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Tercera Noche

"Cómo hago para no quedarme fuera del muttdo"

J. C. Indart: Hoy iniciamos en nuestra tercera Noche la dis-


cusión de casos clínicos concretos. Así serán también la cuarta
y la quinta.
Las dos primeras, de contenido teórico, no eran más que la
preparación para Jo que interesa ahora, y que es algo que nos
puede concernir a todos.
La primera de las Noches la resumo en una frase: según
puntuaciones precisas de Lacan en su \tlti..tna enseñanza,
y como lo subraya Laurent en el argumento del próximo
ENAPOL, es posible considerar la histeria al revés. Por supuesto
que considerar algo al revés es más rico e interesante si uno le
conoce mucho el derecho. Si no se tiene ni idea del derecho,
no se distingue un lado del otro. Es lo que pasa con el dicho
sobre el discurso analítico como revés del discurso del amo. Si
se ha recorrido mucho lo que se articula como el materna del
discurso del amo, es más rico considerar por qué el discurso
analítico es su revés.
Pero todos tenemos bastante recorrido por el lado derecho
de la histeria, su identificación al padre, su amor al padre, su
sustitución por los distintos 5 1, los hombres que encuentra
?
la vida, la necesidad de pasar por esa identificación para 0 1-
car -a partir del deseo del hombre- qué puede ser una muJer,
las identificaciones con la otra, etc.
manera que cualquiera podrá aprovechar lo que vamos
a discutir, que es algo incipiente. Apenas nos en qué
puede ser pensar las cosas al revés. La consigna es fácli: tratar
de pensar el síntoma en sf mismo, producido en el cuerpo Y
JUAf\: CARLOS INDARI Y OTROS
58

su sm . ni
. gulart'dad' sin articularlo . descifrarlo desde la,. t
· al NP. con todo lo que significa como doctrina. y ....,·
aa ' al' . 1 . --614lf
bien en el dispositivo an o que estas
construyen, inventan, gracras a que están en anális15, a Partir
de esos síntomas.
Vamos entonces a escuchar el caso que nos presentará
Klainer, e intentaremos pensar las cosas al revés. No es fácil,
todo el tiempo nos sale lo que ya sabemos, pero trataremos de
ver cuánto nos da este cambio de perspectiva en el que insisti-
mos, porque va más lejos de lo que estamos discutiendo. Pue·
de ser un buen camino para entrar en cuál ha sido la práctica
analítica de Lacan a partir de su última enseñanza.

E. Klainer: Voy a leerles el caso y mientras lo voy leyendo


quizás les vaya puntuando algunos temas que me interesan,
para después conversados.

Primer tiempo
mujer de 35 años consulta por intensos episodios de
que se le presentan al verse vestida de muJ·er. Sien-
te una mcomod1·d d ·
. a msoportable. Es kinesióloga y hace años
a a¡o.
la única vestimenta que usa es su ambo de
Relata una esee d d
a buscar para ir a on e noche unas amigas .ila pasan
su edificio, se angustia. ar,y se
s bnura en el espeJ·o de la entrada de
La dificultad u e a su departamento
en el arm d 0 d · .
presentarse hace afl a e su mascarada empieza a
empujada por su os Y aumenta en el último tiempo cuando
noche. grupo de amigas comienza a salir más de
También a
sel 1 . Parecerá una pos· .
as so a', Püsición d 1 ICJón muy firme de "arreglár-
llosa e a que p
· arece estar sumamente orgu-
Un largo p...:- .
de cha •..ner tiempo d
. mu lensión por la el análisis trascurre en un clima
aente. Cuaiqu· . gran desconfi
ter Intervención anza y enojo de la pa-
era fuertemente rechazada.
DE LA lilSTERIA SI)>; :o.;OMBRE DEL PADRE 1
59
Lo primero con lo que articularse . .
1 llam "hi · · su Situación ac
tual es_do que 'd afunlizah stona familiar difícil". Dice
ber tem o una "I a e asta que un aconte . .
d é f .. curuento marcó
un y en A sus 15 años se le declara
una en erme a a a re, qwen después de una operadón
queda tdodo su cuerpo paralizado. Su padre'
e a n e su mujer, cae en una
poco tiempo y casi no sale de su casa.
Desde entonces, vive muy apenada por la situación de su
padres. Cada vez que los visita, vuelve angustiada y sin p:
der creer que ellos vivan así.
Un punto que me interesa resaltar de ese primer tiempo
del análisis, es el fuerte rechazo de la paciente, con el que
me encontré, a cualquier interpretación que apuntase a abrir
alguna vía de sentido sobre lo que le pasaba. Por ejemplo,
conectarle la dificultad en el armado de la mascarada con la
situación en la que se encontraba su madre o con la caída de
padre, provocaba respuestas tales como: "¿Y? ¿con eso qué
hago?" o "¿y a mí de qué me sirve saber eso?".
La repetición de este tipo de respuestas en todo este pri-
mer tramo del análisis me llevó a pensar que había que dejar
de lado esa vía de intervención y empezar a orientarse de otra
manera.
A sus 20 años conoce a quien será su primer hombre y úni·
ca pareja. Luego de varios años de noviazgo, a él se le presen-
ta una oportunidad laboral en otra ciudad. Ella no en
dejar todo lo que había armado para seguirlo. Al tiempo
de convivencia un día él le dice que se va, "me lo d1¡o dos
antes de irse". Sobre esto agrega "le di todo y me quedé sm
nada", un "sin nada" que se le presenta en su más
literal. De golpe se encuentra sin pareja, sin casa, sin dmero y
511
si_n trabajo. Sola y sin pedir ningún tipo de ayuda rearma
Vida, ahora en Buenos Aires. . ue fue sin
Sobre esta relación que duró nueve años dirá q . ti a
co fli 1 · 0 que le IIDP e
n ctos hasta que terminó y, sobre e imbolizar lo
1a ruptura, nada puede ubicar que le permita s
que Pasó.
JUAS' CARLOS II'DART Y OTROS
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La confrontación con lo que llama "juego de seduc '6 "


