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EL PERFIL DE LA AUTENTICIDAD 69
Verdadera y falsa autenticidad 71
Fidelidad y transparencia , 74
- VIDAS SINCERAS
La pasión por la verdad
a Dios. Es precisamente por esto por lo que existe una que creen que mintiendo toda la historia
incompatibilidad radical entre Dios y el demonio, a quien van a engañar la muerte enteramente.
Mienten. Mienten y callan. Pero sus frases
Jesús llama padre de la mentira (Jn. 8, 44). Es decir, cuando
hablan. Y desfilan de tal modo desnudas
mentimos nos hacemos hijos del mismo demonio. que un mismo ciego puede ver
la verdad en trapos por las calles (...)
Además de ello, la mentira tiene mucho de antinatural. Los Mienten deslavadamente
ojos fueron hechos para ver; los oídos, para oír; la inteligen- como ninguna lavandería miente
cia, para descubrir la verdad; y la lengua, para hablar. al ver la mancha sobre el lino, mienten
con la cara limpia y en las manos
Cuando se miente, se provoca una violencia contra la
la sangre caliente, mienten
aturaleza y también contra la misma vida social. Aquel que ardientemente como un enfermo
miente en cualquier asunto es como si pusiese en circulación en los instantes de la fiebre, mienten'
una moneda falsa. ¿Qué pensaríamos si, en un momento fabulosamente como el cazador que quiere pasar
dado, se descubre en un país que la mitad del dinero es falso? gato por liebre. Y en ese camino de mentira
¿Y que habríamos entonces de sentir si es un padre o una la caza es que caza el cazador
madre quienes mienten? ¿Si es un juez el que miente? ¿Si es con la armadilla.
Y de tanto mentir tan bravamente,
una autoridad la que miente? Simplemente sentiríamos
construyen un país de mentira
pánico. El pánico a las personas individuales, a la familia, a diariamente.”
los bancos, a la economía, al país entero. Sentiríamos en el
propio cuerpo la desconfianza, la inseguridad, la decadencia. La decadencia de la verdad es, pues, la principal causa de
la decadencia de cualquier sociedad. Y, en contrapartida,
, La mentira tiene raíces profundas, pues brota del mismo elevar una persona, una familia, una comunidad, es elevarlas
pecado original, prolifera entre la vanidad y el orgullo, la primero moralmente, haciendo reinar en ellas lo que hay de
altivez y los complejos, el egoísmo y la envidia. Y por eso más esencial: el amor por la verdad.
invade al mundo, en todos sus contornos diariamente. Asílo
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cia con la sinfonía de la Creación. Es como si intuyésemos Necesitamos ser nosotros mismos, ser aquello que somos
que, al formar parte del concierto que el cosmos entero con plenitud de alegría, ser auténticos, como el aire que
ejecuta, no podemos llegar a sentirnos felices en cuanto no respiramos. Es solamente desde ese equilibrio íntimo que po-
interpretamos la melodía que nos corresponde a cada uno de drá sobrevenir el equilibrio social, como bellamente decía
nosotros dentro de esa composición politónica. Shakespeare: “Sé fiel a ti mismo, y de ahí se seguirá —como
la noche sucede al día— que no podrás ser mentiroso y desleal
Hay personas que se encuentran íntimamente fuera de con nadie. ”?
lugar, como si estuviesen desafinadas, precisamente porque
/ no saben ubicarse, asumiendo su propia identidad ante el Pero en nuestra vida existe al mismo tiempo un torcido
- mundo que nos rodea. Tal vez pasen años y años escondien- instinto de inautenticidad: atribuimos un valor exagerado a
do su verdadero rostro atrás de mil engaños, envueltas en nuestra propia importancia, no nos aceptamos, no nos con-
una cálida atmósfera de “haz de cuenta”; pero un día, por formamos con lo que somos. ¿De dónde nace esa tendencia
causa de un acontecimiento cualquiera, de una decepción, hacia la falta de sinceridad e inautenticidad? Del orgullo, que
de un fracaso, su vida interior se desmorona. Luego viene la es una enfermedad provocada por el pecado original y
depresión cargada de preguntas: ¿Cuál es mi verdadera transmitida después a todo el género humano,
identidad? ¿Qué sentido tendrá mi vida en el futuro? ¿Cuál
será el fin de todo esto? Hablan entonces de crisis, de la Dios nos creó para ser felices. Pero el hombre no se resignó
necesidad de ir a un psiquiatra. Cuando en verdad esa crisis con su condición de criatura; ambicionaba un destino autó-
muchas veces no es sino la primera sospecha que tuvieron de nomo y absoluto: quería ser como Dios (cfr. Gen. 3, 5). Su
¡su verdadera personalidad, un rayo que puede representar el rebelión comenzó, pues, con un movimiento centrípeto: no
' momento del despertar, el encuentro con su vida real, con su quiso aceptar su propia identidad, no quiso ser criatura,
verdadero “yo” y, en último análisis, como el Dios de toda la asumiendo así una actitud de inautenticidad.
“verdad.
A consecuencia de esa inclinación enfermiza, el deseo más
Precisamos, cada uno de nosotros, de ese ajuste profundo profundo de nuestro ser, el deseo de autenticidad —que no es
de nuestra identidad que es personal, única e intransferible otra cosa más que el deseo de alcanzar la perfección a que
con nosotros mismos, con las otras personas, con el mundo somos destinados por nuestro creador—, se generó en noso-
que nos rodea y principalmente con Dios. Cuando no hay esa tros el más grave vicio: el amor propio desordenado. Esto nos
unidad interior, cuando comienza a configurarse en nosotros lleva a una especie de delirio de grandeza: queremos ser
una cierta duplicidad, comenzamos también a sentirnos dueños de todo y no carecer de nada, deseamos poseer todas
desequilibrados, neuróticos; tal vez esquizofrénicos, pues la las virtudes y ningún defecto. Y como eso cuesta mucho
esquizofrenia y la doble personalidad se pueden presentar al
mismo tiempo. 2 3. Wain, El mundo vivo de Shakespeare, Madrid, 1967, p. 47.
Bn
esfuerzo, y percibimos que no tenemos capacidad para A lo largo de estas páginas hablaremos de los variados
conseguirlo por nuestra propia voluntad, inventamos una desdoblamientos que presenta la falsedad. Vamos, sin em-
perfección de la cual no somos dueños, fingimos una perso- bargo, a comenzar por los más enigmáticos, por los más
nalidad que no poseemos, y caemos en la falta de sinceridad. difíciles de vencer precisamente porque están más escondi-
dos y disimulados: nuestros disfraces, nuestra capacidad de
fingir y de hacer teatro.
La sinceridad
“Mi cerebro —escribe Machado de Assis— fue un tablado en
Los romanos «en su pasión por lo bello y por lo auténtico, que se dierón piezas de todo género, el drama sacro, el
admiraban las expresiones artísticas más perfectas y genui- austero, el ridículo, la comedia loca, las farsas desgreñadas,
nas. No admitían defectos en las obras de arte. Por eso, los actos solemnes, las fanfarronerías, un pandemonio, una
cuando un escultor fallaba procuraba disimular su imperfec- confusión de cosas y personas. No había allí la atmósfera
ción cubriéndola con cera. Pero, cuando la estatua salía solamente del águila y del colibrí había también la del
“perfecta de sus manos, se decía que estaba completa, íntegra, molusco y la del sapo. ”*
auténtica, sine cera “sin cera”. De ahí deriva la expresión
sincera. La sinceridad explica simultáneamente la veracidad Esta tendencia a convertir el cerebro en un palco de teatro
y la autenticidad. nos revela nuestra inclinación a convertir la vida en una
especie de desfile de máscaras.
En la vida humana hay diversos tipos de “cera”, así como
hay variadas simulaciones e inautenticidades. No existe nada
que no se haya inventado para engañar a nuestros semejan-
tes: moda, cosméticos, pelucas, cirugía plástica como tam-
bién las sonrisas, lágrimas, palabras, silencios, insinuaciones,
omisiones, exageraciones, fingimientos, medias verdades y
mentiras. Frente a un grupo de personas, nos viene a veces
a la mente un pensamiento como éste: “Diez rostros, diez
misterios, diez máscaras”.*
EL DESFILE DE MÁSCARAS
hombre ignorante! ¡Qué vibración tan vacía tiene un mucha- Vamos, por eso, a detener nuestra atención en este desfi-
cho que exagera sus aventuras amorosas, levantando olas de le de disfraces, dejando correr ante nuestros ojos, en la pasa-
admiración entre sus inhibidos colegas! rela de la vida, las principales máscaras carnavalescas a través
de las cuales acostumbramos escondernos, para sacar de
Pero las alegrías de este gran carnaval del mundo terminan ellas una enseñanza fecunda. El presentador de este espec-
un día, en un miércoles cualquiera. La humilde empleada táculo no tiene espacio ni tiempo para hacer desfilar tantas y
doméstica, con ojeras en el rostro, tendrá que cambiar el tan variadas imágenes. Por esoyse limitará a una única serie,
vestido de princesa por un simple delantal de cocinera. El llena de características muy originales: “la serie zoológica”.
buen José, “el trabajador”, dejará los pantalones de satín Observaremos un conjunto variado y colorido que, con sus
brillante a la Luis XV para vestir aquellos otros, pálidos y acciones pintorescas, podrá enseñarnos lecciones intere-
luidos, con los cuales gana honestamente el pan de cada día. santes.
El estudiante vanidoso quedará deprimido con la nota baja
que sacará en el examen. El muchacho, en el silencio de la
noche, sentirá en su corazón la mordida de la soledad y El pavo
la nostalgia, porque en medio de sus veleidades y amoríos
superficiales, nunca consiguió conquistar un verdadero y La primera imagen que el presentador hace desfilar en la
profundo amor. pasarela es realmente fantástica: levanta en el lugar una
entusiasta lluvia de aplausos. Es un magnífico pavo, que
'
El carnaval siempre termina en tristeza. La máscara de la entra caminando pausadamente, con inclinaciones de dere-
a
vida cae, y entonces, ¿qué sucederá? cha aizquierda, irguiendo la cresta roja, hinchando el cuerpo,
.
ed pr,
ra caiga? ¿Quién nos podrá reconocer? Si nos quitásemos los vistosos se levantan encima de un cerebro de mosquito.
velos, los disfraces y las actitudes, no quedaría más que un.
espantapájaros”.5 ¡Cuán triste sería si, al final de nuestra vida. Las plumas coloridas nos recuerdan muchas y muy dife-
—al presentarnos ante la luz vivísima de Dios, la verdad rentes figuras: el físico escultural de aquel que modela sus
infinita—, llegásemos a la conclusión de que toda nuestra vida músculos con el mismo esmero con que el adolescente
fue una farsa y toda nuestra personalidad una máscara de acomoda su cabello frente a un espejo; el cuerpo que se
cartón! exhibe en la playa con la misma vanidad con que la modelo
desfila en las pasarelas de la moda, o incluso la actitud de esas
“muñecas deslumbradas” —sean hombres o mujeres— que
5 ApudF. Pérez-Embid, Forjadores del mundo contemporáneo, v. III, están continuamente contemplándose a sí mismos como
7a. ed., Barcelona, 1971, p. 141. Narciso en el espejo de las aguas. La cola llamativa del pavo
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18 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 19
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se nos aparece en nuestro vivir cotidiano bajo la forma de to, con la potencia del automóvil, con el excesivo adorno del
automóvil vistoso, de apartamentos lujosos, de reuniones lenguaje y hasta con las falsas virtudes, las estrechas dimen-
de alta sociedad y de los brillantísimos espectáculos de la siones de la propia personalidad.
moda.
El brillante aspecto del pavo es la máscara de una perso-
Cuántas veces hemos visto desfilar ante nosotros, en la nalidad atrofiada, que esconde la pobreza del ser con la
pasarela profesional, a aquellos que gustan de ser denomina- riqueza del tener o del aparecer.
dos “vanguardistas geniales”, “progresistas revolucionarios”,
“modernistas”, “pioneros del progreso”. Lo importante, para El presentadorinvita al pavo a retirarse, alegando que tiene
ellos, no es decir la verdad, sino formular lo que “creen que otros personajes que exhibir, pero el pavo no obedece. Co-
está bien”, o lo que está “insertado en el contexto”. Lo que mienza a dar vueltas rápidas en torno de sí mismo en cuanto
realmente les importa es, como se dice ahora, estar dentro escucha los aplausos, y parece que le oímos decir en un mur-
y evitar a toda costa permanecer afuera. Por eso, hacen mullo de satisfacción: “Aplaudan, aplaudan más; yo vibro
. uso de un vocabulario moderno con resonancias sonoras con los aplausos, los aplausos son los que me dan vida.
—“estructuralismo”, “dialéctica conjuntiva”, “ecosistema”-— ¿Ustedes gustan de mí? Es natural, muy natural; yo también
o con una semántica snob —back-ground, feeling, design, gusto. de mí, especialmente de mi cola”.
check-list, handicap—. Piensan estar dando así una imagen
de intelectual brillante o de joven ejecutivo estadouniden- Por fin, el presentador no tiene más remedio que empujarlo
se, de un yuppie; pero quien conoce la realidad esquelética fuera de la pasarela por la cola.
escondida por detrás del refulgente plumaje —su inconfesada
.¡ignorancia— percibe que están pura y simplemente haciendo
un papel ridículo. El camaleón
Sí, ya observamos muchas veces ese desfile en las aulas ¡Qué contraste! Sube ahora a la pasarela una imagen extra-
universitarias, en los salones de moda, en los clubes que dan “fa; parece un animal antiquísimo en miniatura. Pero lo más
estatus. extraño es que, a medida que se aproxima, va cambiando
lentamente de color: se presenta pardusco sobre el estrado,
Hay, en esas actitudes y en otras muchas que aparecen en rojizo cuando pisa el tapete, verde cuando se coloca frente a
todos los terrenos (en el deporte, enlas finanzas, en la política las plantas que sirven de adorno,
y en la vida religiosa), un cierto complejo de inferioridad
escondido y disimulado, una voluntad de querer brillar y El camaleón defiende su debilidad utilizando un recurso
aparentar-lo que encubre un verdadero raquitismo interior. natural —el mimetismo—, que lo identifica con el medio en
Parece que se quiere compensar con el lujo del departamen- que se encuentra. Hay muchos hombres que usan esta
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20 Rafael Llano Cifuentes “Vidas sinceras 21
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máscara: cambian de color ideológico, profesional, político o en el entrepiso de su alma varios sistemas métricos, diversos
religioso de acuerdo con el ambiente que los rodea. Están patrones de pesos y medidas que utiliza para favorecer a unos
siempre del lado del más fuerte o de la mayoría; son progre- y engañar a otros.
sistas entre los progresistas, conservadores entre los conser-
vadores, descarados entre los descarados, moderados en la En ciertos ambientes, se valoriza esta actitud como pru-
casa de los abuelos, fervorosos en un ambiente de iglesia. dente, política, diplomática; se dice que revela juego de
Son de una forma en la familia, de otra en la escuela, en el cintura, habilidad, cuando en realidad se debería juzgar como
grupo de amigos, -o en la playa, y de otra muy diferente poco noble, poco íntegra. Porque ese hombre poliédrico,
cuando están solos. Son multiples, plurivalentes: tienen una escurridizo como una anguila, que en apariencia es una
máscara polifacética, y con eso acaban por perder la perso- especie de “héroe de la habilidad”, es en realidad un astuto
nalidad. mañoso, un ridículo comediante, un gran payaso.
Cuando el camaleón toma el color de la superficie en que Es poco brillante la presentación de esta imagen, pero
se encuentra, se adapta a su medio para sobrevivir. El quien se esconde detrás de ella poco se valora: en el fondo
hombre, algunas veces, se adapta por prudencia; pero otras de su rostro, tras una sonrisa irónica, parece decirnos: “Estoy
muchas por cobardía, por mediocridad, por el deseo de engañando a todos. Olvida lo que pasó, lo importante es.
agradar a todos, por astucia ladina o por ambición. Pero casi pasar desapercibido; pero al fin seré victorioso. Quien ríe al
siempre compromete, de esta forma, su coherencia, si es que último, ríe mejor”.
no deforma su personalidad, Es el caso del cristiano que vive
inseguro, que tiene miedo de comprometerse en ambientes
El león
adversos con recelo de ser tachado de santurrón o de
hipócrita, y no hace otra cosa que aumentar el grupo de los
Ahora irrumpe en la pasarela, con actitudes decididas, un
indefinidos y amorfos, por no decir de los cobardes. felino de gran porte. Con ferocidad muestra ostentosamente
sus garras y sus dientes. “Es un león”, grita el público. La
El camaleón sabe jugar astutamente con la omisión culpa- imagen es perfecta. Encarna la agresividad terrorífica del rey
ble y el silencio, con la actitud escurridiza y ambigua; se in- de la selva.
clina por la opinión o por el grupo que llegue a favorecerlo
más, espera que las discusiones lleguen hasta el final para ¿Qué esconde por detrás esta máscara? La pregunta me
después apoyar el punto de vista que haya vencido; coloca evoca otro desfile, un desfile de figuras carnavalescas al que
delante un porta-voz, una frente de hierro para evitar que- » “acostumbraba presentársenos los días de fiesta en cierto
marse personalmente; gusta, con frecuencia, quedar en la pueblo, donde de niño pasaba las vacaciones. Me asustaba
sombra para aparecer sólo en el momento del triunfo; tiene principalmente el gigante, que tenía una cabeza inmensa; se
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22 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 23
acercaba a mí en una actitud desafiadora, como si quisiera cuantitativamente sus “aventuras amorosas” para compen-
devorarme, y yo siempre salía corriendo. ¿Quién estaría sar la carencia cualitativa de una auténtica virilidad.
. . . . . . .f- 6
nueva compañera está ocultando de esa forma el malestar pregunté: —“¿Usted ve algún caballo en esta sala?” —“No.
que siente en su intimidad. La persona que presenta la ¿Por qué me hace una pregunta tan extravagante?” — “¿Usted
homosexualidad como la “elevada expresión de sensibili- gastaría algo de su inteligencia y de su tiempo para demostrar
dad” dela cultura griega o de la inteligencia de algunos genios que aquí no hay un caballo?” —“No. ¡Sería absurdo!
artísticos, en el fondo pretende sólo hacer callar los remordi- “¿Entonces por qué gasta tanta energía para intentar de-
mientos de su conciencia ante sus desviaciones sexuales. mostrar que Dios no existe? Si usted estuviera bien conven-
Aquel que se jacta de sus experiencias amorosas acostumbra cido de eso, ni se acordaría de decirlo, ¿No será que insiste '
en realidad ser un fracasado en ese campo. en hablar de ello porque, en el fondo, tiene serias dudas de
que no exista?” Eljoven quedó blanco. Selevantó de un salto
Gregorio Marañón, en su conocido ensayo sobre “Don y salió disparado, mientras decía: -“No tiene que convencer-
Juan”, estudió en profundidad la vida de Juan de Vilamedia- me! ¡No tiene que convencerme!”
na, que fue el personaje real que Tirso de Molina aprovechó
para describir la psicología del conquistador. A través de ese
estudio, y del de otras vidas paralelas, llegó a la conclusión de
que el tipo donjuanesco es una personalidad de virilidad $ Cfr. G. Marafñión, Don Juan, 4a. ed., Espasa-Calpe, Buenos Aires-
dubitativa: se siente de alguna manera obligado a repetir México, pp. 68-72 y 96-101.
24. Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 25
Pobre máscara de león. No percibe lo que ya sabemos: propia del verdadero amor. Cuánta razón tiene el viejo
detrás de su larga melena, de sus afilados dientes y de sus
proverbio que dice: “¡Quien desdeña, quiere comprar!”
garras potentes, se esconde un hombre pusilánime, una
pobre criatura insegura y arrinconada, que defiende su La ironía, por ejemplo, representa casi siempre un ataque
debilidad atacando con fingida ferocidad. indirecto. Es la táctica de quien se siente herido en su
vanidad, en su orgullo, y teme el ataque frontal porque no
quiere oír una réplica humillante, pero también no es capaz
La zorra de reprimir su deseo de quedar por encima. En este conflicto
opta por la solución disimulada, “de zorro”: el chiste ardido.
Ahora entra repentinamente, sin ser llamada, una zorra de Esto explica en muchos casos la frecuencia con que se
ojos verdes y mirar astuto. Su actitud es ladina: no avanza en maneja esa arma en la ausencia de la persona apuntada,
línea recta, sigue siempre direcciones oblícuas, y nunca mira impedida de defenderse. La clandestinidad, la acción escon-
a los otros de frente. dida, las alusiones indirectas, son todas ellas una máscara
protectora de la cobardía del hombre irónico.
Quien describió muy bien esta máscara fue La Fontaine,
en su conocida fábula. La zorra deseaba comer aquel sucu- Cuántas crisis de fe, que aparentemente tienen su origen
lento racimo de uvas; se esforzaba una y otra vez, sin en motivos de índole intelectual, encuentran sus verdaderas
conseguirlo; hasta que, agotada por sus repetidas tentativas causas en razones mucho menos puras, menos “racionales”
se alejó diciendo: “Bah... están verdes”. y más emotivas y pasionales, pero hábilmente disfrazadas.
Me acuerdo al respecto de una conversación que tuve cierta
vez con un estudiante de medicina. Es tan significativa que
.
en-el pequeño círculo familiar: “Con esas maneras tan libres, Me decía que tenía serias dudas sobre la divinidad de
cualquier muchacha conquista hoy a un joven. En mi tiempo Jesucristo. —“Pero, ¿por qué?” —“Porquelefen un libro de re-
no era así, no”. Es el perezoso que critica a su amigo que es ligiones comparadas que Cristo se inspiró en la doctrina de
un buen alumno, diciendo que es un “barbero”, “egoísta”, Mahoma”. —“Pero ¿no sabe usted que Mahoma vivió en el
“predilecto” del profesor, cuando en lo íntimo es él quien se siglo VI! después de Cristo? “Me oyó por un largo tiempo y
siente fracasado por no destacar en los estudios. Es el joven después, lleno de verguenza, me dijo que en realidad estaba
que hace burla de un amigo porque se enamora limpiamente intentando justificarse. Tal vez hubiese confundido a Mahoma
porque vive la castidad, y dice de él que es “poco hombre”, con Buda. Que últimamente estaba en una situación muy
difícil. No conseguía zafarse de una divorciada que no se
cuándo en realidad está escondiendo el deseo íntimo de
poder tener también
separaba de él ni de día ni de noche. En aquel momento,
aquella alegría, aquella vibración tan
comenzó a sollozar.
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ai a ia E . oe.”
26 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 27
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28 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 29
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tos es una garantía de veracidad; pero para los que tienen avestruz, las orejas de zorro y las plumas de pavo. “¡Señoras
la
autenticidad de pensar con la propia cabeza, por el contrario, y señores, dice, les presento la máscara de las máscaras!: una
las ideas son verdaderas o falsas por su valor intrínseco. máscara tan perfecta que encubre todas las otras, una máscara
tan falsa que engaña hasta el propio enmascarado. ”
La responsabilidad es siempre personal, intransferible.
Nacemos solos y morimos solos; seremos juzgados, salvados Un aplauso fuerte e interminable resuena en el auditorio,
acompañado de manifestaciones evidentes de satisfacción.
o condenados individualmente. En el momento supremo en
El presentador vuelve a colocar la máscara, y el pavoroso
que cada uno de nosotros encare la verdad infinita de Dios,
animal se convierte nuevamente en aquella figura agradable
¿de qué podrán servirnos las sonrisas de aprobación de los
y sonriente, que comienza a andar con desembarazo por la
amigos, las disculpas de los compañeros de grupo? ¿Podrán
pasarela, a contar anécdotas divertidas, a cantar maravillosa-
acaso justificarnos, disminuyendo nuestra responsabilidad
mente. Poco a poco, los espectadores se van olvidando de lo
en la verdad amorfa de la manada? e que vieron debajo de aquella máscara y comienzan a comen-
tar: “¡Pero no es posible! Tuvimos una alucinación. Este
hombre es realmente encantador...”
La última máscara
El presentador estáradiante: “Conseguimos lo que preten-
El presentador mira el reloj, observa una cierta impaciencia díamos: engañar a todos. Realmente ésta es la máscara de las
entre los espectadores y promete terminar cuanto máscaras.”
antes el
32 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 33
¿Qué actitud humana correspondería a este el caso personal de su maestro.? Los estudios hechos sobre
tipo tan
sofisticado de máscara? Las muchas y diversas actitu la personalidad de J. J. Rousseau revelan que su teoría
des que
tal vez se pudiesen definir con las palabras dirigid educacional, presentada en la obra L“Emile, era resultado
as por
Kierkegaard a un amigo: “Tu función principal de los traumas de su infancia.” Sería largo y enfadoso multi-
es la de en-
gañarte a ti mismo, y parece que lo consigues, plicar los ejemplos, pero la vida y el pensamiento de un
porque tu
máscara es de las más enigmáticas”.? sinnúmero de autores da razón a lo que escribía Étienne
Gilson: “Cuesta aceptar la verdad clara y simple; por eso las
Hay personas que, por un exagerado mecanismo de personas prefieren inventarla. ”* ¿Comprendemos hasta qué
amor
propio, por el delicado camino de racionaliz punto el orgullo humano —y su fatal consecuencia, la falta de
ación y de
justificaciones, llegan a convencerse de que sinceridad— puede deformar la vida personal y hasta la propia
lo verdadero es
falso y de que lo falso es verdadero. Utilizan de historia humana?
manera tan
hábil el arte de justificar los propios error
es, de tejer y
o
entretejer motivos y disculpas, que se convence Fernando Pedreira explica la misma idea a través de un
n de tener la
razón. Es como si alguien se contara a sí mism pequeño acontecimiento: “Hace tiempo conté la historia de
o una mentira
eee
tan bien contada que llega a creer que era verda una gentil amiga mía que se sometió a una cirugía plástica en
d; o, por lo
menos, se comporta como si lo fuese. la nariz. Pasados algunos días y retirados los vendajes, fue el
:
e
difíciles sistemas
de pensamiento para justificar una posición perso Puede acontecer, por ejemplo, que un católico tenga
nal. Aquí se
verifica lo que tantas veces se repite: “Quien dificultad en aceptar o vivir la doctrina de la Iglesia sobre
no vive como
piensa, acaba pensando como vive.” Cuando algún punto, como la castidad, la fidelidad conyugal, la
no se acepta
el orden objetivo creado por Dios —el conju indisolubilidad del matrimonio, la ilicitud de los anticoncep-
nto de normas
morales— porque es contrario al modo como tivos, y que, en lugar de luchar con empeño y sinceridad por
se vive, acaba
por inventarse un nuevo orden, una nueva moral
, una nueva
verdad adecuada al propio comportamiento. $ Ch. Baudouin, La obra de Jung y la psicología de los complejos,
Madrid, 1967, p. 82.
La historia humana está repleta de ejemplos 2 - A. Saloni, Rousseau, Miláo, 1949, pp. 54-57.
significativos. 10 A. Livi, Etienne Gilson: filosofía cristiana e idea del límite crítico,
Jung llegó a demostrar que la inmensa teoría
pan-sexualista Pamplona, 1970, p. 91; el significado que atribuimos en estas páginas
de Sigmud Freud era una “super-estructura”
que justificaba ala “máscara de las máscaras” aparece plenamente evidenciado en B.
Scharístein, Los filósofos y sus vidas, Madrid, 1984, pp. 203-219.
7 Apudd. Collins, El pensamiento de Kierkegaar 1. Fernando Pedreira, en Jornal do Brasil, 23.01.1977.
d, México, 1958, p. 163.
