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Facultad de Ciencias Psicológicas

Licenciatura en Psicopedagogía

Identidad y Ética Profesional

Actividad Evaluable N° 2
Ensayo

Autor: Mariana Vanesa Comán

Legajo: 214986

Docente: Analía Kaczka

Mes y Año: octubre de 2020


La esencia de la decencia

Para comenzar, el autor Hortal Alonso (2002) plantea un nuevo aspecto en el


concepto de profesión en nuestros tiempos, y reconoce al profesional como un “experto
competente” en el área de su profesión específica. Por otro lado, la autora Kaczka (2020)
añade “la ética de los profesionales de la psicopedagogía consiste en, desde nuestro rol,
irrumpir con interrogantes que habiliten preguntas incómodas ante las desigualdades
inadmisibles de nuestra sociedad”. Para lograr esto, es importante que conozcamos
quiénes somos, qué significa ser un profesional en nuestros días, conocer nuestra
historia como trabajadores y qué se espera de nosotros; esto es fundamental y
necesario para lograr comprender al otro. Está claro que en este recorrido pueden
presentarse situaciones similares a la del texto presentado para el análisis, y está en
cada uno de nosotros afrontar ese dilema moral, desde una posición responsable,
crítica, flexible, logrando producir un deconstrucción del sentido de las verdades que
muchas veces conducen a perpetuar la exclusión y desigualdad social (Kaczka, 2020).

En primer lugar, la lectura del texto deja en evidencia a un docente competente, el


cual actúa con sabiduría ante un hecho irregular, en el que se ve comprometida su
experticia, como también sus valores. Además, queda demostrado que el rol del docente
no es sólo el de proporcionar información y controlar la disciplina, sino también ser un
mediador entre el alumno y el ambiente o entorno, dejando de ser el protagonista del
aprendizaje para pasar a ser el guía o acompañante del alumno. En la actualidad, en un
contexto en el que las brechas sociales se agrandan cada día más y ante una sociedad
cada vez más fragmentada y polarizada entre ricos y pobres, entre los que pueden tener,
comprar, y los que no; se necesitan profesionales que logren actuar y desenvolverse con
responsabilidad, desde la ética de la profesión, asumiendo las consecuencias, pero
interpelando el contexto social y político que sigue reproduciendo la exclusión, la
desigualdad y la injusticia social (Firgermann 2010).

En segundo lugar, de acuerdo a la situación histórica de la lectura, se debe tener en


cuenta que el docente tradicional era transmisor de conocimientos, pero también
aplicaba formas correctivas con premios y castigos, identificado con una concepción
conductista de la enseñanza. Entonces, este docente en particular, actuó frente a un
dilema ético, que lo enfrentó a sus propias creencias y normas morales, tomando las

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medidas que creyó apropiadas para resolver la situación problemática emergente. De la
misma manera, las representaciones sociales, es decir ese corpus organizado de
conocimientos y de actividades psíquicas sobre las circunstancias de la vida diaria, son
las que constituyen la autoimagen del profesional, siendo su guía para actuar, entender
y explicarnos la sociedad en la que vivimos (Moscovici, 1991; Kaczka, 2020).

Así, el profesor tomó la decisión de actuar decentemente, ya que cuando buscaba el


reloj robado también cerró sus ojos. Posiblemente, desde una ética puramente kantiana
esta conducta no sea completamente aprobada, pero desde la posición del profesor, tal
vez sí. Él quiere recuperar el reloj, y devolvérselo a su verdadero dueño, no desea saber
quién fue, amenazar o castigar. Toma una decisión, frente a esa disyuntiva. Pero, elegir
bien no es tarea sencilla, pues demanda saber lo que se debe hacer y tener convicción
personal para realizarlo. Como se observa, la ética comporta un fuerte elemento ideal,
que cuestiona y agujerea la opresiva solidez de lo real (Kaczka, 2020). De modo que, ¿se
hubiese ganado algo positivo humillando al sujeto que robó el reloj?, creo que no. Por
el contrario, el joven ante tan honorable actitud sintió vergüenza, se arrepintió,
entendió lo mal que estuvo su accionar; y siguió los pasos de ese profesor.

