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INTRODUCCION
Cuando nos referimos a hechos históricos, en general lo hacemos
apuntando a acontecimientos, realizaciones o creaciones de la humanidad.
Es poco común que una respuesta negativa, con un simple monosíla-
bo pueda trascender en la historia de una nación. Pero, curiosamente,
haremos referencia a un “NO” trascendente: trataremos la respuesta
negativa del Dr. Enrique Jacobsen, ante la solicitud de un sacerdote, de que
abjurara de sus principios masónicos en los últimos momentos de su vida,
hace ya más de 150 años.
Para componer el trabajo tomaremos referencias de prestigiosos
historiadores. También algunos particulares, interesados en el tema, han
escrito algunas reflexiones que nos resultarán particularmente útiles e
importantes.
El objetivo perseguido es el encuentro de los valores que puedan
destacarse en la personalidad de Enrique Jacobsen. Todos los trabajos
históricos sobre el “Caso Jacobsen” describen los hechos y sus consecuen-
cias sociales y políticas, reflejadas éstas en las polémicas periodísticas de la
época. En ningún caso se hace una valoración de la actitud de Jacobsen,
que dio comienzo al proceso que condujo al Uruguay a ser un país laico.
Para encontrar esa valoración es necesario conocer la realidad del
momento en lo que se refiere a las relaciones de la Iglesia y la Masonería, a
todos los niveles: internacional, nacional y local. El suceso se produjo en
San José de Mayo, por lo que fue en ésta ciudad que se inició el camino
hacia la separación de Estado e Iglesia.
Para los orientales, el tema en cuestión tiene su primera expresión
escrita en las Instrucciones de 1813, reflejo del pensamiento artiguista,
cuando enuncia:
“Artículo 3: Promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión
imaginable.” “Artículo 4: Como el objeto y fin del Gobierno debe ser
conservar la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y los Pueblos,
cada provincia formará su gobierno bajo esas bases…”
Estamos en el siglo XXI, han pasado más de 200 años de esta
propuesta establecida en las Instrucciones del año 1813. Cuando en el
Congreso de Abril se hizo esta expresión de principios de convivencia para
los orientales, quedó señalado el camino a recorrer en la historia para
conquistarlos.
No importan los años, décadas o siglos que pueda demorarse. Mien-
tras no se manifiesten o desarrollen mejores ideas que sustituyan a las
expresadas, serán ellas el objetivo a lograr y conservar.
Para que pueda ser posible su realización es necesaria la coherencia
en las decisiones políticas sobre el tema, superando paulatinamente las
contradicciones.
Para ello no existía y no existe otra posibilidad que el camino de la
Laicidad.
El 30 de junio de 1830, la Asamblea General Constituyente y
Legislativa de la República aprobó el “Manifiesto de los Constituyentes a los
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EL DR. ENRIQUE JACOBSEN: DATOS BIOGRAFICOS

Enrique Jacobsen fue un médico que vivió en San José de Mayo, a


mediados del siglo XIX.
En cuanto al apellido no existe consenso. En algunas publicaciones
históricas aparece como Jacobson. En este trabajo l o consideraremos
Jacobsen al igual que la mayoría de los historiadores y que la Logia
Masónica Nº 166, perteneciente a la Gran Logia de la Masonería del
Uruguay, formada en el año 2005, que en su homenaje y recuerdo optó
por la denominación Enrique Jacobsen.
En cuanto al lugar de nacimiento también hay diferentes versiones,
siendo la más generalizada que su origen era alemán, aunque existen
documentos que lo presentan como nacido en Dinamarca, en particular el
acta de su casamiento católico y el registro en el Libro de Sepulturas del
Cementerio Central de Montevideo.
El Dr. Enrique Jacobsen era un inmigrante protestante, que
renunció a su religión para convertirse a la católica. Había sido bautiza-
do en la Capilla de la Caridad, en Montevideo, teniendo por padrino a
don Policarpo Ahumada, ex notario eclesiástico.
Posteriormente, ya en la ciudad de San José, había recibido el
sacramento del matrimonio, el 12 de marzo de 1859, al casarse con la
vecina de esta ciudad Leonor del Pino. Esta unión fue bendecida por el
padre Francisco Castelló. En el Archivo Parroquial de San José Jacobsen
figura como natural de Dinamarca.
A continuación reproducimos el Acta de Matrimonio:

Archivo Parroquial de San José de Mayo.

Libro I folio 338.

