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M A R X I S TA
Primera edición, 2009
www.bibliotecamarxista.blogspot.com
cescedit@prodigy.net.mx
ISBN: 978-607-00-0847-4
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
El individuo según el idealismo hegeliano. . . . . . . . . . . . . . 8
El individuo para el materialismo histórico. . . . . . . . . . . . . 12
El proceso de individuación
La comunidad primitiva. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
La organización gentilicia es una forma de vigencia
general en el mundo antiguo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
La organización gentilicia existió en las formas
más primitivas de la sociedad humana. . . . . . . . . . . . . . . 37
La organización gentilicia en el período
formativo del género humano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
La forma más arcaica de la organización gentilicia. . . . . . . 38
La forma superior de la organización gentilicia. . . . . . . . . . 39
Naturaleza de la comunidad primitiva.
Su relación con la esencia natural de la especie. . . . . . . . 49
1
Jorge Guillemo Federico Hegel, Filosofía de la Historia Universal, traduc-
ción del alemán por J. Gaos, Ediciones Anaconda, Buenos Aires, Argentina,
1946.
Introducción 9
2
Ibíd. p. 207.
21
22 Proceso de individuación
4
Ibíd., p. 195.
Su antecedente según Hegel: el negro africano 25
Dios, lo que implica, sin duda, que la obra del hombre, la obra
de la razón, no es también divina. La conciencia que los negros
tienen de la naturaleza, no es conciencia de la objetividad de la
naturaleza, ni menos conciencia de Dios como espíritu, como
algo en sí y por sí superior a la naturaleza. Ni tampoco es en los
negros el intelecto el que reduce la naturaleza a un medio, por
ejemplo, surcando los mares y dominando la naturaleza en gene-
ral. El poder del negro sobre la naturaleza es sólo un poder de la
imaginación, una soberanía imaginada.5
La relación del hombre con el hombre.
Está determinada por el hecho de que el hombre está colocado
en el ápice de todo y no hay nada superior a él.
El hombre no se tiene respeto ni respeta a los demás. Esto es
así porque no hay un valor absoluto, superior, que llevara en sí
mismo, al que pueda referirse.
En el africano no existe la conciencia de un ser superior ni la
de la inmortalidad del alma.
La inmortalidad del alma implica que el hombre es algo en sí
y por sí espiritual, invariable y eterno.
7
Ibíd., p. 207.
34 Proceso de individuación
8
Lewis H. Morgan, La Sociedad Antigua, Investigaciones sobre el progreso
humano desde el salvajismo y a través de la barbarie hasta la civilización,
Prólogo Roger Batra, traducción Luis María Torres, Roberto Raufet, Ramón
E. Vázquez, Angélica Alvarez de Satín, Revisión y notas Luis de la Peña
Martínez, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1993.
35
36 Proceso de individuación
9
Ibíd., p. 32.
10
Ibíd., p. 41.
la comunidad primitiva 37
11
Ibíd., p. 70.
38 Proceso de individuación
12
Ibíd., pp. 75-76.
la comunidad primitiva 39
13
Ibíd., pp. 83-85.
40 Proceso de individuación
El Consejo de la gens
El Consejo fue el rasgo destacado de la sociedad antigua asiática,
europea y americana, desde la institución de la gens, en el salvajismo,
hasta el nacimiento de la civilización. Era el órgano de gobierno, así
como la autoridad suprema sobre la gens, la tribu y la confedera-
ción. Los asuntos ordinarios competían a los jefes, pero los de inte-
18
Ibíd., pp. 102-103.
19
Ibíd., pp. 104-105.
20
Ibíd., p. 108.
la comunidad primitiva 43
22
Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Esta-
do, en Carlos Marx/Federico Engels, Obras escogidas, tomo VII, editorial
Ciencias del Hombre, Buenos Aires, Argentina, 1973.
la comunidad primitiva 45
El modelo general
Hegel sostiene que Asia es el verdadero teatro de la historia
universal.
Entre los negros prevalece la voluntad natural del individuo.
59
60 Proceso de individuación
Libertad sustancial
• Normatividad: conjunto de determinaciones que fijan el radio
de acción del individuo. Estatuyen y por tanto delimitan su
libertad.
Libertad individual
• Relación del individuo con la libertad sustancial.
• Despotismo Oriental: China, India y Persia.
El mundo oriental
Sinopsis
El mundo oriental tiene, pues, como su principio inmediato, la sus-
tancialidad de lo moral. Es la primera subyugación del albedrío, que
se sumerge en esta sustancialidad. Las determinaciones morales se
expresan en forma de leyes; pero de tal suerte que la voluntad subje-
tiva es regida por las leyes como por un poder externo; que nada in-
terno, ni la intención, ni la conciencia moral, ni la libertad formal,
existe; y que, por tanto, las leyes sólo se cumplen de un modo externo
y sólo existen como un derecho coactivo…27
27
Jorge Guillermo Federico Hegel, op. cit. p. 232.
72 Proceso de individuación
28
Ibíd., pp. 234-235.
La comunidad asiática 73
b) El emperador
30
Ibíd., pp. 251-256.
