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MÈTODO DE MEDICIÒN DE LA PRECIPITACIÒN

GÀMEZ BALLESTERO CLEMENTINA


LÒPEZ CORONADO LINDA
LUQUE MEDINA JUNIOR
MARTINEZ MEDINA YULITZA
ESTUDIANTES

GUSTAVO BALLESTERO
DOCENTE

UNIVERSIDAD DE LA GUAJIRA
FACULTAD DE INGENIERIA
PROGRAMA INGENIERIA CIVIL

RIOHACHA-GUAJIRA

2020
INTRODUCCIÓN
Los líquidos y los gases son medidos en unidades de volumen. Este volumen se compone,
como es lógico, de una medida de altura, una de longitud y otra de ancho de un cubo. De
esta manera, se tiene una altura por una superficie (ancho por largo).

La precipitación es la caída de agua desde la atmósfera hacia la superficie terrestre. La


precipitación forma parte del ciclo del agua que mantiene el equilibrio y sustento de todos
los ecosistemas.

La precipitación se genera por la condensación de agua, o sea, la acumulación de agua en la


atmósfera creando nubes. El agua que se acumula en la atmósfera generalmente se
encuentra en estado gaseoso. Cuando existe una cantidad considerable de agua gaseosa
dentro de las nubes el agua pasa del estado gaseoso al líquido o al sólido.

Las precipitaciones llegan al suelo en forma de lluvia, llovizna, nieve, granizo, etc. La
medida de las precipitaciones permite determinar la distribución de las mismas en el tiempo
y en el espacio. El objetivo fundamental de todo método de medida de las lluvias es obtener
una muestra que sea verdaderamente representativa de la precipitación caída en la región a
que se refiere la medición. (SÁENZ, 1999). En hidrología, es fundamental medir el valor
exacto de las precipitaciones. Por lo tanto, es muy importante escoger cuidadosamente el
emplazamiento y la forma y exposición del pluviómetro. Además, deben tomarse medidas
para impedir las pérdidas por evaporación, los efectos del viento y las salpicaduras. Para la
aplicación de otros métodos más complejos, como los basados en radares y satélites
meteorológicos, será necesario conocer a fondo las características de error.

Cuando se indican las medidas de precipitación es habitual encontrar unidades en


milímetros (mm) o en litros por metro cuadrado (l/m2 o litros que caen en un área de un
metro por un metro). Estas dos unidades son equivalentes y tienen una ratio de 1, esto es,
una medida de 1mm es lo mismo que 1 l/m2, y esto es así debido a que un litro en un cubo
de un metro de ancho y un metro de largo ocupa en volumen exactamente un mm de altura.
Sólo hay que pensar en que, como es habitual conocer, un cubo de 1 metro cúbico (un
metro de alto, uno de ancho y uno de alto) tiene una capacidad de 1000 litros. Si un metro
de altura son 1000 milímetros (mm), un mm corresponderá, por tanto, a un litro. Hoy en día
hay diferentes métodos que se utilizan para medir la precipitación estos son:

• Pluviómetro

• Pluviografo

• Radar

• Imágenes de satélite
FACTORES QUE INFLUYEN EN LAS MEDICIONES

A continuación, se resumen los factores que tienen influencia en las mediciones.

Longitud de onda. La utilización de frecuencias en banda S, como es el caso en Estados


Unidos, elimina los problemas de atenuación del haz radárico al atravesar la precipitación.
La utilización de frecuencias en banda C, habitual en casi todos los demás países, mejora la
sensibilidad, pero plantea problemas de atenuación. Los sistemas en banda C son
actualmente unas dos veces más baratos que los de banda S con las mismas dimensiones de
antena, aunque esta situación puede cambiar con la futura introducción de la tecnología de
tubo de ondas progresivas (TWT). Se han desarrollado procedimientos de corrección para
la atenuación en banda C.

