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21 de Septiembre de 2019
A lo largo de la historia se ha observado la necesidad de construir una sociedad
que permita a los individuos el fortalecimiento de un mundo civilizado que permita
el desarrollo de las facultades del ser humano, tanto para la mejora de la calidad
de vida de cada persona, como para el emprendimiento y crecimiento de una
noción en ámbitos como el económico, social y cultural.
Por ende, tal necesidad ha sido objeto de debate por décadas al causar
controversia respecto a la diversidad cultural de cada región así como de sus
necesidades y características, por tanto es posible que en algún momento de la
vida profesional, específicamente en la docencia, nos preguntemos cuáles son los
elementos que deben conformar una educación eficaz y que atienda a un
desarrollo cognitivo y social que transforme a un país o civilización de forma
satisfactoria y que refleje la formación de un ser humano empático y autónomo,
capaz de dirigir sus aprendizajes en pos de sus curiosidades e intereses.
Si se toma en cuenta que por lo general la educación parte desde las necesidades
particulares de cada país, de su diversidad cultural, lingüística, geográfica y social,
se llega a la idea de que ya no es suficiente que se enfoque en el ámbito
educativo a brindarles a las personas conocimientos básicos que se queden
únicamente en la comprobación de su memorización en pruebas escritas, sino que
es ahora necesario que las personas realicen una movilización de tales
conocimientos para que puedan desarrollar plenamente su vida diaria a través de
la interacción y producción tanto material como cultural para el crecimiento de
cada nación.
Es por tanto que Delors (1994) establece que la educación debe centrarse en 4
pilares fundamentales que serán la base del conocimiento para los miembros de
una sociedad o nación concibiéndolos como:
Pilares fundamentales de la
educación del siglo XXI
Aprender a