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3.4
Rafael Llano Cifuentes
Vidas sinceras
35
vivir esa doctrina cambiando de
comportamiento, procure
por el contrario permutar de doct Todo acaba en el miércoles de ceniza*
rina, componer una teoría
que justifique su conducta. Si, por
egoísmo, no quiere tener
hijos, apela a la inminente expl
osión demográfica, que pone El desfile de máscaras —el carnaval- llega a su fin. José, “el
en riesgo la propia sobrevivencia trabajador” ya tiró sus ropas de satín y la peluca de Luis XV,
de la humanidad. ¿Qué está
haciendo? Simplemente, bus y siente de nuevo en las manos el duro pico de operario. La
cando otro espejo, un espejo
que refleje aquello que quiere empleada doméstica dejó de ser hada o la reina de Saba y
ver.
volvió al cansado trabajo de la despensa. Es la vida real.
Es por eso también por lo que
determinados teólogos y
«Sacerdotes son tan solicita El resto era puro carnaval, Pero todo acaba en el miércoles,
dos: porque dicen exactamen
que muchos te lo como dice una de las canciones consagradas de Vinicius de
quieren oír. Se comportan
como los malos
médicos que, en lugar de deci Morais:
r la verdad dolorosa, dicen
mentiras piadosas que los Pacien
tes quieren oír. Hace ya más
de dos mil años que Sócrat La tristeza no tiene fin.
es decía al sofista Gorgias: La felicidad, sí.
Siempre será menos popular
4 .
A
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Rafael Llano Cifuentes
Vidas sinceras
32
hoyo las lentejuelas, desarregl
arse, despintarse, desafeitarse
confesar llanamente lo que La sinceridad interior
fue o lo que dejó de ser! Por
en suma, ya no hay vecinos ni conoci que
dos; no hay enemigos
ni extraños; no hay butaca, El Santo Tomás dice que “la sinceridad es la virtud que hace que
mirar de la opinión, ese mirar
agudo y judicial , pierde su fuerza, en cua nos manifestemos exteriormente, en las palabras y en las
territorio nto pisamos el actitudes, aquello que somos interiormente, en la medida en
de la muerte. Señores vivo
s, no hay nada tan
tnconmensurable como el des que lo exigen las relaciones humanas”.1* Para que dejemos
dén de los fallecidos”12
transparentar exteriormente lo que somos por dentro, nece-
das palabras un tanto amarga sitamos en primer lugar hacer transparente el mundo íntimo
s nos
presentan una reali-
Cee más profunda y más amable de nuestra conciencia. La falta de sinceridad exterior es una
que deberíamos considerar
nuamente y que fue como un consecuencia de nuestra insinceridad interior.
axioma en la vida de San
laneisco de Asís: ¡Yo soy
lo que soy frente a Dios, y
nada De eso nos habla claramente San Bernardo, estableciendo
a
los diversos grados por los cuales se llega a ese estado de
Dios nos ve como somos. obstáculos: “El primero es cuando disimulamos la propia
No podemos hacer teatro fre
a El. Un día, Dios nos Pen nte debilidad, la propia inequidad y el propio fracaso, cuando el
etrará con su verdad infi
invadirá con nita nos hombre se engaña a sí mismo autoperdonándose y auto-
su luminosidad radiante,
y nosotros toda la
humanidad, nos conocerem consolándose. El segundo es la ceguera y la ignorancia que
os como realmente somos
como aparentamos ser a y no tiene de sí, porque después de que, en el primer grado, cosió
través de nuestros fingimien
nuestras máscaras. Veremo tos , de el despreciable vestido de hojas de papel para cubrirse, ¿qué
s la verdad substancial.
hay más lógico que no versus llagas, especialmente silas tapó
Cuando un hombre en est con el único fin de no poderlas ver? De esto se sigue que
a vida vive de verdad pod ulteriormente —aunque las descubra otra persona— defienda
mos decir parafraseando ría-
a Machado de Assis— “iq
ahogo, qué libertad, qué ué des- insistentemente que no son llagas, dejando que su corazón se
tranquilidad, qué paz qué
rencia!” Una persona así, transpa- abandone a palabras engañosas buscando excusas para sus
auténtica, limpia, de la cual
podemos esperar una rea siempre pecados. ”**
cción coherente, sin disimu
nes, es una persona que atrae y arr
lacio-
astra! Esa mentira interior nos lleva a sufrir con frecuencia de una
miopía con respecto de nuestras virtudes. Una miopía muy
d e , exquisita que, alguien dijo, hace que “observemos inmedia-
tamente la culpa ajena, pero que sólo percibamos con
2 M achado de Assis , Memorias
póstumas d e BrásÍ Cub
1962, pp. 69-70. Existe la versión á
en español. ¿00 So Paulo, Cfr. Sáo Tomás, Suma Teológica, l-II, q. 109, a. 3, ad. 3.
1 Sáo Bernardo, In Psalmis XC, Sermo ll, 8.
¿O O
40
Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras
4
dificultad la propia. Un hombre
es imparcial en la causa “No se mete con nadie.” Es como el sujeto que estaba con-
ajena, pero se perturba y altera en la pro
pia causa”,15 duciendo por el periférico, oyendo la radio. De repente, vio
un carro pasar a toda velocidad en sentido contrario en la
Eliminar las disculpas y las jus misma vía que él. “Loco irresponsable”, pensó, “es por eso
tificaciones
que suceden los accidentes”. Poco después, pasó otro auto,
Esa extraña manera de ver y otro más. “¡Pero no es posible! Vivo en un país de locos. Por
las cosas se verifica dentro
nosotros a través de
de las disculpas, de las justificaciones, de los eso México no va hacia adelante.” Súbitamente, la radio
bloqueos y cegueras voluntari interrumpió la transmisión para decir: “Aviso alos conducto-
as, No pocas veces encontra-
mos un chivo expiatorio en una res. ¡Cuidado! Hay un automóvil en el periférico avanzando
discusión familiar, la culpa no
es nuestra, sino del otro cón
yuge; en un choque de aut
omó-
en sentido contrario.” Y nuestro conductor respondió inme-
viles, el error fue cometido
por el otro conductor: en diatamente en voz alta: “¿Cómo que un automóvil? ¡Un
concurso público, la reprobaci un
ón fue causada por la corrup mundo de ellos! ¡Son todos unos irresponsables!” Luego de
ción reinante: “nadie entra -
sin «pistola»”. El problema seguir, oyó la sirena de la policía que lo detuvo. Era él quien
las estructuras, del sistema, es de
de la escuela, del condominio, iba en sentido contrario.
síndico. Y así sucesivament del
e, ¡Son los otros! ¡Siempre
otros! Yo soy el que tiene los
la razón. Ese tipo de personas es como la tierra pisada a lo largo del
camino de la que habla la parábola del Sembrador (Mt, 13,
Parece que nuestro pobre
ser, del cual sentimos tanta 4): dura, cerrada en sí misma, hermética. La simiente cae y
pena, necesita consuelos: no pod resbala. Es una tierra que no está capacitada para recibir la
emos maltratarlo diciéndo-
le la verdad desnuda y cruda. riqueza que la tornaría fecunda. Cuántas veces esa
¡Cuidado! Puede quedar
traumatizado. Y así, impercept
qEOCgTgAKXA AEAÁAÁA
iblemente, nos vamos contan autosuficiencia orgullosa —esa falta de sinceridad interior— no
doa nosotros mismos esas -
pequeñas y grandes mentiras es la gran responsable de nuestra esterilidad!
nos permiten que
vivir satisfechos con nosotros en un mundo
interior acolchonado, benign Por el contrario, qué alegría tuve al verificar el cambio de
o y engañador.
actitud de una persona determinada que me pidió que la
Esa autosatisfacción, o aut orientara espiritualmente. Siempre tenía argumentos análo-
oconvencimiento, configura
veces un tipo humano de cier a gos a los de ese conductor para justificar su conducta
ta forma hermético cristaliz
en sí mismo, que difícilmente acepta
ado explosiva: “Es que mi mujer es tan desorganizada que dejaría
una
corrección o un a cualquiera irritado. Es que usted necesita conocer a mi
consejo, y que el vulgo des
cribe con Una frase muy ace
rtada: vecino; no es posible vivir en paz a su lado. Pero, con ese
15
Sáo Joáo Crisóstomo, Cat tránsito, la gente queda con los nervios a flor de piel.” Un día,
ena aurea, vol. VI, p. 132.
sin embargo, después de llamarle la atención por su defecto,
42
Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras
43
Pasó a conjugar el yo al contarme sus faltas: “Me
irrité con el “Ya sabía; pero, en aquel momento, la certeza que yo
chofer, pero fue toda mi culpa. Llegué a la concl
usión de que estaba manteniendo estirada, objetiva, ante mis ojos, saltaba
soy quien provoca, al menos en parte, el desor
den de mi bruscamente sobre mi pecho. O mejor, sobre mi estómago.
esposa”, y así sucesivamente. Ahí estaba un
hombre que se Me parecía haber engullido aquello. Y observaba a mi
iba conociendo y, por lo tanto, era capaz de
rectificar, de alrededor un mundo diferente. Ahí estaba la balanza, la
corregirse.
cama, el crucifijo [...] Todas las cosas en el mismo lugar, con
las mismas propiedades que tenían hace poco, media hora
Saber y toma de conciencia
atrás, cuando yo pertenecía aún a la especie, a la orgullosa
Por cobardía o por comodidad, no pasa especie de gente que vive con la falta de certeza. Para mí,
mos de la verdad entre tanto, todo cambió. El mundo quedó moribundo,
teórica a la verdad práctica: no queremos
tomar conciencia pálido, seco; el universo iba a morir. 16 El saber dejaba a ese
de las cosas para no sentirnos incómodo
s.
hombre enfermo en una especie de ignorancia alienante;
No es lo mismo saber y tomar conciencia. adquirir conciencia lo derrumbó.