78 Proceso de individuación
todas las actas. Estos hombres se llaman Ko-lao; son muy respetados
y temidos; son también inamovibles y ejercen una severa inspección
sobre cuanto concierne al gobierno, sobre el despacho de los asuntos
y la conducta privada de los mandarines, dando noticia de todo di-
rectamente al emperador. Los Ko-lao de la capital constituyen un
colegio; forman un tribunal que tiene la inspección de todo el impe-
rio. Expresan con frecuencia su juicio sobre el mismo emperador, y
por cierto muy libremente…
Los mandarines tienen instrucciones para todo; mas, son tam-
bién responsables de todo caso especial y de todo cuanto omiten, en
casos de necesidad. Cuando hay hambre, enfermedades, conjuras,
agitaciones religiosas, deben dar parte; pero sin esperar las órdenes
del gobierno, han de intervenir en seguida activamente. El conjunto
de esta administración se halla, pues, cubierto de una red de funcio-
narios. Todo está regulado hasta el detalle, y el orden más perfecto
reina, incluso en las grandes ciudades. La policía es muy buena. En
las ciudades, cada calle tiene su puerta y cada puerta su guardián.
Todo está prefijado hasta el pormenor. Hay funcionarios para la
inspección de los caminos, de los ríos, de las orillas del mar. Gran
cuidado se dedica especialmente a los ríos; en el Schu-King se en-
cuentran muchas ordenanzas del emperador en este sentido, para
proteger al país contra las inundaciones. Las puertas de todas las
ciudades están provistas de centinelas y las calles se cierran de no-
che. Por todo el imperio hay graneros que están bajo una severa vi-
gilancia y sólo distan una legua unos de otros. En Pekín pasan todas
las mañanas unos carros que recogen a los niños expósitos, los cua-
les son educados muy cuidadosamente en los orfelinatos. Los niños
que se encuentran muertos son incinerados. La más escrupulosa vi-
gilancia reina sobre todo esto.
El emperador es, pues, el centro en torno al cual gira todo y al
cual todo refluye. El bien de país y del pueblo depende del empera-
dor. La jerarquía de la administración actúa más o menos, según
una rutina, que resulta un hábito cómodo en épocas de paz. Uniforme
y equilibrada como el curso de la naturaleza, hace su camino hoy como
siempre. Sólo el emperador ha de ser el alma activa, siempre vigilan-
te y en movimiento. Si la personalidad del emperador no es de la
naturaleza descrita, es decir, plenamente moral, laboriosa y provista
de la obligada dignidad, llena de energía, entonces la gobernación
desde arriba se paraliza y queda entregada a la negligencia y a la
arbitrariedad; pues no existe más poder ni orden jurídico que el po-
der del emperador, que lo empuja y vigila todo desde arriba. Lo que
mueve a los funcionarios a dar cuenta de su gestión no es la propia
80 Proceso de individuación
d) El ideal de la igualdad
El individuo parece por completo sometido a la tutela. La relación
patriarcal mantiene el conjunto en el círculo del gobierno por el Es-
tado. No podemos hablar aquí de una constitución; no existen indi-
viduos ni clases independientes, que tengan que velar por sus inte-
reses, sino que todo es mandado, dirigido e inspeccionado desde
arriba. Los individuos están, pues, en la situación de hijos menores.
Por lo que toca a los derechos de los ciudadanos no hay en China
individuos independientes, ni una nobleza, ni en general clases o
castas como en la India. No hay una constitución que comprenda
individuos, corporaciones, ayuntamientos, provincias, dotados de un
derecho independiente y guardando cierta relación con el Estado en
orden a su particular interés o derecho. El nacimiento no da ningún
derecho, fuera del derecho de herencia, en interés de la propiedad.
Salvo el emperador, no hay clase privilegiada, no hay nobleza entre
los chinos. Sólo los príncipes de la sangre y los hijos de los ministros
tienen alguna preeminencia; más por su posición, que por su naci-
miento. Todos los demás son iguales y sólo aquellos que poseen el
talento necesario tienen parte en la administración. Las dignidades
son ocupadas por los más cultos científicamente. Esta es la razón
por la cual el Estado chino ha sido propuesto frecuentemente como
un ideal que debería servirnos de modelo.
…En China reina la igualdad. China es el imperio de la absoluta
igualdad. Todas las diferencias proceden de la administración públi-
ca, del mérito que cada cual procura adquirir, para alcanzar los dis-
tintos grados de esa administración. Los individuos han tenido que
probar, mediante sus estudios y exámenes, que son merecedores de
ocupar un puesto. La regulación por la administración es necesaria
en todo. Como en China reina la igualdad, pero no la libertad, el
despotismo es la forma de gobierno necesaria. Se dice entre nosotros
que las personas son iguales ante la ley; mas, aquello en que son
iguales es sólo su personalidad abstracta, el poder tener una propie-
dad. Pero existen otros muchos intereses de las familias y de las
corporaciones, por los cuales se diferencian los hombres. Cuando es-
tos intereses no tienen independencia y no corresponden a la activi-
dad individual, no existe eso que se llama, en sentido propio, la li-
bertad.
