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Saga Academia de Vampiros 6 - Ultimo Sacrificio
Saga Academia de Vampiros 6 - Ultimo Sacrificio
RICHELLLE MEAD
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RICHELLLE MEAD
LAST SACRIFICE
RICHELLE MEAD
Vampire Academy
Frostbite
Shadow Kiss
Blood Promise
Spirit Bound
Last Sacrifice
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Esto esta dedicado Rich Baley y Alan Doty, mis maestros quienes
más influyeron en mi escritura, y a todos mis amigos maestros
que están por ahí, ayudando a los jóvenes escritores, ahora.
Sigan luchando. A todos ustedes.
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SINOPSIS
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UNO
Incluso no me gusta ir a los zoológicos. La primera vez que fui a uno, casi
tuve ataques claustrofóbicos viendo a esos pobres animales. No podía
imaginarme a ninguna criatura viviendo de esa manera. A veces hasta me
daban un poco de pena los criminales, condenados a la vida en una celda.
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Era cierto que la reina Tatiana no había sido amiga mía. Ella había sido
una fría gobernante calculadora de los Moroi—una raza viva, de vampiros que
utilizaban la magia y no mataban a sus víctimas por sangre. Tatiana y yo
habíamos tenido una relación áspera por un sin número de razones. Una de
esas era que yo estaba saliendo con su sobrino—nieto, Adrian. La otra era mi
desaprobación a sus políticas en relación a la forma de luchar contra los Strigoi:
Los vampiros malos, no—muertos que nos asechaban. Tatiana me había
engañado un sin número de veces, pero nunca había querido verla muerta.
Alguien aparentemente si, sin embargo, había dejado un rastro de evidencias
que conducían hacia mí, la peor de las cuales era que mis huellas digitales
rodeaban la estaca de plata que había matado a Tatiana. Por supuesto, era mi
estaca, y era natural que tuviera mis huellas digitales. Nadie parecía pensar que
eso tenía importancia.
Abe Mazur se puso delante de mí. Como siempre, era algo para
contemplar. Estábamos a mitad del verano —caliente y húmedo, y
estábamos en medio de la zona rural de Pennsylvania, pero eso no le
impedía llevar un traje completo. Era llamativo, perfectamente adaptado y
adornado con una corbata de seda brillante color púrpura y una bufanda que
sólo parecía un exceso. Las joyas de oro destellaban contra el tono oscuro de su
piel, y parecía como si recientemente hubiera recortado su corta barba negra.
Abe era un Moroi, y aunque no fuera de la realeza, ejercía la suficiente
influencia para serlo.
―Desde luego que no. ¿Por qué hacer algo sin una razón?‖
―Bien, bien‖, dijo. ―He venido a decirte que quizá tu juicio pueda ser
removido‖.
―Sí, pero debe haber algo que podamos hacer antes de eso, ¿verdad?
¿Encontrar evidencias que me exoneren?‖ De repente, tuve una gran idea
de cuál era el problema. ―Cuando dices ‗remover‘, ¿qué tan pronto estamos
hablando?‖
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Abe asintió.
―Probablemente, de inmediato‖.
―¿Oh?‖ Él arqueó una ceja. ―¿Sabes cómo se supone que vas a morir?‖
―Lo dudo mucho‖. La expresión de Abe era todavía fresca, sin ninguna
señal de simpatía. Firmeza en el amor.‖ Tú has luchado sin miedo con grupos
de Strigoi, pero, ¿no puedes manejar una pequeña habitación?‖
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―¡Es más que eso! Ahora tengo que esperar cada día en este agujero,
sabiendo que hay un reloj haciendo tic tac hasta mi muerte y casi no hay forma
de detenerlo‖.
―A veces las pruebas mas grandes de nuestra fuerza son situaciones que
no parecen tan obviamente peligrosas. A veces sobrevivir es la más difícil de
todas‖.
Dimitri.
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de entregar la terrible noticia por la cual hubiera sido más feliz viviendo en la
ignorancia?‖
Yo no tengo que morir de esta manera. No tengo que verlo venir. Mi muerte
no iba a ser una cita con lápiz en un calendario.
―El libro siempre es mejor que la película‖. Empezó a alejarse. ―Tal vez
tengamos una discusión literaria la próxima vez‖.
―Creo que mi dulce hija es capaz de asesinar‖, dijo al final. ―Pero no esta
vez‖
―Entonces...¿Quién lo hizo?‖
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Rose,
– Tatiana Ivashkov.
Las palabras no habían cambiado desde las otras cien veces que ya las
había leído, ni tenían las preguntas que siempre se desencadenaban en mí. ¿Era
la nota verdadera? ¿Realmente Tatiana había escrito esto? ¿Ella había
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Otro Dragomir.
Otro Dragomir quería decir que Lissa podría votar. Un voto más en el
Consejo podría cambiar las cosas. Podría cambiar al mundo de los Moroi.
Podría cambiar mi mundo—quiero decir, así como, si yo fuera declarada
culpable o no. Y ciertamente, podría cambiar al mundo de Lissa. Todo este
tiempo, ella creyó que estaba sola. Pero… Ansiosa me pregunté si ella le daría la
bienvenida a un hermanastro. Acepto que mi padre era un malnacido, pero
Lissa siempre tenido al suyo en un pedestal, creyéndole alguien mejor. Estas
noticias causarían un gran impacto emocional, y aunque hubiera entrenado mi
vida entera para cuidarle de amenazas físicas, comenzaba a pensar que había
otras cosas de las que ella necesitaba cuidarse también.
Entonces, ¿por qué no? No era como si pudiera hacer otra cosa, ahora
mismo.
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DOS
Algo me dijo que si alguna vez hubo un espíritu sin descanso, sería una
reina que había sido asesinada en su propia cama. No vi otros rostros familiares
dentro de este grupo, pero no perdí la esperanza.
Estaba de pie en las ropas con las que había sido asesinada, un largo
camisón y una bata cubierta de sangre. Sus colores eran apagados,
parpadeando como la pantalla de una televisión en mal funcionamiento. Sin
embargo, la corona en su cabeza y la posición regia le dieron el mismo aire de
reina que yo recordaba.
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Aparentemente, Tatiana era tan molesta muerta como lo había sido viva.
del espíritu. Él tenía una habilidad que ella no tenía aun: podía visitar a las
personas en sus sueños. Había esperado que él viniera a verme desde mi
encarcelamiento, y ahora tenía sentido por qué no lo había hecho. El alcohol
atrofiaba el espíritu. De alguna manera, eso era algo bueno. Espíritu en exceso
creaba una oscuridad que llevaba a sus usuarios a la locura. Pero pasar la vida
perpetuamente ebrio no era del todo saludable tampoco.
Verlo a través de los ojos de Lissa provocó una confusión emocional casi
tan intensa como la que había experimentado con Tatiana. Me sentí mal por él.
Él estaba obviamente preocupado y alterado en lo que se refería a mí, y los
alarmantes acontecimientos de la última semana lo habían sorprendido tanto
como al resto de nosotros. Él también había perdido a su tía quien, a pesar de su
actitud brusca, le había importado.
Aun así, a pesar de todo esto, sentí… desprecio. Eso era injusto, tal vez,
pero no pude evitarlo. Él me importaba y mucho y entendía que estuviera
alterado, pero había mejores formas de lidiar con su pérdida. Su
comportamiento era casi cobarde. Él se estaba escondiendo de sus problemas en
una botella, algo que iba contra cada pedazo de mi naturaleza. ¿Yo? No podía
dejar que mis problemas ganaran sin luchar.
Adrian abrió la boca, sin duda listo con algún comentario inapropiado y
burlón. Lissa le dio una brusca sacudida de cabeza que lo mantuvo en silencio.
―¿No hay alguno, no sé, sin mangas?‖
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Su abierta tía, Tasha Ozera, era otro estudio de fuerza y gracia bajo
presión. Ella lo había criado después de que sus padres se convirtieran en
Strigoi—y la atacaran, dejando a Tasha con una cicatriz a un lado de su rostro.
Los Moroi siempre dependían de sus guardianes para su defensa, pero después
de ese ataque, Tasha decidió tomar el asunto en sus propias manos. Ella
aprendió a luchar, entrenando con toda clase de métodos mano a mano y
armas. Ella era realmente ruda y constantemente presionaba a los otros Moroi a
aprender combate también.
Lissa ignoró las bromas de los chicos y se enfocó en los Ozera. ―¿Qué
averiguaron?‖
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Y defenderme era lo que había hecho. Él había peleado como el dios que
había vuelto a la Academia San Vladimir, cuando me enseñó cómo luchar con
un Strigoi. Él incapacitó más guardianes en ese café de lo que un hombre
debería ser capaz. La única cosa que lo terminó—y realmente creo que él
hubiera peleado hasta su último aliento—había sido mi intervención. No sabía
en ese momento lo que estaba sucediendo o por qué una legión de guardias
quería arrestarme. Pero me había dado cuenta que Dimitri estaba en serio
peligro de dañar su ya frágil estado en la Corte. Le rogué a Dimitri que se
detuviera, más asustada de lo que le sucedería a él que a mí. Poco sabía lo que
estaba reservado para mí.
―Aun es absurdo,‖ espetó Tasha, más para sí misma que para los otros.
Ella y Dimitri había sido cercanos en los últimos años, y ella una vez había
querido llevar esa relación a otro nivel. Ella había aceptado la amistad, y su
indignación por la injusticia hacia él era tan fuerte como la nuestra. ―Ellos
debieron dejarlo ir tan pronto como se convirtió en dhampir de nuevo. Una vez
que las alecciones se resuelvan, me voy a asegurar de que lo liberen.‖
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Adrian no hizo más comentario, pero sabía que este tema estaba
encendiendo chispas de celos en su interior. Le había dicho que Dimitri estaba
en el pasado y que estaba lista para seguir adelante, pero Adrian—como yo—
sin duda debe haberse preguntado sobre las motivaciones detrás de la valiente
defensa de Dimitri.
Dos semanas.
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Entonces— me desperté.
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TRES
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Todo el día traté de entrar en su cabeza. Cada vez, era excluida. Era
enloquecedor. Nadie vino a visitarme tampoco, y el libro y las revistas desde
hace tiempo habían perdido su atractivo. El sentimiento de animal enjaulado
me agarró otra vez, y pase una buena cantidad de tiempo gritándole a mis
guardias—sin resultados. El funeral de Tatiana era mañana, y el reloj para mi
juicio hacía tictac ruidosamente.
Cristhian se encontró con Lissa afuera. Estaba listo también, tenía que
admitir, que inusualmente llevaba una camisa de vestir y una corbata. Él la
había combinado con una chaqueta, y su expresión era una extraña mezcla de
nerviosismo, secretismo, y típica arrogancia. Cuando él vio a Lissa, sin
embargo, su cara momentáneamente se transformó, volviéndose radiante e
impactado mientras la contemplaba. Él le dio una pequeña sonrisa y tomó sus
manos para un breve abrazo. Su toque le trajo alegría y comodidad, aliviando
su ansiedad. Habían vuelto a estar juntos recientemente después de una
separación, y ese tiempo de separación había sido agonizante para los dos. ―Va
a estar bien,‖ él murmuró, su mirada de preocupación regresó. ―Esto
funcionará. Podemos hacer esto.‖
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Ella no dijo nada pero la apretó con fuerza antes de dar un paso hacia
atrás. Ninguno de ellos habló mientras caminaban hacia el comienzo del cortejo
fúnebre. Decidí que esto era sospechoso. Ella agarró su mano y se sintió
confortada por ello.
El proceso fúnebre para los monarcas Moroi había sido el mismo durante
siglos, sin importar si la Corte estaba en Rumanía o en su nueva casa en
Pensilvania. Esa era la manera Moroi. Se mezclaban lo tradicional con lo
moderno, la magia con la tecnología.
El ataúd de la reina sería llevado por los portadores del féretro fuera del
palacio y conducido con gran ceremonia a través de todo el terreno de la Corte,
hasta que alcanzara la imponente catedral de la Corte. Allí, un grupo selecto
entraría a la misa. Después del servicio, Tatiana sería sepultada en el cementerio
de la iglesia, tomando su lugar al lado de otros monarcas y otros miembros
importantes de la realeza.
La ruta del ataúd era fácil de localizar. Los postes ensartados con
estandartes rojos y negros de seda marcaban cada lado. Los pétalos de rosa
habían sido esparcidos por la tierra en la que el ataúd pasaría. A lo largo de los
lados, las personas se amontonaban, esperando ver momentáneamente a su ex
reina. Muchos Moroi habían venido de lugares lejanos, algunos para ver el
funeral y algunos para ver las elecciones de monarca que pronto seguirían
durante el siguiente par de semanas.
Lissa le ofreció una sonrisa nerviosa. Ella estaba ansiosa por unirse a la
procesión y hacer todo esto de una vez. "Hola," ella le dijo. Daniella estaba
vestida de completo terciopelo negro e incluso tenía pequeños broches de
diamante brillando en su cabello oscuro. La preocupación y la agitación
delineaban a su linda cara. ―¿Has visto a Adrian? No he podido encontrarlo por
ninguna parte. Revisamos su habitación".
Lissa suspiró. "No estoy segura donde está el, pero lo vi anoche cuando
él regresaba de alguna fiesta". Lissa vaciló, como si estuviera demasiado
avergonzada de decirle el resto. "Él estaba… realmente borracho. Más de lo que
jamás lo había visto. Él iba con algunas chicas, y no lo sé. Lo siento, Señora
Ivashkov. Él está probablemente. . . Bueno, desmayado en alguna parte".
"Gracias. Ahora vaya". Daniella señaló hacia las puertas, aún pareciendo
ansiosa. ―Usted necesita tomar su lugar‖. Para sorpresa de Lissa, Daniella le dio
una gentil palmada en el brazo. ―Y no esté nerviosa. Usted estará bien.
Simplemente mantenga su cabeza arriba‖.
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Caminar por la ruta del funeral tomó un buen tiempo. Incluso cuando el
sol empezó a hundirse por el horizonte, el calor del día todavía colgaba en el
aire. Lissa comenzó a sudar pero sabía que su incomodidad era nada
comparada con los portadores del féretro. Si la vigilante muchedumbre sentía el
calor, ellos no lo mostraban. Estiraban sus cuellos para conseguir un vistazo del
espectáculo que pasaba ante ellos. Lissa no procesó a los espectadores tanto,
pero en sus caras, vi que el ataúd no era su único enfoque. También estaban
viendo a Lissa. El aviso de lo que ella le había hecho a Dimitri se había
encendido alrededor del mundo Moroi, y mientras muchos estaban escépticos
de su habilidad para sanar, también habían muchos que le creían. Vi las
expresiones de asombro y admiración en la multitud, y por un segundo, me
pregunté a quién realmente habían venido a ver: ¿A Lissa o a Tatiana?
reina estaba un jardín que yo conocía muy bien. Había sido obligada a ararlo
como castigo por escaparme hacia Las Vegas. Mi verdadero propósito en ese
viaje—el cual nadie sabía—había sido liberar a Victor Dashkov de prisión.
Victor había sido un viejo enemigo nuestro, pero él y su hermano Robert, un
usuario del espíritu, habían tenido el conocimiento que necesitábamos para
salvar a Dimitri. Si algún guardián se hubiese enterado de que yo había
liberado a Victor—y de que después lo perdí—mi castigo habría sido bastante
peor que archivar y labrar. Por lo menos había hecho un buen trabajo con el
jardín, pensé cruelmente. Si fuese ejecutada, dejaría una marca duradera en la
Corte.
Los ojos de Lissa se detuvieron en una de las estatuas por mucho tiempo
antes de que ella regresara a la iglesia. Ella estaba sudando excesivamente
ahora, y me percaté un poco de que no era simplemente el calor. Ella estaba
ansiosa también. ¿Pero por qué? ¿Por qué estaba tan nerviosa? Ésta era
simplemente una ceremonia. Todo lo que tenía que hacer era atravesar las
actividades aquí. Pero… allí estaba otra vez. Algo más le estaba molestando.
Ella aún estaba conservando un montón de pensamientos, pero unos cuantos se
filtraban mientras ella se preocupaba.
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CUATRO
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Se utiliza el término combustión espontánea para describir los casos de ijncineración sin una fuente externa de
ignición aparente. Aunque existen multitud de teorías sobre la combustión espontánea, la posición mayoritaria es
de escepticismo sobre la propia existencia del fenómeno.
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había observado, parecía no haber daños. Y si habían, entonces iba a ser por
culpa de la estampida.
Satisfecha, Lissa giró y empezó a marcharse con los otros. (Bueno, ella se
estaba marchando; ellos estaban huyendo). Sólo había tomado un poco de
distancia cuando ella vio un enorme grupo de guardianes apresurándose hacia
la iglesia, con caras sombrías. Algunos de ellos para ayudar a los que escapaban
de la destrucción, pero la mayoría de los guardianes estaban en su camino al
sitio de explosión para ver qué había pasado.
Lissa se detuvo otra vez, causando que el chico detrás de ella golpeara en
su espalda, pero ella apenas sintió el impacto. Observó fijamente a los
guardianes, tomando nota de cuántos habían, y entonces se movió una vez más.
Sus pensamientos ocultos estaban empezando a despejarse. Finalmente,
comencé a ver pedazos del plan que ella había mantenido oculto de mí. Ella
estaba contenta. Nerviosa, también. Pero en general, ella se sentía…
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En español, Guerra y Paz. Es una novela del escritor ruso León Tolstói (1828–1910) que comenzó a escribir en una
época de convalecencia al romperse el brazo cuando cayó del caballo en una partida de caza en 1864. Es un libro
enorme que tiene 1184 páginas.
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"Rose, no hay guardias en el edificio. Bueno, tal vez uno. Y esos tíos".
Eddie señalo hacía el lugar donde se había desarrollado la pelea, asumí que los
guardianes permanecían inconscientes. Seguramente mis amigos no habían
matado a ninguno de ellos.
"Claro que no," dijo Eddie. Parecía conmocionado por haber sugerido tal
atrocidad. "Otros usuarios de fuego lo sabrían si lo hiciese".
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Dimitri.
"Qué absurdo," dijo Dimitri finalmente. "No tenemos mucho tiempo. Esa
declaración está muy bien, pero hay una cosa que me fastidia del "brillante"
plan de tus amigos. ―
"¡No hay forma de que piensen que él lo hizo a solas!" Exclamé, dándome
cuenta de lo que estaba intentando Mikhail. Estaban haciendo caer a Dimitri en
una trampa como el culpable en esta huida. Gesticulé hacia los guardianes
inconscientes a nuestros pies. "Os vieron la cara".
"Realmente no" dijo una nueva voz. "No después de un poco de amnesia
inducida con el espíritu. Para cuando se despierten, la única persona que
recordarán ver será a este inestable chico ruso. Nadie más. Sin ofender".
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"Lissa le mintió a tu madre hace un rato," dije. "se supone que estabas
borracho por algún sitio".
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Adrian parecía tan confuso como yo. Ambos sabíamos que no había una
elección acertada. Simplemente se preocupada y quería que yo supiese lo que
arriesgaba. Dimitri, sin embargo. . . para él, no había elección. Podía verlo todo
en su cara. Era un defensor de las reglas y de hacer las cosas como es debido.
¿Pero en este caso? ¿Con tales probabilidades? Era mejor arriesgarse a vivir
como una fugitiva, y si la muerte llegaba, mejor ofrecer batalla.
"Vámonos" dije.
Adrian me miró de reojo. "Vale, pues bien, se supone que estoy loco,
¿verdad?" Un destello de afecto brilló en sus ojos. "Y hay pocas cosas que no
haría por ti. En estupidez nadie me gana".
Los garajes no estaban muy lejos, pero tampoco cerca. "Este es mucho
campo descubierto que recorrer" dije. No traje a colación el problema obvio: Me
van a matar si me ven.
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Casi sonrió. Casi. "Esos dos ciertamente serían mis primeros sospechosos
si algo estallase".
"Pero los guardias no sospecharán de ellos una vez que se den cuenta de
que la explosión no fue causada por arte de magia," filosofé. Las anteriores
palabras de Mikhail regresaron a mí. "Y oye, ¿dónde conseguisteis el C4? Los
explosivos militares son un poco extremos, incluso para ti".
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combatíamos. Adrian había dicho que la ilusión que él había aplicado sobre
nuestro grupo no tendría efecto si se fijaban en nosotros. Me interpuse a Dimitri
con la esperanza de que se fijasen en mí y no en el resto del grupo. Me entregué
por completo a la pelea sin vacilación, los instintos defensivos me acuciaban.
Excepto en esos milisegundos, la realidad de lo que estaba haciendo no me
impacto.
Dimitri estaba con los otros dos, tan rápido y feroz como siempre.
Meredith y yo luchábamos una con la otra. Al principio, ella intentó derribarme
en virtud de su peso, probablemente en las esperanzas de arrinconarme hasta
que pudiese agarrarme. Sólo que yo era más fuerte. Debería haberlo sabido.
¿Cuántas veces peleamos en el gimnasio de la escuela? Casi siempre había
ganado. Y éste no era juego, no estábamos practicando. Le devolví el ataque,
dándole puñetazos en la mandíbula y desesperadamente rezando por no
rompérsela. Ella se mantuvo en movimiento pese al dolor, pero – otra vez – fui
superior. Percibí un agarre en mis hombros y la arrojé al suelo. Su cabeza dio un
fuerte golpe, pero permaneció consciente. No supe si estar agradecida o no.
Manteniendo mi agarre, la pongo noqueé, esperando que cerrara los ojos. Solté
tan pronto como estuve segura de que estaba K.O, mi corazón se retorcía en mi
pecho.
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"Le di fuerte."
Esperaba que el tuviera razón. Las líneas entre el bien y el mal se estaban
confundiendo. Lo único bueno, suponía, era que Meredith había estado tan
ocupada por verme a mí que probablemente no había visto a Eddie y a los
demás. Se habían abstenido de luchar, de esperar mantener el velo del espíritu
de Adrian, mientras que Dimitri y yo captábamos la atención.
Dimitri nos llevó hacia adelante, sin vacilar. Sabía exactamente a dónde
íbamos. Habíamos planificado todo al detalle, me di cuenta. La mayoría de los
planes habían sido formulados ayer. ¿Por qué Lissa se ocultaba de mí? ¿No
hubiera sido mejor para mí tener una cara a cara en el plan?
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ejecución o un juicio si puedo evitarlo.‖ Hizo una pausa. ―Lo cual, por
supuesto, puedo.‖
―Ellos ya piensan que eres culpable,‖ dijo Abe. ―Tu dentro de esa celda
no va a cambiar nada. Esto es solo una forma de asegurarnos de que tenemos
más tiempo para hacer lo que tenemos que hacer sin que tu ejecución se cierna
sobre nosotros.‖
―Si, pero—―
―No hace falta,‖ dije lentamente, mientras mi mente giraba. ―Ya vamos a
tener problemas para salir de la corte. Estaremos parados, incluso si podemos
llegar a la puerta. ¡Van a estar los coches alineados por varios kilómetros!‖
―Ah bueno,‖ dijo Abe, con los brazos cruzados. ―Tengo una fuente que
me ha indicado de que va a haber una ‗nueva‘ puerta pronto por el lado sur de
la pared.‖
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―Haces que parezca tan fácil,‖ dijo con el ceño fruncido. ―Esas cosas son
difíciles de conseguir.‖
En cambio, Dimitri me dio una de esas miradas tristes que indicaban que
estaba siendo ridícula. Podríamos haber estado de vuelta en la academia de St.
Vladimir.
―Rose, no puedo estar en más problemas ya. Alguien tiene que hacerse
responsable de ti y soy tu mejor elección.‖ No estaba tan segura de eso. Si
Tatiana realmente había hecho progresos en convencer a la gente de que Dimitri
no era una amenaza, esta escapada lo arruinaría todo.
Adrian fue el más difícil de dejar atrás. Me di cuenta de que era difícil
para el también, no importaba cuan relajada fuera su sonrisa. No podía ser feliz
mientras yo me iba con Dimitri.
Nuestro abrazo duro un poco más que los otros y me dio un suave y
breve beso en los labios. Casi me dieron ganas de llorar después de lo valiente
que había sido esta noche. Yo deseaba que pudiera venir conmigo, pero sabía
que estaría más seguro aquí.
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Como siempre, Dimitri conducía, algo que aun pensaba que era
totalmente injusto. Una cosa era cuando era su alumna, pero ¿ahora? ¿Le
pasaría algo si renunciaba a esa rueda? Este no parecía el momento de hablar de
ello, sin embargo – sobre todo porque yo no pensaba que estuviéramos juntos
mucho tiempo.
Algunas personas habían venido a ver dónde había volado la pared, pero
ningún guardia había aparecido todavía. Dimitri se agolpo en la brecha tan
imperiosamente como cuando Eddie los conducía a través de la puerta de la
prisión, solo que el Civic iba mejor a través de baches que la camioneta en
Alaska. El problema de hacer una salida propia era que no había camino real.
Incluso más allá de lo que Abe pudiera hacer.
Dimitri no me miro, seguía navegando por el suelo bruto hacia una zona
más transitable. ―Debido a que el Civic es uno de los coches más comunes por
aquí y no llamara la atención. Y este va a ser el único momento que necesitemos
un todoterreno. Una vez que lleguemos a una autopista, pondremos mayor
distancia entre nosotros y la corte mientras podamos – antes de abandonar el
coche, por supuesto.‖
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Fuera lo que fuese, estaba consumida por algo más que su aspecto físico,
aunque dudaba de mi distracción. El pelo, la cara, su cercanía a mí, su olor… lo
sentí todo y eso hizo que mi sangre quemara. Pero en el interior de Dimitri – el
Dimitri que había llevado con un pequeño ejército a la toma de una prisión -
me cautivaba en la misma medida. Me llevo un momento darme cuenta de
porque era tan poderoso: estaba viendo al antiguo Dimitri una vez más, el que
me había preocupado que se fuera para siempre. Él no lo era. Estaba de vuelta.
―Y,‖ continuo el, ―me refería a lo que le dije. Jure que le serviría y
ayudaría el resto de mi vida, todo lo que pidiera. Si ella quiere que sea tu
guardaespaldas, entonces es lo que quiero ser.‖ Me lanzo una mirada peligrosa.
―No hay forma de que te deshagas de mí en un futuro próximo.‖
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CINCO
Pensé que allí había el indicio de una pequeñísima sonrisa en sus labios,
lo cual me pareció absurdo considerando que ésta era probablemente la peor
situación en la que había estado después de haberse recuperado de su estado
Strigoi.
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―¿Oh? ¿Tienes mejores cosas que hacer que huir de las personas que
quieren apresarte y ejecutarte?, por favor no me digas otra vez que esto es
demasiado peligroso para mí‖.
―Lo que quiero saber es por qué nadie me contó sobre esto – o, entiendo,
por qué Lissa no lo hizo. ¿Por qué me ocultó esto? ¿No piensas que habría sido
más provechoso si hubiera estado lista?‖
―Pues bien, ahora que nosotros estamos fuera, ¿me puedes decir hacia
donde vamos? ¿Estaba yo en lo correcto? ¿Es hacia algún lugar loco, remoto?‖
Ninguna respuesta.
Esa sonrisa diminuta en sus labios creció un poco más grande. ―Bien,
tengo mi teoría personal que mientras más no sepas, más sea tu curiosidad
tendré la posibilidad de asegurarme de que te quedes conmigo‖.
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―Sí‖.
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―Si no estoy allí en media hora, llama a este número y vete sin mí‖.
Dimitri me dio una pequeña hoja de papel del bolsillo de su guardapolvo. Esto
tenía un número de teléfono garrapateado en él, el cual no pude reconocer.
Si no estoy allí en media hora. Las palabras fueron tan espantosas que no
pude evitar protestar esta vez. ―¡Cómo que si tú no estas – ah!‖
Dimitri hizo otro giro abrupto, uno que causó que él se pasase una luz
roja y perdiera estrechamente un número de autos. Más bocinazos se tocaron,
pero la maniobra había sido demasiado repentina para que nuestra cola
continuase. Vi a nuestros perseguidores pasar por la calle principal, las luces de
freno brillaron intermitentemente mientras buscaban algún punto en donde dar
el giro de vuelta.
Dimitri nos llevó al lote del estacionamiento del centro comercial. Estaba
repleto de autos, y eché un vistazo al reloj para saber el tiempo humano. Casi
las ocho de la noche. La primera hora del día Moroi, la hora de la diversión en
los humanos. Él condujo pasando de largo algunas entradas del centro
comercial y finalmente seleccionó una, aparcándose con mucha eficiencia.
Estuvo fuera del coche en un movimiento fluido, yo lo seguí tan rápido como
pude.
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Cuando tuve el camino libre, apuré el paso un poco. Macy tenía una
salida al exterior, y ahora era un buen momento para saber si yo había hecho
una apuesta correcta e ir en esa dirección. Entré en la tienda, bajé por su
escalera eléctrica, y me encaminé hacia la salida del primer piso—pasando una
selección muy agradable de lindas boinas y sombreros de fieltro. Hice una
pausa cerca de ellos, no porque hiciese planes de mejorar mi gorra, sino porque
me dejó alinear mi paso detrás de un grupo de chicas que también salían.
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cómo llegar al cine. Exhalé con alivio y tomé un atajo por el estacionamiento,
aún observando mi entorno.
Mientras más lejos caminé del centro comercial, menos atestado se hizo
el estacionamiento. Los postes de alumbrado evitaron que estuviera
completamente a oscuras, pero hubo todavía una percepción extraña cuando las
cosas se volvieron más tranquilas y más tranquilas. Mi impulso inicial era
dirigirme directamente al camino, cruzar e ir directamente al teatro. Estaba bien
alumbrado y con peatones. Pero un momento después, decidí que era
demasiado visible. Estaba muy segura de que podría tomar un atajo por los
estacionamientos más rápidamente para llegar al teatro.
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Por fin di un paso hacia el frente del coche. El intentó interceptarme, pero
entonces lo sorprendí brincando por encima de la capota del coche (porque
honestamente, en este punto, no era como que la alarma iba a sonar aún más
fuerte). Con mi fracción de segundo de ventaja, me lancé del coche por encima
de él, tirándole al piso. Aterricé en parte superior de su estómago y lo mantuve
sujeto con todo mi peso mientras mis manos rodeaban su cuello. Él luchó,
intentando tirarme, y casi tuvo éxito. Al final, por la falta de oxigeno salí
victoriosa. Dejó de moverse y se desmayó. Lo solté.
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echaban una mirada extraña, mientras ellos o esperaban boletos o discutían qué
película acababan de ver. No vi señal de Dimitri dondequiera.
No contaba con un reloj. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que nos
habíamos separado? Seguramente no media hora. Paseé alrededor del teatro,
permaneciendo oculta entre el gentío, yendo en busca de cualquier indicación
de Dimitri o más perseguidores. Nada. Los minutos hicieron tictac.
Ansiosamente, metí la mano en mi bolsillo y toqué la hoja de papel con el
número telefónico. Vete, me había dicho. Vete y llama a ese número. Por
supuesto, yo no tenia móvil, pero ese era el mínimo de mis problemas ahora.
―¡Rose!‖.
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―No me sorprende‖, le dije, ―¿que ésta sea una parada por comida?‖
―Hey, Rose‖, me respondió ella, con una sonrisa pesarosa que jugaba en
sus labios. Ella sostuvo en alto una bolsa McDonald‘s. ―Creí que tendrías
hambre‖.
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SEIS
―Sinceramente, creo que es mejor que por ahora evites las emociones
extremas en este momento‖ Señalo Sydney.
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―Abe.‖
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―Lo sé,‖ me interrumpió Sydney. ―Lo he oído todo. Todos los alquimistas
sabemos de ello. Vosotros dos estáis en el top de la lista de los más buscados.‖
Dudo unos segundos antes de cogerla. Parecía que lo miraba como una
especie de maravilla y me di cuenta de que para el comer alimentos era aún una
cosa nueva en estos últimos meses. Los strigois subsistían a base de sangre. Le
di un par de patatas fritas también y luego me volví a devorar el resto. No me
moleste en ofrecerle nada a Sydney. Era famosa por su falta de apetito y
además, me di cuenta, de que habría comido mientras esperaba si quisiera.
―Creo que esto es para ti.‖ Dijo Dimitri entregándome una mochila. La
abrí y encontré unos cuantos cambios de ropa, así como algunos artículos de
tocador básicos. Comprobé la ropa. ―Pantalones cortos, camisetas y un vestido.
No puedo luchar con esto. Necesito unos vaqueros.‖ El vestido era bonito lo
admito. Un vestido largo de gasa en color negro, blanco y gris. Pero muy poco
práctico.
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Sydney nos llevó a un edificio con un cartel que decía Motel. Al parecer,
a esta ciudad le gustaba ceñirse a lo básico cuando se trataba de nombres. No
me sorprendería si simplemente se llamara CIUDAD.
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la cosa más cómoda del mundo. Todavía llevaba esa mirada vigilante
permanente, pero pude ver el agotamiento alrededor de sus ojos. Esta había
sido una noche larga para el también. Me senté en el borde de la cama. ―¿Y
ahora qué?‖
―¿A qué?‖
Dimitri cruzo los brazos. ―Tanto como sea necesario. Tenemos fondos
para quedarnos aquí definitivamente.‖
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―Oh, señor,‖ gemí. ―¿Has estado saliendo con Abe, no? Ya sabes, cuando
eras Strigoi, me dijiste que me mantuviera alejado de él. Tal vez debes coger tu
propio consejo.‖
―No vamos a discutir esto,‖ dijo con dureza. ―Lissa dice que te quedes
aquí, así que te quedaras aquí.‖
La ira aparto mi culpa. ―¿Es por eso que estás haciendo esto? ¿Por qué
Lissa te lo pidió?‖
Fue entonces cuando crujió todo. Había sido bastante malo cuando Lissa
convirtió de nuevo en dhampir a Dimitri, Dimitri había elegido quedarse con
Lissa mientras me despreciaba. A pesar de haber sido la única en ir a Siberia y
de haber sido la que había descubierto como el hermano de Viktor sabia
restaurar un Strigoi…bien, aparentemente estas cosas no importaban. Solo Lissa
blandiendo la estaca parecía importar, y Dimitri la tenía ahora como una
especie de diosa angelical, y se había convertido en algo arcaico, un caballero
con la promesa de servirle.
―Te vas a quedar aquí,‖ dijo el de forma uniforme, con las manos
aferrándome las muñecas. ―Te guste o no.‖
Ahora, tenía pocas opciones. Podía quedarme aquí por supuesto. Podría
pasar los días—incluso los meses—en este motel hasta que Lissa limpiara mi
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―Para esto,‖ me dijo al oído, sus labios casi tocándome. ―Se razonable por
una vez. No puedes alejarte de mí.‖
―No soy la única que no razona,‖ gruñí, intentando girar la cara hacia él.
―Tú eres el que estas atrapado en una promesa noble sin sentido. Y sé que no te
gusta mantenerte fuera de la acción más que a mí. Ayúdame. Ayúdame a
encontrar al asesino y haz algo útil.‖ Deje de luchar y fingí que nuestro
argumento me había distraído.
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―Yo. No puedo.‖
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Una idea me golpeo tan rápido que no hice una pausa para analizarla.
Simplemente actué. Mi cuerpo podía estar limitado, pero mi cabeza y mi cuello
tenían la libertad suficiente para subir—y besarlo.
Mis labios se encontraron con los suyos y aprendí algunas cosas. Una de
ellas fue que era posible atraparlo por sorpresa. Su cuerpo se congelo y se
levantó, sorprendido por el repentino giro de los acontecimientos. También me
di cuenta de que era tan buen besador como recordaba. La última vez que le
había besado, fue cuando era Strigoi. Había tenido una sensualidad inquietante
en ello, pero nada en comparación con el calor y la energía de estar vivo. Sus
labios eran iguales a como los recordaba de nuestra época en St. Vladimirs,
suaves y hambrientos al mismo tiempo. Electricidad recorrió mi cuerpo cuando
me devolvió el beso. Fue a la vez reconfortante y estimulante.
Y esa fuera la tercera cosa que descubrí. El me devolvía el beso. Tal vez,
solo tal vez, Dimitri no estaba tan convencido como había afirmado. Tal vez
entre toda la culpa y la certeza de que no podía amar de nuevo, él todavía me
quería. Me hubiera gustado encontrar esa parte. Pero no tenía tiempo.
En cambio, le di un puñetazo.
Sí, es cierto: he dado puñetazos a los chicos que me han besado antes,
pero nunca realmente al que quería seguir besando. Dimitri todavía me tenía
cogida fuertemente, pero el shock del beso le había hecho bajar la guardia. Mi
puñetazo salió y conecto con un lado de su cara. Sin perderle de vista, le empuje
fuera tan fuerte como pude y salte fuera de la cama dirigiéndome hacia la
puerta. Le oí luchar para ponerse en pie mientras la abría.
