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Mis errores en el ministerio juvenil.

Debemos tener cuidado de no olvidar que el éxito costó un precio. Así que los
errores no lo podemos olvidar y de ellos podemos aprender.
Es bueno aprender de ellos y evitarlos.

Error #1 No pasar más tiempo a solas fuera de lo que sea el ministerio juvenil
Me di cuenta que cuando estaba solo, no podía pensar en nada más que el
ministerio. Aunque muchos piensan que esto es pasión y es bueno, a veces no
lo es. La pasión te puede llevar a cometer un gran error. Mientras que pasaba
tiempo con Dios, me encontraba platicando con Él solamente sobre las cosas
del ministerio como si Él no las supiera. Hay un gran problema si no puedes
pasar tiempo a solas sin dejar de pensar en el ministerio.

Pasar tiempo con tu familia sin platicar ni pensar en el ministerio juvenil es


súper importante para tu salud emocional y espiritual. En esos momentos serás
renovado, pero más que todo, le daras tiempo a esos seres queridos que se
merecen toda tu atención.

La verdad es que todavía soy tentado a pensar en el ministerio todo el tiempo.


Pero la diferencia es que cada vez que me doy cuenta de lo que estoy
haciendo, a propósito me pongo a pensar en la grandeza de Dios. Eso me
recuerda que yo no soy nada sin Él. Me recuerda de Su poder infinito. Y que
hay más en Él que en lo que yo hago para Él.

Error #2 Dejar que otros guíen un cambio en la visión, en lugar de la estrategia.

En los momentos difíciles, se me hizo muy fácil pensar que quizás cometí un
error en mi visión para el ministerio. En esos momentos, yo buscaba en otras
personas la respuesta, y aunque es bueno buscar consejos, entiendo ahora
que no todos los consejos son buenos. Solamente Dios conoce completamente
la visión que Él te dio, solamente Él puede darte la respuesta completa. A
veces, las personas nos dan consejos desde su perspectiva de como ellos
piensan que tu visión debe ser, y eso es peligroso para ti y para la visión
personal que Dios te ha dado. Un buen líder sabe tomar opiniones, analizar
esas opiniones y aplicar solamente lo relativo para su ambiente. El cómo llegar
a la visión se cambia a cada rato, pero no podemos dejar que otros cambien el
destino final, es decir la visión, que Dios ha puesto en nuestros corazones.

Error #3 El no tener amigos afuera del ministerio.


Me arrepiento de no tener tenido amigos afuera del ministerio juvenil en el
comienzo de nuestro ministerio. En los primeros tres años de trabajar con
jóvenes, todos los amigos que Paola y yo tuvimos eran personas que fueron
parte de nuestro equipo. Aunque estas personas son especiales y algunos
siguen siendo íntimos amigos nuestros, vimos que era crucial tener amigos
afuera del ministerio. Gracias a Dios que nos dimos cuenta de la riqueza de
tener amigos adultos que piensan en cosas diferentes a nosotros. Que
podíamos sentarnos a cenar y platicar sobre la vida sin mencionar cual será
nuestro próximo evento para alcanzar a un joven más. Pao y yo a propósito nos
rodeamos de personas de esta categoría. Por ejemplo, Roberto y Isairiz.
Roberto y Isairiz son una pareja que nos lleva, uuufff, como 100 años (los dos
conocían a mi mamá y papá desde antes de que yo naciera) pero Paola y yo
disfrutamos de pasar tiempo con ellos. Esto me ayuda a mí personalmente
para despejarme de la locura del ministerio, y me recuerda que soy adulto.

Nuestras conversaciones son simples y profundas a la vez, no hablamos de


teología, ni del ministerio. No hablamos de estrategia ni de visión, sólo
hablamos de la vida y de lo bello que es Dios. Eso no lo cambiaría por nada del
mundo.

Error #4 Olvidarme que la calidad y cantidad de tiempo que paso con un joven
es esencial para su caminar en la aventura con Jesús.