“Dn. Enrique Jacobsen

Con Leonor del Pino

En doce de Marzo de mil ochocientos cincuenta y nueve, por disposición del


Rvdo. Sr Provisor Apptco. Dn. Juan Domingo Fernández el Pbro. Dn. José
Antonio Chantre presenció y autorizó el matrimonio que por palabras del
presente contrajo Dn. Enrique Jacobsen, nat. De Dinamarca, hijo legítimo de
los finados Dn. Jacobo y Da. Cristiana Nelson con Da. Leonor del Pino,
natural de Canelones, hija legítima de Dn. Manuel y Da. Gertrudis Peláez,
habiéndoseles sido dispensadas las tres proclamas conciliares como todo
consta del Oficio que pasó a esta Parroquia el Notario Mayor Eclesiástico
que obra en este archivo. Fueron testigos del otorgamiento Dn. Abelardo
Pino y Da. Gertrudis Peláez, de que certifico.
Enmendado Pino Vale.
Francisco Castelló”

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De ese matrimonio nació un hijo llamado Enrique Bernardo Jacobsen
del Pino, quien contrajo enlace con Josefina González, hija de Alejo Gonzá­
lez y Carmen Peláez, el 3 de octubre de 1887. De este matrimonio nacie­
ron tres hijas en la ciudad de Montevideo: Enriqueta Josefina (04/02/1889),
Delia Josefina (01/11/1895) y Esmeralda Cristina (11/06/1897).
En cuanto a su formación filosófica, debe consignarse que además
de católico era masón, integrante de la Logia Dupla Alianza Nº 15, fundada
en 1857, habiendo alcanzado el grado de Maestro Masón.
En los primeros meses del año 1861 padecía una enfermedad termi­
nal y se hallaba en una penosa situación económica. Tanto es así que
recibía ayuda pecuniaria de sus amigos. Su formación profesional y filosófi­
ca lo llevó a poseer un alto nivel cultural y una sólida personalidad.
La muerte de este hombre se produjo en circunstancias excepciona­
les, en abril de 1861, casualmente al tiempo de la muerte del ex Presidente
de la República Gabriel Antonio Pereira (presidente desde 1856 hasta
1860), quien también era católico y masón.
Es necesario conocer el contexto social en el que se desenvolvieron
los hechos, pues permitirá una mejor interpretación de las consecuencias.
De esta forma, con esta información, será posible comprender el comporta­
miento de cada uno de los involucrados
Desde la fecha de su casamiento, apenas transcurren dos años hasta
la fecha de su fallecimiento, de la que no existe certeza, apareciendo
contradicciones sobre el día exacto de su muerte.
El Libro de Sepulturas del Cementerio Central registra que el día 15
de abril de 1861 fue sepultado Enrique Jacobsen, de 45 años de edad,
oriundo de Dinamarca, casado, en el sepulcro Nº 319.
Es necesario conocer el contexto social en el que se desenvolvieron
los hechos, para permitir una mejor interpretación de las consecuencias.
De esta forma, con esa información, será posible comprender el
comportamiento de cada uno de los involucrados

Medalla de la Logia Dupla Alianza Medalla de la Logia Enrique Jacobsen

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MASONERIA E IGLESIA EN LA EPOCA


A NIVEL INTERNACIONAL
Pío IX o Pío Nono (Giovanni María Mastai Ferretti) nació el 13 de
mayo de 1792 en Italia y fue elegido pontífice el 16 de junio de 1846.
Procedente de la pequeña nobleza italiana, se ordenó sacerdote en
1819. Era obispo desde 1832 y cardenal desde 1840.
Los documentos antimasónicos del pontificado de Pío IX son muy
numerosos: se subdividen en encíclicas, cartas breves, discursos y alocucio­
nes, y documentos de varios dicasterios eclesiásticos. Según él, todos los
males que se abatieron en aquel tiempo sobre la Iglesia y sobre la sociedad
provenían del ateísmo y del cientismo del siglo XVIII, postulados por la
masonería y exaltados por la Revolución Francesa.
La rigidez e intolerancia de que hizo gala la Iglesia bajo el pontificado
de Pío IX debilitó sus posiciones en toda Europa, favoreciendo la extensión
del anticlericalismo. Su pontificado, hasta el 7 de febrero de 1878, de 31
años y medio, ha sido el más largo de la historia de la Iglesia, si se descarta
el de San Pedro, cuya duración no es posible determinar.

