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EL DERRUMBE DEL SOCIALISMO REAL

Concepto clásico de la explotación y depauperación


del proletariado
Los manuscritos económico-filosóficos de Marx de 1844
La esencia natural del ser humano
Notas para una crítica de la teoría de Freud

Gabriel Robledo Esparza

Centro de Estudios del Socialismo Científico

México, 1992

1
INDICE
PRIMERA PARTE
El derrumbe del socialismo real
Introducción
Capítulo I
Estado actual del socialismo y de la revolución socialista internacional
Capítulo II
La Lógica de Hegel
Esquema de la Lógica de Hegel
Capítulo III
La aplicación por Marx y Engels de la dialéctica hegeliana
Capítulo IV
La dialéctica del régimen capitalista después de la Comuna de París
Capítulo V
Esquema de la dialéctica del ser y la esencia del régimen capitalista
Nota crítica
El estalinismo

SEGUNDA PARTE
El concepto clásico de la explotación y depauperación del proletariado
Introducción
Capítulo I
Estructura de los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844
Capítulo II
Primer Manuscrito
Capítulo III
Segundo Manuscrito
Capítulo IV
Tercer Manuscrito
Capítulo V
Notas sobre el concepto de esencia natural del ser humano.
Capítulo VI
La anulación, degeneración y descomposición de los procesos psíquicos en el régimen de producción
capitalista
Notas para una crítica de la teoría de Freud

2
PRIMERA PARTE

El derrumbe del socialismo real

3
INTRODUCCION

A partir de 1989, los países de Europa oriental han vivido una acelerada transformación que se
caracteriza por el derrocamiento de la mayoría de los gobiernos llamados socialistas o comunistas y su
reemplazo por regímenes que se han dedicado al establecimiento de una estructura política del tipo de la que
tienen los países capitalistas, al desarrollo de la producción para el mercado, a la restauración franca y
abierta de la propiedad privada y a la consolidación de las relaciones de producción capitalista que de todo
esto brotan necesariamente.
Aunque se presenta como una floración intempestiva, la vuelta de los países de Europa oriental al
modelo capitalista es el resultado de un largo proceso histórico.
En la Rusia soviética, durante la década de los años cincuenta, el socialismo instaurado desde 1917
en ese país alcanzó el punto superior de su existencia: la producción era casi en su totalidad colectiva, la
economía, sujeta a una dirección centralizada mediante un plan único, crecía aceleradamente con base en
una pujante industria pesada y el trabajo era un deber moral que tenía por objeto la satisfacción de las
necesidades de la colectividad.
El socialismo se extendió a todos los países que habían quedado bajo la tutela de Rusia cuando ésta
los liberó de las garras del fascismo. Se formó así un sistema de países socialistas.
Desde esa alta cima, el socialismo (que correspondía a grandes rasgos al concepto marxista de esta
formación económico-social aunque, como veremos después, sólo en su aspecto formal) inicia su ineluctable
declinación.
La economía y la sociedad soviéticas, ante el empuje de una fuerza incontenible que el mismo
socialismo había creado, empezaron a sufrir cambios significativos. El socialismo se había instituido con el
propósito de satisfacer las necesidades individuales de los trabajadores, por lo que se mantuvo vivo en la
sociedad socialista el interés individual como el fin último del desarrollo; este interés fue el elemento
disolvente del régimen socialista. Aunque en el socialismo soviético se había abolido la propiedad privada
sobre los medios e instrumentos de producción, había quedado intangible la propiedad privada del obrero
sobre sí mismo.
El propio desenvolvimiento venturoso del socialismo dio lugar al nacimiento de un grupo social,
procedente de la clase de los trabajadores y que incluía a los dirigentes del Partido y a los técnicos y
científicos, que era de hecho el conductor de la economía y de los procesos sociales; por contrapartida, la
gran masa de los obreros quedó confinada al trabajo físico y al trabajo mental más simple y rutinario. Se
conformaron de tal suerte dos grupos antagónicos: una burocracia que comprendía a los cuadros superiores
del Partido y a los técnicos y científicos de procedencia obrera y una numerosa clase trabajadora que estaba
excluida de la dirección del proceso productivo.
La burocracia naciente intentó de inmediato convertir la administración de la economía en la
propiedad sobre los medios e instrumentos de producción; la cruenta lucha de Stalin tuvo como razón última
de ser la defensa de la propiedad colectiva de los primeros embates de la burocracia obrera.
Para la década del 60, la burocracia soviética era ya de facto propietaria de los medios e instrumentos
de producción y había organizado la descentralización de las empresas, la propiedad por grupos y la
autogestión e introducido de una manera muy amplia las relaciones mercantiles y el estímulo material. La
propiedad colectiva y la planificación centralizada fueron definitivamente sustituidas por nuevas formas de
propiedad y dirección de la economía.
La clase obrera soviética, por su parte, quedó sujeta a la explotación de esa nueva clase dominante
surgida de su seno. La relación entre la burocracia y la clase obrera soviética era simple y llanamente la del
trabajo asalariado: aquella se nutría del trabajo excedente extraído a ésta.
La nueva forma de organización económica que se implantó en la URSS tendía ardorosamente hacia la
restauración plena del capitalismo; sin embargo, como la base del poder de la burocracia era precisamente
esa forma específica de organización económico-política en la que no había un retorno definitivo a la
propiedad privada sino sólo un estado de transición hacia ésta desde la propiedad colectiva, entonces la clase
poseedora refrenaba por todos los medios a su alcance la fuerza que movía al régimen soviético hacia el
capitalismo.
Dos tendencias contradictorias se instalaron dentro de la clase dominante soviética: una, que cuidaba
del mantenimiento del estado de cosas existente, si acaso introduciendo en él modificaciones graduales, y
otra que procuraba el apresuramiento de las medidas liberalizadoras para llevar rápidamente el régimen
soviético hacia el capitalismo, aunque esta última ocultaba sus verdaderas intenciones escudándose en un
supuesto socialismo democrático y humanista, en el que quería transformar al “socialismo estalinista gris y

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opresor”. Estas dos fuerzas fueron las que, asentadas sobre los firmes cimientos de la explotación de trabajo
asalariado, determinaron por décadas la dialéctica del desarrollo del régimen soviético.
Advirtamos que un sector de la clase gobernante soviética defendía algo que ni por asomo era el
socialismo; se trataba, como hemos visto, de una degeneración de ese régimen social que había adquirido una
forma sui géneris del capitalismo y que tenía un soporte en la explotación de los obreros soviéticos y la
acumulación de capital. El otro sector –que escondía sus apetitos tras la propuesta de la humanización del
socialismo mediante la exaltación del individuo, lo que a fin de cuentas es el verdadero fundamento del
régimen burgués- era el abanderado de la rápida implantación del capitalismo del tipo existente en el mundo
occidental.
Los demás países pertenecientes al campo soviético también vivieron el cambio del socialismo a un
capitalismo embozado. Las relaciones entre ellos y Moscú pasaron de la cooperación y la ayuda mutua a la
explotación y la dominación por el oso imperialista.
En los países que giraban en torno a la Unión Soviética se formaron igualmente dos corrientes dentro
de la clase imperante, pero aquí la disidencia tuvo manifestaciones más radicales que la acercaron
peligrosamente a la completa restauración capitalista y se enriqueció con la inclusión en sus filas de artistas,
escritores, filósofos, etcétera, que dieron a su lucha una aureola de poesía y romanticismo. En otros casos, la
oposición incorporaba a sí a la misma clase obrera.
Lo sucedido con Yugoslavia, Hungría, Checoslovaquia y Polonia fue ejemplo de la potencialidad tan
grande de esa tendencia y de la reacción airada del centro del imperio para evitar su desmembramiento. Mas
de un intento de las fuerzas reclamantes de enseñorearse de esos países, volverlos al capitalismo típico y
desintegrar el sistema del que eran parte fueron brutalmente reprimidos por el ejército ruso.
A mediados de los ochenta, Gorbachov se puso a la cabeza de los contestatarios al iniciar desde el
gobierno la fase de regreso definitivo de la economía y la sociedad soviéticas al capitalismo.
Como era de esperarse, tal decisión dio un gran impulso a la corriente antagónica en los otros países
del sistema. Todo el año de 1989 está lleno de movimientos políticos en la mayoría de los países del este
europeo que confluyen en la deposición de los gobiernos denominados comunistas y en el acceso al poder de
los líderes discrepantes, quienes de inmediato se dan a la tarea de poner en obra sus reivindicaciones más
sentidas, cuyo eje rector lo es la restauración de la propiedad privada capitalista. La insurrección de las
fuerzas contradictoras en las naciones sojuzgadas por Moscú, a su vez alentó a los impugnadores del régimen
en el interior de la propia Unión Soviética, quienes arrebataron el poder a Gorbachov y se lo entregaron a
Boris Yeltsin. La antigua URSS se desintegró y en su lugar surgió una Mancomunidad de Naciones que, sin
obstáculo al frente, han entrado por una ancha calzada al proceso de plena restauración capitalista.
Debemos dejar bien establecido que las transformaciones habidas en los países nombrados socialistas
no tienen como contenido la derrota del socialismo, porque éste había dejado de existir en esas naciones
desde finales de los años 50; se trataba únicamente del hundimiento de una forma específica del capitalismo
que se denominaba a sí mismo socialismo y comunismo y como tal pasaba a los ojos del mundo. De igual
manera, lo que ha empezado a reemplazar al capitalismo especial existente en Europa oriental no es ningún
“socialismo democrático” ni algún híbrido colocado entre los dos sistemas, sino el capitalismo típico del
mundo occidental.
Esta situación ha sido interpretada de varias maneras. La izquierda del mundo occidental, poseída de
una cándida estulticia, saludó entusiastamente estos acontecimientos, pues los consideró como la entrada de
lleno de esos países a los que ella llamaba “socialismo humanista”. Por fin, aquel socialismo triste y
despótico iba a adquirir un rostro humano.
Por una explicable inversión ideológica, la izquierda veía en el capitalismo específico existente en los
países de Europa oriental a un régimen verdaderamente socialista, aunque gravado con una herencia
estalinista que no le permitía pasar a una forma superior, más democrática; en la disidencia, avanzada del
capitalismo occidental, encontraba a los paladines de la democracia socialista, del socialismo humanista
(utopía ésta a la que aspiraban por igual, en las décadas pasadas, la pequeña burguesía de los países
capitalistas y la oposición de las naciones antiguamente socialistas antes de volverse descaradamente pro-
capitalista y que excluía tanto a la gran burguesía como a la burocracia obrera y preconizaba el reinado del
individuo como tal).
Muy pronto, sin embargo, su voz tuvo que enmudecer ante una realidad abrumadora: por lo que los
sublevados bramaban como ciervos sedientos era por la propiedad privada capitalista.
Otra corriente de pensamiento echó también las campanas al vuelo, aunque por un motivo diferente.
Partiendo del mismo supuesto que la izquierda, es decir, de la reputación del capitalismo encubierto existente
en Europa oriental como una forma determinada del socialismo, pero a la vez comprendiendo exactamente la
naturaleza pro-capitalista de los grupos que encabezaron la rebelión, arribaron al convencimiento de que el
derrumbe de los regímenes “comunistas” o “socialistas” era la prueba palpable del fracaso del socialismo
marxista y estimaron confirmado su viejo prejuicio del carácter antihumano de este sistema social. La
naturaleza humana, vulnerada por la dictadura socialista, dijeron, se ha sublevado por fin para demandar a
la historia que corrija su terrible desviación y le reintegre los atributos que le ha expoliado, sobre todo su
valiosa libertad individual. El capitalismo clásico, sazonado con algunos rasgos humanistas, es el que se

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acomoda perfectamente a la naturaleza del hombre. Para ellos no quedaba duda alguna de la historia había
decretado la muerte del socialismo.
A pesar de todo, los principios del socialismo marxista tienen ahora mayor actualidad que nunca. Lo
que ha concluido su ciclo vital es esa grotesca deformación, a fin de cuentas una variedad de la ideología
burguesa, que los teóricos de Europa oriental hicieron pasar impunemente, por muchos años, como el
socialismo marxista.
Desde sus escritos de juventud, Marx definió con una precisión meridiana la esencia del régimen de
producción capitalista.
En su trabajo “En torno a la crítica de la filosofía del derecho” 1, escrito en 1844, Marx sostiene ya que
en la clase de los proletarios del régimen capitalista se da la pérdida total del hombre, es decir, la negación
absoluta de su naturaleza humana y en ellos mismos debe surgir la necesidad de su recuperación mediante
la actividad práctica revolucionaria. En un famoso texto posterior, en “La Sagrada Familia” 2, Marx determinó
lo que es la esencia del régimen de producción capitalista: la aniquilación de la naturaleza humana en el
proletariado moderno, y lo que debe ser, conforme a la dialéctica del fenómeno, el resultado del movimiento
revolucionario: la recuperación, a través de la lucha de los trabajadores, de esa naturaleza perdida.
En los “Manuscritos económicos-filosóficos de 1844” 3, que constituyen el guión de una obra que jamás
fue escrita definitivamente, Marx manifiesta que en la relación trabajo asalariado y capital el trabajador es un
ser espiritual y físicamente deshumanizado; el capital es la forma enajenada que adopta la naturaleza
humana del trabajador; el trabajo engendra al capital como su naturaleza enajenada y el capital produce al
trabajador como un ser despojado de su naturaleza humana. Esta mutua implicación tiene un desenlace
conforme a lo siguiente: la separación entre el trabajo y la naturaleza humana llega al punto en que ésta ha
sido arruinada por completo y convertida absolutamente en su contrario; es aquí en donde ambos polos se
exigen acuciantemente y no pueden continuar existiendo sin lograr su unión. Marx obtiene la conclusión de
que la contradicción trabajo asalariado-capital debe resolverse, de acuerdo a las premisas establecidas,
superando la enajenación del trabajo a través de la reapropiación de su naturaleza humana por el trabajador.
Esta desenajenación del trabajo es el contenido del socialismo y del comunismo.
En El Capital4, su obra clásica de madurez, Marx desentraña las formas que adopta el trabajo en la
sociedad capitalista y su relación con la naturaleza del hombre. La producción de plusvalía absoluta y
relativa, la maquinización e intensificación del trabajo, etcétera, conducen a la culminación de la
deshumanización del trabajador iniciada desde la época de la disolución de la comunidad primitiva. El
capital desposee al obrero de todas sus capacidades humanas y se las apropia para sí; el ser humano así
disociado de su naturaleza esencial queda sujeto a un movimiento en el cual todos sus procesos orgánicos,
todos sus órganos y funciones entran en una pendiente de desgaste, descomposición, atrofia y degeneración
que tiene como resultado la devastación de las características biológicas de la especie.
En el consumo masivo, resultado y condición de existencia del capital en su etapa superior, el
trabajador, llevado de la mano por el capital, se prostituye a sí mismo y pone en sobre tensión sus órganos y
procesos orgánicos para desarrollar un cúmulo de necesidades individuales exacerbadas y obtener una
satisfacción magnificada de ellas bajo la égida del principio del placer. Se completa así la deshumanización
del trabajador.
Lo que existe en el mundo occidental y lo que cobrará rasgos más definidos en los países de Europa
oriental en los próximos años, es el capitalismo, que entra así en una fase de desarrollo desbocado ahora que
fue removido el obstáculo que representaba la forma primitiva del capitalismo existente en las naciones del
bloque soviético. De lo que se sigue que el proceso de deshumanización de la especie, sufrido en primer lugar
por su nervio vital que es la clase de los trabajadores, continuará en ascenso de una manera acelerada.
La situación a que está llegando la clase obrera moderna corresponde fielmente a aquella que Marx
consideraba desde sus primeros escritos como la premisa de la revolución.
La historia, esa vieja calladamente hacendosa, ha querido hacer las cosas cuidadosamente; decidió
llevar hasta sus últimas consecuencias la deshumanización de los trabajadores para después colocarlos
frente a esa caricatura de sí mismos en que han quedado convertidos a través de la explotación directa del
capital y de la exaltación de sus necesidades individuales; reconociéndose como la encarnación de una
monstruosa degeneración de la especie humana, deberán tomar conciencia de la necesidad de subvertir el
orden actual y establecer, ahora sí definitivamente, el socialismo y el comunismo, en donde primero se
recuperará la naturaleza humana del hombre y luego se dará libre curso a sus enormes potencialidades.

1
Marx, Carlos, En torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1844, París. Contenido en: Carlos Marx, Federico Engels, “La Sagrada
Familia y otros escritos filosóficos de la época”, traducción del alemán por Wenceslao Roces, segunda edición, Editorial Grijalvo, S.A., 1967,
México, D.F., pp. 3-15
2
Marx, Carlos, Federico, Engels, La sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la época, traducción del alemán por Wenceslao
Roces, segunda edición, Editorial Grijalvo, S.A.., 1967, México, D.F., pp 100-102
3
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Ediciones de Cultura Popular, S.A., 1977, México, D.F.
4
Marx, Carlos, El capital, Crítica de la Economía Política, 3 tomos, Versión del alemán por Wenceslao Roces, Fondo de Cultura
Económica, tercera edición, México-Buenos Aires, 1964.

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El destino de la revolución que el proletariado actual se verá obligado a realizar es el establecimiento
del socialismo y su posterior evolución hacia el comunismo, tal y como Marx y Engels lo previeron en sus
elaboraciones teóricas iniciales.
El comunismo es, para Marx, desde ese temprano esquema de 1844, la supresión de la propiedad
privada sobre los medios e instrumentos de producción y la del obrero sobre sí mismo, la reapropiación de la
naturaleza humana de la especie, la reivindicación de la producción y el consumo colectivos y la abolición de
las necesidades individuales como el motor de la producción.
Así, nos dice en los “Manuscritos...”, en el comunismo, supresión positiva de la propiedad privada,
- el hombre produce al hombre,
- el objeto es la realización directa de la individualidad del hombre y a la vez la existencia de otro
hombre, es decir, es un objeto social [colectivo]
- el carácter social [colectivo] es el carácter total del movimiento,
- el hombre crea a la sociedad y la sociedad crea al hombre,
- la actividad y el consumo son sociales [colectivos],
- la apropiación de la naturaleza es social [colectiva],
- la existencia natural del hombre se convierte en su existencia humana en la sociedad
[colectividad],
- la naturaleza se convierte en hombre en la sociedad [colectividad],
- la existencia individual es directamente actividad social [colectividad],
- la conciencia individual es directamente conciencia social [colectiva],
- la conciencia social es la forma teórica de la comunidad real
- la apropiación de la esencia natural del hombre se realiza de una manera total a través de sus
relaciones humanas con la realidad: ver, oír, olfatear, gustar, sentir, pensar, juzgar, percibir; todas las
cualidades del ser individual son órganos directamente sociales [colectivos] que se relacionan de una
manera humana con el objeto,
- se da la emancipación de todos los sentidos y cualidades humanas,
- se realiza la conversión de todos los sentidos en subjetiva y objetivamente humanos,
- se produce la conversión para el hombre del objeto en objeto humano u hombre objetivo al
convertirse el objeto en objeto social [colectivo],
- el mundo objetivo se hace en todas partes para el hombre en sociedad [colectividad],
- todos los objetos se hacen para él objetivación de sí mismo, se convierte en sus objetos,
- las fuerzas esenciales del ser humano, que están constituidas por la estructura industrial, se
volverán humanas en sociedad [colectividad]. El desarrollo de la industria -condicionado por el desarrollo
de las ciencias naturales- ha preparado la emancipación humana, aunque directamente y en forma
preponderante les ha correspondido consumar la deshumanización.
El socialismo y el comunismo, a donde la revolución proletaria que viene ha de arribar, deberán tener,
por una necesidad histórica, las características que Marx les asigna en los “Manuscritos”...; su fundamento lo
será la supresión implacable de la individualidad de los integrantes de la sociedad y la implantación de una
verdadera colectividad.
La teoría marxista, de acuerdo a lo que hemos visto, tiene plena vigencia en los días que corren; la
realidad del capitalismo coincide totalmente con el concepto que de ella se ha formado la doctrina de la
revolución. Sin embargo, esta teoría ha sido por completo desplazada, desde hace muchos años, de la base
social que la debe llevar a su materialización, es decir, de la intelectualidad pequeño burguesa y de las capas
superiores del proletariado, y ha quedado reducida a una escondida existencia en los anaqueles de las
bibliotecas.
En las circunstancias descritas, la labor de los revolucionarios consiste en tratar de explicarse
teóricamente, como premisa para su acción práctica, todo el proceso que aquí hemos señalado
esquemáticamente del nacimiento del socialismo, su declinación y la necesidad de su reaparición en una
forma superior y definitiva.

7
CAPITULO I

Estado actual del socialismo y de la revolución socialista internacional.

La moderna clase obrera internacional está dotada de una conciencia y una organización burguesas;
su actividad política consiste en sacar adelante las reivindicaciones de un sector de la burguesía en contra de
otro; no posee una conciencia ni una organización revolucionarias, ni despliega una lucha que tenga como
finalidad el derrocamiento del régimen burgués y la instauración del socialismo; ella se encuentra por
completo sometida a la dominación ideológica y organizativa de la burguesía.
Los pocos Partidos de occidente que aún se llaman a sí mismos comunistas, o que de algún modo
declaran al marxismo-leninismo como su base doctrinaria, son partidos de la oposición burguesa. No
constituyen, por tanto, ni por su naturaleza lo podrían ser, el instrumento para realizar la tarea de dar
conciencia revolucionaria al proletariado internacional, organizarlo y dirigirlo hacia la consecución del poder
y la construcción del socialismo.
La teoría revolucionaria –el marxismo-leninismo- ha sido derrotada, desalojada de sus posiciones y
primeramente sustituida por el revisionismo y posteriormente por una doctrina franca y abiertamente
burguesa.
En los países antiguamente socialistas se constituyó una forma degenerada del socialismo que al
mismo tiempo era una estructura capitalista sui generis; en los días que corren, la mayoría de estas naciones
están entrando de lleno al camino de la restauración total del capitalismo.
El sistema de países socialistas ya no existe y su lugar lo ha tomado un grupo de naciones que cada
vez se integran más al sistema mundial del capitalismo.
La revolución socialista mundial ha sido vencida y regresada a su punto de partida y el capitalismo,
bajo una forma u otra, ha extendido de nuevo su dominación, con fuerza centuplicada, sobre todo el planeta.
Esta situación descrita cierra toda una fase de existencia de la revolución mundial durante la cual el
progreso de la teoría y el movimiento revolucionarios del proletariado, que desembocaron en la revolución
socialista internacional y en la formación de un sistema de países socialistas, produjo necesariamente su
propia negación.
La tarea de los revolucionarios es intentar comprender la naturaleza de la etapa actual de la
revolución, para lo cual deben aplicar a su estudio el instrumento cognoscitivo por excelencia del marxismo-
leninismo: la dialéctica materialista.
Con la sorpresiva eclosión del capitalismo en los países del este europeo, el revisionismo fue expulsado
de una parte de sus antiguos dominios; como en el período previo la mayoría de los partidos comunistas
occidentales se habían convertido en partidos pequeño burgueses o burgueses de izquierda que se despojaron
sin rubores de su vestimenta revisionista y adoptaron una ideología abiertamente burguesa, el revisionismo
quedó reducido a una rareza ideológica que tiene su campo de acción en unos cuantos países y en unos
pocos partidos de todo el mundo.
Sin embargo, el revisionismo ha dejado una herencia nefasta; en sus diversos tipos, por decenios pasó
ante los ojos de todo el mundo como la verdadera teoría del marxismo-leninismo y con ese carácter fue
anatematizado por la nueva primavera del capitalismo en Europa oriental. De tal suerte, el revisionismo ha
seguido ganando batallas después de muerto.
Utilizar los elementos de la teoría del marxismo-leninismo para dilucidar el significado de la etapa
actual de la revolución mundial exige necesariamente la crítica despiadada de ese pesado cuerpo muerto que
es el revisionismo, la reivindicación de los principios fundamentales del marxismo- leninismo y su desarrollo
creador para aplicarlos a la revelación de la naturaleza de la fase presente de la revolución.
La dialéctica materialista es la teoría del conocimiento del marxismo-leninismo, el corazón de esta
doctrina, por lo que es lo primero que debemos rescatar de la dominación revisionista y devolverle su
naturaleza original.
El contenido fundamental de la dialéctica materialista son las formas más generales de la estructura y
del movimiento del mundo objetivo, el reflejo de esas formas en el pensamiento como leyes generales de la
objetividad y el postulado del origen de ese reflejo en la actividad práctica humana.
Las fuentes de la dialéctica materialista fueron: (1) las ciencias empíricas, que en la época de Marx ya
habían agotado las determinaciones del ser del mundo objetivo y estaban instaladas en el interior del mismo,
en su esencia, trabajando por develarla; (2) la dialéctica hegeliana, que era el reflejo más completo de la
objetividad y que comprendía las leyes generales del ser y la esencia; (3) el materialismo filosófico que con
Feuerbach había llegado a definir la verdadera relación entre el ser y el conocer.
Marx y Engels tomaron todos estos elementos y fundaron la dialéctica materialista; con este
instrumento cognoscitivo abordaron la determinación de la esencia del mundo natural y humano.
Marx y Engels no elaboraron un tratado sistemático de dialéctica sino que adoptaron íntegra la
dialéctica hegeliana a la cual sólo “pusieron sobre los pies” y la emplearon como el método científico del
conocimiento.

8
CAPITULO II

La “Lógica” de Hegel.

La “Lógica” de Hegel5 es el tratado de dialéctica más completo jamás escrito. Su primera parte, la
lógica objetiva, comprende las leyes más generales del mundo objetivo, aunque presentadas como
pensamientos sustantivados.
Para Hegel, el ser tiene tres niveles de existencia; el ser determinado inmediato, el ser determinado
infinito y la esencia.
El ser determinado inmediato es el algo con una cualidad que es otra cualidad en sí misma y cuya
existencia consiste en la incorporación de la otra cualidad a sí; el destino del algo es llegar a ser la unidad
plena de él y su otro merced al rellenamiento de su constitución por medio de la asimilación del otro exterior;
el límite de su existencia es su perecer.
El ser determinado inmediato tiene una cualidad que es una compleja combinación de cualidades que
obedece a la naturaleza de la sustancia infinita como tal y en la que el rellenamiento de la cualidad y el paso
de una a otra se da a través de cambios cuantitativos.
Este ser determinado se interna en sí mismo y produce su esencia, es decir, los dos polos que
contienen cada uno a su contrario en sí mismo, lo engendran en sí mismo, lo excluyen de sí y lo generan en
el exterior como el otro polo y se procrean a sí mismos en el otro polo a través de esa exclusión; la unidad y la
lucha de contrarios es la esencia del ser determinado como tal, es lo que constituye el fundamento de la
cualidad del algo, de su rellenamiento y de los cambios cuantitativos que llevan a la sustitución de una
cualidad por otra y, en el límite, al perecer de un algo y su mutación en otro.

Esquema de la “Lógica” de Hegel

I Primer nivel de existencia del ser. El ser determinado finito.


Es el algo con una cualidad que es otra cualidad en sí misma y cuya existencia consiste en la
incorporación de la otra cualidad a sí; el destino del algo es llegar a ser la unidad plena de él y su otro merced
al rellenamiento de su constitución por medio de la asimilación del otro exterior; su límite es el dejar de ser lo
que es, perecer y llegar a ser lo que debe ser.

II Segundo nivel de existencia del ser. El ser determinado infinito.


Es el algo que tiene una cualidad que es una compleja combinación de cualidades determinada por la
naturaleza de la sustancia infinita como tal y en la que el rellenamiento de la cualidad y el paso de una a otra
cualidad se da, hasta que el algo perece, a través de cambios cuantitativos.
El ser se interna es sí mismo y produce su esencia.

III Tercer nivel de existencia del ser. La esencia positiva (contradicción solucionada).
La esencia positiva son los dos polos que contienen cada uno a su contrario en sí mismo, lo
engendran en sí mismo, lo excluyen de sí y lo generan en el exterior como el otro polo y se procrean a sí
mismos en el otro polo a través de esa exclusión.
CUADRO NUMERO 1
Tercer nivel de existencia del ser
La esencia positiva

5
Hegel, G.W.F., Ciencia de la lógica, traducción directa del alemán de Augusta y Rodolfo Mondolfo, Solar, S.A., Hachette, S.A.,
Buenos Aires, Argentina, 2ª edición castellana, 1968.

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Esta esencia positiva es el basamento del ser determinado dentro de los límites de su existencia, antes
de su extinción.
La esencia positiva contiene en sí misma, en estado germinal, los elementos del otro en que fatalmente
ha de convertirse el algo.
Una vez que el algo está plenamente constituido con sus tres niveles de existencia, la esencia
despliega su carácter negativo y se inicia el desenvolvimiento de los elementos de su otro.
La esencia es primeramente el tercer nivel de existencia del ser determinado, la contradicción polar
que determina la existencia del ser; esta esencia se niega a sí misma y es entonces también aquella que
desarrolla en sí los elementos del otro en que ha de transformarse el algo, es la esencia negativa.
Hegel ha realizado una verdadera revolución en la teoría del conocimiento. Para la lógica y la teoría
del conocimiento anteriores a él la esencia es sólo el fundamento, la base de lo que el ser determinado es. En
lo que se transforma el algo una vez que fenece está sujeto a la casualidad y a la arbitrariedad o a una
necesidad basada en la simple regularidad de la aparición de los fenómenos. Hegel descubre la naturaleza
más profunda del cambio: el ser determinado es él mismo y el otro que le ha de suceder; su esencia contiene
en embrión los elementos del otro en que se ha de transformar y es, con esta naturaleza dual, el fundamento
de aquel; el movimiento de la esencia consiste en el desarrollo de los componentes del otro del ser
determinado hasta concluir con su aparición en la existencia, mediante la negación de su progenitor, como
otro ser determinado específico; durante todo este período, la esencia negativa es también fundamento del ser
determinado actualmente existente. La necesidad del mundo objetivo adquiere así un significado más hondo:
el ser determinado es tal porque es en sí mismo el otro en que ha de devenir, su ser es pasar a ser precisamente
este otro ser determinado.
La relación entre el ser determinado y la esencia negativa es, antes que nada, la de forma y esencia, en
donde ésta es un mero sustrato indeterminado y extrínseco de aquel pero que está destinado a producir al
otro que ha de sustituir al ser que existe actualmente. Después, la relación pasa a ser la que hay entre forma
y materia; la materia es la esencia que no es aún fundamento ni negación del ser determinado, sino su base
indeterminada, pero que ha dejado de ser extrínseca a él: la materia es tal por mediación de la forma, se
niega a sí misma y se convierte en su otro, en la forma; ésta es ella sólo por mediación con la materia: se
niega y viene a ser su otro, la materia. Forma y materia son el mismo ser determinado que aún no desarrolla
su esencia como fundamento y negación. Sin embargo, la materia del ser actual es la sustancia con la que ha
de construirse el nuevo ser determinado.
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La relación forma-materia pasa a la de forma-contenido. La materia deviene en contenido. Este es la
esencia positiva formada por los polos positivo y negativo de los cuales el segundo es el germen del otro del
ser inmediato determinado. La esencia negativa está aquí sólo en estado latente. El contenido del ser actual
es el que ha de producir la forma y el contenido del nuevo ser.
La dialéctica entre polo positivo y polo negativo de la esencia positiva (contenido del ser determinado)
da lugar a la reflexión del segundo de ellos, es decir, a la producción por el polo negativo de la forma del otro
que ha de sustituir al ser inmediato actual, pero sólo de la forma, que en este estadio coexiste con el
contenido de aquel. La esencia positiva ha dado a luz a la esencia negativa, esto es, a los elementos del otro
del ser determinado, pero únicamente como una forma que conserva el mismo contenido del ser de donde
proviene. La nueva forma adquirida por el ser determinado elimina a la forma precedente.
IV. Cuarto nivel de existencia del ser, la esencia negativa.
La esencia positiva se niega a sí misma y produce la esencia negativa
La relación forma-contenido evoluciona hacia la relación fundamento-fundando; el fundamento son
las determinaciones del ser inmediato existente pero bajo la forma de la esencialidad, esto es, del otro que le
ha de seguir; lo fundado son las determinaciones del ser inmediato presente; el fundamento se niega a sí
mismo y engendra a lo fundado; éste a su vez se niega a sí mismo y produce al fundamento.
El ser determinado inmediato se ha desdoblado en dos: el contenido del ser determinado inmediato
actual que es lo fundado y la forma del ser que ha de sustituirlo, del otro en que ha de transformarse el ser
existente, que es el fundamento.
La esencia ha adquirido así la forma del nuevo ser, pero conserva aún el contenido del anterior; éste es
el paso previo necesario para que ella se establezca como las determinaciones específicas del próximo ser
inmediato que son la negación del que hoy existe.

