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La expansión del Imperialismo y sus consecuencias a principios del siglo XX

Imperialismo y Colonialismo

De la información al conocimiento
El Colonialismo tiene su origen en la antigua Grecia, Roma y Fenicia, al controlar determinadas rutas
comerciales y productos.
La expansión del Imperialismo y sus consecuencias a principios del siglo XX

Probablemente has escuchado acerca del Reino Unido, Francia, Alemania,


Japón o Estados Unidos, países que se proyectan por su dinamismo
económico, poderío militar, por ser polos de atracción migratoria, su acelerada
comunicación con casi cualquier parte del mundo o la concentración del
conocimiento científico y tecnológico. Esta atención dirigida a determinados
países, en particular, a sus ciudades más grandes, es un fenómeno histórico
que se han desarrollado en los últimos siglos y continúa vigente. No es sólo un
fenómeno económico, también es político y cultural. La vida en las naciones
está vinculada a las condiciones generadas por el dominio comercial,
científico, tecnológico y lingüístico de los polos mundiales más
industrializados. En este modelo que en México se han adoptado, por ejemplo,
hábitos de consumo, pautas de entretenimiento, modismo del lenguaje y
productos tecnológicos provenientes, principalmente de Estados Unidos.
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¿Cómo llegamos a este punto de la historia?, ¿Cuál es el origen de esta


dinámica global? la respuesta se puede hallar en Europa. Ya que este
continente adquirió preponderancia global a partir del siglo XV, cuando sus
intelectuales y exploradores descubrieron que la Tierra se extendía más allá de
los confines del Viejo Continente. El encuentro con América representó un
cambio de perspectiva y de mentalidad e hizo posible la expansión colonialista
que explica en gran medida, la actual división geopolítica del mundo. Sin
embargo, es justo reconocer que el colonialismo es, por mucho, anterior al
encuentro de Europa con América. Los antiguos griegos, romanos y fenicios ya
ocupaban enclaves comerciales desde los cuales aseguraban el control de
ciertas rutas y productos.
La expansión del Imperialismo y sus consecuencias a principios del siglo XX

Después de que el imperio romano se desintegró, se sucedieron conquistas y


rivalidades que dieron origen a múltiples reinos, principados, ducados y uno
que otro imperio. Con la inquietud intelectual del Renacimiento, también
resurgió el colonialismo pero, esta vez, en su expresión mercantilista. España y
Portugal se expandieron en sus colonias americanas y los numerosos enclaves
comerciales que establecieron en África y Asia. Otras naciones como Holanda,
Francia o Gran Bretaña llevaron a cabo empresas coloniales, pero a menor
escala.
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El colonialismo que se configuró entre los siglos XV y XVIII estuvo marcado por
la lógica del mercantilismo, según la cual la riqueza radica en la posesión del
mayor número de tierras y metales preciosos. Las potencias colonialistas
recurrieron al modo de producción esclavista para obtener oro y plata, junto
con materias primas de valor como el algodón, el tabaco, el cacao, el café, la
caña de azúcar, etcétera. En América también se constituyeron sistemas de
explotación agrícola o de producción artesanal que involucran a la población
indígena. No obstante, al ser las monarquías europeas, propietarias de las
colonias, las segundas sólo podían comerciar con las primeras. El balance del
intercambio comercial siempre era desfavorable para las colonias.
La expansión del Imperialismo y sus consecuencias a principios del siglo XX

El colonialismo consiste, por tanto, en la expansión territorial y económica de


unos pueblos sobre otros. Esta expansión se acompañó de la explotación de
diversas materias primas y, en numerosas ocasiones, del poblamiento de las
colonias por habitantes de la metrópoli.El sistema colonialista propició la
articulación de una economía-mundo en torno a las metrópolis de Europa las
cuales, por su papel hegemónico, acumularon grandes capitales.
La expansión del Imperialismo y sus consecuencias a principios del siglo XX

El colonialismo tuvo su expresión de mayor alcance en el imperialismo. El


término “imperialismo” alude a la dominación económica, política y cultural de
unas naciones sobre otras, que se traduce en el enriquecimiento de las
metrópolis a costa de la explotación y despojo de las poblaciones dominadas.
El imperialismo implica, además, la competencia por abrir nuevos mercados.
Este fenómeno histórico surgió y se consolidó en el siglo XIX, aunque varios de
sus rasgos ya se dejaban sentir en los regímenes coloniales.
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A principios del siglo XIX, España y Portugal perdieron la mayor parte de sus
colonias en América, lo que les restó presencia frente a otras potencias. Surgió
entonces el indiscutible papel del protagónico de Gran Bretaña. Sin embargo,
éste se dio según las nuevas dinámicas del imperialismo, extendiendo su área
de influencia a regiones de África, Asia y Oceanía que se habían mantenido al
margen de las relaciones capitalistas
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A diferencia del colonialismo mercantilista, el imperialismo ya no buscaba