ALOCUCION CONSISTORIAL DE PIO IX: (fragmento)

"Entre las numerosas maquinaciones y medios por los cuales los enemigos
del nombre cristiano se atrevieron a atacar a la iglesia de Dios, e intentaron
aunque en vano, derribarla y destruirla, hay que contar, sin lugar a duda, a
aquella sociedad perversa de varones, llamada vulgarmente "masónica': la
cual, encerrada primero en las tinieblas y la oscuridad, acabó luego por salir
a la luz, para la ruina común de la Religión y de la Sociedad humana."
"Apenas nuestros antecesores, los Pontífi­
ces Romanos, fieles a su oficio pastoral,
descubrieron sus trampas y sus fraudes,
juzgaron que no había momento que perder
para reprimir, por su autoridad, condenar y
exterminar como con una espada, esta Sec­
ta criminal que ataca tanto las cosas santas
como las públicas."
Con esta postura papal se extendía a
todo el mundo católico la orden de intoleran­
cia, de agresión y combate hasta el extermi­
nio.
Desde el siglo XVIII, desde la institu­
cionalización de la Masonería y después con
los principios que inspiraron la Revolución
Francesa, la Iglesia consideró enemigos a
aquellos que promovían la Libertad en todos
__...-, los aspectos y en particular, en lo religioso.
PIOIX
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GOBIERNO URUGUAYO E IGLESIA EN 1861


El año 1859 se abrió con la solicitud de nombramiento del Vicario
Apostólico de Uruguay, casi coincidiendo con la expulsión de los jesuitas por
el gobierno de Gabriel Pereira.
Este acto era el reflejo del enfrentamiento de tendencias internas
dentro del catolicismo: jesuitas y franciscanos. Desde su retorno al país, los
jesuitas habían lanzado una intensa ofensiva para reorganizar la Iglesia
nacional conforme a las directivas de Pío IX, es decir, a través de una
campaña de neto corte ultramontano.
Esto los llevó a chocar con la corriente católico-masónica imperante
hasta entonces en el medio uruguayo. La corriente jesuítica contaba con el
apoyo expreso del Delegado Apostólic,o de Roma en el Río de la Plata,
Mons. Marino Marini. El cargo religioso más importante del país, cuya Iglesia
estaba unida al Estado, era el de Vicario Apostólico.
Vacante la máxima autoridad religiosa, se entabló una enconada
lucha entre candidaturas. El Gobierno solicitó la designación de Santiago
Estrázulas y Lamas, cura rector de la Iglesia Matriz, pero las autoridades
eclesiásticas nombraron a Jacinto Vera, párroco de Canelones, el 26 de
mayo de 1859. Este nombramiento provocó un importante roce entre
autoridades religiosas y civiles.
El año 1859, que se había abierto con
una victoria de la tendencia católico-masónica
con la expulsión de los jesuitas, se cerraba con
un triunfo mucho más importante y definitivo de
la tendencia opuesta. Los enfrentamientos
se fueron agudizando en la presidencia de
Bernardo Berro (desde 1860 hasta 1864), que
era católico practicante, pero no masón,
sucesor de Pereira. Con Jacinto Vera surgía
una nueva l,glesia y un nuevo estilo en la prédi­
ca religiosa, de cuño ultramontano (fiel al Papa)
y de tono muchas veces agresivo e intolerante.
Jacinto Vera La categoría "católico-masón" era común
dentro del elemento religioso de la época,
expresando una tendencia "liberal", no dogmática. En este sentido, no resul­
taba nada extraño en aquellos años que una persona fuera católica y al
mismo tiempo perteneciera a alguna de las logias masónicas. La mayoría
de los "católico-masones" eran franciscanos. En la primera mitad del siglo
XIX no hubo problemas significativos entre católicos y masones, pero en los
tiempos que corrían, la Masonería era señalada por una parte del clero,
desde el púlpito, como una institución antisocial y antirreligiosa. La Iglesia
dejaba ver su lado más intolerante, crítico y combativo.

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No hay que olvidar que "ni durante la Colonia, ni durante la


Revolución, ni en los primeros tiempos de la República, hízose sentir
realmente entre nosotros la corriente u/tramontana del catolicismo. Apareció
recién a mediados del siglo XIX, al influjo de la Compañía de Jesús, para
tomar la dirección oficial de la Iglesia, con el advenimiento de Jacinto Vera al
Vicariato Apostólico, desde 1859. Pero este ultramontanismo de injerto, sin
raíz colonial en el país, resultó trabado o contenido en sus tendencias, por la
tradicional modalidad de nuestra iglesia, sobre la que se fue modelando en
el tiempo la conciencia de la sociedad nacional. "

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Trazado del 15 de marzo de 1858 de la Logia Dupla Alianza
comunicando al Supremo Consejo el listado de sus oficiales
figurando el Hermano Enrique Jacobsen en el cargo de
Maestros de Ceremonias Arquitecto. Aclarando poseer el
Grado 30"