CUADRO NUMERO 2
Cuarto nivel de existencia del ser, la esencia negativa.

Las determinaciones del ser inmediato existente y su forma negativa se dan un mutuo impulso que
resulta en el paso de las primeras a una fase superior de su existencia; ya investidas con su nueva
naturaleza, su acción inicial consiste en la anulación de la forma de la esencia negativa y la restitución de la
forma primitiva.

CUADRO NUMERO 3
Mutuo impulso entre el contenido del ser determinado
y su forma negativa

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CUADRO NO. 4

Paso del contenido del ser determinado a una naturaleza superior


Anulación de loa forma de la esencia negativa
Restitución de la forma primitiva

Las determinaciones del ser determinado actual en su nueva fase de existencia son otra vez sólo la
esencia positiva, el fundamento de lo que el ser es; se reanuda la relación primitiva entre contenido y forma.

CUADRO NUMERO 5

Restauración de la esencia positiva


en un nivel superior

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El movimiento de recíproca implicación entre forma y contenido de las determinaciones del ser
inmediato en su nueva naturaleza tiene como resultado la exacerbación de la negatividad del contenido, lo
que origina que las determinaciones del ser inmediato actualmente existente den lugar a otras distintas que
son ya elementos materiales del otro en que éste ha de convertirse y que por el momento carecen de su
naturaleza negativa; estas nuevas determinaciones pasan a ser el fundamento real (negativo) y aquellas de
donde provienen, lo fundado.
El ser determinado existente llega a tener así, como fundamento de su existencia, a su propia negación,
a los elementos del otro en que fatalmente devendrá.

CUADRO NUMERO 6

Producción del contenido del otro en el que


el ser determinado debe convertirse

El ser determinado inmediato tiene ahora la estructura siguiente: las determinaciones del ser
determinado actual que, son el contenido de la forma correspondiente y las determinaciones propias del ser
determinado en que el existente ha de trocarse, que son un contenido distinto del anterior y el cual se dará la
nueva forma de la esencialidad negativa mediante la negación del anterior. Aquellas y su forma específica
son lo fundado y éstas son el fundamento real que al producir su forma característica será el fundamento
integral (real y formal)
Las determinaciones del ser actual, que aquí tienen el carácter de un fundado, comprenden desde
luego las determinaciones de la esencia positiva y por lo tanto constituyen una relación polar (polo positivo y
polo negativo) que se rige por los principios señalados en la parte correspondiente de este estudio; el
resultado final de esa relación es la gestación de las determinaciones del otro ser actual.
Como al momento de su surgimiento las determinaciones del otro ser determinado carecen de su
carácter negativo, son idénticas a las determinaciones del ser inmediato que les dieron vida, se continúan en
ellas, y al hacerlo fijan una diferencia entre las mismas, lo que da a lo fundado un doble contenido: unas
determinaciones (polo negativo del ser actual) que son la continuación del fundamento real y que por tanto
son las determinaciones del otro en lo fundado y en otras determinaciones (polo positivo del ser presente) que
son extrínsecas tanto a aquellas como al fundamento.

CUADRO NUMERO 7

Escición del contenido de la esencia positiva en dos contenidos


que corresponden a los polos positivo y negativo

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Las determinaciones del otro que se encuentran en el fundamento adquieren su carácter negativo; su
negatividad se manifiesta haciendo entrar las determinaciones positivas de lo fundado, que aparecían como
extrínsecas, en una relación positiva de recíproca implicación con las determinaciones negativas de lo
fundado y llevando a aquellas al seno del fundamento en donde establecen una relación negativa con las
determinaciones negativas del mismo; en el fundamento surge una réplica de la relación polar existente en lo
fundado pero de signo distinto porque aquí el polo negativo ejerce una acción que pretende echar de la
existencia al polo positivo que representa al ser determinado existente en la actualidad para dar lugar al
nuevo ser representado aquí por el otro polo.

CUADRO NUMERO 8

Contienda entre los polos negativo y positivo de la esencia negativa

14
El contenido de la esencia negativa se ha escindido así en dos: el contenido A que es el polo positivo y
que representa al ser determinado actual en la esencia negativa y el contenido B que es el polo negativo de la
misma que pretende anular al ser actualmente existente.
Al vincularse el polo negativo y el polo positivo de la esencia negativa en una relación negativa, se
unen también el polo positivo y el polo negativo de la esencia positiva en una relación de engendramiento de
B por A.
El polo negativo de la esencia negativa (contenido B) establece la lucha con propósitos devastadores
contra el polo positivo (contenido A) de la misma; este polo positivo de la esencia negativa a su vez engendra
al polo positivo de la esencia positiva el cual produce al polo negativo que a su tiempo generará al polo
negativo de la esencia negativa.

CUADRO NUMERO 9

Dos niveles de la esencia (fundado y fundamento integral)


Dos pares de polos de cuya dialéctica surge el nuevo ser determinado

15
Al traer el contenido B (polo negativo) de la esencia negativa hacia ésta al contenido A (polo positivo)
de la esencia positiva y vincularse ahí ambos contenidos en una relación de oposición, dan lugar a la
unificación del contenido A (polo positivo) y el contenido B (polo negativo) de la esencia positiva en una
relación de procreación mutua.
El ser determinado inmediato queda así compuesto de la siguiente forma: una esencia positiva con dos
contenidos (polo positivo y polo negativo) que se generan recíprocamente y que por la reflexión de su polo
negativo da lugar al surgimiento del polo negativo de la esencia negativa el cual vincula a sí, trayéndolo a su
dominio, al polo positivo de la esencia positiva, con el cual establece una relación contenciosa; una esencia
negativa integrada por dos contenidos, el polo negativo que es producto de la reflexión del polo negativo de la
esencia positiva y el polo positivo que ha sido traído desde la esencia positiva al terreno de la esencia
negativa, en donde entra en franca lucha con el otro polo y de ahí es lanzado de nuevo al seno de la esencia
positiva.
La dialéctica total que de aquí brota es la siguiente: los polos positivo y negativo de la esencia positiva
se producen uno al otro; este movimiento se traduce en la reflexión del polo negativo, es decir, en su
conversión en el polo negativo de la esencia negativa; este último trae hacia la esencia negativa al polo
positivo de la esencia positiva y entra con él en una relación conflictiva; este polo positivo de la esencia
negativa se transmuta en el polo positivo de la esencia positiva y ahí se reanuda de nuevo todo el proceso.
Las determinaciones que en el fundamento real constituyen los elementos del otro en que el algo ha de
transformarse y que son uno de sus contenidos (el polo negativo del mismo), tienen que acreditar su ser
negando, con la intención de desplazarlas de la existencia, las determinaciones del ser inmediato, del algo
existente que es otro de los contenidos del fundamento (polo positivo).
Las determinaciones extrínsecas e inesenciales que eran uno de los contenidos de lo fundado (su polo
positivo) entran, por mediación de la relación fundamental (es decir, de la vinculación negativa inmediata de
los contenidos (polo positivo y polo negativo) en el fundamento), en relación con el otro contenido de lo
fundado (su polo negativo); esa conexión es positiva, de creación de las determinaciones negativas de lo
fundado.
Queda así perfectamente estructurado el fundamento negativo del ser determinado y bien delimitados
los elementos cuya dialéctica ha de llevar a la metamorfosis de éste en otro ser determinado.
Cuando lo fundado está ya bien formado como el ser determinado inmediato existente que tiene dos
contenidos de los cuales se enlazan engendrando el contenido A (las determinaciones positivas del ser
determinado actual) al contenido B (sus determinaciones negativas) y el fundamento tiene también sus dos
contenidos cuyo nexo consiste en la negación por el contenido B (que son las determinaciones del nuevo ser
inmediato en que se convertirá el que existe) del contenido A ( que son las determinaciones del ser actual),
entonces lo fundado se vuelve condición que produce al fundamento y que a su vez es producida por éste. Lo
fundado es la generación de los elementos del otro en su interior (contenido B, polo negativo) por el contenido
A (determinaciones del ser inmediato, polo positivo); esta generación es a su vez la del fundamento como

16
negación en él de las determinaciones del ser inmediato (contenido A, polo positivo) por las del otro ser
(contenido B, polo negativo); el fundamento a su tiempo produce a lo fundado como condición.
La mutua procreación de la condición y el fundamento da por resultado que del contenido B de
aquella, es decir, de las determinaciones del otro que se encuentran bajo la forma del ser actual, advenga el
contenido B del fundamento, esto es, las determinaciones que son ya un elemento del otro que ha de venir
después del ser actual; de igual manera, las determinaciones del ser inmediato que se encuentran en el
fundamento se transforman en las determinaciones positivas de la condición (contenido A de lo fundado).
La relación llega a su clímax cuando el polo negativo de la esencia positiva se ha vuelto en su totalidad
el polo negativo de la esencia negativa; por tanto, el polo positivo de la esencia positiva ha desaparecido
también pues su razón de ser es el engendrar y ser engendrado por el polo negativo; todo su contenido se ha
incorporado al polo positivo de la esencia negativa. La esencia positiva desaparece; quedan enfrentándose en
lucha abierta pretendiendo su mutua desaparición el polo negativo (que es el otro del ser inmediato actual) y
el polo positivo (que es el ser inmediato actual pero ya en su papel defensivo ante la acometida del otro polo)
de la esencia negativa.

CUADRO NUMERO 10

Enfrentamiento decisivo de los polos de la esencia negativa

La dialéctica de la relación lleva a que el total de las determinaciones negativas de la condición


(fundado) se transmuten en fundamento (en elementos del otro ser inmediato) y que todas las
determinaciones del ser inmediato anterior que estaban en el fundamento se truequen en condición.
Quedan entonces enfrentándose sólo el fundamento que son las determinaciones negativas como
elementos del nuevo ser inmediato y la condición o fundado constituida únicamente por las determinaciones
del ser inmediato en vías de desaparecer. Se establece la lucha decisiva entre ambos elementos.

CUADRO NUMERO 11

El surgimiento del nuevo ser inmediato a la existencia

17
En esta última fase del desarrollo de la esencia han quedado totalmente polarizadas las
determinaciones del ser inmediato existente y las del que ha de sustituirlo a su acabamiento. La condición
son las determinaciones del ser inmediato anterior y el fundamento las del nuevo ser determinado inmediato;
éste se encuentra como cosa en sí, como contenido de los dos momentos que son la condición y el
fundamento que están en franca lucha. De la mutua negación de condición y fundamento se produce el
nuevo ser inmediato, la cosa inmediata esencial, que los conserva todavía como sus momentos. A través de
la negación de la condición por el fundamento, aquella se hace fundamento y desaparece como condición; el
ser inmediato anterior perece cuando la condición se vuelve fundamento. En la negación de la condición por
el fundamento éste se transmuta en ser inmediato y desaparece como fundamento; el nuevo ser inmediato
nace al transformarse el fundamento en cosa inmediata esencial. El nuevo ser inmediato es la cosa inmediata
esencial que ha surgido a la existencia mediante la eliminación tanto de sus condiciones como de su
fundamento. El nuevo ser inmediato ha roto el cordón umbilical que lo unía al anterior.
En este punto Hegel da cima a su tarea de reflejar en toda su complejidad el mundo objetivo; ha
develado los tres niveles de existencia del ser determinado (ser determinado inmediato, ser determinado
infinito y esencia como fundamento positivo de lo existente) y la esencia del ser determinado como el
desarrollo del otro en el que ha de transmudarse a su perecimiento (esencia negativa).
En resumen, conforme a la Lógica de Hegel, el ser tiene 3 niveles de existencia; el ser determinado
finito, el ser determinado infinito y la esencia. El ser determinado finito, que es una compleja combinación se
la sustancia infinita, se interna en sí mismo y produce su esencia. Esta está constituida por dos polos
contrarios que se encuentran en una relación de mutuo engendramiento y negación y es el fundamento, la
causa última del ser determinado. Este tiene una forma y un contenido que se corresponden.
La esencia como fundamento y causa última del ser determinado, partiendo del contenido que le es
propio y conservándolo como su base, inicia el desarrollo de los elementos del otro ser inmediato en que ha
de convertirse a su extinción. Produce una nueva relación entre los mismos polos de la esencia positiva; en
ella el polo negativo actúa como elemento negatorio del actual ser inmediato y constitutivo del nuevo ser que
ha de venir; el polo positivo se desempeña como elemento de la conservación del ser inmediato existente.

18
Esta relación contenciosa que se da entre los mismos polos que son el fundamento del ser inmediato, da
como resultado el surgimiento de la forma, pero sólo de la forma del nuevo ser inmediato, la cual se alza
sobre el mismo contenido del ser inmediato anterior; lo que se ha generado, por tanto, es tan solo la forma del
nuevo ser empalmada, por así decirlo, al contenido del ser anterior. Esta forma del nuevo ser surgiendo del
contenido del ser anterior es la esencia negativa, por ahora sólo formal, de éste.
La aparición de la forma del nuevo ser hace madurar a la esencia del ser inmediato actual obligándola
a pasar a una fase superior de su existencia. En esta nueva etapa de vida da otra vez lugar al desarrollo de
los elementos del nuevo ser que ha de sucederlo pero ahora como un par de polos, distintos de los de la
esencia positiva, que pasan a constituir el contenido del nuevo ser inmediato. La esencia negativa, que es la
forma y la materia del nuevo ser inmediato en el seno del que lo procede, queda constituida también por dos
polos entre los que se establece la lucha definitiva que tiene como resultado la eliminación del ser inmediato
anterior y el surgimiento a la existencia del nuevo ser inmediato.

19
CAPITULO III

La aplicación por Marx y Engels de la dialéctica hegeliana.

Según dejamos establecido, Marx y Engels hacen suya la dialéctica hegeliana. Utilizando este
instrumento teórico, develan la naturaleza de ser determinado inmediato del régimen capitalista, ponen de
manifiesto la esencia que es su fundamento positivo y descubren la esencia que es el otro en que
indefectiblemente ha de transformarse, su fundamento negativo.
Para Marx y Engels, quienes en esto siguen rigurosamente a Hegel, el régimen capitalista procrea los
elementos de su negación, pero primeramente con su carácter de elementos constitutivos de su propia
existencia; son el polo negativo de su fundamento positivo.
El proletariado es el polo negativo del régimen capitalista generado por éste como la encarnación de la
desposesión de la naturaleza humana por el capital; en esta fase dicho despojo se manifiesta bajo la forma de
la vulneración inmediata de las condiciones de existencia de los trabajadores (reducción del salario, extensión
de la jornada, intensificación del trabajo, esclavitud fabril, etcétera, lo que da por resultado el hambre, las
enfermedades y la muerte prematura de los obreros). La potencia negatoria del proletariado está encaminada
fatalmente a lograr la satisfacción de las necesidades individuales de sus integrantes en su calidad de
elementos del régimen capitalista; su lucha, por tanto, no trasciende los límites de ese régimen social. Los
avances intelectuales, que también son producidos por el régimen capitalista, dan lugar a las
determinaciones de su negación que son igualmente la negación teórica del capitalismo; pero, tal como
sucede con la lucha del proletariado, su expresión teórica no trasciende los linderos del capitalismo.
Las determinaciones negativas del ser determinado del régimen capitalista pasan a una forma
superior y más intensa de la negatividad (la forma más elevada de la negación de la naturaleza humana en el
proletariado por el capital); a causa de ello se reflejan en sí mismas y producen las determinaciones de la
esencia que son los elementos del otro en que aquel ha de convertirse; ellos constituyen la esencia como
fundamento negativo del capitalismo.
Elementos constitutivos del régimen capitalista lo son las fuerzas y capacidades de la especie
desarrolladas hasta su forma más alta (polo positivo de la esencia positiva); estas fuerzas y capacidades son
también un elemento negatorio del régimen capitalista (polo negativo de la esencia positiva): en su
desenvolvimiento llevan a los individuos de la especie a un proceso degeneración física y mental que amenaza
con aniquilar por completo su naturaleza humana; esta absoluta deshumanización del hombre, que no tiene
paliativo alguno, cuando es asimilada concientemente por los individuos de la especie es el acicate para la
destrucción del régimen capitalista (acción del polo negativo de la esencia negativa sobre el polo positivo de la
misma) y la conversión de la riqueza industrial en el medio para reconstituir la vida colectiva y la naturaleza
biológica del hombre hasta el punto en que vuelvan a encontrarse en una unidad indisoluble el ser humano
plenamente regenerado y sus capacidades y fuerzas sociales. La exaltación de la individualidad, que es
necesaria para reconocerse el hombre como una verdadera piltrafa e iniciar el camino de su regeneración,
será el punto en que aquella empiece su auto aniquilación y dilución en la colectividad.
Elemento constitutivo del régimen capitalista lo es el proletariado (polo negativo de la esencia
positiva); esta clase es la que produce la riqueza social (fuerzas y capacidades de la especie, polo positivo de la
esencia positiva) a costa de su creciente degeneración física y mental; es por tanto la que, al adquirir plena
conciencia de este hecho (cuando deviene en el polo negativo de la esencia negativa), debe realizar la
destrucción del régimen capitalista y, anulando la individualidad de sus miembros (la propiedad privada del
obrero sobre sí mismo), restablecer la colectividad, que es la forma natural de organización de la especie.
Elementos constitutivos del régimen capitalista son la ciencia y la ideología que él mismo genera en su
proceso de vida (polo positivo de la esencia positiva). La ciencia, como instrumento del régimen capitalista en
el sometimiento de las fuerzas de la naturaleza al dominio del capital, es un factor primordial en la
degeneración física y mental del hombre que aquel ineluctablemente produce (polo negativo de la esencia
positiva). En su insaciable hambre de riqueza, el capital exige a la ciencia el penetrar cada vez más
profundamente en el conocimiento de la naturaleza y de la sociedad; la hace ir del ser a la esencia de la
naturaleza y agotar las determinaciones del ser de la sociedad. Con estos elementos, la ciencia devela la
esencia de la naturaleza y la sociedad, descubre el otro del régimen capitalista, el socialismo y el comunismo
que “en cuanto que naturalismo acabado se iguala al humanismo y como humanismo acabado se iguala al
naturalismo... es la solución genuina del conflicto entre el hombre y la naturaleza...” (“Manuscritos...”). La
ciencia, en cuanto conciencia de la esencia del régimen capitalista, se convierte en un elemento negatorio de
éste (en el polo negativo de la esencia negativa) y como hondo conocimiento de la naturaleza deberá ser una
parte de la conciencia humana en el proceso de reapropiación de la naturaleza biológica y la vida colectiva del
hombre en el socialismo y, posteriormente, en el comunismo, ha de llegar a constituir parte de la conciencia
humana de la especie.
El desarrollo de la esencia es, por tanto, el proceso por el cual los elementos constitutivos del régimen
capitalista se truecan en elementos negatorios del mismo y posteriormente devienen en elementos del otro

20
que ineluctablemente lo ha de sustituir. Esta transformación es posible y necesaria porque los elementos
componentes del régimen capitalista son en sí mismos su otro.
Los elementos de la esencia negativa del capitalismo que han de llevarlo a ser su otro son: un
proletariado consciente, organizado y activo que tiene pleno conocimiento de la verdadera naturaleza de la
explotación capitalista -la cual consiste en la aniquilación de todas las capacidades humanas en los
trabajadores- y de la necesidad histórica de la recuperación de la naturaleza humana a través de la
implantación de un régimen económico y político que reivindique la vida colectiva como el núcleo
fundamental de dicha naturaleza; y una teoría que comprenda fielmente la esencia negativa del régimen
capitalista y que sea el instrumento para dar conciencia, organizar y conducir al proletariado a la actividad
práctica revolucionaria.
Estos elementos entablan una lucha revolucionaria en contra del régimen capitalista, la cual tiene por
objeto la aniquilación de la burguesía como clase despojándola del poder político, la conquista del poder
político por el proletariado y la instauración del socialismo.
En una primera fase, la lucha revolucionaria da como resultado el desarrollo en una forma más alta
del mismo régimen capitalista (del fundado que es el ser inmediato existente); pero ello a su vez impulsa el
desenvolvimiento de las determinaciones del otro que él contiene y su reflexión en elementos de la esencia
negativa.
Después de un período de mutuo engendramiento y negación del régimen capitalista y de su otro, la
burguesía y el proletariado quedan totalmente polarizados, en franca lucha decisiva: el proletariado en su
absoluta mayoría es ya un elemento activo del nuevo régimen y ha dejado de ser elemento constitutivo del
régimen capitalista; la burguesía, por su parte, ya no es la procreadora del proletariado como complemento
suyo sino que se encuentra absolutamente enfrentada a él.
El desenlace histórico de esta lucha es la derrota de la burguesía, el establecimiento de la dictadura
del proletariado, la apropiación por esta clase de los medios e instrumentos de producción, los que dejan de
ser instrumentos de la deshumanización y son ahora medios de la recuperación de la naturaleza humana a
través de la reconstitución de la colectividad (propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de
producción, consumo colectivo y abolición definitiva del interés individual, es decir, de la propiedad privada
del individuo sobre sí mismo).
De esta manera, el otro del capitalismo, su esencia, el socialismo, surge a la existencia.
Marx y Engels, una vez que han develado teóricamente la esencia del régimen capitalista, emprenden
la labor de transformar el polo negativo de esa formación social, de elemento de su esencia positiva en
constituyente de su esencia negativa. De esta manera, dedican todos sus esfuerzos al desarrollo
multifacético y profundo de la teoría revolucionaria y a su difusión entre los obreros y a la organización de la
lucha del proletariado con la finalidad de convertirla en una lucha revolucionaria por la conquista del poder
político y la implantación del socialismo.
El régimen capitalista, mientras tanto, sigue en este período consolidando y ampliando su esencia
positiva, su base de existencia. La insurrección obrera en París en 1848 y la comuna en 1871 son
transformaciones ocasionales de la negatividad de la esencia positiva, manifestaciones meramente formales y
aisladas de la esencia negativa; la insurrección armada del proletariado contra la burguesía, la conquista del
poder político, la formación de órganos de gobierno obrero, etcétera, son episodios meramente esporádicos
que no representan el paso generalizado del régimen capitalista a su otro, sino que constituyen un resultado
marginal del proceso principal de desarrollo de la contradicción burguesía-proletariado como parte
constitutiva de dicho régimen.

21
CAPITULO IV

La dialéctica del régimen capitalista después de la Comuna de París.

En los últimos treinta años del siglo diecinueve y los primeros decenios del siglo veinte, el capitalismo
desarrolla en una gran medida su esencia positiva. En la misma proporción, intensifica la negatividad de sus
determinaciones en su papel de elementos constitutivos del régimen capitalista; es la negación de la
naturaleza humana que se caracteriza por la aniquilación física del sujeto humano a través de la reducción
del salario, la extensión de la jornada, la intensificación del trabajo, la esclavitud fabril, la insalubridad, las
enfermedades y la muerte prematura. La negatividad de las determinaciones es tan intensa que produce su
reflexión, es decir, su tránsito a elementos de la esencia negativa: el perfeccionamiento de la teoría
revolucionaria, la lucha revolucionaria del proletariado, la conquista del poder político por los trabajadores y
el establecimiento del socialismo en Rusia, pero todo ello sólo como una forma (abolición de la propiedad
privada sobre los medios e instrumentos de producción y establecimiento de la propiedad colectiva sobre los
mismos) cuyo contenido lo son todavía las determinaciones del ser, de la esencia positiva del régimen
capitalista (la propiedad privada del obrero sobre sí mismo); tan es así que el proletariado se ha levantado en
armas con el fin de satisfacer sus necesidades elementales y no, ni mucho menos, para reapropiarse
concientemente su naturaleza humana.
En el período a que nos referimos, el régimen capitalista eleva el carácter negativo de sus
determinaciones de existencia pero como elementos constitutivos de ese régimen; la negatividad avanza de tal
manera que produce la reflexión de esas determinaciones, lo que por ahora sólo se traduce en el surgimiento
de la forma del régimen socialista, la cual tiene como contenido a las mismas determinaciones de existencia
del capitalismo; quiere esto decir que éstas no han alcanzado la negatividad superior (anulación de la
naturaleza humana en el proletariado “superabundantemente satisfecho” (Marcuse)) que lleva
necesariamente al surgimiento de otra serie de determinaciones negativas que son los elementos materiales
del nuevo régimen (proletariado consciente de ser la encarnación de la total anulación de la naturaleza
humana y, por tanto, sujeto de la revolución que debe conducir a la reconstitución de la naturaleza humana
que el capital le ha sustraído).
Después de la revolución rusa, se da una relación de mutuo procreamiento y negación entre el
régimen capitalista internacional y la forma del régimen socialista establecida en aquel país. El capitalismo
internacional sigue acrecentando en una gran medida la negatividad de sus determinaciones de existencia y
su reflexión produce la implantación del régimen formalmente socialista en un grupo de países de Europa
oriental, dando así lugar a la constitución de un sistema de países formalmente socialistas.
El sistema de países capitalistas y el sistema de países formalmente socialistas entran en una
relación de gestación y negación recíproca. Aquel da un paso adelante iniciando la transformación del
capitalismo tradicional en el capitalismo de consumo que tiene como fundamento la tendencia a la
satisfacción en un alto grado de las necesidades individuales de las capas superiores de la clase de los
trabajadores y que constituye la forma superior de explotación a través de la cual se da cima al proceso de
anulación de la naturaleza humana en el proletariado de esos países.
En el sistema de países formalmente socialistas, después de conquistar el punto más alto de su
desenvolvimiento, se produce el fortalecimiento de su contenido capitalista, llevando a la degeneración del
socialismo formal, que primero evoluciona hacia una variedad híbrida –socialismo en degeneración,
capitalismo sui generis- que prevaleció en Europa del este por cerca de 50 años y después se trueca en un
régimen capitalista clásico que acaba con el último vestigio de aquella forma. La esencia negativa meramente
formal del régimen capitalista ha sido destruida por su contenido capitalista, pero como contrapartida, el
capitalismo ha entrado a la fase en que deberá llevar sus determinaciones negativas (explotación del
proletariado) hasta sus últimas consecuencias y en donde por tanto su negatividad será tal que dejarán de
ser elementos constitutivos del régimen capitalista, serán repelidas por éste y obligadas a convertirse en las
determinaciones del nuevo régimen que ahora sí tendrá una naturaleza material y formalmente socialista al
haber abolido definitivamente y de raíz el interés individual (la propiedad privada del obrero sobre sí mismo)
que es el contenido más recóndito del régimen capitalista.
La teoría revolucionaria quedó constituida en lo fundamental con los trabajos de Marx y Engels; como
ya vimos, ellos estructuran en una unidad armónica el conocimiento del ser determinado, de la esencia
positiva y de la esencia negativa del régimen capitalista, descubriendo el otro que el capitalismo lleva en su
interior y las fases del proceso de su surgimiento a la existencia. Sin embargo, queda fuera de su horizonte
teórico el que el socialismo tenga que ser por necesidad primeramente una forma que envuelve a un
contenido capitalista.
Lenin y Stalin, partiendo del punto en donde Marx y Engels habían dejado el progreso de la teoría
revolucionaria, lo continúan, perfeccionándola en lo que respecta a la conquista del poder por el proletariado
y a la construcción del socialismo, pero conservando éstos el carácter de una forma que mantiene un contenido
capitalista.

22
De esta suerte, la revolución y el socialismo que estos dos pensadores llevan a la práctica no son el
vehículo para que el proletariado se reapropie la naturaleza humana, sino solamente un medio a través del
cual los trabajadores satisfacen sus necesidades elementales como individuos, lo que a fin de cuentas es la
meta confesada del régimen capitalista.
Puesto que el propósito fundamental del régimen socialista es la satisfacción de las necesidades
individuales de sus componentes (individuos propietarios privados de sí mismos), se hace al individuo el
fundamento de la organización social y esto lleva necesariamente a la exaltación desmedida de la
individualidad. Esta ineludible conservación y luego inevitable enaltecimiento del individuo, que son el más
caro principio del régimen capitalista, constituyen en cáncer que corroe la forma del socialismo implantada
en Europa del este y que por último la llevan a su extinción.
Los revolucionarios de la época de Lenin y Stalin, al trabajar teóricamente en la determinación de la
forma del régimen socialista, firmemente asentada, según se ha visto, en un contenido capitalista, dejaron de
lado la parte de la teoría previamente desarrollada referente al aspecto material de la esencia negativa del
régimen capitalista, es decir, el concepto de la explotación que es la absoluta deshumanización de la especie
en el proletariado y del socialismo que implica la reapropiación de la naturaleza humana perdida,
principalmente del ser colectivo del hombre.
El que Marx y Engels no hubieran podido determinar teóricamente la naturaleza de simple forma con
un contenido capitalista de la primera aparición del socialismo, el que Lenin y Stalin hayan tenido por fuerza,
aún asignándole el papel de un expediente transitorio, que reputar al socialismo como un medio para
satisfacer las necesidades individuales de los trabajadores, dejando de lado el contenido material de la
revolución y del socialismo y, por último, el que el socialismo formal haya degenerado en una variedad sui
generis del capitalismo trajeron la consecuencia necesaria de la revisión de la teoría revolucionaria.
Después de la muerte de Stalin se manifiesta plenamente la degeneración del socialismo formal; en
esta misma época se inicia el proceso de revisión de la teoría revolucionaria. Al final, nos encontramos con
que ésta ha sido sustituida totalmente por una variedad de la ideología burguesa: la dialéctica, que era el
método para lograr el conocimiento de la esencia negativa del ser inmediato, ha quedado reducida a un
instrumento para cuando mucho penetrar a la esencia positiva del mismo, la explotación del proletariado no
es ya la anulación en él de la naturaleza humana del hombre sino solamente la vulneración de sus
condiciones de vida y la negación de su libertad individual, la consigna de la conquista del poder político por
el proletariado es reemplazada por la de la vía parlamentaria al socialismo y éste es caracterizado como un
régimen social en el que se da libre curso al desarrollo de los individuos, el socialismo humanista.
Este revisionismo moderno al que nos referimos tuvo su época de oro durante el predominio en
Europa del este de la variedad degenerada del socialismo formal; fue, en realidad, la ideología oficial de ese
régimen social. Ya que esa ideología provenía de un régimen que había sido formalmente socialista, se le
identificaba inmediatamente como la versión más pura de la teoría revolucionaria; con el respaldo del
socialismo degenerado de Europa del este, el revisionismo dio la lucha decisiva en contra de la verdadera
teoría revolucionaria expulsándola de todos los reductos en los que se había hecho fuerte, suplantándola
finalmente. De esta manera, el revisionismo, una variedad determinada de la ideología burguesa adornada
con un ligero barniz de la teoría revolucionaria, quedó a los ojos del mundo como la formulación más
depurada de ésta; mientras tanto, la verdadera teoría de la revolución entró en un estado de animación
suspendida, viviendo solamente en los empolvados textos de Marx y Engels.
A causa de que el tipo degenerado del socialismo formal se puso de lleno en el camino de la plena
restauración capitalista, su ideología también fue desplazada y sustituida por una variedad descaradamente
burguesa; puesto que el revisionismo estaba considerado como la forma más desarrollada del marxismo-
leninismo, su derrota fue conceptuada también como la aniquilación total de la teoría revolucionaria.

23
CAPITULO V

Esquema de la dialéctica del ser y la esencia del régimen capitalista.

En forma esquemática, podemos decir que el régimen capitalista y su esencia han pasado por las
siguientes etapas:
a) Gestación del ser del capitalismo durante el régimen feudal. El capitalismo es la esencia
negativa del feudalismo.
b) Primer período de vida del ser del capitalismo. Comprende desde su nacimiento hasta la
terminación de la segunda guerra mundial.
(a) Epoca del capitalismo de libre cambio. El capitalismo se constituye como ser determinado
inmediato y produce su fundamento como su esencia positiva. La esencia positiva del capitalismo está
escindida en dos polos: el polo positivo integrado por la burguesía y su complemento ideológico y el polo
negativo formado por el proletariado y los elementos intelectuales que le corresponden en el régimen burgués.
La relación entre estos dos polos es de unidad y lucha; la negatividad del segundo de ellos alcanza su máxima
intensidad en esta relación, lo que da lugar al desarrollo de la lucha del proletariado, que llega incluso a la
insurrección armada y a la momentánea conquista del poder (París: 1848 y 1871) y de los elementos
intelectuales que a esa lucha corresponden, que se unen todos en las doctrinas del “socialismo utópico”; sin
embargo, el contenido y la forma del movimiento obrero son en esta época de carácter eminentemente
burgués, no van más allá de las determinaciones del ser del capitalismo y su resultado es el
perfeccionamiento del régimen burgués, su elevación a una fase superior de su existencia.
La agudización de la negatividad del polo negativo da también en este período otro resultado: las
determinaciones negativas del ser determinado se reflejan en sí mismas y traen al mundo la teoría de lo que
es el otro en el que el capitalismo ha de transformarse y de las condiciones para que esto suceda. Nace así la
teoría revolucionaria que tiende desde el primer momento a unirse al movimiento obrero con el fin de llevarlo
a ser un movimiento revolucionario que desemboque en la instauración del socialismo, es decir, en el
surgimiento a la existencia de la esencia negativa del capitalismo.
(b) Epoca del capitalismo monopolista. En esta época continúa en ascenso el desenvolvimiento del
ser determinado del régimen capitalista y de su esencia positiva. El movimiento obrero crece y se organiza en
torno a la lucha por las demandas inmediatas de los trabajadores; la teoría revolucionaria empieza a
fusionarse con el movimiento obrero organizando y dirige a los proletarios en su lucha cotidiana, a la vez que
prepara las condiciones para conducirlos a la conquista del poder. La negatividad del polo negativo se
exacerba, por un lado al ser llevada la explotación de los trabajadores, bajo la forma de la vulneración de sus
condiciones de existencia, hasta los extremos de un exterminio físico masivo y, por el otro, al provocar con
esto la rebelión generalizada de la clase obrera en contra del orden burgués con la finalidad de evitar esa
exterminación; la negatividad exaltada da lugar a que las determinaciones del ser del capitalismo se reflejen
en sí mismas y se produzca entonces un avance en la teoría revolucionaria, una fusión más íntima de ésta
con el movimiento obrero, la conquista por éste del poder político y la instauración de la forma, pero sólo de la
forma, del otro del régimen capitalista, del socialismo. Se establece así en Rusia el primer régimen del
socialismo formal.
Esta forma del socialismo implantada en Rusia presupone el desarrollo del ser determinado y de la
esencia positiva del capitalismo, con lo cual crece la negatividad de su polo negativo; el capitalismo, a su vez,
presupone a la forma que su otro ha adoptado, el socialismo formal. De esta dialéctica resulta la
transformación de todo un grupo de países del este en naciones en las que también impera el socialismo
formal; se estructura así un sistema de países formalmente socialistas.
c) Segundo período del ser del régimen capitalista. La relación entre el capitalismo y la forma de
su esencia negativa hace surgir un resultado doble: por una parte, en los países capitalistas el polo negativo
inicia el tránsito a un nivel superior de su existencia en el cual la explotación del proletariado se debe
manifestar rotundamente como la anulación de la naturaleza humana (descomposición y degeneración de
todos sus órganos y procesos orgánicos por medio del trabajo maquinizado y la satisfacción en una gran
medida de sus necesidades individuales) y por la otra, en el sistema del socialismo formal la forma socialista
empieza a ser reabsorbida por su contenido capitalista, entrando esos países en un proceso, primero de
degeneración del socialismo formal y luego de restauración definitiva del capitalismo típico (formal y
materialmente).
A partir de la caída de los regímenes degenerados del socialismo formal en Europa del este se inicia
una fase de desarrollo incontenible del ser determinado del capitalismo a todo lo largo y lo ancho del planeta.
Este nuevo y poderoso impulso a que se ve sometido el régimen capitalista ha de derivar, por necesidad, en la
culminación del proceso de anulación de la naturaleza humana, de tal manera que el polo negativo adquiera
su máxima negatividad y procree los elementos materiales de su esencia negativa, es decir, del nuevo régimen
social, del socialismo, el cual tendrá ahora sí una existencia tanto formal como material.

24
La explotación capitalista tiene dos aspectos fundamentales: uno que se deriva de las formas de
producción de plusvalía absoluta y otro que tiene su origen en los métodos de producción de plusvalía
relativa. En una primera etapa de su existencia predomina el primer aspecto, lo que se traduce en la no-
satisfacción de las necesidades individuales de los obreros, y como contrapartida genera la lucha por lograr
su satisfacción; con base en este aspecto de la explotación se desarrolló la primera aparición del socialismo
que fue así la forma del nuevo régimen social pero que conservaba el contenido del régimen anterior.
Este contenido lo eran precisamente las necesidades individuales de los trabajadores (último reducto
de la propiedad privada), las cuales continuaron siendo el fundamento del régimen formalmente socialista.
En su desenvolvimiento, el socialismo formal dio un fuerte impulso a su contenido capitalista, el cual
adquirió tal fuerza que rompió aquella envoltura socialista y se dio primero una forma sui generis del
capitalismo y posteriormente adquirió la forma clásica del capitalismo occidental.
El propio desarrollo de la forma del socialismo hizo pasar a la esencia del régimen capitalista a una
etapa superior. En ésta cobra una mayor importancia el segundo aspecto de la explotación y se manifiesta
una tendencia a que ésta se realice a través de la satisfacción en un elevado nivel de las necesidades
individuales de capas cada vez más amplias de proletarios.
De esta naturaleza superior de la esencia del capitalismo brotan necesariamente los elementos
materiales del nuevo régimen social.
La esencia positiva del régimen capitalista produce la materia (el contenido) del polo negativo de la
esencia negativa.
En primer lugar, en su forma superior, la esencia del capitalismo lleva a la más terrible degeneración
y descomposición de la naturaleza humana en el proletariado: por otra parte, conduce a una monstruosa
exaltación de la individualidad, la cual es precisamente el vehículo para la absoluta anulación de las
capacidades naturales de la especie.
En segundo lugar, esa enorme depauperación a que se ve reducido el proletariado en la etapa superior
del desarrollo de la esencia del capitalismo habrá de obligar a la intelectualidad pequeño burguesa (que
también se ve sometida a la anulación de sus capacidades humanas por medio de la exaltación desmesurada
de su individualidad), a reconocerse como una grotesca caricatura de ser humano y reivindicar y desarrollar
la teoría revolucionaria y llevarla hasta el interior de la clase obrera para darle conciencia de la forma
superior que adopta la explotación en esta última etapa de capitalismo y de la necesidad imperiosa de realizar
la revolución socialista.
Este proletariado consciente constituirá el contenido material del polo negativo de la esencia negativa.
Su característica fundamental será que habrá echado fuera de sí el contenido que aún conserva durante la
primera aparición del capitalismo: el agente de la revolución, el proletariado, habrá anulado su individualidad
y será, en la lucha, un ser eminentemente colectivo.
Este polo negativo de la esencia negativa, plenamente constituido como un elemento que material y
formalmente pertenece a la nueva organización social, desarrolla la forma más alta de su negatividad y
plantea la lucha frontal y decisiva contra el polo positivo, es decir, contra la burguesía, para expulsar de la
existencia al régimen capitalista y hacer surgir plenamente el socialismo.
El socialismo, en su segunda aparición histórica, tendrá así una naturaleza acabada, completa, será
lo que es tanto formal como materialmente. No habrá entonces ni la más remota posibilidad de regresar
hacia el capitalismo: el socialismo se implantará en toda la faz de la tierra y se abrirá entonces el anchuroso
camino que lleve a la humanidad al comunismo.
A la par con la aniquilación de la forma del socialismo marxista ocurrida en los últimos años de la
década del cincuenta, se originó la moderna revisión de la teoría del marxismo leninismo.
El revisionismo moderno fue la ideología del capitalismo sui generis que se estableció en los países de
Europa oriental después de la caída, sancionada oficialmente por el XX Congreso del PCUS, en 1957, del
socialismo formal.
Este revisionismo moderno continuó siendo la ideología del tipo de capitalismo existente en los países
que se llamaban a sí mismos socialistas hasta su derrocamiento en el otoño de 1989.
Con el “socialismo real” (una forma específica del capitalismo) se derrumbó también su complemento
ideológico que era el revisionismo. Este había sido declarado oficialmente como la forma superior del
marxismo-leninismo, por lo que su derrota se consideraba también la de esta teoría.
Los revolucionarios modernos tienen la obligación de desligar absolutamente el marxismo-leninismo
de esa caricatura suya que fue el revisionismo soviético, el cual paladinamente se hacía pasar por una forma
superior de esa doctrina, y desarrollarlo creadoramente con la finalidad de aplicarlo a las condiciones
actualmente existentes.
La teoría marxista-leninista detuvo abruptamente su desenvolvimiento cuando el socialismo marxista
fue derrotado, inmediatamente después de la muerte de Stalin; de ahí en adelante, hasta 1989, fue sometido
a un proceso de metamorfosis por el cual debajo de la apariencia de la teoría revolucionaria se fue deslizando
un contenido capitalista que acabó desplazando a la esencia de la teoría revolucionaria; en su última fase de
existencia, el revisionismo adquirió la forma que le correspondía, es decir, la de la ideología del sector II de la
burguesía y de la pequeña burguesía internacionales y sólo conservó el nombre (usurpándolo, por tanto) de la
teoría revolucionaria.

25
En vista de todo esto, para reivindicar el marxismo-leninismo es absolutamente necesario hacer la
crítica del revisionismo y llegar de esta manera a la esencia misma de las tesis revolucionarias; con este
instrumento teórico en las manos, será posible acometer la tarea histórica de elucidar la naturaleza de la fase
actual del desarrollo capitalista, en la cual se produjo el nacimiento, la declinación y muerte del socialismo
formal, y las características de la nueva etapa de existencia de ese régimen social que se ha inaugurado con
el desmoronamiento del “socialismo real” en Europa del este, para, de esta manera, determinar la labor que
corresponde a los revolucionarios en el proceso de reinstauración del socialismo, ahora también en su
carácter material, en la sociedad humana.
Como un prerrequisito para este desenlace histórico es absolutamente necesario reivindicar la teoría
revolucionaria mediante su rescate de la asfixia por ese cuerpo muerto que es el revisionismo, la vuelta a sus
formulaciones originales y su desarrollo creador de acuerdo con las nuevas condiciones de existencia del
capitalismo.
Reivindicar la teoría revolucionaria requiere abordar el estudio de la constitución de sus elementos
fundamentales, clásicos.
En primer lugar, en necesario estudiar sus antecedentes en las explicaciones que los mismos Marx y
Engels hicieron en algunos de sus escritos y pasar más tarde al análisis de las primeras formulaciones de esa
teoría hechas por estos autores en sus trabajos iniciales.
Posteriormente, se debe acometer el examen en los textos de los teóricos de la revolución del concepto
de “naturaleza humana”, porque este es el punto de apoyo de la noción de la esencia del régimen de
producción capitalista como la anulación absoluta de la naturaleza específica del ser humano, la
degeneración y descomposición de los procesos y órganos de los trabajadores.
El estudio concienzudo de la “Lógica” de Hegel, poniendo un especial énfasis en la doctrina de la
esencia, ya que ahí se encuentra formulado de una manera precisa el proceso de tránsito del ser determinado
a su otro, del cual a fin de cuentas el paso del capitalismo al socialismo no es sino un caso especial, es
también una tarea inaplazable de los revolucionarios.
En lo que sigue se realiza un estudio sobre los “Manuscritos económico-filosóficos...”; de él se hace
un resumen concentrado que sirve de base para establecer una serie de hipótesis acerca del concepto
marxista de “naturaleza humana”, punto de apoyo éste, a su vez, del concepto de “esencia del régimen de
producción capitalista”.
En los “Manuscritos...” da Marx la definición más completa y profunda de lo que es la esencia del
régimen de producción capitalista; de ahí entonces la importancia que tiene un análisis detenido de los
mismos.
La anulación absoluta de la naturaleza específica del ser humano, resultado necesario del régimen de
producción capitalista, queda suficientemente ilustrada en el análisis que en este trabajo se hace de la
degeneración y descomposición de los procesos y órganos de los trabajadores.

26
NOTA CRITICA

El estalinismo

La consideración del socialismo que existió en Europa del este a partir de 1917 como una forma con un
contenido capitalista, nos da la pauta para comprender con más exactitud la naturaleza de ese período
particularmente controvertido de la historia del régimen soviético que fue la etapa de gobierno de José Stalin.
En el cuerpo principal de este trabajo hemos sostenido la tesis de que el socialismo surgió
inicialmente como una forma que conservaba un contenido capitalista; en efecto, de un capitalismo que vivía
los inicios de su existencia en donde la explotación se manifestaba concentradamente en la no-satisfacción de
las necesidades individuales de los trabajadores (la situación de los obreros y campesinos rusos sólo
constituía una forma especialmente agravada de las condiciones generales de existencia del proletariado
internacional) brotó una primitiva aparición del socialismo. El régimen soviético empezó así su camino
ascensional cumpliendo en cada una de sus fases con los postulados de la teoría marxismo-leninismo, hasta
llegar al punto de superior de su existencia en donde había logrado, a través de la dictadura del proletariado,
la aniquilación de la burguesía y la pequeña burguesía, la conversión de una parte sustancial de los medios e
instrumentos de producción en propiedad colectiva, la colectivización casi total de la producción y del
consumo y la abolición del interés individual como el incentivo de la actividad de los trabajadores. Estas
características alcanzadas por el socialismo en la cumbre de su primigenia aparición histórica –comprendida
aproximadamente entre el fin de la segunda guerra mundial y la realización del XX Congreso del PCUS-
correspondían por completo al concepto que de ese régimen social había forjado el marxismo-leninismo en su
proceso de vida teórico-práctica.
Sin embargo, el socialismo marxista-leninista instaurado en Rusia recibió en herencia, conservó y
desarrolló un contenido capitalista. El proletariado ruso vivía, en el período previo a la revolución, en un
estado de insatisfacción creciente de sus necesidades elementales; la clase obrera estaba formada por
individuos, es decir personas que son propietarios privados de su corporeidad y que, por tanto, tienden a
llenar plenamente esa naturaleza suya –la individuación de los seres humanos, tan cara a Hegel que la hace
el fin último de la historia humana, es un proceso que se inicia la disolverse la comunidad primitiva y que
culmina en el régimen de producción capitalista. El empobrecimiento creciente de los trabajadores hace
surgir inexorablemente en ellos la exigencia de cubrir esas necesidades insatisfechas para así realizarse como
individuos. El marxismo-leninismo toma a ese individuo propietario de sí mismo y lo enfrenta a un dilema: el
capitalismo se basa íntegramente en la disminución constante del nivel de vida de los obreros; por otro lado,
es posible la conquista de un nuevo orden social, el socialismo, en el cual el capital sea abolido y en
consecuencia se garantice la satisfacción plena de las necesidades individuales de los trabajadores.
El proletariado ruso fue puesto en pié de lucha por los revolucionarios precisamente proporcionándole
una conciencia que comprendía la oposición entre el capitalismo y la satisfacción de las necesidades de los
obreros y la unidad entre ésta y el socialismo.
El socialismo marxista-leninista establecido en Rusia inició su existencia teniendo en su interior,
como su contenido, al individuo propietario de sí mismo que era el producto y fundamento del régimen
capitalista. En su primera aparición el socialismo era una forma con contenido capitalista.
En la última parte de la época llamada estalinista han madurado suficientemente la forma y el
contenido del socialismo marxista-leninista implantado en Rusia, régimen social que para entonces se había
extendido ya a los países del este europeo y a China.
La forma del socialismo marxista-leninista tenía a estas alturas las características que señalamos al
iniciar esta nota; pero al mismo tiempo había ido fortaleciendo su contenido capitalista. Los trabajadores
soviéticos, después de llenar sus necesidades elementales, pugnaban por la satisfacción de otras más
sofisticadas que correspondían a su individualidad en plena eclosión; todo esto chocaba por fuerza con la
forma dentro de la que hasta ahí aquellas se habían desenvuelto. El advenimiento de nuevas necesidades
individuales y su satisfacción abundante ya no cabían en el marco de una economía centralizada de
propiedad colectiva que “despóticamente” exigía la anulación del interés individual.
En la sociedad soviética madura existían dos grupos sociales específicos, la burocracia obrera formada
por técnicos, científicos, administradores y cuadros superiores del Partido Comunista por un lado, y la gran
masa de los trabajadores industriales y agrícolas por el otro; sobre esta estratificación social ejerció su
influencia la expansión de las necesidades individuales de los trabajadores haciéndola apuntar hacia una
división de clases en la cual la burocracia sería la clase poseedora de los medios e instrumentos de
producción y la base obrera la clase no-propietaria proveedora de trabajo excedente; en esta situación, el
proletariado soviético entraría en una relación con clase poseedora como la que ya se perfilaba en el
capitalismo del mundo occidental, de explotación de la clase obrera basada en la constante elevación de su
nivel de vida.
Surgieron en la sociedad soviética de los últimos años del gobierno de Stalin dos fuerzas sociales en
conflicto: por un lado los defensores de la forma del socialismo marxista-leninista con Stalin a la cabeza, y

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por el otro quienes promovían el vigorizamiento del contenido capitalista de ese régimen social. Una
verdadera lucha de clases, violenta y definitiva, se escenificó durante los últimos años del período estaliniano,
de la cual salió derrotado el socialismo marxista-leninista. La muerte de Stalin sólo vino a dar libre curso a lo
que ya existía firmemente asentado en el seno de la sociedad soviética.
A partir de aquí se inicia el desmantelamiento de la Unión Soviética y en los demás países socialistas
de la forma del socialismo marxista-leninista y su relevo por una forma sui generis del capitalismo que
corresponde plenamente al contenido capitalista previamente fortalecido.
El XX Congreso del PCUS fue realizado por la fracción antiestalinista recientemente instalada en el
poder. Aunque ya plenamente identificada con el proceso de regresión hacia el capitalismo, no pudo
declararlo así abiertamente porque el socialismo marxista-leninista y su dirigente, Stalin, gozaba todavía de
un enorme prestigio entre las masas; fue por eso que en lo referente a la política interna sólo se hicieron
públicas dos cuestiones: una condena al “culto a la personalidad”, sin nombrar explícitamente a su
destinatario, y un llamado al establecimiento del estímulo material como medio para incrementar la
productividad y el bienestar personal de los trabajadores. La denuncia de los llamados “crímenes” de Stalin
sólo pudo tener por el momento el carácter de un “informe secreto”.
En lo que el grupo Jruschovista se abrió de capa fue en lo referente a los problemas de la revolución
internacional; revisando de la a a la z las tesis del marxismo-leninismo, formuló toda una “teoría” de la
revolución proletaria que tenía como eje rector la colaboración de clases: se dio vida al revisionismo más
descarado que contenía aquellos celebrados conceptos de “la crisis general del capitalismo”, “el papel
determinante del socialismo en la arena internacional”, “el tránsito pacífico y parlamentario al socialismo en
los países capitalistas”, “la coexistencia pacífica”, “la emulación económica entre los dos sistemas sociales”,
etcétera.
No fue sino hasta el XXIII Congreso del PCUS cuando se incorporaron a sus documentos oficiales las
reivindicaciones más sentidas del grupo que ahora estaba en el poder de la Unión Soviética. Quedó así
establecida plenamente en la realidad y en los principios la nueva estructura económico-política de los países
antiguamente socialistas, eufemísticamente llamada por los intelectuales pequeño burgueses de occidente
“socialismo real”. En este régimen social existían dos clases sociales fundamentales, la burocracia, nacida de
la misma clase obrera, que detentaba la posesión de los medios e instrumentos de producción y la clase de
los trabajadores excluida de la propiedad y usufructo de aquellos; la relación entre ambas clases era de la
explotación del trabajo asalariado en su versión moderna, es decir, la exacción de plusvalía paralela a un
incremento del nivel de vida de los trabajadores determinado por su productividad. La industria estaba
descentralizada en empresas semiautónomas que se relacionaban a través del mercado y en los cuales se
buscaba primeramente la maximización de los beneficios; las relaciones mercantiles habían ya tomado carta
de naturaleza en el capitalismo característico de Europa oriental.
El resto de la historia es de sobra conocido: el “socialismo real”, que era en verdad una forma
determinada del régimen capitalista, se derrumbó estrepitosamente dando paso a la forma clásica del
capitalismo de occidente.
Después del XX Congreso del PCUS, y al calor de la “desestalinización” que ahí se inició, se desató
entre la intelectualidad pequeño burguesa de occidente, presuntamente marxista, una pasión desbordada por
la crítica del régimen soviético; dilatadas controversias se suscitaron entre los más conspicuos representantes
de la intelligentiza y en ellas se obtuvieron conclusiones que iban desde la determinación minuciosa del tipo y
grado del socialismo que ahí había existido –desde luego para reducirlo a su mínima expresión o hacerlo
pasar como una grotesca deformación de un “modelo” de socialismo por ellos preconizado- hasta la negación
franca de su existencia en cualquier época del régimen soviético.
En su labor de crítica del régimen soviético y particularmente del período estaliniano del mismo, la
intelectualidad pequeño burguesa de occidente (un coro de “nulidades graves”) mejor conocida como “la
nueva izquierda” y que en forma arrogante se llamaba así misma marxista, empezó a buscar afanosamente en
los textos del joven Marx la justificación teórica para una concepción del socialismo que ya tenía plenamente
estructurada. Temblando de pavor ante el espectáculo de la violencia revolucionaria que intentaba
infructuosamente suprimir el interés individual, la intelectualidad pequeño burguesa de occidente
argumentaba que en régimen soviético, cualquiera que fuese el tipo y el grado de socialismo ahí existente, se
negaba absolutamente la libertad individual, elemento esencial ésta de la naturaleza humana; para el
intelectual pequeño burgués, compendio y suma del individuo de la sociedad capitalista, que se consideraba
a sí mismo como el producto superior de la “creación”, el ombligo del mundo, que ama desmesuradamente
todo lo que constituye su individualidad (su pervertida sensibilidad, su burda imaginación, su pretendida
inteligencia, su cierta estulticia) y cree firmemente que si esas facultades suyas son vulneradas o abolidas se
derrumbaría el universo, la conculcación de esa libertad era el más nefando de los crímenes.
Por contrapartida, se postulaba que el socialismo –un socialismo “humanista y democrático- debería
tener como centro de gravitación precisamente el libre desarrollo del individuo como tal.
Se buscaba en el joven Marx lo que era imposible de encontrar a menos que se desvirtuara
completamente su pensamiento: la idea de que la verdadera naturaleza humana, reivindicada por el
“socialismo humanista”, era la del individuo que, habiendo prescindido de la propiedad privada sobre los
medios e instrumentos de producción, conservaba sin embargo la propiedad privada sobre sí mismo, sobre

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sus facultades y capacidades personales, deseos, apetitos, etcétera, y, amo y señor de los mismos, los
potenciaba hasta el infinito; este individuo libre e hipertrofiado es precisamente el átomo constitutivo del
régimen de producción capitalista.
La intelectualidad pequeño burguesa, ese Cuasimodo físico y espiritual, engendro del régimen
capitalista, pretende establecer un mundo a su imagen y semejanza. Todas sus repugnantes deformaciones,
sus insanos apetitos, sus aberrantes necesidades son presentados como componentes de la naturaleza
verdaderamente humana, y por tanto, el desenfrenado florecimiento de los mismos como el contenido
esencial del socialismo.
El desenvolvimiento sin sujeciones del individuo es la forma a través de la cual se realiza en la fase
superior del capitalismo, en la sociedad de consumo, la depauperación más profunda del proletariado. A
través de la potenciación de las formas clásicas de producción de plusvalía y de intensificación del consumo,
extremos que se dan un mutuo impulso, se completa el proceso de anulación de la naturaleza humana de los
trabajadores que se caracteriza por el desgaste, descomposición y degeneración de todos sus órganos y
procesos orgánicos; es precisamente por medio de la exaltación de su individualidad como el trabajador es
despojado por el capital de todas sus características humanas.
La tesis de Marx, que ninguno de los integrantes de la “nueva izquierda” ni de sus actuales seguidores
supo ni ha sabido encontrar en ninguno de sus textos, es diametralmente opuesta a la del socialismo
humanista: la naturaleza humana es la que florece en el individuo que ha recobrado su característica del ser
social, que se ha subsumido por completo en la colectividad; de ahí entonces que el contenido del socialismo
debe ser precisamente la abolición implacable del individuo “libre” e independiente de la colectividad y la
restauración del hombre colectivo.
Como vemos, la crítica del régimen soviético y sobre todo del período estaliniano del mismo tenía como
fundamento una posición eminentemente burguesa: lo que con tanta vehemencia se cuestionaba era una
política que, con indudables errores, defectos y excesos en su aplicación, representaba la exigencia esencial
del socialismo marxista: el sometimiento del individuo a la colectividad a través de la dictadura del
proletariado.
En la sociedad capitalista moderna, que comprende ahora también a los países de Europa oriental, se
produce ya las premisas de un resurgimiento del socialismo que lo será tanto en la forma como en el
contenido. El reconocimiento de la terrible miseria física y moral, la absoluta depauperación y la irreversible
aniquilación de la naturaleza humana a que son condenados los trabajadores y de que todo esto es producto
exclusivamente de la exacerbación de su individualidad, hará posible que los obreros nieguen esa conciencia
deformada suya desde el momento mismo de la lucha por el poder y que, al conquistarlo, estén ya dotados de
una conciencia colectiva que será el contenido del régimen socialista por venir.
Una condición previa para la realización de la próxima revolución socialista es el combate denodado
en contra de todas las modernas desviaciones que ha sufrido el marxismo-leninismo; un lugar muy especial
en esta batalla lo tiene el enfrentamiento con las doctrinas de la intelectualidad pequeño burguesa que,
impulsada por un odio visceral a Stalin, tiene ya casi cuatro décadas explorando los textos de Marx y de
Hegel, dando vueltas en torno al concepto del “socialismo democrático y humanista”, sin haber logrado hacer
aportación alguna de la teoría revolucionaria.
Marx y Engels, bien provistos con los instrumentos cognoscitivos que les brindaba la filosofía
hegeliana, principalmente la “Lógica”, develaron la naturaleza exacta del capitalismo y su necesaria
transformación en el socialismo. Aplicando la doctrina de la esencia determinaron que el capitalismo tenía en
sí mismo a su otro y que el desenvolvimiento de aquel era al mismo tiempo el desarrollo de los elementos de
éste; para los fundadores de la teoría revolucionaria la esencia del capitalismo era el socialismo. La esencia
tenía que aparecer, es decir, el socialismo tenía que llegar a la existencia a través de la negación del régimen
de donde provenía. Para Marx, Engels e incluso Lenin, el socialismo, que se implantaría en la sociedad
humana después de terribles luchas de clases, guerras entre naciones, avances y retrocesos, guardaría en su
interior por mucho tiempo vestigios del régimen anterior ya fuere como una pequeña propiedad en proceso de
extinción o una conciencia individualista de los trabajadores; pero el propio desarrollo del socialismo crearía
las condiciones para que todo eso fuera erradicado definitivamente del nuevo régimen.
Quedaba por completo fuera de la visión de Marx, Engels, y Lenin que la primera presentación
histórica del socialismo tuviera que ser sólo una forma con un contenido capitalista y que, por tanto, el
perfeccionamiento de esta forma implicase ineluctablemente el fortalecimiento de aquel contenido. No pasaba
por sus mentes, ni podía hacerlo, que el ascenso progresivo del socialismo en su primer surgimiento a la
existencia tuviera como fundamento a un elemento del capitalismo en constante expansión.
La historia nos ha puesto ante el hecho puro y simple: el socialismo, después de llegar a la cúspide
(no en los años ochenta, desde luego, sino en la década del cincuenta) sucumbió y fue reemplazado por una
variedad específica del capitalismo. Esta situación es la que debemos explicarnos teóricamente y a partir de
ahí encontrar el camino hacia la nueva fase de la revolución.
En esta tarea tenemos que volver necesariamente al instrumento cognoscitivo por excelencia del
marxismo que es la Lógica hegeliana puesta de pié. Marx y Engels, con esta misma herramienta, habían
determinado el movimiento general de la esencia del capitalismo hacia la existencia, pero no tomaron en
cuenta los detalles del mismo porque la realidad aún no lo exigía. En su Lógica, Hegel establece como una ley

29
general del movimiento de la materia que el nuevo ser que se gesta en el interior del que existe actualmente
viene a la existencia primeramente como una forma que mantiene como su contenido y fundamento, vale
decir, como su razón suficiente de ser, al mismo ser de donde proviene; este contenido posteriormente rompe
la envoltura dentro de la que ha vivido, entra en una fase superior de su existencia y se da la forma que le
corresponde –su forma anterior conservada y superada-; el ser existente inicia un nuevo período de vida en la
cual produce en su interior los elementos tanto formales como materiales de su otro que al surgir a la
existencia lo hacen negando el ser de donde provienen y separándose definitivamente de él.
Después de derrotar al socialismo marxista-leninista y a la forma primitiva del capitalismo que existía en
Europa oriental, el capitalismo ha entrado de lleno en un período de dominación absoluta sobre el planeta;
pero en esas mismas circunstancias germinarán necesariamente las semillas y de una nueva y definitiva, real
y formal, instauración del socialismo.