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SIETE
Una vez que estuve bastante segura de que había puesto suficiente
distancia entre mí y el motel, hice una pausa y miré alrededor. Los insectos
nocturnos tarareaban y cantaban, y la opresiva humedad del verano colgada a
mi alrededor. Mirando a través de las copas frondosas de los árboles, podía ver
un cielo brillante de estrellas, totalmente al margen de las luces de la ciudad.
Sintiéndome como una verdadera sobreviviente del desierto, estudié las
estrellas hasta que vi la Osa Mayor y descubrí cual dirección era el norte.
Las montañas por las que Sydney nos había conducido habían estado en
el este, por lo que ciertamente no quería ir en esa dirección. Parecía razonable
que si caminaba hacia el norte, yo tendría finalmente que rodar de una
interestatal a otra haciendo autostop o caminar mi camino de regreso a la
civilización. Este no era un plan hermético, pero no era lo peor que había tenido
que hacer, no por un largo tiempo.
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Cristian le dio una sonrisa tan encantadora como pudo, como un niño
tratando de evitar ser regañado. ―Ellos sabrán para ahora que esto no fue
causado por magia‖, él dijo.
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Lissa casi sonrió pero sin darle rienda, poniendo una mirada sobria
mientras ella y sus compañeros entraban. La puerta se cerró detrás de ellos, y se
encontró frente a tres guardianes sentados en una mesa. Uno de ellos lo había
visto por ahí, pero nunca lo había conocido. Creo que su apellido era Steele. Los
otros dos yo los conocía bien. Uno de ellos era Hans Croft, quien dirigía las
operaciones de los guardianes en la Corte. Junto a él, para mi asombro-estaba
Alberta, quien estaba a cargo de los guardianes y novatos de St. Vladimir.
Alberta le dio a Lissa una pequeña sonrisa pero por lo demás permaneció
en modo de guardián profesional. ―Yo estaba aquí para el funeral, y el
Guardián Croft decidió que a él le gustaría tener una opinión externa para la
investigación‖
―Estoy seguro‖ dijo Hans, su voz seca ―¿Donde estabas cuando las
estatuas explotaron?‖
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Steele tenía una pila de papel frente a él. ―Eso es verdad. Habían
suficientes testigos‖
―Muy conveniente. ¿Que hay sobre después?‖ preguntó Hans ―¿A donde
fuiste cuando la multitud entro en pánico?‖
―Regrese al edificio del Consejo. Allí donde todos los demás estaba
reuniéndose y yo pensé que este sería seguro‖ No podía ver su cara pero podía
sentirla tratando de lucir convincente. ―Yo estaba asustada cuando las cosas
comenzaron a volverse locas‖
Hans ignoró la indirecta sobre sus operaciones. ―¿Ustedes tienes esa cosa
del vinculo, verdad? ¿Tu no captas nada a través de eso?‖
―Yo no puedo leerla‖ explicó Lissa ―Ella ve mis pensamiento pero no otra
cosa alrededor‖
―¿En serio? Porque no hace mucho tu estabas jurando y gritando que ella
era inocente‖ apuntó Hans.
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Lissa miro de regreso y amplio sus ojos ―¡Pensaba que lo era! Pero
entonces… entonces escuché lo que ella le hizo a esos guardianes en el
escape…―, su aflicción no era completamente fingida esta vez. Ella todavía
necesitaba actuar como si pensara que yo era culpable, pero las noticias acerca
de las condiciones de Meredith la habían alcanzado—y sinceramente la habían
impactado. Eso hacia dos de nosotras, pero al menos yo sabia que Meredith
estaba bien.
Hans todavía lucia escéptico ante el cambio del corazón de Lissa pero lo
dejó ir. ―¿Qué hay acerca de Belikov? Tu juraste que el no era mas un Strigoi.
Pero obviamente algo fue mal allí también‖
―Eso fue muy extremo para un profesor, en particular para uno que,
antes de convertirse en Strigoi—era conocido por ser sensato y racional.‖
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Díselos, el mensaje parecía decir. Esto creará problemas, pero no serán tan
malos como tus actuales problemas. Lissa sostuvo esa mirada, preguntándose si no
era más que ella proyectando sus propios pensamientos en Alberta. No
importaba quien había venido con la idea. Lissa sabía que estaba en lo cierto.
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Hans la corto con una mirada. ―Yo puedo hacer la matemática, Princesa.
Al menos que ellos hayan tenido algún tipo de hermoso y conmovedor romance
en las ultimas semanas—mientras el estaba mayormente en aislamiento—
entonces habían cosas llevándose a cabo en tu escuela que alguien debía haber
reportado‖
Lissa no dijo nada pero desde la esquina de su ojo, ella podía ver a
Christian y Tasha. Ellos estaban tratando de mantener sus expresiones
neutrales, pero estás noticias obviamente no eran una sorpresa para ellos, sin
duda confirmarían las sospechas de Hans de que cosas ilícitas habían estado
llevándose a cabo. Yo realmente no me había enterado de que Tasha sabía
acerca de Dimitri y de mí y me sentí un poco mal.
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¿Había sabido que parte del rechazo de él hacia ella había sido en parte
por mí? Y si ella sabia, ¿cuantos otros también?. Christian probablemente la
había informado pero algo me decía que otras personas estaban probablemente
comenzando a enterarse también. Después del ataque a la escuela, mi reacción
había sido una gran pista sobre mis sentimientos por Dimitri quizás decirle a
Hans ahora no era un gran problema después de todo. El secreto no seria un
secreto por mucho más tiempo.
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Tasha dejó a Christian y Lissa, una vez que estuvieron fuera, en primer
lugar advirtiéndoles que fuesen cuidadosos. ―Han salido de esta por poco, pero
no creo que los guardianes estén completamente convencidos contigo.
Especialmente Hans‖
Tasha puso los ojos en blanco. ―Sí. Veo lo que sucede cuando eres dejado
a tu propio cargo‖.
―Es cierto‖ admitió Tasha. Ella apenas era un modelo para jugar según
las reglas. ―Es sólo que todo se esta volviendo mucho más complicado. Rose
está en la carrera. Y ahora Dimitri. . .‖ Suspiró, y yo no la necesitaba para
terminar de adivinar sus pensamientos. Había una profunda mirada de tristeza
en sus ojos, que me hizo sentir culpable. Al igual que el resto de nosotros,
Tasha había querido la reputación de Dimitris restaurada. Al liberar a la
acusada de asesinar a la reina, el había dañado seriamente cualquier
oportunidad de aceptación. Yo realmente deseaba que él no se hubiera visto
involucrado y confiaba en que mi actual plan de escape valiera la pena.
―Sólo ten cuidado. Por favor. No quiero verte en una celda, también. No
tengo tiempo para visitas a la cárcel con todo lo demás que está pasando‖.
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―Idiota‖, ella dijo de manera casual. ―Me refiero a él. No a ti. Alguien
tiene que hacer entrar en sentido a nuestra familia antes de que ellos se
avergüencen a si mismos‖.
―Me sentiría mal si ellos siguen comportándose como unos imbéciles con
nosotros‖ Christian comentó, mirando a su tía caminar lejos. El estigma de sus
padres volviéndose Strigoi todavía persistía después de todos estos años. Tasha
aceptó esto con más gracia, a pesar de su queja-si sólo fuera capaz de participar
en las grandes decisiones de la Familia Ozera.
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―Bien‖ dijo ella, sin molestarse en contarle sobre el ‗afecto irracional‘. Ella
sabía que el había tenido cuidado sobre que ninguno de sus asociados fuera
implicado.
―Un paso a la vez‖ murmuró Abe. ―No tiene sentido dejar que la imagen
más grande nos abrume. Nosotros empezaremos por el principio‖
Él habló en ese tono solapado suyo que me molesta a veces, pero para
Lissa hoy, era reconfortante. Hasta ahora, toda su energía se había centrado en
sacarme de la cárcel y llevarme a un lugar seguro. Esa era la meta que la había
conducido a ella y la mantuvo en las consecuencias de mi escape. Ahora,
después de que algo de la intensidad se había desvanecido, la presión de todo
esto estaba empezando a caer sobre ella. Christian pasó un brazo alrededor de
sus hombros, sintiendo su consternación. Él se volvió a Abe, inusualmente
grave.
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―No es corta tampoco‖ Lissa enumeró las personas en sus dedos.‖ Los
guardias reales, sus amigos y familiares. . . y eso suponiendo que no hay una
alteración en los registros de los guardianes sobre los visitantes. Y por lo que
sabemos, algunas visitas nunca fueron registradas en absoluto. Probablemente
había reuniones secretas de negocios todo el tiempo. ―
―¿Quién? ―
―Las apariencias engañan‖ dijo Abe. ―El estaba muy interesado en Rose
de vuelta en la sala del tribunal‖.
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―Una vez que el entierro pase, las elecciones comienzan‖, Abe siguió,
―Cualquier familia que quiera poner un candidato a la corona lo hará—y por
supuesto ellos lo querrán. Nunca has visto una elección monárquica, ¿verdad?
Es todo un espectáculo. Por supuesto, antes de que la votación se produzca,
todos los candidatos tendrán que ser probados.‖
―Oomph! ―
―Lo que sea. No actúes tan listo‖, dije con los dientes apretados, tratando
de salir de su control. Maldita sea. Él era inteligente. Y una vez más, la cercanía
de él era desorientadora. Antes, le había parecido afectado a él también, pero al
parecer él había aprendido la lección. ―Tu hiciste una conjetura afortunada, eso
es todo‖
El estaba sudando, del calor y, sin duda, porque él tuvo que correr
bastante para ponerse al día conmigo. Adrián llevaba una colonia que siempre
me ponía pesada, pero el aroma natural de la piel de Dimitri caliente era
demasiado intoxicante. Era increíble para mí que pudiera notar todas estas
pequeñas cosas—y sentirme atraída por ellas—incluso cuando estaba
legítimamente enojada con él por haberme mantenido en cautiverio. Tal vez la
ira es un excitante para mí.
―¿Cuántas veces tengo que explicar la lógica detrás de lo que nosotros
estamos haciendo?‖ preguntó con exasperación.
―Hasta que te des por vencido‖ Empujé contra él, tratando de volver a
soltarme, pero todo lo que hicimos fue ponernos más cerca. Tenía la sensación
de que el truco de besar no funcionaría en este momento.
Dimitri gimió y cambió su control para que me alejara del árbol. Esto casi
me dio la oportunidad de escapar, pero aún no había dado dos pasos antes de
que el me sostuviera otra vez.
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OCHO
"Ella no nos dejaría, pero es lo suficientemente lista como para irse antes
de que la policía llegara golpeando a su puerta." se giró y contempló la única
carretera principal de la ciudad. "Vamos. Ella tiene que estar cerca, y hay una
buena posibilidad de que la policía realmente pueda empezar a buscar en los
alrededores si pensaran que una chica indefensa está siendo perseguida." El
tono que utilizó para 'indefensa' decía demasiado.
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Dimitri enarcó una ceja frente a eso, aparentemente cuestionando que tan
voluntario había sido eso. ―Y ahora se que tenemos que hacer para ayudar a
Lissa.‖
―Lo que tenemos que hacer,‖ dijo Sydney, ―es encontrar un lugar seguro
para quedarnos.‖
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―Si,‖ ella dijo tristemente. ―Eso es exactamente lo que quiero. Decirle que
arruiné el plan en menos de veinticuatro horas.‖
―Bueno,‖ dije, ―si te hace sentir mejor, el plan está apunto de cambiar de
todas formas.‖
Ella encendió la luz del techo y sacó un mapa del Estado. Después de
estudiarlo por un minuto, lo volvió a doblar y simplemente se quedó mirando
hacia delante. No podía ver su cara pero sospechaba que estaba frunciendo el
ceño. Finalmente, ella suspiró en esa forma tan lamentable de ella, apagó la luz,
y encendió el carro. Observé mientras ella oprimía en Altswood, Virginia del
Oeste en su GPS.
―Entonces, ¿qué pasa con Lissa? ¿Cuál es ese gran plan tuyo?‖ miró de
reojo a Sydney. ―Rose dice que hay algo importante que tenemos que hacer.‖
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―No tienes prueba de que Tatiana haya escrito esa nota.‖ Dijo Dimitri.
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―Tu has dicho antes que no siempre es claro lo que los fantasmas tratan
de decir,‖ señaló. ―Tal vez la malentendiste.‖
―No lo se…‖ pensé sobre su solemne y translúcida cara otra vez. ―Yo
creo que ella sí escribió esta nota. Mi instinto me dice que ella lo hizo.‖
Entrecerré mis ojos. ―Tu sabes que ha estado en lo correcto antes. ¿Puedes
confiar en mí en esto?‖
Toda esta situación era exagerada, pero él sabía que yo tenía razón acerca
de mi instinto. Ha probado ser verdadero en el pasado. Sin importar por lo que
había pasado, sin importar el antagonismo actual entre nosotros, el todavía me
conocía lo suficiente para confiar en esto.
―Esta bien,‖ dijo por fin. Vi el cambio en sus facciones. La decisión estaba
hecha, y él se atendría a ella ahora. ―Pero, ¿por donde empezamos? No tienes
ninguna otra pista además de esa nota misteriosa.‖
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―Bueno… creo que por eso es bueno que estemos yendo a un lugar
seguro, ¿cierto?‖ pregunté. Golpeada con el conocimiento de que tal vez
necesitemos un tiempo para poder organizar nuestro siguiente paso, podía ver
la desventaja de haber perdido nuestro escondite fuera del camino.
Con esas siniestras palabras recayó el silencio. Quería saber mas acerca
de adonde nos estábamos dirigiendo, pero sentí que no debía forzar la pequeña
victoria que había logrado. La victoria que pensé que había logrado, por lo
menos. No estaba completamente segura de que Sydney estuviera cien por
ciento a bordo pero me sentía segura de que Dimitri si estaba convencido.
Mejor no agitarla ahora. Miré al GPS. Casi una hora. Suficiente tiempo para
volver a revisar a Lissa.
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Lissa y Christian se sentaron en un sofá que era más lindo que cómodo.
Ella se apoyó contra él y suspiró. ―No tan mal. No se si ellos están
completamente convencidos de que nosotros no tuvimos nada que ver con el
escape de Rose…pero definitivamente no tienen ninguna prueba.‖
―Creo que nos metimos en más problemas con la Tía Tasha,‖ dijo
Christian. ―Ella estaba bastante enojada cuando no le dijimos qué estaba
pasando. Creo que probablemente quería volar esas estatuas ella misma.‖
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cuando testificó que yo no estaba con Rose cuando Tía Tatiana fue asesinada. El
que estaba trabajando en el edificio de Rose.‖
Por un tiempo hubo pánico por la ida de que Adrian pudiera estar
implicado conmigo, pero Joe se había presentado justo a tiempo para testificar
sobre cuando nos había visto a los dos, a Adrian y a mí, en mi edificio.
Lissa estaba usando la compulsión en Joe, tanto que él bien podría haber
sido una marioneta con cuerdas.
―El dinero,‖ jadeó Joe, con los ojos muy abiertos. ―El dinero está listo.‖
Joe dudó, tanto como pudiera resistir, pero se rindió pronto. Él no podía
luchar contra esa cantidad de compulsión de un usuario de espíritu. ―El
dinero… el dinero para testificar….sobre donde estaba él.‖ Joe señaló con la
cabeza hacia donde estaba Adrian.
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Su voz fue igual de baja, con su atención todavía en Joe. ―¿Cómo se veía?
¿El Moroi? Descríbelo.‖
―Adrian arrastró a Lissa del lado de Joe, rompiendo el contacto entre ella
y Joe. Joe casi hundió al piso pero entonces se quedó rígido y sostuvo la mirada
con Adrian. Más compulsión, pero mucho menos de la que Lissa había usado.
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―Fue bueno verte,‖ dijo Lissa, tratando una sonrisa para igualar a la de
Adrian. Joe se veía completamente aturdido. Después de la última orden de
Adrian, el pobre conserje probablemente también habría olvidado cómo
terminó en la casa Ivashkov.
―¿Qué diablos fue eso?‖ preguntó Christian, una vez que estuvieron
afuera. Yo no estaba segura si se refería a la atemorizante compulsión de Lissa o
a lo que Joe había revelado.
―No estoy seguro,‖ dijo Adrian con una expresión oscura. No más su
alegre sonrisa. ―Pero deberíamos hablar con Mikhail.‖
―Rose.‖
Antes de que pudiera procesar todas las implicaciones, noté que el carro
se había detenido. Forzando la información de Joe a un segundo plano en mi
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Por mi estimación, no había nada más que la estación de gas. ―Hace que
el último pueblo se vea como New York.‖
Los minutos se sintieron como horas hasta que nuestro reducido camino
se abrió en una larga bifurcación. Otros vehículos, que se veían bastante viejos,
estaban parqueados ahí. Era un lugar muy extraño para un parqueadero,
considerando que todo lo que podía ver a nuestro alrededor era bosque oscuro.
Sydney apagó el carro.
Ella no respondió. En vez de eso, miró a Dimitri. ―¿Eres tan bueno como
ellos dicen que eres?‖
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―Hacia unas personas que les garantizo no los entregaran,‖ ella dijo con
voz sombría.
Más preguntas estaban en mis labios cuando una luz brillante me cegó
de repente. Mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, y la inesperada
brillantez era un cambio demasiado abrupto. Había un murmullo entre los
árboles, una sensación de muchos cuerpos a nuestro alrededor, y mientras mi
visión regresaba, vi caras de vampiros por todas partes.
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NUEVE
―Chica-lirio,‖ gruñó.
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La mujer sosteniendo la llama se vio escéptica. ―Creo que son más como
espías para los Corruptos.‖
―La Reina de los Corruptos está muerta,‖ dijo Sydney. Ella asintió con la
cabeza hacia mí. ―Ellos piensan que ella lo hizo.‖
Para mi sorpresa, esto trajo una sonrisa a su rostro. ―Y así, pasa otro
usurpador. ¿Hay uno nuevo ya?‖
Estaba tan tensa y ansiosa que casi no pude centrarme en cuánto tiempo
caminamos. Finalmente, el camino nos llevó a lo que parecía ser un
campamento bien escondido. Una gran hoguera ardía en un claro con gente
sentada a su alrededor. Sin embargo, había estructuras dispersas a un lado, que
se extendían en el bosque a lo largo de la ruta ahora ampliada. No era un
verdadero camino todavía, pero daba la ilusión de una ciudad, o por lo menos
un pueblo. Los edificios eran pequeños y estaban en mal estado, pero parecían
permanentes. Al otro lado del fuego, la tierra se elevaba bruscamente hacia los
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Apalaches, bloqueando las estrellas. En la vacilante luz, pude ver la cara de las
montañas con la textura de piedra en bruto y árboles dispersos, salpicada aquí y
allá con agujeros negros.
―¿Por qué están aquí, Raymond?‖ Preguntó a una mujer sentada junto al
fuego. Ella era humana, pero habló con el barbudo Moroi de una manera
perfectamente normal y familiar. No era la manera de ensueño que un
alimentador por lo general utiliza con un Moroi. No era siquiera como las
forzadas conversaciones que mi especie tenía con los Alquimistas. ―¿Van a
unirse a nosotros?‖
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Raymond negó con la cabeza. ―No. Los Corruptos están detrás de ellos
por matar a su reina.‖
―Pueden quedarse con mi familia‖, dijo Raymond. ―Incluso tú.‖ Eso iba
dirigido hacia Sydney, y lo hizo sonar como un gran favor.
Fui salvada de tener que responder cuando la mujer humana que había
hablado con Raymond anteriormente se levantó y alejo a mi trío. ―Basta,‖ dijo,
reprendiendo a los demás. ―Se está haciendo tarde, y estoy segura que nuestros
huéspedes tienen hambre.‖
decepción, pero aseguró a los otros que podrían hablar con nosotros mañana.
Mirando alrededor, vi un color púrpura tenue, lo que debía ser el cielo del este.
La salida del sol. Un grupo de Morois apegado a las costumbres ―tradicionales‖
con toda seguridad funcionaban en un horario nocturno, lo que significa que a
estas personas probablemente sólo les quedaban un par de horas más antes de
acostarse.
La mujer dijo que su nombre era Sarah y nos condujo por el camino
polvoriento. Raymond dijo que nos vería pronto. Mientras caminábamos, vimos
a otras personas vagando cerca de las casas dispersas, destartaladas, en su
camino a la cama o posiblemente despertado con toda la conmoción. Sara miró
a Sydney.
Sarah finalmente nos llevó dentro de una de las más grandes y más
agradables casas, aunque todavía era simple y hecha de tablas de madera sin
pintar. El interior era de un tono negro, y esperamos mientras Sarah encendía
unos faroles antiguos. Había estado en lo cierto. No había electricidad. Esto de
repente me hizo pensar sobre alcantarillado.
Los pisos eran de madera dura como las paredes y cubierta de grandes y
brillantes alfombras estampadas. Parecía que estábamos en algún espacio
híbrido cocina-sala-comedor. Había una gran chimenea en el centro, una mesa y
sillas de madera en un lado, y grandes cojines en el otro lado, que presumí
servían como sofás. Bastidores de secado de hierbas colgaban cerca de la
chimenea, llenando la habitación con un olor especiado que se mezclaba con el
olor a madera quemada. Había tres puertas en la pared del fondo, y Sara asintió
con la cabeza a una.
Los afilados ojos de Sydney, cayeron sobre mí, una advertencia en ellos:
Déjalo ir. Apreté de nuevo mi mandíbula cerrada y le di un breve guiño para
hacerle saber que entendía.
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―No te preocupes por eso,‖ dijo Joshua, de nuevo dándome esa sonrisa
bonita. ―No nos molesta. A Angeline tampoco.‖
―¿Quién?‖ Le pregunté.
―Mi hermana.‖
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Reprimí una mueca. Cinco de ellos hacinados allí para que nosotros
pudiéramos tener una habitación. ―Gracias,‖ dijo Sydney. ―Se los agradecemos.
Y realmente no nos quedaremos tanto tiempo.‖ Con su disgusto por el mundo
de los vampiros a un lado, los Alquimistas podía ser corteses y un encanto
cuando querían.
Whoa. ―Um, bueno saberlo.‖ La familia nos había dejado solos mientras
se preparaban para la cama, y miré con recelo la puerta rota. Con el ruido y la
actividad ahí fuera, parecía poco probable que nos escucharan por casualidad,
pero bajé la voz de todos modos. ―¿Estás lista para explicar quién diablos son
estas personas?‖
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―Sí, entendí eso. Y nosotros somos los Corruptos. Suena como un nombre
mejor para Strigoi.‖
―Hey,‖ repliqué. ―No somos los que tienen un mono de trabajo y banjos.‖
―Si te hace sentir mejor,‖ dijo Sydney, ―creo que sus costumbres son
mejores. Viendo a humanos mezclándose con todo esto…‖ La cara agradable y
profesional que había mostrado a los Conservadores se había ido. Su naturaleza
contundente estaba de regreso. ―Es repugnante. Sin ánimo de ofender.‖
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―Te dejaron pasar,‖ dijo Dimitri. ―Saben de los Alquimistas. ¿Por qué
Sarah te preguntó si les habías traído cosas?‖
―Porque eso es lo que hacemos,‖ dijo. ―De vez en cuando por grupos
como estos, traemos suministros - comida para todo el mundo, medicina para
los humanos.‖ Una vez más, escuché la burla en su voz, pero luego se volvió
incómoda. ―La cosa es, que si Sarah estaba en lo correcto, podrían estar
esperando una visita de Alquimistas. Sería una suerte de estar aquí cuando eso
ocurra.‖
Iba a tranquilizarla con que sólo necesitábamos mantener bajo perfil por
un par de días cuando una frase anterior tiró de mí. ―Espera. Dijiste ‗grupos
como este.‘ ¿Cuántas de estas comunas hay ahí fuera?‖ Me volví a Dimitri.
―Esto no es como con los Alquimistas, ¿verdad? ¿Algo que sólo algunos de
ustedes saben y nos mantienen fuera al del resto de nosotros?
Él negó con la cabeza. ―Estoy como asombrado por todo esto como tú.‖
Suspiré. ―Es por eso que ellos no nos van a entregar y por qué están tan
emocionados de que podría haber matado a Tatiana. Gracias por eso, por
cierto.‖
Sabía que estaba cansada, pero sólo ahora la extensión de ello me golpeó.
Sydney no era como nosotros. Teníamos que dormir, pero teníamos la
resistencia para no hacerlo de ser necesario. Había estado despierta toda la
noche y había sido forzada a algunas situaciones que estaban definitivamente
fuera de su zona de confort. Parecía que podía dormirse apoyada en la pared en
ese momento y allí. Me volví a Dimitri. Ya me estaba mirando.
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Ella entrecerró los ojos, no le gustó que supiera quién era. ―Sí.‖ Me
estudió sin pestañear y no parecía aprobar lo que encontró. Su fuerte mirada se
desvió a Dimitri. Esperaba que se suavizara, esperaba que fuera víctima de su
buena apariencia de la forma que la mayoría de las mujeres lo hacía. Pero, no.
Recibió sospecha también. Su atención se volvió hacia mí.
Parecía que cualquier cosa que pudiera decir ofendería a esta chica. ―Por
supuesto que no,‖ Angeline dijo enojada, dando un portazo al salir. Me quedé
mirando con asombro.
―No me pidas que lo explique. No quiero saber nada más acerca de tus
retorcidas costumbres de lo que tengo que hacerlo.‖
Sarah llegó poco después para pedir disculpas por Angeline y ver si
necesitábamos algo más. Le aseguramos que estábamos bien y le dimos las
gracias efusivamente por su hospitalidad. Una vez que se hubo ido, Dimitri y
yo dormimos por turnos. Hubiera preferido que los dos nos quedáramos en
estado de alerta, sobre todo porque me sentía bastante segura de que Angeline
le cortaría la garganta alguien mientras este dormía. Sin embargo,
necesitábamos descansar y sabía que ambos
reaccionaríamos con rapidez si alguien reventaba nuestra puerta.
¡Adrian!
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DIEZ
Resultó que no hice ninguna de las dos. Antes de que pudiera llegar a él,
me estrellé contra una pared invisible— dura. Ésta tanto me cerró el paso a él y
me hizo rebotar de vuelta con el impacto. Tropecé, traté de recobrar mi
equilibrio, pero en lugar de eso aterricé dolorosamente en el suelo. Sí—los
sueños se sentían justo como la vida real.
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Víctor continuó su andar, haciendo una pausa para pasar sus dedos a lo
largo de la superficie lisa, de madera del arpa. ―Porque tengo un gran interés en
la política Moroi. Y me gustaría saber quién es el responsable del asesinato y
cuál es su juego‖.
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Sonreí. ―Suena como que estas solo celoso de que alguien más este
tirando de las cuerdas además de ti por un cambio. Sin intención de un juego de
palabras‖.
―Sí. Las cosas parecen ir muy bien para ti, ahora que eres una fugitiva
perseguida y a la carrera con un hombre que muchos todavía creen que es
Strigoi. Victor hizo una pausa calculada. ―Por supuesto, estoy seguro de que a ti
no te importa esa última parte tanto. Sabes, si los encontrase a los dos, yo podría
probablemente dispararles y ser bienvenido de regreso como un héroe‖.
―No apuestes por ello‖. La ira quemaba a través de mí, tanto ante su
insinuación y porque él nos había causado tantos problemas a Dimitri y a mí en
el pasado. Con gran fuerza de voluntad, contesté en voz baja y mortal: ―Voy
a encontrarte. Y probablemente no vivirás para ver a las autoridades‖.
Lo admito, capturar a Victor Dashkov con la guardia baja fue una de las
mayores alegrías de mi vida. Tuve esa satisfacción ahora, viendo sus cejas
alzándose en asombro. No era fácil proponer algo a un maestro maquinador
como él que no hubiese considerado ya. ―Interesante‖, dijo al fin. ―Puede que te
haya subestimado, Rose. Eso es una deducción brillante de tu parte‖.
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Victor se levantó y dio unos pasos hacia mí, curiosidad y astucia por
todo él. ―Hay más. ¿Qué más te dijo? Ella sabía que estaba en peligro. Ella sabía
que esta ley era parte de ello. . . pero no era la única cosa, ¿verdad?‖
―Tatiana dijo que había otro Dragomir. Que el padre de Lissa tuvo un
amorío y que si pudiera encontrar a quien sea que este es, eso le regresaría a
Lissa su poder en el Consejo‖.
Él volvió su atención hacia mí, con expresión especulativa. ―Así que. Eric
Dragomir no era el santo que tantas veces interpretaba‖.
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―No soñaría con ello. Me agradaba muchísimo Eric. Pero sí. . . si esto es
cierto, entonces, Tatiana tiene razón. Vasilisa técnicamente cuenta con el
respaldo de la familia, y sus puntos de vista liberales sin duda causarían
fricción en un Consejo que nunca parece cambiar sus costumbres‖. Él se rió
entre dientes. ―Sí, definitivamente puedo ver que molestará a mucha gente—
incluyendo a un asesino que quiere oprimir a los dhampirs. Me imagino que él
o ella no querrían que este conocimiento salga‖.
―Hey, no—―
―Es sólo una expresión‖, él interrumpió. ―Si las conozco a ustedes dos—y
confío en que lo hago—Vasilisa está tratando desesperadamente de limpiar tu
nombre de nuevo en la Corte mientras tú y Belikov están lejos en una aventura
sexualmente cargada para encontrar a su hermano o hermana‖.
―Por supuesto que sí. Estas fuera de tu liga, Rose. Estas vagando en un
nido de fea y compleja política— algo con lo que no tienes experiencia. No hay
vergüenza en reconocer eso, tal como yo no estoy avergonzado en admitir que
en una pelea a puñetazos irracional y mal planificada, tu seguramente serías
superior‖.
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―Eres la persona que actúa como si lo supieras todo‖, señalé. ―Pensé que
sabrías algo al respecto‖.
Mis ojos se abrieron. ―Tú no harás tal—‖ dudé. Yo había dejado a Víctor
escapar a Las Vegas. Ahora él estaba ofreciéndose a venir a mí. Tal vez yo
podría reparar ese error y cumplir mí amenaza anterior a él. Rápidamente, traté
de cubrir mi falta de expresión. ―¿Cómo sé que puedo confiar en ti?‖
―No puedes‖, dijo sin rodeos. ―Tú tienes que tomarlo a ojos cerrados de
que el enemigo de tu enemigo es tu amigo‖.
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podría tener una mano en estas si realmente había alguna agenda siguiendo
adelante. Tenemos que retardar las elecciones— no sólo para frustrar al asesino,
sino también para darnos a todos el tiempo para llevar a cabo nuestras tareas‖.
Yo estaba cansándome de todo esto. ―¿Sí? Y ¿cómo propones que hagamos
eso?‖
Lancé mis manos hacia arriba con exasperación. ―¿No has estado
prestando atención a lo que hemos estado hablando? El punto es lograr que
Lissa complete los derechos de familia con los Moroi. ¡Ella no puede siquiera
votar! ¿Cómo podría postularse para reina?‖
―En realidad, la ley dice que ella puede. De acuerdo a la forma en que
está escrita la política de nombramiento, una persona de cada línea real puede
postularse para la posición de monarca. Eso es todo lo que dice. Una persona de
cada línea puede postularse. No hace mención de cuantas personas tienen que
estar en su familia, como la hay para que ella vote en el Consejo. Ella sólo
necesita tres nominaciones y la ley no especifica la familia de su procedencia.
Víctor habló de manera tan precisa y nítida que bien podría haber estado
recitando de un libro legal. Me preguntaba si él había memorizado todas las
leyes. Supuse que si ibas a hacer una carrera de romper las leyes, podrías
también conocerlas.
―Quien sea que escribió esa ley probablemente suponía que los
candidatos tendrían familiares. Simplemente no se molestaron en detallarlo
bien claro. Eso es lo que la gente va a decir si Lissa se postula. Ellos lucharan
contra ello‖.
―Pueden luchar contra ello todo lo que quieran. Aquellos que le niegan
un lugar del Consejo basan eso en una sola línea en los libros de la ley que
menciona otro miembro de la familia. Si ese es su argumento, que cada
detalle debe contar, entonces, ellos tendrán que hacer lo mismo para las leyes de
la elección–que, como ya he dicho, no mencionan el apoyo de la familia. Esa es
la belleza de este vacío legal. Sus oponentes no pueden tener las dos cosas. Una
sonrisa torció los labios de Victor, muy confiado. Te lo aseguro, no hay
absolutamente nada en la redacción que le impide hacerlo.
―La única restricción de edad es la edad adulta‖, dijo Víctor. ―Ella tiene
dieciocho. Ella califica. Las otras familias tienen piscinas mucho más grandes de
donde sacar, por lo que, naturalmente, ellos seleccionarían a alguien que
pareciese más experimentado. ¿En el caso de Dragomir? Bueno, eso no es una
opción, ahora ¿lo es? Además, los monarcas jóvenes no están sin precedencia.
Hubo una muy famosa reina—Alexandra—que no era mucho más mayor que
Vasilisa. Muy bien querida, muy extraordinaria. Su estatua está al lado de la
iglesia de la Corte‖.
―No serás la única que piensa así‖, dijo Víctor. ―Ellos discutirán. Ellos
pelearan. Al final, la ley prevalecerá. Ellos tendrán que dejarla postularse. Ella
hará las pruebas y pasará probablemente. Luego, viene la hora de votar, las
leyes que rigen los procesos de referencia a un miembro de la familia ayudan a
la votación‖.
―¿No estas siguiendo esto?‖ Victor exclamó. ―Ella no será reina. Ella no
puede. Es una ley mal escrita para una situación que nadie previó.
Es un lío. Y este atrasará las elecciones tan malamente que tendremos más
tiempo para encontrar al hermano de Vasilisa y averiguar quién mató
realmente a Tatiana.
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―Eso no es—―
Me desperté.
Dejando eso de lado, deje que mi cuerpo se relajase y sentí el tirón del
sueño verdadero comenzar a derribarme. Énfasis en comenzar. Porque de
repente, sentí otro sueño del espíritu materializándose a mi alrededor.
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ONCE
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‖Sí, aún no han podido sacar nada útil de mí. Mi coartada es demasiado
firme. Me llevaron cuando fui a buscar a Mijail porque hablamos con—―
‖Sabes, tanto como me gusta la idea de tener a alguien que siempre sabe
cuando estás en todo tipo de problemas, estoy contento de no tener a nadie
ligado a mí. No estoy seguro de querer a alguien mirando en mi cabeza‖.
‖Yo no creo que nadie quiera ver en tu cabeza tampoco. Con una persona
viviendo la vida de Adrián Ivashkovs es bastante difícil‖. Diversión brilló en
sus ojos, pero se desvaneció cuando volví de nuevo a los negocios. ―De todos
modos, sí. Oí el interrogatorio de Lissa de Joe. Eso fue cosa seria. ¿Qué quiso
decir Mikhail? Si Joe mintió, eso borra la mitad de la evidencia en mi contra. Y
también teóricamente eso mata la coartada de tu habitación. Bueno, no
exactamente la mitad. Hubiera sido mejor si Joe hubiera dicho que estabas en tu
habitación durante el asesinato en lugar de admitir que no recuerda nada.
También habría sido mejor si él no hubiera dicho todo esto obligado por la
compulsión de Lissa‖.
Era fácil olvidar que entre los Moroi, eso era tabú, la clase de cosa que te
pude meter en graves problemas. De hecho, Lissa no solo tendría problemas
por usar compulsión. También podría ser acusada de hacer decir a Joe lo que
ella quería. Todo lo que dijo en mi favor sería sospechoso. Nadie lo creería.
‖Además‖, agregó Adrián, mirando consternado, ―Si lo que dijo Joe sale
a la luz, el mundo se enteraría de los actos equivocados que mi madre comete
por amor‖.
‖Lo siento‖, dije, poniendo mis brazos alrededor de él. Se quejaba de sus
padres todo el tiempo pero realmente se preocupaba por su madre. Enterarse
de eso tuvo que ser duro para él, y yo sabía que la muerte de Tatiana todavía le
dolía. Parecía que últimamente estaba rodeada de una gran cantidad de
hombres angustiados. ―Aunque, realmente me alegro de que te hayas liberado
de cualquier conexión. Fue una estupidez de su parte. Si alguien se entera, ella
estará en serios problemas‖.
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‖No hay nosotros‖, dijo, haciéndose eco de sus palabras. ―Estoy yo.
