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Pero a veces tocar fondo es sólo el comienzo. Porque de repente los poderes de
Layla comienzan a evolucionar, y le ofrecen un sabor tentador de lo que siempre ha
sido prohibido. Entonces, cuando menos lo espera, Roth regresa, trayendo noticias
que podría cambiar su mundo para siempre. Ella finalmente está consiguiendo lo que
siempre quiso, ero con el infierno literalmente errante y el número de muertos
acrecentándose, el precio puede ser más alto de lo que Layla está dispuesta a pagar...
Alphas: Ángeles superiores.
c
Traducido por Salilakab
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
D
iez segundos después de que la Sra. Cleo llegó a la clase de biología,
encendió el proyector y apago las luces, Bambi decidió que ya no estaba
más cómoda alrededor de mi cintura.
Cinco segundos más pasaron cuando Stacey me miró con las cejas
levantadas, forcé una tensa sonrisa sabiendo que Bambi no había terminado
aún. No, su lengua salió haciendo cosquillas al lado de mi cuello.
A pesar de que sabía que su pecho estaba en su camisa, o al menos eso esperaba
ya que su suéter con cuello en V estaba bastante escotado, mi miraba se profundizó
mientras bajaba mi mano.
Bueno, siempre y cuando ella no decidiera arrastrarse arriba, a la cara. Algo que
le gustaba hacer cuando Zayne estaba cerca. Él era un Guardián absolutamente
magnífico, un miembro de la raza de criaturas que podían verse como humanos a
voluntad, pero cuya forma era lo que los humanos llaman gárgolas. Los Guardianes se
encargaban de proteger a la humanidad, cazando lo que salía en la noche... y durante
el día. Yo había crecido con Zayne y había cultivado un flechazo por él tipo cachorro-
amo durante años.
No tenía idea de cómo Roth había manejado a Bambi arrastrándose sobre él.
Dos semanas. Trescientas treinta y seis horas más o menos, habían pasado desde
aquella noche en el viejo gimnasio y ni un segundo se había hecho más fácil. Me dolía
como si hubiera sucedido hace una hora y no estaba segura si un mes o un año a
partir de ahora lo haría diferente.
Una de las partes más difíciles eran las mentiras. Stacey y Sam habían tenido un
centenar de preguntas cuando Roth no había regresado después de la noche que
habíamos localizado La Llave Menor de Salomón (el antiguo libro que tenía las
respuestas a todo lo que necesitábamos saber de mi madre) y que había sido
capturado por Abbot (el líder de los Guardianes en Washington quién me había
adoptado cuando niña). Ellos se habían detenido eventualmente, pero había aún otro
secreto que estaba ocultándoles, a mis dos amigos más cercanos.
A pesar de nuestra amistad ninguno de ellos sabía lo que yo era, mitad Guardián,
mitad demonio, y ninguno de ellos sabía que Roth no había estado ausente
simplemente por mononucleosis o que había sido transferido a otra escuela. Pero a
veces era más fácil pensar en él de esa manera, decirme que estaba solo en otra
escuela y no dónde está realmente.
Debido a que era un demonio, el molesto problema de las almas era un punto
discutible, ya que él no tenía una. Y a diferencia de Abbot y casi todos los Guardianes,
incluso Zayne, a Roth no le había importado que yo fuera una mestiza. Él me había
aceptado tal como era.
Pasando las palmas de las manos sobre mis ojos me mordí el interior de mi
mejilla. Cuando había encontrado y reparado mi collar el que Petr, un Guardián quién
resultó ser mi medio hermano, rompió mientras me atacó, en el apartamento de Roth,
me aferré a la esperanza de que Roth no estaba en las fosas después de todo, que
había escapado de alguna manera, pero cada día que pasaba, la esperanza se apagaba
como un huracán.
Creía más que nada en este mundo que si Roth hubiera podido llegar a mí, ya lo
hubiera hecho y eso significaba...
Cuando mi pecho se apretó dolorosamente, abrí los ojos y deje salir lentamente
el aliento que había estado conteniendo, la habitación estaba un poco borrosa a través
de la bruma de lágrimas no derramadas, parpadeé un par de veces mientras me
dejaba caer en mi asiento, lo que fuera que estaba en el proyector no tenía sentido
para mí. ¿Algo que ver con el círculo de la vida? No, eso era el Rey León. Sí que iba a
reprobar esta clase. Imaginándome que debería al menos intentar tomar notas, tomé
mi pluma y...
Al frente de la clase, las patas metálicas de una silla arañaron el suelo chillando
muy fuerte, un chico saltó de su silla como si alguien le hubiera encendido fuego a su
trasero, un resplandor amarillo lo envolvió –su aura– yo era la única que podía verlo,
pero tartamudeé erráticamente, parpadeando. Ver el aura de las personas, un reflejo
de sus almas, no era nada nuevo para mí, eran de todo tipo de colores, algunas veces
una mezcla de más de dos, pero nunca había visto una ondear así antes. Eché un
vistazo alrededor de la habitación y la mezcla de las auras brillaban débilmente.
¿Qué demonios?
Dean giró sobre sus talones frente a los dos tipos sentados detrás de él, ellos
estaban inclinados en sus asientos con los brazos cruzados y los labios curvados en
sonrisas idénticas, la boca de Dean estaba presionada en una línea delgada y su rostro
estaba enrojecido, mi boca se abrió mientras él plantaba una mano en la mesa de color
blanco y estrellaba su puño contra la mandíbula del chico detrás de él, el golpe hizo
eco en la habitación seguido de varios jadeos de sorpresa.
Me senté con la espalda recta cuando Stacey dio una palmada con sus manos en
la mesa.
No conocía muy bien a Dean. Diablos, no estaba segura si había hablado con
él más de un puñado de palabras durante los cuatro años de la escuela, pero era
tranquilo y promedio, alto y delgado, muy parecido a Sam.
Totalmente no el tipo de chico que creerías que está dispuesto a golpear a otro
chico –mucho más grande que él– la siguiente semana.
—Dean —gritó la Sra.. Cleo, su amplio pecho expandiéndose mientras se
apresuraba a la pared y encendía de un tirón las luces—. ¿Qué estás...?
El otro tipo se levantó cómo flecha con las manos en puños apretados a los lados.
Stacey estaba parada sobre las puntas de sus botas, aparentemente buscando un
mejor ángulo para su teléfono.
—Esto es...
—Pero ellos... —Salté cuando la puerta del salón se abrió y golpeó contra la
pared.
Los agentes de seguridad rodearon la clase, dirigiéndose directamente a la pelea,
un tipo fornido envolvió sus brazos alrededor de Dean, arrastrándolo lejos del otro
estudiante y la Sra. Cleo zumbaba por todo el salón como un colibrí nervioso
agarrando su collar de perlas de mal gusto con ambas manos.
El silencio que siguió a la llamada urgente se rompió cuando Dean echó atrás la
cabeza y rio mientras el otro guardia de seguridad le arrastraba desde el salón de
clases.
Stacey metió su largo cabello negro detrás de los oídos, no había tocado la
rebanada de pizza en su plato o la lata de refresco, yo tampoco lo había hecho. Ella
estaba pensando probablemente en la misma frase que yo. El Director Blunt y el
consejo de estudiantes que nunca realmente le había prestado atención, le dieron la
opción a todos los estudiantes de la clase a ir a casa.
—No es cómo si el chico esté muerto —respondió Sam con la boca llena de pizza,
sus gafas deslizándose por su nariz, el pelo castaño dejándose caer por su frente. Su
alma, una mezcla de color amarillo y azul, parpadeó como lo había estado haciendo la
de todo el mundo ésta mañana, destellando, como si estuviera jugando al escondite
conmigo—. He oído que revivió en la ambulancia.
—No cambia el hecho de que vimos a alguien ser golpeado en la cara con tanta
fuerza que murió en frente a nosotros —insistió—. ¿O estás perdiendo el punto?
—Es todo tuyo. —Un segundo después, arrebató la pizza con los pequeños cubos
de pepperoni de mi plato. Su mirada parpadeó hasta la mía—. ¿Estás bien? —le
pregunté.
Un dolor sordo estalló detrás de mis ojos cuando me estiré en busca de mi soda.
Necesitaba cafeína. También necesitaba averiguar qué demonios estaba sucediendo
con las auras de todos que parpadeaban. El sombreado de colores alrededor de un
humano representaba qué clase de alma llevaban: blanco para un alma totalmente
pura, pasteles eran los más comunes y por lo general indica un alma buena, y los
colores oscuros, es un cuestionable estado del alma. Y si un ser humano no tenía ese
halo revelador en torno a él, eso significaba que estaba en el equipo que no tiene alma.
—Es sólo que esos dos idiotas probablemente molestaban a Dean. —Sam
continuó rematando la pizza en un nanosegundo—. La gente estalla.
—La gente por lo general no tienen puños que podrían ser consideradas armas
letales —replicó Stacey.
Y Zayne... él siempre había significado el mundo y algo más para mí. Eso no había
cambiado. Nunca lo haría. La primera vez que había sido llevada en el clan, había
estado aterrorizada y me había escondido en un armario rápidamente. Fue Zayne
quien me había engatusado, sosteniendo en sus manos un ya-nada-bonito oso de
peluche que yo había apodado Sr. Snotty. Había estado pegada a su cadera desde
entonces. Bueno, hasta que Roth había llegado. Zayne había sido mi único aliado, la
única persona que sabía lo que era... y Dios, había estado ahí como mi roca las últimas
semanas.
—Así que... —Sam soltó las palabras mientras le envié a Zayne un rápido
y dejé caer el teléfono en el bolso—. ¿Sabían ustedes que cuando las serpientes nacen
con dos cabezas, se pelean entre sí por la comida?–
—¿Qué? —preguntó Stacey, surcando las cejas como dos pequeñas líneas de
enojo.
Él asintió con la cabeza, sonriendo un poco—. Sí. Algo así como un combate a
muerte... con uno mismo.
Por alguna razón, un poco de rigidez salió de mi postura cuando Stacey ahogó
una carcajada y dijo—: Tu capacidad de conocimiento inútil nunca deja de
sorprenderme.
Así que...
—En realidad... —Sam miró como si estuviera a punto de explicar algún tipo de
hecho al azar sobre el amor y las temperaturas cuando el dolor en mi cabeza estalló.
Tomando un gran respiro, me llevé las manos sobre mis ojos y los apreté contra
la sensación punzante al rojo vivo. Era feroz y rápido, se fue tan pronto como empezó.
—¿Layla? ¿Estás bien? —preguntó Sam.
Asentí con la cabeza lentamente bajé la mano y abrí los ojos. Sam miró hacia mí,
pero...
Busqué a Eva Haster, con cuya aura estaba muy familiarizada, la encontré
sentada a unas pocas mesas rodeada de lo que Stacey amablemente se refería como la
manada de perras. A su lado estaba Gareth, su novio intermitente, estaba inclinado
hacia adelante, con los brazos cruzados sobre la mesa, la mirada pérdida en la nada,
sus ojos estaban rojos y vidriosos. Le gustaba ir de fiesta, pero no podía recordar un
día que lo hubiera visto drogado en la escuela. No había nada a su alrededor.
Mi mirada revoloteó hacia ella. Todavía nada de aura. Y luego a Sam. Nada. Yo no
podía ver una sola alma.
Traducido por nahirr & otravaga(SOS)
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
E
l resto de la tarde pasó como en un sueño. Odiaba pensar que Stacey y
Sam estaban acostumbrados a mis cambios de humor aleatorios y mis
desapariciones, pero así era. Ninguno me preguntó acerca de mi extraño
comportamiento.
Pero Nicolai, un Guardián que conocía igual de bien que a Zayne, hoy no tenía su
resplandor usual. Subí a la parte trasera del Escalade, con los ojos bien abiertos
mientras cerraba la puerta detrás de mí.
Me dirigió una mirada rápida. Nicolai sonría con muy poca frecuencia desde que
perdió a su esposa y a su único hijo en el parto. Yo solía recibir más sonrisas que el
resto, pero ya no más desde el día que el clan me había atrapado con Roth.
—¿Está bien? —preguntó, sus ojos eran iguales a los de Zayne. Todos los
Guardianes tenían los ojos de un azul muy brillante como el cielo en verano antes de
una tormenta. Los míos eran del gris más pálido, como si les hubieran sacado todo el
color con lavandina, el resultado de la sangre demoníaca en mí.
Cuando no hice nada aparte de mirarlo como una idiota, apareció un ligero ceño
en su rostro atractivo.
—¿Layla?
—Estoy bien.
Pareció como si hubiera tomado treinta minutos y diez años para que el Escalade
frenara en frente del compuesto. Como siempre, tomé mi mochila y abrí la puerta. Lo
había hecho tantas veces que no miré dónde pisaba. Sabía que el bordillo de la acera
que dirigía a la entrada estaría allí.
Excepto que cuando salté, mis pies ceñidos en botas no se encontraron con otra
cosa más que aire. Perdí el equilibrio, y estiré las manos hacia adelante mientras me
caía. Mi mochila cayó a un lado mientras caía con las palmas hacia adelante. Bambi
cambió sin previo aviso y se enrolló en mi cintura, como si buscara una forma de no
acabar aplastada si me caía.
—¿Estás segura de que no estás lastimada? Podría hacer que Jasmine le eche un
vistazo a tus manos.
No tenía idea de por qué Jasmine, un miembro del clan de Guardianes de Nueva
York, todavía estaba aquí. No es que tuviera algún problema con ella. Su hermana
menor Danika, la hermosa gárgola de pura sangre que quería hacer bebés con Zayne,
era otra historia. Pero de cualquier forma, teniendo en cuenta todo lo que habíamos
compartido Roth y yo, realmente no tenía lugar para estar celosa.
Pero la quemadura amarga estaba allí cada vez que veía a la belleza de cabello
oscuro. La doble moral apestaba, pero oh bueno.
—En serio. Estoy bien —dije mientras esperábamos que Geoff, escondido en
algún lugar del seno del recinto, abriera la puerta—. Solo obviamente no soy muy ágil.
Sus hermosos ojos azules estaban muy abiertos, las pupilas ligeramente
verticales. Su cabello rubio ondulado, el cual había cortado recientemente, todavía era
lo suficientemente largo para enmarcar sus amplios pómulos. Sus labios gruesos
estaban separados.
Durante diez años había crecido con Zayne a mi lado. Él era cuatro años más
grande que yo, así que lo había idolatrado como cualquier hermana menor haría, pero
nada de lo que había sentido por Zayne, por lo menos no en los últimos años, había
sido fraternal. Lo había deseado desde que fui lo suficientemente grande para apreciar
los abdominales marcados en un chico.
Maldición.
Pero justo en ese momento, su potencial futuro de hacer bebés con Danika
parecía haber sido removido de esta habitación. Zayne me estaba mirando como si
nunca me hubiera visto en realidad, y honestamente no podía pensar en algún
momento en el que me haya visto con un traje de baño, mucho menos un sostén. Traté
de no pensar en mi ropa interior de puntos rojos que se asomaba desde mis jeans.
Rubor corrió hacia mis mejillas y luego seguí su mirada por mi cuello y más
abajo. Podía sentir la cola de Bambi moviéndose a lo largo de mi columna vertebral.
Estaba envuelta alrededor de mi cintura, con su largo cuello estirado entre mis
pechos. Su cabeza descansaba en la parte superior de mi pecho derecho como si fuera
su almohada personal, justo debajo de donde colgaba mi collar.
Dio un paso hacia adelante y se detuvo de nuevo; su mirada viajó hacia arriba
con la intensidad suficiente para sentirla como una caricia física. Algo cambió en mí, y
la vergüenza se disolvió en una calidez embriagadora. Una pesadez se instaló en mi
pecho, y los músculos en la parte inferior de mi estómago se contrajeron.
Sabía que tenía que volver a ponerme un suéter, o por lo menos tratar de
cubrirme, pero había algo en la forma que me miraba que me mantenía inmóvil y…
quería que me viera.
—Dios —dijo, finalmente hablando con una voz baja y profunda que
retumbaba—. Eres hermosa, Layla. Un regalo.
Mi corazón hizo una voltereta hacia atrás, pero mis oídos tampoco debían de
estar funcionando correctamente, porque sabía que eso no era lo que acababa de
decir. En el pasado me había dicho bonita, pero nunca hermosa… nunca un regalo. No
con mi cabello tan pálido que podía ser considerado blanco o el hecho que lucía como
una muñeca Kewpie demente, con mis ojos y boca muy grandes para mi rostro. Osea,
no era horrible ni nada, pero no era Danika. Ella era todo cabello negro brillante, y
piernas largas y ágiles. Ella era impresionante.
Él sacudió la cabeza de una lado hacia el otro mientras caminaba, no, mientras
me acechaba, cada paso lleno de propósito y con una gracia inherente que podría
envidioso a un bailarín.
—Eres hermosa —dijo, con los ojos de un tono azul brillante y luminoso—. No
creo que alguna vez te lo haya dicho.
—No digas que no lo eres. —Su mirada bajó una vez más a donde estaba
apoyada la cabeza de Bambi, y el aire salió entre mis labios entreabiertos. Por una vez,
la familiar demoníaca no se movió—. Porque lo eres, Layla. Eres hermosa.
Su mirada chocó con la mía, y ahora sus pupilas eran completamente verticales.
Mi boca se secó y por un salvaje segundo, pensé que podría besarme. Cada músculo de
mi cuerpo se tensó, haciendo que la cola de Bambi se moviera rápidamente sobre mi
espina dorsal. Un millar de fantasías, y había tenido muchas de esas cuando se trataba
de Zayne, no podrían haberme preparado para este momento. Zayne... él significaba el
mundo para mí y antes de Roth…
Roth.
¿Cómo podía estar parada aquí con Zayne, queriendo que él me besara, porque sí
quería eso, cuando acababa de perder Roth?
Con lo que pareció ser un gran esfuerzo, él apartó la mirada y echó un vistazo
por encima de su hombro. Querido Señor Dios, la puerta estaba abierta. Cualquiera
podría haber pasado caminando y haberme visto ahí parada. En mi sujetador… mi
sujetador negro.
Zayne se aclaró la garganta, pero cuando habló, su voz era aún más profunda y
más áspera de lo normal.
—Sí, no es gran cosa. —Hizo una pausa, y luego sentí su mirada apartarse de
mí—. Vine aquí arriba porque Nicolai dijo que te caíste afuera.
—¿Estás bien?
—Sip. Estoy bien. Pero la acera no. ¿Tienes idea de lo que le pasó?
Tan agradable como era que me sujetara la mano, la retiré con un suspiro.
Jasmine tenía un talento natural a la hora de trabajar con hierbas curativas y todo eso.
—Estoy bien. Sabes que estas marcas habrán desaparecido para mañana.
—Es por eso que vine aquí arriba. Pensé que estabas más lastimada de lo que
estabas diciendo y es por eso que no habías bajado a la sala de entrenamiento.
Me giré hacia él, viendo como estiraba el otro brazo y agarraba al Sr. Mocoso. Lo
dejó caer entre nosotros, sentándolo, y sonreí.
Los Guardianes eran como viejitas chismosas en su reunión del bingo semanal,
pero sí tenían razón en sospechar de mí. Me metí el cabello detrás de las orejas.
Su gran mano quedó inmóvil en el oso de peluche y sus ojos encontraron los
míos.
—¿Qué?
Empujando a un lado todo el asunto del sujetador y de estar medio desnuda para
obsesionarme con eso más tarde, me acerqué más a él y bajé la voz, consciente de la
puerta aún abierta.
—No sé cómo ni por qué sucedió, pero en la clase de biología, mi visión empezó
a estropearse un poco.
—Detalles.
—Son las almas. En la clase de biología, me di cuenta que las auras parecían...
titilar, luego en el almuerzo, se desvanecieron por completo.
—¿Por completo?
Asentí.
—No puedo ver ningún alma. —Mi pulso se aceleró cuando realmente lo
asimilé—. La de nadie. Es como con los demonios. Nada a su alrededor.
—En el almuerzo, tuve este dolor realmente fuerte detrás de los ojos y los cerré.
Cuando los volví a abrir, todas las auras se habían ido. Justo así.
—¿Y no pasó nada más? —Cuando negué con la cabeza, se frotó un punto por
encima de su corazón—. ¿No entraste en contacto con... con algún demonio?
—No tienes razones para creer eso y yo... yo te he mentido antes. —Tragué con
fuerza cuando él miró hacia otro lado. Un músculo vibraba a lo largo de su
mandíbula—. Y lamento eso, pero pensé...
—Lo sé.
—Bueno. ¿Entonces no pasó nada más? Claro. —Él dejó escapar un profundo
suspiro mientras negaba con la cabeza—. No lo sé. Realmente no hay nadie a
preguntar. No hay otro…
—¿Demonio?
—Sí, eso. No hay otros demonios alrededor que puedan hacer lo que puedes
hacer tú, así que eso nos deja muy poco con lo que trabajar.
Mi madre podía ver almas, o al menos eso era lo que Roth había dicho. Sin
embargo no era como si pudiera preguntarle, dado que en la actualidad estaba
encadenada en el Infierno.
—Tal vez esto es sólo temporal —dijo, estirando la mano y apartando hacia atrás
un mechón de cabello rubio tan claro que prácticamente era tan blanco como mi
rostro—. Así que no nos volvamos locos hasta que lo sepamos a ciencia cierta. ¿Está
bien?
—No si tú no quieres que lo haga. —Hizo una pausa—. Pero ¿por qué no quieres
que él lo sepa?
Entrenar era importante. Evitaba que recibiera una paliza cuando me tropezaba
con demonios, pero asentí. Tomando su mano, dejé que me halara a su lado. Nos
quedamos allí por unos momentos, yo sobre mi espalda y Zayne de costado.
Suspiré.
—Lo mismo.
Con las cejas frunciéndose, incliné la cabeza hacia atrás para verlo.
Él no respondió de inmediato.
Me encogí de hombros.
¿Qué estaba pasando con él ahora? ¿Estaba siendo torturado? ¿De alguna
manera se encontraba bien? Había pensado esas preguntas tantas veces que eran un
eco constante en mi mente.
—Sé que te preocupabas por él —dijo Zayne, entrelazando sus dedos con los
míos—. Pero no te olvides de mí. Estoy aquí para ti. Siempre lo estaré.
—¿Está bien?
—Está bien —dije en voz baja, cerrando los ojos contra el familiar ardor—. No lo
haré.
Traducido por Auroo_J
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
P ara el almuerzo del día siguiente, todavía no veía ningún alma, pero una idea se
me ocurrió mientras fingía prestar atención en la clase de inglés, mientras que el
profesor daba una conferencia sobre las consecuencias del amor imprudente en
Romeo y Julieta.
No había visto a un demonio en días y tal vez algo sería diferente en ellos
también. Tenía sentido. Algo así. Si los humanos de repente carecían de alma, tal vez vería
también alguna diferencia en los demonios, que no tenían almas, para empezar.
Mientras Stacey organizó su brócoli en una cara sonriente demente, le envió un texto
rápido a Nicolai haciéndole saber que me recoja en Dupont Circle. Él lo vería cuando se
despertara y ya que él no era consciente de lo que estaba pasando conmigo, no parecería
extraño para él. Para Zayne, sería una historia diferente, pero yo le explicaría cuando llegué a
casa.
—¿No hay emoción en la clase de bio hoy? —preguntó Sam, pinchando su brócoli con su
tenedor de plástico.
—La pobre mujer, probablemente, tuvo un derrame cerebral. —Empujé mis verduras
alrededor de la decantación de carne misteriosa—. Tuvimos un substituto hoy, un señor
Tucker.
—¿En serio? —preguntó Sam. Antes de que pudiera responder, se inclinó sobre la mesa,
alisando su pulgar a lo largo de la parte superior de su mejilla.
Me quedé helada.
Sam sonrió mientras rozó el dedo a lo largo de su mejilla de nuevo.
Empecé a sonreír.
—Una pestaña —explicó, con la mirada fija en ella—. ¿Sabías que las pestañas
mantienen el polvo fuera de los ojos?
—Sí —susurró.
Lo que me dio otra idea. Retorcidas habilidades demoníacas de lado, sería bueno salir y
hacer algo... normal.
—Estoy libre de la mayor parte de las vacaciones de Acción de Gracias. —Ella le deslizó
a Sam una sonrisa sorprendentemente tímida—. ¿Y tú?
—Estoy libre siempre. —Sus ojos oscuros se posaron en mí—. ¿Por qué no invitas a
Roth?
Mi corazón se dejó caer en mi vientre y mi boca se abrió, pero no hubo palabras. Bueno,
esa oferta de diversión me había abofeteado de vuelta en la cara.
—Um, estoy pensando que dije algo malo. ¿Ustedes ya no están saliendo? Yo supuse que
iba a una nueva escuela o algo así.
Dios, cómo me hubiera gustado que fuera eso.
—Con pasos de bebé. —Se rió, pero se desvaneció rápidamente—. He estado esperando
que me digas lo que pasa, pero he esperado todo el tiempo que puedo. ¿Qué pasó contigo y
Roth por cierto? Ustedes estaban muy entusiasmados. Se suponía que pasarías la noche con él,
los atraparon y…
—Está bien. —Se inclinó hacia mí. Una ola de esperanza se estrelló contra mí, saliendo
de la nada. Era tan fuerte que di un paso atrás. La anticipación se desvaneció cuando los
oscuros ojos de Stacey se iluminaron—. Bueno. ¿Soy yo o Sam estaba tratando de
coquetearme?
—Lo hiciste bien con la idea de la película. —Comenzó a caminar a mi lado—. Estoy
orgullosa de ti por eso.
—No sé por qué no solo lo invitas a salir. —Reduje la velocidad mientras me acercaba al
salón de historia. —Nunca has tenido un problema en hacer eso antes.
—Lo sé. —Echó la cabeza hacia atrás y frunció el ceño—. Pero él es diferente. Él es Sam.
Está interesado en cosas como las computadoras, los libros y cosas nerd.
Me reí. Sam era bastante nerd, pero nerd lindo—. ¿Y tú?
—Yo creo que sí. —Echándose un vistazo a sí misma, tiró hacia abajo la parte superior
de la camiseta de color rojo que llevaba debajo de su larga chaqueta de punto, exponiendo las
protuberancias de sus pechos. —Y en la clase de arte, descubrirá que él está interesado en los
senos. Deséame suerte.
Cuando Stacey se alejó de mí, me volví sobre mis talones, me dirigí a la clase y me
detuve. Mis cejas subieron a mi frente. Por los baños, un chico y una chica estaban
enganchados. No podría decir quiénes eran o donde iniciaba uno y terminaba otro. Estaban
presionados contra la pared. La chica tenía una pierna enroscada alrededor de la cintura del
chico y sus caderas estaban... ¡jua!
Pero... pero el entrenador Dinkerton, estimado líder de nuestro equipo de fútbol sin
victorias, pasó a su lado. No se inmutó. Ni siquiera cuando la pareja se metió en el baño de las
chicas.
Todo al que pasé podría haber sido un potencial Poser o de Nivel Superior para todo lo
que sabía. Tal vez simplemente no podía sentir demonios como otros Vigilantes. Dios,
apestaría si ese era el caso. Necesitaba averiguar si eso era un problema, de inmediato, pero
¿dónde puedo encontrar un grupo de demonios que esperanzadoramente no trataran de
matarme?
Dios, ¿cuántas veces había deseado ser normal para los estándares Guardianes? Y ahora
que estaba más cerca de ser así, yo misma me estaba dando una úlcera y…?
La forma salió de la nada, nada más que una espesa sombra que serpenteaba desde el
callejón, moviéndose demasiado rápido para mí, incluso para conseguir gritar. Un segundo
estaba caminando por la calle y al siguiente, era arrastrada hacia un lado en un oscuro y
estrecho callejón. Un estallido agresivo resplandeció desde el interior y luego se desvaneció
en crudo terror gélido mientras la fuerte presión se liberaba. Volé hacia atrás varios metros.
Mi mochila golpeó en un contenedor de basura mientras yo golpeaba el suelo frío sobre mi
trasero.
Aturdida, miré hacia arriba a través de una capa de pelo rubio pálido al ver dos ojos
azules vibrantes con pupilas verticales mirándome fijamente.
S
anta madre de Dios.
—¡Espera! —dije, saltando hacia atrás cuando él giró hacia mí—. No soy un
demonio.
El Guardián se mofó. Parecía joven y su rostro era desconocido para mí, lo cual
significaba que no era parte del clan de D.C.
Los puntos cayeron al suelo del callejón y giraron juntos, formando una espesa
masa que se levantó en el aire, tomando la forma de una serpiente.
Más alta que yo y más ancha que el Guardián, Bambi silbó como una máquina de
vapor cuando se echó hacia atrás, preparándose para atacar.
—Sí, pero no es lo que crees —la sangre goteaba por mi brazo cuando tropecé
hacia Bambi. Mi corazón latió fuertemente cuando ella abrió la boca, revelando
colmillos del tamaño de mis manos. Le eché un vistazo a la entrada del callejón. En
cualquier segundo alguien podría volver aquí y mientras que el Guardián no sería
demasiado difícil de explicar, la serpiente del tamaño de un Humvee era otra
historia—. Por favor. Déjame explicarlo. No soy un alguien malo.
—Está no es la primera vez que un demonio dice eso —el Guardián rodeó a
Bambi mientras su piel se oscurecía a un gris profundo.
La serpiente se echó hacia atrás una vez más, su poderoso cuerpo enroscándose
y tensándose.
—Por favor detente —jadeé, todavía intentando ponerle fin a este completo
desastre de un choque de trenes—. Estamos en el mismo…
No lo logró.
—¡Bambi!
Demasiado tarde.
Como una cobarde, cerré los ojos ante el primer grito agudo. Mi estómago se
revolvió cuando una sucesión de repugnantes ruidos de crujidos lleno el callejón. Giré
alrededor, frente a la entrada del callejón. La gente paseaba en ambas direcciones, sin
tener idea de lo que estaba sucediendo aquí.
Hubo un sonido de tragar fuerte y había una buena probabilidad de que fuera a
vomitar. Mirando hacia abajo, envolví mi mano alrededor de mi brazo izquierdo e
hice una mueca cuando el dolor me atravesó. Mi suéter era oscuro, enmascarando la
sangre, pero estaba goteando sobre mi mano. Mordiéndome el labio, cerré los ojos
cuando una ola de vértigo se apodero de mí.
No le dije nada a él, porque ¿qué podía decir? Un Guardián intentó matarme.
Puede que este desangrándome por aquí. Oh, y por cierto, Bambi se comió a dicho
Guardián para la cena. Sí, eso iba a terminar como una tonelada de ladrillos atados con
dinamita.
Apretando la mandíbula para evitar gemir cada vez que llegábamos a un bache,
me sentía un poco fuera de ello para cuando llegamos al recinto. El corte no podía ser
tan profundo. Al menos, esperaba que no lo fuera, pero maldita sea si todo mi brazo
izquierdo no se sentía como un frio pedazo de carne.
Jasmine estaba ahí, con sus brazos alrededor de un alto Guardián varón con pelo
castaño ondulado. Él estaba sosteniendo a su hija, Izzy. La niña de dos años estaba en
su forma humana, pero dos cuernos de color oscuro dividían sus rizos rojos y sus alas
se asomaban por la parte trasera de su camisa color rosado. Drake, el hermano gemelo
de Izzy, estaba trepando las piernas del varón, gruñendo cada vez que saltaba.
Lo cual significaba que Jasmine y Danika se dirigirían a casa pronto, ya que los
miembros de su clan estaban de regreso y ya no era necesario que se mantuvieran
aquí por razones de seguridad. Hurra.
Una extraña expresión contrajo sus hermosos rasgos mientras su mirada
recorría su entorno. Cuando sus ojos se posaron en mí, sus hombros se relajaron un
poco, pero la extraña tensión en su rostro se mantuvo.
—Bien. Pareces…
Oh, por amor de Dios, si sacaba un cuchillo, iba a renunciar a la vida en general.
Había una pesada capa de advertencia en la voz de Dez que provocó que Maddox
se enderezara como si duro acero se hubiera derramado por su espina dorsal. Asintió
secamente y luego dio un paso a mí alrededor, rehuyendo de mí de manera que uno
pensaría que portaba algún tipo feroz enfermedad.
—¿Has visto a Tomas? —pregunto Maddox, viéndome desde los rabillos de sus
ojos—. Fue a la ciudad. ¿Ha vuelto?
—No —dijo Dez, elevando a Drake. Detrás de él, Jasmine frunció el ceño cuando
me miró. Estaba segura que sus sentidos de “hay un pájaro herido cerca” se estaban
disparando. Era una muy buena curandera. Algo de lo que necesitaba
desesperadamente, pero necesitaba salir de aquí—. Estoy seguro de que regresara
pronto —terminó él.
Con una sensación de hundimiento, tuve una real idea de quien era Tomas…o
solía ser.
Oh Dios. Comencé a arrastrar los pies hacia las escaleras pero la profunda y
ronca risa de Zayne llamó mi atención.
Zayne estaba parado con su espalda hacia la puerta, al lado de una hermosa
Guardiana de cabello oscuro, el tipo de belleza que me hacía sentir blah en un buen
día. Danika se inclinaba hacia él y sonreía mientras uno de los miembros del clan
contaba una historia.
No sabía qué tipo de historia. Nunca fui incluida en los cuentos. Y las únicas
veces que había estado en la biblioteca de Abbot recientemente era cuando me daban
un sermón de una cosa u otra.
—¿Layla?
—Sí. Espera solo un segundo —se volvió de nuevo hacia Danika y luego hacia su
padre, quien estaba probablemente dándole esa mirada. La mirada que decía no te
atrevas a alejarte de Danika, la futura madre de tus hijos—. Vuelvo enseguida.
—¿Estás bien?
—Algo por el estilo —chillé. Cuando empezó a darse la vuelta, sin duda para
sonar la alarma, dije—: No digas nada todavía. Por favor.
—Pero…
—Por favor.
—Eh...
Rodeamos el segundo rellano, y una vez que estuvimos fuera de la vista, Zayne se
inclinó y me recogió en sus brazos. En cualquier otro momento, habría hecho un
berrinche, pero todo el asunto de “estar sangrando y con dolor” me mantuvo
tranquila.
Cuando cerró la puerta tras él con la punta del pie, obligué a mi lengua a trabajar.
—¿Crees? —gritó.
Me estremecí.
—Bueno. Lo fui.
—No es tan malo, ¿verdad? —Miré hacia abajo, pero el material negro ocultaba
el daño.
Zayne levantó la vista, con sus ojos azules brillantes con determinación y su piel
normalmente dorada un tono o dos más pálida.
—Sí. Estorba.
—Pero…
El suéter siendo halado por encima de mi cabeza y sacado por mi brazo bueno
escondió la mueca que había hecho.
—No iba a enfrentar al demonio.
Estuvo callado mientras bajaba el suéter por completo. Estirándose, agarró una
colcha, cubriendo con ella mi parte delantera.
Estiré hacia arriba mi brazo sano, envolviendo mis dedos alrededor del collar.
—Un Guardián.
—Mierda. Esta era una cuchilla de hierro. —La tensión irradiaba de Zayne
cuando se retiró, con los dedos cubiertos con mi sangre—. ¿Cambiaste?
—¿Se lo comió?
—Hala, párala ahí, Layla-bug. ¿Vale? Podría haber sido él, pero no hay nada que
podamos hacer al respecto. Él se te fue encima y Bambi te defendió. Y punto.
—Sí —dije en voz baja, sabiendo que los demás Guardianes no lo verían así.
—Quédate aquí.
—Sobre mí.
—¿Ahora es invisible?
Sonreí.
—Está envuelta alrededor de mi pierna en este momento. Creo que se está
escondiendo.
Una risa parcialmente histérica escapó de golpe y una pequeña sonrisa estiró sus
labios. Nada de esto era divertido, pero si no me reía, probablemente empezaría a
gritar.
—El corte no está sanando y no va a hacerlo con una cuchilla de hierro y eso es
jodida…
—No, no lo hará.
—Asco —gemí.
—Ella no va a decir nada y es tan buena como Jasmine cuando se trata de este
tipo de cosas. —Se inclinó, colocando sus manos a cada lado de mis piernas—.
Podemos confiar en Danika.
Apuesto que mi rostro se veía como si también hubiese tragado pipí de hámster.
—No voy a dejar que nada te pase —dijo, con sus manos curvándose alrededor
de mis rodillas—. Voy a conseguir que te arreglen el brazo y luego vamos a resolver
esto. Pero si confías en mí...
Empecé a mirar hacia otro lado, pero él puso sus dedos en mis mejillas,
deteniéndome.
—Zayne.
—Si confías en mí, entonces tienes que confiar en que esto será seguro con
Danika —continuó—. No puedo hacer esto… suturarte el brazo. No por mí mismo.
¿Está bien? Te tengo.
—Vuelvo enseguida.
Le tomó cerca de dos minutos regresar con Danika. Durante ese tiempo, me
había convencido a mí misma de que Zayne había sido abordado por su padre y
obligado a divulgar la verdad. El enfermo sentido de miedo era como comida podrida
en mi barriga.
—No voy a decir nada —dijo ella, poniendo la bolsa a mi lado e inmediatamente
comenzar a hurgar en ésta—. Sólo que me alegra que estés aquí sentada y que Bambi
consiguió meterse una buena comida.
La miré boquiabierta.
—¿Tú… tú lo conocías?
—Esto definitivamente fue hierro —le dijo a Zayne—. ¿Ves cómo los bordes en
cierto modo están quemados?
—Incluso si ella hubiese cambiado, esto no habría sanado. Va a estar bien una
vez que esté suturada —continuó, y vi algo por el rabillo del ojo que parecía como
hilo—. Si fuese un demonio de pura sangre…
—Lo sé —respondió ella en voz baja—. Puedo entender por qué no quieres que
Abbot se entere. Debes haber estado tan asustada.
No podía mirar a Danika y no estaba segura de qué hacer con su simpatía en ese
momento. Sabía que ella estaba enhebrando una aguja y yo estaba a punto de perder
mi mierda, pero entonces recogió un frasco.
Danika extendió alguna porquería con olor a menta por todo mi brazo. Me sacudí
un poco cuando picó, pero en cuestión de segundos, la mezcla se volvió fría,
filtrándose más allá de la piel y dentro del músculo. Colocando el frasco de nuevo en la
bolsa, ella recogió sus instrumentos de inimaginable dolor y miró hacia arriba. Su
sorprendente rosto —perfectos pómulos altos, nariz respingona recta y labios
llenos— estaban drenados de todo color.
—Esto todavía va a doler —le dijo ella en voz baja a Zayne—. Probablemente
deberías… ummm, sostenerla en su lugar.
Tragué.
—Haré esto rápido —prometió ella—. Literalmente tomará solo unos segundos.
Casi le creí.
—Lo siento —susurró Danika, sus manos temblando levemente, pero Zayne me
mantuvo abajo, sosteniendo mi brazo herido derecho y quieto. Un mareante flujo de
maldiciones dejó mi lengua, y Zayne rio entre dientes roncamente.
—No tenía ni idea de que tuvieras ese tipo de boca —dijo él.
—No me importa. Quiero que ella se detenga. Ahora. —Intenté retirarme, pero
su agarre se apretó—. Detente. Por favor.
—No soy perfecta. —Todo mi cuerpo palpitaba como una herida gigante al rojo
vivo. Dios, yo era una llorica. Sin ninguna tolerancia al dolor. Luego, sin embargo, mi
piel estaba siendo remendada nuevamente con un mínimo de adormecimiento—.
Hue… huelo como un demonio.
—Está bien. —Zayne se las arregló para quedar más cerca, encajando su cuerpo
contra el mío—. No hueles a sangre.
Me quejé mientras Dinka tiraba del hilo—. Eres un muy mal mentiroso.
No sabía que tanto tiempo estaríamos ahí con Danika sentada en el borde de la
cama. Zayne pasó suavemente una mano por mi espalda hasta que los temblores
eventualmente cedieron, y los contenidos de mi estómago se acentuaron un poco. Él
libero su pierna de las mías.
Sin confiar en mi misma para hablar todavía, asentí de nuevo. Con la ayuda de
Zayne, reajusté el edredón y me senté. Mi cabeza daba un poco de vueltas y parches
oscuros volvían nublosa mi visión.
—No creo que vaya a vomitar. —Intenté ocultar mi sonrisa débil por su mirada
de alivio, pero Zayne la vio, y sus ojos se iluminaron—. Eso… apestó.
—Lo hiciste bien. —Miró hacia Zayne. Él estaba parado frente a mí, sus brazos
cruzados y sus rasgos endurecidos—. ¿Qué hacemos ahora?
Mi cerebro se sentía como una masa blanda, supuse que era porque necesitaba
consumir azúcar. Montones de azúcar. Ayudaba con los antojos. Y una siesta. Tal vez
dos siestas. Solo porque sí. Luego iba a irme a la cama.
Tras subir las orejas subiendo, levante mi cabeza, pasando mi atención entre
ambos.
—¿Saber qué?
Él se veía como si quisiera discutir, pero en lugar de eso dio un paso hacia
adelante y se sentó junto a mí.
—Está bien. —Mi brazo quemaba de manera feroz, pero el pavor empujó lejos el
dolor—. ¿Huelo como un demonio?
—No hueles a nada diferente de lo usual. Ese… idiota nunca debió haberlo dicho
de esa manera, pero yo si… —Exhaló profundamente mientras frotaba una de sus
manos en su mentón—. He sentido más en ti tu lado demoniaco—.
—¿Cómo podía? Hubieras pensado lo peor y no quería traer eso para ti. Y no
importa, porque eres en parte Guardián. Eres inherentemente…
—Demonios —dijo él, sus manos curvándose en puños—. Hay demonios aquí.
Quédense aquí. Ambas.
Dos de los miembros del clan hacían guardia frente al cuarto de estar, donde
sabía que Jasmine debería haber estado recluida con los bebés. La puerta de enfrente
estaba abierta, lo que me cogió con la guardia baja. Había también un revestimiento de
acero ahí, pero, ¿qué la puerta estuviera abierta, como si no hubiese nada que temer?
El aire nocturno se filtraba dentro, trayendo una cierta esencia.
No percibí nada, lo que resolvía la interrogante sobre eso, pero ese olor… oh por
dios, ese olor. Pequeños vellos se elevaron en todo mi cuerpo mientras me tambaleaba
hacia delante ciegamente.
—Layla…
Luego lo vi.
—Roth —susurré.
Traducido por martinafab & Jessy
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
E
ra tan alto y llamativo como cualquier príncipe superior podría serlo.
Sus ojos se abrieron ligeramente. Podría haber sido mi imaginación, pero juraba
que pude ver el destello del perno de metal en su lengua mientras se humedecía los
labios. Los músculos de su mandíbula se tensaron cuando una mirada ilegible
parpadeó sobre su imponente rostro, y me olvidé de todos los demás. Mi corazón se
estaba hinchando tanto que me sentí como si pudiera flotar hasta las estrellas.
—De hecho, soy un príncipe —le corrigió Roth en esa profunda voz rica-como-
el-chocolate-oscuro que envió una estela de escalofríos por mi columna vertebral, la
voz que no estaba segura de que iba a oír de nuevo—. Será mejor de que tú no te
olvides de eso.
—No es que derramar sangre fuera algo tan malo. —Al lado de Roth, un demonio
que reconocí como un gobernante infernal sonrió ampliamente, mostrando rectos
dientes blancos. Cayman era algo así como un demonio de mando medio. No tenía ni
idea de quién era el tercer demonio que permanecía de pie detrás de los otros dos.
Pero a medida que lo miraba y realmente comenzaba a asimilar que Roth estaba
aquí y estaba bien, no podía entender cómo esta era la primera vez que lo veía. Mejor
aún, ¿cómo había salido de las fosas ardientes? Eran supuestamente ineludibles.
—Ay, allá van todas mis esperanzas y sueños que tenía para nuestras clases de
bailar juntos bajo arco iris.
Ni por los mil infiernos iba hacerlo, pero antes de que pudiera decirlo, Roth
inclinó la cabeza y dijo:
—No, ella tiene que estar aquí. Vine por una razón, aunque nos hayamos
desviado un poco del asunto.
¿Desviado un poco del asunto con qué? ¿Cuánto tiempo había estado Roth aquí?
Apartándome el pelo de la cara, me sentía como si el cerebro me estuviera
funcionando a cámara lenta. Eché un vistazo a Zayne, pero él estaba concentrado en
Roth como si quisiera patearlo de vuelta al infierno. Las comisuras de mis labios se
deslizaron hacia abajo. Pillaba que Zayne y Roth nunca podrían ser mejores amigos,
pero, ¿Zayn había olvidado lo que Roth había hecho por él?
—No puede haber ninguna razón por la que les permitamos estar aquí. —Se
volvió hacia Abbot, las manos con garras formando puños—. Tomas está desaparecido
y apuesto a ellos que tienen algo que ver con ello.
Uh...
—No tengo ni idea de quién es Tomas —respondió Roth, sus labios, labios que se
habían grabado en mi memoria, se curvaron en una sonrisa—. Por otra parte, ustedes
los Guardianes todos parecen igual.
Maddox siseó.
—No, creo que soy sexy. —La sonrisa se extendió, pero no llegó a sus ojos fríos
de color ocre—. Y también creo que soy gracioso.
Dez y el resto de los Guardianes se tensaron. Supuse que pensaban que Roth
debía sentirse intimidado por cuantos eran, pero Roth... bueno, cuanto más difícil era
la situación, más listillo se ponía.
Abbot exhaló profundamente con las fosas nasales dilatadas, pero asintió.
—Eso es imposible —gruñó Zayne—. ¿Qué clase de mierda pretendes con esto?
—No pretendo nada y confía en mí, hay mentiras más interesantes que contar.
—No puede ser verdad —dijo Abbot, cruzando sus enormes brazos sobre su
amplio pecho—. Sabemos lo que se necesita para subir al Lilin y esas cosas no han
sucedido. Por no hablar de que Paimon fue detenido antes de que pudiera completarse
el ritual.
—¿Un demonio intentando mentirnos? —resopló Dez mientras una brisa fría le
agitaba el cabello—. Qué sorpresa.
Travesura, la del tipo que derribaría ciudades enteras, se encendió en los ojos de
Roth. Abrió la boca, pero di un paso adelante.
—Puede serlo.
—Como todos ustedes deben saber, si han leído su manual de “Cuando se Arme
El Lio”, hay cuatro cadenas que sujetan a Lilith en el Infierno.
Tendría que haber tomado un alma y habría tenido que perder mi inocencia, al
igual que en el sentido bíblico. Sólo Zayne y Roth sabían que había tomado un alma y
Abbot nunca podría saberlo o me mataría. ¿La otra parte? Todavía era virgen, así que
no podía...
—Paimon había completado las partes de la sangre —dijo Roth, siguiendo el hilo
de mis pensamientos. No me miró mientras hablaba, pero había un borde afilado en
sus palabras. Se me formaron nudos en el estómago—. La cortó. Lo vi.
Cómo en el mundo había visto el pequeño pinchazo durante la pelea estaba más
allá de mí.
Las cejas de Abbot se unieron. Abrió la boca y luego se giró para darme una
mirada penetrante. Me encogí detrás de la acusación en su mirada. ¿Sabía lo de Petr?
¿Que había tomado el alma al Guardián en defensa propia? Ya podía sentir la soga
rodeándome el cuello. Zayne se acercó más a mí, y el aire se me escapó de los
pulmones.
¿Afirmé?
—No te mentí.
—Ahora nos cree —dijo Cayman, sacudiendo la cabeza—. Con qué rapidez duda
de Layla.
—Layla nos dijo que ella es... bueno, ya saben lo que dijo. No tenemos ninguna
razón para dudar de ella, pero tenemos todas las razones para no confiar en ellos.
El alivio que me recorrió fue por poco tiempo cuando Roth arqueó una ceja
airoso.