30
SEGUNDA PARTE
El concepto clásico de la explotación y depauperación del proletariado

31
Introducción.

El revisionismo moderno realizó cabalmente su labor de revisar la teoría revolucionaria y sustituirla


por una forma embozada de la ideología burguesa.
En esta tarea llegó hasta el núcleo mismo de las concepciones revolucionarias, la noción de la esencia
de la explotación capitalista, reemplazándola con las ideas que una parte de la burguesía y la pequeña
burguesía sostienen acerca de las formas primitivas o imperfectas a través de las cuales dicha esencia se
exterioriza.
En sus elaboraciones más acabadas, el revisionismo emplea un lenguaje y conceptos típicamente
marxistas cuando revisa las tesis revolucionarias sobre esta materia.
En sus manifestaciones más descaradas, el revisionismo hace suyos ciertos conceptos burgueses
referentes a la naturaleza del régimen capitalista, obteniéndolos directamente del arsenal de la ideología
burguesa (de la parte de ella que corresponde al sector “liberal” de la burguesía) y pequeño burguesa; tales
conceptos reconocen su origen en los economistas clásicos, quienes lograron determinar al detalle algunas
formas de la explotación capitalista a las que confundieron por necesidad con su esencia, ante la cual se
detuvo impotente su análisis.
De igual manera, el revisionismo oculta y sustituye por su formulación burguesa las tesis
revolucionarias referentes al Partido y proceso necesarios para la conquista del poder por el proletariado y a
la naturaleza del socialismo y el comunismo.
Para el revisionismo, el socialismo es un régimen en el cual se anulan las formas primitivas e
imperfectas de la explotación capitalista, pero se mantienen vivas y en ascenso su esencia y la forma perfecta
que le corresponde. En efecto, el “socialismo humanista y democrático”, cuya instauración ha sido el sueño
dorado del revisionismo, estaría constituido por una diluida base de organización colectiva de las funciones
más generales de la sociedad, un nivel superior de organización en grupos sociales (universidades,
“colectivos”, etcétera) en los que existiría la “propiedad por grupos” y la “autogestión”, un último nivel de
desarrollo de los individuos en cuanto tales y, aunado a esto, un proceso incontenible de perfeccionamiento de
la esencia de la explotación capitalista. El revisionismo toma la forma superior, perfecta, en que se manifiesta
la esencia de la explotación capitalista (a través de la satisfacción y desarrollo de las necesidades
individuales) y la considera ¡como lo característico del régimen socialista, que por definición supone la
anulación de la explotación capitalista!
Los clásicos del marxismo-leninismo determinaron con exactitud cuál es la esencia de la explotación
capitalista; en justa correspondencia con ello, delinearon los procesos necesarios (Partido, propaganda,
agitación, conciencia revolucionaria, lucha teórica, económica y política, insurrección armada, conquista del
poder por el proletariado, etcétera) para el derrocamiento del régimen capitalista y la instauración del
socialismo; igualmente, estableció a grandes rasgos la naturaleza específica del régimen socialista y del
comunismo, meta última éste de la revolución proletaria.
Los primeros movimientos revolucionarios del proletariado guiados por el marxismo-leninismo (en
Rusia, principalmente) se realizaron en una fase de existencia del capitalismo en la cual predominaban, con
una fuerza enorme, las formas primitivas e imperfectas de la explotación; en torno a ellas se estructuró todo
el aparato revolucionario atacando la fase de la esencia que correspondía a aquella forma; el propio proceso
revolucionario hizo pasar la esencia del régimen de producción capitalista a una fase superior.
Al conquistar el proletariado ruso el poder instauró un régimen formalmente socialista basado en su
dictadura y en la propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de producción. La conciencia del
proletariado era también formalmente colectiva, organizada en derredor de la necesidad de abolir aquellas
formas mencionadas y reforzada por factores externos que impusieron un “comunismo de guerra”; pero en su
núcleo esencial la conciencia del proletariado ruso siguió presa de las determinaciones que brotaban de su
esencia capitalista (vida latente de las necesidades individuales) dado que el movimiento revolucionario no
había llegado al punto de transformar la conciencia íntimamente capitalista del proletariado en una
conciencia socialista, es decir, en una conciencia que tuviera como finalidad específica la abolición de la
individualidad capitalista de los trabajadores.
Durante la 2ª. Guerra mundial el socialismo así establecido se desarrolló aceleradamente
extendiéndose a otros países a través de la guerra revolucionaria de liberación; de esta manera quedó
integrado formalmente el sistema de países socialistas.
Ese mismo proceso ascendente de vida del socialismo dio impulso al desenvolvimiento de las
necesidades individuales de los trabajadores; dotada de una fuerza inconmensurable, la esencia capitalista
en su nueva fase de existencia fue creciendo en el seno de los países socialistas hasta lograr destruir la
organización colectiva de la sociedad y sustituirla por formas sui géneris de organización y producción
capitalistas (propiedad por grupos, autogestión, etcétera). Se produjeron entonces la degeneración del
socialismo existente en esos países y el restablecimiento más o menos profundo del capitalismo, hasta llegar,
en nuestros días, a la restauración del capitalismo típico.

32
Se cerró así toda una primera fase de existencia del socialismo.
Como vemos, la teoría y el movimiento revolucionarios habían abandonado, mucho antes de que se
produjera la vuelta al capitalismo en el mundo socialista, el análisis de la esencia de la explotación capitalista
y de la naturaleza exacta del socialismo y del comunismo, el desarrollo de los conceptos de los clásicos en
estas materias, la denuncia entre el proletariado de dicha esencia y la formación de una conciencia
revolucionaria que contuviese todos estos elementos.
Sobre esta base el revisionismo moderno actúa contribuyendo por su cuenta a reforzar la ocultación
de la esencia de la explotación capitalista y su reemplazo por una forma determinada de la misma.
En la actualidad se abre una nueva etapa del desarrollo del socialismo, ésta sí, ahora, antesala directa
del comunismo. En ella los revolucionarios, mediante los métodos y con los instrumentos preconizados por el
marxismo-leninismo, deberán dirigir su acción hacia la dotación al proletariado de una conciencia que
comprenda, además de los aspectos formales de la explotación capitalista, la esencia de ésta y, además de la
necesidad de la forma colectiva de la organización social, la de la anulación implacable de la individualidad de
sus miembros como una condición para la existencia de aquella. De esta manera, la acción práctico-conciente
de los trabajadores estará encaminada a la formación de un régimen formal y materialmente socialista que no
pueda ya por ningún concepto recular hacia el capitalismo, sino que sea la base más firme para el
advenimiento del comunismo.
Para abrir el acceso a esa nueva fase del socialismo es necesario desplegar una lucha inflexible contra
el revisionismo –que ha revisado meticulosamente todas las parte integrantes de la teoría revolucionaria-
reivindicando en todos los campos las tesis clásicas del marxismo-leninismo; pero no sólo eso es necesario
sino también realizar una labor creadora cuyo objetivo sea detallar aquellos aspectos de la teoría que los
clásicos sólo dejaron esbozados en sus aspectos generales
Esta parte de nuestro trabajo tiene precisamente ese doble propósito: restablecer las formulaciones clásicas
de la teoría de la esencia de la explotación capitalista y con ellas las de la naturaleza característica del
socialismo y el comunismo y trabajarlas más detalladamente con la finalidad de preparar así la nueva etapa
de la revolución mundial. Consta de tres apartados: (a) un resumen de los “Manuscritos económico
filosóficos” de Carlos Marx con comentarios nuestros, (b) unas “Notas sobre el concepto de esencia natural
del ser humano” y (c) unas “Notas para una crítica de la teoría de Freud” en las cuales se estudia la
anulación, degeneración y descomposición de los procesos psíquicos en el régimen de producción capitalista.

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CAPITULO I

Estructura de los “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”

Marx hace un resumen de las formulaciones de los economistas clásicos respecto del salario, capital y
renta del suelo.
Encuentra que la economía política ya había llegado a establecer muchas determinaciones de lo que
son el salario y el capital y las relaciones mutuas entre ambos.
Conforme a la economía clásica:
(a) la esencia subjetiva del capital es el trabajo (el capital es trabajo acumulado);
(b) las relaciones entre trabajo y capital son contradictorias; se oponen y se complementan,
engendrándose mutuamente;
(c) la miseria y degeneración física y espiritual de los trabajadores están en relación inversa al poderío
y magnitud de su producción, de la acumulación de capital;
(d) el resultado de la competencia y de la acumulación del capital es la restauración del monopolio;
(e) la sociedad se divide en dos clases fundamentales: la de los capitalistas y la de los obreros, cuyos
intereses son opuestos;
(f) el basamento de la sociedad actual es la propiedad privada: propiedad privada del obrero sobre su
fuerza de trabajo y propiedad privada del capitalista sobre los medios de trabajo y de vida.
La economía clásica no llegó a tener una gran claridad en sus concepciones y se debatía en
contradicciones para ella insolubles; sus conclusiones apenas si lograban insinuarse a través de las brumas
teóricas en que estaban envueltas. Marx tomó este material y lo dotó de orden y claridad, lo sistematizó; en
este sentido –y sólo en este- Marx es el último y más brillante de los economistas clásicos.
Con base en las ideas de los clásicos se habían desarrollado también los gérmenes de la doctrina del
socialismo y el comunismo; en efecto, se consideraba que si el trabajo era la fuente de toda la riqueza, el
obrero debería recibir el producto íntegro de su trabajo –Proudhon- o un incremento sustancial en sus
salarios. Surgen el socialismo y el comunismo primitivos.
Marx, con base en su doctrina del materialismo dialéctico e histórico, emprende la tarea de
desentrañar la verdadera esencia de la relación trabajo asalariado-capital.
Establece que la “economía política” (economía clásica) tiene como fundamento la propiedad privada,
pero no la explica, es decir, no aprehende la esencia de la misma ni puede, por tanto, comprender la conexión
esencial entre la propiedad privada y la relación trabajo-capital.
Marx considera que para develar la esencia de la relación trabajo asalariado-capital es necesario llegar
a la esencia de la propiedad privada.
Para penetrar en la esencia de la propiedad privada analiza la forma que éste tiene de manifestarse en
la fase específica de su desarrollo que es la propiedad privada capitalista.
En el régimen de la propiedad privada capitalista, dentro de la relación trabajo-capital, el trabajador
se convierte en mercancía; la desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del
mundo de las cosas; el trabajador no sólo produce mercancías sino que se produce a sí mismo como
mercancía.
Penetrando en este hecho Marx encuentra la esencia del mismo:
(a) El producto es ajeno al trabajador,
(b) el producto es su propio trabajo que se ha hecho cosa y que se le enfrenta como un ser extraño e
independiente, como una potencia hostil,
(c) la objetivación del trabajo es la pérdida del objeto,
(d) la cosificación del trabajo es la realización del trabajo,
(e) la realización del trabajo es la desrealización del trabajador,
(f) el trabajo se convierte en objeto,
(g) en virtud de la pérdida del objeto la naturaleza se enajena del trabajo,
(h) todo esto tiene su causa en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser.
(i) El trabajo es externo al trabajador porque:
-no se afirma sino que se niega en él,
-no se desarrolla su libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su
espíritu,
-su trabajo no es voluntario sino forzado,
-no es la satisfacción de una necesidad sino sólo un medio para satisfacer las más apremiantes
necesidades,
-el trabajo no es suyo, sino de otro.
(j) El producto y el trabajo son ajenos al trabajador porque el trabajo hace ajeno al hombre de
su esencia humana.
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La esencia de la propiedad privada capitalista es el trabajo enajenado, es decir, el trabajo
que hace ajena al hombre su esencia humana.
La esencia de la propiedad privada en general es el trabajo enajenado, esto es, el trabajo que
hace ajena al hombre su esencia humana.
En este contexto, aunque Marx no lo dice explícitamente, es evidente que la relación entre trabajo
asalariado y capital queda reducida a un caso particular de la relación entre trabajo y propiedad privada y
que aquella es la última y más aguda forma que adopta la enajenación del trabajo.
Para establecer la verdadera esencia de cada etapa del desarrollo de la propiedad privada (esclavismo,
feudalismo y capitalismo) es necesario descubrir la forma específica que adopta en cada una de ellas el
trabajo enajenado en relación con la esencia humana.
El análisis partió de la propiedad privada como fuente del trabajo enajenado: ahora nos encontramos
con que el trabajo enajenado produce la propiedad privada.
En el plan de Marx estaba considerado el entrar luego a estudiar lo que es la esencia humana y las
causas por las cuales ésta se vuelve ajena al hombre; estos problemas están planteados de la siguiente
manera en los manuscritos:
(a) Determinar la naturaleza de la propiedad privada en su relación con la propiedad verdaderamente
humana, social y
(b) ¿Cómo llega el hombre a extrañar, a enajenar su trabajo?.
La parte del manuscrito en donde Marx desarrolla detalladamente la solución a estos problemas se
perdió y nunca ha sido encontrada.
Existen, sin embargo, elementos suficientes para reconstruir el pensamiento de Marx. En el texto se
da una amplia explicación de lo que, conforme al espíritu del marxismo, es el concepto de esencia humana.
De una manera sintética podemos decir que para Marx la esencia natural humana está constituida
por las características biológicas de la especie adquiridas a través del trabajo y por la propiedad, la
producción y el consumo colectivos.
Una vez establecido lo que es la esencia humana, Marx pasa a analizar lo que en este texto
enriquecido (analíticamente) es la relación trabajo asalariado-capital y encuentra que:
(a) El trabajador es un ser despojado de todas sus características humanas, es un ser espiritual y
físicamente deshumanizado.
La deshumanización llega al punto en que todos los procesos orgánicos, todos los órganos y funciones
de los trabajadores entran en un proceso de atrofia y degeneración que lleva a la aniquilación de las
características naturales de la especie humana. Este proceso es causado por las formas específicas que
adopta el trabajo en la sociedad capitalista: producción de plusvalía absoluta y relativa, maquinización e
intensificación del trabajo, etcétera, y por la forma específica que en ella adopta el consumo (consumo
masivo, sociedad del bienestar)
(b) El capital es la forma enajenada que adopta la esencia humana del trabajador.
(c) El trabajo engendra al capital como su esencia humana enajenada y el capital engendra al
trabajador como un ser despojado de su esencia humana.
Este mutuo engendramiento debe llevar a un desenlace conforme a lo siguiente:
(a) La separación entre el trabajo y su esencia humana llegan al grado en que la naturaleza esencial
del hombre se ha anulado por completo y convertido absolutamente en su contrario.
(b) Dicha separación debe llegar hasta donde ambos polos se exijan acuciantemente y no puedan
continuar existiendo sin lograr su unión.
Marx llega a la conclusión de que la contradicción trabajo asalariado-capital debe resolverse, conforme
a las premisas establecidas, superando la enajenación del trabajo a través de la reapropiación de su esencia
natural (humana) por el trabajador.
Esta desenajenación del trabajo a través de la reapropiación de la esencia natural (humana) por el
trabajo es el contenido del comunismo.
El comunismo es la abolición (o superación positiva) de la propiedad privada.
Marx hace una descripción más o menos detallada de lo esencial del comunismo (Ver texto).
Marx termina con un análisis de lo que son las necesidades en la sociedad capitalista por oposición a
las necesidades en el comunismo, de la división del trabajo como fundamento de aquellas necesidades y del
dinero como lazo de unión entre el hombre y su esencia enajenada.
Este trabajo de Marx es el antecedente necesario de su posterior trabajo teórico. En él descubre la
esencia del régimen capitalista de producción y su ineluctable transformación, conforme a la dialéctica
interna de esa esencia, en el socialismo y el comunismo. En El Capital desarrolla al detalle la naturaleza del
régimen capitalista, para extraer de ahí, también al detalle, la táctica y la estrategia del cambio
revolucionario, conservando siempre como su base los descubrimientos teóricos hechos en aquel primitivo
estudio. Es evidente que la más profunda y cabal comprensión de El Capital, sobre todo en estos tiempos de
dominio absoluto del revisionismo moderno, sólo puede obtenerse teniendo como punto de partida las tesis
desarrolladas por Marx en esta su obra de juventud.
El revisionismo, que requiere por un lado una base en la teoría burguesa para fundamentar todas sus
concepciones económicas, puesto que éstas son burguesas en el fondo, y por otro mantener la apariencia de

35
que esa base es la teoría económica marxista, toma de ésta la parte en que Marx organiza y sistematiza las
tesis de los clásicos y la hace pasar como la esencia del régimen capitalista.
El revisionismo actual, lo mismo que la economía clásica, no ha comprendido ni comprenderá la
esencia de la propiedad privada, ni la conexión esencial entre la propiedad privada y la relación trabajo
asalariado-capital; es decir, no ha entendido ni entenderá que la esencia de la propiedad privada es la
anulación de la esencia natural del hombre, ni mucho menos lo que ésta sea.
Igualmente, el revisionismo no alcanza a saber cuál es la forma que adopta en la actualidad la ley de
la depauperación creciente en relación con la anulación de la esencia natural del hombre ni, por supuesto, lo
que es el comunismo como reapropiación de la esencia natural del hombre.
Para el revisionismo moderno, la depauperación se manifiesta, en las sociedades de bajo desarrollo
capitalista, como hambre, desnutrición, insalubridad, violencia, antidemocracia, dominio del gran capital
sobre el mediano y el pequeño, etcétera y en las sociedades desarrolladas como la sumisión del proletariado
(y de la pequeña burguesía) al “aparato de dominación total” que arruina la preciosa individualidad de las
personas.
Para el revisionismo moderno, en consecuencia, el socialismo y el comunismo tienen el significado ya
sea de una elevación general de las condiciones de vida, ya de la abolición del gran capital dejando
subsistente la propiedad de la pequeña burguesía (socialismo “humanista”), ya del establecimiento de la
propiedad por grupos (autogestión o “socialismo realmente existente”) etcétera.
No cabe duda de que el revisionismo, que se llama heredero del marxismo-leninismo, no sólo no lo es,
sino que no pudiendo siquiera ser el continuador de la economía clásica, ha caído al miserable nivel de la
economía vulgar.
La táctica y la estrategia que los grupos y partidos revisionistas proponen para establecer en los
diversos países las caricaturas de socialismo y comunismo que pregonan son también meras caricaturas de
los métodos clásicos preconizados por Marx, Engels, Lenin y Stalin para la realización de la revolución
proletaria, métodos que los clásicos habían derivado de la esencia misma del régimen capitalista de producción
y que rigen por tanto en donde quiera que exista esta formación económico-social. En realidad, los
revisionistas de todo tipo sólo son la avanzada teórica y práctica de un sector determinado de la burguesía (la
llamada burguesía media, burguesía no-monopolista, burguesía liberal, burguesía nacionalista, etcétera) y de
la pequeña burguesía, cuyos intereses formula teóricamente e impulsa prácticamente; el revisionismo deviene
necesariamente en oportunismo.

36
CAPITULO II

Primer manuscrito

En este primer manuscrito hace Marx un resumen de los economistas clásicos respecto del salario, la
ganancia, la acumulación de capital y las relaciones entre todos esos conceptos, organizando, sistematizando
y llevando hasta sus últimas consecuencias las proposiciones de los clásicos, pero sin transgredir los límites
del régimen capitalista.
EL TRABAJO ENAJENADO
En esta parte de los Manuscritos Marx se da a la labor de descubrir la esencia de la relación trabajo
asalariado-capital.
Partiendo de las premisas de la economía política, con sus propias palabras, se ha demostrado que:
(a) El obrero degenera en mercancía y se convierte en la más miserable de las mercancías;
(b) la miseria y el envilecimiento del obrero están en razón inversa al poderío y magnitud de su
producción;
(c)el resultado de la competencia y de la acumulación del capital es la restauración del monopolio;
(d) la sociedad se divide en dos clases fundamentales; la de los propietarios y la de los obreros no
propietarios.
La economía política tiene como fundamento la propiedad privada, pero no la explica.
No prueba cómo proceden de la esencia de la propiedad privada: la codicia, la separación del trabajo,
capital y tierra, la de intercambio y competencia, valor y desvalorización del hombre, monopolio y
competencia, etcétera.
Comprender esa conexión esencial es la tarea a realizar.
Argumentación:
Se parte de un hecho económico actual:
-El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce.
-La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las
cosas.
-El trabajo no sólo produce mercancías; se produce a sí mismo y al obrero como mercancía y
justamente en la proporción en que produce mercancías en general.
Este hecho expresa que:
-El objeto que produce el trabajo se le enfrenta como un ser extraño, como un poder independiente.
En consecuencia:
-El objeto, el producto del trabajo es el propio trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho
cosa.
-Su propio trabajo se enfrenta al obrero como un ser extraño, como un poder independiente.
-La objetivación del trabajo es su realización.
-La realización del trabajo es la desrealización del trabajador. En la expresión más rotunda de esta
contradicción el obrero es desrealizado hasta llegar a la muerte por inanición.
-La objetivación del trabajo es la perdida del objeto y servidumbre a él. Hasta tal punto lo es que el
obrero no solo es despojado de los objetos más necesarios para su vida sino que su trabajo mismo se convierte
en un objeto del que solo se apodera con grandes esfuerzos.
-La apropiación es el extrañamiento, la enajenación. Esto se manifiesta en el hecho de que mientras
más objetos produce el obrero menos puede poseer y más cae bajo el dominio de lo que produce: del capital.
-El mayor desgaste del obrero se traduce en un mundo objetivo extraño más poderoso que él crea
frente a sí; mientras más grande es ese mundo objetivo más pobre es el obrero y menos le pertenece como
suyo.
-El trabajador pone su vida en el objeto pero desde ese momento su vida no le pertenece sino al
objeto.
Todo esto tiene su origen en el hecho de que el obrero está relacionado con el producto de su trabajo
como objeto extraño. El trabajo del obrero existe fuera de él como algo extraño a él que se convierte en poder
en sí mismo, que se le opone como algo hostil y ajeno.
Se examinará ahora el proceso de objetivación del trabajo, es decir, la producción del obrero.
-El trabajo, para objetivarse, necesita de la naturaleza; ella le provee medios de vida en un doble
sentido: (1) como material para realizar su trabajo (2) como medios de subsistencia.
-En virtud de la relación del trabajo con su producto como un objeto extraño, la naturaleza (el mundo
sensorial externo) va dejando de ser un objeto que pertenece al trabajo en los dos sentidos arriba expresados.
La naturaleza se enajena del trabajo.
-Se establece una doble servidumbre del trabajo respecto del objeto:
1’ recibe un objeto de trabajo, es decir, recibe trabajo.

37
2’ recibe medios de subsistencia. Esta servidumbre llega a su expresión superior: el ser humano sólo
como obrero puede mantenerse en calidad de sujeto físico, y sólo es obrero en cuanto sujeto físico.
La economía política oculta la enajenación inherente a la naturaleza del trabajo no considerando la
relación directa entre el obrero (trabajo) y la producción. Es decir, que no considera que la privación en que
viven los obreros, los tugurios en que se ven obligados a morar, la deformidad de sus cuerpos y sus espíritus,
su calidad de accesorios de las máquinas, su falta de trabajo, su estupidez y cretinismo, sean producidos
directamente por el trabajo.
Si el producto del trabajo del obrero es algo extraño a él, el trabajo, la actividad productiva, debe ser la
enajenación activa, la enajenación de la actividad, la actividad de la enajenación.
La enajenación del trabajo se manifiesta en:
-El trabajo es externo al trabajador porque:
No se afirma sino que se niega a él.
No desarrolla una libre energía física y espiritual sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu.
[Anula sus facultades físicas y mentales]
Su trabajo no es voluntario sino forzado. (Es la condición para mantener su existencia física]
No es la satisfacción de una necesidad sino solamente un medio para satisfacer las más apremiantes
necesidades fuera del trabajo.
El trabajo no es suyo, sino de otro. Es su autoenajenación. El trabajador se siente libre sólo cuando
realiza sus funciones animales: comer, beber, engendrar, habitación y atavío; y en sus funciones humanas [la
facultad de trabajar] se reduce a un animal. Lo animal se convierte en humano y lo humano en animal.
Ya se analizó el producto como producto enajenado del obrero y la actividad productiva como su
autoenajenación; ahora se pasará a analizar una tercera característica del trabajo enajenado.
-El hombre es un ser genérico porque: [o: La esencia del ser humano consiste en que:]
La naturaleza exterior (orgánica e inorgánica) es el cuerpo de la especie humana. La naturaleza
exterior constituye una parte de la vida humana y de su actividad: 1) es un medio directo de vida y 2) es el
material, el objeto y el instrumento de su actividad humana. La vida de especie, la esencia del ser humano,
consiste físicamente en que el hombre vive de la naturaleza y en que el ámbito del que vive es más universal
que el de cualquier otra especie. La naturaleza forma parte de la conciencia humana como objeto de las
ciencias naturales y como objeto de arte. La naturaleza pertenece al hombre en forma colectiva.
La actividad vital del hombre es la transformación consciente de la naturaleza. El hombre hace de su
actividad vital el objeto de su voluntad y de su conciencia (a diferencia del animal). La esencia del hombre
consiste en que tiene una actividad vital consciente. Esta actividad vital en su forma natural se realiza
colectivamente.
La manifestación y afirmación del hombre es la producción práctica de un mundo objetivo, la
elaboración de la naturaleza exterior. Su producción es universal, reproduce a toda la naturaleza y a la
medida de cualquier especie.
El trabajo enajenado hace ajena al hombre su esencia humana porque:
(1 ) enajena la naturaleza del hombre al enajenar aquella del trabajo (ver páginas anteriores) ya que el
trabajo es la esencia de la especie humana y
(2) enajena del hombre la actividad vital consciente al hacer ajeno al hombre el trabajo (ver páginas
anteriores).
Al hacer ajena al hombre su esencia humana hace ajeno al hombre respecto del hombre porque la
esencia humana sólo se realiza en la comunidad; al enajenar aquella del hombre disuelve la comunidad: hace
ajeno al hombre del hombre mismo.
Si el producto y la actividad productiva son ajenos al hombre, ¿a quién pertenecen?. Desde luego,
pertenecen a otros hombres.
Si el producto y la actividad productiva son ajenos al obrero pertenecen a otro hombre que no es
obrero.
Si la actividad del obrero constituye un tormento para él es fuente de placer para el no obrero.
Si el obrero se relaciona con el objeto de su trabajo como con un objeto poderoso, independiente,
hostil y extraño se está relacionando con él de forma que otro hombre independiente de él, poderoso hostil,
extraño a él que es el dueño de este objeto.
Si el obrero se relaciona con su actividad como una actividad que lo sojuzga se está relacionando con
ella como la actividad al servicio de otro, bajo las órdenes, la compulsión y el yugo de otro.
Mediante el trabajo enajenado, el hombre:
-Produce su relación con el objeto como un objeto extraño y hostil.
-Produce su relación con el acto de la propia producción como un acto extraño y hostil.
-Produce la relación en que los otros hombres se encuentran con su producto (apropiación).
-Produce la relación en la que está con estos otros hombres
y
-Al enajenarse de su propia actividad posesiona al extraño de la actividad que no le es propia.
-En suma: el trabajo enajenado crea la relación del trabajo con el patrono o capitalista, un hombre
que está fuera del trabajo y le es extraño, produce la propiedad privada.

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Conforme a la Economía Política el análisis partió de la propiedad privada como fuente del trabajo
enajenado; ahora nos encontramos con que el trabajo enajenado produce la propiedad privada.
Sólo en la última fase de su desarrollo revela la propiedad privada el secreto de su existencia:
Es el producto del trabajo enajenado y es el medio por el cual el trabajo se enajena.
Con estos elementos se resuelven varias antinomias:
La economía política parte del trabajo como de la verdadera sustancia de la producción y no le da
nada al trabajo y todo a la propiedad privada. Esta contradicción es la contradicción del trabajo enajenado
consigo mismo. Proudhon falla a favor del trabajo.
El salario y la propiedad privada son idénticos; en consecuencia un aumento forzado de los salarios
no acabaría con la enajenación del trabajo; la igualdad de salarios sólo transforma la relación actual del
obrero con su trabajo en la de todos los hombres con el trabajo. El salario es una consecuencia directa del
trabajo enajenado y el trabajo enajenado la causa directa de la propiedad privada.
De la relación del trabajo enajenado con la propiedad privada se deriva que la emancipación de la
sociedad de la propiedad privada, de la servidumbre, etcétera, toma la forma política de la emancipación de
los trabajadores porque ella contiene la emancipación universal del hombre y porque toda relación de
servidumbre tiene como base la relación del obrero con la producción
Se plantean aquí dos problemas:
(1) Determinar la naturaleza de la propiedad privada en su relación con la propiedad verdaderamente
humana, social y
(2) ¿Cómo llega el hombre a extrañar, a enajenar su trabajo?

