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Misal de 1962
Texto en lengua vernácula de la Epístola y el Evangelio para la santa misa según el misal de 1962 tomado
de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española 2010 para el cumplimiento del Artículo 3. § 3. del
Motu Proprio «Traditionis Custodes»: “En estas celebraciones las lecturas se proclamarán en lengua
vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobadas por las
respectivas Conferencias Episcopales.”
I clase, blanco
EPÍSTOLA
Lección de los Hechos de los Apóstoles
Hechos 1, 1-11
En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y
enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo,
después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había
escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo
después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba
vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del
reino de Dios. Una vez que comían juntos, les ordenó que no se
alejaran de Jerusalén, sino «aguardad que se cumpla la promesa
del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó
con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo
dentro de no muchos días». Los que se habían reunido, le
preguntaron, diciendo: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el
reino a Israel?». Les dijo: «No os toca a vosotros conocer los
tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia
autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que
va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en
toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra». Dicho esto, a
la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo
quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba
marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco,
que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al
cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y
llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
EVANGELIO
Continuación del Santo Evangelio según San Marcos
Marcos 16, 14-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a
la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón,
porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y
les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la
creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea
será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos:
echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas,
cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no
les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán
sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y
se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas
partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las
señales que los acompañaban.
NOTA DEL EDITOR
El Artículo 3. § 3. del Motu Proprio «Traditionis Custodes» dice: “En estas celebraciones las
lecturas se proclamarán en lengua vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura
para uso litúrgico, aprobadas por las respectivas Conferencias Episcopales.”
Mientras no haya otra aclaración por la Sede Apostólica, puede procederse de los siguientes
modos, para el cumplimiento del actual Motu Proprio.
1. Como es costumbre en muchos lugares, hacer la lectura de las lecciones antes de
comenzar la homilía. Este modo es el más apropiado para guardar la identidad del Rito.
2. Leer o cantar las lecciones en latín como se describe en Ritus Servandus del Missale
Romanum, e inmediatamente “versus Deo” o “versus populum” proclamarlas en
castellano tanto en la misa rezada, como cantada como solemne. Sobre la orientación, es
necesario recordar que la primera función de la lección de la Palabra de Dios en la
liturgia no es la instrucción sino el culto de adoración y alabanza a Dios, por eso se hace
orientados hacia el altar y el Evangelio particularmente hacia el norte.
3. Leer el cuerpo del texto directamente en castellano “versus Deo” o “versus populum”,
leyendo antes el título en latín. Leer el título en latín sería lo más adecuado en el caso
del Evangelio, por el rito de la signación, de la incensación del libro y el ósculo.
Es importante impregnarse del sentido sacro que el misal de 1962 expresa en todas sus
ceremonias y rúbricas, y vigilar con cuidado la tentación del “activismo” litúrgico siempre
presente, teniendo en cuenta “la liturgia se "hace" para Dios y no para nosotros mismos.”