Como se anotó en el párrafo anterior, el profesor cerró los ojos cuando buscaba el
reloj, ante este hecho se puede pensar en un acto de encubrimiento o de complicidad
para con el joven que robó. Desde una perspectiva más general, dentro de un aula, no
se trata de que no existan reglas o que no se las respete, sino de lograr una convivencia
pacífica desde la aceptación de las normas como necesidad por propia voluntad y no por
temor. Se debe apostar al diálogo en la resolución de conflictos. Aquí, el profesor
demuestra que su rol no es solamente el de educar o formar para otros estudios o el
conocimiento, sino fundamentalmente para la vida, para formar ciudadanos
respetuosos, honestos, solidarios, con espíritu crítico, pero que argumenten desde el
diálogo y desde la comprensión de las ideas ajenas, para lo cual el maestro debe dar el
ejemplo (Firgermann 2010).

Ahora bien, Aisenson (2004 citado en Kaczka, 2020) define a “las representaciones
sociales como una forma singular de conocimiento, que tiene por característica generar
procesos sociales; y sirven para desarrollar nuestras conductas e interaccionar con los
otros”. Estas representaciones son ese conjunto de ideas, saberes y conocimientos que

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permiten a cada persona comprender, interpretar y actuar en su realidad inmediata; y
forman parte del conocimiento del sentido común. Por lo tanto, las representaciones
definen lo válido, permitido o prohibido para aquellas personas que ejercen una
profesión en una determinada sociedad; y están estrechamente relacionadas al
concepto de identidad profesional (Kaczka, 2020).

Entonces, la identidad profesional está relacionada con el aprendizaje sobre el


trabajo, y es aquí donde el rol profesional se entiende como un junto de conductas que
realiza una persona o que se espera que esta realice en función de la posición que ocupa.
Si regresamos a la situación planteada en el robo del reloj, se observa lo que establece
Hortal Alonso (2002) en cuanto a que el profesional se juega en el ejercicio de su
profesión, no sólo ser un buen o mal profesional, sino también su ser ético. Desde esta
perspectiva, y en relación con todo lo expuesto, se puede determinar que un buen
profesional es aquél que es competente y responsable, destrezas que tiene que detentar
para que su tarea sea considerada profesional (Kaczka, 2020).

Finalmente, la ética profesional se encarga del comportamiento que el profesional


adopte en su trabajo y de las condiciones y circunstancias que lo lleven a elegir tomar o
no una determinada conducta o decisión. Dicho en otras palabras, todos los conceptos
abordados anteriormente, constituyen conceptualizaciones fundamentales para el
desempeño profesional, pues contribuyen a la configuración de nuestro
posicionamiento, de lo qué debemos hacer y de las conductas e intervenciones. Saber
quiénes somos, cuál es nuestra identidad profesional y las representaciones que nos
llevan a actuar de determinados modos, nos permitirá fundamentar, en base a valores
éticos relacionados con la responsabilidad, justicia, autonomía, capacidad de poner el
saber al servicio de la comunidad, la tarea misma, realizándola de manera eficiente y
eficaz (Kaczka, 2020).

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Referencias bibliográficas

Firgermann, H. (2010). El rol del docente. Recuperado el 7 de noviembre de 2020 de:


https://educacion.laguia2000.com/ensenanza/el-rol-docente
Hortal Alonso, A. (2002). Ética general de las profesiones. España. Desclée.
Kaczka, A. (2020). Construcción de Identidad profesional de psicopedagogo. Identidad

y Ética Profesional. Buenos Aires. Universidad J. F. Kennedy.


Moscovici, S. (1991). La psicología social II. Pensamiento y vida social. Argentina.

Paidós.
Un anciano se encontró frente a un joven que le pregunta: ¿Se acuerda de mí? Le dice

que no. (2020). Recuperado el 6 de noviembre de 2020 de:


https://elportaldelagente.mx/ensenanzas-de-oro/

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