con los hombres, dará de la imposibilidad de
ción fálica y su anudanuento a ley paterna. Dice "ese juego
no lo entiendo, nunca lo entendí y nunca lo voy a entender"
Sabe por otras mujeres que ese es el juego que engancha ·
los hombres, que así ellas consiguen algo de ellos, pero que:
ella se le hace insoportable jugarlo. Para ella las cosas tienen
que ser claras, "un sí es un sí y un no es un no, todo lo demás
es una pérdida de tiempo". Cuando le gusta alguien va di-
rectamente y se lo dice, el problema se le presenta cuando él
empieza a hablar, "no sé si lo que me dice es lo que me quiere
decir o me lo dice para que yo piense algo y en realidad él
quiere otra cosa, eso no lo tolero". Agrega que ese juego se le
hace falso, que ella es directa, habla sin filtro. No soporta el
medio-decir de la verdad, pretende hacer un uso del lenguaje
puramente informativo.
Interrogada por cómo ha sido su relación con los hombres,
dirá que hasta que conoció a quien fue su novio ese no era un
tema que la preocupase. Sobre el encuentro con él resalta que
fue sin juegos ni estrategias. Un día se conocieron, se gustaron
y comenzó la relación.
También recuerda los berrinches y astudas de su hermana,
tres años menor, para no ir a la escuela u obligar a su padre a lle-
varla. A ella eso le resultaba "simpático" y no lo entendía. Tam·
poco entendía el "histeriqueo" de sus amigas con los chicos.
Frente al esfuerzo por entrar en ese J·uego que no entiende,
y. la an tia. que 1o acompaf\a, le sef\alo que si para ella eso es
tmpostble tendrá que . . .
gar ese · Se armarse una v1da que no le implique JU·
Juego. produce un alivio de su angustia a la vez que
se pregunta cómo h '
Este es 1 acer para no quedarse fuera del mundo.
1:
porque es moment? que me interesaría marcar
interpretación ub' que tiene un efecto. Como
sión de sentido Ellca unbl.rnposlble Y no abre a ninguna dimen·
· cam 10 de 0 nen
mí pasó por empeza · t .
aoón que la sostiene, para
ambo no como un la posición de su vestimenta
darle una solución. 5100 como aquello que viene a
DIJ LA HISTERIA SIN NOMBRE DEL PADRE l 61

y también me interesa señalar esos dos efectos, por un lado


alivio, porque ahí ella efectivamente d.eja de intentar entrar
1
e se juego. Pero por otro lado, tambtén está su pregunta
cómO desde esa posición no quedarse desenganchada
del mundo.
Llegado a este punto, ocurre nuevamente una situación
mplicada con su madre, tienen que internarla, ella se va a
co pueblo y decide interrumpir el análisis. Me agradece todo
tiempo de tratamiento, pero me dice que tiene que ocupar-
ese de su familia, que esto va a ser stempre
. así y que no va a
cambiar.

Segundo Tiempo

Luego de un año, se comunica nuevamente para retomar


su tratamiento.
Vuelve angustiada frente a la decisión que está por tomar
de poner su propio consultorio. Le está yendo muy bien en su
trabajo y muchos de sus pacientes quieren tratarse con ella en
forma particular. La angustia se liga a una idea que se le impo-
ne de que podría "quedarse sin nada". Entiende que esta idea
no se explica por su si tuadón económico-laboral y la podrá ir
ubicando en relación al tener que arreglarse sola. Encuentra un
departamento que reúne todas las condiciones que necesita,
se complica la negociación ya que el dueño le termina pi-
diendo más dinero. Le señalo que eso no es justo, pero capaz le
conviene. Alquila el departamento y cede la angustia.
. Luego de esto, empieza a dar cuenta de estar viviendo dis-
tintas situaciones en las que dice que se siente rara. Aclara que
la rareza no implica un malestar, sólo que estas situaciones la
encuentran en una posición en la que no se reconoce. Es así
en las sesiones empieza a contar algunas escenas que va
VIVIendo en las que ubica "lo raro" diciendo "esto que me
Pasó, no tiene mucho que ver conmigo" .
. Por ejemplo, caminando por la calle, se da cuenta que em-
pteza a pararse en las yjdrieras de los negooos· para ver ropa.
62 JUAl\ CARLOS Il'I<DART Y OTROS

Decide entrar en alguno y probarse algo. Se sorprende .


