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CL 1.2 Retos de La Innovación Curricular
CL 1.2 Retos de La Innovación Curricular
Las sociedades que en este naciente siglo XXI identificamos, se caracterizan por las
tensiones estructurales y manifiestas entre grupos, sectores, posiciones y
condiciones de vida, los recursos naturales van convirtiéndose en el botín de mayor
valía, a la par que el desprecio por el trabajo humano, ocupando la ganancia, el
lucro, y el consumo, el motivo central del diario vivir.
Incorporarse al mundo del trabajo, representa para los jóvenes egresados y por
egresar, no solo una aspiración, se constituye en la condición de ser y sentirse útiles
socialmente, a la par que erigirse dignamente en su adultez, dejando de ser una
carga para su familia, asumiendo la vida, sus implicaciones y complicaciones, con
el agridulce sabor de tomarse a sí mismo.
Por otra parte, las exigencias que la realidad presenta en los espacios laborales y en
la complejidad de los problemas relativos a cada profesión, son de una creciente
demanda, nada parece dar el ancho, siempre surge una nueva técnica, otro proceso,
nuevos mecanismos para la organización y el desarrollo de las actividades, todo se
ve inmerso en una fiebre acelerada y compulsiva de eficacia, de eficiencia, de cubrir
criterios, estándares, metas, aprender el manejo de los nuevos programas, dar la
nota en la ”calidad”, destacando los niveles de productividad, economía y rapidez
para llegar al producto que se espera.
1 Castellanos C., Ana Rosa 2005 “Retos de la innovación curricular” en AA.VV. “Diseño
curricular por competencias profesionales. Fundamentos y experiencias” Universidad de
Guadalajara, México.
Los que logran llegar al nivel superior para estudiar una profesión, llegan con la
expectativa de que sus estudios les posibiliten una mejora en su vida, la profesión
se reconoce como una oportunidad para trascender, como un camino que les puede
llevar a otro destino. Totalmente válido, hermosa aspiración humana compartida
por todos nosotros en nuestra época de estudiantes, sin embargo, entre el desear, el
poder, el acceder y el lograr, se atraviesan tantos baches, piedras, desviaciones,
tropiezos, bifurcaciones y laberintos, que de los que ingresan al primer ciclo, solo
una décima parte culmina sus estudios a nivel nacional y en el Estado de Jalisco es
un 15.4% el que logra Instrucción superior, reconociendo en ésta a la formación
técnica.
Podemos pensar que la deserción es un problema de los estudiantes, son flojos, no
saben leer, no quieren estudiar, apenas si asisten a los cursos, no hacen las
actividades que se les solicitan, elaboran sus trabajos de una manera simplista, solo
copian del Internet la información, no la revisan, y así sucesivamente, podemos
encontrar un sinnúmero de argumentos para que la deserción y el rezago educativo
sea un problema de “los estudiantes”; las Instituciones educativas, los programas,
la docencia, nos lavamos las manos y nos eximimos de toda responsabilidad.
Eso es lo más sencillo, lo más cómodo, nos permite mantener nuestra rutina y
continuar asistiendo con cierto desgano a desarrollar la clase, con la consabida
queja de la baja respuesta en el alumnado, el problema es que esta es la fantasía
que nos venimos contando, el asunto es que no reconocemos la pésima formación a
la que contribuimos alegremente, nos negamos a mirar que el mundo ha cambiado
aceleradamente, que la profesión ha evolucionado, que las disciplinas se
transforman con una velocidad que da miedo, que la actividad profesional en
muchos casos nos es desconocida y sí existe un cierto tipo de acercamiento,
parecen mundos opuestos, la Universidad es el ámbito de recreación de lo que
“sabemos o decimos saber” y el espacio laboral es el lugar donde podemos ser
expertos en un “hacer” que no compartimos en el aula.
Ante esta situación que se nos muestra más evidente cada día ¿Qué requerimientos
plantea un proceso de cambio y reforma curricular? Como docentes o directivos, ¿a
qué destino estamos invitando a nuestros jóvenes? ¿Qué motivaciones estamos
incorporando para que su voluntad y su mente se involucren en una aventura de
aprendizaje permanente? ¿Qué ofrecemos en cada profesión? ¿Qué imagen de
futuro estamos incorporando implícitamente? ¿Cuál es el modelo de profesional
que les planteamos a través de nuestra propia visión de la carrera? ¿Realmente nos
hacemos cargo en lo que nos compete, del tiempo de vida que esos jóvenes nos
entregan para que les brindemos alguna experiencia o algún saber? ¿Nos interesa
hacerlo?
Para Tomas Mirlos, “Algunos estudiosos del tema proponen que para contribuir a
mejorar la calidad de la educación no basta con plantear cambios en los factores
endógenos —como serían la modificación en los materiales educativos o la
capacitación de los profesores—, afirman que es indispensable atender los factores
exógenos, asociados con la relevancia de los contenidos y los resultados de la
educación frente a las necesidades de los individuos y las que demanda el
desarrollo social.
Igual parece pensarse que esta orientación pretende una adecuación acrítica y
pueril a las demandas del mercado, a su compulsiva exigencia, si se le toma sólo en
su perspectiva más funcional y simplista, si da para esto, pero si tomamos el
enfoque de la complejidad, la fenomenología y el constructivismo, la situación
cambia radicalmente, este enfoque implica un arduo trabajo para la reconstrucción
del conocimiento en el currículum, desde abordajes multidisciplinares,
interdisciplinares, y transdisciplinares, no se trata de denominar competencias en
el perfil profesional, redactarlas muy bonitas y seguir organizando listados de
materias fragmentadas para que cada docente repita la historia de la memorización
y la recitación irreflexiva.
Para que los estudiantes logren acercarse a nuevas perspectivas, abrirse al gusto y
la pasión por el conocimiento, necesitan que alguien a lo largo de su historia
formativa, les haya despertado ese interés, les haya imbuido el espíritu y la
inquietud maravillosa que se experimenta cuando se aprende bien algo nuevo.
La diferencia entre hablar de mercado y mundo del trabajo, nos lleva al asunto de
la noción de desarrollo y calidad de vida, categorías analíticas que en su
conjugación marcan el sentido de lo educativo y su proyecto social a mediano y
largo plazo, digamos que las Instituciones tenemos la opción de visualizar futuros,
plantearnos la posibilidad de impactar las regiones de influencia, crear corrientes
de pensamiento hacia la calidad de vida de la sociedad en su conjunto, o bien,
transitar en el campo de la inmediatez, la respuesta a las exigencias de un mercado
volátil y de corto plazo, en aras de una pertinencia no siempre bien comprendida.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS: