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Santiago, 7804-2007. Abuso de derecho como fuente de responsabilidad extracontractual
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Suprema, 12037-2013. Ejercicio abusivo de acción que persigue doblemente un pago
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Santiago, 6451-2008. Abuso del derecho al no evitarse daño inminente por actividad del agente
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Concepción, 982-2007. Abuso del derecho exige dolo civil. Ejercicio de acción judicial
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Suprema, 5137-2006. No es posible abuso de un derecho en contra de otro derecho
Citas de Doctrina
1.- Barros, Enrique. “Tratado de Responsabilidad Extracontractual”. Editorial Jurídica de
Chile. Pág. 648
2.- Rodríguez, Pablo. “El Abuso del Derecho y El Abuso Circunstancial”. Editorial Jurídica,
2004, pág. 138
Línea Jurisprudencial
La teoría del abuso del derecho se ha ido desarrollando en las sentencias de las Cortes. A
continuación, describimos los fundamentos y los ámbitos de aplicación que señala la
jurisprudencia.
1.- Abuso de derecho como fuente de responsabilidad extracontractual
La doctrina mayoritaria en nuestro país, que cuenta entre sus autores a los profesores
Arturo Alessandri Rodríguez, Fernando Fueyo Laneri y Enrique Barros Bourie, aceptan el
abuso de derecho como fuente de responsabilidad extracontractual, el primero, al
entender que se genera cuando su titular lo ejerce dolosa o culpablemente, con la
intención de dañar o sin la diligencia o cuidado que los hombres emplean ordinariamente
en sus actos o negocios propios ( "De la responsabilidad civil extracontractual, Ed.
Jurídica."); el segundo, en su proposición de tratar la materia en la Parte General o Título
Preliminar del Código Civil, de modo que "Los derechos subjetivos, públicos y privados,
no podrán ejercitarse abusivamente, sino conforme a las exigencias de la buena fe, el
orden público y las buenas costumbres imperantes..." ("Instituciones de Derecho Civil
Moderno"); y el profesor Barros, que lo considera "el límite interno de las pretensiones que
el derecho invocado confiere a su titular" ("Tratado de responsabilidad extracontractual"
Ed. Jurídica de Chile) (Corte de Apelaciones de Santiago, 30 de julio de 2007, Rol 7804-
2007).
2.- Abuso del derecho al no evitarse daño inminente por actividad del agente
En el momento mismo en que se advierta un daño inminente, debe obligatoriamente
adoptarse todas las medidas necesarias para evitarlo, debiendo incluso proceder a
suspender la operación en caso necesario. En efecto, sostener lo contrario importaría
autorizar el abuso del derecho en perjuicio de terceros, lo que, por cierto, no tiene cabida
dentro de nuestra legislación.
Apareciendo de los antecedentes de autos que Endesa, al momento en que debió
necesariamente advertir la inminencia de los daños que la evacuación de las aguas
causaría a terceros, no adoptó las medidas pertinentes en orden a evitar que este daño se
concretara, incurrió en una conducta culpable, lo que la obliga a reparar el perjuicio
causado con su actuar negligente, toda vez que conforme a lo prescrito en el artículo
2329 del Código Civil, toda daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra
persona, debe ser reparado por ésta (Corte de Apelaciones de Santiago, 29 de diciembre
de 2009, Rol 6451-2008).
3.- Abuso del derecho exige dolo civil. Ejercicio de acción judicial
La doctrina del abuso del derecho asume que el ejercicio de un derecho puede ser ilícito,
aunque el titular actúe dentro de los límites externos que establece el respectivo
ordenamiento normativo y sólo puede ser invocada cuando el comportamiento del titular
atenta contra estándares mínimos de conducta.
El ejercicio abusivo de la acción judicial puede dar lugar a la responsabilidad civil
extracontractual.
Así, cuando el ejercicio del derecho resulta abusivo, usualmente será también culpable o
doloso en los términos exigidos por la ley para que proceda la responsabilidad
extracontractual por los daños causados a terceros.
De este modo, por la sola aplicación de las reglas generales sobre responsabilidad
extracontractual, resulta obligado a indemnizar quien en ejercicio abusivo de su derecho
daña a otro, sea que haya actuado con dolo, sea que simplemente haya incurrido en
notoria desconsideración de un deber implícito de cuidado (culpa).
Así el ejercicio abusivo del derecho no es sino una especie de ilícito civil.
Este es también el sentido que la jurisprudencia da al ejercicio abusivo de un derecho.
Se ha fallado que el ejercicio de un derecho, si de él deriva daño mediante dolo o culpa,
se transforma en la comisión de un delito o cuasidelito civil que, como fuente de
obligaciones se rige por los preceptos del Título XXXV del Libro IV del Código Civil;
también se ha entendido que la teoría de abuso del derecho se funda en el ejercicio
doloso o culposo de un derecho y constituye un ilícito especial del que nuestra legislación
positiva nos otorga varios ejemplos.
