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Federico González Suarez

El prelado historiador

Quito, (1844 - Quito, 1917)

“Nada temo tanto como el juicio divino: he recibido beneficios no comunes”

La tarde lluviosa del 12 de abril de 1844 nace en la ciudad de Quito el que sería la
primera lumbrera de la Historia del Ecuador. Al día siguiente nace para la Iglesia con su
bautismo en la Iglesia del Sagrario por lo que consta en su acta:

“En trece de abril de mil ochocientos cuarenta y cuatro, el Prebendado José

Veintimilla, de Licentia Parrochi, bautizó solemnemente a Manuel María Federico del

Sacramento, hijo legítimo del legítimo matrimonio de los señores Manuel González y

Mercedes Suárez”.

A los pocos años de haber visto la luz queda huérfano de padre, que murió en un viaje a

su tierra natal de Colombia, la madre de González Suárez se apega a su abuela para

poder mantener a este hijo único.

Los primeros años de instrucción los recibe en un ambiente hostil por la pobreza del

hogar que apenas se mantiene por el nuevo trabajo de Doña Mercedes. El joven tiene

que ir algunas veces descalzo a la escuela porque no tenían dinero para el calzado lo que

le causaba gran malestar, pero como Dios lo señaló desde un inicio para que sea un

buen servidor suyo le otorgó el don de la esperanza y de la sabiduría. En palabras del


mismo González Suárez en sus Memorias Íntimas: “En medio de mi vida de huérfano,

vida triste, aislado, melancólico, vida pobrísima y llena de privaciones, yo no

encontraba descanso más suave ni entretenimiento más sabroso que la lectura: amaba

los libros, cuánto los amaba!”

Después de haber cursado tres años de Filosofía, Dios le dio la vocación sacerdotal

llamándole a las Sagradas Ordenes y por ello se matricula como alumno externo del

Seminario San Luis. Pero esta llamada no sorprendió al joven porque desde pequeño

había vislumbrado ese camino hasta afirmar nunca haber tenido “inclinación a otro

estado o linaje de vida”.

Entra en la Compañía de Jesús en 1862 pero la dejó antes de ser ordenado presbítero en

1872. Durante este tiempo se dedica a la formación de jóvenes dentro y fuera de las

aulas. Después de haber dejado la Compañía pide ser admitido en la Arquidiócesis o en

la Diócesis de Ibarra pero es negada su petición. El Ilustrísimo Señor Remigio Esteves

de Toral lo recibe en Cuenca y le otorga las Órdenes Mayores.

Mientras tanto en Quito, Gabriel García Moreno, después de rezar en la Catedral

Metropolitana, es asesinado por Faustino Rayo el 6 de agosto de 1875. Dos años

después, el Viernes Santo, caía muerto al piso de la misma Catedral su Arzobispo José

Ignacio Checa y Barba por el mortífero veneno que fue mezclado con el vino de

consagrar. El caos político se apoderó de la ciudad y fueron acusados los liberales de su

muerte. Antonio Borrero, fiel a la política garciana, gobierna durante menos de un año y

es depuesto por el General Ignacio de Veintimilla al que nombra Jefe Supremo y

General en Jefe hasta que se convoque a una Convención Nacional de carácter

constituyente.
Como el General Ignacio no daba cuenta de la convocación a la Convención Nacional,

Don González Suárez publica algunas “EXPOSICIONES” que causaron su persecución

hasta que la provincia del Azuay lo elige como representante para la Constituyente que

se celebró el 26 de enero de 1878. En agosto del mismo año publica “ESTUDIOS

HISTÓRICOS DE LOS CAÑARIS” mostrándonos su capacidad intelectual y humana

para combinar oficios tan dispares como el de sacerdote, político e historiador.

En 1883, y estando su madre gravemente enferma, regresa a Quito definitivamente.

Doña Mercedes muere tres meses después. Era por todos conocido por su sabiduría

tanto en la homilía como en el Congreso porque unía perfectamente elementos de un

mundo conservador con los avances de la política liberal de la época.

Entre 1890 y 1903 aparecen los siete tomos que forman en conjunto la “HISTORIA

GENERAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR” de la que muchos ecuatorianos

aprendieron sobre el origen de esta tierra en los tiempos aborígenes hasta el siglo XVIII.

Dejemos que el Mismo Gonzáles Suárez nos describa como se generó tan gran obra:

“Escriba nuestra historia… nos decía el Ilustrísimo señor Arzobispo de Quito, Dr. D.

