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I.

PRINCIPIO DE LEGALIDAD:
Artículo IV.- Principios del procedimiento administrativo (TUO DEL LPAG)

1. El procedimiento administrativo se sustenta fundamentalmente en los siguientes principios,


sin perjuicio de la vigencia de otros principios generales del Derecho Administrativo:

1.1. Principio de legalidad.- Las autoridades administrativas deben actuar con respeto a la
Constitución, la ley y al derecho, dentro de las facultades que le estén atribuidas y de acuerdo
con los fines para los que les fueron conferidas.

Explicación: las autoridades administrativas deben observar: i) la ley y la constitución, ii) su


competencia y iii) los fines de sus facultades.
Artículo 246.- Principios de la potestad sancionadora administrativa | TUO DEL LPAG

La potestad sancionadora de todas las entidades está regida adicionalmente por los siguientes
principios especiales:

1. Legalidad.- Sólo por norma con rango de ley cabe atribuir a las entidades la potestad
sancionadora y la consiguiente previsión de las consecuencias administrativas que a título de
sanción son posibles de aplicar a un administrado, las que en ningún caso habilitarán a disponer
la privación de libertad.

Explicación: solo la ley atribuye potestad sancionadora. La ley establece las consecuencias a
título de sanción.

Reserva de ley (Tomás Cano Campos)


En si virtud, la norma previa que tipifica las infracciones y determina las sanciones debe tener
rango legal. […]

Con la reserva de ley se trata de asegurar que la regulación de los ámbitos de libertad que
corresponden a los ciudadanos depende exclusivamente de la voluntad de sus representantes
[…]

El alcance de la reserva de ley no es tan riguroso como en el ámbito penal. […] la ley puede
hacer remisiones al reglamento siempre que en ella queden suficientemente determinados los
elementos esenciales de la conducta antijurídica

Normas sancionadoras en blanco. La reserva de ley tampoco impide que la norma de rango
legal tipifique como infracción el incumplimiento de otras normas de rango reglamentario. […]
La razón de su utilización, tanto en el ámbito penal como en el administrativo sancionador,
reside en la especial complejidad técnica de ciertas materias y su vinculación a una coyuntura
cambiante que las hace refractarias a un tratamiento legal exhaustivo.

Juan Carlos Morón | Comentarios al LPAG


La administración prexistió a la ley, por lo que los objetivos, deberes y atribuciones
administrativas preexisten a la soberanía parlamentaria, pero fueron las revoluciones liberales
burguesas quienes consagraron la soberanía parlamentaria y la preeminencia de su producto
(ley) sobre la acción administrativa (por ejemplo, tributos). De esa tensión entre los Congresos y
Poderes Ejecutivos, surgió la legalidad como garantía de sujeción del Poder Ejecutivo en el
cumplimiento de los deberes, objetivos y atribuciones, pero sometido a la soberanía
parlamentaria. El Derecho Administrativo que surge post revolución mantiene técnicas jurídicas
remotas (presunción de corrección de actos públicos, ejecutoriedad de la voluntad general, las
concesiones, jerarquía, expropiación, nulidad y revocación, y hasta el interés público mismo)
pero sometidas a legalidad y control por Consejo de Estado. Luego con el constitucionalismo se
perfecciona la “juridicidad” a través del sometimiento al Estado de derecho y estado
constitucional de derecho (Vinculación a los derechos humanos, proscripción de la
arbitrariedad, control judicial, etc.) De esta manera se produjo la ampliación del parámetro de
LEGALIDAD (positivismo legalista) hasta el ordenamiento completo (JURICIDAD), a partir de lo
cual, aparece la vinculación de la acción administrativa a todo el sistema de fuentes del
derecho, además de las leyes (p.76).

[…]

Con acierto se señala que mientras los sujetos de Derecho privado, pueden hacer todo lo que n
está prohibido, los sujetos de Derecho público solo pueden hacer aquello que le sea
expresamente facultado. En otras palabras, no basta la simple relación de no contradicción. Se
exige, además, una relación de subordinación. O sea, que para la legitimidad de un acto
administrativo es insuficiente el hecho de no ser ofensivo a la ley. Debe ser realizado con base
en alguna norma permisiva que le sirva de fundamento. (p. 78)

[…]

El principio de legalidad se desdobla por otra parte, en tres elementos esenciales e indisolubles:
la legalidad formal, que exige el sometimiento al procedimiento y a las formas; la legalidad
sustantiva, referente al contenido de las materias que le son atribuidas, constitutivas de sus
propios límites de actuación; y la legalidad teleológica, que obliga al cumplimiento de los fines
que el legislador estableció, en forma tal que la actividad administrativa es una actividad
funcional. (p. 79)

Por el deber de legalidad no se agota con el cumplimiento de lo dispuesto por las normas
jurídicas jerárquicamente superiores a las administrativas, porque proyectándose más allá, la
doctrina también incluye en sus alcances a:

- La obligación de mantener respeto sobre ciertos tópicos que objetivamente solo pueden
ser normados por leyes y no por disposiciones administrativas o reglamentarias. Se trata de
la conocida reserva legal, que existe en favor de la función legislativa en materia de
limitación de derechos constitucionales, de régimen de infracciones y el régimen de
tributos.
- La regla menos conocida de la “inderogabilidad singular de las normas reglamentarias” (p.
80)

II. PRINCIPIO DE TIPICIDAD O TAXATIVIDAD:


Artículo 2, 24.d° de la Constitución

Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté
previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como infracción punible; ni
sancionado con pena no prevista en la ley.

246. 4. Tipicidad | TUO DEL LPAG

Solo constituyen conductas sancionables administrativamente las infracciones previstas


expresamente en normas con rango de ley mediante su tipificación como tales, sin admitir
interpretación extensiva o analogía. Las disposiciones reglamentarias de desarrollo pueden
especificar o graduar aquellas dirigidas a identificar las conductas o determinar sanciones, sin
constituir nuevas conductas sancionables a las previstas legalmente, salvo los casos en que la
ley o Decreto Legislativo permita tipificar infracciones por norma reglamentaria.

A través de la tipificación de infracciones no se puede imponer a los administrados el


cumplimiento de obligaciones que no estén previstas previamente en una norma legal o
reglamentaria, según corresponda. En la configuración de los regímenes sancionadores se evita
la tipificación de infracciones con idéntico supuesto de hecho e idéntico fundamento respecto
de aquellos delitos o faltas ya establecidos en las leyes penales o respecto de aquellas
infracciones ya tipificadas en otras normas administrativas sancionadoras

Explicación: Las conductas sancionables deben estar previstas expresamente en normas con
rango de ley. Tipificadas como tales. No cabe analogía ni interpretación extensiva.

Los reglamentos pueden especificar la sanción.

La ley o DL puede permitir tipificar infracciones por norma reglamentaria.

No pueden establecerse obligaciones por tipificación que no hayan sido establecidas por
norma con rango de ley.

Las autoridades administrativas no deben tipificar infracciones con idéntico supuesto de hecho
y fundamento que infracciones penales o tipificadas en otras normas administrativas
sancionadoras.

Art. 249 Las medidas correctivas también deben estar tipificadas


Tomás Cano Campos

La tipicidad (lex certa) impone al legislador la obligación de configurar las normas


sancionadoras con la mayor precisión posible, evitando así las frómulas vagas u
omnicomprensivas de cualquier conducta ilicita. […]

Esta exigencia, que se conoce como garantía material del principio de legalidad y deriva del
artículo 25.1 CE, se traduce “en la imperiosa exigencia de predeterminación normativa de las
conductas ilícitas y las sanciones correspondientes de manera que la norma punitiva aplicable
permita predecir con suficiente grado de certeza las conductas que constituyen infracción y el
tipo y grado de sanción del que puede hacerse merecedor quien la cometa”(SSTC 42/1987,
219/1989, 93/1992, 100/2003, 229/2007, 104/2009, entre otras muchas).

Tiene un claro fundamento en la propia función motivadora de las normas sancionadoras, pues
no se puede evitar lo que no se puede conocer con un mínimo de certidumbre.

