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Nuestro cerebro es una de las construcciones más maravillosas de nuestro cuerpo humano.
Comprendemos que en él poseemos varios sistemas que se han especializado en una
sección del manejo de nuestra conducta. Uno de los sistemas más relevantes es el conocido
como sistema límbico. El Sistema límbico es el delegado de regular los sentimientos,
diferentes autores lo llaman «El cerebro emocional» debido a que, se ocupa de mantener el
control de nuestro mundo emocional y el regulador central de nuestras propias
funcionalidades viscerales y endocrinas, sin embargo no es su exclusiva funcionalidad,
además tiene un papel fundamental en el aprendizaje y memoria. El sistema límbico está
formado por muchedumbre de construcciones cerebrales interconectadas entre sí. El
sistema límbico podría ser como el juez que establece lo cual merece ser aprendido y lo
cual no merece la pena. O sea, que del sistema límbico es dependiente el modo en el cual se
aprende el costo positivo o negativo de todas las vivencias que se viven. Sin embargo,
además, el modo en el cual el sistema límbico influya en nuestra forma de aprender irá
teniendo implicaciones en nuestra personalidad. Los aprendizajes causados en la vida diaria
o en un aula que se hallan asociados a sentimientos -ya sean positivos o negativos - son los
que prevalecerán en nuestra memoria. En el aprendizaje en un lugar educativo jamás
olvidaremos si en algún momento fuimos fastidiados por ciertos compañeros, como
tampoco desaparecerán de nuestra memoria aquellos maestros y maestros que ponían tanto
hincapié y fervor en enseñarnos. En el aprendizaje en un lugar educativo jamás olvidaremos
si en algún momento fuimos fastidiados por ciertos compañeros, como tampoco
desaparecerán de nuestra memoria aquellos profesores y docentes que ponían tanto
hincapié y fervor en enseñarnos Por otro lado, los espacios educativos notados como
agresivos o estresantes nos dificultarán concéntranos y parte importante de la información
brindada en la clases desaparecerá. La existencia de focos en los que nuestra atención se
desvié -como el temor al recreo o la obligación de asistir a una clase en donde el instructor
nos exija por arriba de nuestra capacidad- convertirá el espacio de aprendizaje en un
espacio de olvido de los conocimientos que se tienen que conseguir. No solo por la gran
complejidad de concentrarnos, sino también porque el estrés perjudica de manera negativa
la comunicación de las neuronas, proceso fundamental para el aprendizaje y la memoria.
Uno de los más importantes fines de la enseñanza debería ser producir ambientes
educativos emocionalmente positivos y de participación, algo que ayudará a los chicos a
rememorar más y además impulsará un proceso de educación asociado a la alegría y
felicidad. Somos una especie social con una inmensa capacidad para enseñar y gozamos
mucho del proceso. Los entornos educativos tienen que caracterizarse por demostrar día a
día alegría y risotada, además de combatir el estrés y los estados emocionales negativos.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS