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Cabe aclarar que cuando el artículo 957 habla de partes se refiere a los distintos intereses que
pueden intervenir en el acto jurídico; cada parte puede estar compuesta de una o más
personas.
Por ejemplo: puede existir una compraventa entre Pedro y Juana, en la que cada parte,
vendedora y compradora, están constituidas por una persona; o el mismo contrato puede
celebrarse entre Pedro, Pablo y José, que resultan condóminos de una cosa, que la venden a
Juana, en cuyo caso una de las partes, la vendedora, estaría compuesta por más de una
persona, pero todas con el mismo interés, idénticos derechos y obligaciones que surgirán del
contrato celebrado. O puede tratarse de un contrato en el que existan más partes, como sería
el caso de la constitución de una sociedad entre Mariela, José, Pablo, Johana y Alexis; en este
caso, si bien todos tienen un interés común (la empresa que llevarán adelante), cada una
tiene, a su vez, un interés individual (las ganancias que pretende obtener).
Carácter de las normas legales: El artículo 962 del CCC nos determina que Las normas legales
relativas a los contratos son supletorias de la voluntad de las partes, a menos que de su modo
de expresión, de su contenido, o de su contexto, resulte su carácter indisponible.
Esto significa que, en principio, los contratos se rigen por la voluntad de las partes que, en
forma autónoma pueden determinar su contenido; es decir los derechos y obligaciones que
en ellos se contengan. Esto responde a un principio general del Derecho Privado, denominado
de Autonomía de la Voluntad, que importa la libertad de las partes para decidir contratar o no
hacerlo, con quién hacerlo y determinar el contenido del contrato.
Entonces, las normas legales, contenidas en el CCC o en normas especiales, tienen un carácter
supletorio de lo determinado por la voluntad de las partes; es decir que se aplican sólo en
caso que éstas no hayan previsto alguna cuestión.
Un ejemplo de aplicación supletoria (para suplir la voluntad de los contratantes) sería el caso
que en un contrato de compraventa las partes no hayan establecido el lugar de entrega de la
cosa vendida. En ese caso resultará de aplicación lo dispuesto por el artículo 1148 del CCC,
que establece que para el caso que no se haya convenido, la entrega debe hacerse en el lugar
en que la cosa cierta se encontraba al celebrarse el contrato.
Esto es así salvo aquellos casos en que la misma ley declare que su contenido es de orden
público y, por tanto, su contenido no pueda ser dejado de lado por las partes o cuando por
cualquier circunstancia surjan normas de carácter indisponible, que traen consigo la
imposibilidad de desconocerlas, para las partes.
Por ejemplo: en función del principio de la autonomía de la voluntad, dos partes podrían
convenir un contrato de compraventa; pero no pueden afectar los derechos protegidos por la
Ley de Defensa del Consumidor, porque sus disposiciones tienen carácter de orden público.
Prelación normativa: Este tema hace referencia al orden en el cual se aplicarán las normas,
ante un contrato determinado. El artículo 963 del CCC determina al respecto: Cuando
concurren disposiciones de este Código y de alguna ley especial, las normas se aplican con el
siguiente orden de prelación:
a) normas indisponibles de la ley especial y de este Código;
b) normas particulares del contrato;
c) normas supletorias de la ley especial;
d) normas supletorias de este Código.
Significa que, en primer lugar, se aplicarán las normas indisponibles, sean de leyes especiales
o del CCC mismo; en segundo término, se considerará la voluntad de las partes, plasmada en
el contenido del contrato y, para el caso de cuestiones que no hayan sido previstas, se
emplearán las normas supletorias, primero las de la ley especial (Por ejemplo, de la Ley de
tarjetas de crédito) y, en caso que ésta no las prevea, las del CCC.
Las partes pueden determinar libremente el contenido del contrato, llamada libertad de
configuración. Esto es perfectamente posible cuando el contrato se celebra entre dos partes
que poseen igual capacidad de negociación. Sin embargo, obviamente que esa libertad
encuentra una limitación en las normas indisponibles, que no pueden ser trasgredidas o
desconocidas y se ve, también, muy reducida para uno de los sujetos intervinientes en
aquellos contratos realizados por adhesión, en los cuales una de las partes ha determinado
absolutamente el contenido contractual y la otra sólo puede adherir o prescindir de la cosa o
servicio.