Lo característico del abuso del derecho es que la conducta o acción de la cual deriva la
responsabilidad consiste precisamente en el ejercicio antijurídico.
La conducta, al igual que cualquier otra, resulta ser dolosa o culposa de acuerdo al
régimen general de responsabilidad.
En este sentido, para atribuir responsabilidad, es posible distinguir dos tipos de abuso del
derecho: el ejercicio doloso y el ejercicio culpable de un derecho (E. Barros, Tratado de
Responsabilidad Extracontractual, página 648).
En general, la jurisprudencia es constante en someter el ejercicio del derecho a las reglas
de la responsabilidad civil y exigir dolo o culpa para que se genere la obligación
indemnizatoria.
Luego de dejar asentada las opiniones sobre el tema de los profesores Pablo Rodríguez
Grez en sus trabajos sobre La relatividad jurídica y La obligación como deber de conducta
típica y Fernando Fueyo Laneri en su libro Instituciones de Derecho Civil Moderno, de las
que se desprende un ámbito de aplicación más amplio de la doctrina sobre abuso del
derecho, la Excma. Corte Suprema de Justicia en fallo publicado en la Revista de
Derecho y Jurisprudencia Tomo 89, segunda parte, sección segunda, página 177, ha
resuelto: Que cualquiera que sea el ámbito de aplicación de la doctrina sobre el abuso del
derecho, dolo, culpa o negligencia, irracionalidad en su ejercicio, falta de interés o
necesidad legítimos, intención del agente en perjudicar, o con desvío de los fines de la
institución o para los que fue concebida e incluso, aplicado a procedimientos judiciales, es
evidente que, de parte del agente causante del mal, debe existir un ánimo manifiesto de
perjudicar o una evidente falta de interés o de necesidad de lo que promueva o un actuar
motivado por el afán de causar un perjuicio a su contraparte o cocontratante.
Esa intención de perjudicar no sólo debe manifestarse, como es lógico, cuando se actúa
en la órbita de la irresponsabilidad extracontractual, sino que también para el caso en que
el acto se ejecute excediendo el inter Que cualquiera que sea el ámbito de aplicación de
la doctrina sobre el abuso del derecho, dolo, culpa o negligencia, irracionalidad en su
ejercicio, falta de interés o necesidad legítimos, intención del agente en perjudicar, o con
desvío de los fines de la institución o para los que fue concebida e incluso, aplicado a
procedimientos judiciales, es evidente que, de parte del agente causante del mal, debe
existir un ánimo manifiesto de perjudicar o una evidente falta de interés o de necesidad de
lo que promueva o un actuar motivado por el afán de causar un perjuicio a su contraparte
o cocontratante.
Esa intención de perjudicar no sólo debe manifestarse, como es lógico, cuando se actúa
en la órbita de la irresponsabilidad extracontractual, sino que también para el caso en que
el acto se ejecute excediendo el interés jurídicamente protegido (Corte de Apelaciones de
Concepción, 22 de enero de 2008, Rol 982-2007).
4.- No es posible abuso de un derecho en contra de otro derecho
El abuso de derecho se produce cuando se excede el interés jurídicamente protegido por
el derecho positivo, al actuar más allá o fuera del interés que el ordenamiento legal
permite realizar, por consiguiente, no se abusa del derecho, sino en apariencia, de un
espejismo, de una sombra que no corresponde a una realidad concreta el abuso como se
propone, sólo puede proyectarse en una zona en la cual el derecho no existe (Pablo
Rodríguez Grez, El Abuso del Derecho y El Abuso Circunstancial, Editorial Jurídica, 2004,
página 138).
No existe por tanto ni puede haber abuso alguno si el interés que se procura alcanzar y se
realiza está comprendido dentro de los limites proyectados en la norma.
El amplio señorío que confiere el dominio sobre una cosa, sin embargo, está limitado por
la ley y el derecho ajeno (artículo 582 del Código Civil).
La doctrina y parte de la jurisprudencia no han tenido inconvenientes en precisar que
dentro de las restricciones genéricas al dominio se encuentra el abuso del derecho, que
en su concepción más básica origina responsabilidad respecto de quien, en ejercicio de
un derecho propio, lesiona intereses ajenos.
Siguiendo la doctrina y jurisprudencia se puede decir que constituyen elementos del
abuso del derecho:
a) Que exista la adquisición, ejercicio o disposición de un derecho;
b) Que se realice una acción u omisión relacionada con ese derecho, que reúna todas las
exigencias que la ley establece;
c) Que de la actuación u omisión se origine daño a intereses legítimos de otras personas;
d) Que el acto abusivo ocasiones perjuicios a terceros de manera desproporcionada;
e) Que ese interés legítimo no sea reconocido como un derecho;
f) Que el interés legítimo no esté protegido por una específica prerrogativa jurídica;
g) Que en el daño ocasionado pueda establecerse imputabilidad, la que debe estar
sustentada la transgresión a la moral o buenas costumbres, dadas por fundamentos de
inmoralidad o antisocialidad;
h) Que el elemento de imputación se manifieste de manera subjetiva (intención) o de
manera objetiva (actuación);
i) Que el daño permita su reparación en naturaleza o por equivalencia, sobre la base de la
responsabilidad extracontractual (artículo 2314 del Código Civil) o por existir objeto o
causa ilícita en sede contractual, derivado del artículo 1467 del mismo Código.