Cerré los ojos. Esta conversación estaba a punto de ir cuesta abajo rápidamente.
—Y te doy las gracias por eso —respondió Zayne en tono cortante—. Pero eso
no cambia lo que eres o el hecho de que Layla es todavía...
—Pero todavía tenía un himen la última vez que comprobé, lo cual significa que
soy virgen —mis manos formaron inefectivos puños cuando las cejas de Roth se
levantaron en su frente—. ¿Así que podemos ya no hablar más de esto?
Él sonrió.
—Como siempre, el texto en el cual el ritual fue escrito no entra en detalles
explicando cómo o que se requiera para que Layla pierda su inocencia.
—Buen punto —Cayman metió las manos en los bolsillos de sus jeans mientras
se balanceaba en las suelas de sus botas, y por el brillo en su expresión, tenía esta
horrible sensación de que acababa de acorralarme a una esquina—. La pérdida de
inocencia se refiere al pecado carnal y no es que tenga que hacer el acto para
experimentar el placer del pecado. ¿Correcto?
Las increíblemente largas pestañas de Roth bajaron cuando lo que Cayman había
dicho se sumió en las mentes e imaginaciones de todos los presentes. Uno por uno, me
miraron…como si hubiera asesinado a una guardería de bebés y luego me hubiera
bañado alegremente en su sangre.
—En otras palabras, todo lo que ella necesitaba hacer era tener un orgasmo.
—Oh dios mío —gemí, poniendo de un golpe las manos en mi rostro ardiente.
Preferiría estar de vuelta en el callejón, apunto de ser rebanada y cortada en cuadritos
por el Guardián, que donde estaba.
—La Llave Menor es un texto antiguo, ¿recuerdan? Eso significa que no es lo más
fácil de interpretar en el mundo. Claramente todos entendimos algo mal, a pesar de mi
inteligencia superior. Ustedes tienen la Llave Menor. Vean si pueden averiguar el que.
Los Guardianes parecían creer eso por el momento, pero Abbot me disparó una
mirada que decía que hablaríamos más tarde y eso no era una conversación que
anhelara demasiado.
El tercer demonio, quien había estado en silencio hasta este punto, sacudió la
cabeza.
—En este momento, debe haber solo uno, porque si hubieran más, todos lo
sabrían. Habrían tenido una sobrepoblación de espectros. Pero incluso un Lilin puede
convertir esta ciudad en su patio de juegos personal para absorber almas —dijo
Roth—. Pueden tomar un alma con el simple roce de su mano o pueden jugar con las
personas, lentamente eliminando quienes son, cambiando todo su código moral
interno. Los Lilin pueden convertir a un Guardián si ponen las manos en uno.
—Y ellos son los únicos que pueden controlar los espectros —agregó Cayman—.
Si toman un alma completamente, esa vengativa cosa que crearan responderá al Lilin.
Es como…doblemente jodido.
Los espectros era en lo que se convertía cada creatura que una vez tuvo un alma
y luego la perdió. No iban al Infierno. Se volvían rápidamente peligrosos y eran
poderosos, capaces de interactuar con humanos a un nivel no tan amigable. A veces
marcaban a las personas que habían conocido mientras vivían. Otras veces no
discriminaban, yendo tras cualquiera que se cruzara en su camino.
—Saben, con las reglas y todo, los Alfas, sus grandes chicos malos en el gran y
malo cielo, no van a estar felices —Roth cruzó los brazos por su pecho—. Así que
necesitamos encontrar al Lilin antes de que los Alfas decidan meterse. De lo contrario,
todos estaremos en riesgo, incluyendo los Guardianes.
Los Alfas eran los que estaban al mando. Ángeles. Mi culo mitad demonio
obviamente nunca había visto uno —¿Por qué estarían en riesgo los Guardianes? —
pregunte, confusa.
Fue Cayman quien respondió—: Los Alfas no son los mayores fans de los
Guardianes, a pesar de que ellos los crearon. ¿Eso es correcto, valiente líder?
—cuando Abbot no respondió, el gobernante infernal sonrió—. Los Alfas verán la
existencia de un Lilin como un signo de la inhabilidad de los Guardianes de manejar
las cosas, haciéndolos inútiles. Los aniquilaran como castigo, junto con el resto de
nosotros.
—El Lilin nació de la sangre de Lilith, también, así que… —Roth suspiró,
sacudiendo la cabeza—. No importa, lo rechazan celestialmente.
Él ignoró al Guardián.
—El Jefe no va a dejar que eso pase —Roth observó a Abbot, sonriendo
firmemente.
La tensión era palpable entre ellos, y el instinto me dijo que corría más
profundamente del hecho de que fueran enemigos—. La cosa es, no sabemos mucho
del Lilin.
—No. Puede haber información en La Llave Menor, pero —Roth inclinó la cabeza
hacia Abbot—, ustedes tienen la Llave Menor.
—Ya sabíamos lo que La Llave Menor tenía que decir sobre el Lilin —dijo Nicolai.
—No hay nada nuevo. Solo vagas referencias del tiempo en que gobernaron la
tierra. Nada que ya no sepamos. Esto es serio —dijo Abbot después de unos
momentos—. Lo suficientemente serio que no dificultaremos su investigación en el
tema.
—Todo lo que necesitamos es que todos estén extra alertas mientras estás
afuera en sus…cacerías.
—No puedo creer que entablando un acuerdo con demonios —dijo Maddox,
dando varios pasos atrás.
—Es del modo que es —dije Abbot, arrastrando un profundo y pesado respiro—.
Nos mantendremos alerta por cualquier reporte sospechoso. Nuestros contactos
dentro de los departamentos de policía y hospitales deberían resultar útiles en este
caso.
Una nube borrosa de aire se infló entre mis labios mientras mi estómago caía. No
se podían ir todavía. Ni hablar. Di un paso adelante, ignorando las miradas
penetrantes de los Guardianes. No me importaba. Podían llevarse sus prejuiciosos
ideales y meterlos muy lejos en sus…
—Vamos en camino, pero… —Roth finalmente se dio la vuelta hacia mí. Nuestras
miradas colisionaron, y fue como un golpe en el pecho—. Tenemos que hablar.
Traducido por Jane
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
C
asi me precipité hacia Roth en ese mismo momento y tiré mis brazos
alrededor de él, pero un gruñido bajo retumbó detrás de mí. Al principio
pensé que era la respuesta de Abbot, pero cuando me di cuenta de que
venía de Zayne, no me pude mover.
Roth inclinó la cabeza hacia un lado, mirándome mientras una pícara sonrisa
lenta adornaba sus labios.
Espera. ¿Qué? ¿Él estaba de acuerdo con que hablara Roth? La calma de Abbot
me hizo moverme. Mi corazón dio otro salto.
Quería decirle que no era necesario, pero la rareza de la declaración robó mis
palabras. Tomando una respiración profunda, me volví hacia Roth.
Había tanto calor en el abrazo que alejaba las sombras. Apreté los ojos y lo
absorbí. No sabía lo que significaba su regreso, lo que significaba para nosotros, pero
no importaba en ese momento.
Dejó caer su cabeza contra la mía y murmuró algo en una voz profunda y gutural
que estaba segura no era en un ningún idioma cercano al inglés.
Todo lo que pude hacer fue agitar mi cabeza mientras apretaba las manos en la
parte trasera de su camisa. Sentía demasiadas emociones en conflicto. Algunas de ellas
eran mías, pero había también una remota cantidad a ellas no podía entender.
Deslizó la otra mano a mi brazo. Cuando sus dedos se deslizaron bajo la manga
de mi sudadera con capucha, me mordí el labio.
—Tu brazo —dijo, consiguiendo curvar sus dedos justo debajo de mi codo—.
¿Cómo ha ocurrido?
—Un Guardián lo hizo —le dije, frotando la mejilla contra su pecho como un gato
con un vientre repleto, listo para una siesta. Un suspiro se me escapó—. Él dijo que
olía como un demonio.
Roth se echó hacia atrás e inclinó la barbilla hacia abajo. Sus cejas oscuras se
fruncieron.
Los ojos dorados de Roth encontraron los míos por un momento y luego se
apartaron. Lloré la pérdida de calor inmediatamente.
—Eso no es lo que quise decir. —Antes, sus respuestas listillas habían irritado
hasta mi último nervio, pero ahora era un alivio estar irritada con él—. Estabas en la
trampa del diablo con Paimon. Fuiste al foso.
—Lo hice. —Cruzó los brazos y dio otro paso lejos de mí—. No fue divertido, en
caso de que te lo preguntes.
Hice una mueca. —No creí que lo fuera, pero no lo entiendo. Los fosos son
permanentes.
—Lo son, pero yo soy el favorito del jefe e hice lo que el jefe quiso, detener la
creación del Lilin. O al menos creímos que lo hice.
Mi corazón se apretó.
—Pero los fosos tenían que ser... —Mi voz se quebró mientras negaba con la
cabeza.
—No fueron vacaciones, pequeña. Imagina que tu piel sea desollada y quemada
por un período de cuarenta y ocho horas. —Él se encogió de hombros, como si no
fuera gran cosa ser prácticamente quemado vivo, y se apartó el pelo oscuro de la
frente—. Pero podría haber sido peor. El idiota de Paimon todavía está allí.
Significaba que Roth todavía podría estar allí. Dos días tenían que ser el infierno,
literalmente, pero si había sido liberado tan rápido...
—Aquí y allá, arriba y abajo. —Uno de los lados de sus labios se torció pero
carecía de sinceridad—. Pasando el rato.
Me quedé mirándolo.
—¿Por qué no viniste a verme? —Esa pregunta salió como el himno de cada
novia cabreada por ahí, pero el problema era que, no era su novia.
Roth arqueó una ceja y abrió la boca, pero luego no dijo nada. Extendí la mano
para tocarlo, pero él retrocedió. Un músculo saltó en su mandíbula. El malestar y la
frialdad de antes volvieron.
—¿Y? —susurré, sintiéndome casi tan vacía como un eco—. ¿Por qué harías eso
y luego no vendrías a verme?
No dijo nada.
—Lo tenías —repitió, dibujo en una respiración profunda—. ¿Por qué crees que
tomé su lugar en esa trampa? Así podrías contar con él.
Tal vez yo era más lenta de lo normal, pero no entendía adonde se dirigía esto.
—Has pasado por mucho últimamente. Sé que estás molesta, pero como dije, no
me necesitas.
—¡Ni siquiera sabes lo que iba a decir! —Caray, no sabía lo que iba a salir de mi
boca.
—No quiero saber. —Roth se pasó los dedos por el cabello de una manera
desigual y rápida—. Es por eso que teníamos que hablar. He vuelto. Yo voy estar cerca
debido al Lilin, pero esa es la única razón por la que estoy aquí. ¿Entiendes lo que
estoy diciendo?
Una parte de mi cerebro totalmente entendía lo que decía, pero mi corazón era
otra historia. Sus palabras no tenían sentido para el estúpido músculo. Las cosas no
cuadraban.
—No. No lo entiendo.
—Mira, ¿cuando estuve, contigo? Fue... —Dio una pequeña sacudida de cabeza y
luego pareció forzar el resto a salir—. Fue divertido, pequeña.
—No. De ningún modo. Por varias razones. Muchas de ellas aburridas, pero
lógicas. Soy el Príncipe heredero del Infierno, no como tu Piedrota.
—¡No eres sólo el próximo Príncipe heredero! Eres más que eso. Así que no
vamos a empezar con esa mierda de nuevo. —Roth nunca se había visto a sí mismo
como algo más que otro príncipe de los cientos de príncipes que habían llegado antes
que él. Él era incluso un poco inseguro, y yo quería tener más cuidado con esos
sentimientos, pero estaba perdiendo el control, la ira y el dolor dieron paso a un nivel
de desesperación que fue vergonzosa. Levanté el anillo—. Esto demuestra que era
algo más que diversión para ti. Reparaste el collar y lo dejaste allí para que lo
encontrara.
—¡Sí! —El frío metal picaba en mi palma—. ¿Por qué harías eso si no te
importara?
Se giró tan rápido que tropecé hacia atrás. Había algo oscuro en su rostro, la
forma en que su piel se adhería sobre sus huesos.
—No importa. —Él se acercó, y tuve que esforzarme para no alejarme. Sus
pupilas comenzaron a dilatarse—. No estoy interesado en reavivar un
enamoramiento sin sentido. ¿Eso lo describe lo suficientemente bien para ti?
¿Entiendes ahora? Soy un demonio, Layla. Uno de pura sangre que no se avergüenza
de lo que hace mi raza. Y tú eres sólo mitad demonio. ¿Quieres ser como tus preciosos
Guardianes y Piedrota? Estar en mi presencia debe llenarte de asco. ¿Por qué quieres
estar de pie aquí, y siquiera estar conmigo?
—¿Así que esto fue, un juego para ti? ¡No creo eso! —Extendí mi mano
temblorosa alrededor del anillo—. ¿Quieres que crea que no eres nada más que un
demonio, pero la forma en que me besaste, lo que me dijiste antes de ser llevado a esa
trampa, demuestra lo contrario.
—Eres tan ingenua. ¿Un beso? ¿Unas pocas palabras sentimentales pronunciadas
antes de que yo pensara que iba a pasar la eternidad siendo torturado? No me puedes
juzgar por un lapsus momentáneo, Layla. Es lo que soy lo que importa. —Él se
encontraba a un centímetro de mí, sus manos apretadas en puños a los costados—.
Soy el Príncipe heredero, aun si deseas escucharlo o no.
—Eso no significa nada —grité, apretando el anillo que probaba que había algo
en él. La evidencia que tenía una conciencia... y un corazón—. Estás mintiendo y tiene
que haber una razón.
Giró la cabeza, pasándose las dos manos por el pelo esta vez.
—Sabes lo que soy. Te lo dije. Codicio cosas preciosas. Me gusta tomar las cosas
que no son mías. —Entonces él me miró y sonrió. El frío de ello envió escalofríos sobre
mi piel—. ¿De verdad pensaste que me importabas, ¿no es así? Te deseaba, Layla.
Disminuiste mi aburrimiento. Eso es todo.
Me tambaleé hacia atrás, con ganas de detener que sus palabras significaran algo
para mí, de que no me hicieran daño, pero no había nada que lo detuviera. En un
instante, me di cuenta de que debí saberlo bien. Todo este tiempo, debí saberlo bien.
Después de todo, él tenía razón. No tenía experiencia con estas cosas, con los chicos y
las relaciones. Si yo... si yo hubiera significado algo para él hubiera venido a mí antes
de esta noche: porque si fuera al revés, hubiera recurrido a él de primero.
Y eso era simplemente triste.
—Adiós, Layla.
Y entonces se fue.
Traducido por flochi
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
N
o recordaba mucho del corto paseo en dirección a casa. Había un dolor
en mi pecho que competía con el sentimiento que había sentido cuando
vi a Roth en la trampa del diablo. Se sentía frío y caliente a la vez,
haciendo arder mis entrañas a la vez que las congelaba. Un nudo se había formado en
el fondo de mi garganta y la humedad detrás de mis ojos aumentó con cada paso que
daba.
Lo que Roth había dicho causó más que un dolor, y el terrible peso de la presión
asentándose entre mis pechos advertía que algo podría haberse roto en ese lugar,
incluso si no sabía los profundos que habían sido mis sentimientos por él.
Dios, ¿había sido así de tonta, me había equivocado tanto con él? Mis mejillas se
sentían arder mientras sus palabras se reproducían por sí solas. Cada una había sido
cruel, dicha con la intención de mutilar, y lo habían logrado. Mis manos temblaron
mientras las cruzaba sobre mi pecho, ignorando el dolor de mis puntos dilatándose.
Pero ese abrazo… ¿la manera en que me había estrechado? ¿Había significado algo
para él? No podía aceptarlo tan fácilmente. O el hecho de que aquellas palabras
torturadas que me había lanzado antes de que la trampa lo hubiese llevado, palabras a
las que me había aferrado, habían sido dichas tan descuidadamente. Pero tal había
sido simplemente una ingenua. ¿Desarrollado sentimientos? Él había tenido razón. Los
había desarrollado y las había estrechado con fuerza. Y ahora mira.
—¿Layla?
—Estoy cansada. —Mi voz no sonó bien según yo. Estaba muy tensa, muy
apretada. No podía estar cerca de él, cerca de nadie en este preciso instante—. Me
voy… me voy a la cama.
—Habla conmigo.
Contuve la respiración.
Su mandíbula se tensó.
—¿Te lastimó?
—No puedo hacer esto en este instante. Por favor —susurré, y sus ojos se
agrandaron con comprensión—. Tengo que estar sola.
—¿Necesitas algo?
—¿Jugo de naranja?
Cerrando los ojos con fuerza, me di cuenta que eso era lo que quería hacer. No a
la parte de salir con una horda de demonios, pero maldición, sí a la parte de salir
volando. Casi había cambiado más temprano esta noche. Quizás podría hacerlo de
nuevo. Un torrente de hormigueos se extendió por mi piel. La piel a lo largo de mi
espalda se dilató. Abrí los ojos, dejando escapar un lento y bajo suspiro. Casi podía
sentir el aire nocturno acariciando mi piel. Me preguntó cuán alto podría ir y si se
sentiría igual de bien que tomar un alma.
Abbot se volvería loco si dejaba el complejo esta noche, y no sería seguro para mí
hacerlo. No porque haya algún peligro que se me planteara, sino por el peligro que yo
planteaba para otras personas en este momento, personas inocentes.
Asentí.
Mi ceja se arqueó.
Disminuiste mi aburrimiento.
Aspiré una bocanada fuerte de aire mientras el golpe me sacudía debajo de las
rodillas. Apartándome de la ventana, bajé la cremallera de mi sudadera y con cuidado
la retiré. La dejé caer al suelo. Bajando la mirada a mi brazo, hice una mueca cuando vi
la mancha oscura sobre el vendaje blanco. Qué noche más terrible.
Había sido agresiva con la pobre cosa cuando estuve castigada y Roth había
desaparecido. Hace una semana, había vuelto a aparecer en mi habitación, el techo y
los laterales arreglados. Asumí que había sido Zayne, y no supe por qué lo hizo o por
qué había estado aliviado de verlo. Obviamente, tenía problemas en dejar ir las cosas.
Y como resultaron las cosas, yo sólo era una de esas muchas cosas.
Olía a demonio de Nivel Superior. Roth había vuelto y estaba relativamente ileso.
Un Lilin había nacido. Al parecer un orgasmo era apocalíptico. Y Roth… nunca se
preocupó por mí.
Había sido sólo un trabajo para él.
Y nada más.
Un demonio masculino.
Y yo era tan inexperimentada como una monja, así que por supuesto, le había
atribuido mucho a lo que dijo, a la manera en que me había mirada, a cada toque y
beso. Había pensado que todo significaba algo y el dolor fue intenso, sabiendo a uvas
amargas en el fondo de mi boca. Curiosamente, tanto como mis ojos y garganta ardían,
y por todas las lágrimas que se acumularon en mis ojos, esas lágrimas no cayeron.
Deseé que lo hicieran. Se sentía como si pudiese haber algo reparador en el acto.
Cerré los ojos, sin estar segura de sí debería estar agradecida que a nadie
pareciera importarle o si debería sentirme herida. Antes de Roth… antes de que el clan
supiera de él y nuestra relación, Abbot o alguien hubiera estado aquí, arrastrándome
fuera de la cama o al menos asegurándose de que Freddy Krueger no me había
robado. ¿Ahora? No tanto. Más que nunca antes, era una invitada permanente en su
casa, una que había durado más tiempo del que era bienvenida.
Que se vaya todo a la mierda; la Lilin, Roth y todos los Guardianes. ¿Podía ir a la
universidad lejos de aquí y fingir ser… fingir ser qué? ¿Normal? Podía hacerlo. Lo
había estado haciendo por mucho tiempo. Mezclarme entre los humanos y hacer de
esto un recuerdo distante. Era una decisión egoísta, pero no me importaba. Quería ser
egoísta y no quería estar aquí, en este cuerpo más o metida en estos problemas.
Algo bueno sería que no lo vería en la escuela. No había razón alguna para que
Roth regresara allí.
Z
ayne me miró, momentáneamente escondido por un mechón de cabello
rubio. Sostuve la respiración mientras se acomodaba sobre su costado y
halaba las mantas hasta su cintura. Mi mirada descendió. Él estaba usando
una camiseta de algodón gris, y se tensó sobre sus hombros cuando se estiró debajo
del edredón para encontrarme en el lío de sábanas. Con un brazo alrededor de mi
cintura me empujó contra su pecho. Todos los músculos en mi cuerpo se tensaron
mientras él se acomodaba detrás de mí, curvando su cuerpo alrededor del mío con
una facilidad natural que dispersaba mis sentidos. No había prácticamente nada entre
nosotros excepto nuestra ropa para dormir, lo que no era escudo para el calor que él
irradiaba.
Y esa calidez… oh. Se filtraba en mis músculos, aflojando los nudos y todos los
puntos doloridos. En segundos, la rigidez fluyó de mi columna y mi mejilla regresó a la
almohada. La cama se convirtió en una nube y sentí como si estuviera en uno de esos
comerciales de colchones horteras de los que Sam y Stacy siempre se burlaban, pero
Zayne tenía el poder de cambiar un colchón común en algo asombroso. Cerré los ojos
y dejé que mi cuerpo se hundiera. En los momentos que le siguieron, no pensé en nada
y eso fue genial.
Había pasado un tiempo muy, muy largo desde la última vez que Zayne hizo esto:
treparse a mi cama para descansar en lugar de dormirse profundamente. No desde
que éramos mucho más jóvenes, cuando compartir una cama era inofensivo e inocente
y nadie podría tener una idea equivocada. Shock pasó a través de mí. Especialmente
después de anoche no esperaba esto de él. Sintió que había estado cerca de ceder a la
necesidad. La verdad, estaba en peligro constante cuando estaba cerca de mí. En
cualquier momento podría girarme y nuestras bocas estarían a centímetros. Y sería tan
fácil tomar su alma.
—Está bien.
Tragándome un suspiro abrí los ojos. Sobre la mesa de luz, las luces verdes de
neón mostraban las 9:01 a.m. Debería estar yendo a bio en este momento—. No.
Hablar sobre Roth estando acostada en la cama con Zayne era la cosa que menos
quería hacer—. No.
—Lo siento —dijo, hablando tan despacio que al principio no estaba segura que
lo había dicho.
Hubo otra larga extensión de silencio y luego dijo—: Sé que estás sufriendo y
quiero matar al hijo de puta por eso.
—Es un demonio —dijo Zayne—. No importa que haya momentos en los que
haga actos de gran compasión, porque por debajo de ello, es lo que es.
—¿Y? —Giré sobre mi espalda, y apoyé mis codos para soportarme. Su mano
volvió a terminar en mi vientre, sus largos dedos alcanzaban la banda de mi pantalón
corto para dormir. Nuestras miradas se encontraron—. ¿Y qué?
—¿Y por qué no puedes tener lo mejor de ambos mundo? Algo así como las
mejores cualidades, ¿sabes?
—En ti. —Los hoyos en sus mejillas se sonrojaron, parpadeé un par de veces,
pero el sonrojo se desvaneció lentamente—. Eres parte demonio. Como dije esa noche
en la tienda de helados, no deberíamos haberte hecho odiar esa parte de ti.
Recuerdo que dijo eso. Esas palabras se habían perdido con lo demás que
ocurrió esa noche, Paimon y la trampa de demonios, pero lo recordaba.
—No. —Su mano se movió y sus dedos se curvaron sobre mi cintura—. Tu piel
era negra y gris, como mármol moteado. Era hermoso. Lo mejor de ambos.
—¿Qué?
—Lo “hermosa”.
—Es verdad.
—Suena bastante bien. —Se volvió a recostar y ahora parecía estar más cerca
que antes. La parte superior de sus piernas estaban presionadas contra el costado de
mis muslos. Y su pulgar todavía estaba trazando ese círculo invisible por debajo de mi
ombligo, creando una leve calidez que era familiar.
—Sobre llenar esas aplicaciones para la universidad y ver si puedo entrar en las
admisiones tardías.
Un ojo se abrió y su pulgar se calmó. Pasaron varios segundos.
Abrí la boca.
Ahora Zayme me estaba mirando fijamente, con los ojos tan claros como el
mediodía durante el verano. El malestar me puso ansiosa.
Oh, Dios. Mis ojos se ampliaron y pude sentir que el calor en mis mejillas crecía.
La pregunta me pateó totalmente fuera del planeta.
—Mierda, Layla-bug.
—¡No! —dejé escapar, y cuando su cabeza giró de vuelta hacia mí, el corazón me
saltó a la garganta—. No sé cómo me siento —me apresuré, siendo completamente
honesta—. No lo sé, Zayne. Me preocupo mucho por él y… —Me dolía el súbito nudo
en mi garganta—. No lo sé.
Y realmente no lo sabía.
El amor es una criatura extraña que uno cree que conoce y entiende, solo para
descubrir más tarde que solo era una probada del sentimiento real. Y había tantas
clases diferentes de amor, eso lo sabía, y no sabía dónde cabía Roth en todo eso.
Zayne había desperdiciado el día durmiendo conmigo, y dejó mi cama cuando los
otros Guardianes comenzaron a llegar a la casa. Lo había visto irse, con las mejillas
sonrojadas por no otra razón más que parecía completamente íntimo el verlo escapar
de mi habitación como si... como si hubiéramos hecho algo travieso.
No fue hasta después de la cena que decidí limpiar la mugre del día de mi cuerpo.
Quité el vendaje cautelosamente, feliz de encontrar que la herida de mi brazo estaba
curándose como era de esperar. Ya no necesitaba cubrirla. El brazo todavía estaba
sensible, pero la sangre de Guardián en mí estaba deshaciendo rápidamente el daño
producido por el hierro.
Oh, Dios mío. Me reí en voz alta, sonriendo mientras recorría sus mensajes.
El aire escapó de mis pulmones cuando leí el siguiente mensaje y los varios que
le seguían.
Otro mensaje de texto había llegado quince minutos después del último.
Finalmente, el último mensaje decía que la llame si no estaba muerta.
El enojo surgió en mí como una puerta siendo abierta por una patada y le di la
bienvenida porque era mucho mejor que el maldito dolor y la confusión y ese… ese
sentimiento de pérdida.
¿Roth estaba de vuelta en la escuela? Eso… eso era inaceptable. No tenía razones
para estar allí. Absolutamente ninguna a pesar del hecho de que pasaba fácilmente por
un chico de dieciocho. No es como si la escuela realmente le interesara o como si
pudiera hacer mucha cacería de Lilin allí.
¿Y si no estaba allí por los Lilin? ¿No había preguntado por Eva?
Hubo una pausa y luego Abbot dijo—: También necesitamos vigilar a Layla.
Cerré la boca de golpe mientras que mis manos se cerraron en puños. ¿Vigilarme
a mí?
G
ritando, me di la vuelta y cubrí mi cabeza antes de ser bombardeada con
vidrio. Fragmentos diminutos rebotaron en mí sin causar daños,
resonando en el suelo como campanas de viento.
—Wow.
Mire hacia abajo. Con mis pies descalzos, caminar resultaría complicado. El
vidrio cubría el suelo, parpadeando como pequeños diamantes a la luz del vestíbulo.
—¿Qué sucedió aquí, Layla? —preguntó antes de que pudiera cuestionar lo que
sostenía.
—¿Entonces cómo se rompieron las ventanas si no hay nada aquí que pueda
haberlo hecho?
Me olvide del vidrio y me quede mirando a Abbot. El aire frio se precipitó por las
ventanas, pero esa no era la causa del repentino escalofrió que se arrastró por mi
columna.
Geoff nos enfrentó, cruzando los brazos. El hoyuelo en su barbilla casi había
desaparecido.
—No fui yo, sin embargo —mi mirada corrió a todo velocidad entre los hombres.
Ninguno de ellos, ni siquiera Dez o Nicolai, llevaban expresiones que dijeran que me
creían—. ¿Por qué rompería las ventanas?
—¡No estoy usando ningún tono! —mi voz se elevó un grado—. ¡Me estás
culpando por algo que no hice!
—¿No más mentiras? Eso es muy agradable viniendo de ti —le respondí. Las
palabras estaban fuera de mi boca antes de que pudiera detenerlas, y bueno, era como
tener ya un pie en la tumba—. Especialmente cuando les estás diciendo que
mantengan un ojo en mí.
—¡No! —no realmente. Al menos para eso no era para lo que estaba
originalmente aquí, pero ese no era el punto—. Solo estaba pasando y oí mi nombre.
La puerta estaba entreabierta. No era como si ustedes estuvieran intentando ser
silenciosos al respecto.
—¿Qué oíste?
Bajo la cabeza y el acto pareció simbolizar que no me tenía miedo, y por alguna
razón, eso me alivió. Cuando habló, su voz fue baja y aterradoramente calma.
O por cualquiera.
—¿Qué estás sucediendo? —Zayne bajo los escalones, de a tres. Gotas de agua
colgaban de su cabello mojado y zonas de su camiseta negra se pegaban a su cuerpo.
Recién salido de la ducha, su esencia a menta lleno el aire. Su mirada apuntó hacia
nosotros y luego se movió hacia la ventana. Sus cejas se elevaron—. ¿Padre?
—Yo no lo hice —dije, resistiendo el impulso de pisotear con mis pies y terminar
con vidrio como zapatos—. La ventana explotó. No sé cómo sucedió, pero no fui yo.
—Si ella dice que no lo hizo, no lo hizo —era así de simple para Zayne. Él creía lo
que yo decía, y por el amor de todas las cosas sagradas en el mundo, fue mi héroe en
aquel momento.
—Ve a tu habitación, Layla —el vidrio crujió bajo sus botas. Cuando no me moví,
se detuvo y su mirada furiosa perforó directamente a través de mí—. Ahora.
Geoff intercambió miradas con los demás, pero siguió a Abbot hacia la biblioteca.
La puerta se cerró de un portazo tras de ellos, y mi sensor de engaños se activó. Miré
hacia Nicolai y hacia Dez.
Dez suspiró.
Quizás por eso era que estaba actuando como si se hubiera sentado en un clavo,
pero era más que eso. En la parte inferior de las escaleras, discutí:
—No era así, Zayne. Él dijo algo más, pero era demasiado bajo para que lo oyera.
Y luego estaba hablando de algo siendo lo que él sospechaba.
—¿Qué?
—Te creo.
—Layla —suspiró, dando un paso atrás—. Hay obvios problemas entre ustedes
dos, y lo entiendo totalmente. Él ha escondido muchas cosas de ti.
Cambió su peso.
—Eso también —admitió él—. Hey, tienes que entender eso. Tú…
—Vamos. Cogí un poco de pollo frito de la cena. Está frio, como a ti te gusta.
Él puso los ojos en blanco y luego intentó agarrarme. Salté hacia atrás, y él sonrió
con picardía.
—Camina o te cargo.
—¿Dos segundos? Que sucedió con la normal… ¡hey! —chillé cuando intentó
agarrarme otra vez—. Está bien. Caminaré.
—Sí, me siento genial —forcé una sonrisa que probablemente salió espeluznante
mientras colgaba el bolso sobre mi hombro. Apenas había dolor desde donde el
Guardián me había cortado, lo cual me recordaba que, a partir de esta mañana, Tomas
todavía estaba desaparecido.
Mala serpiente.
—Por Roth —dijo ella con un chillido agudo que hizo que mis oídos dolieran—.
Sobre él regresando.
Mi corazón se contrajo. Genial. Supongo que esperar que contrajera un mal caso
de herpes facial era mucho pedir.
Ella estuvo en silencio mientras nos abríamos paso por el pasillo. La extrañeza
de no ver las trémulas almas arrastrándose tras los estudiantes me distrajo de mi
inminente enfrentamiento con Roth.
Mis dedos se apretaron alrededor del lápiz cuando toda la atmosfera cambio en
la clase. No con tensión; nunca lo había notado antes, pero era como el ultimo día
antes del receso siempre que Roth estaba cerca—esa sensación de indiferencia de
a quién le importa que lo seguía a todas partes.
Roth me miraba fijamente con esos ojos color ámbar rodeados por gruesas
pestañas negras. Su cabello era un desastre ingenioso, acariciando el arco de sus cejas.
Sus labios llenos no estaban curvados en la sonrisa de satisfacción que pensé que
estaría acompañando esa declaración.
No dije nada y después de unos segundos, sus labios se fruncieron y se dio la
vuelta, sentándose. Una punzada iluminó mi pecho mientras miraba su espalda. Bajo
la desgastada camiseta azul que llevaba, sus hombros estaban anormalmente rígidos,
y debería haberme dado una cantidad deshonesta de satisfacción saber que no estaba
cómodo. ¿Y quién creía que un Príncipe heredero del Infierno pudiera estar incómodo
en primer lugar? Pero el darme cuenta que lo estaba no me hacía sentir mejor.
Gracias a dios y a McDonald’s en la calle desde la escuela secundaria que hoy era
viernes. Al menos no estaría obligada a soportar dos días más de ver a Roth y tendría
un descanso, porque bio fue la clase más larga de mi vida, incluso peor que historia.
—¡No otra vez! —exclamó otro chico, golpeando sus manos sobre su boca.
La mano de Roth se deslizó por mi espalda—. Cuidado, pequeña, ella está en una
misión.
—Y no me digas así —me di la vuelta justo a tiempo para verla dar un salto
volador hacia alguien—. ¿Qué demon…?
Así como saltar en su espalda y llevarlo de rodillas. Justo allí. En medio del
pasillo, lleno de boquiabiertos estudiantes y el profesorado. Lo hizo caer, le ladeó un
brazo y golpeó al tipo justo entre las piernas.
Traducido por Mapu
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
—E
stoy comenzando a pensar que estamos asistiendo a la más
loca escuela en Norte América —dijo Stacey en el almuerzo,
sosteniendo su nugget de pollo entre dos uñas pintadas de
negro―. Quiero decir, tenemos profesores golpeándose las pelotas unos a otros en los
pasillos.
Sam hizo una mueca mientras deja caer su arrugada papa devuelta a su bandeja.
Fue más que solo loco. Entre la pelea en nuestra clase de biología y ahora esto,
en el lapso de tiempo de menos de un par de días, algo más tenía que estar pasando.
¿Y la pareja que había visto besándose en el pasillo sin interrupción? Mordí mi nugget,
esperando que mis suposiciones no fueran ciertas, pero se suponía que había nacido
un Lilin y uno de los signos de la presencia de un Lilin era extraño comportamiento,
¿verdad? Pero si estaba un Lilin detrás de la ira de Dean, la pareja en el pasillo y el
profesor de hoy, entonces eran cuatro personas que estaban muy cerca de convertirse
en fantasmas. El peso de ese posible desastre terminó con mi apetito.
Miró sobre mi hombro, deseando una vez más poder ver las auras. Aquellos
afectados por el Lilin deberían tener una apariencia diferente, lo que quedaba de sus
almas contaminado de alguna manera. Pero no vi nada, lo significaba que yo era
prácticamente inservible.
Sonreí.
—No estoy en labores de niñera hasta mañana, así que sé que puedo. ¿Layla?
—Sí, solo déjame mandarle un texto a Zayne y avisarle. —Por supuesto que no le
estaba enviando un mensaje a Nicolai—. Creo que no debería ser un problema.
Una ceja se levantó sobre las gafas de Sam y casi me burlo de la idea, pero tomé
mi celular y ¡qué diablos! Lo peor que Zayne puede decir es no. No sería la primera
vez.
—Voy a preguntar.
Me encojo de hombros.
—Probablemente no.
Era incierto. El par de veces que Sam había estado cerca de Zayne en el pasado,
él lo había mirado boquiabierto en abierta sorpresa. No podría culparlo. Los
guardianes no se mezclan mucho los humanos. La mayoría ni siquiera sabían que
algunas de las personas normales que vieron en las calles, tiendas o restaurantes eran
guardianes.
Stacey sonrió.
—¿Estoy yo? —La llegada de la profunda voz hizo que mi corazón saltara y mi
estómago se cayera al mismo tiempo—. Estoy justo aquí.
De ninguna manera, de ninguna jodida manera Roth estaba en nuestra mesa. Una
horrible sensación de déjà vu me golpeó en la cabeza. Era como la primera vez que
Roth había aparecido en mi vida, no podía creer que tuviera la audacia de buscarnos al
almuerzo. Y aquí estábamos otra vez.
—¿Papas?
—No.
—Voy a tomar una. —Sam estiró la mano a través de la mesa y cogió un par de
las ofrecidas papas—. Me alegro de que estés de vuelta. Mono apesta. Lo tenía
cuando… ¡Aw! —Sus ojos se ampliaron mientras miraba a Stancey.
Ella le dio una mirada penetrante.
Casi me ahogo.
—¿Lo es?
—Sí —replicó Stancey—. Pero me alegro que oír que Zayne se nos une para
cenar.
—También yo.
—De todas formas, estoy de vuelta y mucho mejor. —Deslizó una mirada
maliciosa sobre mí que me hizo querer darle un puñetazo en vez de llorar sobre mi
almohada como un bebé—. Estoy seguro que fui extrañado. —Le dio un gran mordisco
a la hamburguesa y masticó el bocado—. Mucho.
No sabía lo que pasaba que mis emociones cambiaban tan rápido. El dolor de su
rechazo había dejado una explosión de ira, como un mareo, esa clase de ira que
esparce vomito verde. Mi cerebro se apagó. No estaba pensando cuando alcancé y
tomé la hamburguesa de su mano. Torciéndola por la mitad, la tiré al suelo detrás de
Roth tan fuerte como pude. El satisfactorio plas que hizo cuando la salsa de tomate y la
mayonesa salpicaban como una horrible masacre generó una amplia sonrisa en mi
rostro.
Roth miró la hamburguesa y entonces su mirada lentamente volvió a mí. Sus ojos
se ampliaron.
—Mala suerte. —Me trague una loca risita—. Tus papas serán las siguientes si
no retiras tu trasero de mi presencia.
—No, no lo creo.
Apretó su mandíbula.
—Sí, es así. —Sacudí mi cabeza. Roth me miró fijamente, y algo… algo acerca de
la forma en la que me miraba cambió. Alguna dureza se desvaneció de su
expresión—. Layla.
—Lo haré. —Hizo una pausa—. No lastimes a las papas, eso sería un sacrilegio.
—No prometo nada. —Comencé a caminar, sin esperar a Roth, y me sentí
ridículamente orgullosa de mi misma. La Layla de hace dos meses que no se habría
atrevido a hacer una escena, pero era una persona diferente estos días.
Mientras pasaba los baños afuera de la cafetería, la puerta de los chicos se abrió
de golpe y Gareth salió tambaleándose, seguido por un grupo de jugadores soltando
risitas. Risitas. Apestaban a marihuana cuando se dirigían dentro de la cafetería.
Wow. Era bastante hambre. Todos los chicos se habían ido de fiesta con Gareth,
pero no eran drogadictos. Su comportamiento era definitivamente extraño. ¿Podrían
estar… infectados, también?
—¿De verdad? —Deje salir una risa áspera, me irritaba que estuviera
estupefacto—. ¿Creías que después de lo que me dijiste estaría feliz de verte? ¿En
serio?
—Estás delirando.
Sonrió.
Sacudió su cabeza.
Y ese era porqué quería que fuera el último lugar, pero Roth ya estaba
dirigiéndose a las escaleras. Encogí mis hombros y lo seguí. Nada había cambiado a
cerca del área diez por diez. Pintura gris aun desprendiéndose de los bloques de
cemento. Oxido cubría los pasamanos. Polvo flotaba en la luz de la pequeña ventana a
lo alto de los escalones. El tiempo había olvidado éste lugar.
Roth se giró hacia mí y se recostó contra la pared. Elevó sus brazos sobre su
cabeza y estiró. Alzó su camisa manga larga, exponiendo un destello tentador de su
bajo abdomen y el tatuaje de dragón, Thumper. Sus escamas azules y verdes estaban
animadas como antes. Roth había dicho una vez, que el dragón salía si las cosas iban
realmente mal. No puedo imaginar cual es la idea de Roth sobre lo malo cuando no
había usado el dragón la noche con Paimon. El dragón estaba restringido ahora, sus
alas cerca de su vientre y su cola desapareciendo debajo de la banda de los oscuros
jeans de Roth. Teniendo en cuenta como estaban de caídos sus jeans, lo que podía ver
del tamaño de la cola de Thumper produjo que el calor fluyera a través de mis mejillas.
—No. En absoluto.
No respondió inmediatamente.
—¿Quieres la verdad?
—Como que me gusta ésta escuela. No tenemos lugares como éste allá abajo.
—Se encogió de hombros—. Es normal.
Algo rozó mi mejilla. Era la misma razón por la que me gustaba ésta escuela, era
normal y podía ser normal aquí, pero me negué a contarle cualquier nivel.
—¿Por ti?
No dije nada.
Un parte de mi quería decirle que no, porque no quería ver que esa engreída
mirada aumentara, pero eso sería estúpido. No podía olvidar lo que es realmente
importante, un realmente enorme problema que afrontábamos.
—Ha habido unos pocos casos. Dean, un chico que nunca había hecho nada,
golpeo a otro chico muy fuerte realmente lo mató por algunos segundos. Y entonces
he visto parejas besándose…
El asintió.
—Tienen sentido, después de todo, fue creado aquí. Ese es el por qué
necesitamos hablar. Deberías ser capaz de reconocer al Lilin, o al menos cualquier
demonio extraño por aquí.
Ladeó la cabeza.
—Detalles.
Suspiré.
—Eso es lo que temía —dije, retirando el anillo—. Esperaba que eso no estuviera
relacionado con el Lilin.
—¿Nosotros?
Sus pestañas descendieron y la mirada coqueta fue casi ridícula, excepto que era
increíblemente sexy, la clase de cosa que odiaba de él.
Sus pestañas subieron y se movió tan rápido que lo perdí de vista hasta que
estuvo justo frente a mí, invadiendo totalmente mi espacio personal.
Algo dentro de mí, algo estúpido que necesitaba ser apuñalado hasta la muerte,
se abrió como una flor viendo el sol por primera vez. Traté de aplastarlo.
—No me importa.
Roth no dijo nada, y mis labios cosquillearon por cuanto los estaba mirando. El
coloco sus manos justo sobre mis caderas; el suave toque apenas estaba ahí. Envolví
mis dedos alrededor de sus muñecas y comencé a retirar sus manos.
Justo así, él era un Roth distinto. No el chico que había abrazado o hecho todas
esas cosas maravillosas. La pregunta salió repentinamente antes de que pudiera
detenerme a mí misma.
—Eso no importa —dijo Roth, con voz apagada mientras se giraba y se alejaba.
Se detuvo con su mano en el oxidado pasamano—. Nunca importó, Layla.
Traducido por otravaga & flochi
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
H
izo falta mucho para superar lo que Roth había dicho y terminar el día.
No lo entendía, y pasaría un largo tiempo antes de que pudiera dejar de
intentarlo. A lo largo de mis clases de la tarde, me debatí entre querer
encontrar a Roth y hacerle a su rostro lo que le había hecho a su hamburguesa, y
simplemente querer mirarlo fijamente.
—Hola —dije.
Zayne sonrió. Llevaba una gorra de béisbol y estaba baja, tapando la parte
superior de su rostro. Algunos chicos no podían quitarse una gorra de béisbol, pero
Zayne lo hacía y lo hacía bien.
—No. —Me gustaba la forma en que las puntas de su cabello se rizaban hacia
afuera por debajo de la gorra—. ¿Qué hiciste hoy?
—Dormí. —Se rió mientras conducía más allá del restaurante, en busca de un
garaje de estacionamiento—. Anoche fue aburrido. Las calles estaban muertas. Por
alguna razón eso hace que esté más cansado al día siguiente.
Oh Dios mío.
Con la sangre ardiendo por dos razones muy diferentes, me eché hacia atrás,
rompiendo el contacto entre nosotros. Mis mejillas estaban en llamas, mi cuerpo
entero estaba en llamas. No sabía qué decir ni qué hacer. Zayne me miraba fijamente,
su pecho subiendo y bajando fuera de ritmo. No sabía lo que él estaba pensando. No
quería saberlo.
Mis ojos ardían. No había manera de que pudiera sentarme durante esta cosa de
la cena temprana después de hacer lo que sea que estaba haciendo. Tendría que
llamar a un taxi o caminar hasta la casa o mudarme a Alaska o coserme la boca…
Mientras viraba en el capó del Impala, Zayne de repente estaba frente a mí. La
gorra de béisbol estaba volteada hacia atrás y sus ojos estaban muy abiertos. Sin duda
pensaba que era un monstruo. Yo era un monstruo. Como una total cobarde rastrera,
me precipité hacia un lado para esquivarlo. Me bloqueó el camino, colocando sus
manos sobre mis hombros.
—No sé. —Mi garganta se sentía como si se estuviera cerrando. ¿Podría ser
alérgica a su piel? Eso sonaba estúpido. Tal vez era un ataque de pánico—.
Deberíamos irnos. Así como ahora. O podemos ir a casa si lo deseas. Lo entenderé
completamente y estoy tan…
—Oye, no hay necesidad de todo eso. —Sus manos se cerraron alrededor de mis
hombros—. Está bien. Todo está bien.
—No, no lo está. —Mi voz se quebró—. Yo…
—Está bien. —Me haló hacia adelante, y cuando me resistí, haló con más fuerza.
Terminé con el rostro plantado en su pecho e inhalé su olor fresco—. Mira, has estado
bajo mucho estrés y cosas locas han estado sucediendo.
Cierto, pero eso no era en absoluto excusa alguna para lamerle el dedo a alguien.
Apreté mis ojos con fuerza cuando sus brazos me rodearon. Él bajó la cabeza,
apoyando la barbilla encima de mi cabeza. Sólo Zayne podría ser así de comprensivo.
Era demasiado perfecto a veces.
—No sé por qué lo hice —dije, con voz amortiguada—. Ni siquiera sabía que lo
estaba haciendo hasta que... bueno, ya sabes, y lo siento tanto.
—¿No fue qué? ¿Asqueroso? Porque estoy bastante segura de que habrías
preferido que yo no hubiese…
—No tienes idea de lo que prefiero y lo que no. —La forma en que lo dijo que no
fue despectiva. Más como una declaración de hechos.
—Si necesita algo, por favor hágamelo saber —le dijo directamente a Zayne
cuando ella se detuvo ante una de las cabinas de respaldo alto.
Él sonrió.
—Lo haremos.
Resistí el impulso de poner los ojos en blanco. Stacey y Sam ya estaban dentro
del restaurante, sentados lado a lado en una cabina lo suficientemente grande para
acomodar a seis. Eran lindos, sin embargo. Sam con el cabello ondulado rozando los
extremos de sus gafas, y Stacey sentada con las manos cruzadas sobre la mesa.
Realmente esperaba que lo que sea que estuvieran emprendiendo funcionara.
—Eso está bien —dijo Stacey—. Hemos estado masticando palitos de pan.
—Probablemente habría sido más rápido caminar. —Zayne se echó hacia atrás,
colocando su brazo a lo largo de la parte superior del cojín color burdeos detrás de
nosotros—. Pero de ninguna manera iba a dejar a mi bebé estacionado a lo largo de la
calle.
Después que la camarera llegó a tomar nuestros pedidos de bebida, Sam agitó
una barrita de pan como una varita, rociando ajo por todo el mantel a cuadros.
Sam sonrió, pero entonces su mirada se movió hacia arriba en el mismo segundo
en que Zayne se tensó a mi lado. Hubo un cambio en el restaurante, un cambio en el
aire a un nivel antinatural. A mi lado, Zayne se desperezó, estirando el cuello, y lo supe
al instante en que oí su rápida maldición en voz baja. Lo supe, a pesar de que no tenía
sentido.