Por ejemplo el sujeto que pretende contratar el servicio de telefonía celular. La empresa
pondrá a su disposición un contrato predispuesto, hecho en formulario, en que se
consignarán sus datos y al que solamente podrá ad-herir y firmar, o prescindir del servicio. En
estos casos el poder de determinar libremente el contenido del contrato es válido solamente
para el empresario, que puede determinarlo en su totalidad; sin embargo, la otra parte no
podrá participar de negociación alguna al respecto, viendo restringido el ejercicio de la
autonomía de su voluntad.
Esto significa que la declaración de voluntad de las partes tiene pleno valor para obligarlas, en
cuanto haya sido determinado en el contrato y que son ellas mismas quienes pueden
modificar su contenido o extinguir el contrato, haciendo cesar sus efectos. También puede ser
modificado o extinguido por expresa disposición de la ley.
Existen otras previsiones de la ley, que importan limitación a la eficacia de los contratos, por
ejemplo la lesión subjetiva (que consiste en el caso que una de las partes ha conseguido una
ventaja desproporcionada a su favor, abusando del estado de necesidad, la ligereza o
inexperiencia de la otra) o la imprevisión (caso en que un contrato válido, debido a razones
externas, que no han podido preverse, se vuelve excesivamente oneroso para una de las
partes).
Por ejemplo, si alguien contrató la venta de 100 toneladas de trigo por 5.000$ y hay una gran
sequía, que provoca una gran escasez del material comprometido lo que, a su vez, provoca un
desmedido aumento de su precio hasta llegar a costar 50.00$ la tonelada. Evidentemente,
para el obligado a entregar la mercadería le resultaría sumamente desventajoso cumplir con
la obligación, debido a una causa externa e imprevisible).
Ahora bien; en principio el contrato firmado por las partes es válido y tiene efectos
obligatorios; quien pretende que un contrato es inválido o nulo, debe invocar y probar la justa
causa en que basa su pretensión.
El art. Mencionado nos manifiesta que los jueces pueden intervenir en dos ocasiones. Una,
que refiere al caso en que la modificación sea solicitada por una de las partes y esté
autorizada por la ley, como podrían ser los casos mencionados de existencia de lesión o
imprevisión, en los cuales el juez podrá decretar la nulidad o un ajuste de las obligaciones,
para mantener la equivalencia de las prestaciones. La segunda excepción prevista es la que
autoriza al juez a actuar de oficio; esto significa sin que exista una petición de parte. Esta
posibilidad, de intervenir en el contrato, sólo está habilitada cuando su contenido afecta, de
modo manifiesto, el orden público. Sabemos que existen leyes que son determinadas como
de orden público, debido a la trascendencia de los bienes que protegen; entonces, la
autonomía de la voluntad no puede contradecir su contenido.
Carácter de las normas legales: S/ el Art. 962 del CCC establece que:
“Las normas legales relativas a los contratos son supletorias de la voluntad de las partes, a
menos que de su modo de expresión, de su contenido, o de su contexto, resulte su carácter
indisponible”.
Clasificación de los contratos: Existen distintos criterios según los cuales pueden clasificarse a
los contratos. Hay clasificaciones llamadas explícitas, por estar previstas en el CCC y otras
consideradas implícitas, por surgir de otras fuentes, generalmente realizadas por la doctrina o
por los usos, como podría ser considerarlos desde el punto de vista de su función económica y
social.
Contratos a título oneroso y a título gratuito: Otra clasificación que se encuentra explícita es
aquella que los distingue según se hayan celebrado a título oneroso o a título gratuito.
S/ el Art. 967 del CCC estable que:
“Los contratos son a título oneroso cuando las ventajas que procuran a una de las partes les
son concedidas por una prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer a la otra. Son a título
gratuito cuando aseguran a uno o a otro de los contratantes alguna ventaja, independiente de
toda prestación a su cargo.”
Es decir que en los que son a título oneroso hay una prestación a cambio de una
contraprestación.
Contratos formales: existen algunos casos en que la ley o las partes mismas exigen que el acto
sea celebrado mediante algún tipo de solemnidades, como puede ser la escritura pública.
Contratos no formales: ante el incumplimiento de la forma establecida, la sanción es la
nulidad del acto jurídico; o puede ser que la solemnidad haya sido impuesta con otro tipo de
sanción; como ser, que el acto no quede concluido como tal sino que valga como un contrato
preparatorio, que establezca la obligación de celebrarlo mediante el medio adecuado, para su
total validez.
