulifica y produce dolor y sufrimiento a los
hombres. Ambos extremos se implican mutuamente.
El pie adelante de Feuerbach respecto del materialismo anterior se encuentra en el
descubrimiento de que Dios, tanto el dios incorpóreo, espiritual, como el dios de carne y hueso,
son una enajenación de la esencia humana.
Su limitación radica en que retiene la forma ideológica de la relación y no se adentra a
la determinación de la base material de la misma.
Marx toma el esquema feuerbachiano y lo utiliza para obtener el conocimiento último de
la especie humana.
Establece que la especie humana es la forma más alta que adquiere la naturaleza. El
hombre es naturaleza y su actividad se realiza sobre la naturaleza.
En el ejercicio de sus facultades características, esto es, del trabajo, la especie produce
la propiedad privada como su esencia enajenada.
La esencia de la propiedad privada en general es el trabajo enajenado, esto es, el
trabajo que hace ajena al hombre su esencia humana y la convierte en propiedad privada,
el trabajo que al engendrar a la propiedad privada produce su propio empobrecimiento,
depauperación que en última instancia se traduce en la constante y creciente anulación de su
naturaleza humana, y el crecimiento proporcional de la propiedad privada, la cual existe sólo a
condición de nutrirse del trabajo y provocar su aniquilación.
El trabajo produce la propiedad privada como su esencia alienada y la propiedad
privada produce el trabajo que hace ajena a si mismo su esencia.
La relación entre la especie y su forma enajenada evoluciona en tal forma que hace
imperiosa la reapropiación de su naturaleza esencial mediante la transformación práctica que
implica la abolición de la propiedad privada y la restauración de la propiedad colectiva, es
decir, la implantación del comunismo mediante un movimiento revolucionario
Para Marx, el comunismo, en cuanto que naturalismo acabado se iguala al humanismo,
y como humanismo acabado se iguala al naturalismo, es la solución genuina del conflicto entre
el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el hombre, la verdadera resolución de la lucha
entre la existencia y la esencia, entre la objetivación y la auto confirmación, entre la libertad y
la necesidad, entre el individuo y la especie
La naturaleza se convierte en hombre [re-unión del hombre y la naturaleza] en la
sociedad [colectividad],
936
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Ediciones de Cultura Popular, S.A., 1977.
México, D.F., p. 103
la especie y b) el papel de la actividad práctica de la especie como elemento esencial del
conocimiento humano y del proceso de reapropiación de la naturaleza esencial humana.
El pensamiento es, según Feuerbach, una de las determinaciones de la esencia de
la especie. La filosofía es la parte de la conciencia de la especie que considera el
pensamiento como tal.
En la filosofía absoluta, de la cual la filosofía especulativa de Hegel es el producto
más alto, el pensamiento absoluto, la abstracción total, es Dios.
La razón, facultad esencial de la especie, es convertida en la esencia de un ser
espiritual y abstracto, Dios, distinto de la humanidad.
Dios en tanto ser espiritual y abstracto es la esencia de la razón, a la cual la teología y el teísmo
representan como un ser independiente.
La esencia de la filosofía especulativa no es más que la esencia de Dios, racionalizada, realizada y
actualizada. La filosofía especulativa es la teología verdadera, consecuente y racional. 937
Las propiedades o predicados esenciales del ser divino son las propiedades o predicados
esenciales de la filosofía especulativa.
Dios es espíritu puro, ser puro, actividad pura –actus purus [pensamiento puro, absoluto] sin
pasiones ni determinaciones de origen exterior, ni sensibilidad ni materia.
La filosofía especulativa es este espíritu puro, esta actividad pura, realizados bajo la forma del acto
de pensar; es el ser absoluto como pensamiento absoluto. 938
El teísmo, por ejemplo el del cristianismo, postula que todas las determinaciones de la
especie se separan del sujeto original y se reúnen en un sujeto distinto, que es una persona
dotada de razón, voluntad y sensibilidad. Dios es un ser personal magnificado que posee todos
los atributos de la especie, pero con un carácter potenciado.
El panteísmo considera que Dios no es ni una persona sobrenatural ni una sustancia
sino el mismo mundo existente; Dios es todas las cosas (ser y pensamiento).
La filosofía especulativa toma uno sólo de los atributos de la especie, la razón, y la
convierte en una sustancia, en pensamiento puro, absoluto, despojado de toda materialidad, la
determina como Dios.
En el teísmo, Dios, como ser personal, crea el mundo real.
En la teología especulativa, se sustituye la creación material del mundo por un acto
especulativo, teórico que realiza el pensamiento absoluto, Dios.
937
Feuerbach Ludwig, La filosofía del porvenir. Crítica de la filosofía de Hegel, Versión al español de
Victoria Pujolar, Ediciones Roca, S,A,, México, D. F., 1976, p. 14.