rándose en el espejo y gustándole cómo se ve. Sobre esto : 1•
"me sentí rara, pero bien. Nunca me pasó algo así".
Reunida con su grupo de amigas, se encuentra siendo U
ea
la que trata de que algunas cosas no se digan tan directamen.
te, o engañando un poco, para que otra no se sienta mal. Nue.
vamente se sorprende, esta vez por "hablar con filtro".
También se anota para hacer un curso de kinesiología es-
tética. Para ella todo eso siempre le pareció una chantada y lo
único que le importaba de su profesión era la rehabilitación.
Una vez que inicia el curso, se encuentra con "una sensación
que nunca había sentido antes". Es una,sensación placentera
que empieza en las manos y. se va extendiendo a todo el cuer-
po. Se da cuenta del esfuerzo y la rigidez corporal CU"{ldo
hace rehabilitación. Opone la exigencia de la rehabilitación,
que la deja exhausta, a lo relajado de la estética donde lo que
hace es "modelar un cuerpo". •
Para acompañar a una amiga concurre a una clase de dan·
za. Bailando encuentra también esa sensación placentera en
su cuerpo que la lleva a dejar años de rutinas en gimnasios.
Vivir todas estas nuevas situaciones, junto con la sensación
de rareza, le traen un gran alivio. Es notable cómo cambia el
clima mismo de algunas sesiones, a las que viene sin su ambo,
sin enojo, y en las que hasta puede reírse por primera vez.
Me quiero detener también aquí para señalar primero Ul\
desconcierto mfo al empezar a escuchar estas experiencias ra·
ras de goce en el cuerpo. Y algo que parece una cierta -llamé·
moslo así- histerificac:ión.
Ahora. si es así, ee trataría de una histerificación por un
camino que no implica la articulación a un S1 ni a un orden
identificatorio previo. ¿Cómo entender esto?
Llega a una sesión nuevamente con su ambo, angustiada Y
tensa. Cuenta que despu& de algán tiempo ese fin de semana
estuvo en la casa de sus padrea y se encontró otra vez tratan·
do de anesJar todo lo que ellos no pueden.
Relata t8mbifn la escena de la operación de su madre a sus .
15 aftas. Luego de la intervención, cuando el médico sale para
OF LA HISTERIA SIN r-;OMBRE DEL PADRE ¡
63

hal:llar con la familia, recuerda el instante justo en que simul-


táJteamente su padre da un paso para atrás y ella uno para
adelante, quedando desde entonces como la interlocutora de
su familia.
Otro punto importante, ¿cómo entender esta escena? ·Se
trata de una posición de sostén del padre carente, tan
cida por nosotros en la h_isteria clásica, o más bien lo que se
da en la escena pasa por mventarse una suplencia a partir de
sustituir al padre en su lugar, y así pasar ella a ser el hombre?
Creo que por cómo sigue el caso, me indino más por esta
segunda posibilidad.
Se le ubica cómo a partir de esa escena, ella se arma una
respuesta. que sé nombra como "ser la de espaldas anchas" o
"hacer de hombre", con la que se las viene arreglando desde
entonces en su vida. También le señalo que todas las situa-
ciones que ha traído en el último tiempo, dice sentirse
rara. dan cuenta de los límites de esa solución y de la búsque-
da en ella de otra como posible.
A partir de ahí se alternan en el tratamiento, las sesiones
donde viene la de las espaldas anchas, con sú ambo, su dureza
y sus enojos; con aquellas en las que viene relajada, de buen
y despliega los relatos de sus nuevas sensaciones.
Cada vez que viene de ambo, en el transcurso de la se- ,
sión se puede ubicar alguna situación vivida en esos días en
relación a sus padres. Punto frente al cual, sigue respondien·
do con •espaldas anchas". Cuando esto ocurre, la posición
de "espaldas anchas" se extiende a todas las situaciones de
su vida. En una oportunidad, le digo que hay las situaciones
donde las espaldas anchas le sirven, pero que son sólo algu-
Y no todas. A partir de ahí empieza a aparecer la posibi-
hdad de un manejo distinto de sus respuestas. No se da tanto
la alternancia entre días con o sin ambo, sino algunas escenas
en las muchas otras en las que no. ,
Empteza a trabajar en las sesiones el "hacer de hombre
relacionándolo con la rehabilitación, con el "arreglarse sola",
las relaciones que ha tf!'llido con los hombres.
as• al modo de una deducción, esa ha sido su pos1crón
JUAN CARlOS IJI<"DART Y OTROS

