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Misal de 1962
Texto en lengua vernácula de la Epístola y el Evangelio para la santa misa según el misal de 1962 tomado
de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española 2010 para el cumplimiento del Artículo 3. § 3. del
Motu Proprio «Traditionis Custodes»: “En estas celebraciones las lecturas se proclamarán en lengua
vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobadas por las
respectivas Conferencias Episcopales.”
DOMINGO DE QUINCUAGÉSIMA
II clase
EPÍSTOLA
Lección de la carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
1 Corintios 13, 1-13
Hermanos: Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles,
pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un
címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera
todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover
montañas, pero no tengo amor, no sería nada. Si repartiera todos
mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las
llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría. El amor es
paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se
engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas
del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El
amor no pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se acabarán;
las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará. Porque
conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos;
mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará. Cuando
yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba
como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de
niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces
veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces
conoceré como he sido conocido por Dios. En una palabra,
quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es
el amor.
EVANGELIO
Continuación del Santo Evangelio según San Lucas
Lucas 18, 31-43
En aquel tiempo: Tomando Jesús consigo a los Doce, les dijo:
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y se cumplirá en el Hijo del
hombre todo lo escrito por los profetas, pues será entregado a los
gentiles y será escarnecido, insultado y escupido, y después de
azotarlo lo matarán, y al tercer día resucitará». Pero ellos no
entendieron nada de esto, este lenguaje era misterioso para ellos y
no comprendieron lo que les decía. Cuando se acercaba a Jericó,
había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al
oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús el Nazareno». Entonces empezó a gritar: «¡Jesús, hijo
de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante lo
regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo
de David, ten compasión de mí!». Jesús se paró y mandó que se lo
trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que
haga por ti?». Él dijo: «Señor, que recobre la vista». Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado». Y enseguida recobró la
vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver
esto, alabó a Dios.
NOTA DEL EDITOR
El Artículo 3. § 3. del Motu Proprio «Traditionis Custodes» dice: “En estas celebraciones las
lecturas se proclamarán en lengua vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura
para uso litúrgico, aprobadas por las respectivas Conferencias Episcopales.”
Mientras no haya otra aclaración por la Sede Apostólica, puede procederse de los siguientes
modos, para el cumplimiento del actual Motu Proprio.
1. Como es costumbre en muchos lugares, hacer la lectura de las lecciones antes de
comenzar la homilía. Este modo es el más apropiado para guardar la identidad del Rito.
2. Leer o cantar las lecciones en latín como se describe en Ritus Servandus del Missale
Romanum, e inmediatamente “versus Deo” o “versus populum” proclamarlas en
castellano tanto en la misa rezada, como cantada como solemne. Sobre la orientación, es
necesario recordar que la primera función de la lección de la Palabra de Dios en la
liturgia no es la instrucción sino el culto de adoración y alabanza a Dios, por eso se hace
orientados hacia el altar y el Evangelio particularmente hacia el norte.
3. Leer el cuerpo del texto directamente en castellano “versus Deo” o “versus populum”,
leyendo antes el título en latín. Leer el título en latín sería lo más adecuado en el caso
del Evangelio, por el rito de la signación, de la incensación del libro y el ósculo.
Es importante impregnarse del sentido sacro que el misal de 1962 expresa en todas sus
ceremonias y rúbricas, y vigilar con cuidado la tentación del “activismo” litúrgico siempre
presente, teniendo en cuenta “la liturgia se "hace" para Dios y no para nosotros mismos.”