31
Ibíd., pp. 256-61.
La comunidad asiática 81
Este régimen parece, sin duda, muy brillante, por lo que se refie-
re a la personalidad del emperador y a la ordenada administración.
Pero si consideramos su espíritu, vemos que falta en este ideal la
dignidad moral del individuo. La dignidad moral sucumbe en este
régimen. Esta dignidad radica en el interior del hombre, en su con-
ciencia. Pero en China sólo la persona del emperador tiene dignidad
moral; todos los demás individuos carecen de personalidad y de li-
bertad moral. Lo propiamente moral, el sujeto libre, en su interiori-
dad, no se halla en el círculo de la vida del Estado, no es respetado, ni
existe siquiera… No se reconoce que el hombre tiene una libre esfe-
ra dentro de sí mismo y también en la realidad, esto es, en la fami-
lia. Y esta falta no es un aspecto meramente accidental, sino que se
halla ligado necesariamente con el principio del Estado chino.32
e) La estatificación de la moralidad
El defecto del principio chino consiste en que en China lo moral no
está separado de lo jurídico. Una constitución racional debe hacer
resaltar necesariamente lo moral y lo jurídico de cada esfera. Más,
lo propio de Oriente es la unión inmediata de ambos principios. Esta
unión se da en el estadio puramente moral y en ese estadio del Es-
tado en el cual lo moral sigue siendo dominante. En tales Estados,
las leyes, o son todavía escasas, o conciernen a las costumbres mo-
rales.
Cuando la reflexión es más libre, lo moral se distingue de lo jurídi-
co… Cuando las leyes mandan lo moral, que debe quedar entregado
totalmente al espíritu libre; cuando las leyes prescriben, por ejemplo,
la conducta entre las personas, la conducta de los funcionarios para
con el emperador, ocupan el lugar de mi yo, y la libertad subjetiva
queda abolida o desconocida. Tal sucede cuando el King ordena los
usos, cuya inobservancia acarrea graves castigos, hasta el punto de
incurriese fácilmente en la pena de muerte.
Lo que en primer término se entiende por libertad es el principio
de esa libertad subjetiva, fuente formal de todo lo bello y verdadero.
Por lo tanto, cuando un régimen hace de lo moral su contenido, des-
conoce la moralidad en los sujetos; la moralidad no existe entonces,
porque lo moral consiste precisamente en que algo sea privativo del
sujeto. A un sistema de gobierno semejante le falta, pues, la fuente
de la moralidad y de la ciencia libre.33
En las leyes no debería entrar nada de lo que es interiormente
libre y tiene su existencia en el sujeto. Nosotros llevamos en nuestra
32
Ibíd., pp. 261-62.
33
Ibíd., pp. 263-64.
82 Proceso de individuación
34
Ibíd., pp. 262-64.
La comunidad asiática 83
padre muere, el hijo ha de guardar luto tres años, sin probar la car-
ne ni el vino; durante este tiempo no debe desempeñar ningún car-
go, ni concurrir a ninguna reunión pública. Los asuntos a que se
dedicaba, incluso los asuntos públicos, quedan en suspenso. El mis-
mo emperador, que sube al trono, no se consagra durante este tiem-
po a sus trabajos de gobierno. Durante el luto no puede contraerse
ningún matrimonio en la familia. Sólo al llegar a la edad de cincuen-
ta años, se está libre del exagerado rigor del luto, para que el apesa-
dumbrado no enflaquezca; los sesenta lo mitigan todavía más y los
setenta lo reducen exclusivamente al color de los vestidos. La madre
es tan venerada como el padre. En la familia imperial, la madre del
emperador goza de los más altos honores. Desde el día de la muerte
de su padre, el emperador ha de visitar a su madre cada cinco días,
sin que además le sea lícito pasar en carruaje por la puerta del pa-
lacio de ésta. Sólo el penúltimo emperador, Kienlong, y en atención
a sus sesenta y siete años, recibió de su madre la orden de llegar en
coche hasta su puerta; orden que se dio a conocer a todo el imperio.
Cuando Lord Macartney vio al emperador, tenía éste sesenta y ocho
años, a pesar de los cuales visitaba a pie todas las mañanas a su
madre, para mostrarle su veneración. Las felicitaciones de año nue-
vo tienen lugar en casa de la madre del emperador; y éste sólo puede
recibir los homenajes de los grandes de la corte después que ha ren-
dido los suyos a su madre. La madre sigue siendo siempre la primera
y continua consejera del emperador, y cuanto concierne a la familia se
publica en su nombre.
Los méritos del hijo no se atribuyen a éste, sino a su padre…
Para honrar a un vivo, el emperador concede un título a sus antepa-
sados. En cambio, todo padre de familia es responsable de las faltas
de sus descendientes y de los demás habitantes de la casa. Hay de-
beres de abajo arriba; ninguno verdadero de arriba abajo.
Los padres casan a sus hijos, sin que los novios se vean antes. El
adulterio es castigado con mucha dureza; pero es raro, porque las
mujeres salen rara vez de la casa, donde las detienen, entre otras
causas, sus pies deformados. La mujer es muy respetada por el ma-
rido y goza de gran honor en la casa; ha de tener aproximadamente
la misma edad y fortuna que el marido. La poligamia no está permi-
tida; pero los chinos pueden tener varias concubinas que, juntamen-
te con sus hijos, dependen de la mujer legítima y deben servirla.
Estos hijos deben venerar a la mujer legítima como a su madre y
llevar luto por ella; no empero, por su propia madre. El hombre debe
amar mucho a su primera mujer; si quiere más a la segunda, se le
puede denunciar y es apaleado. Los mandarines han de casarse con
una mujer de otra provincia que no sea la de su mando. Tampoco
84 Proceso de individuación
35
Ibíd., pp. 268-269.
86 Proceso de individuación
b) La religión
Esta falta de espíritu es también el signo distintivo de la religión
china. El emperador es el jefe del Estado y de la religión. La religión es
pues en esencia una religión del Estado y no lo que nosotros llama-
mos religión. Religión es, para nosotros, la interioridad del espíritu
en sí, por cuanto el espíritu se representa lo que constituye su últi-
ma esencia. En esta esfera el hombre se halla sustraído al Estado;
refugiándose en su interioridad, puede escapar al poder del gobierno
temporal. Pero en China, la religión no ha llegado a esta altura. La
verdadera fe sólo es posible allí donde los individuos existen en sí y
por sí mismos, independientemente de un poder coactivo externo.
…pero en China, el individuo no tiene ni asomo de esta indepen-
dencia. Es, pues, dependiente en la religión; y dependiente de seres
naturales.
…La religión del Estado, que debe distinguirse de la religión pri-
vada, es patriarcal en un aspecto; pero tiene, además, otros aspectos
distintos de éste. Es ante todo la vieja y sencilla religión en que el
hombre honra a Dios como señor de todo, como simple, eterno, bon-
dadoso, justo, como el que premia la bondad y la virtud y castiga la
maldad y el crimen. La riqueza de la naturaleza queda desterrada
de esta representación de la esencia divina. La justicia y la bondad
son modos de la actividad de lo absoluto; pero no se dice aquí qué
cosa sea lo absoluto. Semejantes determinaciones generales no sir-
ven de nada en la religión. Bellas máximas, como la de que los bue-
nos son felices y los malos desgraciados, son harto fáciles de encon-
trar. Pero no se trata de tales generalidades. Se trata de los deberes
que tenemos para con Dios; no de los caracteres abstractos que po-
demos adjudicar a este Dios. Y surgen las preguntas: ¿qué es obrar
rectamente?, y ¿en qué consiste la recompensa del obrar recto, la
beatitud? Más, estas preguntas acerca de lo justo sólo surgen cuan-
do el hombre ha llegado a la conciencia de lo universal. Por eso no
hubo ni hay justicia entre los asiáticos. Lo recto, lo justo, es lo que
las constituciones, las leyes y las costumbres prescriben. Por tanto,
no se puede considerar la religión como independiente del Estado.
Cuando el hombre todavía no ha logrado su libertad; mientras vive
en un Estado despótico, no tiene la representación de Dios, no tiene
la representación de que Dios es en sí libre, es un espíritu absoluto.
El hombre no ha descendido todavía al fondo de sí mismo; no ha
descubierto en ese fondo problemas que sean dignos de solución. En
el estado patriarcal, la elevación religiosa del hombre es simple mo-
ralidad y buena conducta. Lo absoluto es: o la simple regla abstracta
de este bien obrar —la eterna justicia— o el poder de ésta. Fuera de
estas simples representaciones, no hay otras relaciones del mundo
La comunidad asiática 89
37
Ibíd., pp. 280-290.
La comunidad asiática 93
El principio mongólico
• Falta espiritualidad en el sistema chino.
• Es necesario que haya una integración espiritual.
• Esta integración se produce fuera y dentro de china a través
del principio mongólico.
• Los pueblos mongólicos son nómadas y reconocen por Dios al
Buddha y al Lama.
• En China, lo moral, el espíritu, exterior al individuo.
• La religión china no es la relación libre del espíritu con el es-
píritu.
• Es una relación dependiente con algo exterior, con el todo po-
deroso, es un espíritu natural, el cielo, la materia universal,
los ríos, las montañas, el viento y está encarnado en genios
que el emperador nombra.
• Esta exterioridad debe superarse.
• El espíritu debe relacionarse con el espíritu.
• El espíritu debe integrarse al sistema chino; debe superarse la
exterioridad.
• Esa superación es el principio mongólico.
• La superación tiene dos aspectos: el negativo y el positivo.
• El aspecto negativo es la religión llamada de Fo o, con otro
matiz, la de Buddha, Gautama o Sakyamuni.
• Fo es presentado históricamente como maestro.
• Su doctrina fundamental es la metempsicosis (la transmigra-
ción de las almas).
• La nada es principio y fin, finalidad de todas las cosas.
• Las cosas son manifestaciones de una sustancia única, inse-
parable, inmutable que es la nada.
• Todo es modificación de la forma y todo es siempre uno y lo
mismo.
• Esta sustancia es la nada abstracta.
• La nada abstracta es la nada de lo finito en general.
• Carece de toda actividad, de toda inteligencia, de alma, de
voluntad.
• El hombre, para ser feliz, necesita esforzarse, mediante conti-
nua meditación, por igualar al principio, para lo cual ha de
acostumbrarse a no ser nada, a no querer nada, a no sentir
nada, a no desear nada.
94 Proceso de individuación
38
Ibíd., pp. 338-339.
104 Proceso de individuación
Los israelitas
Los israelitas son otro pueblo del litoral del Asia anterior.
El principio judío consiste en que el elemento espiritual se ha-
lla en él totalmente purificado y el contenido del pensamiento, el
ser que se piensa a sí mismo, el Dios uno, llega a la conciencia
como el Dios puro y uno.
Para la religión judía Dios es el pensamiento puro; es la supera-
ción del principio persa: Dios ya no es una sustancia natural, física
como la luz, sino una sustancia espiritual, pensamiento puro.
El oriente considera a la naturaleza como lo primero; para los
judíos el espíritu es lo primero.
Lo natural es algo puramente externo.
La naturaleza aparece sometida a la Divinidad, sirviendo
para glorificarla.
Surge la desdivinización de la naturaleza.
La naturaleza desciende hasta convertirse en algo exterior.
La primera expresión del espíritu será contraria a la natura-
leza, pues el espíritu, que estaba degradado hasta ahora, recobra
ahora su dignidad, al par que la naturaleza es reducida a su
justo puesto.
Dios es el señor y creador de todos los hombres y de la natura-
leza entera.
El hombre es un ser moral.
Existe una diferencia entre el bien y el mal.
Aparece una moralidad superior.
El bien es la conducta que tiene su origen en el pensamiento,
en lo universal.
El Dios que es pensamiento puro es también la pura bondad.
[La bondad es aquí la normatividad elevada a la característi-
ca de una cualidad del pensamiento puro, de Dios]
La maldad es la negación de la normatividad dotada de un
carácter abstracto…
El hombre es espíritu y carne.
Como materia, el hombre puede caer en el pecado, es decir, en
la sensualidad, en la maldad.
Como espíritu, se remonta sobre esa sensualidad y maldad y
se conduce con bondad.
El hombre sirve a Dios haciendo el bien y en hacer el bien
consisten los caminos del Señor.
La comunidad asiática 107
40
Ibíd., p. 404.
108 Proceso de individuación
41
Ibíd., p. 417.
La comunidad asiática 109
Grecia
El tránsito al espíritu griego
Los egipcios son los adolescentes que sólo se convierten en jóvenes
mediante la claridad sobre sí mismos.
Los egipcios han planteado el problema de la relación entre la
naturaleza y el espíritu.
La solución a este problema es el espíritu libre.
El problema está formulado en la célebre inscripción sobre la
cortina del santuario de la diosa de Sais, Neith: Yo soy lo que
existe, lo que existió y lo que existirá. Ningún mortal ha levanta-
do mi velo.
La solución se encuentra en el complemento de esta sentencia:
el fruto por mí engendrado es Helios.
Lo interior y oculto engendra lo claro, el Sol espiritual.
Otra inscripción, ésta en el templo de Apolo en Delfos decía:
Hombre, conócete a ti mismo.
Apolo, el Dios de la sabiduría, ordena al hombre tener con-
ciencia de sí mismo.
El principio egipcio es el enigma, el problema de la esencia del
hombre.
El principio griego es la solución del enigma, el descubrimien-
to de la esencia humana.
El Dios griego establece como mandamiento supremo que el espí-
ritu se conozca a sí mismo, conozca su esencia, esto es, el espíritu.
El enigma está resuelto: el hombre es espíritu (lo que existe, lo
que existió y existirá y cuyo fruto es el espíritu).
Esto está expresado en la leyenda de Edipo que hace caer a la
Esfinge de la roca al contestar acertadamente el enigma que ésta
le ha propuesto: ¿Qué es lo que por la mañana anda a cuatro
112
Grecia 113
El mundo griego
Sinopsis
La subjetividad que vive con libertad, consciente de sí misma, en
las leyes eternas del espíritu es lo fundamental.
En oriente, la sustancia ética existe como natural o abstracta
y se encuentra enfrente del sujeto. La moralidad se actualiza me-
diante la voluntad de uno sólo que ejerce un poder despótico so-
bre los otros sujetos quienes carecen de libertad. La eticidad es
impuesta desde fuera por el déspota. En Oriente también se da lo
opuesto, que los sujetos pueden atenerse a sí mismos y se someten
por tanto a los fines particulares, a las pasiones, a la arbitrarie-
dad, a la falta de eticidad.
En Grecia la eticidad es una con el sujeto, cuyos fines se han
convertido en virtudes.
Lo ético es el Estado, en el cual tiene su existencia lo uni-
versal.
El Estado se alza frente al individuo; pero el fin del individuo
mismo es esa esencia que es el Estado.