Juan Carlos Morón | Comentarios al LPAG

Este principio exige el cumplimiento de 3 aspectos concurrentes: i) la reserva de ley para la


descripción de aquellas conductas pasibles de sanción por la Administración Pública; ii) la
exigencia de certeza o de exhaustividad suficiente en la descripción de las conductas
sancionables constitutivas de las infracciones administrativas; iii) la interdicción de la analogía y
la interpretación extensiva en la aplicación de los supuestos descritos como ilícitos.

Por el primer elemento, la norma establece la garantía formal de la reserva en favor de las
normas con rango de ley para que sean las únicas que pueden calificar conductas sancionables
administrativamente, de tal suerte que se impida que tal función sea ocupada por normas
reglamentarias provenientes de la propia Administración Pública. Con esta reserva de ley se
busca garantizar legitimidad democrática al proceso de fijación de los ilícitos administrativo (a
través de su aprobación por los representantes directos de la ciudadanía, cumplimiento el
procedimiento público de debate parlamentario y respetando a las minorías de la sociedad),
pero a la vez, se intenta conectar a la Administración Pública única y exclusivamente a su rol de
inspector de la actividad sujeta a fiscalización, y, en su caso, instructor de los procesos
sancionadores y aplicador de sanciones de evidenciarse infracciones. La única excepción,
históricamente admitida, es la tipificación en materia sancionadora municipal que se regula por
ordenanzas, según lo reconoce el artículo 46° de la Ley N° 27972, Ley Orgánica de
Municipalidades.
Sin embargo, la última frase del primer párrafo del inciso comentado (“salvo los casos en que la
ley permita tipificar por vía reglamentaria”), debilita la fórmula del principio, al admitir que la
ley pueda habilitar la tipificación por vía reglamentaria. En ese sentido, tenemos como principio
a la reserva de ley, y como excepción, que la propia ley pueda -por consideraciones de
conveniencia administrativa o técnica jurídica- autorizar a la propia Administración Pública para
que por vía de reglamento ejecutivo pueda realizar la tipificación de los ilícitos respectivos. […]

No obstante, apreciamos que el segundo aspecto contenido en el principio, esto es, la exigencia
de la exhaustividad en la fórmula de tipificación, sí resultará aplicable a todas las posibilidades
de tipificación de ilícitos administrativos. Conforme a este aspecto, las conductas sancionables
administrativamente únicamente puedan ser las infracciones previstas expresamente mediante
la identificación cierta de aquello que se considera ilícito para los fines públicos de cada sector
estatal. En ese sentido, la norma legal debe describir específica y taxativamente todos los
elementos de la conducta sancionable, reduciendo la vaguedad del enunciado sancionable de
modo que tanto el administrado como la Administración Pública prevean con suficiente grado
de certeza (lex certa) lo que constituye el ilícito sancionable.

Más aún, la medida de esta suficiencia no estará en el criterio del legislador, sino en la
suficiencia que pueda tener el enunciado para un ciudadano con formación básica, como ha
sido esclarecido por nuestro Tribunal Constitucional. […]

III. PRINCIPIO DE DEBIDO PROCESO ADMINISTRATIVO:


1.2. Principio del debido procedimiento.- Los administrados gozan de los derechos y garantías
implícitos al debido procedimiento administrativo. Tales derechos y garantías comprenden, de
modo enunciativo mas no limitativo, los derechos a ser notificados; a acceder al expediente; a
refutar los cargos imputados; a exponer argumentos y a presentar alegatos complementarios; a
ofrecer y a producir pruebas; a solicitar el uso de la palabra, cuando corresponda; a obtener
una decisión motivada, fundada en derecho, emitida por autoridad competente, y en un plazo
razonable; y, a impugnar las decisiones que los afecten. La institución del debido procedimiento
administrativo se rige por los principios del Derecho Administrativo. La regulación propia del
Derecho Procesal es aplicable solo en cuanto sea compatible con el régimen administrativo

Derechos comprendidos: Derecho a la defensa (ser notificados, acceso al expediente, refutar


argumentos, probar, solicitar uso de la palabra), derecho a una decisión debidamente
motivada (fundada en derecho por entidad competente), derecho a un plazo razonable,
derecho de impugnación.
246.2 Debido procedimiento | TUO DEL LPAG

No se pueden imponer sanciones sin que se haya tramitado el procedimiento respectivo,


respetando las garantías del debido procedimiento. Los procedimientos que regulen el ejercicio
de la potestad sancionadora deben establecer la debida separación entre la fase instructora y la
sancionadora, encomendándolas a autoridades distintas.