Lissa. Cristian. Y el resto de nuestros inadaptados amigos‖. Me acarició el pelo
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―¿De la tarde? La luz del sol le dio la respuesta. ―Maldita sea con ustedes
y su maldito horario‖.
A veces era necesario. Se frotó los ojos y miró hacia la puerta. Los débiles
ruidos que escuchábamos en el resto de la casa eran más fuertes ahora, audibles
incluso a sus oídos.
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‖Tiene un módem vía satélite, pero la batería es algo por lo que hay que
preocuparse‖. Sydney suspiró y se levantó, alisándose la ropa arrugada con
consternación. ―Necesito un café o algo así‖.
‖¿Crees que eso es, tocino de verdad?‖ Susurré a Sydney y Dimitri. ―¿Y
no como ardilla o algo así?‖
‖Diría lo mismo‖, dijo Sydney. ―Sin embargo, les garantizo que es de sus
propios cerdos y no de una tienda de abarrotes‖.
Josué se detuvo y me miró, con sus anchos ojos azules, con asombro.
―¿Has matado a los perdidos? Er- ¿Strigoi?‖
―¿Cuántos?‖
‖¿No utilizas las marcas?‖ Raymond regañó. ―No sabia que se había
abandonado esa costumbre‖.
‖Lo siento‖, dijo. ―Nunca he visto ninguno de estos. Sólo las marcas
molnija. Así es como contamos cuantos Strigoi matamos. Tu tienes. . . un
montón‖.
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‖No realmente‖, dijo Josué, con los ojos todavía sobre mi. ―La mayoría de
nosotros nunca han luchado o incluso visto a los Perdidos. Ellos realmente no
nos molestan‖.
‖Espero que no tarden mucho‖, dijo. Dando a entender que quería hablar
más.
―¿Eh?‖
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Recordé los rostros extasiados y tuve que admitir que gran parte de la
gente de allí la miraba con desagrado.
―Hemos hecho buen tiempo en llegar a Rubysville‖, que era muy similar
a la primera ciudad donde nos habíamos quedado. Cuando nos detuvimos en
lo que parecía ser la única estación de gas de Rubysvilles, Sydney corrió
adentro para hacer unas cuantas preguntas. Volvió, informando que
efectivamente había una especie de cafetería donde podía conectar su
computadora portátil y tratar de buscar lo que necesitábamos.
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Pidió un café y nos sentamos allí con ella, muy llenos desde el desayuno
como para ordenar algo sustancial. Después de un par de miradas sucias de una
camarera que nos pareció pensaba que éramos holgazanes, Dimitri y yo
decidimos dar un paseo por la ciudad. Sydney parecía casi tan contenta como la
camarera por eso. No creo que a ella le gustara tenernos rondando.
Le había dicho a Sydney que no me gustaba Virginia Occidental, pero tuve que
admitir que el paisaje era hermoso. Muchos árboles, llenos de hojas de té,
rodeaban la ciudad como un abrazo.
Más allá de ellos, las montañas se alzaban, muy diferente de las que
había cerca de St. Vladimir. Estas estaban muy verdes, cubiertas de más árboles.
La mayor parte de las montañas que rodeaban St. Vladimir eran pedregosas e
irregulares, a menudo con picos nevados. Una extraña sensación de nostalgia se
apoderó de mí, pensando en volver a Montana. Había una buena posibilidad de
que nunca volviera de nuevo. Si me pasaría el resto de mi vida en la carrera, St.
Vladimir seria el último lugar donde podría ir. Si fuera capturada, también. . .
entonces definitivamente no llegaría a ver otra vez Montana.
‖No creo que debas llegar a eso‖, dijo Dimitri. ―Abe y Sydney te
ayudarían a encontrar un lugar seguro‖.
‖¿Hay un lugar seguro? ¿En serio? Adrián dijo que los guardias están
aumentando sus esfuerzos para encontrarnos. Ellos llamaran a los alquimistas y
probablemente a las autoridades humanas en busca de nosotros. No importa a
dónde vayamos, correremos el riesgo de ser descubiertos. Entonces, habrá que
seguir adelante. Aunque sea así para siempre‖.
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‖Tu estas viva‖, señaló. ―Eso es lo que importa. Disfruta lo que tienes,
cada pequeño detalle de cualquier lugar. No te centres en donde no estas‖.
‖No, en el mundo‖.
‖Whoa, hey,‖ le dije.‖ Una de las pocas ventajas de graduarse fue evitar
lugares como este‖.
―Adelante‖, le dije.
viajes, que constaba de unos diez libros, tres de los cuales eran sobre Virginia
Occidental. Frunció el ceño.
―De ninguna manera, camarada‖, le dije. ―Sé que los libros son un viaje
de la imaginación, pero yo no estoy para pensar en eso hoy en día‖.
‖Sólo tienes que tomarlo‖, dijo. ―Cierra los ojos y voltear al azar a una
página‖.
Bajé mi voz.
―De todos los lugares del mundo, ¿que hace que este entre las cien
mejores?‖
―Léelo‖.
―Me imagino que debe estar hecho con hojas de maíz‖, señaló. Las
imágenes en realidad mostraron lo que parecía un edificio de Oriente Medio, o
incluso al estilo ruso, con torres y cúpulas de cebolla.
‖Además‖, dijo, con una mirada maliciosa en los ojos, ―apuesto a que no
hay tutores para nosotros allí‖.
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―La ha traído para algo más que eso. Los Alquimistas son leales a su fin.
Ellos no son como nosotros. Ella esconde algo—esta capacitada para ello—,
pero cada minuto con los Conservadores es su agonía. Para ella por ayudarnos
y traicionar a sus superiores, algo debe haber, por alguna razón lo hace‖.
―Es irrelevante, sin embargo. Ella nos ayuda, que es lo que importa. . . y
probablemente deberíamos volver a ella‖.
Yo sabía que él tenía razón, pero odiaba irme. Quería quedarme aquí, en
esta ilusión de tranquilidad y seguridad, dejarme creer que realmente podía
llegar al Partenón, o incluso el Palacio de maíz algún día. Le entregué el libro de
nuevo.
―Uno más‖.
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―¿Es por eso que te escapaste conmigo?‖ Le pregunté. ―¿Para ver partes
del mundo?‖
―No me necesitas para eso, Rose. Tú estarías bien por tu cuenta. Sí, eso
era parte de ello. Tal vez hubiera sido recibido de nuevo con el tiempo, pero
había riesgo de no serlo. Después. . . después de haber sido Strigoi. . .‖. Tropezó
con las palabras un poco. ―He ganado un nuevo aprecio por la vida. Me tomó
un tiempo. Todavía no estoy aquí. Hablo de centrarme en el presente, no en el
futuro, pero mi pasado me persigue. Caras. Pesadillas. Pero mientras más me
alejo de ese mundo de muerte, más quiero a abrazar la vida. El olor de los libros
y el perfume que usas. La forma en que la luz pasa por esa ventana. Incluso el
sabor del desayuno con los Conservadores‖.
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―Si bien, tanto como no me gusta decirlo, creo que es poco probable‖.
‖Ya lo sé‖.
Disfruta de esto, Rose, me dije. Los colores. El sabor del chocolate. Por
supuesto, siempre amé chocolate. Mi vida aún no tenía la necesidad de estar en
la línea como para no disfrutar de un postre.
‖¿Qué tal, eh? ¡Estás jugando Buscaminas!‖ Traté de ver los archivos más
cerca a su pantalla, pero ella se apartó de mí. ―Se supone que estabas en la
búsqueda de una conexión a la amante de Eric‖.
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―Karp Sonya‖.
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DOCE
Mis ojos se hicieron más chiquitos. ―No es ella… ¿No es ella la que tuvo
una aventura con el papá de Lissa verdad?‖ Oh Dios. Eso sería uno de los más
inesperados descubrimientos en la montaña rusa que era mi vida. No podía ni
siquiera empezar a procesar los efectos que eso traería.
―No creo,‖ ella dijo. ―La cuenta se abrió años antes de que ella fuera
agregada como beneficiaria—lo cual ocurrió justo después de que cumpliera
dieciocho años. Así que si asumimos que la cuenta fue creada
aproximadamente cuando el bebé nació, ella hubiera estado muy joven.
Probablemente Sonya solo es un familiar.‖
Sydney negó con la cabeza. ―No. Aún así, esa sería una opción muy
obvia. Desafortunadamente, tiene muchísima familia. Sus padres vienen de
familias gigantescas, así que tiene muchos primos. Incluso algunas de sus tías
tienen la edad apropiada.‖
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―Hay muchas.‖ Sydney alzó los hombros. ―Es decir, sí, sí podríamos,
pero tomaría mucho tiempo encontrar la historia de vida de cada uno de sus
familiares, y aún así—especialmente si esto estaba bien cubierto— tendríamos
muchos problemas para encontrar a la mujer que estamos buscando. O si
alguna de ellas sabe quién es.‖
La voz de Dimitri era baja y pensativa cuando habló. ―Hay una persona
que sabe quién es Jane Doe.‖
Alcé mis manos. ―Sí, pero no podemos hablar con ella. Es una causa
perdida. Mikhail Tanner pasó más de un año cazándola y no pudo encontrarla.
Si él no pudo, entonces nosotros tampoco podremos.‖
―Dimitri volteó su cabeza hacia la ventana. Sus ojos cafés llenos de dolor,
sus pensamientos momentáneamente muy alejados del lugar en donde
estábamos. No entendía completamente lo que estaba pasando, pero aquel
momento pacífico en la librería— cuando Dimitri había sonreído y compartido
el sueño de una vida ordinaria— había desaparecido. Y no solo el momento.
Ese Dimitri había desaparecido. Estaba de vuelta ese modo feroz y valiente, con
el que llevaba en los hombros el peso de todo el mundo. Al final, suspiró y me
miró. ―Eso es porque Mikhail no tenía a las conexiones correctas.‖
―Mikhail era su novio,‖ saqué a relucir. ―Él tenía más conexiones con ella
que cualquier otra persona.‖
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Bueno, ‗actuando‘ era una palabra muy gentil. Pretender, era una mejor
palabra para describirlo. Lo que sea que estuviera diciendo, era muy
malditamente convincente.
Quería saber cada palabra que se decía, pero muy probablemente era
difícil traducir y hablar al mismo tiempo. La voz de Dimitri regresó a su
volumen normal—aunque todavía terriblemente amenazante— y junto con el
flujo de palabra, escuché ‗Sonya Karp‘ y ‗Montana.‘
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―Sí,‖ dijo Sydney, sus ojos aún en Dimitri, ―Él está preguntando —ehh
diciendo— a esta persona que localice a alguien más para ver si esa persona
puede encontrar a Sonya. Ésta persona…‖ Se detuvo a escuchar por un
momento. ―Ésta persona por la que está preguntando parece que conoce a
muchas personas en el área en la que Sonya fue vista por última vez.‖
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―No sin nuestro coche,‖ dijo Sydney, mientras ponía las llaves de la
camioneta en la mesa. Las de la CR-V ya estaban ahí, y la cara de Sydney se
inundó de alivio al tomarlas.
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van a comer, deberían acompañar a los demás a la fogata. Quizá Jess McHale
cante, si la pueden hacer tomar lo suficiente, sobria o ebria, esa mujer tiene la
voz más fina que he oído‖.
Joshua y yo nos salimos, dejando a los demás atrás. Sabía que parte de
mi decisión era para probar mi independencia. Dimitri había dicho que éramos
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iguales, pero aún así, había tomado muchas decisiones en el plan de escape sin
consultarme. Se sentía bien estar en control de la situación, además, Joshua me
agradaba, y tenía curiosidad de ver cómo vivían aquí estas personas. No creo
que Sydney quisiera que yo me fuera, pero Dimitri la cuidaría.
―Está muy bonito por aquí,‖ dije. Me gustaban los árboles caducos.
Quizá extrañaba Montana, pero las hojas delgadas eran un claro contraste de las
agujas de pino. ―Hey por lo menos tienes bastante privacidad ¿verdad?‖
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Hizo un gesto hacia un agujero obscuro a nivel del piso. La abertura era
lo suficientemente grande para que un adulto pudiera entrar.
―Lindo,‖ dije. Había notado en el tiempo que habíamos estado aquí que
algunas cuevas estaban situadas en lo alto de la montaña, y los residentes
tenían que escalar las rocas o utilizar escaleras hechas en casa. Un acceso a nivel
del piso se veía lujoso.
―De verdad.‖
Terminamos por perder mucha luz del día, así que tuvo que encender
una antorcha y después lo seguí hacia el interior de la cueva. Al principio
tuvimos que agacharnos un poco, pero entre más nos adentrábamos en la cueva
e techo se empezó a expandir y se convirtió en un amplio y redondo espacio. El
piso era de tierra compacta, las paredes de piedra ásperas. Ésta era una cueva
natural, pero pude encontrar rastros del intento de hacerla un poco más
civilizada. El piso se había limpiado y emparejado, vi algunas rocas
amontonadas en una esquina que parecía que habían sido quitadas para añadir
un poco de más espacio. Algunos muebles ya estaban aquí: Una pequeña silla
de madera y un colchón que se veía que solo cabría una persona en él.
Tenía razón, pero en realidad era más grande que mi dormitorio en St.
Vladimir. ―Pues…sí, pero, ¿Cuántos años tienes?‖
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―Dieciocho.‖
―Los mismos que yo,‖ le dije. Esto pareció hacerlo feliz. ―Tener tu propia,
uhm, cueva a los dieciocho es genial.‖ Claro, hubiera estado mucho mejor si
tuviera electricidad, internet, y plomería, pero no había necesidad de mencionar
eso.
Gracias al cielo, él no se acerco más. ―Ya lo sé, pero a veces así son las
cosas.‖
―Claro. Pasa todo el tiempo. Y la verdad es que en solo este corto periodo
de tiempo, ya sé que me gustas. Eres increíble. Eres hermosa y obviamente una
buena guerrera. Y la manera en cómo te comportas…‖ Sacudió su cabeza,
admiración llenaba su cara. ―Nunca había visto algo así.‖
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No pude evitarlo. Me reí. ―Bueno, pues, entonces voy a tener que ganar
este y decirte que simplemente no estoy lista para… nada de eso. Además ya
tengo una relación con alguien.‖
―¿Dimitri?‖
―No. Otro chico. Está en la corte de los Corruptos.‖ No podía creer que le
estaba diciendo esto.
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ido a desnudar a la cueva. Esa era difícilmente la reputación que quería dejar
con este grupo.
―Necesito hablar con Sydney,‖ le dije por encima del ruido. Había
decidido que lo mejor era mantener mi distancia antes de que los rumores
comenzaran, y la verdad, Sydney parecía como que quería estar a mi lado.
Joshua asintió y yo me volteé. Había dado dos paso cuando un puño vivo
directamente a mi cara.
Angeline.
Ella se puso en una posición similar a la mía, con los puños cerrados y
con los ojos completamente fijos en mí. ―Okay,‖ dijo. ―Es hora de descubrir que
tan fuerte realmente eres.‖
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―Claro,‖ dijo ella. ―Eso es lo que quieres que todos crean, ¿no es así? Si no
tienes porque luchar entonces todos seguirán creyendo que las marcas son
reales.‖
―No es cierto,‖ dije. ¿Por qué Dimitri estaba permitiendo que esto
continuara? Con el rabillo de mi ojo alcancé a echar un vistazo, y que alguien
me ayude, estaba sonriendo.
―Lo son,‖ ella dijo, complacida de verme enojada. ―Desearía que todos
estuvieran muertos.‖
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TRECE
―Como sea. No lo viste venir. Tu solo no querías que yo…‖, mordí mis
palabras. No diría lo que tenía en mente: que Dimitri estaba celoso. O posesivo.
O lo que sea. Sencillamente sabía que estaba irritado por verme amistosa con
Joshua… y muy divertido por mi rabia acerca del ataque de Angeline.
Abruptamente voltee hacia Sydney, quien estaba tan entretenida como Dimitri.
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De hecho, estoy casi segura de nunca haberla visto sonreír tanto. ―¿Sabias
acerca de esta costumbre?‖
―Y esto era por lo que los Strigoi no les molestaban,‖ murmuré, mientras
devolvía el desayuno. Ni siquiera me había dado cuenta de lo que había dicho
hasta que la sonrisa de Dimitri se fue. Él vio hacia la ventana, con su rostro
sombrío.
―Aún así deberías ir,‖ le dije a ella, pensando rápido. ―Necesito ponerme
en contacto con Lissa.‖ Con lo cual no estaba mintiendo completamente. Lo
que mis amigos habían escuchado de Joe aun me inquietaba. ―Puedo
regularmente mantenerme informada de que está sucediendo a mi alrededor al
mismo tiempo, pero podría ser mejor si se han ido—especialmente en caso de
que los alquimistas aparezcan‖.
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Mi lógica tenía sus fallas, aunque sus colegas eran una preocupación
todavía, ―Dudo que vengan mientras esta obscuro,‖ dijo ella, ―pero realmente
no quiero esperar mientras te quedas con la mirada fija en el espacio.‖ Ella no
lo admitió, y yo no necesitaba decir nada, pero sospeche que ella no quería que
alguien más condujera su auto de todas formas.
Dimitri pensaba que el hecho de que ella fuera no era necesario y lo dijo
tanto como pudo, pero aparentemente, el no podía darle órdenes como lo hacía
conmigo. Así que, ambos se fueron, dejándome sola en la habitación. Los vi
tristemente. A pesar de cuan molestas habían sido sus burlas, estaba
preocupada por él. Había visto el efecto de la última llamada y hubiera
deseado estar ahí para consolarle. Pero tenía el presentimiento de que él no lo
hubiera permitido, así que acepte que Sydney lo acompañara como una
pequeña victoria.
―Eso creo,‖ dijo Christian. ―Aquella recepcionista dijo que era la puerta
roja.‖
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Detrás de él, Lissa pudo ver una tabla de masajes con una chica Moroi
con su cara descansando hacia abajo. La parte baja de su cuerpo tenía una
toalla cubriéndola, pero su espalda estaba desnuda, brillando en las tenues
luces por el aceite. Candelas aromáticas se quemaban en la habitación, y había
cierta música relajante sonando al estilo New Age.
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Ambrose se veía impactado, y tengo que darle crédito por parecer tan
convincente. ―¿Hice algo? ¿Qué significa eso? Mazur piensa que yo, algo como,
¿la golpee enfrente de todas esas personas?‖
―No lo sé,‖ admitió Lissa. ―él solo vio algo, esos es todo.‖
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trucos y una gran cantidad de fuerza física. Ahora, ella estaba dudando de
estar haciendo un gran trabajo. ―Mira, solo estamos tratando de encontrar
quien asesino realmente a la reina. Tú eras muy cercano a ella. Si hay algo—
cualquier cosa—que tuvieras que pudiera ayudarnos, lo apreciaremos. Lo
necesitamos.‖
Lissa miró hacia él y Adrian. ―Basta. Ustedes dos.‖ Ella miró de vuelta
hacia Ambrose. ―Nadie te está acusando de nada. Pero tú estabas siempre cerca
de ella. Y Rose me dijo que estabas molesto por el decreto de la edad.‖
―La primera vez que escuché sobre ella, sí,‖ Ambrose dijo. ―E incluso,
cuando le dije a Rose que había alguna clase de error—que tenía que haber algo
que no sabíamos. Tatiana nunca habría ordenado eso para los dhampirs sin
tener una buena razón.‖
―Cuidado,‖ advirtió Adrian. Lissa no podía decidir qué era más irritante:
sus dos chicos uniéndose para conspirar contra Ambrose o que estuvieran
tirándose entre ellos insultos.
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El silenció cayó. Yo ya sabía eso por la nota de Tatiana, pero eran noticias
escandalosas para mis amigos. Ambrose continuó, viendo que estaba ganando
terreno.
―De hecho, ella estaba abierta a muchas otras opciones. Ella quería
explorar el espíritu. Ella estaba por aprobar el que los Moroi aprendieran
pelear.‖
Eso sacó una reacción de Adrian. Aún tenía esa expresión sardónica,
pero también podía ver ligeras líneas de dolor y angustia en su rostro. El
entierro de hace un rato debió haber sido duro para él, y escuchar a otros
revelar información que no sabías sobre algún ser querido debía doler.
―No lo sé,‖ dijo Ambrose. ―Tatiana fue muy discreta con eso. Nunca
descubrí sus nombres, sólo su instructor.‖
―Grant.‖
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Ambrosse asintió. ―Es por eso que te lo asignó. Ella confiaba en él.‖
Lissa no dijo nada, pero escuché sus pensamientos fuerte y claro. Ella se
había sentido halagada y sorprendida cuando Grant y Serena—los guardianes
que nos habían reemplazado a Dimitri y a mí—se habían ofrecido para
enseñarle a Lissa y a Christian los movimientos básicos de defensa. Lissa había
pensado que ella simplemente se había encontrado con un progresivo
pensamiento de los guardianes, no dándose cuenta que ella tenía uno de los
pioneros en la enseñanza del combate a los Moroi.
―Un idiota,‖ Adrian dijo. ―Me hace ver como un miembro destacado de
la sociedad.‖
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rostro. ―Miren, no sé qué más puedo decir para convencerlos. Necesito regresar.
Perdón por si parezco difícil, pero esto ha sido algo duro para mí, ¿de acuerdo?
Créanme, me encantaría si pudieran encontrar a quien le hizo eso.‖ Dolor se
asomó en sus ojos. Tragó y miró hacia abajo por un momento, como si quisiera
que supieran cuánto había querido a Tatiana. Cuando miró de nuevo hacia
arriba, su expresión era feroz y determinada, otra vez. ―Quiero que lo hagan y
les ayudaré si puedo. Pero mejor les aclaro, busquen a alguien por motivos
políticos. No por románticos‖.
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―Lexington, Kentucky.‖
―Oh Santo Dios,‖ me quejé. ―¿Por qué no las Bahamas? ¿O el Palacio del
Maiz?‖
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CATORCE
―Tú tal vez podrías‖ Dije, no queriendo herir sus sentimientos. ―Pero es
simplemente imposibles que vengas con nosotros.‖ Yo habría mentido y estaba
dándole una posibilidad remota. "Tal vez en otra ocasión.‖ Pero ya que tenia a
Joshua pensando que estábamos semi-comprometidos, me decidí que mejor no.
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―Por favor. ¡No es solo por los Strigoi! Quiero ver el mundo. ¡Necesito ver
algo diferente fuera de este lugar!‖ Su voz era en un tono bajo, fuera del alcance
de los demás. ―Yo solo he estado en Rubysville dos veces, y dicen que no es
nada comparado con las otras ciudades.‖
―Por favor‖ Ella imploró otra vez, esta vez su voz tembló. ―Llévenme con
ustedes.‖
Regresar al camino fue un alivio. Estaba feliz por estar lejos de los
Conservadores y estaba lista para correr a la acción y comenzar a ayudar a
Lissa. Lexington era nuestro primer paso. Teníamos seis horas para manejar
delante de nosotros, y Sydney, como siempre, parecía testaruda con la idea de
que alguien más condujera su coche. Dimitri y yo hicimos protestas fútiles,
finalmente dándonos por vencidos cuando nos percatamos de que si íbamos a
enfrentar Strigois muy pronto, era probablemente mejor descansar y conservar
nuestra fuerza.
decir que teníamos que llegar a Lexington antes de la salida del sol, así que
nosotros no podíamos perderlo cuando él se fuera a su guarida del día.
También quería decir que íbamos a encontrar Strigois en la oscuridad.
Ciertamente eso no pasaría en el camino—especialmente una vez que
estuvimos fuera de West Virginia—Dimitri y yo estuvimos de acuerdo en que
podríamos dormitar un poco, viendo que ninguno de nosotros habíamos tenido
una noche completa de sueño.
Lissa estaba sentada sobre el borde de una silla en uno de los salones de
baile real, un enorme espacio con cielos rasos abovedados y detalles en oro por
todas partes. Yo había estado en este cuarto deslumbrante antes, con sus
murales y su moldura elaborada. Las arañas de luces brillaban intensamente
arriba. Aquí había tenido el almuerzo de postgrado, donde los nuevos
guardianes ponían sus mejores caras y esperaban por atraer buenas
asignaciones. Ahora, el cuarto estaba arreglado como la cámara de consejo, con
una larga mesa de un lado del cuarto que estaba colocada con doce sillas. Al
frente de esa mesa habían filas y filas de otras sillas—donde la audiencia se
sentaba cuando el Consejo estaba en sesión. Excepto, que ahora había
aproximadamente cuatro veces más sillas como siempre, lo cual probablemente
explicaba la necesidad de este cuarto. Cada una de las sillas estaba ocupada. De
hecho, las personas incluso estaban de pie, apretujadas de la mejor manera que
podían. Los guardianes agitados se movían entre el grupo, manteniéndoles
apartado de las puertas y asegurándose que los espectadores estuvieran
arreglados en una manera que se permitiera la seguridad óptima.
que las cosas se moverían rápido una vez que Tatiana estuviera sepultada, y
ciertamente lo habían hecho.
La pareja todavía pareció impertérrita. ―Esta sesión está abierta para todo
el mundo, y no habían asientos asignados la última vez que revisé.‖Dijo la
mujer. ―Nosotros estamos en derecho a los nuestros tanto como usted.‖
Lissa sonrió y miró de regreso para estudiar el resto del cuarto. Mientras
ella lo hizo, caí en la cuenta de algo sorprendente. No podía decir exactamente
quien era quién, pero la multitud no estaba compuesta enteramente de
miembros de la familia real—como la mayoría de sesiones del Consejo lo eran.
Había montones de ‗plebeyos,‘ justo como la pareja sentada cerca de mis
amigos. La mayoría de los Moroi no se molestaban con la Corte. Estaban fuera
en el mundo, viviendo sus vidas e intentando sobrevivir mientras los miembros
de la familia real se pavoneaban alrededor de la Corte y hacían las leyes. Pero
no hoy. Un nuevo líder iba a ser escogido, y eso era de interés para todo Moroi.
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El bullir y el caos continuó por un rato hasta que uno de los guardianes
finalmente declaró que el cuarto estaba al tope de su capacidad. Aquellos que
estaban afuera se indignaron, pero sus gritos fueron rápidamente silenciados
cuando los guardianes cerraron las puertas, sellando el salón de baile. En poco
después, los integrantes del Consejo tomaron sus asientos, y—para mi
sorpresa—el padre de Adrian, Nathan Ivashkov, tomó la doceava silla. La
cabeza de la Corte gritó y le llamó la atención a todo el mundo. Él era alguien
que habían sido escogido por su voz notable, aunque siempre me pregunté por
qué ellos simplemente no usaban un micrófono en estas situaciones. Más
tradiciones del viejo mundo, supuse. Eso, y la acústica excelente.
―No me gusta él.‖ Dijo Adrian, frunciendo la cara. ―Él siempre está
diciéndome que haga algo útil con mi vida.‖
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―Eso,‖ Él logró decir al fin, ―no hace de esta una nominación legal.
Debido a su estado actual en el Consejo, la línea Dragomir lamentablemente no
es elegible para presentar a un candidato.‖
Tasha, quien nunca tenía miedo de hablar ante una multitud o tomar
probabilidades imposibles, brincó de nuevo. Podía decir que ella estaba ansiosa
por hacerlo. Ella era buena en dar discursos y desafiar el sistema. ―Los monarca
nominados no necesidad de una posición en el Consejo o quórum para ir en
busca del trono.‖
Ella podía manejar la atención. Había nacido y había sido criada para
eso, y como Tasha, Lissa también podía dirigirse a una multitud y podía hacer
declaraciones atrevidas—cuando ella las sostenía y estaba preparada. Ninguna
de esas cosas se aplicaban en esta situación. Era la última cosa en el mundo que
ella estuviera esperado o buscado. Y bueno, ella aun no sabia como reaccionar y
menos dar una respuesta. Ella se quedó dónde estaba, silenciosa y cerrada
herméticamente.
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¿Cómo cualquiera de los amigos de Lissa podían estar de acuerdo con esto?
¿No la amaban y les importaba?
Rose, ella pensó. Desearía que tú estuvieras aquí para decirme que hacer.
¿Verdad?
No tenia sentido para ella, sin embargo Lissa sintió sus piernas moverse
mientras ella se ponía de pie. Y a pesar del miedo y la confusión que todavía la
atravesaban, ella encontró su voz inexplicablemente clara y segura mientras
sonaba a través del cuarto.
―Acepto la nominación.‖
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QUINCE
Podrías pensar que en un salón donde todos se peleaban para dar ventaja
a sus propias familias, por lo tanto, cada persona estaría por consiguiente
discutiendo que la nominación de Lissa era inválida. Ese no era el caso, cómo
sea—especialmente porque no todos en el salón eran de la realeza. Tal cómo
había notado antes, Morois de todas partes venían a presenciar el evento que
podía determinar sus futuros. Y un número de ellos estaba mirando a esta chica
Dragomir con interés, esta princesa de un linaje muerto que supuestamente
podía hacer milagros. No estaban coreando vorazmente su nombre, pero
muchos estaban envueltos en los argumentos, diciendo que ella tenía todo el
derecho de subir por su familia. Parte de mí también sospechaba que sus
seguidores ‗ordinarios‘ solo les gustaba la idea de frustrar la agenda real. La
joven pareja que había sido acosada por Lady Badica no eran los únicos que
habían sido atropellados por los ‗mejores‘.
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Obviamente, Ariana no era la única que conocía la ley. Otros tomaron esa
brecha y discutieron que la nominación de una candidata por la que ninguno
podía votar carecía de sentido. Normalmente, habría estado de acuerdo. Una y
otra vez el debate se embravecía mientras mis amigos estaban en el ojo del
huracán. Por fin, el asunto se resolvió cómo la mayoría de las decisiones
deberían ser: votando. Con el puesto de Lissa en el Consejo aun negado, los
once restantes determinarían su futuro. Seis de ellos aprobaron su candidatura
haciéndola oficial. Ella podría ejercer. Sospeché que algunos de los que votaron
por ella realmente no la querían para ejercer, pero el respeto por la ley
prevalecía.
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aún peor que esta situación. El espíritu venía a cobrar su precio y estaba
poniéndola incluso más enojada de lo que ya estaba.
―El punto,‖ dijo Tasha, ―es el escándalo que acabas de ver en la sala del
Consejo. Con cada argumento, con cada vez que alguien saque el libro de leyes
de nuevo, tenemos más tiempo para salvar a Rose y descubrir quien mató a
Tatiana.‖
Lissa pasó sus manos por su cabello frustrada. Traté de poner ese rollo
de furia lejos de ella, tomándolo para mí misma. Tuve un poco de éxito, lo
suficiente para que ella dejara caer las manos a los lados. Pero aún seguía
enojada.
―¿Cómo se supone que voy a buscar al asesino si estoy atada con todas
esas estúpidas pruebas?‖ Demandó.
Sus ojos se ampliaron. ―¡Eso nunca fue parte del plan! No voy a pasar por
exámenes de realeza mientras Rose me necesita. ¡Quiero ayudarla!‖
―Lo hizo,‖ dijo. ―Hablé con ella en un sueño. Era su idea y… era una
buena.‖ No me gustó eso parecía ser una sorpresa para él. ―Además, en cierto
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modo la pusiste en una mala situación también. Ella sigue avanzando acerca de
cuanto la ciudad cree que ella apesta.‖
Lissa le dio una mirada afilada, y yo hice otro intento de alejar de ella
algo de esa oscuridad. Me concentré en esas emociones revueltas,
imaginándolas en mí en vez de en ella. No las tomé todas, pero manejé las
suficientes para alejar la pelea de ella. La rabia repentinamente se encendió en
mí, cegándome momentáneamente, pero fui capaz de moverla a una esquina de
mi mente. Ella se sintió repentinamente exhausta. En cierto modo yo también.
Christian hizo otro intento de poner su brazo alrededor de ella. Esta vez
ella lo dejó. ―No lo harás.‖
Lissa no dijo nada más y yo pude ver el alivio en los rostros de todos.
Ninguno creía que a ella le gustara esto, pero parecían pensar que ella no se
retiraría de la nominación, que era todo cuanto podían esperar.
―Porque sabemos que hay alguien ahí afuera que no teme matar para
conseguir lo que quiere,‖ dijo Tasha. Hizo un gesto con la cabeza hacia Eddie y
mi mamá. ―Estos dos y Mikhail son realmente los únicos guardianes en los que
podemos confiar.‖
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―Que te sigue con ojos de cachorrito,‖ siguió Abe. ―¿Cuál era su nombre?
¿Evan?‖
―Lo siento,‖ dijo Sidney. Su golpe en los frenos fue lo que me trajo de
vuelta. ―Esa sacudida me interrumpió.‖
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―No es una gran parte de la ciudad, por lo que oí,‖ dijo Dimitri.
―Donovan maneja un local de tatuajes que solo abre por la noche. Un par de
otros Strigoi trabajan con él. Llevan fiesteros, chicos ebrios, el tipo de personas
que pueden desaparecer fácilmente. Del tipo que aman los Strigoi.‖
―Pareciera que la policía eventualmente notara que cada vez que alguien
va por un tatuaje desaparece,‖ señalé.
―Okay, así que tenemos la información de él. ¿Qué haremos con esta?‖
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―No la puedes enviar,‖ dije. ―Ellos saben que es una Alquimista. Uno de
ellos tampoco trabajaría para un Strigoi.‖
Checamos el área hasta que Dimitri encontró un lugar del cual se sentía
bien al respecto. Era un callejón dos edificios más allá del local. Una valla con
alambre retorcido en un lado y una construcción baja de ladrillos flanqueaba el
otro. Dimitri instruyó a Sydney acerca de cómo conducir al Strigoi a nosotros.
Ella aceptó todo, asintiendo con la cabeza, pero yo podía ver el miedo en sus
ojos.
Me sentí mal por ella. Ella creía fuertemente que todos los vampiros eran
malvados, y nosotros la estábamos enviando a un nido del peor tipo,
poniéndola en un gran riesgo. Sabía también que ella había visto solo a un
Strigoi vivo, y a pesar del entrenamiento de Dimitri, ver más podría ponerla
neurótica. Si se congelaba en frente de Donovan, todo se desmoronaría. En un
impulso, la abracé. Para mi sorpresa, no se resistió.
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―Tu puedes hacer esto,‖ dije. ―Tu eres fuerte—y ellos están demasiado
asustados de Dimitri. ¿Ok?‖
Luego, salté del tejado. No era una distancia fácil de saltar – pero
ninguna me mataría. Además, mi caída fue interrumpida por un Strigoi.
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Por supuesto, con los Strigoi, las cosas siempre se ponían feas. Donovan
y su otro hombre fueron tras Dimitri, viéndolo como la mayor amenaza. Mi
oponente, juzgando por su sonrisa con colmillos, no parecía considerarme una
amenaza. Se lanzó hacia mí y yo lo esquivé, pero no sin antes deslizar una
patada que lo hizo arrodillarse. Mi golpe no pareció herirlo, pero arruinó su
equilibrio. Hice otro golpe con la estaca y fui expulsada de nuevo, chocando
duramente contra el piso. Mis piernas desnudas se rasparon contra el áspero
cemento, rasgando la piel. Porque mis jeans se habían ensuciado y rasgado
mucho, me había visto obligada a usar un short de la mochila que me había
traído Sydney. Ignoré el dolor, disparando de vuelta con una velocidad que el
Strigoi no esperaba. Mi estaca encontró su corazón. El golpe no fue tan duro
cómo me habría gustado, pero fue suficiente para deshacerme de él, y
permitirme conducir la estaca más profundamente y acabarlo. Sin siquiera
esperar a verlo caer, tiré de mi estaca y me dirigí a los otros.
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No pude ver que estaba haciendo Dimitri, pero unos segundos más tarde
estaba a mi lado. Con algo que sonó casi como un rugido, saltó hacia Donovan,
replanteando y golpeando al Strigoi contra el suelo. Respiré aliviada y me
acerqué para ayudarlo a contenerlo. Luego, vi a Dimitri alinear su estaca con el
corazón de Donovan.
―No lo—―, comenzó Donovan, pero Dimitri no tenía tiempo para las
evasivas del Strigoi.
―Yo—―
―¿Dónde está?‖
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Dimitri sacó su estaca, y luego lo apuñaló otra vez. Y otra. Lo miré con
incredulidad y horror, congelada por unos momentos. Luego sujeté el brazo de
Dimitri y comencé a sacudirlo, a pesar de que sentía que tendría más efecto
sacudir la construcción detrás de mí.
No sabía qué hacer. Teníamos que irnos de aquí. Teníamos que llegar a
Sydney para que desintegrara los cuerpos. El tiempo seguía avanzando y yo me
repetía a mí misma.