El abuso del derecho se puede configurar respecto de la afectación de intereses
relevantes, pero nunca en el ejercicio de un derecho en contra de otro derecho, pues en
este caso existe colisión de ellos (Corte Suprema, 22 de agosto de 2008. Rol 5137-2006).
5.- Ejercicio abusivo de acción que persigue doblemente un pago
Deberá rechazarse este recurso bajo la doctrina del abuso del derecho y de la buena fe.
Los citados principios, reconocidos ampliamente en la doctrina y jurisprudencia nacional y
comparada, permite desechar una pretensión de ejercicio de un derecho, cuando, de una
manera ostensible o manifiesta, como es el caso de autos, tal derecho se ejercita al
margen de la razonabilidad y desviándose de su objeto y función, es decir, rompiendo los
parámetros de la normalidad y de la finalidad que la ley lo configura y con daño a
terceros.
En este caso, qué duda puede existir que no puede ampararse al demandante cuando
pretende asilarse en la aplicación de un derecho a recibir el pago por la reducción del
capital de la sociedad la cual pertenecía, luego que haber ejercitado su derecho a retiro y
haber recibido el pago de esas acciones.
CUARTO: Que los recurrentes sostienen que la sentencia de segundo grado que confirmó el fallo de primera
instancia, rechazando en definitiva la demanda de autos, ha sido dictada con infracción de disposiciones
legales respecto de cada una de las siete acciones ejercidas en autos, según pasa a explicar:
1.- Respecto de la demanda de nulidad absoluta de la compraventa de
19 de junio de 1991: Estiman infringidos los artículos 1445, 1749 y 2116 del Código Civil.
Señalan que el artículo 1445 del Código Civil se ha vulnerado en una triple dimensión, porque la voluntad de
la parte vendedora se forma por la comparecencia del marido con la autorización de la mujer y no en la forma
en que se pretende en la escritura de compraventa de 19 de junio de 1991, en que compareció la mujer y
autorizó el marido, transgrediéndose de esta forma, además, el artículo 1749 del mismo código.
Añaden que se infringe la aludida norma en segundo lugar, por falta de voluntad de quien aparece como
vendedora, pues ella formó parte del plan urdido por Inmobiliaria Nabco Ugarte S.A.
Finalmente, afirman, se vulnera el citado artículo 1445 por falta de voluntad de quien aparece como
compradora, dado que ella actuó como mandataria de Nabco, contraviniendo también de esta forma el
artículo 2116 del Código Civil.
2.- Respecto de la demanda de indemnización de perjuicios interpuesta conjuntamente con la anterior:
Estiman infringidos los artículos 6, 7, 73 y 76 de la Constitución Política de la República y 10, 1555 y 1557 del
Código Civil.
Señalan que se ha infringido los artículos 6 y 7 de la Carta Fundamental por cuanto el tribunal no se ha
sometido a la Constitución y a las leyes para dictar sentencia, atribuyéndose a sí mismo facultades o
atribuciones que ninguna ley le ha concedido expresamente, con lo que su actuar ha sido nulo a tal respecto y
de ningún valor.
Por otra parte, sostienen, se ha dejado sin fallar aquello que se ha sometido a su decisión, infringiendo de
este modo el artículo 73 de la Constitución, lo que ha significado, además, denegación de justicia con
infracción al artículo 76 de la Carta Fundamental. Agregan que toda obligaci ón de no hacer una cosa se
resuelve en la de indemnizar perjuicios de conformidad a lo previsto en el artículo 1555 del Código Civil, de
modo que los contratantes reales o aparentes de la compraventa de 19 de junio de 1991 no podían celebrarla
como parte de la maniobra urdida por Inmobiliaria Nabco Ugarte S.A. que culminaría en la constitución de la
pretendida servidumbre perpetua de vista, razón por la cual los perjuicios se les deben desde “el momento de
la contravención”, esto es, desde el 19 de junio de 1991.
3.- Respecto de la demanda de nulidad absoluta de la compraventa de 27 de agosto de 1991: Estiman
infringidos los artículos 1445, 1462, 1467 y 1816 del Código Civil.
Argumentan que se vulnera el artículo 1445 del Código Civil por cuanto la parte que aparece como
vendedora no lo es, pues es la mandataria de la compradora y la parte que aparece como compradora
tampoco resulta ser tal, por ser és ta mandantede aquella.
Sustentan la transgresión del artículo 1462 del mismo código por cuanto la compraventa de 27 de agosto de
1991 efectuada como parte de la maniobra urdida por Nabco, contraviene el derecho público chileno.
