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de la Administración, de la Universidad del Valle, bajo la responsabilidad del
docente RAMIRO CIFUENTES VELEZ de acuerdo con el Artículo 32 de la Ley 23 de
1982.

ARTÍCULO 32:
“Es permitido utilizar obras literarias o artísticas o parte de ellas, a título de
ilustración en obras destinadas a la enseñanza, por medio de publicaciones,
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límites justificados por el fin propuesto o comunicar con propósito de
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universitarios y de formación personal sin fines de lucro, con la obligación de
mencionar el nombre del autor y el título de las así utilizadas”.

DIGITALIZADO EL 06 DE FEBRERO DE 2015 CON FINES ACADÉMICOS


Jacques B. Géünas

El monstruo de la globalización
Desafíos y alternativas

TRADUCCIÓN DE JORGE PARRA

Hombre Nuevo Editores


Medellín, 2006
ISBN:958-8245-14-1
ce, Les Éditions Écosociété, 2000
C.P. 32 052, comptoir Saint-André
Montreal (Quebec) H2L4Y5
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© Traducción del francés:]07"ge Parra
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2006, Montreal, (QC) Canadá
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© Hombre Nuevo Editores
Publicado con la autorización de
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Hombre Nuevo Editores, 2006


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Carátula: Diseño e ilustración de Elkin Obregón
Título original en francés: Laglobalisation du monde. Laissez fai1-e ou faire?
© 2000, Écosociété, Montreal, Quebec, Canadá
Primera edición: 2000, Écosociété, Montreal, Canadá
Publicado en Inglés bajo el título ]uggemaut Politics: Undemanding Predat(7)
Globalization, Zed 8ooks, Londres, Nueva York, 2003.
Primera edición en español: Hombre Nuevo Editores,
Medellín, Colombia, enero de 2006

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Capítulo 1

De la mundialización a la globalización

Mal rwmbwr las cosas es agwvar las desgracias del mundo.


Albert Camus

LA GLOBALIZACIÓN -tanto el término como el fenómeno- es


una creación de nuestra época. El origen de este nuevo sistema de
concentración de riqueza y poder se remonta al pasado lejano de la
mundialización, una realidad con 500 años de existencia. Pero, con-
trariamente a ésta, la cara oculta del mercado global que se desarro-
lló bajo la autoridad de los poderes políticos, la globalización resulta
ser un ambicioso proyecto de control del mundo por poderosos intere-
ses económicos transnacionales y supraestatales.
Siendo un fenómeno reciente, la globalización conlleva sin em-
bargo algo del pasado. Por ello, al iniciar este análisis del mundo
globalizado, es necesario dar una mirada a cinco siglos de historia
económica y política para entender aquello que la globalización ha
heredado del pasado y lo nuevo que la caracteriza. Este indispensable
paréntesis histórico nos permitirá descubrir cómo, a comienzos de la
década de 1980, la mundialización se transformó en una especie de
totalitarismo económico llamado globalización.
A partir de la primera interconexión marítima de los continentes
ocurrida al final del siglo XV, la economía mundial se ha desplegado
en cuatro etapas sucesivas: las tres primeras bajo la protección del
Estado y la cuarta bajo el control de poderosos conglomerados econó-
micos.

La primera mundialización, marcada con el sello del mercantilismo


(1498,1763 )

La primera mundialización se inicia cuando los comerciantes eu-


ropeos se lanzan al mar a la conquista de los otros continentes. Con la
circunnavegación de África, realizada por Bartolomeu Días (1488), el

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"descubrimiento" o invasión de América por Cristóba 1Colón * (1492)
y la apertura de la vía marítima de las Indias por Vasco, de Gama
(1498), el imperio comercial de Europa se hace mundial. Este conti-
nuará expandiéndose progresivamente a lo largo de años y siglos.
El comercio lejano juega un papel crucial en este acercamiento
de los continentes. El movimiento se inicia en la península ibérica,
convertida por los mercaderes genoveses, venecianos y holandeses,
en un vasto centro comercial y financiero. España y Portugal constitu-
yen el epicentro de esta mundialización mercantilista **. Paradójica-
mente, aquella Europa, entonces pobre y amenazada, se impone en
detrimento de la China, el todopoderoso Imperio del Medio. De igual
manera, se extiende a expensas del imperio islámico que, desde hace
siglos monopoliza la circulación del oro proveniente de África y el
comercio entre Oriente y Europa. En cuanto a las civilizaciones inca y
azteca, que junto con los otros pueblos fundadores de América habían
descubierto, explorado y desarrollado, durante más de 15.000 años,
todo un continente aislado del resto de la humanidad, éstas serán
masacradas y saqueadas despiadadamente.
La voluntad de conquista de los monarcas europeos, aliada a la
audacia y la codicia de los exploradores-comerciantes, provoca un
desarrollo acelerado del comercio transoceánico, lo que confiere a la
economía una dimensión mundial ya en la primera mitad del siglo
XVI. Muy pronto, oro y plata, piedras preciosas y marfil, especias y
maíz abundan en los mercados europeos. En Potosí, ciudad que flore-
ció en el corazón de los Andes con el fin de explotar la montaña de
plata de los incas, se encuentran, a mediados del siglo XVI, espejos
de Venecia, porcelanas de Sajonia, terciopelos de Florencia, sedas de
Granada, aceros de Toledo, instrumentos musicales de Nuremberg,

* Cristóbal Colón no descubrió a América ni tampoco fue el primer europeo


que desembarcó en sus costas, pero sí fue el primero en establecer una colonia en
este continente por solicitud de un monarca europeo y con su apoyo financiero.
Esta fundación marca e! comienzo de la integración del continente a una red de
intercambios desde entonces mundial.
** El sistema mercantilista que caracteriza este periodo fundamenta la pros-
peridad nacional en la acumulación de metales preciosos monetizables y de bienes
exóticos. Bajo el control de los poderes públicos, este sistema tiende al enriqueci-
miento rápido de la clase comerciante y al fortalecimiento de! Estado, que prodiga
un vigoroso apoyo al comercio exterior. El mercantilismo favoreció, particularmen-
te en Inglaterra, el desarrollo manufacturero, razón por la cual preconizaba la
protección del mercado interior.

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libros impresos en Amberes o en Lyon. Por otra parte, luego de atravesar
el Atlántico, lingotes de oro y plata surcan el Pacífico para llegar a la
India y la China, vía Manila. En menos de un siglo, la afluencia de
metales preciosos multiplica por diez la moneda circulante en Europa,
que pasa de una economía dominada por el trueque a una economía
monetaria.
En resumidas cuentas, son los comerciantes quienes originan esta
mundialización de la economía con la protección y el apoyo financie-
ro de los monarcas, quienes aprovechan la ocasión para acaparar el
mando de las operaciones. Éstos se atribuyen también la mayor parte
de los beneficios, recaudando impuestos considerables sobre los em-
barques. De esta manera, el Estado transforma los beneficios en poder,
invirtiéndolos en la financiación de nuevas expediciones y en el man-
tenimiento de las fortalezas necesarias para la protección de las insta-
laciones coloniales. Por otra parte, entre las monarquías europeas rei-
na una competencia feroz por el control de los mares y las áreas
periféricas. De allí nace una larga serie de conflictos entre las poten-
cias coloniales, de los cuales saldrá victoriosa la Gran Bretaña con la
firma del tratado de París, en 1763.
Esta primera mundialización se lleva a cabo bajo el signo de la
violencia, el saqueo, la piratería y, con frecuencia, el genocidio. En 50
años, los conquistadores españoles y portugueses exterminaron entre
12 y 15 millones de indígenas. Regiones densamente habitadas como
La Española (República Dominicana y Haití), Cuba, Nicaragua y la
costa de Venezuela, serán completamente despobladas en el transcurso
de algunos decenios. Los esclavos importados de África reemplazan a
las poblaciones indígenas. El tráfico de esta mercancía humana consti-
tuye uno de los mayores lucros de la primera mundialización. El "comer-
cio triangular" entre África, Europa y América se desarrolla con el
apoyo decisivo de los monarcas muy cristianos de la época. Es así como
la reina Elizabeth I financia la construcción del primer barco negrero
inglés, bautizado]esús. La corona saca tal provecho del comercio escla-
vista que rinde honores a su principal protagonista, el capitán John
Hawkins, con las más altas condecoraciones del imperio. Igualmente,
condecora a Francis Drake, reconocido como héroe nacional por los
considerables recursos que sus obras de piratería consiguieron para
Inglaterra. Las acciones de la monarquía inglesa en la Golden Hynd,
compañía del célebre corsario, le procuran a Elizabeth suficiente dinero
para pagar sus deudas y llegar a ser la primera acreedora de Europa.