Ecos de tierra. La parte principal del haz del radar y los lóbulos laterales pueden tropezar
con obstáculos del terreno. Se producirán en tales casos ecos intensos y persistentes,
denominados ecos de tierra, que se podrían interpretar equivocadamente como lluvia.
Aunque es posible ubicar los radares de modo que se reduzca al mínimo este tipo de ecos,
es imposible suprimirlos totalmente, por lo que se deberá recurrir a otras técnicas, como el
procesamiento Doppler con supresión de mapa de eco (Germann y Joss, 2003). Además de
producir ecos permanentes, la intercepción del haz por el terreno ocasiona también
ocultaciones o apantallamientos de la parte principal del haz. Cuando esto suceda, solo una
fracción de la potencia iluminará la lluvia en los alcances más lejanos. Este efecto puede
corregirse, siempre y cuando un 40 por ciento del haz como mínimo carezca de
obstrucciones. Es posible simular la visibilidad desde un emplazamiento de radar mediante
un modelo digital del terreno, aunque el resultado no es perfecto debido a pequeños errores
en el ángulo de puntería, incertidumbres en la simulación de la refracción del haz y una
resolución insuficiente del modelo digital del terreno, especialmente a distancias cortas.

Anchura y alcance del haz. A 160 km de distancia, el haz del radar puede tener varios
kilómetros de anchura, dependiendo del grosor del haz. Con un volumen de muestreo tan
amplio se observarán habitualmente variaciones notables de la reflectividad del radar. Se
obtendrá, pues, un valor promediado para un volumen extenso en lugar de un valor puntual.
La ecuación de radar está basada en el supuesto de que el haz está ocupado por objetivos
meteorológicos. Por consiguiente, no debe esperarse una elevada correlación entre los
valores de pluviosidad obtenidos mediante un radar y las mediciones puntuales de los
pluviómetros. Sin embargo, el patrón de una zona mostrado por un radar será, por lo
general, mucho más representativo de la verdadera configuración de isoyetas de la tormenta
que el obtenido mediante la mayoría de las redes de pluviometría. En presencia de
chubascos, se ha descubierto que la frecuencia de los ecos registrados a 160 km era tan solo
un 4 por ciento respecto de los ecos registrados a 64 km. Por consiguiente, un chubasco que
ocupe el haz a 64 km ocupará solo la octava parte aproximadamente a 160 km. Este
resultado responde a una combinación de factores de anchura y elevación del haz.
Atenuación de la atmósfera y de la cúpula. Las microondas son atenuadas por los gases
atmosféricos, las nubes y la precipitación. La atenuación que experimentan las ondas
radioeléctricas es consecuencia de dos factores: absorción y dispersión. Por lo general, los
gases solo las absorben, mientras que las nubes y las gotas de lluvia las dispersan y
absorben. En radares que operan en longitudes de onda más largas, la atenuación no plantea
problemas y suele ser posible ignorarla.

Velocidad vertical En sistemas fuertemente convectivos, la velocidad vertical de la lluvia


puede generar ecos de radar que, a su vez, pueden hacer que la relación entre la
precipitación, R, y la reflectividad del radar, Z, difiera notablemente de la relación
observada con la atmósfera en calma. En una corriente descendente de 8 m s–1, por
ejemplo, el valor de la reflectividad para un valor de pluviosidad dado sería
aproximadamente 3 dB inferior al observado en la atmósfera en calma, lo que implicaría
una subestimación de la pluviosidad en un 40 por ciento.

MÉTODOS

1. PLUVIÓMETRO

Un pluviómetro es un aparato que sirve para medir la


cantidad de precipitación caída durante un cierto tiempo.
La idea base de este dispositivo descansa en el hecho de
que la lluvia se mide por la cantidad de milímetros que
alcanzaría el agua en un suelo perfectamente horizontal,
que no tuviera ningún tipo de filtración o pérdida. Se han
ideado infinidad de artilugios para este cometido, pero
con el fin de hacer las medidas uniformes, la OMM
(Organización Meteorológica Mundial) recomienda una
serie de normas destinadas a que las medidas, por una
parte, tengan la adecuada precisión y por otra, sean
capaces de evitar múltiples errores que harían inviables y
absurdas las medidas.