938
Ibídem, p. 22
La teología especulativa, por el contrario, transforma ese acto sensible, que contradice la esencia
del pensamiento, en un acto lógico o teórico: transforma la producción material del objeto en
creación especulativa, a partir del concepto.939
939
Ibídem, p. 26
940
Ibídem, pp. 31-34
941
Ibídem, pp. 43-45
942
Ibídem, pp. 45-46
El trabajo de abstracción de lo sensible para llegar al ser que en si mismo está liberado de lo
material, que es la abstracción absoluta, son ellos mismos quienes lo realizan.
En Hegel, por el contrario, esta actividad subjetiva es la autoactividad del ser divino.
De esta manera, la libertad del absoluto respecto a la materia, que sólo es presuposición y
representación, deviene realidad y verdad.
La única forma de situar a Dios en esta liberación de la materia es poniendo la materia en Dios.
Y la única forma de colocar la materia en Dios es que éste mismo lo haga, que se sitúe él mismo
como materia, como no-Dios.
La materia no es un contrario que precede en forma inexplicable al yo y al espíritu; es la
autoalienación del espíritu, de Dios.
De esta forma se da a la materia misma espíritu y entendimiento.
Pero también se le sitúa como un ser nulo y sin verdad.
[El espíritu absoluto se enajena de sí mismo y produce el mundo, pero como pensamientos,
categorías lógicas; después, al final de su evolución material, se recobra a sí mismo en el saber
absoluto, que es otra de sus fases de existencia.]
La filosofía de Hegel sitúa la materia en Dios, lo que equivale a negar a Dios.
Es lo mismo que suprimir la teología y reconocer la verdad del materialismo. NB
El materialismo se encuentra implícito en la filosofía hegeliana, aunque en una forma encubierta.
Pero al tiempo que niega la teología, la presupone, pues es Dios el mismo espíritu absoluto que se
enajena en la materia y se recobra en el saber absoluto, es decir, en el espíritu que se conoce a sí
mismo.
Es decir, es Dios que se niega a sí mismo y luego se establece de nuevo a sí mismo.
Al colocar la materia en sí mismo Dios se niega a sí mismo, es la primera negación. Al
establecerse de nuevo a sí mismo niega su anterior negación; es la negación de la negación.
Esa negación de la negación es la vuelta al punto de partida, en el seno de la religión cristiana.
El secreto de la dialéctica hegeliana consiste en negar la teología en nombre de la filosofía para
después negar la filosofía en nombre de la teología.
Hegel no disimula ni oscurece esta contradicción, sino porque hace de la negación de Dios, del
ateísmo, una determinación objetiva de Dios, porque determina Dios como un proceso, y el
ateísmo como un momento de este proceso.943
El idealismo subjetivo, Kant y Fichte, colocan al mundo material fuera del sujeto
cognoscente, del yo, del espíritu, de Dios.
Por el contrario, el idealismo objetivo de Hegel lo pone en Dios.
De igual manera, la esencia del idealismo absoluto es la esencia del idealismo subjetivo liberado
de los límites, racionales esta vez, de la subjetividad, es decir, de lo sensible o del orden de los
objetos en general.
943
Ibídem, pp. 46-48
944
Ibídem, pp. 49-51
La determinación humana es el pensamiento humano, la conciencia de la especie.
Hegel despoja a esa determinación de su carácter específicamente humano, la deja en el sólo
pensamiento abstracto y le atribuye una personalidad propia: el espíritu absoluto, Dios, distinta del
hombre.
Las formas de la subjetividad estudiadas en la Lógica subjetiva: el concepto, el juicio, el silogismo,
etcétera, no son formas del pensamiento humano, sino formas objetivas, existentes en sí y por sí,
formas absolutas.
De ahí que la filosofía absoluta aliene y desposea al hombre de su propia esencia, de su propia
actividad.945
[NB El corazón de la teoría de la enajenación.]
La nueva filosofía piensa lo concreto no en abstracto, sino concretamente, tiene por verdad lo real
en su realidad.
La nueva filosofía es la verdad de la filosofía de Hegel, de la filosofía moderna en general.
Necesidad histórica y génesis de la nueva filosofía a partir de la antigua.
Según Hegel el concepto concreto, la idea es, primero, tan sólo una abstracción y no existe más
que en el elemento del pensamiento: es el Dios teológico de antes de la creación del mundo, pero
racionalizado.
La idea se realiza al igual que Dios se expresa: se hace mundo y realidad.
Hegel es la historia de la teología transformada en un proceso lógico.
La realización de la idea es ser real, existir; la existencia es el criterio de la verdad.
Tan solo es verdad lo que es real.
El pensamiento se realiza quiere decir, precisamente: se niega y cesa de ser puro pensamiento.
El pensamiento se realiza; quiere decir: se hace objeto de los sentidos.
Lo sensible es, pues, la realidad de la idea.