Luego, en alguna parte, de algún modo, me abrí paso hacia Dimitri. Sus
movimientos ralentizaron y finalmente se detuvo. La mano que sostenía la
estaca cayó débilmente a su lado mientras veía lo que quedaba de Donovan—lo
cual no era bonito. La rabia en el rostro de Dimitri dio paso a la desesperación…
y luego a la desesperanza.
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―Lo es por ahora,‖ dije. Lo tiré hacia mí. Sin resistirse soltó su estaca y
hundió su cara en mi hombro. Solté mi estaca también y lo abracé, acercándolo.
Él envolvió sus brazos a mi alrededor, buscando el contacto de otro ser viviente,
el contacto que sabía que necesitaba.
―Eres la única,‖ se aferró más fuertemente a mí. ―La única que entiende.
La única que vio como era. Nunca podría explicarle a nadie… eres la única. La
única a la que puedo decirle esto.‖
Cerré mis ojos por un momento, vencida por lo que estaba diciendo. El le
había jurado lealtad a Lissa, pero eso no significaba que le revelaría su corazón.
Por tanto tiempo, él y yo habíamos estado en perfecta sincronización, siempre
entendiendo al otro. Seguía siendo el caso, no importaba si estábamos juntos, no
importaba si estaba con Adrian. Dimitri siempre mantenía su corazón y sus
sentimientos guardados hasta que me encontraba. Creí que los encerraría, pero
aparentemente, seguía confiando en mí lo suficiente como para mostrarme lo
que lo está matando.
Abrí los ojos y encontré su oscura y seria mirada. ―Está bien.‖ Dije. ―Está
bien ahora. Estoy aquí. Siempre estaré aquí para ti.‖
―Soñé acerca de ellos, ya sabes. Todos los inocentes a los que maté.‖ Sus
ojos fluyeron de vuelta al cuerpo de Donovan. ―Sigo pensando… tal vez si
destruyo suficientes Strigoi, las pesadillas se vayan. Eso aseguraría que no soy
uno de ellos.‖
Estaba divagando en este punto. Nunca había visto a Dimitri tan bajo, no
desde su restauración. Reclamaba que haber sido Strigoi había matado muchas
de sus emociones. No lo había hecho. Estaba ahí, me di cuenta. Todo lo que
había sido seguía estando dentro, solo viniendo en momentos de estallidos –
como este de rabia y desesperación. O cuando me defendió del arresto de los
guardias. El viejo Dimitri no se había ido. Solo estaba encerrado, y no sabía
cómo sacarlo. Esto no es lo que hice. Él era siempre el de palabras sabias y
perspicaces. No yo. Sin embargo, él estaba escuchando ahora. Tenía su atención.
¿Qué podría decir? ¿Qué podría atravesarlo?
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―Por ahora sí.‖ Besé su frente y lo ayudé a ponerse de pie. ―Por ahora sí.‖
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DIECISEIS
―Espero que no manchen el carro‖, dijo, una vez que los cuerpos fueron
eliminados y estábamos en nuestro camino. Creo que ese era su mejor intento
de una broma, era un esfuerzo por ocultar su incomodidad por la ropa rota y
ensangrentada.
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Ella curvo una sonrisa. ―Típico. Recibes una paliza y por poco mueres,
pero ¿Soy la única a la que estas alabando?‖
Estaba frotando mis heridas, igual que Dimitri. Sydney, solo me miraba,
pero lo sabía. Mis piernas estaban raspadas más de lo que me había dado
cuenta, la piel desgarrada, sangraba desde que había caído en el cemento. Uno
de mis tobillos estaba adolorido desde que había trepado al techo, y tenía un
número de cortes y magulladuras dispersas en el resto de mí. No tenía ni idea
de donde más procedían.
―Tal vez. Ah, aquí hay otro estanque. También podría ser ese el
sospechoso o- ¡Oh! ¿Aquí mismo?‖ Ella toco en la pantalla otro cuerpo de agua,
un poco más grande que el de los estanques: LAGO MARTIN.
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Dimitri se sentó y pasó una mano sobre sus ojos mientras bostezaba. ―Esa
parece la opción más probable. Si no, no creo tome mucho conducir alrededor
de los otros‖.
El sol iba a estar arriba en una hora o más. Estaba inquieta por ir detrás
de Sonya, pero Dimitri insistió en dormir hasta mediodía. Él tomó una cama, y
Sydney y yo compartimos la otra. No creía que realmente necesitara el descanso
que él demandaba, pero mi cuerpo no estaba de acuerdo. Me quedé dormida
casi al instante.
Mire con incredulidad. ―¡Solo ha sido un día!‖ Casi tuve que volver a
hacer mis cuentas sobre eso. Parecía más como diez años. Nop. Sólo un día
desde que había hablado por última vez con Víctor.
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No respondí.
―Tal vez‖. Una vez más, tuve la misma indecisión que antes. La hacía
Víctor, con todas sus intrigas y manipulaciones, ¿Sabía algo que podría
ayudarnos? La última vez, él me había dado nada, pero ahora teníamos más
información. ¿Qué había dicho? ¿Si encontramos un hilo, él podría
desentrañarlo?
―Rose‖. Víctor estaba hablándome como si fuera una niña, como hacía a
menudo con Robert. Eso me hizo fruncir el ceño. ―Te lo dije antes: No importa
si confías en mí o en mis intenciones. Por ahora, estamos interesados en el
mismo objetivo a corto plazo. No dejes que las futuras preocupaciones arruinen
tu oportunidad aquí‖.
Era divertido, pero eso era similar al principio por el que había operado
la mayor parte de mi vida. Vivir en el ahora. Saltar completamente y
preocuparme por las consecuencias más tarde. Ahora, dudé y traté de pensar
las cosas antes de tomar una decisión. Por fin, decidí tomar el riesgo, otra vez
esperando que Víctor pudiera ser capaz de ayudar.
Robert dio vuelta a su cabeza tan rápido que casi salto. ―¿Quién es un
usuario del espíritu?‖
El fuerte enfoque que Robert había dirigido hacia nosotros dos se fundió
en una ensoñación suave una vez más. ―Sí... siempre un señuelo para eso...
matar para vivir, vivir para matar. La inmortalidad y la libertad de estas
cadenas, pero oh, qué pérdida...‖
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Una vez más, un dilema. No creía que aquí hubiera mucho que los
hermanos pudieran hacer. Pero esto podría presentar una oportunidad para
recuperarlo. Además, si lo teníamos en persona, tal vez podrían detenerse de
interrumpir mis sueños.
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―Lo hiciste‖. Le dio un rápido beso en los labios. ―Tienes que conseguir
que nominen a Lissa‖. Después de nuestra última visita en sueños, cuando me
había dado cuenta de que podría tener algún mérito la sugerencia de Víctor,
había tenido que trabajar duro para convencer a Adrian de que la idea
propuesta era buena—particularmente desde que no había estado segura de mí
misma.
―Síp, conseguir a ese grupo a bordo fue fácil‖. Parecía que le gustaba mi
admiración, pero su rostro se puso más sombrío mientras meditaba mis
palabras. ―Ella no está feliz sobre eso, sin embargo. Tío, ella nos dejara tenerlo
después‖.
―Lo vi. Tienes razón, a ella no le gusta- pero es más que eso. Fue el
espíritu- la oscuridad. Tome un poco de eso, pero síp... es malo‖. Recordé cómo
tomar su enojo había causado cólera brevemente en mí. El espíritu no me
golpeaba tan duro como lo hacía con ella- pero eso sólo era
temporal. Eventualmente, si extraía lo suficiente como en los últimos años, eso
tomaría el control. Cogí la mano de Adrian y le di la mirada más suplicante que
pude. ―Tienes que cuidar de ella. Haré lo que pueda, pero sabes tan bien como
yo cómo el estrés y la preocupación pueden agitar el espíritu. Estoy preocupada
de que vuelva a ser como antes. Me gustaría poder estar allí para cuidar de
ella. Por favor—ayúdala‖.
Adrian nunca había mostrado los extremos efectos secundarios que Lissa
tenía, en gran medida debido a que aún no había utilizado tanto el espíritu y
porque se auto-medicaba mucho con alcohol. No sabía cuánto tiempo iba a
durar, sin embargo. A partir de lo qué había visto, sólo había un par de cosas
para retrasar la locura: autodisciplina, antidepresivos, y la vinculación con
algún Shadow Kiss. Adrian no parecía interesado en cualquiera de esas
opciones.
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Lo había oído decir cosas como estas antes, cuando él había salido en
algún raro tangente que sólo la mitad tenía sentido. Era lo más cerca que nunca
venia a demostrar que el espíritu podía estar jugando con su mente
también. Nunca me había dado cuenta que él estaba consiente de aquellos
momentos o lo que ellos podían significar.
―No estás loco‖, dije con fiereza, tirando de él hacia mí. Amaba su calor y
la forma en que se sentía contra mi piel. ―Estarás bien. Eres fuerte‖.
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ansiosa por llegar donde Sonya así que insistí en que nos detuviéramos en un
centro comercial.
Yo, sin embargo, decidi que era hora de que mis compañeros subieran la
velocidad.
Pude ver en los ojos de Dimitri que él estaba igual de sorprendido, pero
se mantuvo fresco y bajo control, como siempre. ―¿Por qué‖, comenzó
pausadamente, ―esta Víctor Dashkov uniéndose a nosotros?
Y con esa introducción, les di el más breve pero completo resumen que
pude, comenzando con los antecedentes sobre Robert Doru y finalizando con la
reciente visita en sueños de los hermanos. Pase por alto el ‗misterioso‘ escape de
Víctor hace unas semanas, pero algo me dijo que Dimitri, en esa misteriosa
manera que tenía de adivinar cada pensamiento de los demás, estaba
probablemente poniendo las piezas juntas. Ambas Lissa y yo le habíamos dicho
a Dimitri que habíamos pasado por mucho para aprender cómo restaurarlo,
pero nunca habíamos explicado la historia completa—especialmente la parte
sobre el escape de Víctor para que él pudiera ayudarnos a encontrar a su
hermano.
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los andenes cubiertos de árboles e hierba alta. Todos bajamos del coche y
caminamos por un pequeño camino, todavía manteniendo nuestra distancia.
Miré más de cerca el patio. Rosales, lleno de flores color rosa y rojo,
crecían frente al porche. Espesas cestas con flores blancas de las que no sabía los
nombres colgaban del techo, y glorias azules mañaneras subían a un
enrejado. Alrededor de la casa, apenas podía distinguir una cerca de
madera. Una vid naranja, flores en forma de trompeta que se arrastraban sobre
esta.
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patio trasero. Temía saltar por encima porque podría alertar a Sonya de mi
presencia y me preguntaba qué hacer. Mi solución llegó en forma de una gran
roca situada cerca del borde de la cerca. Arrastre la piedra y me detuve en la
cima. No era suficiente para dejarme ver completamente por encima, pero fui
capaz de poner fácilmente mis manos en la parte superior de la valla y
levantarme a mí misma de una mirada con el mínimo ruido.
Era como mirar en el Jardín del Edén. Las flores en la parte delantera
habían sido simplemente el acto de calentamiento. Más rosas, magnolias y
manzanos, lirios y un billón de otras de flores que no reconocía. El patio trasero
de Sonya era un paraíso de colores exuberantes. Mire más de cerca y me
apresure a regresar con Dimitri. Sydney todavía estaba en el carro.
―¿Algún rastrillo?‖
―Por desgracia, no, pero hay una gran tonta roca situada fuera de la
cerca. Sin embargo sería difícil entrarla al patio. Es mejor usarla para ayudarnos
a pasar por encima. No hay puerta en la valla. Ella hizo una fortaleza‖.
Después de eso, saltamos hacia adelante sin demora. Si Sonya nos había
escuchado, entonces no tenía sentido perder el tiempo. Necesitábamos todas los
ventajas que pudiéramos obtener. Dimitri agarró la pala y la balanceo con
fuerza contra el cristal -una vez, dos veces. El primer golpe fue sobre la altura
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de mi cabeza, el segundo más bajo. El cristal se fracturó más con cada impacto.
Justo después del segundo golpe, me impulse y empuje la carretilla en la
puerta. Levantarla y lanzarla contra el cristal habría sido mucho más atractivo,
pero era demasiado pesada para levantarla muy alto. Cuando la carretilla
golpeó el cristal ya debilitado, las áreas agrietadas se rompieron y se
desmoronaron por completo, creando un agujero suficientemente grande para
nosotros dos pasar. Los dos teníamos que agacharnos—especialmente Dimitri.
Sonya Karp estaba allí, lista para nosotros, haciendo todo lo posible para
evitar que la luz del sol se derramara en la sala de estar. Cuando había visto por
primera vez a Dimitri como un Strigoi, había estado tan sorprendida que me
había congelado. Eso le había permitido capturarme, así que mentalmente me
había preparado para este momento, sabiendo que había sentido el mismo
shock cuando vi a mi antiguo profesor como un Strigoi. Y fue aterrador. Igual
que con él, muchas de las características de Sonya eran las mismas que antes: el
pelo castaño y pómulos altos... pero su belleza era torcida por todas las demás
terribles condiciones: piel calcárea, ojos rojos, y la expresión de crueldad que
todos los Strigoi parecían llevar.
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Ella envió un golpe, y Dimitri fue a por esto. Apenas se corrigió cuando
saltó hacia adelante para tomar ventaja de la situación. Le empujo contra la
pared, fijándolo allí y golpeando la pala de su mano. Luchó contra ella, tratando
de liberarse mientras sus manos se encontraban en su garganta. Si intentaba
quitarla, mi fuerza junto con la de Dimitri probablemente lo pondría en
libertad. Quería esto terminado tan pronto como fuera posible, sin embargo, y
decidí hacer un juego de poder.
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DIECISIETE
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"Estoy bien," dijo él. "Descansa de modo que puedas ayudarme más
tarde. Eres inútil para mí si te desmayas."
"Hombre," dije, recostada contra la almohada una vez que Sydney había
limpiado mi frente. A pesar de mi negativa anterior, se sentía muy bien
descansar. "No puedo acostumbrarme a la rareza de un Strigoi viviendo en un
lugar tan... normal. ¿Cómo lo manejas?"
Sydney se sentó a los pies de la cama e hizo una mueca. "¿Sin ánimos de
ofender? Pero no creo que ella se vaya a hablar."
"Va a hablar una vez que este unos días sin sangre."
"Esto no es para dormir," dije sin rodeos. Y con esto, salté lejos del
dormitorio de Sonya y en la perspectiva de Lissa.
"Cada uno de ustedes será dejado en una posición separada por las
afueras de un bosque y se les dará un mapa y una brújula. El objetivo final será
que puedan llegar a su destino que indica el mapa y esperar a la luz del día
hasta que nosotros vayamos por ustedes."
Lissa y los otros candidatos se miraron y luego, casi como uno solo,
miraron detenidamente hacia fuera de las ventanas de la camioneta. Era casi el
mediodía, y la luz del sol caía a cantaros. "Esperen a la luz del día" no iba a ser
agradable, pero no sonaba imposible. Ociosamente, ella rasguñó una pequeña
venda en su brazo y rápidamente se detuvo. Leí sus pensamientos los cuales
eran: un pequeño, y apenas perceptible punto tatuado en su piel. En realidad
era similar al de Sydney: sangre y tierra, mezclada con la compulsión. La
compulsión podía ser un tabú entre los Moroi, pero se trataba de una situación
especial. El hechizo en el tatuaje impidió a los candidatos revelar las pruebas de
monarcas a otros, para que así no compliquen las pruebas. Esta era la primera
prueba.
"¿A qué tipo de terreno nos están enviando?" exigió Marcus Lazar. "No
todos estamos en la misma forma física. No es justo que algunos de nosotros
tengan una ventaja." Sus ojos estaban sobre Lissa cuando él habló.
"Hay muchos caminos," dijo el guardián, con la cara seria. "Pero es algo
que cualquier candidato—de cualquier edad—podría ser capaz de manejar. Y,
francamente, parte de los requisitos para ser un rey o reina es una cierta
cantidad de resistencia. La edad trae sabiduría, pero un monarca tiene que estar
sano. No un atleta por cualquier medio," añadió el guardián rápidamente,
viendo a Marcus comenzar a abrir su boca. "Pero no es bueno para los Moroi
tener un monarca elegido que sea enfermizo, alguien quien morirá dentro de un
año. Es duro, pero es cierto. Y tienen que ser capaces de aguantar situaciones
incómodas. Si no pueden manejar un día bajo el sol, no podrán manejar una
reunión del Consejo." Creo que él intento hacer una broma, pero era difícil de
decir ya que no había sonreído. "No es una carrera, sin embargo. Tómense su
tiempo para llegar hasta el final si lo necesitan. Marcado a lo largo del mapa
hay lugares donde ciertos artículos están ocultos – artículos que harán esto más
llevadero, si pueden descifrar las pistas."
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La camioneta los dejó uno por uno en puntos de partida diferente. Con
cada candidato que se marchaba, la ansiedad de Lissa creció. No hay nada de qué
preocuparse, ella pensó. Solo tengo que conseguir quedarme durante un día asoleado.
Ella fue la última persona en ser dejada, siendo Ariana su antecesora. Ariana le
dio unas palmaditas en el brazo de Lissa cuando la puerta de la camioneta se
abrió.
Lissa le dio una rápida sonrisa. Estas pruebas podían ser solo una
estrategia por parte de Lissa, pero para Ariana eran verdaderamente
importantes, y Lissa rezó para que la mujer fuera capaz de pasar por todo esto
satisfactoriamente.
La brújula era clásica. No había algún GPS digital que seria muy
conveniente. Lissa nunca había usado una brújula como esta, y la parte
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Sin embargo... era difícil de hacerlo con tantas cosas en su mente. Abe y
nuestros otros amigos ahora eran responsable del trabajo y de hacer preguntas
sobre el asesinato. Todos ellos estaban durmiendo en este momento – era media
noche para los Moroi - pero Lissa no sabía cuándo volvería y no podía ayudar
el resentirse a esta prueba para tomar su tiempo. No, perdiendo el tiempo. Ella
finalmente había aceptado la lógica detrás del nombramiento de sus amigos -
pero todavía no le gustaba esto. Quería ayudarles activamente.
Um.
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"Pero apuesto a que creces cuando llueve," murmuró, sin importarle que
le hablaba a un arroyo. Miró hacia la pista, y sentí que su maravillosa mente
rápidamente había puesto todas las piezas juntas. La corriente era permanente -
pero viajaba. Cambiaba de tamaño. Tenía una voz. Corría en partes profundas,
avanzaba lentamente cuando había obstáculos. Y cuando se evaporaba, flotaba
en el aire. Frunció el ceño, todavía diciendo el enigma en voz alta. "Pero no
decaes."
Lissa estudió el área una vez más, pensando con inquietud que el
decaimiento podría aplicarse a cualquier planta. Su mirada se movió a un gran
árbol de arce y luego se echo hacia atrás. En su base crecía un grupo de hongos
marrones y blancos, varios marchitándose y volviéndose negros. Se apresuró y
se arrodilló, y fue cuando lo vio: un pequeño agujero cavado en la tierra
cercana. Inclinándose más cerca, vio un destello de color: una bolsa de cordón
púrpura.
Uno de ellos era un manojo de palos colocados sobre una roca, algo que
habría jurado era un error, pero alguien civilizado claramente había atado el
paquete junto. Lo añadió en su bolso, con una lona verde de plástico
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Mi corazón fue hacia ella. Desee tanto, tan fuerte poder ayudarle. Era mi
trabajo, protegerla. Ella no debería estar sola. ¿O debía? ¿Era esto también parte
de la prueba? En un mundo donde la Familia Real estaba casi siempre rodeada
de guardianes, esta soledad tenía que ser un shock total. Los Moroi eran
resistentes y tenía excelentes sentidos, pero ellos no habían sido construidos
para el calor extremo y el terreno desafiante. Yo probablemente podría haber
hecho el trayecto fácilmente. Honestamente, yo no estaba segura de haber
tenido las habilidades deductivas de Lissa en el descubrimiento de las pistas.
Y fue allí cuando las cosas comenzaron a hacerse frías. Realmente frías.
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Pero esto no cambió el hecho de que estaba mojada. O que la tierra estaba
también mojada – y fangosa. La lona también no la protegía contra el frío. Sintió
un instante de amargura, recordando a los guardianes diciendo que la magia
estaba permitida en esta prueba. No había pensado que la magia sería útil
entonces, pero ahora, seguramente podría ver los beneficios de ser un usuario
de agua para controlar la lluvia y mantenerla fuera de ella. O, mejor aún: siendo
un usuario de fuego. Deseaba que Christian estuviera con ella. Habría acogido
felizmente el calor tanto de su magia como de su abrazo. Para esta clase de
situación, el espíritu realmente apestaba – a no ser que, quizás, consiguiera
tener hipotermia y tuviera que tratar de curarse (que nunca funciona tan bien
como lo hace en otras personas). No, ella decidió. No puede haber ninguna
duda: los usuarios del agua y fuego tenían ventaja en esta prueba.
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¡Fuego!
Nada paso.
Sus ojos se posaron sobre el mapa que sobresalía de su bolso. Vaciló sólo
un momento antes de rasgarlo y triturar el papel en una pila sobre la cima de
las ramitas. Supuestamente, había alcanzado el final de la caminata y no
necesitaba el mapa. Supuestamente. Pero ya era demasiado tarde, y Lissa siguió
adelante con su plan. En primer lugar, sacó un poco del forro mullido del bolso,
añadiendo los trozos de pelusa en el papel. Entonces tomo la piedra y la acerco
de nuevo.
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habitación, uno que apenas manteníamos obligado y quien no parecía que nos
daría respuestas pronto en cualquier momento.
Miré hacia Sydney, que aún parecía tener miedo de mí. "Lo siento... No
quise morderte. Solo me sorprendiste." Ella vaciló unos momentos y luego
asintió, aceptando mis disculpas. A medida que el miedo se desvanecía de su
rostro, pude ver que algo más la molestaba. "¿Qué anda mal?" Pregunté.
Mientras estábamos vivos y Sonya todavía estaba atrapada, las cosas no podían
ser tan malas, ¿Verdad?
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DIECIOCHO
La situación entera era tensa y peligrosa, sin embargo una pequeña parte
de mi sentía una presumida satisfacción mientras estudiaba a Víctor más cerca.
Nuestros encuentros en los sueños habían sido engañosos. Justo como yo podía
cambiar mi apariencia en sueños, Víctor se había hecho a sí mismo lucir más
fuerte y sano en esas visitas de lo que estaba en la vida real. La edad, la
enfermedad, y la vida corriendo estaban pasándole peaje. Sombras oscuras
delineaban sus ojos, y su cabello gris parecía más delgado de que lo estaba hace
un mes. Él parecía demacrado y cansado, pero sabía que el aun era peligroso.
―Hay un lago en esta ciudad‖, dijo Víctor. ―Una casa azul. Quizás tu
tuviste problemas teniendo esas indicaciones, pero para el resto de nosotros, no
fue tan difícil‖.
―Ya que eres tan lista‖, contrarrestó Víctor. ―Asumo que ya has obtenido
la información necesaria‖.
―Joven‖, Victor reflexionó. ―Pero por supuesto tenia que serlo. Es la única
manera que tenias de manipularla para que se uniera a este campamento‖.
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La visión era tan bizarra e inesperada que fui lenta en alertar a Dimitri.
Cuando mi perezosa mente volvió a la vida, era demasiado tarde. ―¡No!‖chillé,
viendo como Robert elevaba la estaca. ―¡No la mates!‖
¿Y Sonya?
―Increíble‖, susurré.
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Sonya aun estaba en la silla, y por la forma en que estaba sentada, era
obvio que ella había sido golpeada por la misma fuerza que nos había
golpeado al resto de nosotros. Las cadenas aun estaban alrededor de ella, pero
ella ya no estaba luchando. En su regazo estaba la estaca de plata que Robert
había sostenido hace solo unos momentos. Sonya se las arregló para agitar una
mano fuera de las cadenas, solo lo suficiente para que sus dedos rozaran contra
la superficie de la estaca. Sus ojos se abrieron especulativos —ojos que eran de
un rico azul celeste.
Robert había traído a Sonya Karp de vuelta a la vida. Ella ya no era más
un Strigoi.
No había nada. Su piel lucia la palidez típica de los Moroi, pero aun
estaba llena de la tibieza de la vida, con el más ligero toque de color —no como
los Strigoi, la cual estaba completamente desprovista de pigmento. Los ojos de
ella estaban inyectados en sangre, pero eso era por las lágrimas que se
formaban rápidamente. No había ningún anillo rojo alrededor de sus irises. Y la
mirada en esos ojos…no había crueldad o malicia alguna. No eran los ojos de
alguien que hace solo un momento nos había amenazado con asesinarnos. Sus
ojos eran solo conmoción y miedo y confusión. Yo no podía quitar mi mirada de
ella.
Un milagro.
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Entonces, si aun así él pudo haberlo hecho, ¿Podían hacerlo los otros
usuarios del espíritu? Él—casi—hizo que todo pareciera muy fácil. ¿Podía
Adrian hacerlo? ¿Podría Lissa hacerlo de nuevo?
Un milagro.
Yo había amarrado esas cadenas para que fueran muy seguras, pero
Dimitri las había sacado en solo unos segundos. Una vez que Sonya estuvo
libre, él se sentó en la silla y la atrajo hacia él, dejando que ella escondiera su
rostro contra su pecho y comenzara a sollozar.
―Está bien, está bien‖ dije. Sydney era el factor más estable en toda esta
operación. No podía tenerla volviéndose loca. ―Ella ya no es un Strigoi. Mira.
Mírala. Ella es una Moroi‖.
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Mirando hacia los hermanos, me di cuenta que la de ellos podría ser una
situación más seria que lo que había pensado. Robert, aunque no era un Strigoi,
se veía lo suficientemente pálido para ser uno. Sus ojos eran vacios, la saliva se
escapaba parcialmente de su boca abierta. Reevalué mi primera observación
sobre Robert haciendo lucir la restauración de los Strigoi fácil. Él la estacó como
un profesional, pero obviamente, había unos pocos efectos secundarios.
―No actúes como si ella fuera la que está sufriendo aquí‖, espetó Víctor.
Girándose hacia Robert, Víctor lo ayudo a ponerse de pie y caminar hacia el
sillón. Robert casi no podía hacerlo, sus piernas temblaban y luego se dejo caer
en el sillón. Víctor puso un brazo alrededor de Robert. ―Estarás bien. Todo va a
estar bien‖.
Él lo hizo, supuse.
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―Pero él tiene razón‖, exclamé. ―¡Han pasado cinco minutos! Por lo que
ella pasó…por lo que ambos pasaron…bueno, es algo importante. Literalmente
cambia la vida. Él también tuvo que recuperarse y ajustarse a ser salvado. Una
vez que lo haga, ella nos ayudará‖.
Dimitri volvió un poco más tarde y escatimó una pequeña mirada hacia
Robert. ―Ella está durmiendo también‖, él me dijo. ―La transformación…es
difícil‖, podía ver una mirada embrujada en sus ojos y me pregunté que
recuerdo lo estaba atormentando ahora. ¿El recuerdo de ser cambiado? ¿El
recuerdo de ser Strigoi?
―No creo que debamos dejar a Sonya sola‖, dije. Por el rabillo de mi ojo,
vi la sonrisa afectada de Víctor. ―Alguien debería quedarse con ella en caso de
que despierte. Ella no sabrá que está pasando‖.
A tientas busqué por algo para decir. No, no. No Sydney. Si Sonya en
realidad se volvía contra nosotros, necesitábamos a alguien más de guardia—
alguien que pudiera luchar. Sydney, probablemente adivinando mi problema,
me salvó de mentirle a Dimitri—, o de decirle la verdad sobre mis
preocupaciones.
―No, no‖; Dimitri negó con la cabeza. ―Sydney tiene razón en una cosa:
Sonya podría estar confundida. Es mejor si alguien que entiende lo que ha
pasado esta ahí‖.
―Lo sé‖.
―¿Si?‖
―Más o menos‖.
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―¿Hermoso?‖
Me sentía como una niñera, lo cual supongo que casi era. Había sido un
largo día, y la noche pronto tornó las ventanas negras. Esto me preocupó. Por
todo lo que sabía, Sonya tenía algunos amigos Strigoi que podrían pasarse a
visitarla. El hecho de que Donovan la conociera ciertamente indicaba que ella
no era una total marginada. Eso me puso extra-vigilante, pero al mismo tiempo,
estaba exhausta.
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Ava se rehusaba a hacer contacto visual con nadie, en vez de eso miraba
desoladamente por la ventana mientras viajaban de vuelta a la corte. Ella aun
tendría un puesto en el Consejo, pero su esperanza de ser reina se había ido.
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DIECINUEVE
Lissa miraba a las masas con absoluto desconcierto, casi temiendo salir
del interior de la furgoneta. Ariana le dio una sonrisa reconfortante. ―Esto es
normal. Todos ellos quieren saber quiénes lo hicieron y quiénes no.
Especialmente ellos‖. Inclinó su cabeza hacia la parte delantera de la furgoneta.
Mirando a través del parabrisas, Lissa pudo distinguir a los otros seis
candidatos. Debido a que la extensión del bosque sólo podía contener a un
número determinado de personas, el grupo había sido divido en dos. El resto
de los candidatos tomaría la misma prueba mañana y estaban—sin duda—
curiosos de saber quiénes entre los competidores la habían pasado el día de
hoy.
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Teníamos algunas votaciones, sí, pero era el Rey o la Reina quien daba
forma a nuestros futuros.
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El coro de su nombre.
Lissa hizo una rápida revisión de sí misma. Ellos les habían dado toallas
secas en el viaje de regreso a casa, pero sus ropas aún estaban húmedas y se
habían arrugado mientras se secaban. Sus zapatos y sus vaqueros estaban
completamente cubiertos de barro, y ni siquiera quería imaginar cómo debía
lucir su cabello.
―Sí, nosotros…‖
―¡Wow!‖, dijo él, realmente impresionado. ―Nunca pensé que esas cosas
funcionaran en realidad‖.
―Está bien‖, dijo él, alejando algunos de sus cabellos húmedos a un lado.
―Pasaste. Eso es lo que importa. Sólo enfócate en eso‖.
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―La única cosa en la que me quiero enfocar justo ahora es en una ducha,
lo que es algo irónico, considerando lo empapada que estoy‖. A pesar de eso,
ella no se movió, y en su lugar fijó su mirada en una pared lejana.
―Hey‖, dijo Christian gentilmente. ―¿Qué es lo que va mal? ¿Te asustó la
multitud?‖
Ella se volvió hacia él. ―No, ese es el problema. Quiero decir, ellos eran
intimidantes, sí. Pero me acabo de dar cuenta…de que, no lo sé. Acabo de notar
que soy parte de un proceso mayor, uno que ha existido desde…‖
―¿A dónde quieres llegar con esto?‖, preguntó él. Ella estaba perdida en
sus propios pensamientos y no podía ver a Christian tan objetivamente como yo
lo hacía. Él conocía a Lissa. La entendía y la amaba. Los dos tenían una
sincronización similar a la que Dimitri y yo compartíamos. Sin embargo,
algunas veces, los pensamientos de Lissa tomaban direcciones que él no podía
imaginar. Él nunca lo había admitido, pero yo sabía que una de las razones por
la que la amaba era que—a diferencia de mí, que como todos sabían era
impetuosa—Lissa siempre había parecido la imagen de la calma y la
racionalidad. Entonces, a veces hacía algo totalmente inesperado. Esos
momentos lo deleitaban, pero algunas veces lo asustaban porque nunca sabía,
cuanto es que el espíritu jugaba en sus acciones. Ésta era una de esas veces.
Sabía que las elecciones la estaban estresando, y como yo, sabía que eso podría
sacar a relucir la peor parte.
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―Eso nunca te detuvo para hacerlo‖, apuntó él, volviendo a ser el mismo
de siempre.
Una mirada astuta iluminó los ojos azules de Christian. ―Sabes, mi tía
Tasha bromea sobre cómo en realidad serías una mejor Reina que los otros,
excepto que algunas veces… no creo que esté bromeando‖. Lissa gimió y se
estiró sobre la cama. ―La amo, pero tenemos que mantenerla bajo control. Si
cualquiera pudiera realmente conseguir que esa ley cambiara, esos serían ella y
sus amigos activistas‖.
―Considéralo hecho‖.
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Él acercó sus labios hacia los de ella otra vez pero se detuvo cuando sonó
un golpe en la puerta. Lissa se apartó de su casi-beso, pero ninguno de ellos
rompió el abrazo.
Tenía noticias.
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Juzgando por la esencia que emanaba desde Adrian, Lissa pensaba que
realmente había ido por un cigarrillo. Y probablemente había compartido la
ronda. ―¿Has estado en el bar tan temprano?‖
Adrian se encogió de hombros. ―No es temprano para los humanos‖.
―Pero tú no eres…‖
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―Estábamos hablando de mi tía antes‖, dijo Adrian. Una vez más, se las
arregló para sonar muy casual, pero no importa lo mucho que tal vez deseara
limpiar mi nombre, profundizar en los detalles del asesinato de Tatiana
obviamente le molestaba.
―No en la forma en que usted lo hizo‖. Adrián hizo una pausa para
tomar un sorbo de su propia bebida. Creo que lo necesitaba para frenar
cualquier comentario insolente, y honestamente, yo no se lo reprochaba. De
hecho, admiraba su autocontrol. Si yo hubiera estado en su lugar, hacía mucho
que hubiera golpeado a Blake. ―O Ambrose‖.
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Esas no habían sido las palabras exactas de Ambrose, pero ella quería ver
si podía obtener una reacción. Lo hizo.
―¿Él piensa qué?‖. Sí. Definitivamente ninguna sonrisa ahora. Sin ella,
Blake de repente no parecía tan guapo como antes. ―¡Ese mentiroso hijo de
puta! Tengo una coartada, y lo sabe. Solo está cabreado porque yo le gustaba
más a ella‖.
―Así es. Pero, vamos el era un poco extremo. Todas eran mayores, y
honestamente, creo que le pagaban. No es que tu mamá necesitara pagar a
nadie‖, agregó. Blake. ―Quiero decir, ella es realmente muy caliente. Pero
sabes, no podía estar realmente con él en ninguna forma real‖.
―Oh‖. Blake lucia legítimamente sorprendido, pero era difícil decir si era
un acto. ―Creí que lo sabías. Tú mamá y Ambrose. . . bueno, ¿quién podría
culparla? ¿Con tu papá? Aunque sólo entre tú y yo, creo que podría haberlo
hecho mejor‖. El tono de Blake implicaba exactamente con quién creía que
Daniella podría haberlo hecho mejor.
Blake no parecía sorprendido, pero tal vez las cosas habrían sido
diferentes si Adrian en realidad lo hubiera golpeado. Lissa apoyó la mano en el
brazo de Adrian y la apretó suavemente.
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Lissa saltó para evitar que Adrian dijera nada. ―¿Cuántas mujeres?
¿Sabes con quién más estaba involucrado?‖
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Blake continuó en su forma ajena. ―Hey, yo los vi. Estaban todos uno
sobre otro. ¿He mencionado lo caliente que tu—―
―Pobre tipo‖, dijo Blake. Él volvió a su calma, arrogante. ―Ha pasado por
muchas cosas entre su tía, mamá, y novia asesina. Es por eso que en realidad, al
final del día, simplemente no puedes confiar en las mujeres‖. Hizo un guiño
hacia Lissa. ―Compañía actual excluida, por supuesto‖.
―Ya lo sé. Pero si hay amor y sexo en juego aquí... parece que sería una
persona celosa de la reina. Una mujer‖.
Lissa negó con la cabeza. ―No puedo creer eso. Ella no parece el tipo‖.
―Los asesinos no parecen del tipo. Es por eso que se salen con la suya‖.
―Todavía no puedo creerlo. No sin más pruebas. Ambrose juró que esto
era más político que personal‖.
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―Ya lo sé. Pero vamos a hacerlo juntos. Vamos a averiguarlo. Pero... tal
vez debamos mantener algo de esto para nosotros mismos. Tal vez estoy
exagerando aquí, pero creo que sería mejor si nosotros nunca, nunca le decimos
a Adrian que su mamá tiene un excelente motivo para haber matado a su tía‖.
―El sueño primero. Ducha después‖. Retiró las sábanas. ―Voy a dormir
contigo‖.
VEINTE
"Deberías dormir.‖
Ese era el sonido que había escuchado. Exhalé aliviada y me puse de pie,
sorprendida incluso de cómo unas pocas horas de sueño me habían energizado.
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Si sólo tuviera comida, estaría lista para cualquier cosa. Sonya no tenía nada,
por supuesto, pero podía conformarme con un vaso de agua en la cocina.