Ubicación del pluviómetro

En una instalación ideal, el agua recogida en un pluviómetro representa las precipitaciones


sobrevenidas en la zona circundante. Sin embargo, en la práctica es difícil lograr esas
condiciones debido a los efectos del viento, por lo que se ha de prestar gran atención a la
selección del emplazamiento. Los efectos del viento son de dos tipos: efectos sobre el
propio instrumento, que reducen en general la cantidad de agua recogida, y efectos del
emplazamiento sobre la trayectoria del viento, a menudo más importantes y que pueden
arrojar valores en exceso o en defecto de la precipitación medida. Las perturbaciones
creadas por un obstáculo dependen de la relación entre sus dimensiones lineales y la
velocidad de caída de la precipitación. Este efecto se reduce, aunque no se elimina del todo,
seleccionando el emplazamiento de modo que la velocidad del viento al nivel de la
embocadura del instrumento sea lo más pequeña posible, pero de manera que la lluvia no
sea detenida por objetos circundantes, y/o modificando los alrededores del pluviómetro de
modo que la corriente de aire en el orificio sea horizontal. Todos los pluviómetros de una
región o país han de estar instalados de manera similar y en las mismas condiciones. El
orificio del pluviómetro estará en posición horizontal sobre el nivel del suelo. Si el
emplazamiento lo permitiera, el pluviómetro estará protegido del viento en todas las
direcciones por barreras tales como árboles o arbustos, cuya altura será lo más uniforme
posible. La altura de estos objetos sobre la boca del pluviómetro será por lo menos la mitad
de la distancia entre el instrumento y los objetos, para proporcionarle una protección
adecuada contra el viento, pero no deberá exceder la distancia entre el pluviómetro y
aquéllos, a fin de evitar la intercepción de parte de la lluvia que llega al pluviómetro. En
una situación ideal, el ángulo entre la parte superior del pluviómetro y la de los objetos
circundantes sería de entre 30 y 45° (figura I.3.1).

Para proteger el pluviómetro se procurará no utilizar rompevientos consistentes en una sola


hilera de árboles, pues tienden a aumentar la turbulencia en el emplazamiento del
pluviómetro. También debe evitarse una protección aislada o irregular cerca del
pluviómetro, debido a los efectos variables e impredecibles que podría tener sobre lo que
éste capte.

Figura I.3.1. Colocación del pluviómetro.

Cuando no sea posible una protección adecuada contra el viento, será preferible suprimir
todos los obstáculos situados a una distancia igual a cuatro veces sus respectivas alturas.
Asimismo, se seleccionará un emplazamiento protegido del viento para impedir los errores
de medición que se pudieran originar por este motivo. Siempre habrá que actuar con
precaución, de modo que el emplazamiento seleccionado no produzca perturbaciones
significativas del flujo del viento. Convendrá evitar las pendientes y suelos fuertemente
inclinados en una dirección, sobre todo si ésta coincide con la del viento predominante. El
terreno circundante puede estar cubierto de césped, grava o ripio, pero superficies planas y
duras como las de cemento originan salpicaduras excesivas. El orificio del pluviómetro
debería hallarse lo más bajo posible con relación al suelo, dado que la velocidad del viento
aumenta con la altura, pero lo suficientemente elevado para evitar que el agua que cae al
suelo salpique el pluviómetro. En regiones en que la nieve es escasa y no hay peligro de
que en las inmediaciones del pluviómetro se formen charcos de agua, incluso con lluvia
intensa, se recomienda una altura de 30 cm. Si no se cumplieran estas condiciones, se
recomienda una altura normalizada de 1 m. En lugares muy expuestos en que no se dispone
de protección natural se ha observado que, al medir la precipitación líquida, es posible
obtener mejores resultados instalando el pluviómetro en un pozo, de modo que su borde
esté a nivel del suelo (figura I.3.2). El pozo se cubre con una rejilla antisalpicaduras, de
plástico resistente o metal, con una abertura central para el embudo del pluviómetro. La
rejilla antisalpicaduras estará integrada de listones delgados de 5 a 15 cm de profundidad,
colocados verticalmente con un espaciamiento de unos 5 a 15 cm con arreglo a una pauta
cuadriculada simétrica. El área que rodea al pluviómetro estará nivelada y libre de
obstrucciones importantes a menos de 100 m en todas las direcciones. Otra posibilidad,
aunque no tan eficaz, consiste en instalar el pluviómetro en el centro de una barrera circular
de césped. La pared interior de la pared será vertical, y tendrá un radio de 1,5 m
aproximadamente. La pared exterior formará un ángulo de unos 15° respecto de la
horizontal. La parte superior de la barrera estará al mismo nivel que el orificio del
pluviómetro. La necesidad de drenaje ha de estar contemplada. El pluviómetro enterrado
está previsto para medir precipitación líquida, y no debería usarse para la medición de
nevadas. Otro medio para modificar las inmediaciones del pluviómetro consiste en disponer
mamparas antiviento en torno al instrumento. Cuando están bien diseñadas, permiten
obtener resultados mucho más representativos que con pluviómetros no protegidos, que
quedan totalmente expuestos al viento. La protección ideal debería:

