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En este documento pueden encontrarse algunos criterios generales que deben tenerse en cuenta
para la realización de los diferentes apostolados de nuestro Movimiento, teniendo presente que
cada apostolado es particular y que los criterios que se dan no corresponden a la especificidad de
cada uno, sino que engloba aspectos generales.
En su contenido se consignan:
OBJETIVO
Lograr que las personas vivan un encuentro personal con Dios, reconozcan que su Amor y
Misericordia sana sus heridas, reconforta sus fatigas, acompaña sus dificultades, les fortalece en sus
luchas y los exhorta a salir de toda situación de pecado, y después ayudados por la gracia se vinculen
activamente a la vida sacramental, apostólica y misionera de la Iglesia.
Es necesario definir algunos aspectos importantes a tener en cuenta para que el apostolado se haga
en el orden y la caridad requeridos para ayudar a las almas.
Todo misionero antes de comprometerse con un apostolado debe primero pedir permiso a su
respectivo encargado de misión; y reconociendo en él la voz de Dios, aceptará con humildad lo que
se disponga.
Cada misionero debe sentirse llamado por el Señor para llegar a las almas que desde la eternidad se
le han confiado.
“Pues no sois vosotros los que habláis, es el Espíritu de vuestro Padre el que habla en
vosotros” (Mt. 10, 20).
Siguiendo el mandato evangélico donde el Señor envió a los apóstoles de dos en dos, así mismo el
apostolado deben hacerlo como mínimo dos misioneros, para que se cuiden en virtud, velen por su
seguridad, se ayuden en las actividades a desarrollar, disciernan juntos qué hacer, etcétera.
“Después de esto, el Señor designó otros setenta y dos y los envió delante de él, de dos en
dos, a todos los pueblos y lugares a donde Él pensaba ir. Y les dijo “la mies es abundante,
pero los obreros son pocos. Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Andad!;
mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos. (Lc. 10, 1-3).
En apostolados que impliquen viajes prolongados los misioneros que asistan, si son sólo dos, deben
ser del mismo sexo, o en caso contrario enviar más de dos misioneros. No deben ir parejas de
misioneros de distinto sexo, y tampoco que tengan una relación sentimental a no ser que sean
esposos o hermanos, o que vaya un grupo nutrido de misioneros. Esto con el fin de cuidar la pureza
y el pudor.
1.2 Permanecer siempre en gracia de Dios, procurando estar recientemente confesados. Cabe
resaltar que la confesión de un misionero se hace al menos cada mes.
1.3 Nunca se debe recibir dinero por un apostolado, a excepción de los gastos propios del
mismo (transporte, alimentación) cuando es fuera de la ciudad. Si después del apostolado
alguien quiere hacer una donación, debe hacerla al Movimiento dejando constancia escrita
de esto realizándola según los criterios para “Donaciones de dinero y especie” emitidos por
el Centro de Temporalidades.
La sabiduría del gran apóstol San Pablo nos ayuda comprender más acerca del tema.
"Y tampoco seré una carga para vosotros, pues no busco vuestros bienes sino a
vosotros mismos (...) De muy buena gana me gastaré y me desgastaré hasta
agotarme por vuestra alma" (2 Cor 12, 14-15).
Todo misionero debe estar preparado para responder generosamente y con prontitud al
llamado que le hace Dios a servirle, a ejemplo de la Santísima Virgen María siempre
dispuesta a decir “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).