Sabemos
muchas cosas, tomamos conciencia de pocas
.
Nuestro deseo de tomar conciencia debe, pues, llevarnos
Tomar conciencia es conocer, de cada verda á hacer que la verdad pase de la verdad objetiva, alejada de
d, sus moti-
VOS, Sus precedentes, sus circunstancias
y especialmente las nosotros, hacia la realidad encarnada, que salte de la frialdad
consecuencias personales que ella acarrea
NR
para cada uno de del raciocinio hacia el fondo de nuestro pecho, que muerda
ma,
X<O
nosotros.
nuestro corazón, que sea digerida por nuestro estómago.
Gustavo Corcáo, en Lecciones de abis
mo, nos da un El conocimiento propio
ejemplo sumamente expresivo, El protagon
A
ista de su historia
recibió del médico un diagnóstico fatal: Pasar de la verdad teórica a la toma de conciencia práctica,
un cáncer incurable.
Pero se rehúsa a tomar conciencia de ello: vivencial, superar las disculpas y justificaciones y esos otros
“Yo ya lo sabía.
Sabía con certeza lo que significaban muchos engaños que nuestro orgullo —-maestro en el barroco
los leucocitos y los
mieloblastos. Sabía con certeza, que mi arte de disimular y escamotear la verdad— exige un trabajo
caso es muy grave,
De muerte. Pero aun conseguía mantener esa certeza sepa- profundo de conocimiento propio.
rada de mí. Con calor en el rostro y el alma
en tumulto, yo aun
soportaba bien la objetividad del hecho, Peor La sabiduría clásica consideraba al axioma agnosce teipsum
sería, y yo tenía 00
miedo, cuando ella saltara sobre mí Tenía —conócete a ti mismo— como el punto de partida de cualquier
miedo de salir del -
consultorio, y de encontrarme en la
calle, solo conmigo A humana.
filosofía
mismo y con el hecho, la certeza
que ya preparaba su
cuchillada para morderme el corazón L..] Gustavo Corgáo, Leg0es de abismo, Río de Janeiro, 1962, pp. 31-34.
O AS E OAe A ie e
44
Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 45
Co
|]
Sócrates se empeñó a fondo en la tarea de conocerse a sí hijos de Dios a que somos llamados, de ser creados a su
mismo. En cierta ocasión, un filósoto sofista comenzó a decir imagen y semejanza. Así, entendemos que los hombres que
públicamente que el gran Maestro, “el sabio”, estaba en la gúieren conseguir la perfección evangélica gusten de repartir
Y realidad lleno de orgullo, de envidia, de sensualidad, de las palabras dé Bartimeo, el ciego de Jericó: Domine, ut
Y
O.
S
Y
pereza. Todos los discípulos comenzaron a protestar, a videam, “Señor, que yo vea” (Lc, 18, 41).
defenderlo, y el único que quedó callado fue el mismo
| Sócrates. Al fin dijo: “Él tiene razón, yo tengo todos esos En todos los países, en tiempo de guerra, se establece un
|Kde mí”
defectos; es verdad que estoy luchando para superarlos y por fuerte y costoso servicio de información para descubrir los
eso no se perciben exteriormente, pero ellos están aún dentro secretos del enemigo, con el fin de evitar ataques de sorpresa
1
los Za. ed., Caderno Temas Cristáos, n. 15, Quadrante, Sáo Paulo, 1988.
46 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 47
120
dormirnos, vamos conociéndonos cada vez más, y consegui- a los fariseos —tipo de la religiosidad hipócrita— raza de
MOS, poco a poco, una mayor sinceridad con nosotros mis- víboras y sepulcros blangueados (cfr. Mt, 12, 32; Mt. 23, 27),
mos. Por el contrario, quien no tiene ese hábito, está ciego porque cuelan un mosquito y tragan un camello (cfr, Mt. 23,
con respecto de sí mismo y, si tiene responsabilidades como 23-24).
jefe de familia o en su trabajo profesional, es un ciego
que
o 02
guía a otros ciegos (Lc. 6, 39). Existe una especie de cristianismo burgués, sosegado,
sumiso, moderado, que entiende muy bien cómo vivir pací-
taza
cial
E
48 Rafael Llano Cifuentes
Vidas sinceras 49
prermatrimoniales,
ala masturbación, etc— nunca fuéron.
? ss, SE
¡ Vi cuando afirmaba: “La duda —parece No se puede hablar sobre la verdad de Dios de manera
extraño decirlo en
nuestro siglo iluminista, orgulloso y segu tibia; melancólica, insegura. Las verdades del cristianismo se
ro de sus conquistas
y científicas— es una enfermedad contagio apoyan en la propia autoridad de Dios que revela y que no. _
sa y muy difundida
/ en el pensamiento especulativo, y por puede engañarse ni engañarnos. El nunca quiso dejarnos 2x0
eso también en lo
t religioso de nuestro tiempo [...]. abandonados a un estado nebuloso, indefinido, de dudas y y
falta de certeza.
“El estado mental de duda se ha converti Aé
do en algo común
y casi de moda hoy en día, como una Cuando un médico está convencido de que determinado
elegante modestia de
pensamiento, satisfecho emitiendo Opin tratamiento puede salvar la vida de un ser querido, no
iones sobre la verdad
y dispuesto a substituir empíricament
e las exigencias lógicas
permite que el tratamiento sea aplicado tímidamente, de
de una doctrina segura porlos lugares forma incompleta; ¡va al fondo!
comunes de la menta-
lidad corriente: de ahí que produzca
efectos graves e impre- ¿Qué quieren esos cristianos que tienen obligación de
visibles, 1?
transmitir las verdades eternas que conducen a la salud
/ El cuestionamiento no es el destino de espiritual? ¿Sacrificar las certezas del Magisterio de la geo
la inteligencia a sus dudas particulares? ¿Decir medias verdades, dejan O
| humana; es una situación provisional Y nadie construye su.
; casa definitiva que las almas se arrastren en sus enfermedades espirituales,
en un lugar de paso. Debemos cimentar
nuestra personalidad con fundamentos sólid en una situación de media salud, de media vida y de media
os, no con enun- muerte? ¿Permitir que el metabolismo espiritual delos que les
ciados ambiguos. 77 —7]7]]———
A
piden consejo quede condenado a una debilidad y languidez
Esas mismas personas se sorprenden de que crónicas, que su anhelosa respiración sobrenatural les oxigene
haya ambien- su organismo? ¿Qué desea ese tipo de personas: dejar que las
tes
religiusos en que se habla_de ma era
clara y firme de almas oscilen entre un poco de verdad y un poco de error;
temas que para ellos son cuestionable
PITA =
s, Encu entran eso ¿Entre un poco de pecado y un poco de virtud? ¿Entre un
“poc 37
o honesto”,
TIC .
artificial”,
A _— _
“excesivamente_ __
agresivo”. Y no poco de vida y un poco de muerte?
deberían sorprenderse orquV
e e esas
82rverd
dades
ad—co emo
com o lala
s
En esta última década del siglo XX padecemos de una :
12 Paulo VI, Alocución, 13.11.1974. enfermedad sociaHde"agudisima Sravedad: "una pavorosa af,
— - ó$ e
EAT TT
5
2 53
Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras
crisis de valores; vivimos en un mundo sentimos el imperativo de llamar a las cosas por su nombre:
melancólico que
perdió los grandes idea
lasle
verds,
aderas maestras. Vivimos a la verdad, verdad; a la mentira, mentira; ala virtud; virtud;
en un mundo de relativismo donde todo se alpecado, pecado. Si no lo hacemos, rebaj inteligen=--
justifica, todo se
disculpa, porque no se cree en nada. _cia, nuestra facultad más noble: Nossepararmos
de Dios y, sin — GS
Dios, perdemos nuestra identidad.
¡No podemos permitir que alguien traiga al Na
corazón de la
Iglesia esa niebla de perplejidad y de
ambigiiedad amorfa! Pío XII, al hacer un análisis delas enfermedades de nuestra
Tenemos que luchar con todas las fuerzas para
que podamos época, decía “tal vez hoy el mayor pecado del mundo sea que
irradiar “el esplendor, la seguridad y el calor
del sol dela fe”, 20 los hombres perdieron el sentido del pecado”.*! El pecado es
- Tenemos que mirar de frente la verdad,
buscar vivamente el justamente lo que más nos desvincula de Dios, sumergiendo
rostro de Dios y dilatar nuestras pupilas
para sumergirnos en al hombre en las tinieblas. Reconocerlo en toda su dimensión
el amabilísimo mirar del Señor, y terminar apas
ionándonos exige una humildad que no cabe dentro de ese moderno
por esa Verdad Infinita que es al mismo tiem
po la infinita humanismo antropocéntrico que considera al hombre como
belleza de Dios.
el astro.del universo y todos los otros seres —incluso Dios—
El Señor siempre proclamó la verdad de mane como satélites,
ra nítida, y
los hombres de Dios de todas las épocas hicie
ron eco de ella Son varios los expedientes de los que el orgullo se vale para
como fidedignos transmisores. Ellos enca
rnaron esas verda- evitar el reconocimiento del propio pecado: querer negar la
des, las sintieron en sus vísceras de
tal forma y con tal objetividad de los mandamientos divinos; querer subjetivizar
intensidad que no podían silenciarlas.
