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RESUMEN
El presente artículo analiza el origen y fundamento de una “mal entendida” inmunidad presidencial
dentro de un peculiar régimen político presidencialista, el cual ha sido acogido por varios países
Revista de Investigación Jurídica
PALABRAS CLAVE
Presidente, responsabilidad, presidencialismo, inmunidad presidencial.
SUMARIO
I.- Introducción.
II.- El presidencialismo como régimen político latinoamericano.
2.1. Factores de la preponderancia presidencial en América Latina.
III.- El régimen presidencial peruano y su influencia en el principio de “irresponsabilidad”
presidencial.
3.1. Régimen presidencialista peruano.
3.2. La figura del Presidente de la República.
3.3. Regulación constitucional de la responsabilidad del presidente de la República.
IV.- Conclusiones
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2011.
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Profesora y Coordinadora del Área de Derecho Constitucional de la Universidad Católica Santo Toribio de
Mogrovejo. Chiclayo-Perú.
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I.- INTRODUCCIÓN
Puede inferirse entonces que, en el Estado de Derecho, el orden jurídico comprende, por
igual, al gobierno, a los gobernantes y a los gobernados, a diferencia de lo que ocurre en estados
despóticos o totalitarios, en donde el orden jurídico vale para los gobernados, pero no para el
gobierno ni para los gobernantes, que se hallan fuera de él y que se mueven en un ámbito propio en
el que no existe otra ley que su voluntad arbitraria y caprichosa.
Debemos pues destacar que dentro de los rasgos característicos del Estado de Derecho se
encuentra la responsabilidad en el ejercicio del poder que atiende a la obligación de responder por
los actos de gobierno ejercidos en nombre del pueblo. Por ende, supone fiscalización, control y
hasta - de ser el caso - sanción de carácter civil, penal, administrativo o político por la ejecución de
acciones contrarias a la Constitución y las leyes, así como por las acciones lesivas al bien común, al
desarrollo y al progreso de la sociedad política.
Esta responsabilidad se funda en el principio del control recíproco de los actos de los
poderes de gobierno; de ahí que Loewenstein la definiera como aquella en la cual “un determinado
detentador del poder tiene que dar cuenta a otro detentador del poder sobre el cumplimiento de la
función que le ha sido asignada”. Es un tipo de responsabilidad excepcional, restringida a ciertas
autoridades constitucionales; incluso, no se puede extender a otras autoridades que no sean las que
expresamente se encuentren contempladas en la Constitución nacional.4
Es necesario reconocer que, ese perfecto actuar del Estado de Derecho, sobre todo, en el
tema de la responsabilidad de los titulares de los actos de gobierno dependerá en buena cuenta del
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VALADES, Diego. “Problemas constitucionales del Estado de Derecho”. Editorial Astrea. Buenos Aires,
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régimen político que adopte, es decir, de la forma concreta en que lleguen a conformarse relaciones
entre los dos principales órganos de poder político: Legislativo y Ejecutivo.
El Perú no ha sido ajeno a la situación antes descrita, pues, según Bernales5, la tradición de
nuestro constitucionalismo también se inscribe en el principio de la irresponsabilidad civil y penal
del Presidente de la República. Son los ministros quienes responden políticamente por él. El
Congreso puede obligar a un ministro a renunciar mediante el voto de censura; no puede hacer lo
mismo con el Presidente. No obstante, la incorporación del Presidente a los efectos del juicio
político, que abre la posibilidad de una destitución por causales, innova la tradición.
5
BERNALES BALLESTEROS, Enrique. “Constitución de 1993. Análisis Comparado”, Editora RAO SRL,
Lima, 1999, p. 553.
6
Cfr. LOZANO VILLEGAS, Germán. “Control político y responsabilidad política en Colombia”. Revista
Derecho del Estado, Nº 22, junio, 2009, p. 232.