es lógico lo que le pasó con quien fue su novio al


' que d
fine como un hombre de espa Id as angostas. También e.
pensar, dice que por pnmera · PUede
vez,. en p ara qué podría servirle
estar con un hombre: tener a alguten que se ocupe de resol
todo tipo de situadones prácticas, frente a las que ella siem;:
se las arregló sola. Se le ocurre que hay un muchacho, que
hace tiempo la viene buscando y al que ella repetidas veces
ha rechazado, pero que le ofrece algo de lo que ahora necesita.
Piensa si no tendría que darle una oportunidad, aunque no
termina de cerrarle, todavía, la idea de que una mujer pueda
usar así a un hombre, y me dice "como me dijiste: no es justo,
pero capaz me conviene". A lo que agrega "esa la escribí en
mi pizarra". Le pregunto por eso y me cuenta que hace un
tiempo tiene una pizarra donde escribe algunas frases dichas
por ella o por mí que van apareciendo en las sesiones.
Llega a una sesión y relata una nueva sensación rara. Aten·
diendo a un paciente, al que por su profesión ubica como "un
hombre de espaldas anchas", descubre una satisfacción al es-
cucharlo hablar de todo lo que él sabe, "se me pasó el tiempo,
no quería que parara de hablar, nunca me había dado cuenta
cómo me gusta que un hombre me hable. Me explicaba cosas
de las que yo no entiendo nada y me podría haber quedado
horas escuchándolo". Anota en su pizarra "un hombre que
me hable".
Luego de algunas charlas, este hombre la invita a salir, dice
que no sabe si aceptar o no dado que se trata de un pacten te,
pero agrega que siente una gran intriga por saber cómo será
un hombre con estas c:aracterfstic:as cuando esta con una m u·
jer. Señala que nunca sinti6 algo U{ frente a un encuentro con
un hombre, y que "intriga" ea una palabra para su pizarra.
Hasta acá el caso. De tocbletta 6lttma parte me gustaría
seftalar, porque me resultaba btlu ruante para el tema que es·
tamos abordando, el trabajo de la paciente con e1 significante
que se va dando en las sesiones. Me parece que se ve el intento
que hace algo de esas expe.tlencias de un Otro
goce am el imaginario corporal. y así empezar a fabricarse
una nueva solución que no la deje tan afuera del m.\U\do.
OE LA HISTERIA SIN NOMBRE DEL PADRE 1
65

C. Gasbarro: Vamos a dejar abierto ahora el espacio para


las y los comentarios. . .
Sólo qwero subrayar el camb1o de onentación en las in-
tervenciones: Las estaban orientadas a buscar un
sentido edíp1co a su posiCIÓn de ambo, a ese hacer de hombre
arreglárSelas sola. Las mismas se-encuentran con el rechaz¿
absOluto de la paciente. Me parece fundamental que el analis-
ta registre este rechazo Y un cambió de orientación:
decirle que, si este juego de seducción con los hombres, este
medio decir, le es imposible de ejercer, entonces tendi;á que
inventarse una vida sin ello. Y se verifica cómo ella se pacifica
ante el no tener que hacer como otras, pero al mismo tiempo
puede decir: "Cómo hago para no quedarme afuera del mun-
do". Es a partir de ahí que se va inventando otra cosa, con
algo que tiene que ver con esas sensaciones raras que le van
apareciendo, a las que les presta atención. A lo mejor estaban
desde siempre, pero ahora las registra. Y que son del orden de'
un Otro goce. '

Pregunta: Agradezco el caso y quería saber si el cambio de


orientación tuvo que ver con ir pensando el caso más del lado
de la psicosis. Me interesó cuando vos le decís, una vida que
no implique ese juego, porque pensaba que esa intervención a
la vez le abre el campo de otro juego como posible.

Plegunta: A mí no me pa'teció que la intervención de lo im-


posible abriera otro campo, justamente me parece que no abre
otra posibilidad. Frente al imposible, ella se pregunta cómo
no caer y lo que viene es algo de su invento.
La otra cuestión que quería preguntar es que vos nombrás
estas experiencias raras, primero como histerificación y des-
pué¡ oomo Otro goce. Quisiera saber acerca de esta diferencia.

Preg11nta: Quería preguntar por la transferencia Y lo que


Plldrfa ser para este caso pensar un amor sin demanda, ya que
rne parece que la paciente no demanda nada. ¿Cómo sería,
entonces, una trasferencia sin demanda?
)UAr-; CARlOS ll\DART Y OTROS
66

Pregunta: Lo que les quería preguntar es las referen.


das a la cuestión del Otro g.oce, ¿cómo lo p1ensan? Sí, hay
datos clínicos de estas sensac10nes raras que la sacuden, pe
·cómo sería más allá de lo fenoménico la ubicación del
sin pasar por el goce fálico? En este caso parecería que
ese pasaje no está. Lo que sí está, por lado, es la cuestión
de la escritura. La pizarra a ella le funoona como un punto de
abrochamiento y quizás, se me ocurría, que podía ser por esa
vía que ella lo resuelve.

E. Klainer. En relación a mis intervenciones, puedo decir-


les que en ese primer tiempo del análisis probé todas. Pero
más allá de la modalidad muy diversa que hayan tomado,
siempre tenían como suposición un sentido edípico y apunta-
ban a abrirlo. Es por eso que eran rechazadas.
Se da, entonces, ese cambio de orientación en mi inter-
vención y la ubicación de un imposible. Y a partir de ahí, la
consecuencia de encontrarse con algo que la paciente misma
empieza a producir en ese punto. Podría haberse quedado
con un: bueno, ese juego para mí es imposible,
los hombres y me armo una vida que no me
amplique nmg6n lazo con ellos. Pero lo que enseguida trae
es una pregunta, "¿cómo hago para no quedarme afuera del
si bien consiente con ese imposible, abre lapo-
stbihdad de mventar otra cosa.
Me parece que, si bien se da una interrupción en el tra-
tamiento, el retomo es un retomo en · En
efecto, vuelve al análisie dar ese mlSmo punto.
glando y qué se está . a cuenta de cómo se las está arre-
h 11\Ventando para articularae al mundo, a
los ombres Ydemú, sin la aoludón UUca dútea.
C. Gubarro: Me gustarfa tubnyar 1
de la transferencia como un amor lin d : , : t a respecto
interesante, porque no Mil ea a1n • Me parece
es un amor sin amor al padre. ¿Podríamos . : : : todo caso
posible pregunta? éSo como
Respecto de la pregunta: ¿cómo sería el Otro..,.,..
8'0ce atn pasar
I>E LA HISTERIA Sil\ 1\'0MBRE DFL PAI>RE 1
67

r el goce fálico?, u_n cambio: ¿cómo serfa el Otro


pasar por la stgruficactón fálica?