Explicación: no hay sanción sin procedimiento. En materia sancionadora debe existir


separación entre fase instructora y sancionadora, a cargo de autoridades distintas.

Fundamento 9 de la STC - EXP 02939-2004-PA


“En el marco de los procedimientos administrativos que lleva a cabo [la administración] […]
deben respetarse las garantías básicas de los derechos fundamentales de llos que son títulares
los particulares, entre ellos especialmente el derecho al debido proceso […] que […] es una
garantía que si bien tiene su ámbito natural en sede judicial, también es aplicable en el ámbito
de los procedimientos administrativos”.
Explicación: El debido proceso también se aplica a los procesos administrativos.

Cesar Landa (2017) “Derechos Fundamentales”. Fondo editorial de la PUCP.


“El derecho al debido proceso adjetivo impone a los que participan y, especialmente, a quienes
dirigen y resuelven los procesos o procedimientos el respeto a los derechos y garantías de
carácter procesal como la prohibición de avocamiento indebido, el derecho al procedimiento
predeterminado por ley, el derecho de defensa, la motivación escrita de las resoluciones
judiciales, a obtener y producir prueba, al plazo razonable, a no ser juzgado ni sancionado dos
veces por el mismo hecho, a la igualdad de armas, a la no autoincriminación, la prohibición de
juzgamiento por comisiones ad hoc, entre otros.”

JUAN CARLOS MORÓN | COMENTARIOS AL LPAG

Para los efectos prácticos, debemos tener en cuenta que este derecho tiene tres niveles
concurrentes de aplicación:

a. Como derecho al procedimiento administrativo. - Una primera dimensión de este derecho


implica afirmar que todos los administrados tienen el derecho a la existencia de un
procedimiento administrativo previo a la producción de decisiones administrativas que les
conciernan. Correlativamente, la Administración tiene el deber de producir sus decisiones
mediante el cumplimiento de las reglas que conforman el procedimiento, de modo que es
flagrantemente violatorio de este principio, la producción de actos administrativos de
plano o sin escuchar a los administrados. No es válido afirmar que, con la recurrencia del
administrado luego del acto, recién se iniciará el procedimiento, sino que -por el contrario-
desde su origen mismo debe dar la oportunidad para su participación útil.
b. Como derecho a la no desviación de los fines del procedimiento administrativo. – Una
segunda dimensión de este derecho implica afirmar que los administrados tienen el
derecho a la no desviación del procedimiento administrativo. Aquí no solo se trata del
derecho a que la Administración procedimentalice sus decisiones, si no que cuando aplique
un procedimiento administrativo, lo haga con el objetivo de producir los resultados
esperados y no otros. Lamentablemente es común que la Administración para eludir
ciertas formalidades o para suprimir ciertas garantías, recurre al procedimiento reservado
para otros supuestos o fines a los perseguidos en el caso concreto, disimulando el
contenido real del acto bajo una falsa apariencia. Por ejemplo, si la Administración en vez
de iniciar un procedimiento de supervisión o inspección procediese a abrir un
procedimiento sancionador directamente, sin tener los elementos de juicios suficientes,
con el objetivo de abreviarse la labor y presionar al administrado para que ejerza su
defensa de modo más sucinto y estrecho […].
c. Como derecho a las garantías del procedimiento administrativo. – Finalmente, la
dimensión más conocida del derecho al debido proceso, comprende una serie de derecho
que forman parte de un estándar mínimo de garantía para los administrados, que a
grandes rascos y mutatis mutandi implica la aplicación a la sede administrativa de los
derechos concebidos originariamente en la sede de los procesos jurisdiccionales. Por lo
general se suelen desprender los siguientes subprincipios esenciales: el contradictorio, el
derecho a la defensa, el derecho a ser notificado, el acceso al expediente, el derecho de
audiencia, el derecho a probar entre otros. (p. 84)

[…]