—Um…
Cuando me obligué a abrir los ojos, él todavía estaba allí. Me guiñó un ojo cuando
captó mi mirada, y quise hacer lo que ese profesor había hecho esta mañana.
Mi boca se abrió de golpe, pero antes de que pudiera decir una palabra, Roth se
deslizó en el asiento a mi lado. Me quedé mirando a Stacey, que parecía como si ella
necesitara un balde de palomitas de maíz.
Nadie en la mesa aparte de Roth sabía nada mejor, y alguien estaba a punto de
irse de lengua, así que me metí, pensando que era mejor si provenía de mí.
Oh Dios...
Él frunció el ceño.
—¿Qué?
—No es de mala educación. —Los ojos dorados de Roth brillaron con picardía—.
Como dije antes, creo que es épico.
Zayne sonrió tensamente mientras su mano sobre la mesa se cerraba en un
puño.
—Oh, lo es. Tú por ahí, ayudando a combatir el crimen y todas esas cosas buenas
—respondió, y me tragué un gemido—. Es increíble. Apuesto a que pones tu pequeña,
eh, no tan pequeña, cabeza en la almohada cada día sintiéndote como un héroe.
Espera. ¿Siquiera duermen en camas? He oído que los Guardianes…
Sam sonrió.
—Esto se acaba de poner realmente incómodo —murmuró Stacey, pero sus ojos
oscuros brillaban con interés.
Principalmente a mí misma.
Roth en este momento le estaba preguntando a Zayne cuánto pesaba, dado que,
según Roth, Zayne estaba hecho de piedra. Mientras tanto, me quedé mirando
fijamente el respaldo de la cabina, rezando para que nuestra cuenta llegara pronto.
Cuando Sam regresó del baño por segunda vez, un cliente habitual en la pequeña
barra en la parte trasera del restaurante se cayó del taburete. Mis ojos se ensancharon
cuando Sam miró por encima del hombro y luego me miró, con la nariz arrugada.
Maldita sea, se estaban metiendo una buena curda allá atrás. Debe haber algunas
buenas ofertas de hora loca.
Resopló.
—Podrías querer mirar otra vez, o mejor aún, ve a que te revisen los ojos. ¿Los
Guardianes no tienen enfermedades oculares degenerativas?
Suspiré y miré las mesas en su mayor parte vacías y me mecí de un lado a otro
como una completa enferma mental. Ya había ido al baño una vez pero estaba
considerando salir a esconderme hasta que nos fuéramos. El restaurante no parecía
tener muchos clientes, pero era antes de la hora de la cena. El concurso de
comentarios mordaces de Roth y Zayne se desvaneció hasta ser un sonido de fondo
mientras mi mirada se deslizaba a una mesa ocupada. Algo atrajo mi atención de
regreso a los dos hombres sentados en una de las mesas de dos. Ambos eran un poco
mayores que yo. Podría otorgarles más o menos la edad de Zayne. Ambos tenían el
cabello marrón corto casi al ras, del estilo que usan los policías o los militares. Sus
camisas blancas parecían prensadas, si no remetidas. Por lo que pude ver, usaban
caquis color claro. Obviamente, no tenían ningún tipo de aura rara dado que no podía
ver las almas ahora, pero algo respecto a ellos atrajo mi atención.
Podría tener algo que ver con el hecho de que estaban mirando fijamente
nuestra mesa, una mirada sin parpadear de un psicópata que te tenía en la mira.
Me estremecí cuando mi mirada quedó fija con la del Chico Caqui de la derecha.
Su expresión insípida, fría incluso. La de un robot.
Los ojos de Zayne se entrecerraron y se deslizó entre Roth y yo, una enorme
barrera que causó que Roth sonriera como un gato que acababa de divisar un ratón
atrapado en el rincón de una habitación. Fingí necesitar usar el baño nuevamente para
conseguir que Stacey y Sam fueran adelante, dándonos algo de privacidad. Supuse que
cualquier conversación que tuviéramos que tener era mejor tenerla aquí y no en
cualquier otro lugar remoto donde los dos chicos probablemente intentarían matarse
entre sí.
En el instante en que Stacey y Sam salieron por la puerta del frente, Roth tomó
asiento en donde había estado sentada Stacey antes, indicándonos que nos
sentáramos. Suspiré mientras me deslizaba de regreso en el reservado. La pequeña
porción de spaghetti que había comido no le estaba cayendo bien a mi estómago
mientras le echaba un vistazo a la mesa de antes. Los dos hombres seguían allí,
observándonos.
—Hazlo rápido —dijo Zayne—. Porque no estoy seguro de cuánto tiempo más
puedo soportar tu presencia.
—Eres tan malo, Piedrota. ¿Tal vez tengas algo en el trasero que tengas que
quitarte?
—Él comenzó.
Jadeé.
—Nunca tuve tiempo de decirle, y en serio espero que esa no sea la razón por la
que querías hablar.
Se encogió de hombros.
—Hay una razón por la que me encuentro aquí, además de la deliciosa lasaña.
También es la razón por la que estoy de regreso en la escuela. Aunque lo encuentro
divertidamente normal, hay más. —Su mirada se deslizó hacia mí—. Pensamos que un
Lilin estuvo o está en la escuela.
—Detalles.
Roth explicó lo que había sucedido durante el día y luego siguió relatando la
pelea de a principios de la semana.
Roth resopló.
—De todas maneras, los extraños sucesos en la escuela no son la única razón.
Creo que el Lilin intenta hacer contacto con Layla —continuó, sorprendiéndome
enormemente.
Me sonrió.
—¿El Lilin sería peligroso para Layla? —preguntó Zayne, sus hombros alzándose
como a punto de tomarme en sus brazos y sacarme volando.
—Realmente no lo sé.
—No sé si hay alguna manera de evitar que pierdan sus almas y se vuelvan
espectros. Podría haber más de cuatro por lo que sabemos. Cientos que están…
infectados. —Roth levantó las cejas. Infectados era realmente una buena manera de
decirlo—. En serio, no hay manera de saber si aquellos infectados son los que el Lilin
está intentando llevar.
—¿Llevar dónde? —pregunté.
—Recuerda, cuando los Lilins crean un espectro, pueden controlarlo. Son los
únicos que pueden. Piensa en el caos. No sólo si hay un Lilin corriendo por los
alrededores, sino si está creando esos espíritus desagradables y dementes que
realmente no les gustan los vivos.
—La única manera que sabríamos el objetivo del Lilin es si… —Tragué saliva,
inquieta—. Es si aquellos en la escuela mueren.
—Esa es la razón por la que estoy aquí y por la que voy a quedarme. Y también
necesito hacer un poco de investigación.
—¿Detalles?
—Creo que podemos asumir con certeza que Dean ha sido infectado. Tenemos
que hablar con él.
—Quizá pueda decirnos algo que nos indique la dirección en la que tenemos que
ir.
—No iría tan lejos. —Zayne se encontró con la mirada divertida de Roth—. Pero
prometo esto, si haces algo que le cause daño a Layla o incluso si causas que ella te
mire de manera extraña, yo personalmente te destruiré.
Ambos nos volvimos hacia Roth, quien se estaba poniendo de pie. Aspiré una
bocanada de aire, pero los labios de Zayne se curvaron hacia arriba.
—Como sea, hombre. —Se inclinó. Mientras que era más robusto que Roth, no
era tan alto, pero aun así lo enfrentó a la cara—. Puedes jugar tus jueguitos con
cualquier otro, pero no vas a hacer esas tonterías con ella.
—Vamos.
Un músculo saltó en la mandíbula de Roth cuando nos dimos vuelta. Supe que
estaba detrás de nosotros y cuando miré por encima de mi hombro, no me sorprendió
verlo. Pero también me sorprendió ver a los dos Chicos Caquis poniéndose de pie.
Fruncí el ceño.
—En realidad, creo que sí. —Roth redujo el paso, caminando detrás de mí—.
Estamos siendo seguidos.
Por debajo de la visera de su gorra, los ojos de Zayne se dilataron mientras veía
por encima de su hombro. Se volvió a dar la vuelta, apurando el paso.
—¿Dos hombres humanos?
Quise con todas mis ganas mirar detrás, pero pensé que sería demasiado obvio.
—No. Tal vez quieren conseguir tu número de teléfono —contestó Roth—. Ser
parte de tu club de fans.
Una vez había dicho que sería el presidente de mi club de fans, lo cual fue de
verdad estúpido, pero mi corazón se retorció un poco ante su declaración, porque no
quería decir nada. Inhalé el aire fresco.
—¿Qué hacemos?
—Tu auto está en el estacionamiento, ¿cierto? —le dijo a Zayne. Cuando le lancé
una mirada curiosa sobre mi hombro, me guiñó el ojo—. Los estaba siguiendo.
—Fantástico. —La mano de Zayne liberó la mía y aterrizó sobre la parte baja de
mi espalda—. Así que eres un demonio y un acosador. Impresionante.
—Qué ingenioso, Piedrota. —Roth se rio entre dientes antes el gruñido bajo
emanando de Zayne—. Veamos si nos siguen. ¿Qué es lo peor que pueden hacer? Son
humanos.
No quería pensar en el hecho de que los humanos eran capaces de hacer algunas
cosas bastante horribles. No pude evitarlo. Pensé en la última vez que Roth y yo
estuvimos en un estacionamiento con esos demonios Rack que querían jugar a la
pelota con nuestras cabeza. Como con los callejones, no tenía muchas experiencias
positivas con las estructuras de estacionamiento.
—Sólo tú te reirías de algo así —contesté, arrugando la nariz. Asalto no era algo
que quisiera agregar a mi lista de cosas que salieron mal esta semana.
El garaje estaba en silencio y las luces del techo lanzaban brillos opacos de color
amarillo sobre las capotas de los autos y el cemento manchado. Ni una sola maldita
cosa aquí me daba esa sensación bienvenida de “nada malo va a pasar aquí abajo”.
Uno de los hombres se movió hacia adelante, no el que yo había visto con lo que
pareció un arma. Bajo la poca luz, sus rasgos parecían demacrados, hundidos, como si
no hubiera comido bien por bastante tiempo.
Chico Caqui del frente buscó detrás de él, y mi corazón se detuvo. Los brazos de
Roth se descruzaron y Zayne empezó a agacharse. El sujeto sacó algo negro y
rectangular, definitivamente no un arma. La levantó en frente de él como un escudo,
sosteniéndola en un asimiento de nudillos blancos.
—Sabemos lo que ustedes tres son —dijo, la voz firme mientras su mirada se
movía por encima de Zayne a Roth, y luego a donde yo estaba mirando cerca de Zayne.
—El error de Dios, un demonio del Infierno y algo mucho peor.
Traducido por Jessy
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
M
is cejas se elevaron hasta mi frente. ¿Cómo demonios era yo el peor de
los tres? No es que estuviera prestándole atención a eso. Era una gran
cosa que este humano supiera de Zayne, e incluso más sorprendente
que supiera que Roth era un demonio, considerando todo el asunto de que los
humanos debían mantenerse en la oscuridad cuando se trataba de cosas de demonios.
—Whoa —Roth dio un paso adelante, con las manos cerradas en puños a sus
costados—. Eso es muy descortés y un poco irónico, sabes, usar palabras
como puta mientras sostienes la biblia.
A pesar de que nunca había sido tan cercana e íntima con la lengua de Zayne, sí
sabía que no era viperina—. No sabes nada de los Guardianes —dije, esperando traer
una dosis de realidad a su mundo—. Si lo hicieran, sabrían que están ayudando a la
humanidad. Que no hay nada que temer.
—Llámame así una vez más y te daré algo que temer —no tenía idea de dónde
venían esas palabras porque, incluso con el entrenamiento de Zayne, no era realmente
una luchadora, y no era fantástica, pero mis labios se curvaron en una fría y apretada
sonrisa—. Eso es una promesa.
—¿Hay alguna razón para que nos siguieran, aparte de para predicar tonterías
hipócritas?
—Lo dudo —continué antes de que él pudiera hablar—. Dudo que haya una sola
cosa inteligente que alguno de ustedes tenga que decir.
—Deberías haber sido sacrificada desde el momento en que fuiste dada a luz
desde el vientre —dijo chico biblia, y la sinceridad en su voz fue alarmante—. Eres una
atrocidad.
Sea cual sea el control que poseía se había estirado demasiado y se partió como
una goma elástica tirada hasta su límite. Me moví más rápido de lo que
probablemente alguna vez lo había hecho. Saliendo disparada hacia adelante, arrebaté
la gruesa biblia de las manos del hombre. Lanzando mi brazo hacia atrás, la agité y el
sonido de lo que debió ser el puto golpe bíblico más épico de la Tierra hizo eco a
través del garaje. La risa sorprendida de Roth me sacudió hasta la medula.
El otro tipo se tambaleó hacia adelante, con su rostro en una roja mascara de
odio, contorsionada en algo tan feo que me robó el aliento. Metió la mano bajo su
camisa con su mano derecha, y recordé ver el brillo de algo metálico antes. Roth
maldijo cuando el arma apareció en la mano del hombre, pero en vez de apuntar hacia
mí, la apuntó hacia Zayne.
—¡No! —grité.
—Estoy bien —dijo él, pero las palabras apenas se registraron. Con el corazón
bombeando, pasé mi temblorosa mano sobre su pecho, buscando la calidez y la
humedad de la sangre. No me detuve hasta que él me agarró la muñeca, apartando mi
mano.
—¿Cómo puedes estar bien? —Mi voz estaba sofocada por las lágrimas,
bordeada de miedo—. Acabas de recibir un disparo en el pecho.
—Lo siento —me obligué a dar un paso atrás. Intentando obtener control de mi
misma, me di la vuelta, me quede sin aliento. Quedé bloqueada.
Roth estaba mirándonos, con una mirada distante grabada en sus rasgos, pero
no fue él quien llamó mi atención, lo que me roció con un cubo de agua helada. En el
suelo, a unos metros detrás de Roth, estaba el hombre que le había disparado a Zayne.
El brazo derecho del hombre estaba torcido en un ángulo antinatural, como ese
de uno de esas marionetas espeluznantes. El rojo manchaba la parte delantera de su
camisa blanca y el arma… Dios mío, estaba en el estómago del hombre, el mango hacia
afuera. Intenté respirar otro aliento, pero mis pulmones estaban atascados.
El hombre se estremeció una vez y luego no había nada, sin gorgoteó final o un
respiro profundo. La inhalación irregular simplemente se detuvo cuando su vida se
escapó poco a poco de él. A pesar de que había intentado dispararle a Zayne y lo más
probable es que quisiera matarlo, matarnos a todos, ver una vida extinguirse, una vida
humana, no era algo con lo que estaba bien o siquiera sabía cómo procesar.
Presioné la palma a mi boca mientras daba un traspié hacia atrás. Una mano me
estabilizó, pero no podía apartar la mirada del joven. En cuestión de segundos, su piel
palideció, tomando la palidez de la muerte. La vida se había ido tan fácilmente.
Desaparecido. Así como así. El hombre estaba muerto y había una buena posibilidad
de que hubiera sido mi culpa. Podrían haberse alejado de esto si yo no los hubiera
antagonizado.
—Oh dios —susurré. Alguien me tiró hacia atrás y me obligó a girar. Cálidos
dedos retiraron el cabello de mis mejillas mientras me esforzaba por ver al hombre en
el suelo.
—Layla.
Mis ojos se encontraron con unos de color ámbar. Roth y yo estábamos tan cerca,
demasiado cerca. Sus manos me mantuvieron en el lugar, abarcando mis mejillas, y su
cadera se presionaba contra mi estómago.
—Tenía que suceder. Estaba volviendo esa arma hacia ti y no habrías cambiado
lo suficientemente rápido. Y te habría matado.
—Y tienes que dejar de mirarlo. Nada bueno viene de eso —Sus pestañas se
levantaron, con la mirada fija sobre mi hombro—. Necesitas salir de aquí. Me haré
cargo del cuerpo.
No quería saber cómo se haría cargo del él, y quería no ser la cobarde, que
fácilmente se afectaba por un cadáver, pero mis manos estaban temblando cuando sus
dedos se deslizaron por mis mejillas. Los ojos de Roth se cruzaron con los míos por un
segundo y luego Zayne estaba ahí, dirigiéndome lejos de la horripilante visión.
Me froté las manos cuando pasé el frente de mi cama otra vez. Todavía no podía
creer que había golpeado al chico en el rostro con una Biblia. Eso era terrible. Quizás
no completamente fuera de lugar, pero mi mano habría sido una mejor opción. Por
otra parte, si solo hubiera mantenido la calma, tal vez nadie habría muerto. Eso estaba
en mis manos y ni siquiera sabía porque lo había hecho. Sí, había estado portando el
rostro de rabia total, pero no era normalmente la agresora.
Era algo que Roth haría, que me había hecho antes. Cuando había chupado las
migas de una galleta de azúcar.
Roth.
Ugh.
—¿Si?
Cuando la puerta se abrió y Danika apareció, mis cejas se elevaron. Ella cambió
su peso—. Estaba comprobando… —pausando, echó un vistazo sobre su hombro—.
¿Tu brazo?
—Eso era lo que quería escuchar —vaciló mientras se mordía el labio inferior—.
¿Puedo? —hizo un gesto hacia la cama.
Está bien. Esto era raro, pero había tenido mucho de extraño en mi vida
recientemente, estaba interesada en saber dónde se dirigía esto. Crucé las piernas.
—Claro.
Su sonrisa era vacilante cuando cerró la puerta y navegó a través del cuarto,
sentándose a mi lado. Para alguien tan alta como ella, pensarías que sería menos
agraciada. Nop. La chica caminaba sobre el agua y al agua probablemente le gustaba.
—Nop —me extendí y tiré de mi suéter. Debajo llevaba una camiseta sin mangas,
lo cual le daba un acceso perfecto. El corte en mi brazo no era más que una marca de
color rosa. La piel estaba arrugada y eso probablemente nunca cambiaria, pero era
mejor que morir—. Los puntos de sutura se cayeron está mañana.
—Y con Tomas aún desaparecido, Dez y los chicos están bastante seguros de que
algo le sucedió.
—Te prometí a ti y a Zayne que no diría nada y no lo haré —insistió ella, sus
ojos tan azules y brillantes como los de Zayne—. Nadie siquiera piensa que tú o...
¿cómo se llama?
Frunció el ceño—. Nadie piensa que tú o Bambi tienen algo que ver con eso.
—Es bueno saber eso —Mi mirada se fijó en la puerta cerrada. Esto era
realmente…incómodo. Estaba medio tentada a ir a buscar a Jasmine y dejar que su hija
mordiera el dedo de mi pie—. ¿Zayne todavía está con Abbot?
—¿No? —pregunté.
—Dudo que esa sea la única razón por la que Zayne no está feliz con Roth
estando en la escuela contigo.
—¿De verdad no lo sabes? —cuando negué con la cabeza, se rió en voz baja.
Había un tinte triste en el sonido—. A veces, Layla, eres tan inconsciente que quiero
tirarte de los pelos.
—Sip —asintió ella, con sus delgados hombros levantándose—. Todos en el clan,
ambos clanes, esperan que Zayne y yo nos apareemos, y yo no rechazaría esa oferta.
Creo que sabes eso yo… me gusta Zayne.
No dije nada, porque está era una conversación de la que en verdad no quería
ser parte.
—De todos modos, ya que voy a estar aquí por un tiempo, quería aclarar las
cosas entre nosotras. Me gustas, Layla —se encogió de hombros—. Espero que
podamos ser amigas, y no quiero que te preocupes por mí y Zayne.
Parte de mí quería decir que no estaba preocupada, pero, aparentemente, era tan
transparente como una ventana. Tomando una respiración profunda, decidí que
necesitaba ser mujer.
—Sé que no he sido siempre…uh, acogedora contigo y tú no has sido nada más
que agradable conmigo. Y lo siento por eso —Wow. Esa era probablemente la
secuencia de palabras más madura que le había dicho a Danika. Me merecía una
galleta del tamaño de una mano—. He aceptado que tú y Zayne terminarán juntos —
y esas palabras fueron un trago amargo, pero uno que necesitaba tragar—. Los dos son
perfectos para el otro. Ambos son hermosos y tú eres muy agradable e inteligente. Y sé
que Zayne...
E
staba empezando a lamentar haber dejado que Danika se acercara a mi
brazo con una aguja… claramente había muchas posibilidades que fumara
crack.
No podía creerlo, no cuando había tantas razones por las que no estaría
enamorado de mí; no podría. Además del hecho que todos en su clan esperaban que
Zayne se emparejara con Danika u otra Guardián adecuada para producir pequeños
bebés gárgola, él ni siquiera me podía besar. Sí, eso no significaba que no podía
acercarse a mí y que… no podíamos hacer otras cosas, pero era demasiado peligroso.
Oh, Dios.
Yo era ridícula.
Pero la idea de experimentar cualquiera de esas cosas con Zayne dejó mi cabeza
girando y provocó que mi pulso martillara a través de mi cuerpo. Tratando de estar
cómoda, doblé una pierna, pero no ayudó. Quité las mantas, pateándolas hacia el pie
de la cama, pero mi piel todavía se sentía muy tensa, como si no hubiera espacio entre
mis huesos y mi piel.
El aire frío alivió algo del calor mientras me apresuraba por las escaleras, los
bordes de mi suéter sin abotonar aleteando detrás de mí como alas.
Mis pies cubiertos con medias eran silenciosos al entrar en la cocina y agarrar
una botella pequeña de jugo de naranja. Empecé a cerrar la puerta del refrigerador
cuando me estiré y agarré lo que quedaba de galletas dulce.
Tomando mis golosinas y sujetándolas cerca, empecé a caminar hacia las áreas
habitables pero me desvié en la dirección de la biblioteca. Usando la cadera, empujé la
pesada puerta de madera para que se abriera. Dejé la masa y el jugo de naranja sobre
el escritorio y luego encendí la vieja lámpara. Un ligero brillo llenó la grande
habitación.
No era exactamente lectura ligera para la hora de dormir o la clase de libro que
encontraría es una biblioteca humana, pero pensé en el frasco que había visto a Abbot
llevar y la curiosidad me ganó. Lo saqué, giré y lo coloqué sobre el escritorio mientras
masticaba la galleta. La mayor parte del libro estaba escrito a mano, hierbas escritas
en orden alfabético y acompañadas de dibujos.
En menos de diez minutos el espacio entre mis ojos comenzó a doler. Había
demasiadas hierbas en el mundo y demasiadas que eran ingredientes en pociones
blancas lechosas.
Abbot estaba fuera por la noche como la mayoría de los Guardianes. Geoff estaba
en algún lugar, así que ese era un riesgo, pero… estaba aburrida y curiosa.
El estudio que Abbot ocupaba estaba justo al otro lado del corredor. Podría
entrar a través de la puerta en la biblioteca. Se abría para dar lugar a una pequeña sala
de estar que nadie nunca usaba y a través de esa habitación podía entrar en su oficina
sin usar su vestíbulo, que probablemente estaría monitoreado. ¿Pero la sala de estar?
Probablemente no.
No estaba cerrada.
Los extrañaba.
—¿Sanguinaria?
Chillé y casi dejé caer el frasco. Girando, lo aferré contra mi pecho mientras
respiraba aliviada.
—Zayne.
—¿Nada?
Con las manos ahora escondidas detrás del escritorio, deslicé el frasco por mi
palma. Tendría que dejarlo caer y rogar al Dalai Lama que no se rompiera o fingir
desmayarme y devolverlo a su lugar. Ninguna de esas opciones me daba mucha
confianza—. Nop.
—Uh-huh.
—De acuerdo. Vi a Abbot con este frasco hace un par de días y quería saber lo
que era. Así que eso es lo que estaba buscando.
—¿Sanguinaria?
—¿Sabes lo que es? —Si era así, mejor para mí, porque sería mucho mejor que él
explicara a volver a revisar ese polvoroso libro.
—¿Por qué?
—Vamos.
—Layla, vamos antes de que alguien más vuelva, te vea aquí y enloquezca.
Tenía razón, y a pesar de que estaba sintiendo este infantil impulso por discutir,
lo ignoré y lo seguí de vuelta a la biblioteca. Pasándolo, fui en línea recta hacia el
escritorio mientras él cerraba la puerta detrás suyo.
Mis ojos se ampliaron mientras notaba el jugo de naranja, el libro y el… el
paquete vació de masa de galletas. Me giré hacia Zayne.
—Tal vez.
—Eso me lo imaginé.
—En realidad es bastante peligrosa. —Me siguió hasta el sofá, se sentó y se quitó
las botas y las medias. Se inclinó sobre el otro brazo estirándose lo más que pudo, lo
que significó que me dejó el pequeño espacio que yo estaba ocupando—. No tiene
mucho efecto sobre los demonios, más que dejarlos somnolientos. Pero puede matar a
un humano y noquear y paralizar a un Guardián por un rato.
Mi corazón se salteó un latido.
—No lo sé. La botella lucía antigua. Como muchas de las botellas que estaban allí.
Lo debe haber guardado para cuando un Guardián se revelara. Como con Elijah
cuando… —Su voz se fue apagando, y bajó la mirada.
Me puse un poco rígida mientras mis dedos se apretaban contra el cojín. Era la
primera vez que Zayne usaba el nombre de mi padre, mi padre ausente. El Guardián
que había dormido con Lilith, y quien, después de descubrir que había engendrado un
hijo, había tratado de matar dicho hijo. Múltiples veces. Esa sería yo. Abbot lo había
detenido cuando yo era joven y podía ver cómo la sanguinaria podría haber sido útil
entonces.
Asintió.
—No diría que fue una conversación de lo más agradable. —Zayne se movió en
el sofá al lado mío, empujando mi muslo con su pie. Lo miré, con las cejas
levantadas—. ¿Qué te pasa? —preguntó, empujando el mechón de cabello rubio fuera
de su frente.
—Nada.
Se inclinó contra el brazo del sofá, perezosamente sujetando la parte de atrás de
su cuello con la mano. Los músculos debajo de su fina camisa se apretaron con el
movimiento.
A veces odiaba que Zayne me pudiera leer tan bien. Que cuando me miraba,
como lo estaba haciendo ahora, sentía como si pudiera descubrir todos mis secretos
con solo su mirada. Pero eso no significaba que quería en este momento preocuparme
y compartir.
Zayne suspiró.
—No lo hice.
—¿Disculpa?
El otro ojo se abrió mientras bajaba sus brazos, cubriendo la parte posterior del
sofá. Tenía toda su atención ahora.
—No hiciste nada hoy excepto pasar el rato en tu habitación y mirar a Izzy
mientras trataba de morder tus pies.
—En realidad estoy contento de que estés despierta. Quiero hablar contigo de
algo. Tiene que ver con Roth. —Dijo su nombre como si fuera una nueva enfermedad
de trasmisión sexual.
—No confío en él. No solo porque es un demonio, sino por lo que… bueno, por lo
que puede o no puede significar para ti. —Sus ojos aún no habían dejado mi rostro—.
Es… No importa. Sé que lo vas a ver en la escuela, pero no quiero que te estés
escapando con él a solas.
—Mira, no estoy diciendo que lo harías, pero sé que vas a querer averiguar más
sobre Lilin y no quiero que estés sola con él.
Abrí mi boca.
—Solo porque no quiero verte más dolida —añadió, y qué podía decir respecto a
eso. Aunque, ¿podría haber algo más que eso? Dios sabía lo que Roth y Zayne se
habían dicho el uno al otro, y ahora que Zayne sabía la completa extensión de lo que
había sucedido con Roth, solo podía adivinar lo que estaba pensando.
Por debajo de mis pestañas, lo observé estirarse fluidamente, como un gato con
la barriga llena. Zayne era súper protector conmigo, pero eso no significaba que
estuviera celoso o enamorado de mí.
—Además hay otra razón por la que vine a casa temprano —dijo arrastrando las
palabras perezosamente—. Estaba seguro de que me extrañabas.
—No es probable. —Arrojé la pequeña almohada a su cabeza. La tomó en el aire
un segundo antes de que la golpeara en su rostro—. En absoluto.
—Terrible mentirosa. —No podía saber cuán cerca sus palabras hacían eco a las
de Roth, y no se lo iba a decir.
—Uh-huh.
Me incliné hacia adelante, golpeando sus piernas del sofá. Golpearon contra el
suelo. Las pateó de nuevo hacia arriba.
Me giré hacia él, a punto de decir algo sarcástico, pero las palabras fueron
robadas de mi lengua. No estaba bromeando. Mierda, hablaba en serio. Y esa mirada
—la forma en que sus ojos encapuchados y sus labios entreabiertos— hablaba de algo
a lo que no estaba acostumbrada, pero que había visto en él el día que había entrado a
mi habitación cuando me estaba desvistiendo.
Nos miramos en silencio. Nada y todo cambió entre nosotros en un instante. Una
gruesa tensión flotaba en el aire, colocándose sobre mí como una manta demasiado
caliente. Sus ojos brillaron como joyas de zafiro en la tenue luz, provocando un
escalofrío a pesar que sentía que me sonrojaba de nuevo.
Quería liberarme.
Y eso fue lo que hice. Poniéndome de pie rápidamente, alisé mis manos en mi
cabello, esperando que no se diera cuenta como habían temblado.
—Toda esta conversación me ha fatigado. Voy a la cama. Buenas noches.
Zayne entró por la puerta, aún descalzo mientras cruzaba sus brazos sobre su
pecho. ¿Y si hubiera estado desnuda? Mis mejillas se tornaron de un rojo profundo
ante la comprensión de que la delgada musculosa no escondía mucho.
Luchando para no cruzar mis brazos sobre mis pechos, me mantuve quieta.
—Tú eres molesta cada noche. —Le dio unas palmaditas a la cama de nuevo, un
mechón de cabello cayendo sobre sus ojos—. Deja de actuar tan rara, Layla.
¿Cómo era yo la que estaba actuando raro? Está bien. Tal vez estaba siendo un
poco ansiosa. Que él tomara mi cama como si fuera de su propiedad no era algo nuevo.
Diablos, había dormido en ella un par de noches atrás.
Por supuesto que había notado mis pantalones cortos de Hello Kitty.
—¿Puedes no hablar?
Se rió entre dientes.
—Estás con tanto malhumor esta noche. ¿Fue el azúcar de las galletas?
—Nada —susurré.
—Realmente le gusta poner su cabeza allí, ¿cierto? —La voz de Zayne era áspera.
—Supongo que es suave para ella. —En el momento en que las palabras salieron
de mi boca, quise patearme en mi seno izquierdo—. Dios —gruñí—. A veces necesito…
Zayne colocó un dedo en mi barbilla, silenciándome. Ese ligero toque desató un
montón de sensaciones: hambre, necesidad, un anhelo tan intenso que me hizo
temblar hasta la médula.
—Eso tendría sentido. —Haciendo una pausa, tragó saliva mientras su mirada
trazaba con el detalle del tatuaje demoníaco—. Apuesto que es… un lugar suave.
—Yo… no lo sé.
Sus facciones se tensaron por un momento y luego pareció dejar pasar lo que
estaba sintiendo. La verdadera razón por la que mantenía ese collar no tenía nada que
ver con mi madre, pero luego su mano se movió, arrastrando su dedo hacia abajo por
el centro de mi garganta, por el ascenso de mi clavícula y luego directamente al lugar
donde descansaba Bambi, deteniéndose a apenas un centímetro de su cabeza.
Oh Dios mío.
Mi corazón se agitó tan rápido en mi pecho que era como un colibrí a punto de
volar. Una pesadez se asentó en mi pecho, la presión exigente pero placentera.
Entonces su dedo se movió de nuevo, deslizándose a través del borde de la cabeza de
Bambi.
Ella se movió un poco, dándose vuelta hacia el toque como una mascota
buscando más comodidad. Arrastré una respiración mientras humedecía mi labio
inferior. ¿Debería estar más sorprendida de que me estaba tocando tan íntimamente o
de que estaba tocando a Bambi? ¿O de que Bambi no se estaba despegando de mi piel
y tratando de comerlo? Realmente no importaba porque cada terminación nerviosa de
mi cuerpo estaba hormigueando.
Trazó las delicadas escamas alrededor de las fosas nasales de Bambi, y cuando
me estremecí, su mirada se levantó, atrapando la mía. Había tanto calor e intensidad
en esos ojos de color cobalto que no había duda de cómo me estaba mirando.
—No se siente como pensé que se sentiría. La piel está ligeramente elevada, pero
en realidad es como un tatuaje.
Con la boca seca, cerré mis ojos mientras su dedo se movía por su cabeza,
acercándose al pequeño lazo que decoraba el dobladillo de mi franelilla. No estaba
usando nada debajo de la franelilla y estaba tan, tan cerca.
—¿A ti?
Sus pestañas se arrastraron hacia arriba de nuevo y su mirada chocó con la mía.
No tenía idea de cómo habíamos terminado aquí. Su mano se detuvo y esperó, y no
había manera de negar la fuerza conductora detrás de la pregunta. Si decía que no, se
apartaría. Si decía que sí, entonces… ni siquiera podía imaginar esas posibilidades.
Si decía que sí, todo cambiaría, cambiaría en formar que ni siquiera podía
imaginar, formas que nunca creí realmente que pudieran pasar entre nosotros. Mi
corazón estaba latiendo demasiado fuerte, y un extraño tipo de calor se inundó
profundamente en mi cuerpo.
Respiró hondo mientras movía su mano hasta la fina tira de mi franelilla. Sus
ojos nunca abandonaron los míos.
La mirada febril de Zayne bajó mientras deslizaba la tira hacia abajo. La franelilla
era tan suelta y fina que tomó el menor esfuerzo moverla. En segundos, las tiras
terminaron en mis muñecas, la tela agrupándose donde mis manos estaban
entrelazadas sobre mi estómago.
Sentí su mirada mientras bebía en detalle a Bambi y todo lo demás: cada parte
de mí que estaba expuesta. Era como una caricia mientras su mirada seguía el largo y
elegante tramo de su cuello entre mis pechos, a la forma en que se enrollaba debajo de
mi caja torácica.
—Layla —dijo con voz áspera, y el sonido curvó los dedos de mis pies.
Pero no importaba mientras se movía hacia abajo, su cabeza bajando cerca del
lugar donde descansaba Bambi. Había una gran posibilidad de que esto pudiera ir
terriblemente mal, pero mis manos se hicieron puños y me mordí el labio inferior tan
fuerte que un sabor metálico lleno mi boca ante el primer toque suave de sus labios
contra…
La puerta de la habitación se abrió, golpeando contra la pared con una fuerza
que hizo temblar la habitación como un trueno. Zayne saltó de mí y estuvo en el suelo
en segundos. Se dio la vuelta y me senté, tirando de mi franelilla con mi corazón en la
garganta. Estábamos tan descubiertos, e íbamos a estar en tantos problemas.
Me estremecí mientras la fría y casi glacial brisa flotaba sobre mi piel. Miré la
habitación, no viendo nada anormal.
Se metió los dedos por su cabello, dedos que recién había estado tocándome. Se
volvió hacia mí, su pecho subiendo y bajando pesadamente. Comenzó a tomar un paso
hacia mí, pero se detuvo. Por la forma en que me miró… mi cuerpo enteró se ruborizó.
No quería que se fuera. Quería que volviera a mí, pero no sería inteligente y la
cosa más inteligente sería dejar que se alejara de esta habitación. Tirando de la manta,
me obligué a asentir.
Zayne me miró un momento más y luego tragó saliva antes de darse la vuelta y
deslizarse fuera de la habitación suavemente. Me quedé donde estaba mientras la fría
realidad de la situación regresaba. Sin importar lo que sentía por él o él por mí,
perseguir cualquier cosa con Zayne era peligroso.
—¡L
o sabía!
—¿Cómo lo sabías?
—Bueno, de la manera que trataba a Roth, era bastante obvio que el chico no
está interesado en que estuvieras con alguien más.
Salí del camino de una chica corriendo por el pasillo—. Solo no le gusta Roth.
Stacey puso los ojos en blanco—. Y tiene sentido por qué finalmente hizo un
movimiento. Tiene competencia.
—No digas del tipo en que los chicos quieren estar en sus bolsillos, porque eso
es simplemente extraño.
Stacey se echó a reír mientras me golpeaba con la cadera—. Está bien. Solo estoy
diciendo que esta cosa con Zayne no hace falta ser un genio. No es como si Danika
estuviera tramando algo y Zayne… —bajó la voz—. Te tocó de una manera totalmente
platónica. Es simple. Ve por ello.
Ve por ello.
—Es complicado.
—¿Ya sabes cómo nos tendiste totalmente una trampa a Sam y a mí para ir al
cine durante las vacaciones de Acción de Gracias? —Sus ojos brillaron con emoción—.
Deberías invitar a Zayne y dejarlo claro, una cita para el cine.
—¿Cita para el cine? —arrastró una profunda voz. Nos dimos vuelta para ver a
Roth sonriendo hacia nosotras—. Qué lindo. ¿Quién va a pagar por las palomitas de
maíz?
—Espiar es grosero.
—Lo que sea —me di la vuelta, lista para llevar a Stacey adentro, cuando él me
detuvo.
—De hecho, quiero pedirte prestada por un segundo —dijo, mirando a Stacey,
quien estaba en el proceso de darle una mirada muy aterradora—. ¿Eso te parece
bien?
Lo que significaba Lilin o demonio o Guardián o algo más con lo que realmente
no quería tratar. Suspiré cuando di un paso al lado. Stacey me miró boquiabierta, y yo
hice una mueca.
—Está bien.
Me encogí de hombros.
—De hecho, no le dije mucho de nada. Debe haber sumado dos más dos por su
cuenta y llegar a que eres un idiota.
—Sí, como si eso realmente te molestara —mire hacia atrás por la pequeña
ventana en la puerta que dirigía a bio. El Sr. Tucker ya estaba en su escritorio; ¿iba a
volver alguna vez la Sra. Cleo?, y solo teníamos un minuto, a lo más, antes de que el
ultimo timbre sonara—. ¿Qué quieres?
Metiendo las manos en sus bolsillos, sacó una delgado trozo de papel amarillo,
agitándolo en mi rostro.
—Lo fue.
—Sí.
—¿Crees que van a divertirse sin mí? Piénsalo de nuevo. Vamos a hacer un trío.
—Él sonrió con malicia cuando puse los ojos en blanco—. Hoy. Después de la escuela.
Tú y tu amiguito gárgola con derechos pueden encontrarme afuera.
Quería decir que no, pero él me guiñó un ojo y dio unas palmaditas en su bolsillo
mientras se daba la vuelta y se dirigía a biología.
***
Desde el momento en que Roth se subió a la parte trasera del Impala, sabía que
este pequeño viaje improvisado terminaría mal. Incluso si ellos dos pudieran estar de
acuerdo en que todos necesitábamos trabajar juntos, nadie iba a hacerlo fácil.
No era como si se esperara que unieran sus manos y cantaran “Kumbaya” juntos.
Ya era incómodo entre Zayne y yo. Agregar a Roth a la mezcla sólo lo volvía unas
diez veces más doloroso. Si Zayne pensaba que lo había estado ignorando el sábado,
no había duda de que lo había hecho el domingo. Ni siquiera sabía cómo mirarlo sin
que cada centímetro cuadrado de mi cuerpo se ruborizara.
—Sólo digo —continuó—. Estoy bastante seguro de que el chico Dean hecho
papilla en el suelo de un golpe puede caminar más rápido de lo que estamos
conduciendo.
—Cállate —dije.
Apareció una mujer mayor. Su espeso cabello rojo estaba recogido, pero varios
rizos más cortos estaban levantados por toda la coronilla de su cabeza. Finas líneas
rodeaban sus ojos marrones y sus labios color rosa pálido. Parecía cansada, ojerosa
realmente, y cuando su mirada se movió de Zayne a Roth y luego de vuelta otra vez,
ella pasó una mano sobre su suéter gris de punto trenzado.
Cruzó las manos sobre los bordes del suéter, tirando de ellos cerca de su cuerpo.
—Dean no es capaz de ver a nadie en este momento. Lo siento, pero tendrán que
volver cuando no esté castigado de por vida.
Zayne se tensó mientras le echaba un vistazo a Roth, pero no dijo nada, porque a
menos que estuviésemos planeando entrar todos de golpe en la casa, se necesitaba un
poco de persuasión demoníaca.
Y funcionó.
Asintiendo lentamente, ella se hizo a un lado y cuando habló, su voz era suave y
aflautada.
El rostro de él se ensombreció.
La Sra. McDaniel asintió una vez más y luego se volteó, yendo a la deriva por una
puerta, tarareando “Paradise City” en voz baja.
Roth miró al techo por un momento y luego se acercó a la cama. Sacó los
auriculares de la cabeza de Dean.
—Ignorarnos es grosero.
El chico en la cama, el chico que siempre era tranquilo y mantenía las puertas
abiertas para otros alumnos, sonrió mientras cruzaba los brazos detrás de la cabeza.
—¿Parece importarme?
Dean me miró y se sentó. Acercó la mano entre sus piernas e hizo algo que hizo
que mis oídos ardieran.
—Eres más que bienvenida a quedarte aquí, cariño. Estas dos herramientas
pueden ponerse en marcha, sin embargo.
Mi boca se abrió.
Roth sonrió.
—Nunca nos hemos conocido antes. —Zayne dio un paso hacia el borde de la
cama, al parecer tratando de ser la voz de la razón—. Mi nombre es…
—Sé lo que eres. —Dean se dejó caer de espaldas—. Magnam de cælo, et tu super
despectus.
—¿Y ahora habla latín? —Esto no iba a ninguna parte—. ¿Qué te dijo?
—Y sé por qué están aquí. No sabrán nada de mí. Así que ya saben dónde está la
puerta. —Él me miró—. Pero como dije, tú…
Dean estuvo inmóvil por un momento y luego saltó de la cama, tan rápido que no
fue más que un borrón por un momento. No estaba segura de si él se dirigía a mí o no,
pero Zayne lo interceptó, atrapando al chico por el hombro. Un fuerte empujón y Dean
golpeó la cama sobre su trasero—. Intenta eso otra vez y no te gustará lo que pasará.
—Es constante —dijo, levantando las manos para taparse los oídos.
Mi pulso se aceleró.
—¿Qué es constante?
—No se detiene.
—Creo que siente dolor. —Miré a Zayne por ayuda—. ¿Qué podemos hacer?
—Lo que le pasa es que le falta un buen trozo de su alma y eso, probablemente,
se siente como una herida de bala. —Sacudiendo la cabeza, Roth se levantó de manera
fluida—. Dean, necesitamos que nos digas lo que te pasó.
Me acerqué a la cama.
—Estamos aquí para ayudarle —dije, aliviada al ver que Dean había dejado de
aullar.
—Todo está bien. Sólo tiene que ir abajo y comenzar la cena. Perritos calientes
de chile serían geniales.
—Dean…
—¡Fuera! —Dean se puso de pie e inclinó hacia atrás el brazo, tirando los
auriculares directamente a la cabeza de Roth—. ¡Salgan!
Al chico no parecía importarle. Se dio la vuelta hacia Zayne y corrió a él. Zayne
debió ver algo en su mirada porque cambió de forma. La camisa se rasgó justo en la
espalda y el pecho. Piel de granito sustituyó la carne humana. Alas desplegadas,
parecieron ocupar toda la habitación. Zayne atrapó a Dean y le dio la vuelta, curvando
un gran bíceps debajo de su cuello.
Una vez que estuvimos dentro del Impala, Roth se inclinó hacia delante y me
tocó el hombro.
—¿Por qué?
—T
engo una idea.
—¿De acuerdo?
—Ya que no fuiste a ningún lugar con Dean ayer, he estado pensando —bajó la
cabeza y habló en voz baja—. ¿Nadie ha revisado el gimnasio o sí?
Abrí mi boca, pero la cerré de golpe, eso era exactamente lo que Zayne me había
pedido que no hiciera. Claro que escaparme al gimnasio en las entrañas de la escuela
no era exactamente huir con Roth.
—Sé que no quieres sentarte y dejar que nosotros nos encarguemos —Me sedujo
y ladeó su cara—. Por lo menos, la Layla que recuerdo era más del tipo de
involucrarse, no alguien que prefiere sentarse al margen.
—¿Está funcionando?
Suspiré—. Sí.
—Perfecto —respondió volteándose hacia la puerta, él la mantuvo abierta para
mí—. Es una cita.
Cuando él se echó a reír, yo sabía que había una buena probabilidad de que iba a
matarlo y esconder su cuerpo detrás de las gradas.
El salón estaba vacío y las conversaciones silenciadas por las puertas cerradas,
en lo alto la bandera rojo y dorado ondeaba suavemente mientras el calor la golpeaba,
mientras pasaba el laboratorio de computación la puerta se abrió y salió Gareth
tropezando.
Di un paso atrás, sacudida, al igual que con Dean detrás de sus venas rojas y
pupilas color avellana, había algo vacío ahí, algo se había ido.
—¡Dios! ¿Por qué haces eso? —Presioné mi mano a mi pecho—. Podrías solo
haber utilizado las escaleras.
Puse los ojos en blanco, pero había una pequeña parte de mí que tenía envidia de
esa capacidad. Dios sabe que sería muy útil cada vez que me encontrara en una
situación que quería escapar.
—Gareth puede ser una persona de mierda, pero no merecía perder su alma
—Cuando Roth no parecía inmutarse por la declaración, suspiré—. ¿La vida humana
significa algo para ti?
Yo lo conocía mejor, sus palabras pueden ser frías y temerarias, pero sabía Roth
era algo más que un demonio. Sin embargo, yo no iba a iniciar la conversación una vez
más. Me dirigí hacia el último vuelo de escaleras, no quería pasar el rato en la escalera
con él y terminar hurgando recuerdos sueltos. Él me siguió, silencioso como un
fantasma.
—La puerta está cerrada —le dije, haciendo un gesto hacia la cadena enrollada
alrededor de la manija—. ¿Se puede romper?
—Fácilmente.
Sólo hacía falta que él pusiera las dos manos en la cadena y tirar. El metal cedió
con un sonido metálico.
La facilidad con la que rompió la cadena me hizo pausar. Roth era peligroso, algo
que no podía permitirme el lujo de olvidar.
Envolviendo mis brazos a mi alrededor, me arrastré tras Roth notando que las
garras de los demonios habían hecho rodajas finas en el suelo de los estantes, había
habido muchos de ellos esa noche. La zona que había estado conectada estaba negra
por haberse quemado con el fuego que reclamó a Roth y Paimon. Levanté la mirada y
me quedé mirando la espalda de Roth, preguntándome si estar aquí no lo hacía sentir
nada.
Me agaché cerca de donde habían sido atados mis brazos. Quemada, la cuerda
deshilachada permaneció, yacía olvidada.
—Ah, pero es más que eso, ¿no es así? Sobre todo por la forma en que Piedrota
me advirtió de ti... dos veces.
—Una vez en el restaurante al que habían ido —dijo, su voz cerca. Cuando miré
por encima de mi hombro, estaba de pie detrás de mí. Yo ni siquiera lo había
escuchado moverse—. Y luego la noche del sábado, cuando nos encontramos.
—Oh ¿así que te dijo? —Roth tomó un puñado de mi pelo, tirando suavemente la
cabeza hacia atrás. Entrecerré mis ojos y recuperé mi pelo, él me sonrió—. ¿Te dijo lo
que me dijo?
Roth se arrodilló a mi lado, tan cerca que su muslo presionó en los míos.
—Me dijo que tenía que alejarme de ti.
—Sí. —Su aliento bailó sobre mi mejilla, y me puse rígida—. Y también me dijo
que no me perteneces.
—¿Qué Roth?
Se encogió de hombros.
—Tú me puedes creer o no, pero me doy cuenta de que no estás negando nada.
—¿Hablas en serio?
—Tú crees que es genial que haya seguido adelante tan rápido. ¿Cierto?
¿De qué? —me puse de pie—. ¿De qué exactamente estoy siguiendo adelante?