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porque el presidencialismo ostenta una concentración de poderes muy acentuados en manos del
Jefe del Ejecutivo, Presidente de la República, en desmedro de los poderes del Parlamento (…)”. 7
Naranjo8 agrega que, para catalogar un régimen de presidencialista, se requiere examinar el grado
de poderes que están concentrados en el cabeza del Poder Ejecutivo. Es esa mayor concentración de
poderes lo que distingue a los presidencialismos del sistema presidencial, tal y como ha sido
concebido en los Estados Unidos. Los presidentes latinoamericanos disponen, a menudo, de
atribuciones co-legislativas junto con el Congreso o Parlamento, tales como: iniciativa de ley,
convocatoria a legislatura extraordinaria, declaración de urgencia en la tramitación de los proyectos
de ley, participación en el debate parlamentario de la ley a través de los ministros de Estado, etc.
Pero el presidencialismo es, además, un fenómeno de carácter sociológico, que se deriva del
marcado paternalismo con que, en ocasiones, se ejerce la jefatura del Estado y de la connotación
mesiánica que los pueblos subdesarrollados le confieren a la figura del Presidente de la República,
del cual los individuos esperan soluciones hasta los más mínimos problemas personales, trayendo a
colación la definición de Rossiter9, el Presidente de la República es también “padre de multitudes,
oráculo de Delfos y héroe de la televisión”.
No pretendemos abordar de manera exhaustiva las causas que llevaron a las nacientes
repúblicas latinoamericanas a idear la figura de un Presidente con un protagonismo político muy
fuerte, corresponde sí detallar, al menos, aquellos factores que, de manera análoga, están presentes
en la mayoría de nuestros regímenes presidenciales.
7
NARANJO MESA, Vladimiro. “Teoría Constitucional e Instituciones Políticas”. Editorial Temis S.A. Santa
Fe de Bogotá, Colombia, 2000, p. 309.
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Citado por BERNALES BALLESTEROS, Enrique. Ob. Cit. p. 523.
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b. El Poder Ejecutivo al ser unipersonal -en manos del Presidente- acarrea que asuma una enorme
masa de facultades y atribuciones, desequilibrando de manera excesiva el principio de
separación de poderes10.
c. La tendencia al paternalismo político, a encarnar al poder en un hombre, “el mito del
gobernante protector”, a personalizar el poder, a otorgar confianza a un caudillo más que a una
institución, inclusive, en los Estados Unidos de América11.
d. El triunfo electoral se debe, en buena cuenta, a las condiciones personales del candidato, tanto o
más que a la ideología del partido que lo lanza o a su programa de gobierno. El éxito en la
votación depende – en gran parte - de la simpatía, la calidad personal del líder y la aptitud de
captar voto, más que del contenido de su programa electoral12.
e. La manipulación del Congreso por el Presidente a través de favores electorales13.
f. La corrupción como elemento constitutivo del sistema político de los países éticamente en vías
de desarrollo14.
10
CARNOTA, Walter y otros. “Curso de Derecho Constitucional”, Editorial La Ley, Buenos Aires,
Argentina, 2001, p.61.
11
CASTILLO FREYRE, Mario. “Todos los poderes del Presidente. Ética y derecho en el Ejercicio de la
Presidencia”. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997, p. 59.
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13
5
15
DELGADO GUEMBES, César, citado por CASTILLO FREYRE, Mario. “La Constitución comentada” –
Análisis artículo por artículo. GUTIERREZ CAMACHO, Walter. (Dir.), Tomo I, Editorial Gaceta Jurídica,
1ra. Edición, Lima, 2005, p. 271-272.
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imponen el sello distintivo. Precisa Delgado16 que las notas características de nuestra forma de
gobierno son las siguientes:
1. La capacidad del Presidente de la República para dirigir la política general del gobierno, aun
cuando es políticamente irresponsable ante el Parlamento.
2. La facultad del Presidente de la República para nombrar, tanto como para remover, al Presidente
del Consejo de Ministros, así como a los demás miembros del gabinete, a propuesta y con
acuerdo del Presidente del Consejo de Ministros.
3. La compatibilidad esencial entre el mandato parlamentario y la pertenencia al gabinete, o incluso
como Vicepresidente de la República.