Justifican la infracción del artículo 1467 del aludido cuerpo normativo por lo mismo señalado
precedentemente, ahora referida al objeto ilícito y la del artículo 1816 del mismo código, en el hecho que con
tal compraventa Nabco aparece comprando una cosa propia, situación que afirman, no tiene validez.
Señalan que las aludidas infracciones han influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo, pues éste tiene
por válida dicha compraventa en circunstancias que le afectan las causales de nulidad absoluta de falta de
voluntad, de objeto ilícito y de causa ilícita.
4.- Respecto de la indemnización de perjuicios interpuesta conjuntamente por la demanda anterior: Estiman
infringidos los artículos 6, 7, 73 y 76 de la Constitución Política de la República y 10, 1555 y 1557 del Código
Civil.
Señalan que se ha infringido los artículos 6 y 7 de la Carta Fundamental por cuanto el tribunal no se ha
sometido a la Constitución y a las leyes para dictar sentencia, atribuyéndose a sí mismo facultades o
atribuciones que ninguna ley le ha concedido expresamente, con lo que su actuar ha sido nulo a tal respecto y
de ningún valor.
Por otra parte, sostienen, se ha dejado sin fallar aquello que se ha sometido a su decisión, infringiendo de
este modo el artículo 73 de la Constitución, lo que ha significado, además, denegación de justicia con
infracción al artículo 76 de la Carta Fundamental.
Agregan que toda obligación de no hacer una cosa se resuelve en la de indemnizar perjuicios de conformidad
a lo previsto en el artículo 1555 del Código Civil, de modo que los contratantes reales o aparentes de la
compraventa de 19 de junio de 1991 no podían celebrarla como parte de la maniobra urdida por Inmobiliaria
Nabco Ugarte S.A. que culminaría en la constitución de la pretendida servidumbre perpetua de vista, razón
por la cual los perjuicios se les deben desde ?el momento de la contravención?, esto es, desde el 19 de junio
de 1991.
5.- Respecto de la demanda de nulidad absoluta de los contratos promesa de compraventa de los
“dieciochavos”: Estiman infringidos los artículos 820 y 1461 del Código Civil.
Señalan que se transgrede el artículo 820 del citado cuerpo legal, por cuanto la sentencia prescinde
enteramente de la definición legal de servidumbre al sostener que para la constitución de la misma no se
requiere que los predios dominante y sirviente sean de distinto dueño. Agregan que se vulnera el artículo
1461 del mismo código pues sobre espacios comunes respecto de los cuales los demandantes tienen el
ochenta por ciento de los derechos y que no están regidos por la Ley 6.071, el actual dueño Inmobiliaria
Nabco Ugarte S.A. y los pretendidos dueños futuros, pretenden constituir una servidumbre perpetua de vista
en beneficio del inmueble de Malaga Nº 223, lo que es contrario al orden público. Sostienen que tales
infracciones influyeron sustancialmente en lo dispositivo del fallo, pues la sentencia sobre la base de que las
promesas de compraventa habían cumplido con la ley, las tiene por válidas en circunstancias que a la
servidumbre de vista le afectan las causales de nulidad ya indicadas.
6.- Respecto de las demandas de indemnización de perjuicios interpuesta conjuntamente con la anterior y de
indemnización de perjuicios interpuesta subsidiariamente: Estiman infringidos los artículos 6, 7, 73 y 76 de la
Constitución Política de la República y 10, 1555 y 1557 del Código Civil.
Señalan que se ha infringido los artículos 6 y 7 de la Carta Fundamental por cuanto el tribunal no se ha
sometido a la Constitución y a las leyes para dictar sentencia, atribuyéndose a sí mismo facultades o
atribuciones que ninguna ley le ha concedido expresamente, con lo que su actuar ha sido nulo a tal respecto y
de ningún valor.
Por otra parte, sostienen, se ha dejado sin fallar aquello que se ha sometido a su decisión, infringiendo de
este modo el artículo 73 de la Constitución, lo que ha significado, además, denegación de justicia con
infracción al artículo 76 de la Carta Fundamental.
Agregan que toda obligación de no hacer una cosa se resuelve en la de indemnizar perjuicios de conformidad
a lo previsto en el artículo 1555 del Código Civil, de modo que los contratantes reales o aparentes de la
compraventa de 19 de junio de 1991 no podían celebrarla como parte de la maniobra urdida por Inmobiliaria
Nabco Ugarte S.A. que culminaría en la constitución de la pretendida servidumbre perpetua de vista, razón
por la cual los perjuicios se les deben desde “el momento de la contravención”, esto es, desde el 19 de junio
de
1991;
QUINTO: Que para una adecuada comprensión del asunto, se hace necesario efectuar una brevísima
reseña de los antecedentes del proceso, a saber:
1.- Por escritura pública de compraventa de 29 de agosto de 1974 celebrada entre doña Ingrid Eva Lavasier
Klimn y doña Mirelle Leonor González Boccaloni, la segunda adquirió el dominio del inmueble de calle Malaga
Nº 323-C, de la comuna de Las Condes y derechos proporcionales sobre bienes comunes, efectuándose la
correspondiente inscripción a fojas 22.661 Nº 27.700 del Registro de Propiedad del Conservador de Bienes
Raíces de Santiago correspondiente al año 1974.