Según tú, lo que sea que hayamos tenido no importó y nunca lo hará. Todo para
lo que yo fui buena era para reducir tu aburrimiento, ¿recuerdas?
—Me disculpé por decir eso —se defendió él, sus ojos destellando en un amarillo
brillante—. ¿Quieres que me disculpe otra vez?
—Responde a la pregunta.
—Lo que sea, Roth. —Yendo hacia adelante, lo empujé con mi dedo en el
pecho—. Me gustabas, de verdad me gustabas y cuando te fuiste y pensé que estabas
siendo torturado en una fosa de fuego, me hizo daño…
—Layla…
—¿Qué? — grité
—Está tan mal preguntar eso— susurré, mi voz temblando. —Es incluso cruel.
Una emoción feroz y tormentosa atravesó su rostro y luego se fue tan rápido
como había aparecido. Asqueada con él y conmigo misma, volví a concentrarme,
trayendo de nuevo mi atención al piso, y encontré lo que estaba buscando. El agujero.
Los bordes estaban mellados, como si ácido hubiese quemado directamente a través
del piso. Un poco perturbador, considerando que había sido mi sangre la que había
hecho eso.
—No hay nada aquí arriba. —Roth miró a su alrededor, sus cejas levantadas—.
Excepto por el hedor de sueños rotos y potencial desperdiciado.
—No soy un perro —gruñí, levantándome mientras limpiaba mis manos en mis
jeans—. ¿Por qué no simplemente lo sugeriste desde el principio?
Acerqué una de las bancas. Una sustancia blanca y pegajosa bajaba por las patas
de metal. A través del tablero, la materia goteaba hasta el piso, espesa y lenta, como la
miel o el jarabe. Tragué.
—¿Esto es ectoplasma?
Él resopló.
—Es increíble que nadie en la escuela haya notado esto. —Escaneando las
paredes cubiertas de baba, rió sin humor—. Sería un poco difícil de explicar.
—Nadie tiene ninguna razón para venir aquí abajo. —Me moví hacia adelante,
con cuidado de no pisar nada considerable pegajoso—. ¿Qué significa todo esto?
—Realmente no lo sé. Hay algunos bichos que dejan ectoplasma. Ninguno que
deba estar en una preparatoria.
Caminando hacia adelante, traté de hacerme una idea de donde había aterrizado
el goteo de la sangre del ritual en esta planta del edificio. Después de algunos
segundos, me di cuenta de que debía de haber caído en algún lugar en las duchas.
Las encontré con los ojos y me dirigí hacia ellas. La luz allí parpadeaba
esporádicamente. Enderezando mis hombros, obligué a mis pies a moverse y con
cautela entré en las duchas abiertas. La mayoría de los grifos y de los rociadores
habían sido removidos de las paredes, dejando atrás huecos abiertos. Más mugre
goteó, deslizándose por la pared.
—El olor es definitivamente peor aquí… oh, y ahí tienes la razón —Roth puso
una mano en mi espalda y me giré hacia lo que él estaba mirando.
En la parte de atrás de las cabinas de las duchas, un desastre de… algo colgaba
desde el techo como tentáculos blancos grisáceos que me recordaban a una telaraña.
Solo que tendría que ser una araña con esteroides para crear algo tan masivo. Entre
las cuerdas estaba enredado un capullo, su carcacha blanca desgarrada abierta en el
centro. La vaina estaba doblada hacia afuera, del color del periódico viejo con una
oscura y aceitosa sustancia salpicada a lo largo.
Arrugué mi nariz.
—No hay nada genial acerca de mi sangre creando un capullo que se ve como
algo salido de Alien.
—Gran película, por cierto. No las secuelas, sin embargo. —Cuando gemí, él me
mandó una sonrisa malvada sobre su hombro que, a pesar de todo, hizo que mi
estómago revoloteara—. Obviamente, aquí es donde nuestro cercenado bebé Lilin
creció.
—¿De un capullo?
Él asintió.
—Nadie sabe mucho sobre el Lilin. Como madura, como se ve o cualquier cosa
por el estilo. Pero ¿qué más podría ser esto?
—Debe haber algo ahí que pueda decírnoslo. —No me acerqué más porque estar
en la habitación con esa cosa era lo suficientemente malo.
—Esta vez, creo que tomará más que un Pollo Perdue para de que nos de ese
tipo de información.
—Lo que sí prueba es que el Lilin vino de aquí, que el Lilin estuvo aquí, pequeña.
—¿Quién está ahí? —Una voz retumbó todo el camino entre las duchas,
enrollándose a mí alrededor—. ¿Quién está aquí abajo?
Él estaba en sus treintas, tenía el cabello cobrizo y una gran cantidad de pecas.
No lo reconocí, pero el uniforme azul oscuro y el llavero alrededor de su cinturón lo
delataron. Era el conserje.
Su vista se quedó atrás de mí, y sentí a Roth moverse más cerca. Sin mirarlo,
supe que había caminado a mi lado con la gracia pura de un depredador que haría que
cualquier humano o no humano se moviera con cautela.
—Estábamos buscando un lugar privado… usted sabe, para que así pudiéramos
estar a solas —él bajó su cabeza hacia la mía, mandando mechones del color del
cuervo sobre su frente—. Luego vimos todo esto y como que nos distrajimos por lo
raro que es todo. ¿No es cierto, cariño?
Mi mandíbula dolía por lo fuerte que la estaba apretando. Lo que Roth estaba
haciendo era completamente innecesario. Lo había visto meterse en la mente de las
personas y mandarlas correteando en la dirección opuesta con unas pocas y bien
elegidas palabras. ¿No acababa de hacer exactamente eso con la Sra. McDaniel?
Tocarme no era necesario.
B
ruja.
—¿De verdad eres una bruja? —dije, sonando un poco estúpida—. Pensaba que
la mayor parte de su especie se había extinguido. —Así como durante la Edad Media…
—No, señor.
—¿Por qué? —No se sabía mucho sobre las brujas. O por lo menos no había
puesto mi esfuerzo en descubrir más sobre ellas.
—Las brujas no están portando todo el ADN humano. —Roth miró a Gerald con
una medida de respeto—. A pesar de que no reclaman su otra mitad, las brujas tienen
sangre demoníaca en ellas.
—¿Qué?
Roth asintió.
—Las brujas son los descendientes de los demonios y los seres humanos, nena.
No es que estén excepcionalmente orgullosos de ese pequeño hecho. A veces son
primera generación, y otras veces, tuvieron un demonio en la familia en algún lugar
muy atrás. La sangre podría no ser tan fuerte, pero está ahí. ¿De qué otra forma crees
que consiguen esas impresionantes habilidades mágicas?
Parpadeé rápidamente.
—¿Qué hay de ti? —Roth se inclinó hacia delante—. ¿Gerald? ¿Eres de primera
generación o fue un bisabuelito metiendo la pluma donde no se suponía que lo
hiciera?
Pensé que era extraño que Roth no supiera automáticamente lo que era Gerald
con toda su impresionante grandeza demoniaca.
Roth se balanceó hacia atrás mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.
—Genial. De todos modos. Volvamos a lo que sea que es esto. —Él hizo un gesto
con la cabeza hacia el espeluznante capullo—. ¿Estoy asumiendo que sabes que eso no
es normal?
Él se rio secamente.
—Para nada. He estado vigilándolo desde que lo encontré: hace
aproximadamente unas dos y media o tres semanas. —Su mirada se posó en mí, y mis
hombros se desplomaron—. No estoy seguro de lo que es. Tampoco lo sabe nadie en
mi aquelarre, pero eso no es todo.
—Todo este ectoplasma no puede ser bueno, ¿verdad? Al principio pensé que
tenía que ver con esa cosa de allí, pero ahora no estoy tan seguro.
Apretujada en el casillero había una cosa, una criatura que nunca antes había
visto. Su cuerpo era del color de la leche en mal estado: blancuzco y con cierto aspecto
grumoso. Sin pelo visible ni definición en su esbelta y alta figura. Parecía tener casi
dos metros de altura y poco más de medio metro de ancho. Con los brazos cruzados
sobre su pecho y su cabeza inclinada hacia abajo. Sin rasgos faciales en absoluto.
Habíamos encontrado la fuente de la baba. El pegajoso líquido blanco goteaba de sus
pies apenas formados.
Mi estómago se revolvió.
—¿Qué demonios es eso?
—¿A quién? —Gerald se volteó hacia nosotros, con ojos penetrantes—. Los
Guardianes probablemente nos matarían en el acto por la sangre que portamos y los
demonios probablemente nos matarían por deporte. Y no tengo idea de qué son estas
cosas. Tampoco lo sabe nadie en nuestro aquelarre. No vamos a matar
indiscriminadamente a estas cosas.
—Ecologistas —murmuró Roth, lo que le valió una mirada dura—. Lo que hay en
ese casillero no es Santa Claus ni el condenado Conejito de Pascua.
—Y tal vez si supieras qué era ese capullo, entonces entenderías que esto…
—continuó Roth, agitando su mano hacia los casilleros—, …no es algo que quieras
plagando una escuela llena de seres humanos.
—¿El Lilin?
—¿Sabes del Lilin? —pregunté, saltando sobre eso—. ¿Algún detalle específico?
—Algunos de los aquelarres, los más extremos, no el nuestro, sino otros, creían
que a Lilith le tocó la parte más escalofriante del trato. Que ella es la madre de todos
nosotros.
—Eso creemos. Por razones obvias, nos gustaría encontrarlo. —Los ojos de Roth
se entrecerraron—. ¿Pero qué, Gerald? Ibas a decir algo más.
—Hay un aquelarre cerca de Bethesda que rinde culto a Lilith. Si alguien sabe de
un Lilin...
Empecé a decirle que también era la hija de Lilith, por lo que deberían amarme
totalmente y abrazarme, pero Roth me lanzó una mirada de advertencia.
Él inhaló profundamente.
—Tienen un club cerca del Cine Row. Sabrán cuál por el símbolo. —Gerald
señaló la marca que la manga ahora ocultaba—. Con quién ustedes necesitan hablar,
su vieja bruja, estará allí durante la próxima luna llena. Y ni siquiera piensen en llevar
a un Guardián con ustedes. Con ella será lo suficientemente malo.
Los labios de Roth se curvaron en una deliciosa sonrisa mientras volteaba sus
dorados ojos danzarines hacia mí.
—Eso es perfecto.
Geeenial.
—¿Pero volviendo a esas cosas en los casilleros? —Todo serio de nuevo, Roth
fijó a Gerald con una mirada dura—. Son Nocturnos en metamorfosis, y detesto pensar
en cuántos de ellos podrían estar desarrollados.
De ese modo el Nocturno podía alimentarse de ellas mientras estaban vivas. Eso
es lo que hacían allá abajo, torturando a sus presas por una eternidad en el Infierno.
—No. —Gerald se pasó el dorso de la mano por la frente—. Nadie viene aquí
abajo. Yo sólo lo hice por accidente cuando descubrí esto.
—¿Tienes algún poder súper especial de brujas que debamos tener en cuenta?
—preguntó Roth.
Gerald negó con la cabeza.
—Sólo soy bueno con encantos y hechizos: como cosas de amor y fortuna.
¿Hechizos de amor? Eso animó mi interés por alguna extraña razón, pero ahora
realmente no era el momento de investigar eso más a fondo. Los pasos se acercaban,
localizándose en la otra fila de casilleros, y el mentón de Roth cayó.
Tenía la forma de un hombre, con más de dos metros de altura estando de pie.
Sus músculos ondulaban bajo una brillante piel color piedra de luna. Dos gruesos
cuernos sobresalían de la parte superior de su cabeza, curvándose hacia adentro. Las
puntas eran afiladas, y no tenía duda alguna de que si la cabeza de este Nocturno
embestía a alguien, no terminaría lindamente. Las pupilas como las de un felino
estaban montadas en irises del color de la sangre. Y sonreía, mostrando dos colmillos
afilados.
Guácala.
Aterricé en mis pies y di la vuelta, viendo a Roth viniendo detrás de él. Sin perder
un momento de tener el control, golpeé la espada de hierro en su pecho, saltando
hacia atrás rápidamente. Niebla blanca salió a raudales de la herida, burbujeando en el
aire. El aullido del Nocturno terminó abruptamente cuando estalló en llamas. En
cuestión de segundos, no quedaba más que un trozo de piso chamuscado.
—¿Qué? —resoplé.
Mis ojos se encontraron con los suyos por un momento y entonces eché un
vistazo hacia los casilleros, luego hacia donde Gerald se había pegado contra una
pared. Una mirada de horror abyecto llenaba su expresión.
—¿Dijiste que casi todos estos casilleros están llenos de esas cosas?
Gerald asintió.
—Eso es un problema.
—¿Qué pasa si hay más a punto de despertar? No hay manera de que puedas
enfrentarte a más de una de estas cosas a la vez.
Él frunció el ceño.
Suspiré.
—No seas un idiota. No tiene nada que ver con tus habilidades. Apenas si
pudimos enfrentarnos a uno de ellos juntos. —Pasé mi mirada rápidamente a Gerald.
Algo de color estaba regresando a su rostro—. Lo siento, pero tenemos que involucrar
a los Guardianes en esto. No voy a decirles sobre ti, pero me aseguraré de que
permanezcas oculto mientras estén aquí.
—¿Por qué habrán tantos aquí abajo? Tiene que ver con el Lilin, ¿verdad?
—Tiene que ser. —Una mirada preocupada apretó sus rasgos—. A menos que el
capullo en realidad no sea de un Lilin.
—Lo estaba, pero... —Miró a los casilleros por un momento y luego frunció el
ceño. Volteándose de nuevo hacia mí, arrugó el ceño mientras se inclinaba. Demasiado
cerca.
Roth siguió, bajando sus pestañas por un momento. Cuando levantó la vista de
nuevo, sus ojos eran brillantes como el cristal.
—¿Estás herida?
—No. Sí. —Miré hacia abajo a mí misma, viendo los desgarros en mi suéter de
lana gruesa. Sin embargo no me dolía el estómago—. No estoy segura.
—Nena…
—Tienes que dejarme revisarte otra vez. —Se puso todo manoseador de nuevo,
esta vez arreglándoselas para envolver sus dedos alrededor del borde de mi suéter. La
tela fue tensada, revelando los tres desgarros dentados.
—¿Te rasguñó?
—¡Oye! —Le pegué en las manos, pero no más de un segundo después, él reveló
la camiseta sin mangas de color blanquecino que había llevado debajo del suéter.
Estaba salpicada de rojo justo encima de mi ombligo.
—Pero te rasguñó. —Habló como si yo fuese una niña de cinco años que no
entendía la lógica—. Tengo que llevarte de nuevo a mi casa donde puedo…
—¡Qué cara dura eres! ¿De verdad crees que voy a caer con eso?
—Layla…
—Cállate, Roth. En serio. —Lo rodeé echa una furia y me dirigí a las escaleras,
deteniéndome el tiempo suficiente para enfrentar a un Gerald de aspecto
petrificado—. Traeré a los Guardianes aquí abajo tan pronto como sea posible.
Abrí las puertas y caminé a través del maloliente, húmedo y oscuro gimnasio
cuando Bambi empezó a deslizarse por mi pierna.
—Oh mierda.
Fui vagamente consciente de Roth saliendo disparado hacia adelante cuando mis
piernas simplemente dejaron de funcionar. Se doblaron debajo de mí y luego no había
nada.
Traducido por Auro Kyle
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
C
uando abrí los ojos, estaba mirando el perfil pétreo de Roth, y él estaba
enfocado hacia el frente, con las manos y sus nudillos blancos en el
volante. Me acurruqué en el asiento delantero de su Porsche.
—Tengo habilidades.
Había una buena posibilidad de que la escuela iba a llamar a casa desde que me
estaba perdiendo mis clases de la tarde, y mi corazón latía con lentitud. Más aún por a
donde podía estar llevándome. Traté de incorporarme, pero todo lo que logré hacer
fue volverme más una bola.
—Tienes que llevarme de vuelta a la escuela —me quedé sin aliento—. No puedo
ir a tu apartamento.
—Puedo llamar a Zayne —razoné, cerrando los ojos mientras mis músculos del
estómago se apretaban.
—Esto es familiar —anunció una voz suave, mientras una puerta se cerró detrás
de nosotros y el tenue aroma de manzanas llego a mi nariz.
—Cállate, Cayman.
Una risa profunda me irrito, y traté de no pensar en la primera vez que había
estado aquí, más o menos en la misma posición.
El portazo me sacudió y cortó cualquier otra cosa que Cayman estaba diciendo.
Un segundo más tarde, estaba acostada en la cama de Roth.
Al ver las familiares paredes blancas con los DVDs y libros alineados que habían
estado allí antes... el piano en la esquina... incluso las pinturas macabras que rayaban
en lo inquietante... fue un puñetazo en el pecho y no ayudo con la sensibilidad de mi
estómago. Mis pies colgaban una pulgada del suelo, y pensé en los pequeños gatitos
vampiros que había sido ambos tatuajes y mascotas. Me pregunté si estaban atrás
ahora, escondidos debajo de su cama, dispuestos a hundir sus pequeños colmillos en
la piel expuesta.
No podía prever una gran cantidad de situaciones en las que un demonio podría
estar en necesidad de agua bendita.
—Eres parte demonio, Layla. Bebe esto y estarás escupiendo vómito como una
chica poseída. Ya que es normalmente utilizado contra los demonios, puede sanar una
lesión infligida por otro demonio, dependiendo de la herida y todas esas cosas buenas.
—Quítate la camisa.
Me quedé mirándolo.
Sus cejas se levantaron.
—Sí lo harás.
Levantándome sobre los codos, me encontré con su mirada decidida con la mía.
—Estás drogado, si crees que voy a quitarme una sola prenda de ropa.
—Como he dicho antes, el crack es del carajo. —Él sonrió mientras yo miraba—.
Tu camisa tiene que salir, pequeña. La razón por la que tu estómago no duele es
porque tienes un poco de veneno o sangre empapando a través de tu suéter. Esta
adormeciendo la piel y tener veneno sobre ti realmente no va a ser propicio para la
curación. Todo lo de arriba se tiene que ir.
Miré hacia abajo. Con la oscuridad de mi suéter, era imposible ver si había
sangre de demonio en él.
Roth suspiró.
—Mira, estamos perdiendo el tiempo. Vas a enfermarte más y esta agua bendita
no funcionará. Es tan simple como eso, así que deja de ser una niña y quítate el suéter.
Las garras sólo me habían rozado, pero las tres marcas eran pequeñas líneas de
un oscuro y furioso rojo que se fueron ramificando hacia fuera de las cortes como
venas.
Aún agachado junto a la cama, la botella de agua bendita colgaba de sus largos
dedos. Él me miraba con el mismo tipo de intensidad que tenía en los vestuarios, pero
había un calor detrás de sus ojos dorados y su mirada estaba fija en mi pecho. Al
menos Bambi no estaba usando mi teta como almohada esta vez. Su cabeza en forma
de diamante estaba descansando en contra de la parte baja de mi estómago ahora.
—Acuéstate.
Quería resistirme a su tono enérgico, pero cuanto antes terminara con esto,
mejor. Acostándome, me quedé mirando el techo mientras lo sentí acercarse.
Roth se cernía sobre mí, y apreté mis manos en la manta suave para
mantenerme quieto.
—Esto puede picar un poco.
—Lo siento —murmuró, inclinando la botella una vez más. Lo hizo con cuidado,
evitando el contacto directo con él mismo. Me imaginaba que su reacción, ya que él era
de pura sangre, sería peor que la mía.
Se encogió de hombros.
—Suele suceder. —No tocó las marcas de garras, pero mientras se alejaba, su
mano libre acarició a lo largo de la cicatriz decolorándose en mi brazo, la dejada por el
Guardián—. No te muevas.
No tuve que esperar mucho tiempo. Roth volvió a mi lado con una manta negra.
Igual a la que había envuelto alrededor de mí la noche del ataque de Petr, estaba
hecha de algún tipo de material grueso, lujoso. Él la puso sobre mi pecho, dejando mi
estómago desnudo, y luego se retiró.
—Vas a tener que permanecer inmóvil hasta que deje de burbujear. —Se sentó
en el banco junto al piano y agachó la cabeza. Mechones de pelo oscuro cayeron hacia
adelante, protegiendo su rostro. No dijo nada más.
Porque lo estaba.
Tan loca como estaba, mientras esperaba a que el agua bendita hiciera su cosa
debo haberme dormido, porque cuando abrí los ojos de nuevo, las marcas de garras ya
no estaban burbujeando. No sentía náuseas o mareos, sólo un leve dolor alrededor de
los corte.
Bueno, cuando volví la cabeza hacia su calor corporal, estaba más descansando
en la cama junto a mí.
Apoyando su peso sobre un brazo, la cabeza estaba apoyada sobre su mano. Una
extraña sonrisa marcó su inquietantemente bello rostro, un contraste con la expresión
hosca que llevaba antes. Sus labios se abrieron ligeramente.
Fruncí el ceño.
—¿Qué estás haciendo? —El calor inundó mis mejillas cuando me senté
rápidamente. Olvidándose de la manta, que se deslizó a mi cintura.
Él se encogió de hombros.
—¿Cómo te sientes?
Fruncí el ceño.
—Justo a tiempo para que te despiertes. No quieres que Piedrota venga aquí y te
encuentre toda satisfecha y feliz en mi cama.
—¿Qué?
—La última vez que lo comprobé, no lo estaba. Debes estar feliz de saber que
Piedrota contestó, como al, primer ring. —Sus labios se fruncieron cuando una
expresión pensativa cruzó su rostro—. Pero no estaba exactamente contento de oír mi
voz. O que estabas conmigo. O que actualmente estabas dormida en mi cama. O que te
lesionaste. O que…
—Oh, no lo sé, Roth, ¿tal vez un maldito taxi? —Mi corazón latía con fuerza en mi
pecho. Oh Dios, Zayne iba a enloquecer. Él iba a enloquecer tan épicamente que
rompería la barrera del sonido—. ¿Qué estabas pensando?
—Estaba pensando que teníamos que dejarle saber a los Guardianes acerca de
los Nocturnos en la escuela —respondió razonablemente. Quería golpearlo—. Porque
esa fue tu idea y tenías razón. No puedo encargarme de todos por mí mismo.
Me miró y luego rodo los ojos—. No es como si Piedrota fuera a correr y decirle a
papá que estás conmigo.
—En la basura.
—Necesito una camisa que usar. —Comencé a caminar hacia su armario, pero él
apareció frente a mí, bloqueando mi camino—. Venga.
Su sonrisa creció.
Considerándome por un momento, una chispa iluminó sus ojos y las campanas
de alerta se dispararon. Con una sonrisa socarrona, se agachó y se quitó la camisa de
manga larga que llevaba puesta.
Wow.
Bueno. Tal vez no lo había olvidado del todo, pero mi memoria no le hace
justicia. Para nada. Roth era todo músculo magro. Desde su pecho hasta esas líneas a
cada lado de sus caderas, él era duro y grabado músculo.
—¿Dónde está el tercer gatito?, —le pregunté antes de que pudiera detenerme.
—El reloj no se detiene. Y, más importante aún, cuanto más tiempo estés parada
allí en tan sólo tu sostén, más me siento tentado a ser un chico muy, muy malo.
Él me la lanzo, pero fui un poco lenta en cacharla. El material olía a él, como algo
salvaje y pecador, me golpeó en el pecho y cayó al suelo.
—Es mejor que te des prisa. Él va a estar aquí en cualquier momento.
No hice caso de eso a medida que me daba la vuelta, dándole la espalda mientras
dejé caer la manta. Tal vez fue mi imaginación, pero mi espalda quemaba bajo su
consumidora mirada.
—¿Por qué siquiera tiene que venir aquí, a un edificio lleno de demonios? ¿No es
peligroso?
No tomo más de un minuto antes de que el pesado golpe del techo hiciera
temblar las retorcidas pinturas que colgaban en las paredes de Roth. Me puse de pie
cuando Roth se volvió hacia la puerta estrecha que conducía a la azotea. Sin
ceremonia, la abrió y Zayne irrumpió en el desván.
Su pelo rubio era un desastre ondulado, y estaba vestido todo de negro, camiseta
negra, pantalones tácticos negros. Era como si se hubiera vestido para ir de caza.
Empecé a explicar por qué, a pesar de que parecía innecesario, pero antes de que
pudiera decir una palabra, Roth habló.
R
oth se tambaleó hacia atrás y la trasformación tomo lugar. La piel se
oscureció a un suave y pulido color onyx y alas brotaron de su espalda,
abarcando tres metros y arqueándose alto en el aire. Los arcos estaban
adornados con afilados y mortales cuernos, pero a diferencia de los Guardianes, su
cráneo estaba al descubierto.
Me lancé entre ellos, mirando a los ojos azules furiosos de Zayne—. Deténganse.
Sus ojos, todavía dorados, se fijaron en mí. Pasó un momento tenso mientras su
mano con garras se abría y cerraba, y honestamente pensé que iba a tomarme y
tirarme fuera del camino. Cuando dio un paso hacia adelante, mi ritmo cardiaco se
redujo.
—Piedrota lo comenzó.
—Wow —me di la vuelta hacia Zayne, quien estaba escudriñando a Roth.
Coloqué las manos en su pecho y el calor de su cuerpo quemó a través de su camisa—.
Necesitas calmarte.
—No me dejó hacer nada. Fui ahí libremente y él me dijo que me fuera, pero me
quedé. Me entrenaste, Zayne. Estaba más que preparada para la pelea, maté al
Nocturno. —Algo que todos parecían olvidar—. No puedes culparlo porque haya
salido lastimada, apenas lastimada. Como puedes ver, estoy bien.
—Ahora que eso está arreglado, ¿Abbot y el clan se dirigían hacia la escuela?
—Están ahí, pero no está dispuesto a hacer nada hasta que terminen las
clases. —El tono de Zayne era cortante—. Nos estamos encargando de ello. No hay
necesidad de preocuparse.
Un destello de ira recorrió el rostro de Zayne, y supe que cuanto más tiempo
estos dos estuvieran en la misma zona, mayor era la probabilidad de que la segunda
ronda de lucha de chicos estallara aumentaba.
—Por cierto, Zayne… —la frialdad en la voz de Roth envió un escalofrió por mi
espalda—. Esa es la única vez que me pondrás una mano encima y luego alejarte sin
más.
Zayne y yo no hablamos la mayor parte del viaje a casa. Cada vez que le echaba
un vistazo, él parecía estar desgastando sus molares. Sabía que estaba enojado, tan
enojado que estaba más allá del punto de expresión.
La culpa se agrió en mi estómago como leche cortada, lo cual llevó a una fuerte
dosis de confusión. Zayne me había pedido no huir con Roth, y no lo había hecho, no
en verdad. Mi estómago se dio vuelta pesadamente, porque mi lógica apestaba, y sabía
que era más que eso.
La ira que Zayne estaba lanzando en oleadas venía de un lugar diferente, el lugar
que había sido creado en mi cama la noche del pasado sábado. No podía engañarme a
mí misma para creer algo diferente. Como había sabido al momento en que me había
tocado, todo había cambiado entre nosotros y su humor actual era producto de ese
cambio.
Pero no había hecho nada malo. En verdad, había hecho algo bastante
impresionante. Maté a un Nocturno, probando que era útil para algo más que solo mi
habilidad ahora inexistente.
—Sí. Estaba planeando llamarte tan pronto como saliera del gimnasio, pero me
enfermé por el estúpido rasguño.
—Y hay más que tengo que decirte. Creo que tenemos una pista del Lilin, pero es
de… una fuente muy poco convencional.
—Es algo que no puedes decirle a los demás. Sé que eso no suena bien, pero
confió en ti. No estás loco con prejuicios y tú no...
Porque confiaba en él, le conté sobre Gerald, su aquelarre, y del otro aquelarre
de brujas en Bethesda. Él no estaba exactamente emocionado con la regla de no
Guardianes.
—Déjalo a él hacerlo.
—No hay manera en que confié en Roth para entrar en cualquier situación y no
enojar a las personas tanto que no consigamos ninguna información.
—¿Sabes lo difícil que es para mí considerar la idea de que vayas con él?
—Te engatusó para ir allí abajo cuando él podría haber ido solo, y en cuanto vio
al capullo o esos Nocturnos, debería haberte sacado de ahí. No lo hizo. Y no solo
porque quería llegar a mí. Te quería ahí, con él.
—Estoy bastante segura que él solo quería meterse contigo porque sabía que
iba a contarte todo.
—Esa no es la única razón, Layla —me miró desde el otro lado del auto después
de que salió, apoyando su brazo contra el techo—. Veo la manera en que te mira.
Cerré la puerta del auto y di un paso atrás, girando hacia la entrada que llevaba a
la cocina. Había visto esa expresión en el rostro de Roth antes, pero estar de acuerdo
con eso no serviría de nada. Era probable que Zayne hiciera salir sus alas, volara de
vuelta al departamento de Roth y le diera una patada esta vez.
Había dado un paso cuando Zayne estuvo de pronto en frente de mí. Jadeando,
me tropecé hacia atrás mientras su mano se cerraba alrededor de mi antebrazo en un
apretón suave pero firme.
Las palabras me dejaron mientras me quedaba mirando ojos del color del cielo
infinito, porque…oh dios mío, nuestros labios estaban tan cerca y la necesidad que
aumentaba en mi interior no tenía nada que ver con la alimentación, sino todo que ver
con querer probar sus labios.
El miedo se apoderó de mí, pánico más potente que enfrentar el Nocturno. Si nos
hubiéramos besado, hubiera tomado el alma de Zayne, lo hubiera convertido en algo
horrible y malvado. Hubiera matado lo que él era.
Una sonrisa vacilante pasó por el rostro de Danika. Su mano derecha estaba
cubierta con arcoíris de confites.
—Regresaste.
Oh dios.
Izzy se echó a reír, echando hacia atrás sus rizos rojos mientras ella cerraba sus
puños en su cuenco. El helado salpicó a través de su babero.
—¡Más!
—Ah, gracias, pero voy a pasar. —Me volví cuando Geoff entró en la cocina. Sus
cejas subieron mientras conseguía una imagen de la mesa.
Él asintió mientras pasaba una mano por su pelo castaño largo hasta los
hombros.
―Sí. Ya que la escuela está cerrando por el día, están a punto de limpiar. Ellos ya
han eliminado a unos cuantos que estaban cerca de la maduración. —Él me miró, y
sorprendentemente, sonrió—. Y felicitaciones, Layla. Escuché que eliminaste a uno.
— ¿Tienes un momento?
Tomé eso como mi señal para hacer una salida apresurada. Necesitaba un
momento para aclarar mi mente, y también para ducharme, porque oler como Roth no
me estaba poniendo cálida y difusa. Llegaba al pasillo cuando sentí un extraño aire frío
atravesarme. No rodeándome, sino literalmente, a través de mí, haciendo que me
detuviera. Y entonces oí a Zayne.
Tan repentinamente como fui levantada y tirada por encima de su hombro como
un saco de arroz, fui depositada sobre mis pies. Retrocedí y luego salí disparada hacia
adelante, golpeándolo en el pecho. Duro.
—Lo que sea que él tiene que decir puede esperar. —Me siguió mientras yo
retrocedía, frunciendo el ceño—. ¿Por qué te fuiste así?
—Sí, eso estaría bien, pero saliste corriendo como si un ejército entero de
Hellions estuviera persiguiéndote.
—No lo hice.
—Bueno. Tal vez un poco. ¿De qué es lo que quieres hablar? ¿De las brujas y
cuándo podemos ir al club?
—No.
—¿Qué estás…?
Me jaló hacia abajo, y no había ningún otro lugar para ir, sino a su regazo.
Aterricé frente a él, mi boca a nivel con su garganta. Por un momento, me quedé
congelada. Con mis piernas a horcajadas sobre él, había una sensación desconocida en
esto que estiraba tensos mis nervios. Si movía mis caderas hacia delante... Ni siquiera
podía terminar el pensamiento.
—Impidiendo que corras de mí. —Me tiró hacia adelante, haciendo que mis
manos se anclaran fuertemente sobre sus hombros para detener que ciertas áreas de
nuestros cuerpos se tocaran—. En caso de que no te hayas dado cuenta de esto,
todavía, yo no estoy le voy mucho a lo de la persecución.
La mirada que cruzó su rostro fue una mezcla de cariño e incredulidad, del tipo
de mirada de “de verdad eres así de tonta”.
—Yo no quiero, pero lo he hecho. Lo estoy haciendo. Y creería que después de la
noche del sábado, sería bastante obvio.
—En realidad... —Sus ojos buscaron los míos—. Debería haber sido obvio por...
por un largo tiempo. O tal vez no lo fue, pero tienes que saber.
Tendría que ser estúpida para no saber, sobre todo después de todo esto, pero...
—Yo no lo entiendo.
—Tal vez no es correcto. ¿Qué sé yo? Cuando Padre te trajo a casa hace todos
esos años, me dijo que mi trabajo era vigilarte, que yo sería la cosa más cercana a una
familia, a un hermano, que alguna vez tendrías. Y tomé eso en serio. Desde que tenía
doce años. —Sus pestañas de color rubio oscuro, bajaron, y yo pensé en el Sr. Snotty.
La emoción estalló en mi pecho y subió por mi garganta—. Sé que no se suponía que
pensara en ti de ninguna otra manera, pero creciste el año pasado o ¿algo así?
—Me encontré incapaz de dejar de mirarte, y era difícil no querer pasar tiempo
contigo. ¿Por qué más me levantaría siempre tan temprano? —Se rio en voz baja
mientras los huecos de sus mejillas se sonrojaban—. Y cuando Padre comenzó a traer
a Danika, yo supe...
—Yo supe que no podría estar con ella. No cuando tú estás constantemente en
mi cabeza. ¿Está mal? —Su intensa mirada se levantó de nuevo, encontrándose con la
mía—. No. Que se joda, que se joda todo eso. Es lo correcto. Esto siempre ha sido lo
correcto.
—¿No puedo qué, Layla-bug? ¿No puedo pensar en ti? ¿No puedo decirte que
siempre has sido la chica más increíble que he conocido? ¿No puedo dejar de vivir bajo
el mismo techo contigo y pretender que lo que siento por ti, lo que quiero de ti, es algo
fraternal? —Mientras mi aliento quedaba atrapado, sus manos se deslizaron hasta mis
costillas, dejando tras de sí una estela de escalofríos—. ¿Que no puedo abrazarte?
¿Tocarte? Porque la última vez que comprobé, yo podía hacer todas esas cosas.
—Zayne...
Esto no tenía nada que ver con él. Haber esperado años, sufriendo todas mis
fantasías de niña involucrando a Zayne y creer que esto era absolutamente sin
esperanzas, para ahora escuchar estas palabras casi sagradas, yo no sabía qué hacer
con ellas. Mi corazón estaba expandiéndose en mi pecho hasta el punto en que yo
seguramente pensaba que este estallaría, pero había una ansiedad creciente que
susurraba confusión y miedo.
Me quedé mirando su cabeza inclinada mientras poco a poco llevé mis manos en
alto. ¿Era por eso? ¿O era por más? ¿Era a causa de Roth y por el hecho de que Zayne
simplemente no me quería con él? ¿O era porque ahora él sabía en lo que yo podía
cambiar, lo que me hacía adecuada de alguna manera? Cerrando mis ojos, ignoré el
extraño nudo de malestar. Él no era así y que nunca había creído que algo estaba
defectuoso conmigo. Yo toqué con cuidado las puntas de su pelo, y un suspiro lo
estremeció. Zayne no me mentiría.
El calor fluyó a través de mí, una mezcla de vergüenza y fuego que se había
despertado a la vida ante el recuerdo de lo que habíamos hecho.
—Confío en ti.
Él frunció el ceño.
Las lágrimas que acudieron a mis ojos amenazaban con extenderse, y yo estaba a
segundos de llorar como si hubiera visto un maratón de películas de Hallmark.
—Tú no eres mala, Layla. Nunca lo has sido. —Su sonrisa era enorme,
serpenteando su camino a través de mi corazón—. Y yo creo que si te besara en este
momento, no tomarías mi alma.
Zayne levantó una mano, pasando sus dedos por las puntas de mi cabello
mientras su mirada se arrastraba sobre mis rasgos. Inclinó su cabeza y antes de que
pudiera averiguar lo que estaba haciendo, apretó sus labios contra mi cuello, contra
mi pulso latiendo salvajemente.
—Oh, Dios mío —susurré, arrastrando mis dedos sobre su cara—. Lo entiendo.
E
so obviamente no era lo que Zayne estaba esperando que dijera. Me miró
con esos luminosos ojos azules, con confusión jugando en sus hermosos
rasgos.
Puse mis manos detrás, curvando mis dedos en mis palmas, y casi
inmediatamente, esa necesidad viril desapareció.
Se recostó en el sofá.
—Cada vez que alguien me ha tocado, piel con piel, tengo estos débiles rastros
de emoción que no me pertenecen. —Pensé en Stacey y cuando me había tocado
mientras había estado hablando conmigo sobre Sam. Había sentido esperanza,
esperanza que no me había pertenecido. Luego de nuevo con Roth, con Zayne, e
incluso cuando había caminado por la calle y encontrado a gente la noche que había
estado tratando de ver auras… Mis ojos se abrieron—. ¡Comenzó cuando dejé de ver
las auras! Como casi inmediatamente después. Mierda.
—Algo así. —Tragó saliva, y luego colocó su mano en mi mejilla—. ¿Qué sientes
ahora?
—No lo sé. Era difícil, tratar de descifrar entre mis propias emociones
desordenadas y lo que posiblemente podría estar viniendo de él, pero había una que
pensé que podría ser suya. Un hilo constante que tejía su camino hacia mi
inquietud—. ¿Feliz? —susurré, curvando mis dedos alrededor de su muñeca. El calor
aumentó, como tomar el sol de verano—. Felicidad.
Traté de poner un sentido sobre cómo perder mi talento para ver almas había de
alguna forma provocado mi habilidad para sentir las emociones de los demás. Dejé
caer mi mano y empecé a moverme de su regazo, pero sus manos se movieron a mis
caderas, asegurándome en mi lugar. Levanté una ceja.
—¿Qué?
—Sabes qué.
—Debería. A ti.
Supuse, pero era solo otra cosa que me hacía tan diferente de Zayne e incómoda
en mi propia piel. Se me ocurrió algo mientras mi cuerpo se relajaba y doblaba mis
manos entre nosotros.
—No lo sé.
Ni siquiera sabía por qué me lo preguntaba. Quizás era porque quería saber qué
tan similar era mi ADN con el de esa criatura.
—¿Lo sabes?
Asintió.
—Estás pensando en ese aquelarre y cuándo vas a poder descubrir más sobre el
Lilin.
—Bueno, mis razones son puramente egoístas. Cuanto más sepamos sobre el
Lilin, vamos a poder encontrarlo más rápido.
—¿Y la anciana no estará en ese club hasta la luna llena? —preguntó luego de
unos momentos—. Todavía faltar un par de semanas… el seis de diciembre, creo.
—En realidad no, pero imagino que encontrarás una manera de ir de todas
formas y prefiero ser de apoyo antes que no saber nada. —Inclinando su cabeza hacia
atrás en el cojín del sofá, me miró desde detrás de sus pestañas bajas—. Y estoy
asumiendo que Roth está encantado con la idea de ir a este club contigo.
—Entiendo que las brujas no me quieren allí, especialmente ese tipo de brujas,
pero voy a ir contigo esa noche, al menos lo más lejos que pueda ir —continuó—. Y,
por mucho que me cueste decir esto, ir con Roth allí es una buena idea.
—Me gustaría pelar la piel de Roth desde sus huesos de una manera muy lenta.
Sabes, como con un pelador de naranjas.
Mi nariz se arrugó.
—Ew.
Seguí mirándolo.
—Te protegerá. Mejor de lo que hizo hoy. —La renuencia en su voz era
evidente—. Solo que no estás a salvo de él.
—Sin importar lo que quería o lo que crees que quiere, estoy a salvo de él.
Créeme. Dejó en claro y evidente que no había nada entre nosotros excepto…
—¿Lujuria?
—Sí —susurré.
—Idiota.
—Lo siento —dijo, y luego de todo lo que había confesado, pensé que la disculpa
era posiblemente la cosa más extraña de él, pero que la bondad era tan
inherentemente Zayne.
Esta evolución con Zayne era tan inesperada. La lujuria era una cosa.
Preocuparte por alguien profundamente era otra cosa, pero esas palabras… parecían
cargadas con un tipo de significado diferente. E tipo que se hundía en el corazón,
derribaba las paredes, destruía las barreras y abría su propio camino.
—¿Cómoda? —preguntó.
Asentí.
Siguió moviendo su mano, y me obligué a abrir mis ojos, mi mirada siguiendo los
lomos de libros polvorientos alineados en los estantes. Todas sus palabras yacían en el
pequeño espacio entre nosotros. Necesitaba decir algo, pero hablar en voz alta acerca
de cómo me sentía sobre Zayne nunca había sido fácil. Ni siquiera le había admitido a
Stacey cómo me sentía sobre él. Mi enamoramiento de casi toda la vida en él había
sido algo que mantuve cerca de mi corazón, escondiéndolo de la mejor manera que
pude y protegiéndolo con mentiras. Pero Zayne se había abierto conmigo y le debía lo
mismo.
—Lo fue. —Una pelota se formó en mi garganta y, por alguna razón, quise
llorar—. Y fue tan difícil, ¿sabes? Tratar de no mostrarlo y no estar celosa de Danika o
cualquier otra chica que…
Tomó unos segundos para que esas palabras se filtraran a través de mi dura
cabeza y cuando lo hicieron, me eché hacia atrás y levanté mi cabeza.
—¿Perdón?
—Lo siento. Es solo que no puedo creer que no has… quiero decir, eres tú. Eres
hermoso y eres amable e inteligente y perfecto y las chicas te echan un vistazo por
todas partes que vamos.
Sonrió.
—¿Por qué?
Asentí.
—¿Yo?
Oh Dios mío…
Zayne colocó sobre mi hombro los mechones de mi cabello con que había estado
jugando, dejando que se desenredaran lentamente.
Me aparté—. Yo...
—Lo sé —dijo solemnemente—. No es algo que este feliz de decir en voz alta o
siquiera pensar, pero sé que lo haces. Tú compartiste... mucho con él y él estuvo ahí
cuando yo no estuve.
Sabía que estaba pensando en la noche que Petr me atacó, cuando había
intentado llamarlo y no había respondido porque estaba enojado conmigo y había
estado con Danika, él todavía no se había perdonado a sí mismo por eso.
Y luego estaba todo lo que sentía por él, de la forma en que esperaba para verlo
todos los días, cómo me hacía reír con la más simple de las miradas y la manera en que
yo anhelaba el más breve contacto, ser capaz de besarlo. Siempre había habido algo
entre nosotros, solo que siempre había creído que era solo de mi parte.
Él sonrió un poco—. Así que creo que debemos tomar las cosas con calma.
Mi primera reacción fue decir no, había demasiado riesgo... y si era honesta
conmigo misma, estaba aterrada... aterrada de finalmente tener algo que siempre
había querido, ¿y sí no funcionaba por cualquiera de las millones de razones que esto
era posible? ¿Y sí terminó decepcionada o destruye nuestra amistad? ¿Y si Zayne
perdía su alma por mi culpa?
Había tantos riesgos, pero cuando mi corazón saltó, me di cuenta que mitad
demonio o no, la vida estaba llena de riesgos y yo estaba cansada de no vivir... de no
intentarlo.
Una cita no podía ser mala ¿O sí? Lo mire mientras mis labios se extendían en
una amplia sonrisa—. ¿Qué tal suena una película?
Él se burlaba de mí.
Él me hacía sonrojarme.
Me reí ante eso, ganándome una mirada extraña de la chica caminando a mi lado.
Oh bueno, dando vuelta a la esquina había pasado la vitrina de trofeos aún vacía
cuando una cabeza cobriza familiar apareció, con un palo de escoba en una mano,
Gerald me hizo señas con la otra.
—Genial. —Me sentí aliviada al escuchar esto, Zayne se había ido la noche
anterior para reunirse con los otros pero no habíamos hablado de ello esta mañana.
—¿Por qué?
—No hay problema, no creo que tendrían problema contigo, pero no quiero
correr ese riesgo. —Tal vez lo hubiera corrido hace unos meses, pero no ahora y esa
realización mató un poco de mi felicidad.
—A menos que tenga algún libro de Lilin para Idiotas, no veo ninguna otra
opción. —Pero en serio eso sería útil—. Mira, gracias por tu preocupación pero tengo
que conseguir...
—¿Qué pasó contigo ayer? Por favor, dime que no te escapaste con Roth.
Bueno...
—Claro que sí. —Sonreí—. ¿Pero serás capaz de ver sin ellas?
—Voy a estar bien. —Dio un paso hacia adelante en el flujo del tráfico—. ¿Por
qué estaba ese conserje agarrando tu mano? Fue algo espeluznante.
—Me ayudó ayer que me sentía enferma. —La mentira llegó demasiado
rápido—. Solo estaba sacudiendo mi mano como saludo.
El dulce y salvaje aroma anunció la cercanía de Roth, miré por encima del
hombro. Él venía por el centro de la sala, con el ceño fruncido hacia el teléfono móvil
que llevaba en la mano. Ni siquiera estaba viendo a dónde iba, pero la gente se apartó
fuera del camino para él.
Roth levantó la mirada, su mirada chocó con la mía. Había una tenue mancha de
azul a lo largo de su mandíbula, una señal de que un Guardián había dado un fuerte
golpe, me apresuré a mirar hacia otro lado, maldiciendo en voz baja por la sensación
de culpa. Dos segundos más tarde, él se deslizo a mí lado.
—Hey —respondió Sam con una sonrisa—. Tengo que ir a clase, ¿Nos vemos en
el almuerzo?
—¿Qué? —pregunté
—No sé. —Se encogió de hombros, volviéndose a Stacey—. Sin lentes, está
vestido hoy como si su madre no hubiera elegido sus ropas por él y tú estás mirando
fijamente como si quisieras hacer pequeños bebes con gafas con él.
Aparte del comentario de hacer bebés, Roth fue realmente moderado en clase.
No se volvió a molestarme o inclinarse para que sus brazos se posaran en mi mesa.
Fue... diferente.
—Creo que todos deberíamos estar en el salón de clases —dijo el Sr. Tucker,
tratando de interceptar a Roth, pero era rápido y la mitad de la clase lo estaba
siguiendo—. ¡No sabemos quién está ahí fuera! ¡Venga! ¡Todo el mundo de vuelta a sus
asientos!
Era imposible.
Hubo una congestión menor en la puerta, y entonces todos nos propagamos por
el pasillo lleno, Stacey estaba agarrada de mi suéter. La sala se había calmado al punto
uno podría escuchar un estornudo de los saltamontes, y de alguna manera eso era
peor que los gritos.
C
on la policía y el trauma, la escuela cerró temprano por el día.
No éramos las únicas personas de la escuela allí. Eva y Gareth también estaban
ahí. Se sentaban en una mesa bistro, bajo la fotografía enmarcada de un pan horneado.
Gareth estaba encorvado sobre una taza que sostenía en sus pálidas manos, su
hombros más delgados de lo que recordaba y su cabello un lio de grasa.
Gareth parecía estar hasta el máximo, pero sabía que no debía interferir otra
vez.
Rompí mi galleta en dos, pero por una vez, no hubo nada sobre el delicioso dulce
que me encantara. Apenas conocía a Gerald, habiéndolo visto por primera vez en mi
vida ayer, pero era como con el miembro de la Iglesia de los Hijos de Dios. Ver la
muerte nunca era fácil, sin importar la relación o la falta de ella con alguien.
—No lo sé. ¿Por qué haría eso, especialmente en el medio del pasillo? Vaya
forma de matarse.