El Estado es el propio interés del individuo; en él posee la li-
bertad consciente de sí.
El individuo tiene voluntad propia, pero ésta no tiene otro
contenido que lo objetivo, el Estado.
Grecia inaugura el reino del espíritu humano.
43
Ibíd., p. 456.
114 Proceso de individuación
45
Ibíd., p. 477.
122 Proceso de individuación
Situación política
La consolidación de una convivencia parte de las dinastías
[aquellas familias que en virtud de la disolución de la comuni-
dad primitiva se habían convertido en propietarios privados de
las tierras, bienes muebles, dinero (oro) (podían ser familias
provenientes del extranjero que, habiendo convertido su riqueza
en oro, se asentaban en el suelo griego (ya convertido en mer-
cancía) por medio de la compra de tierras)]
46
Ibíd., pp. 479-480.
Grecia 125
47
Ibíd., p. 481.
126 Proceso de individuación
El arte y el individuo
Aquí precisamente devela Hegel la verdadera naturaleza del
arte y del concepto de la belleza que le corresponde.
Al destruirse la colectividad e implantarse la propiedad pri-
vada, el ser humano se conoce y desarrolla a sí mismo como in-
dividuo.
La primera obligación del individuo es conservar y desarro-
llar su corporeidad física; debe, por tanto, cultivar sus capacida-
des individuales (físicas y mentales) como facultades producti-
vas destinadas a satisfacer sus necesidades individuales. Esta
acción de contemplar y cultivar su corporeidad le produce una
49
Ibíd., p. 488.
Grecia 137
Roma
El “principio” romano, como lo llama Hegel, es la forma perfec-
cionada, llevada hasta sus últimas consecuencias, de la primera
acometida de la propiedad privada en la historia universal. En
Roma, los elementos positivos alcanzan su máximo desarrollo, y
al mismo tiempo, los aspectos negativos se manifiestan brutal-
mente. El odio más feroz y la más cruel de las violencias se apo-
deran de todos los individuos que integran el pueblo romano
(entre los miembros de las diversas clases, entre las distintas
clases, etcétera); la explotación de los desposeídos por los due-
ños de los medios e instrumentos de producción adquiere las
formas más atroces, hasta llegar al extremo de convertir en es-
clavos (instrumentos vocales) a la mayoría de los integrantes de
la sociedad y la propiedad privada desemboca en la constitución
de los grandes propietarios (latifundios, riqueza metálica, etcé-
tera), quienes aniquilan implacablemente a los pequeños pro-
pietarios; para reprimir esta violencia generalizada se constitu-
ye la violencia organizada, es decir, el Estado. Es por eso que en
Roma se establece el más duro de los regímenes políticos y so-
ciales. El Estado se convierte en un poder monstruoso sobre el
individuo y se formulan leyes draconianas para regular la con-
Las características del individuo 145
ducta de los romanos (lex dura, sed lex). Pero, en su fase de de-
clinación, ni aún estos elementos radicales (el Estado y la ley)
logran contener la brutal disolución de la sociedad romana. El
régimen de la propiedad privada se ve por primera vez ante una
real posibilidad de destruirse a sí mismo.
En el régimen romano se produce la sustantivación de los
medios e instrumentos de producción; se trata de una sustancia
viva que somete a los individuos a sus dictados imperiosos y
que, por tanto, hace de la vida individual algo completamente
accidental, casual, precario, sujeto por completo al capricho y a
la arbitrariedad.
En el régimen romano, en suma, llegan a un punto crítico el
odio, el mal, la violencia, la explotación, el sufrimiento y la suje-
ción del individuo a la fuerza impersonal de los elementos eco-
nómicos.
El régimen de la propiedad privada reconoce entonces la ne-
cesidad de crear en el individuo una poderosa conciencia moral
que le imponga límites muy precisos a su actividad y que lo san-
cione internamente (culpa, arrepentimiento, etcétera), cuando
infrinja ese código, el cual no es otra cosa que aquellas normas
que la necesidad práctica había ya producido, pero que tenían un
carácter meramente externo y que se aplicaban por la fuerza al
individuo, y que además lo obligue a aceptar todas las caracterís-
ticas negativas del régimen como algo que debe existir necesaria-
mente y con lo cual se tiene que convivir.
Entonces, el régimen de la propiedad privada despliega todo
un artificio para lograr ese objetivo:
a) Debe hacer entrar en la conciencia individual los conceptos del
bien, del amor, de la paz, de la bondad, que son los que han de
contrarrestar los ímpetus de las tendencias contrarias, el mal,
el odio, la guerra, la maldad, etcétera, no para exterminarlos,
lo cual sería imposible, sino para reducirlos a un nivel compa-
tible con el desarrollo ascendente del régimen económico.
b) Igualmente, debe llevar a la conciencia individual la noción
de que el sufrimiento y el dolor que todos los males de la so-
ciedad producen es algo que no se puede suprimir y que, por
tanto, los debe soportar estoicamente, sin renegar práctica-
mente de ella.
c) Debe obligar al individuo a que sea él mismo quien confronte
su acción con los preceptos éticos que guarda en su interior.