Mientras estaba de pie allí bebiendo, noté que los hermanos Dashkov se
habían sentido como en casa: Los abrigos colgando en ganchos, las llaves del
coche sobre el mostrador. En silencio me apoderé de las llaves y llamé a
Sydney.
Ella entró, y le deslicé las llaves, tratando de no dejar que hicieran ruido.
"Un alimentador estaría bien, pero salvo eso, Robert tiene una afición
especial por Cheerios. El de sabor canela manzana.‖ Él le sonrió a Sydney.
"Nunca pensé que vería el día en que una Alquimista sería una chica de
mandados. Es encantador.‖
Sydney abrió su boca, sin duda para hacer algún comentario mordaz, y
rápidamente sacudí mi cabeza. "Simplemente ve," le dije.
3
Tienda donde venden comestibles.
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Forcé una sonrisa. "Es bueno verte otra vez.‖ Elegí no agregar, ‗ahora que
no estás tratando succionarme la vida.‘
Ella desvió sus ojos hasta sus manos, estudiando sus dedos como si
fueron mágicos y maravillosos. Por supuesto, después de ser un monstruo, tal
vez tener sus ‗viejas manos‘ de vuelta era realmente maravilloso. El día después
de su cambio, Dimitri no había parecido realmente tan frágil, pero sin duda
había estado en shock. Eso era también cuando se había puesto deprimido. ¿Lo
estaba ella? ¿O se quería convertir otra vez, como Victor había sugerido?
No sabía qué decir. Era todo tan extraño y complicado. "Sydney fue por
víveres," le dije a Dimitri débilmente. "Ella también se mantuvo despierta para
que yo pudiera dormir anoche."
"Lo sé," él dijo con una pequeña sonrisa. "Me levanté una vez para
comprobarte."
―Hay otro usuario de espíritu aquí," ella dijo, con voz frenética. "Puedo
sentirlo. Lo recuerdo." Ella miró entre Dimitri y yo. "No es seguro. No estamos a
salvo. No nos deberían tener cerca."
"Todo está bien," dijo Dimitri, con voz tan, tan suave. Ese tono era raro en
él, pero lo había oído antes. Él lo había usado en mí en algunos de mis
momentos más desesperados. "No te preocupes."
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qué cambié, para detener la locura. Y lo hizo, excepto... que fue peor. A su
manera. Las cosas que hice…"
Allí estaba, el mismo remordimiento que Dimitri había sentido. Medio-
asustada de que él empezara a decirle que no hubo redención para ella
tampoco, dije, "No eras tú. Eras controlada por algo más.‖
Ella enterró su cara en sus manos. "Pero yo lo escogí. Yo. Yo hice que
pasara."
"Ese era el espíritu," dije. "Es difícil de combatir. Como dijiste, te puede
obligar a hacer cosas terribles. No estabas pensando claramente. Lissa combate
con lo mismo todo el tiempo."
"¿Vasilisa?" Sonya levantó sus ojos y miró hacia el espacio. Creo que ella
estaba hurgando entre recuerdos. De hecho, a pesar de sus incoherencia ahora,
no creía que ella estuviera realmente tan inestable como lo había estado poco
antes de convertirse en Strigoi. Habíamos oído que las curaciones podían
reducir la locura del espíritu, y creo que la transformación de Robert había
aligerado algo de la oscuridad dentro de ella por ahora. "Sí, por supuesto.
Vasilisa lo tiene también." Ella se volvió hacia mí con pánico. ―¿La ayudaste?
¿La sacaste de allí?"
"Pero– ―
"Todavía no.‖
"¿Puedo ver mis flores?" Sonya preguntó. "¿Puedo salir y ver mis flores?‖
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"Lo sé. Lo recuerdo. Eran bellísimas. Las de aquí son bellísimas también.
Es por eso que… quiero decir, ¿simplemente querías un bonito jardín, incluso
como una Strigoi?‖
Encontré los ojos de Dimitri otra vez. Entonces. La belleza no había sido
parte de su mundo. Fue como yo le había dicho. Los Strigoi eran notablemente
arrogantes, y parecía que las flores simplemente habían sido una demostración
de destreza. Cultivarlas también había sido un hábito familiar para ella, y
recordé cómo Dimitri había leído novelas del Oeste mientras era Strigoi. Ser
Strigoi le podía costar a alguien su sentido de bondad y moralidad, pero los
viejos comportamientos y aficiones permanecían.
"Daño colateral," dije. En mi periferia, creo que Dimitri rodó sus ojos.
Sin necesitar nuestro consejo, Sonya abrió la puerta y dio un paso fuera.
Con un jadeo, ella se detuvo y miró hacia arriba. El cielo era de un azul
perfecto, despejado, y el sol había cruzado el horizonte ahora, iluminando todo
en oro. Fui afuera también, sintiendo el calor de esa luz en mi piel. Algo del frío
de la noche permanecía, pero estábamos en espera de un día caluroso.
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Todos los demás salieron también, pero Sonya estaba abstraída. Ella
elevó sus manos hacia arriba, como si tal vez pudiera agarrar el sol y envolverlo
en sus brazos. "Es tan hermoso.‖ Ella finalmente apartó la mirada y encontró
mis ojos. "¿No lo crees? ¿Alguna vez has visto algo tan hermoso?"
Hice una mueca ante su presunción pero tomé las donas de todos modos.
"Ven afuera cuando hayas terminado," le dije. "Es como la barbacoa de los
condenados. Excepto que… no hay parrilla.‖
"¿Hay algún pariente tuyo… Alguien que, uh, tuviese un bebé hace
poco?"
"Seguro," ella dijo. Una de las abejas voló desde la madreselva a una rosa,
y ella nunca apartó la mirada. "Muchos.‖
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Sonya devolvió su atención a las abejas, pero sabía que ella ya no estaba
mirándolas. "No sé nada." Había un estremecimiento en su voz, y algo me decía
que tal vez no debería presionar esto después de todo. No podía decir si ella
estaba asustada o al borde de la furia.
"Lo prometí…" Dijo Sonya. Su voz era tan baja, que apenas la podía oír.
Ella apretó sus ojos cerrándolos y pasó sus manos a través de su cabello
violentamente, casi como un niño a punto de tener una rabieta. "Prometí no
decirlo. Prometí no decirle a nadie…‖
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Robert no había hecho mucho hasta el día de hoy, pero ante la orden de
Victor, Robert se inclinó hacia adelante. "¿Sonya?"
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Encantador.
Había visto a los usuarios de espíritu luchar antes, cuando Avery Lazar y
Lissa habían luchado uno a uno. Eso no había sido bastante, particularmente ya
que más que estos exteriores psíquicos, los fenómenos habían ocurrido. Avery
realmente se había ahondado en la mente de Lissa – y la mía. No conocía el
conjunto de habilidades que Robert o Sonya poseían, pero esto no podía acabar
bien.
había dejado a Victor con él. Robert pareció tan agotado como Sonya, y Dimitri
consideró que los hermanos estaban lo suficiente seguros como para dejarlos
solos. Sonya colapsó en el sofá, y después de que Dimitri y yo habíamos tratado
de calmarla, nos apartamos mientras Sydney sujetaba la mano de la mujer
Moroi.
"¡Te dije que no era tiempo!" él exclamó. "¿Qué estabas pensando? ¡Ella
está demasiado débil!"
"¿A eso llamas débil? ¡Y oye, lo estaba haciendo bien! No fue hasta que
Victor y Robert se involucraron que las cosas se fueron al demonio."
Dimitri dio un paso hacia mí, la ira irradiaba de él. "Nunca deberías
haberte involucrado. Esta eres tú, actuando irracional otra vez, saltando
tontamente sin pensar en las repercusiones."
"Esto nos ha adelantado. Nos enteramos de que ella sabe sobre Eric
Dragomir. El problema es que ella prometió no decirle a nadie sobre este bebé."
Sydney apretó su mano. "Lo sabemos. Está bien. Está bien que
mantengas tu promesa. Lo entiendo."
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"Lo sé, lo sé. Pero, ¿qué si hay una manera de ayudarla sin romper tu
promesa?"
Sonya asintió.
Sydney le dio a Sonya la sonrisa más cálida, más acogedora que jamás
había visto en la Alquimista. "¿Prometiste no decirle a nadie donde están?"
Sonya asintió, y la sonrisa de Sydney vaciló una poco. Entonces, sus ojos se
iluminaron. "¿Prometiste no conducir a nadie hacia donde están?"
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"Mikhail..." Sonya miró hacia sus manos otra vez, lágrimas pequeñas
corrían por sus mejillas.
"No romperás tu promesa.‖ Sydney era tan compelente que pudo haber
sido una usuaria del espíritu. "Simplemente condúcenos. Es lo que Mikhail y
Lissa querrían. Es lo correcto."
Dimitri y yo aún estábamos de pie justo al lado del otro, la rabia entre
nosotros comenzó a diseminarse. Sydney se veía orgullosa y continuó
tratándola lo mejor posible para apaciguar a Sonya.
Él arqueó una ceja. "¿Oh? ¿Te estás degradando? Coronel está justo
debajo de general. ¿Qué vas a ser?‖
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VEINTIUNO
No conduje.
Todo esto se inició cuando Victor descubrió que su coche sufría una
avería de motor. Él no estaba muy contento con eso. No hizo acusaciones, pero
todos los demás—incluso Sonya y Robert—adivinaron que el mal-
funcionamiento no era un accidente. Esto significaba que todos teníamos que
apilarnos en el CR-V, el cual no había sido diseñado para acoger a tantas
personas—por lo que Dimitri había sacado de entre manos un plan creativo de
distribución de los asientos. Por supuesto, uno de esos ‗asientos‘ resultó ser el
espacio de carga en la parte trasera. Era de buen tamaño, pero cuando Sydney
entendió que sería su asiento, ella acusó a Dimitri de añadirle el insulto a la
herida por coger sus llaves.
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―Temo que si‖, respondió. Me dio una mirada cautelosa. ―sabes, que
cuando estén detenidos, hay una probabilidad muy buena de que les contaran
una muy buena historia acerca de nosotros a las autoridades‖.
―Sí‖. Había estado pensando acerca de eso también. ―Supongo que ese es
un problema para más adelante. Vamos a ocuparnos de los problemas
inmediatos primero‖.
Sonreí a cambio, pero fue de breve duración, una vez que nos pusimos
en camino. Compasivamente, Victor no fue el usual conversador antipático—
que sospeché que era ya que estaba debilitándose a causa de la falta de sangre.
Sonya y Robert estaban sintiendo lo mismo. Esto iba a ser un problema si no
conseguíamos a un alimentador pronto, pero no sabia como íbamos a resolver
eso. Tenía la impresión de que Sydney no se había percatado de esto aún, lo
cual era bueno. Tener a una humana entre un grupo de vampiros hambrientos
ciertamente me ponía nerviosa. Ella estaba en realidad más segura alejada de
todos en la parte trasera.
Las direcciones que Sonya daba, eran muy vagas y muy necesarias de
conocer. Ella sólo nos dio información a corto plazo y a menudo no daba aviso
sobre dar un giro incluso cuando ya estábamos pasándonos. No teníamos idea
de donde a nos dirigíamos ni de cuanto tiempo esto nos tomaría. Ella solo
escudriñaba un mapa y luego le informaba a Dimitri que se dirigiera hacia el
norte por la 1-75. Cuando preguntamos cuánto tiempo tomaría nuestro viaje, su
respuesta había sido: ―No tomará mucho tiempo. Algunas horas. Tal vez más‖.
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La mujer asintió con la cabeza. ―Aprobó todas sus pruebas. Creo que él
habría ganado las elecciones, si él no se hubiese retirado a última hora. Después
de eso, fue lanzar una moneda entre Tatiana Ivashkov y Jacob Tarus. Muy
cerca, quedó uno. Los Tarus todavía guardan rencor‖.
Lissa nunca había oído cualquier de esto. ―¿Por qué mi abuelo se retiró?‖
―Es... ¿esta la prueba?‖ Lissa preguntó, una vez que el silencio continuó
por demasiado tiempo. ―¿es así, como, una entrevista?‖
Lissa trató de alcanzar la taza, aún más confusa por las extrañas
instrucciones. ¿Qué se suponía que ella debía detener? ¿Beber? Tan pronto
como sus dedos tocaron el metal, ella lo comprendió. Bueno, un poco. Un
escalofrío la recorrió de lado a lado, uno que ella conocía al dedillo.
Hechizado con el espíritu también, pensó Lissa. Eso también había pasado al
olvido, y la puso en el borde. Los encantos elementales tenían efectos diferentes.
Los encantos terráqueos–como el tatuaje que ella había recibido–estaban a
menudo ligados a hechizos menores de compulsión. La combinación de los
cuatro en juego proporcionaba una ráfaga unificada de vida que juntas
proveían una explosión unificada de vida, que bloqueaba la no-muerta. Pero el
espíritu. .Bien, ella rápidamente aprendía que los encantos del espíritu cubrían
una gran variedad de efectos imprevisibles. El agua sin duda activaba el
hechizo, pero Lissa tenia la sensación de que el espíritu iba a ser el jugador
crucial. Si bien ese poder se quemaba en su sangre, todavía la asustaba. El
hechizo urdido en esta taza era complicado, mucho más allá de sus habilidades,
y temía lo que le haría. La anciana la miro fijamente sin pestañear.
Lissa tomó unos cuantos pasos, intentando ver quién es aquel cuyo
nombre se encontraba en la lápida sepulcral. Lo que ella descubrió me
conmocionó más que ella: ROSEMARIE HATHAWAY.
muchas cosas que decir sobre mí. Si hubiera esta allí, seguramente hubiera
terminado en lágrimas. Ella concluyo narrando mi última batalla, cómo había
muerto defendiendo a Lissa.
Christian la soltó, sus cristalinos ojos azules eran más serios y tristes de
lo que alguna vez había visto. ―Tú sabes cómo. Esos Strigoi estaban tratando de
matarte. Ella se sacrificó para salvarte‖.
―Me voy‖.
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―¡Por supuesto que lo eres! ¡Eres el único! El único con quien quiero
hacer mi futuro‖.
―Tú dices eso ahora, pero hay que esperar. Hay mejores opciones. Oíste
la broma de Adrian. ‗¿Pequeños Dragomirs?‘ Cuando estés lista para los niños
en pocos años, vas a necesitar un montón. Los Dragomirs necesitaran ser fuertes
otra vez. ¿Y yo? No soy lo suficientemente responsable para manejar eso‖.
―Sí‖, él se mofó, ―y sería un activo grande para ti—la princesa casada con
su amigo de la familia Strigoi‖.
Ella lo remeció. ―¡No te creo! ¡Tú no tienes miedo de nada! Nunca das
marcha atrás‖.
importe lo qué te ocurre. Ella había estado sola en el bosque, pero eso no era
nada como esto. Nada en absoluto.
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Otra vez Lissa buscó a tientas las palabras. ¿Cuál era el plan? Ella y
Tasha lo habían discutido muchas veces, planificando una estrategia para este
mismo asunto de cómo implementar la capacitación. Tasha prácticamente había
martillado esos detalles en su cabeza con la esperanza de que Lissa pudiera
hacer oír su voz. Aquí estaba ella ahora, representando a su familia en el
Concilio, con la oportunidad de cambiar las cosas y mejorar la vida de los
Moroi. Todo lo que ella tenía que hacer era explicarlo. Tantos contaban con ella,
tantos esperaban oír las palabras acerca de lo que ella sentía tan
apasionadamente. ¿Pero qué eran? ¿Por qué Lissa no los recordaba? Debió
haber tardado demasiado tiempo en contestar porque Howard levantó sus
manos con repugnancia.
―Lo sabia. Fuimos tontos al permitir que una niña este en el Concilio. Ella
no tiene nada útil que ofrecer. Los Dragomirs se han ido. Han muerto con ella, y
necesitamos aceptar eso‖.
Han muerto con ella. La presión de ser la última de su línea había pesado
en Lissa desde el momento en que un doctor le había dicho que sus padres y su
hermano habían muerto. La última de una línea que había investido a los Moroi
y había producido algunos de los más grandes reyes y reinas. Ella se había
prometido solemnemente a sí misma, repetidas veces, que no decepcionaría ese
linaje, que vería el orgullo de su familia recuperado. Y ahora todo eso se caía a
pedazos.
Lissa casi reintentó dar su discurso, pero entonces algo le hizo mirar
detrás de ella. Allí, los doce símbolos familiares colgados en la pared. Un
hombre había aparecido de pronto y desmontaba el sello de los Dragomir, con
su dragón e inscripción en rumano. El corazón de Lissa se hundió mientras los
gritos en la sala aumentaban cada vez más y su humillación crecía. Ella se
levantó, queriendo salir corriendo de allí y esconderse de la deshonra. En lugar
de eso, sus pies la condujeron a la pared con sus sellos. Con más fuerza de la
que ella se creyó capaz de poseer, tironeó con fuerza el sello del dragón lejos del
hombre.
―No es importante‖. Deirdre añadió con voz suave y calmada. ―Lo que
importa es que nadie nunca más será lastimado. No quieres lastimar a nadie,
¿verdad?‖
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La otra Rose la sujetó de una mano, probable porque ella había sentido
los movimiento del espíritu y buscaba detener a Lissa. ―Existe otra manera‖, mi
alter ego le dijo a Deirdre y al Dr. Olendzki. ―Puedo extraerlo de ella. Puedo
arrancar todo de ella, como Anna lo hizo con St. Vladimir. Puedo llevarme la
oscuridad e inestabilidad. Lissa estará cuerda otra vez‖.
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clase de amiga sería, condenándome a esa vida? Tarasov asustaba a Lissa. Una
vida enjaulada asustaba a Lissa. Pero yo afrontándolo la asustó aún más.
No había un buen resultado aquí. Ella deseó que todo esto desapareciese.
Puede que si sólo cerrase sus ojos… ¡Espera!. Recordó de nuevo. El sueño. Ella
estaba en un sueño de espíritu. Todo lo que tenía que hacer era despertarse.
Diga "alto".
Costó menos esfuerzo esta vez. Decir la palabra era la salida fácil, la
solución perfecta. No habría Tarasov para cualquiera de nosotras, ¿cierto?
Entonces, sintió una presión de su mente, una calma de esos sentimientos
caóticos. Sus ojos se ampliaron cuando ella se percató de que yo ya había
comenzado a absorber la oscuridad. ‗Alto‘ pasó al olvido.
―¡No!‖, El espíritu quemó por ella, y ella levantó un muro sobre la unión,
bloqueándome.
―Te estoy salvando‖, respondió Lissa. ―Me salvo a mi misma‖. Giró hacia
el Dr. Olendzki y Deirdre. ―Comprendo lo que ustedes tienen que hacer. Está
bien. Llévenme a Tarasov. Colóquenme donde no podré lastimar a nadie‖.
―Qué... ¿Qué fue eso?‖ preguntó Lissa. Su boca estaba seca, y el agua
parecía bien ahora... pero el cáliz estaba vacío.
Lissa colocó el cáliz en la mesa y se apretujó las manos. ―Fue terrible. Era
el espíritu, pero… esto no es nada comparado con lo que he visto antes. Invadió
mi mente, revolviéndola completamente. Era tan real. Hubo un momento en el
que creí que era real‖.
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Lissa fruncido el ceño, pensando qué tan cerca había estado. ―No‖.
La anciana asintió. Lissa se puso de pie y echó un vistazo entre las dos
puertas, por la que Lissa había entrado y la sencilla en la parte trasera. Aún en
estado de choque, Lissa automáticamente caminó hacia la puerta por la que ella
había venido. Realmente no quería ver a esas personas puestas en fila en el
vestíbulo otra vez sin embargo, puso una buena cara de princesa. Además, sólo
había una fracción aquí comparado con el grupo que la había saludado después
de la última prueba. Sus pasos se detuvieron cuando la anciana habló otra vez y
apuntó hacia la parte trasera de la habitación.
―No. Esa es para los que fallan. Usted tiene que salir por esta puerta‖.
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VEINTIDOS
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habían dejado una sensación siniestra. Al mismo tiempo, esto podía ser una
oportunidad para ver a Adrián. Y… así fue.
―¡Adrian!‖
―¿Qué quieres decir con ‗elegir el lugar‘?‖ pregunte, atando mis manos
alrededor de su cuello.
―¿Mejor?‖
―Mucho.‖
―Para su deleite, sin duda. Aun así… esto nos da más tiempo a nosotros
para limpiar tu nombre y traerte de vuelta a casa. No estoy seguro de querer
que vuelvas a casa.‖ Miro alrededor. ―El oeste de Virginia es mucho mejor de lo
que pensaba.‖
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―Ya no.‖
―No,‖ dije.
―¿No?‖
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―¿Entonces dónde?‖
Me agarro las manos. ―No puedes hacer esto. No puedes huir en una
especie de capricho loco. ¿No lo entiendes? Te mataran si te encuentran.‖
―Es mejor si no estás involucrado,‖ dije, apretando sus manos con fuerza.
―Mejor si tú no sabes los detalles.‖
―¡Adrian por favor! Por favor solo confía en mí. Créeme cuando digo que
tengo una buena razón,‖ le rogué.
Dejo ir mis manos. ―Creo que tú piensas que tienes una buena razón.
Solo que no puedo imaginar cual es para que arriesgues tu vida en ello.‖
―Es lo que hago,‖ dije, sorprendida de cuan seria estaba. ―Algunas cosas
valen la pena.‖
Unas piezas raras cruzaron mi visión, como cuando una tele va mal. El
mundo empezó a desvanecerse. ―¿Qué pasa?‖
―¿Cómo lo sabes?‖
―Tu aura.‖
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Hice una mueca. ―Las auras sirven para ser guay, pero ahora empiezan a
ser molestas.‖
Ella rio en voz baja, dándome cuenta de que era la primera vez que la oía
hacerlo desde que había sido restaurada. ―Son muy informativas si tú sabes
cómo leerlas. ¿Estabas con Vasilisa?‖
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―Allí.‖
―¡Hey!‖
―Tú también,‖ respondí. Eso me saco otra sonrisa, un poco más cálida y
más profunda.
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Miro cada uno de nuestros rostros, sin duda preguntándose qué hacían
un Moroi, un dhampir y humano en su puerta. Sonaba como el inicio de una
broma de mal gusto.
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VEINTITRES
―¿Qué esta pasando?‖ Preguntó una nueva voz. Momentos más tarde,
Emily Mastrano apareció al lado de su hija. Emily me miró a mi y después a
Sydney con curiosidad y luego se quedó sin aliento cuando vio que al tercer
miembro de nuestro grupo.
La mirada de Emily cayó sobre Sonya. Jill trató de empujar para ver de
qué se trataba todo el drama, pero Emily siguió bloqueando la puerta, aun no
estaba totalmente convencida de que era seguro. Yo no podía culparla. Por fin,
ella hizo un gesto lento y se apartó para darnos acceso.
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o como lucia él. Nuestro viaje a Las Vegas había sido una prueba de ello.
Negué con la cabeza a Sydney. ―Ellos pueden esperar‖
John apoyó su mano sobre Emily, una vez que ella se sentó. El se
mantenía dándonos miradas cautelosas, pero para ella, él era todo cariño y
preocupación. ―¿Qué pasa?‖
―¿Fue Lissa, no es así?‖? Exclamó Jill, que sin duda sabía la relativa
historia sórdida. Ella estaba comprensiblemente sorprendida—y un poco
nerviosa—pero la emoción estaba empezando a agitarse. ―He oído lo que
ocurrió con Dimitri. Es verdad, ¿cierto? Lissa puede sanar Strigoi. Ella lo salvó.
Ella salvó. . . ―. Jill se volvió hacia Sonya, el entusiasmo vacilando un poco. Me
preguntaba qué tipo de historias ella había oído sobre Sonia. ―Ella te salvo a ti‖.
Las lágrimas llenaban los ojos azules de Emily cuando ella se volvió a su
prima. Emily Mastrano era una de las mujeres más impresionantes que jamás
había conocido. Incluso las lágrimas eran hermosas en ella. ―Eres realmente tu,
¿no es cierto? Ellos te trajeron de nuevo a mí. Oh Dios.‖ Emily se levantó y se
acercó para sostener a su prima en un profundo abrazo. ―Te he echado mucho
de menos. No puedo creer esto‖
―Nosotros la trajimos. . .‖ Dije al fin. ―Pero hay otra razón por la que
estamos aquí.‖
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Dirigí mis palabras hacia Emily. ―Tenemos que hablar de esto. Por favor.
Necesitamos tu ayuda. Necesitamos su ayuda.‖ Hice un gesto hacia Jill.
―¡No!‖ Lloró Emily, saltando de nuevo. ―¡Fuera! Todos ustedes. ¡No los
quiero aquí!‖
―¡Ella no lo es!‖ Dijo Jill, Inclinándose cerca. ―Te lo dije, mama. Te lo dije
antes que era un error…‖
―¿Podría alguien por favor decirme que infiernos esta pasando?‖ La cara
de John estaba enrojecida, molesta y defensiva. ―Si yo no tengo una respuesta
en treinta segundos. Llamaré a los guardianes y a la policía‖
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Miré hacia Jill y no pude hablar. No sabía como decir lo que necesitaba
decir, al menos no delicadamente. Sidney, sin embargo, no tenía ese problema.
Emily hizo un bajo sonido agudo.‖ No‖ ella suplicó. ―Por favor no hagas
esto‖
Emily miro hacia arriba y se encontró con los ojos de Sonya. ―No puedo
decirlo. Tu sabes que pasará… no puedo hacerle eso a ella‖
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―¡Ninguno de nosotros sabe que pasará!‖ Sonya dijo ―Pero las cosas se
volverán peor si no tomas el control ahora‖
Emily suspiró y miro hacia su hija ―No. Tú eres la hija de Eric Dragomir.
Rose tiene razón‖ Jhon hizo, un pequeño, y extraño sonido pero no
interrumpió a su esposa. Ella apretó la mano de él de nuevo. ―Lo que les dije a
ambos hace años… era verdad. En su mayoría. Nosotros tuvimos una breve…
relación. No una barata, exactamente. Pero breve‖ Ella se detuvo y miro esta
vez a Jhon, su expresión suavizándose. ―Yo te dije…‖
―Yo tampoco‖ ella estuvo de acuerdo ―Yo ni siquiera sabia quien era él
cuando nos conocimos por primera vez. Eso pasó cuando yo vivía en Las Vegas
y tuve mi primer trabajo, bailando en un espectáculo en la Hora Embrujada‖
Sentí mis ojos ampliarse. Nadie pareció notarlo. La hora embrujada. Mis
amigos y yo habíamos estado en ese casino mientras cazábamos a Robert. Y un
hombre allí había hecho una broma sobre el padre de Lissa estando interesado
por las chicas de los shows. Yo sabía que Emily trabajaba en una compañía de
Detroit ahora, esto era el por qué ellos vivían en Michigan. Nunca habría
supuesto que ella había comenzado como una bailarina de plumas—y vestido
de lentejuelas en un espectáculo en Las Vegas. Pero ¿por que no? Ella tendría
que haber comenzado en algún lugar y su altura, y estructura corporal grácil se
prestarían muy bien para cualquier tipo de baile.
―Él era muy dulce… y muy triste‖ Emily continuó ―Su padre acababa de
morir, y el había venido para ahogar sus penas. Yo entendía como una muerte
podía devastarlo, pero ahora… bueno, realmente comprendo. Era otra perdida
para su familia. Los números estaban bajando‖. Ella frunció el ceño
pensativamente y se encogió de hombros ―El era un buen hombre, y pienso que
el amaba de verdad a su esposa. Pero el estaba en un oscuro, y desfavorable
lugar. No creo que el estuviese usándome. Él se preocupaba por mí, pensó que
yo dudaba sobre lo que pasaría entre nosotros si tuviésemos otras
circunstancias. De todas formas, yo estaba bien con el modo en que terminaron
las cosas y estaba contenta de continuar con mi vida…hasta que Jill vino.
Contacté a Eric porque pensé que el debía de saberlo—creí que le había dejado
claro que no esperaba nada de él. En ese punto, sabiendo quién era el, no quería
nada. Y si yo lo dejaba, pensé que el te reconocería, tendría un rol en tu vida‖
Los ojos de Emily estaban en Jill ahora ―Pero yo ya había visto como es ese
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RICHELLLE MEAD
―¿A qué te refieres?‖ Pregunto Jill, horrorizada ―¿De que tipo de dinero
estás hablando?‖
―Yo no soy ninguna de esas cosas‖ ella dijo. Estaba desesperada ahora,
mirando alrededor a todos nosotros. Ella me recodó a un ciervo, listo para
escabullirse. ―Hay un error. Tu has cometido algún error‖
―No pueden‖ les dije ―No pueden ir por la vida como antes. Jill…Jill
tiene que ir a la corte‖
Jill ya ha visitado la corte antes, pero tanto Emily como yo sabíamos que
yo no estaba refiriéndome a una visita casual de excursión. Jill tenía que ir con
su verdadera identidad. Bueno—quizás verdadera no era la palabra correcta. La
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realeza ilícita no era parte de su naturaleza, no aun. Ella era quien siempre
había sido, pero su nombre había cambiado. Ese cambio debía ser reconocido, y
la Corte Moroi sería sacudida.
―Ella tiene que―. Urgí. ―La Corte se esta volviendo corrupta, y la familia
Dragomir tiene que desempeñar su papel para arreglar las cosas. Lissa no tiene
poder sola, no sin un quórum familiar. Todas las otras realezas… están
pisoteándola. Ellos presionaran leyes que no nos ayudaran a ninguno de
nosotros‖
―No toda la realeza es así‖ argumenté ―Lissa no lo es. Ella esta tratando
de cambiar el sistema‖
Emily me dio una dura mirada ―¿Y como crees que se sienten los otros
acerca de su reforma? Estoy muy segura que hay muchos de la realeza quienes
están felices de verla silenciada—realeza a quien no le gustaría ver a su familia
resurgir. Te lo dije: Eric era un buen hombre. A veces pienso que no fue una
coincidencia que su familia muriera‖
―¿Lo es?‖ los ojos de Emily estaban sobre mi, mientras pensaba
suponiendo mis dudas. ―¿Qué piensas que ellos harían si saben que hay otro
Dragomir cerca? ¿La gente que se opone a Vasilisa? ¿Que crees que ellos harían
si solo una persona se interpone entre ellos y el poder de su familia?‖
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―Lo haré‖
―Lo haré‖ dijo Jill, con voz firme ―Ayudaré a Lissa y… a los Dragomir.
Regresaré con Rose a la Corte.‖
―Tu no puedes hacer esta elección por mi‖, grito Jill ―No soy una niña‖
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―Por favor. Mamá‖ rogó Jill. Sus ojos jade Dragomir apreciando a su
madre con aflicción. Yo sabía que ella verdaderamente podía desobedecerle y
fugarse—pero ella no quería hacerlo, no si ella no tenía que hacerlo.
―Esta bien‖ dijo Emily al final. Ella suspiró ―Jill puede ir—pero yo voy
también. Tu no enfrentarás ese lugar sin mi‖
―O sin mi‖ dijo Jhon. El todavía parecía aturdido pero estaba dispuesto a
apoyar a su esposa e hijastra. Jill los retribuyo a ambos con gratitud,
recordándome otra vez que yo había convertido una familia funcional en
disfuncional. Emily y Jhon viniendo con nosotros no era parte de mis planes,
pero yo no podía culparlos y no ver que daño les había causado. Nosotros
necesitábamos a Emily de todas formas para decirle a todo el mundo sobre Eric.
Jhon me miro ―Pero todavía no hemos lidiado con el hecho de que hay
una fugitiva en nuestra casa‖
―Estoy segura‖ Emily dijo ―Sonya y Jill confían en Rose, yo también. Eres
bienvenida de quedarte aquí esta noche hasta que nosotros podamos
difícilmente encaminarnos a la Corte ahora mismo‖
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―Gracias. Lo apreciamos‖
Este desastre con Jill es lo suficientemente malo sin nosotros hospedando a una
criminal.
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VEINTICUATRO
Jugar a ser unos buenos anfitriones Moroi, no era suficiente con solo
cocinar la cena. Emily también se las arregló para conseguir un alimentador
para que viniera, algo así como un servicio de sangre a domicilio.
Normalmente, los Moroi que vivían fuera de áreas de refugio y mezclados entre
humanos tenían acceso a secretos alimentadores que vivían cerca. Usualmente,
estos alimentadores tenían un tipo de guardia, un Moroi que ganaba dinero por
el servicio. Era común para el Moroi simplemente aparecerse en la casa del
dueño del alimentador, pero en este caso, Emily había hecho arreglos para que
el alimentador fuera traído a su casa.
Ella lo estaba haciendo como cortesía, del tipo que le harías a cualquier
invitado Moroi, hasta para los que le traían noticias que ella había temido
recibir la mayor parte de su vida. Poco sabía ella que tan desesperadamente
bienvenida era la sangre para los Moroi que habíamos traído con nosotros. No
me importaba que los hermanos sufrieran un poco, y se debilitaran, pero Sonya
definitivamente necesitaba sangre si iba a continuar con su recuperación.
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reducía al vestido que Sydney había incluido en la maleta. Hice una mueca pero
imaginé que no haría daño ponerme el vestido por una noche.
―He oído eso muchas veces de las mujeres,‖ dijo Adrian. Christian hizo
un sonido de asco, pero el más leve atisbo de una sonrisa cruzó por los labios de
Eddie, a pesar de su estado de guardia-serio.
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sin embargo si se vistió rápido, y a pesar sus comentarios poco serios, yo sabía
que él estaba interesado en cualquier cosa que ayudara a limpiar mi nombre. De
lo que no estaba segura era de si él le diría a todos del desastre en el que me
había metido, ahora que yo había abierto la boca y revelado algunas de mis
verdaderas actividades.
Adrian dudó, y esperé a que él le dijera que ya había oído eso de mí.
También esperé a que les dijera las sorprendentes noticias acerca de mi
compañía actual y mi paradero. ―¿Cómo te fue?‖ preguntó en lugar de eso.
Ella no podía llegar a decirle sobre las personas que la animaban, esos
que no simplemente la apoyaban por la ley sino porque ellos realmente creían
en ella. Tasha, Mia, y otros amigos sorpresa de la escuela que habían estado
entre los espectadores, sonriéndole. Hasta Daniella, que estaba esperando a
Rufus, la había felicitado a regañadientes, pareciendo sorprendida de que ella
hubiera pasado.
Eddie había sido llamado para ayudar a otros guardianes, a pesar de sus
protestas de que él estaba escoltando a Lissa. Entonces, Chirstian y Tasha
habían terminado llevando a Lissa a casa sola. Bueno, casi sola. Un guardián
llamado Ethan Moore los acompañó, con el que Abe había molestado a Tasha.
Abe exageraba ciertas cosas, pero había tenido razón esta vez. Ethan se veía tan
rudo como cualquier otro guardián, pero su actitud matona ocasionalmente
vacilaba en el momento en que miraba a Tasha. Él la adoraba. A ella claramente
le gustaba también y flirtearon a lo largo del camino, para la incomodidad de
Christian. Aunque fue tierno. Algunos chicos probablemente no se le acercarían
a Tasha por sus cicatrices. Fue bueno ver que alguien la apreciaba por su
carácter, sin importar lo disgustado que Christian estuviera porque cualquiera
estuviera saliendo con su tía. Y la verdad, me gustaba ver a Christian tan
obviamente atormentado. Era bueno para él.
Ethan y Tasha se fueron una vez que Lissa estuvo segura de regreso en
su habitación. En cuestión de minutos, Eddie apareció de regreso, quejándose
de cómo lo habían retrasado con unas ‗tareas estúpidas‘ cuando sabían que él
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tenía mejores cosas que hacer. Aparentemente él había hecho tal alboroto, que
ellos finalmente lo liberaron para que pudiera apurarse a regresar al lado de
Lissa. Llegó solamente diez minutos antes de que la nota de Ambrose llegara, lo
cual fue una suerte. Eddie habría enloquecido si hubiera regresado a su
habitación y encontrado que ella se había ido. Habría pensado que un Strigoi
había secuestrado su carga en su ausencia.
Esa fue la serie de eventos que llevaron a lo que estaba pasando ahora:
Lissa y tres chicos yendo a la reunión secreta de Ambrose.
―¿Qué esta pasando?‖ preguntó Lissa tan pronto como Ambrose cerró la
puerta. ―¿Por qué la visita urgente?‖
―Porque tengo que mostrarles algo,‖ dijo. En su cama había una pila de
papeles, y él tomo el que estaba por encima. ―¿Se acuerdan cuando les dije que
estaban sacando todas las pertenencias de Tatiana? Bueno, ahora las están
inventariando y removiéndolas.‖ Adrian se movió incómodo, otra vez, algo que
solo yo noté. ―Ella tenía una caja fuerte donde guardaba documentos
importantes, secretos obviamente. Y….‖
La culpa se veía en su rostro, pero no era una culpa de asesino. Era culpa
por el robo.