—Eso no suena como algo que alguien haría antes de colgarse con la bandera de
la escuela —señaló Roth mientras se recostaba en la cabina. Tiró un brazo sobre la
espalda—. ¿Por qué agradecerle a Layla que no pusiera su vida en peligro si él estaba
a punto de quitarse la vida de todos modos?
Asentí.
—¿Alguno de los miembros del aquelarre podría haber llegado a él? —la
pregunta no iba dirigida a nadie en particular—. ¿O podría haber sido el Lilin?
Él sacudió la cabeza.
—Usan encantos para bloquearnos, al igual que lo hacen con los Guardianes. Y
no sabemos lo suficiente del Lilin para inclusive averiguar si husmeó o no.
Me eché hacia atrás, cruzando los brazos sobre mi estómago contra el repentino
escalofrió que se movió sobre mi piel.
—Era casi como si fuera un mensaje.
Zayne se giró hacia mí. Sombras habían brotado bajo sus ojos, y supe que no
había logrado descansar mucho.
—Lo encontramos ayer, nos dice lo que es y de donde podemos encontrar más
información sobre el Lilin, me da una advertencia y luego ni siquiera una hora
después, está colgando —respiré profundamente—. Parece como si el mensaje fuera
muy claro. Retrocede ahora.
—Vamos —dijo ella, forzando una sonrisa en los labios que estaban libres de
maquillaje—. Tienes que levantarte.
Me encogí de vergüenza ajena. Eva no era una fan mía, pero observar esto me
ponía incomoda.
Gareth se levantó, pero luego volvió a tropezar, golpeando una mesa cercana. Las
bebidas se derramaron y las personas se dispersaron. Un brillo vidrioso lleno los ojos
de Eva. Ya no podía quedarme allí por más tiempo.
—Gracias.
—Estoy bien.
—Y el chico que murió hace unas noches atrás —un mechón de cabello negro
azulado cayó por su frente, suavizando sus rasgos—. ¿Cómo estás manejando eso?
—Bueno, le di una bofetada al chico con una biblia —mi estómago se retorció
ante el recuerdo—. Estoy segura de que la situación se podría haber manejado mejor.
—Pero yo…
Un sopló áspero rugió fuera de mí y comencé a tirar mis manos para liberarlas.
No las dejó ir al principio, pero finalmente cedió. Mis dedos se deslizaron fuera de los
suyos, provocando una oleada de escalofríos por mis brazos.
Yo tampoco.
Más tarde esa tarde, observé a Izzy cambiar de ida y vuelta mientras Drake
agarraba la pierna de Jasmine. Ella se inclinaba de vez en cuando, agitando
perezosamente los rizos rojizos del pequeño mientras el chupaba su pulgar.
Izzy era tan natural en el cambio así como era una niña problemática. Corrió por
la sala de estar a toda velocidad, una pequeña ala aleteando mientras que la otra caía
hacia un lado. Varias veces se lanzó al aire cuando se acercaba a Drake, haciendo que
chillara de terror.
En su mayor parte, estuve acurrucada de forma segura en una esquina del sillón,
resguardada con mi capucha. La casa se sentía como una nevera para mí, pero
probablemente no para Danika, quien seguía interceptando a Izzy justo cuando iba a
arrojarse hacia mí.
Cuando se acercaba la hora antes de la cena, me fui para dirigirme hacia arriba.
Las cenas habían sido incómodas por semanas ahora y prefería mendigar las sobras
que sentarme a través de miradas sospechosas.
Sabiendo que no debería estar aquí, aun así me senté al borde de la cama y mi
mirada rastreó la línea de su columna. Realmente no sabía porque había venido, pero
en todo lo que podía pensar era en lo que él había pedido.
Los cuales eran unos brazos realmente agradables, pensé, mirando a sus bíceps.
—El tiempo suficiente para saber que me has estado mirando. —La sonrisa
ladeada se extendió—. Me siento como un pedazo de carne.
—Cállate.
—No dije que no me gustara la sensación. —Él rodó sobre su costado, y noté que
las sombras oscuras bajo sus ojos se habían desvanecido. Su mirada vagó por mi
rostro—. Me gusta despertar y verte aquí.
Una cálida sensación zumbó a través de mí como una pequeña abeja feliz, y el
sentimiento me puso nerviosa. Cuando aparté la mirada, mi cabello se deslizó por
encima de mi hombro, protegiendo mi rostro.
—No sé. —Le eché un vistazo, forzando mi atención a no vagar por debajo de su
barbilla por temor a encontrarme seriamente distraída—. Es sólo que... no sé cómo
actuar cuando eres tan... abierto acerca de esto.
—¿El hecho de que actúo como un idiota la mayor parte del tiempo?
Él sonrió.
—Sí.
Una risa se me escapó cuando empecé a relajarme. Levantando las piernas, las
crucé. Lo vi colocar el brazo más cercano a mí detrás de su cabeza.
—Desearía que hubiese sido más abierto al respecto antes —admitió en voz
baja—. Que no esperara tanto tiempo.
También lo deseaba, porque quizá ahora las cosas no serían tan confusas y
complicadas.
—Más vale tarde que nunca, ¿no? —Cuando asentí, él deslizó sus dedos por mi
brazo. Incluso a través de la sudadera con capucha, pude sentir su toque—. ¿Qué hay
para cenar?
Encogí un hombro.
Así no era como se sentía para mí. Le eché un vistazo al reloj de la pared.
Zayne tomó mi brazo y rodó tan rápidamente que no había nada que yo pudiera
hacer. De repente estaba sobre mi espalda, mirando fijamente unos ojos que brillaban
con picardía. Él se cernía sobre mí, apoyando su peso sobre sus brazos.
—¿Frío?
—Deberías.
Un cosquilleo comenzó en mis labios y me estremeció hasta los dedos de los pies.
Mis dedos picaban por tocarlo, pero los mantuve a mis costados. Él había
sugerido que nos tomáramos las cosas con calma y nos diéramos una oportunidad, y
eso probablemente no implicaba manosearlo. Pero era tan difícil.
—¿Quieres recibir algo de entrenamiento conmigo esta noche? —preguntó.
—Estás loco. —Volteé la cabeza, pero él puso dos dedos en mi barbilla y guió mi
cabeza hacia adelante. Mis ojos se ensancharon—. Absoluta y completamente loco.
—No. Sólo confío en ti. —Apoyó su frente contra la mía, y cada músculo de mi
cuerpo se tensó—. ¿Ves? No te estás comiendo mi alma, ¿o sí?
Él movió la cabeza y su nariz rozó la mía, una experiencia totalmente nueva con
Zayne. Mi corazón se aceleró, palpitando tan rápido que estaba tropezando consigo
mismo. Un suspiro se sacudió fuera de él y sobre mí. Mis ojos se cerraron cuando sus
dedos se arrastraron a través de mi mejilla y luego hacia abajo, a donde mi pulso latía
rápidamente. Si bajaba su cuerpo sólo un poco, estaríamos presionados en todas las
formas que hacían que mis dedos se curvaran y mis rodillas se debilitaran, y tenía la
sensación de que descubriría rápidamente si él llevaba algo debajo de esa sábana.
Oh Dios, ese no era el pensamiento más adecuado para tener en estos momentos.
Creí escucharlo susurrar mi nombre, y entonces sentí el más simple roce de sus
labios, tan suave y rápido como el aleteo de unas alas, a través de los míos.
Zayne se estiró hacia arriba, besó mi frente y luego rodó sobre su costado.
—Realmente tengo que ponerme en marcha, y necesito cambiarme. —Él sacó las
piernas de debajo de la sábana y se puso de pie.
—¡Oh mi Dios!
Echando un vistazo por encima del hombro, él arqueó una ceja mientras su
sonrisa socarrona se volvía pícara.
—¿Qué?
—¿Qué? —Lo miré boquiabierta, pero luego mi mirada cayó y mi rostro ardía
como el primer círculo del Infierno—. Oh Dios mío —dije de nuevo mientras salía de
la cama, por el otro lado. Una risita se abrió paso por mi garganta y salió de golpe—.
Estás tan condenadamente desnudo.
—¿En serio? —Su respuesta fue seca mientras recogía la sábana. Se volteó
ligeramente y, ¡oh querido Dios! me di la vuelta, con los ojos muy abiertos.
—Voy a tener que dejar caer esto de nuevo para cambiarme. —Sus ojos bailaban
con picardía—. No digo que tengas que irte, pero…
—Me voy. —Corrí alrededor de la cama, mi cabello arrastrándose detrás de mí.
Mientras lo pasaba, él extendió la mano, dándole un golpecito a mi trasero. Salté,
disparándole una mirada—. Eres tan malo.
—Terrible. —Él sonrió mientras retrocedía, con una mano apoyada en el nudo
de la sábana—. Nos vemos en un rato.
Hice algún sonido afirmativo, y luego volé hacia el pasillo. Todo mi cuerpo estaba
ardiendo mientras presionaba una mano contra mis labios todavía hormigueando y la
imagen del trasero de Zayne se estampó en las cuencas de mis ojos.
Y por lo que había visto, tampoco tenía carencias en ningún otro departamento.
Solté una risita mientras viraba hacia las escaleras, casi abriéndome paso
directamente a través de Maddox. Se detuvo en seco en el escalón más alto.
Su expresión era intensa, no del todo confiada, pero asintió. Mientras se hacía a
un lado para dejarme pasar, una ola de irritación pinchó su camino por mi espalda.
¿Lo mataría decir algo? El Guardián nunca me había hablado.
Tomando una respiración profunda, moví mi pie al escalón de abajo y una ráfaga
de aire frío vino del pasillo detrás de mí, agitándome el cabello y enviando delgados
bucles alrededor de mi rostro.
Miré a mi izquierda y todo lo que vi fue el rostro de Maddox blanco con shock, y
luego cayó de cabeza por las empinadas escaleras.
Gritando, corrí por las escaleras, haciendo una mueca cuando golpeó el suelo de
madera más abajo, con la cabeza golpeando el suelo. Llegué a su lado mientras pies
golpeteaban desde todos los rincones de la casa.
—¿Maddox?
Él no respondió.
Traducido por HeythereDelilah1007
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
S
egundos después, y yo todavía no tenía idea de que acababa de pasar.
Enrollé mis manos alrededor de mi pecho. Sabía que Maddox tenía que estar
vivo. Una caída no mataría a un Guardián, pero en su forma humana, eran
susceptibles a las heridas, incluso de forma grave.
Sacudí mi cabeza—. No lo sé. Él estaba subiendo las escaleras y luego solo se fue
para atrás…
—¿Qué demonios?
—Manten a Izzy y a Drake fuera de aquí —dijo ella, dándose la vuelta hacia
Maddox.
Danika asintió, mirando hacia donde Zayne y yo estábamos parados. Se dio la
vuelta, llevándose rápidamente a Drake por donde vinieron. Una puerta se cerró
suavemente.
—¿De viento? —terminó Abbot con duda en la voz—. ¿El aire golpeó con la
fuerza suficiente para abrir las ventanas o lanzar a un Guardián de ciento treinta kilos
por las escaleras? Lo que solo podría pasar si usáramos el aire acondicionado en esta
época de año, cosa que no hacemos.
—Ella no tiene ninguna razón para mentir, padre. Si dice que se cayó, él se cayó.
—Ella tiene todas las razones para mentir —escupió su padre. Yo —. Una vez fue
suficiente, ¿pero esto? —Él hizo gestos hacia Maddox—. Uno de los nuestros, un
invitado de nuestro clan, ha sido lastimado, y otro está desaparecido.
Me tensé por lo que estaba implicando, incluso aunque tuviera un muy buen
punto con lo último. Zayne dio un paso al frente, bloqueándome.
Dez asintió mientras se movía para estar frente a los pies de Maddox.
Mientras Nicolai cumplía su orden, Abbot tenía fijo con los ojos a su hijo.
—No hay manera de que yo, o tú, podamos creer que él perdió el equilibrio y se
cayó.
Los Guardianes en general eran un poquito más gráciles que eso, pero no había
otra explicación… a parte del viento extraño.
Me quedé cerca de Zayne, sabiéndolo mejor como para decir mucho sobre nada
justo ahora. Rabia irradiaba de Abbot en olas, atascando el corredor. Incluso Bambi,
que había estado relativamente sedentaria, subía sin cesar, deslizándose en mi
estómago.
Genial.
Exhalando suavemente, miré hacia Zayne y él bajó la mirada hacia mí. Un lado de
sus labios se curvó mientras un brillo de reconocimiento llenaba sus ojos. Suspiro.
—No lo toqué, como pueden ver —dije, levantando mi mirada hacia donde
estaba Abbot junto a Geoff—. No hice nada.
—No hay como negar eso. —Zayne cruzó los brazos sobre su pecho amplio—.
Ella no mintió.
—A menos que yo haya desarrollado poderes extra geniales sin darme cuenta,
mirarlo no podría tirarlo por las escaleras.
No siempre había sido así. Odiaba el escozor de las lágrimas que se drenaba
desde mi garganta. Era débil llorar, pero dolía reconocer que Abbot ya no me miraba
como si fuera parte de su familia. Eso era muy claro ahora.
—No sabemos de lo que ella es capaz realmente. Dudo que siquiera ella lo sepa
—replicó él.
La forma ferviente y firme como me defendía, a pesar del descontento obvio que
estaba imponiendo entre él y su padre, me hicieron sentir como si una mano se
hubiera lanzado a través de mi pecho y cerrado sobre mi corazón.
Geoff apretó los labios y miró hacia otro lado mientras Zayne miraba fijamente a
su padre, su boca ligeramente abierta, como si no pudiera creer lo que su padre
acababa de decir.
—Layla.
—¿Qué?
Después de todo lo que había pasado ayer, el sueño no llegó fácilmente. Sacudí
mi cabeza mientras alcanzaba mis libros de la tarde.
Rodé mis ojos ante la burla que salía de su voz—. Uh. No.
—¿Te mantuvo despierta susurrándote todas las cosas traviesas que quiere
hacer contigo?
—Voy a suponer que no hizo eso tampoco. Él es demasiado bueno para ese tipo
de cosas sucias. —Puso un dedo en su mentón pensativamente, y me di cuenta de que
su uña estaba pintada de negro—. Probablemente él se acurrucó contigo.
Zayne se había, algo así como acurrucado conmigo antes de que Maddox se
hubiera caído por las escaleras, pero también había sido no muy puro al respecto.
—¿Qué pasa contigo queriendo saber que hay entre Zayne y yo? No es asunto
tuyo.
Su hombro se levantó.
—Solo tengo curiosidad. —Cuando no respondí, él suspiró—. ¿Así que, que pasa
contigo hoy? ¿Es por lo que pasó con nuestra amigable bruja de vecindario? ¿O es algo
más?
—¿Anoche qué?
Suspirando, pasé una mano por mi cabello. La necesidad de darle voz a lo que me
estaba molestado era muy fuerte. No era como si pudiera hablarle a Stacey de estas
cosas, y no quería involucrar más a Zayne de lo que él ya estaba por el simple acto de
defenderme.
—¿Qué?
—¿La versión resumida? Han estado pasando cosas raras en la casa. Las
ventanas se explotaron y luego uno de los Guardianes se cayó por las escaleras.
—Eché mi cabello hacia atrás, más que cansada—. Sumado al hecho de que Tomas, a
quien Bambi se comió, sigue desaparecido, Abbot cree que estoy detrás de todo eso.
Roth frunció el ceño—. ¿Y por qué cree que tienes algo que ver con eso?
Esperé hasta que un grupo pequeño de gente que se apuraba hasta la cafetería
nos pasara antes de continuar.
—¿Qué? —Levanté mis manos—. No. No hice nada. Lo tienen grabado. —Un
poco paranoica, hice una mueca—. ¿Por qué preguntarías algo así?
—¿Por qué no preguntaría para estar seguro? Dijiste que no lo hiciste. Hay
pruebas de que no lo hiciste, entonces ¿porque pensaría él todavía que tú estás detrás
de todo?
Y aquí venía la parte que me mantuvo dando vueltas en la cama toda la noche.
—Abbot piensa que ellos no saben de lo que soy capaz. Que yo tengo súper
poderes y que hice todo eso con solo pensarlo, supongo.
—Esa sería una habilidad genial, una habilidad muy demoniaca. Una de Nivel
Superior, para ser exactos —dijo él, sonriendo.
Una habilidad de Nivel Superior… oh por Dios, eso es lo que Zayne y Danika
habían dicho sobre mí, pero con toda la locura, se me había olvidado.
Roth se echó hacia atrás y se enderezó. Entre más callado estaba, más grandes
eran los nudos de intranquilidad que crecían en mi estómago, convirtiéndose en bolas
de acero.
Parpadeé—. ¿Qué?
—¿Por qué no? —La sonrisa diabólica había regresado, dándole a sus rasgos un
encanto aniñado—. ¿Piedrota no lo aprobaría?
—No estoy sugiriendo que vengas y tengas sexo conmigo, Layla —mientras me
sonrojaba hasta las raíces de mi cabello, él frunció los labios—. De hecho, esa no es
una mala idea, pero no es lo que estoy diciendo.
Roth reclamó el espacio, curvando sus manos en la parte superior de mis brazos.
—Prometo traerte de vuelta antes de que Piedrota venga a recogerte. Haré uso
de mi increíble habilidad y nadie quedará como el más listo. Palabra de Boy Scout.
—Ah, buen punto, pero vamos. ¿Qué daño va a hacer? Somos amigos, ¿No? Dos
guisantes demoniacos en una bolsa demoniaca.
—¿Tus partecitas masculinas? —una risa salió de mí—. Eres tan extraño.
—No, no lo hacía.
Él sonrió.
—Por cierto, mis partecitas masculinas no son partecitas. Solo para aclarar…
—Vamos. Hay un lugar que creo que tienes que ver para que te ayude a ponerlo
todo en perspectiva. Ya verás que portarte mal no es malo en lo absoluto. Vamos,
pequeña —me provocó, sus ojos centelleando como dos piezas de topacio—. Falta a
clases conmigo.
Escaparse sonaba bien. Y había una dosis saludable de curiosidad cuando venía a
lo que fuera que él quería mostrarme que pudiera cambiar mi perspectiva, pero dejar
la escuela con él era estúpido, ligado a convertirse en algo feo, y Zayne estaría… bueno,
él no estaría feliz.
Pero Roth era como este pequeño demonio sobre mi hombro, urgiéndome a
portarme mal y a disfrutar cada maldito segundo de ello. Excepto que él no era un
pequeño demonio. Era el príncipe heredero del Infierno.
—Está Bien.
Traducido por Jenn Cassie Grey, Malu_12 y âmenoire90
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
M
iré al monstruo de metal que estaba enfrente de mí y lentamente forcé
mi mirada hacia donde Roth estaba parado. Esta cosa de “ser mala” ya
estaba siendo una mala idea.
—No está mal. —La correa golpeó el casco mientras me lo daba, impaciente—.
Necesitamos irnos antes de que el policía decida despertarse de su siesta y nos atrape
fuera, forzándome a hacer más cosas desagradables de demonio.
Hicimos una parada en la oficina de la escuela, no sabía que es lo que hizo para
asegurarse que nadie entrara. Suspirando, estudié la motocicleta.
¿Por qué mi cerebro siempre tomaba todo en esa dirección? Iba a culpar a los
genes de mi mami querida.
Tragué justo cuando me di cuenta de cuan cerca estaríamos en esa cosa, como a
un nivel de cercanía de “un cuerpo en lugar de dos”. Esto era tan inapropiado.
Zayne y yo no estábamos juntos, juntos, pero mis cosas iban a estar contra una
parte de las cosas de Roth.
—FML —murmuré.
La cabeza de Roth giró hacia atrás y alzo el visor del casco—. ¿Qué?
Roth pateó el pedal e inmediatamente el rugido hizo que mis ojos se ampliaran.
Tentativamente, coloqué mis manos a sus costados. Miró sobre su hombro hacia mí.
No pude ver su cara, pero sacudió la cabeza antes de girarse hacia el frente. Entonces
se inclinó, colocando sus manos alrededor de mis brazos y me arrastró hacia adelante.
Roth bloqueó la mayoría del viento mientras rodeaba bruscamente un taxi, pero
los azotes alzaban los cabellos sueltos que salían de debajo de mi casco. Los extremos
se las arreglaron para salir de debajo de las mangas de mi suéter, patinando sobre mi
piel. Mi pulso estaba en algún lugar entre el Oh, mierda en una galleta y Cristo en una
iglesia.
Roth navegó por las calles llenas como un experto y, después de un par de
minutos, la adrenalina golpeando en mis venas no fue por el miedo de convertirme en
una quemadura gigante en la carretera, sino por la adrenalina de la emoción.
Una temblorosa sonrisa rompió a través de mi rostro, y estaba feliz que el casco
la ocultara, porque probablemente me veía como una idiota. Aflojando mi agarre, me
incliné hacia atrás y cerré mis ojos.
Oh, quería cambiar de nuevo. Quería subir sobre esta moto y forzar mi piel a
expandirse y a mis huesos a extenderse. Quería sentir mis alas desplegándose y quería
tomar vuelo. Pero hacer eso en el centro de Washington a la mitad del día no iría muy
bien.
—Sí, fue divertido, pero ¿por qué me trajiste a tu apartamento? No debería estar
aquí
—¿Quién lo dice?
—Roth
—Te dije que quería enseñarte algo. No es mi apartamento. Soy un poco más
creativo que eso.
Roth rió mientras me quitaba el casco, colocándolo sobre la moto a un lado del
suyo.
No tomé su mano mientras me bajaba de la moto, sin ser tan grácil como Roth.
Sacudió su cabeza mientras daba un paso hacia atrás, dándome algo de espacio.
—Muchas cosas, pero debes prometerme que todo lo que veas se queda aquí.
La pintura era la única cosa fuera de lugar, una dura escena de pelea de ángeles
luchando con fieras espadas. Ángeles cayendo a través de nubes brumosas, sus
hermosas caras envueltas en dolor. Esta vez noté algo que no había hecho antes. Los
ángeles pintados, aquellos con los ojos abiertos, todos tenían ojos azules, ese llamativo
color azul eléctrico que todos los Guardianes tenían. Fruncí el ceño mientras los
estudiaba. ¿Cómo les llama Roth a los Guardianes? ¿Rechazados celestiales?
—¿Pequeña?
Me giré hacia donde Roth esperaba en los elevadores, elevadores que solamente
iban abajo, y por abajo, me refiero a bastante abajo. Abrió la puerta, y en lugar de ir
por las escaleras que subían, se dirigió a los escalones que conducían hacia abajo.
—¿Recuerdas como Gerald dijo que algunos aquelarres tienen clubes donde
otros de su clase pueden juntarse de forma segura? Tenemos la misma cosa. —Tomó
dos escalones a la vez—. Estamos en la parte alta, nos gusta juntarnos en edificios
como este y, en cada uno de ellos, siempre hay algo extra especial en el sótano.
No sabía que era lo que estaba esperando ver más allá de esas puertas,
probablemente algo como barras de un espeluznante bar de cuarta, pero lo que vi fue
algo completamente distinto.
—Es… diferente.
Había un escenario en forma de S en el medio del bar, rodeado por una ronda de
sillas y mesas pero era lo que estaba sobre el escenario lo que llamó y tuvo mi
atención.
Mujeres con poca ropa bailaba. Mujeres demasiado hermosas, ella podrían haber
estado caminando por las pasarelas de Nueva York y Milán. Una en particular se
balanceaba en el medio de la S. Una diminuta falda con volantes cubría su parte
inferior y usaba un sostén que brillaba y resplandecía en la luz.
Roth se encogió de hombros mientras mantenía sus ojos en mí, atrapando cada
una de mis reacciones.
—¿Cómo pueden estar aquí? Los alfas les prohibieron venir a la superficie.
De inmediato se puso rígido, sus manos a los costados con espasmos, mientras
que la piel del súcubo brillaba. Mi boca se abrió. Esas reacciones sólo podían significar
una cosa. El hombre —él era humano.
—O está bien. Mira. —Me dio la vuelta hacia el escenario. El hombre estaba
sentado en su asiento, una feliz sonrisa saciada en su cara laxa—. Él no está
herido. Sólo le dio un poco de sus refuerzos de energía. En todo caso, disfrutó del
pequeño beso. Así como estoy seguro de que la mayoría disfrutaría de un pequeño
beso tuyo.
—Pero, ¿cómo es que hay seres humanos aquí? ¿Saben lo que hay alrededor de
ellos? —No podía imaginar que lo hicieran, con reglas y todo, pero me sentía como si
el mundo se hubiera vuelto al revés en el momento en que entramos a través de esas
puertas rojas.
¿Qué podía decir a eso? Mientras buscaba una respuesta condenatoria, vi varias
jaulas de oro con incrustaciones colgando detrás del escenario. Había chicas en
ellas. Una pelirroja tetona me llamó la atención y las puntas de sus labios color rojo se
elevaron en una sonrisa provocativa. Su vestido mostraba más de lo que
cubría. Aparté la vista, sintiendo mis mejillas arder.
En los rincones más oscuros del club, se estaban jugando juegos de póquer. Un
hombre de unos treinta años —tan simple que tenía que ser humano— sudaba
profusamente mientras el hombre guapo impío frente a él levantaba la vista,
sonriendo. La luz se reflejó en sus iris, tal como había hecho con las chicas súcubo en
el escenario.
—Escalera —respondió con voz ronca. Cayó hacia atrás en su asiento, con el
rostro pálido.
—¿Qué?
—No estoy seguro de querer saber. —Roth me condujo lejos de las mesas de
póquer.
Sus ojos se abrieron a líneas delgadas mientras ella bajaba, pasando sus manos
por la parte delantera de su cuerpo apenas vestido. Le sonrió a Roth.
—Mei Domina.
—¿Qué te ha dicho?
Él sonrió.
—No tenía intención de hacerlo —se hizo eco mientras me guiaba hacia la barra,
su mano en mi espalda una presencia constante en el mundo loco en el que había
entrado.
—¿Qué pasa si bailo con una de ellas? —le pregunté al cabo de unos segundos.
—Nunca pararías, pequeña. Eres sólo mitad demonio, por lo que eres susceptible
a algunos de los encantos de los demonios. Algunas de esas chicas ahí arriba son seres
humanos. Bailaron. Mira donde están ahora.
—Si pudieras ver sus almas, estoy seguro de que no te sentirías de esa manera.
Mi mirada parpadeó hacia ellas. Las chicas eran todas hermosas a su
manera. Algunas eran supermodelos delgadas y otras altas, de piel pálida y o más
oscura, morenas y rubias.
Realmente no estaba segura de qué pensar acerca de eso o por qué querría él
mostrarme algo de esto. Lo dejé llevarme a la barra. Estaba sorprendentemente
vacía. Sólo tres o cuatro clientes, todos seres humanos, se sentaban en los
taburetes. Roth me dejó en el banquillo al final de la barra junto a un plato de nueces
cerveceras.
—Pero…
Abrí la boca, pero luego me di cuenta. Roth confiaba en que podía cuidar de mí
misma y no meterme en problemas. Había una... una libertad en eso que nunca había
probado antes en realidad. Toda mi vida había estado en el interior de una jaula. No
como las de las bailarinas, sino una jaula dorada en la que eran mantenidas todas las
Guardianas mujeres, y aunque me habían dado más libertad que la que cualquiera de
ellas tenía, la frustración era la misma.
Me giré, frunciendo el ceño mientras me decía que tenía esto totalmente bajo
control. Estaba genial. Totalmente genial.
Jugueteé con el borde de la barra, manteniendo mis ojos hacia abajo. Dudaba que
hacer contacto visual con cualquier cosa en este bar fuera una buena idea. Si había
súcubos aquí, ¿qué más podría haber? Pensé en el demonio guapo jugando a las cartas
en la esquina.
Dios, si los Guardianes supieran que existía este lugar, tendrían un día de campo
aquí abajo.
—Ella dice que necesito un trabajo mejor. Que si no puedo pagar mis cuentas,
entonces, ¿cómo podré pagar la suya? —dijo un hombre unos asientos más allá de
mí. Estaba vestido con un traje gris monótono. Se veía como una imitación que podría
comprarse en rebaja—. No sé qué hacer. No puedo perderla.
Extraño.
—Las mujeres son problemas, Ricky. Es por eso que yo prefiero un hombre
bueno, honesto.
Que a él le gustaban los hombres no era nuevo para mí, pero dudaba seriamente
que prefiriera un hombre bueno, honesto.
—¿Un ángel que quiere que pagues sus facturas? —El brillo de sus ojos color
miel se iluminó—. No suena como una criatura celestial para mí.
—Ella es tan hermosa. El cielo no tiene nada contra ella. —Ricky bajó la cabeza a
sus manos, y, por un momento, pensé que el tipo iba a empezar a llorar—. No
devolverá ninguna de mis llamadas telefónicas o mensajes de correo electrónico. No
hasta que pueda demostrar que soy financieramente estable.
Cayman suspiró.
La cabeza de Ricky levantó, sus ojos muy abiertos y como vidriosos. Estaba
borracho.
—¿Cualquier cosa? —preguntó el demonio. Se inclinó hacia delante, con los ojos
enclavados en el mortal.
—¿Qué crees que necesitas para que este maravilloso ejemplar de mujer se
quede contigo?
—Entonces, una copa más por la buena suerte, amigo mío. —Él levantó la
botella.
—Estoy bien.
—Chica inteligente —respondió—. Por otra parte, dudo que hubiera algún
acuerdo que pudieras hacer conmigo. —Él miró por encima de mi hombro,
recorriendo el bar—. Estás mirándome como si acabara de asesinar a un bebé,
cariño. Sabes lo que soy. Ya sabes lo que eres tú.
Me encogí de hombros.
—¿Roth te trajo aquí a comer? Eso es genial. Te ves tan cómoda como un gatito
acurrucado entre un montón de perros pit bull.
—Tienes esa mirada que no dice exactamente humana, pero eso no es todo.
—Cayman ladeó su cabeza hacia un lado—. Francamente, cuando miras a tu
alrededor, parece como si hubieras olido algo malo, cariño.
¿Lo hacía?
—No tengo que conocerte tan bien para saber que no eres feliz con lo que eres.
—Eso no es... —Mi voz se apagó. No tenía sentido negarlo. Todavía no había
llegado a aceptar plenamente que era ambos, guardián y demonio, la personificación
del bien y del mal.
Sonrió de nuevo.
—Sabes, que sé por qué Roth te trajo aquí. Quería que vieras esto, entendieras
qué es este lugar.
—Lindo, cariño, pero estoy seguro que te dijo que un cierto tipo de gente viene
aquí, ¿cierto?
—Se trata de la parte inferior del barril, los seres humanos que hacen mal, todo
por su cuenta. Encuentran su camino hasta aquí porque está en su naturaleza y
estamos haciéndole un favor a la sociedad con los servicios que ofrecemos.
Sus palabras cayeron sobre mí como si acabara de salir dentro de una tormenta
de hielo. ¿Era por eso que Roth me había traído aquí? ¿Para demostrarme que el mal
era necesario en el mundo y tal vez no estaba tan errado?
Miré alrededor del bar de nuevo, espiando fácilmente a los humanos, y Roth
estaba probablemente en lo cierto. Si pudiera ver sus almas, vería sus pecados. Pero,
¿qué tenía eso que ver conmigo?
Era tan obvio que en cierto modo me quería golpear a mí misma en la cara.
—¿No lo es? —Los ojos de Cayman parecían atrapar y tragar toda la luz—.
¿Cómo es que no es así con Roth? Negarlo es como no respirar aire.
No pude evitarlo. La curiosidad pudo más que yo. Me incliné hacia delante.
Sonrió, bajando la cabeza, para que así estuviéramos al nivel del ojo.
—¿Eh?
1
Canciones de Billy Idol.
Mi estómago se quejó ante la idea de comida mientras me removía en el banco.
Esa probablemente tenía que ser una de mis conversaciones más extrañas y eso ya
estaba diciendo algo. Aún más extraño fue el hecho de que en el momento que crucé
por la puerta, ninguno de los seres humanos aquí era tan tentador cuando se trataba
de querer chupar su alma. Tal vez fue la sobrecarga sensorial o todo el mal
manteniendo mi demonio bajo control. ¿No sería irónico? El único lugar donde mi
demonio se comportaba era alrededor de otros demonios. Totalmente sería mi suerte.
—Bueno, hola.
Me di la vuelta. Una chica un poco mayor que yo estaba allí, con su pelo largo
hasta la cintura, brillante y negro, al igual que su vestido ceñido. Sus ojos eran oscuros,
una exuberante boca pintada de rojo y era hermosa de una manera puramente
pecaminosa.
Otra mano tocó mi otro hombro, más pesada y mucho más fuerte que la de la
fémina.
Tragué saliva.
—¿Oiste eso, hermana? —El hombre envió una sonrisa provocativa sobre mi
cabeza—. Ella pertenece a Roth.
Tuve una fuerte sensación de que debería haber dicho yo pertenecía a Roth.
—Entonces tenemos que tratarla como la invitada que es. —El hermano pasó su
mano por mi brazo, encajando sus dedos con los míos. La súbita oleada de deseo
estalló en soporífera lujuria al momento que su carne tocó la mía—. Vamos a cuidar
bien de ti.
—Yo... yo no pienso que... —Mis ojos encontraron los suyos. Era como caer bajo
el agua, hundiéndome tan rápido que ni siquiera pude hacer que mis pulmones
respiraran.
—Sí, —coincidió el hermano, sus ojos ocupando toda su cara—. Aquí es donde
comienza la diversión y termina. Debes unirte a nosotros. —Tiró de mi mano—. Ven
con nosotros.
—Hay un fuerte demonio dentro de ti. —Soltó, silbando como un gato asustado.
Mientras giraba, vi extrañas formas y sombras. Pieles sin rostro. Caras hechas de
esqueleto y nada más. Un material blando viraba alrededor de mis piernas, flexible y
atrevido. Por un segundo, pensé que me había puesto un vestido, pero cuando miré
hacia abajo vi sólo pantalones de mezclilla.
La hermana sonrió.
—Querida —dijo de nuevo, besando mi cuello, donde latía el pulso, después por
debajo de la mandíbula, mi mejilla.
Una pelirroja se paró frente a mí, con su vestido rosa con puntos morados. Un
bonito pastelito, pensé. Me gustan los pastelitos, especialmente de este tipo.
Sin embargo, su cara parecía difusa. Pensé que tal vez era mayor y que tal vez yo
debería estar más preocupada por esto, y sin embargo, ya no me conocía a mí misma.
La hermana le susurró al oído, tomando una copa de los, repentinamente flojos, dedos
de la mujer.
Y bailamos, esta chica y yo. No nos tocamos, pero nos movíamos en el mismo
paso exacto. Como si fuéramos el reflejo de la otra, pero no éramos nada parecida. Eso
lo sabía. Pronto, el hermano se unió a mí, susurrándome palabras que no entendía. Un
lenguaje que estaba destinada a conocer, creo, pero que no podía entender del todo.
La hermana hizo lo mismo y la mujer parecía cada vez más borrosa.
La mujer se calmó frente a mí, la cabeza inclinada hacia un lado y los ojos azules
cerrados. ¿Azul? No era un demonio. No era como yo. Pero no importaba. Di un paso
adelante, porque sabía que tenía que hacerlo. Era lo que el hermano quería. Yo
también lo quería.
Me paré en la punta de los dedos de los pies, apenas capaz de llegar a ella. Sentí
manos sobre mis hombros, que me sostenían firmemente. Estábamos cerca, lo
suficientemente cerca. Cerré los ojos, esperando por un momento, un momento dulce
de tortura. Entonces aspiré lenta y profundamente.
Tomé su alma.
Traducido por IvanaTG & bettyfirefull
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
E
l calor inundó mis venas, encendiendo llamas, mientras mis dedos
continuaban enroscados. Esta mujer sabía a azúcar glaseado y vino
espumante. Cada célula de mi cuerpo se abrió, como una flor que se le
había negado el agua y el sol durante demasiado tiempo. Sin pensarlo, inhalé de
nuevo.
Sin previo aviso, dio un tirón lejos de mí. Tropecé hacia adelante, luchando por
respirar. Sentí que el hermano soltó mis brazos y me miró.
La hermana se rió.
—¿Dónde has estado todo este tiempo? Ya han pasado horas y horas.
—Ellos me obligaron.
—Tal vez no, pero puedo arrancarte el corazón y alimentar a los demonios.
¿Cómo te suena eso? ¿Cómo a una fiesta a la quieres unirte?
—Lo haces. —Un suspiro parecía abrir su camino a través de él y, cuando habló,
su voz era profunda y encantadora—. Casi mataste a esa chica, pequeña. No debería
haberte dejado sola.
Me volví en sus brazos, mirando a su rostro casi perfecto. Dios, era tan hermoso.
¿Por qué debe algo tan caliente, un ser tan... caliente, especialmente cuando no podría
tenerlo? No podía recordar exactamente por qué, pero sabía que había razones, una
de las buenas.
—Oh, guau, estás por las nubes en este momento. —Sacudiendo su cabeza, se
movió, y lo siguiente cosa que supe fue que estaba en el suelo y en sus brazos—. Vas
hacia arriba.
Su risa era tensa, sonando reacio cuando me movió en sus brazos. Mi cabeza
ahora descansaba sobre su pecho.
—¿Mejor?
—Un súcubo y un íncubo. Yo los llamo Sucky e Inky. Creo que voy a cambiar sus
nombres a muerto y más muerto. No puedo dejarte sola durante diez minutos sin que
los lobos se abalancen sobre ti.
—¿Qué?
Me reí.
—Eres un idiota.
La risa de Roth era más ligera cuando se volvió hasta las escaleras.
—Tal vez. —Mecí mis pies en el aire, riendo—. Puedes bajarme. Puedo caminar.
En cambio, me llevó a una escalera de dos alas tan fácilmente como si fuese nada
más que una pluma. Fue por un pasillo, y luego a otro tramo de escaleras.
Roth no dijo nada mientras continuó hasta llegar arriba. Un hombre promedio
no habría hecho quince pisos, pero ni siquiera estaba sin aliento. Cuando abrió otra
puerta, vi algo que no estuvo antes allí. Sentado delante de su puerta al final del pasillo
había dos perros del tamaño de los chihuahuas.
Grité, aplaudiendo.
Suspiró.
—Alguien te mintió.
—Ah, ese puede ser el caso. —Me dejó de pie con cuidado, manteniendo un
brazo a mí alrededor—. No tienes en cuenta que las apariencias engañan.
Empecé girarme hacia él, pero uno de los perros rata se quedó quieto.
—Podría llevarlo en un bolso, como... como uno de esos bolsos caros.
Me reí.
Roth me atrajo más cerca, lo cuál estaba bien para mí. Me gustaba la calidez que
su cuerpo desprendía, la forma en que parecía encajar a pesar de que se alzaba sobre
mí. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Pero lo tenía. Era algo que olvidé o estuve
tratando de olvidar, pero no podía dar sentido a la razón detrás de eso. Ahora quería
admitirlo, gritarlo desde arriba del edificio y hacer cosas, un montón de cosas.
Los diminutos perros olvidados, giré y puse mis manos en el pecho de Roth.
—Santa mierda —dije en voz baja, sabiendo que debía tener miedo, pero todavía
flotaba.
—Sentados —ordenó Roth, de repente delante de mí—. ¡Vos mos non vulnero
suus2!
2
Vos mos non vulnero suus: No le hagan daño, en latín.
Al unísono, obedecieron y se sentaron al lado de la puerta. Sus orejas se
mantenían hacia atrás, pero ya no parecía como si quisieran comerme. Consideré esto
un buen progreso.
La tomé, mirando a las bestias. Uno olía mi pierna mientras Roth abrió la puerta,
y el otro se puso boca arriba, con la lengua fuera de la boca. Él se abalanzó, acariciando
el vientre expuesto del perro del infierno.
—Este es Bluebelle y ese otro —señaló a uno que olía mi pierna— es Flower.
—Eres ridículo.
—¿Por qué?
—Tienes que ver a dónde vas. —Me llevó a la oscuridad. Un segundo después,
una luz suave inundó la habitación y soltó mi mano. Pesadas persianas estaban bajas,
bloqueando el sol.
Me quité los zapatos, tropezando mientras quitaba mis calcetines. Mis dedos se
hundieron en la alfombra de felpa.
Sabía que había una razón por la que debería, pero negué y después que
encontré mi voz y una buena dosis de audacia.
—No.
—¿Layla?
Empecé a hablar, pero algo suave y peludo rozó mi pie, llamando mi atención. Un
pequeño gatito blanco me miró con sus hermosos ojos azules. Me agaché, tratando de
alcanzar a la pequeña bola de pelo, con ganas de abrazarlo y apretarlo y adorarlo, pero
luego recordé.
Veo que has aprendido de tus equivocaciones anteriores, pero creo que has
molestado a Nitro.
Esos gatitos tienen rabia me levanté y luego jadeé mientras una ola de
mareo me recorria.
Roth colocó una mano en mi brazo y hubo una sencion muda de preocupación.
¿Estás bien?
Si… estoy bien. Esto pasa después… mi voz se fue apagando mientras que el
gatito blanco y negro asomaba su cabeza por debajo de la cama y me miraba con sus
orejas aplastadas.
¿Después de alimentarte?
Alimentarme. ¿Era eso lo que había estado haciendo? ¿Igual que el resto de
demonios en el extraño lugar en las entrañas de este edificio? ¿Haciendo mi parte en
la cadena alimenticia demoniaca? Me estremecí.
Si.
Y si ella estaba allá, eso significaba que ella era mala, ¿cierto?
Su aliento caliente bailo sobre mi mejilla—. Si.
Porque no parecía haber mucho más que yo pudiera hacer, hice mi camino de
vuelta al borde de su cama y me senté entre las enormes almohadas. Su esencia estaba
en todas partes, y cuando cerraba mis ojos, inhalando profundamente, recordé estar
aquí antes, en esta cama… en sus brazos.
Un rubor caliente viajó sobre mi piel y mis ojos se cerraron. Cuando los reabrí, ví
a Roth caminando a zancadas hacia la cama con una larga bandeja en sus manos.
Varios platos estaban cubiertos con tapas de plata.
¿Me quede dormida? Se había sentido como si solo segundos hubieran pasado.
¿Lo estaba?
Sip. “Paradise City” El sonrió cuando me dio un vistazo a través de sus
gruesas pestañas. Creo que me voy a contagiar de ti.
Por alguna razón, eso no me sentó bien, pero entonces el empezó a remover
bandejas y me enamoré, me enamoré de todas la gloriosa, maravillosa comida en
frente mío. Un buffet de carne, grasa y sal.
Te vas a odiar después de esto, incluso aunque no heriste a esa mujer. Para
ella, será como tener resaca después de una mala noche de fiesta. Y ella no extrañará
esa diminuta parte de su alma que tomaste. No es que ella extrañara ninguna parte de
su alma que dió gustosamente por cada pecado atroz que cometió Suspiró
ruidosamente, como si hubiera un peso invisible en sus hombros. Sus pestañas
barrieron. No quería hacerte hacer esto cuando te traje aquí. Sucky e Inky deberían
haberse mantenido alejados de ti. Debería haberme asegurado de eso.
Solo quería que vieras como viven los otros. No esos dos bastardos. Ellos son
malas noticias, pero no… no son para nada como nosotros. Quería que vieras eso. Para
que vieras que es lo que está dentro tuyo… Dio unos golpecitos a mi estómago con
su dedo. No es malo, no importa lo que un líder idiota de un clan te diga o te haga
sentir.
No eres tan malo como te gusta pensar. Eres capaz de actos de gran bondad.
Él bufó—. Estás drogada.
No lo estoy lo toqué de nuevo. Has hecho cosas que humanos con almas
no harían, tu…
Todo lo que hago es por una razón puramente egoísta. Confía en mí.
No le creí. Quería alejar mi brazo, pero de alguna manera todo lo que me las
arreglé para hacer fue traerlo cerca. El músculo de su brazo se flexionó mientras se
cernía sobre mí, apoyando su peso. El calo de su cuerpo una vez más se filtró en el
mio. Bambi se agitó. Realmente me gustaba esa serpiente, me di cuenta. Ella se deslizó
sobre mi piel, haciéndome cosquillas mientras su cabeza alcanzaba mi hombro,
aparentemente compelida por la proximidad de Roth. Un fantasma de una sonrisa
cruzó por sus labios mientras miraba a Bambi, y me pregunté si él la extrañaría.
Bésame.
Las manchas de color ambar en sus ojos se oscurecieron. Su cara se tensó, casi
como si estuviera adolorido, y no estaba segura de por que esa petición lo molestaría.
Layla…
Bésame.
Si, lo sé.
Sus ojos se abrieron con shock mientras me movía poniendo mi peso en mis
brazos. Mi cabello se deslizó sobre mis hombros, creando una cortina rubia
blanquecina. Sentada a ahorcajadas sobre el, sintiéndolo debajo de mí, entre mis
piernas, me sentí como una diosa alzándose en el trono de la sexualidad. Casi me rio
ante ese pensamiento, pero me imaginé que arruinaría mi sensualidad.
Dios él tiró su cabeza hacia atrás, gimiendo mientras ponía sus manos en
mis caderas. De verdad, realmente me gustas así.
Roth se movió tan rápido que no tuve un segundo para pensar en lo que estaba
haciendo. Me tenía sobre mi espalda con mis brazos estirados sobre mi cabeza.
Me las arreglé para liberar una de mis piernas de debajo las suyas, y enganché
mi pantorrilla alrededor de la parte inferior de su pierna. Sus caderas se hundieron y
mi cuerpo hormigueó como si pequeñas chispas estuvieran danzando sobre mi piel. Él
gimió de nuevo.
Te deseo tanto que es como un hambre que me carcome infinitamente. Nunca
se va Él hundió su cabeza en el espacio entre mi cuello y mi hombro, inhalando
profundamente. No tienes una maldita idea.
Layla… la manera en la que dijo mi nombre fue una bendición. Por favor…
Era como si las cadenas que lo habían estado deteniendo se hubieran roto. Roth
me besó, y no había nada de suave o dulce en la manera en la que su boca trabajaba en
la mía. Movió mis muñecas a una mano, y su otra mano se deslizó por mi brazo luego
sobre mi costado, bajo el dobladillo de mi camisola.
Su mano dejó un rastro de fuego mientras la movia arriba hacia la piel desnuda
de mi estómago y después más arriba. Me arqueé ante su toque, y me perdí en ese
beso, perdida en el sabor y la sensación que era tan familiar que dolía.
Te sientes tan bien murmuró contra mi boca. Un sonido profundo retumbó
de él mientras me besaba de nuevo. Sabes demasiado bien para ser verdad.
Realmente no entendí lo que quería decir, pero quería tocarlo, pasar mis dedos
sobre los músculos de su espalda, para deslizarlos debajo de sus jeans flojos. Sentí
como si fuera a salirme de mi piel, como lo había hecho antes… esa noche con él, la
cual se sentía hace mucho tiempo atrás, pero esto era ahora mismo y su cuerpo se
movía como pecado.
Sin ningún aviso, él estaba fuera de mí, y la cama se sacudió cuando él se
desplomó sobre su espalda. Por un momento, estaba demasiado aturdida para
moverme, demasiado atrapada en las sensaciones que corrian a través de mi piel.
Roth…
No dijo, levantando una mano que temblaba. Dios, no puedo creer que
siquiera esté diciendo esto pero no te me acerques. No te muevas.
Roth enterró ambas manos en su cabello y maldijo por lo bajo. Como un animal
enjaulado, miró hacia mí. Sus ojos quemaron con un fuego interno.
Pasé mis manos por mi cara y luego tiré mi blusa hacia abajo. Un par de minutos
pasaron, quizá mas tiempo, mientras le ordenaba a mi cuerpo que se calmara y a mi
corazón que descelerara su ritmo. Roth todavía no había regresado del baño, y sobre
mi rostro ardió una impía sombra de rojo cuando me pregunté lo que él posiblemente
podría estar haciendo allá dentro.