E. l()ainer: último, me parece interesante poder


h cer algunas dJstmctOnes en relación a Jo que nombramos
amo falo (Indart ha trabajado bastante este tema en su cur-
co de la EOL) y entonces distinguir Jo que podríamos pensar
:mo goce fálico de lo que son las identificaciones fálicas, las
posiciones tener el falo. En ese punto no sé si, en
esta elaborao6n última que empteza a hacer la paciente, no se
trata justamente de inventar algún anudamiento posible del
Otro goce con el goce fáHco, sin contar con la identificación
fálica propiamente dicha.

Pregunta: Me impresionó muchísimo el caso. Me quedé


con lo justo y lo que conviene. Unf lo justo a la verdad y lo
que conviene al goce. Me pareció que cuando un analista tie-
ne claro que una cosa es el goce de la verdad y otra cosa es
la verdad del goce, lleva al paciente a hacer esa experiencia,
ubicarse y aliviarse. Porque se supone que saber hacer con lo
que te conviene es más artesanal que enredarse con lo justo
de la verdad.
Entonces para mf lo importante es la posición del analista
que la lleva a salir del goce de lo justo e ir a lo justo del goce, a
ajustar el tipo de goce que tiene ella, ligado al Otro goce.
Realmente me pareció impresionante.

C. Rubinetti: Yo quería detenerme en el final del primer


del análisis porque me parece crucial para todo lo que
VleJle después. Localizar la posición del ambo como solución.
Además ella venía testimoniando de esa solución con sus lí-
mites, con sus tremendos fracasos a la hora de intentar ju-
gar un juego con eso. Es una solución absolutamente rígida.
y lo interesante es que a la vuelta, cuando empieza a pensar
ntodos de articularse al mundo ella empieza a poder hacer
otro '
no USO de la solución ambo. Ver cuándo convie_ne, cuándo
' hasta dónde, que no sean días enteros de ambo, que sea
jUA!\ CARLOS Il\1>ART Y OTROS
68

de algunos momentos. No la desecha totalmente, sino que la


puede empezar a usar de otra manera.

J. c. lndart: Me parecen muy interesantes todas las cues-


tiones que se van desplegando, porque para prose.
guir esta indagación por bastante más tiempo del que dispo.
nemos en estas Noches.
P's> yo voy a insistir en la lectura al revés.
Por ejemplo, hay un imposible en ella q ue no es posible
leer como represión, o formación reactiva. Hay un imposible
para todo lo que sea el juego del sentido, que es doble sentido,
y del que vive la histeria al derecho. Pero al derecho ese juego
es un juego que anudamos a las significaciones fijas, a los dic-
támenes del orden paterno en general, del NP. Sin embargo,
sin NP, ella capta que eso funciona para otras mujeres, pero
no es por vfa de ninguna identificación histérica que pase por
el NP que paede aoce.ier a eso. No se levantó una represión,
para acceder al doble sentido. Estando en análisis, ella de gol-

:,
pe ee lo encuentra. mmo una dimensión de hllengua que nada
debe al NP. pero que sf responde a su goce propio. Entona!S,
que se amigó con el NP, y que por
empeza a gustar de hacerle ese ego sino que nos

¿--·.-
J
. U
mucstla el r ádelah' · '
puede ..algo a saber, que es en /Qiengua que
_._......._ .__ piGpiO goce.
En dlea= , •o 1 IOb Otro goce. Cuando
uo:uuiUD nuevoa p1coe de om CP
..¡_ .... _ __

e m08 que les va a parecer


Noeotros::
queestaanalizameley6el 7

caeo. de l.-can. pero no es el


ramos, con sus pn ..--., l 21, para asegu-
jens, IÑII alU de la
goce'. Esta analizanee noa
día nada de las
Jo._ .._ en las mu-
con ese Otro
No enten-
Puede ser que esto mi del hablar.
con un objeto a, (eao noe con la voz,
se quedó
DE LA HISTERIA SIN NOMBRE DEL PADRE 1
69