Eran verdades que la noción de la ofensa a Dios —“Para mí, eso no es pecado”;
desbordaban de ellos como las aguas desb
ordan de un lago “no siento remordimiento de conciencia”, etc.—. Querer atri-
“agitadas por el temporal.
buir la culpa a las estructuras sociales erradas, a las situacio-
, La verdad de Dios no es una verdad que nes políticas injustas, a los sistemas de educación trauma-
se pueda decir tizantes, a los recuerdos de la infancia, a las secuelas heredi-
tímidamente, tibiamente, ambiguamente; es una avalancha
de fuerza avasalladora. tarias, etc. Se restringe así —para no decir que se anula— el
concepto de responsabilidad.
Retornar a la luz
Esta actitud mental, además de representar un desconoci-
Necesitamos la luz, la claridad interior; miento que ofende a la ley divina objetiva, que debe ser
precisamos distanciar-
nos de todo lo que lleva a la ambigied reconocida y aceptada, torna al hombre opaco, enigmático,
ad, a la duplicidad:
22 Josemaría Escrivá, Caminho, 7a. ed., Quad
rante, SáoPaulo, 1989, n
575. Existe la versión en español: Edito 22 Pío XU, Alocución, 25.03.1950.
rial MiNos México. o
Sq
Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 55
A A
58
Rafael Llano Cifuentes
Vidas sinceras
39
¿Obramos también nosotros con esa sinceridad?
“Bella escena mineira: «En tanto el tren no llega, dos
Cuando se vive en la presencia de Dios, todo cambi hombres se encuentran en la estación:
a; es
imposible vivir la duplicidad.
—¿Para dónde va usted?, —quiere saber uno de ellos.
Si queremos dejar de hacer teatro, vivamos consc
ientes de
que Dios nos mira en todo momento. —Para Barbacena, —responde el segundo.
Huir de las ambigúedades —Ah... usted está diciendo que va para Barbacena para
que yo piense que va para Queluz, pero está dirigiéndose
Estoy seguro de que cada uno de nosotros podrí
a aumentar hacia Barbacena mismo». Y acertó”2
otros ejemplos que pondrían de manifiesto nuestra
tendencia
hacia la duplicidad bajo s-y+ s: las mentiras El lenguaje ambiguo abarca todas las capas sociales. Un :
directas, las frases de doble sentido, las ironías,
las lágrimas” amigo ingeniero me contó que en cierta ocasión pidió a un
y risas forzadas, el silencio y la verborrea, las exage
raciones tractorista que preparara determinada tarea para el fin de
ylas mintmizaciones de lá falsa diplomacia, malas
costum- semana; era urgente. El tractorista, que se. llamaba Mesías,
bres y las ambigiledades.
respondió: “Si Dios puede y me ayuda, voy a hacer un
Hay personas que parecen estar siempre en esfuercito. Sólo si no puede”. ¡Cuántas personas, con pala-
una situación bras más eruditas, van dejando, como Mesías, en las entre-
de atardecer: no son ni dejan ser; no afirman
ni niegan; no líneas de sus ambiguas afirmaciones, amplios espacios que
están a favor ni en contra.
pueden ser perfectamente ocupados por la irresponsabilidad
Quien conoce la lealtad y la hospitalidad de los mineiros,* o por la flojera: “Voy a hacer un esfuerzo. Sólo si no puede!”
nunca dirá que ellos son mineiros” en el sentido que
corrien-
temente se da a esa expresión. Tal vez sean más prude Nuestro comportamiento y nuestras palabras tienen que
ntes
que desconfiados. Leí, sin embargo, ser nítidas: “Sea vuestro, sí, síy sea vuestro no, no. Lo que está
en cierta ocasión, un
artículo titulado “Mineiridades” que trata perfectame fuera de esto procede del maligno (Mt. 5, 37). No podemos
nte esa evadirnos del sío del no con actitudes poco claras. El maligno
filosofía de la falta de claridad: “Muestre una tela compl
eta- que es, ya lo hemos dicho varias veces padre de la mentira,
mente pintada de rojo a un mineiro e indague cuál
es el color.
No se sorprenda, sin embargo, si le responde sabe revestirse de ángel de luz. La actitud mentirosa, que es
que blanco no
es [...)”. fea, puede tornarse agradable, angelical, a través de palabras
dulces, de ambigúedades armoniosas.
Mineiro es el gentilicio de los habitantes
que nacen en el estado
brasileño de Minas Gerais. (N. del T.)
Dícese de la gente que no habla cláro. (N. del
T.) 2 Cleusa María, “Mineiridades”, en Jornal do Brasil, 2.10.1984.
y
60
Rafael Llano Cifuentes
Vidas sinceras 6l
Siguiendo ese camino de la ambigiledad, hay quien afirma
auténticas mentiras diciendo sólo medias verdades. Se cuen- en una segunda naturaleza. El brasileño obtuvo la patente de
ta de un oficial de la marina que consiguió denigrar la imagen la posición de expectativa, que equivale a no hacer nada y
de su capitán escribiendo de vez en cuando en el libro de esperar a que los hechos se definan por sí mismos.
abordo: “Hoy el capitán no bebió”. Se pueden decir mentiras
“Se canonizó la simulación; lo que hace que nada sea au-
sin mentir directamente, cargando la tinta en alguno
s aspec- téntico. No se adhiere sinceramente a ningún principio —con
tos negativos, dejando en la penumbra otros más positivo
s, lo que, después de algún tiempo, deja de tener principios.
insinuando cosas que no están probadas, haciéndose eco de
críticas infundadas. “Se hacen críticas, a veces violentas, pues las palabras a
poco obligan; cien personas firman un manifiesto; pero
En nuestro medio crecen, como colonias de hongos, esos
cuando se trata de llevar la propuesta adelante, quedan diez,
especímenes grises de verdades incompletas. La habilidad
en alo mucho... [...]
el uso de las palabras permite que se diga la verdad incom-
pleta, para que el interlocutor piense que es comple “Hay, en todo eso, el simpático lado cordial de nuestro
ta,
cuando en realidad la verdad completa es muy diferente. temperamento. Pero no se puede llevar demasiado lejos la
El
incauto que lo escucha piensa: “Es sincero porque está di- diversión, so pena de sofocar en el punto de partida todas las
ciendo cosas que lo perjudican”. Pero, en realidad, está reformas posibles e imaginables. Sin un mínimo de carácter
callando la verdad que definitivamente lo incriminaría nose hacen regímenes duraderos —frase atribuida a Tiradentes,
: la
mentira está escondida en los pliegues de las palabr que al menos pagó con la vida por sus convicciones. "23
as
verdaderas,
No podemos dejarnos invadir por ese ambiente de ambi-
Esto puede parecer habilidad y sagacidad, pero en realidad gúedades. No podemos permitir que esas actitudes confusas
representa una falta de carácter. La personalidad human que se inclinan hacia un lado y hacia el otro queden incuba-
a
queda fundamentalmente deformada cuando no hay since- das en nuestro corazón: son como los virus que flotan en la
ridad. Lo decía un editorial de un periódico de Brasil, Jornal atmósfera cultural. Debemos acostumbrarnos a hablar con
do Brasil, de los años ochenta, titulado “La opera de los un lenguaje claro: rechazando la mentira, hablar con la ver-
vagabundos”. Elevaba a nivel nacional lo que vemos a nivel dad cada cual a su prójimo, porque somos miembros unos de
personal: “La crisis de nuestras instituciones es también una otros (Ef. 4 25),
crisis de carácter. Se sabe la importancia desempeñada
por
la conciliación en la historia del Brasil, que permitió
la Verdad en las palabras
convivencia sencilla de razas diferentes. ”
Hasta ahora no hemos hablado abiertamente de esa desagra-
“Lo que fue mientras tanto un expediente para darla salida dable palabra: mentira. Porque, como la mentira es muy
a nuestra aventura social se tornó con el tiempo, en un vicio,
Jornal do Brasil, 8.05.1982,
62 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras
63
0, -
grosera, la volvemos civilizada con sus diferentes máscaras, La vanidad y el orgullo nos llevan a mentir para encubr
, . ir
justificaciones y ambigúedades. nuestros defectos o para aumentar nuestras cualid
ades.
Cuando alguien desea ser admirado más de lo
que en
El niño miente, pero no “ha aprendido” aún a mente de realidad merece, cuando sabe que, si fuera a decir las cosas
forma pulida, como lo hacen las personas adultas : uca- como ellas son, no pasaría nada, exagera los hechos, defor-
das”. Quebró el vaso, y cuando el papá le pregunta o que ma la verdad para provocar la atención de los otros.
sucedió, dice: -“Se cayó, se quebró” —“Pero ¿cómose cayó: Es tán
fuerte el deseo de hablar para que los otros nos admir
¿Fue el viento o un fantasma?” El niño no sabe responder, no en.
tiene aún suficiente habilidad. Los adultos disimulan otrans- Cuando la envidia nos domina, cuando no se puede
so-
fieren la culpa a otros. Así aconteció con la primera nt portar que los otros sean más inteligentes, más fuerte
s, mejor
ya fue civilizada. Dios preguntó a Adán por qué había comido parados, entonces la mentira es el gran expediente
que me para
del fruto prohibido. Y respondió el hombre: la ne rebajarlos. l
ó :
diste por compañera me dio a comer de él y comí res
pues, Dios a la mujer: ¿Por qué hiciste eso? Y ponO q Cuando el amor propio se exalta en forma de irritación
o
mujer: la serpiente me engañó y comí (Gen. 3,12y ss). de agresividad, nos inclinamos también a esgrimir
la mentira
transfirió la culpa a Eva, Eva a la serpiente, y la serpiente no como arma para aplastar a los otros. Surge una discu
sión en
echó la culpa a nadie, simplemente porque no fue interroga- la casa, en el trabajo, en la escuela, entre el grupo
de amigos;
da. Si lo hubiese sido, su mentira sería aún mucho más se forma una rueda, quedamos en el centro de las atenc
iones,
engañosa, más “civilizada”. una palabra agresiva es rechazada con otras más
feroces,
Es una verdadera pelea de argumentos, una borra
Parece que aún resuena en este mundo, como si mese otro chera de
palabras, y la ira susurrá a la imaginación hechos
inmenso Castillo de Elzenor, la voz de Hamlet a o n no verídi-
cos, denigrantes. Un día más tarde, recapacitando
noticiero cotidiano, de las conversaciones en los escri nos, lo sucedi-
o negocios, en do frente a nuestra conciencia, sentimos una enorm
en los medios políticos, en la vida de los e ver-
gúenza: “¿cómo fui a caer en esa verborrea teatral
empresa: “¡Palabras, palabras, palabras! , cómo fui
capaz de decir tanta mentira?”