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A continuación transcribimos el Acta de la Logia del día 13 de abril de
1861, que se refiere a los últimos momentos de vida y a la muerte de
Jacobsen, detallando su forma de actuar, la conducta de los curas y la
respuesta de los masones de San José.
“…El Venerable declaró que el objeto principal de esta Tenida era para
conocer la pérdida del Maestro Enrique Jacobsen, y los funestos incidentes
que, a consecuencia de las temerarias pretensiones del Cura Manuel
Madruga, habían ocurrido; que el Hermano Enrique Jacobsen estando
sumamente enfermo y grave, había pedido un confesor, y al efecto se
presentó el cura Manuel Madruga, y dirigiéndose al Hermano Jacobsen le
dijo que tenía noticias de que era Masón, y su ministerio le imponía el
imprescindible deber de exigirle todos los papeles, diplomas y demás
documentos que existieran en su poder pertenecientes a la Masonería, a lo
que contestó el Hermano Jacobsen, que la exigencia que le hacía no la
consideraba justa, y que además, había entregado a sus asociados,
todo lo que le solicitaba. Enseguida le volvió a manifestar que para
confesarlo, era necesario que hiciese una retractación pública, porque
pertenecer a una Sociedad que estaba excomulgada y que como acólito,
había ofendido a la Iglesia.
Entonces el Hermano Jacobsen le contestó que no abjuraba de la
Masonería porque sus convicciones le indicaban que esa Asociación
en nada ofendía a la Iglesia ni a Dios, y que moriría tranquilo porque su
conciencia le dictaba que no debía manifestar los secretos de la
Masonería, porque en nada en absoluto atacaba a la religión.
Entonces el cura Madruga se colocó en la puerta de la habitación, y
con la mayor energía comenzó a gritar, dirigiéndose al cadavérico Hermano
Jacobsen, que si no abjuraba de la Masonería su alma estaba condenada, y
que si moría iría a lo profundo de los infiernos, y su cuerpo hecho
cadáver sería arrojado al muladar, que la Iglesia cerraba sus puertas
negando todo beneficio y ceremonias religiosas, no sólo a él, sino a todos
los Masones que no se retractasen, y con éstas palabras y en presencia de
la familia de Jacobsen, Madruga dijo que no volvería si aquel hombre no
cambiaba de parecer.
A los pocos días siguientes, pidió nuevamente Jacobsen confesarse,
reclamando a un familiar que no recibiese al imprudente cura Madruga,
porque con sus insultos había agravado más su enfermedad, y
cumpliendo su esposa con las recomendaciones, vino el teniente cura fray
Juan González. Se dirigió al enfermo y le dijo que antes de proceder a la
confesión, era preciso firmase aquel papel con nombre y apellido, a lo que
rehusó el Hermano Jacobsen, preguntando que objeto tenía tan inicua
pretensión, y entonces fray Juan le dijo que todo Masón debía abjurar
de la Masonería y siguió profiriendo las mismas palabras de su superior
Madruga, retirándose sin obtener su pretensión.
A los pocos momentos, dejó de existir el Hermano Jacobsen
como un verdadero Masón. Sin embargo, de que ya había algunos
Hermanos de Jacobsen, en el acto fue rodeado por muchos Masones y allí
mismo se acordó nombrar una comisión compuesta del suegro de Jacob-

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sen, don Manuel Álvarez del Pino, el Venerable Maestro y el Secretario de la
Logia, con el objeto de pasar por lo del cura, a fin de que doblasen las
campanas por el alma del Hermano Jacobsen.
En efecto, la comisión se presentó en la casa del cura Madruga, quién
con palabras hirientes, les dijo que eran inútiles toda clase pretensiones,
que la Iglesia estaba cerrada para el Sr. Jacobsen que había muerto en
pecado mortal, que lo arrojasen donde pudiesen, pues, además de no
hacer la Iglesia ninguna ceremonia religiosa fúnebre, no sería sepulta-
do en el cementerio público, y que se afirmaba en participarles en todo
lo que habían hecho él y el teniente cura, con el fin de haber renunciado el
camino de la religión, el impenitente Jacobsen.
In continente (inmediatamente) pasó la comisión al domicilio del Jefe
Político Hermano José Sienra a imponerle de lo pasado, y el Hermano
Sienra que él no tenía instrucciones del Superior Gobierno para obrar en
causa semejante, que sin embargo, iba a comunicar al Gobierno tan
lamentable acontecimiento.
Entonces la comisión le contestó tuviera a bien expedirle una licencia
para conducir el cadáver del Hermano Jacobsen a la Capital y además de
haber accedido, propuso una casa como depósito del cadáver, y habiendo
dado las gracias, los integrantes se retiraron. Estas fueron las palabras con
que el Venerable Maestro informó al Taller. Acto continuo se nombró una
Comisión compuesta por los Respetables Hermanos Félix R. Blanco—
Joaquín Freire—Agustín Lafuente—Luciano Larriera e Isidoro Villanueva,
con el efecto de conducir a la Capital el cadáver, y se resolvió hacer conocer
al Supremo Consejo el hecho ocurrido en el Valle de San José.” (Ver 5, pág.
309)
Estos hechos provocaron una gran exaltación en los ánimos de los
masones locales, que decidieron llevar el cadáver a la capital, donde se
agravaría el conflicto, velándolo en casa del senador Narciso del Castillo, un
distinguido masón.
Contando con el acuerdo del cura de la iglesia Matriz Juan José Brid,
que también era senador y con afinidad masónica, fueron llevados los restos
a la Catedral Capitalina para oficiar la misa de difuntos. De inmediato el
Vicariato Apostólico, Jacinto Vera, prohibió que el cadáver ingresara a la
Iglesia y aún que se le diera sepultura eclesiástica. Cuando el cortejo llegó
hasta la Matriz el cura Brid exhibe la prohibición de sus superiores, ante lo
que se produce un tumulto en el atrio.
Finalmente el cuerpo del Dr. Enrique Jacobsen fue conducido al
Cementerio Central en el que recibió sepultura, sin permiso de la Iglesia,
pero con la autorización de la autoridad civil. La Iglesia consideró que el
Gobierno invadía sus fueros por lo que envió una nota al presidente Berro
que decía: “El cementerio público y católico ha sido escandalosamente
violado contra las leyes canónicas, civiles y administrativas, inhumando en
él el cuerpo de un individuo que ha muerto, no sólo fuera del gremio de la
Iglesia, sino desconociendo sus leyes hasta el último instante de su
fallecimiento.”.
El Vicario pedía la exhumación del cadáver y mientras ese extremo no