Querida Tatiana,
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―¿De quién es?‖ demandó Adrian. Su cara estaba oscura, furioso por esa
fina amenaza velada a su tía.
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―No lo se,‖ dijo Ambrose. ―Así es exactamente como la encontré. Tal vez
ella ni siquiera sabía quien era el remitente.‖
―No estoy segura,‖ dijo Lissa. Ella volvió a leer la carta para sí misma.
―¿Y sobre la parte de los ‗experimentos‘? ¿Creen que esas son las sesiones de
entrenamiento que Grant hizo con los Moroi?‖
Ahogando un bostezo, ella le dio las gracias y se fue con los otros.
―Esa carta evidencia que había alguien que tenía muchas más razones
para estar enojada con Tatiana que las que tenía Rose,‖ observó Christian
mientras se abrían camino subiendo hacia la salida del edifico. ―Tía Tasha dijo
una vez que la furia basada en razonamientos calculados era mucho más
peligrosa que la furia basada en odio ciego.‖
―Tu tía es una filósofa regular,‖ dijo Adrian cansinamente. ―Pero todo lo
que tenemos todavía es circunstancial.‖
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Ambrose había dejado que Lissa se quedara con la carta, y ella la había
doblado y metido en un bolsillo de los jeans. ―Siento curiosidad por lo que
Tasha tendría que decir sobre esto. Y Abe también.‖ Ella suspiró. ―Desearía que
Grant aún viviera. Él era un buen hombre – el podría tener una idea sobre esto.‖
Christian miró a Lissa mientras salían. ―¿Qué tan cercanos eran Grant y
Serena…‖
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Dimitri una vez comentó en broma que no tenías que ser Strigoi para ser
herido por una estaca atravesando tu corazón. Y, enfrentémoslo, una estaca en
tu corazón no dolía realmente. Mataba. Tatiana era una prueba. El cuchillo del
hombre realmente hizo contacto con el cuello de Eddie, y después cayó antes de
perforar la piel. Los ojos del hombre se abrieron por completo en shock y dolor,
y después ya no vieron absolutamente nada. Estaba muerto. Eddie se sentó
sobre sus talones, mirando fijamente a su víctima cargado con la adrenalina de
la batalla que seguía a cualquier situación. Gritos llamaron de pronto su
atención, y él se puso en pie listo para la siguiente amenaza. Lo que encontró
fue un grupo de guardianes, los que habían respondido a los gritos de ayuda de
Lissa. Le dieron un vistazo a la escena e inmediatamente actuaron bajo las
conclusiones a las que su entrenamiento los llevaban. Había un Moroi muerto y
alguien sosteniendo un arma ensangrentada. Los guardianes fueron por Eddie,
tirándolo contra la pared y quitándole su estaca. Lissa les gritó que lo habían
entendido todo mal, que Eddie había salvado su vida y….
―¡Rose!‖
―¡No!‖
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―Pero Eddie si estaba,‖ dijo Dimitri suavemente. ―Ella está bien. Esta
viva.‖ Él me soltó, y me apoyé agotada contra la pared. Mi corazón latía muy
rápido, y aunque mis amigos estaban a salvo, no me podía sacudir el pánico.
―Solo porque no saben toda la historia. Ellos vieron un cuerpo sin vida y
un arma, eso fue todo. Una vez que tengan los hechos y testimonios todo estará
bien. Eddie salvó un Moroi. Es su trabajo.‖
―Pero mató a otro Moroi para hacerlo,‖ señalé. ―No se supone que
hagamos eso.‖ Sonó como una afirmación obvia y hasta estúpida, pero sabía
que Dimitri había entendido a que me refería. El propósito de los guardianes
era proteger a los Moroi. Ellos iban primero. Matar a uno era inimaginable. Pero
también lo era que ellos se trataran de matar unos a otros.
Incliné la cabeza hacia atrás. ―Lo sé, lo sé. Es solo que no puedo soportar
dejarla sin defensa. Quiero demasiado regresar y mantenerla a salvo. Justo
ahora.‖ Mañana parecía años. ―¿Y si pasa otra vez?‖
―Hay otras personas que están ahí para protegerla.‖ Dimitri caminó
hacia mí, y yo estaba sorprendida de ver una sonrisa en sus labios, a luz de los
siniestros eventos. ―Créeme, yo también quiero protegerla, pero arriesgaríamos
nuestras vidas por nada si partiéramos justo ahora. Espera un poco más y por lo
menos arriesga tu vida por algo importante.‖
―Mucho.‖
―Creo que eso depende de Jill,‖ dijo Dimitri. ―Y todas las que sean las
secuelas de todo esto.‖ La culpa sobre haber arruinado potencialmente la vida
de Jill regresó, y mire fijamente a mis pies. ―Oye, está bien,‖ dijo levantando mi
mentón de nuevo. Sus ojos cafés eran cálidos y afectuosos. ―Hiciste lo correcto.
Nadie más habría tratado algo así de imposible. Solo Rose Hathaway. Apostaste
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a encontrar a Jill. Arriesgaste tu vida al romper las reglas de Abe, y dio sus
frutos. Valió la pena.‖
―Espero que Adrian piense lo mismo,‖ reflexioné. ―El piensa que el que
yo hubiera dejado nuestra ‗casa segura‘ fue la cosa más estúpida del mundo.‖
―Puedo creer eso,‖ dijo Dimitri, aunque había perdido algo de su calidez
anterior. Fue una cosa tan fugaz. ―Él… parece muy leal a ti.‖
―¿Y te hace feliz?‖ el tono de Dimitri no era duro, pero tenía una
intensidad que podría hacerse pasar a la par con un interrogatorio policial.
Pensé sobre mi tiempo con Adrian: las burlas, las fiestas, los juegos, y por
supuesto, los besos. ―Sí. Lo hace. Me divierto con él. Digo, a veces es
exasperante, bueno, la mayor parte del tiempo, pero no te dejes engañar por los
vicios. Él no es una mala persona‖.
―Sé que no lo es,‖ dijo Dimitri. ―Es un buen hombre. No es fácil que todo
el mundo lo vea, pero yo sí puedo. Todavía se está encontrando a sí mismo,
pero va por buen camino. Lo vi en el escape. Y después…‖ las palabras se
trabaron en su lengua. ―Después de Siberia, ¿estuvo ahí para ti? ¿Te ayudó?‖
Asentí, confundida por todas esas preguntas. Resultó que esas solo eran
el calentamiento para la grande.
―¿Lo amas?‖
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Me acerqué a él.
―¿Qué va mal?‖
―Nada. Solo quería asegurarme de que estabas bien. De que eres feliz.‖ Él
me dio la espalda, forzando una sonrisa. Había dicho la verdad, pero no toda la
verdad. ―Las cosas han estado cambiando, eso es todo. Me ha hecho
reconsiderar muchas cosas. Desde que Donovan…y después Sonya…es
extraño. Pensé que todo había cambiado la noche que Lissa me salvó. Pero no lo
hizo. Ha habido mucho más, más sobre la curación de lo que me había dado
cuenta.‖ Empezó a caer en un modo pensativo pero se contuvo. ―Cada día
descubro algo nuevo. Una nueva emoción que había olvidado cómo sentir.
Alguna revelación que había perdido por completo. Una belleza que no vi.‖
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Pase saliva y traté de refrenar mi pulso. ―No hay problema. ¿Qué pasa?‖
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VEINTICINCO
Él saltó, en primer lugar, sin duda quería tener todo el peso de cualquier
peligro que esperara a continuación. Lo seguí de inmediato. Caí sobre el techo
de la primera planta, me deslicé por ella, y luego hice la caída más larga hacia el
suelo. Dimitri me cogió del brazo, estabilizando mi llegada – pero no antes de
que uno de mis tobillos se torciera un poco sobre sí mismo. Era el mismo que
había llevado la peor parte de la caída fuera de la casa de Donovan, e hice una
mueca mientras el dolor me atravesó, dolor que rápidamente ignoré.
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―No podemos correr más rápido que ellos,‖ dije. ―Vamos más lento por
mi culpa. Necesitas—‖
Delante de nosotros había una casa oscura con un gran patio de cristal
que me recordaba al de Sonya. La puerta de cristal estaba abierta, a través de
una pantalla que bloqueaba la entrada. Dimitri tiró de su cierre. Cerrado. Pero
una pantalla no era un impedimento para nosotros. Pobre, y confiada familia.
Sacó su estaca y cortó una larga línea vertical que rápidamente atravesamos.
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―Las tengo,‖ dije. Desde que tenía las llaves, pensé que Dimitri realmente
me dejaría ir en el asiento del conductor. Gracias a mi tobillo derecho, sin
embargo, tenía que tirarle las llaves. El universo tenía un enfermizo sentido del
humor.
―Lo es,‖ estuvo de acuerdo Dimitri. ―Pero otros coches son conducidos
por la calle. Algunos guardianes seguirán buscando en los patios, y algunos
estarán custodiando la casa de los Mastrano. Ellos no tienen números infinitos.
No pueden verlo todo a la vez, aunque sin duda van a intentarlo.‖
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destino en mente, a excepción de muy lejos. Sin signos evidentes de que nos
estaban siguiendo, cambié mi cuerpo y estiré la pierna dolorida. Mi pecho tenía
esa ligera y nebulosa sensación cuando estabas bombeando mucha adrenalina,
―Ellos nos entregaron, ¿no es así?‖ Le pregunté. ―Víctor y Robert nos
delataron y luego se largaron. Debí mantenerme alerta.‖
―No lo sé,‖ dijo Dimitri. ―Es posible. Los vi justo antes de que hablara
contigo, y todo parecía estar bien. Querían ir con nosotros para encontrar a Jill,
pero sabían que era sólo cuestión de tiempo antes de que los entregáramos a las
autoridades. No estoy sorprendido de que tuvieran un plan de escape. Podrían
haber utilizado la alimentación como una distracción para llamar a los
guardianes y deshacerse de nosotros.‖
―No lo sé. Pero estoy adivinando que ayudar a vampiros fugitivos no irá
bien con sus superiores.‖
―Mierda,‖ repetí. Todo se había venido abajo. ―¿Y qué vamos a hacer?‖
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―No del todo,‖ dijo. Estábamos en una zona concurrida, comercial, cerca
de Ann Arbor, pensé. Uno de los suburbios de Detroit. Restaurantes y tiendas
se alineaban en la carretera, y dobló hacia un supermercado de veinticuatro
horas, que prometía tener ‗todo‘. Aparcó y abrió su puerta. ―Quédate aquí.‖
―Pero –‖
―Esa pobre gente,‖ le dije. ―Espero que su seguro cubra el robo del
coche.‖
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―No creo que esté roto,‖ dijo por fin. Levantó las manos, y me di cuenta
cómo de cálida me había sentido mientras él me tocaba. ―Sólo es un esguince.‖
―Ese tipo de cosas sucede cuando sigues saltando de los techos,‖ le dije.
Las bromas era mi viejo recurso para ocultar la incomodidad. ―Ya sabes, nunca
hemos practicado eso en nuestro entrenamiento.‖
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Hice un gesto hacia mi vestido roto. ―No puedo usar esto por mucho
tiempo. ¿Qué voy a hacer? ¿Hacer una toga de una manta? Eres un chico, nunca
pensando en estas cosas.‖
―Sólo esas cosas, ¿eh?‖ Preguntó, haciendo que los dos nos riéramos.
Pero cuando me tendí a su lado, nuestros rostros se volvieron serios.
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La sonrisa volvió a mis labios, aunque sabía que no podía verlo. ―Y pensé
que yo era la optimista aquí.‖
No nos tocamos en ninguna otra forma, pero su mano tenía todo el calor
en el mundo. Este no era un momento perfecto, como en la biblioteca, pero
nuestra conexión familiar y el entendimiento entre nosotros quemaba más
brillante que nunca, y se sentía bien. Correcto. Natural. No quería dormir. Sólo
quería estar allí y disfrutar de estar con él. No era hacer trampa, decidí,
pensando en Adrian. Era simplemente disfrutar de esta cercanía.
―Gracias a Dios.‖
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―Lo haría si pudiera elegir,‖ respondí, dando un paso hacia ella. Ella no
era a quien esperaba ver en mis sueños, pero al menos hice contacto con el
mundo exterior. Usaba el vestido negro y blanco aquí, pero a diferencia de la
realidad, estaba limpio e intacto. ―Dimitri piensa que estamos en un lugar
seguro—aunque está despierto, por supuesto.‖
―Rose,‖ dijo Sonya. ―Jill no está con los guardianes en absoluto. Víctor y
Robert se la llevaron.‖
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VEINTISEIS
―¿Ella está qué?‖ exclamé. Los pájaros del sueño que cantaban en el
jardín se quedaron en silencio. ―¿Con ellos? ¿Es por eso que ellos llamaron a los
guardianes?‖
―De hecho, creo que fue solo John. Emily realmente parecía creer que
eran inocentes. . . aun cuando no le gustaba el por qué estaban allí. También
sospecho que se había preocupado de que llamar a los guardianes simplemente
atraería más atención hacia la identidad de Jill. No me sorprendería si John
incluso no le advirtió sobre haberlos llamado. Probablemente pensó que le
estaba haciendo un favor a todos‖.
―Sólo tenemos que encontrarla‖, dijo Sonya. ―Lo que yo debería ser
capaz de hacer una vez que ella esté dormida‖.
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Silencio.
Excelente punto.
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Sonya me estudió durante un buen rato, esos ojos azules mirando más
profundamente en mí de lo que me habría gustado. A veces ella parecía más
segura en el modo loco. ―Las auras dicen mucho, Rose, y soy muy buena
leyéndolas. Mucho mejor de lo que tus amigos probablemente son. Un sueño
del espíritu envuelve tu propia aura en oro, que es como yo supe que estabas en
un sueño compartido. Tu aura personal es única para ti, a pesar de que fluctúa
con tus sentimientos y alma. Cuando la gente está enamorada, esta lo muestra.
Sus auras brillan. Cuando estabas soñando, la tuya era brillante. Los colores
eran brillantes. . . pero no lo que yo esperaba de un novio. Por supuesto, no
toda relación es igual. Las personas se encuentran en etapas diferentes. Yo
habría hecho caso omiso de eso, excepto…‖
―Excepto ¿qué?‖
―Excepto que, cuando estás con Dimitri, tu aura es como el sol. Y la suya
también‖. Ella sonrió cuando yo simplemente la miré en silencio y aturdida.
―¿Estas sorprendida por esto?‖
Genial. Terapia de una mujer loca. ―Bueno, vamos a suponer que hay
algo de esto. Yo en realidad ya me he dado por vencida con respecto a Dimitri
hace un par de semanas. A lo mejor es posible que probablemente aun estoy
aferrándome a algunos sentimientos‖. ¿Posible? Pensé en cuan consciente era a
su presencia física siempre que él estaba en el coche, la despreocupada armonía
que habíamos compartido en la biblioteca, y lo bien que se sentía trabajar con él
en esa forma nuestra, tanto así de determinada y casi nunca una segunda
especulación al otro. Y hace tan sólo unas horas, en la habitación...
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Odiaba ser juzgada por mi edad, pero no tenía tiempo para berrinches.
―Bueno, lo que sea. Yo todavía he tenido sentimientos. Pero él no. No lo viste
después de que fue cambiado. Fue horrible. Estaba deprimido. Dijo que quería
evitarme a toda costa, que él no podía amar de nuevo a nadie. No fue hasta el
escape de locura que incluso comenzó a actuar como su viejo yo‖.
―Tú. . . tú has actuado diferente a él. Quiero decir, te ves tan triste a
veces, pero en otras. . . es como si nada te hubiera sucedido. Estas de vuelta a tu
viejo yo. En su mayoría. ¿Cuál es la diferencia entre ustedes dos?‖
―¿Él dijo todo eso? Yo…yo ni siquiera estoy segura de lo que la mitad de
eso significa‖. Me dijo que abrazara la vida y su belleza y a la gente que quiero antes
de que fuera demasiado tarde.
―A veces yo tampoco. Como dije, es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
Sin embargo, creo que él me ha ayudado a recuperarme más rápidamente de lo
que lo habría hecho por mí misma. Estoy agradecida. Y en cuanto a ti y a tu
aura…‖ Esa sonrisa regresó. ―Bueno, tú tienes que averiguarlo. No creo en las
almas gemelas, no exactamente. Creo que es ridículo pensar que hay solamente
una persona por ahí para nosotros. ¿Qué ocurre si tu ‗alma gemela‘ vive en
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Zimbabwe? ¿Y si muere joven? También creo que ‗dos almas volviéndose una‘
es ridículo. Necesitas aferrarte a ti misma. Pero sí creo en las almas que están en
sincronía, almas que se reflejan mutuamente. Veo esa sincronía en vuestras
auras. Puedo ver amor también. Y veo todo esto en su aura y en la tuya. Sólo tú
puedes elegir qué hacer con esa información—si incluso la crees‖.
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―Lo sé, lo sé‖, él se rió entre dientes. ―No soy el general‖. Oh Señor.
Terminábamos los chistes del otro.
Cuando miré a través de sus ojos, no fue una sorpresa encontrarme con
la mayoría de mis amigos juntos. Estaban en una austera e intimidante
habitación, similar a la que ella había sido cuestionada acerca de mi escape—
excepto que esta era más grande. Y con buena razón. Estaba llena de todo tipo
de personas. Adrian y Christian ante Lissa, y yo no necesitaba la lectura del
aura para saber que los dos chicos estaban tan inquietos como ella.
Hans estaba detrás de una mesa, sus manos apretadas en esta cuando él
se inclinó hacia delante y los miró a todos. Frente a Lissa, contra la pared del
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fondo, Eddie estaba sentado con cara de piedra en una silla con un guardián a
cada lado de él. Los dos guardias estaban tensos, preparados para entrar en
acción. Ellos pensaban que Eddie era una amenaza, me di cuenta, lo cual era
ridículo. Sin embargo, Hans parecía compartir su opinión.
―Lo hice‖, dijo Eddie. Estaba tan tranquilo, tan serio que la parte de mí
que todavía podía reunir sentido del humor, pensaba que él era como Dimitri
Junior. ―Yo la protegí. ¿Qué diferencia hace si la amenaza es Moroi o Strigoi?‖
―Estoy diciendo que ustedes son sus amigos, lo que hace que sus
informes sean cuestionables. Me habría gustado haber tenido un guardián
alrededor para comprobar esto‖.
Hans suspiró, sus ojos cansados. Era fácil para mí estar enfadada con él
ahora mismo, y tuve que recordarme a mí misma que él sólo estaba haciendo su
trabajo.
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Lissa estudió la cara una vez más, reprimiendo un escalofrío. No, ella no
lo había reconocido durante el ataque y no lo reconocía ahora. Realmente no
había nada destacable en él—ninguna característica notable que pudieras
señalar. Nuestros otros amigos sacudieron la cabeza, pero Lissa se sintió
frunciendo el ceño.
Adrian no se veía nada contento con Joe siendo mencionado, ya que esto
iba a implicar a su madre por soborno. ―Ellos tendrán dificultades para hacerlo
hablar‖.
Hans entrecerró los ojos. ―Oh, si él sabe algo, lo haremos hablar‖. Hizo
un gesto repentino hacia la puerta, y uno de los guardianes de Eddie se acercó a
esta. ―Encuentra a este tipo. Y envía a nuestros ´invitados´‖. El guardián asintió
y salió de la habitación.
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VEINTISIETE
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―¿Quiénes son estos tipos?‖ Preguntó, aunque tenía una idea bastante
buena que quien era Sydney. Ella había escuchado suficientes descripciones de
ella de mí.
―¿Qué tienen que ver con Eddie y el tipo que me atacó?‖ preguntó.
‖Tal vez algo. Tal vez nada‖. Hans se encogió de hombros. ―Pero sé que
algo extraño pasa, hay algo en lo que todos están involucrados, y tengo que
averiguar qué. Ella...‖ Hans señaló a Sydney ―estaba con Hathaway en Detroit,
y todavía tengo dificultades para creer que ustedes no sabían nada al respecto‖.
‖¿Conoce usted a estos tres?‖ Hizo un gesto hacia mis amigos, y Sydney
negó con la cabeza. ―¿Alguna vez se comunicó con ellos?‖
‖No‖.
‖¡Yo no tengo nada que ver con su escape de este lugar!‖ Dijo Sydney.
Era una verdad a medias, supuse.
―Ella me contactó hace unos días y me pidió ayuda para llegar a una casa
cerca de Detroit. Dijo que era inocente y que eso ayudaría a demostrarlo‖.
‖Los alquimistas sabían por entonces que era una fugitiva‖, señaló Hans.
―Todo el mundo tenía la orden de buscarla. Usted podría haberla traído‖.
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‖¿Quiénes eran las personas que estaban con ella?‖ Preguntó Hans,
haciendo caso omiso de Stanton.
―Uno de ellos era ese tipo…Dimitri Belikov. El que parece que fue curado.
No sé quiénes eran los otros. Dos chicos y una mujer. Nunca nos presentaron‖.
‖No tengo idea. No se bien que podía hacer esa chica Jill. Rose dijo que
teníamos que llegar a ella, así que le ayudé‖.
‖¿Ciegamente?‖ Preguntó Hans. ―¿De verdad voy a creerle que hizo todo
sólo por confianza? ¿Como es eso?‖
Esa era una mentira bien, bien. ¿Una niña ambiciosa tratando de mejorar
su carrera a escondidas? Muy bien. Bueno, no para todo el mundo.
Hans negó con la cabeza.
El chico Alquimista dio un paso hacia adelante que hizo que cada
guardián se tensara.
―Si ella dice que fue de esa forma, así fue como sucedió, entonces eso es
lo que paso‖. Él tenía la misma ferocidad y desconfianza que tenia Stanton, pero
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parecía haber más. Una especie de protección hacia Sydney que era tan
personal como profesional. Lissa lo sintió también.
‖No‖, dijo Sydney. ―Solo fuimos allí, y Rose, dijo que Jill tenía que venir
con ella. Los Mastranos no sabían por qué. Y entonces Rose se la llevo. O Jill se
fue con ella. No estoy segura de lo que sucedido. Todo se volvió un caos‖.
―¡No dejaremos a uno de los nuestros aquí!‖ Una vez más, tuve esa
sensación divertida sobre él. Un enamoramiento, lo era. Se había enamorado de
ella y estaba tratando esto como algo más que negocios. Stanton le dio una
mirada que decía que ella se ocuparía de este asunto. Se quedó en silencio.
‖Ustedes pueden quedarse aquí, pues‖, dijo Hans. ―No hace ninguna
diferencia en mí. Así que conseguiré habitaciones‖.
Ella dio un paso hacia Ian y Sydney. Uno de los guardianes vio el
movimiento, considerado a Lissa segura, se volvió a ver Stanton.
Y, aunque ella era una criatura malvada de la noche, era muy bonita.
‖Ian‖, dijo Sidney en voz baja. ―¿Qué pasa?‖ Había una nota de urgencia
en su voz, sin querer juzgar a su enamorado, me pareció. Abrió la boca para
hablar, pero luego, la conversación entre los otros los envolvió de nuevo.
Sydney volvió a ser el centro de atención, e Ian se apartó de Lissa.
El compromiso de Stanton y Hans había llegado a ser exactamente eso, un
compromiso.
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Una vez más, Lissa y los demás lo negaron, y otra vez, Hans no tuvo más
remedio que aceptar a regañadientes las respuestas. Todo el mundo se dirigió
hacia la puerta, pero Hans no iba a dejar a Eddie salir.
―No tu, Castle. Permanecerás aquí hasta que los otros asuntos se
resuelvan‖.
‖No te preocupes por eso‖, dijo Eddie con una pequeña sonrisa. ―Todo
va a estar bien. Sólo cuídate‖.
Lissa dudó, a pesar de que Cristian le tiraba del brazo para irse. A pesar
de todas las veces que Eddie había defendido la vida de Lissa, había asesinado
a un Moroi. Lo cual no podía ser tomado a la ligera. Los guardianes tenían que
estar 100 por ciento convencidos de que el no había tenido otra opción antes de
ponerlo en libertad. Al ver su mirada fuerte, su calma en el rostro, Lissa sabía
que él estaba preparado para manejar lo que viniera.
‖¿Dónde estaban?‖
Lissa puso los ojos en blanco pero no dijo nada hasta que todo el grupo
salió del edificio. Los alquimistas y su escolta no deseada se fueron por un
camino, mientras que Lissa y nuestros amigos se fueron por otro. Lissa deseaba
echar un vistazo a Sydney e Ian—Yo también lo quería—, pero sabía que era
mejor seguir adelante y seguir el ejemplo de Abe, sobre todo porque algunos de
esos guardianes estaban viendo a más que los alquimistas.
‖Casi‖, dijo Lissa. Ella le contó sobre el ataque, expresando su temor por
Eddie.
‖El estará bien‖, dijo Abe con desdén. ―No tienen nada en su contra. El
peor problema será tener una marca en su registro‖.
‖Esa era Sydney Sage‖, dijo Lissa. ―Pensé que todos estaban en Virginia
Occidental. ¿Por qué ella no esta con Rose?‖
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‖Esa chica estuvo mintiéndome‖, gruñó. ―Todos los días, todos estos
informes acerca de cuan tranquilos y aburridos estaban en West Virginia. Me
pregunto si es que llegaron a esa ciudad. Tengo que ir a hablar con ella‖.
‖¡OH!, por supuesto que llegare a ella‖, dijo Abe. ―Ella tiene un montón
de respuestas. Si las escondió de los otros idiotas, entonces bien por ella. Pero a
mi me las va a decir‖.
―Tienes que hablar con Ian. Ese tipo con los alquimistas. Él sabe sobre el
hombre de la foto—Errr…quiero decir, el hombre que Eddie mató‖.
‖Parecía un poco tensa‖. Adrián frunció el ceño. ―Pero tal vez sea su
tipo‖.
‖Ese enamoramiento podría ser útil‖, reflexionó Abe. ―No todas las
mujeres saben el poder que ejercen. ¿Has visto a ese guardián con quien tu tía
sale? ¿Ethan Moore?‖
‖No estoy tan seguro‖, dijo Abe. ―Siempre hay cosas que ocurren fuera
del registro oficial, y estoy positivamente seguro de que los guardines eran
interrogados con órdenes estrictas sobre lo que debían revelar y no revelar. Tu
tía puede ser lo suficiente encantadora como para encontrar algo para
nosotros‖. Abe suspiró, todavía luciendo muy infeliz por la alteración repentina
de sus organizados planes. ―Si sólo Sydney fuera tan encantadora, lo suficiente
como para hallar una manera de salir de ese interrogatorio para que yo pudiera
ir a interrogarla a ella. Ahora tendré que abrirme paso entre los alquimistas y
los guardianes para llegar a ella y averiguar donde esta Rose. Ah, y tu
realmente tienes que ir a la prueba, princesa‖.
‖Creí que era sólo una excusa que utilizaste para encontrarme‖, dijo
Lissa.
‖No‖, ellos quieren que usted vaya‖. Le dio la dirección de la prueba. Era
en el edificio donde había tenido la segunda prueba.
Lissa quería discutir que sin duda no iba a ponerse bajo arresto
domiciliario, pero decidió que era mejor dejar ir a Abe por ahora. Corrió,
todavía irradiando agitación, y ella y los chicos se dirigieron hacia el sitio de
prueba.
‖Espero que ella esté bien‖, suspiró Lissa, con un nudo en el estómago.
―¿Y que diablos tiene que ver Jill con todo esto?‖
prueba de miedo, por lo que las familias habían cambiado sus lealtades.
Una vez más, Lissa se introdujo en la habitación sola. Su corazón empezó a latir
con fuerza cuando vio a la mujer de siempre. ¿Estaban las imágenes más
terribles por venir? Lissa no podía ver el cáliz, pero eso no era garantía de
seguridad. No había ninguna silla extra, por lo que Lissa simplemente se paró
frente a la vieja.
‖Gracias. . . ― Dijo Lissa, sin saber si eso había sido un cumplido o no.
―¿Qué quieres que haga para esta prueba?‖
La mujer era del tamaño Lissa y parecía gustarle lo que veía. ―Así es
entonces: ¿Qué debe tener una reina para gobernar verdaderamente su
pueblo?‖
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VEINTIOCHO
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Pase un dedo por mis labios. Tan cerca. Tan, tan cerca. "Sé... Sé que las
cosas han cambiado. Sé que estabas equivocado. Sé que puedes sentir amor otra
vez."
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instinto porque sabía que no había Strigois allí afuera. Pero últimamente, los
Strigoi habían sido el mínimo de nuestras preocupaciones.
"¿Rose? ¿Dimitri?"
Ella parpadeó. "Ustedes no son los únicos que pueden robar coches. O,
en mi caso, conseguí que las personas ‗voluntariamente‘ me los prestaran.‖
"No que yo pueda decir," ella dijo, cambiándose a una posición con las
piernas cruzadas. "Un par de guardianes me siguieron de nuevo por los
alrededores, pero los perdí hace rato. La mayoría de ellos parecían más
interesaron en ustedes dos.‖
Una pequeña sonrisa conocedora llegó a sus labios ante eso. "West
Michigan," ella dijo. "Salieron corriendo en dirección contraria de la Corte."
Sonya asintió. "Bien. Asustada, pero bien. Ella describió bastantes puntos
de referencia que creo que podemos localizar su motel. La encontré en un sueño
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hace un par de horas; tenían que descansar. Victor no se sentía bien. Todavía
podrían estar allí.‖
"Entonces necesitamos salir ahora," dijo Dimitri, instantáneamente en
acción. "Una vez que se muevan, Jill estará despierta y fuera de contacto.‖
―Espera.‖
Salimos corriendo hacia donde Sonya nos dijo que Jill estaba, y esta vez,
sus instrucciones eran tan específicas como ella las podía hacer. No más
ambigüedad o promesas atadas. Nos detuvimos una vez para "adquirir" un
nuevo coche y obtener un mapa. La información que Sonya había recabado de
Jill nos llevaba a un pueblo llamado Sturgis. A pesar de que estaba en la mitad
occidental de Michigan, estaba también al sur – es decir la distancia no era tan
larga como habíamos esperado. No obstante, Dimitri condujo al menos a quince
millas por hora sobre el límite de velocidad todo el tiempo.
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Dimitri entró en la parte trasera del edificio, y todos nos sentamos allí,
mirando el motel, que no parecía tan alegre como su nombre. Al igual que yo,
supuse que mis compañeros trataban de imaginarse cómo acercarse a esto. La
información del sueño de Jill nos había traído, pero Sonya no tenía nada más
para ayudarnos a encontrar su cuarto – si ellos aún estaban aquí. Ciertamente
no se habrían registrado bajo sus nombres reales. Iba a sugerir que simplemente
camináramos por las puertas y esperar a que Sonya sintiera a Robert cuando
ella repentinamente señaló.
Él movió nuestro coche al lugar más lejano que podía del terreno,
proveyéndonos con una vista completa de este y la salida del motel – pero
manteniéndonos semi-ocultos. Consideramos sentarnos en el coche, pero
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"¿No creo," dije suavemente, "que estemos por hablar sobre lo de esta
mañana?"
Los ojos de Dimitri estaban fijos con tanta fuerza en el CR-V que podría
haber estado tratando de hacer que Jill y los hermanos se materializaran dentro
de él. No fui engañada. Él simplemente estaba evitando mirarme. ―No hay nada
que hablar.‖
"Sabía que dirías eso. En realidad, era una cara o cruz entre eso y ‗no sé
de lo que estás hablando.‘‖
Dimitri suspiró.
"Pero," continué, "hay algo de que hablar. Como cuando casi me besas.
¿Y qué querías decir sobre 'lo correcto'?"
Silencio.
―Lo que dije... Es verdad, ¿no? Puedes amar, ¿cierto? Me doy cuenta
ahora que justo después de la transformación, realmente no pensabas que
podías. Y probablemente no podías. Pero las cosas han cambiado. Te estás
recuperando.‖
Dimitri me dio una mirada de reojo. "Sí. Las cosas han cambiado... Y
algunas no.‖
El nuevo drama tomó precedencia. Victor dio un paso afuera, con Robert
y Jill caminando de lado a lado con él. Había medio esperado verla atada y
estaba sorprendida de que ella los acompañase tan serenamente. Demasiado
serenamente, pronto me percaté. No era natural. Había una percepción casi
robótica en sus movimientos: Ella estaba siendo compelida en la docilidad.
Asentí. "Jill correrá tan pronto como la compulsión esté rota. Espero.‖
Habia una leve posibilidad de que ella se uniera a nuestra pelea, lo cual podría
causar más daño que bien. Lo cual podría hacer que nos pillen más pronto.
Victor sonrió a través del dolor y la sangre. "Por supuesto que lo estabas.
Solía pensar que Belikov era el salvaje, pero en realidad eres tú, ¿no? Eres el
animal sin control, sin mayor razonamiento excepto para la pelea y la
matanza.‖
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"Toda esa fuerza muscular por nada," Victor jadeó, con el sudor
vertiendo por su cara. "No te hace ningún bien al final. El poder real está en la
mente. En la astucia. Al controlar a Jillian, controlo a Vasilisa. Con Vasilisa,
controlo a los Dragomirs, y de allí –a los Moroi. Eso es poder. Eso es fuerza"
Ignoré la voz, ignoré las manos. Yo era toda ira y poder, queriendo –no,
necesitando– que Victor me enfrentara de una vez por todas. Repentinamente,
una sensación extraña se arrastró sobre mí, como yemas a través de mi piel.
Déjalo ir. No quería, pero por medio segundo, parecía una idea razonable. Aflojé
mi agarre ligeramente, solo lo suficiente para que esas manos me apartaran.
Así, salí de la neblina y me percaté de lo que había pasado. La persona que me
había jalado era Sonya, y ella había usado un poquito de compulsión para
apartarme y soltar a Victor. Ella era lo suficientemente fuerte en su poder que ni
siquiera necesitaba contacto visual. Ella se aferró a mí, aunque tenía que saber
que estaba desperdiciando su esfuerzo.
"¡Victor! ¡Victor!‖
―¡Sácalo de aquí!"
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peligrosos sin estar enlazados. Victor no podía tener permiso de exigirle a los
fantasmas de la forma en que yo podía. Victor tenía que quedarse muerto.
Incluso después de que las voces se fueron, ella nos mantuvo en el coche.
Finalmente, ella exhaló una profunda respiración y se enfocó en mí. "¿Rose?"
No contesté de inmediato. "¿Rose?"
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"Fantasmas," susurré.
"¿Ves a Victor?"
"Él se irá después," Sonya dijo. "Él no está completamente consumido por
el mundo de los muertos o está vagando como un espíritu inquieto. En todo
caso, cualquier hilo de permanencia en la vida se ha ido. Él no puede resucitar.‖
Ella se volvió hacia Jill. ―Ve por Dimitri.‖
Sonya sonrió, pero no alcanzó sus ojos. "Cerca, estoy segura. Y vigilando.
Ve a pasear alrededor del motel, la cuadra, lo que sea. Él te encontrará.‖
Jill salió, sin necesitar compulsión. Cuando ella se había ido, enterré mi
cara en mis manos. "Oh Dios. Oh Dios. Todo este tiempo, lo negué, pero es
cierto: soy una asesina.‖
―No pienses sobre eso aún," dijo Sonya. Su actitud de estar a cargo era
casi reconfortante. Casi. Era más fácil recibir órdenes que valerse por ti misma.
"Ocúpate de tu culpabilidad después. Por ahora, tenemos que deshacernos del
cuerpo.‖
Sonya me estaba mirando, con sus ojos azules abiertos de... ¿miedo?
¿burla? ¿alarma? Ella extendió la mano y tomó la mía. "Permanece conmigo,
Rose. Empujaremos eso de regreso.‖
Me reí otra vez, la risa parecía desequilibrada e histérica incluso para mí.
"Él está inconsciente. Por supuesto. Por supuesto. Puedes hacer eso. Puede
hacer lo correcto. Yo no.‖ Miré hacia en Victor. ―‗Un animal, él dijo. Tenía
razón. Sin mayor razonamiento..." Envolví mis brazos alrededor de mí misma,
mis uñas se clavaron en mi piel tan fuerte que sacaron sangre. El dolor físico hace
que el dolor mental se vaya. ¿No era lo que Lissa siempre había dicho?
"El espíritu," dijo Sonya. "Ella jaló y jaló por tanto tiempo... Y logró
retenerlo. Ha estado esperando, sin embargo. Siempre esperando...‖ Ella frunció
el ceño ligeramente, tal vez percatándose de que comenzaba a sonar como yo.