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Este periodo de "acumulación primitiva" mediante la agricultura,
el comercio transatlántico, la colonización, la piratería y el trabajo
esclavista, durará cerca de tres siglos. Al final de esta mundialización
mercantilista, en Gran Bretaña aparecen signos que anuncian cam-
bios económicos de gran importancia:
1. Los comerciantes transoceánicos, recientemente enriquecidos, se
hacen fabricantes y crean las primeras grandes manufacturas que
emplean a centenares de obreros asalariados;
2. El aumento de la productividad agrícola, gracias al progreso tec-
nológico ya las nuevas semillas de alto rendimiento importadas de
.América, como el maíz, la papa, los fríjoles, la calabaza y el toma-
te, libera la mano de obra necesaria para la implantación de fábri-
cas y del sistema capitalista;
3. La mayor circulación de la moneda a escala nacional contribuye a
la formación de un embrión de mercado interior que, poco a poco,
eliminará el sistema de protección económica y social que hasta
entonce~ se encontraba bajo la responsabilidad de las ciudades.

La segunda mundialización, impulsada por la expansión del


capitalismo (1763,1883)

La aparición del sistema de producción capitalista en la segunda


mitad del siglo XVIII, da a la mundialización un nuevo impulso y una
nueva forma. El epicentro del fenómeno tiene lugar en Inglaterra,
donde se encuentra desde entonces el corazón de la economía mundial.
Allí se concretiza, más que en cualquier otro lugar, la revolución indus-
trial, es decir, un nuevo sistema de producción mecanizada, basado
en la abundancia de capitales disponibles, el progreso técnico y una
nueva organización del trabajo asalariado. Este sistema, que más tarde
tomará el nombre de capitalismo, juega un papel esencial en este segun-
do despliegue de la economía mundial. Contrariamente al mercantilis-
mo, sometido a las fluctuaciones de los recursos externos, el desarro-
llo capitalista goza de una dinámica interna propia e ilimitada *.

* La esencia del capitalismo reside precisamente en la transformación perma-


nente e ilimitada del capital en producción y de la venta de su producción en
capital. Su dinamismo nace de la división racional del trabajo y de la combinación
trabajo-tecnologÍa-capital, en un reajuste permanente. A principios del siglo XX,

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Con el surgimiento de la producción industrial a gran escala, las
relaciones económicas y comerciales entre las metrópolis y sus colo-
nias cambian de naturaleza. La exportación de productos fabricados
en serie llega a ser necesaria para las metrópolis. La sobreproducción,
que ya caracteriza el sistema, debe ser vendida en las colonias, forza-
das a comprar dichas mercanCÍas. De simples proveedoras de materias
primas o metales preciosos, las colonias llegan a ser mercados. Por otra
parte, el aparato productivo europeo, en continua expansión, desa-
rrolla un apetito insaciable de productos básicos. Así se van forman-
do, en cada imperio colonial, redes de producción e intercambio mar-
cadas por una división internacional del trabajo entre el centro y la
periferia: la metrópoli transforma y revende a sus colonias a altos pre-
cios aquellos productos básicos que ellas le suministran a bajo costo.
En virtud de este sistema, llamado "pacto colonial", las colonias pue-
den importar tan sólo productós provenientes de la metrópoli y tan
sólo pueden exportar hacia ella. Ellas tan sólo producen artículos que
no compiten con los productos metropolitanos. El capitalismo impone
de esta manera su ley de intercambio desigual a escala mundial en
beneficio de las metrópolis.
La historia de la industria textil británica es un ejemplo de este
paradigma colonial. A principios del siglo XIX Inglaterra, gran
importadora de telas, lanza un ambicioso proyecto con el fin de
autoabastecerse en tejidos y textiles. El plan incluye un objetivo aún
más ambicioso: suplantar a la India y a la China, dos países reconoci-
dos durante siglos e inclusive milenios, como los principales provee-
dores mundiales de productos textiles. Vale la pena subrayar la para-
doja: el sector textil, punta de lanza de la revolución industrial en
Inglaterra, no constituye inicialmente un sector fuerte de su econo-
mía. En 1815, la India mantiene aún una ventaja considerable sobre
la Gran Bretaña. Ésta importa telas de algodón de la India por un

la insensibilidad del Big Business estadounidense hará odioso el capitalismo y llega-


rá a ser sinónimo de trust, y trust sinónimo de explotación social y destrucción de la
pequeña empresa. Esto explica la decisión de cambiar su nombre por el de "econo-
mía de mercado", en oposición a la economía planificada del sistema socialista. Su
vic toria sobre el com unismo y el triunfo de la globalización restablecieron su pres-
tigio, lo que motivó a los grandes capitalistas a utilizar esta apelación nuevamente
con orgullo. En el capítulo 2 veremos que el capitalismo no inventó la economía de
mercado, pero sí utilizó y sobreexplotó el mercado hasta provocar la quiebra de sus
principales mecanismos.

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valor de 1.3 millones de libras esterlinas, mientras que la India tan
sólo importa productos similares de la Gran Bretaña por un valor de
26.000 L El costo de las telas asiáticas es entonces inferior entre un
50% y un 60 l X) al de sus equivalentes ingleses!. En consecuencia, los
productos británicos se imponen tan sólo gracias a una política pro-
teccionista drástica apoyada por la fuerza militar cuando es necesario.
Ciertos negociantes practican el proteccionismo extremo: eliminan la
competencia por su raíz, haciendo cortar los dedos de los hábiles teje-
dores bengalíes.
Finalmente, la situación se invierte: la India, cuyo nivel de desa-
rrollo era comparable al de Europa antes de la revolución industrial,
se desindustrializa para que Inglaterra se industrialice. En la década
siguiente a 1830, la India comienza a exportar a Inglaterra algodón
bruto para importar telas de algodón en cantidades considerables. En
1850, la India absorbe e125% de toda la producción de Lancashire,
entonces primera región industrial de la Gran Bretaña.
La tragedia no se detiene allí, la India, grallero de Asia hasta
comienzos del siglo XIX, tendrá que abandonar poco a poco la pro-
ducción de víveres para ajustar su agricultura a las necesidades de la
industria inglesa en materia de algodón, yute e índigo. El economista
Daniel Cohen observa con justeza cómo los mismos métodos han pro-
ducido iguales efectos a escala mundial:
Otros 1.000 ejemplos ilustran la larga crónica de las teóricas ventajas
comparativas. Ceilán [Sri Lanka] debe abandonar todos los demás cul-
tivos para dejar el campo libre al té. Tanto el imperio otomano como
América Latina pierden su base industrial en el transcurso del siglo
XIX. La mayor parte de los países del actual Tercer Mundo experimen-
taron la presión comercial desindustrializadora del primer país indus-
trial de la época, Inglaterra 2•
Emmanuel Todd, otro observador de la historia económica, con-
cluye que "el capitalismo central [de las metrópolis] es, por naturale-
za, proteccionista"3. El despegue industrial británico tuvo lugar, ya lo
vimos, bajo la alta protección del Estado. Innumerables medidas pro-
teccionistas contribuyeron a propulsar este despegue. Las actas de
navegación de 1651 reservan a las naves inglesas la exclusividad de
transportar todas las mercancías que traspasan los límites del imperio.
En 1660 intervienen las famosas Com Laws: leyes sobre los granos, que
prohibían a los comerciantes ingleses la importación de cereales. Es-

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tas leyes, reforzadas en varias ocasiones, serán abolidas tan sólo en
1846. La exportación de máquinas y de nuevas tecnologías estuvo
prohibida entre 1774 y 1842.
A mediados del siglo XIX, después de que la industria británica se
impusiera en los mercados mundiales, Inglaterra se encuentra en po-
sición de preconizar, e incluso imponer, la liberación del comercio a
escala mundial. Contando con un fuerte excedente comercial, se des-
taca como la campeona del libre mercado. Estados Unidos, cuya in-
dustrialización es frenada por el sistema esclavista y por la Guerra de
Secesión, continuará aplicando un proteccionismo celoso durante toda
esta primera fase del capitalismo.
En Inglaterra yen todas las potencias coloniales se llevan a cabo
prácticas de comercio desigual que no siempre resultan del protec-
cionismo como tal, sino también del encuentro entre dos civilizacio-
nes con diferente grado de desarrollo tecnológico. En la Nueva Fran-
cia (Canadá), los coureurs des bois: comerciantes de pieles, se burlan
de la ingenuid8d de los indígenas, quienes aceptan trocar cinco pie-
les de castor por un simple cuchillo. Éstos no están en condiciones de
establecer una comparación objetiva entre el esfuerzo necesario para
la fabricación de esta herramienta metálica, de una eficacia prodigio-
sa para ellos, y la cantidad necesaria de trabajo para la captura de
cinco castores y el tratamiento de sus pieles. El historiador Fernand
Braudel explica cómo, en el comercio colonial, el comerciante metro-
politano dispone de tres ventajas determinantes sobre su interlocutor:
la superioridad de la información, el capital y el apoyo del poder polí-
tico. Tan sólo él "conoce las condiciones del mercado en los dos ex-
tremos de la cadena. Tan sólo él posee el capital necesario para el
almacenamiento yel transporte de las mercancías. En fin, su ventaja
suprema: es aliado del príncipe"4.
Así, durante todo este período, mientras la mundialización capi-
talista continúa avanzando bajo la égida de las monarquías coloniza-
doras, dos esquemas de intercambio cobran forma progresivamente:
• El intercambio competitivo, transparente, entre comerciantes de
las metrópolis europeas en vía de industrialización;
• El intercambio desigual, protegido y turbio, entre las metrópolis y
sus colonias o neocolonias.
Este último tipo de intercambio encierra los gérmenes del subde-
sarrollo. Con el fin de no caer en esta relación comercial viciosa, en
177 4, las 13 colonias británicas de la Nueva Inglaterra cerraron el

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puerto de Boston a los productos ingleses. Bajo el liderazgo de George
Washington, se levantaron en armas contra la metrópoli con el fin de
constituir un centro de acumulación propio e independiente. A pesar
de la pérdida de este importante grupo de colonias -que luego volve-
rán a asociarse con ella-la Gran Bretaña continuará siendo, durante
más de un siglo, el centro de un imperio mundial donde el sol no se
oculta jamás. En el cenit de su poder regirá con maestría la mundia-
lización de la economía capitalista a lo largo del siglo XIX.
Esta segunda mundialización sienta las bases de la división inter-
nacional del trabajo, que será institucionalizada en la siguiente fase.

la tercera mundialización: la era de las multinacionales (1883-1980)

El año 1883 marca la creación de la primera multinacional, la


Standard Oil Trust de John D. Rockefeller. A partir esta fecha, la
mundialización se encamina hacia una tercera fase con el surgimien-
to del Big Business estadounidense que abrirá la era de la multinacio-
nalización de las empresas. La irrupción del petróleo y la electricidad,
que hacen funcionar las máquinas y la economía con una eficacia sin
precedentes constituye, junto con el auge del acero y de la industria
química, el motor de una segunda revolución industrial. Ésta se ca-
racteriza por la búsqueda constante de la innovación y por la organi-
zación "científica" del trabajo con el fin de optimizar la relación capi-
tal-trabajo. El punto de partida de este modelo innovador de
producción y consumo de masas se encuentra en Estados Unidos. Desde
finales del siglo XIX, este país del Nuevo Mundo se afirma como la
primera potencia industrial, mientras que la Gran Bretaña continúa
siendo la principal potencia comercial.
En 1883, después de haber arruinado o comprado a todos sus riva-
les, el barón del petróleo crea la primera firma multinacional moder-
na. La Standard Oil Trust, verdadero monopolio, se dota de todos los
medios necesarios para operar a escala continental y mundial. Al po-
seer las acciones de cada una de las compañías que la conformaban,
este nuevo consorcio monopolístico controla toda la industria petro-
lera, desde los pozos hasta la estación de gasolina. Realiza el 90 lXl del
refinado y del transporte por oleoducto. Con su armada de abogados,
se encuentra en condiciones de escapar a las leyes antimonopolísticas
aprobadas a partir de 1890 por el gobierno federal y por los diferentes

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Estados donde extiende sus tentáculos*. "Este movimiento --comen-
tará más tarde Rockefeller con orgullo- fue el origen de todo el siste-
ma de gestión de la economía moderna, que introdujo cambios revo-
lucionarios en el manejo de los negocios a escala mundial"5.

La era de los titanes


En efecto, esta manera revolucionaria de eliminar la competencia
por medio de adquisiciones amistosas u hostiles**, o a través de fusio-
nes, alianzas verticales u horizontales, y en general por medio de la
agrupación de empresas bajo una única dirección, no dejó de inspirar
a otros constructores de imperios de la época. Fue la era de los titanes:
en primer lugar, John D. Rockefeller; en seguida Andrew Carnegie, el
barón del acero; J. Pierpont Morgan, alias Júpiter, el barón de las fi-
nanzas; Du Pont de Nemours, el caballero andante de la industria
química y Henry Ford, pionero de la industria automotriz. De 1890 a
1929, la vida económica y secial de los Estados Unidos está dominada
por estos conquistadores industriales quienes, después de haber des-
guazado a sus adversarios, fundan las primeras "corporaciones" multi-
nacionales y acumulan fortunas colosales***.
El desarrollo de los medios de transporte y de comunicación (bar-
cos de-vapor, ferrocarriles, cable, telégrafo) favorecerá la gran aven-

* Tan sólo en 1911, después de un proceso épico que duró cuatro años, y
después del fallo de la Corte Suprema, la Standard Oil Trust será finalmente
desmontada, dando nacimiento a 38 compañías que continuarán controlando el
mercado. Todas estas compañías continuarán siendo propiedad del mismo grupo
de personas con Rockefeller a la cabeza, quien poseía el25% de todas las acciones.
Del desmonte del consorcio monopolístico inicial surgirán finalmente diez empre-
sas de importancia: Exxon, Mobil, Chevron, Amoco, Arco, Continental, Marathon
Oil, BP USA, Ashland y Pennzoil. Con la globalización, el antiguo monopolio de
Rockefeller se está reconstituyendo ante nuestros ojos: Exxon se ha fusionado con
Mobil, British Petroleum compró Amoco y Arco, etc.
* * Se dice que una adquisición es amistosa cuando se efectúa con el con-
sentimiento de quienes controlan la firma adquirida. En el caso contrario es hostil
o salvaje.
*** Con una fortuna de 900 millones de dólares acumulada en 1913, J.D.
Rockefeller continúa siendo el hombre más rico de toda la historia. En dólares
constantes, dicha suma equivale a 190 mil millones, sobrepasando ampliamente
los 46 mil millones que posee Bill Gates en 2005, aun cuando este último aun es
joven ...

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tura de la multinacionalización de las empresas. En 1914, más de 40
compañías estadounidenses disponen de sucursales de producción
instaladas en el exterior. Apoyadas por las administraciones colonia-
les, las firmas europeas no se quedan atrás y establecen sucursales en
sus colonias o cuasicolonias, donde abundan materias primas y mano
de obra baratas, implantándose también en los Estados Unidos. La
firma francesa Michelin inaugura allí su primera fábrica en 1907.
A pesar de las legislaciones antimonopolio, nunca muy eficaces, la
concentración industrial y financiera a través de diversas formas de
monopolios, oligopolios, conglomerados, holdings y cárteles, marcará
la evolución económica de este periodo. Los titanes reinan cual ver-
daderos amos en todos los sectores de la economía. Morgan se consi-
deraba el banco central de su país antes de que éste fuese creado, en
1913, bajo el nombre de Federal Reserve System. Carnegie hacía traba-
jar a sus empleados 12 horas diarias, siete días por semana, recurrien-
do a las fuerzas de orden público para sofocar las esporádicas rebelio-
nes obreras. El Estado interviene tan sólo en forma mínima, cuando la
opinión pública hastiada y los pequeños empresarios perjudicados se
sublevan contra las exacciones de los llamados robber barons: los ba-
rones ladrones.