. ada hay un fetiche. Eso es lo que sabemos desde el NP


faSCin , f 1 . ,
su lóuica, y su antasma, y e Objeto a. Pero capaz que ella
con. o· p . 1 .
·ere decir otra cosa. or e1emp o, SI HéUme Cixous la hi-
a hablar, si ella fuera la Dora que discutimos en el Retrato
aer
de /)Ora, ser que an te mueh as' nuestras
desde el a resp_onda: s1empre d1cen lo mis-
mo... y los pstcoanahstas m qué d1gamos.
Pero en el Seminario 21 Lacan dice que hay algo muy pro-
fundo en ese tema de la charla por charlar de las mujeres,
porque hace al goce como tal. Por eso mencionaban
también esas expenenc1as raras, que son claramente expe-
rienáas corporales, pero que no parece seguro que las pudié-
semos entender claramente como satisfacdones pulsionales.
Son en el cuerpo, pero no tienen una localizadón precisa.
Decía Gasbarro que ese goce ya estaba, y que ahora ella se
ocupa de eso. Sí, siempre se puede decir eso retroactivamen-
te. Pero en nuestra lectura al revés, lo importante es que de
pronto se tiene que hacer cargo de algo. Por el momento yo
me atendría a la literalidad de ella: dice que nunca en su vida
había experimentado algo así, lo que da la chance, para ella
inédita. de que se haga cargo de_ eso, y de que intente hacer
algo oon ese Otro goce. No avanzamos por apres coup, pensan-
do ahora que era evidente que había NP y que era sólo una
histérica muy enojada. Me parece que no nos sirve de nada
eso, salvo para consuelo nuestro, que haya un Otro previo sin
ninguna barra.
La perspectiva al revés es interesarse en lo que los anali-
zante&inventan. La condición de la invención me parece muy
la primera interpretación. No levanta nada de lo re-
prunido, pero le ubica un imposible. Y ella responde: bien, es
pero ahora ¿qué me invento? .
y va mventando cosas, sin que esas cosas estén demastado
claras todavía. Si lo pensásemos como las histerias al
esos casos extremos tan discutidos entre histena
f,J:.cosis, cuando empiezan las dobles o múltiples persona-
l es. Ha vivido mucho tiempo como ambo, pero de golpe
Pllede armar otro personaje, y luego volver al personaje ambo,
70 JUAN CARLOS INDART Y OTROS

que existe todavía. O sea que sigue habiendo situao·onescton.


!le la suplencia, para ella, es ambo, ese significante rnu
bien logrado para sostenerse sm NP frente a la no
sexual.
Hemos visto también, en otros casos, este detalle difícil d
interpretar, buscando el momento fordusívo del NP. Se
de un adellmtamiento. Ella lo hace en la situación con los rnédi.
cos, luego de la operación de la madre. El juego fundamental
de la escena es, para mí, que ante la enfermedad de la madre,
y ante la caducidad del padre, ella se adelanta. ¿Se adelanta en
nombre del NP, o se adelanta femeninamente?
Lo que sabemos de la histeria al derecho, es que se tra·
ta más bien siempre de mandar al 5 1 adelante, de sostenerlo
para que ocupe su lugar, y permanecer atrás en una queja. Y
si tiene que ir adelante, es en el nomb.re dé! NP. No me parece
el caso. Se saltea la versión NP, tal vez como en tantos actos
femeninos. (¿Existe el acto femenino?). Acá en acto se ve la
enaucijada de la que ella sale con una decisión de vida, que
encama en el ambo, y en hacerse cargo, no de ser el padre,
sino de inventarse como hombre. Eso toca un borde extremo,
Y trasponerlo, pensó Lacan, daba lugar en una mujer a U113
p&icosis extraordinaria. Pero ella no tiene certeza absoluta con
el ambo, porque la cuestión de su goce la cuestiona, y en eso
decimos que es histeria. aunque sin NP. Si lo pensamos enton-
ces esa solución del ambo, puede que en determina·
das mh•eamiCS, persista, y no ceda fácilmente.
Acorde con eso, veamos el tema de la demanda. Hay w1a
cuando ella ae da cuenta, con mucha angustia, que
bay algo en ella que no ñandona. Son las crisis de angustia al
lo oer que veettrae de mujer, al extrmuo de que ni con amigas

eS!.t;=
Se encierra Y no lale. Asf que ella lleva eso como
quwa hrtendo algunoe progresos en la bús-
Cosriuyo con esto• N 0 pud1moe •c:ar R•flcientemente el
jup de
p 'la:lo :!:ulo que
d :UIO,
hay en R.tr"aro Dorll, ele H. Cixous, y
tk
supuesto, en el caso de C. Lispector.
por
eaue el derechO, por dec:lrlo 1181, Yal WJnos más
DE LA HISTERIA SIN NOMBRE DEL PADRE 1
71

allá de Freud, a Lacan, este último nunca dejó de


decir que el secreto último del síntoma histérico, su real, alu-
de al problema de la no sexual y al problema del goce
femenino como Es :;ólo s1 nos quedam_os con Freud que
la histeria se constituye en y no saJe del Edtpo. Pero viene de
antes, y puede ir más allá.
Así que es interesante, para el fin de análisis de las histe-
rias al derecho, considerar estos casos donde podemos enten-
der mejor el manejo del síntoma al revés, y lo que a partir de
eso se inventa.
Asf la cuestión histérica es, justamente, cómo articular el
Otro goce al mundo, cuando es algo que no entra en el mun-
do. Su problema se puede resolver de distintas maneras, por
ejemplo: sobre Jo que no se puede decir, silencio, olvidate de
tus raptos, casate, tené hijos, etc. Pero la histeria siempre in-
dica ahí con su síntoma lado insatisfacción el fracaso de esas
soluciones. Entonces, lo interesante en el caso, es que ella, a
partir de su síntoma, está logrando satisfacciones, y está tra-
tando de articular su Otro goce al mundo, a su manera.

C. Gasbarro: Sf, tal vez sea irrelevante si las sensaciones


estaban o no antes. Lo que sin duda es un invento es que es
por ese Otro goce que empieza a encontrarle gusto a, por
ejemplo, escuchar hablar a un hombre. No es desde una mas-
carada. Del mismo modo que arreglárselas sola, en esta mujer,
no es tener el falo. No me parece, de ninguna manera, que
su solución esté en la lógica fálica, sino que se la empieza a
armar sin ella.