a. asegurar un flujo de aire paralelo a la abertura del pluviómetro;


b. evitar toda aceleración local del viento sobre la abertura del pluviómetro;
c. reducir lo más posible la velocidad del viento que azota lateralmente el pluviómetro;
en estas condiciones, la altura del orificio sobre el suelo reviste mucha menos
importancia;
d. evitar salpicaduras en dirección a la boca del pluviómetro; en estas condiciones, la
altura del orificio del pluviómetro respecto al suelo reviste mucha menos
importancia;
e. evitar que la nieve obstruya la embocadura del pluviómetro.
La precipitación en forma de nieve está mucho más expuesta que la lluvia a los efectos
adversos del viento. En lugares excepcionalmente ventosos, la captación en un pluviómetro,
con o sin protección contra el viento, puede ser inferior a la mitad de la caída de nieve real.
Los emplazamientos seleccionados para medir precipitaciones de nieve y/o la capa de nieve
estarán, en lo posible, en lugares protegidos del viento. Las pantallas de protección
acopladas a los pluviómetros han demostrado ser bastante efectivas para reducir los errores
de captación de precipitación por efecto del viento, en especial para precipitación sólida.
Sin embargo, todavía no se ha desarrollado una mampara que elimine totalmente los errores
de medición causados por el viento.

TIPOS DE PLUVIÓMETROS.

Pluviómetros estándar

El pluviómetro ordinario utilizado para las mediciones diarias suele ser un colector situado
sobre un embudo que se vacía en un recipiente (figura I.3.3). El diámetro de la boca del
colector no es importante. En algunos países se utiliza una superficie receptora de unos 1
000 cm2, aunque entre 200 y 500 cm2 será probablemente un tamaño más práctico. Es
conveniente que el área del receptor sea igual a la décima parte del área del colector. Sea
cual sea la dimensión seleccionada, la graduación del aparato de medición deberá ser
coherente con ella. Los requisitos más importantes exigibles a un pluviómetro son:

a. el borde del colector debería ser en arista, descendiendo verticalmente en la parte


interior, y acentuadamente biselado en el exterior. Los nivómetros se diseñarán de
modo que se limiten lo más posible los errores debidos a la obturación parcial de la
abertura por acumulación de nieve húmeda alrededor del borde;
b. el área de la abertura debería conocerse con una precisión de 0,5 por ciento, y el
medidor estará construido de modo que esa superficie permanezca constante;
c. el colector estará diseñado de modo que impida las salpicaduras desde dentro y
desde fuera. Para ello, la pared vertical debería ser suficientemente profunda y la
inclinación del embudo suficientemente pronunciada (como mínimo, 45°);
d. el cuello del recipiente debería ser estrecho y estar suficientemente protegido contra
la radiación para minimizar las pérdidas de agua por evaporación;
e. cuando parte de la precipitación caiga en forma de nieve, el colector debería ser
bastante profundo para almacenar la precipitación de nieve previsible durante al
menos un día. Esto también es importante para evitar que la nieve escape del
colector. Los pluviómetros utilizados en lugares en que solo se efectúan lecturas
semanales o mensuales deberían tener un diseño similar a los utilizados para
mediciones diarias, pero con un colector de mayor capacidad y una construcción
más sólida.