La droga estaba desapareciendo rápido y toda esa lógica y sentido común que
había barrido lejos como un mosquito molesto estaba luchando con el agotamiento
que se estaba arrastrando sobre mi. Esa pequeña voz en la parte poterior de la cabeza
estaba aumentando de volumen, llena de justa humillación, y amenazando con
abofetearme en la cara, pero entonces los tres gatitos demonios del Infierno corrieron
desde los pies de la cama. Merodeando y adelantándose, sus garras enterrándose en
las cubiertas, me miraron como si fuera una atractiva pero estúpida mariposa
atrapada en una telaraña.
Me congelé mientras ellos se contoneaban en su camino a mi lado, y luego fruncí
el ceño mientras ellos se acomodaban como pequeñas bolas que ronroneaban tan
fuerte que hacían que la cama vibrara.
Un poco estupefacta, los observé mientras esa pequeña voz se alzaba de nuevo,
diciéndome que me levantara y saliera de este maldito lugar antes de que fuera
demasiado tarde. Pero el zumbido de los gatitos tenía un efecto adormecedor, y, antes
de que lo supiera, la distancia entre ahora mismo y luego, se expandió.
Traducido por rihano
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
M
e desperté con el suave parpadeo de las velas y un fuerte dolor de
cabeza, un poco confundida por mi entorno. Me tomó un momento
para darme cuenta de dónde estaba y lo que había sucedido en el
cuarto extraño debajo del apartamento Palisades.
Oh Dios.
Por extraño que parezca, la náusea que ocupó el desvanecido subidón de tomar
un alma era mínima. Sólo un ligero malestar del estómago, pero eso era
verdaderamente insignificante en comparación con todo lo demás.
Mi mirada se posó en la puerta del baño. Estaba abierta y había estado cerrada
cuando yo... Oh maldición, Roth. Yo me había lanzado contra él. Bueno, técnicamente,
lo había derribado y montado a horcajadas. Lo había besado y él me había devuelto el
beso antes de parar lo que yo seguramente habría continuado.
Puse una mano en mi sien, haciendo una mueca. En ese momento, yo no estaba
segura de lo que era peor: molestar sexualmente a Roth y tenerlo escondiéndose en el
baño o que yo hubiera probado un alma.
Recorrí el piso de nuevo, pero no vi a Roth. Mis pasos se sentían pesados, mis
piernas inconexas. Encontré mis zapatos y la sudadera con capucha al lado de mi
bolso, los tres artículos colocados en una silla junto a la puerta. Yo ni siquiera
recordaba traer mi bolso conmigo. Saqué mi celular, tocando la pantalla. Había
llamadas perdidas, dos de Stacey y más de las que podía contar de Zayne y mi corazón
se hundió. Entonces vi la hora.
3:15 a.m.
Esto no importaba. Me había traído aquí y él... me dejó dormir por horas. Un
destello de ira se disparó a través de mí, pero ¿cómo podía culparlo en realidad por
este lío? Yo debería haber escuchado a mis instintos, pero me había ido con él.
Entonces había bailado con Sucky e Inky y, a pesar de que ellos me habían hecho algo,
yo había sido la única en probar el alma de la mujer. Era como si Roth hubiera abierto
la puerta cuando me había pedido que fuera mala con él, y yo había rebotado justo en
medio de esto.
Caminar hacia la puerta y abrirla tomó una gran cantidad de energía. Fuera de su
piso, los dos perros del infierno estaban sentados como centinelas. Sus orejas se
levantaron, pero no se volvieron hacia mí. Mientras pasaba junto a ellos calmada, los
músculos en sus espaldas se hincharon en montículos irregulares. Yo contuve la
respiración, rogando que no me comieran, hasta que alcancé el final del pasillo y abrí
la puerta.
Medio corriendo, medio deslizándome por los escalones, seguí adelante hasta
que oí agudos y aullantes gritos. Deteniéndome fuera de la puerta que conducía al
vestíbulo, me quedé helada. Risa salvaje resonó en el hueco de la escalera, al igual que
gritos y gemidos.
¿Qué...?
Retrocediendo, me volví y vigilé la salida al garaje. Cualquier lugar era mejor que
entrar en el vestíbulo o regresar al bar, de nuevo a la locura sin Roth. ¿O él estaba en el
vestíbulo, disfrutando de la fiesta?
Abrí la puerta, corriendo por el garaje oscuro y saliendo a las calles. Mi suéter
delgado no era protección contra el aire frío. Me abracé a mí misma y a mi bolsa de
cerca, apurándome por las calles cubiertas de niebla. De repente pensé en Jack el
Destripador. ¿No siempre atacaba a sus víctimas en las noches de niebla de Londres?
No es que yo no pudiera eliminar a un asesino en serie, pero aun así, el pensamiento
me asustaba.
Me apresuré, los ojos buscando por las calles nubladas a los taxis. Dios, yo estaba
en un gran problema. Había probado un alma. Mis entrañas retorcidas por la culpa y la
vergüenza, y me dije que dejara de pensar en ello, porque no había nada que pudiera
hacer ahora.
Todos los edificios bordeando las calles estaban tranquilos y sombreados hasta
que crucé una calle y me di cuenta que una de las sombras se había apartado del resto.
Esta revoloteó por la acera junto a mí, más gruesa y más grande que mi propia sombra
leve. El olor a azufre sustituyó el olor a humedad del río cercano.
Me detuve.
La sombra se detuvo.
Hielo empapó mis venas cuando el olor a huevos podridos aumentó hasta que
mis ojos ardían.
A mi lado, la sombra creció alta y delgada, tomando la forma de una figura sin
rostro hecha de humo oscuro. La sombra levantó sus brazos en alto en el aire y se
dobló hacia un lado, levantando una pierna. La densa niebla se retiró, como si no
quisiera tocar la abominación. Poco a poco, la sombra giró alrededor como la primera
bailarina en la caja de joyería que nunca usé.
Mierda.
Era una sombra… un espíritu demoníaco. Del tipo que podría poseer a los
humanos débiles y causar un montón de problemas.
Una risa fría pareció salir de la sombra, del pavimento y los edificios a la vez. Me
rodeó, levantando el vello en todo mi cuerpo. Di un paso atrás.
—Pero tenemos tiempo para ti —dijo con una voz ronca—. Sabemos lo que
buscas.
Cada instinto en mí gritó para alejarme de estas cosas, pero me contuve.
—¿Sí?
Eso se echó a reír y el sonido estremeció las ventanas del edificio detrás de
nosotros.
—Buscas demasiado lejos. Tienes que mirar más cerca. Más cerca —dijo—. La
verdad es mucho más extraña que tus fantasías más salvajes.
La cara nebulosa ante mí tomó forma, dos ojos ardiendo rojo. Un rostro lleno de
retorcidas y redondas cositas apareció. Gusanos.
La sombra con la cara de gusanos se retiró, dando vueltas en el cielo por encima
de mí. Aire se precipitó sobre mí cuando otra se disparó hacia adelante. En el centro
de una cara de humo, los rasgos se fundieron juntos como si la cara hubiera sido hecha
de cera de vela goteando. Siguieron cambiando, cada uno revelándose más inquietante
que el anterior hasta que el que era casi sólido miró hacia mí con mi propia cara.
—Con el tiempo tú verás, que eres como nosotros, y todos seremos libres.
Las calles estaban vacías. Me lancé a cruzar, atreviéndome a mirar hacia atrás.
Mi cara.
Abrí la puerta de atrás, controlando las calles de un solo vistazo más cuando me
deslicé en el asiento.
—Dunmore Lane.
—Oh, no —susurré.
El impacto sacudió al taxi y añadió otro bache en la calle. Sus alas estaban
desplegadas, abarcando varios metros a cada lado. El amplio pecho, del color del
granito, era liso. Yo ni siquiera tuve que mirar la cara para saber de quién se trataba.
Zayne.
—¡Jesús! —El taxista se quedó sin aliento, apretando una mano contra su pecho.
Los humanos eran muy conscientes de los Guardianes, pero yo dudaba seriamente
que cualquiera de ellos esperara ver a uno caído del cielo en medio de la noche—. ¿De
dónde vino?
Zayne colocó una garra en el capó del taxi, levantando el vehículo sobre dos
ruedas. El taxista agarró el volante mientras yo empujaba contra la parte posterior del
asiento delante de mí.
— Sal del auto ahora —ordenó Zayne, colocando lentamente el taxi de vuelta en
cuatro ruedas mientras su penetrante mirada se posaba en mí.
Fruncí el ceño, queriendo señalar que yo podría ser una niña inocente con
necesidad de ayuda, pero ese no era el caso y no quería arrastrar a alguien que era
inocente al medio de esto.
Abriendo la puerta, salí. En el momento en que cerré detrás de mí, el taxi se fue,
quemando caucho mientras volaba por la avenida.
—Me salté el almuerzo con él. ¡Eso es todo! Sé que no parece así, pero es por eso
que dejé la escuela con él. —Mi mochila cayó al suelo—. Estaba molesta hoy por lo
que pasó anoche con Abbot y yo solo... yo solo necesitaba alejarme.
—Yo no quise que sonara así. —Apreté mis ojos, sabiendo que lo que estaba a
punto de admitir iba a ser mucho peor que nada de lo que pensó Zayne—. Fuimos a
este lugar y había esta mujer allí y yo...
—¿Qué?
Abrí los ojos y vi de nuevo lo que esa sombra me había mostrado, mi cara.
—No era mi intención y sé que eso no es excusa. —No importaba que Sucky e
Inky hubieran tenido algo que ver con ello. Echarles la culpa a ellos era inútil—. Yo no
la maté. Ella estaba bien, pero lo hice y conseguí...
—¿Un subidón?
Mis mejillas ardían de humillación—. Sí.
—Déjame entender esto bien. Te fuiste porque estabas molesta por lo que pasó
anoche con Maddox, quien, por cierto, está despierto y ha confirmado que tú no lo
empujaste. —Antes de que pudiera decir que la confirmación probablemente hizo
poco para cambiar lo que pensaba su padre, él continuó—. ¿Así que huiste hoy con un
demonio y haces exactamente lo que mi padre te estaba acusando de hacer?
—Empezó a pasearse delante de mí, agitado—. Cómo demonios eso tiene sentido.-
Negué con la cabeza, sabiendo que él ni siquiera había oído la peor parte todavía
y tuve que decirle—. No es porque yo estaba con él. No me obligó a hacer nada.
Zayne abrió la boca y entonces dolor cruzó su rostro. Dio un paso atrás y su piel
se iluminó hasta que él estaba de pie delante de mí en su forma humana. Vistiendo
sólo pantalones de cuero colgando bajos, no parecía menos intimidante.
—Cuando dije que debíamos darle a esto, esto entre nosotros, una oportunidad,
yo no pensé que esto pasaría.
Mis entrañas se torcieron en aún más intrincados y dolorosos nudos. Esto era
todo. Lo que sea que había entre nosotros había terminado antes de que incluso
comenzara. Tal vez era lo mejor. Una relación era imposible y abriría una brecha entre
él y su padre. A pesar de que me dije eso, las lágrimas se deslizaron por mi garganta,
quemando la parte de atrás de mis ojos.
Mi barbilla cayó cuando tomé una respiración entrecortada. Fue mejor de lo que
yo esperaba, pero no hizo nada para aliviar la culpa arrastrándose sobre mi piel.
—De alguna manera sabía que estabas... bien —dijo él, pasando la palma de su
mano por su mandíbula—. No me detuvo de pasar horas buscándote, pero no fue
difícil cubrirte.
—Alguien dijo que fue un ataque al corazón —dijo Stacey mientras nos
dirigíamos a clase—. Pero, ¿cómo hace un chico de diecisiete años para tener un
ataque al corazón?
Negué con la cabeza. Fue lo mejor que pude expresar dado lo que pasó anoche y
temprano esta mañana. Por extraño que parezca, los efectos que se producían después
de alimentarse, como cuando un a un adicto se le baja el subidón, todavía no me
habían golpeado.
Sabía por lo que me había dicho Zayne esta mañana que la muerte de Dean se
había descartado por causas naturales, pero estaba lejos de ser normal.
Esa nube de mal, espesor, casi la sofocante manta rebosante justo bajo la
superficie que había sentido en casa de Dean, estaba presente en la escuela hoy. Era
como una sombra oculta en cada esquina, un acosador invisible esperando a saltar.
—Tal vez fue por drogas —dijo una chica junto a nosotras y por mi vida, no
podía recordar su nombre—. Pudo haber tenido una sobredosis y están diciendo que
fue un ataque al corazón.
Mis ojos se encontraron con los de Roth por un momento y luego me centré en el
señor Tucker. Estaba demasiada cansada como para estar avergonzada por lo que
había hecho ayer, pero no sabía qué decirle a Roth. ¿Pedirle disculpas por abusar
sexualmente de él? Sonaba divertido. Podía sentir su mirada vagar sobre mí por unos
momentos más antes de encarar el frente de la clase.
—¿Qué pasa con ustedes dos? —preguntó Stacey en una voz baja que yo sabía
que Roth definitivamente podía oír.
—Nada —contesté.
Roth se recostó en su asiento, dejando que sus brazos colgaran a los lados.
—Digo como mejor amiga que eso son estupideces. —Golpeó su pierna contra la
mía—. Ayer desapareciste de nuevo. Estabas con él, ¿no?
Tampoco pude yo porque a estas alturas, las palabras eran baratas e inútiles,
llenas de promesas y expectativas vacías.
—Sé que hoy nos hemos enterado de una noticia muy trágica de uno de sus
compañeros de clase.
Mi mirada se desvió hacia los chicos que se habían sentado detrás de Dean.
Lenny todavía no había regresado a la escuela, pero Keith estaba allí. Por la forma en
que estaba repantigado en su asiento, con las piernas estiradas frente a él, me di
cuenta de que no estaba demasiado desgarrado por la noticia.
—He sido informado de que hay consejeros de duelo en las instalaciones para
cualquiera que quiera hablar con ellos —continuó el señor Tucker, moviendo las
diapositivas de mano en mano, haciendo que se agitaran ante la clase.
—No hay nada de que avergonzarse si se sienten como si necesitaran hablar con
alguien —continuó el señor Tucker—. Nadie les reprochará. La muerte es una cosa
difícil con la que tratar, no importa la edad que tengas.
Las luz sobre el señor Tucker parpadeó y pasó desapercibido por todos salvo por
Roth y por mí. Él bajó la silla a las cuatro patas. La luz sobre el profesor sustituto dejó
de parpadear, pero la que estaba delante de ésta empezó a hacerlo—y una vez que esa
se detuvo, empezó otra, cortando un trayecto a mitad del pasillo, hasta que la luz del
techo por encima de la mesa en la que se sentaba Keith parpadeó violentamente.
Keith la miró con el ceño fruncido.
El señor Tucker dejó caer las diapositivas mientras se precipitaba hacia adelante.
Keith tropezó con la silla vacía a su lado, sacudiendo la cabeza. Pequeñas piezas
de vidrio cayeron de su cabello. Me volví para rodear a Stacey mientras Roth se ponía
de pie cuando una mancha oscura vino de la esquina de la clase, moviéndose
demasiado rápido para que cualquier ojo humano pudiera seguirlo.
La forma oscura, no más de tres metros de altura, salió disparada hacia las
piernas de Keith, tirándolo sobre la silla. Para todos en la clase probablemente se vio
como si acabara de perder el equilibrio, pero yo lo sabía mejor.
Keith golpeó el suelo con fuerza, dejando escapar un gruñido. Sus piernas
patearon la silla y la sombra se hizo borrosa cuando se movió de nuevo. La silla salió
volando hacia arriba y hacia atrás, golpeando la cara de Keith.
Stacey se volvió hacia mí con el rostro pálido y los ojos muy abiertos.
—Eso podría ser una buena idea —comentó Roth mientras se movía hacia el
pasillo central.
El espectro se quedó quieto por un segundo y luego una risita resonó por el
pasillo un segundo antes de que las puertas de los casilleros se abrieran de golpe.
Como si hubiera soltando un resorte invisible, libros y chaquetas salieron volando de
los casilleros, seguidas por cuadernos y papeles sueltos.
Fuera del lío del remolino de útiles escolares, mis ojos se abrieron como platos
cuando bolígrafos y lápices se convirtieron en mini instrumentos de la fatalidad.
Salieron disparados por el aire, golpeando las paredes con un ruido sordo.
La nube de libros y bolígrafos golpearon mis brazos. Derribé algunos para estar
luchando contra otros más.
De repente Roth estaba allí, tirando un libro al suelo antes de que me golpeara
en la cabeza.
—¿Entonces qué sugieres que hagamos? —me agaché antes de que me diera un
maletín de maquillaje grande—. ¿Dejar que haga daño a alguien más?
Roth abrió la boca para responder, pero el caos se detuvo. Libros y papeles
quedaron suspendidos en el aire antes de estrellarse contra el suelo.
El pasillo parecía una venta de regreso a la escuela que había ido terriblemente
mal.
Personal llegó por el pasillo, echando una mirada al desastre antes de volverse
hacia donde Roth y yo estábamos de pie. Miradas de incredulidad cruzaron sus
rostros, seguidas rápidamente por sospecha.
—Mierda —murmuré.
Una de las puertas se abrió detrás de mí, pero no necesitaba mirar para saber de
quién se trataba. El aroma dulce lo delató.
Roth se rió entre dientes mientras se metía las manos en los bolsillos.
—Por lo menos es sólo el próximo par de días. Las vacaciones de Acción de
Gracias son la próxima semana. Ya no estaremos expulsados después de eso.
—Probablemente.
—Eso no es bueno. —Él inclinó su cuerpo hacia mí, bloqueando algunos de los
azotes fuertes del viento en todo el pabellón.
Bajé las mangas de mi suéter sobre mis dedos y sostuve el apretado material.
Girándome hacia él, levanté las cejas. Miraba al frente con los labios fruncidos.
—Él no te creyó.
Levantó la barbilla.
—¿Eso importa?
—Me dejaste dormir hasta las tres de la mañana —le dije en un hilo de voz—. Si
Zayne no me hubiera cubierto...
—Pero lo hizo. —Su mirada se dirigió a mí—. No quería despertarte.
—Más bien como que tenía miedo de que no fueras a hacerlo y ese es el
problema. —Dio un paso y se volvió hacia mí—. Te dejé sola porque si te despertabas
y me pedías que te besara, no sería capaz de detenerme una segunda vez.
—No tienes que preocuparte por una segunda vez —le dije—. Estaba drogada.
Roth volvió a subir el escalón, rodeándome. Cuando bajó la cabeza para que su
boca casi rozara la mía cuando habló, me negué a retroceder.
—Sé por qué dices eso. Incluso lo entiendo, Layla. Lo entiendo. Te he hecho daño
y merezco todas y cada una de tus mentiras.
—Pero hay tanto que no sabes o no entiendes —dijo, inclinando la cabeza para
que sus palabras rozaron el lóbulo de mi oreja, enviando un escalofrío por mi cuello—.
Así que no pretendas saber lo que realmente quiero o lo que haría para protegerlo.
Roth se giró sobre sus talones mientras parpadeaba estúpidamente. Bajó las
escaleras anchas de dos en dos escalones. Presioné una mano contra mi cuello
mientras lo veía alejarse. ¿Había tanto que no sabía?
Cuando se trataba de Roth, estaba empezando a creer que eso era cierto.
Me encontré en el estudio de Abbot en el momento en que se despertó y sonó mi
nombre por la casa. Había sonado como si el monstruo de Cloverfield estuviera a
punto de tumbar paredes o algo.
—Desde que falleció el chico, sabíamos que se crearía un espectro. Eso es lo que
sucede una vez que un alma se despoja de un ser humano.
Cruzando los brazos, Zayne apretó los hombros contra la pared en la que estaba
apoyado. Él había estado en silencio otra vez cuando me había recogido y no había
dicho mucho mientras le hablábamos a su padre. Su mirada se encontró con la mía
brevemente antes de apartarla.
Me hundí un poco en la silla. Mientras Abbot hablaba de planes para evaluar los
daños de la escuela esta noche, repetí lo que pasó en la clase. Keith podría haber sido
gravemente herido y, a menos que sacáramos al espectro de allí, todo el mundo estaba
en peligro. El escalofrío que se apoderó de mi piel hizo que me apretujara en mi
suéter, el escalofrío.
El aire frío que había sentido antes de que el espectro atacara se había sentido
familiar. ¿Cómo pude haber olvidado eso? Me incliné hacia delante en la silla.
Sonaba una locura, pero no era imposible. Las salas de protección contra la
actividad demoníaca dentro de la casa eran prácticamente nulas debido a que yo
estaba aquí. Y los espectros no eran técnicamente demonios de todos modos.
—¿Por qué habría un espectro aquí? —respondió Abbot, bajando la mano hasta
la parte superior de su escritorio mientras me estudiaba—. Por lo general se sienten
atraídos a los lugares que conocían cuando estaban vivos.
Dez se removió desde donde estaba sentado en una de las sillas de cuero de gran
tamaño. Una mirada contemplativa cruzó su rostro. No habló y yo no sabía lo que
estaba pensando, o si estaba en la misma línea de donde mi mente se quedó.
—Tienes razón. —Las palabras eran como ácido en mi lengua—. No hay razón
para que haya un espectro aquí.
Cuando levanté la vista, me di cuenta de que Zayne estaba de pie recto y él sabía
lo que había pasado realmente esa noche. Yo no se lo había admitido, pero él siempre
veía a través de mis mentiras.
—¿Cómo va a deshacerte del espectro que hirió a Keith? —le pregunté con la
esperanza de llevar de vuelta su atención hacia el problema en la escuela.
E
l tiempo pasó sin complicaciones. Probablemente desde que no había
dejado la casa. Abbot no me había castigado, lo cual me había
sorprendido. Incluso aunque era obvio que no había causado el desastre
que me había llevado a una suspensión, realmente había creído que él encontraría una
forma de culparme.
Supe de mi única conversación con Nicolai que un exorcismo había sido llevado
acabo el viernes en la escuela, después de que las clases acabaran, y que el fantasma
formalmente conocido como Dean ya no era un problema. Estaba aliviada que el
espíritu malicioso había sido removido y no había necesidad de llamar a los cazadores
de fantasmas, pero no cambiaba el hecho de que Dean había muerto sin un alma y por
lo tanto estaba en el infierno.
Dean no había merecido eso y no era justo. Peor aún, serían fantasmas. O
podrían ya ser más y nosotros solo no los hemos descubierto. Los guardianes estaban
investigando las muertes sospechosas, pero era imposible para ellos encontrarlas
todas. Estábamos operando en la oscuridad, esperando por un desastre.
Por lo menos cuando había sido capaz de ir a la escuela, había sentido como si
pudiera hacer algo si alguna cosa pasaba, pero estando estancada aquí me hace sentir
como de diez clases de inútil.
El único punto brillante en el tiempo libre eran las llamadas y mensajes con
Stacey y Sam. Creían que estaría uniéndome a ellos para ver películas con Zayne, pero
eso no estaba pasando. Realmente no había visto a Zayne. No lo culpo por evitarme.
Cuando pensaba en él, un dolor punzante se encendía en mi pecho. No me arrepiento
de haberle dicho la verdad, pero no hace el lidiar con las consecuencias algo fácil.
―Mierda.
Un mensaje de texto de Roth que tenía dos días. Un mensaje de texto que no
quería, no podía responder.
No entendía nada cuando se refería a él. No sabía que era lo que hacía o que
estaba tratando de lograr con las cosas que me había dicho. Todo lo que sabía era que
su completo rechazo de lo que nosotros habíamos compartido todavía se encontraba
como una infección en las cámaras de mi corazón. Era un hecho, una realidad. No iba a
permitir que pasara otra vez.
Atractivo.
Me desvié del comedor lo suficientemente grande para acomodar un equipo
entero de fútbol. Voces profundas provenían de la habitación, destrozadas por la
suave risa de cualquiera de las dos, Jasmine o Danika. Me quedé por un segundo junto
a la puerta cerrada, dejando que el ridículo anhelo de ser una parte de ellos me tomara
por un segundo.
Ridículo.
Dios. Mi ánimo estaba en algún lugar entre el retrete y tirado boca abajo sobre un
charco.
—Lo veo. —Su mirada bajo otra vez, y esta vez sabía que no estaba sosteniendo
algún arma apuñaladora. Él estaba mirando la amplia tira de piel que mi nada
apropiada camisa estaba mostrando. El calor fluía en mis mejillas y entonces
transformándose en un agradable líquido que iba mucho, mucho más lento. Cuando
sus pestañas finalmente subieron, sabía que me veía como un tomate.
Antes de que pudiera responder, Morris pasó detrás de mí y me dio otro bien
colocado, fuerte empujón hacia Zayne. Le di una mirada fulminante sobre mi hombro.
—Dioos. —Mientras me giraba hacia Zayne, ví sus labios hacían una mueca
mientras trataba de no sonreír. ¿Buena señal o no?—. Seguro.
—Me quedé dormido hoy —dijo Zayne mientras cerraba la puerta tras
nosotros—. No hice ningún ejercicio antes de la cena.
—¿Terriers? —Cuando el asintió, todo lo que pude hacer fue sacudir mi cabeza
con asombro. Terriers eran criaturas que eran un cruce entre un avestruz y un raptor.
Otra clase de hermosuras demoniacas—. Eso es bastante anormal, ¿cierto?
—La última vez que hemos visto alguno fue justo antes que Dez encontrara a
Jasmine aquí abajo la primera vez.
Pienso en el club bajo el Palisades y todos los demonios que se supone no deben
estar caminando entre humanos.
Zayne pasó a zancadas, colocó ambas manos en los lados del saco boxeador.
—No hace falta que sientas que no perteneces aquí. Lo haces. Y eres extrañada
en la mesa.
—¿Por quién?
—Por mí. —Mis labios se separaron y realmente no tenía respuesta para eso. Lo
vi girarse hacia el saco de boxeo. Volvió a la posición y elevó sus brazos—. ¿Cómo has
estado disfrutando tu tiempo libre? —preguntó, lanzando un puñetazo que elevó a la
bolsa varios metros.
—Sí, gracias por recordármelo. —Me senté en la esterilla y crucé mis piernas.
—¿Puedo ir?
Zayne le dio un par de golpes y entonces se dio media vuelta de la bolsa. El frente
de su camisa gris estaba humedecido de sudor.
Mi voz se apagó cuando se agachó y se sacó la camisa por su cabeza y la dejó caer
al suelo.
Santa calentura…
Cada abdominal está firmemente marcado. Como si alguien los hubiera tallado
en su estómago—. ¿Huh?
Estaba segura de que si me sentaba aquí por mucho tiempo más y lo miraba, me
convertiría en un charco de baba en las esteras, pero no me levanté. Esto era mejor
que mirar chicos calientes a través de los posts de Tumblr.
Cuando había terminado, robó una nueva toalla del estante. Yo estaba más o
menos todavía sentada en la estera con mi lengua colgando fuera. Él bajo la toalla.
Whoa dijo él. Arrastrándome atrás de manera que estuviera justo enfrente
suyo. Dejó caer su brazo. ¿Ya no quieres ir?
Bueno, supongo… me lo imaginé después del jueves por la noche y eso, que no
querrías ir tropecé con mis palabras como si acabara de aprender a hablar ayer. Y
yo entiendo eso completamente y…
¿Alguna vez te dije que había cambiado de idea sobre lo de mañana?
preguntó frunciendo el ceño.
No, pero…
Pero yo nunca dije eso y hasta donde sabía todavía estábamos yendo pasó la
toalla por su hombro, mirándome. Tú no cambiaste de idea. Así que estamos en ello.
Sí, yo… yo la cagué. Bastante. Parecía innecesario explicar esto. ¿Por qué
querrías ir al cine conmigo? Stacey y Sam van a pensar que significa algo.
Sonaba tan simple, pero verdaderamente no entendía porque el aún querría. Una
pequeña sonrisa cruzó la cara de Zayne, como si el pareciera saber lo que estaba
pensando y las palabras como que se derramaron de mi boca.
No te merezco.
Ves, es ahí donde estás equivocada. Estiró su otra mano y metió un pálido
mechón fugitivo detrás de mi oreja. Es ahí donde siempre has estado equivocada. Tú
mereces todo.
Quizás mis prioridades eran a todas luces un desastre, pero mientras aplicaba el
toque final de brillo de labios, el Lilin, los espectros y la diferencia que sentía dentro
de mi eran la cosa más alejada de mis pensamientos.
Mientras me inclinaba hacia atrás del espejo de mi baño, admiré mi ropa con ojo
crítico. Stacey diría que necesitaba mostrar más los pechos. Los jeans oscuros eran
apretados, combinados con una blusa blanca suelta ceñida a la cintura con un cinturón
trenzado azul oscuro y los tacones negros que me hacían sentir más alta que Lollipop
Guild.
Ni una sola vez pensé que este día nunca, nunca sucedería.
Te ves genial. Así que deja de dar vueltas. Vamos a llegar tarde.
Salté ante el sonido de la voz de Zayne y dejé caer la máscara. El tubo de plástico
resonó en la cuenca del fregadero. Él estaba de pie justo dentro del baño y la sonrisa
que tenía me hacía sentir como si hubiera visto un arcoíris.
Estaba usando un jersey gris ocurro cuello en v que se estrechaba a través de sus
amplios hombros y él hacía lucir los pantalones de mezclilla de color claro
malditamente bien.
Es lindo.
¿Te importa recoger a Stacey y a Sam en su casa? Creo que sería más fácil que
llevar dos carros.
Zayne se había movido más cerca, tan silencioso como una sombra.
No lo necesitas. Yo voy a pagar. Eso es lo que los chicos hacen en una cita.
Mi corazón pateó en mi pecho. Esto era una cita. No podía hacerme oídos sordos
a ello. Escaneando los libros y la ropa dispersa, me di por vencida en encontrar el
bolso que raramente usaba y enfrenté a Zayne.
Estaba más cerca que antes, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo.
Lentamente, levanté mis ojos y quedé inestable. Su mirada se deslizó por mi cara y la
sonrisa que llevaba vaciló un poco.
De verdad luces hermosa dijo él, con voz ronca. Pero tú siempre luces
hermosa, como algo que no es muy real.
Oir a Zayne diciendo algo como eso nunca fallaba en llevarme a una tierra de
fantasía. Todo lo que pude hacer fue sonreírle como una tonta.
Asentí y mientras nos dábamos la vuelta, nos dimos cuenta de que no estábamos
solos. Afuera en el pasillo, Danika estaba de pie junto a Maddox. El calor inundó mi
cuerpo pero fue raídamente ahuyentado por un rastro de dedos helados sobre mi piel.
¿Pero Maddox...? Era la primera vez que lo había visto despierto y caminando
por ahí desde la caída de las escaleras. No es que hubiera estado fuera de servicio todo
este tiempo, pero me había asegurado de evitarlo. Bien, evitar más bien a todos ellos.
Maddox miró a Zayne con los ojos muy abiertos. Su mandíbula estaba haciendo
horas extra, como si él estuviera haciendo todo lo posible por mantener su boca
cerrada mientras me miraba.
Yo realmente sentí como si debiera poner más espacio entre Zayne y yo.
Zayne se puso entre nosotros, enlazando sus dedos con los míos, conduciendo
todo el azúcar que había consumido antes fuera de mí.
Nope. Ni una maldita cosa luego se dio la vuelta, acechando por el pasillo,
hacia las escaleras.
Danika nos envió una simpática mirada que no parecía correcta en ella.
Lo siento. Que… ella sonrió, pero no alcanzó sus ojos. Que se diviertan.
Una vez que el pasillo estuvo vacío, miré a Zayne—. Maddox no parecía feliz.
Sam lucía verdaderamente bien. Era como ver a tu hijo crecer o algo así.
Y Stacey no podía quitar sus ojos de él… o su mano. Ahora mismo, los dedos de
ella estaban curvados alrededor de su antebrazo y la mano de él… whoa. Su mano
estaba descansando en el muslo de ella, como en la cara interna del muslo.
La peor cosa del mundo entró en mi mente en ese preciso momento. ¿Sería así
de difícil con Roth olvidar lo que yo solía ser comparado a lo que era ahora?
Rápidamente aparte mi mirada, soltando una respiración baja mientras miraba un taxi
detenerse para recoger a una pareja.
El tráfico era una bestia y eso nos llevó toda una vida para llegar al cine en el
distrito histórico. El lugar no era un Cineplex. Más como un cine de la vieja escuela con
solo un par de películas proyectándose, pero era pintoresco, lindo y una vez que todos
decidimos por una película, nos encontrábamos listos para hacer esto.
El vestíbulo se hallaba casi vacío por el tiempo que nos dieron nuestras entradas,
pero el olor a mantecosas palomitas de maíz hizo perfectamente el hecho de habernos
perdido los trailers.
Pero en este momento, me hallaba más preocupada con mis propios asuntos
actuales.
Aún sorprendida de que me encontraba aquí con Zayne después de lo que pasó,
lo miré. Me observaba mientras mordisqueaba mi uña del pulgar.
Asentí.
—Entonces relájate.
—Eso está mejor. —Puso una mano en mi espalda baja y susurró—: Quiero estar
aquí, Layla-bug. No importa lo que sucedió en el pasado, quiero estar aquí.
Cuando se apartó, mi sonrisa era tan amplia que había una buena probabilidad
de que mi rostro se partiera al medio en el buen sentido. Si había una cosa así.
—¿Sobre qué están charlando los chicos? —preguntó Stacey, zigzagueando hacia
nosotros. Mientras lo hacía, se apoyó en el brazo de Sam de una manera que habría
sido superlinda si no estuviera a segundos de enloquecer.
—Nada. —Zayne le envió una firme sonrisa mientras deslizaba su brazo sobre
mis hombros, moviéndome eficazmente así me ubicaba frente a él—. ¿Ustedes
conseguirán palomitas o algo así?
—¿Perdón? —dijo.
—No deberías estar aquí con ellos —repitió el hombre, con voz baja y
temblorosa—. Ellos son los secuaces del diablo.
—¿Oh Dios, tú eres uno de esos locos que odia a los guardianes? —Tiró de la
mano de Sam—. Oye, finalmente llegué a conocer a uno en persona.
—No me impresionó.
—Ella es un demonio.
—¿Estás loco?
No tenía ni idea de cómo podía probarlo, pero no quería correr el riesgo. Bambi
se inquietó cuando la tensión se vertía en mí.
—Eso no es cierto.
Me miró con odio puro en sus ojos. Sin importar las reglas, quería gritar. Se
suponía que los seres humanos nunca debían saber que existían los demonios. Algo
que los Alfas decretaron, que los humanos deben tener fe sin pruebas de un infierno.
Siempre parecía una locura para mí, pero él tenía que ser consciente de ellos y no le
importaba.
—Ya hay muchas cosas de las que deberías arrepentirte. —Se apartó de Zayne.
Mi corazón latía con fuerza de nuevo. Quería exponerme, justo en frente de mis
amigos. No me preocupaban las mayores consecuencias de tal acción. Estos eran mis
amigos, amigos que pensaban que era normal y me aceptaban. No podía permitir que
esto sucediera.
—Su nombre era Vanessa Owens —dijo él, su temblorosa mano causaba que el
fino papel se agite—. Tenía veinte años cuando trabajaba en una casa de acogida
estatal a finales de los años noventa, asistiendo a la escuela en Georgetown. Tenía un
futuro brillante por delante, un novio amoroso, una familia muy unida y amigos.
Stacey ladeó la cabeza hacia un lado, frunció su ceño.
Me quedé mirando la foto. Nada sobre su nombre o su cara me era familiar, pero
había un creciente malestar que florecía en mi pecho.
—Él no quiere que sepas tampoco, porque los guardianes la protegen, protegen
lo que realmente es y lo que le hizo a esta mujer inocente.
—Nunca he visto a esta mujer —dije, sintiéndome atrapada. Las pocas personas
en el vestíbulo estaban mirándonos, pero no pensé que podía oír lo que decían—. No
sé quién es.
—No puedes recordarla, pero estoy seguro de que ella se acuerda de ti. Después
de todo, destruiste su vida —dijo, sus labios se encrespándose con disgusto—. Ella
cuidaba de ti mientras estabas bajo cuidado tutelar, fiel a tú naturaleza, te alimentabas
de ella y tomaste una parte de su alma, enviándola en una espiral descendente que
terminó en drogas, robo y finalmente la muerte.
La sangre se drenó de mi rostro tan rápido que pensé que iba a desmayarme. El
rostro de la mujer de la foto se movió, se hizo más joven y fue reemplazada por un
vibrante cabello rubio, piel impecable y una cálida sonrisa.
Dios mío...
¿Esta era la mujer que me alimentaba cuando había sido más joven? ¿La mujer
que ataqué, que impulsó el descubrimiento de los Guardianes en mí? Sabía que fue
hospitalizada después de que me alimenté de ella, ¿pero esto?
No tenía idea de cómo la iglesia sabía tanto sobre mí, pero en este momento, no
importaba. Nada importaba excepto lo que él había proclamado y lo que me di cuenta
de mí misma.
Ella resopló.
—¿Alguien le cree?
—Ya verás. —La mano que sostenía la botella de agua se movió tan rápidamente
que no había nada que lo detuviera. Incluso Zayne no lo había visto venir. Con
bastante fuerza y puntería excelente, sacudió la botella en nosotros. El agua empapó a
Stacey y a mí, y golpeó en los pantalones de Zayne.
—¡Qué demonios!
El agua corría por mi cabeza, por mi rostro y en mis ojos, agrupándose en varios
lugares de mi camisa, convirtiendo el material en transparente, excepto... excepto que
no era agua normal. Tropecé un paso atrás, chocando con Stacey cuando Zayne salió
disparado hacia adelante, aplastando el brazo sobre el pecho del hombre, haciéndolo
retroceder varios metros. Se volvió hacia mí y la mirada horrorizada arrastrándose
por su rostro lo confirmó.
—Oh, no —susurró.
—Oh, Dios mío. —La voz horrorizada de Stacey llegó a mis quemados oídos—.
Layla...
—Agua bendita.
Traducido por Jenn Cassie Grey & Jane
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
S
olo era vagamente consciente de Zayne golpeando al chico de Los Hijos de
la Iglesia de Dios hasta la siguiente semana. Golpeó el lado opuesto de la
pared y se deslizó hacia abajo. La botella de agua de la fatalidad rodó a
través del suelo. Mi piel se sentía como si estuviera siendo quemada hasta mis huesos.
Esto no era nada comparado con la pequeña cantidad que Roth había usado cuando
había sido atrapada por el Nocturno.
—¿Alguien por favor me dice que está pasando? —preguntó Stacey, cerca y
claramente—. No entiendo que es lo que acaba de pasar.
—No tengo tiempo para explicar ahora. Maneja. —Le lanzó las llaves a Sam y si
no hubiera estado cerca de caer de rodillas en cualquier momento, lo habría hecho
porque estaba dejando a alguien más manejar su Impala—. Tú casa está cerca.
—No —jadeé—. Llévame… a la casa de Stacey. Son solo unas cuadras más.
—Layla…
—Tiene razón. Mi mamá no está en casa y solo está a unas pocas calles de todas
formas. Si tomas la Quinta Avenida, probablemente será más rápido —dijo Stacey, sin
respiración—. Pero ¿no deberíamos llevarla al hospital? Si piel está toda rosa. ¿Eso fue
ácido? Oh mi dios, acaso ese fenómeno…
—No era ácido y un hospital no puede ayudarla. —Habíamos caminado casi una
cuadra antes de que Zayne maldijera y me alzara. Dios sabía cómo nos deberíamos de
ver con gente alrededor de nosotros, pero estaba más allá de lo importarme. Contuve
un jadeo mientras me levantaba—.Lo siento —susurró, su voz ronca.
—No lo entiendo —repitió Stacey, su voz sonando distante de nuevo—. Solo era
agua. Me golpeó también. No lo entiendo.
Ella mi miró como si… como si no supiera lo que estaba viendo, y tal vez su
cerebro se estaba negando a sumar dos más dos juntos, pero lo haría eventualmente. Y
no podía manejarla viéndome de esa manera. Cerrando mis ojos, los mantuve de esa
manera hasta que llegamos a la casa de Stacey.
El dolor profundo en mi interior era tan malo como lo que se estaba disparando
a través de mi piel. No dije nada mientras Stacey nos conducía escaleras arriba hasta
al baño que usaba. Sam se quedó en el piso de abajo, sin querer investigar como el
agua bendita podía quemar a una persona. Había estado sorprendentemente callado
con todo esto.
—Nadie debería estar en casa por al menos dos horas —su voz era confusa—.
Puedo… ¿Puedo ayudar?
—¿Tienes algo que ella pueda usar? —Debió de haber asentido, porque Zayne
dijo—: déjalo fuera de la puerta.
—Pero…
Zayne entonces se las arregló para cerrar la puerta. Se movió alrededor de mí,
abriendo la ducha. Un segundo más tarde, estaba debajo de un helado chorro de agua,
jadeando para respirar. Gotas se arrojaban hacia mi cara, arruinando todo mi duro
trabajo con mi rímel y mi delineador.
Bambi había hecho su camino hacia mi espalda baja, donde estaba curvada en
una pequeña, protectora bola mientras Zayne seguía dándome vueltas y vueltas, sus
brazos mojándose mientras se aseguraba que toda el agua bendita fuera lavada.
—No es tu culpa. Quién sabía que él… iba a tirar agua bendita sobre mí.
—Nnn… no.
Cuando Zayne cerró la llave de agua, no podía sentir mi cara o mis dedos de los
pies, lo que probablemente era algo bueno. Mi piel estaba tan fría que solo un día
nevado de febrero podría rivalizar contra ella.
—Sostén esto —dijo, y tomó las puntas, anudándolas junta. Me sacó de la tina y
dio la vuelta. Sentándose en el borde, me jaló hacia su regazo y tomó otra toalla
inmediatamente, secando el agua de mi cabello helado—. Dios, te sientes como un
cubo de hielo.
—¿Por qué lo hizo ahí, donde solo estaban Stacey y Sam para mirar y escuchar,
en lugar de frente una gran multitud de personas? —pregunté, mis dientes
castañeando.
—Era personal. Es la única razón. —Zayne pasó otra toalla subiendo y bajando
por mis brazos, ahuyentando el frío—. ¿Cómo te sientes?
—Mm… mejor —miré hacia la pared color amarillo avellana mientras Zayne
hacía circular la sangre por mi piel helada. No supe cuento tiempo pasó antes de que
hablara de nuevo—. ¿Qué va…vamos a decirles a ellos?
—Oh, Layla, ella no va a odiarte. —Inclinó su cabeza y presionó sus labios sobre
mi frente—. No va a estar asustada de ti y no va a pesar nada diferente sobre ti.
—¿Co…como no podrían?
—Porque ellos te conocen como yo te conozco, ese es el por qué. —La intensidad
de sus palabras era convincente—. Lo que eres no cambia el quien eres.
Asentí.
Sus ojos buscaron los míos y entonces deslizó sus brazos alrededor de mí,
dejando que la toalla que sostenía cayera en el suelo. Me curvé en su fuerte abrazo,
empapándome de su calidez y su aceptación. Parecía imperfecta, su confianza en mí,
cuando no estaba segura que es lo que garantizaba.
Zayne recuperó las ropas que Stacey había dejado fuera del baño. Me cambié en
un pants y un suéter y entonces me forcé a salir de la habitación. Él había estado
recargado contra la pared, esperándome, sus ojos enfocados cansadamente sobre el
techo. Cuando se empujó lejos de la pared y se puso de pie frente a mí, quise presionar
un botón de rebobinado de este día.
Stacey y Sam estaban en la sala de estar en la planta de abajo. Ella se puso de pie
mientras entrabamos en la habitación, su normalmente oscura piel estaba pálida. Sam
se giró hacia nosotros, su expresión expectante.
—Bien —dijo ella, juntando sus manos—. Antes de que hablemos de cualquier
cosa. ¿Estás bien?
—Estoy bien.
—De verdad nos asustaste, me asustaste. Pensé que había tirado ácido sobre ti o
algo, pero supe que… no era eso. Primero que nada, no fuiste al hospital y tu piel no
cayó de tu cara.
—Pero algo te pasó a ti —dijo ella, tomando otra profunda respiración—. Algo
realmente extraño pasó. Vi humo saliendo de tu piel.
Bueno, eso definitivamente le decía a alguien que algo pasó. Miré a Zayne y él
asintió mientas se sentaba sobre el brazo de una silla.
—Lamento que no haya sido completamente honesta con ustedes dos, pero hay
cosas, reglas, que me habían prevenido de hacer eso.
Stacey abrió la boca y parpadeó una vez, después dos veces. Entonces comenzó a
reírse mientras se dejaba caer en el asiento a un lado de Sam.
—No lo hago.
—Pero eso es diferente. Ustedes chicos son solamente otra especie, ¿verdad?
Algo como Pie Grande. No son esta criatura mítica bíblica.
—Bien —me puse de pie—. Soy en parte demonio. Y aquí hay una prueba.
¿Bambi?
La deje liberarse de mi cuerpo, esperando que me escuchara y que no me hiciera
quedar como una tonta—. Fuera.
—¡Oh mi dios! ¡Oh mi dios! ¡Una serpiente! ¡Esa es una gigantesca serpiente!
—chilló, volviéndose tan blanca como el alma de un Guardián—. ¿De dónde diablos
vino eso?
Asentí—. Tenía.
Sus ojos se ampliaron al punto de que temí que le hubiera estallado un vaso
sanguíneo.
—¿Estás diciendo que Roth es también un demonio?
Stacey miró a Sam, quien simplemente nos miraba y entonces de regreso a mí.
—Cualquier cosa que pienses sobre los demonios, y a pesar de lo que ese
bastardo en el cine dijo, debes saber que Layla no es mala. Ella es buena en su
corazón —dijo Zayne, y sonreí un poco ante la sinceridad de sus palabras—. Ella es
más Guardián, más humana, que cualquiera que haya conocido.
Suspiré.
—¿Y eso es? —preguntó Sam, su mirada lanzándose entre nosotros—. Tienes
que decirnos ahora.
Zayne asintió lentamente y luego les contó todo acerca de mí, lo que podía hacer
y quien era mi madre. Zayne abarcó la mitad, dándoles la verdad sobre toda la
situación con el Lilin y lo que sospechábamos que pasaba en la escuela. Decir que
ambos lucían derribados parecía sería el eufemismo del siglo.
—Pero ninguno de ustedes puede susurrar ni una palabra de esto —dijo Zayne,
terminando la información más épica en la historia de la humanidad y Guardianes—.
Lo digo en serio. Nuestro trabajo es evitar que las personas sepan que existen los
demonios. Si comienzan a decirle a la gente...
—Algo así como si te digo esto, ¿voy a tener que matarte? —Stacey tragó cuando
ninguno de los dos respondió—. Santa locura...
—¿Así que es por eso que nunca has salido con chicos de antes? ¿Porque si los
besas, tomas sus almas?
Asentí.
—¿Y este Lilin es como tú? ¿Excepto que puede quitar almas al tocar? Wow.
—Stacey miró a Sam—. Seriamente necesitamos cambiar de escuela.
—Sí —dijo, asintiendo con acuerdo—. Tal vez incluso ciudades. Posiblemente
países.
—No vamos a susurrar una palabra de esto. Además, nadie nos creerá. —Ella me
miró, y supe que la amistad entre nosotras había cambiado. Tal vez no era un cambio
tan grande como temía, pero hubo un cambio—. ¿Cómo podemos ayudar?
—Nada pasará. —Sam le dio a Stacey un vistazo—. Nos quedaremos fuera, pero
si necesitan nuestra ayuda, estaremos allí.