Se volvió hacia Jill. "¿Eso es plata?‖
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VEINTINUEVE
Los eventos que siguieron fueron casi borrosos. Sonya podría haber
mantenido acorralado su toque del espíritu, pero eso no importo. Yo todavía
estaba afectada, imposibilitada para poder pensar. Ellos me colocaron en el
asiento delantero, tan lejos de Victor como me era posible. Dimitri condujo y
nos llevo a algún lugar—no puse mucha atención a donde—él y Sonya se
deshicieron del cuerpo. No me dijeron lo que hicieron, solo que fueron
‗cuidadosos‘. No pregunte los detalles.
Pero las cosas no eran perfectas para ella tampoco. Como siempre, un
número de problemas estaban agobiándola. Ella se sentía cerca—tan, tan
cerca—de revelar quien había asesinado a Tatiana. La respuesta parecía estar a
su alcance, si solo ella pudiera llegar un poco más lejos. Los guardianes habían
arrastrado a Joe el portero, y luego de una buena cantidad de coerción—ellos
tenían métodos que no requerían compulsión mágica—el admitió que había
visto al Moroi de extrañas manos en mi edificio la noche del asesinato.
Ninguna cantidad de presión podría obtener que Joe admitiera que le había
pagado—fuera por el hombre o Daniella. Lo mas que él admitió era que el
podría haber estado ‗un poquito fuera de si‘ en su tiempo durante esa noche.
Esa no era de ninguna manera, evidencia suficiente para salvarme.
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Pero, por supuesto, Lissa aun tenía mucha oposición. El caso más
importante en contra de ella era la misma edad legal: que ella no seria elegible
para votar cuando el tiempo llegara. Otra marca en su contra debido a su edad.
Ella era demasiado joven, decían sus oponentes. ¿Quien querría una niña en el
trono?
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Christian acaricio el cabello de ella. ―No lo es. Abe dijo que la elección
será retrasada debido al escándalo. Y no importa cuanto te quejes, se que estas
orgullosa de haber llegado tan lejos.‖
―Eso diría yo,‖ dijo Janine. Y había orgullo en su voz, viendo cuan cerca
estaba de la familia Szelsky. ―Ariana es brillante y capaz, y la mayoría de la
gente lo sabe. Ella trata a los dhampir con justicia—más que algunos de los
otros candidatos. Ella ya esta hablando acerca de dar marcha atrás a la ley de la
edad.‖
―Y así fue, pero desde el verano, ellos la trajeron de vuelta para ayudar
con el control del gentío durante la elección. Ella esta trabajando en las puertas
frontales.‖
Lissa asintió. ―No, pero ahí hay una conexión, si la carta de Ambrose es
correcta. ¿Ella esta aquí ahora? ¿En las puertas?‖
Lissa dudó. Era tarde en la ‗noche‘ de los Moroi, pero eso no significaba
que los demás estuvieran en cama—especialmente en las puertas, las cuales
siempre estaban amontonadas de gente últimamente. Limpiar mi nombre era
demasiado importante, decidió Lissa. ―Claro, vamos a hacerlo.‖
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Serena había pasado durante mucho tiempo sanando del ataque strigoi.
Era de mi edad, de cabello rubio y bella. Estaba claramente sorprendida de ver
a su cargo anterior. ―Princesa,‖ dijo ella, manteniendo las formalidades.
―¿Como puede ayudarle?‖
Lissa jaló a Serena lejos del grupo de guardianes que hablaban con los
conductores Moroi alineados en la puerta. ―Puedes llamarme Lissa. Ya lo sabes.
Despues de todo tú me enseñaste a apuñalar almohadas‖.
Serena le dio una pequeña sonrisa. ―Las cosas han cambiado. Usted
podría ser la próxima reina.‖
Lissa hizo una mueca. ―Es poco probable.‖ Especialmente ya que no tengo
una pista de cómo resolver este acertijo, pensó ella. ―Pero necesito tu ayuda. Grant
y tú compartieron mucho tiempo juntos… ¿él alguna vez comento que
entrenaba Morois para Tatiana?, ¿algo así como en clases secretas de combate?‖
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Serena respondió viendo hacia otro lado, y evito verle a los ojos. ―Se
supone que no debo hablar de eso. Se suponía que él no debía de decírmelo.‖
―Mi tía está muerta,‖ dijo Adrian a secas. ―Y tu misma acabas de decir
que podrías estar hablando con la futura reina.‖ Eso provocó un vistazo de
parte de Lissa.
Serena dudo, luego tomo un profundo respiro. ―Puedo juntar una lista
de nombres. Podría no recordarlos todos, pienso. Y no tengo idea de que tan
bien lo estuvieran haciendo –solo que muchos se lo tomaron a mal. Grant sintió
como si Tatiana hubiera elegido a propósito a esos mas indispuestos.‖
―¿Que sucede?‖
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El jaló una silla y se sentó frente a mí, solo unos pies de distancia.
―Necesitamos hablar acerca de lo que le paso a Victor.‖
―No hay nada que decir acerca de eso,‖ dije desoladamente. Los
sentimientos obscuros que había mantenido empujados atrás durante el camino
repentinamente vinieron a mí. Me asfixiaron. Me sentí más claustrofóbica que
cuando había estado en la celda. La culpa era una prisión propia. ―Realmente
soy la asesina que todos dicen que soy. No importa que se tratara de Victor. Lo
maté a sangre fría.‖
―El se veía como una amenaza,‖ dijo Dimitri. Su calma estaba contra-
restando mi histeria, como siempre. ―él estaba usando magia.‖
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―Sonya dijo que no era tu culpa.‖ La voz de Dimitri aun era amable, lo
cual de alguna forma me hizo sentir peor. Deseaba que me castigara,
confirmando la culpa que sentía. Quería que fuera mi crítico instructor. ―Ella
dice que eso fue un efecto del espíritu.‖
Alce mis ojos hacia los suyos. ―Debí ser mas fuerte que eso.‖ Ahí estaba.
El pensamiento detrás de mi culpa, todas esas horribles emociones. ―Debí ser
mas fuerte que eso. Yo fui débil.‖
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Justo entonces, yo era dos personas. Una era alegre. Escucharle hablar
así, me di cuenta de que el estaba peleando contra sus demonios y que estaba
muy cerca de la victoria… y bueno, eso estuvo a punto de hacerme llorar. Eso
era lo que yo había querido para el por tanto tiempo. Al mismo tiempo, sus
palabras inspiradoras solo me recordaban cuan bajo había caído. Mi tristeza y
autocompasión regresaron de nuevo.
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Salte sobre mis pies, tomándolo por sorpresa. Lo incline abajo, dejando
nuestras caras frente a frente. ―¿Perdonarme a mi misma? ¿Eso es lo que
quieres? ¿Tú y todos los demás?‖
Crucé mis brazos sobre mi pecho, rehusándome a ser intimidada. ―Es así
de simple. ¡Somos iguales! Incluso Sonya dice que lo somos. Siempre hemos
sido iguales, y ambos estamos actuando igual de estúpidos justo ahora. Nos
mantenemos por arriba de los más altos estándares de todos los demás.‖
Dimitri frunció el ceño. ―Yo –¿Sonya? ¿Que tiene que ver ella con todo
esto?‖
―Ella dice que nuestras auras coinciden. Ella dice que se iluminan
alrededor del otro. Ella dice que eso significa que tú aún me amas y que
estamos conectados, y…‖ suspiré y me voltee hacia otro lado, vagando
alrededor de la habitación. ―No lo sé. No debería haberlo mencionado. No
deberíamos creernos estas cosas del aura cuando vienen de usuarios de magia
que están medio locos.‖
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honestamente, no sabía cómo iba a dejar atrás lo que había hecho, como iba a
sacudir las imágenes sangrientas en mi cabeza. Solo sabía que tenía que ir con
eso.
―Si dejo que esto me detenga,‖ murmuré, ―Si no hago nada… eso será un
mal mayor. Tengo que sobrevivir. Y eso solo será si continuó peleando y
protegiendo a otros.‖
―Así que no es mi cabello,‖ dije, sin estar segura como era capaz de hacer
una broma en un momento como este.
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―Pero… acabas de decir que me amas. Que quieres estar conmigo.‖ Mis
palabras sonaban torpes e indignas ante la elocuencia de él.
Yo había querido decir: amo a Adrian. Y que era difícil imaginar la vida sin
él, pero mis otras palabras en el Mastranos me habían traicionado: Me divertía
con él. Bueno, deberías de divertirte con la persona que amas, pero eso no debió
de haber sido lo primero que me vino en mente. Debí de haber dicho, nos
reforzamos mutuamente. O, él me hace querer ser una mejor persona. Tal vez algo
más importante: él me entiende perfectamente.
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Pero nada de eso era cierto, así que no había dicho nada de eso. Había
buscado a Adrian por comodidad. Su confianza y humor eran una importante
parte de mi mundo. ¿Y si él estuviera en peligro? Habría arrojado mi vida antes
que la suya, sus motivaciones eran más por impresionar a los demás—y por
impresionarme. No era por ser el mismo. Eso no le hacía malo o débil, pero eso
me hacía ayudarle en todo. Iba a conseguir más de eso, estaba segura. El podría
eventualmente meterse en sí mismo y ser un hombre asombroso, pero él no
estaba aún en ese punto de auto-descubrirse. Yo si lo estaba.
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Abrí mis ojos, levantándolos para ver en los suyos. Acaricie su cabello
hacia atrás y sonreí, ciertamente mi corazón podría expandirse y expandirse
hasta que no quedara nada de mí. ―¿Ah sí? Esa no es la impresión que acabo de
obtener.‖
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―Adrian,‖ sugirió.
―Lo digo en serio.‖ Encontré sus ojos sin pestañear. ―Tienes que
perdonarte a ti mismo. En verdad. Todos lo han hecho. Si tú no puedes,
entonces no puedes seguir adelante tampoco, nosotros no podemos.‖
Ese era uno de las mejores jugadas que hacía en mi vida. Antes, habría
corrido hacia el sin ninguna pregunta, ignorando nuestros problemas, alegre
solo por estar con él. Ahora… luego de todo lo que habíamos pasado, yo había
cambiado. Lo amaba. Lo amaba mucho, y lo quería. Pero era debido a la
fortaleza de ese amor que tenía que hacer esto. Si íbamos a estar juntos,
teníamos que hacerlo de la forma correcta. El sexo había sido asombroso, pero
no era una cura mágica para todo. Demonios. En algún lugar del camino, yo
había cogido sentido común. Aun tenía la intención de enfrentar a Adrian. Y si
Dimitri no hacia lo que le pedía, realmente me apartaría. Perdería a ambos
hombres, pero eso era mejor, estar sola con mi dignidad que en una relación
equivocada.
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Adrian.
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TREINTA
No corrí hasta sus brazos como solía hacerlo. ¿Cómo podía? ¿Luego de lo
que había hecho? No. No podía seguir actuando. No estaba completamente
segura de lo que el futuro deparaba para Dimitri y para mí, no hasta que él
respondiera mi pregunta más importante. Yo sí, sin embargo, tenía que cortar
con Adrian. Mis sentimientos por él aún eran fuertes, y me preguntaba si era
remotamente posible que fuéramos amigos. Además, no podía seguir con él
luego de haber dormido con Dimitri. No había sido suicidio, no, pero
ciertamente había sido deshonroso.
―Wow‖
―Tu… tu aura. Es… asombrosa. Está brillando. Digo, siempre brilla, pero
hoy… bueno, nunca la había visto así. No esperaba eso luego de todo lo que ha
pasado.‖
―Es cierto…‖ murmuré. Habían pasado casi veinticuatro horas desde que
Lissa había recibido el acertijo. Sólo quedaba un poco de tiempo, y lo último
que había sabido, era que ella no tenía la respuesta.
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―Fue… fue una noche un poco difícil, escapar de toda una legión de
guardianes y todo.‖
Eso casi me hizo reír, excepto que no era lo que yo quería tampoco. ―Así
que no es tan poderoso después de todo.‖ Suspiré. ―Es lo que él necesita.
Sydney. O, bueno, ese tipo que está con ella. El que sabe algo.‖ Tuve un
flahazo4, de nuevo viendo un recuerdo del rostro de Ian. Él conoce quien atacó a
Lissa y sobornó a Joe ―Lo necesitamos.‖
―Por lo que pude saber,‖ dijo Adrian, ―los guardianes están cuidando el
hotel, más que nada preocupados porque los Alquimistas se vayan. Pero están
controlando quién entra. No dejarán que ninguno de nosotros—u otro
Alquimista—pase. Hay muchos otros invitados humanos, y creo que Abe trató
de disfrazarse—y falló.‖
Tomé sus manos, ahora con entusiasmo, más que con amor. ―Ve por
Mikhail. Que se encuentre con nosotros…‖ Me detuve. Había visto el pueblo en
donde los Alquimistas se estaban quedando. Siendo el lugar más cerca de la
Corte, siempre pasábamos por ahí. Revolví mi cerebro, tratando de obtener
algún detalle. ―En ese restaurante con el letrero rojo. Está en el lado más lejano.
Siempre vendiendo buffets.‖
―Es más fácil decir que hacer, pequeña dhampir. Están usando a cada
guardián en la Corte para mantener las elecciones bajo control. Si Lissa no
hubiera sido atacada, no dejarían a tu madre quedarse con ella. No creo que
Mikhail pueda salir.‖
4
Flash Back, así le decimos nosotros cuando recordamos algo.
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―Cualquier cosa por ti,‖ Adrian hizo una reverencia galante. ―Aunque,
aún pienso que es peligros para ti el estar directamente involucrada en esto.‖
―Lo sé,‖ dije, escogiendo no mencionar que no había duda alguna sobre
eso.
cuerpos y extremidades aún envueltos el uno con el otro. Él dormía con esa rara
mirada de paz que tenía y casi parecía sonreír. Por un segundo, consideré
despertarlo y decirle que teníamos que seguir. Una mirada al reloj rápidamente
aplastó ese pensamiento. Aún teníamos tiempo, además se estaba acercando la
prueba. Tenía que ir con Lissa y confiaba que Sonya vendría si dormíamos
demasiado.
―No puedo hacer esto,‖ ella dijo, mirando hacia el edificio que tenía su
destino. ―No puedo hacer esta prueba.‖ El tatuaje la retenía para dar más
información.
―No entiendes,‖ ella dijo, con un suspiro. Ella no tenía respuestas para el
acertijo, lo cual significaba que su plan estaba en un hilo—y su deseo de
probarse a ella misma.
―Por una vez, él tiene razón,‖ dijo Tasha, un leve tono molestón en su
voz. ―Puedes hacerlo. Tienes que hacerlo. Tenemos tantas cosas que dependen
de ello.‖
―¡Lissa!‖
Una voz hizo que se detuvieran, Lissa volteó para ver a Serena corriendo
hacia ellos, sus largas piernas atléticas rápidamente cubriendo la distancia entre
ellos. ―hola Serena,‖ dijo Lissa. ―No podemos detenernos. La prueba—―
―Lo sé, lo sé,‖ Serena se ruborizó, no con pena, si no con ansiedad. Ella le
dio un pedazo de papel. ―Te hice una lista. De todo lo que podía recordar.‖
―Morois la reina tenía entrenando, para ver cuán bien podían aprender a
pelear.‖
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RICHELLLE MEAD
El grupo se juntó alrededor para leer los nombres, enlistado con la letra
de Serena. Christian soltó un silbido. ―Tatiana pudo haber abierto la idea de
defensa pero sólo para ciertas personas.‖
―La mitad de los nominados también,‖ se rió Lissa. Ragus Tarus, Ava
Drozdov, y Elis Badica. ―Qué mal que—Oh por Dios. ¿La madre de Adrian?‖ Si,
era ella: Daniella Ivashkov.
―¿Ella está de acuerdo con que los Moroi peleen?‖ preguntó mi mamá,
sorprendida también.
Lissa negó con su cabeza. ―No. Por lo que yo sé sobre ella, ella está a
favor de dejar la defensa a los dhampirs.‖ Ninguno de nosotros podía imaginar
a la bella y propia Daniellla Ivashkov peleando.
―Ella odiaba a Tatiana,‖ dijo Tash. ―Estoy segura que esto hizo hermosas
cosas en su relación. Esas dos peleaban siempre cuando cerraban las puertas.‖
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RICHELLLE MEAD
Lissa se dio cuenta que mi mamá tenía razón y metió el pedazo de papel
en su bolsillo. Llegar tarde a la prueba significaba la derrota. Lissa le agradeció
a Serena, asegurándole que había sido lo correcto por hacer. Luego, mis amigos
se fueron rápidamente, sintiendo la presión del tiempo mientras se apresuraban
hacia el edificio de las pruebas.
―¿Cómo podría?‖ preguntó Lissa. ―Pensé que ella era sólo alguien más a
quien ellos reclutaron.‖
―Creí que se había ido a una isla,‖ dijo Christian, igual de sorprendido.
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RICHELLLE MEAD
―No estoy segura que haya sido una isla,‖ dijo Tasha, ‖pero sí cedió
cuando pensó que era demasiado vieja y se fue para vivir con lujos—lejos de la
política—una vez que Tatiana estaba en el trono.‖
¿Demasiado vieja? Eso había sido hace veinte años. Con razón se miraba
pura momia. ―si ella estaba feliz de salirse de la política, entonces ¿por qué
regresó?‖ preguntó Lissa.
Lissa casi no podía creer que ella había hablado casualmente con la
última reina Moroi, una poderosa y querida reina. Tan pronto como ingresaron
al vestíbulo, Lissa fue escoltada por guardianes y se apresuraron hacia el salón
de las pruebas. Sus rostros mostraban que ellos pensaban que ella no iba a
llegar. Varios espectadores, también aparentemente preocupados, gritaron
cuando apareció dando gritos sobre Alexandra y los dragones. Lissa no tuvo
ninguna oportunidad de responder o siquiera decir adiós a sus amigos antes de
que prácticamente fuera empujada al salón. Los guardianes se miraban
aliviados.
―Temía que no llegaras,‖ ella dijo. ―Debí saberlo. No eres el tipo de las
que se renuncian.‖
Lissa aún era una estrella y casi sintió la necesidad de sacar una excusa,
explicarle sobre la lista de Serena. Pero, no. A Ektaerina no le importaba eso
ahora, y uno no daba excusas a alguien como ella de todos modos, Lissa pensó.
Si la regabas5 , te disculpabas.
5
Si lo arruinaba. Mala expresión en mi país.
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quemó con simpatía por esa reina irritante. Ella había hecho lo mejor por los
Moroi y había muerto por ello. Lissa se sentía incluso peor ahora, mirando a
Ekaterina. Su reina formadora probablemente jamás había esperado que la
sacaran de su--¿isla?—retiro y forzarla a regresar a la vida de la Corte. Aún así,
ella había venido cuando se le necesitaba.
―Nada,‖ ella dijo quedamente. ―Una reina no debe poseer nada para
gobernar porque ella tiene que dar todo a su pueblo. Incluso su vida.‖
La enorme sonrisa con dientes de Ekaterina le dijo a Lissa que ella había
respondido correctamente. ―Felicitaciones, querida. Llegaste a la votación de
mañana. Espero que tengas un discurso para ganarte al Concejo. Tendrás que
darlo en la mañana.‖
Eso casi trajo lágrimas a los ojos de Lissa, y negó con su cabeza. ―No sé
sobre eso. Todos sabemos que no soy una candidata ‗real‘. Esto es sólo… bueno,
un tipo de acto.‖ De alguna manera, ella no se sintió mal en admitir eso frente a
Ektaerina. ―Ariana es quien merece la corona.‖
―¿Escuchar qué?‖
―Rose, Rose.‖
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RICHELLLE MEAD
Medianoche
―¿Ves algo que te guste?‖ pregunté, recordando algo que le había dicho
hace un tiempo, cuando él me había atrapado en una comprometedora posición
en la escuela.
―Muchas,‖ él dijo.
Me puse mis zapatos, deseando que fuera más débil y le hubiera dado mi
última pregunta. No podía. No importaba qué había pasado entre nosotros
verbal y físicamente, no importaba qué tan cerca estaba tan cerca nuestro
cuento de hadas de terminar… no había futuro hasta que él se perdonara a sí
mismo.
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RICHELLLE MEAD
auras. O tal vez no había necesidad de poderes mágicos para ver esa clase de
cosas. Tal vez el brillo era algo natural mostrado en el rostro de cada uno.
―Necesito que hagas un encantamiento,‖ le dije a Sonya, una vez que
estemos en la carretera. ―Y tenemos que parar en Greenston.‖
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TREINTA Y UNO
―Solo que aun no tenemos una prueba, aún.‖Mi madre dijo, siendo
práctica. ―Solo un montón de cosas circunstanciales.‖
―La tía Tasha está verificando con Ethan para ver si Daniella estaba allí la
noche del asesinato‖ Dijo Christian. Él hizo una leve cara de molestia, todavía
no estaba feliz con el tema de su tía teniendo un novio. ―Daniella no estaba en la
lista oficial, pero la tía Tasha está preocupada de que algunas cosas podrían
haber sido alteradas.‖
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debería haber sido una abogada. Ella y Abe bien pudieron haber abierto a una
firma de abogados, juntos.
Lissa suspiró, sabiendo que era todo verdad. ―Si sólo Abe pudiera hablar
con los Alquimistas. Necesitamos lo que ellos saben.‖
Ya que Ariana había fallado la última prueba, eso había sido como un
enorme golpe para todo el mundo, aplastando un futuro que Lissa había
pensado estaba grabado en piedra. Sin Ariana, el futuro no se veía bien. Marie
Conta no era la persona favorita de Lissa, pero Lissa sentía que ella podría ser
una gobernante mucho mejor que Rufus. Desafortunadamente, la familia Conta
había guardado silencio en la política en estos últimos años, dándoles pocos
aliados y amigos. Los números se inclinaban peligrosamente hacia Rufus. Era
frustrante. Si podíamos llevar allí a Jill, Lissa podría votar, y en un Consejo de
doce, incluso un voto sería poderoso.
por tener un lugar adentro. Unos pocos, se daban cuenta de que eso era fútil,
habían acampado fuera del edificio, estilo picnic. Alguien agradecidamente
había tenido la idea brillante de conectar un sistema de sonido con parlantes
externos así los que no habían logrado entrar todavía podría oír el proceso. Los
guardianes se movieron a través de la multitud, tratando de contener el caos–en
particular mientras los candidatos llegaban.
Marie Conta había aparecido poco antes de Lissa, y aun siendo ella la
candidata menos probable, todavía podías oír los rugidos y las oleadas de
excitación en la multitud. Los guardianes precipitadamente—y empujando, si
era necesario—contuvieron a la multitud mientras ella pasaba. La atención de la
gente, estaba segura que daba mucho miedo, pero Marie no lo demostró. Ella
caminó orgullosamente, y sonriendo a partidarios y no partidarios del mismo
modo. Lissa y yo recordamos las palabras de Christian: Tú eres una nominada a la
reina .Actúa como una. Tú lo mereces. Tú eres la última Dragomir. Una hija de la
realeza.
Y así fue exactamente cómo ella se comportó. Era más por el impulso de
Christian, también. Ahora que ella había pasado las tres pruebas, la gravedad
del método antiguo en el que ella entraba continuó aumentando. Lissa entró, su
cabeza se mantuvo arriba. No pude ver su cuerpo entero, pero reconocí la
sensación de su paseo: elegante, y majestuoso. La multitud la amó, y se me
ocurrió que este grupo era en particular solo de clase media porque la mayoría
de los miembros no eran de la realeza. Afuera estaban reunidos los Moroi
ordinarios, los que verdaderamente la amaban. ‗¡La heredera de Alexandra!‘,
‗¡Traiga de vuelta al dragón!‘ Para algunos, era simplemente suficiente gritar su
nombre, añadiendo los títulos de una vieja heroína rusa que compartió el
mismo nombre: ‗¡Vasilisa la valiente! ¡Vasilisa la hermosa!‘
Nadie sabía el miedo que la inundaba por dentro. Ella era así de buena.
Christian y mi madre, quienes inicialmente la habían flanqueado, habían
retrocedido como uno, dejando a Lissa caminar unos pasos por delante de ellos.
No hubo duda de la posición de Lissa y de su autoridad. Ella tomó cada paso
con confianza, recordando que su abuelo también había caminado por este
camino. Ella intentó dar a la multitud una sonrisa que era a la vez digna pero
genuina. Y estaba segura que había surtido efecto porque la multitud
enloqueció mucho más. Y cuando ella se detuvo a hacer comentarios sobre un
estandarte de dragón que un hombre había pintado por el mismo, el artista casi
se desmayó porque alguien como ella lo notara y le elogiara.
―Esto es sin precedentes.‖ Remarcó mi mamá, una vez que ellos estaban
dentro, y a salvo. ―Nunca antes hubo esta cantidad de concurrencia.
Ciertamente no lo hubo durante la última elección.‖
―¿Por qué esta es tan grande ahora?‖ Lissa preguntó, tratando de poner
su respiración bajo control.
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La multitud dentro de salón de baile no era tan loca como la que estaba
afuera—pero estaba muy cerca. Los guardianes estaban listos para los números
esta vez y se habían asegurado de mantener control estricto desde el comienzo.
Mantuvieron una cuenta estricta de cuántos estaba permitido en el cuarto y
detuvieron las peleas de los miembro de la realeza y de los no reales. Era
todavía intimidante, y Lissa se recordó a si misma, una y otra vez que jugar este
papel era ayudarme. Por mí, ella iba a resistir cualquier cosa, aun la fanfarria.
Esta vez, afortunadamente, Lissa fue llevada bastante rápido a la parte
delantera del cuarto, hacia donde tres sillas enfrentaban a la multitud y habían
sido establecidas para los candidatos. Rufus y Marie ya estaban sentados,
hablando en voz bajas para algunos selectos integrantes de su familia. Los
guardianes estaban parados alrededor de ellos. Lissa se sentó sola, por
supuesto, pero asintió con la cabeza hacia los guardias cercanos cuando Tasha
se acercó.
―Creo que estoy más preocupada por Adrian. No se como tomará esto.‖
Lissa no estaba tan segura acerca de eso, pero Tasha se fue de prisa para
unirse a sus ‗amigos activistas‘ y fue reemplazada por–Daniella.
―Somos un solo pueblo.‖ Ella continuó. ―Moroi y dhampir por igual.‖ Sí,
aquello también consiguió algunas boqueadas. ―Y mientras que nos es
imposible para todos conseguir lo que queremos, nadie logrará nada si no nos
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Si, ella le dio algo a todo el mundo lo que quería escuchar y lo hizo
bellamente y carismáticamente. Fue la clase de discurso que podría hacer que
las personas la siguieran a cualquier parte. Ella llegó a su conclusión con,
―Nosotros siempre hemos mezclado lo viejo con lo nuevo. Hemos mantenido la
magia a la par de la tecnología. Nosotros hemos conducido estas sesiones con
pergaminos y—con estos.‖ Ella sonrió y golpeó ligeramente su micrófono. ―Así
es como hemos sobrevivido. Nos aferramos a nuestro pasado y aceptamos
nuestro presente. Tomamos lo mejor de todo ello y crecemos más fuertes. Así es
como hemos sobrevivido. Así es como sobreviviremos.‖
―Bien.‖ Dijo él. ―Ese fue un discurso muy bonito, uno que todos nosotros
disfrutamos. Pero ahora, ha llegado el momento para que el Consejo vote por
nuestro siguiente líder, y—por la ley—sólo dos candidatos están listos para esa
posición: Rufus Tarus y Marie Conta.‖ Dos Moroi, uno de cada familia, Tarus y
Conta, se acercaron para unirse a sus respectivos candidatos. La mirada de
Nathan cayó sobre Lissa que se había levantado como los demás pero estaba de
pie sola. ―Según las leyes de elección—leyes escritas desde el comienzo del
tiempo—cada candidato debe acercarse al Consejo, escoltado por alguien de su
línea de sangre en orden de mostrar fuerza familiar y unidad. ¿Tiene usted a tal
persona?‖
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Decidí ahí que lograría que eso ocurriera. Nosotros no llevaríamos a Jill
simplemente para darle a Lissa su voto del Consejo. Jill le daría a Lissa el
estatus que dejaría a los Moroi votar por ella. Y Lissa ganaría.
―Esa es una mirada peligrosa.‖ Dijo Dimitri, dándome una breve mirada
antes de devolver sus ojos al camino.
Los chistes como esos hacían que Jill se riera, pero girándome a mirarla
en el asiento trasero me mostró que ella no lo encontraba muy chistoso del todo.
Esos ojos de jade se enfocaron en mí. ―No estoy segura. Mucho está
ocurriendo. Y no entiendo en realidad que es lo que ocurrirá a continuación. Me
siento como. . . como una especie de objeto que será usado en el plan maestro
de alguien. Como un peón.‖
―Sin embargo no será tan simple, ¿verdad?‖ Ella sonó sabia más allá de
sus años. ―Las cosas van a empeorar antes de que se mejoren, ¿verdad?‖
Ella me dio a una sonrisa que no parecía muy feliz. ―Si, entiendo. Es por
el bien mayor, ¿correcto?‖
Sonya había pasado una gran parte del viaje dedicándose a un amuleto
para mí, usando una pulsera de plata que habíamos comprado en una tienda de
regalos a un lado de la ruta. Era poco vistoso pero hecho de plata real, lo cual
era lo que importaba. Cuando estábamos alrededor de una media hora de
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―¿Bien?‖
Jill entrecerró los ojos. ―Te ves un poco borrosa. . . como si necesitara
parpadear unas veces.‖
Sonya estaba encantada. ―Así es como debería verse para las personas
que saben que ella tiene un amuleto. Si Dios quiere, para los otros guardianes,
ella tendrá un rostro diferente.‖ Era una variación de lo que Lissa había hecho
cuándo nosotras sacamos a Victor de la prisión. Solo que, esto requería menos
magia porque Sonya solo tenía que ligeramente alterar mis características y no
necesitaba obscurecer mi raza. Ella también tenía más experiencia que Lissa.
con la mirada fija abajo hacia ella y repitiendo una y otra vez. ―Eres tú… Eres
tú… Eres tú…‖
Sonya intentó limpiarse las lágrimas de sus ojos, pero no hizo mucho
bien. ―Mikhail –lo siento– Lo siento tanto–‖
Esto le hizo a ella llorar más fuerte. Enterró su cara en contra del pecho
de él, y sus brazos se apretaron más ferozmente alrededor de ella. El resto de
nosotros estábamos tan congelados mientras los amantes se encontraban. Se
sintió mal presenciar todo eso. Era demasiado privado; no deberíamos de haber
estado allí. Sin embargo. . . al mismo tiempo, seguía pensando que esto era
como yo me había imaginado que seria mi reunión con Dimitri cuando Lissa lo
restauro. Amor. Perdón. Aceptación.
―Aun así…‖ Mikhail miró hacia abajo a Sonya que le sonreía a través de
sus lágrimas. ―Tú me has regresado mi mundo.‖
―Estoy tan feliz por ti. . . y quiero que tú tengas esto, para sólo disfrutar
de esto ahora. Pero tengo un favor. Un favor más.‖
Sonya permaneció en sus brazos, pero sus ojos estaban obscuros con
pensamiento. ―Ellos tendrán guardianes cerca de sus cuartos. Nosotros
probablemente podríamos hacernos pasar por relevo.‖
Jill reunió una sonrisa para él. Ella tenía un fuerte enamoramiento hacia
él, y era una señal de su estrés que ella no se sonrojara, ni que se le aflojaran las
rodillas. Ellos comenzaron una conversación, y Dimitri me hizo un gesto para
que lo siguiera alrededor del coche, fuera de la vista.
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Agarré su mano. ―Lo se, lo se. Esto será fácil. Deberíamos entrar y salir
en menos de una hora, pero si nosotros no lo hacemos. . .‖ Hombre, odiaba las
contingencias sombrías. ―Si nosotros no lo hacemos, entonces envía a Adrian al
Consejo con Jill, y tú y Sonya escóndase en alguna parte hasta. . . no lo se.‖
Nos salvé de eso. ―Quieren más de regreso en la Corte. Las cosas se salen
de control, así que simplemente dos son asignados aquí ahora.‖
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Tan conseguido levantar la ceja. Ella señaló la puerta. ―Ellos no nos dejan
hablar entre nosotros.‖
―¿Lo harías por mi?‖ Ella preguntó dulcemente. ―¿Por favor? Me podría
ayudar a salir de problemas.‖ Sydney no era maestra en el coqueteo, pero
pienso que simplemente el hecho de que ella se aproximara le asombró. Él
vaciló por varios momentos, nos recorrió con la mirada y luego de regreso a
ella. Ella le sonrió.
Ian cedió. ―Dije la verdad. No se quien es él. Él estaba con una mujer
Moroi en la instalación St. Luis un día.‖
―A veces.‖ Dijo Sydney. ―Así como nosotros vamos a los suyos. Algunas
reuniones ocurren en persona. Nosotros usualmente no mantenemos a tu gente
prisionera, sin embargo.‖
―Pienso que este sujeto era como su guardaespaldas o algo por el estilo.‖
Dijo Ian. ―Ella era la que estaba ahí por negocios. Él simplemente la seguía y
permanecía quieto.‖
―¿Recuerdas como era ella?‖ Algo. Necesitamos algo. Esto estaba al borde
de caerse a pedazos, pero si Ian pudiera identificar a Daniella, nosotros
podríamos estar listos.
Él me dijo.
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TREINTA Y DOS
―Lo haría,‖ le dije a ella, sin embargo tenia que dar aviso de lo que había
aprendido de Ian. ―¡Pero lograr entrar y salir ha sido lo suficiente difícil! Si
saliéramos contigo, lo estropearíamos todos. Pronto eso importara. Una vez
que le hayamos dicho a todos en la Corte lo que sabemos y habiendo limpiado
mi nombre, los guardianes no te necesitaran mas.‖
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―Los motivos está ahí…‖ dije a regañadientes. Una vez que Ian había
descrito a quien había visto, docena de razones para asesinar aparecieron. ―Y
son de carácter político. Ambrose estaba en lo correcto.‖
―No sé qué es lo más loco,‖ dijo Adrian. ―la identidad del asesino o el
que Jill sea una Dragomir.‖ Sus palabras hacia mi fueron frías, aunque a ella le
dio una mirada amable. Locas como fueran las noticias, Adrian no había tenido
suficiente tiempo para creer lo del parentesco de Jill. Se había desgastado
suficiente llegando a creer acerca de la infidelidad de Eric, y esos ojos
delatadores cerraron el asunto. Pienso que escuchar lo que Ian nos había dicho
había lastimado a Adrian más de lo que el mostraba. Enterarse de la persona
responsable del asesinato de su tía era algo que él sabía que intensificaría el
dolor. Enterarse acerca de Dimitri y yo no había ayudado de ninguna manera.
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RICHELLLE MEAD
ahora por nosotros. El no había dicho una palabra a nadie acerca de lo que
había visto entre Dimitri y yo, pero los demás ya debían de haber sentido el
súbito incremento de tensión.
Dejamos a Sonya con las llaves del segundo auto, y ella se quedo parada
ahí con sus ojos brillando, observando cómo nos marchándonos. Dimitri,
Mikhail y yo utilizamos la mayoría del camino para analizar nuestra colección
de datos. La mujer que Ian había descrito no podía haber hecho todo lo que se
había depositado en el asesino.
Eso me valió una mirada de sorpresa de ¿De verdad? Esa es una pieza
que no me hubiera imaginado.‖
―Estoy bien segura de cómo lo hizo,‖ le dije. ―Pero la carta anónima para
Tatiana no tiene sentido. Por no mencionar ensuciar la familia de Lissa –o tratar
de matarla.‖ O tratar de inculparme.
Él sacudió su cabeza. ―No, quiero decir, alguien más tenia rencor contra
la reina. Pero no alguien que fuera a llegar tan lejos como para matarla. Dos
personas, dos planes. Probablemente uno sin cuidado del otro. Estamos
mezclando las evidencias.‖
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―Ya sabes,‖ remarcó Mikhail, ―En el momento que caigan las ilusiones
creadas en ustedes, los guardianes van a saltar sobre ustedes dos y los
arrastraran de regreso a la cárcel. O peor.‖
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Una vez estacionados, nuestra fiesta se dirigió hacia el edificio del salón
de baile, el cual parecía estar a millas lejos con todas las personas que lo
rodeaban. Qué extraño. No hace mucho, hice este mismo camino, con casi las
mismas personas, alejándome de la Corte. Usamos disfraces del espíritu
entonces, también, y buscábamos escapar. Ahora estábamos yendo hacia lo que
sabíamos era peligroso. Yo estaba convencida que si pudiera hacer llegar mis
noticias sin ser detectada, todo podría funcionar. El encanto de Sonya había
funcionado perfectamente cuando vi a los alquimistas. No tenía razón para
dudarlo, pero el miedo aun así acechaba en lo profundo de mi mente: ¿que
pasaría si dejaba de funcionar? ¿Qué pasaría si el encanto fallaba y yo era
capturada antes de alcanzar entrar en el edificio? ¿Podrían arrestarme? ¿O
simplemente me dispararían primero?