J. C. Indart: Si seguimos la cuestión al revés, uno se en-


CUentra con las cosas más difíciles. La mascarada, que llama-
mos fálica, y sobre la que ella tenía un imposible. Siguiendo
a con Freud, analizamos muy bien eso desde el punto
de VJ_Sta de la significación fálica. Y lo podemos modular en
de ser el falo y evocar la falta, a diferencia de las ves-
:mentas de tenerlo. Todo explicado desde el NP, que es el que
ecía que es mejor que las chicas se disfracen de ser el faJo.
72 JUAI' CARLOS INDART Y OTROS

Pero el estudio de lo que es la mascarada en un .


tiene niveles muy enigmáticos, al finaL Por ejemplo
que mujeres sobre la de
tirse b1en vestidas, y la dtstanoa que ponen stempre respecto
de la lectura de los hombres. Lectura que les parece, además
en un punto, fracasada, porque si ellos le dicen "qué
que estás", lo han dicho de compromiso, y si no lo dicen e5
porque no las miran nunca. Y hay en cambio toda una inven·
tiva, singular, en cada una, respecto de la mascarada, porque
articulan Otro goce detrás de esas vestimentas. Esto se puede
considerar perfectamente.
Observemos que en este caso, en el que la mascarada le era
imposible, cuando accede a ella pone el suceso dentro de las
''sensaciones raras". Tuvo una sensación rara cuando, por una
vez, pudo ver una vidriera y probarse un vestido, una sensa·
ción inédita para ella. Es difícil leer eso en el sentido de que
ella elige un vestido desde el punto de vista de la significación
fálica. Son datos para animarse a recorrer el camino al revés.
Eso es lo que podemos empezar a discutir a nivel de una nue-
va clfnica, porque cada una de estas mujeres puede encontrar
soluciones singulares sin NP.

E. B nito: Sí; en tal sentido para oír algo de lo que dicen,


se trataría de poner entre paréntesis lo que de "la histeria al
derecho'', como la menciona lndart se ha acumulado como
saber;. no dirfa oonsolidado pero_,.:. lo menos difundido. In·
tentar o(r ........:-•-- r-
..._ --r--ua•o:nte lo que k - de nuevo en estos picos
..., oro. Dw lo d """"T
'CO e nuevos, CUandO como diJ'era Lacan Jos
CIOiics;.x.dJentea a las histe ' d '
IIÍV81lWiltelilenciadoa nas e Ji Jafto, han sido progre-

p=::
por lnterpre•R$' soes, incluidas las psi·

de lndllf\..-ntonces, tal vez se


en que. por 'ltnlplo, . : 'lerfanuevo plc:o¡je oro en esta sujeto,
necesario . . . . por el NP para
2
2013 *1Gbre la histeria". nnl
1
.., veratc:t.d de Gra-
DE LA HISTERIA SI:\" !1;0MBRE DEL PADRE 1
73

articular algo de lo femenino en el mundo, cuando además en


ese mundo, ahora, un hombre. Creo que, si nos habla de
algo inédito en su. vtda, es porque tal anudamiento no tiene
sucede con cierta conquista
de un medto dectr en opostoón a sus pretensiones de un ha-
blar sin enunciación. ¿Cómo fue ello posible? es otra cuestión.

Pregunta: Quería volver a plantear el tema de la demanda,


.;j hay o no demanda. Porque por ahf deberíamos discutir qué
es demanda. Pero yo me referfa a la demanda a un sujeto su-
puesto saber, la demanda tal como se presenta en el discurso
histérico. La histérica se dirige al amo para que produzca un
saber sobre su verdad. Esa demanda digo que no está. Sí hay
una comunicación de un malestar o de una disfuncionalidad,
pero no demanda de un saber. Ahí es donde digo ¿hay o no
hay demanda?

J. C. lndart: Sí, aclarando el


malentendido. Mantengo un
enigr;na respecto de la demanda analítica. ¿Por qué no puede
haber demanda dirigida al dispositivo analítico, y no al amo,
y por qué no podría no articularse al sujeto supuesto saber?

E. Klainer: Retomo algunas cosas que se dijeron. Estos


casos me parece que nos presentan un interrogante sobre la
transferencia. Lo que sí podemos ver es que efectivamente
algo se va articulando en términos transferenciales sin que
haya el armado del sujeto supuesto saber. Mi idea, sobretodo
en la segunda parte, cuando empieza a trabajar en esta nueva
solución, es que se trata de invenciones de saber un poco so-
litarias. Diría que viene a compartir conmigo esas cosas que
va inventando, y que para ella tiene consecuencias algo de lo
que le digo.
Por otro lado, cuando yo hablaba de cierta histerificación,
era para transmitir cierto desconcierto mfo en ese momento.
Ahora, lo que sí me parece es que empiezan aparecer ele-
mentos de histeria, no sé cómo los podemos tr nombrando,
pero que no pasan por el discurso histérico ni por el NP.
jUAI\ CARlOS Tr>.'DART Y OTROS
74

Pregunta: Quería detenerme en la experiencia que tiene


por pnm . era vez con este hombre que le habla para . pensar
s1· pu ede localizarse un saber alli.
É .Porque ella no d1ce que le
gusta que le hable solamente. 1 tiene un saber del cual ella
no entiende nada.

c. Gasbarro: Ni quiere entender tampoco. Quiere que le


hable.