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CAPITULO III

Segundo Manuscrito

Con base en el concepto de “esencia natural humana” Marx analiza ahora la relación trabajo
asalariado-capital.
La relación de la propiedad privada.
En el trabajador se da el hecho subjetivo de que el capital es el hombre que se ha perdido totalmente a
sí mismo.
En el capital se da el hecho objetivo de que el trabajador es el hombre que se ha perdido totalmente a
sí mismo.
El trabajador produce el capital; el capital le produce a él; se produce, pues, a sí mismo y el hombre,
en cuanto trabajador, en cuanto a mercancía, es el resultado de todo el movimiento.
El hombre sólo existe en esta relación como trabajador. Su esencia humana [propiedades humanas]
existe enajenada bajo la forma de capital.
La producción no produce solamente al hombre como mercancía la mercancía-hombre, el hombre en función de
mercancía; lo produce en esta calidad como un ser espiritual y físicamente deshumanizado. 6
La relación de la propiedad privada contiene latentes la relación de la propiedad privada en cuanto a trabajo, la
misma relación como capital y las relaciones mutuas de ambos. Existe la producción de la actividad humana en
cuanto a trabajo, esto es, una actividad extraña a sí misma, al hombre y a la naturaleza y, por tanto, a la
conciencia y al flujo de la vida: la existencia abstracta del hombre como simple trabajador que, por consiguiente,
puede caer todos los días de su vacío pleno al vacío absoluto, en la no-existencia social y por consiguiente real.
Por otra parte, está la producción del objeto de la actividad humana como capital, en el que se ha extinguido toda
determinación natural y social del objeto y ha perdido la propiedad humana su cualidad natural y social (es decir,
ha perdido toda ilusión política y social, no se mezcla con ninguna relación aparentemente humana), que también
permanece él mismo en los más diversos modos de existencia natural y social y es indiferente respecto de su
contenido real. Esta oposición lleva a su culminación, y necesariamente la culminación, la cúspide y la
decadencia de toda la relación. 7
La relación de la propiedad privada es trabajo, capital y la relación entre ambos.
El movimiento que estos elementos han de recorrer es el siguiente:
Primeramente: Unidad inmediata y mediata de ambos.
Capital y trabajo primero aún unidos, luego separados y extrañados, pero exigiéndose y aumentándose
recíprocamente como condiciones positivas.
Oposición de ambos. Se excluyen recíprocamente; el trabajador sabe que el capitalista es la negación de su
existencia y viceversa; cada uno de ellos trata de arrebatar su existencia al otro.
Oposición de cada uno de ellos consigo mismo. Capital igual trabajo acumulado igual trabajo. Como tal
descomponiéndose en sí mismo y sus intereses, así como éstos a su vez se descomponen en intereses y beneficios.
Sacrificio total del capitalista. Cae en la clase obrera así como el obrero -aunque sólo excepcionalmente- se hace
capitalista.
Trabajo como momento del capital, sus costos. El salario, pues, sacrificio del capital.
Trabajo se descompone en sí mismo y en salario. El trabajador mismo, un capital, una mercancía. Colisión de
oposiciones recíprocas.8

6
Marx,Carlos, Manuscritos económico.filosóficos de 1848, pp. 85-86
7
Ibíd., pp. 86-87
8
Ibid., p. 92
40
CAPITULO IV

Tercer Manuscrito

Marx desarrolla aquí la idea de que el comunismo es el desenlace necesario del desenvolvimiento de la
contradicción; propiedad privada-trabajo.
La propiedad privada y el trabajo.
La naturaleza subjetiva de la propiedad privada –propiedad privada dinámica para sí, como sujeto, como persona-
es el trabajo...9
La esencia subjetiva de la propiedad privada es el trabajo. En las fases anteriores del desarrollo de la
propiedad privada este hecho permanece oculto y se considera a la propiedad privada como una cosa, como
algo exterior al hombre. En el régimen capitalista se dan las premisas para que la economía clásica descubra,
tras la apariencia material de la propiedad privada, su esencia subjetiva. Es así como una de las principales
aportaciones de la economía clásica es el reconocimiento del trabajo como esencia de la propiedad privada.
La economía clásica empieza con la apariencia de reconocer al hombre; en su desarrollo, al reconocer
al trabajo como la única fuente de riqueza, niega al hombre y se convierte en una teoría de carácter
antihumano. Su cinismo aumenta conforme se desarrolla la industria.
Toda riqueza se ha convertido en riqueza industrial, la riqueza del trabajo; y la industria es trabajo concluido, tal
como el sistema industrial es la cualidad de la manufactura –del trabajo- en su madurez, y tal como el capital
industrial es la forma objetiva concluida de la propiedad privada.
Vemos cómo sólo ahora puede la propiedad privada consumar su dominio sobre el hombre y convertirse en su
forma más general en un poder histórico-mundial. 10
La propiedad privada y el comunismo.
La oposición no propiedad-propiedad sólo puede ser aprehendida en su conexión activa, en su
relación interna, cuando se entiende como la antinomia de capital y trabajo.
Por tanto, aunque existente desde la disolución de la comunidad primitiva, la esencia de la propiedad
privada sólo puede ser captada en la fase superior de su desarrollo, en el régimen de producción capitalista.
Es también en esta fase durante la cual dicha contradicción avanza inexorablemente hacia su
resolución.
La superación de la enajenación sigue el mismo camino que la autoenajenación:
1) Se considera a la propiedad en su aspecto objetivo, pero teniendo como su fuente al trabajo; por lo
tanto la superación de la enajenación debe ser la superación del capital en cuanto tal (Proudhon). Esta
consideración sirve de base a la primera forma que adopta el comunismo, movimiento éste de superación de
la enajenación.
Esta primera forma del comunismo es sólo una generalización y consumación (no-superación) de la
relación trabajo asalariado-capital. Pregona la conversión de todos los hombres en trabajadores asalariados y
del capital en propiedad privada de la comunidad y la igualdad de los salarios. La abolición del capital en
cuanto tal significa literalmente la destrucción de aquello que no sea posible poseer por todos como propiedad
privada; significa, por tanto, la destrucción de todas las fuerzas esenciales del ser humano desarrolladas
durante el capitalismo y la reducción de todos los hombres al mínimo nivel de vida; es una regresión a la
simplicidad antinatural del hombre pobre y sin necesidades que no sólo no ha superado la propiedad privada,
sino que ni siquiera la ha podido alcanzar.
La comunidad es sólo una comunidad de trabajo, y una igualdad de salarios que paga el capital comunal: la
comunidad como fuente universal. Los dos lados de la relación son elevados a una universalidad imaginaria: el
trabajo como un ámbito en el que se coloca todo el mundo, y el capital como la universalidad reconocida y el
poder de la comunidad.11
2) El comunismo a) todavía de naturaleza política: democrático o despótico b) con la superación del Estado, aún
incompleto y todavía afectado por la propiedad privada (es decir, por la enajenación del hombre). En ambas
formas el comunismo es la reintegración del hombre a sí mismo, la superación de la autoenajenación humana;
pero puesto que aún no ha aprehendido la cualidad positiva de la propiedad privada al igual que la naturaleza
humana de la necesidad, permanece esclavo de ella y corrompido por ella. Ha aprehendido el concepto, pero no
su contrariedad.12
3) El comunismo como la superación positiva de la propiedad privada.
El desarrollo de la contradicción trabajo asalariado-capital desemboca necesariamente en su
superación, en el comunismo.
El comunismo es, por tanto:
La superación positiva de la propiedad privada como autoenajenación humana [El restablecimiento de
la propiedad común],
9
Ibíd., p. 93
10
Ibíd., p. 98
11
Ibíd., p. 100
12
Ibíd., p. 102
41
a) la auténtica apropiación de la concretidad humana por y para el hombre,
b) un retorno completo del hombre hacia el hombre como ser social (es decir, humano): retorno pleno
y realizado dentro de todo el desarrollo previo,
c) en cuanto que naturalismo acabado se iguala al humanismo y como humanismo acabado se iguala
al naturalismo,
d) es la solución genuina del conflicto entre el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el hombre,
la verdadera resolución de la lucha entre la existencia y la esencia, entre la objetivación y la
autoconfirmación, entre la libertad y la necesidad, entre el individuo y la especie;
e) es el enigma resuelto de la historia y sabe que él es la solución;
f) es la anulación de la autoenajenación humana.
Toda la historia es, por tanto, el hecho real de su génesis (el del origen de su existencia empírica) como su
conciencia racional: es el proceso aprehendido y conocido de su devenir... 13
El movimiento revolucionario [el proceso por el cual la relación trabajo asalariado-capital desemboca
en el comunismo] encuentra su base empírica y científica en el desarrollo de la propiedad privada, más
exactamente en la de la economía.
La propiedad privada material es el reflejo sensorial de la vida humana enajenada [Es la propia
esencia humana enajenada]. El desarrollo de la propiedad privada (producción y consumo) es el reflejo
sensorial del proceso de enajenación del hombre. La religión, la familia, el Estado, la ley, la moralidad, el arte,
la ciencia, etcétera, son modos particulares de producción y, por tanto, formas particulares de la enajenación
humana. La supresión positiva de la propiedad privada como la apropiación de la vida humana es la
supresión positiva de toda enajenación; la supresión positiva de la propiedad privada es la supresión de la
enajenación económica en primer lugar, y como consecuencia, de todas las demás formas de enajenación
humana.
En el comunismo, supresión positiva de la propiedad privada:
-el hombre produce al hombre
-el objeto es la realización directa de la individualidad del hombre y a la vez de la existencia del otro
hombre,
-el carácter social [colectivo] es el carácter total del movimiento,
-el hombre crea a la sociedad y la sociedad crea al hombre,
-la actividad y el consumo son sociales[colectivos],
-la apropiación de la naturaleza es socia [colectiva]l,
-la existencia natural del hombre se convierte en su existencia humana en la sociedad [colectividad],
-la naturaleza se convierte en hombre [re-unión del hombre y la naturaleza] en la sociedad
[colectividad],
De este modo la sociedad [colectividad] es la unidad consumada en cualidad del hombre y naturaleza –la
verdadera resurrección de la naturaleza-, el naturalismo del hombre y el humanismo de la naturaleza realizados a
plenitud.14
-la existencia individual es directamente actividad social [colectiva],
-la conciencia individual es directamente conciencia social [colectiva],
-la conciencia social es la forma teórica de la comunidad [colectividad] real,
-la apropiación de la esencia natural del hombre se realiza de una manera total a través de sus relaciones
humanas con la realidad: ver, oír, olfatear, gustar, sentir, pensar, juzgar, percibir; todas las cualidades del
ser individual son órganos directamente sociales [colectivos] que se relacionan de una manera humana con el
objeto,
-se da la emancipación de todos los sentidos y cualidades humanas,
-se realiza la conversión (o restauración) de todos los sentidos en subjetiva y objetivamente humanos,
-se produce la conversión para el hombre del objeto en objeto humano u hombre objetivo al
convertirse el objeto en objeto social [colectivo],
-el mundo objetivo se hace en todas partes para el hombre en sociedad [colectividad],
-todos los objetos se hacen para él objetivación de sí mismo, se convierten en sus objetos,
-las fuerzas esenciales del ser humano [sus capacidades productivas], que están constituidas por la
estructura industrial, se volverán humanas (serán reapropiadas por el hombre) en sociedad[colectividad]. El
desarrollo de la industria –condicionado por el desarrollo de las ciencias naturales- ha preparado la
emancipación humana aunque directamente y en forma preponderante les ha correspondido consumar la
deshumanización,
-las ciencias naturales se convertirán en la base de la ciencia humana,
-las ciencias de la naturaleza incluirán a la ciencia del hombre lo mismo que la ciencia del hombre
incluirá a las ciencias de la naturaleza: habrá una sola ciencia,
-el hombre es el objeto inmediato de la ciencia de la naturaleza,
-la naturaleza es el objeto inmediato de la ciencia del hombre.

13
Ibíd., p. 102
14
Ibíd., p. 104
42
El socialismo es la autoconciencia positiva del hombre, ya no mediatizada a través de la anulación
religiosa, así como la vida real es la realidad positiva del hombre, ya no mediatizada a través de la propiedad
privada, a través del comunismo.
El comunismo es la posición en cuanto negación de la negación, y es entonces la fase de hecho
necesaria para la próxima etapa del desarrollo histórico en el proceso de emancipación y recuperación
humanas. El comunismo es la forma necesaria y el principio dinámico del futuro inmediato, pero tal
comunismo no es objetivo del desarrollo humano, la estructura de la sociedad humana.
Para Marx, el comunismo es la reapropiación por el hombre de su esencia natural a través del
restablecimiento de la constitución biológica humana y de la propiedad, la producción y el consumo
colectivos y por medio de la abolición de la individualidad y de la restauración del hombre colectivo.
Las facultades físicas y mentales individuales del ser humano se fraguaron en un largo período de
tiempo –el cual se mide por millones de años- y alcanzaron su perfeccionamiento en la que podemos llamar la
última fase de su desarrollo biológico y la primera de su desarrollo social que es la comunidad primitiva,
forma de organización que se prolongó por miles de años; a la comunidad primitiva la sucede el régimen de la
propiedad privada que culmina con la formación económico-social capitalista; en relación con todo el período
de constitución y perfeccionamiento de la naturaleza biológica del hombre, el régimen de la propiedad privada
es tan sólo un instante que tiene como sujetos a los seres humanos ya plenamente formados biológicamente,
y si acaso hay alguna evolución en sus capacidades individuales naturales humanas es sólo como el último
resultado de un impulso proveniente de aquel largo movimiento anterior que se pierde en la noche de los
tiempos.
Lo característicamente humano en la comunidad primitiva lo constituyen las facultades biológicas de
los individuos y la naturaleza colectiva de las mismas. La propiedad privada desgaja al individuo de la
colectividad. Inmediatamente se inicia una existencia más o menos autónoma de los individuos que tiene
como resultado el desarrollo antinatural de las facultades biológicas del hombre (ya sea mediante su
exaltación o por su represión) que conquista su punto culminante en el régimen capitalista en donde todas
esas facultades se encuentran en un estado de descomposición y degeneración; lo típicamente humano del
individuo, que maduró y se consolidó plenamente durante la comunidad primitiva, se ha perdido en el
reinado de la propiedad privada.
Es una evolución paralela, y precisamente por medio del desarrollo antinatural de las capacidades
individuales de los seres humanos, la especie va creando nuevas capacidades cuya peculiaridad radica en
que ahora tienen un carácter colectivo, no individual y que van incorporando las distintas fuerzas de la
naturaleza al ser de aquella hasta conquistar la totalidad de la naturaleza exterior e interiorizársela en la
forma de la estructura industrial capitalista.
No tiene nada de místico ni de misterioso este despliegue dual de la especie: creación de sus capacidades
sociales a costa de la aniquilación de las capacidades de sus individuos. Pero tampoco es difícil de
comprender el desenlace que está implícito en todo ese movimiento: para que la especie pueda subsistir y
desarrollar en toda su extensión sus nuevas capacidades adquiridas es necesario que se restauren las
facultades biológicas humanas de los individuos, es decir, ni más ni menos que aquellas que poseían en el
régimen de la comunidad primitiva; y para que esto sea posible es imprescindible que se nieguen y se
destruyan todas aquellas facultades antihumanas que tomaron el lugar de las verdaderamente humanas.
Esto quiere decir que la propiedad privada, habiendo preparado todos los elementos para el ingreso de la
especie en la etapa superior de su existencia, no ha aportado nada a la naturaleza humana de los individuos
sino que, por el contrario, se las ha sustraído de una manera escandalosa.

43
CAPITULO V

Notas sobre el concepto de esencia natural del ser humano.

La esencia natural del ser humano, su característica esencial como especie, es el trabajo.
El trabajo es la actividad vital consciente, es decir, la actividad consciente a través de la cual el
hombre satisface sus necesidades vitales mediante la transformación de la naturaleza.
Esta actividad es la manifestación de las capacidades físicas y mentales del ser humano, quien las
ejerce actuando sobre la naturaleza con la finalidad de producir los medios necesarios para reconstituirlas.
Las necesidades del ser humano están integradas tanto por el ejercicio de sus facultades físicas y
mentales como por la reconstitución de las mismas.
Lo característico de la actividad productiva es que se realiza conscientemente, es decir, representando
en la conciencia del hombre todos los elementos y fases de la actividad productiva como prerrequisito para la
acción.
A.- Base biológica del trabajo.
La organización corporal del ser humano, la estructura y funciones de sus órganos, sus procesos
orgánicos y psíquicos, su sensoreidad, su fisiología, sus propias necesidades, están en relación directa y
necesaria con su esencia natural que es el trabajo; son producto del trabajo y los medios a través de los
cuales se realiza la actividad vital humana. Las características biológicas de la especie son, por tanto, parte
integrante de la esencia natural humana.
La medida de todas las características biológicas y de las necesidades naturales de la especie humana
es una premisa y resultado del trabajo; es, por tanto, un elemento más de la esencia humana. Esto quiere
decir que las funciones naturales tienen límites bien determinados, más allá de los cuales se convierten en lo
contrario de lo que por su naturaleza son.
Las características biológicas de la especie y su medida han sido dadas por un largo proceso –el de la
constitución de la esencia natural del hombre- que abarca un enorme período de tiempo (para algunos
cuando menos once millones de años).
En sus obras “El origen del hombre” y “El papel del trabajo en la transformación del mono en
hombre”, Darwin y Engels describen minuciosamente las distintas características físicas y mentales que van
adquiriendo las especies progenitoras del ser humano y son otros tantos avances en la constitución de las
capacidades de la especie humana. Esta evolución desemboca en la formación biológica del ser humano como
tal, cuyas características específicas (es decir, las que lo distinguen como especie) son: (1) una constitución
física, una disposición corpórea apta para la producción de sus medios de vida, esto es, para hacer producir a
la naturaleza conforme a sus fines (lo que es diametralmente opuesto a la actividad meramente apropiatoria,
recolectora, de las especies inferiores) y (2) el pensamiento, o sea la facultad de representación del objeto y de
las capacidades físicas del sujeto en el interior del mismo como medio para dirigir su actividad hacia la
transformación y la apropiación de aquel, lo cual es lo contrario de la vida fundamentalmente instintiva de
las especies inferiores.
Las características físicas específicas del ser humano según Engels y Darwin, son:
-Posición erecta, por la cual las extremidades inferiores se especializan en la locomoción y las
superiores quedan libres, en posibilidad de adquirir otras funciones.
-Las manos como instrumento por excelencia para la transformación y apropiación del objeto.
-Los sentidos altamente desarrollados para captar con mayor precisión los objetos exteriores.
-El cerebro, como centro rector de los procesos anímicos, plenamente desarrollado, con una enorme
capacidad de energía nerviosa para sus funciones específicas.
-Todos los cambios (fisiológicos, funcionales, orgánicos, etcétera) que en el organismo traen consigo los
cuatro anteriores en virtud de las leyes de la correlación del crecimiento.
La especialización de las manos del mono en ciertas funciones distintas de la locomoción (al trepar a
los árboles, al recoger y comer sus alimentos, etcétera) crea y fomenta la tendencia a la adopción de la
posición erecta; la consecución de esta, a su vez, deja las manos libres para adquirir mayor destreza y
habilidad en sus funciones tradicionales y para desarrollar nuevas funciones; la postura erecta se convierte
en una necesidad del mono antropoide. La mayor habilidad y destreza de las manos, así como las nuevas
funciones que ellas van adquiriendo al penetrar más profundamente en la naturaleza del objeto, determinan
un gran progreso de los sentidos (vista y tacto, fundamentalmente); el mono antropoide adquiere un
conocimiento más completo de las características del objeto exterior que se apropia y de las capacidades
físicas de su organismo que puede poner en obra para esa apropiación. Todas estas transformaciones
redundan en cambios de la estructura de la mano que la hacen más apta para sus nuevas funciones. El
cerebro del mono recibe, a través de los sentidos, una mayor cantidad de datos acerca de un mayor número
de objetos y fenómenos exteriores, los cuáles debe clasificar, organizar y almacenar para su utilización
futura; además, debe coordinar y dirigir todas las nuevas funciones orgánicas destinadas a la apropiación de
los objetos; es evidente que en estas circunstancias las funciones del cerebro se amplían y perfeccionan. Todo
44
este proceso, por el cual se van constituyendo las características específicas del ser humano, es el resultado
de la actividad del mono para satisfacer sus necesidades elementales.
El desarrollo de las características específicamente humanas y del objeto son los dos extremos de una
contradicción que se engendran mutuamente y cuyas relaciones son de unidad y lucha; el perfeccionamiento
de las capacidades del mono antropoide hace más extenso y profundo el campo de la naturaleza que es objeto
de su actividad, es decir, provoca la ampliación del objeto; por su parte, el crecimiento del campo de acción de
su actividad impulsa hacia un punto más alto las capacidades del mono.
Son características mentales específicas del ser humano, de acuerdo con Engels y Darwin:
-la memoria de acontecimientos pasados,
-previsión,
-razón e
-imaginación,
las que se traducen en la capacidad de hacer abstracciones, formar conceptos generales, tener conciencia,
etcétera.
El mejoramiento de estas capacidades, al llegar a un punto determinado, hace necesario el
establecimiento del lenguaje, el cual a su vez se convierte en un potente acelerador del proceso de
perfeccionamiento de las capacidades mentales.
El desenvolvimiento de las capacidades mentales del ser humano tiene su origen en la actividad
práctica cotidiana realizada sobre la naturaleza con el fin de satisfacer sus necesidades y es, al mismo
tiempo, el medio para que el ser humano perfeccione, amplíe y profundice su actividad práctica.
Esta es la característica especial que lo distingue de las restantes especies animales superiores las
que, en lo fundamental, aunque habiendo llevado más o menos a un alto nivel las características
mencionadas, regían su actividad por los instintos, no producían sus medios de vida ni instrumentos, ni
habían estructurado el lenguaje.
El paso del mono al hombre se caracteriza porque las facultades mentales, que ya existían en germen,
toman un gran impulso que las hace elevarse hasta niveles altísimos, siempre en torno a la actividad práctica
tendiente a obtener los medios de vida. Al final de este proceso quedan constituidos los elementos mentales
de la naturaleza biológica del hombre.

B. Base social del trabajo.


La forma de organización social colectiva es la que sirve de base al trabajo. Esta se integra por una
fuerza colectiva de trabajo, la propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de producción, una
actividad productiva y una de consumo colectivas, una organización y dirección colectivas del trabajo
colectivo y una conciencia colectiva. El trabajo y la naturaleza biológica, elementos constitutivos de la esencia
natural del ser humano, tienen como condición imprescindible de su existencia la forma de organización
colectiva; ésta es también integrante de la esencia natural del ser humano. La vida colectiva es premisa y
resultado de la esencia natural del ser humano.
La constitución de las características fundamentales de la esencia humana se dio dentro de los
marcos de una forma de organización colectiva; en una relación de mutuo impulso, se perfeccionaron tanto la
esencia humana como la vida colectiva de la especie.
La forma de organización social colectiva tiene como fundamento la subsunción del individuo en la
colectividad; la conciencia y la actividad individuales pertenecen a y están determinados plenamente por una
conciencia y una actividad colectivas.

C. El proceso del trabajo


El proceso del trabajo se compone de las siguientes instancias:
(a) Representación, en la conciencia de la comunidad, de sus necesidades vitales, sus fuerzas y
capacidades, las fuerzas totales de la naturaleza y los objetos medios y procesos que se requieren para
satisfacer aquellas necesidades.
(b) Organización y dirección colectivas de la acción práctica de la comunidad, que son la expresión de
una voluntad colectiva cuya motivación proviene de la fase a).
(c) Actividad práctica colectiva sobre la naturaleza (realizada a través de la fuerza colectiva de trabajo):
producción (apropiación) y consumo comunes, mediada por y a su vez mediadora de a) y b).
(d) Representación mental, en la conciencia individual-social, de la necesidad vital del individuo, de las
necesidades vitales de la comunidad, de su fuerza individual de trabajo, de la fuerza colectiva de trabajo, de
la subsunción de aquella en ésta, de las fuerzas totales de la naturaleza y del plan de organización y dirección
colectivas. Esta representación en el individuo está plenamente determinada por la representación en la
conciencia colectiva. La conciencia individual está subsumida en e indiferenciada de la conciencia colectiva.
(e) Impulso psíquico a la acción que se manifiesta como un deber incuestionable derivado de la
voluntad superior de la colectividad; la voluntad individual se encuentra subsumida en e indiferenciada de la
voluntad colectiva.
(f) Actividad práctica individual encaminada a la apropiación del mundo exterior (producción y
consumo) en colectividad con los demás individuos de la comunidad; la acción individual está subsumida en

45
la actividad colectiva. La fuerza de trabajo individual subsumida en e indiferenciada de la fuerza colectiva de
trabajo. Esta actividad individual es mediada por y a su vez mediadora del movimiento de a) a e).
El sujeto del proceso de trabajo es la colectividad. La conciencia, impulso a la acción y actividad
individuales son directamente sociales; no tienen autonomía, pues son sólo la encarnación o manifestación
de la conciencia, voluntad y acción colectivas. El individuo no tiene por tanto existencia propia sino una
existencia derivada de la colectividad, quien es el verdadero sujeto del proceso.
El resultado del paso a) a b) es el desarrollo del sujeto –de su capacidad de transformación consciente
de la naturaleza- y el del objeto –que significa la conversión de áreas más extensas y profundas de la
naturaleza en campos del dominio humano-.
El proceso del trabajo, tal y como ha sido descrito, es también un elemento constituyente de la esencia
natural del ser humano.
La esencia de la naturaleza humana está compuesta, según ha quedado establecido, por la naturaleza
biológica, la base social y el proceso de trabajo. Estos tres elementos se condicionan mutuamente, de tal
manera que no pueda existir ninguno de ellos sin los otros ni la esencia natural humana sin la concurrencia
de los tres.
Todos los elementos que forman la esencia natural del ser humano se constituyeron y perfeccionaron
en un largo período de tiempo (once millones de años según algunos) y se consolidaron en la época de los
albores de la historia humana, durante la comunidad primitiva.

D. Desarrollo histórico del trabajo y de sus condiciones de existencia.


Las características esenciales de la naturaleza humana se consolidaron dentro de la comunidad
primitiva.
En ella cada individuo actúa como órgano de una entidad superior, la colectividad; su fuerza de
trabajo está subsumida en una fuerza de trabajo colectiva; la producción y reproducción de su vida son una
funciones sociales.
1.- El individuo actúa conforme a su esencia natural y desarrolla sus fuerzas y capacidades
individuales:
a) Produce, usa y perfecciona sus instrumentos (que pueden ser de producción o de consumo) a través
del proceso de trabajo reseñado anteriormente; el instrumento es una extensión de su corporeidad física y al
mismo tiempo un órgano de la fuerza colectiva de trabajo. Por tanto, su actividad individual es un
componente de la actividad social.
A través de esta actividad:
-Perfecciona sus capacidades físicas y mentales y con ello la esencia biológica del individuo y la base
de las mismas.
-Generaliza la producción y uso del instrumento perfeccionado, desarrollando así las capacidades
físicas y mentales, la esencia biológica de la especie; las capacidades del individuo se convierten en
características de la especie.
-Crea un acervo de conocimientos relativos a la producción y uso de instrumentos y, en consecuencia,
sobre sus fuerzas naturales y las fuerzas de la naturaleza, el que se convierte en patrimonio común de la
especie.
b) Produce, usa y perfecciona el instrumento colectivo (redes, vgr.)
c) Produce directamente su vida mediante la asimilación (consumo) de los objetos que le son
proporcionados por la comunidad; lo hace por medio de una acción como la descrita en el análisis del proceso
del trabajo; produce y reproduce por tanto su esencia orgánica (biológica, fisiológica, etcétera) ya descrita y
con ello las bases de su actividad esencial y de su vida colectiva. La medida fisiológica del consumo está dada
por la estructura biológica y la de ésta por el proceso de trabajo y la organización social.
d) Actúa, fusionando con las de los otros individuos su fuerza de trabajo y su instrumento, para
apropiarse los productos de la naturaleza (recolección) e incluso para hacerla producir (formas primitivas de
agricultura y ganadería). Igualmente, para producir otras condiciones de existencia: vivienda, vgr. En fases
superiores, también la producción de sus instrumentos llega a ser social pues se establece para ello una
primitiva división del trabajo entre los miembros de la tribu. Da así a su fuerza de trabajo individual el
carácter de una fuerza de trabajo directamente social, colectiva. Pone en obra en forma armónica,
promoviendo de esta manera el perfeccionamiento de todos estos aspectos de la esencia natural humana, el
proceso de trabajo, su base biológica y su sustento social colectivo.
La fuerza productiva es en está época aún muy pequeña: las fuerzas y capacidades físicas del
individuo, su mezquino instrumento que representa el dominio apenas sí de la epidermis de la naturaleza y
las fuerzas y capacidades de la cooperación. Las fuerzas y procesos naturales que el hombre aprovecha o
pone en marcha para producir son también las más sencillas y superficiales.
e) El individuo actúa colectivamente de acuerdo con lo establecido en la descripción del proceso del
trabajo. Fomenta así las condiciones de la vida colectiva (organización social colectiva) que son la base del
trabajo humano y de la naturaleza biológica del hombre.
2. La colectividad actúa de acuerdo a la esencia natural de la especie organizando y dirigiendo
conscientemente la producción y el consumo sociales conforme a las instancias del proceso del trabajo ya
46
reseñadas. Organiza y dirige la vida colectiva como un todo, con lo que garantiza las bases del proceso de
trabajo y de la estructura biológica del individuo.
La esencia natural de la especie humana se forjó, como vemos, a través de la organización colectiva de
la sociedad; es por eso que la vida colectiva constituye también una característica imprescindible de la
esencia natural del hombre.
En todo el período señalado la esencia natural del individuo y de la especie se desenvuelven y
perfeccionan en un movimiento armónico de mutuo engendramiento.
La evolución ascendente de la esencia natural del individuo y de la especie llega a un punto en el que
da como resultado (en virtud del incremento de la productividad) la disolución de la tribu en familias (gens):
-se inicia así la anulación de las condiciones colectivas de vida, elementos integrantes de la esencia
natural del ser humano;
-igualmente comienza el desarrollo autónomo de las capacidades y de los instrumentos individuales,
desgajados éstos de su base social colectiva e incluso opuestos a ella;
-empieza, como consecuencia de lo anterior, un proceso de anulación y degeneración de todos los
elementos y condiciones de la esencia natural humana.
Este movimiento remata en la constitución de una sociedad de pequeños productores, antecedente
inmediato de la sociedad capitalista.
En la sociedad capitalista las capacidades e instrumentos individuales, producto de toda la época
anterior, se incorporan a la máquina; se multiplican y profundizan las fuerzas naturales que forman el campo
de acción de la fuerza de trabajo (Ver “El Capital”, t. I, Capítulo XIII, Maquinaria y gran industria).