2.- Con fecha 19 de junio de 1991 doña Mirelle Leonor González Boccaloni y doña María Cristina Trabucco
Ponce celebraron una escritura pública de compraventa del citado inmueble, el que fue inscrito a nombre de la
compradora a fojas 29.086 Nº 26.885 del Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces de
Santiago correspondiente al año 1991.
3.- Por compraventa celebrada con fecha 27 de agosto de 1991 doña María Cristina Trabucco Ponce vendió y
transfirió la propiedad del aludido inmueble a Inmobiliaria Nabco Ugarte S.A., representada para estos efectos
por don José Ramón Ugarte Gurruchaga y por don Mario Santiago Naretto Cassanello, inscribiéndose el
dominio a nombre de la compradora a fojas 53.659 Nº 47.933 del Registro de Propiedad del Conservador de
Bienes Raíces de Santiago correspondiente al año 1991.
4.- Con ocasión de la comercialización del edificio de calla Malaga Nº 223 de propiedad de Inmobiliaria Nabco
Ugarte S.A., se celebraron dieciocho contratos de promesa de compraventa -y posteriormente de
compraventa- con los adquirentes de los departamentos, los cuales contenían también la promesa de vender,
ceder y transferir un ?dieciochavo? de los derechos de dominio en la propiedad de calle Málaga 232, casa C,
más los derechos que proporcionalmente correspondan en los bienes comunes consistentes en dos espacios
en forma irregular comunicados entre sí, uno de los cuales es un patio destinado al estacionamiento de
automóviles y el otro es una porción destinada a jardín.
SEXTO: Que para un adecuado análisis de los errores de derecho invocados por el recurrente de casación,
cabe tener presente que la cita
de las disposiciones legales denunciadas, expuestas previamente en el motivo cuarto y las explicaciones
esgrimidas en apoyo de sus afirmaciones en tal sentido, tienen por objeto argumentar fundamentalmente: 1.-
la existencia de vicios de nulidad absoluta que afectarían a los contratos celebrados respecto del inmueble de
calle Malaga Nº 232, casa C, de la comuna de Las Condes con fechas 19 de junio de 1991, 27 de agosto de
ese mismo año y con posterioridad, con ocasión de la comercialización del edificio de calle Malaga Nº 223, en
la medida que ellos incluyan la transferencia de derechos proporcionales sobre el primero de los bienes raíces
y sobre derechos en los bienes comunes del resto del inmueble de Malaga 232; 2.- la existencia de daños y
perjuicios originados a los actores con ocasión de la celebración de los referidos contratos;
SEPTIMO: Que luego de lo dicho, resulta que las infracciones que el recurrente estima se han cometido por
los jueces del fondo persiguen desvirtuar los supuestos fácticos fundamentales asentados por aquellos,
mediante el establecimiento de nuevos hechos, que pese a lo sostenido, no fueron asentados por los jueces
del mérito, toda vez que no fue establecido ninguno de los supuestos de hecho en que los actores fundan los
vicios en que sustentan sus acciones de nulidad, ni igualmente los presupuestos fácticos que harían
procedentes las indemnizaciones de perjuicios solicitadas conjunta y/o subsidiariamente con las demandas de
nulidad absoluta intentadas. Dicho lo anterior, resulta pertinente recordar que solamente los jueces del fondo
se encuentran facultados para establecer los hechos de la causa y que efectuada correctamente dicha labor,
habiéndose establecido éstos con sujeción al mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por las partes,
interpretación y aplicación de normas atinentes al caso en estudio, ellos resultan inamovibles para este
tribunal, conforme alo previsto en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, no siendo posible su
revisión por la vía de la nulidad que se revisa, al no haberse impugnado el fallo recurrido denunciando
infracción a leyes reguladoras de la prueba, lo que lleva a concluir que este recurso no puede prosperar;
OCTAVO: Que corresponde recordar al recurrente que la solicitud de nulidad de oficio solicitada a fojas 756
fue resuelta en el segundo acápite de la parte resolutiva de la sentencia de primer grado, que no fue apelada,
puesto que el recurso se limitó a pedir que se dejara sin efecto la decisión tercera del fallo de primer grado, de
forma tal que no ha podido extenderse a tal capítulo la nulidad de fondo en contra de la sentencia de segunda
instancia que solo se limitó a confirmarlo sin modificaciones.
NOVENO: Que sin perjuicio de lo señalado y únicamente a mayor abundamiento, cabe recordar que la
propiedad es el derecho que confiere al sujeto el poder más amplio sobre una cosa y que en principio, lo
faculta para apropiarse, en forma exclusiva, de todas las utilidades que el bien es capaz de proporcionar.