“La condición precisa para asegurar una cosecha rica y abundante es que el grano
caiga en tierra y muera en ella. Si vuestras lágrimas y vuestra sangre riegan el
campo de vuestro apostolado, el fruto de las almas salvadas os consolará y aliviará
con creces. Y si es digno de recompensa el que da un poco de agua fresca a uno de
estos apóstoles, por ser discípulos de Cristo. ¿podrán quedar sin galardón tantos
trabajos, tantas fatigas y tantos sacrificios heroicamente soportados para saciar la
Quien se designe como cabeza del apostolado debe ser un misionero con camiseta, en lo
posible comprometido. El misionero debe llevar una vida sólida de oración, con experiencia
en el apostolado, que tenga un buen criterio y discernimiento, que trabaje con ardor por
vivir coherentemente las virtudes cristianas y su Consagración Total a Jesús por María en el
cumplimiento de su deber de estado. Debe tener un profundo celo por las almas que lo
lleve a sentir el dolor de Jesús por aquellas que se pierden sin conocer su amor, y este lo
lleve a discernir con claridad lo que la Divina Voluntad disponga para el apostolado que se
va a realizar. Es preciso tener siempre presente que quien dirige es el mismo Jesús y que el
misionero es sólo un instrumento de la Misericordia de Dios para las almas.
“Esfuérzate por presentarte ante Dios como un hombre probado, como un obrero
que no tiene de qué ruborizarse, como fiel predicador de la Palabra Divina”. (2 Tim
2, 15)
“Antes de formarte en el vientre de tu madre te conocí; antes que salieras del seno
te consagré; como profeta de las gentes te constituí” Yo dije “¡Ah, Señor Dios, mira
que yo no sé hablar; soy joven! Pero el Señor me respondió: “No digas: ¡soy joven!,
porque adonde yo te envíe, irás; y todo lo que yo te ordene, dirás. No tengas miedo
de ellos, porque yo estoy contigo para protegerte, dice el Señor”. (Jer. 1, 5-8).
“Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados,
contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los
espíritus del mal que están en el aire”.
“Si conoces bien el campo en que debes luchar y trabajar, las necesidades de las
almas a las que ha de llegar tu acción, las dificultades que debes vencer, los
obstáculos que debes superar, los males que debes desarraigar, las virtudes que
debes sembrar, organizaras una táctica perfecta, con obras llenas de eficacia para
que tu celo no sea un gasto inútil de energías, un despilfarramiento de actividades,
una obra condenada al fracaso”. (Navarro, Pbro. S.)
2. DURANTE EL APOSTOLADO:
Este es el momento donde los misioneros deben generar un ambiente de confianza para
ganarse las almas. Aunque este primer punto es muy sencillo, es esencial en el desarrollo
del apostolado, puesto que los misioneros son el rostro vivo de Dios para las personas que
allí se encuentran. Esto se hace a través de un saludo cálido, una sonrisa, una actitud
amable, de respeto y escucha espontánea y sin frases prefabricadas, con mucha caridad y
prudencia teniendo cuidado de no caer en excesiva familiaridad que dé pie a
malentendidos. Pueden tenerse en cuenta los consejos dados por Dale Carnegie en su libro
“Cómo ganar amigos”, texto recomendado para la lectura de todo misionero.
A continuación, el misionero que dirige el apostolado realizará una breve presentación del
Movimiento, que incluirá los siguientes aspectos:
Con base en el motivo que convoca el apostolado, se desarrolla la charla o dinámica definida
con anterioridad, para ayudar a las personas según sus necesidades, a reconocer la
Misericordia y el Amor de Dios en sus vidas que sana sus heridas y les da la fuerza en sus
luchas.
Para esto pueden ayudarse del Santo Rosario o Coronilla de la Misericordia, o efusiones del
Espíritu Santo, o charlas de sentido de vida, o Postrimerías, o Perdón o cualquier otra charla
o actividad si así se requiere.
“Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca, curad enfermos, resucitad
muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis”.
(Mt 10, 7 - 8).
Tener en cuenta:
• Los misioneros deben ser muy prudentes con los horarios en que se desarrolla el apostolado
para no interferir en las labores cotidianas de las personas ni interrumpir sus horas de
sueño. En la medida de lo posible, tratar de ser muy puntuales con la hora de inicio y la
hora de finalización del apostolado, sin cortar la acción del Espíritu Santo. Esto genera
credibilidad y demuestra respeto por el tiempo de las personas con las que entramos en
contacto.
• Si se hace en lugares como hospitales, albergues u otra institución ser muy respetuosos con
los horarios y las normas de cada lugar, acogiéndose a las mismas.
