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HISTORIA
El 2 de abril de 1871, una acción liberal, capitaneada por Miguel Ángel García
Granados y Justo Rufino Barrios invadió Guatemala desde Chiapas México, y
sostuvo su primer encuentro con las fuerzas oficiales del Gobierno de Vicente
Cerna, en Tacaná. Los revolucionarios eran pocos, pero traían armas más
modernas que las utilizadas por las tropas del gobierno, y fueron aumentando su
número a medida que se internaban en el país.
El 8 de mayo, García Granados publicó un manifiesto en el cual indicaba los
motivos de la rebelión. Los revolucionarios se proponían terminar con el gobierno
dictatorial de Cerna, derogar el Acta Constitutiva, dar libertad a la prensa,
reorganizar el ejército y suprimir los monopolios. El 3 de junio los alzados
suscribieron en Patzicía, la famosa Acta de Patzicía, por medio de la cual
desconocían al Gobierno de Vicente Cerna y se nombraba Presidente Provisorio a
Miguel Ángel García Granados. El 30 de junio, el ejército rebelde entró victorioso
en la ciudad de Guatemala y Cerna huyó del país,
No tardó en llevarse a cabo una pugna entre el viejo patriota, García Granados,
acostumbrado a los debates parlamentarios y el joven Barrios, radical y
revolucionario. Barrios fue nombrado comandante de la zona occidental del país
con sede en Quetzaltenango. En este departamento fundó el periódico El
Malacate, tribuna que exponía la necesidad de aplicar una política anticlerical,
principalmente contra los jesuitas, a quienes Barrios expulsó de Quetzaltenango.
Este hecho suscitó una confrontación entre Barrios y García Granados.
Posteriormente, Barrios reunió a todos los jesuitas en la capital, los envió al Puerto
de San José y embarcó a 73 de ellos, casi todos extranjeros, con destino
a Panamá.
Un año más tarde, cuando Barrios ocupó interinamente la presidencia de la
república, expropió sus bienes, por medio del Decreto Número 59, nacionalizando
sus propiedades. Lo mismo hizo con la Comunidad de Padres Congregantes de
San Felipe Neri. El 7 de junio emitió el decreto número 64, extinguiendo en la
república las comunidades de religiosos y declarando nacionales sus bienes.
Debe advertirse que Barrios emitió todos estos decretos mientras desempeñó
interinamente durante menos de un mes la presidencia de la república, cargo que
ostentaba en propiedad Miguel García Granados. Este último no podía gobernar
con libertad debido a la férrea disposición de Barrios de llevar adelante una
transformación radical de la sociedad. García Granados convocó a elecciones
presidenciales en abril de 1873. La Asamblea eligió a Barrios en mayo del mismo
año. Barrios tomo posesión de su cargo el 4 de junio de 1873.
El gobierno de Barrios se caracterizó por su dictadura férrea. Decidido a impulsar
la economía capitalista del país, emprendió una ardua y continuada batalla contra
la iglesia, los grandes terratenientes ociosos y los restos del partido político
conservador, que gobernó a Guatemala casi sin interrupciones desde los inicios
de la vida independiente del país, hasta 1871, fecha del triunfo de la Revolución
Liberal.
Aún así, la actitud que se tomó hacia la Iglesia provocó disturbios que,
constantemente, terminaban en levantamientos en la provincia. “Más que destruir
a la Iglesia, lo que se perseguía era reducirla a un estado de subordinación más
estricto”, indica Cal Montoya. “Lo que se perseguía era aprovechar de mejor
manera los bienes eclesiásticos”, añadió.
Recrudece el conflicto
Esto fue un choque porque, en ese momento, los jesuitas tenían una enorme
influencia en la educación nacional. Las rencillas entre el Estado y la Iglesia
aceleraron el proceso de “reforma religiosa”, el cual estaba contemplado dentro
del programa del nuevo gobierno para alcanzar sus objetivos políticos y
económicos.
Los jesuitas fueron notificados del acta de expulsión a las 9 de la noche del 12 de
agosto, y se ordenaba que abandonaran la ciudad a más tardar a las 3 de la
madrugada del siguiente día, rumbo a la capital.
Un día después, García Granados dio una explicación pública acusando a los
jesuitas de tener puntos de vista contrarios a la libertad, de ser responsables de la
insurrección de Oriente y de propagar el rumor de que el nuevo gobierno atacaba
a la religión y haciendo ver que su readmisión en el país solo contribuiría al
desorden público.
Barrios, en tanto, acusó a los jesuitas de ser hombres sin patria, tan solo leales al
Papa.
“Lo que sí es claro es que los jesuitas, desde sus inicios, han tenido muchísimos
problemas tanto con monarquías como con gobiernos representativos y el clero
diocesano, ya sea por su indefectible sujeción al papado o por su amplia visión
acerca de la misión de la Iglesia Universal, la cual ha sido, y aún es, un tropiezo
para la salvaguarda de los intereses particulares de sus estamentos más
conservadores y para aquellos individuos o agrupaciones cuyos intereses políticos
y económicos ven amenazados”, cita el informe de Cal Montoya.
La razón que oficialmente se ofreció para disolver las congregaciones fue que los
religiosos rechazaron los principios democráticos y la carga económica que
representaban. Barrios fue claro en advertir que utilizaría la fuerza si alguien se
oponía a tales medidas.
En esa época solo quedaban alrededor de 180 sacerdotes para atender a un país
con una población de millón y medio de habitantes. En los años posteriores, la
Iglesia de Guatemala dependería en gran manera del clero extranjero.
Aunque García Granados no estuvo de acuerdo con las disposiciones de Barrios,
llevó a cabo la transformación de conventos en escuelas públicas, para que el 14
de agosto de 1872 se decretara la creación del Ministerio de Educación, y de esa
forma la educación quedara completamente secularizada.
Desde entonces, Guatemala es un Estado laico, pero que permite practicar con
libertad cualquier religión.
Referencias bibliográficas