E. La esencia natural del ser humano en la sociedad capitalista.


1. Base material.
El régimen de producción capitalista está constituido por una masa de medios e instrumentos de
producción y bienes de consumo cuya propiedad está fraccionada entre cierto número de individuos que
forman una exigua minoría de la sociedad, por una multitud de individuos que carecen de propiedad sobre
los medios e instrumentos de producción y únicamente la tienen sobre su fuerza de trabajo, por la relación
que entre ambos grupos sociales se establece en la esfera de la producción, es decir, la exacción a los
trabajadores de trabajo excedente y su acumulación creciente como capital en manos de los capitalistas, por
la determinación de los productos como mercancías, por la naturaleza de los instrumentos de producción
como máquinas complejas que realizan funciones físicas y mentales y por el carácter del trabajo de los
obreros que es totalmente abstracto, sin contenido alguno.
2. Base social.
La organización social capitalista está integrada por una clase de propietarios privados independientes
que detentan individualmente fracciones de los medios e instrumentos de producción, por una masa de
fuerzas individuales de trabajo autónomas e independientes entre sí y por una multitud de conciencias y
voluntades individuales también independientes, autónomas y sustantivadas.
Existe en el capitalismo una comunidad formada por la asociación de los capitalistas privados. Esta
comunidad tiene, como tal, la propiedad sobre las condiciones generales de la existencia y reproducción del
régimen de producción capitalista. También existen una conciencia y una voluntad de esa comunidad que
son la representación de las condiciones generales de existencia del régimen de producción capitalista y la
determinación de mantenerlas y desarrollarlas. En una palabra, esa comunidad es el Estado capitalista.
Esta forma de organización social es la antítesis de la forma colectiva, base y fundamento de la esencia
natural del ser humano, tal y como ya lo explicamos anteriormente. Es, en sí, la negación de uno de los
elementos de la naturaleza esencial del hombre y, por tanto, de ésta en su totalidad. En efecto, genera,
desarrolla e impulsa necesariamente la anulación del trabajo humano y la descomposición y degeneración de
las características biológicas del hombre, es decir, provoca la anulación de la esencia natural del ser humano.
3. Proceso de trabajo
El proceso de trabajo tiene, en el régimen de producción capitalista, las siguientes instancias:
-El obrero es un ser apremiado por sus necesidades vitales individuales, autónomas y sustantivadas.
El motor de su actividad es la satisfacción individual de esas necesidades. La fuerza individual de trabajo es
sustantivada, tiene vida propia, es decir, no es parte indiferenciada de una fuerza colectiva de trabajo que
satisface las necesidades sociales de la especie. La conciencia del individuo, igualmente, no es una parte
indiferenciada de la conciencia colectiva que se representa las necesidades sociales, sino una conciencia
individual que se representa las necesidades individuales como punto de partida y finalidad de su actividad.
-Las fuerzas y capacidades individuales del trabajador son un medio para satisfacer sus necesidades
individuales sustantivadas. No constituyen una porción indiferenciada de las fuerzas y capacidades sociales
de la especie que actúa orgánicamente fundida con los demás trabajadores para la realización del trabajo
colectivo y la satisfacción de las necesidades sociales. La conciencia individual del obrero se representa esas
fuerzas y capacidades individuales como de su propiedad y al servicio de sus necesidades individuales.
-Los medio e instrumentos de producción fraccionados entre los propietarios privados son una
propiedad ajena al obrero con la que tiene que relacionarse diariamente para obtener los medios de
subsistencia necesarios. No son un todo único propiedad de la colectividad que satisface

47
precondicionadamente las necesidades de sus integrantes. El trabajador se representa en su conciencia a sí
mismo y a los medios de producción como entes separados y ajenos.
-La actividad por la cual se relacionan las capacidades del obrero con la parte de la máquina o proceso
a la que está adscrita es la manifestación de su fuerza individual de trabajo. No es la actividad individual
fundida indisolublemente con las demás fuerzas de trabajo formando una fuerza colectiva que actúa como un
todo sobre la totalidad de los medios e instrumentos de producción.
-La cooperación forzada por el capital entre varios obreros individuales para actuar sobre los medios e
instrumentos de producción detentados por un propietario privado no es la unión natural-humana que brota
directa y espontáneamente de la vida colectiva y que al mismo tiempo es su presupuesto.
-La fuerza de trabajo del obrero es una mercancía enajenable que se intercambia por el equivalente de
sus medios de subsistencia. No se trata de la fuerza individual de trabajo diluida en la fuerza colectiva
(inalienable, por tanto) que recibe los medios de vida a través de la colectividad.
-El resultado del trabajo del obrero es un objeto que pertenece al propietario de los medios e
instrumentos de producción. No es el producto indiferenciado de una fuerza colectiva de trabajo que entra al
fondo colectivo, ya sea como medio de producción o medio de consumo.
-El capitalista, por su parte, es poseedor de sus necesidades vitales individuales sustantivadas, entre
las que sobresale la necesidad imperiosa de acumular.
-La forma de satisfacerlas es a través de la exacción de trabajo excedente, es decir, de la explotación
de los trabajadores.
-Para él las necesidades vitales del obrero individual son el medio para establecer la unión entre la
fuerza individual de trabajo y la parcela de los medios e instrumentos de producción que le pertenecen.
-Las fuerzas y capacidades individuales de los obreros son los instrumentos mediante los cuales se
valoriza el capital.
-Su capital (medios e instrumentos de producción) es una propiedad cuya finalidad es incrementarse
incesantemente a través del intercambio con el trabajo vivo.
-La actividad productiva del obrero es para el capitalista el uso de uno de los elementos del capital
productivo de su propiedad.
-Su actividad principal es como organizador y director del proceso productivo, en la cual emplea
necesariamente la violencia física y moral para reunir las fuerzas de trabajo individuales de los obreros y
obligarlos a realizar las funciones productivas que les asigna.
-La fuerza de trabajo de los obreros es, para el capitalista, una mercancía que existe en el mercado
junto a las demás mercancías.
-Otra instancia más del proceso capitalista de trabajo es la organización y dirección del trabajo
privado como una función del capitalista individual o de sus empleados a sueldo. Esta función se basa, por
necesidad, en la violencia física y moral que se ejerce sobre el obrero individual quien, precisamente en virtud
de su autonomía e independencia, tiende a sustraerse a la voluntad del capitalista. La violencia moral
consiste también en el halago a los placeres de los obreros como un medio de someterlos a la disciplina del
trabajo asalariado.
-El obrero y el capitalista se representan en su conciencia individual todas estas instancias y
desarrollan la actividad práctica individual a que aquella los impulsa.
-El obrero la realiza para, en cooperación forzada por el capital con otros obreros, relacionarse con la
fracción de medios e instrumentos de producción que pertenecen al capitalista privado que los contrata y
efectuar la función cuyo resultado es producir bienes en los que se materializa un valor valorizado (proceso
de valorización del capital). Se trata de una fuerza de trabajo individual, sustantivada y autónoma que es
puesta a funcionar por el capital (por un propietario privado) reuniéndola con las otras fuerzas individuales
de trabajo y con la parte de los medios de producción de su propiedad para producir bienes que le son ajenos.
No es la fuerza individual fundida en una fuerza colectiva que actúa sobre medios e instrumentos de
producción colectivos.
-En esta actividad el obrero produce trabajo excedente que se apropia el capitalista, quien lo convierte
en trabajo acumulado y lo emplea como medio para extraer más trabajo excedente. No es la actividad
individual indiferenciada de la actividad colectiva a través de la cual el individuo produce y reproduce en
colectividad los medios e instrumentos colectivos de trabajo y el fondo colectivo de consumo.
-Esta actividad se basa en la maquinización de la producción. La maquinización capitalista de la
producción genera directamente la anulación, atrofia y descomposición de los procesos y la estructura
orgánica de los individuos. No es la actividad en colectividad a través de la cual se manifiestan y reproducen
las características biológicas de la especie.
El capitalista organiza y dirige el proceso de trabajo que se realiza con los elementos productivos de su
propiedad. La base de esta actividad del capitalista es, por necesidad, la férrea violencia física y moral
ejercida sobre los obreros individuales.
-Otros elementos más del proceso capitalista del trabajo son:
La organización y dirección de la actividad práctica de la comunidad de los capitalistas privados y la
acción práctica de la comunidad, a través del Estado, para mantener y desarrollar las condiciones generales
de existencia del régimen de producción capitalista.
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4. Base biológica del trabajo en la sociedad capitalista.
Ya vimos que la naturaleza biológica del hombre se constituyó y perfeccionó en interacción con la
forma de organización social colectiva y el proceso colectivo de trabajo; la comunidad primitiva fue el estadio
social en el que todos estos factores se consolidaron como integrantes de la esencia natural humana.
Al disolverse la comunidad se desintegraron la organización colectiva de la sociedad y el proceso
colectivo del trabajo; se instauraron en su lugar el régimen de la propiedad privada, la organización social con
base en el propietario privado y el proceso privado de trabajo.
Este movimiento culmina con el establecimiento del individuo (pequeño productor agrícola, industrial,
intelectual y artístico) como el basamento de la sociedad; remata, por tanto, en la época de la disolución del
régimen feudal.
A lo largo de este desarrollo, la naturaleza biológica del hombre, privada de sus pilares de
sustentación (organización social colectiva y trabajo colectivo), se ve sometida a un proceso de degeneración
conforme a lo siguiente:
a) Capacidades físicas y mentales.
Al desintegrarse la colectividad, las capacidades físicas y mentales del ser humano quedan libres y se
desarrollan autónoma e independientemente con cada individuo.
Su destino cambia radicalmente: ya no están enlazadas directamente a la comunidad, sino que ahora
sirven directamente al individuo, quien ya no existe en la colectividad. Por lo tanto, no son ya el resultado ni
la premisa de la esencia natural humana, sino el efecto de la descomposición de la misma y elementos para
su anulación. Es decir, cambia su destino del natural-humano al antinatural –no-humano.
Como el lazo de unión entre las distintas capacidades del individuo es también la colectividad
(organización social y proceso de trabajo), al disolverse ésta se rompe la unidad armónica entre aquellas, las
cuales se desarrollan autónoma e independientemente.
El destino de cada una de las capacidades ya no está ligado armónicamente al de las demás ni, por
tanto, a través de esa unidad, con la colectividad y la esencia natural del ser humano. Su destino es ahora
antinatural y no-humano.
b) Procesos y funciones orgánicas y fisiológicas.
Son la otra cara de las facultades físicas y mentales del ser humano. Experimentan, por tanto, el
mismo proceso que aquellas:
-se desarrollan autónomamente con cada individuo,
-cambia su destino del natural-humano al antinatural –no humano y
-se desintegra la unidad armónica entre ella existente y se trastroca su destino.
c) Órganos y estructura orgánica.
Los órganos y la estructura orgánica son el basamento de los procesos y funciones orgánicas y
fisiológicas y, por tanto, de las capacidades físicas y mentales del ser humano.
Al producirse el proceso de individualización, sustantivación disgregación y funcionamiento
antinatural y no-humano de las capacidades físicas y mentales se quita la base para el funcionamiento
normal, humano de los órganos principales. Puesto que la naturaleza de estos órganos y sus relaciones
recíprocas determinan toda la estructura del cuerpo humano, su funcionamiento anti-natural provoca, por
una especie de ley invertida de la correlación, la descomposición de dicha estructura y su conversión en
antinatural y no-humana.
Al iniciarse el proceso de disolución de la esencia natural del ser humano se sientan las premisas para
el desarrollo autónomo de los individuos, la atrofia o hipertrofia, de acuerdo con el desarrollo individual, de
las capacidades físicas y mentales del ser humano individual, la adscripción de cada una de las facultades
físicas y mentales a individuos distintos con la consiguiente anulación de todas las demás, la atrofia e
hipertrofia de los procesos orgánicos y fisiológicos, la descomposición de la unidad armónica entre los
distintos procesos y funciones, la degeneración de los órganos fundamentales, la descomposición de toda la
estructura orgánica del ser humano individual y, en suma, la degeneración y descomposición de la
naturaleza biológica del ser humano.
El régimen de pequeños productores dueños de sus propios medios e instrumentos de producción
constituye, tal y como lo llevamos explicado, el remate de la primera fase de un proceso de degeneración y
descomposición de la esencia natural humana que tiene su culminación en la sociedad capitalista; es, por
tanto, un régimen antinatural y no-humano.
En él se lleva hasta sus últimas consecuencias el desarrollo de las capacidades individuales y, por
tanto, de los instrumentos individuales. Se produce en él el proceso que hemos expuesto de degeneración y
descomposición de la naturaleza biológica del hombre.
A partir de la pequeña producción de mercancías se engendra el régimen de producción capitalista.
Los métodos de producción de plusvalía relativa son el medio para realizar la supeditación real del
obrero al capital. La supeditación real del obrero se lleva a cabo por el paso de sus capacidades físicas y
mentales individuales (altamente perfeccionadas en la etapa anterior) de su corporeidad física hacia el
capital. El método superior de producción de plusvalía relativa es la producción maquinizada; en la máquina
se concentran todas las capacidades físicas y mentales que le han sido sustraídas al obrero. Los elementos de

49
su antigua esencia se han materializado en la máquina; la industria es la suma total de los elementos de la
esencia natural de la especie humana, por ahora ajenos a ella.
A través de la maquinización de la producción se consuman el proceso de anulación de la naturaleza
biológica del ser humano, integrante de su esencia natural:
-las capacidades físicas y mentales, que sufrieron un proceso de degeneración durante todo el período
de la propiedad privada anterior al capitalismo, pasan del obrero a la máquina, subsistiendo en el individuo
una capacidad abstracta, sin contenido, que se reduce a cuidar, alimentar, etcétera, a la máquina que ahora
reúne todas aquellas capacidades concretas. Se arruinan definitivamente, en el individuo, todas las
capacidades físicas y mentales antiguas integrantes de la esencia natural-humana;
-los procesos orgánicos fisiológicos, que se encuentran ya en una fase adelantada de su degeneración,
son privados también de contenido y orientados hacia el servicio de la máquina, quedando sujetos al
funcionamiento de la misma y convertidos en sus apéndices; con esto se da cima al proceso de desintegración
de la primitiva unidad de los mecanismos biológicos del trabajador y se provoca la anulación de unos y la
exaltación desmedida de otros, de acuerdo con las necesidades de la máquina correspondiente; se pierde por
completo la medida original de los procesos orgánicos;
-como consecuencia de lo anterior, se llega al punto superior en el proceso de degeneración y
descomposición de los órganos y de la estructura orgánica de los trabajadores.
La actividad realizada por el obrero se materializa en trabajo abstracto que, cobrando vida propia, se
acumula como capital que incrementa el cuerpo vivo que ahora son las antiguas capacidades del obrero. El
capital sólo vive a costa de absorber el trabajo abstracto del obrero; de ahí entonces que esta actividad,
antinatural en esencia, engendre los elementos y las condiciones para su mantenimiento y desarrollo como
tal actividad anulatoria de la esencia natural humana; hay una relación de generación recíproca entre ambos
extremos de la contradicción cuyo resultado es un ahondamiento de la degeneración y descomposición de la
naturaleza esencial del hombre.
El capital, en virtud del hambre insaciable de trabajo obrero que posee, absorbe cantidades cada vez
mayores de trabajo abstracto. El resultado de esto es el refuerzo inconmensurable de la relación estudiada y
una intensificación y aceleración del proceso degenerativo que ya hemos apuntado.
El obrero asimila los objetos y las condiciones que garantizan su reproducción como ser vivo
(alimentos, salud, habitación, etcétera). Esta acción tiene como resultado la conservación del obrero en
aptitud para seguir la actividad productiva antinatural que hemos descrito; por tanto, tal asimilación es la
condición para mantener y ahondar la descomposición de la estructura y las funciones orgánicas del
individuo, es decir, la anulación de su esencia natural humana.
En el caso de que el obrero no reciba los objetos ni las condiciones necesarias para la reposición diaria
de su naturaleza degenerada y en degeneración, habrá un desgaste mayor de la fuerza de trabajo, lo que se
traducirá en hambre, enfermedades, etcétera, fenómenos que, además de sus efectos directos sobre la salud
inmediata de los trabajadores, proporcionan un fuerte impulso a la degeneración y descomposición del
organismo humano.
Cuando, en las sociedades industriales avanzadas, el consumo masivo toma carta de naturaleza, los
órganos, funciones y procesos orgánicos de la asimilación trabajan mucho más allá de los límites fisiológicos
que les impone la naturaleza biológica esencial del hombre. Se refuerzan la degeneración y descomposición
del organismo humano.
La unión del individuo con los medios de producción a través de la colectividad y el trabajo colectivo,
son elementos fundamentales de la esencia natural del hombre. El obrero está separado de los medios de
producción y de vida y de los demás trabajadores. Esta separación es el resultado de toda una evolución
histórica que se inicia en la época de la disolución de la comunidad primitiva y remata en el régimen de
producción capitalista; representa la anulación de una condición fundamental para la reproducción y
desenvolvimiento de la esencia natural del hombre, por lo que trae consigo la conversión del trabajo en la
actividad antinatural ya estudiada y la degeneración biológica del individuo y de la especie.
Dada esa separación, el trabajador, para poder conservar su existencia física, es decir, la vida
antinatural a que es condenado por el capital, se ve obligado a buscar, lograr y mantener cotidianamente, en
forma individual, la reunión con los elementos que se le han hecho ajenos, realizando para el capital, en
cooperación forzada con otros trabajadores, la actividad antinatural que es la negación del trabajo humano.
Genera, de este modo, una enorme tensión psíquico-física encaminada hacia la obtención de los
capitalistas, bajo esta base antinatural, de los elementos para la reconstitución de su naturaleza biológica en
degeneración (alimentos, salud, habitación, etcétera). La satisfacción de las necesidades elementales no es ya
una función social, colectiva. Los capitalistas ejercen, a su vez, una presión (violencia) psíquico-física
desmesurada sobre el trabajador individual para obligarlo a realizar la actividad antinatural del trabajo
enajenado en cooperación con otros trabajadores.
Esta sobre tensión y presión psíquico-física a que se ve sometido el trabajador individual colabora
también, en virtud de que hace funcionar todos los procesos orgánicos más allá de sus límites naturales y
fuera de su destino natural, a la descomposición de la estructura y las funciones orgánicas de los individuos
y de la especie; se anula también desde este frente a la esencia natural del hombre.

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El individuo es separado también de las condiciones de su reproducción biológica; la sexualidad se
convierte de una manifestación de su naturaleza humana en un poderoso medio para su anulación. La
conversión de la necesidad sexual humana al principio del placer trastoca todos los mecanismos sexuales de
la reproducción, transformándolos en vehículos de la degeneración de la esencia biológica del hombre.
Los trabajadores son determinados como individuos por el régimen de producción capitalista; cada
uno de ellos es un centro de multitud de intereses concretos cuya satisfacción exige un impulso a la acción
que choca con obstáculos internos y externos. Todo el proceso psíquico-físico de la vida individual tiene por
base una relación desnaturalizada (no colectiva) del individuo con los demás individuos y con los medios e
instrumentos de producción e implica, por tanto, un desgaste desmedido de los órganos y procesos vitales
que se traducen en la descomposición acelerada de sus cuerpos y sus mentes. Pero, además, es opuesta a la
forma de trabajo abstracto que es inherente al régimen capitalista, por la cual el obrero se limita a vigilar el
funcionamiento de la máquina que es la que realiza el trabajo concreto de que se trata. Por tanto, existe una
absoluta contraposición entre la constitución psíquico-física individual de que ha dotado al obrero el régimen
capitalista y la forma de trabajo abstracto que este mismo le exige, de tal manera que se requiere de una
enorme violencia física y moral para unir la individualidad concreta del obrero a la abstracción de la forma de
trabajo capitalista, las cuales se repelen drásticamente; esa contraposición lleva a los mismos resultados que
ya hemos señalado: desgaste y descomposición de los órganos y procesos orgánicos de los trabajadores.
Esta oposición que señalamos nos muestra dos cosas: a) en el régimen capitalista se ha alcanzado la
absoluta contradicción de la propiedad privada, esto es, el obrero como el propietario de sí mismo (individuo,
persona) y la completa desindividualización y despersonalización del trabajo capitalista; el revisionismo saca
de aquí la peregrina conclusión de que por un lado es necesario reducir al individuo a límites “normales”,
“racionales” y, por el otro, ajustar los medios e instrumentos de producción, altamente socializado, a ese
individuo “normal” y “racional” mediante la “autogestión”, la “propiedad por grupos” y la dotación de un
contenido individual para el trabajo capitalista; b) la maquinización y la socialización de la producción han
puesto la base para la constitución de un instrumento colectivo que es la forma más alta que adoptan las
capacidades de la especie; esta forma excluye drásticamente al individuo y la vida individual determinados
por la propiedad privada en su fase superior de existencia que es el régimen capitalista y presupone
precisamente la previa anulación de la individualidad.
La individuación y desindividualización que el régimen capitalista produce necesariamente en el
trabajador lo somete a un estrujamiento entre ambos extremos que se traduce en la aceleración del proceso
de aniquilación de sus características naturales-humanas.
La maquinización y socialización de la producción y la desindividualización del trabajo que ellas
implican, son los gérmenes, aún gravados de su contrario –la parcelización de las fuerzas productivas en
propiedades privadas independientes y la individualización de los trabajadores- de la forma superior que en el
comunismo adquieren ambas: una colectivización total de los medios e instrumentos de producción y del
individuo trabajador.
El régimen capitalista supone y engendra una pequeña producción complementaria de la gran
producción; su fundamento lo es el pequeño productor, categoría en la que englobamos tanto a los pequeños
productores de mercancías propiamente dichos como a los intelectuales, artistas, etcétera, quienes son
poseedores de medios de producción tales como su “inteligencia”, su “sensibilidad”, etcétera.
La actividad que realiza el pequeño productor es antinatural (la negación del trabajo humano
constituyente de la esencia natural del hombre): 1º., porque está desgajada de la vida y de la organización
colectivas de la comunidad, soporte del trabajo humano y de la esencia biológica del individuo y 2º., porque
las antiguas capacidades físicas y psíquicas tienen ahora un desarrollo autónomo, individual, desmesurado,
es decir que sale de los límites estrictos fijados por las bases biológica y social del trabajo. En vista de tales
circunstancias, la actividad productiva del pequeño productor provoca directamente la degeneración y
descomposición del organismo del individuo.
El capitalista, a través de la absorción de fuerza de trabajo de la clase obrera, su acumulación como
capital y su empleo como medio para absorber trabajo vivo produce directamente la anulación del trabajo
humano y la degeneración y descomposición de las características biológicas de la especie y conserva y
refuerza la forma de vida y organización social privada, capitalista, que es el fundamento de aquellas
anulación, degeneración y descomposición mencionadas.
5. La industria moderna y la esencia natural humana.
La industria moderna está formada por las antiguas capacidades físicas y mentales del ser humano
que, en un movimiento histórico, han llegado a independizarse del individuo, a concentrarse y a
materializarse en un cuerpo vivo propiedad de los capitalistas; éste se nutre con el trabajo absorbido a la
clase de los trabajadores. El aparato industrial es el vehículo para la deshumanización del hombre moderno,
es decir, que su existencia y expansión tienen como fundamento y resultado la consumación del proceso de
anulación de la naturaleza esencial del ser humano. Pero al mismo tiempo, puesto que son sus propias
capacidades naturales, sólo que transfiguradas y ahora ajenas a él, la industria moderna representa las
fuerzas esenciales del hombre, las cuales debe reapropiarse para poder así restaurar, sobre una base más
alta, su esencia natural humana.

51
El engendramiento recíproco entre los dos procesos señalados (el desarrollo de la industria y la
deshumanización del hombre) llega al punto en el cual la tensión entre ambos extremos es tal que sólo puede
resolverse con la restauración de la unidad primitiva.
La depauperación creciente se acerca con peligro a una degeneración total e irreversible de la especie
humana y esa situación amenazante tiene su origen en el desarrollo incesante y autónomo, bajo la forma de
capital, de sus antiguas capacidades naturales, es decir, de su esencia natural ahora enajenada y existente
bajo la forma del complejo industrial.
En estas mismas condiciones se crean ineluctablemente las premisas para la reapropiación de su
esencia natural por el ser humano:
1º. La maquinización y la socialización crecientes de la producción constituyen el germen de la forma
superior de la naturaleza humana, es decir, de las capacidades humanas como un instrumento colectivo,
como una unidad productiva no parcelada, sujeta a la dirección de la colectividad.
2º. La desindividualización del trabajo capitalista (trabajo abstracto) es el germen de la forma superior
del trabajo humano como trabajo social directamente aplicado a un instrumento colectivo. Es también, por
tanto, el germen de la anulación del individuo y de la vida individual de los trabajadores y de la
reconstitución de las características biológicas de la especie.
3º. La negación de la naturaleza humana de los trabajadores adquiere en la última fase del
capitalismo un carácter agudo; su descomposición física y mental entra en un pendiente descendente.
4º. La polaridad entre la naturaleza y la vida individual de los trabajadores y las exigencias de la
producción socializada de un trabajo abstracto y colectivo se magnifica, por lo que se vuelve más acuciante la
pretensión del aparato industrial de desembarazarse de aquellas.
5º. La degeneración de la esencia humana se manifiesta en la última fase del régimen capitalista de
una manera aguda, directa y explícita, sin la mediación de las formas primitivas de la explotación capitalista
que ocultaban la raíz del fenómeno.
6º. El socialismo ha recorrido una fase de su existencia durante la cual, en virtud de haberse dado en
una etapa muy primitiva del capitalismo, colectivizó el régimen social con la finalidad de garantizar e
impulsar la satisfacción de las necesidades individuales de los trabajadores, con lo cual generó al individuo
como tal; en su evolución posterior, el crecimiento desorbitado de las necesidades individuales rompió en
pedazos la antigua organización social colectiva y obligó a la restauración de formas capitalistas como la
propiedad por grupos, la autogestión, etcétera, lo que resultó por necesidad en un sustancial avance en la
degeneración de la naturaleza esencial del hombre en esos países; más tarde, ese proceso de exaltación del
individuo llevó al pleno restablecimiento del capitalismo, lo cual habrá de ocasionar una más profunda
vulneración de las características fundamentales de la especie humana.
7º. En las sociedades industriales modernas, las tradicionalmente capitalistas y las que antaño fueron
“socialistas”, se ha aportado la prueba práctica de que el desarrollo del individuo como tal –sueño dorado del
oportunismo moderno-, aún cuando sus condiciones generales de existencia sean colectivas, deviene
necesariamente en la degeneración de las características naturales de la especie y en la destrucción de la
colectividad.
8º. La exaltación de las necesidades individuales genera, como contrapartida necesaria, el placer
antinatural, un malestar y una inquietud crecientes, una inconmensurable insatisfacción que es el elemento
psíquico constituyente de la energía revolucionaria.
9º. Al establecer prácticamente, en la realidad, la relación directa entre el desarrollo del individuo y la
anulación de la esencia natural del hombre, se hace posible contar con los elementos para dar conciencia a
los trabajadores de la esencia de la explotación capitalista, la cual se realiza, en su forma superior,
precisamente a través de la satisfacción y exaltación de las necesidades individuales. Es decir, que se crean
las premisas que permiten dar conciencia de la verdadera naturaleza de las necesidades individuales.

F. El comunismo y la esencia natural del ser humano.


El comunismo es el estadio social que resulta de la reapropiación de su naturaleza esencial por el ser
humano. En el comunismo:
-El proceso de trabajo tiene, en lo formal, la misma naturaleza que posee en el régimen de la
comunidad primitiva: el sujeto del mismo es la colectividad, lo cual significa que la fuerza productiva y la
conciencia individuales están subsumidas y disueltas en la fuerza de trabajo y en la conciencia colectivas. La
producción y el consumo son sociales. Esto quiere decir que se ha terminado con la situación existente en el
régimen capitalista, conforme a la cual el obrero individual era sometido a la exacción de su fuerza de trabajo
por el capital y al consumo antinatural, con lo que se provocaba su extenuación y la degeneración y
descomposición de sus funciones y órganos fundamentales; los órganos y procesos orgánicos (físicos y
psíquicos) sustentadores del trabajo y del consumo tienen en el comunismo sus funciones y dimensiones
naturales en virtud de la subsunción del individuo en la colectividad. Por su contenido, el proceso de trabajo
es radicalmente distinto del que se da en la comunidad primitiva; en ésta, la actividad productiva, la cual es
una manifestación directa de sus capacidades naturales realizada a través de instrumentos individuales que
son una extensión de la corporeidad del individuo o por medio de instrumentos colectivos poco desarrollados,
es al mismo tiempo la actividad que reconstituye las características biológicas de la esencia natural humana;

52
en el comunismo, en virtud de que ha habido un movimiento previo de concentración de las capacidades e
instrumentos individuales en la máquina, se disocian en el tiempo las dos partes de la actividad productiva
antes unidas; por un lado, en el manejo del instrumento colectivo realiza la actividad productiva que es el
ejercicio de sus capacidades físico psíquicas y, por el otro, se despliega la actividad, realizada también a
través del instrumento colectivo, que tiene como finalidad directa la reconstitución cotidiana de las
características biológicas naturales del individuo. Dicho de otro modo, en la comunidad primitiva la
producción es, en una unidad, el ejercicio de las características biológicas humanas del individuo y la
reconstitución de las mismas y tiene como finalidad producir los bienes que mediante la asimilación permitan
aquella reconstitución; en el comunismo, la actividad productiva tiene dos fases claramente diferenciadas:
una, a través de la cual se producen los bienes necesarios, y otra, por cuyo intermedio se reconstituye la
propia naturaleza biológica del individuo.
-La constitución biológica de los individuos corresponde por completo a la que es componente de la esencia
natural del ser humano y que se estableció durante el largo período de existencia de la comunidad primitiva;
está en relación directa con (es el presupuesto de) el proceso de trabajo y la base social colectiva del mismo.
-La base social del trabajo es la organización social colectiva de la producción y el consumo. El fundamento de
esta organización es la propiedad colectiva, cuyas características esenciales son las siguientes:
a) Estructura industrial basada en el trabajo maquinizado, consolidada en una unidad sujeta a un
plan central establecido y dirigido colectivamente.
b) Actividades productiva y de consumo colectivas por medio de la estructura industrial consolidada.
c) Planificación colectiva, central y unitaria de la producción y el consumo colectivos.
Las fuerzas individuales disueltas en la fuerza colectiva de trabajo han perdido las características de
“individualidad” con las que las había dotado el régimen capitalista; en este sentido, la vida y la organización
colectivas características del comunismo tienen su base en la previa anulación de la individualidad como tal.
Esto es posible en virtud de que en este régimen social las necesidades individuales son satisfechas
precondicionadamente por la sociedad, evitándose así su desarrollo antinatural.
Esta forma de organización colectiva es el presupuesto y el resultado del trabajo y de la constitución
biológica del ser humano en el comunismo y, por tanto, elemento integrante inseparable de la esencia natural
humana que en este régimen se manifiesta plenamente.

G. El socialismo y la esencia natural del ser humano.


El socialismo es la fase de transición entre el capitalismo y el comunismo; es la etapa del desarrollo
social en la que se realiza la reapropiación de la esencia natural del ser humano.
En esta fase son aplicables todas las prescripciones del marxismo-leninismo respecto de la revolución
socialista y la construcción del socialismo.
El socialismo ha completado toda una etapa de su desarrollo, la cual se inició con la revolución de
octubre de 1917 y terminó con la restauración plena del capitalismo que se está produciendo actualmente en
los países antiguamente socialistas.
En este período, el socialismo se estableció en Rusia mediante un movimiento revolucionario guiado
por la teoría del marxismo-leninismo; a través de la guerra revolucionaria de liberación se fue extendiendo a
un grupo de países hasta consolidar un sistema de países capitalistas.
El socialismo fue instaurado en una fase primitiva del régimen capitalista; en ella predominaban
formas también primitivas de manifestarse la explotación de los trabajadores que correspondían a las
primeras fases de desarrollo de su esencia. El movimiento revolucionario dirigido por los Partidos Comunistas
de aquella época se basó fundamentalmente en la dotación al proletariado de una conciencia sobre las formas
primitivas de manifestarse la explotación capitalista, las cuales por el momento correspondían a la fase de
desarrollo de la esencia; la acción práctica del proletariado tuvo como resultado fundamental el hacer pasar
al régimen capitalista a una etapa superior de su existencia, en la cual llegaron a una fase más elevada su
esencia y la forma a través de la cual está se manifiesta. El régimen económico-político que en esos países se
instauró fue formalmente socialista: propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de producción,
dictadura del proletariado, etcétera; pero ya que el movimiento revolucionario no había estado
conscientemente dirigido a la anulación de la esencia misma de la explotación capitalista tal y como se
manifiesta en su fase superior, esto es, la propiedad privada del obrero sobre sí mismo, ella se mantuvo
latente en la conciencia de los trabajadores a través del desarrollo del interés individual; posteriormente,
estas circunstancias evolucionaron hasta romper la forma colectiva de organización y establecer, primero,
formas capitalistas como la propiedad por grupos, la autogestión, etcétera y, después, llegar a la total
restauración capitalista en el sistema socialista, quedando en la actualidad algún país manteniendo la forma
anquilosada del primitivo socialismo en vías de extinción (Cuba, vgr. ).
Hoy se abre una nueva etapa del socialismo, está sí, ahora, precursora directa del comunismo. En ella
los revolucionarios, mediante los métodos y con los instrumentos preconizados por el marxismo-leninismo
(Partido, lucha teórica, propaganda, organización, agitación, lucha económica, lucha política, insurrección
armada y conquista del poder), deberán llevar su acción hacia la dotación al proletariado de una conciencia
que comprenda, además de los aspectos formales de la explotación capitalista, la fase actual de su esencia y,
además de la necesidad de la forma colectiva de la organización social, la de la anulación implacable de la

53
individualidad de sus miembros (de la propiedad privada sobre sí mismos) como una condición para la
existencia de aquella. De esta manera, la acción práctico-consciente de los trabajadores estará encaminada a
la formación de un régimen formal y materialmente socialista que no pueda ya por ningún concepto volver
hacia el capitalismo sino que sea la base más firme para el advenimiento del comunismo.
En la segunda fase del socialismo se produce la restauración de las características fundamentales de
la esencia del ser humano a través de la reapropiación de su esencia natural enajenada que es la industria:
a) La base social colectiva es restablecida tanto formalmente, merced a la instauración de la dictadura
del proletariado, la propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de producción y el consumo
colectivos, como materialmente en virtud de la abolición de la propiedad privada del obrero sobre sí mismo y
el establecimiento de la propiedad colectiva sobre el individuo, esto es, la anulación de la conciencia individual
capitalista y el establecimiento de la conciencia individual social.
b) La naturaleza biológica es restaurada en su totalidad: la estructura orgánica, las funciones y
procesos orgánicos, la medida de esas funciones y procesos son restablecidos en sus características
naturales. Todas las fuerzas industriales se vuelcan ahora a ese fin exclusivo: regenerar las capacidades
físicas y mentales humanas llevadas por el capitalismo al borde de su aniquilación irreversible. Pero para
poder cumplir con esa función, la estructura industrial debe sufrir una profunda transformación que vaya
mucho más allá de la forma que adoptó en la primera etapa del socialismo, pues ahí se encontraba gravado
por la no-anulación de la esencia de la explotación capitalista y, por tanto, impregnada de muchas
características de la estructura industrial capitalista.
c) El proceso de trabajo es devuelto a sus cauces naturales al restaurar la base biológica y social de la
esencia natural-humana.

54
CAPITULO V

La anulación, degeneración y descomposición de los procesos psíquicos


en el régimen de producción capitalista.