4. La competencia del Parlamento para investir (otorgar confianza), así como para remover
(censurar o negar confianza).
5. La facultad del Presidente de la República para disolver el Parlamento.
El acogimiento del régimen presidencial en el Perú fue hecho en fecha muy temprana, pero,
puede colegirse, tal y como lo hemos detallado anteriormente, que a partir de la de Constitución de
1979, se establece un régimen presidencial deformado, coadyuvado principalmente como resalta
Cavero17 por el isomorfismo mimético, el cual ha llevado al Perú, además de no pocos países
sudamericanos, a importar sin más ni más modelos y otros instrumentos extranjeros.
En efecto, resulta evidente que una de las grandes debilidades o defectos de la cultura jurídica
peruana es su gran vocación por importar modelos jurídicos foráneos, sin tomar en cuenta grandes
diferencias existentes; lo peor aún es que, reiteradas veces, copian mal, haciendo caso omiso a las
voces que recomiendan que lo ideal no es trasladar modelos, sino adaptarlos eficazmente, si es que
acaso no hay cabida al propio ingenio nacional.
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Ídem
17
CAVERO CARDENAS; Erik. “Notas sobre la disfuncionalidad del régimen presidencial en el Perú”. En:
Revista del Foro Constitucional Iberoamericano, Nº 09, enero-marzo, 2005, p. 139-140.
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Como producto del acogimiento del régimen presidencial tenemos pues un Presidente que
no es responsable político frente al Congreso, ni siquiera es responsable por los delitos que cometa
durante su gestión, excepto los preceptuados por el artículo 117° de la Constitución Política; tema
que será objeto de posterior análisis. Nuestro Jefe de Estado y Gobierno es elegido por sufragio
universal directo para ejercer el mandato durante cinco años, lo que supone la misma legitimidad de
la que gozan los congresistas. Siendo cabeza del Ejecutivo nombra y remueve al jefe del gabinete
ministerial, y con acuerdo de éste, a los demás ministros de Estado; aunque esto último sea tan sólo
mera formalidad constitucional, dada la subordinación rígida del Presidente del Consejo de
Ministros.
Artículo 110°.-
El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la Nación.
Para ser elegido Presidente de la República se requiere ser peruano por nacimiento, tener más de
treinta y cinco años de edad al momento de la postulación y gozar del derecho de sufragio.
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BERNALES BALLESTEROS, Enrique. Ob. Cit. p. 524.
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Esta concepción del poder demuestra de manera palpable de qué forma está presente en
la idiosincrasia de la sociedad peruana la importancia y preponderancia de la figura del Presidente
de la República. El problema radica, pues, en la deformación de cómo debe entenderse ese
"personificar a la Nación", situación que, muchas veces, degenera en visos autoritarios, propios de
la Francia de Luis XIV ("El Estado soy Yo").
En relación a las funciones que la Constitución encarga al Presidente, podemos señalar que
el artículo 118° regula las denominadas atribuciones presidenciales tanto como Jefe de Estado como
Jefe de Gobierno20, toda vez que, representa al país y dirige la política gubernamental, respaldado
por la mayoría político-electoral. Es dentro de este segundo abanico de facultades gubernativas que
se expresa con mayor nitidez su irresponsabilidad política, por lo que a continuación es necesario
abordarlas brevemente.
A. En materia legislativa:
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Ídem
20
Desarrolladas legislativamente en el artículo 8° de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo.
21
Concordar con el artículo 104° de la Constitución peruana.
22
Véase el artículo 118º inciso 19, de la Constitución peruana (artículo 211 inciso 20 Constitución de 1979).
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constitucionales de gobierno evitan que el ejecutivo concentre el poder. Por otra parte, si bien el
presidencialismo es una separación de funciones más tajante, consiste que el ejecutivo coopere con
el legislativo para buscar la concertación.
B. En materia constitucional:
C. En materia política:
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Véase el artículo 206º de la Constitución peruana
24
Véase el artículo 203º de la Constitución peruana.