En este orden de ideas, la doctrina ha discutido históricamente la correspondencia exacta entre los concepto
de propiedad y dominio, habiendo señalado el autor italiano Ruggiero sobre el particular que la palabra
dominio tiene un sentido predominantemente subjetivo, pues implica la potestad o poder que sobre la cosa
corresponde al titular; y la palabra propiedad lo tiene predominantemente objetivo, como quiera que acentúa
el hecho de la pertenencia de la cosa a la persona (Ruggiero, “Instituciones de Derecho Civil”, Tomo I, Madrid,
1929, pagina 522).
Nuestro Código Civil por su parte, entendió a ambas palabras como sinónimos, definiéndolas en el artículo
582 como “el derecho real en una cosa corporal, para gozar y disponer de ella arbitrariamente; no siendo
contra ley o contra derecho ajeno”.
En cuanto a las facultades inherentes al dominio cabe señalar que ellas son “posibilidades o poderes que, al
ejercitarse, permiten el aprovechamiento económico del derecho. No constituyen en si mismas derechos
subjetivos, sino poderes secundarios de actuación que dependen del derecho o poder principal”. (Arturo
Alessandri Rodríguez, Manuel SomarrivaUndurraga, “Derecho Civil”, Tomo II, De los Bienes, Editorial
Nascimiento, 1957, Nº 6.958, pagina 152).
Se ha entendido que las facultades del dominio pueden ser clasificadas entre aquellas de orden material -uso,
goce y consumo físico de la cosa- y las de tipo jurídico, entendiendo entre ellas la de disposición, facultad que
se ha definido como el poder del sujeto de desprenderse del derecho que tiene sobre la cosa, sea o no a favor
persona, y sea por un acto por causa de muerte o por uno entre vivos. Son formas de disposición la renuncia,
el abandono y la enajenación. Por su parte la enajenación, en un sentido amplio, es todo acto de disposición
entre vivos por el cual el titular transfiere su derecho a otra persona o constituye sobre él un nuevo derecho a
favor de un tercero, que viene a limitar o gravar el suyo ya existente. En un sentido estricto, la enajenación es
el acto por el cual el titular transfiere su derecho a otra persona.
El principio de la libertad de disposición forma parte de un principio de orden público, el de la libertad de
comercio, y constituye la regla general en nuestro derecho, habiendo sido consagrado en diversos preceptos
a nivel legal y constitucional.
DECIMO: Que sobre el particular, cabe reflexionar que lo reprochado por los actores se reduce, en la práctica,
al ejercicio del derecho de disposición que han ejercitado los sucesivos dueños del inmueble de calle Malaga
Nº 232, casa C, de la comuna de Las Condes, doña Mirelle González Boccaloni, doña María Cristina
Trabucco Ponce e Inmobiliaria Nabco Ugarte S.A., y a aquel que harán sus actuales o futuros propietarios,
quienes -en cuanto aquello pudo empecerles-, procurando satisfacer un derecho de vista de los propietarios
de los departamentos del edificio de calle Malaga Nº 223, han convenido primero las sucesivas transferencias
del derecho de propiedad de la aludida casa C y aceptado después inmovilizar parcialmente el ejercicio del
derecho de enajenación a su respecto.
UNDECIMO: Que la alegación de los actores, en cuanto a que dichos hechos constituirían un abuso de
derecho es incorrecta, toda vez que esta Corte entiende que aquel se produce cuando se excede el interés
jurídicamente protegido por el derecho positivo, al actuar más allá o fuera del interés que el ordenamiento
legal permite realizar, “por consiguiente, no se abusa del derecho, sino en apariencia, de un espejismo, de
una sombra que no corresponde a una realidad concreta “el abuso como se propone, sólo puede proyectarse
en una zona en la cual el derecho no existe” (Pablo Rodríguez Grez, “El Abuso del Derecho y El Abuso
Circunstancial”, Editorial Jurídica, 2004, pagina 138).
No existe por tanto ni puede haber abuso alguno si el interés que se procura alcanzar y se realiza está
comprendido dentro de los limites proyectados en la norma.
DUODECIMO: Que el amplio señorío que confiere el dominio sobre una cosa, sin embargo, está limitado por
la ley y el derecho ajeno (artículo 582 del Código Civil). La doctrina y parte de la jurisprudencia no han tenido
inconvenientes en precisar que dentro de las restricciones genéricas al dominio se encuentra el abuso del
derecho, que en su concepción más básica origina responsabilidad respecto de quien, en ejercicio de un
derecho propio, lesiona intereses ajenos. Siguiendo la doctrina y jurisprudencia se puede decir que
constituyen elementos del abuso del derecho: a) Que exista la adquisición, ejercicio o disposición de un
derecho; b) Que se realice una acción u omisión relacionada con ese derecho, que reúna todas las exigencias
que la ley establece; c) Que de la actuación u omisión se origine daño a intereses legítimos de otras
personas; d) Que el acto abusivo ocasiones perjuicios a terceros de manera desproporcionada; e) Que ese
interés legítimo no sea reconocido como un derecho; f) Que el interés legítimo no esté protegido por una
específica prerrogativa jurídica; g) Que en el daño ocasionado pueda establecerse imputabilidad, la que debe
estar sustentada la transgresión a la moral o buenas costumbres, dadas por fundamentos de inmoralidad o
antisocialidad; h) Que el elemento de imputación se manifieste de manera subjetiva (intención) o de manera
objetiva (actuación); i) Que el daño permita su reparación en naturaleza o por equivalencia, sobre la base de
la responsabilidad extracontractual (artículo 2314 del Código Civil) o por existir objeto o causa ilícita en sede
contractual, derivado del artículo 1467 del mismo Código.