Pluviómetros totalizadores

Los pluviómetros totalizadores se utilizan para medir


la precipitación estacional total en áreas apartadas o
escasamente habitadas. Consisten en un colector
situado encima de un embudo, que desemboca en un
recipiente bastante amplio para captar las lluvias
estacionales. Al instalar estos pluviómetros se han de
tener en cuenta también los criterios de exposición y
protección indicados en las secciones anteriores. En
áreas en que sobrevengan fuertes nevadas, el colector
estará situado a una altura superior a la altura máxima
de la capa de nieve previsible. Ello se logra instalando
el pluviómetro en una torre, o montando el colector en
un tubo de acero de 30 cm de diámetro y de una altura suficiente para que la cubeta esté
siempre por encima de la altura máxima de la nieve acumulada. Se vierte en el recipiente
una solución anticongelante, para que se derrita la nieve que cae en el pluviómetro. Una
mezcla al 37,5 por ciento de cloruro de calcio comercial (78 por ciento de pureza) y 62,5
por ciento de agua por unidad de peso sería una solución anticongelante apropiada.
También puede utilizarse una solución de etilenglicol. Aunque más costoso, el etilenglicol
es menos corrosivo que el cloruro de calcio y ofrece protección para una gama de
concentraciones más amplia. El volumen de anticongelante introducido en el receptor no
será superior a un tercio de la capacidad total del pluviómetro. Para evitar pérdidas de agua
por evaporación se aplicará al pluviómetro una fina capa de aceite. Una película de unos 8
mm de espesor será suficiente. Se recomienda usar aceites de motor de baja viscosidad y no
detergentes. Los aceites de transformador y aceites de silicona no han dado buenos
resultados. La precipitación estacional recogida se determina pesando o midiendo el
volumen del contenido del receptor. Sea cual sea el método que se utilice, se habrá de tener
en cuenta la cantidad de solución anticongelante colocada en el receptor al principio de la
estación.
Métodos de medición

Para la medición de la lluvia recogida en el pluviómetro se utilizan corrientemente dos


métodos: una probeta graduada y una varilla graduada para la medición del nivel. La
probeta graduada será de vidrio transparente, de bajo coeficiente de dilatación, y llevará
claramente indicadas las dimensiones del pluviómetro al que está destinada. Su diámetro no
será superior a un tercio del diámetro de la embocadura del pluviómetro, aproximadamente.
Las graduaciones estarán nítidamente marcadas. Por lo general, mantendrán una separación
de 0,2 mm, indicando claramente las líneas correspondientes a cada milímetro entero. Sería
también conveniente que figuraran las separaciones de 0,1 mm. Cuando no sea necesario
medir la precipitación con tanta exactitud, la graduación será de 0,2 a 1 mm, y de 1 mm a
partir de ese valor, y aparecerá claramente cada graduación correspondiente a 10 mm. Para
que las mediciones sean exactas el error máximo de las graduaciones no deberá exceder de
±0,05 mm en valores iguales o superiores a 2 mm, ni de ±0,02 mm por debajo de esa
marca. Para lograr esta exactitud con pequeñas cantidades de lluvia, el interior de la probeta
debería ser de base cónica. En todas las mediciones se tomará como línea de nivel el punto
inferior del menisco de agua. Será importante mantener la probeta vertical y evitar los
errores de paralaje. Para ello sería útil marcar también las graduaciones en la parte trasera
de la probeta. Las varillas medidoras de nivel serán de cedro u otro material apropiado que
no absorba mucho el agua y cuyo efecto de capilaridad sea reducido. No deberían usarse
varillas de madera cuando se haya añadido aceite al colector, por lo que se usarán varillas
de metal u otro material fácil de limpiar. Las varillas estarán provistas de una peana de
metal para evitar el desgaste, y estarán graduadas en función de las áreas relativas de la
sección transversal del orificio del pluviómetro y del recipiente, teniendo presente el
desplazamiento del agua originado por la propia varilla. Habrá marcas visibles cada 10 mm.
El error máximo de graduación admisible en una varilla de medición de nivel no debería
exceder de ±0,5 mm en ningún punto. Aunque la medición puede hacerse mediante una
varilla, siempre que sea posible convendrá comprobar el resultado utilizando una probeta
graduada. Es también posible pesar el agua captada. Este método tiene varias ventajas.
Consiste en pesar el recipiente junto con su contenido, sustrayendo posteriormente el peso
del recipiente vacío. De ese modo no hay peligro de derrames, ni de que parte del agua
quede adherida a las paredes del recipiente. Los métodos corrientes son, sin embargo, más
simples y baratos.