Notas para una crítica de la teoría de Freud.15

Para el marxismo clásico, la característica fundamental del régimen capitalista es que en él se da cima
al proceso inherente a la propiedad privada de anulación, degeneración y descomposición de la naturaleza
esencial del hombre.
La reivindicación revolucionaria que de aquí se desprende es el establecimiento del socialismo y del
comunismo como las formas de organización social en las que ha de restaurarse la naturaleza esencial de la
especie humana.
El capitalismo tiene al socialismo en su interior como su otro; esto quiere decir que el capitalismo es
tal porque lleva en su entraña los gérmenes del socialismo y su evolución histórica consiste precisamente en
el desarrollo de los mismos hasta llegar a la aparición del nuevo régimen social.
En una primera fase de existencia del capitalismo, el socialismo ha aparecido pero como una forma
solamente que mantiene en su interior un contenido capitalista. Tal ha sido el caso del socialismo que se
implantó en Rusia en 1917, el cual después se extendió a diversos países y por último se extinguió a lo largo
de un proceso que se inicia con la muerte de Stalin.
El contenido capitalista que se conservó y desarrolló durante la primera aparición del socialismo fue el
individuo capitalista, propietario privado de sí mismo.
Esta pervivencia del capitalismo en el socialismo fue la causa de la disolución del nuevo régimen; a la
vez, fue el punto de apoyo para un desarrollo más profundo del régimen capitalista internacional, que ha
entrado así a una fase superior de su existencia, en la cual se producen, en una forma más alta, los
gérmenes de una nueva aparición del socialismo.
La condición inexcusable para la reinstauración del socialismo es la anulación de ese individuo
capitalista, propietario privado de sí mismo y el establecimiento del hombre colectivo. La forma y el contenido
del régimen socialista tendrán así la misma naturaleza.
Freud estudia, en su teoría psicoanalítica, precisamente a este individuo capitalista del que hacemos
mérito y reputa sus procesos psíquicos como los característicos de la especie; esos procesos mentales pueden
exceder los límites de lo “normal” y entonces entra en función el psicoanálisis para desentrañar las causas de
su carácter morboso y, en lo posible, reintegrarlos a los confines de la normalidad.
Para Freud, los procesos psíquicos normales del individuo capitalista son una manifestación de la
verdadera naturaleza humana del hombre y no, como es la realidad, una expresión de la anulación,
degeneración y descomposición de los procesos psíquicos de la especie causadas directamente por la
propiedad privada, de la cual es la más alta forma de existencia el régimen de producción capitalista.
Es, entonces, una exigencia teórica para el desarrollo de la lucha revolucionaria en esta etapa superior
de vida del régimen capitalista, la crítica marxista de la teoría psicoanalista de Freud, porque ello nos
permitirá conocer en su forma pura el prejuicio burgués sobre la naturaleza humana, que es el que sostiene
Freud y el mismo que se mantuvo intocado, sin crítica alguna, durante la primera fase de existencia del
socialismo, y determinar el concepto marxista de la naturaleza humana, el cual tiene su centro de gravedad
en el carácter absolutamente colectivo del individuo humano.
En nuestro trabajo de crítica de la teoría de Sigmund Freud utilizaremos el brillante resumen de sus
tesis que él mismo ha hecho en “Esquema del Psicoanálisis”, (escrito en 1910), que se encuentra en el volumen
II de sus Obras Completas.
Los instintos y la vida anímica.
Freud considera que el hombre de la sociedad capitalista es el hombre superior, resultado de toda la
evolución anterior de la humanidad. La naturaleza físico-psíquica del mismo es, para Freud, la verdadera
naturaleza del hombre y un proceso psíquicos. Los procesos psíquicos normales, los que forman parte de sus
características típicamente humanas
El nódulo de la teoría de Freud radica en la tesis de que en el hombre de la sociedad capitalista
perviven una serie de instintos animales, principalmente de naturaleza sexual.

15
Sigmund Freud, “Esquema del Psicoanálisis”, (escrito en 1910), en: Obras Completas, volumen II, traducción directa del
alemán, Editorial Biblioteca nueva, Madrid, 1986, pp. 101-123,

55
Si prescindimos de los impulsos internos por conocidos, podemos decir que el motor capital de la evolución
cultural del hombre ha sido la necesidad real exterior, que le negaba la satisfacción cómoda de sus necesidades
naturales y le abandonaba a magnos peligros. Esta negación exterior le obligó a la lucha con la realidad, lucha
cuyo desenlace fue en parte una adaptación y en parte un dominio de la misma, pero también la colaboración y la
convivencia con sus semejantes, a lo cual se enlazó ya una renuncia a varios impulsos instintivos que no podían
ser satisfechos socialmente. Con los progresos siguientes de la cultura crecieron también las exigencias de la
represión. La civilización se basa, en general, en la renuncia de los instintos, y cada individuo tiene que repetir
personalmente en su camino, desde la infancia a la madurez, esta evolución de la Humanidad hasta la
resignación razonable. El psicoanálisis ha mostrado que son, predominante, si no exclusivamente, impulsos
instintivos sexuales los que sucumben a esta represión cultural. Parte de ellos integra la valiosa cualidad de
poder ser desviados de sus fines más próximos y ofrece así su energía, como tendencias “sublimadas”, a la
evolución cultural. Pero otra parte pervive en lo inconsciente en calidad de impulsos optativos insatisfechos y
tiende a lograr una satisfacción cualquiera, aunque deformada. 16
Los instintos son tendencias internas del organismo animal surgidas en interacción con el mundo
exterior para obligar al individuo a realizar las funciones de su conservación y reproducción. Dichas
tendencias están en íntima e indisoluble conexión con los diversos sentidos y con el mecanismo
insatisfacción-satisfacción a través de los cuales se asimilan los objetos que sirven a esas funciones
naturales.
La necesidad natural se manifiesta a través de los sentidos internos y externos como una sensación de
insatisfacción que es elevada hasta el punto en que obliga a la realización de conducta determinada; una vez
realizada esta se produce en el organismo una sensación opuesta, de satisfacción, que aplaca la excitación
previa de las sensaciones.
Los sentidos, procesos orgánicos, etcétera, están en relación directa con ese movimiento; por él están
determinadas y a él sirven.
En las fases más primitivas del desarrollo biológico del hombre (cuando se inicia la constitución de su
morfología como ser humano), el individuo lleva una existencia puramente instintiva, es decir, realiza sus
funciones naturales (buscar comida, techo y pareja) bajo el impulso acuciante de la necesidad inmediata. El
resorte para la acción es la exaltación de esa necesidad hasta el punto en que obliga a la búsqueda del
satisfactor (ejemplo típico es la época del celo en los animales).. La transformación del mono en hombre
implica necesariamente el nacimiento y desarrollo del pensamiento. Ahora el individuo reconoce el nexo
existente entre el mundo y sus necesidades elementales y actúa conscientemente para proveer la satisfacción
de las mismas. Es evidente que en estas circunstancias los instintos sufren una transformación radical pues
el reconocimiento consciente de las necesidades determina que aquellos dejen de ser palanca para la acción
con lo que se anula el enardecimiento de las necesidades respectivas; también es evidente que los procesos
especiales mediante los cuales el individuo se apropia del objeto (por el hambre la comida y por la libido el
sexo) siguen existiendo pero despojados de su carácter exacerbado precisamente porque ahora se provee
conscientemente a la satisfacción de sus necesidades respectivas. Precisamente las primeras formas de
organización tienen como objetivo fundamental garantizar al individuo, a través de la comunidad, la
satisfacción de sus necesidades elementales. La producción, la reproducción humana y la defensa de los
individuos frente a los ataques de otras comunidades se tornan en actividades conscientes rígidamente
reglamentadas y organizadas. Como vemos, las primeras formas de organización humana se alza sobre las
ruinas de los instintos como tales y se basa en la actividad consciente de sus integrantes. En estas sociedades
encontramos que el individuo mantiene un perfecto equilibrio entre sus sentidos, su actividad mental y su
actividad productiva y reproductiva como medios para la satisfacción de sus necesidades naturales.
El movimiento ascensional de las fuerzas productivas lleva necesariamente a la disolución de la
comunidad primitiva y al establecimiento de las sociedades clasistas. En ellas la fuerza colectiva de trabajo se
fracciona en una multitud de fuerzas parciales de trabajo sustantivadas hasta llegar a una completa
atomización. De la misma manera, se inicia un movimiento por el cual van cobrando sustantividad,
independencia y autonomía las necesidades individuales, los procesos orgánicos correspondientes y los
órganos y estructuras orgánicas que les sirven de base.
El régimen capitalista es la etapa superior de desarrollo de las sociedades clasistas y en donde todos
estos procesos alcanzan su culminación.
El individuo queda aquí por completo separado de los medios e instrumentos de producción y de vida;
el lazo de unión entre sus necesidades naturales y su satisfacción, es decir la colectividad, ha sido totalmente
destruido. En consecuencia, para el individuo aparecen por un lado sus necesidades (las que anteriormente
eran sociales y por tanto asunto de la colectividad) y por el otro, completamente ajenos a ellas, los medios
para satisfacerlas. Se produce la más radical la sustantivación, independencia y autonomía de las
necesidades.
Esta separación determina en primer lugar que ahora el individuo tome a su cargo lo que
anteriormente correspondía a la colectividad: debe representar en su conciencia la necesidad individual,
absolutizándola, y los medios para satisfacerla; luego, efectuar la acción práctica correspondiente en
oposición a las necesidades de los demás individuos y sobre un objeto ajeno y hostil.

16
Ibíd., p. 110
56
La necesidad se convierte en un estado sin solución de continuidad puesto que la separación del
individuo respecto de se objeto es constante.
Las sensaciones y procesos orgánicos, que en la comunidad primitiva se activaban en relación con
una necesidad inmediata y luego retornaba su estado de potencia, adquieren también la característica de
trabajar sin solución de continuidad, en ininterrumpida tensión provocada por la separación entre las
necesidades y su objeto.
El pensamiento del individuo asume ahora las tareas que anteriormente realizaba la colectividad a
través de la conciencia colectiva.
El primer resultado de este proceso es el funcionamiento antinatural y antihumano de las sensaciones
y procesos orgánicos y psíquicos lo que ocasiona la degeneración de la esencia biológica del hombre.
Las necesidades individuales sustantivadas adquieren una enorme potencia de desarrollo cuantitativo
y cualitativo; su número y variedad crecen ilimitadamente.
En virtud de la separación entre la necesidad y el objeto, que se hace más decisiva conforme progresa
el régimen capitalista; y del aumento ilimitado en cantidad y calidad de las necesidades, se restaura la
exacerbación de las sensaciones y procesos orgánicos la que, conforme anotábamos, es la forma instintiva en
que el animal es impelido a realizar la acción vital. Vemos aquí que: (1) el régimen capitalista revive un
proceso puramente animal-lo humano lo trueca en animal- y (2) al hacerlo resurgir lo rebaja más allá de los
límites del reino animal pues la fiera sólo exaspera sus sentidos ante una necesidad inmediata y los pacifica
al satisfacerla mientras que el individuo del régimen capitalista vive un estado constante de excitación
psíquico-sensorial la cual no es calmada sino acicateada por la satisfacción de las necesidades inmediatas; lo
animal es también desvirtuado y anulado por el régimen capitalista. El capital hace salir al hombre de la
escala zoológica.
La relación insatisfacción-satisfacción se sustantiva transformándose de un medio para lograr la
conservación y reproducción de los individuos en un fin en sí mismo que requiere de nuevas y más
sofisticadas necesidades para su funcionamiento: evoluciona hacia el mecanismo displacer-placer; éste se
basa en la estimulación consciente de las sensaciones de insatisfacción y satisfacción: el displacer es una
sensación sumamente aviada de insatisfacción que requiere de una satisfacción magna de la misma; la
necesidad concreta es sólo un medio para satisfacer la necesidad abstracta de obtener placer.
En la oposición polar displacer-placer se da la inversión completa de la relación entre las sensaciones
y las necesidades humanas y la apropiación del objeto. La actividad vital del individuo se convierte en un
medio para satisfacer la necesidad absoluta de obtener placer, es decir, una sensación agrandada proveniente
de todos los órganos y procesos orgánicos.
Resumiendo: (a) en el régimen capitalista se da cima al proceso de sustantivación y autonomización de
las necesidades individuales; (b) en virtud de ello las necesidades individuales cobran una fuerza
inconmensurable de desarrollo; (c) este estado de necesidad sin solución de continuidad genera una multitud
de impulsos psíquicos a la acción; (d) la antítesis psicofísica insatisfacción-satisfacción evoluciona hacia la
forma displacer-placer; se da la completa inversión de la relación entre las necesidades individuales y los
procesos orgánicos que son el vehículo para satisfacerlas: de medios se convierten en fines; (e) ese estado de
necesidad mantiene todos los procesos orgánicos de la apropiación del objeto en interminable tensión,
funcionando más allá de cualquier límite natural; la hipertrofia de las sensaciones se característica del
mecanismo displacer-placer también mantiene todos los procesos orgánicos correspondientes en sobre
tensión y provoca su desgaste y descomposición; (g) los impulsos a la acción del hombre capitalista medio no
son apetitos provenientes de una naturaleza animal que perviven en el hombre; por el contrario, son el
resultado necesario del régimen de producción capitalista que: (1) restaura un proceso puramente animal, (2)
lo hace salir de los límites del reino animal y (3) vulnera la estructura biológica del individuo retrotrayéndola
a un nivel inferior al más bajo de la escala zoológica.
En la sociedad capitalista todo en enajenable y el hombre individual aspira a apropiarse de todo lo que
existe. Pero al mismo tiempo el orden económico sólo permite que esa apropiación se realice dentro de ciertos
límites y conforme a ciertas reglas. Este tipo de organización social por un lado exalta sin límite alguno de
sus integrantes y por otro pone barreras muy concretas a la realización de los mismos.
Este movimiento contradictorio dentro de la sociedad capitalista es la causa del desarrollo ilimitado de
los instintos y de su represión hasta el punto en que así conviene al capital. Ambos factores, los instintos y su
represión, se suponen y se engendran recíprocamente dándose un mutuo impulso ascendente.
El pensamiento, reflejo activo de la realidad, recoge en su seno esta contradicción y a la vez reobra
sobre ella.
La mente humana elabora las representaciones de todos los apetitos que brotan en el individuo del
régimen capitalista y dicta la orden para su satisfacción; pero al mismo tiempo forja los “principios éticos y
estéticos” ( reflejo de los límites que impone el régimen económico a los apetitos que él mismo impulsa) y
ordena la represión de esos apetitos permitiendo su satisfacción sólo en un grado muy reducido.
La represión de las “necesidades instintivas” provoca una exaltación de las mismas, su reelaboración
más exacerbada por el cerebro y una presión centuplicada sobre éste para que ordene de nuevo se provea a
su satisfacción. Pero, paralelamente, el cerebro debe reelaborar, dándoles una potencia mayor, los “principios

57
éticos y estéticos” y deben ejercer un esfuerzo gigantesco para imponerlos sobre los “instintos” previamente
exaltados.
El desarrollo de los apetitos, determinado por el del régimen capitalista, suscita la represión de los
mismos la que a su vez da lugar a un desarrollo mayor de aquellos los cuales ahora requieren una represión
más grande, y así sucesivamente.
Este movimiento, generado y potenciado por el desenvolvimiento del régimen capitalista, tiene las
siguientes consecuencias para el organismo de las personas:
(1) La sobrexcitación de las necesidades elementales pone en sobre tensión a los órganos en donde
residen y a los sistemas a través de los cuales se satisfacen provocando de esta manera su desgaste
acelerado y su descomposición respecto de sus funciones naturales. Esta sobreexcitación, a su vez,
antinaturalmente sobre el cerebro para que asimile las percepciones correspondientes, las prepare,
proporciones teóricamente los medios para satisfacer las necesidades y ordene la acción correspondiente con
lo que este órgano también sufre un proceso de desgaste y descomposición.
(2) El enconamiento de las necesidades supone una satisfacción enardecida de las mismas; la relación
insatisfacción-satisfacción es sustituida por la de displacer-placer. Este tipo de satisfacción tiene los mismos
efectos que la necesidad respectiva sobre los órganos y los sistemas correspondientes al igual que sobre el
cerebro.
(3) El acrecentamiento ilimitado de las necesidades individuales se realiza con base en el
funcionamiento del proceso descrito en los apartados 1 y 2 reforzándose así los efectos nocivos sobre el
organismo humano. Pero aquí hay que agregar algo: la creación de nuevas necesidades se basa en la
conversión de todos los órganos, las funciones, los sentidos y las sensaciones del organismo humano en
fuentes de las mismas con lo que éste se pone en sobre tensión potenciándose así el proceso de su desgaste y
descomposición.
(4) La lucha entre las dos tendencias contradictorias ( los “instintos” y su represión), que se realizan
de una manera cada vez más violenta en el cerebro, origina necesariamente su desgaste acelerado, su
degeneración y la descomposición de sus mecanismos fundamentales.
(5) El resultado de esa lucha puede ser el desplazamiento del “deseo instintivo” hacia el inconsciente y
su mantenimiento en esa órbita lo que requiere el despliegue de una gran energía mental puesto que aquel
propende a procrear una fuerza interna cada vez mayor; esta función antinatural que realiza el cerebro deviene
en su descomposición acelerada.
(6) Puede ser que la fuerza represiva no sea lo suficientemente vigorosa y que entonces el “deseo
instintivo” se busque una forma sustitutiva de realizarse:
a) Provocando un estado patológico en cualquier otra parte del organismo, o
(b) Repercutiendo directamente sobre el cerebro produciendo la descomposición de todos
los procesos anímicos ( neurosis, psicosis, etc. )
(7) Puede ser también que la lucha se siga escenificando sin solución de continuidad, tanto en el
inconsciente como en el consciente del individuo, alternativa o simultáneamente, lo que, como es obvio,
agrega a los efectos tradicionales la agravante de ser un proceso constante, cotidiano, que traduce en una
vulneración más decisiva del cerebro humano.
(8) Entre más “necesidades individuales” desarrolle el individuo más sobrecargado estará el cerebro
“contiendas anímicas”.
(9) Por su parte el pensamiento se convierte también en un instrumento del proceso al especular sobre
nuevas necesidades con lo que da un nuevo impulso al movimiento para llevarlo a una fase superior cuyo
resultado es la aceleración de la descomposición del cerebro.
(10) Si el resultado de la lucha entre las tendencias anímicas encontradas es la represión entonces los
“instintos” cobrarán un gran impulso en su vida “subterránea” con los resultados consabidos para el
organismo humano.
(11) Si lo es la derrota definitiva de los “principios éticos y estéticos” entonces la necesidad individual
encuentra en su propia satisfacción el impulso hacia una necesidad y una satisfacción mayor es con las
consecuencias conocidas para el organismo humano.
Como vemos, el régimen capitalista determina necesariamente, a través de los procesos psíquicos, un
proceso acelerado de desgaste, degeneración y descomposición de todos los órganos, funciones, sentidos,
sensaciones, etc., del organismo humano.
Freud considera que el “hombre normal” no es aquél que tiene “apetitos” sino el que teniéndolos, y en
proporción creciente, sabe dominarlos reduciéndolos a las proporciones prescritas por la ética y la estética.
Los deseos y su represión.
Freud señala una característica fundamental de los deseos reprimidos durante la infancia: siguen
viviendo dentro del sujeto adulto, aunque en una forma inconsciente, exigiendo su satisfacción. La energía
mental que consumen las dos tendencias contradictorias (deseo y represión) se siguen gastando
continuamente aunque ahora la lucha entre ellos se produce en el inconsciente de las personas. Es evidente
que el cerebro del hombre capitalista “normal” está sobrecargado, en su subconsciente, de una gran cantidad
de “pares de contrarios” que consumen un gran volumen de energía mental con resultados desastrosos para
la estructura y funcionamiento del sistema nervioso. La regeneración del cerebro humano –órgano que bajo el

58
régimen capitalista de producción sufre una acelerada degeneración progresiva- requiere de la abolición de
esa lucha enconada entre los “pares de contrarios” anímicos, lo cual, a su vez, supone la abolición de esos
mismos “contrarios”; la “reivindicación” revolucionaria en esta materia es: abolición de las necesidades
individuales como el fundamento de la vida social a través de su satisfacción consciente precondicionada por
la colectividad.
El hecho psíquico y las instituciones de la religión, el derecho, la ética y las formas estatales.
Freud toma como objeto de su estudio al hecho psíquico en sí mismo, tal como éste se da en la
sociedad burguesa; no analiza para nada la estructura económica de esa sociedad: el estado de las fuerzas
productivas que en ella se desenvuelven, las relaciones de producción ( relaciones de propiedad y formas de
producción y de distribución) que le son inherentes ni las relaciones de clase que con base en ellas se
establecen; tampoco examina la superestructura política, jurídica e ideológica que de ahí brota ni estudia, por
tanto, la determinación específica que ejercen esa estructura y superestructura de la sociedad sobre el
contenido, la forma y el desarrollo del hecho psíquico. De ahí entonces las flagrantes inversiones en las que
incurre Freud: (1) considera al mecanismo psíquico del hombre de la sociedad burguesa, que está fijado
absolutamente por la estructura económica de la misma, como el mecanismo psíquico del “hombre en
general”, del hombre de todas las épocas; por eso sólo sabe decir barbaridades cuando aplica el “método
psicoanalítico” al estudio del fenómeno psíquico en las formaciones sociales primitivas; (2) Freud reputa a la
sociedad burguesa como la forma superior de organización social en donde florece en todo su esplendor la
naturaleza humana del hombre; de ahí que tenga al mecanismo psíquico del hombre de la sociedad burguesa
como la forma superior de la actividad mental del ser humano; encubre así el carácter específico del fenómeno
psíquico dentro de la sociedad capitalista que consiste en que por su contenido, su forma y su desarrollo es
directamente un menoscabo del sistema nervioso que se manifiesta en el desgaste acelerado, la degeneración
y la descomposición del cerebro y de los demás órganos nerviosos y en el trastrocamiento de todos los
procesos psíquicos; (3) de acuerdo con Freud, la naturaleza biológica (y en consecuencia los instintos y las
necesidades) del hombre de la sociedad burguesa es la naturaleza biológica del hombre en general, igual para
los hombres de cualquier época; el único cambio que reconoces es la represión de los instintos animales (que
pasan a tener una vida latente) por las necesidades que impone la exigencia de la vida en sociedad; la medida
del progreso social es para Freud el grado en que se han reprimido esos instintos animales desviando la
energía así liberada hacia actividades superiores (culturales, intelectuales, etcétera); con ello da de lado a la
influencia decisiva que la estructura económica capitalista ejerce sobre la constitución biológica del hombre,
la cual es tan profunda que provoca la restauración de los instintos animales que adquieren así una forma
más aguda aún que en la etapa del desarrollo biológico del hombre, la represión de esos instintos animales
por ella misma exaltados, la alteración de todos los procesos del organismo y la degeneración y
descomposición de los órganos fundamentales del ser humano, entre ellos, naturalmente, aquel en el cual
reside la capacidad intelectiva del hombre; (4) por último, y ya de plano poseído de una euforia intelectual
incontrolable, Freud se pasa abiertamente al idealismo: considera que las formas ideológicas como el derecho
y la religión y las instituciones del Estado son productos del desarrollo de los fenómenos psíquicos,
específicamente del complejo de Edipo.
Los actos fallidos y casuales.
Esto nos revela de qué manera los “pares de contrarios” psíquicos se encuentran en un estado de
constante tensión, en lucha continua, consumiendo cantidades gigantescas de energía psíquica mientras
permanecen en el inconsciente del individuo; la fuerza de los deseos reprimidos se manifiesta en la vida
cotidiana como la tendencia hacia su exteriorización, irrumpiendo en la vida conciente bajo la forma de
equivocaciones, olvidos, errores, tics, etcétera aparentemente casuales. En el inconsciente del hombre normal
se produce una lucha tremenda, destructora del sistema nervioso en general, entre cada uno de una multitud
de pares de contrarios psíquicos cuya cantidad aumenta conforme es más rica la vida anímica del individuo,
vale decir, en tanto más desarrollada se encuentra la sociedad burguesa. No sólo se trata aquí de los deseos
reprimidos desde las épocas de la infancia y la pubertad, sino de todos y cada uno de la enorme multitud de
“deseos insatisfechos” (reprimidos) que la propia sociedad burguesa genera durante la vida diaria del
individuo “normal”; como el ser humano es en la sociedad burguesa un ser individualizado al máximo,
entonces toda su actividad debe darse a través de la concepción de propósitos (deseos) que chocan con la
actividad de los demás individuos, siendo por tanto necesariamente moderados hasta el punto en que las
relaciones de poder existentes lo imponen. Esta cotidiana contienda de opuestos, como de suyo se
comprende, recarga de trabajo al sistema nervioso del individuo dando lugar a su degeneración progresiva. Es
propio de la estulticia burguesa considerar esta actividad psíquica característica del hombre de la sociedad
burguesa como la actividad psíquica típicamente humana, precisamente porque considera al hombre burgués
como el tipo humano por excelencia. Es evidente que el prejuicio burgués confunde aquí la forma con el
contenido: en cualquier tipo de sociedad el hombre habrá de representar sus necesidades como propósito de
su actividad, pero sólo en la sociedad burguesa esos propósitos chocarán con la realidad provocando la
represión. Y esto es así necesariamente ahí en donde las necesidades son llevadas más allá de sus límites
naturales y en donde la satisfacción incluso de las necesidades elementales es dejada a cargo del individuo
como tal, que debe entrar en competencia con los demás individuos para lograrlo. En la sociedad comunista
debe desaparecer esta cotidiana “lucha de contrarios” al reducir las necesidades a sus límites naturales

59
(humanos) y al organizar a su satisfacción precondicionada por la sociedad, al contrario de la reivindicación
pequeño burguesa que exige la estimulación de las necesidades individuales. Como una acotación marginal,
diremos aquí lo siguiente: el propósito declarado del psicoanálisis es mantener los “deseos reprimidos” dentro
de los límites de lo “normal”, es decir, sin que se manifiesten en neurosis, psicosis, etcétera; esto quiere decir
que para ello los principios “éticos y estéticos” introyectados al individuo por la sociedad burguesa deben
adquirir una fuerza enorme, lo que supone el empleo de cantidades gigantescas de energía psíquica, con el
desgaste y degeneración correspondientes del sistema nervioso. O sea, que la situación que el psicoanálisis
considera “normal” es aquella en la cual se vulnera más decisivamente el aparato anímico del hombre. Por
otro lado, no olvidemos que a cada refrenamiento de los deseos corresponde, necesariamente una
exasperación de los mismos con una mayor intensidad.
La teoría de los sueños.
El psicoanálisis nos aporta una prueba más de cómo el régimen capitalista de producción vulnera
decisivamente el sistema nervioso de los individuos. El período de sueño es la parte de la vida diaria del
hombre durante la cual, teóricamente (es decir, de acuerdo con su conformación biológica), debe poner en
reposo todos sus órganos y procesos fundamentales con el fin de recobrar la energía perdida durante el resto
del día. Pero resulta que el cerebro del hombre continúa, aún en ese estado, trabajando a marchas forzadas,
elaborando sueños que sirvan, como los síntomas en los estados psíquicos patológicos, de satisfacciones
sustitutivas de los deseos reprimidos. El aparato psíquico del hombre se encuentra, durante el período del
sueño, sobrecargado por el trabajo que supone mantener en estado latente los pares de contrarios que de
otra manera asaltarían la conciencia del individuo interrumpiendo su reposo, por la energía que requiere el
mantener en equilibrio las fuerzas de esos opuestos y por la que se emplea en la preparación de los sueños
cuando la potencia de aquellos es tal que debe buscarse una transacción entre sus tendencias opuestas a
través de la satisfacción ideal del deseo reprimido. Como vemos, el estado de “reposo” es el que representa
una mayor actividad para el cerebro, con lo que el desgaste y la degeneración del sistema nervioso se
extienden a todos los momentos de la vida del hombre, se convierte en un proceso perenne. El exceso de
trabajo con que se recarga el cerebro durante la producción de los sueños lo comprenderemos mejor si
tomamos en cuenta que éste debe: (a) condensar las ideas latentes, (b) deformarlas, (c) darles la forma de
imágenes visuales y (d) infundir una cierta coherencia a este resultado. Los sueños nos demuestran una vez
más la existencia de una borrascosa vida inconsciente en la que se escenifican lucha violentas entre
poderosas fuerzas contrapuestas que no dejan de actuar, sino que más bien adquieren un nuevo impulso,
durante el período del descanso nocturno (sueño). Para el apologista del régimen burgués, el estado del sueño
con las características aquí descritas es un estado “normal” del ser humano. Y así lo es en realidad, pero sólo
en relación con las necesidades de explotación del régimen capitalista de producción. La estulticia del
psicoanalista burgués lo hace ver en los sueños una sabia previsión de la naturaleza que así permite que el
cerebro se descargue de las tensiones acumuladas durante el día. En relación con la constitución física y
psíquica del hombre tal y como ésta se presenta como resultado de su desarrollo biológico, el sueño es, en la
sociedad burguesa, un estado patológico que se caracteriza por el funcionamiento excesivo del sistema
nervioso y que se traduce en un desgaste y descomposición acelerada del mismo, todo lo cual tiene su causa
en el régimen capitalista de producción, que sólo sabe existir devastando todos los órganos y procesos
fundamentales del organismo humano, llevando a la ruina, en unas cuantas decenas de años, lo que es el
resultado de millones de años de labor paciente de la naturaleza. En la sociedad comunista deberá
desaparecer toda esa actividad psíquica desplegada durante el período del sueño (deberán desaparecer
también, desde luego, los sueños) y recobrar este estado su verdadero papel de restaurador de las energías
gastadas durante la vigilia.
La teoría sexual.
Lo que Freud llama instintos parciales de la sexualidad, que nacen y se forjan durante la niñez del
individuo no son, en esencia, sino los mecanismos fisiológicos y psíquicos a través de los cuales maduran y
se hacen conscientes las necesidades fisiológicas fundamentales y su satisfacción. Pero el funcionamiento de
este mecanismo adquiere formas específicas, derivadas de la organización del régimen económico, que actúan
sobre la naturaleza biológica de ese mecanismo modificándola.
Como ya lo hemos señalado repetidamente, la base fundamental del régimen capitalista es el ser
humano individualizado. El individuo actúa sobre el mundo exterior tomándolo como objeto de sus
necesidades y se representa a éstas como el motor de su actividad. Con ello da lugar al crecimiento
hipertrofiado de las necesidades individuales, a la desmedida exasperación de las sensaciones y procesos
psíquicos a ellas y a su satisfacción asociadas y a su represión hasta los niveles prescritos por el régimen
capitalista. Toda esta situación se traduce necesariamente en el desgaste, degeneración y descomposición de
los órganos y funciones orgánicas, esto es, en la anulación de la naturaleza biológica del hombre.
Este proceso de individualización principia desde que el ser humano viene al mundo; la familia es el
lugar en donde comienza.
En el seno de la familia, por tanto;
a) se inicia la “educación” del niño que tiene como finalidad llevarlo a ser un individuo en toda la
extensión de la palabra; los padres, y en general la familia, se convierten en los agentes más poderosos para,