DECIMO TERCERO Que las mínimas reflexiones antes expresadas dejan en claro que el abuso del derecho
se puede configurar respecto de la afectación de intereses relevantes, pero nunca en el ejercicio de un
derecho en contra de otro derecho, pues en este caso existe colisión de ellos. De esta forma en el presente
caso no ha existido un abuso del derecho, que ha sido la situación planteada por el actor en la causa y en su
recurso.
DECIMO CUARTO: Que, consecuentemente, los errores de derecho en que se hacen consistir las
infracciones legales denunciadas, no se han cometido, por lo que el recurso en estudio debe ser
desestimado.
Por estas consideraciones y lo preceptuado en los artículos 765, 767 y 768 del Código de Procedimiento Civil,
se rechazan los recursos de casación en la forma y en el fondo, deducidos ambos a fojas 1.245, por el
abogado don Marcelo Banfi Piazza, en representación de la parte demandante, en contra de la sentencia de
tres de agosto de dos mil seis, escrita a fojas 1.244.
Acordada con el voto en contra del ministro señor Muñoz, quien estuvo por acoger el recurso de casación en
el fondo, anular la sentencia de segundo grado y dictar fallo de reemplazo, separadamente a continuación,
pero sin previa vista de la causa, por la que se revoca la decisión de primera instancia, en cuanto rechaza la
demanda de nulidad e indemnización de perjuicios, resolviendo, en su lugar, que se las acoge, por las
siguientes argumentaciones:
1°.- Que son aspectos de hecho no discutido en autos y expresamente reconocidos por las demandadas: a)
que Mirelle González Boccaloni compró la casa C del condominio ubicado en calle Málaga N° 232, comuna de
Las Condes y el veinte por ciento de los bienes comunes de la propiedad el 29 de agosto de 1974 a Ingrid
Eva Lavasier Klimm, la que se inscribió en el Conservador de Bienes Raíces de Santiago. Bien raíz que
vendió a María Cristina Trabuco Ponce el 19 de junio de 1991, escritura pública que se inscribió ante el citado
Conservador, quien lo adquirió por encargo de Inmobiliaria Nabco Ugarte S. A., pues no se deseaba que
apareciera una
Inmobiliaria adquiriendo el inmueble, pues se podía elevar su valor; María Cristina Trabuco Ponce, con fecha
27 de agosto del mismo año vendió la propiedad a la Inmobiliaria Nabco Ugarte S. A, representada por José
Ramón Ugarte Gurruchaga y Mario Santiago Naretto Cassanello, compraventa que fue igualmente inscrita en
el Conservador de Bienes Raíces de Santiago; b) que en el año 1993 Inmobiliaria Nabco Ugarte S.A.
construyó un edificio de altura en el inmueble de calle Malaga Nº 223 y que para facilitar su comercialización
compró la casa C del conjunto habitacional ubicado en la acera del frente del edificio en calle Malaga Nº 232 y
los derechos equivalentes al veinte por ciento sobre los espacios comunes que corresponden al propietario de
la casa C, con el propósito de evitar que frente al edificio, al menos en parte, se construya otro que lo privara
de vista, luz y sol, asegurando dicha inversión a Inmobiliaria Nabco Ugarte S.A. que mientras sea la dueña de
la referida casa C, en el referido inmueble no se construirá nada mientras ella así no lo decida; c) que todos
los departamentos del edificio de calle Malaga Nº 223 estuvieron prometidos vender y se vendieron, pactan do
que para materializar jurídicamente el propósito tenido a la vista e indicado anteriormente, que a medida que
Nabco formalizó las promesas de compraventa de los departamentos, prometió también vender a los
promitentes compradores derechos proporcionales en la casa C y en su proporción de derechos en los bienes
comunes, dejando establecido un derecho de servidumbre voluntario de vista sobre la casa C como predio
sirviente en favor del inmueble de calle Malaga Nº 223 como predio dominante; d) que Maria Cristina Ponce
Trabucco es madre de Franco Bozzalla Trabucco, quien a la fecha de los hechos era Director de Nabco
Ugarte S.A.
2°.- Que la propiedad ha sido entendida y reglamentada principalmente en su concepción pública y privada,
regulando, como derecho: el acceso a ella o adquisición; los modos de adquirir; su uso, gestión y
administración; beneficio o goce, y su disposición o destrucción. Esta regulación tiene por objeto procurar la
mayor realización de las personas en su concepción individual y social, para lo cual se le dota a sus titulares
de un conjunto de potestades que conforman un señorío que abarca todos los aspectos indicados.