2. PLUVIÓGRAFOS

Los pluviógrafos son pluviómetros que permiten obtener un registro continuo de las caídas
de lluvia. Se utilizan para los siguientes fines:

 Determinar las horas de comienzo y terminación de la lluvia.


 Determinar la intensidad de la lluvia en todo momento.

Se utilizan por lo general cinco tipos de pluviógrafos:


de pesada, de flotador, de cubeta basculante, de
distrómetro, y acústicos. Los únicos instrumentos que
permiten medir todo tipo de precipitación son los de
pesada y los basados en el principio de detección óptica
de la cantidad de movimiento. Los demás se utilizan
básicamente para medir la precipitación de lluvia.

Pluviógrafo de pesada.

Este tipo de instrumentos registra de manera


continua, mediante un mecanismo de resorte o un
sistema de pesas, el peso del recipiente y el de la
precipitación en él acumulada. De este modo, la
precipitación se registra a medida que va
depositándose. Aunque este tipo de pluviógrafo
suele carecer de un dispositivo de autovaciado,
mediante un sistema de palancas es posible hacer
que la plumilla recorra el gráfico cuantas veces se
desee. Estos dispositivos deben diseñarse de
forma que eviten pérdidas excesivas por
evaporación, que es posible reducir aún más
añadiendo una cantidad suficiente de aceite u otra sustancia que evite la evaporación al
formar una película sobre la superficie del agua. Las dificultades ocasionadas por la
oscilación de la balanza en presencia de fuerte viento pueden aminorarse mediante un
mecanismo amortiguador por aceite.

Este tipo de instrumento sirve sobre todo para registrar precipitaciones de nieve, granizo y
aguanieve. Puede registrar precipitaciones sólidas sin tener que esperar a que éstas se
derritan. 3.4.2 Pluviógrafo de flotador En este tipo de instrumento, la lluvia recogida pasa a
un recipiente que contiene un flotador liviano. El movimiento vertical del flotador, al subir
el nivel del agua, se transmite mediante un mecanismo apropiado a la plumilla trazadora. Si
se ajustan adecuadamente las dimensiones del embudo receptor, del flotador y del
recipiente que lo contiene, se pueden obtener sobre el diagrama todas las escalas que se
deseen. Para obtener un registro que abarque un período apropiado (por lo general, se
necesitan como mínimo 24 horas), será necesario que el recipiente en que se encuentra el
flotador sea muy grande (en cuyo caso se obtendrá una escala comprimida en la gráfica) o
que se disponga de algún medio automático para vaciar rápidamente el recipiente cada vez
que esté lleno. Seguidamente, la plumilla regresará a la parte inferior de la gráfica. Por lo
general, ello se consigue mediante un sifón. El proceso comenzará en un momento en que
el agua no tienda a desbordarse, al principio o al final de la operación, que no debería durar
más de 15 segundos. En algunos instrumentos, la cámara que contiene el flotador está
montada sobre cuchillas, con el fin de que bascule completamente una vez llena. El empuje
del agua contribuye al proceso y, una vez vacía, la cámara vuelve a su posición original.
Otros pluviógrafos están provistos de un sifón forzante que realiza la operación en menos
de cinco segundos. Uno de los modelos está provisto de una recámara que recoge la lluvia
caída durante la operación. La recámara se vacía en la cámara principal cuando el sifón deja
de actuar, consiguiéndose así un registro adecuado de la precipitación total. Si se
contemplara la posibilidad de heladas, se instalará en el pluviómetro un calefactor. Se
impedirá con ello que el agua, al congelarse, dañe el flotador y su cámara, con lo que se
podrá registrar la lluvia en tales condiciones. Cuando se disponga de electricidad, bastará
un pequeño radiador o una lámpara eléctrica; en caso contrario, habrá que recurrir a otras
fuentes de energía. Un método práctico consiste en arrollar una cinta calefactora en torno a
la cámara colectora, conectada a una batería de gran capacidad. La cantidad de calor
suministrada deberá ser la mínima necesaria para impedir la formación de hielo, pues el
calor influirá en la exactitud de las observaciones, ya que da lugar a movimientos verticales
del aire sobre el pluviómetro e incrementa las pérdidas por evaporación.