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Sonya era muy fuerte para que Abe pudiera completamente romper el hechico
y atravesarlo, pero él podía darse cuenta de que algo no andaba bien.
―Necesitamos la atención del salón,‖ le dije. Supuse que así era como se
sentía cuando los padres cachaban a sus niños rompiendo el toque de queda. El
pareció no aprobarlo. ―Conseguimos una forma de arreglar todo esta
discusión.‖
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―No hay tiempo,‖ dijo Abe. La mirada afilada que recibió en respuesta
decía que a ella no le gustaba ser interrumpida. Quizás nada de hermanos
después de todo. ―Tengo el presentimiento de que la mitad de los guardianes
están por caer sobre nosotros pronto. ¿Están listos para eso?‖
Yo esperaba que Abe gritara a todos que se callaran o algo por el estilo.
Por supuesto, Nathan había estado intentándolo por un tiempo sin resultados.
Así que, estaba un poco afectada –como todos los demás –cuando Abe puso sus
dedos en sus labios y dejo salir el chiflido mas perforador de oídos que había
escuchado alguna vez. ¿Un chiflido como ese en el micrófono? Claro. Lastimó
mis oídos. Debió ser peor para los Moroi, y la respuesta en las bocinas tampoco
ayudo.
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Pude ver otra explosión crecer, y Abe saltó entre Jill y yo, tomando el
micrófono. ―Para esos quienes no lo crean, una prueba de ADN disipara sus
dudas acerca del linaje.‖ Tenía que admirar la astucia de Abe. El apenas tenía
sesenta segundos de conocer esa información y estaba abogando por su certeza,
como si él mismo ya hubiera hecho las pruebas necesarias en el laboratorio
genético de su casa. Más fe—y una ventaja que él no podría dejar pasar. Mi
viejo amaba los secretos.
Las noticias dispararon la reacción que había esperado. Una vez que la
audiencia hubo procesado la información, una oleada de comentarios gritados
iniciaron.
Esto último calló a la multitud, tanto porque fue dicho con autoridad
como porque venía de Daniella Ivashkov. Ella se había levantado, e incluso sin
un micrófono, ella tenía una voz que podía llenar la habitación. Ella era también
una persona lo suficientemente importante en nuestra sociedad para llamar la
atención. Muchos entre la realeza estaban prácticamente obligados a escucharla.
En la ahora callada habitación, Daniella continuó hablando.
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―Eric Dragomir tuvo una hija ilegitima, con una mujer llamada Emily
Mastrano—una bailarina, si lo recuerdo correctamente. El quiso mantenerlo en
secreto y necesitaba que ciertas cosas fueran hechas—cosas que no podía hacer
el mismo—para ayudar a que permaneciera así. Yo fui una de las personas que
le ayudó―. Una desacostumbrada sonrisa se asomó en sus labios. ―Y
honestamente, yo no hubiera pensado que permanecería en secreto de todas
formas.‖
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TREINTA Y TRES
―Déjenlos hablar.‖
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Era una voz nueva, pero una que conocía de memoria. Lissa se abrió
paso entre dos guardianes. Mantuvieron sus posiciones apretadas,
preocupándose de inmediato de que no escapáramos. Esto le permitió
deslizarse a través—pero uno la pudo sujetar de su brazo y detenerla de
alcanzarnos.
―Rechazo compartir eso, Lissa,‖ dije en voz baja. Lissa seguía pensando
que Daniella era la asesina y no le gustaría oír la verdad. Lissa me dio una
mirada de confusión pero no protestó.
Encontré los ojos de Lissa, odiando lo que iba a decir. Pero, no. Ella no
era a la que más me preocupaba herir. Buscando en la audiencia, encontré a
Christian, que estaba mirando comprensivamente el drama con ávida atención.
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Hans frunció el ceño, dudó y luego me asintió con la cabeza para que
prosiguiera.
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―Rose, no puedo creer que esto este pasando, pero si James – ese era su
nombre – hizo cualquiera de las cosas que estás diciendo, entonces las hizo solo.
Él siempre tuvo ideas radicales. Lo supe cuando lo contraté fuera de la
protección, pero nunca creí que fuera capaz de asesinar.‖ Miró alrededor
mirando a alguien a cargo, y al final se decidió por el consejo. ―Siempre he
creído que Rose es inocente. Si James es el culpable, entonces estoy más que
feliz de decir todo lo que sé para limpiar el nombre de Rose.‖
Tan, tan fácil. El misterioso Moroi – James – estuvo en casi todas las
partes donde estuvo Tasha. También había sido visto en situaciones
sospechosas donde ella no estaba – como el soborno de Joe y el ataque a Lissa.
Podría haber salvado a Tasha y haberle echado toda la culpa a él. Él ya estaba
muerto. Tasha y yo podíamos seguir siendo amigas. Ella había actuado en
principio, ¿cierto? ¿Qué hay de malo con eso?
―James no pudo haber estacado a Tatiana,‖ dije. ―Tenía una mano herida.
Un Moroi debe usar las dos manos para estacar a alguien. Lo he visto pasar dos
veces ahora. Y apuesto a que si puedes obtener una respuesta honrada de Ethan
Moore…‖ Miré al guardián que se había puesto pálido. Él probablemente
podría saltar a una pelea y matar si dudar. ¿Pero ésta clase de escrutinio? ¿Un
interrogatorio eventual sobre sus pares? No creo que pueda soportarlo. Esa
debe ser la razón por la que Tasha es capaz de manipularlo. ―James no estaba
allí la noche en que Tatiana murió, ¿no es cierto? Y no creo que Daniella
Ivashkov estuviera tampoco, a pesar de lo que la Princesa Dragomir dijo antes.
Pero Tasha estaba. Estaba en el despacho de la reina – y no lo informaste.‖
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Lissa dio unos dubitativos pasos adelante. Podía ver en su mente que ella
no quería creer lo que yo estaba diciendo… pero ella seguía confiando en mí.
Ella pensó en una solución polémica. ―Sé que está mal… pero si usáramos
compulsión en los sospechosos…‖
―¡Ni siquiera sugieras eso!‖ Exclamó Tasha, girando sus ojos afilados
hacia Lissa. ―Mantente fuera de esto. Tu futuro está en riesgo. Un futuro que te
puede hacer grande y conseguir las cosas que las personas necesitan.‖
Ese era un misterio para mí también, uno de los vacíos que aún no podía
resolver. Pero Dimitri lo hizo. Consiente de sus dos guardianes se acercó a mí.
A través de los ojos de Lissa vi los colores del aura de Tasha cambiar,
ardieron un poco más brillantes cuando miró a Dimitri. Podía ver exactamente
lo que Sonya me había explicado, cómo los colores del aura muestran afecto.
Solo sacudí mi cabeza. Todo este tiempo, Tasha seguía amando a Dimitri.
Sabía que la había hecho el año pasado, cuando le hizo una oferta de enganchar
y tener hijos – no era algo que muchos hombres dhampir tengan la oportunidad
de hacer. Él la rechazo y pensé que ella había aceptado ser solo su amiga. No lo
hizo. Seguía amándolo. Cuando Lissa había revelado mi relación con Dimitri a
Hans, Tasha ya lo sabía. ¿Pero desde hace cuanto? No estaba segura. Ella
obviamente sabía de la relación antes de matar a Tatiana poniéndome el
asesinato a mí y dejando a Tasha libre y limpia y abriendo sus oportunidades
con Dimitri.
Levantó sus ojos de mi cara y miró a los muchos guardianes que estaban
en la audiencia, listos para la acción. Hizo un gesto cortante. ―Tomen a Lady
Ozera. Y a Moore. Los interrogaremos.‖
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llegaron a este punto? Nunca preví esto. Mi trabajo se supone que sería limpio
y ordenado. Delatar a Tasha. Ponerla fuera. Listo.
La cosa era que Tasha no era la única guerrera Moroi en el salón. Ella
probablemente tomó al peor rehén, y yo podía decir por el brillo en los ojos de
Mia que ella no se quedaría quieta. Lissa se dio cuenta de esto también. Una o
ambas iba a morir, y Lissa no podía permitirlo. Si podía lograr que Tasha la
mirara podría ponerla bajo compulsión.
Lissa y yo vimos a Mia tensarse para librarse del agarre de Tasha. Lissa
supo que tenía que actuar ahora. Podía sentirlo a través del enlace. Podía sentir
sus pensamientos, la decisión, incluso el modo en que sus músculos y nervios se
movían para captar la atención de Tasha. Lo sentí tan claramente, como si
compartiéramos el mismo cuerpo. Sabía a donde se movería Lissa antes de que
lo hiciera.
Me sentí caer, sentí a Lissa atraparme y gritar algo – tal vez a mí, tal vez a
alguien más. Había tanta conmoción en el cuarto que no supe que pasó con
Tasha. Estaban solo yo y el dolor que mi mente trataba de bloquear. El mundo
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RICHELLLE MEAD
parecía volverse más y más silencioso. Lissa miro abajo hacia mí y gritó algo
que no pude entender. Ella era hermosa. Brillante. Coronada de luz… pero
había oscuridad cerca de ella. Y en esa oscuridad, vi los rostros… los fantasmas
y espíritus que siempre me seguían. Se hacía más gruesos, acercándose.
Haciendo señas.
Una pistola. Había sido derribada por una pistola. Era prácticamente
cómico. Tramposos, pensé. Me pasé mi vida concentrándome en combates mano
a mano, aprendiendo a esquivar colmillos y manos poderosas que podrían
romper mi cuello. ¿Una pistola? Era tan… bueno, fácil. ¿Debería ser insultada?
No lo sé. ¿Importaba? No lo sabía tampoco. Lo único que sabía en ese momento
era que iba a morir, a pesar de todo.
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TREINTA Y CUATRO
Esa voz... esa voz maravillosa y como miel con su acento suave. Me
envolvió, y con esta vino la imposible verdad y su pleno impacto: estaba
viva. Estaba viva. Y Dimitri estaba aquí.
No podía verlo, pero sentía una sonrisa llegar a mis labios. ―¿Eres mi
enfermera?‖
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―Mucho‖.
―Hambrienta‖.
No respondí. Las balas podían ser cosa del pasado, pero pensar en
Adrian todavía hacia que mi corazón—figuradamente—doliera.
―No importa cómo se sienta...‖ Dimitri vaciló. Este era un tema delicado,
después de todo. ―Bueno, él no te habría dejado morir. Quería sanarte. Pero él
tampoco lo hizo‖.
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―Yo... ¿qué?‖
―La gente puede curarse sin magia de vez en cuando, Rose‖. Había
diversión en su voz, aunque su rostro permaneció sobrio. ―Y tus heridas... eran
graves. Nadie pensó que habías sobrevivido. Entraste en cirugía, y entonces
todos nosotros solo esperamos‖.
Su cara cayó aún más. ―Sí. La atraparon justo después de que te disparo -
antes de que alguien más resultara herido. Esta detenida, y más evidencia ha
estado llegando‖.
―Entregarla fue una de las cosas más difíciles que alguna vez he hecho‖,
dije. ―Luchar contra Strigois es más fácil que eso‖.
―Lo sé. Fue difícil para mí verlo, difícil para mí creerlo‖. Había una
lejana mirada en sus ojos, recordándome que Dimitri la había conocido más de
lo que me había conocido. ―Pero ella hizo su elección, y todos los cargos en tu
contra han caído. Eres una mujer libre ahora. Más que eso. Una heroína. Abe
esta alardeando que hizo todo esto‖.
Dimitri se echó a reír, y quería quedarme así para siempre, sólo nosotros
dos, dulce e incauto. Bueno—tal vez no exactamente así. Podría haberlo hecho
sin dolor y las gruesas vendas que sentía en mi pecho. Él y yo habíamos tenido
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tan pocas veces solos, momentos en los que podíamos realmente relajarnos y
abiertamente admitir estar enamorados. Las cosas solo se habían comenzado a
arreglar entre nosotros al final... y casi había sido demasiado tarde. Todavía lo
podía ser.
―No estoy seguro‖. Él apoyó su mejilla contra mi frente. ―Solo estoy tan
contento... tan contento de que estés con vida. He estado tan cerca de perderte
tantas veces. Cuando te vi en el suelo, y había tanta conmoción y
confusión... Me sentía tan impotente. Me di cuenta de que tenías
razón. Desperdiciamos nuestras vidas con culpa y auto-odio. Cuando me
miraste allí al fin... lo vi. Me amas‖.
"No había nada que perdonar, no realmente‖ también le había dicho eso
antes.
―Bueno. No sería la primera vez que he hecho eso. Pero no, esta vez no
lo era‖.
―Lo sé, y con esa revelación... en esa fracción de segundo que sabía que
me perdonabas y que realmente tenía tu amor, por fin también fui capaz de
perdonarme a mí mismo. Todo ese peso, esos lazos al pasado...
desaparecieron. Era como...‖
―Sí. Excepto... que llegó demasiado tarde. Suena loco, pero mientras
estaba mirándote, teniendo todos estos pensamientos uniéndose en mi cabeza,
era como… como si pudiera ver la mano de la muerte alcanzándote. Y no había
nada que pudiera hacer. Estaba impotente. No podía ayudar‖.
―Lo hiciste‖, dije. ―La última cosa que vi antes de desmayarme fue a ti y
a Lissa‖. Bueno, además de los esqueléticos rostros, pero mencionar eso habría
matado este momento romántico. ―No sé cómo sobreviví a recibir un disparo,
cómo vencí los obstáculos... pero estoy bastante segura de que tu amor –el de
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ambos—me dio la fuerza para luchar a través de eso. Tenia que regresar a
ustedes chicos. Sólo Dios sabe en qué problema te habrías metido sin mí‖.
―Esto es normal para mí. Y lo sabes, pensé con toda esta libertad y auto-
descubrimiento y la expresión de nuestro amor podríamos finalmente terminar
con toda la sabiduría del maestro Zen y toda la basura de consejos prácticos‖.
―Mmm‖. Tomó mi cara, y pensé que podría intentar otro beso. Esperaba
que lo hiciera. ―Al lado de nuestro perdón, recibimos nuestro estatus de
guardias de nuevo‖.
Dimitri se acercó a mí, sus ojos brillando con un secreto. ―Se pone mejor:
eres la guardiana de Lissa‖.
―Lo hicieron. Ella tendrá otros, así que probablemente se imaginan que
estará bien dejarte merodear por si alguien más puede mantenerte en línea‖,
bromeó.
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―Oh‖. Por alguna razón, eso también me hizo sentir un poco triste,
aunque sabía que era la elección más inteligente.
―Nunca lo es‖ dijo él, tirando de mi entre sus brazos. Me apoyé contra su
pecho y cerré mis ojos. No, no sería fácil, pero valdría la pena. Mientras
estuviéramos juntos, valdría la pena.
Nos sentamos así por un largo tiempo, hasta que un discreto golpe en la
puerta entreabierta nos interrumpió. Lissa estaba de pie en la puerta.
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―Sí‖ él dijo. ―Obtuve una mirada muy ‗graciosa‘ de tu padre el otro día‖
le dio a Lissa una rápida mirada conocedora y luego se levantó. Inclinándose,
besó la parte superior de mi cabeza. ―Debería irme y dejarlas a ustedes dos
hablar‖.
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tierra de los muertos y eso te mantuvo atada a mí. Esta vez...tú casi mueres de
nuevo. O tal vez lo hiciste por un momento. Sólo que tú y tú cuerpo lucharon
para regresar. Fuiste tú la que consiguió salir, sin ayuda del espíritu. Y una vez
eso ocurrió...‖ Ella se encogió de hombros. ―Como dije, son sólo conjeturas.
Pero Sonya piensa que con tu fuerza, no necesitabas que nada te ayudara a ser
retirada de la muerte. Lo hiciste por ti misma. Y cuando te liberaste del espíritu,
te liberaste de mí. No necesitabas un vínculo para mantenerte con los vivos.
Era una locura, imposible. ―Pero si...si tú estás diciendo que escape de la
tierra de los muertos, no soy como inmortal o algo parecido, ¿cierto?‖
El mundo dio vueltas. ―Si tú lo dices. Creo que tal vez necesito
acostarme‖.
Ella sacudió la cabeza y casi se echó a reír. ―Mi reacción fue un poco más
fuerte que un ‗mierda‘ Rose. ¿Tienes idea de lo que has hecho?‖
―Estás feliz‖.
―Lissa, ¡Estabas destinada para eso! Eres mejor que cualquiera de los
otros candidatos‖.
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―¡Rose!‖ exclamó ella. ―Presentar la candidatura para reina iba a ser una
distracción. Sólo tengo dieciocho‖.
Tuve que seguirla por su tono, no por el vínculo. Era demasiado extraño,
como perder uno de mis sentidos fundamentales. La vista, el oído. ―¿Estás
molesta?‖
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―Amarlos a los dos‖, dije en voz baja. ―Son tu familia. Jill es genial.
Familiarízate con ella. Será emocionante‖.
―No sé si puedo. Creo que tú eres más una hermana para mí que lo que
ella podrá ser‖ Lissa miró fijamente a la nada. ―De todas las personas... estaba
convencida por mucho tiempo de que había algo entre ella y Christian‖.
Ella se volvió hacia mí, sus ojos llenos de dolor. ―Está teniendo
dificultades. Yo también. Él la está visitando. Tasha. Él odia lo que ella hizo,
pero... bueno, ella todavía es su familia. Eso le duele, pero trata de ocultarlo. Ya
sabes cómo es él‖.
―Sé que él va a estar mejor con el tiempo... sólo espero poder estar allí
para él lo suficiente. Muchas cosas están pasando. La universidad, ser reina... y
siempre, siempre, el espíritu está allí, presionándome, sofocándome‖.
Una sonrisa cruzó sus labios retorcidos. ―Querrás decir, Qué voy a. hacer.
Ese es mi problema ahora, Rose. Como siempre debería haber sido‖.
―No estoy exactamente sola. Hable con Sonya. Ella es realmente buena
con los amuletos de curación y con cosas que son una manera de mantenerme
en equilibrio.‖
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La conversación con Dimitri volvió a mí. ¿Por quién ibas? ¿Por ella o mí?
Su mano apretó la mía. ―Estoy tan contenta de que estés de regreso, Rose.
Siempre serás parte de mí, no importa qué. Y honestamente... estoy un poco
contenta de que ya no puedas ver mi vida sexual‖.
―Eso nos hace feliz a ambas‖ reí. Ningún vínculo. Ningún apego mágico.
Iba a ser extraño, pero realmente... ¿Lo necesitaba? En la vida real, las personas
formaban vínculos de otra naturaleza. Vínculos de amor y lealtad. Nosotras
podríamos hacerlo. ―Siempre estaré contigo, lo sabes. Para cualquier cosa que
necesites‖.
―Nómbralo‖ dije.
Ella lo hizo.
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TREINTA Y CINCO
Lo único de lo que estaba segura era de que tanto Lissa y Jill estaban
asustadas la una por la otra—pero no por mí. Por eso yo estaba aquí.
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―Está bien‖, dijo Lissa, tropezando con sus palabras un poco. ―Siéntate‖.
Ella tomó asiento frente a Jill. Era la silla más grande en la habitación—En la
que Tatiana siempre se había sentado.
Jill vaciló un instante y luego cambió su mirada hacia mí. Debi de haberla
provisto algo de ánimo, porque ella volvió a su silla. Me senté a un lado de
Lissa, respingando cuando un pequeño dolor se apretó en mi pecho. La
preocupación por mí distrajo un momento a Jill de Lissa.
Los ojos de Jill se sacudieron brevemente hacia Lissa, todavía con cara de
piedra, y luego de nuevo a mí. ―¿Qué significa ‗participar‘, exactamente? ¿Qué
tendría que hacer?‖
―Bueno‖, reflexionó Jill, ―he estado haciendo eso durante la mayor parte
de esta semana‖.
―He estado haciendo eso durante la mayor parte de mi vida‖, dijo Lissa.
Jill pareció sorprendida. Una vez más, me sentía muy confundida sin el vínculo.
El tono de Lissa no había hecho su significado claro. ¿Fue un desafío a Jill—que
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la chica no había enfrentado casi lo que Lissa había? ¿O esto suponía que estaba
simpatizando por la falta de experiencia de Jill?
Jill negó con la cabeza, una pequeña y amarga sonrisa en su rostro. ―Yo
no sé nada de eso‖.
―Sé que esto es extraño‖, dijo. Ella se encontró determinadamente con los
ojos verdes de Jill—el único rasgo que las hermanas compartían, decidí. Jill
tenía todas las características de una futura Emily. Lissa llevaba una
combinación de los rasgos de sus padres. ―Esto es extraño para mí también. No
sé qué hacer‖.
Jill asintió con la cabeza, bajando la mirada, pero no antes de que viese la
emoción reproduciéndose en su rostro. Decepción—sin embargo, la respuesta
de Lissa no había sido totalmente inesperada.
Jill preguntó la siguiente mejor cosa. ―¿Tú quieres. . . quieres que esté en
las ceremonias?‖
La pregunta flotaba en el aire. Era una buena idea. Era la razón por la
que habíamos venido aquí, ¿pero Lissa realmente quería esto? Estudiándola, yo
todavía no estaba segura. Yo no sabía si ella estaba solo siguiendo el protocolo,
tratando de conseguir que Jill desempeñase un papel esperado entre la realeza.
En este caso, no había ninguna ley que dijera que Jill tenía que hacer cualquier
cosa. Ella simplemente tenía que existir.
―Sí‖, dijo Lissa al fin. Escuché la verdad en sus palabras, y algo dentro de
mí se aligeró. Lissa no sólo quería a Jill en aras de la imagen. Una parte de Lissa
quería a Jill en su vida—pero lograr eso sería difícil. Aun así, era un comienzo, y
Jill pareció reconocer eso.
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―Bueno‖, dijo ella. ―Sólo dime lo que tengo que hacer‖. Se me ocurrió que
la juventud y el nerviosismo de Jill eran engañosos. Había chispas de valentía y
audacia en su interior, chispas que yo estaba segura crecerían. Ella realmente
era una Dragomir.
Lissa parecía aliviada, pero creo que fue porque había dado un pequeño
paso de avance con su hermana. No tenía nada que ver con la coronación.
―Alguien más te lo explicará todo. No estoy segura de lo que tú haces, para ser
honesta. Pero Rose tiene razón. No será difícil‖.
Esa torpeza regresó cuando las tres de nosotras nos quedamos allí.
Habría sido un buen momento para que las hermanas se abrazaran, pero a
pesar de que ambas parecían satisfechas de su progreso, no estaban preparadas
para eso. Cuando Lissa miraba a Jill, ella seguía viendo a su padre con otra
mujer. Cuando Jill miraba a Lissa, veía su vida completamente al revés—, una
vida, una vez tímida y privada ahora por ahí para que el mundo mirara
estúpidamente. Yo no podía cambiar su destino, pero podía abrazarla.
Haciendo caso omiso de mis puntos de sutura, puse mis brazos alrededor de la
joven.
Jill asintió con la cabeza una vez más, y con nada más que discutir, Lissa
y yo nos trasladamos hacia la puerta. La voz de Jill nos detuvo.
―Hey. . . ¿qué pasa después de la coronación? ¿Para mí? ¿Para nosotras?‖
Eché un vistazo a Lissa. Otra buena pregunta. Lissa se volvió hacia Jill,
pero aún no estaba haciendo contacto visual directo. ―Nosotras. . . nosotras nos
llegaremos a conocer la una a la otra. Las cosas mejorarán‖.
estaba revelando a ninguna de nosotras, algo que me hizo pensar que Lissa
realmente no creía que las cosas mejorarían.
Yo no sabía por qué recordaba eso, pero esto envió un escalofrío a través
de mí. Las hermanas estaban ambas reuniendo sonrisas, y yo de prisa lo hice
también, sin querer que ninguna supiera mis preocupaciones. Lissa y yo nos
fuimos después de eso, dirigiéndonos de regreso hacia mi habitación. Mi
pequeña salida había sido más agotadora de lo que esperaba, y tanto como yo
odiaba tener que admitirlo, no podía esperar para acostarme de nuevo.
Cuando llegamos a mi habitación, todavía no había decidido si debería
preguntarle a Lissa sobre Jill o esperar a tener la opinión de Dimitri. La decisión
fue tomada de mí cuando descubrimos un inesperado visitante esperando:
Adrian.
―Bueno‖, ella dijo con inquietud, sin parecer muy como una reina en
absoluto. ―He consiguió algunas cosas que hacer‖. Iba a escaparse, me di
cuenta. Yo había ido con ella a su charla de familia, pero ella me iba a
abandonar ahora. Así como así, sin embargo. Esta conversación con Adrian
había sido inevitable, y yo me la había buscado. Yo tenía que terminar esto por
mí misma, justo como le había dicho a Dimitri.
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―Adrian—‖
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―Lo siento,‖ le dije. Fue la cosa más simple y más adecuada que pude
decir. ―Lo siento. Lo que hice estuvo mal. No quise que pasara. Pensé...
realmente pensaba que las cosas entre él y yo habían terminado. Estaba contigo.
Quería estar contigo. Y entonces, me di cuenta de que—―
Adrian se pasó una mano por el pelo. ―En realidad, esto es mi culpa.
Estaba allí. Cien veces allí. ¿Con qué frecuencia lo veía? Lo sabía. Seguía
sucediendo. Una y otra vez, decías que habías acabado con él... y una y otra vez,
yo lo creía... no importaba lo que mis ojos me mostraran. No importa lo que mi
corazón me digiera. Mi. Culpa.‖
―Adrian, yo –‖
―No, no. Eso no es cierto.‖ Tenía miedo de Adrián, pero de cara a esa
emoción, me encontré muerta de vergüenza. ―Yo no te estaba utilizando. Te
amaba. Todavía lo hago, pero –‖
―¡Lo digo en serio! Si te amo.‖ Me puse de pie, con dolor o no, tratando
de mirarlo a los ojos. ―Siempre lo haré, pero nosotros no...No creo que
funcionemos como pareja.‖
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―No soy... No soy la indicada para ti,‖ dije con voz débil.
Mi corazón dolía por él, y estaba muy arrepentida por lo que había
hecho... pero esa era la verdad en todo esto. ―El hecho de que tengas que
preguntar lo dice todo. Cuando encuentres esa persona...lo sabrás.‖ Y no
agregué que con su historia, probablemente tendría una serie de intentos
fallidos antes de encontrar a esa persona. ―Y sé que esto suena como otra línea
de ruptura de mierda, pero me gustaría ser tu amiga.‖
―Y, sin embargo, aquí estás, triunfante después de todo. Has sobrevivido
a la muerte y te has liberado del lazo. Lissa es reina. Tienes a tu chico y serán
felices para siempre.‖
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verdad esperas que este triste porque todo lo demás que se ha resuelto?
¿Debería desear estar aún acusada de asesinato?‖
―No,‖ dijo. ―No quiero que sufras. No mucho. Pero la próxima vez que
estés en la cama con Belikov, para un momento y recuerda que no todos han
terminado tan bien como tú lo has hecho.‖
―No sólo a mi, pequeña dhampir,‖ añadió en voz baja. ―Ha habido una
gran cantidad de daño colateral a lo largo del camino, mientras luchabas contra
el mundo. Yo fui una víctima, obviamente. Pero ¿Qué pasa con Jill? ¿Qué pasa
con ella ahora que la has abandonado a los lobos reales? ¿Y Eddie? ¿Has
pensado en él? ¿Y dónde esta tu Alquimista?‖
―Como reina, Lissa no puede hacer mucho. Los guardianes sirven a los
Moroi, pero es costumbre que los Moroi den un paso atrás y dejen a los
guardianes manejar a su propio pueblo. Eddie no será despedido o
encarcelado... pero, ¿Qué asignación le darán? Difícil de decir.‖
Sydney... ella era un misterio aún mayor. ¿Dónde está tu Alquimista? Los
tejemanejes de ese grupo estaban más allá de mí, más allá de mi mundo.
Recordé su rostro la última vez que la había visto, de vuelta en el hotel – fuerte,
pero triste. Sabía que ella y los demás Alquimistas habían sido liberados desde
entonces, pero su expresión decía que no estaba fuera de problemas todavía.
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―Dijiste que fuiste una víctima. Es por eso... es por eso que en última
instancia, tú y yo no estamos hechos el uno para el otro. A pesar de todo lo que
ha pasado, nunca he pensado en mí de esa manera. Ser víctima significa que
estás impotente. Que no tomarás medidas para cambiar tu situación. Siempre...
siempre he hecho algo para luchar por mí misma... por los demás. Sin importar
lo que pase.‖
―No,‖ le dije. ―Creo que eres increíble. Creo que eres fuerte. Pero no creo
que te hayas dado cuenta – o aprendido a usar nada de eso.‖ Y quería agregar,
que yo no era la persona que podría inspirar eso en él.
―Esto,‖ dijo, avanzando hacia la puerta, ―era la última cosa que esperaba
escuchar. Destruiste mi vida y luego me alimentas con filosofía inspiradora.‖
Me sentía muy mal, y era uno de esos momentos en los que deseaba que
mi boca no digiera lo primero que se me venía a la mente. Había aprendido a
controlarme – pero no lo suficiente.
―Sólo estoy diciendo la verdad. Eres mejor que esto... mejor de lo que sea
que vas a hacer ahora.‖
TREINTA Y SEIS
“Un rato,” admitió, alzando la mirada hacia la ventana llena de luz de sol.
"Creo que aun estoy acostumbrado al horario humano. O quizás simplemente
es mi cuerpo que quiere levantarse cuando sale el sol. Verlo aun me resulta
asombroso."
Él sonrió, algo que estaba haciendo una gran cantidad de veces en los
últimos tiempos. Me encantaba. Eran cosas que probablemente iban a cambiar
una vez que estuviésemos de vuelta en el mundo. Incluso aunque estuviésemos
juntos ahora, el lado guardián de Dimitri siempre estaría allí, listo y vigilante.
Pero no ahora. No en este momento.
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No respondí.
―Lo sé, y eso es una de las razones por las cuales te amo. Pero por ahora,
tienes que preocuparte sólo por la protección de una persona: Lissa.‖
―Me temo que no‖, dijo, corriendo ligeramente sus dedos a lo largo de la
curva de mi cadera. Nunca parecía cansarse de estudiar mi cuerpo. ―Ellos son lo
primero.‖
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―No nos eches la culpa,‖ dijo mi madre. ―Que aún no hemos volado a la
mitad de la Corte, robado una docena de coches, llamado a un asesino en mitad
de una multitud o conseguido que nuestra amiga adolescente sea coronada
reina.‖
―En serio. . . ¿cómo te sientes?‖ Solo los había visto en pocas ocasiones
durante los días transcurridos desde mi despertar, lo suficiente para saber que
estaban bien. ―Has estado mucho tiempo de pie hoy. Y ya le he dicho a Hans
que no te ponga en servicio activo durante un tiempo.‖
Fue una de las cosas más maternales que jamás le había oído decir.
―Yo…estoy bien. Mucho mejor. Podría seguir en servicio activo ahora mismo.‖
―No harás tal cosa,‖ dijo exactamente en el mismo tono en que daba las
órdenes a una tropa de guardianes.
―Así es,‖ dijo Abe. De repente parecía muy paternal lo que era aún más
extraño que el comportamiento de mi mamá. ―Y a pesar de los daños a la
propiedad y la cadena de las leyes rotas, estoy orgulloso de ti.‖ En secreto
sospeche, que estaba orgulloso de mí debido a esas cosas. Mi comentario cínico
interior se paralizó cuando mi mamá estuvo de acuerdo.
Todos miramos hacia los pies del trono. Ekaterina estaba a un lado, lista
con el libro de votos reales. El otro lado era donde los miembros de la familia
del monarca deberían de estar pero sólo había una persona allí. Jill. Alguien
había hecho un gran trabajo de limpieza. Su pelo rizado había sido peinado con
estilo y fijado, y llevaba un vestido hasta la rodilla con un estilo de retrato de
ancho cuello, apenas mostrando los hombros. El corte del vestido eliminaba la
mayor parte de su figura desgarbada, y el raso de color verde oscuro parecía
maravilloso con sus características. Estaba de pie recta, la barbilla alta, pero
había ansiedad en ella, lo que se hacia más evidente por estar sola.
Miré de nuevo a Abe, cuyos ojos se reunieron con los míos expectantes.
Tenía un montón de preguntas que hacerle y él era uno de los pocos que podían
decirme la verdad. La decisión era: ¿qué pregunta hacer? Era como tener un
genio. Sólo que tengo tantos deseos.
―Es un termino muy amplio,‖ dije. ―'A salvo' significa muchas cosas.‖
Abe sostuvo mi mirada un poco más y luego rompió en una sonrisa fácil.
―Por supuesto, por supuesto. Esta es una reunión familiar. Una celebración. Y
mira: aquí esta nuestro miembro más reciente.‖
―Por supuesto,‖ dijo Abe. Para mi asombro, posó un beso sobre mi frente
antes de alejarse. ―Me alegro de que estés de vuelta.‖ Entonces, con un guiño, le
dijo a Dimitri: ―Espero que charlemos.‖
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―En realidad,‖ dijo Dimitri, ―estoy bastante seguro de que Abe se daría
cuenta. No te preocupes, Roza. No estoy asustado. Soportaré lo que sea con tal
de estar contigo. Tu lo vales.‖
Lissa entró y aunque la había visto hacía menos de media hora, contuve
la respiración. Llevaba un vestido formal, pero una vez más sin mangas. Sin
duda, el diseñador del vestido había tenido un ataque. El vestido era largo
hasta el suelo, con una falda de seda y gasa a capas que se movían y agitaban en
torno a Lissa mientras ella se adelantaba. La tela era el jade mismo de sus ojos,
como la parte superior del vestido, con un cuello cubierto de esmeraldas que
recreaba la ilusión de un collar. También de esmeraldas estaba cubierto el
cinturón del vestido y con pulseras se completaba el conjunto. Su cabello era
largo, cepillado y brillante, la perfección de platino, un aura en sí misma.
―¿Va a servir?‖
Había doce en total, y Lissa tuvo que contestar ―lo haré‖ tres veces a cada
uno: en inglés, en ruso y en rumano. No tenía el vínculo para confirmar sus
sentimientos lo que era todavía tan extraño, pero podía ver en su cara que ella
de verdad quería decir cada palabra que decía. Cuando esto terminó, Ekaterina
fue adelante hacia Jill. Desde la última vez que había visto a la niña, alguien le
había dado la corona a la espera. Había sido hecha para Lissa, una obra maestra
de oro blanco y amarillo entrelazado con esmeraldas y diamantes.
Complementaba el atuendo maravillosamente, me di cuenta desde el principio,
Jill también.
Otra tradición era que el monarca debía ser coronado por un miembro de
su familia y esto era por lo que Jill se había salvado. Podía ver sus manos
temblando mientras establecía la maravilla de joyas en la cabeza de su hermana
y sus miradas se encontraron brevemente. Un destello de emociones
problemáticas se arremolinaban en los ojos de Lissa una vez más. Fue rápido,
Jill dio un paso atrás y el peso de la ceremonia tomo precedencia.
―No sé,‖ le dije, apoyándome en su pecho. ―Pero creo que va estar bien.‖
FIN
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AGRADECIMIENTOS
RICHELLE MEAD
Una nota especial, va para Jesse McGatha por crear el enigma de bosque, algo
que nunca podría habérseme ocurrido, y mucho menos resuelto.
Y como siempre, agradezco a los publicistas que trabajan entre bastidores para
hacer que estos libros sucedan: Jim McCarthy, mi agente, terapeuta ocasional, y
defensor sin descanso; Lauren Abramo, quien sigue encontrando países de los
cuales nunca he escuchado hablar para enviar a Rose. A Jessica Rothenberg y
Ben Schrank, extraordinarios editores que estoy muy segura que muchas veces
han renunciado a su comida y a su sueño, por perfeccionar estos libros; a la
publicista Casey McIntyre, quien organiza mis viajes y entrevistas, con mucho
cuidado, alrededor de mis citas con el peluquero.
Un agradecimiento final a todos los demás que trabajan en esta saga de Penguin
Books, Dystel y Goderich Literaty Management, y mis editores internacionales.
Hay demasiados de ustedes en la lista, pero todos son esenciales en la historia
de Rose. Gracias.
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RICHELLLE MEAD
AGRADECIMIENTOS
KAPR
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