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Art. 117°.- “El Presidente de la República sólo puede ser acusado, durante su período, por:
Traición a la patria; por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o
municipales; por disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134° de la
Constitución26, y por impedir su reunión o funcionamiento, o los del Jurado Nacional de Elecciones
y otros organismos del sistema electoral” (el subrayado es nuestro).
De acuerdo a lo señalado por nuestro ordenamiento constitucional, durante el período
presidencial, legalmente, no es posible iniciar en contra del Presidente de la República ningún
proceso penal por delitos distintos a los mencionados. Sin embargo, considerando que el sistema
democrático tiene como elemento central la responsabilidad y el efectivo control del poder, siendo
más enfáticos, de la conducta de los funcionarios públicos27 como garantía efectiva para proteger
25
Constitución Política peruana de 1993. Artículo 128º.- Los ministros son individualmente responsables por
sus propios actos y por los actos presidenciales que refrendan. Todos los ministros son solidariamente
responsables por los actos delictivos o violatorios de la Constitución o de las leyes en que incurra el
Presidente de la República o que se acuerden en Consejo, aunque salven su voto, a no ser que renuncien
10
inmediatamente.
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Este artículo prescribe que el Presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si este ha
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los derechos de las personas, es, pues, justificable la prohibición temporal de iniciar un proceso
penal contra el Presidente de la República mediante la descripción eminentemente restrictiva del
artículo glosado.
Por esa razón, consideramos que es indispensable realizar en un futuro inmediato una
revisión de lo prescrito en la Constitución, tendiente a contar con mecanismos efectivos de control y
sanción ante los actos indebidos del Presidente, incluyendo como una causal nueva y específica de
acusación la comisión de graves delitos de función (abuso de autoridad, concusión, peculado,
corrupción, etc.) y de serias infracciones a la Constitución29.
Desde otra perspectiva, un sector de la doctrina como es el caso de Cairo30 entiende que en
relación a la prohibición de formular acusaciones contra el Presidente de la República prevista en el
artículo 117º de la Constitucional nacional, sólo comprende a las acusaciones penales, es decir, no
contiene el impedimento de la interposición válida de demandas civiles contra el Presidente de la
República, durante su mandato. Para incluir a la materia procesal civil dentro del ámbito de
prohibición del acotado artículo habría que realizar una interpretación extensiva de la limitación al
derecho a la tutela jurisdiccional contenida en esta disposición.
Tribunal Constitucional y del Consejo de la Magistratura, los magistrados supremos, el Fiscal de la Nación y
el Defensor del Pueblo, en igual categoría; y los representantes de organismos descentralizados y alcaldes, de
acuerdo a ley”. (Subrayado nuestro).
28
Cfr. EGUIGUREN PRAELI, Francisco: “La responsabilidad del Presidente de la República. Hacia una
reforma constitucional” en el portal de la Pontificia Universidad Católica del Perú. http://palestra.pucp.edu.pe/
portal/general
29
Para una mayor ilustración sobre la definición y supuestos de infracción constitucional, véase la Sentencia
11
del Tribunal Constitucional peruano de fecha 04 de diciembre de 2006, recaída en el Expediente Nº 3593-
2006-AA/TC. http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/03593-2006-AA.html
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Cfr. CAIRO ROLDÁN, Omar. “La Constitución comentada” – Análisis artículo por artículo. GUTIERREZ
CAMACHO, Walter. (Dir.), Tomo I, Editorial Gaceta Jurídica, 1ra. Edición, Lima, 2005, p. 302.
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Ahora debemos aclarar que la contingencia de ser acusado, no impide, la posibilidad de ser
investigado, ya que en principio -tal y como venimos afirmando- todos los funcionarios del Estado
son pasibles de ser investigados, pero, en este hipotético supuesto, dicha investigación tiene que ser
postergada para cuando el mandatario termine su periodo, momento en el cual la investigación
continuará con las fases siguientes, hasta llegar a la conclusión del proceso, que podría ser, en su
caso, acusatorio o absolutorio.
IV.- CONCLUSIONES
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