Impone un deber de comportamiento correcto y leal. Por su parte, Borda, G. A. sostiene que
“la buena fe en la celebración del contrato obliga a las partes a expresar sus ideas con
claridad”, ello integra la lealtad de la conducta.
Los contratos preliminares son los que se utilizan entre las partes cuando se obligan a celebrar
un contrato definitivo y determinan su contenido. Deben versar o contener los elementos
esenciales del futuro contrato (sujetos, consentimiento, objeto, causa y forma).
Dentro del tema que estamos desarrollando nos encontramos con una especie dentro de esta
categoría de los contratos preliminares, que es el denominado Contrato de Opción, por el cual
una parte otorga de manera irrevocable (que no puede anularse o dejarse sin efecto) a la otra
parte o beneficiario, la facultad de exigir que el contrato definitivo sea realizado o concertado.
Dicho contrato de opción, puede ser agregado o incluido al momento de celebrar el contrato
preliminar. El Contrato de Opción puede ser gratuito u oneroso, y debe observar la forma
exigida para el contrato definitivo. No es transmisible a un tercero, excepto que así se lo
estipule (Art. 996 CCC).
El pacto de preferencia es aquel que permite ser elegido para la celebración de un contrato
futuro en caso que el titular del bien o de los derechos decida disponer de ellos.
En el pacto de preferencia, al igual que en la opción, existe una obligación de hacer; sin
embargo, son distintos en sus contenidos: en el caso de la preferencia, la obligación consiste
en la elección del contratante o de la parte titular del derecho para el caso que se decida
enajenar o vender el bien. Quien otorga la preferencia a favor de otro, no está obligado.
Por ejemplo, posteriormente a vender el auto si se arrepiente, solo estará obligado a elegir o
preferir a la persona que esta designada en el contrato, si efectivamente decide vender el
auto, pero no existe obligación de vender.
Quien es notificado de una preferencia, tampoco está obligado a aceptar, en nuestro ejemplo
comprar el auto. Finalmente, si la parte preferida no acepta, el titular del derecho es libre de
vender a otra persona fuera del contrato. Por ejemplo: Podrá vender el auto a cualquiera.
Siempre deberán respetarse condiciones, ofertas, etc. para todos los preferidos seleccionados
en el contrato; si estuviéramos frente al caso de una propiedad en condominio o
participaciones en una sociedad, salvo que en el mismo contrato las partes preferidas
hubieran decidido o acordado previamente en el contrato, un orden de preferencia, que
desplace a los demás. Por ejemplo: Quien va a vender debe notificar a Pablo, en primer lugar
y sólo si éste no ejerce la preferencia, debe notificar a Carla, o a Malena, en forma excluyente
y sucesiva, si así ha sido convenido.
o Constituye un nuevo contrato, derivado del principal del cual depende, razón por la cual
tiene su misma naturaleza jurídica (Ej. locación de cosas muebles).
Los artículos precedentes nos hablan de la conexidad contractual, entendiendo por tal a la
que se produce cuando dos o más contratos se encuentran vinculados por un interés
económico común. Son normas relativas a ciertos efectos de la conexidad contractual, que se
coordinan con otras soluciones previstas en el Código y en algunas leyes especiales. Se busca,
con ello, brindar soluciones justas.
Por ejemplo: Un caso muy claro de contratos conexos es el que se da en el funcionamiento del
sistema de tarjeta de crédito. Existe un contrato entre la operadora de la tarjeta de crédito
(Visa, Mastercard) con un banco, que va a comercializarla (Banco Nación, del Chaco, HSBC). A
la vez, existe un contrato entre la operadora de la tarjeta de crédito y los negocios que
aceptan vender cobrando con dicho instrumento. Por otra parte, hay un contrato entre el
banco que comercializa la tarjeta y la persona que pretende ser usuaria de la misma. Por
último, existe un contrato entre el usuario de la tarjeta de crédito y el negocio que
comercializa su mercadería mediante el cobro con dicha tarjeta. Es fácil observar que hay una
serie de contratos, independientes entre sí, aún con distintas partes, que tienen como
finalidad económica común, el funcionamiento del sistema de tarjeta de crédito.
Elementos de los contratos: esenciales, naturales y accidentales.
Elementos de los contratos: La doctrina suele clasificar los elementos de los contratos en:
esenciales, naturales y accidentales.