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desde esta temprana edad, matar en germen la naturaleza esencial del ser humano y conducirlo de la mano
por el camino de su degeneración y deshumanización;
b) las necesidades fisiológicas fundamentales se ven sujetas de inmediato a lo siguiente:
- la educación para su satisfacción (1) está a cargo de individuos y (2) tiene como propósito establecer
la individualización del ser humano;
- de ahí que deban ser sometidas al movimiento ya estudiado: (1) exacerbación de las necesidades y de
su satisfacción, (2) establecimiento del mecanismo displacer-placer y (3) represión;
- la sensualidad del infante se desgaja de su función natural (o sea, de su papel de medios para lograr
la satisfacción consciente de las necesidades fisiológicas) y se convierte en un fin en sí misma.
Para que la familia burguesa pueda realizar cabalmente la tarea que la sociedad le ha encomendado,
los hijos les son entregados en propiedad privada.
Nos encontramos aquí conque el ser humano, en cuanto viene al mundo, se ve sometido a la acción
destructiva que el régimen capitalista ejerce a través de la familia al subvertir necesariamente las funciones
fundamentales del organismo del infante convirtiéndolas de funciones naturales en fuentes de placer,
iniciándose así desde esa temprana época el proceso de desgaste antinatural, degeneración y descomposición
de los órganos y procesos fundamentales del ser humano.
En una sociedad humanizada, en el comunismo, la propiedad privada sobre los medios e
instrumentos de producción y sobre los hijos habrá sido abolida. La educación para la satisfacción de las
necesidades fisiológicas fundamentales estará en manos de la sociedad, la cual dará la justa medida a la
sensualidad del individuo como medio para la satisfacción natural-humana de aquellos; los hijos habrán sido
rescatados de la tiranía, el capricho, la ignorancia, los prejuicios y la pretendida “cientificidad” de los padres y
de esos antros repugnantes, en donde toda inmoralidad tiene su asiento, que son los hogares.
El infante aprende pronto a manejar sus sensaciones independientemente de su función natural,
organizándolas en torno a la excitación de los genitales; se abre una etapa, entre los 3 y los 5 años, de
intensa autosatisfacción a través de la masturbación. Inmediatamente entra en funciones la represión por los
padres de esta actividad infantil hasta lograr reducir la sensibilidad del niño a los límites naturales. Durante
esa fase de exaltación desorbitada de su sensibilidad, el niño empieza a relacionar su placer con la fuente de
la cual provienen la estimulación y la satisfacción de sus necesidades, es decir, con sus padres,
estableciéndolos como objeto de su actividad libidinal, fenómeno que impone su impronta a toda la vida
emotiva del niño. Se desarrolla así lo que Freud llama complejo de Edipo, el cual se rige por leyes distintas,
derivadas de las relaciones que se establecen dentro del matrimonio entre los dos sexos, según que el niño
sea varón o hembra. Se produce lo que se denomina “enamoramiento” del niño respecto del padre del cual
proviene, presuntamente, la satisfacción de las necesidades y las sensaciones placenteras correspondientes y
en contrapartida se genera una animadversión en contra de aquel a quien se considera el obstáculo a aquella
satisfacción. Debemos dejar suficientemente claro que ese “enamoramiento” del infante, que tiene como
núcleo la obtención de placer a través de la manipulación de sus genitales y la representación de la figura de
la persona amada, no está relacionada en forma alguna con la actividad reproductiva; es decir, que el infante
no concibe al objeto de su amor en relación con el acto sexual. Esto no excluye, desde luego, lo que es un
elemento importantísimo e inseparable del complejo de Edipo; cierto tipo de escarceos entre padres e hijos
que se encubren tras el manto de un casto amor filial, pero que son esencia un avivamiento de las
sensaciones de los infantes buscada concientemente por ellos mismos. Ya veíamos cómo la trasposición de los
mecanismos a través de los cuáles se desenvuelven las funciones fisiológicas de los niños y la sensibilidad
infantil tenían su origen en la estructura de la familia y ésta a su vez en la forma de organización social, es
decir, en el capitalismo. Sobre esta base, es absolutamente necesario que surja el complejo de Edipo como
resultado del desenvolvimiento del infante dentro de los marcos de la familia de la sociedad capitalista. En la
sociedad comunista, en donde la educación infantil será una función colectiva que se sustentará en firmes
bases científicas y desaparecerá el hogar de la familia individual típica del capitalismo, no habrá la más
mínima posibilidad de que se den situaciones tan escandalosas y bochornosas como el complejo de Edipo.
Sólo quienes, como Freud, conciben la forma de organización social existente como la fase superior y perfecta
de la sociedad y, en consecuencia, a la familia individual como la forma superior de convivencia de los seres
humanos, sólo ellos pueden considerar, contra todo sentido común, a este primitivo desarrollo de la
sensualidad humana y al complejo de Edipo como características biológicas de la especie y no, como lo que
son, manifestaciones de las modificaciones a que son sometidas las características biológicas de la especie por
el régimen de explotación capitalista. Hemos dicho que al llegar la sensualidad infantil a su fase superior, es
decir, al punto en el cual se establece la autosatisfacción a través de la manipulación de los genitales, esta
actividad es refrenada por los padres; de igual manera se ejerce una represión de ambas hacia una zona
especial de la psiquis del niño que queda fuera de la conciencia del sujeto. Se estructura así, de una manera
firme y definitiva, el inconsciente, que había empezado a formarse ya en la fase anterior. Ya tuvimos
oportunidad de investigar a qué resultados conduce esta disociación de la vida psíquica del hombre y aquí
solo diremos que la vulneración del cerebro y del sistema nervioso que se deriva del apaciguamiento de los
“instintos” previamente exaltados por el propio régimen de producción empieza en una época muy temprana
de la vida del hombre y se prolonga hasta el fin de la misma, con lo que se comprueba que el capitalismo
condena a los individuos a vivir postrados en una situación interminable de enfermedad. Agreguemos

61
también que desde esta época se va modelando al niño como un ser individual, por lo que su vida anímica
cotidiana se desenvuelve a través de la lucha devastadora de contrarios psíquicos, muchos de los cuales van
pasando al inconsciente, en donde se mantienen por toda la vida merced a un proceso de sedimentación;
desde este otro punto se dañan también el cerebro y el sistema nervioso en la forma en que vimos en páginas
anteriores.
En resumen, en el régimen capitalista de producción, durante la infancia de los individuos, se da un
proceso por el cual se desarrollan sus sensaciones mucho más allá de las funciones naturales que les
corresponden, convirtiéndose en fines en sí mismos, se estructura una primitiva relación entre esas
sensaciones excitadas y un objeto exterior, en este caso uno de los progenitores, y se genera una primitiva
tendencia a la conversión de todos los órganos y procesos funcionales en fuentes de sensaciones placenteras,
con independencia e incluso en oposición a sus funciones naturales. Estos procesos no son, como asegura
Freud, una primitiva manifestación del instinto de reproducción, sino una degeneración de las funciones del
ser humano impuesta por el régimen de explotación capitalista.
Reprimidas estas degeneraciones, pasan al inconsciente, en donde se mantienen en un estado de
latencia por varios años, hasta que son reavivados en la forma que pasamos a exponer.
La necesidad sexual –es decir, la verdadera función reproductiva del ser humano- empieza a
manifestarse en el individuo entre los 12 y 14 años. La naturaleza de esta necesidad es, en lo fundamental,
idéntica a la de las necesidades fisiológicas de la época infantil; se exterioriza como un tipo determinado de
sensaciones procedentes de la zona genital que exigen la realización de un acto que proporciona otro tipo de
sensaciones con las que se anuncia que la función sexual ha quedado concluida. Este sencillo mecanismo
biológico, producto de toda la evolución anterior de la especie humana y que aparece ya plenamente
organizado durante la comunidad primitiva, sufre importantes transformaciones provocadas por la sociedad
capitalista conforme a las cuales se intensifican las sensaciones genitales de insatisfacción y satisfacción
convirtiéndose en sensaciones de displacer y placer que se sustantivan de su función natural, adquiriendo el
carácter de fines en sí mismas, con lo que se recarga el trabajo de los centros nerviosos respectivos y del
cerebro y se integran a la satisfacción sexual una amplia gama de sensaciones placenteras procedentes de
otros órganos y funciones distintas de los de la reproducción, los cuales también se ven abrumados de
trabajo mucho más allá de sus límites naturales.
En la sociedad capitalista el ser humano se encuentra separado de los medios e instrumentos de
producción y de sus condiciones de trabajo y de vida. La necesidad sexual también tiene su objeto
artificialmente separado de sí.
Esto trae como consecuencia que el individuo adolescente, cuando maduran sus órganos sexuales, se
encuentre en un estado constante de insatisfacción sexual, lo que se traduce en la irritación de las
sensaciones correspondientes hasta hacerlas desembocar en un estado constante de displacer.
La sociedad pone límites muy rígidos a través de la familia, etcétera, a la satisfacción, por medio del
acto sexual, de esa necesidad aguda del adolescente.
La vehemente necesidad sexual encuentra una satisfacción sustitutiva en el autoerotismo. La
satisfacción es plenamente una sensación regida por el principio del placer.
La vigorosa necesidad sexual del adolescente revive e incorpora todos los procesos placenteros
desarrollados durante la niñez.
Esta eclosión de la sensualidad del adolescente gira totalmente en torno al principio del placer; la
necesidad sexual nace directamente como un placer; las sensaciones adscritas a la sexualidad se sustantivan
y cobran vida propia, desvinculadas por completo de su función natural de reproducción humana, y ya
sustantivadas integran en su torno a casi la totalidad de las sensaciones orgánicas, convirtiendo de hecho a
todo el organismo en un órgano sexual.
La agudización de las sensaciones originalmente vinculadas a la función reproductiva, su conversión
al principio del placer y la sustantivación de éste transformándolo en un sujeto con vida propia, ajeno por
completo a la función de la que proviene y que incluso somete a su dominio a todos los demás procesos
orgánicos, trae consigo necesariamente una absoluta indeterminación del órgano y del objeto sexual.
Ese monstruoso órgano sexual que es el organismo del adolescente exige imperiosamente
satisfacciones placenteras; y tiende, por tanto, a conseguirlo en la forma que sea.
En esta etapa de la vida del individuo de la sociedad capitalista se fomentan, junto con la tendencia a
la satisfacción de la necesidad sexual a través de la cópula “normal”, todas las poderosas tendencias hacia el
incesto, la homosexualidad y todo tipo de desviaciones sexuales.
La represión social-familiar actúa de nuevo con mayor fuerza para encauzar la actividad del
adolescente por el camino “correcto”. De pasada diremos que la restricción actúa, tal y como ya lo sabemos,
enviando hacia el inconsciente todo lo que considera anormal (incesto, homosexualidad, desviaciones,
etcétera); desde aquí, todas estas fuerzas, que tienen su fuente de vida en el mismo régimen capitalista,
actúan ejerciendo presión sobre la conciencia para obtener su realización.
La represión logra desterrar de la conciencia al inconsciente las fuerzas que impelen hacia la actividad
sexual indiscriminada en todos los sentidos; enfila por tanto la actividad del individuo a la satisfacción de la
necesidad sexual a través de la cópula con un individuo del sexo opuesto que no pertenece al primer círculo
de la familia consanguínea y después de cumplir con los requisitos, sobre todo económicos, que el régimen

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exige, o sea, a través del matrimonio que es un acto de cambio que fundamentalmente tiene como finalidad la
satisfacción de la necesidad sexual previamente avivada en extremo y la procreación de acuerdo con las
necesidades del capital.
En el lapso que hay entre la represión de la sexualidad indiscriminada y la práctica “normal” de la
sexualidad, las fuerzas aquellas siguen obrando activa y poderosamente en el inconsciente, acumulando una
enorme energía potencial.
La actividad sexual “normal” hacia la que es encaminado el adolescente, tiene las siguientes
características:
a) Se basa en una necesidad sexual sin solución de continuidad y en excitación creciente.
b) Esto implica la exasperación de las sensaciones displacenteras de los órganos genitales.
c) Por lo tanto, la satisfacción es también una satisfacción exacerbada, placentera.
d) Se asienta firmemente en el mecanismo displacer-placer.
e) Está completamente separada de la función reproductiva; ésta es sólo un resultado residual.
f) Su finalidad es obtener la mayor cantidad de placer en sus órganos sexuales a través de la
utilización de los órganos correspondientes del sexo opuesto.
g) En virtud de estar fincada en el principio del placer, tiende necesariamente a incorporar una serie
de procesos orgánicos, distintos de los específicamente sexuales, productores de placer. Al mismo tiempo, la
tendencia a la sexualidad indiferenciada ejerce presión desde el inconsciente y el freno represor actúa con
una fuerza mayor para contener el proceso dentro de los límites normales.
h) Establece al individuo del sexo opuesto como instrumento para obtener placer, es decir, como
objeto de excitación de sus procesos orgánicos placenteros, como una fuente de sensaciones placenteras para
la vista, el tacto, el oído, el gusto, el olfato, etcétera, y los genitales, todo el organismo del sexo opuesto se
convierte en fuente de excitación para obtener placer.
i) Especula con los procesos orgánicos placenteros del individuo del sexo opuesto; obtiene placer de la
producción de placer.
j) La necesidad de obtener placer se convierte, por la relación dialéctica entre la estimulación y la
represión, en una situación sin solución de continuidad.
k) Revive, pero ahora centrada en el sexo opuesto y en individuos ajenos al núcleo familiar, la
indeterminación del objeto; se desarrolla una fuerte tendencia a satisfacer la virulenta necesidad sexual con
todas las personas del sexo opuesto: a esta tendencia se opone la represión que debe multiplicar su fuerza
para mantener los apetitos dentro de límites “normales”.
l) La sujeción de esta tendencia origina que esa satisfacción indeterminada tenga vida sólo en el
consciente del individuo, chocando antes de su realización con los obstáculos puestos por aquella.
m) Se escenifica en el individuo una lucha constante entre dicha tendencia y su aplacamiento.
n) A esto se aúna la presión que la primitiva tendencia indiferenciada de la adolescencia sigue
ejerciendo sobre el individuo, exigiendo su realización.
o) De ahí que con férrea necesidad deban presentarse, como producto necesario del matrimonio la
infidelidad, el incesto, las “perversiones sexuales”, etcétera que son manifestaciones de las dos tendencias
indiferenciadas que ya se estudiaron.
Como vemos, la necesidad sexual adopta, a causa de la estructura económica del régimen de
producción capitalista, características específicas que obran sobre su naturaleza biológica, modificándola: (a)
revive y se incorpora procesos de producción de placer procedentes de otros órganos y funciones del
organismo; por lo tanto, determina que las sensaciones que brotan de todos los órganos y procesos del
organismo readquieran su forma exacerbada de manifestarse y reafirma el carácter antinatural de dichas
sensaciones, las cuales no sólo se independizan de sus funciones específicas sino que pasan a servir a
órganos y procesos completamente ajenos a los de su origen, en donde son exaltados desmesuradamente; (b)
las sensaciones provenientes de la excitación de los genitales, características de la función reproductiva del
hombre, son convertidas al principio del placer, con lo que se independizan de su función natural; (c)
establece al complemento sexual como un objeto de placer, con lo que se ponen las bases para la
indeterminación absoluta de ese objeto; (d) hace inevitable la represión de los procesos (a), (b) y (c), con lo
cual proporciona un mayor impulso al desenvolvimiento de los mismos.
Freud concibe ese desarrollo de los que él llama “instintos sexuales parciales”, del “instinto sexual
genital” y de la apropiación indeterminada del objeto, como manifestaciones biológicas de la función
reproductiva humana que deben ser contenidas dentro de ciertos límites en aras de la “civilización”
(eufemismo empleado para designar a la sociedad burguesa), cuando no son sino degeneraciones de las
funciones naturales del ser humano impuestas por el régimen capitalista de producción.
Las consecuencias de los procesos descritos en relación con la constitución orgánica del ser humano
son las siguientes: (a) en primer término, sobreviene un desgaste acelerado de los órganos en los que radican
las sensaciones, los cuales funcionan mucho más allá de sus límites naturales bajo la égida del principio del
placer; (b) los mecanismos nerviosos a través de los cuales se producen las sensaciones placenteras con una
intensidad creciente, sufren también un proceso de desgaste; (c) el cerebro, centro nervioso en donde se
reflejan con potencia creciente los procesos de producción de placer, se desgasta igualmente a una velocidad
vertiginosa; todos los órganos, mecanismos, funciones y procesos del ser humano se ven sometidos a una

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degeneración absoluta en relación con su naturaleza biológica, la cual ha sido lograda a través de millones de
años de labor paciente de la naturaleza y que se ve en peligro de ser destruida en unos cuantos decenios; (e)
esos órganos, mecanismos y funciones del ser humano son sometidos a un proceso de descomposición
irreversible dentro del régimen capitalista de producción; (f) la represión de la sexualidad, inherente a la
esencia del régimen de producción capitalista, da origen a una exaltación de la sexualidad que tiene los
resultados consabidos para la estructura orgánica del ser humano; (g) en el inconsciente, el preconsciente y
el consciente del ser humano se escenifica una lucha devastadora, cada vez más violenta, entre las
tendencias contradictorias del enconamiento y apaciguamiento de la sexualidad que desemboca en el
desgaste acelerado, la degeneración y descomposición del cerebro.
En las primeras fases del régimen capitalista el mecanismo represor funciona en toda su extensión,
provocando como contrapartida el florecimiento de la prostitución pública y privada; esta situación es
altamente perniciosa para la sociedad burguesa porque amenaza con acabar con uno de sus pilares más
sólidos, la familia, en el seno de la cual el amor conyugal se ha visto reducido a la expresión mínima del
placer, en tanto que éste se eleva hasta alturas insospechadas en los prostíbulos, en las alcobas de los
amantes y en las otras mil formas de la prostitución privada. Por otro lado, la sociedad burguesa, al
convertirse en “sociedad de consumo” requiere la liberación de todos los mecanismos productores de placer
para obligar a los individuos a consumir sin descanso y a proporcionar más trabajo excedente mediante la
conversión del trabajo en un placer. Surge entonces, en la fase superior de la sociedad burguesa, una
tendencia al relajamiento de las restricciones sexuales con la finalidad de liberar la energía libidinal y (1)
encauzarla hacia las relaciones conyugales haciéndolas más liberales, o lo que no es sino lo mismo, llevando
la prostitución al seno del hogar, (2)emplearla como medio para que el hombre trabaje y consuma más. Como
se ve claramente, los mecanismos represores, relajados de una parte, tienen sin embargo que actuar más
rígidamente en otros aspectos que se ven presionados por aquel crecimiento irrestricto del principio del
placer: siguen funcionando las limitaciones al comercio sexual incestuoso y al comercio sexual extraconyugal
que se derivan del derecho de propiedad proveniente del matrimonio y, sobre todo, continúa en pie el hecho
de que el ejercicio de la función sexual en su nueva forma ampliada sólo puede realizarse mediante actos de
cambio que se rigen en absoluto por las leyes económicas de la sociedad capitalista.
La necesaria liberación de la sexualidad en la “sociedad de consumo” cristaliza en el establecimiento
franco y abierto, dentro de un sector de la sociedad (pequeña burguesía urbana), de la prostitución, la
degeneración, el vicio, es decir, de las peores manifestaciones del principio del placer, como actividades
legítimas, como las únicas actividades legítimamente humanas. El desarrollo desmesurado del principio del
placer dentro de esta clase social tiene por objeto servir de polo de atracción para acelerar la liberación de la
sexualidad de todos los miembros de la sociedad.
El desbocamiento del principio del placer y su establecimiento como fin legítimo de la existencia
humana, tienen sobre el organismo de los individuos los efectos devastadores que ya señalamos
anteriormente; aquí sólo aludiremos a aspectos específicos que habían quedado sin analizar. Al convertir el
trabajo en una actividad libidinal (placentera), el régimen capitalista cierra más constrictivamente las
cadenas sobre la clase obrera pues aumenta la intensidad y la extensión del trabajo, con lo que provoca una
aceleración en el ya de por sí veloz proceso de desgaste, degeneración y descomposición del organismo de los
trabajadores. Al propiciar el consumo incesante de cantidades crecientes de bienes, el régimen capitalista
obliga a los obreros a desplegar más trabajo (intensiva y extensivamente) para poder adquirir la masa de
mercancías existentes en el mercado; el propio consumo, que no es sino la apropiación de objetos a través del
mecanismo del placer, provoca necesariamente el desgaste, degeneración y descomposición del organismo de
los trabajadores a causa del funcionamiento antinatural de todos los procesos orgánicos; por último, la
especulación sobre nuevas necesidades y satisfactores, que se realiza a través del mecanismo psíquico de
lucha violenta entre pares de contrarios, determina el desgaste, degeneración y descomposición del cerebro
humano.

Adendum sobre la teoría sexual.

En el régimen de la propiedad privada, la colectividad ha sido abolida y en su lugar queda el individuo


puro y simple. En este contexto, la necesidad sexual es una necesidad individual que se rige por el principio
del placer: es una necesidad exacerbada que requiere una satisfacción también exacerbada.
La necesidad sexual tiene primero un desarrollo interno que comprende la exacerbación de la
necesidad y la autosatisfacción placentera.
El individuo dota a sus órganos y procesos orgánicos de la facultad de desarrollar una necesidad
sumamente avivada y una satisfacción magnificada, placentera de la misma. Esta substantivación de la
corporeidad y la sensoreidad de los individuos, producida directamente por la propiedad privada, es
antinatural y antihumana; es una verdadera prostitución de la naturaleza humana del hombre. El individuo
se hace a sí mismo objeto de sus apetitos, especula con sus órganos y procesos orgánicos para obtener de
ellos una sensación placentera.

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En este sentido, la sexualidad se manifiesta primeramente como homosexualidad, porque el objeto de
la sexualidad es el propio organismo del sujeto, es decir, alguien de su mismo sexo.
El individuo establece las características físicas del individuo del sexo opuesto como un objeto para la
satisfacción placentera de su necesidad exacerbada. Al mismo tiempo, da a sus atributos físicos el carácter
de objeto para la satisfacción sexual del otro individuo.
La heterosexualidad es el goce de los propios procesos orgánicos mediante la utilización de otra
corporeidad; tiene por tanto, como su fundamento más íntimo a la homosexualidad en su expresión más
degradante, es decir, aquella que toma a su propio organismo como objeto; la homosexualidad clásica no es
sino una variante de la homosexualidad implícita en la relación heterosexual; la heterosexualidad tienen en sí
mismo a su otro que la homosexualidad.
Esta doble objetivación de la corporeidad y la fisiología del individuo es también antinatural y
antihumana, es una prostitución elevada a la segunda potencia de la naturaleza humana.
La relación sexual tiene como propósito la apropiación del objeto, la cual es primeramente mental y la
satisfacción del apremio sexual, que es autista. Posteriormente, la apropiación es real; la satisfacción se
obtiene por medio de la utilización de los órganos, procesos orgánicos y fisiológicos del objeto sexual.
Cuando está plenamente constituido, el mecanismo sexual implica a ambos: una apropiación mental
que es el antecedente de una apropiación real; ésta, a su vez, avanza a través de excitaciones parciales hasta
llegar al clímax erótico.
La relación sexual es un acto de cambio privado, un do ut des. Te proporciono mi corporeidad y mi
sensoreidad para que satisfagas tu exacerbada necesidad sexual y tu haces lo mismo para mí.
El presupuesto y el resultado de la relación sexual es un estado de constante insatisfacción
exacerbada interrumpido por breves puntos climáticos de placer.
Las características físicas del objeto sexual poseen una gradación de menos a más de acuerdo con la
intensidad del placer que proporcionen. El summum de esta gradación es la belleza física. La forma superior
de la relación sexual es la que se establece entre dos personas con atributos físicos superiores. Tal es el caso
de los amantes de Verona, Romeo y Julieta, quienes son jóvenes y hermosos.
Los atributos físicos sustantivados como objeto para satisfacer la necesidad sexual exaltada tienen un
determinado valor de cambio. Mientras mayor sea el placer que proporcionen y, por tanto su belleza, mayor
será su valor de cambio. Así sucede con la argiva Helena, prototipo universal de la belleza.
El valor de cambio de los atributos físicos está en principio dirigido a obtener un equivalente en los
atributos físicos del complemento sexual; pero, inmerso en el mundo infinito de las mercancías, también se
puede cambiar adicionalmente por una variedad inmensa de las mismas: bienes, riquezas, posición social,
etcétera.
Igualmente, el poseedor de bienes, riquezas, posición social, etcétera, puede sumará ese valor al de
sus atributos físicos y obtener en el intercambio un objeto sexual de características extraordinarias.
La persona que intercambia su corporeidad por la corporeidad del otro más un determinado volumen
de objetos o relaciones valiosos, concede a éstos un carácter libidinal; quien adiciona a sus características
físicas una cierta cantidad de bienes considera a éstos como una extensión de su sexualidad.
Las mercancías, además de ser materializaciones sustantivadas de fuerza humana de trabajo,
incorporan en sí mismas funciones fisiológicas de los individuos, poseen una naturaleza libidinal.
La relación sexual tiene como núcleo el intercambio de corporeidades; para ello, las características
físicas del individuo deben sustantivarse, convertirse en algo enajenable, en un valor de cambio para su
poseedor originario que en su destinatario se transformará en un valor de uso erótico; este otro individuo, a
su vez, dará el mismo carácter a sus atributos físicos. A ese nódulo del intercambio sexual se suman todas
las relaciones libidinales que están mediadas por los bienes o las posiciones sociales. Las diversas mezclas y
las distintas proporciones en que todos estos elementos entran en la conformación de la relación sexual dan
lugar a una infinita variedad de situaciones en que los individuos se pueden encontrar. De ahí las
incontables posibilidades de la temática que aborda la literatura romántica y erótica.
Se pueden, por tanto, intercambiar, en una relación que tiene como núcleo a la relación sexual,
atributos físicos, bienes, posiciones sociales, servicios personales, protección económica, virtudes morales,
cualidades intelectuales y espirituales, etcétera, en variadísimas mezclas en las que puede incluso llegar a
quedar oculta la relación fundamental.
Una enumeración que no agota la totalidad de esas posibilidades, es la siguiente:
-Un intercambio de características físicas superiores (belleza) entre individuos de las clases
poseedoras, como en el romance de Romeo y Julieta.
-Un intercambio entre una belleza femenina excepcional y un individuo físicamente insignificante pero
poseedor de una riqueza o una posición social relevantes, que es la situación que se presenta en el
matrimonio de Carlos y Diana.
-Un intercambio entre una mujer sin prendas físicas notables pero poseedora de bienes o posición
social privilegiada y un varón únicamente dotado de belleza física.
-Un intercambio entre dos poseedores de fortuna y relaciones en el cual la presencia o ausencia de
cualidades físicas introduce variantes a la dialéctica fundamental que es la que existe entre las cosas.

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-Un intercambio entre dos desposeídos en el que entran en juego la existencia o no de cualidades
físicas y al cual se añaden relaciones de servidumbre y de potestad de pater familias.
Todos los enumerados son casos extremos; entre ellos existe un infinito número de variaciones
posibles.
La familia es la célula de la sociedad; en ella se produce y reproduce a los elementos personales del
régimen de producción, que en los polos de la estratificación social son los obreros y los propietarios de los
medios e instrumentos de producción. La familia se integra por una pareja y sus hijos; las parejas se forman
con base en la atracción sexual y se establece como relación fundamental el intercambio sexual entre sus
componentes. A la par que esta relación se dan otras que se refieren específicamente a la función económica
de los individuos: en la pareja proletaria se intercambia la protección económica del varón por los servicios
personales de la mujer, los cuales comprenden también la procreación de los hijos, futuros proletarios; en la
pareja de propietarios se intercambian la manutención de la mujer por la dirección de los trabajos del hogar,
la procreación de los herederos y la representación social. La relación con los hijos es también un intercambio
de prestaciones de diversa índole: manutención actual por apoyo económico posterior y sostenimiento en la
vejez, el sustento por la obligación de preservar la propiedad, etcétera. La familia es, por tanto, el lugar en
donde se realizan todas aquellas transacciones de intercambio que implican prestaciones sexuales,
económicas, de servicios personales, etcétera que tienen valores muy diversos y que coexisten en su interior
en una abigarrada combinación.
En la familia se inicia el desarrollo de la sexualidad de los individuos; es por ello que los primeros
objetos teóricos de la necesidad sexual lo son ineluctablemente los integrantes de ese núcleo parental y esto
inevitablemente da lugar a que se presentan los llamados complejos de Edipo, de Electra y toda clase de
tendencias incestuosas. A esto debemos agregar el hecho de que en los integrantes de la familia cuya
sexualidad ya ha madurado pervive la indeterminación objetual, lo que los impele también a tener idealmente
como objetos a los demás miembros de la familia. Estos deseos incestuosos son mantenidos a raya por una
poderosa represión familiar, social y religiosa y enviados al subconsciente, dejando en la conciencia
únicamente los objetos sexuales que están fuera del grupo familiar.
Las cualidades físicas del individuo transfiguradas como medios para satisfacer una necesidad sexual
exacerbada producen una sustancia con movimiento propio que baña a todo lo que existe en el mundo de la
propiedad privada, las personas, las cosas y las relaciones; la sociedad en la que reina la propiedad privada
llevada hasta su extremo, la sociedad capitalista, es una sociedad totalmente libidinal, una sociedad en la
que la relación del individuo con los otros individuos y con los medios de producción y de vida es absoluta y
totalmente libidinal, gratificante en grado extremo para su sensoreidad.
La notable economía de la naturaleza impuso a los mismos órganos dos o más funciones distintas;
así, aquel en el cual radica la sexualidad humana es también el que realiza la función excretora. La
sustantivación de las cualidades físicas para realizar el intercambio sexual implica por tanto la
transfiguración de lo sucio y repulsivo en lo excelso y placentero. Inter faeces amamur. O, más propiamente
dicho, amamos las heces; el sexo es escatológico por definición.
La relación sexual tiene como eje absoluto a la necesidad exacerbada del individuo; la satisfacción
placentera es lo primordial y el objeto con que esto se logra es secundario. De ahí que la necesidad sexual sea
en principio indeterminada y que, por tanto, admita teóricamente como objeto al mismo cuerpo del individuo,
al de un individuo del sexo opuesto, al de un individuo del mismo sexo, al de un pariente consanguíneo, al de
un niño, al de un adolescente, al de un adulto, al de un anciano, etcétera, aunque la realidad le imponga
límites a esos deseos acuciantes y solo permita que se realicen de acuerdo con ciertas reglas, la violación de
las cuales constituye toda la gama de las llamadas conductas sexuales desviadas; igualmente, la necesidad
sexual es insaciable por definición, por lo que, por un lado incorpora cada vez a más órganos y procesos
orgánicos al binomio displacer-placer y por el otro pronto agota el objeto sobre el que actúa y tiende
inmediatamente a desplazarse a otro objeto, primero mentalmente y luego de facto.
El individuo de la sociedad en donde impera la propiedad privada se apropia realmente de su objeto
sexual y al mismo tiempo se encuentra haciendo una evaluación, una apropiación teórica de otros objetos,
hacia los que eventualmente puede dirigir su acción, abandonando momentánea o definitivamente al objeto
primitivo. La infidelidad teórica o real es una consecuencia necesaria de la forma que adquiere la sexualidad
en el régimen de la propiedad privada. La fidelidad tiene a su otro, a la infidelidad en sí mismo; cuando las
relaciones económicas y sociales hacen imposible la transmigración real del individuo de un objeto a otro,
entonces, mientras realmente se efectúa la apropiación sexual del objeto primitivo, idealmente se está
tomando a otro objeto distinto.
En las sociedades en donde impera la propiedad privada -el régimen capitalista tiene como
fundamento la propiedad privada llevada hasta sus últimas consecuencias- la necesidad sexual y su
satisfacción tienen la característica fundamental de ser antinaturales y no-humanas; lo que ahora se nos
impone como necesario es determinar cuáles deberían ser los atributos de la necesidad sexual para que ésta
tuviera la cualidad de lo natural-humano.
En primer lugar, presupone la desindividualización del ser humano; establecido esto, la necesidad
sexual debe ser reducida a su mínima expresión, desexacerbada, devuelta a sus límites naturales, biológicos;
la satisfacción es despojada del carácter de una búsqueda del individuo para darse una gratificación

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placentera y se le dota de la naturaleza de una función social determinada externamente al individuo por
reglas que fija la colectividad; con ello, se elimina el proceso de objetivación de la corporeidad y la sensoreidad
de los individuos que era indispensable para la realización de la función sexual en el régimen de la propiedad
privada.

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