Llegan tiempos en los que se me olvida que sobre toda otra cosa que yo pueda
hacer con los jóvenes, el pasar calidad y cantidad de tiempo con ellos es lo
más importante. Ellos aprenden viendo mi vida. Viendo mis errores y mis faltas,
igual que ver mis fuerzas y éxitos. A veces se me olvida que la calidad sin
cantidad no tiene el mismo valor. Un joven necesita que yo pase cantidad de
tiempo con él. No tengo que hablar la mayoría del tiempo que estoy con él. El
escuchar es la mejor enseñanza que le puedo dar.

Mostrarle que quiero escuchar lo que siente y piensa, así como Jesús me
escucha a mi y a él. Pero igual, la cantidad de tiempo sin calidad no tiene el
mismo valor. Es importante entender que si solamente paso tiempo con él, pero
no tengo un plan para su crecimiento, estoy gastando tiempo. Es bueno que yo
le dé un libro y que lo leamos juntos. Es bueno que lo lleve a lugares que lo
desafíen a crecer en cultura y abrir su manera de pensar. Los chicos tienen que
aprender a pensar por ellos mismos. En un mundo lleno de publicidad que
quiere programar sus mentes en cómo y en qué pensar, pienso que es nuestra
tarea enseñarles a pensar de manera autónoma. Eso lo hacemos pasando
tiempo de cantidad y calidad con ellos.

Error #5 Esperar que un joven madure de la noche a la mañana


No sé por qué pensé esto en el principio, sabiendo que yo todavía no he
llegado al nivel de madurez que quisiera tener. Pero como líder nuevo hace 10
años atrás, esperaba que un joven madurara y cambiara su manera de ser en
unos meses después de entregar su corazón a Jesús. Ahora, después de mi
propio "crecimiento" he aprendido que esto de madurar en nuestro camino con
el maestro, es un proceso de toda la vida. Aunque este tema se puede
desarrollar en un libro entero, puedo concluir la idea con este pensamiento:
“Dios todavía no ha terminado conmigo ni contigo. Así que no esperes que tus
jóvenes cambien de un día a otro. Deja que Dios se preocupe de eso y tú
simplemente ámalos incondicionalmente”.

Error #6 Pensar que los eventos y programas eran suficiente para alcanzar y
mantener a los jóvenes
Uno de mis errores grandes fue pensar que los eventos eran suficientes. Sí,
puedo honestamente decir (sin inflamar números) que alcanzamos a miles de
jóvenes en nuestros eventos, pero aun con esos números, no hay miles de
jóvenes en nuestra iglesia. Este problema lo descubrí cuando descubrí un gran
error en mi corazón, la concentración en los números. Aunque los números no
son malos, son una buena herramienta, yo estaba más concentrado en los
números que en las vidas de los jóvenes. Me imagino que por eso no vi la gran
necesidad de poder conectar a esos jóvenes con líderes y adultos para que
siguieran su caminar en Jesús. Ahora entiendo que, aunque los eventos son
excelentes, no son lo más importante. Los números sí son buenos, pero no lo
más importante. Lo más importante es el desarrollo de una relación con un
joven. Que el joven confíe en ti. Que el joven te vea como un ejemplo y que tú,
como ejemplo, apuntes al gran ejemplo, JESÚS. Lo más importante es caminar
con el chico o chica en su vida. Lo más importante es sentarte con él o ella en
un café y hablar sobre su vida y las decisiones que están tomando. ¿Cómo veo
esas decisiones reflejadas a la luz de la Biblia? Ahora, para mi todo lo otro
viene de segunda.

Error # 7 Pensar que el liderazgo forma el carácter, cuando en realidad, el


carácter forma al líder
Yo cometí el gran error de pensar que si ponía a un joven como líder de un
grupo pequeño, la experiencia formaría su carácter. El resultado fue mezclado.
Algunos fueron de éxito, pero muchos terminaron sin fruto. Esto me enseñó
que la posición de liderazgo no hace el carácter sino que el carácter hace al
líder. Este principio no solamente se aplicaba en mis jóvenes, sino también en
mi vida.

Contigo en la brecha..

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