La Gran Depresión
El optimismo de los hombres de negocios llega a su paroxismo cuan-
do, el 24 de octubre de 1929, el desplome de la bolsa de Nueva York
anuncia abruptamente el final de la euforia especulativa. En tres se-
manas, el índice de las acciones pasa de 469 a 220. La crisis financiera
se internacionaliza y paraliza progresivamente todo el aparato econó-
mico. No se trata tan sólo de una quiebra bursátil sino de un colapso
total de la economía. La Gran Depresión durará diez años. El sistema
capitalista, que siempre había pretendido autorregularse, se paraliza.
La caída de los precios de los productos industriales debía estimular la
demanda y, en consecuencia, la producción pero esto no sucede. La
caída de los salarios debía estimular la generación de empleo, pero el
desempleo sigue creciendo. De 1929 a 1933, la producción mundial
desciende en un 40% y el comercio en un 30%. En 1933, el desempleo
alcanza el 24% en los Estados Unidos; en tres años, el ingreso nacio-
nal pasa de 85 a 42 mil millones de dólares. Cuando los agricultores
ven descender dramáticamente el precio de los productos alimenti-

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cios, no les queda otra opción que replegarse en una economía de
subsistencia. La deflación, en lugar de estimular la economía, agrava
la situación.
Al contrario de lo que se escribe comúnmente, no fue el colapso
bursátil de 1929 el que causó esta crisis. Éste fue tan sólo el elemento
activador. Desde 1926 venían manifestándose profundos desequilibrios,
pero nadie quería verlos. La razón profunda de la Depresión debe
buscarse en el descenso general de la demanda, una realidad oculta-
da por la expansión de los mercados financieros gangrenados por la
especulación y la corrupción. Más profundamente aún, el mal se en-
contraba en la concentración incontrolada de los ingresos hacia arri-
ba, consecuencia de una competencia distorsionada a favor de los
monopolios. Desde hacía varios años, el aumento de los beneficios
superaba ampliamente el de los salarios, yel aumento de las acciones
bursátiles superaba el de los beneficios. La catástrofe bursátil acentuó
el bajo poder de compra de las masas y la reducción consecuente de la
demanda.
Entre las causas agravantes de la crisis es necesario destacar la
doble bancarrota, nacional e internacional, de un orden económico
mal dotado para regular la multinacionalización de la economía. La
carencia de una regulación financiera y monetaria dentro de una eco-
nomía cada vez más mundializada, contribuirá por su parte a este es-
tancamiento del sistema capitalista.
Impotentes frente a este fracaso, los grandes patrones, ayer aún
apóstoles fervientes de la no intervención del Estado, imploran la
mediación de los gobiernos para reactivar el aparato productivo. En
Alemania e Italia, donde los Estados totalitarios toman el control de
la economía, los patrones agradecidos se lanzan en brazos del fascis-
mo*. En los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, un político
visionario, enfrenta la crisis en forma decidida. Sin una teoría precon-
cebida, resuelve contrarrestar la recesión por medio de un nuevo con-

* Es el caso de Volkswagen, Siemens, Krupp y de un centenar de multina-


cionales alemanas. El caso de General Motors y de Ford es aún más escandaloso.
Estas dos multinacionales estadounidenses, que "controlaban el 70% del mercado
automotriz alemán cuando estalló la guerra, en 1939, se transformaron rápida-
mente en proveedoras de material de guerra del ejército alemán. [... ] GM YFord
dieron su aprobación a la conversión militar de sus fábricas alemanas". (El Courrier
international del 10 al16 de diciembre de 1998 reproduce un artículo del Washing-
ton POS!).

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trato social entre el Estado, las grandes empresas y la sociedad civil.
Se trata del famoso New Deal, según el cual el gobierno no vacilará
en tomar medidas innovadoras para instaurar cierto equilibrio entre
el capital y el trabajo. En contra de los consejos de los más famosos
economistas de su país, desafiando el establishment y una Corte Supre-
ma ultraconservadora *, pide al Congreso votar leyes apuntando a
aumentar el poder de compra de obreros, agricultores y clase media.
Otras legislaciones favorecen la sindicalización de los trabajadores, la
protección de los desempleados y de las personas sin recursos. En 1935
se instaura la seguridad social. Muy pronto, los demás países
industrializados imitarán estas políticas.
El advenimiento en el mundo capitalista del Estado social-des-
pectivamente llamado Estado benefactor- respondió ciertamente a
una crisis puntual muy grave, pero en realidad resultó ser el fruto de
150 años de luchas sociales para establecer cierta equidad entre el
capital y el trabajo**. Esto demuestra que la solidaridad constituye la
base del funcionamiento eficaz y armónico de la economía y de la
sociedad. En resumen, el Estado social viene a civilizar al capitalismo,
asegurando su futuro y permitiendo una redistribución más equitativa
de la riqueza producida por el aporte de la comunidad nacional en su
conjunto, y corrigiendo la miopía natural de un sistema cuyo horizon-
te es el corto plazo.

Los Estados Unidos, el nuevo centro del mundo

De 1939 a 1945, la guerra atraviesa la historia: la Segunda Guerra


Mundial marca el fin de un mundo. Las elites estadounidenses están

* La constitucionalidad de la Ley del Seguro Social-Social Security Act-


será impugnada ante los tribunales y el caso será llevado ante la Corte Suprema.
En esta confrontación épica con el más alto tribunal del país, la administración de
Roosevelt le reprochaba esencialmente el no respetar las decisiones de las instan-
cias legislativas. Para salirse de este callejón sin salida, Roosevelt presentó un pro-
yecto de ley con el propósito de modificar la composición de la Corte Suprema.
Entretanto, ésta cambió de idea y consideró constitucional la Ley del Seguro
Social.
* * Vale la pena recordar aquí una fecha memorable: el1 Q de mayo de 1886.
Aquel día, más de 200.000 obreras y obreros participaron en el primer intento de
huelga general en los Estados Unidos, en su lucha para obtener la jornada de ocho
horas. El principal foco de lucha tuvo lugar en Chicago, donde después de una
sangrienta represión, los principales líderes del movimiento fueron llevados a la horca.

34
convencidas de que tanto la guerra corno la crisis que la precedió se
deben a la "disfunción de la economía internacional", corno se com-
placía en repetirlo Cordell Hull, el secretario de Estado de la época.
Dichas elites aborrecen las tarifas proteccionistas, la competencia
desleal y las zonas comerciales exclusivas que se atribuyen las poten-
cias coloniales. Reclaman el fin de las diversas restricciones que limi-
tan el acceso a las materias primas y a las áreas de inversión6 • Para
ellas resulta claro que las viejas potencias imperiales, una vez más
mutuamente destruidas, van a salir debilitadas y arruinadas de esa
confrontación, incapaces de mantener el dominio sobre sus colonias.
Incapaces, principalmente, de reconstruir un orden mundial sólido
donde la pujante economía estadounidense pudiese expandirse con
toda libertad en todas las regiones del mundo.
En resumen, los dirigentes estadounidenses están persuadidos de
que el mundo necesita un nuevo liderazgo que tan sólo los Estados
Unidos de América pueden asumir. Para ello, proponen nada menos
que la creación de un nuevo orden económico y geopolítico mundial.
Un grupo de expertos: task force, entregado a esta misión histórica y
experto tanto en economía corno en geopolítica, asume la iniciativa
de elaborar una verdadera estrategia para la fundación de un orden
mundial sobre nuevas bases. Desde el inicio de las hostilidades en
Europa, este grupo selecto se reúne alrededor del Consejo de Rela-
ciones Exteriores: Councilon Foreign RelatioTlS, CFR, un organismo pri-
vado que, sin embargo, ofrece un amplio espacio a políticos de alto
nivel. Este comité, compuesto por un centenar de personalidades pro-
venientes de los medios político, financiero, industrial y universitario,
entre ellas, Cordell Hull y su vice ministro Sumner Wells, se encarga-
rá de establecer el enlace entre el grupo y el presidente Roosevelt,
quien seguirá de cerca sus trabajos7.
Guiado por un muy simple lema Amenca first, Business first*, el
CFR centrará su reflexión en tres imperativos considerados vitales
para los intereses nacionales de los Estados Unidos:
1. El libre acceso a las materias primas del mundo entero con el fin
de asegurar el aprovisionamiento constante del impresionante apa-
rato productivo estadounidense, el cual debía reforzarse aún más
gracias a la guerra;

* Lema de l presidente Warren Harding (1921-1923), quien es tableció un


proteccionismo estadounidense rígido, favoreciendo así a los grandes consorcios
monopolísticos.

35
2. El libre acceso a los mercados exteriores con el fin de asegurar una
salida sin obstáculos a los abundantes bienes y servicios produci-
dos por la economía estadounidense;
3. La libre circulación de los capitales que superabundaban en el
país, con el fin de dejar el campo libre a las inversiones directas en
el extranjero, a escala mundial.
Esto significaba, en primer lugar, la liquidación de los imperios
japonés y europeo, es decir, el fin de las zonas exclusivas de las poten-
cias coloniales, pues los tres imperativos mencionados requerían la
aceptación del principio de libre comercio y libre circulación de capi-
tales por parte de todos los países. Se previó además que, una vez
destruidos los imperios coloniales, las colonias liberadas pasasen a ser,
según el vocabulario concebido por los estrategas del CFR, "regiones
subdesarrolladas": underdeveloped areas*. Los países subdesarrollados
se integrarán a los mercados mundiales según una nueva división in-
ternacional del trabajo determinada por las leyes del mercado. Igual-
mente se acordó que, una vez ternlinada la guerra, el corazón econó-
mico y financiero del mundo sería transferido oficialmente de Londres
a Washington y Nueva York.

Creación de los tres pilares del nuevo orden económico

La ceremonia de transferencia de poderes se realiza en Bretton


Woods, pequeña localidad termal de New Hampshire, en julio de
1944. Los delegados de los 44 países aliados, invitados por el presiden-
te Roosevelt, firman allí la Carta magna de un nuevo orden económi-
co mundial basado en el librecambio, la libre inversión y la libre em-
presa. A pesar de las reticencias de la Gran Bretaña, representada por
el célebre economista John Maynard Keynes, el dólar es reconocido
como moneda mundial, la única convertible en oro a una tasa fija y
como la divisa clave del nuevo sistema monetario internacional. El
banco central de los Estados Unidos llega a ser, ipso facto, emisor de
moneda mundial.

* En estas circunstancias aparecieron por primera vez, en un memorando


del CFR de julio de 1941, los términos underdeveloped areas y underdevelopment.
Truman oficializará esta expresión en 1949 cuando, en el famoso punto IV de un
célebre discurso, lanzara el sistema de ayuda pública a las "regiones subdesarro-
lladas".

36
La conferencia internacional de Bretton Woods dará nacimiento
a tres instituciones transnacionales encargadas de implementar el
nuevo orden económico: 1) el Fondo Monetario Internacional (FMI),
cuya función será la de preservar la estabilidad del sistema monetario
internacional amarrado al dólar; 2) el Banco Mundial, que dedicará
sus esfuerzos a la financiación del desarrollo y a la promoción de las
inversiones extranjeras en los países subdesarrollados y 3) el Acuerdo
General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), estableci-
do en 1947 después de laboriosas negociaciones, y que en 1995 se
transformará en la Organización Mundial del Comercio (OMC). En
la década del 80, el FMI y el Banco Mundial se convertirán en un
síndico de quiebra para los países altamente endeudados del Tercer
Mundo, y aprovecharán su caos para "ajustarlos", uno tras otro, al
mercado global, es decir a los impera ti vos de las firmas transnacionales.
Después de la guerra, el proceso de multinacionalización se ace-
lera. En 1970, existen 7.000 multinacionales que poseen cerca de 50.000
filiales implantadas en todo el mundo*. Éstas realizan gran parte de
sus inversiones en el exterior, aunque permanecen orientadas hacia
su país de origen, apegadas al Estado y hasta cierto punto dependien-
tes del mercado nacional. Durante esta tercera mundialización existe
pues un vínculo casi orgánico entre la multinacional y su país de ori-
gen. ws grandes patrones, divididos entre su patriotismo y los intere-
ses de la empresa, mantienen un sentimiento de lealtad en ambas
direcciones: la nación y la empresa. Recordemos las célebres palabras
de Charles Wilson, ex gerente general de General Motors, quien lle-
gara a ser secretario de Defensa: "w que es bueno para GM es bueno
para los Estados Unidos". Y viceversa.

Primer signo precursor de la globalización


A comienzos de la década de los 70, las reservas de oro de los
Estados Unidos están a punto de agotarse. Atrapados en la guerra de
Vietnam, los Estados Unidos imprimen demasiados dólares y no lo-
gran asegurar su convertibilidad, tal como lo exige el sistema de Bretton
Woods. ws europeos piden a las autoridades estadounidenses poner
fin a la creación de moneda artificial. Antes que asentir a esta solici-

* Actualmente existen más de 60.000 multinacionales que dirigen 500.000


filiales instaladas en todo el mundo.

37
tud, el 15 de agosto de 1971, el presidente Nixon anuncia unila-
teralmente la desmonetización del oro, es decir, el fin de la conver-
tibilidad del dólar a una tasa fija. Esta política, que permite a los
Estados Unidos exportar sus desequilibrios financieros y escapar a los
ajustes impuestos a los deudores del Tercer Mundo, inicia un período
de perturbación financiera sin precedentes. Al romper el último vín-
culo entre la moneda y los bienes reales, los Estados Unidos redefinen
el papel del dinero y desorganizan completamente el sistema moneta-
rio internacional, precipitando así una inflación desenfrenada a esca-
la mundial. Al dejar de ser el oro la referencia estable de las monedas,
éstas empiezan a "flotar" a merced de los especuladores. En 1976, el
fenómeno de los cambios flotantes llega a ser una realidad mundial
que los Estados miembros del FMI se ven obligados a of1cializar a tra-
vés del Acuerdo de Jamaica.
Esta primera desregulación significativa del sistema financiero de
posguerra resulta ser la señal precursora de la globalización. Pero la
piedra angular había sido colocada 30 años antes en Bretton Woods,
cuando fue concebido el nuevo orden económico mundial, basado en
el imperativo absoluto del librecambio y la libre circulación de capitales.

La era de la globalización (1980, )

A comienzos de la década de los 80, las multinacionales más capi-


talizadas y mejor posicionadas se transforman en Corporaciones
Transnacionales (CTN) o Transnational Corporations (TNC) , como se
les llama en su país de predilección, los Estados Unidos. Una denomina-
ción que da a entender que estas megaempresas se sitúan por encima
y más allá de los Estados, dado que sus medios financieros y tecnológicos
trascienden las fronteras y poderes estatales. Mientras siguen multi-
plicándose las fusiones, adquisiciones y alianzas, la concentración de
la riqueza alcanza un grado tal que, por primera vez en la historia, el
poder económico logra emanciparse del marco jurídico nacional y del
poder político, el cual se excusa torpemente de su impotencia. "There
is no altemative!": "iNo hay alternativa!", llega a ser el subterfugio
preferido de los jefes de Estado y de los políticos de toda índole.
El Nuevo Contrato Social de Roosevelt había hecho aceptar una
especie de pacto que establecía un equilibrio entre el poder público,
las grandes empresas, las organizaciones sindicales y la sociedad civil.

38
Una vez transformadas en transnacionales, estas firmas gigantescas se
sienten limitadas y denuncian las restricciones, pues consideran que
atentan contra la libertad empresarial y el progreso económico. De
ello resulta una vasta campaña por la reconquista del espacio usurpa-
do por un Estado invasor que, con suma temeridad, quiso hacer las
veces de Divina Providencia, buscando colmar las necesidades de
todo el mundo. Las CTN reclaman el fin del Estado benefactor, así
como la supresión de toda legislación que reglamente precios, salarios
e inversiones y que proteja el medio ambiente. Exigen la privatización
de las empresas estatales y de servicios públicos tales como el trans-
porte, el agua, la salud y la educación. Exigen la liberalización total
del comercio y de las inversiones transfronterizas. Critican la rigidez
del mercado del trabajo y del poder sindical que, según ellas, pone
trabas a la competitividad y la libre competencia. Exigen la "flexibili-
dad del trabajo".
La revolución informática de la década de los 80, marcada por
una prodigiosa abundancia de nuevas herramientas de telecomunica-
ción, informatización y automatización, juega un papel importante en
la metamorfosis de las multinacionales en transnacionales. Estas he-
rramientas hacen desaparecer los anteriores límites de tiempo, espa-
cio, fronteras, lenguas y culturas.
La transnacionalización de un número creciente de empresas y la
abdicación de los políticos, trastornan las reglas del orden económico
mundial. La mundialización cambia entonces de naturaleza ... y de
nombre, para denominarse "globalización". Sus objetivos llegan a ser
globales, es decir, a la vez mundiales y totales. En realidad, las firmas
transnacionales prefieren llamarse globales. Los dos calificativos son
prácticamente sinónimos, pero el término global tiene la ventaja de
eliminar toda referencia a la nación, al Estado y a las fronteras, en
adelante obsoletas. El término saca a la luz la proyección del nuevo
sistema económico hacia el globo entero, el conjunto de sus recursos
y la totalidad de las actividades humanas. Ya no se trata solamente de
la integración planetaria del comercio (shallow integration: integra-
ción de superficie), como venían haciéndolo las multinacionales an-
teriormente, sino de una integración a través de las redes de produc-
ción y de investigación (deep integration: integración profunda). Las
firmas transnacionales no se limitan a exportar sus productos sino que
proceden a la multilocalización de la producción a escala mundial a
través de sus filiales, por medio de fusiones y de alianzas estratégicas.

39
Wal- Mart, primera firma mundial por su volumen de ventas -$286 mil
millones de dólares en 2005-, es tan sólo un minorista y, sin embargo,
juega un papel importante en la producción, dado el poder que tiene
para desplazar a voluntad sus fuentes de aprovisionamiento hacia re-
giones de bajos salarios.
¿Cómo se distingue una empresa global o transnacional de una
multinacional ordinaria? No existe un modelo estándar. En la cumbre
del Olimpo económico, las residencias de los dioses son múltiples y
multiformes. En cuanto al producto como tal, éste apenas tiene impor-
tancia. Exxon-Mobil proporciona un combustible energético sin el cual
todo el sistema, literalmente, se paralizaría, mientras que Coca-Cola
tan sólo produce agua con azúcar, sazonada con una fórmula secreta.
Los dos se clasifican no obstante entre las primeras empresas globales.
Las siguientes características constituyen el denominador común de
las empresas llamadas globales:
• Una gran capacidad de inversión directa en el extranjero superior
a los $5 mil millones, a través de una red de filiales y de
subcontratistas en todos los puntos del globo;
• Un potencial financiero y estratégico para la realización de fusio-
nes y alianzas capaces de neutralizar e, idealmente, eliminar la
competencia;
• Una capacidad ilimitada de deslocalización y re localización que
permite a la empresa instalar sus unidades de producción en aquel
lugar del mundo donde la mano de obra sea más económica y el
contexto ecológico y social menos limitante;
• Un mercadeo mundial apoyado por una cultura propia, capaz de
insertarse en todas las culturas particulares;
• Dirigentes dotados de una visión globalitaria, supraestatal, refor-
zada por una total desresponsabilización social, moral y ambiental;
ellos son la elite del poder global: the global power elite.
Los regímenes comunistas que a mediados de los años 80 aún rei-
naban en medio mundo, constituían una barrera geográfica y un antí-
doto social contra las ambiciones de las empresas transnacionales. La
amenaza socialista, real o temida, obligaba a las CTN a tolerar las
políticas sociales para prevenir mayores desviaciones hacia la izquier-
da. Paradójicamente, la URSS y sus satélites anticapitalistas contri-
buían a humanizar el sistema. La caída de estos regímenes, simboliza-
da por la caída del muro de Berlín en 1989, elimina esta barrera yeste
antídoto, de manera que el horizonte de los mercados llega a ser ver-

40
daderamente planetario y totalitario. A partir de 1990 se materializa
la gran otensiva neoliberal con miras a transformar el mundo en un
solo y único mercado, ya reducir a su mínima expresión el papel de los
poderes públicos en el gobierno de los Estados y del mundo.
Conforme a esta lógica, en su discurso de enero de 1996 acerca
del estado de la Unión, el presidente Clinton declara que la era del
Big Govemment ya ha quedado atrás, insinuando que ha llegado el
tiempo de dar más espacio al Big Business. En octubre del mismo año,
en plena campaña electoral, firma una reforma con el fin de restringir
la seguridad social. Un cambio radical para el partido demócrata -el
de Roosevelt y Kennedy-, reconocido como el ala progresista de la
escena política estadounidense. Esto deja claro que los políticos, aún
los llamados socialdemócratas, son solubles en la ideología de la
globalización.
A comienzos del siglo XXI, cuando toma fuerza un amplio movi-
miento social mundial que rechaza la globalización, un presidente
ultraneoliberal toma la cabeza de la primera y única potencia
hegemónica del mundo. George W Bush se rodea de un equipo estre-
chamente vinculado a la industria petrolera, al complejo militar-in-
dustrial y en general a las corporaciones transnacionales. El atentado
terrorista del 11 de septiembre de 2001 hace de este presidente, du-
dosamente elegido, el jefe de guerra y líder de una nueva cruzada
mundial. La gran mayoría de los dirigentes políticos del mundo res-
ponden dócilmente a su grito de guerra: -"Quien no está con noso-
tros está con los terroristas". El ataque contra el Centro de Comercio
Mundial yel Pentágono es la gran ocasión que la Casa Blanca espera-
ba para militarizar la globalización y dotarla de un brazo represivo
legal.

AÑo 2001: LA MILITARIZACIÓN DE LA


GLOBALIZACIÓN
El año 2001 señala un importante giro en la geopolítica mundial.
Sacudido por la onda de choque del 11 de septiembre, corroído
por la codicia e importunado por el auge de las protestas, el capi-
talismo global experimenta una urgente necesidad de cambio. No
obstante, en lugar de reformarse recurre al aparato militar para
asegurar su protección y su avance. Los Estados Unidos asumen
entonces con gran determinación el liderazgo de la militarización

41
de la globalización. Cuatro fechas emblemáticas jalonan este cam-
bio de rumbo:

11 de septiembre: atentado terrorista contra el WTC y el


Pentágono
La furia de un grupo desesperado golpeó dos de los símbolos más
poderosos de la capital de la globalización triunfante. Este ata-
que, de una extrema perversidad, brutalmente dirigido contra la
riqueza de un mundo privilegiado, evidenció la insoportable in-
justicia de un sistema que empobrece despiadadamente a los más
pobres y enriquece escandalosamente a los más ricos. En el análi-
sis de los acontecimientos, el presidente George W Bush demos-
tró una perspicacia poco común: "iEstán celosos de nuestro éxi-
to!". En efecto, nuestra civilización tecnológica, mercantilista e
individualista es demasiado frágil para enfrentar un océano de
gente en cólera.

7 de octubre: comienzo de una guerra sin fin contra el


terrorismo
El país más poderoso del mundo despliega su formidable arsenal
militar contra Afganistán, uno de los países más desamparados
del globo. Los dirigentes estadounidenses advierten que declara-
rán la guerra a todos aquellos países que alberguen terroristas, es
decir, a todas aquellas regiones subdesarrolladas donde las elites
privilegiadas tan sólo buscan su propio provecho, desatendiendo
los graves problemas de sus pueblos. En los países ricos, las nuevas
leyes antiterroristas, aprobadas de prisa, servirán para reprimir los
movimientos de la sociedad civil. Esta campaña, anunciada como
una "cruzada" y luego como una "guerra sin fin contra el terror",
es en realidad una ofensiva contra todos los opositores a la
globalización y constituye la defensa de un sistema execrable por
sus excesos y, en consecuencia, vulnerable. Ya no basta el discur-
so para lograr la adhesión de las masas. Ahora recurren a las armas.

2 de diciembre: implosión de la transnacional estadounidense


ENRON
La codicia de sus dirigentes conduce a la transnacional Enron a
su colapso. Con la complicidad de prestigiosos bancos financieros
y de una de las más grandes empresas de auditoria contable, aque-
llos efectuaron malversaciones financieras para su propio benefi-

42
cio que arruinaron a la compañía y desvalijaron a sus propios asa-
lariados. Todo ellu fue llevado a cabo en connivencia con la clase
política y los pontífices del templo de la Bolsa. De Enron a
WorldCom, los múltiples escándalos que sacuden las megaempresas
tienen la misma raíz: la ambición incontrolada de la global power
elite para acaparar siempre más y cada vez más rápidamente. La
consigna: Get rich quick!: ¡Enriquecerse rápidamente! El econo-
mista Paul Krugman escribió que "el escándalo de Enron, más que el
11 de septiembre, constituye una fecha decisiva en la historia de los
Estados Unidos". En efecto, el día 2 de diciembre puso de mani-
fiesto ante el mundo entero el mal inherente al capitalismo glo-
bal: la codicia infeccIosa de las elites económicas: "Infectious
greed", como lo expresó el presidente del Banco Central de Esta-
dos Unidos, Alan Greenspan.

20 de diciembre: crisis del modelo neoliberal y levantamiento


popular en Argentina
Un movimiento popular, por encima de los partidos y de cualquier
categoría de personas, fuerza la dimisión en cadena de tres indig-
nos presidentes. La población en cólera, armada con cacerolas,
rechaza en bloque a la clase político-económica que, aceptando
servilmente los dogmas del neo liberalismo, condujo el país a la
ruina. Hasta hacía muy poco una de las naciones más prósperas
del mundo y ahora en quiebra, Argentina es la prueba ejemplar
de que el FMI y el Banco Mundial, celosos agentes de la
globalización, han acorralado a los países del Tercer mundo en un
callejón sin salida. Esta crisis demuestra el carácter vicioso de
una estrategia de desarrollo basada en la liberalización del comer-
cio, la inversión extranjera incontrolada y la deuda externa. Por
otra parte, ubica a la sociedad civil ante un reto sin precedentes:
reconstruir un país sobre nuevas bases, es decir, crear formas
innovadoras de participación democrática y de autodesarrollo. ¡Se
busca un proyecto de país desesperadamente!

***
Otra fecha no menos significativa marca también este giro histó-
rico del año 2001: el 30 de enero. Este día se inicia en Porto Ale-
gre el primer Foro Social Mundial, en el que innumerables asocia-
ciones de la sociedad civil, provenientes de todos los rincones de
la tierra, anuncian que ¡otro mundo es necesario y posible!

43
¿Cómo definir la globalización?

¿Es un sistema? ¿Un proceso? ¿Una ideología? ¿Una mitología mo-


derna? ¿Un subterfugio? La globalización es todo ello a la vez, según el
punto de vista, las necesidades de la causa y la utilización que se haga
de ella. Resulta ser una palabra problemática, como todas las expre-
siones derivadas de ella: global market, global economy, global business,
global players, global power elite y otras más. Este vocabulario encubre
una realidad que tiene tal impacto en nuestras vidas que vale la pena
analizar sus diversas facetas.