—Al igual que la pandilla de Scooby-Doo —dijo Stacey con una sonrisa—. Pero
más geniales y sin el perro. —Hizo una pausa, frunciendo la nariz—. Tenemos una
serpiente demonio gigante en su lugar.
Solté una carcajada, totalmente conmocionada por lo bien que los dos lidiaban
con esto. Sólo esperaba que no cambiara una vez que tuvieran tiempo para realmente
pensar en todo. Cuando finalmente me levanté para salir, estaba agotada por el drama
de hoy.
—Me gustaría que hubieras sido honesta conmigo hace mucho tiempo, pero
entiendo por qué no lo fuiste. No es algo que puedes decir fácilmente a alguien y no
esperar que enloquezca.
—No lo es —susurré.
Respiró hondo, miró por encima del hombro al pasillo oscuro detrás a donde
Sam esperaba a que entrara a la casa.
—Sigues siendo mi mejor amiga. Sólo que no eres humana. Y, bueno, es un poco
genial que mi mejor amiga sea parte Guardián, parte demonio en negación.
Entonces me abrazó, y en ese momento supe que todo el mundo podría estar al
borde de la catástrofe, pero Stacey y yo estaríamos bien.
Estaríamos bien.
El momento en que nuestros pies tocaron el suelo dentro del recibidor, apareció
ante nosotros, tan alto y formidable como un león a punto de saltar sobre una
gacela. Me dio un vistazo, no se molestó en preguntar si había tomado sol
recientemente o si estaba bien, y luego se volvió hacia su hijo.
Zayne me miró y me encogí de hombros, pensando que quería hablar sobre el lío
en el teatro. Dándole una pequeña despedida, dejé a Abbot y me dirigí hacia las
escaleras. Sólo una pequeña parte de mí estaba decepcionada de que Abbot no hubiera
preguntado por mí. Supuse que me estaba acostumbrando a la forma en que actuaba
ahora.
Mis dedos se cernían sobre la pantalla. Necesitaba decirle. Era justo y también
era la única razón por la que iba a ponerme en contacto con él. Mi mensaje fue breve y
al grano.
Asentí y luego me di cuenta, como una idiota, de que no podía verme. Hice
una pausa y luego escribí,
—Tal vez. —Zayne se había cambiado, llevaba una sudadera negra y una camisa
blanca. Se sentó en la cama junto a mí—. ¿Holgazaneando?
—No mucho.
—Nada. —Zayne se rió, pero algo al respecto fue tenso—. Relájate, Layla-bug. El
día de hoy estuvo lo suficientemente loco sin añadir mierda a ello.
—Pero…
—Todo está bien. Cálmate. Tengo el resto de la noche libre y quiero pasarlo
contigo. Salvar el resto de nuestra cita —dijo, jugando con el borde de mi
manga—. ¿Bien?
—Sí.
Ignoré eso.
—¿Crees que lo que le hice a esa señora es diferente de lo que está haciendo el
Lilin?
—Es completamente diferente, Layla. No eras más que una niña que no tenía
idea de lo que estaba haciendo. El Lilin está haciendo esto a propósito.
—Ni siquiera sabemos si lo que decía ese bastardo era cierto —argumentó—. El
hecho de que él dijera que era la señora, no significa que realmente fuera ella. E
incluso si fuera ella, no hay prueba de que te afecta su vida de esa manera. No hay
razón para creerlo.
—Sí. —Hizo una pausa—. Hablando de la noche del jueves, ¿de qué tipo de
circunstancia extraña estamos hablando aquí?
—Lo sé. Pero si te digo esto, tendrías que decirle a tu padre y... bueno, lo que
sucedería sería mi culpa. La sangre estaría en mis manos.
—No, pero creo que hay algunas cosas que quieras decirle, y no te voy a poner
en esa posición.
Él rodó sobre su espalda, el músculo de su mandíbula saltó. Sus dedos se
mantuvieron alrededor de mi muñeca, sin embargo. Pasaron unos minutos.
—Tú no eres como eso. —Él volvió la cabeza hacia mí, encontrando mi
mirada—. Ni una sola parte de ti.
Hombre, sería bueno beber Kool-Aid Zayne, pero cuando cerraba los ojos, todo
lo que veía era la cara de Vanessa Owens y cambió a la de Dean. ¿Y si...? Ni siquiera
podía dejarme terminar ese pensamiento, dejar a la idea echar raíces y ganar terreno.
—¿Más cerca?
Pasó un momento.
—Pensé en eso, pero con una casa llena de Guardianes, podrías pensar que lo
habríamos capturado en este punto.
Eso podría ser cierto, pero cosas más locas habían sucedido.
—Lamento que hoy se arruinara —le dije, decidiendo que realmente no quería
pensar en Petr mientras me encontraba aquí con Zayne.
Zayne bajó la barbilla y recorrió con sus labios mi frente. Mi corazón dio un salto
ante el contacto tierno, y supe que en ese momento que no podía ponerlo en
peligro. Sin importar lo que dijera, lo que quería creer, no podíamos ignorar la
realidad.
—T
e ves como una ninja —dijo Danika—. No una ninja
particularmente hábil, sino como una ninja de después de la
escuela.
Miré por encima del hombro a donde ella estaba sentada en mi cama.
Sinceramente, no recordaba haberla invitado a mi habitación.
—Gracias. Muchas.
Ella se rio.
—No estoy intentándolo. —Me volteé para deslizarme en mis zapatos de tacón
bajo. No obstante, entendía el asunto ninja. Tenía puestos pantalones de yoga negros y
una térmica negra. Probablemente también parecía un fantasma. Tanto negro no
favorecía mi cutis.
—Nunca lo intentas. —Se puso de pie detrás de mí—. Es por eso que eres sexy.
Dando la vuelta para enfrentarme a ella, tuve que pensar que oírla decir que yo
era sexy era extraño. La apariencia y el cuerpo de Danika rivalizaban con los de las
modelos en las campañas de Victoria Secret. Los humanos y los Guardianes en todo el
mundo caerían a sus pies dada la oportunidad.
Nos habíamos hecho esta promesa de ser amigas entre nosotras, pero en
realidad era un proceso lento.
—Me unté un montón de crema hidratante anoche.
—Claro.
Una ceja se alzó en mi frente mientras lentamente bajaba mis manos y volteaba
hacia ella.
—Y no es por Zayne. Bueno, sí, en cierto sentido estoy celosa por eso, pero lo que
sea. Estoy más celosa de que consigas salir y hacer cosas: ir a la escuela, ir a etiquetar
si quieres. Has combatido demonios y has salido lastimada.
—Sé que no tiene sentido. —Suspiró—. No estoy feliz de que fueses herida, pero
has estado ahí afuera. Has resultado rasguñada o golpeada, pero has estado ahí afuera
mientras que yo he estado... —Ella hizo un gesto con las manos alrededor de la
habitación—. He estado atrapada aquí dentro.
—Lo entiendo —dije, sentándome a su lado—. Sabes, cuando era más joven,
estaba celosa de las demás hembras Guardianes, porque eran aceptadas. Todo el
mundo se preocupaba por ellas y les prestaba atención. Eran queridas y yo estaba...
bueno, yo sólo estaba aquí. Pero superé eso con bastante rapidez. —Le eché un
vistazo, deseando que pudiera ser diferente para todas nosotras—. Creo que, en cierto
modo, a ustedes les toca peor que a mí.
Ella asintió lentamente.
—¿También quieres hacer algo más? —Cuando ella asintió, me mordí el labio—.
¿Entonces por qué no lo haces? Estás entrenada. Puedes luchar. ¿Realmente necesitas
su permiso? Quiero decir, ¿en serio? ¿Quién está aquí para detenerte si sales y cazas?
—Sabes, tienes razón. Podría hacerlo y una vez que llegue allí, ¿qué podrían
hacer para detenerme? ¿Enviarme a casa? —Ella se echó a reír—. Me gustaría verlos
intentarlo.
—¿Intentar qué?
Nos dimos la vuelta ante el sonido de la voz de Zayne. Bendito Dios, vestido
como estaba con pantalones cargo oscuros y una ajustada camiseta Under Armour, era
sexy en una forma completamente peligrosa.
Él frunció el ceño.
—Sí. —Me miró mientras hacía mi camino hacia él—. Bonito traje.
—Lindo.
Empecé a pasarlo, pero su brazo formó una pared cuando colocó su mano en el
otro lado de la jamba. Mis ojos se levantaron hacia él y bajó la cabeza, casi como si
estuviera a punto de besarme, pero eso no podría ser. Él no se atrevería a hacer algo
tan loco otra vez. Zayne no tenía instintos suicidas. Pero a medida que su boca se
acercaba más, el aleteo en mi estómago aumentó. Su fresco aroma a menta me rodeó,
y entonces sus labios rozaron la curva de mi mejilla.
Me tensé en la más forma dulce. Mis ojos se cerraron mientras mis manos
picaban a tocarlo. Las cosas... las cosas eran tan extrañas entre nosotros. Ambos
habíamos admitido que había algo entre nosotros, que queríamos más, pero también
había una línea entre nosotros, una que consistía en etiquetas, promesas y peligros.
—¿Hay algo que tengamos que conseguir antes de que nos vayamos?
—¿Puedo gritar “Por el poder de Cristo, yo te obligo” una vez que lleguemos a
ese punto? —pregunté.
—Bueno, eso no es ni de cerca tan entretenido como los exorcismos que he visto
en la televisión.
Él me dio una mirada mientras se hacía a un lado para dejarme subir. Justo
cuando fue a cerrar la puerta, Dez salió por la puerta del recinto, en dirección a uno de
los todoterrenos.
—No dije que lo tuviera. Sólo ten cuidado. —Me echó un vistazo y la mirada
decía que quería sacarme del auto y tirarme encima de su hombro—. Ella es una…
—¿Un demonio?
—No —Las cejas de Dez se levantaron—. Yo iba a seguir con “una chica”, una
que es joven y no tiene por qué salir lastimada.
Zayne cerró la puerta antes de que pudiera decir nada más. Al cruzar caminos
con Dez, dijo:
Él asintió.
Cuando Dez desapareció en lo más recóndito del garaje, miré a Zayne mientras
se ponía al volante.
—¿Adivina qué?
Zayne salió del garaje, me preguntó si ya había sabido algo de Stacey o de Sam.
Stacey me había llamado más temprano y la conversación había sido un poco
embarazosa, pero en términos generales, había sido normal. Excepto que le había
dicho lo que en realidad iba a hacer esta noche por primera vez en la historia. Había
algo liberador en no mentir acerca de mis actividades extracurriculares.
Roth la habría roto y habría estado feliz de hacerlo. No había dos chicos más
diferentes que ellos.
Zayne sopesó la bolsa de lona sobre su hombro, mirando las pinturas que
adornaban las paredes de color verde. Como entramos en el comedor, una pequeña
sombra salió rápidamente de debajo de la mesa.
Sacudí la cabeza.
El gatito nos siguió a través de la casa y por las escaleras. No había suficiente luz
para distinguir las fotos enmarcadas que colgaban en la pared, pero parecían del tipo
familiar que podrían haber sido tomada durante las vacaciones.
Sólo había dos dormitorios en planta alta y un baño compartido por ambos. Un
dormitorio era una oficina improvisada y en el otro, otra pequeña lámpara había sido
dejada encendida.
El gatito se lanzó a través del cuarto y se abalanzó sobre la cama tan pronto
como se abrió la puerta. Allí, rodó sobre su espalda, mostrando con orgullo una
pancita bien alimentada.
—¿Qué es?
—Supongo que sí. Sería raro para los propietarios tener la foto de otra pareja
junto a la cama.
—La conozco.
—¿Cómo?
—¿Estás segura?
—Está muerta. Eso es una gran coincidencia, ¿verdad? —Sudor salpicó mi frente.
Ese pensamiento horrible de la noche anterior regresó—. ¿Y si...?
Entonces lo sentí.
Había matado a esta mujer. De alguna manera yo había hecho esto y me llevé su
alma, condenándola a una eternidad en el infierno. ¿Cómo si no se había convertido en
un fantasma? La probabilidad de que el Lilin había tropezado con ella era
astronómicamente pequeña.
—Layla.
Una masa oscura lleno el umbral, más o menos del mismo tamaño que el
espectro de Dean. La sombra de una persona. No se movió. Apareció a quedarse ahí y
echarnos un vistazo.
—Bien.
Zayne avanzó, una botella de agua bendita y un pequeño frasco de sal en sus
manos.
El humo se ahogaba mientras me movía fuera del camino. Un gemido agudo vino
del espectro, un sonido que era un cruce entre una hiena y un bebé que llora. Fue
hacia Zayne. Un segundo, estaba frente a mí, y al siguiente estaba golpeando en la
pared opuesta. Se agarró al agua, pero el frasco de sal rodó por el suelo, al otro lado
del espectro.
Mierda.
Cuando el espectro giró sobre él, me moví, en dirección a la jarra de sal. Mis pies
se resbalaron. Aterricé en mi espalda con un gruñido y de alguna manera, por la gracia
de Dios, me aferré al incienso. Volví la cabeza, espiando el tarro descansando a un pie
de mí.
Como una banda de goma chasqueando, fui impulsada hacia atrás cuando el
fantasma dejó escapar un grito de lo que las pesadillas estaban hechas. Golpeé el
centro de la cama. El incienso se deslizó, y clave mis dedos en el, evitando que la
mierda empalagosa golpeara la cama, parando el exorcismo y lo más probable
quemando la casa.
—¿Estás bien?
—Tenemos que salir de aquí, antes de que alguien venga a ver de qué se trató la
conmoción.
De acuerdo.
Acaricié al gato por última vez y luego corrí por toda la casa. Una vez que
estábamos de vuelta en el interior del Impala, me sentí aliviada al encontrar que el
olor enfermizo no se había quedado en nuestra ropa. Echando un vistazo a Zayne
mientras ponía el auto en drive y salía de la callejuela estrecha, dejé que todo lo que
había mantenido a raya se filtrara de nuevo.
Con la adrenalina todavía dando vueltas por mis venas, mis pensamientos
mantenían un filo. A medida que cada uno cayó en su lugar, fue rajado y cortado en
cubitos.
Habíamos llegado a la carretera rural que Zayne había tomado como un atajo
para llegar a Alejandría por el momento me encontré diciéndolo.
—Quién era esa mujer. No podemos ignorar eso, Zayne. Yo le hice eso. —Las
palabras cortaron a través de mí—. Debo de haberme alimentado de ella más de lo
que creí.
Los nudillos de Zayne se pusieron blancos por la fuerza con que estaba
agarrando el volante.
—Lo hubieras sabido si ese fuera el caso. Tiene que haber otra explicación para
esto.
—Entonces eso es lo que pasó. —Su mandíbula se trabó—. Eso tiene que ser.
Me quedé mirándolo. Las lágrimas quemaron mis ojos. Su defensa inflexible
hacia mí era desgarradora.
—¿Qué?
—¿Qué pasa si no hay Lilin, Zayne? ¿Qué pasa si sólo pensamos que hay, y el
Infierno piensa que hay, pero no lo hay?
—Pero lo tiene —le susurré mientras los árboles pasaban junto a nosotros—.
Piensa en ello. Nadie sabe realmente lo que se necesita para completar el ritual. Se
trata de cómo lo percibimos. ¿Qué pasa si yo necesitaba perder mi virginidad para que
funcionara? No lo he hecho. Así que si Cayman estaba equivocado, entonces el ritual
no funcionó. No pudo. Y Abbot llegó a decir que era un Lilin o algo similar. Lo escuché
esa noche. Es probablemente por eso ordenó a los otros miembros del clan para que
me vigilara. ¡Él sospecha, también!
—No lo sé, pero podría ser algo que estoy haciendo. Yo soy su hija.
Probablemente tenga un impacto en ella. Piensa en ello. Lo que el Lilin puede hacer es
lo mismo que yo puedo hacer, tomar un alma. Simplemente lo hacemos de diferentes
maneras. —Las palabras se derramaron fuera de mí, tan rápido como el auto—. ¿Y
dónde está este estúpido Lilin? ¿Cómo es que no lo hemos visto y tampoco Roth?
Supuestamente está en la escuela, pero nadie lo ha encontrado. ¡Pero yo estoy en la
escuela! He estado alrededor de todo el mundo que ha sido infectado hasta el
momento y Dios sabe cuántas otras personas.
—Quién sabe por qué estaban allí o lo que había en el capullo. No sería la
primera vez que algo demoníaco aparece allí por mi culpa. ¿Recuerdas el zombie en la
sala de calderas? ¿A Raum, el demonio que Roth sacó?
—¡No puedo creer que te niegues a ver lo que está justo en tu cara!
—Mierda. —Él se desvió hacia la derecha, golpeando los frenos. Me lancé hacia
adelante, atrapada por el cinturón de seguridad, ya que paró en una parada en el arcén
de la carretera. Se volvió hacia mí, con los ojos de un tono furioso de azul eléctrico—.
¡Pero no te alimentaste de Dean! ¡O Gareth! No eres responsable de esto, Layla.
—Tal vez no necesito alimentarme para tomar sus almas. ¿Quién sabe? —Mi
garganta se obstruyó con crudeza—. Mis habilidades han cambiado. Ya no puedo ver
auras, pero puedo sentir emociones. Tal vez mi capacidad de tomar almas ha
cambiado, también.
—¡Tienes que escucharme! ¿Sabes que las cosas que han estado sucediendo en la
casa? Pensé que tal vez podría ser Petr, porque tomé su alma, pero a lo mejor no lo es
él. Tal vez soy yo. —Mi corazón latía tan rápido que pensé que estaría enferma—. Tal
vez Abbot tiene razón y no soy consciente de lo que estoy haciendo.
—No…
—No estoy ciego. —Se tambaleó hacia delante, agarrando mis hombros—. Sé
exactamente lo que estoy mirando cuando te veo. Sé exactamente con lo que estoy
tratando cuando te toco. Y sé que no importa qué, nunca me harás daño. Y debido a
eso, sé que lo que está haciendo esto, no eres tú.
Cortó mis palabras cuando él me apretó contra su pecho y me levantó hasta que
mis pies apenas rozaban el suelo. Mis ojos se abrieron en ese pequeño segundo que
me di cuenta de lo que iba a hacer, lo que él estaba dispuesto a arriesgar para
demostrar que sus palabras eran la verdad, que sus convicciones tenían razón, que me
estaba volviendo loca. Tiré hacia atrás, pero ya era demasiado tarde. No podía escapar.
Nunca pude.
Zayne me besó.
Traducido por Malu_12
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
M
i grito ahogado de sorpresa fue capturado por sus labios. Planté mis
manos contra su pecho y traté de empujarlo, pero él estaba metido en
ello y... oh, Dios, este no era el cepillado inocente de labios que había
terminado antes de empezar.
Esto era un beso de verdad. Del tipo que rompía corazones y luego los unía de
nuevo. Sus labios estaban en los míos, exigentes y feroces mientras yo mantenía la
boca cerrada. Un sonido profundo retumbó en su pecho mientras mordisqueaba mi
labio inferior. Di un grito ahogado de nuevo cuando el pequeño mordisco pasó a
través de mí. Zayne lo aprovechó por completo, profundizando el beso. Su lengua se
deslizó sobre la mía, y yo suspiré ante su sabor porque no pude evitarlo, y él estaba en
todas partes, en todos mis sentidos, y yo estaba ardiendo.
Cuando por fin me liberó, gemí y no estaba segura de sí era por perderlo o
porque sabía qué era lo que seguramente vendría.
Zayne se aferró a mis hombros, su mirada fija en la mía. Y él estaba de pie, sin
convulsiones, sin caer al suelo o convertirse en algo salido de una pesadilla.
Mis pies estaban de nuevo en el suelo y sus manos se deslizaron a mis mejillas,
inclinando mi cabeza hacia atrás. Gemí en el beso mientras él inclinaba su cabeza,
haciéndolo más profundo y más largo. Agarré sus hombros.
No sé qué fue lo que nos poseyó. Tal vez el hecho de que habíamos estado una
eternidad pensando que nunca podríamos compartir algo que todo el mundo daba por
sentado. O tal vez eran todas las emociones salvajes que sentíamos. Tal vez era algo
más que una hinchazón de pasión. No me importaba. De cualquier manera, la promesa
que me había hecho a mí misma la noche anterior se desmoronó como un pétalo
seco. Me estaba ahogando en él.
Se inclinó por las rodillas y entonces estuvimos fuera del frío y dentro del
asiento trasero, su largo cuerpo presionado contra el mío, y él todavía me estaba
besando, arrancando mi aliento con el suyo.
Él debería haber pesado una tonelada, pero su peso era delicioso y enloquecedor
en todas las formas locas.
Todos esos años de soñar con ser capaz de hacer esto se apresuraron a salir a la
superficie en ambos y nos volvieron codiciosos y locos. Mis dedos se aferraron a su
camiseta y cuando levantó la cabeza esta vez, tiré de ella y él respondió, dejando que
se la quitara. Mis manos acariciaron su pecho mientras inclinaba su cabeza hacia la
mía. Probé en él mi propio deseo de consumir. Lo sentí y le di la bienvenida a la
vorágine, deleitándome en ella, y fui yo quien profundizó el beso esta vez.
El sonido que hizo curvó mis dedos de los pies mientras sus caderas empujaban
contra las mías. Mi corazón dio una patada y mi pulso latía en todo mi cuerpo. Y
entonces mi camiseta estuvo fuera, desapareciendo en algún lugar en el suelo del
Impala. Sus dedos se deslizaron sobre mis costillas, alcanzando el frágil broche. Hubo
sólo un ligero movimiento de su muñeca, y luego los dos estuvimos desnudos de la
cintura para arriba.
Una risa brotó de mí y escapó contra sus labios. Las cejas de Zayne se curvaron
hacia abajo, pero antes de que pudiera hablar, me estiré y lo besé de nuevo,
simplemente maravillada con el hecho de podía besarlo, de que esto estaba
sucediendo.
—Lo siento —le dije—. Es sólo que nunca esperé esto. Nunca…
Lágrimas pincharon mis ojos por una razón muy diferente esta vez.
—Zayne, yo...
No pude terminar el pensamiento, pero eso estaba bien.
El tiempo pareció detenerse para nosotros y lo que estábamos haciendo era una
locura, pero estábamos demasiado atrapados en nosotros como para preocuparnos.
Sus labios se arrastraron en un camino ardiente sobre mi mejilla mientras su mano
trazaba allí donde Bambi estaba enroscada alrededor de mis costillas. Su cabeza
estaba usando mi pecho como almohada una vez más, y no me importó. Tampoco
cuando él siguió la elegante curva de su cuerpo con la mano y luego con su boca,
haciendo que me arqueara ante su toque.
Y la forma en que su cuerpo se mecía contra el mío y la tensión que podía sentir
construyéndose entre los dos me dijo a dónde se dirigía esto. No era imposible, con
ubicación y todo. En la parte de atrás de mi cabeza, sabía que no iba a ser la primera
chica, y tal vez ni siquiera la primera con sangre de guardián en sus venas, en hacer
esto. Si había voluntad —y dios santo, había tanta voluntad— había una manera.
Había algo en mí, sin embargo, que pisó los frenos. No sabía qué era o si tenía un
nombre. O tal vez sí lo sabía, y mi corazón y mi cerebro no querían reclamar su
responsabilidad, pero la confusión dejó mi piel fría. Yo quería esto. Tanto. Tal vez eran
sólo nervios, pero de repente me temblaban las manos. Todo lo que sabía era que mi
ansiedad no tenía nada que ver con el estúpido hechizo atado a mi virginidad. Si un
Lilin realmente había sido creado, la virginidad era un punto discutible, y aunque no
hubiera Lilin, las cadenas de Lilith ya estaban rotas, así que no importaba. No, era algo
más.
—¿Detenernos?
Asentí.
—Tienes razón. —Él descansó su frente contra la mía, tomando respiraciones
profundas—. Tenemos que parar. No quiero que sea así... en el asiento trasero de mi
automóvil.
—No quiero oír más mierda sobre que eres responsable de lo que está
ocurriendo —dijo, con sus ojos sosteniendo los míos—. Si esto prueba algo, es que tú
eres capaz de controlar tus habilidades. Lo sabrías si estuvieras tomando almas. No lo
haces. Así que eso es todo. No más. Prométemelo.
Mi parte favorita era la mañana, sin embargo. Él siempre era extra delicado
entonces y era un infierno de manera de despertar. Sabía que con el tiempo esto
tendría que parar. Alguien podría atraparlo entrando y saliendo de mi dormitorio y su
padre se pondría como loco. Y había razones más grandes aún. La realidad no había
existido desde mi suspensión. No había habido problemas con el Lilin, nada de Roth
excepto mensajes inofensivos aquí y allá, y cuando estaba con Zayne, era fácil creer
que yo no era responsable de la infección.
Zayne acarició mi cuello y luego se rio entre dientes cuando me retorcí al golpear
un punto sensible.
—Sí. —Él tiró de la manta hasta que estuvo en mi cintura, sonriendo cuando vio
la cabeza de Bambi asomándose por debajo del escotado cuello de mi camiseta—.
Estuvo muy muerto anoche.
Su cabeza cayó y sus labios rozaron los míos con un suave toque
tentador. Levanté la mano, colocándola contra su pecho. La fina camiseta que llevaba
era un obstáculo que me molestó, pero su corazón latía fuertemente contra mi palma.
El beso se profundizó cuando él se acercó aún más. Una de sus piernas terminó
entre las mías y su peso encima de mí le hacía cosas maravillosamente malvadas a mis
entrañas. Su mano recorrió mi estómago y luego pasó bajo el dobladillo. Cuando tocó
mi piel desnuda, cogí la intensidad de lo que estaba sintiendo. Necesidad. Deseo. Algo
mucho más fuerte lo manejaba. Mi espalda se arqueó por sus caricias y mis dedos de
los pies se curvaron.
Después de lo que se sintió como una eternidad, pero no suficiente, él se echó
hacia atrás con un suspiro de pesar. Ambos respirábamos con dificultad. Nuestros
pechos subían el uno contra el otro. Una de sus manos estaba todavía bajo mi
camiseta, tocándome. Pequeños temblores corrían a través de mí.
Esa no iba a ser la única cosa que sucedería si seguía moviendo su pulgar
adelante y atrás o si seguía besándome. No habíamos ido más allá de esto, ni siquiera
en cuanto a eliminar ropa, desde la noche en que había ido a esa casa. Me di cuenta
por la forma en que su cuerpo se sacudía que quería ir más allá. Yo estaba bastante
segura de que lo quería también, pero ese paso era tan temible como
emocionante. Todo esto era algo que realmente nunca pensé que sería posible con
Zayne.
—A ninguna parte. —Forcé una sonrisa. No había hablado con Zayne acerca de
mis miedos desde esa noche, porque sabía que él creía firmemente que era inocente y
yo... yo quería que siguiera siendo así. Con él, no me sentía como si fuera una bomba
de tiempo a punto de estallar. Me sentía normal—. ¿Tal vez pueda saltármelas?
—Hmm... —Él rozó sus labios sobre la punta de mi nariz—. Aunque me gusta
cómo suena eso, tu pequeño culo lindo necesita llegar a clase.
Hice un puchero.
—Lo sé.
Me reí.
—¿Qué?
—Nada. Estaba pensando en Buffy la Caza Vampiros. —Era un alivio ser honesta
con ellos ahora. Cerrando la puerta del casillero, me dirigí a ellos—. Estaba pensando
que nuestra escuela es algo así como la Boca del Infierno de Buffy.
Ella sonrió.
—No soy Buffy. Más como Willow. Sam, tú eres totalmente Xander.
—Querrás decir que soy más como Angel —comentó, y yo esperaba algún hecho
extraño acerca de Buffy la Caza Vampiros, pero no llegó ninguno.
—Por cierto —dijo Stacey, inclinándose hacia mí y bajando la voz—. Asumo que
le dijiste a Roth que sabemos que él... eh, la verdad.
Mi estómago dio una voltereta. Ellos no lo habían visto desde que habíamos sido
suspendidos.
—Sí, él lo sabe, pero yo que tú no haría una gran cosa de ello. Iré rápido al baño.
Stacey se detuvo.
—También tengo que ir. —En cuanto a Sam, ella le dio un beso rápido en la
mejilla—. ¿Nos vemos más tarde?
Él asintió mientras se alejaba y luego se volvió, pasando una mano por su cabello
desordenado. Lo observé por unos momentos y luego sacudí la cabeza.
—No. —Se rio—. Sólo quería unos segundos a solas contigo para preguntarte si
ya has tenido sexo con Zayne.
—Oh, Dios mío, en serio tuviste sexo con… —Mi voz se apagó y luego paré por
completo en el interior del cuarto de baño.
En uno de los lavabos estaba encorvada Eva, con las manos apretadas contra su
cara, tapándose los ojos. Sus delgados hombros temblaban. En el lavabo y en el suelo
había diminutas bolas de papel marrón. Un teléfono celular se asentaba en la repisa
encima del lavabo.
Sí, así es como era. Eva era mala y si yo no lo hubiera sabido mejor, la habría
categorizado como un demonio del infierno, pero no lo era. Sólo era una típica chica
promedio que probablemente no recibía suficiente amor en su casa o lo que sea, pero
el código de chicas pateó.
Sus hombros se pusieron rígidos y ella bajó las manos. Guau. Eva no lloraba de
manera bonita, lo cual por alguna razón horrible me hizo sentir mejor conmigo
misma. En su reflejo, el rimel manchaba sus mejillas y su rostro estaba hinchado y
rojo.
Entonces ella arrugó su cara. Eso hizo que lágrimas frescas corrieran por sus
mejillas.
Eva se volvió hacia nosotras con las manos formando bolas contra sus mejillas
rubicundas.
G
areth tuvo una sobredosis en algún momento durante la noche. Sus
padres habían encontrado su cuerpo en la cochera esa mañana, cuando
su padre se iba a trabajar. Corría el rumor de que había estado inhalando
alcohol.
Una tristeza pesada se aferró a la escuela. La muerte de Dean había sido bastante
mala, luego la de Gerald, pero Gareth había sido popular. Todo el mundo lo conocía y
aunque su descenso constante en las drogas había confundido a mucha gente, seguía
siendo el tipo con el que la mitad de las chicas querían estar y como el que la mitad de
los chicos quería ser.
Los maestros hablaron sobre eso en cada clase, citándolo como un trágico
accidente y convirtiéndolo en un especial después de la escuela sobre las drogas y sus
peligros, pero lo sabía mejor.
También Roth.
No es que las drogas no fueran un gran problema, pero esto iba más allá de la
adicción y las estupideces que hacíamos. Gareth había sido infectado. Su vida y su
alma le habían sido robadas. No sólo habría otro espíritu sino que Gareth pasaría una
eternidad en el infierno.
Roth me alcanzó mientras me dirigía hacia el almuerzo. Estar a solas con él tenía
mis nervios trenzados en nudos inútiles. Sabía que tenía todo que ver con Zayne y yo...
y todo que ver con Roth.
—No he percibido un espíritu aún —dijo, con las manos metidas en los bolsillos
de sus rasgados pantalones vaqueros—. ¿Y tú?
Negué con la cabeza mientras Bambi empezaba a trepar por entre mis pechos. Le
emití una severa advertencia de no aparecerse en mi cara. Siempre que Roth estaba
cerca, le gustaba ser vista. Algo así como uno de esos molestos perros con ladrido
agudo que necesitan atención.
—Supongo que sólo será cuestión de tiempo antes de que aparezca. ¿Todavía
estamos dentro para ver el aquelarre este fin de semana? —le pregunté. Cuando
asintió con la cabeza, me apoyé en la pared. El pasillo estaba prácticamente vacío.
Mientras le echaba un vistazo, encontrándolo mirándome de cerca, cambié mi peso—.
¿Hay algo que podamos hacer sobre sus almas? ¿Alguna manera en que podamos
conseguirlas gratis?
Roth se volvió, inclinando su cuerpo hacia los lados. Negó con la cabeza.
—No, a menos que desees llegar a un acuerdo con el jefe y eso no es algo que
sugeriría.
Abrí mi boca para protestar, pero puso un dedo contra mis labios,
silenciándome. La energía se sacudió entre nosotros y me aparté.
—Sé que quieres ayudarlos, pequeña, pero una vez que las almas están ahí abajo,
es un fastidio para sacarlos. Y no estoy hablando de un inconveniente. Al jefe le gusta
un ojo por ojo. Si pides un alma, el jefe te va a pedir una a cambio. No quieres hacer
ese tipo de ofertas, llevando ese tipo de peso alrededor.
Tenía un punto, pero ya llevaba una carga decente sobre mis hombros.
—No has devuelto ninguno de mis textos o llamadas —dijo después de unos
momentos, apoyando su cadera contra la pared al lado de mí. Su barbilla se sumergió
hacia abajo y sus pestañas oscuras protegieron sus ojos—. Estaba preocupado.
—¿Lo estabas?
—Sí .—Las comisuras de sus labios se volvieron hacia abajo—. ¿Por qué te
sorprendería eso?
Encogí un hombro. Se me había acercado un par de veces adicionales durante
nuestra suspensión y durante las vacaciones, pero no le había respondido. Se habría
sentido mal si lo hubiera hecho y no por estuviera con Zayne significaba que no podía
hablar con otros chicos. Era sólo que Roth no era un “otro tipo”, era una gran cantidad
de algo más.
¿Lo estaba? No nos habíamos llamado el uno al otro novio o novia, pero nos
tratábamos como si lo fuéramos.
—Está bien. Esto suena como una conversación de “estás usando un condón”.
—¿Qué?
Fue la mujer del club en los Palisades, Roth. —Mi estómago se hundió mientras
sus ojos se encendían—. La mujer de la que me alimenté.
Abrió su boca, luego la cerró de golpe mientras empujaba una mano a través de
su pelo oscuro. Líneas apretadas se formaron alrededor de sus labios.
—¿Estás segura?
—Sí, estoy segura. Era ella. —Froté mis manos por mi cara—. Desertó, ¿verdad?
—Whoa, ¿de dónde ha salido esto? —Roth invadió mi espacio personal—. ¿Es
esto algo nuevo?
—Pero, ¿cómo? ¿Has estado vagando por ahí besando a la gente? Porque si es
así, estoy bastante cabreado que no estar incluido en eso.
Roth no dijo nada más mientras se retiraba, sus brazos cayendo a sus costados y
cualquier el consuelo había ofrecido convertido en aprehensión. Su silencio era
inquietante. Nunca respondió a mi pregunta.
La noche que nos fuimos hacia el club en Bethesda, había un toque de nieve en el
aire. Definitivamente estaba lo suficientemente frío y la frescura tenía ese sentimiento
invernal en ella.
Nuestro viaje hacia el club fue tranquilo. Roth estaba esperando dentro de su
Porsche en el aparcamiento al otro lado de una escuela. Tan pronto como Zayne y yo
nos detuvimos en el Impala, abrió la puerta y salió.
Zayne rodó los ojos mientras miraba hacia donde estaba el club. Al principio no
pensé que estábamos en el lugar correcto. Estaba dentro de un hotel lujoso. El tipo de
hotel que tenía todas las paredes de cristal reflectante y esculturas que parecían algo
que un niño cinco años de edad, había moldeado.
—Realmente me gustaría ir ahí —dijo Zayne, quitando sus manos del volante—.
No me gusta que vayas allí sola.
—No cuentas.
Ya era el tiempo para que saliera del auto. Empecé a abrir la puerta, pero Zayne
cogió mi mano.
—Qué lindo. —Roth se empujó del auto, su tono ligero, pero su expresión era
aguda—. No te preocupes, Piedrota. Está en buenas manos. Creo que sabes lo buena y
capaz que es, ¿verdad?
Sonrió.
—Ni siquiera termines esa frase —le espeté, cerrando la puerta. Sus ojos se
encontraron con los míos sobre el techo de la Impala—. En serio.
Roth arqueó una ceja y luego movió sus dedos hacia Zayne. Dando la espalda, me
dirigí hacia la acera. Estaba a mi lado en un instante.
—Eso no era necesario —dije.
—Claro.
Lucía dudoso mientras abría las puertas y entrábamos. La primera cosa que noté
fue lo normal que estaba todo. Como normal totalmente humano. Nos detuvimos justo
en frente de una estación de la anfitriona. Las parejas se sentaban en las mesas, riendo
y hablando. Una barra llena corría por el fondo, llena de gente sentada y de pie. Jazz
ligero sonaba desde los altavoces de arriba. Estas personas no se veían como si se
hubieran bajado del tren gótico. De hecho, me mezclaba en ellos.
—Esto no.
—¿Nunca has oído hablar de no juzgar a un libro por su cubierta? —Se agachó y
tomó mi mano en la suya y cuando llegué a qué demonios es esto, apretó su agarre—.
Como dije, pequeña. No juzgues a un libro por su cubierta. Necesito que te quedes
cerca de mí.
Una mujer delgada apareció, con las manos entrelazadas. Llevaba un sencillo
vestido negro de corte por encima de las rodillas y el pelo recogido en un elegante
moño.
Roth sonrió.
—Rowena —el hombre que se acercó por detrás, dijo—. Los esperaban. Déjalos
pasar.
La mujer no parecía feliz por eso, pero se hizo a un lado. El hombre asintió con la
cabeza.
De repente Roth sosteniendo mi mano no era una cosa tan mala. Incluso si me
hacía sentir como un poco cobarde. Fui entrenada en combate cuerpo a cuerpo, pero
no para protegerme de hechizos y encantamientos.
El hombre nos llevó alrededor de la barra, a un área del club que estaba de
alguna manera aislada. Sólo había una mesa aquí atrás, rodeada de un gran sofá en
forma de media luna. Varias mujeres se levantaron de donde estaban sentadas. Cada
una de las mujeres, un total de seis, pasaron sin mirarnos.
El sofá parecía vacío hasta que nos movimos a la zona que estaba abierta.
Entonces la vi y santa mierda, pensé que el guardián de la cripta estaba sentado frente
a nosotros. La mujer era vieja, como que no estaba muy segura de cómo todavía
estaba viva y respirando.
Parches de pelo blanco como la nieve caían por sus diminutos y frágiles
hombros. Profundas arrugas cruzaban su cara y sus ojos... eran de color blanco
lechoso. Todo el ojo.
La anciana sonrió y su cara estaba tan arrugada que pensé que iba a colapsar
sobre sí misma.
—¿Qué esperabas? —Para una mujer tan vieja, su voz era fuerte—. ¿Una mujer
joven? Buscas a la vieja bruja, ¿o no?
Encontré mi voz.
—Sí.
—Una vieja bruja es una persona que es vieja y sabia... o sólo vieja. De cualquier
manera, he caminado esta Tierra durante muchos años —dijo ella, levantando una
pequeña mano blanca, señalando que nos sentáramos—. Y esta es la primera vez que
he visto un Príncipe Heredero.
—A lo que le temes, niña, está mal. Algo de maldad, mis hijos, es necesaria.
—Sé por qué ustedes dos están aquí. —Su risa temblaba como huesos secos—.
Sé que están aquí para encontrar al Lilin.
Mi corazón dio un salto y me imaginé que sería mejor para nosotros que
fuéramos honestos.
—Como para ayer —agregó Roth—. Sé que todos ustedes quieren un poco de
Lilith, pero sabe la reacción en cadena que la Lilin causará.
—Ah, sí, los Alfas. —Agitó las manos—. Me sorprende que aún no hayan llegado
con sus poderosas espadas, cortando a través de todas las cosas que sienten que no
son dignas de esta tierra. ¿Alguna vez han visto a un Alfa, niños?
—No. No estarías sentado aquí si ese fuera el caso, ¿verdad? Ah, los Alfas. Son
una amenaza para todos nosotros. Tal vez incluso para los seres humanos. Sólo ven en
blanco y negro, sin tonos de gris. Sin simpatía. Son los verdaderos monstruos.
Coloqué mi expresión en blanco mientras parloteaba. Los Alfas eran literalmente
el hombre del saco de todas las cosas y mientras había una parte de mí atraída hacia
ellos, también me aterrorizaban.
—Ningún Lilin ha buscado refugio con nosotros, si eso es lo que piensas. No hay
ninguna razón para ello. Buscas lo que está justo en frente de ti, Príncipe. Sabes eso. Es
la verdad de por qué te levantaste del Infierno.
Traducido Por Bettyfirefull
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
L
a inquietud se formó en mi vientre y el miedo que nunca estaba
demasiado lejos regresó como un tornillo apretando mi garganta. Miré a
Roth y el músculo en su mandíbula palpitó.
Él sabe. Tú sabes. Eso es todo lo que estoy dispuesta a decirte. Que vinieras
aquí fue innecesario. Ahora vete. Ella levantó su frágil brazo y agitó sus delgados
dedos como huesos en un gesto de despedida hacia nosotros. Estoy cansada y he
terminado con esta conversación. Vete.
Bendita seas.
Su sonrisa era insolente mientras daba la vuelta, pero la mirada en sus ojos
podría congelar los círculos del infierno. Él aferró mi mano mientras nos dirigíamos
alrededor de la mesa y más allá de las brujas. Ellas podrían haber estado mirándonos
una vez más como si estuvieran a punto de arrojar un maleficio a nuestras cabezas,
pero no me importó.
No juegues conmigo, Roth. Quiero saber la verdadera razón por la que
regresaste del Infierno. ¿Cuál es la verdad?
Sabes por qué regresé. Para buscar el Lilin dijo él, cruzando sus brazos.
Parece que la vieja bruja esperaba que ya supiéramos quien era el Lilin. Como
si quizás estuviera justo en frente de nuestras narices, en frente mío. ¿Y sabes que
pienso? Pienso… mi voz se agrietó y miré lejos.
No creo que haya un Lilin, al menos no uno que nació exitosamente del ritual
con Paimon.
Él no dijo nada mientras golpeaba su cabeza contra la pared. Cerrando sus ojos,
el juró bajo su aliento y mi estómago cayó.
Roth susurré.
No estaba por aquí cuando las cadenas se empezaron a romper y no sé si pasó
antes de que estuviera en el pozo o durante. El Jefe… bien, realmente no estaba
prestando atención. No pudimos descifrarlo. Sabíamos que el ritual no fue
completado.
Al menos no pensábamos que el ritual estaba completo, pero Cayman estaba
en lo correcto. ¿Quién sabe si el pecado carnal fue sexo o sólo algo relacionado?
Ninguno de nosotros sabe eso, pero sabíamos que algo estaba pasando aquí arriba y
sabíamos que o un Lilin había nacido o…
O eras tú. Esas son las únicas dos opciones. Todos sabíamos eso. Así que el Jefe
me envió de vuelta para o encontrar el Lilin o encontrar pruebas de que eres tú.
Pero entonces eran otros estudiantes los que estaban infectados, gente que
había estado atada a ti, de una u otra manera. Sacudió su cabeza mientras paseaba
al frente mío. Y no había pruebas del Lilin. Aun así no hay nada en concreto, sólo un
capullo. Esperaba que la bruja nos guiara en otra dirección y no confirmara lo que… lo
que temía.
Desde el comienzo, sabía que tus habilidades eran como las del Lilin, sólo
ligeramente diferentes. En donde el Lilin toma con el tacto, tú lo haces inhalando el
alma. Pero quizás tus habilidades han cambiado. No lo sé, pero sí creo que no te das
cuenta de eso. Que no tienes idea de lo que está pasando.
Sí.
Una vez me dijiste que todos tenían libre albedrío y te dije que el libre
albedrio era pura mierda. ¿Recuerdas eso?
¿Qué quieres decir con sí? No hemos encontrado al Lilin. La vieja bruja casi
dijo que era yo. Incluso volviste a subir… mi voz se agrietó de nuevo no sabía por
qué, por qué saber que la razón por la que había regresado a la escuela era porque
pensaba que yo estaba tomando almas y nada más dolía tanto como una puñalada en
el pecho. Volviste porque pensabas que había una buena posibilidad de que fuera
yo. ¿Por… por qué no me dijiste desde el principio?
Algo se tambaleó en mi pecho ante la suave confesión, pero había algo más que
necesitaba saber.
Dime.
Él tragó—. Layla…
Oh mi Dios, Roth, tu… tú estás aquí realmente para sacarme del camino, ¿no es
asi? Si encuentras pruebas u otro demonio o los Guardianes descubren que soy yo,
estás aquí para pararme.
—Confié en ti. Jesús, todo sobre ti, sobre nosotros, no ha sido más que una
manipulación. ¿Entiendes eso? Estabas aquí la primera vez para encontrar a Paimon y
yo era sólo un medio para llegar a un fin entonces. Y ahora soy literalmente el medio y
el fin para ti. Otro maldito trabajo.
Él retrocedió.
Hubo una pausa e incluso mientras sacudía su cabeza, sabía que no era así.
Estás mintiendo.
Tú no entiendes.
Eso fue todo. Perdí la razón. Quien sabe que fue exactamente lo que activó el
interruptor. El hecho de que Roth estaba técnicamente en la cima de los querían
matarme pudo haber tenido algo que ver con eso. Mi brazo se balanceó hacía atrás y
mi mano se quebró en su rostro. El golpe lo aturdió, pero no lo movió. Y él no tomó
represalias. Solo me miró. Silencioso. Lleno de más secretos. Ondeé de nuevo mi mano
y su mano se levantó rápida, atrapando mi brazo.
Detente.
Roth se preparó.
Tomado con la guardia baja, el impulso nos lanzó adelante. Él cambió, tomando
la peor parte de la caída, pero rodó rápidamente, forzándo a mi estómago. Me empecé
a levantar, pero él estaba de repente sobre mí, toda la longitud de su cuerpo
empujándome debajo.
Sus ojos encontraron los míos y algo cambió en su mirada. Mi pecho se levantaba
y caía en respiraciones irregulares. Roth no lucía enojado mientras me sostenía y mis
emociones eran demasiado como una tormenta para captar cualquier cosa de él, pero
cuando su mirada cayó en mis labios, la sombra que se formó en su rostro lo hizo
lucir… hambriento.
A pesar del billón de razones por la que esto estaba mal, la familiar ola de
conocimiento creció entre nosotros, una conexión que nos ataba.
¿Signifiqué algo para ti? —Sabía que le había preguntado eso antes, pero
ahora… ahora significaba mucho más. Y cuando él no respondió de nuevo, asentí,
finalmente entendiéndolo. Aclaré mi garganta, pero dolió cuando hablé.
No quiero nada que sea parte de ti llamé a la serpiente de nuevo y se volcó
en el aire, formándose entre nosotros. Ve a él dije, con la voz gruesa y temblorosa.
La puerta del elevador se cerró para Roth y Bambi mientras me daba la vuelta y
corría fuera del pequeño vestíbulo, en la fría noche.
Zayna estaba esperando, reclinado contra el Impala. Se empujó lejos del carro
cuando me vio.
¿Qué pasó?
Estoy aquí.
Asintiendo, cerré mis ojos. Esas fueran las únicas dos palabras habladas en el
viaje entero de vuelta al complejo. Lo que sea que Zayne sentía, sabía que no era el
momento de presionar. Y eso era buena porque no sabía que decir.
Él había sabido todo este tiempo, desde que había vuelto. Cada vez que había
hablado conmigo, me pudo haber dicho, especialmente cuando había ido a él la última
vez. Pudo haberme dicho. Pero ¿por qué lo haría? Había confiado en él. Tan estúpido
como era eso, había confiado en él y si él hubiera encontrado una prueba irrefutable
de que había sido responsable, hubiera sido fácil llegar a mí.
Dios, todas esas veces que había estado a solas con él. El día que había estado en
el fondo de los empalizados con él, en su departamento… me estremecí. Pudo haberse
“encargado” de mí en cualquiera de esas ocasiones. Y eso dolía porque, maldita sea,
era tiempo de honestidad. Aunque él me había rechazado como si fuera frenos
defectuosos y estaba Zayne y cada cosa maravillosa que sentía por él, aun así, en lo
profundo, anidada en una parte de mí que mantenía cerrada, me importaba Roth y
esos sentimientos estaban cosidos muy dentro de mí.