Elementos esenciales: Estos elementos son aquellos sin los cuales es imposible que exista
un contrato, resultan indispensables para su existencia misma. Ellos son: el consentimiento,
que debe ser prestado por los sujetos que son partes del contrato; el objeto, que es la
prestación debida y puede consistir en una obligación de dar, hacer o no hacer; la causa, que
constituye la razón por la que se celebra el contrato. La ausencia de cualquiera de ellos
importará la nulidad del contrato.
Parte de la doctrina incluye también a la forma, que es la formalidad o solemnidades con las
que debe perfeccionarse el contrato; pero ésta constituiría un elemento esencial solamente
en el caso de los contratos formales solemnes, que son aquellos que resultan nulos en el caso
de no respetarse la forma establecida. Trataremos cada uno por separados.
Consentimiento: Consentir es ponerse de acuerdo con algo o con alguien. El eje básico del
contrato es el consentimiento, es decir la integración y complementación (no circunstancial o
momentánea) de dos manifestaciones de voluntad, emanadas de las partes, entendidas como
centros o partes de intereses distintos.
Es la conjunción de ambas exteriorizaciones de voluntad, que se manifiestan por la oferta y su
aceptación. Es la manifestación de una voluntad común. Para que sea válido, este
consentimiento debe ser prestado voluntariamente por los sujetos y, por tanto, con
discernimiento, intención y libertad, que resultan requisitos de los actos jurídicos voluntarios.
Si el consentimiento se encuentra viciado, traerá consigo la nulidad del contrato.
Objeto: El objeto constituye el sustrato material del contrato y está constituido por las
obligaciones pactadas, por lo que puede consistir en hechos (positivos, hacer, o negativos, no
hacer) o en bienes (dar, cosas o derechos). Al respecto, nos señala el art. 1003 CCC que:
“el objeto debe ser licito, posible, determinado o determinable, susceptible de valoración
económica y corresponder a un interés de las partes, aun cuando este no sea patrimonial”. Es
decir que para que el objeto sea válido debe reunir dichos requisitos, tal como ya hemos
estudiado al ver el objeto de los actos jurídicos.
Causa: La causa puede definirse como aquello que se considera como fundamento u ori-gen
de algo. Es necesario poder entender que, en los contratos, existen dos tipos de causa:
Causa fin objetiva o causa fuente, que se refiere a la finalidad abstracta y uniforme en todos
los contratos pertenecientes a una misma categoría negocial. Por ejemplo: En todos los
contratos de compraventa, la causa fin objetiva es, para el comprador recibir la cosa y para el
vendedor, percibir el precio.
La Causa fin subjetiva o causa motivo, en cambio, es concreta y propia de las partes, y
consiste en las razones determinantes que llevaron a las partes a contratar, siempre que sean
exteriorizados en el contrato.
Por ejemplo: En este caso existe un ejemplo clásico, que refiere que en ocasión de la
coronación del rey Eduardo VII, en Inglaterra, en 1902, numerosos súbditos británicos
alquilaron balcones, ventanas o habitaciones, en edificios con vista a la calle en que pasaría el
desfile del rey, luego de su coronación. El desfile fue cancelado, a causa de una enfermedad
del rey. Siendo que quienes habían alquilado manifestaron la causa motivo para hacerlo, se
determinó que se había frustrado el fin del contrato, quedando sin efecto, puesto que ya no
tenía sentido la ocupación puesto que el motivo, que era ver pasar el desfile, no ocurriría.
Forma: Cuando hablamos de forma podemos señalar que es la configuración externa de algo;
en este caso, de la manifestación de la voluntad común de las partes, del consentimiento.
Sin embargo, existen contratos que tienen determinada la forma que deben revestir, en
algunos casos a los efectos probatorios y en otros, con el objeto de consolidar su validez; en
este último caso, la forma constituye un elemento esencial, cuando debe cumplirse con
algunas solemnidades, bajo apercibimiento de la nulidad del contrato. Por ejemplo: Para la
donación de un inmueble resulta necesario realizarlo mediante escritura pública, de lo
contrario, el contrato es nulo.
Elementos naturales: Los elementos naturales son aquellos que responden a la naturaleza de
determinado contrato y, por ello, están previstos supletoriamente por la ley, para cuando en
el contrato nada se exprese. En general, son consecuencias que se siguen del negocio. Están
asociados a la etapa de ejecución o cumplimiento. De todos modos, las partes pueden
excluirlos mediante el ejercicio de la autonomía de la voluntad.
Como elementos naturales podemos citar aquellos efectos propios de los contratos
bilaterales y onerosos, tales como:
Pacto comisorio tácito: El pacto comisorio es la cláusula por la cual cualquiera de las partes
puede pedir la resolución del contrato ante el incumplimiento de la otra.