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nuestra comunidad cristiana, católica, romana? ¿Cuándo se ha visto en
Montevideo un hecho de semejante naturaleza? ¿Ignora el Sr. Vicario que
toda la vida, desde los tiempos primitivos de la fundación de esta ciudad, ha
habido en ella franc-masones, de lo más respetable de esta sociedad, y que
medio pueblo es franc-masón en el día, tan cristiano y tan católico como
puede serlo el mismo Sr. Vicario, sin que jamás se le hubiese ocurrido a
ningún prelado negarle sepultura o los auxilios de la religión y la entrada a la
Iglesia de sus cuerpos inanimados?
Masones eran el Padre de los Pobres, D. Francisco Antonio Maciel, el
benéfico Cipriano de Mello, D. Nicolás Herrera, D. Santiago Vázquez, D.
Francisco Joaquín Muñoz, el Dr. Otaegui, el Gral. Rondeau, el Gral. Garzón,
el Gral. Oribe, D. Juan Benito Blanco, D. Silvestre Blanco, el Dr. Vilardebó,
el Dr. Muñoz, D. Manuel Luna, D. Joaquín Sagra y Periz, D. José Massera,
D. Pedro Pablo Bermúdez, y tantos otros ciudadanos eminentes y respeta-
bles, que han muerto como cristianos sin que a nadie se le ocurriera la pere-
grina idea de reputarlos fuera de la comunidad católica, como al Sr. Vicario,
negando a un Franc-Masón lo que no puede negarse a ningún cristiano, lo
que no ha podido negar al Dr. Enrique Jacobson.”

Fragmento de la circular del Supremo Consejo a las Logias detallando


el incidente de negar la sepultura al Hermano Enrique Jacobson y
llamando a la defensa de nuestros principios.

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SEMBLANZA DE ENRIQUE JACOBSEN