Pregunta: Por eso preguntaba si se había referido a un sa-


ber. Él sabe mucho.

E. Klainer: Me parece importante aclarar esto. Si bien a ella


le puede parecer que él es un hombre muy erudito en muchas
cosas, que sabe mucho, la satisfacción está en que le hable,
en escucharlo sin ninguna dimensión de sentido en lo que él
le está diciendo. No es que esa satisfacción nueva la ubica en
todo lo que él le pueda enseflar, o todo lb que puede aprender
de él. No, está en lo que anota en su pizarra "un hombre que
me hable".

C. Gasbarro: Benito rí
cuestión d 1 · tri 1a'
e a m ga, 11ltiJnaas aclarar
al b
algo respecto de. la
rra. ¿Cómo será estar con a ra que pone en la plZll·
Ull-une que la intriga?
E. Benito: Sf, es un hOIJ\bze
grado experimentar un nuey ..,leS..,.pect""o del cual ella ha lo·
"estar con él" puede SOce Y creo que cuando dice
goce en la cama". Una expectatl
ya tenido eexo, ha
tamb1én, que lo de "entrada en
:eJ:':!6stca,
COUoo "qué va a pasar con ese
pues nunca antes,
nada al respecto. Creo
1
h?mbres con los que podrfa, es e 11\\lt\do", incluye el de los
Plo goce· su
va, anudar su pro-
J. C. lndart: parece, efecuv
portante esto que mventa ella: 11n pu .
fraíe; de nto muy un-
escribe en una pizarra, las retiene
en su uterau:uad.Analista
Nopocte-
las
DE LA HISTERIA SIN NOMBRE OH PADRE l
75

decir que interpretaciones inolvidables en el sentido


que hemos estud1ado, las que despliegan verdades. Es un re-
curso para una lógica nueva en la acción, como un
lema, que a ella, eVIdentemente, le resuena en algo proftmdo.
Lo primero que ella anota es lo de "no será justo, pero es con-
veniente". Es algo que el analista le ofrece como un recurso
en una encrucijada precisa, la de si alquila o no un consulto-
rio. Como interpretación no se puede decir que disolvió una
duda obsesiva neurótica, o que levantó una represión. y sin
embargo ese recurso lo escribe y es capaz de utiüzarlo para
otra!> sih.laciones, como un axioma comodín, con el cual po-
dría resolver otro tipo de situaciones, por ejemplo, claro está,
su relación con los hombres. Hemos registrado varios ejem-
plos de esta clase de eficacia. Es un poco nuevo, no lo tenemos
toda,·ía muy esclarecido, pero ese dato de este caso me parece
paradigmático. la frase es equívoca, en ella no se toma par-
tido, pero la lógica no-todo que supone me parece innegable.
La aplicación que ella hace de esa lógica a su relación con
los hombres me parece notable, si pensamos las cosas al revés,
si no leemos la frase desde el NP. En estos tiempos de todo
es amor, nada es conveniencia, o del otro lado, nada es amor,
todo es conveniencia, esta muchacha, que viene más bien de
sostenerse sola con su ambo, de golpe inventa algo que no
había pensado: tal vez no se trate de un príncipe azul, sino de
probar con un hombre por conveniencia. No será justo, pero
puede ser conveniente. Pero ¿a qué llama ella "conveniencia"?
Se los d1ría así: necesito un hombre para poder, algún rato, de-
jar de hacer de hombre, y encof\trarme con mi femineidad. Es,
en su frescura, su inocencia, {Jna fórmula de gran valor para
pensar el problema de la femineidad, la de este pico de oro,
hoy en dfa. Es una gran fórmula sencilla, porque ¿qué se pue-
de realizar de un Otro goce si no hay al meno¡.; un momento,
un rato, donde ella no tenga que arreglar el enchufe eléctrico,
manejar el auto, llevarlo al taller, pagar los impuestos, Yetc.,
etc.? El pasaje de la mujer al mercado laboral y a arreglárselas
sola, que es un síntoma social generalizado, observamos que
no es efectivamente algo que las conduzca a un Otro goce.
76 JUAN CARLOS IT\'DART Y OTROS

Casi no se ve, ni por un instante, un rostro de mujer con cier1


expresión extática, sino unas "caras de culo" crónicas aunqu
en vez de ambo usen la última maravilla de la moda fálica.
Entonces, esa es una manera de pensarlo al revés. No s.
trata de la lectura desde una forma del NP, elegir "convenien
cia" como conveniencia fálica, de dinero, o por otra form¡
del NP, todo manteniendo a un inútil. Quién sabe si nc
hay esa simple razón profunda en una mujer para relacionar-
se con esas bestias que son los hombres. Ella lo dice, un tipo
práctim, el que la ayude en el sentido de darle aire para su
propio goce. Ella lo trae con toda frescura, se le ha ocurrido
por primera vez. No le viene del NP, no trae una novela fami·
liar. no es que el pw're quería que se casara con un hombre
de buena pG&ic:t6n, peiO como la madJe había tenido antes
el gaan IOIIUII\Cle am un músico, entonces se enamoró de un
roclcelo cocain6mano y desocupado. No. Tiene la frescura de
decir: esto no lo habla persadD, y quién sabe si no es ahi don-
de pwdo dar hapr a un hoape.

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