La globalizacián: un sistema
Como sistema, la globalización es el control del mundo por poderosos
intereses económicos supraestatales a través del mercado global, que
tiende a liberarse de toda responsabilidad social y ambiental. El poder
económico globalizado se empeña en ejercer su hegemonía en el mundo
entero, en todos los niveles de la vida material, social y cultural de
mujeres y hombres.
El mercado es el mecanismo mediante el cual dichos intereses
económicos, es decir las firmas transnacionales, ejercen y justifican su
·dominio. Su ambición es convertir el mundo entero en un vasto y
único mercado: one single global market, que todo lo englobe, inclu-
yendo el agua, el aire, el suelo y el subsuelo, la cultura, la salud, la
educación, la información, el dinero, el trabajo, el patrimonio genético
del planeta e inclusive el genoma humano. Dentro de esta perspecti-
va, podemos definir la globalización por su efecto inmediato: la
mercantilización total del mundo. La ley del mercado, pervertida por
el imperio de los monopolios y los oligopolios globales, quiere imponer-
se en todas partes, trascendiendo todas las instituciones.
El sistema de la globalización hace del mundo entero su espacio
de racionalidad. No se trata de una simple cuestión de grado en la
internacionalización planetaria de las comunicaciones e intercambios.
Se trata de la integración profunda de las redes de producción e in-
vestigación y, por lo tanto, de un control tecnológico, ético y cultural,
por medio de la inversión directa en el extranjero. Esta integración
profunda modifica no solamente las relaciones entre los Estados, sino
también las estructuras económicas nacionales y las relaciones sociales.
Contrariamente a los primeros despliegues de la economía mun-
dial, dados en un contexto donde el Estado constituía la referencia

44
de última instancia, no solamente política y social, sino también eco-
nómica, la globalización se construye por encima de los Estados, empu-
jados a conformarse con un papel de subcontratistas en materia de
política nacional y en el manejo de los negocios del mundo. Lo nove-
doso en la globalización es que las firmas transnacionales buscan sa-
car al Estado de la esfera económica y, en lo posible, de las esferas
sociales y culturales, para dejarle las funciones básicas de protector
de la propiedad privada, guardián del orden social y director de pro-
yectos de infraestructuras. Se trata de una visión empresarial del
mundo, llamado a funcionar como una empresa privada, libre de toda
restricción política y social. Es un salto cualitativo en la gestión de la
economía y de las relaciones con lo político, lo social, lo cultural y lo
ambiental.
Un eminente miembro de la elite global, el presidente de la
transnacional suiza ABB, nos ofrece su cruda definición de la
globalización:
Yo definiría la globalización como la libertad para mi grupo de invertir
donde desee, cuando lo desee, para producir lo que desee, comprando y
vendiendo donde desee, y con el menor número posible de restriccio-
nes en materia de derechos laborales y socialesB•
Como lo explica el editorialista del Business Week, "la globalización
es la más poderosa manifestación del capitalismo nunca antes vista"9.
La globalización es, en efecto, una variante del sistema capitalista
que, dada la codicia de sus dirigentes, ha llegado a ser paranoica. Los
diccionarios médicos explican que la personalidad paranoica se ca-
racteriza por una sobreestima patológica de sí mismo, la inadaptación
social, la ausencia de autocrítica, la agresividad y una arrogancia
desmesurada, lo que no impide cierta claridad del pensamiento. Este
es el caso de la elite del poder global, adicta al lucro como a una
droga alucinante. El novelista inglés ]onathan Cae observa con juste-
za: "Llega un momento en que resulta imposible distinguir entre la
avaricia y la locura"!o.
Citando a Hegel, el filósofo multimillonario Georges Soros señala
que varias civilizaciones han desaparecido debido a una exacerba-
ción de sus principios fundadores!!. Soros concluye diciendo que la
interpretación y la utilización abusiva del principio de libertad indivi-
dual que fundamenta nuestra civilización económica, podría causar
su destrucción.

4S
La globalización: un proceso
La globalización es también un proceso, es decir, una serie ordena-
da de operaciones que apuntan a un resultado determinado. Un pro-
ceso de integración total y planetaria que se abre camino progresiva-
mente. En este proyecto colosal, siempre quedan sectores, grupos o
países rezagados que es necesario sacudir y reorientar hacia el merca-
do global.
En el centro del sistema, los países industrializados han alcanzado
ciertamente grados avanzados de mercantilización de los recursos del
planeta, pero aún quedan sectores insuficientemente integrados, como
la agricultura, la cultura, los servicios en general y el patrimonio gené-
tico de la humanidad. Por otra parte, los imperativos de la competiti-
vidad hacen que las firmas globales procedan a reestructuraciones,
racionalizaciones y a reingenierías sintln. Mientras haya competidores,
habrá la necesidad de eliminarlos mediante fusiones, alianzas y ad-
quisiciones.
En la periferia, a las economías del Tercer Mundo se les impone
un régimen severo de ajuste estructural al mercado global, bajo el
liderazgo del FMI y del Banco Mundial. En cuanto a los países llama-
dos emergentes que intentan salirse del subdesarrollo, acatando a fondo
las consignas de la desregulación, no faltan colapsos financieros in-
controlables para hundirles repentinamente en las turbias aguas del
subdesarrollo. Por su parte, los países del ex imperio soviético estuvie-
ron sometidos a un tratamiento de choque, prescrito por el mismo
FMI, que los proyectó hacia un capitalismo salvaje donde se confun-
den globalización y criminalización.
La globalización es, en realidad, una revolución enmascarada, cuyos
protagonistas ocultan con habilidad sus verdaderos objetivos, escon-
diéndose detrás de los mecanismos supuestamente ciegos del mercado
para dedicarse al acaparamiento ilimitado de los recursos del planeta
y de las riquezas producidas por la comunidad humana. Algunos exper-
tos han calculado que, de mantenerse la tendencia actual de las fusio-
nes y adquisiciones, en el año 2030 tan sólo quedará un gigantesco
conglomerado controlado por un mega holding único, extremadamente
eficaz, por el hecho de haber eliminado todos los riesgos de la competen-
cia. Esta predicción, marcada por una nota de humor negro, no deja
de encerrar una triste verdad: de no ponerse freno al proceso arrolla-
dor de la globalización, cada gran sector de la economía será contro-
lado por un monopolio o un oligopolio mucho antes del año 2030.

46
La impostura de la "aldea global"
La expresión "aldea global" encierra algo absurdo. Existe una contra-
dicción en los términos (equivalente a "un oasis desértico" o un "desier-
to frondoso"). La verdad es que la globalización -pues de ello se trata-
de ninguna manera conduce a una aldea, sino a un mercado. Un mer-
cado globa/izador que ocupa todo el espacio en esta supuesta aldea.
Ésta es la tendencia fundamental de la globalizacián.
Cuando era estudiante en Europa, hace ya un buen tiempo, en mis
viajes atravesé muchas aldeas maravillosas. En el centro de todas las
poblaciones, particularmente en Alemania, se encontraba la plaza de
mercado. Siempre en el centro, como símbolo de la importancia de los
intercambios económicos en la vida cotidiana de la gente. Y alrededor
del mercado -resulta importante subrayarlo- siempre se erguían los
edificios de carácter público. En las localidades más importantes se
agregaban además la catedral y la alcaldía.
Creo que lo más perverso en los acuerdos de libre cambio es una omi-
sión: han omitido delimitar la plaza de mercado. En consecuencia, el
mercado global lo invade todo. Dicta su ley en todas partes. Está en
todas partes. Lo más frustrante del mercado global es su carácter inva-
sor. Éste avanza destruyendo a su paso todo aquello que debería ro-
dearlo, limitarlo, circunscribirlo.
i Es posible vivir como ciudadano y no solamente como consumidor en
esta falsa aldea? Esto es lo que debería preocuparnos. ¿Qué poder
público logrará detener este mercado para que la vida no se reduzca a
lo mercantil? Para que la vida espiritual, la vida intelectual, la vida
social y la vida afectiva puedan desarrollarse fuera del alcance del mer-
cado. Allí reside la obscenidad absoluta: cuando todo llega a ser objeto
de comercio. Esto ofende nuestras sensibilidades. i Ésta es mi querella
contra el librecambio! En el caso de la agricultura, los agricultores y los
campesinos son, de seguro, integrados al mercado global, no para que
puedan vender a mejor precio sus cosechas, sino para que produzcan a
un menor costo -ia precios competitivos!- para beneficio de quienes
controlan los puntos de venta: los dirigentes de las firmas transnacionales.
y para colmo, la "aldea global" está eliminando las verdaderas aldeas
en todas partes del mundo ru ral.
Apartes de una intervención de Nettie Wiebe ante el Comité de Acción
Nacional sobre el estatuto de la mujer, realizada elI1 de septiembre de 1998.
La Sra. Wiebe, ex presidenta de la National Farmers' Union, es la representan-
te norteamericana de Vía Campesina, una coalición internacional de organi-
zaciones campesinas.