Contestaba Jacobsen al cura Madruga “…que moriría tranquilo por-


que su conciencia le dictaba que no debía manifestar los secretos de la
Masonería, porque en nada en absoluto atacaba a la religión…”.
En los momentos límites de la vida aparece la verdadera personali-
dad. Es el caso que nos ocupa pues sabía que estaba muriendo en
circunstancias muy difíciles. La imposibilidad de trabajar por su enfermedad
lo había sumergido en la miseria. En el diálogo con los curas, éstos se
muestran obedientes a sus jerarquías, mientras que Jacobsen se muestra
consecuente con su pensamiento; aquellos se presentan prepotentes e into-
lerantes, pero éste aparece calmo, tolerante, seguro y en paz.
Explica él a aquellos que su conciencia le indica que en nada ataca su
creencia a la religión. La pretensión de sometimiento, de claudicación no es
posible con las personas que piensan libremente, pues cada uno tiene su
propio pensamiento, excluyendo la posibilidad de aceptar verdades impues-
tas. Aquí aparece una diferencia de concepción de los oponentes: mientras
que para los curas Iglesia y Religión Católica son sinónimos, para Jacobsen
no, pues se refiere a la Religión con altura y respeto, mientras que los repre-
sentantes de la Iglesia lo agreden incomprensiblemente. Jacobsen, al igual
que la mayoría de las personas, tenía su Religión, sus creencias elegidas
libremente, pero que eran personales e íntimas.
La piedra fundamental que cimentó la laicidad uruguaya la puso, aun-
que involuntariamente, Enrique Jacobsen. ¿Qué hubiera pasado si hubiera
contestado que SÍ a la iglesia? El proceso de secularización no hubiese
comenzado en ese momento, no resultando posible especular cómo se
desarrollarían los acontecimientos. Su personalidad integral le permitió ha-
cer lo que hizo, basado en su ética insobornable e incorruptible.
El cura Madruga dijo “…….dirigiéndose al cadavérico Hermano
Jacobsen, que si no abjuraba de la Masonería su alma estaba condenada, y
que si moría iría a lo profundo de los infiernos, y su cuerpo hecho cadáver
sería arrojado al muladar...…”
La siembra del terror por este representante de la iglesia hizo que
cosechara, de parte de Jacobsen, una respuesta humanamente ejemplar,
digna del mayor de los reconocimientos. Para medir la dimensión de la
agresión basta con conocer el significado de una palabra de uso no habitual
en nuestra época: “muladar”.
Algunos Hermanos Masones han escrito trabajos biográficos sobre
Enrique Jacobsen. En algunos, además de los datos históricos, presentan
reflexiones y valoraciones de su personalidad y de su forma de actuar.
Veamos a continuación algunos de esos escritos.

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LA HISTORIA DE ENRIQUE JACOBSEN: SIGNIFICACIÓN

En mayo de 2009, un Hermano de la Logia que lleva su nombre re-


flexionaba destacando valores personales y sus consecuencias sociales,
proyectando una moderna concepción de la Masonería. Leamos sus pala-
bras:
“…La historia de Enrique Jacobsen es un ejemplo de Fraternidad,
porque en los momentos finales de su vida, y luego de su muerte, Jacobsen
recibió el apoyo de los Masones de San José y la ayuda de todos sus
Hermanos. Fueron Hermanos los que lo ayudaron en sus últimos días,
fueron Hermanos quienes intercedieron ante Madruga para poder enterrarlo
en San José y fueron Hermanos quienes llevaron sus restos hasta Montevi-
deo, y no retornaron a San José hasta que finalmente pudieron darle
cristiana sepultura. La historia de Enrique Jacobsen es un ejemplo de
Rectitud y Firmeza en las convicciones, porque Jacobsen, en su lecho de
muerte, cuando su vida se apagaba y frente a las presiones de Madruga
primero y del cura Juan González después, no reveló ninguna información
sobre la Orden y se negó a abjurar de su condición de Masón.
La historia de Enrique Jacobsen es un ejemplo de Tolerancia, porque
contra la Intolerancia religiosa de aquellos tiempos, que impedía a un
católico adherir a la Masonería, Jacobsen en su lecho de muerte, le explica-
ba al cura Madruga que no había ninguna razón de su parte para pedirle
que abjurara de la Orden, ya que no encontraba ninguna doctrina o precepto
masónico, que fuera contrario a los verdaderos principios cristianos que el
también profesaba. Es esa intolerancia la que la Masonería ha combatido
desde sus inicios, y que en este caso obligó a un hombre a enfrentarse con
quien representaba sus propias creencias religiosas.
La historia de Enrique Jacobsen es un ejemplo de defensa de la
Libertad de Expresión del Pensamiento, porque es desde esa perspectiva
que podemos describir la actitud de todos los Hermanos que participaron de
aquellos hechos, comenzando por el propio Jacobsen. La vigencia de la
Libertad de Expresión del Pensamiento es una de los principales desvelos
de la Orden, y su defensa fue la luz que guió al médico enfermo y a todos
sus Hermanos a no permitir la prepotencia del poder de una Iglesia arcaica,
conservadora y alejada a sus propios orígenes.
La historia de Enrique Jacobsen es un ejemplo del carácter progresis-
ta de la Orden, porque la visión de la Masonería, es que nuestra vida en
sociedad es perfectible y que es nuestro deber propender a su mejoramien-
to. La peripecia vivida por Enrique Jacobsen en los últimos días de su vida y
después de su muerte, y sobre todo la lucha de sus Hermanos, enfrentándo-
se a la adversidad, marcaron el inicio de la modernización social del
Uruguay. Desde la acción directa o también dando su opinión desde medios
de prensa de la época, trazaron la primer página de las muchas escritas por
otros Hermanos que hicieron de nuestro país, un lugar donde los valores de
libertad, igualdad y tolerancia han sido y son la base de la convivencia en
sociedad. “ Mayo de 2009.