146 Proceso de individuación
157
158 Proceso de individuación
50
Sigmund Freud, Esquema del Psicoanálisis, (escrito en 1910), en Obras
Completas, volumen II, traducción directa del alemán, Editorial Biblioteca
nueva, Madrid, 1986, pp. 101-123.
Esquema del psicoanálisis
Historia
El psicoanálisis nació en 1900 con la publicación de la obra de
Freud: Interpretación de los sueños.
Antecedentes del psicoanálisis:
Nació con la finalidad de comprender algo de la naturaleza de
las enfermedades nerviosas llamadas “funcionales” (Neurosis,
Histeria).
…Los neurólogos de aquella época habían sido formados en la sobre-
estimación de los hechos químico-físicos y patológico anatómicos, y a
lo último se hallaban bajo la influencia de los descubrimientos de
Titzig y Ferrier, Goltz y otros, que parecían demostrar una íntima
vinculación, quizá exclusiva de ciertas funciones a determinadas
partes del cerebro. Con el factor psíquico no sabía que hacerse: no
podían aprehenderlo; lo abandonaban a los filósofos, a los místicos y
a los curanderos; y en consecuencia, no se abría acceso ninguno a los
secretos de la neurosis, sobre todo a los de la enigmática “histeria”,
la cual constituía el prototipo de la especie toda…51
157
160 Proceso de individuación
53
Ibíd., p. 101.
54
Ibíd., p. 101.
La anulación, degeneración y descomposición 161
Descubrimientos de Breuer
1) Logró relacionar perfectamente los síntomas histéricos con
una determinada situación en la que se había encontrado la
paciente. En esa situación descubrió Breuer la causa de todos
los fenómenos patológicos de la paciente.
2) Los síntomas habían nacido cuando un impulso a la acción no
había sido llevado a cabo, sino omitido por causas distintas a
las de su origen.
En lugar de las acciones omitidas habían surgido los sínto-
mas.
Breuer equiparó los motivos de la génesis de los síntomas
(las acciones omitidas) con los traumas de Charcot.
3) Descubrió que esos motivos, al igual que los traumas, habían
quedado perdidos para la memoria del paciente, mientras que
los síntomas permanecían inmodificables.
Se aportó así una prueba más de la existencia de procesos
anímicos inconscientes.
4) Terapéutica empleada por Breuer: por medio de la hipnosis
llevar al paciente al recuerdo de los traumas olvidados y ha-
cerlo reaccionar ante ellos con intensas manifestaciones de
afecto. De esta manera desaparecía el síntoma que había na-
cido precisamente por no realizarse el acto omitido (como sus-
tituto del mismo).
Aportaciones de Freud
a la teoría del psicoanálisis
Conversión de la catarsis en psicoanálisis
1) Freud abandonó el hipnotismo como medio auxiliar para el
análisis de los procesos psíquicos y para la terapia de los sín-
tomas patológicos. Lo hizo así porque era muy bajo el índice
de los pacientes a quienes podía hipnotizar satisfactoriamen-
te y los resultados terapéuticos de la catarsis no eran defini-
tivos y dependían en mucho de la relación personal entre el
paciente y el médico.
2) Adoptó el método de asociación libre.
…consistente en comprometer al sujeto a prescindir de toda re-
flexión consciente y abandonarse en un estado de serena concen-
tración, al curso de sus ocurrencias espontáneas (involuntarias).
Tales ocurrencias las debía comunicar al médico, aún cuando en
su fuero interno surgieran objeciones de peso contra tal comuni-
cación; por ejemplo las de tratarse de algo desagradable, nimio o
impertinente…56
55
Ibíd., pp. 102-103.
56
Ibíd., p. 103.
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57
Ibíd., p. 103.
58
Ibíd., p. 104.
164 Proceso de individuación
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Ibíd., p. 104.
60
Ibíd., p. 104.
La anulación, degeneración y descomposición 165
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Ibíd., p. 104.
166 Proceso de individuación
62
Ibíd., pp. 104-105.
63
Ibíd., p. 105.
La anulación, degeneración y descomposición 167
Concepto de la libido
1) Libido del objeto: La energía (concebida como cuantitativa-
mente variable y mensurable) de los instintos sexuales orien-
tados hacia el objeto (en el sentido ampliado por la teoría ana-
lítica).
64
Ibíd., p. 106.
168 Proceso de individuación
65
Ibíd., p. 108.
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66
Ibíd., p. 110.
67
Ibíd., p. 110.
170 Proceso de individuación
68
Ibíd., p. 110.
69
Ibíd., p. 111.
70
Ibíd., p. 111.
La anulación, degeneración y descomposición 171
71
Ibíd., p. 111.
72
Ibíd., p. 112.
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Ibíd., p. 112.
172 Proceso de individuación
74
Ibíd., p. 114.
75
Ibíd., p. 114.
76
Ibíd., p. 114.
77
Ibíd., p. 114.
La anulación, degeneración y descomposición 173
78
Ibíd., p. 115.
La anulación, degeneración y descomposición 175
i) La teoria de la represión.