Si se exige del pensamiento que se realice y devenga sensible es sólo porque se presupone
inconscientemente que la realidad y la cualidad sensible independiente del pensamiento son la
verdad del pensamiento.
Pero como, a pesar de todo, se parte conscientemente de la verdad del pensamiento, no se
expresa la verdad de lo sensible sino posteriormente, no se hace de la cualidad sensible más que
un atributo de la idea.946
945
Ibídem, pp. 51-52
946
Ibídem, pp. 67-69
947
Marx, Carlos, Tesis sobre Feuerbach, en: Carlos Marx, Federico Engels, Obras Escogidas, tomo IV,
Editorial Ciencia del Hombre, 1973, Buenos Aires, Argentina, pp. 9-11
judaica”, es decir, como la acción sobre la naturaleza y los otros individuos presidida por
un interés individual. El materialismo de Feuerbach “no comprende la actividad
revolucionaria práctico-crítica”.
Feuerbach no concibe el pensamiento como el producto de la praxis humana, que
la verdad y terrenalidad del pensamiento humano se obtienen en la actividad práctica, en
la producción, en la industria.
El materialismo feuerbachiano hace suya la teoría que postula que los hombres
son producto de las circunstancias y de la educación y que, por tanto, para cambiar la
condición de la humanidad son necesarias unas circunstancias y una educación
distintas, verdaderamente humanas, las cuales deben ser establecidas por un
visionario que saque de su cabeza el nuevo orden plenamente estructurado. Este
materialismo no entiende que la transformación de la sociedad humana únicamente
puede ser realizada como práctica revolucionaria.
Feuerbach determinó la religión y la filosofía como formas enajenadas de la
esencia humana. Descubrió el secreto de su verdadera naturaleza. Pero a pesar de ello
la religión y la filosofía siguen existiendo como tales; el sólo conocimiento de sus
características fundamentales no lleva a la revocación de la enajenación.
La enajenación y sustantivación de la esencia humana bajo la forma de la
religión y la filosofía tiene su base en una forma de organización social específica, cuyo
fundamento es la escisión de la propiedad y el trabajo, la cual se vuelve concreta en la
división de clases antagónicas.
Para eliminar la enajenación de la esencia de la especie es necesario acabar con
la contradicción social que es su fundamento. Y esto sólo se logra comprendiendo la
contradicción y revolucionándola prácticamente.
El materialismo de Feuerbach, al igual que el anterior, sólo llega al conocimiento de
los individuos en la sociedad civil; el nuevo materialismo (el materialismo dialéctico) tiene
como objeto la sociedad humana, o la humanidad socializada.
Marx cierra sus tesis con esta sentencia: Los filósofos no han hecho más que
interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.
Las “Tesis sobre Feuerbach” expresan de una manera concentrada los
principios fundamentales del materialismo dialéctico: el pensamiento es un producto
de la actividad práctica de la especie; la sociedad humana sólo puede ser
transformada por medio de la actividad revolucionaria práctico-crítica.
Estos principios ilustran plenamente sobre el carácter revolucionario del
materialismo dialéctico.
El conocimiento y desarrollo de los mismos, en unión con los demás elementos del
materialismo dialéctico, es el prerrequisito para que la especie, por medio de la acción práctica
revolucionaria, revoque la enajenación y reintegre su esencia a sí misma.
Este proceso es parte del movimiento por el cual la especie se constituye
plenamente como una organización de la materia orgánica pensante cuyo contenido es
la transformación constante de materia inorgánica en materia orgánica.
Las críticas de Feuerbach a la filosofía hegeliana, la restauración del principio
fundamental del materialismo y la crítica a la mistificación hegeliana de la dialéctica son
prerrequisitos necesarios para el nacimiento de la teoría revolucionaria.
Marx.
Extiende la crítica de Hegel al terreno del ser y del pensamiento en general.
La conciencia es el ser consciente.
La actividad práctica humana sobre el objeto es el criterio último de la verdad.
El espíritu absoluto hegeliano es la conciencia humana sustantivada.
Este espíritu absoluto, como conciencia humana, es el compendio más completo jamás
hecho de las leyes del ser y del pensar.
En Hegel aparecen como determinaciones de la sustancia cognoscitiva desde las cuales
se produce la realidad del mundo.
La especie humana, en su desarrollo, ha enajenado sus potencias esenciales, entre ellas
su capacidad intelectiva, las cuales se han convertido en elementos de la negación de su
naturaleza.
Pero, al mismo tiempo, ha producido los elementos para la reapropiación de sus fuerzas
esenciales, entre otras y principalmente, su conciencia humana, la cual será despojada de su
carácter sustantivo y se le dará la naturaleza que le corresponde: una fuerza esencial
integrante de la naturaleza humana de la especie.
Con esto, la filosofía habrá concluido su labor histórica y habrá desaparecido.
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