Como se puede colegir, la violación de las normas sustantivas y formales establecidas en el


procedimiento para garantizar el debido procedimiento, no es subsanables, ni en sede
administrativa ni en sede judicial, por el contrario, deriva en una causal de nulidad del acto
administrativo así emitido.
Ahora bien, debemos establecer también que no cualquier regla procedimental es constitutiva
del debido procedimiento. En efecto, como el propio Tribunal Constitucional ha establecido
para desestimar que el cumplimiento de un plazo sea componente del debido procedimiento
administrativo, “(…) el derecho al procedimiento preestablecido en la ley si bien posee
caracteres extensivos, cuando de los procedimientos administrativos se trata, su respeto o
tutela imponen una necesaria ponderación, respecto de la importancia de las normas cuya
inobservancia se reclama. De otro modo, cualquier formalidad podría convertirse en un
reclamo constitucional, no precisamente legítimo. (…) Lo dicho redunda en la necesidad de no
convertir el procedimiento preestablecido y, en general, el debido proceso, en un elemento
desnaturalizado de los objetivos de seguridad y certeza que con su respeto se pretende
promover.” (p. 88)

IV. PRINCIPIO DE DEBIDA MOTIVACIÓN

Es un requisito de validez del acto administrativo | art. 3.4 del TUO


Artículo 6.- Motivación del acto administrativo | TUO

6.1. La motivación debe ser expresa, mediante una relación concreta y directa de los hechos
probados relevantes del caso específico, y la exposición de las razones jurídicas y normativas
que con referencia directa a los anteriores justifican el acto adoptado.

6.2. Puede motivarse mediante la declaración de conformidad con los fundamentos y


conclusiones de anteriores dictámenes, decisiones o informes obrantes en el expediente , a
condición de que se les identifique de modo certero, y que por esta situación constituyan parte
integrante del respectivo acto. Los informes, dictámenes o similares que sirvan de fundamento
a la decisión, deben ser notificados al administrado conjuntamente con el acto administrativo.

6.3. No son admisibles como motivación, la exposición de fórmulas generales o vacías de


fundamentación para el caso concreto o aquellas fórmulas que por su oscuridad, vaguedad,
contradicción o insuficiencia no resulten específicamente esclarecedoras para la motivación del
acto. No constituye causal de nulidad el hecho de que el superior jerárquico de la autoridad que
emitió el acto que se impugna tenga una apreciación distinta respecto de la valoración de los
medios probatorios o de la aplicación o interpretación del derecho contenida en dicho acto.
Dicha apreciación distinta debe conducir a estimar parcial o totalmente el recurso presentado
contra el acto impugnado.

6.4. No precisan motivación los siguientes actos:

6.4. No precisan motivación los siguientes actos:

6.4.1. Las decisiones de mero trámite que impulsan el procedimiento.

6.4.2. Cuando la autoridad estima procedente lo pedido por el administrado y el acto


administrativo no perjudica derechos de terceros.

6.4.3. Cuando la autoridad produce gran cantidad de actos administrativos sustancialmente


iguales, bastando la motivación única.

Es importante que no es causal de nulidad una distinta apreciación de los hechos o


interpretación del derecho.

Es importante que la motivación puede remitirse a fundamentos y conclusiones de otros


documentos, estos deberán notificarse junto con el acto.

No precisan de motivación actos de mero trámite, actos que estiman lo pedido sin perjudicar a
nadie y cuando se emiten varios actos administrativos sustancialmente iguales.
14.2. Son actos administrativos afectados por vicios no trascendentes, los siguientes: 14.2.1. El
acto cuyo contenido sea impreciso o incongruente con las cuestiones surgidas en la
motivación. 14.2.2. El acto emitido con una motivación insuficiente o parcial.
JUAN CARLOS MORÓN | COMENTARIOS AL LPAG

Consiste en el derecho que tienen los administrados a que las decisiones de las autoridades
respecto a sus intereses y derechos hagan expresa consideración de los principales argumentos
jurídicos y de hecho, así como de las cuestiones propuestas por ello en tanto hubieren sido
pertinentes a la solución del caso. No significa que la Administración quede obligada a
considerar en sus decisiones todos los argumentos expuestos o desarrollados por los
administrado, sino solo aquellos cuya importancia y congruencia con la causa, tengan relación d
causalidad con el asunto y la decisión a emitirse. (p. 87)