El CCC, en su art. 1083 determina que:
“Una parte tiene la facultad de resolver total o parcialmente el contrato si la otra parte lo
incumple…”
Por ejemplo. María ha contratado a Maluma para que cante en la fiesta de 15 años de su hija;
le ha pagado un adelanto de 10.000 dólares y dos días antes, recibió un mensaje del mismo
artista, que le anuncia que no asistirá a la fiesta. En ese caso, está en su derecho de resolver el
contrato, no pagar el saldo y solicitar el pago de los daños y perjuicios, aun cuando no hubiera
estado pactado, porque el CCC considera que es una cláusula implícita.
Por ejemplo: Julieta compró una docena de esculturas de resina, solo le entregan seis y en
estado defectuoso en el tiempo convenido; entonces, puede presentar dicha excepción para
resolver el contrato, con devolución del precio entregado. Otro ejemplo: Un vendedor no
cumple con la entrega de la cosa en el plazo convenido y, entonces, el comprador puede
solicitar la resolución del contrato.
Por ejemplo: Marcos le vende a María un auto usado. Al poco tiempo por una orden judicial
María es despojada del auto porque el mismo se hallaba embargado o indisponible (en
garantía de una deuda anterior). El vendedor debe garantizarle un derecho sobre el auto libre,
disponible y justo, sin posibilidad de sufrir perturbaciones por parte de terceros. En el caso
que planteamos, María podría demandar la resolución del contrato y, además, solicitar que se
condena a Marcos al pago de los daños y perjuicios que tal circunstancia le cause.
Vicios redhibitorios:
Los vicios ocultos, también llamados vicios redhibitorios, son los posibles defectos que puede
tener una cosa que es objeto de compraventa y que no son reconocibles en el examen de la
cosa en el momento de la entrega. Son de existencia previa y de una importancia que impida
el normal disfrute de la cosa.
Por ejemplo: Lionel compra una casa. En el contrato se establece que tiene un sistema contra
incendios, el cual se halla incorporado internamente en los techos, con dispositivos especiales
y cañerías internas, que no se encuentran visibles. Al poco tiempo, por un desperfecto
eléctrico en el sector cocina, se incendia la misma, provocando daños materiales importantes.
Cuando se hace el peritaje del lugar por la empresa de seguros, se advierte que el sistema
interno de conducción del agua nunca fue colocado por el constructor, ni controlado por el
organismo municipal habilitante. Lionel podrá solicitar la resolución del contrato de
compraventa y reclamar todo el daño provocado por el vicio oculto.
Elementos accidentales:
Los elementos accidentales son aquellos que, si bien no hacen a la naturaleza propia de un
contrato, las partes pueden en ejercicio de su autonomía de la voluntad, agregarlos. La ley les
ofrece a las partes estas estipulaciones, pero solo tienen vigencia cuando estas las incorporan
expresamente al contrato. Ellos son:
Clausula penal: La cláusula penal es aquella por la cual una persona, para asegurar el
cumplimiento de una obligación, se sujeta a una pena que consiste en dar o hacer algo en
caso de no ejecutarla o retardar su cumplimiento.
Condición: Recordemos que la condición consiste en someter el inicio (suspensiva) o
finalización (resolutoria) de la exigibilidad de una obligación a la ocurrencia de un hecho
futuro e incierto.
Condición resolutoria es la que determina que, si el hecho previsto como condición se
cumple, el contrato quedará sin efecto; pero, entretanto, se considera consumado y con
total validez y deben cumplirse las prestaciones convenidas.
Condición suspensiva es la que condiciona al acaecimiento del hecho futuro e in-cierto la
exigibilidad de las prestaciones pactadas.
Plazo: El plazo es el tiempo legal o contractualmente establecido que ha de transcurrir
para que se produzca un efecto jurídico; usualmente, el nacimiento o la extinción de un
derecho subjetivo o el tiempo durante el que un contrato tendrá vigencia. En este caso, se
somete el inicio o el final de la exigibilidad de las obligaciones, a la ocurrencia de un
acontecimiento futuro y cierto (porque fatalmente ocurrirá, aunque no esté determinado
cuándo)
Cargo: El cargo o modo impone una prestación accesoria cuya ejecución puede ser exigida
como cualquier otra obligación, pero si hay incumplimiento, la prestación principal sigue
vigente.