Pluviógrafo de cubeta.

basculante El principio de este tipo de pluviógrafo


es muy simple. Consiste en un recipiente de metal
ligero, dividido en dos compartimentos, en equilibrio
inestable en torno a un eje horizontal. En su posición
normal, el recipiente reposa sobre uno de sus dos
topes, lo que impide que se vuelque completamente.
El agua de lluvia es enviada al compartimiento
superior mediante un embudo colector de tipo
convencional. Una vez recogida una cantidad dada
de lluvia, la cubeta perderá estabilidad y basculará
hacia la otra posición de reposo.

Los compartimientos del recipiente están diseñados de tal modo que el agua abandona en
ese momento el compartimiento inferior hasta vaciarlo. Entre tanto, el agua de lluvia
seguirá cayendo en la cubeta que ocupa ahora la posición superior. El movimiento de la
cubeta al volcarse acciona un relé de contacto e inscribe un registro a trazos discontinuos.
La distancia entre etapas representa el tiempo necesario para que se deposite una cantidad
de lluvia previamente especificada. Si fuera necesario un registro detallado, esta cantidad
no debería exceder de 0,2 mm. Para gran número de aplicaciones hidrológicas,
particularmente en regiones de lluvia abundante y con sistemas de aviso de crecida, bastará
con cubetas de 0,5 a 1,0 mm. La principal ventaja de este tipo de instrumento radica en que
genera impulsos electrónicos y permite registros a distancia, o bien permite el registro
simultáneo de la lluvia y de la altura fluvial en un limnígrafo. Sus inconvenientes son:

a. la cubeta tarda un tiempo, breve pero finito, en bascular y, durante la primera mitad
de su movimiento, la lluvia cae en el compartimiento que contiene la lluvia ya
contabilizada. Este error solo es perceptible en casos de precipitación intensa
(Parsons, 1941);
b. con el diseño de cubeta habitualmente utilizado, la superficie de agua expuesta es
relativamente grande. Por consiguiente, se pueden producir pérdidas por evaporación
considerables en regiones cálidas. Este fenómeno será más perceptible en condiciones
de lluvia escasa;
c. debido al carácter discontinuo del registro, este instrumento no dará resultados
satisfactorios en casos de llovizna o de lluvia muy tenue. En tales situaciones no será
posible determinar con exactitud el momento en que comienzan o acaban las
precipitaciones.

Pluviógrafo de intensidad.

Se han diseñado y utilizado también varios tipos de pluviógrafos de intensidad para usos
especiales. A causa de su complejidad, sin embargo, no son aconsejables para aplicaciones
de carácter general. La intensidad de lluvia suele registrarse satisfactoriamente mediante un
pluviógrafo de flotador o de pesada, utilizando una escala de tiempo adecuada. 3.4.5

Distrómetro

Los distrómetro miden el espectro de las partículas de precipitación, ya sea midiendo la


cantidad de movimiento comunicada a un transductor cuando el hidrometeoro dispara un
detector, o a partir de la imagen/reflectividad de los hidrometeoros iluminados por luz o
microondas (Bringi y Chandrasekar, 2001). Tienen la ventaja de proporcionar información
completa sobre la distribución del tamaño de los hidrometeoros (figura I.3.7). Estos
aparatos se pueden adquirir en el comercio, aunque su costo es superior al de los
pluviómetros de cubeta basculante.