SENTENCIA DEL TC DEL CASO GIULIANA LLAMOJA | STC 728-2008-PHC/TC

Tipos de vicios de motivación:


a) Inexistencia de motivación o motivación aparente. Está fuera de toda duda que se viola el
derecho a una decisión debidamente motivada cuando la motivación es inexistente o cuando la
misma es solo aparente, en el sentido de que no da cuenta de las razones mínimas que
sustentan la decisión o de que no responde a las alegaciones de las partes del proceso, o
porque solo intenta dar un cumplimiento formal al mandato, amparándose en frases sin ningún
sustento fáctico o jurídico.

b) Falta de motivación interna del razonamiento. La falta de motivación interna del


razonamiento [defectos internos de la motivación] se presenta en una doble dimensión; por un
lado, cuando existe invalidez de una inferencia a partir de las premisas que establece
previamente el Juez en su decisión; y, por otro lado, cuando existe incoherencia narrativa, que
a la postre se presenta como un discurso absolutamente confuso incapaz de transmitir, de
modo coherente, las razones en las que se apoya la decisión. Se trata, en ambos casos, de
identificar el ámbito constitucional de la debida motivación mediante el control de los
argumentos utilizados en la decisión asumida por el Juez o Tribunal; sea desde la perspectiva de
su corrección lógica o desde su coherencia narrativa.

c) Deficiencias en la motivación externa; justificación de las premisas. El control de la


motivación también puede autorizar la actuación del juez constitucional cuando las premisas de
las que parte el Juez no han sido confrontadas o analizadas respecto de su validez fáctica o
jurídica. Esto ocurre por lo general en los casos difíciles, como los identifica Dworkin, es decir,
en aquellos casos donde suelen presentarse problemas de pruebas o de interpretación de
disposiciones normativas. La motivación se presenta en este caso como una garantía para
validar las remisas de las que parte el Juez o Tribunal en sus decisiones. Si un Juez, fundamentar
su decisión: 1) ha establecido la existencia de un daño; 2) luego, ha llegado a la conclusión de
que el daño ha sido causado por "X", pero no ha dado razones sobre la vinculación del hecho
con la participación de "X" en tal supuesto, entonces estaremos ante una carencia de
justificación de la premisa fáctica y, en consecuencia, la aparente corrección formal del
razonamiento y de la decisión podrán ser enjuiciadas por el juez [constitucional] por una
deficiencia en la justificación externa del razonamiento del juez.

Hay que precisar, en este punto y en línea de principio, que el habeas corpus no puede
reemplazar la actuación del juez ordinario en la valoración de los medios de prueba, actividad
que le corresponde de modo exclusivo a éste, sino de controlar el razonamiento o la carencia
de argumentos constitucionales; bien para respaldar el valor probatorio que se le confiere a
determinados hechos; bien tratándose de problemas de interpretación, para respaldar las
razones jurídicas que sustentan determinada comprensión del derecho aplicable al caso. Si el
control de la motivación interna permite identificar la falta de corrección lógica en la
argumentación del juez, el control en la justificación de las premisas posibilita identificar las
razones que sustentan las premisas en las que ha basado su argumento. El control de la
justificación externa del razonamiento resulta fundamental para apreciar la justicia y
razonabilidad de la decisión judicial en el Estado democrático, porque obliga al juez a ser
exhaustivo en la fundamentación de su decisión y a no dejarse persuadir por la simple lógica
formal.

d) La motivación insuficiente. Se refiere, básicamente, al mínimo de motivación exigible


atendiendo a las razones de hecho o de derecho indispensables para asumir que la decisión
está debidamente motivada. Si bien, como ha establecido este Tribunal en reiterada
jurisprudencia, no se trata de dar respuestas a cada una de las pretensiones planteadas, la
insuficiencia, vista aquí en términos generales, sólo resultará relevante desde una perspectiva
constitucional si es que la ausencia de argumentos o la "insuficiencia" de fundamentos resulta
manifiesta a la luz de lo que en sustancia se está decidiendo.