Son necesarias palabras, sin duda, pocas O muchas, po
auténticas, que salgan del corazón como la savia brota So 0 Cuando la flojera nos tienta, en el momento en que
se
fibra leñosa. Que sea nuestro sí, sí, y nuestro no, no. e o presentan los compromisos serios del deber, inventamos
que pasa de ese sí, y de ese no simple y nítido proce Me e otros “más serios”, incluso para que no tengamos que
maligno. Del maligno proceden la vanidad y el a mortificar nuestra comodidad.
envidia. la irritación, la agresividad, la flojera y el miedo de
errar, porque todos esos movimientos desembocan, si no son Por fin, el miedo de errar o sufrir nos conduce también a
denominados, en múltiples manifestaciones de mentira. mentir, buscando con ese recurso un escudo falso. Si conse-
6S
Vidas sinceras
64 Rafael Llano Cifuentes
Vivir la verdad
supone
guimos perder el miedo a equivocarnos —y esto
crecerá
siempre ganar en humildad—, nuestra fuerza moral Nosotros deberíamos formar parte de ese grupo de hombres
inmensamente. cabales, confiables, persuasivos. Si asílo deseamos, pacte-
n a decir
mos un acuerdo con nosotros mismos: no permitamos el
Hay personas o colectividades que se acostumbra menor desvío, la más sutil ambigiedad, la más inofensiva
A
o
pequeñas mentiras repetitivas, y cuando, en un determinad
o
, quieren
que seamos cristianos, que son aquellos en quien el sí es sí,
momento —por ventura en un momento dramático—
A A
impor- y el no es no.
convencer a los otros de algo verdadero y realmente
pero
tante, nadie cree en ellas. Podemos gritar trágicamente, Qué maravillosa sensación se experimenta cuando, al dar
nadie les presta atención. Perderán todo el poder persuasivo, la mano a un hombre, se encuentra un corazón noble, una
PR
palabra siempre es de honor.” mentira. Entonces me repitió muchas veces: «¡Tu lengua está
sucia, tu boca está muy sucia; es preciso lavarla!» Y de las
Éstos son los hombres que tienen poder persuasivo. No palabras pasó a la acción. Tomó un cepillo y un jabón y me
necesitan de adjetivos. Bastan los sustantivos, dio un fuerte lavado en la lengua y en toda la boca. Estuve
varias veces a punto de vomitar, pero mi padre proseguía. Yo
gritaba y él continuaba lavándome. Fue horrible. Pero aque-
66 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 67
llo dejó en mí un reflejo condicionado: cada vez que sube a conversaciones espirituales, hablábamos sobre
mi boca una mentira, sube también con ella un espantoso sus triunfos,
y especialmente sobre sus derrotas, que comenzab
an a
sabor a jabón y desisto. ” desanimarlo.
La meditación continua de las palabras y de las rectas Cierto día tuve una idea. Diseñé una lengua enor
me en un
actitudes del Señor —que nunca se doblaba ante cualquier rollo de papel bien comprimido, y la pinté de un color rosa
amenaza ajena o de lo que pudiese traerle una ventaja—, la horroroso, con manchas verdes simulando veneno; le mostr
é
reflexión profunda de lo que significará ese triunfo estruendoso el diseño y le dije: “Esta es tu lengua”. Dio una carcajada
y
de la verdad que invadirá todos los espacios en el día del protestó: “¡Es una exageración!” —“Es una exageració
n para
juicio, debería representar para nosotros algo mucho más ti; pero aquel compañero que perjudicaste la sema
na pasada
fuerte que aquel repugnante sabor a jabón que venía a la con tus mentiras no pensará lo mismo. Te la regalo
”.
boca de mi amigo.
—“¿Qué hago con ella?”
Meditar no basta, es preciso también luchar con firmeza,
. con decisión. La tendencia a la falta de sinceridad es tan —“Pues en el examen de conciencia, cada vez que dejes de
fuerte como el propio orgullo. Está enraizada en nuestra decir una mentira, puedes recortar medio centímetro de
la
personalidad. Por eso, tenemos que desarraigarla e implan- lengua. La meta es llegar a tener una lengua de dimensione
s
tar en su lugar la virtud de la sinceridad. normales”.
Toda virtud es un hábito. El hábito se consigue a base de Reímos aún más. Llevó la lengua enrollada a su casa y
fue
repetición de actos en un mismo sentido y dirección. Las luchando día tras día. Cada semana me mostraba la
lengua
primeras victorias son las más difíciles. Después, facilidad disminuyendo progresivamente de tamaño.
crea facilidad, virtud llama a virtud.
. Mi.-amigo es hoy un profesional serio y respetado, -Nadie
¿Queremos un método? Anotemos, por ejemplo, una podría pensar que, cuando joven, tenía el vicio desag
radable
señal “más” en la agenda cuando conseguimos huir de decir de la mentira..
una mentira, coloquemos una señal “menos” cuando caiga-
mos en una mentira. Llevemos el control diario. Estoy seguro Todo esto nos podrá parecer infantil. Pero no lo es. Y
de que, con la ayuda de Dios, en dos o tres meses habremos si de
cualquier forma así lo parece, ya es hora de que debam
progresado mucho. os
asemejarnos a los niños, como nos recuerda el Señor en
el
Evangelio, porque sólo los que viven la inocencia y
sinceri-
Me acuerdo de un joven que tenía como defecto principal dad de los niños son quienes entran en el Reino de los
cielos.
hablar mucho, y que por eso mentía mucho. En nuestras
EL PERFIL DE LA AUTENTICIDAD
corresponde, que nos es ajeno, artificial, que no combina con Ésta es una autenticidad dinámica; una personalidad lan-
nuestra identidad más radical. Tenemos que ser lo que zada al frente, a la búsqueda de la propia realización eterna,
somos, con determinación, con plenitud de alegría. Para eso, como una flecha puntiaguda volando directamente a su
nunca estará de más insistir en la importancia de la humildad. blanco. Esesolo que configura la personalidad de un hombre
Contaba alguien que había conocido a un hombre que recto, que tiende hacia una única finalidad, que deja a la
enloqueció cuando percibió que no era Dios. En un punto derecha y a la izquierda otras trayectorias laterales.
pequeño, ¿no es lo que puede acontecer con nosotros?
Pero no podemos aceptar lo que somos de una manera Verdadera y falsa autenticidad
pasiva o cómoda. Dentro de mí hay, por así decir, dos seres
que conviven: aquel que yo soy y aquel que debo ser. Hay Esa autenticidad dinámica muchas veces parece envuelta en
un ideal a encarar, hay una personalidad que debo conseguir, las redes del sentimentalismo, de la falsa autenticidad, tan
hay un modelo con el cual debo identificarme. en boga en los días de hoy.
Es muy fácil justificarse diciendo: Soy así, son cosas de mi Hace no mucho tiempo, un padre de familia —con cuatro
carácter; tengo que ser auténtico, coherente conmigo mismo. hijos, una mujer dedicada y quince años de vida matrimo-
Cuando en realidad deberíamos pensar: no, son cosas de mi nial— me decía: “Estoy apasionado, acabo de conocer a una
falta de carácter. ?* joven que satisface mi ideal femenino. Amo a mi mujer fiel y
dedicada, como compañera solícita y madre de mis hijos,
Aquí estamos dando un nuevo paso hacia la verdadera pero no la amo como antes, no la amo como a esta joven.
autenticidad. No debemos detenernos en un primer plano Acabó la pasión y ahora siento renacer el auténtico senti-
que establece la concordancia entre mi pobre realidad, mis miento de amor, Estoy «arrebatado», no puedo continuar
tendencias y mis sentimientos por un lado, y por otro, mis ac- manteniendo ese status quo ficticio e hipócrita. Sé que me va
tos, mis palabras y mis obras. Ésta sería una autenticidad a costar trabajo separarme de mis hijos, pero tengo que ser
estática, encerrada en sí misma. fiel a mis sentimientos. Basta de farsas, tengo que ser qu-
téntico.”