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TRASCENDENCIA DE LOS SUCESOS

En abril de 2010, coincidiendo con el aniversario de su muerte, otro


Hermano expresaba pensamientos dirigidos a mostrar la trascendencia de la
actuación de Enrique Jacobsen apoyados en la solidez de su personalidad:
“…Finalmente quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones que me
dejan los sucesos:
Primero: El Hermano Enrique Jacobsen era un hombre común,…, sin
embargo había construido una sólida moral que le permitió discernir clara-
mente entre lo que estaba bien y lo que estaba mal para él; no para la
Iglesia o para el poder establecido….
Segundo: Con su forma de morir y, yo diría también de vivir, Jacobsen
ha seguido vivo entre nosotros mostrándonos que hay un tipo de inmortali-
dad que es posible y que es tangible.
Tercero: …Está claro que Jacobsen no se propuso la secularización
de los cementerios. Sólo sucedió. Pero sí hubo otros hermanos masones y
no masones que se lo propusieron y Jacobsen encajó justo, fruto de su
fuerza moral y espiritual. Y sucedió lo que sucedió, que trascendió la vida de
todos los protagonistas de aquella época e impulsó a nuestra sociedad
hacia la luz, hacia la modernidad, hacia el futuro.
Cuarto: …Los Masones reflexionamos, especulamos, filosofamos.
Estos sucesos que rodearon la muerte de nuestro Hermano nos muestran
además que los masones también actuamos. La muerte de Jacobsen podría
haber pasado desapercibida, pero hubieron Hermanos Masones y no
Masones que decidieron que eso no fuera así, y no se quedaron en una me-
ra contemplación de lo sucedido, sino que actuaron y transformaron lo
especulativo en operativo… para construir el templo de la Libertad y su
consecuencia necesaria: la Laicidad…”
Abril de 2010.

CONVERSACION VIRTUAL CON ENRIQUE JACOBSEN

En setiembre de 2013, en ocasión de conmemorar el “Día de la Liber-


tad de Expresión del Pensamiento” un integrante de la Logia imaginaba una
conversación con Jacobsen en los siguientes términos, dándole a conocer
su aporte al Uruguay Laico, pero resaltando sus altos valores personales:
“… Hermano Enrique, Hermano Enrique Jacobsen: te estoy hablando des-
de un país diferente al que tú conociste. El Uruguay de hoy es un Uruguay
laico. Recordemos: Han transcurrido 154 años de que este templo, tu templo
masónico de San José de Mayo, fue saqueado e incendiado. Decía la pren-
sa del momento: “Este golpe criminal quedó impune, los masones exentos
de odios, no sacaron ni pidieron venganza de un acto tan inaudito y sólo
trataron de remediar el desastre…” Esto sucedió apenas tres meses des-
pués de tu casamiento católico.

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Dice tu acta de matrimonio que eras natural de Dinamarca. Eras un
inmigrante protestante que renunciaste a tu religión, para convertirte a la
católica. Fuiste bautizado en la capilla de la Caridad, en Montevideo.
Recibiste el sacramento del matrimonio, en San José de Mayo, el 12
de marzo de 1859, al casarte con la vecina de esta villa Leonor del Pino.
Además de católico eras Masón, integrante de la Logia Dupla Alianza,
habiendo alcanzado el grado de Maestro.
Poco tiempo después, a principios de 1861, padecías una enferme-
dad terminal que te impedía ejercer tu profesión de médico. Cuando perci-
biste que estabas en los últimos momentos de tu vida, solicitaste los auxilios
de la religión y la presencia del cura párroco. Este te exigió que renunciaras,
que abjuraras de tu condición de masón, para prestarte sus servicios. Tu
respuesta fue breve pero enorme: NO. Mientras esto sucedía aquí, en
Montevideo se realizaba el velatorio y sepelio de un acaudalado
ex-Presidente de la República, también Hermano Masón y católico, con to-
dos los honores religiosos, civiles y militares.
El 15 de abril de 1861 se produce tu muerte. Luego del velatorio,
encaminaron el cortejo fúnebre hacia el cementerio local a fin de proceder a
tu entierro. Pero, nuevamente, allí aparece la figura del cura párroco, quien
en forma autoritaria e inflexible comunica al cortejo que no autorizaba tu en-
tierro por “no haber muerto en la gracia de Dios”. Ante el desconcierto de
familiares y amigos, tu cuerpo fue llevado a Montevideo donde el Vicario
Apostólico mantuvo la misma postura que el cura de San José de Mayo,
impidiendo tu sepultura. Es entonces que la autoridad civil, el Gobierno,
decreta el permiso para fueras sepultado.
El NO de tu respuesta al cura tuvo un solo objetivo: conservar tu
libertad de pensamiento, tu dignidad e integridad personal. Hermano Enri-
que: te encontraste acorralado por un lado por la muerte, por otro por la
iglesia y por otro, al no poder trabajar, por la penurias económicas, pero
supiste elevarte por encima de todos estos obstáculos, tomando una
decisión para trascender como una persona ejemplar, conservando tu
integridad espiritual católica y masónica. Lo que nunca pensaste fue que
este acto, trascendente, provocaría un cambio en la Historia Nacional
dirigido hacia la realización del principio de libertad religiosa. Te transfor-
maste, sin proponértelo, en un referente para los Masones, para los católi-
cos, para los vecinos de la Ciudad de San José de Mayo y para este país
que avanzaba hacia el logro de los principios enunciados y aceptados desde
1813. La respuesta del Gobierno fue dictar, tres días después, el 18 de abril
de 1861, un histórico decreto de secularización de los cementerios.
Tu NO, inconmensurable, fue el suceso que inició el largo proceso
que conduciría a consolidar lo que hoy disfrutamos: el Uruguay Laico, y a
considerar la laicidad como una condición indispensable para la libertad de
pensamiento y su expresión. Algunos historiadores señalan, equivocándose,
que el punto de partida fue la negativa de la Iglesia a darte sepultura, sin
darle la jerarquía que corresponde a tu sabia y valiente respuesta. Si hubie-
ras respondido con un sí, todo se hubiera mantenido igual y no se hubiera
iniciado el recorrido de la sociedad uruguaya hacia la conquista de la