e) La motivación sustancialmente incongruente. El derecho a la debida motivación de las


resoluciones obliga a los órganos judiciales a resolver las pretensiones de las partes de manera
congruente con los términos en que vengan planteadas, sin cometer, por lo tanto, desviación
que supongan modificación o alteración del debate procesal (incongruencia activa). Desde
luego, no cualquier nivel en que se produzca tal incumplimiento genera de inmediato la
posibilidad de su control. El incumplimiento total de dicha obligación, es decir, el dejar
incontestadas las pretensiones, o el desviar la decisión del marco del debate judicial generando
indefensión, constituye vulneración del derecho a la tutela judicial y también del derecho a la
motivación de la sentencia (incongruencia omisiva). Y es que, partiendo de una concepción
democratizadora del proceso como la que se expresa en nuestro texto fundamental (artículo
139°, incisos 3 y 5), resta un imperativo constitucional que los justiciables obtengan de los
órganos judiciales una respuesta razonada, motivada y congruente de las pretensiones
efectuadas; pues precisamente el principio de congruencia procesal exige q el juez, al momento
de pronunciarse sobre una causa determinada, no omita, altere o se exceda en las peticiones
ante él formuladas.

f) Motivaciones cualificadas. Conforme lo ha destacado este Tribunal, resulta indispensable


una especial justificación para el caso de decisiones de rechazo de la demanda, o cuando, como
producto de la decisión jurisdiccional, se afectan derechos fundamentales como el de la
libertad. En estos casos, la motivación de sentencia opera como un doble mandato, referido
tanto al propio derecho a la justificación de la decisión como también al derecho que está
siendo objeto de restricción por parte del Juez o Tribunal.

Resumen de los vicios:

VICIO DE MOTIVACIÓN DESCRIPCIÓN


Inexistencia de motivación No hay motivación en lo absoluto
Motivación aparente La motivación no responde a las alegaciones
de las partes del proceso. Solo se da
cumplimiento formal al deber de motivar.
Falta de motivación interna del Incorrección lógica o incoherencia narrativa
razonamiento
Deficiencias en la motivación externa No se sustenta la validez fáctica o jurídica de
las premisas del razonamiento judicial.
Cuando se usa prueba indiciaria, se debe
señalar expresamente el hecho indicador, el
hecho indicado y la máxima de la
experiencia que media entre ambos.

Motivación insuficiente La insuficiencia de argumentos resulta


manifiesta. (Descripción vaga)
Motivación sustancialmente incongruente El juez no omite, altere o se exceda en las
peticiones ante él formuladas

Ana María Arrarte Arisnabarreta “Sobre el deber de motivación de resoluciones


judiciales en el ordenamiento procesal civil peruano”
Ahora bien, en términos prácticos y operativos hemos estimado que podrá resultar de utilidad
analizar los defectos más comunes en el razonamiento lógico, los mismos que han sido clasificados
por la doctrina de la siguiente manera:

a. Falta de motivación: […] este supuesto se refiere a aquellos casos en los cuales la
motivación de la resolución está totalmente ausente. […]
b. Motivación aparente: En este caso, también se vulnera el principio lógico de razón
suficiente aun cuando de manera más sutil, toda vez que lo argumentado no es, ni puede
ser, el sustento real de la decisión adoptada. Podemos afirmar que nos encontramos frente
a una “fachada” o “cascarón” colocado para cumplir con la formalidad y pretender
sostener que la decisión “tiene” motivación; sin embargo, de la lectura y análisis de la
misma se puede advertir que esta, en ningún caso, constituye la razón de lo resuelto. […]
c. Motivación defectuosa: se presenta en aquellos casos en los que formal o externamente
existe un texto redactado que pretende hacer de motivación; sin embargo, si se procede a
una lectura mínimamente cuidadosa es posible advertir que tal “motivación” es
intrínsecamente incorrecta, en tanto afecta los principios lógicos de identidad o
congruencia, no contradicción o de tercio excluido.

c.1. Respecto de la afectación al principio de identidad -que como sabemos implica que
“toda cosa es igual a sí misma” […], es de decirse que los cuestionamiento a la validez de
las decisiones judiciales invocando la vulneración a este principio sí son regularmente
admitidos por nuestros órganos jurisdiccionales en la medida que existen normas expresas
que lo regulan, concretamente los artículo 50 inciso 6, 122 inciso 3 y VII del Título
Preliminar del Código Procesal Civil peruano[: el principio de congruencia].