José Ignacio Ordóñez y con su cooperación eficaz y con sus auxilios... pudimos realizar

nuestro viaje a España… Hicimos estudios en el Archivo de Indias de Sevilla, en los

Archivos nacionales de Alcalá de Henares y de Simancas, en la Academia y en la Real

Academia de Historia, en el Depósito Hidrográfico y en muchas otras Bibliotecas, así

en Madrid como en varias ciudades importantes de la península. En El Archivo de

Indias estudiamos más de mil legajos de documentos concernientes a nuestra historia, a

la del Perú y a la del antiguo Virreinato de Bogotá… De España pasamos a Portugal

vinimos al Brasil; y visitamos después el Uruguay; recorrimos luego Argentina, y por

fin, en Santiago de Chile y en Lima continuamos todavía las investigaciones…


Deseábamos tocar el Brasil para comparar su naturaleza con la naturaleza de nuestras

comarcas occidentales; y visitamos Buenos Aires”. “En Quito he investigado

documentos en los archivos”

Dentro del Concordato se estipulaba que de una terna impulsada por los Prelados de la

Provincia Eclesiástica Ecuatoriana el Congreso elegiría un candidato para que ocupe la

diócesis sin obispo. En el caso de Ibarra, el Ilmo. González Calisto había sido ascendido

a la Silla Metropolitana dejando a Ibarra sin obispo. Después de los trámites debidos, el

14 de diciembre de 1893, se eligió a Federico González Suárez para que lo suplante en

la antedicha circunscripción religiosa, ante esto él humildemente respondió que carecía

de las virtudes necesarias para desempeñar el cargo e incluso llegó a confesar:

“Renuncié al Obispado tres veces: en diciembre de 1983, en marzo de 1984 y en

febrero de 1895, después recibí nota oficial de estar aprobado en Roma el expediente

de mi promoción. En agosto de 1985 se me expidieron las Bulas” con lo que no tenía

más opción que hacer caso a los designios de Dios y de S.S. León XII que había

denegado todas las excusas y las poderosas oposiciones que se interpelaron para el caso.

Llegó el día de su consagración episcopal el 8 de diciembre de 1895 y llegó a su Sede el

15 del mismo mes.

Funda en su casa episcopal el Seminario Mayor San Joaquín que comenzó sus

actividades con el nuevo siglo. El mismo diría “Dios ha querido que realicemos la obra

del Seminario Mayor en nuestra Diócesis en la ciudad de Ibarra, donde parecía

imposible establecerlo”.

Después de haber tenido varios inestables gobiernos, la Revolución Liberal, con un

golpe de estado, coloca a Eloy Alfaro como Jefe Supremo del Estado y los

conservadores son relegados del plano político. El mismo año de su nombramiento


expide la llamada “Carta atea” como norma de mayor jerarquía en el país. En 1908

expide la "Ley de las manos muertas", bajo la cual se confiscan los bienes inmuebles de

la Iglesia para beneficio del Estado y aumenta su popularidad inaugurando el ferrocarril

que une Quito con Guayaquil que lo había iniciado Gabriel García Moreno.

El Ilmo. González Calisto muere el 20 de marzo de 1904 dejando la Sede de Quito

vacante y por ello la Santa Sede propone a González Suárez para que ocupe su lugar y

como era de esperar, nuestro ilustre biografiado se excusa.

El Venerable Cardenal Merry del Val por medio de un cablegrama responde a las

nuevas excepciones de González Suárez: “El Padre Santo, ponderando las razones por

V.S. para rehusar la Sede Arquidiocesana de Quito, desea que S.S. no insista en su

renuncia. Las graves circunstancias de la Iglesia ecuatoriana exigen que S.S. se

sacrifique” a lo que el nuevo Arzobispo respondió “Obedezco humildemente. Voluntad

del Padre Santo es voluntad de Dios”.

Desde la homilía que pronunció en Cuenca por la muerte de García Moreno en la que

dijo: “No pertenecí yo a su partido político, como es notorio” se había ganado un

puesto no tan grato para los conservadores pero se aproximó a la estima de los liberales,

aunque su madre casi fue abofeteada en Quito después de salir de Misa acusándola de

que su hijo estaba en contra de la Iglesia desde su mismo seno.

Pero lo peor estaba por llegar, nuestros vecinos del Perú en sus ansias expansionistas se

acercaban a las fronteras ecuatorianas para reclamar más territorio y siendo el General

Eloy Alfaro la cabeza del Estado por segunda vez, se convocó la llamada Junta

Patriótica Nacional para que se mantenga el orden en el país durante el conflicto.

González Suárez fue llamado a sesionar y pronunció la siguiente frase que ha sido

recogida por la Historia: "Si ha llegado la hora de que el Ecuador desaparezca, que
desaparezca; pero no enredado en los hilos de la diplomacia, sino en los campos del

honor, al aire libre, con el arma al brazo; no lo arrastrará a la guerra la codicia, sino

el honor!”

Aún en estas conflictivas etapas de la historia y siendo ya Arzobispo de Quito funda en

1909 la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos que después sería la

actual Academia Nacional de Historia del Ecuador.

Cuando ya a la edad de 68 años se percata de que en el Ceremonial Romano se estipula

que los Obispos determinen su lugar de entierro escribe una carta que nos deja el

testimonio de su humildad que lo engrandecen todavía más por sus obras

trascendentales: “(…) solamente por obedecer a esta advertencia del Ceremonial, hago

la indicación siguiente: Que mi cadáver sea sepultado donde quiera, con tal que sea en

tierra sagrada y sepultura bendecida según el rito católico. No obstante, declaré mis

deseos: (…) Que mis restos se entierren en el suelo, y que nunca se me levante

mausoleo ninguno, ni se me ponga ningún epitafio: lo que ruego que se ponga

precisamente donde fuere sepultado, es una cruz, una cruz bendita.”

Federico González Suárez muere el primero de diciembre de 1917. Sus restos mortales

descansan en la Catedral Metropolitana de Quito

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