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ANDERSON DE JESÚS MÚNERA CÓRDOBA – CONFIGURACIÓN MINISTERIAL IV – 14.02.

2022

REFLEXIÓN ACERCA DEL CAPÍTULO 13 DE LA CARTA A LOS HEBREOS


Hb 13, 16

“No descuiden la beneficencia y la comunión de bienes; ésos son los sacrificios que agradan a Dios”

La carta a los Hebreos, presenta a lo largo de todos sus capítulos un tema de vital importancia, del cual
podría decirse, que es el corazón de este escrito: el sacerdocio de Cristo. Este elemento constitutivo le da
cohesión y fuerza a todas las cuestiones fundamentales de la carta. Es interesante ver como desde el
inicio, se enfatiza en la revelación que Dios ha hecho de sí ante su pueblo, y además, cómo su Hijo, es
constituido como su heredero de todo.
Desde esta perspectiva, la carta nos introduce al tema del sacerdocio, y obviamente, de los sacrificios,
desarrollando así, toda una síntesis de la vida litúrgica del pueblo judío. La mención de los sacerdotes, el
templo, el perdón de los pecados, será de vital importancia para la elaboración de esta obra. Aun así, la
figura del sacerdocio de Cristo sale a relucir sobre toda la vida cultual de Israel, puesto que supera al
sacerdocio levítico. Ya no solo hablamos de un sacerdote tomado de entre los hombres, sino del mismo
Dios que se ha hecho hombre y ha tenido compasión del ser humano, no solo hablamos de un templo al
cual se acudía a orar y a sacrificar animales, sino de Cristo como una Tienda mayor y más perfecta, no
hecha por mano humana, por último, no hablamos de la antigua sangre de los animales que se ofrecían
para el sacrificio, sino de la Sangre de Cristo que ha sellado una Nueva Alianza, en la cual, ha llevado a
la perfección definitiva a los santificados por la remisión de los pecados.

En este contexto, en el capítulo 13 de la carta, se nos ofrece un resumen acerca de todo lo dicho
anteriormente. En el se hace énfasis de los sacrificios, no en el sentido cruento, sino en los sacrificios de
alabanza que brotan de aquellos labios que confiesan el nombre de Cristo. Pero al final de esta sección
se nos dirá que la beneficencia y la comunión de bienes son los sacrificios que realmente agradan a
Dios. Esta afirmación, se constituye como verdadera novedad de vida para todos nosotros los cristianos,
puesto que nos invita realmente a preocuparnos y a ocuparnos por el amor al prójimo. Realmente, todo
el mensaje de Jesús tiene en el fondo la solidaridad y el amor por todos los seres humanos, y ante esto; la
religión, los ritos, las celebraciones, las oraciones… pasan a un segundo plano cuando no se ama al
prójimo. Recordemos como en el Sermón de la Montaña Jesús decía que antes de llevar nuestra ofrenda
al altar, recordemos si estamos en pelea o en conflicto con alguien, y que es mejor, no ofrecer nada,
antes de reconciliarnos. Con todo esto dicho, no quiero dar a entender que Jesús desprecia el acto
religioso como tal, sino que estos actos de piedad y fe, pueden tornarse vacíos cuando olvidamos al
hermano que sufre y padece, cuando odiamos y ofendemos a los demás… Por lo tanto, acojamos de la
mejor manera la propuesta de la carta a los Hebreos, y obviamente, de Jesús, quien nos enseña a estar en
paz con nosotros mismos y los demás, para así, estar en paz con Dios.

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