22
laicidad.
Quiero valorar tu NO en su real dimensión. En primer lugar, muestra
que tenías una personalidad íntegra, sólida, segura de tus valores. En los
momentos más difíciles fuiste fiel a ti mismo, no te entregaste al bajo precio
de la necesidad y de la desesperación. Como médico, estuviste asociado
con la muerte durante tu vida, por lo que no era posible considerar que el
temor a la misma te hiciera abandonar tus más caros principios espiritua-
les.
En segundo lugar, aún hoy son más valoradas las consecuencias de
tu actitud que la actitud misma. Las consecuencias, impensadas para ti,
tuvieron efectos sociales y políticos, influyendo positivamente en la vida
futura de los uruguayos. Tu actitud personal muestra una figura ejemplar,
en la cual la dignidad y la fidelidad son las abanderadas.
Tu NO, Hermano Enrique Jacobsen, para ti fue un acto de verdadera
realización personal y para la sociedad uruguaya fue, sin dudas, la
máxima demostración de lo que es la libertad de pensamiento.”

Setiembre 20 de 2013.

CONSECUENCIAS HISTORICAS DE SU ACCION

En el año 2014, otro masón expresaba lo siguiente, el 20 de


setiembre, en relación al Día de la Libertad de Expresión del Pensamiento,
resaltando el hecho de que el sufrimiento vivido contribuyó a la conforma-
ción del sentimiento nacional:
“…Los sucesos que acompañaron a la muerte de Enrique Jacobsen
fueron una triste muestra de actitudes intransigentes, dogmáticas y ade-
más de una cruel desigualdad. En aquellos días también fallecía el Her-
mano Gabriel Pereira, que como se trataba de un ex Presidente de la Re-
pública, mientras a Jacobsen se le negaba el derecho al último reposo,
aquél recibía los máximos honores.
Sin embargo el sufrimiento cimentado en esa injusticia no fue en
vano. La municipalización de los cementerios decretada días después por
el gobierno de Bernardo Berro, no sólo significó la solución a la penosa
situación creada por la Iglesia, sino que significó un paso firme en la con-
formación de la tradición oriental, laica y solidaria…”

Setiembre 20 de 2014.

Las consecuencias históricas de la acción de Enrique Jacobsen han


sido abordadas por todos los historiadores y su desarrollo pleno excede el
objetivo de esta presentación. Detallar las consecuencias periodísticas,
sociales, culturales y políticas motivarán un trabajo posterior.

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INDICE
Página

Introducción ……………………………………………………... 3

El Dr. Enrique Jacobsen: datos biográficos ………………….. 5

Masonería e Iglesia en la época:


A nivel internacional …………………………...……………….. 7
Gobierno uruguayo e Iglesia en 1861 ……………………….. 8
San José de Mayo: Masonería e Iglesia ……………………... 10

Muerte de Enrique Jacobsen …………………….……………. 13

Semblanza de Enrique Jacobsen …………………………….. 19


La Historia de Enrique Jacobsen: significación ...…………… 20
Trascendencia de los sucesos ………………………………… 21
Conversación virtual con Enrique Jacobsen .………………… 21
Consecuencias históricas de su acción ………...................... 23

Reconocimientos a Enrique Jacobsen ……………………….. 24

Bibliografía ………………………………………………………. 25

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28

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