…La reunión de estos conocimientos teóricos con las impresiones
inmediatas de la labor analítica conduce a la concepción de las
neurosis que, expuesta a grandes rasgos, sería la siguiente: las
80
Ibíd., p. 117.
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81
Ibíd., pp. 117-118.
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Ibíd., p. 118.
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Ibíd., p. 119.
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Ibíd., pp. 122-123.
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85
Ibíd., p. 119.
86
Ibíd., p. 119.
Crítica de la teoría de Freud
180
La anulación, degeneración y descomposición 181
más disparatados. Pero quizá haya sido necesario que así suce-
diera para que la ciencia de la Psicología tomara ese impulso
grandioso que le conquistó un lugar dentro del conjunto de las
demás ciencias. Por lo demás, no debemos olvidar nunca que las
posiciones filosóficas de Freud eran franca y abiertamente burgue-
sas; en todos sus trabajos justifica y defiende el régimen capita-
lista de producción, al declarar paladinamente que la finalidad
del psicoanálisis es la adaptación del individuo a ese sistema de
producción.
relajados de una parte, tienen sin embargo que actuar más rí-
gidamente en otros aspectos en los que se ven presionados por
aquel crecimiento irrestricto del principio del placer: siguen
funcionando las limitaciones al comercio sexual incestuoso y al
comercio sexual extraconyugal que se derivan del derecho de
propiedad proveniente del matrimonio y, sobre todo, continúa
en pie el hecho de que el ejercicio de la función sexual en su
nueva forma ampliada sólo puede realizarse mediante actos de
cambio que se rigen en absoluto por las leyes económicas de la
sociedad capitalista.
La necesaria liberación de la sexualidad en la “sociedad de
consumo” cristaliza en el establecimiento franco y abierto, dentro
de un sector de la sociedad (pequeña burguesía urbana), de la
prostitución, la degeneración, el vicio, es decir, de las peores mani-
festaciones del principio del placer, como actividades legítimas,
como las únicas actividades legítimamente humanas. El desarro-
llo desmesurado del principio del placer dentro de esta clase social
tiene por objeto servir de polo de atracción para acelerar la libera-
ción de la sexualidad de todos los miembros de la sociedad.
El desbocamiento del principio del placer y su establecimien-
to como fin legítimo de la existencia humana, tienen sobre el
organismo de los individuos los efectos devastadores que ya se-
ñalamos anteriormente; aquí sólo aludiremos a aspectos especí-
ficos que habían quedado sin analizar. Al convertir el trabajo en
una actividad libidinal (placentera), el régimen capitalista cie-
rra más constrictivamente las cadenas sobre la clase obrera,
pues aumenta la intensidad y la extensión del trabajo, con lo
que provoca una aceleración en el ya de por sí veloz proceso de
desgaste, degeneración y descomposición del organismo de los
trabajadores. Al propiciar el consumo incesante de cantidades
crecientes de bienes, el régimen capitalista obliga a los obreros
a desplegar más trabajo (intensiva y extensivamente) para po-
der adquirir la masa de mercancías existentes en el mercado; el
propio consumo, que no es sino la apropiación de objetos a través
del mecanismo del placer, provoca necesariamente el desgaste,
degeneración y descomposición del organismo de los trabajado-
res a causa del funcionamiento antinatural de todos los procesos
orgánicos; por último, la especulación sobre nuevas necesidades
y satisfactores, que se realiza a través del mecanismo psíquico
La anulación, degeneración y descomposición 205
no cabe la menor duda! ¡No, no eres una de esas chicas con el culo
como dos botones, que parecen más chicos que chicas! ¡Tienes un
trasero realmente suave y redondeado, como los que gustan a los
hombres en el fondo de sus tripas! ¡Es un trasero como para levantar
en vilo al mundo!
Y mientras hablaba, él estuvo acariciando en exquisito movi-
miento el culo redondeado, como si un fuego sutil y resbaladizo pa-
sara de las nalgas de Connie a las manos del hombre. Y las puntas
de los dedos del hombre tocaron las dos entradas secretas del cuerpo
de Connie, una y otra vez, con su suave y menudo cepillo de fuego.
Y me gusta que esto cague y que esto mee. ¡No quiero a una mujer
que no cague ni meee!
Connie no pudo evitar un brusco estallido de pasmada risa, pero
el hombre siguió, impertérrito:
¡Esto es de verdad, esto es verdad! ¡Eres de verdad, e incluso un
poco puta! Esto caga y esto mea. Y he puesto la mano en las dos co-
sas, y me gustas por tener eso. Me gustas por eso. Esto es un culo de
mujer tal como debe ser, orgulloso de si mismo. ¡No, no está aver-
gonzado de sí mismo, no!
Puso con firmeza y presión la mano en los lugares secretos de
Connie de una manera que parecía un íntimo saludo. Dijo:
Me gusta… ¡Me gusta! Y si sólo viviera diez minutos, y tocara tu
culo y llegara a conocerlo, me parecería que hubiera vivido toda una
vida ¡Con sistema industrial o sin él! Este es uno de los momentos
más grandes de mi vida.87
sm.serviciosgraficos@gmail.com