controlar las especies del sureste asiático o el oro de América. El imperialismo
es un fenómeno histórico que se deriva del capitalismo y de la Segunda
Revolución industrial, por tanto, dirigió la atención de las potencias europeas
hacia la apropiación de recursos estratégicos para la industria y aseguramiento
de nuevos mercados donde colocar sus productos. De esta forma, el
esclavismo se convirtió en un sistema poco funcional y obsoleto, pues los
habitantes de las colonias representaban fuerza de trabajo y, a la vez,
potenciales consumidores. Para que esta fórmula se diera era necesario que
se fomentará la aplicación de las clases obreras asalariadas y el campesinado
libre.
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En lo ideológico, el imperialismo tenía un propósito civilizador que difundió la


idea de que Europa era la culminación de la evolución humana, una idea de
superioridad cultural que asignaba a otros pueblos las denominaciones de
salvajes, atrasados o rústicos. Las lenguas, las religiones, las ciencias, las
artes y la tecnología europeas debían de ser una aspiración para el resto del
mundo. Esto legitimó los abusos cometidos en las colonias. Esta mentalidad
también está presente en otros países imperialistas que surgieron fuera de
Europa, como Estados Unidos y Japón.
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Ahora bien, es notable que este periodo de cambio tuviera por motor las
notables innovaciones tecnológicas del siglo XVIII. El imperialismo comenzó a
configurarse con la Revolución Industrial, episodio histórico en el que se
aceleraron los procesos de producción incrementando la demanda de materias
primas proveniente de las colonias lo que, a su vez, intensifica el intercambio
comercial.
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El sistema capitalista cayó en debacle por el agotamiento de los mercados. En


1873, los países capitalistas entraron en recesión económica, poniendo en
duda el modelo económico capitalista. Al no hallar más consumidores, los
productos bajaron de precio desalentando las inversiones y debilitando las
actividades económicas.
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En medio de tan precaria situación, se suscitó una Revolución Industrial. que


asoció el desarrollo tecnológico con el impulso de los procesos industriales.
Las comunicaciones y los transportes se considerarón indispensables para la
expansión de los mercados. Las vías férreas, por ejemplo. adquirieron un valor
estratégico para la transportación de mercancía y personas; sin dejar de lado el
tráfico marítimo en embarcaciones eficientes y de mayor capacidad. En
consecuencia, se redimensionó la importancia de ciertas materias primas; al
respecto cabe señalar el desplazamiento del hierro ante las cualidades del
acero, los nuevos productos de la industria química, tangencialmente, la
adopción del oro en las reservas financieras. La actividad agrícola no se quedó
atrás, pues ingresó a un proceso de mecanización que maximizó el
rendimiento de la tierra. Otros inventos, como el teléfono y la bombilla eléctrica,
transformaron la vida cotidiana, principalmente de zonas urbanas.
El control de los energéticos desencadenó encarniizados enfrentamientos: por el carbón primero, luego por el
petróleo.
La expansión del Imperialismo y sus consecuencias a principios del siglo XX

Tecnología y finanzas iban de la mano, mas no sin costos para la población.


Los monopolios buscaban. por distintos medios, eliminar la competencia de
las pequeñas empresas; la expansión territorial era, en realidad, una expansión
del mercado. De este modo se implementó la estrategía de extraer las materias
primas necesarias para la industria de las colonias, pero sin permitir su
industrialización. Para las colonias, la única alternativa era abastecerse de
bienes transformados o maquilados a través de metrópolis como Londres o
París. Junto con los monopolios, la dominación de los países imperialistas
igual se manifestó a través de la exportación de capitales. Los préstamos a los
pueblos colonizados y a los no colonizados creaban compromisos financieros
que terminaron por apuntalar el control sobre los países periféricos. El
endeudamiento se volvió una forma de dominación.
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Por consiguiente, el imperialismo no desplazó al colonialismo, sino que agregó


a las estrategias de explotación ya conocidas nuevos componentes de índole
económico y cultural. En lo económico, la concentración de capitales abrió
nuevos mercados por el mundo recurriendo a todo tipo de métodos, incluyendo
el monopolio, la exportación de capitales y la guerra. En lo político, dominaba el
prestigio que representaba contar con mayores posesiones coloniales, así
como la posibilidad de controlar el tráfico marítimo y terrestre.
Retrato de la burguesía de David Alfaro
La expansión del Imperialismo y sus consecuencias a principios del siglo XX

Una consecuencia inmediata del imperialismo fue el incremento de las


fricciones entre las potencias, cuando su expansión rebasó límites
insospechados. Se calcula que a principios del siglo XX al menos la mitad del
orbe estaba bajo el control de un puñado de potencias imperialistas,
configurando un complejo rompecabezas político que provocó numerosos
enfrentamientos hasta desembocar en la Primera Guerra Mundial. Previo a la
configuración mundial, estallaron tres conflictos emblemáticos en el contexto
del siglo XIX; las guerras del opio en China, la guerra anglo-bóer y la guerra
hispano-estadounidense. Cada una de ellas sacó a flote dos fuerzas
contrapuestas: por una parte, los mecanismos de dominación, por la otra, las
estrategías de resistencia de los pueblos colonizados.
Nada se olvida más despacio que una ofensa y nada más rápido que un favor

Martín Luther King

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