[...]

c.2. Se incurre también en una motivación defectuosa al afectarse el principio de no


contradicción “cuando se afirma y se niega una misma cosa de un mismo objeto”. […]
Podemos citar como ejemplos […] cuando en una misma resolución se exponen
fundamentos que son contrarios entre sí y por ello se excluye y anulan mutuamente. […]
cuando los considerandos de la sentencia son contradictorios con la parte dispositiva, es
decir, con el fallo […], cuando la decisión de los medios de prueba explicitada en la
sentencia no es correspondiente con la decisión emitida. […]

c.3. Por otro lado, se producirá una afectación al principio lógico de tercio excluido cuando
solo pueden existir dos decisiones válidas y excluyentes entre sí, sin que quepa la opción de
una alternativa distinta. Por ejemplo, se afectaría este principio en un proceso de nulidad
de una compraventa si se declara que el contrato es nulo, pero solo para el vendedor y no
para el comprador, a pesar de ser litisconsortes necesarios.

V. OTROS PRINCIPIOS:

Prohibición de analogía
Tomás Cano Campos

La analogía constituye un procedimiento argumentativo en virtud del cual se aplica la


solución prevista por la norma para un supuesto a otro distinto no regulado por ella
pero con el que comparte -como dice el Código Civil- una identidad de razón. […] Su
utilización en el ámbito sancionador está prohibida cuando resulta perjudicial (in
peius), pues la determinación de la punibilidad de los comportamientos corresponde,
según la CE, únicamente al legislador (art. 129.4 LRJAP-PAC). […]

El fundamento reside en la vulneración del principio de legalidad en sus dos vertientes:


la formal porque se crea una nueva infracción no prevista en ley alguna; la material
porque se lesiona la seguridad jurídica en su vertiente de certeza o previsibilidad de los
comportamientos sancionables, pues los ciudadanos se verían sorprendidos con
nuevas normas que desconocías.

Non bis in idem

Prohibición de doble sanción. Cuando un comportamiento realiza el supuesto de hecho


de dos o más normas sancionadores (concurso de normas), el non bis in idem impone
que sólo una de ellas se aplique porque basta por sí misma para aprehender y castigar
el total desvalor del hecho. Así nadie puede ser sancionado dos (o más) veces por los
misos hechos sobre la base de idéntico fundamento (art. 133 LRJAP-PAC). En rigor no
es precisa una identidad entre los “hechos” de las normas que concurren, lo que casi
nunca se producirá, sino que es suficiente que el hecho de una de ella esté también
previsto o contemplado en la otra. Por eso la prohibición implica la ilicitud de utilizar
cualquier circunstancia que ya se haya tenido en cuenta como elemento constitutivo
de la infracción o factor determinante de la sanción […].

Culpabilidad

En el primer sentido se traduce en:

La responsabilidad personal y por el hecho: Con la sanción solo se debe castigar al


infractor, lo que impide la traslación de responsabilidad sancionadora a una persona
ajena. […]

La exigencia de dolo o culpa: El derecho sancionador solo puede tratar de impedir las
lesiones o puestas en peligro de los bienes jurídicos prohibiendo conductas voluntarias
capaces de producir tales resultados de forma dolosa (por estar dirigidas a ello de
forma consciente) o imprudentes (por infringir las normas de cuidado). Se excluye así
la sanción por el resultado. […]

La imputación personal: Requiere que la conducta pueda atribuirse o reprocharse a su


autor por concurrir en éste las condiciones que le permiten un acceso normal al
mensaje de las normas, lo que no tiene lugar por debajo de cierta edad (que no tiene
por qué coincidir con los 18 años), o en los supuestos de enfermedad mental, error de
prohibición, miedo insuperable, etc, y que por eso se denomina causas de
inimputabilidad.

Proporcionalidad

Este principio exige una correspondencia o adecuación entre la infracción cometida y


la sanción a imponer por su comisión. Constituye un mandato dirigido tanto al
legislador como a la Administración, tal y como se aprecia en el artículo 131.3 LRJAP-
PAC.

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