3. RADAR

Un radar meteorológico, o radar meteo, es un tipo de radar


usado en meteorología para localizar precipitaciones,
calcular sus trayectorias y estimar sus tipos (lluvia, nieve,
granizo, etc.). Además, los datos tridimensionales pueden
analizarse para extraer la estructura de las tormentas y su
potencial de trayectoria y de daño. Finalmente, los ecos de precipitaciones y de atmósfera
clara del radar meteo permiten estimar la dirección y velocidad del viento en las zonas
bajas de la atmósfera.

El "radar meteo" suele usarse junto con detectores de rayos, para ubicar la actividad mayor
de una tormenta.

Los radares permiten observar la ubicación y desplazamiento de las áreas de precipitación,


y ciertos tipos de radar pueden proporcionar estimaciones de las tasas de lluvia en las áreas
comprendidas dentro de su alcance (Bringi y Chandrasekar, 2001). A efectos hidrológicos,
el alcance efectivo de un radar (Comisión Europea, 2001) suele ser de 40 a 200 km, en
función de las características del radar, por ejemplo, su haz de antena, su potencia de salida
o su sensibilidad de recepción. El alcance hidrológico de un radar se define como la
distancia máxima en que la relación entre la intensidad de eco y la intensidad de lluvia es
razonablemente válida. La pluviosidad se podrá determinar en cualquier área de
precipitación comprendida dentro del alcance hidrológico, siempre y cuando el radar esté
provisto de un control de ganancia de receptor adecuadamente calibrado. La precipitación
atenúa el haz del radar, y este efecto es máximo en los radares de onda corta. Los radares de
onda larga, por el contrario, no detectan tan fácilmente la llovizna y la nieve. La selección
de una longitud de onda apropiada dependerá de las condiciones climáticas y de la finalidad
perseguida. Para las observaciones de precipitación se utilizan las tres bandas de
frecuencias de radar indicadas en la tabla I.3.3.

4. IMÁGENES DE SATÉLITE

Es un satélite diseñado exclusivamente para recepción y transmisión de información


meteorológica. Los datos que proporciona son en su mayoría en tiempo real, especialmente
imágenes. Existen dos clases de ellos, los geoestacionarios y los polar-sincrónicos.
La observación y evaluación de las lluvias mediante satélites meteorológicos permiten la
utilización de datos casi de forma inmediata y suponen un nuevo paso en el uso de la
electrónica, con la posibilidad de su rápido empleo en aplicaciones climáticas. Aunque el
desarrollo de nueva instrumentación y la aplicación de nuevas técnicas están permitiendo
estimaciones razonables de la precipitación, el problema principal de los satélites es que no
pueden medir las lluvias directamente y su cuantificación requiere el cálculo de coeficientes
de precipitación en función de la cantidad y tipo de nubosidad, la probabilidad de lluvia y
su intensidad, aspectos no resueltos aún de forma satisfactoria

- Bibliografía
 HIDROGRÁFICA, E. S. (s.f.). www.unalmed.edu.com. Obtenido de
www.unalmed.edu.com:
http://www.unalmed.edu.com/poboyca/documentos/documentos1/documentos-Juan
%20Diego/Plnaifi_Cuencas_Pregrado/Sistema%20CuencaHidrogr%E1fica.pdf

 hidrología, & hidrográficas, c. (s.f.). www.ingenieriacivil.tutorialesaldia.com.


Obtenido de www.ingenieriacivil.tutorialesaldia.com:
http://ingenieriacivil.tutorialesaldia.com/la-cuenca-hidrografica/

 SÁENZ, M. (1999). Hidrología en la Ingeniería. Escuela Colombiana de


Ingeniería: Colombia.

 https://gidahatari.com/ih-es/incertidumbre-metodos-medicina-precipitacion
 http://www.whycos.org/hwrp/guide/chapters/spanish/original/
WMO168_Ed2008_Vol_I_Ch3_Up2008_es.pdf

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