• Por cumplimiento de las normas de cuidado y atención en salud, los misioneros no pueden
asumir ni realizar tareas propias del personal sanitario autorizado, tales como curaciones,
inmovilizaciones, cambios de posición, tampoco deben sugerir, administrar ni retirar
medicamentos, etcétera.
• Bien es cierto que tenemos puesta nuestra fe en Dios que es Todopoderoso, sabemos que
todo es posible para Él, y siempre llevamos la esperanza a todas las personas. Sin embargo,
no se deben crear falsas expectativas sobre la sanación física o espiritual de las personas,
sino más bien llevarlos a unir sus angustias y sufrimientos a la Cruz de Cristo para que
alcancen un valor redentor.
“Y sabemos que Dios ordena todas las cosas para bien de los que le aman, de los
que han sido elegidos según su designio”. (Rom 8,28).
• Mostrar a las personas que el hombre no es sólo materia, es también espíritu; no es sólo
para este mundo, es para el eterno.
“Que el Dios de la paz os santifique plenamente y que todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea conservado irreprochablemente para la venida de Nuestro Señor
Jesucristo”. (1 Tes. 5,23)
• Hacer lo posible por acercar las personas a la Iglesia sobre todo a aquellas que han vivido
malas experiencias y han decidido alejarse. Aunque no es momento de hablar de la santidad
de la Iglesia, si lo es para ayudarles a un reencuentro con Cristo, reconociendo que todos
somos humanos, nos equivocamos y que tal vez no todos han dado el buen testimonio al
que están llamados. Por eso es fundamental fijar nuestra mirada en Cristo que es Camino,
Verdad y Vida y no en los hombres.
“Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿Cómo vamos a saber el camino?.
Jesús le dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por Mí.”
(Cfr. Jn 14,5-6)
Esta oración debe exhortar a las personas a asumir un compromiso para que este cambio
de vida pueda ser efectivo y duradero. Que se renueve constantemente a través de medios
como: asistir cumplidamente a Eucaristía al menos el día Domingo, confesión frecuente, el
rezo del Santo Rosario, pedir perdón a las personas a las cuales se haya ofendido y perdonar
las ofensas recibidas, iniciar la preparación para la Consagración Total a Jesús por María,
entre otros.
En definitiva, ser verdaderos anunciadores del Reino de los Cielos y, como San Juan Bautista,
preparar el camino para el encuentro con Dios.
En caso de dar la Bendición de María Auxiliadora o tener la necesidad de hacer una plegaria
de sanación o liberación, sólo podrán hacerlo los misioneros que tienen autorización por
escrito, puesto que es necesario preservar el orden establecido en el Movimiento para este
apostolado.
Aunque no estamos llamados a ver los frutos de nuestro apostolado, en ocasiones el Señor
permite verlos. Sin embargo, bien lo dice el Señor, la alegría debe ser porque se escribe
nuestro nombre en el Reino de los Cielos y no por lo que vemos.
“¿Qué quiere el Señor de ti con la vocación del Apostolado? Que le sigas como le
siguieron los apóstoles: que le sigas con prontitud, con generosidad, con constancia;
que le sigas lo más cerca posible, en la paz y en la guerra, en las alegrías y en las
tristezas; que le sigas en los éxitos favorables y en los adversos; que le sigas hasta el
sacrificio, hasta el Calvario, y entonces…, un paso más, y habrás alcanzado el salario
de ese sacrificio y de esa sangre: ¡Las almas!”. (Navarro, Pbro. S.)
Papa Pablo VI. (18 de Noviembre de 1965). Decreto APOSTOLICAM ACTUOSITATEM: Sobre el
apostolado de los laicos. (Concilio Vaticano II) Roma. Obtenido de
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-
ii_decree_19651118_apostolicam-actuositatem_sp.html
Pbro. Santiago Navarro. (s.f.). Meditaciones para ejercicios. Quito: Libreria Espititual.
TEXTOS RECOMENDADOS:
Concilio Vaticano II. (1965) Decreto AD GENTES: Sobre La Actividad Misionera De La Iglesia.
Roma.