No había realmente nada que hacer excepto ir a rockear en alguna esquina. Está
bien. Había mucho que hacer. Como los principiantes, ¿qué es lo que sigue?
¿Layla?
Zayne ahuecó mi rostro con ambas manos, alisando sus pulgares a lo largo de
mis pómulos. Mis ojos se cerraron de nuevo y su aliento danzó sobre mis labios, los
problemas se aligeraron, retrayéndose temporalmente al fondo. Besarlo no debería
estar en lo alto de la lista de prioridades, pero él estaba seguro conmigo, y necesitaba
que lo recordaran en este momento cuando me sentía como un monstruo.
L
a pureza del alma de Zayne, el poder en ella, golpeó cada célula de mi
cuerpo y el demonio dentro de mí la absorbió como una flor sedienta de
agua y luz solar.
El horror se apoderó de mí cuando sus pupilas se dilataron hasta que sólo quedó
una delgada parte de azul. Yo estaba tomando su alma… tomando a Zayne. Su cuerpo
temblaba mientras sus manos, sus garras, se clavaban en mis mejillas. El ardiente
dolor me atravesó cuando un húmedo y cálido líquido se derramó por mi rostro. Tenía
que detener esto. En un acto de desesperación, golpeé mi rodilla en su estómago.
—Zayne... —Me estiré hacia él, pero cayó antes de que pudiera evitarlo.
Nunca me sentí más fea, más monstruosa, de lo que lo hacía en ese momento.
Cayendo de rodillas al lado de su cuerpo postrado, puse mis manos en su pecho.
No podía sentir ningún movimiento mientras agarraba sus hombros.
—¡Zayne! ¡Vamos, Zayne! No. Oh Dios, no. —Su cabeza cayó hacia un lado
cuando lo sacudí—. ¡Zayne!
—Oh Dios —susurró Dez, colocando su mano sobre el pecho de Zayne. Bajó la
oreja sobre sus labios entreabiertos—. Vamos, hombre, vamos.
—Por favor. Tienes que ayudarlo. Por favor. —Miré hacia arriba, mi mirada
borrosa moviéndose sobre los rostros de los Guardianes. Danika estaba en la puerta,
con las manos colocadas contra su boca, con los ojos llenos de horror—. Por favor…
Y entonces Abbot estaba allí, abriéndose paso entre los Guardianes. Se detuvo en
seco, su boca abierta. Se tambaleó un paso, su gran mano volando a su pecho.
—¿Hijo?
—No entiendo…
Curvé mis manos alrededor de las de Zayne, con los hombros temblando.
Salió disparado hacia adelante tan rápido que ni siquiera lo vi moverse o sentí el
golpe hasta que me estrellé a través de la casa de muñecas. La madera se astilló y se
rompió cuando golpeé el suelo.
—Fue… un accidente.
—Ese es mi hijo… ¡mi único hijo! —rugió Abbot, sacudiendo las fotos en la
pared—. ¡Te traje a mi casa, te protegí y así es como me pagas!
Las palabras ardieron, pero no tuve tiempo de sentir plenamente sus efectos.
Abbot se estiró hacia mí y cuando me tambaleé hacia un lado, el demonio dentro de mí
empujó con fuerza contra mi piel y hueso. Como la noche del ataque de Paimon, no
hubo vacilación. El cambio que me invadió era demasiado poderoso para luchar.
—¡Detente! —chilló Danika—. ¡Por favor! Ella nunca le haría daño a Zayne, no a
propósito.
Sus protestas cayeron en oídos sordos a medida que Abbot avanzaba hacia mí.
Salté. Una húmeda calidez corrió por mi rostro. Todo giraba mientras corría por
el dormitorio, extendiendo la mano y cerrando de golpe la puerta detrás de mí. Cada
paso se sentía como un clavo impulsado por mi cabeza. El dolor me consumía pero el
instinto me llevó a pasarlo por alto.
Saltando por encima de la barandilla, me propulsé a mí misma en el aire. Mis alas
se desplegaron, disminuyendo el descenso. Aterricé con estrépito en el vestíbulo, mis
pies abollando los pisos de madera. A mi izquierda un Guardián bloqueaba la puerta
de la sala de estar, donde los suaves llantos de los niños pequeños podían ser oídos.
Corrí hacia la puerta y justo cuando la alcanzaba, Geoff salió disparado hacia
adelante. Me di la vuelta, dispuesta a defenderme. Su mano se movió rápidamente y
un pequeño frasco de vidrio voló de su mano. Levanté mis brazos, pero ya era
demasiado tarde. El frasco explotó contra mi pecho en una llovizna de vidrio y una
sustancia de color blanco lechoso manó. El líquido inmediatamente empapó mi
camiseta rota y mis pantalones vaqueros, filtrándose a través de los poros de mi piel.
Dando la vuelta, llegué a la puerta, lista para darles una oportunidad a mis alas y
emprendí el vuelo, pero cuando mi mano quedó a la vista, me congelé cuando el tono
de piel color mármol fue rápidamente remplazado por carne más clara y rosada.
Cuando abrí los ojos de nuevo, estaba sorprendida de descubrir que todavía
estaba viva. O tal vez no lo estaba. Estaba rodeada de oscuridad. ¿Se había ido mi
visión? Pero cuando mis sentidos se activaron, mi visión se ajustó a las sombras.
Abajo en el recinto, estaba en una de las jaulas utilizadas para atrapar demonios.
Ni siquiera había sabido si había estado en uso antes. Los demonios en verdad nunca
se acercaban demasiado al recinto para terminar aquí, pero las barras serían
imposibles de romper. No es que pudiera intentarlo. No podía moverme. La
sanguinaria seguía maltratando mi sistema.
Finalmente podía hablar más que un susurro y grité. Y seguí gritando hasta que
mi voz se cedió.
Nadie vino.
Más tiempo pasó. Horas. ¿Días quizás? Con el tiempo pude mover los pies y luego
los brazos. Casi podía sentarme si golpear los barrotes de la jaula.
Pero pasó más tiempo y no podía sentir los dedos de mis pies. Estaba tan helado
aquí abajo y las ratas se acercaban, husmeando alrededor de las barras, buscando una
manera de entrar.
Había perdido la noción del tiempo cuando una pequeña luz estalló a la vida en
algún lugar más allá de la jaula, enviando a las ratas correteando de vuelta a las
espesas sombras cubriendo las paredes resbaladizas. Con los músculos acalambrados
y débiles, me obligué a dar la vuelta.
Más luz inundó a la habitación, cegando mis ojos demasiado sensibles. Se oyó el
ruido de unos pesados pasos aproximándose a la jaula y finalmente la luz retrocedió.
Podía ver.
El Guardián en frente de mí era joven, solo un año o dos mayor que yo,
obviamente uno de los nuevos reclutas, directamente desde la casa donde los
Guardianes apareados vivían con sus hijos. Pero eso no fue lo que capto mi extasiada
atención. No fue ni siquiera el cristal opaco que llevaba en la mano que probablemente
estaba lleno de la muy deseada agua.
Fue lo que vi antes de que pudiera distinguir los rasgos del Guardián.
Vi el brillo traslucido perlado a su alrededor, su alma.
—¿Estás seguro que está bien abrir la jaula? —preguntó el Guardián más joven.
Mi mirada se movió hacia el Guardián más nuevo. Una mirada de duda cruzó sus
rasgos cuando extendió la mano hacia la cerradura, lo cual era innecesario. A penas
podía mantener mi cabeza levantada.
¿Me veía tan mal? Pero luego mi mirada cayó hacia mi brazo. Con la luz, era la
primera vez que me podía ver. A través de la camisa rota, mi piel estaba moteada de
color gris, negro y rosado. Mis ojos se ampliaron. ¿Qué mierda?
Intenté hablar otra vez, pero las palabras solo arañaron mi garganta seca.
—Ella es una muta… parte demonio y parte Guardián —explicó Maddox cuando
se acercó, arrodillándose al lado del otro Guardián—. La sanguinaria está evitando
que cambie plenamente a cualquiera de las dos formas. Dale la bebida, Donn.
Maddox suspiró.
Quería señalar que no iba a atacarlos a menos que no me dieran otra opción,
pero la habitación comenzó a nadar de nuevo. Antes de escabullirme, me obligué a
pronunciar su nombre.
—¿Za… Zayne?
No tenía idea de cuánto tiempo estuve desmayada este tiempo, pero cuando
volví en mí, ya no estaba en el recinto. El poco de alivio que sentí fue sofocado cuando
recordé lo que Maddox había dicho y me di cuenta de dónde estaba.
Era uno de los lugares en la ciudad donde los Guardianes traían a los demonios
para los interrogatorios. El miedo corrió por mi piel, apoderándose de mis entrañas.
Oh, esto era malo…
Había una cadena alrededor de mi cuello que se conectaba a una que aseguraba
mis muñecas detrás de mi espalda. No era cualquier cadena, sino de hierro. Ningún
demonio, ni siquiera uno del Nivel Superior, escaparía de estas cadenas.
—Estás despierta.
Forcé mi cabeza hacia atrás y vi botas y piernas vestidas de cuero. Y luego había
manos en mis hombros, sentándome para así estar apoyada contra la pared.
—Qué… ¿Zayne…?
Descansé mi cabeza contra la pared. La posición era incómoda, con mis brazos
asegurados de la manera en que estaban, pero era el más pequeño de mis dolores.
Recogió algo de la mesa y una luz fue reflejada en una manera que causó que las
náuseas se arrastraran por mi garganta. Cuando se volvió hacia mí, vi que sostenía una
daga de hierro en sus manos.
Oh mierda.
¿Esa pregunta? De todas las preguntas, ¿tenía que ser esa? El sudor salpicó mi
frente. Si respondía la pregunta honestamente, entonces me implicaba y como si
necesitara eso justo ahora, pero necesitaba saber sobre Zayne.
Maddox se arrodilló junto a mis piernas, las que estaban enroscadas en una
manera extraña.
Su mandíbula se tensó.
—¿Está muerto?
Respiró agudamente.
—¿Lo comió? —El disgusto en su voz era como agua turbia en mi piel—. ¿Así
murió?
Mi mundo se hizo pedazos. Arrastré una respiración, pero no fue a ningún lado.
—No.
No dijo nada mientras se levantaba con el sonido de la puerta abriéndose. Las
lágrimas frescas se hincharon en mis ojos y cayeron. No volver a verlo nunca más
podía significar solo una cosa. No solo había tomado parte del alma de Zayne.
Lo había matado.
El dolor que me atravesó era más grande que cualquier cosa que jamás había
sentido.
—Layla.
Los miró por encima de su hombro mientras Maddox se movía a mi otro lado.
—Sabes que hay que hacerlo. Lo que sospechábamos es cierto. No hay ningún
Lilin. Solo está Layla.
No dije nada porque era la verdad. No había ningún Lilin. Había sido yo. ¿Cómo?
No estaba muy segura, pero la evidencia apuntaba hacia mí. Incluso Roth lo sabía. El
único que no lo había sabido era Zayne, y mira a donde lo llevó. Mi cuerpo se sacudió
mientras otro sollozo se sacudía a través de mí. Necesitaba controlarme.
Dejé de respirar.
No me importaba nada de eso. Si Zayne estaba vivo, ¿por qué estaba aquí?
—¿Está… bien?
Abbot se volvió hacia mí. Con su cabello suelto alrededor de su rostro, se parecía
tanto a Zayne que dolía verlo.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. ¿Zayne estaba realmente bien? Quería
verlo, verlo por mí misma.
Una emoción entusiasta brilló en los ojos de Abbot y luego miró hacia otro lado,
negando con la cabeza ligeramente.
—Abbot, debo protestar a esto —alegó Nicolai, y esas palabras estimularon una
discusión que ni siquiera estaba siguiendo.
Zayne estaba vivo y por la mayoría de las cuentas, sonaba bien. Eso era todo lo
que importaba. Todo tendría que resolverse ahora. Estaba vivo y…
—Ahí —dijo Maddox, y tiró de su brazo hacia atrás. Mi cuerpo se movió con él,
de una manera que no era normal—. Está hecho y terminado. Todo.
Un fuego arrasó mi cuerpo mientras miraba hacia abajo. ¿Por qué había aceite en
mi estómago? No, no era aceite. Era sangre. Mucha sangre. Mientras Maddox se
alejaba, la punta de su daga estaba cubierta de sangre.
Mierda.
Traté de tirar mis brazos hacia adelante para cubrir la herida, olvidando que
estaban asegurados. Esto era más malo que malo. Era una daga de hierro, mortal para
los demonios. A pesar de que solo fuera en parte demonio, esto no era…
—¿Por qué? —la pregunta se filtró, y ni siquiera estaba segura por qué había
preguntado. Sabía la respuesta. Maddox solo había hecho lo que se suponía tenía que
hacer, lo que Roth también había recibido la orden de hacer: detener lo que estaba
tomando las almas de personas inocentes, garantizando que los Alfas no
intervendrían. Pero la pregunta vino de nuevo—. ¿Por qué?
La ventana fue destrozada y allí estaba Roth de pie justo dentro de la habitación,
los rayos plateados de la luna en su espalda formando un aura propia. Dejó escapar un
aullido de rabia.
Y luego otro.
La pared del almacén tembló y una segunda ventana voló. Los pedazos de vidrio
se astillaron en todas direcciones. Y luego Roth no estaba solo. Cayman aterrizó en
cuclillas, luciendo sorprendentemente humano a excepción de sus ojos. Brillaban
como joyas de topacio y las pupilas estaban estiradas verticalmente.
Y Dez estaba de pie al lado de Cayman. ¿Qué estaba haciendo con ellos?
—Demasiado tarde.
Roth estaba de pie en su verdadera forma ahora, sus piernas abiertas y los
hombros hacia atrás. Me había olvidado como lucía cuando cambiaba. Feroz.
Aterrador como el infierno. Su piel era brillante como la obsidiana y sus alas llegaban
más lejos que las de cualquier Guardián, formando un gracioso arco en el aire. Su lisa
cabeza fue empujada hacia atrás, los dedos se alargaron en garras.
Una vez más me llamó la atención las similitudes entre los demonios y los
Guardianes. La única diferencia era la coloración y la falta de cuernos en la cabeza de
un demonio.
Roth sonrió de una manera que nunca lo había visto sonreír. Malicia y cólera
justa salieron de él en ondas. Un ángel vengador me vino a la mente, uno que estaba
listo para hacer una pateada de culos importante.
Dio un paso hacia adelante, sus ojos comenzando a brillar de color naranja.
Roth estaba cortando un camino despejado hacia mí. Intentando eso, no vio al
Guardián que venía detrás de él. Me tiré hacia adelante, mis tiernas temblando.
—¡Roth!
Se volvió mientras Donn giraba hacia mí. Estiró su brazo, agarrándome del cuello
antes de lanzarme a varios metros. Golpeé el suelo con un gruñido y levanté mi
cabeza. El fuego estaba escalando las paredes a centímetros de mi rostro. Me tiré hacia
atrás, empujando contra el suelo con mis pies descalzos.
—Te tengo —dijo Dez. Mientras me daba vuelta, vi a Donn acostado boca abajo.
Dez rompió las cadenas, liberando el collar alrededor de mi cuello y muñecas.
—Gra… gracias.
Asintió con la cabeza.
Roth se estaba dirigiendo directamente hacia mí, pero había un Guardián entre
nosotros.
Abbot se dejó caer en cuclillas, y Roth se alzó, sus alas extendiéndose. No sé qué
fue lo que me provocó, qué me empujó, pero la última gota de energía explotó en mí.
—No.
—Has sido tocado por la mano de Dios —le escupió Roth a Abbot mientras su
brazo se apretaba a mi alrededor—. No volverá a suceder.
Los poderosos músculos en sus piernas nos empujaron a ambos al aire. Volamos
muy alto, tan alto que cuando mi mirada fue hacia abajo, no quedaba nada del almacén
a excepción de chispas y llamas.
Traducido por Jenn Cassie Grey
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
L
as cosas realmente pararon de rastrear una vez que estuvimos en el aire,
dejando el almacén detrás. Yo me estaba encendiendo y apagando como
una mala bombilla.
Roth aterrizó en algún punto sobre una azotea, seguido rápidamente por
Cayman.
—Sí, voy a tener que estar de acuerdo con eso. —Los ojos color ámbar se
trabaron en los míos durante una eternidad. —Necesito que esperen ahí por mí. ¿De
acuerdo, pequeña? Voy a arreglarte.
—Veo… almas de nuevo —anuncié, porque por alguna razón parecía importante
señalar eso.
—¿Lo haces? Es bueno escuchar eso, cariño. Muy bueno. Vamos a ponerte
cómoda en un momento. Solo espera.
Era vagamente consciente del viento azotando sobre mí una vez más. Esta vez no
se sintió como segundos el llegar a donde sea que estuviéramos yendo. Fue una
eternidad y entonces dos años después aterrizamos y de pronto estábamos dentro de
una casa calentita. Quería preguntar dónde estábamos, pero mi lengua estaba floja.
El corazón de Roth estaba latiendo fuerte mientras cruzaba una habitación
ligeramente iluminada y me recostaba sobre una cama que olía a lilas. Tan pronto
como se enderezó, una sombra se movió fuera de su brazo y hacia la cama, puntos
formándose juntos.
Bambi se deslizó sobre la cama hasta que alcanzó mi cadera. Alzó su cabeza,
descansándola en mi muslo. Algo de ternura empujó en mi corazón cuando su lengua
dividida salió, su forma de decir hola.
El otro demonio dio un paso hacia adelante, acomodando mis brazos a mis lados.
El humor que usualmente danzaba en sus ojos estaba ausente.
—He estado alrededor de esto por largo tiempo, dulzura, y simplemente he visto
de todo.
—Lo sé, amigo, pero no es la cosa más importante justo ahora. —Alzó el
dobladillo de mi camiseta—. Esto… esto es problemático.
Un siseo salió de Roth—. Hierro.
—No —dijo Roth fieramente, como si sus solas palabras pudieran prevenir lo
inevitable—. No te estás muriendo.
—No había sido capaz de ponerme en contacto con ella por tres días. Pensé que
me estaba evitando de nuevo. —Se veía afligido—. Le mandé mensajes, la llamé pero…
Quería decirle que no había manera en la que lo hubiera sabido, pero fue
Cayman quien dijo esas palabras retiraba sus manos.
—Esto no es bueno.
Sacudió su cabeza.
—No se puede curar, Príncipe. ¿Entiendes lo que eso significa? Esta herida es
profunda. Ella podrá ser solamente parte demonio, pero es hierro está haciendo su
cosa, y si fuera humana ella estaría…
—No lo digas —gruñó, sus ojos dorados volviéndose brillantes—. Tiene que
haber algo.
Parecía extraño que estuviera peleando demasiado por esto considerando que él
había sido mandado en lo más alto de la lista para deshacerse de mí sí probaba ser la
causa detrás del desastre, pero ahora no era momento de descifrarlo. Mi pecho se alzó
bruscamente.
—No me hagas esto. Por favor. Por favor…no me hagas… hacer esto. Por favor.
—Oh, Layla —dijo tristemente—. No puedo dejar que esto pase. Puedes odiarme
cuando todo esté dicho y hecho, pero estarás viva.
—Quien sabe de lo que son capaces esos fenómenos, pero vale la pena
intentarlo.
—Ve —dijo con voz ronca—. Dales lo que quieran si pueden ayudarla. Cualquier
cosa.
—Ve
Y así Cayman se había ido. Poof. Ya no estaba. Roth se giró hacia mí.
Comencé a protestar, pero mis ojos se encontraron con los suyos, y sabía que no
tenía sentido. También lo sabía Roth. Si la cosa con las brujas fallaba, no había tiempo
para hacer alguna otra cosa.
El mentón de Roth se inclinó y soltó una respiración mientas alzaba mis manos
hasta sus labios, presionando un beso contra cada nudillo.
Parpadeé lentamente. Había muchas cosas que quería preguntarle, pero cada
respiración que tomaba requería mucha energía.
—¿Cómo comenzó esto? —preguntó, alzando su mirada torturada a la mía.
Su boca se abrió.
—Así que porque ese idiota te besó, ¿te acusaron por atacarlo?
—Estoy… cansada.
Respiró duro.
—Está…bien.
Una pequeña sonrisa apareció, más como una mueca que nada. Puso mis manos
sobre su regazo, apretándolas fuertemente.
—¿Dijiste que te besó antes y nada pasó? —cuando asentí, maldijo bajo—. Debí
de haberlo sabido.
—Sí
—Es por ella. No está en ti ahora, pero cuando lo está, está unida a ti, cambió sus
habilidades y las afectó. Los familiares hacen eso, e imaginé que lo hacían más por
medios demonios. Pensé que ella solamente te haría más fuerte. No sabía que afectaría
tu habilidad de controlar cuando tomas un alma.
Cerré mis ojos mientras eso se hundía en mí. Así que no habían sido mis
sentimientos por Zayne los que previeron que tomara su alma como una clase de
escudo de amor cósmico. Solo había sido Bambi, un demonio familiar. La decepción se
volvió un fuerte nudo en mi estómago, pero al menos ahora sabía porque había sido
posible besarlo. Y explicaba porque mis habilidades se habían aflojado. Al menos, la
mayoría de las ellas. Tal vez los poderes de Bambi habían deformado también mi
alimentación, permitiéndome tomar las almas de Dean y Gareth. Tenía sentido,
especialmente desde que no me había enfermado después de alimentarme de la mujer
en el club, pero luego sentirme mal después con Zayne. La única diferencia era que
cuando Bambi estaba sobre mí y cuando no lo estaba. Y eso pasando con Maddox y las
ventanas, pudo haber sido Bambi afectando mis poderes de nuevo. O pudo haber sido
lo que Abbot había temido, que mis poderes estaban simplemente cambiando de todas
formas. Y eso significaría que no había ningún fantasma en el recinto, y creo que esas
eran buenas noticias.
Si ese era el caso, entonces si Bambi nunca se hubiera unido a mí, nada de esto
habría pasado. Podría ser peor, creo. Bambi había salvado mi vida esa noche con
Tomas. Lo que no entendía era porque Roth había querido que Bambi se uniera a mí.
—No te habría obligado a que te quedaras con ella si lo hubiera sabido —dijo
Roth despacio—. Nunca te habría permitido dejar ese elevador si hubiera sabido el
grado en el que Bambi te afectaba.
—Lo tengo —se aproximó a la cama, y en sus manos había un pequeño frasco.
—No hay garantías, pero esto fue lo mejor que pudieron darme y ni siquiera quieres
saber lo que tuve que prometer para obtener esto.
—No me importa lo que prometiste —colocando mis manos gentilmente sobre
la cama, Roth se puso de pie. Tomó el frasco de Cayman.
—Oh, probablemente te va importar más tarde. Pero eso es algo para discutir
cuando el agua esté debajo del puente, ¿cierto?
Roth asintió mientras se sentaba a mi lado de nuevo. Si esto fuera alguna clase
de truco del aquelarre, realmente no importaba. Me estaba cansando cada vez más, y
rápidamente. Sentí una puñalada de terror frío porque sabía que estaba muriendo
realmente. Y realmente no quería morir. Dejé a Roth alzarme lo suficiente para poder
deslizar el contenido del frasco por mi garganta.
Me atraganté. La cosa sabía cómo algo quemado más allá de la muerte, Roth lo
mantuvo sobre mis labios, deslizando su pulgar arriba y debajo de mi garganta,
forzándome a tragarlo todo.
—Creo que lo están. —Cayman se retiró una vez más mientras Roth regresaba su
atención a mí—. Voy a… uh, perderme por un rato.
Tal vez Cayman y las brujas del aquelarre hicieron la mezcla demasiado tarde.
—Solamente quiero abrazarte en este momento —su voz era brusca. —Eso es
todo lo que quiero.
Mi pecho se encogió. Si esto fuera todo para mí, era lo que quería también. No
quería irme sola. Esto era más que eso, pero apenas podía procesar lo que significaba.
Mis labios formaron las palabras está bien, pero tomaba demasiada energía hablar.
—¿Layla?
Quería responder, pero estaba más allá de las respuestas. El vacío me hizo señas,
y no estaba negándome.
—¿Puedes oírme? Quiero que sepas algo. —dijo, su voz ronca y gruesa, sonando
bastante lejos, pero llena de urgencia—. Te amo, Layla. ¿Me escuchas? Te he amado
desde el primer momento que escuché tu voz y seguiré amándote. No importa lo que
pase. Te amo.
Traducido por IvanaTG
Corregido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
S
alir del vacío fue un proceso de proporciones épicas. Los dedos de mis
manos se retorcieron en mis costados. Los dedos de mis pies se curvaron.
El dulce aroma de algo picante y salvaje flotaba a mi alrededor. Desde el
momento en que mi cerebro empezó a agitarse cuando abrí mis ojos, no me habría
sorprendido si hubiera tomado horas.
Roth.
Uno de sus brazos estaba cubierto sobre mis caderas y el otro se encontraba bajo
mis hombros. Su mano se enterraba profundamente en el desorden de mi cabello. Su
pecho subía y bajaba constantemente. Podía sentir a Bambi en mi otro lado, me estiré.
Qué extraño... ser parte de un sándwich.
Un caluroso hormigueo recorrió mis mejillas y caía en cascada por mi cuello. Eso
tenía que haber sido mi imaginación lanzándome esas palabras. Demonios no han
amado así. Ni siquiera aquellos como Roth, quienes podrían lograr algunas cosas muy
poco demoníacas. Pero recordé el sonido de su desesperación.
Levanté un poco mi cabeza. Gruesas y oscuras pestañas se abanicaban en sus
mejillas. Sus labios se hallaban ligeramente separados. Mientras dormía, allí había un
joven y la vulnerabilidad en sus rasgos nunca fueron vistas mientras estaba despierto.
Parecía un ángel.
Tanto es así que realmente no podía siquiera captar lo diferente que sería mi
vida a partir de este momento. No había manera de que pudiera volver al recinto. No
quería, no después de lo que Abbot me había hecho, la jaula, el almacén céntrico. De
ninguna manera. Y si Nicolai y Dez no hubieran intervenido, habría muerto... y eso fue
lo que quería Abbot. Al igual que mi verdadero padre, él también me quería muerta. Sí,
eso dolió y la picadura permaneció. Pero no podía pensar en ello.
¿Escuela? Eso sería imposible. Con o sin Bambi, era demasiado riesgoso. No
podía correr el riesgo de infectar a alguien más, especialmente cuando todavía no
tenía ni idea de lo que estaba haciendo. No sabía lo que iba a hacer, pero sabía que no
podía quedarme aquí. Los Guardianes estarían detrás de mí. Así sería el infierno una
vez que se divulgue que tenía que estar yo detrás de todo. Y la probabilidad de volver
a ver de nuevo Zayne parecía escasa, y eso me hizo pedazos, como si me hubieran
apuñalado de nuevo. Apenas podía recordar un momento sin él y ahora tenía que
enfrentarlo por mucho tiempo que camine en esta tierra sin volver a verlo, y eso... eso
me mataría, sobre todo sabiendo lo que había hecho con él. Lo único que podía
esperar era una confirmación real de que se encontraba bien. Todo en mi vida había
cambiado, pero de alguna manera iba a sobrevivir. Tendría que hacerlo.
Las pestañas de Roth se agitaron y luego las extendió, revelando dorados orbes
que brillaban con alivio. Abrió su boca y luego se humedeció sus labios, pero no dijo
nada. Nos miramos el uno al otro, y en ese momento y en esa cama, entrelazados en un
apretado abrazo, aquello era solo nosotros y nada más.
Luego levantó su mano de mi cadera, colocando la punta de sus dedos contra mi
mejilla.
—Las marcas de garras se han curado —dijo—. Solamente están allí las débiles
líneas rosadas. ¿Quién te rasguñó?
—Sí —susurré.
Creía que quería decir eso. Levantando mi brazo, envolví mi mano alrededor de
su muñeca.
—¿Las cosas que el aquelarre... nos dio? ¿He oído bien a Cayman? —pregunté en
su lugar—. ¿Es algo que ahora se les adeuda?
—No hay un solo gramo de mi ser que de una mierda sobre eso ahora mismo.
—Bien.
Aclaré mi garganta.
Eso tenía que suceder. Mis ropas estaban sucias y pegadas a mí. Solo Dios sabía
la última vez que me había duchado. Roth me ayudó a sentarme después de ahuyentar
a Bambi. Se arrastró hasta la cabecera de la cama y nos miraba. Una vez tuve mis
piernas se orientaron sobre el borde de la cama, Roth se congeló.
Estaba de pie, con sus manos en mis brazos, y luego se fue repentinamente sobre
sus rodillas delante de mí. La preocupación se disparó.
—Roth...
—Estoy bien. —Cerró sus ojos mientras deslizaba sus manos a las mías—.
Sinceramente, no sé si lo que las brujas nos dieron funcionaría. Pensé que cuando
cerraste tus ojos... —Aclaró su garganta—. No sabía si alguna vez los abrirías de
nuevo.
Un nudo se formó en mi garganta y lo único que podía hacer era apretar sus
manos.
—Todo lo que podía pensar eran todas las mentiras que te he dicho y que
morirías sin saber la verdad.
Pensé en las palabras que imaginé y mi corazón vaciló. Abrí mi boca, pero él se
inclinó. Dejar ir mis manos, e hizo algo que nunca esperé.
Roth puso su cabeza en mi regazo, de la misma forma que Bambi hizo antes, y
dejó escapar un suspiro de cansancio.
Mis manos se congelaron por encima de su cabeza. Lágrimas brotaron de mis
ojos y no estaba segura de por qué. Levanté la mirada hacia donde una franja de la luz
del día entraba por debajo de las persianas, echando un halo sobre la espalda de Roth.
—Cuando regresé a la parte superior y fui al recinto para hablar con los
Guardianes, Abbot me encontró primero afuera, antes de que aparecieras.
—Abbot me advirtió antes de que incluso abra mi boca, antes de que pudiera
decirle por qué estábamos allí —dijo, su voz baja y plana—. No por su propiedad, pero
por ti. Y lo sabes, conseguí eso. Podía entender por qué no te querría a mí alrededor.
Después de todo, soy el príncipe heredero del infierno, no es el tipo de chico que dan
la bienvenida a los hogares. Particularmente a la casa de un Guardian.
Mientras hablaba, bajé mis manos a su cabeza, pasando mis dedos por su cabello.
Una profunda emoción se agitó en el centro de mi pecho, apretando mi garganta.
Roth se volvió a la caricia como un gato acariciando con su hocico, buscando más
caricias.
—Pero fue más que eso. Abbot supo entonces lo que ocurría contigo, o lo que
podría pasar después ritual de Paimon. Pensó que mi influencia ayudaría a lo largo de
ese proceso, que iba a sacar el lado demonio en ti. Y creo que... creo que él sabía que
nunca sería capaz de hacer lo que me mandaron a hacer. Él no te quiere conmigo, él no
nos quiere juntos.
—Oh, Dios mío... —aparté mis manos, presionándolos en mis labios. Obviamente
sabía que Abbot no era muy amigo ahora, pero ¿incluso entonces?
—Él dijo que... que te llevaría para mantenerte lejos de mí. —Con el sonido de mi
fuerte inhalación, maldijo en voz baja—. Lo decía en serio, Layla. Y no estaba
dispuesto a correr el riesgo. Esas cosas que te dije aquella noche... no quise decirlas.
—Oh, Roth... —susurré. Esto... No esperaba que esto sea el motivo por el que
Roth había hecho un cambio de ciento ochenta grados cuando se trataba de lo que
sentía por mí.
—Lo siento. Todo fue en vano, al final, pero no puedo deshacerlo. —Él inclinó su
cabeza hacia un lado mientras me miraba—. Sé que esto no cambia el daño que te hice
pasar. Solo quería que supieras la verdad y que yo...
—¿Estaba... estaba Zayne ahí fuera cuando Abbot te dijo estas cosas?
—Sí —susurré. Totalmente importaba si Zayne sabía por qué Roth se apartó de
mí, si hubiera sabido la verdad y no me la dijo.
—No cambia nada, Layla. No realmente, porque no importa qué, él... él habría
hecho lo mismo si estuviera en mi posición. —Una cantidad de envidiosa cantidad de
respeto llenó su mirada—. Sé eso.
Me estremecí.
Toda la suciedad, el sudor, la sangre y las cosas de las que no quería pensar ni
siquiera se habían lavado. Con mis piernas temblorosas, envolví una toalla a mí
alrededor y traté de absorber la mayor parte de humedad de mi cabello. Me di por
vencida después de unos segundos.
Hubo un golpe.
—¿Estás decente?
Sí.
—Gracias.
Una gran parte de mí no quería saber lo que le sucedió a sus dueños originales.
—¿Dónde estámos?
—La comida estará aquí pronto. Por qué no descansas un poco. Te despertaré
cuando llegue aquí.
No puedo.
—Gracias, pero ya sabes... sabes que no puedo. Tengo que irme. No sé dónde,
pero tengo que ir a algún lugar... donde no esté cerca de las personas o los Guardianes.
Al menos hasta que descubra cómo estoy infectando a la gente.
—Te han ordenado matarme. Si te vas conmigo, entonces ¿no sería poner un
blanco en tú espalda?
—¿Me veo como que me importa? Además, estoy bastante seguro de que ya he
desobedecido órdenes directas del Jefe. Y no hay manera de que voy a dejarte huir por
tú cuenta. Por supuesto que no. Necesitas a alguien contigo. Necesitas ayuda.
—Roth...
—Mira, no estás haciendo nada de esto por ti misma. El lío en que estás es en
parte culpa mía. No estuve al frente contigo acerca de un montón de mierda. —Su
mandíbula se levantó—. Y sé que las cosas son... jodidas entre nosotros. Sé eso. Incluso
si me dices que prefieres follar la pierna de un Nocturno que perdonarme, todavía voy
a estar allí contigo.
—Sí.
T
omó otro día y medio para que mi cuerpo volviera a la
normalidad. Durante ese tiempo, Roth se convirtió en algo así como un
compinche. También Cayman. Los dos me mantenían entretenida
mientras me obligaban a permanecer en la cama.
Los tres hablamos de planes sobre dónde ir desde aquí. Por lo que pudimos
deducir, tenía que haber estado varias veces alrededor de los afectados ya que,
obviamente, no había besado a ninguno de ellos. Eso tenía sentido para aquellos que
ya sabíamos que les había pasado, Dean, Gareth, pero no tanto cuando se trataba de la
chica de Palisades y los que estaban sin nombre y sin rostro para nosotros. Muchos no
tenían sentido, pero ¿a quién podríamos preguntarle?
Se sentía bien, un alivio tener algún tipo de plan, a pesar de que no era el más
detallado o pensado, pero en los momentos de tranquilidad, cuando Roth se había ido
o Cayman se desmayaba en el sillón, no podía dejar de pensar en todo lo que había
perdido.
A pesar de que los Guardianes se habían vuelto contra mí, al final, seguían siendo
mi clan y lo más parecido que había tenido a una familia. Había perdido a Zayne, pero
si era honesta conmigo misma, sabía que eso había ocurrido mucho antes del fatídico
beso. En realidad ocurrió cuando me permití una relación entre nosotros para
empezar, porque debería haber sabido cómo iba a terminar. Con Zayne herido. Y
ahora nuestra amistad y lo que teníamos entre nosotros corriendo más profundo se
había ido, y él debía despreciarme desde que me había alimentado de él. Debía sentir
repulsa, porque había confiado en mí y yo había traicionado esa confianza a un nivel
que iba más allá de besar a otro chico.
El daño de perderlo no había disminuido, y dudaba que alguna vez lo hiciera. Era
como perder una extremidad.
Roth entró en la sala de estar, llevando un tazón de bolitas de queso. Se dejó caer
en el sofá junto a mí, me echó una larga mirada y luego se metió un puñado de esa
deliciosa cosa en la boca. Sólo él podía manejar comer algo tan sucio y todavía lograr
lucir sexy haciéndolo.
Maldito demonio.
Las cosas... las cosas estaban tensas entre nosotros. Mucho había sido dicho y
mucho era aún tácito. De una forma u otra, había puesto todo a la vista para mí y yo no
estaba convencida de que esas palabras dolorosamente hermosas que había dicho
fueran producto de mi imaginación. No sabía qué hacer con esas palabras, si debía
confiar en ellas o incluso permitirles un lugar en mi corazón. A causa de mi corazón y
mi cabeza todo estaba tan mal ahora mismo.
Envolví mis brazos alrededor de mis piernas y apoyé la barbilla en mis rodillas.
—Quiero ver a Stacey.
Quería llevarla de vuelta también, y tal vez lo haría, pero no hasta que
descubriéramos si ella estaba causando que mi capacidad de inhalar almas fuera a
niveles de Terminator.
—Lo haré con el tiempo, pero creo que ser capaz de ver las almas es importante.
Sostuve mi idea.
—Podría ser, pero tengo que ver al menos a Stacey. Ella es mi mejor amiga.
Necesito saber si le he hecho daño de alguna manera. Yo... no puedo estar sin saber.
—Cállate —le dijo Roth, frotando una mano por su mandíbula—. Bueno. Lo
entiendo. Vamos a hacerlo, pero tenemos que ser rápidos y tenemos que tener
cuidado. Y entonces tenemos que averiguar a dónde iremos.
Aliviada, aflojé mi control sobre mis piernas. Si tan sólo pudiera ver a Zayne,
pero eso no era posible. Eso nunca sería posible.
—Hablando de lugares a los que ir. He oído que Hawaii es bastante genial. No sé
ustedes, pero me vendrían bien unas vacaciones en la playa.
Fuimos a la casa de Stacey al día siguiente, un viernes. Con su mamá fuera de
casa y su pequeño hermano en la guardería hasta al menos las cinco de la tarde,
fuimos capaces de colarnos en la casa y esperar a que ella llegara.
Y por colarnos, me refería a que yo cogí la llave extra que Stacey siempre dejaba
bajo la enorme palmera en maceta en el patio trasero y nos hice entrar.
Miré por encima de mi hombro y Roth levantó una ceja mientras un lado de sus
labios se deslizaba hacia arriba.
Disparándole una rápida mirada, corrí al cuarto de estar. Stacey iba a llegar en
cualquier momento y con un poco de suerte, Sam estaría con ella. Tanto Roth como yo
imaginábamos que sería más seguro no decirle que íbamos a venir, y habíamos
rodeado su barrio una media docena de veces antes de aparcar tres manzanas más
abajo. Roth había sentido que su Porsche era demasiado notable, por lo que había
pedido prestado el auto de Cayman.
Mi boca se abrió.
—De todas las maneras en que alguien podría llamarme, esa es la peor.
—¿Dónde has estado? ¿Dónde está Layla? ¿Cómo hiciste...? —Ella fue
desvaneciendo su voz cuando llegó a la entrada.
Sonreí cuando la vi, de pronto débil de las piernas. Fue un alivio... un alivio dulce,
hermoso. Su aura estaba allí, como siempre lo había estado, una sombra suave de
color verde. No era un alma pura, en absoluto, pero estaba bien. No entendía cómo
porque había estado en contacto constante con ella, pero estaba normal y eso era todo
lo que importaba.
Su mochila golpeó el suelo cuando me vio.
—Oh, Dios mío, Layla, ¿dónde has estado? ¡He estado tan preocupada! —Ella
corrió hacia adelante, pero yo levanté una mano, manteniéndola lejos. Se detuvo en
seco—. ¿Qué?
—¿Por qué no sería seguro estar cerca de ti? ¿Y donde en el infierno has
estado? Todo el mundo ha estado preocupado. Sam piensa que fuiste secuestrada por
esa gente de la Iglesia y Zayne ha estado…
—¿Qué pasa con él? —interrumpió Roth, dando un paso cerca de Stacey. Su voz
había caído. Tensión goteaba de él.
Los ojos de Stacey se agrandaron cuando ella dio un paso atrás. Tragó saliva.
—Él pasó por aquí más de un par de veces, preguntando si he escuchado algo de
Layla. Eso es todo.
Mi corazón latía con fuerza contra mis costillas como un animal salvaje tratando
de escapar de una jaula.
—Él lucía normal. Sólo realmente preocupado y molesto. Al igual que yo. —Sus
ojos se dirigieron a Roth—. ¿Qué está pasando, muchachos?
—¿Cuándo fue la última vez que Zayne vino por aquí? —El hecho de que Roth no
se refiriera a él como Piedrota demostró lo desesperado de la situación.
—Te dije que esto era una mala idea. Tenemos que irnos.
—¡Espera! —chilló ella, pisando su pie—. ¡Nadie se va hasta que alguien me diga
lo que está pasando!
—Tenemos tiempo —le dije a Roth—. Nadie ha derribado las puertas aún.
—Sí, aún. —Él me miró, con los hombros rígidos—. Sé que no quieres pensar en
esto y aunque no creo que él sea capaz de hacerte daño intencionalmente alguna vez,
no puedo decir lo mismo de los demás que lo seguirán. Probablemente lo han seguido
cada vez que vino aquí.
—Sé eso, Roth. No soy estúpida. Sé que tenemos que irnos pronto, pero Stacey
merece saber lo que está pasando.
—Dios, Layla, yo... no sé qué decir. Quiero darte un abrazo, pero vas a enloquecer
si me acerco, ¿no es así?
Me mordí el labio.
—No sé exactamente cómo estoy infectando a la gente, pero... tengo que ser yo.
—No. Me niego a creer eso. No está en ti, incluso si no sabe cómo está
sucediendo.
—Gracias, pero...
—No lo sabemos —dijo Roth—. Pero eso es algo que vamos a tratar de
averiguar.
Corriendo la parte posterior de sus manos debajo de sus ojos, olfateó y luego
dejó caer las manos hacia su regazo—. ¿Qué vas a hacer? No se puede simplemente
irte.
Mi estómago dolió.
—Tengo que hacerlo, Stacey. Al menos hasta que decida cómo estoy haciendo
esto.
—Creo que sabe eso —respondió Roth secamente—. Pero gracias por señalarlo.
Su boca tembló.
—Lo siento, pero eso es sólo una gran cosa. ¿Qué vas a hacer con tu vida? ¿Cómo
vas a…?
Suspiré.
No, no lo estaba.
Comenzó a pasearse.
—Tiene que haber algo que podamos hacer. Esto no puede ser tu única…
Roth se puso rígido, como si concreto hubiera sido derramado por su espina
dorsal. Juró mientras se volcaba hacia mí. Ya estaba en mis pies, porque sólo una cosa
podría causar esa reacción.
—¿Qué es? —preguntó Stacey, mirando a su alrededor.
—Alrededor de esta hora, tal vez un poco más tarde. —Sus ojos se abrieron—.
Nunca te haría daño, Layla.
—Un Guardián sabrá que estamos aquí. Será capaz de sentirnos. —Se volvió
Roth, sus rasgos afilándose—. Esto será…
Manchas oscuras se arrastraban bajo sus ojos como una débil mancha de tinta.
Barba de tres días cubría sus mejillas generalmente suaves y había tensión en su
mandíbula. ¿Le había hecho esto cuando había tomado una parte de su alma?
Zayne tropezó mientras daba un paso hacia mí, y era como si no pudiera
moverse más lejos.
Todo lo que hizo fue mirarme fijamente, con su cara pálida y su pecho subiendo
en respiraciones profundas.
—¿Fuiste seguido?
—No.
—No tienen ninguna razón para seguirme —dijo y luego parpadeó—. Dios,
Layla, yo... lo siento mucho.
—Sé lo que te hicieron. —Finalmente miró hacia Roth—. Lo que sea que hiciste
sin embargo la ayudaste, gracias. Nunca podré pagarte por eso. Nunca.
Whoa.
Incluso Roth parecía un poco sacado de su juego por eso. No hubo respuesta
inteligente-idiota. Todo lo que hizo fue asentir a cambio y entonces la mirada de Zayne
regresó a la mía. Negó con la cabeza, y mi pecho se apretó.
—No. Sabes que esto no es culpa suya. No luches contra él. Por Favor.
Miró a Zayne como si quisiera hacer pintura con los dedos con sus entrañas.
Finalmente, se volvió de lado y se inclinó para que cuando hablara, su aliento bailara a
lo largo de mi sien.
Roth se liberó.
Un músculo saltó en su mandíbula, pero Zayne mantuvo los labios sellados. Una
vez que Roth y Stacey estuvieron fuera en el pasillo, tomé una respiración que no
necesitaba.
Aspiré una bocanada de aire mientras las voces en el pasillo se acercaban y luego
Stacey y Roth había regresado. Detrás de ellos estaba un alto y delgado Sam, y el aire
silbó fuera de mis pulmones como si alguien me hubiera pateado en mi pecho.
Mis rodillas temblaron mientras daba un paso hacia atrás y mi cerebro no quería
procesar lo que estaba viendo, pero no había que negarlo. En mi pecho, mi corazón se
quebró completamente abierto.
—¿Layla?
El tono de su voz era ahora como tener las uñas de alguien arrastrándose por mi
piel. Di una respiración y de repente, oh Dios mío, de repente comprendí. Todo tenía
sentido en una forma repugnante. No pude verlo hasta ahora.
—¿Saber qué?
—Ah —arrulló Sam suavemente—. La luz se hizo. Ya era hora, también, porque
estaba seriamente empezando a dudar de tu inteligencia, hermana.
La mirada de Sam se desvió hacia donde Roth estaba, pero parecía totalmente
inafectado por la violencia rodando del Príncipe Heredero. Pero me quedé asombrada
y si pensaba que mi mundo se había roto antes, me había equivocado. Se rompió en
pedazos ahora.
No había aura a su alrededor. Nada. Igual que con Roth y todos los demonios, era
sólo un vasto espacio vacío. Pero con Roth, eso era de esperarse. No con Sam.
Oh, pero era más que eso. Un ser humano no sólo acababa de perder su alma. O
tenían una o no la tenían y si no la tenían, estaban muertos, espíritus. Sólo algo
inhumano podría oscilar el resplandor sin alma. O algo totalmente poseído.
Zayne justo había dicho que había estado un fantasma en el complejo. Había sido
Petr haciendo esas cosas. No yo. Y las palabras de la vieja bruja resurgieron. Habíamos
percibido mal todo lo que ella había dicho. Lo que habíamos estado buscando había
estado justo en frente de nosotros todo el tiempo y lo que había sido alguien que
siempre había estado a mi alrededor, que en su mayoría tuvo contacto con las mismas
personas que yo lo hice. En un punto incluso lo dije cuando había descubierto que la
dama en los Palisades había muerto, que la única otra opción era que el Lilin me
estuviera siguiendo por ahí, pero había desechado esa idea, inmediatamente pensado
lo peor de mí misma.
El Ritual de Paimon había funcionado esa noche que ahora se sentía como hace
mucho tiempo. Nunca había sido mi virginidad lo que había sido la clave para el
hechizo. Cayman le había pegado al clavo en la cabeza cuando dijo que sólo tenía que
ser un pecado carnal. Mi sangre se había derramado esa noche, había quemado a
través del suelo y había habido un capullo en el sótano de la escuela, que era una parte
del ritual, mi sangre necesitaba ser derramada.
Bambi había afectado mis habilidades, pero sólo para bien, me di cuenta. No me
había causado succionar almas por estar con otras personas. Me había ayudado,
porque todas las cosas terribles no había sido yo, pero no sentí ningún alivio.
—Todo el mundo, incluyendo tu clan y los amores de tu vida, pensaban que eras
tú. —Sam se echó a reír, y esa risa sonó como la de él. Era la suya, pero lo que estaba
detrás de su piel no era el chico que conocía—. Incluso tú pensabas que eras tú misma.
Y eso es un poco triste, en realidad. Lleva la baja autoestima a un nivel completamente
nuevo.