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¿Qué es la filosofía?

(1991) Deleuze

“La filosofía es el arte de formar, inventar, fabricar los conceptos” (Deleuze). Deleuze y Badiou nos
ofrecen dos perspectivas un poco opuestas (des del punto de vista metodológico, aunque veremos que
coinciden en muchos puntos y al final llegan a conclusiones bastante semejantes) a la pregunta: ¿qué
razones nos da la filosofía en el momento actual? Deleuze intentará plantear la cuestión poniendo de
manifiesto como la actividad filosófica (crear conceptos) se solapa en algún momento con otro tipo de
actividades muy cercanas como puedan ser la ciencia o el arte. Trata, en cierto modo, de plantear esos
territorios en los cuales, en cierto modo, se solapan esas actividades, y resaltar cuál es la peculiaridad de la
filosofía (teniendo en cuenta que hay muchas directrices en común tanto con la ciencia como con el arte).

Badiou, en cambio, va a plantear un método totalmente contrario en este sentido porque lo que va a intentar
es delimitar la filosofía en su absoluta exclusividad, en su singularidad, su forma de ser diferente a otras
actividades con las cuales pues en algún momento tiene relaciones, pero son relaciones que incluso empañan
cuando son desmesuradas (cuando no ocurren de una manera libre). Esa relación con otras actividades puede
ser incluso negativa en algunos momentos. Badiou va a intentar delimitar la filosofía con respecto a otras
actividades que no tratan estrictamente de aquello que trata ella.

El planteamiento de Deleuze, de poder afrontar a la vejez la tarea que uno ha realizado a lo largo de toda la
vida y que, en cierto modo ya permite después de ese tiempo planteárselo sabiendo que uno lo ha estado
haciendo pero sobrevolándolo, sin tomar una consciencia clara del asunto. También presuponiendo que hay
que aceptar el riesgo de volver a decir qué es la filosofía. Nos va a decir que, la filosofía es
fundamentalmente una actividad, por lo tanto una acción que, consiste en crear conceptos. Al decir
que es una actividad implica que requiere un saber, pero que es algo más que un saber. Deleuze ve la
filosofía como la actividad capaz de crear conceptos. Cuando nos dice que nos podemos preguntar todo, dar
respuestas y hasta cambiar cosas cuando estamos entre la vida y la muerte, es de alguna manera también,
una declaración de intenciones. Porque también nos habla de estos autores (Tiziano, Turner, Monet), como
cambian muchas cosas, en su arte, precisamente cuando están ya en la vejez. Esta situación, que es casi
volver al viejo principio de Platón, que la filosofía es pensar al fin y al cabo, la muerte. “El filósofo es el
amigo del concepto. Está en poder del concepto. Lo que equivale a decir que la filosofía no es un mero arte
de formar, inventar o fabricar conceptos pues los conceptos, no son necesariamente formas, inventos o
productos. La filosofía con mayor rigor es la disciplina que consiste en crear conceptos”. Es decir, es algo
más que formarlos, inventarlos, fabricarlos… es crearlos des de una perspectiva de que somos (el ser
humano) la mente pensante, la que crea. Que de algún modo, sublima un poco la creación de conceptos.
Quizá esta actividad es aquella en la que el pensamiento es capaz de obrar de manera más libre y
creativa. En este sentido, también más poética. Por eso decíamos que para Deleuze, esa capacidad poética
que tiene el pensamiento, en algunos momentos se va a solapar en la filosofía con otras actividades que
presuntamente caen bajo los terrenos o se sitúan en los terrenos de la poética o la estética.
¿Qué es un concepto para la filosofía y como se crean?

Deleuze habla de la creación de conceptos en el sentido de

Deleuze des del principio del texto intenta diferenciar la filosofía de otras actividades que habitualmente
parece que se atribuyen a la actividad filosófica. Él deja claro que la filosofía no contempla, con lo cual, no
es una actividad como se podía pensar de contemplación del ser según el paradigma griego. Tampoco es
una actividad que reflexione y que, por lo tanto, solo se incumbe del propio yo y se hace una indagación
sobre sí mismo como se podía pensar en la filosofía moderna del cogito. Ni tampoco consiste en una
comunicación en un mero consenso, un dialogo, como habitualmente se defiende des de los últimos
planteamientos de la filosofía contemporánea del lenguaje. La creación de conceptos es otra cosa.

Un concepto para Deleuze no es un universal, es una singularidad. Es un modo del pensamiento que
recoge en la concentración que es el concepto, un conjunto de líneas, de movimientos, de velocidad
infinita, que una situación determinada del pensamiento ha logrado disponer y que el filósofo
concentra en ese concepto, en esa forma especial particular del pensamiento y que no viene a decirnos en
cierto modo una generalidad, sino que viene a concretar específicamente cómo es la forma de ser del
pensamiento en un momento dado. Es lo múltiple en uno. Porque el concepto, sería uno, pero uno que
parte de mucho. ¿Cómo se puede hacer esta concentración? ¿Qué piensa Deleuze de la manera de hacerlo?
La actividad filosófica, alcanza su momento grandioso cuando de alguna manera podemos ponerle un
nombre propio a cada uno de los seres que se encuentran en esa multiplicidad, pero sin reducirlos a una
categoría de semejanza y, por lo tanto, eliminando su carácter de singularidad. ¿En qué situación se tiene
que encontrar la actividad filosófica para poder elaborar el concepto? Principalmente manejamos dos
materiales: Por una parte, lo que llama Deleuze el plano de inmanencia, que sería la forma concreta en la
que el pensamiento se sitúa en un momento dado. Los diversos tipos de situaciones que confluyen para que
el pensamiento se sepa a si mismo de un modo especial. Es decir, en algunas épocas se propone como
pensamiento del sujeto y del yo, y en otras, como pensamiento de la polis. Constituyéndose siempre sobre
un conjunto de líneas difusas, que el pensamiento es capaz de dominar y trazar. Y por otra parte, elaborando
lo que llama Deleuze un personaje conceptual. Un prototipo del ser, una forma de ser que asumiría la
forma determinada que el concepto va a tomar. Que va casi a encarnar o personificar el concepto. Un
personaje que en algunos momentos, por ejemplo, seria Sócrates como personaje del propio pensamiento de
Platón. El idiota en Nicolás de Acusa, o el yo que permanece en la habitación de la estufa de Descartes y que
tiene como territorio para pensarse, la posibilidad de reflexionar sobre sí mismo. Este personaje significaría
ponerle nombre al primer concepto de lo múltiple. Es decir, a las diferentes formas de pensamiento le damos
un nombre que casi lo encarnaría, que se hiciese presente el concepto. Se presentase la aparición de una
estructura que realmente no es más que un nodo de pensamiento, un resumen de una posibilidad de atisbar la
realidad a través del sesgo que el pensamiento va a encontrar al atravesar ese concepto que vislumbramos
como concentrado en el personaje conceptual. Necesitamos por lo tanto, algo prefilosófico (un plano de
inmanencia), una categoría que se elabora muchas veces des de la poética o la literatura porque nos
apañamos también con esas referencias, y después, la elaboración ultima que es dotar de profundidad
filosófica algo que incluso hemos sido capaces de captar en mero plano estético de la novela o la poética. El
pensamiento,

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