47
La impostura de la "aldea global"
La expresión "aldea global" encierra algo absurdo. Existe una contra-
dicción en los términos (equivalente a "un oasis desértico" o un "desier-
to frondoso"). La verdad es que la globalización -pues de ello se trata-
de ninguna manera conduce a una aldea, sino a un mercado. Un mer-
cado globalizador que ocupa todo el espacio en esta supuesta aldea.
Ésta es la tendencia fundamental de la globalizacián.
Cuando era estudiante en Europa, hace ya un buen tiempo, en mis
viajes atravesé muchas aldeas maravillosas. En el centro de todas las
poblaciones, particularmente en Alemania, se encontraba la plaza de
mercado. Siempre en el centro, como símbolo de la importancia de los
intercambios económicos en la vida cotidiana de la gente. Y alrededor
del mercado -resulta importante subrayarlo- siempre se erguían los
edificios de carácter público. En las localidades más importantes se
agregaban además la catedral y la alcaldía.
Creo que lo más perverso en los acuerdos de libre cambio es una omi-
sión: han omitido delimitar la plaza de mercado. En consecuencia, el
mercado global lo invade todo. Dicta su ley en todas partes. Está en
todas partes. Lo más frustrante del mercado global es su carácter inva-
sor. Éste avanza destruyendo a su paso todo aquello que debería ro-
dearlo, limitarlo, circunscribirlo.
i Es posible vivir como ciudadano y no solamente como consumidor en
esta falsa aldea? Esto es lo que debería preocupamos. iQué poder
público logrará detener este mercado para que la vida no se reduzca a
lo mercantil? Para que la vida espiritual, la vida intelectual, la vida
social y la vida afectiva puedan desarrollarse fuera del alcance del mer-
cado. Allí reside la obscenidad absoluta: cuando todo llega a ser objeto
de comercio. Esto ofende nuestras sensibilidades. i Ésta es mi querella
contra el librecambio! En el caso de la agricultura, los agricultores y los
campesinos son, de seguro, integrados al mercado global, no para que
puedan vender a mejor precio sus cosechas, sino para que produzcan a
un menor costo -ia precios competitivos!- para beneficio de quienes
controlan los puntos de venta: los dirigentes de las firmas transnacionales.
y para colmo, la "aldea global" está eliminando las verdaderas aldeas
en todas partes del mundo rural.
Apartes de una intervención de Nettie Wiebe ante el Comité de Acción
Nacional sobre el estatuto de la mujer, realizada elll de septiembre de 1998.
La Sra. Wiebe, ex presidenta de la National Farmers' Union, es la representan-
te norteamericana de Vía Campesina, una coalición internacional de organi-
zaciones campesinas.

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La giobalización: una ideología
La globalización es además un discurso, un sistema de raciona-
lización y explicación del mundo. En este sentido, es una ideología, es
decir, un conjunto coherente de creencias, convicciones e ideas que
dicta la naturaleza de la verdad en una sociedad dada. Su papel con-
siste en justificar el régimen político yel sistema económico estableci-
dos, y hacer que la población los acepte como los únicos legítimos, los
únicos respetables, los únicos posibles.
La ideología de la globalización se confunde, en general, con el
credo del neo liberalismo que, en su forma abreviada, se resume en
tres artículos:
1. La propiedad privada y la apropiación ilimitada de la riqueza por
parte de las transnacionales y sus dirigentes;
2. Las leyes del mercado como mecanismo superior de distribución
óptima de los recursos, las riquezas y los ingresos;
3. Las virtudes del libre comercio y la libre inversión, factores pri-
mordiales para la prosperidad y el enriquecimiento de los pueblos
e individuos.
El neoliberalismo es una ideología muy astuta, ya que juega con la
idea de libertad, reconocida a lo largo de la historia como el bien
fundamental que permite gozar de todos los demás bienes. El engaño
reside en el hecho de que se trata de la libertad del más grande, del
más fuerte, del más astuto y del más agresivo. Es de notar que estos
calificativos son vistos como virtudes cardinales por los ideólogos de
la globalización.

La globalización: una mitología moderna


Vista como una epopeya fabulosa, la globalización ensalza a los
titanes del capitalismo triunfante, hoy día en el cenit de su poder.
Después de dominar las fuerzas maléficas de la historia -el comunis-
mo, el subdesarrollo y el Estado benefactor-, aquéllos se entregan a la
tarea colosal de controlar todas las tecnologías y todos los recursos del
planeta con el fin de someterlos a los imperativos de un crecimiento
económico sin fin. Lisonjeados por las revistas de negocios y los me-
dios de comunicación, estos Atlas de los tiempos modernos se compla-
cen en dar la impresión de llevar a cuestas el globo terrestre y el
destino de la humanidad.

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La globalización: un subterfugio
La globalización es además un formidable subterfugio. Presentada
como una fuerza natural, inevitable e irresistible, permite a los dueños
de la economía disculparse por su falta de responsabilidad social,
ecológica y moral. A los dirigentes políticos les permite justificar su
inercia e incompetencia frente a los graves problemas que afectan al
planeta y a la sociedad. Les basta con esconderse detrás del eslogan:
"There is no altemative": iNo hay alternatival

Una nueva palabra para una nueva realidad

Con la aparición de las corporaciones transnacionales, las Business


Schools* estadounidenses son las primeras en percibir la importancia
del fenómeno que se perfila en el horizonte del mundo económico.
Aparecen entonces nuevos términos: negodos globales, mercado global,
liberalización global. Theodore Levitt, profesor de Harvard, acuña este
neologismo en un artículo publicado en el Harvard Business Review, en
1983. El estudio titulado "The GlobalizationofMarkets" llega a tiem-
po para denominar una manera inédita de organizar y administrar una
economía que hace del mundo entero su espacio de racionalidad y
que tiende a trascender los poderes estatales 12 • Globalización: la cosa
es nueva, la palabra también. Los estadounidenses, prácticos como
siempre, inventaron un nuevo concepto y una nueva palabra para com-
prender una nueva realidad.
Curiosamente, los diccionarios ingleses y estadounidenses aún se
muestran reticentes a aceptar este neologismo en sus páginas, a pesar
de que ha llegado a ser un lugar común. En una entrevista realizada
por Finances & Developpement, una publicación del FMI, Galbraith
hace una declaración sorprendente: "Soy consejero del American
Heritage Dictionary en materia de usos lingüísticos y, por su fealdad,
ino autorizo la palabra 'globalización'"13 1Como si el venerable econo-
mista, quien ha pasado toda su vida tratando de humanizar al capita-
lismo, no quisiera mirar de frente al capitalismo global que, efectiva-
mente, ha llegado a ser monstruoso.

* Instituciones de educación universitaria donde se enseñan las técnicas


de dirección y administración de empresas en los Estados Unidos.

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Mundialización y globJlización son dos conceptos distintos que
designan dos realidades afines pero diferentes. La mundialización de
los medios de comunicación, por ejemplo, puede calificarse de positi-
va para la humanidad, pues permite un intercambio beneficioso de
conocimientos, técnicas y valores. La globalización, por el contrario,
lleva consigo la concentración y el control de la información, del sa-
ber y de la cultura en manos de unas pocas firmas transnacionales.
La economía del siglo XIX era eminentemente mundial, pero no
global, mientras el sistema económico que toma forma al final del
siglo XX es global, e incluso globalitario*. La globalización no es, sin
embargo, una ruptura técnica con el pasado. Por el contrario, es el
resultado de un largo proceso de acumulación tecnológica y financie-
ra enraizada en la colonización mercantilista del mundo y en la pri-
mera expansión mundial del capitalismo. No obstante, existe una rup-
tura de continuidad entre el anterior sistema económico mundial y la
actual economía global que causa estragos en el planeta. Es la prime-
ra vez en la historia que se observa tal grado de acumulación de ri-
quezas y de poder en manos de un grupo tan reducido de individuos
que pretenden atribuirse el derecho de controlar, a través del merca-
do, todos los aspectos multiformes de la vida humana, la totalidad de
los recursos del globo y, por ende, el destino de la humanidad.

* Globalitario: contracción de "global" y "totalitario". Expresión creada


por Guy Beney y utilizada en el artículo 'Tordre par le désordre dans la société
globalitaire" , rhomme et la société, Montreal, diciembre de 1992.

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