No. Debemos subir a un plano superior, donde impera esa
sublime armonía entre lo que yo soy, siento, digo y hago, y Y le respondf. —“Usted piensa que va a ser auténtico
lo que debo ser, sentir, decir y hacer, de acuerdo con mi abandonando a su mujer y a sus hijos, rompiendo la fidelidad
vocación de hijo de Dios. jurada ante el altar de Dios, cuando dijo que sería fiel «en
la
alegría y en la tristeza, en la salud y-en la enfermedad, hasta
E 2% Cfr. Josemaría Escrivá, Caminho, 7a. ed., Quadrante, Sáo Paulo, la muerte»? ¿Acaso eso es autenticidad? Cuando mucho es
1989, n. 4. Existe la versión en español: Editorial MiNos, México. una auténtica canallada. ”
— _ _—_— ____ A
72 Rafael Llano Cifuentes Vidas sinceras 73
Mi amigo quedó profundamente contrariado. Se quejó de del mal tesoro, saca cosas malas, pues de aquello de que el
mi falta de sensibilidad, de miincomprensión. Yo le pregunté: corazón está lleno habla la boca (Lc. 6, 45). Es evidente que
— “Usted, ¿ya se colocó del lado de su esposa y de sus hijos, hay sentimientos más profundos —como la ira, el odio, la
del lado de Dios y de sus mandamientos? ¿Quéle dirán ellos? envidia, la lujuria, la codicia- y, al mismo tiempo, más
¿Acaso algo diferente de lo que estoy diciendo? inauténticos, porque no están de acuerdo con la naturaleza
humana; y al mismo tiempo, existen comportamientos
Este ejemplo evoca muchos otros: el joven que me dijo que auténticamente humanos que contrarían a los más íntimos
pretendía “hacer el amor” con su novia porque eso era lo sentimientos.
que le dictaban sus sentimientos; no podía quedar encadena-
do a unos preceptos que le parecían más de la Iglesiá que de El soldado que, venciendo un profundo sentimiento de
Dios. “Porque Dios es amor, y el amor todo lo justifica. ” Una miedo, brinca la barricada y toma la posición enemiga es
señora que creaba serios problemas en la familia porque condecorado como héroe, precisamente por haber vencido
hablaba, según ella decía, de lo que sentía en el corazón: el sentimiento que comúnmente paraliza a los cobardes: está
“-“Yo no soy de esas que se callan por miedo al marido. No. siendo un auténtico soldado. La madre que, agotada al borde
Yo no tengo pelos en la lengua, yo soy auténtica.” Aquel otro de la cama de su hijo enfermo, pasa la noche entera des-
joven que me comentaba: -“Cuando no tengo ganas, no voy pierta, dejando de lado el sentimiento natural que la llevaría
a la escuela; me quedo en la playa. No pago tributo a esa al descanso, está siendo una auténtica madre. El cristiano que
inmunda «sociedad de consumo», a esa «estructura capitalis- supera el sentimiento de vergienza, los falsos respetos
ta». ¡La única cosa que los «viejos» quieren es que yo me humanos, y confiesa su fe sin temor en cualquier medio en
forme, que gane dinero, que obtenga un título! ¡Basta! Yo que se encuentre, está siendo un auténtico cristiano.
quiero vivir mi propia vida. ¿Para qué quiero mi juventud? 7
¡Yo tengo que ser auténtico!” Sentir. ¿Acaso todó «consiste en sentir o en obrar de
acuerdo con el sentimiento? Sentir por sentir, Cristo sentía
Responder como se debe a todas esas actitudes nos una inmensa repugnancia én aceptar la pasión, al punto de
llevaría mucho tiempo, y notenemos aquíespacio para tanto. transpirar sangre y de rogar al Padre que apartase de él ese
Podríamos, sin embargo, sintetizar esa respuesta diciendo sufrimiento; pero inmediatamente dijo: “Padre, que no se
que la autenticidad no puede ser equiparada a la espontanei- haga mi voluntad, sino la tuya” (cfr. Lc. 22, 42). Esjustamen-
dad de los sentimientos, propia de los animales y de los niños. te en este pero, en ese viraje del sentimiento hacia el
Las cosas no son auténticas porque sean “fntimas”. cumplimiento de la voluntad de Dios, donde reside todo lo
sagrado de la autenticidad dinámica.
En lo profundo del corazón hay sentimientos buenos y
sentimientos malos. Dice el Evangelio: El hombre de bien, del Los ejemplos podrían multiplicarse. Pavimentan el suelo
buen tesoro de su corazón, saca cosas buenas; y el malo, de la historia humana y del cristianismo. Y de esa calidad
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están hechos los grandes científicosy pensadores, los héroes, no. Cuando él decía “yo soy”, “yo no soy”, todos quedaban
los santos y los mártires. No reduzcamos la grandiosidad persuadidos de la verdad de esa afirmación. Porque no era
humana a nivel biológico, que mejor se podría denominar la boca quien hablaba, sino era la vida, una vida que quedaba
espontaneidad animal. La autenticidad no es un subproducto comprometida por su palabra.
de mis glándulas y hormonas; es una espléndida conquista.
Cuando el tribunal que lo juzga le pregunta: ¿Tú eres el
Hijo de Dios? y Él responde “Túlo has dicho; yo soy” (Lc. 22,
Fidelidad y transparencia 70), sabía que estaba sellando con esas palabras su sentencia
de muerte. La verdad le costó la vida. Cumplir con su deber
El hombre recto, el hombre coherente está hecho sólo de una
le costó la vida. He aquí la verdadera autenticidad.
pieza; es sólido, macizo. Su conducta esencial camina encima
de una línea recta, que va derecho a su fin, y parte de una ¡Qué maravillosa sensación se experimenta —decíamos en
decisión interior con la misma fuerza y la misma naturalidad otro momento— cuando, al dar la mano a un hombre,
con que brota la flor bajo los impulsos de la primavera. Cada
A
encontramos por detrás de ella ese córazón noble, esa actitud
.. gesto, cada actitud identifican su personalidad interior: no leal, esa fidelidad indiscutida! Qué" tranquilidad sentimos
A
hay nada de postizo, artificial o inauténtico. Las más diversas cuando, después de un compromiso asumido, verificamos
A A
manifestaciones de su ser forman un todo coherente. El resto que se cumple puntual y eficazmente.
A
es rechazado como un cuerpo extraño. Delante de todo lo
que es falso, siente una especie de alergia, y lo aparta con el Un hombre asf no precisa de muchas palabras ni de
mismo movimiento espontáneo con que el globo ocular expresiones reiterativas para convencer, Basta la palabra
expulsa la menor partícula de basura. simple, nítida, “seca”. El hombre veraz huye dela locuacidad;
su palabra es la expresión exacta, necesaria, insustituible
La sinceridad lo lleva a mirar la verdad de frente, sin huir
de su pensamiento. Por ello, ese hombre ama el silencio y la
al encuentro con ella; a evitar cualquier teatralidad, huyendo
reflexión. La profundidad del silencio y de la reflexión mide
o cambiando de opinión por motivos interesados; a vivir el
el valor de sus palabras. Su densidad, o su peso específico,
compromiso y el coraje personal sin diluir sus responsabilida-
impide cualquier imprudencia, cualquier barroquismo, cual-
des en la masa, sin buscar el amparo y el refugio en la
quier pleonasmo. No tiene sentido para él dar su palabra de
mediocridad colectiva; a apartarse de cualquier tentativa que
honor, porque cualquier palabra suya siempre es de honor.
conduzca a la justificación de sus errores con disculpas o
¿Imaginamos a Cristo diciendo: palabra de honor? Toda
falsas teorías; a llamar a las cosas por su nombre, distancián-
palabra de Cristo honraba a su persona y la propia veracidad
dose de las ironías y de las frases de doble sentido.
personal honraba cualquier palabra suya.
Sin percibir, volvemos a colocar delante de nuestra aten-
ción la admirable figura del Señor. Todo en Él era sí, sí y no, Esa coherencia maciza es lo que Ja al hombre sincero su
Poderosa capacidad persuasiva. ¡Hay tanta diferencia entre
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la voz de un locutor de radio intentando convencer por medio Compara. Es él cuando está solo y cuando está acompaña-
de un reclamo comercial, yla de un hombre que pide socorro do. Es él cuando trabaja y cuando descansa. Es él cuando reza
cuando es llevado por las olas del mar! Y, por el contrario, y cuando canta. Es él cuando llora. Compara. Es siempre él.
toda la diferencia reside solamente en una cualidad: la
autenticidad. Ante un hombre así, el Señor, con un brillo de alegría y
admiración enlos ojos, podría decir, como frente de Natanael:
La autenticidad da sentido al lenguaje que se entiende en He aquí un verdadero israelita, en quien no hay duplicidad
todas las latitudes, el lenguaje de un corazón sincero; es ella ni engaño. He aquí un hombre cabal, confiable, persuasivo,
quien otorga poder; es la palabra amable que derrumba las coherente, macizo, hecho de una sola pieza.
murallas del prejuicio; es la palabra cariñosa que abre cora-
zones; es la palabra de consejo que ilumina; es la palabra Quizá algún día un caminante cualquiera, al encontrarse
incentivadora que anima; es la palabra de corrección que con nosotros en una encrucijada de la vida, pudiese también
rectifica y endereza; es la palabra de mando que mueve, exclamár alegre, admirado: “¡Encontré lo que mi corazón
«decide e impera. deseaba; encontré a un hombre transparente, íntegro, autén-
1
«
tico —un verdadero hombre-— en quien no hay duplicidad ni
engaño!”
Más aún, cuando la verdad se impone dentro de nosotros
de un modo categórico, tiende a irradiar hacia el exterior de
una forma arrebatadora. La palabra, entonces, arrastra. Es
decir, una personalidad auténtica, de una forma o de otra,
está poseída de una gran capacidad de liderazgo: cautiva,
induce y obliga.