3°.- Que a la propiedad, además, se la entiende como deber o responsabilidad que busca obtener beneficios
colectivos por el uso racional, eficiente y eficaz de los derechos. Se complementa así el conjunto de
potestades otorgadas a sus titulares, con el interés y funcionalidad pública que debe prestar a la sociedad. La
concepción indiv idual o derecho de propiedad se vincula con la dimensión social y el derecho a la propiedad.
La política al interior y entre los estados ha sido determinada por la concepción que se tiene por las
autoridades en relación con la propiedad, la cual se encuentra reglamentada por el derecho constitucional y
con mayor detalle por el derecho civil. Se la ha regulado desde la antigüedad y en nuestro derecho nacional,
por los textos constitucionales, comenzando por el Reglamento Constitucional de 1812 y concluyendo en las
Constituciones de 1833, 1925 y 1980, conformándose subcomisiones especiales para determinar el contenido
de las garantías con que se le ha dotado.
El Sistema de Fuentes del Derecho se refiere a la propiedad. En efecto, se ha preocupado la Constitución,
con todos los principios asociados al constitucionalismo, en especial su jerarquía; aplicación directa;
interpretación conforme a ella; interpretación progresiva, que impide regresar a aspectos ya reconocidos;
efecto derogatorio; ininvocabilidad de otras fuentes que tiendan a desconocerla, entre otros. La ley, que se
encarga especialmente de desarrollar, con mayor detalle, esos principios y el derecho propiamente tal, sea
como derecho real o personal, sus limitaciones y cargas.
Las potestades que otorga el dominio a su titular lo limita la ley y el derecho ajeno (artículo 582), lo cual
permite desarrollar la teoría de la responsabilidad derivada del hecho que en su ejercicio no se pueden
lesionar intereses o derecho ajenos. De esta forma se dejan de lado las teorías basadas en el individualismo
jurídico, que en tales casos plantea una solución contraria, dando paso a concepciones, que tienen su punto
de partida en la equivalencia de interese, que miran a la utilización finalista de los derechos, batiendo en
retirada la legitimación del uso arbitrario de los derechos o cuando se ha tenido, precisamente, la intención de
dañar a otro con su ejercicio, por lo que se aparta de cuanto protege el derecho e importa una actuación que
atenta en contra del empleo racional de los mismos, acción que corresponde reprimir.
Ha sido la ley, la doctrina y la jurisprudencia, la que han ido dando pasos sostenidos en orden a establecer la
unidad de la responsabilidad, conceptualizándola en un hecho ilícito, que excede la teoría clásica del dolo y
culpa en la determinación del elemento de imputación,el que se encuentra en la transgresión de ciertas y
determinadas finalidades sociales que todos quienes viven en sociedad deben respetar, pues el ejercicio de
su derecho no busca única y exclusivamente la satisfacción de intereses económicos propios o de
propenderlos que sean de escasa utilidad, develando que se realizan principal y determinantemente para
restar utilidades a otras personas.
Esta teoría de los intereses busca la justificación en la intencionalidad del agente, es eminentemente
subjetiva. Sin embargo, es la manera como se externaliza o actúa por los individuos la que ha llevado a
facilitar la demostración de la forma como se ha concretado, al mirar la equivalencia de los intereses que se
encuentran en juego con motivo de las relaciones que se originan entre las personas o como dice nuestro
Código Civil, que el ejercicio del derecho no sea contra derecho ajeno.
4°.- Que acudiendo a la norma de interpretación de la ley prevista en el artículo 24 del Código Civil, como a lo
dispuesto en el artículo 170 N° 5 del de Procedimiento Civil e integrando una falta de pronunciamiento del
legislador del Código Civil, se puede sostener que nuestro Estado ha establecido que es una República
Democrática, cuyas características fundamentales, a los efectos de resolver la presente causa, se encuentran
en la responsabilidad de todos los individuos y autoridades en un plano de igualdad, tanto ante la ley, como
ante la justicia, proscribiéndose cualquier discriminación proveniente del establecimiento de diferencias
arbitrarias, de forma tal que estableciendo expresamente la Carta Fundamental el principio de responsabilidad
de todas las personas y el derecho a la reparación, no se observan fundamentos para excluirla en algunas
materias específicas, que no sea mediante una razonada justificación, como ocurre en el artículo 19 N° 24,
inciso cuarto, en que el interés social impone limitar la indemnización al daño patrimonial efectivamente
causado, a quien se ve expuesto a la privación forzada de su propiedad mediante un acto de autoridad, como
es la expropiación. Estas premisas, además, del principio de supremacía constitucional y aplicación directa de
las normas de la Carta Política, impone, entre sus efectos particulares, preferir la interpretación de los textos
legales en el sentido que mejor se cumpla con las disposiciones fundamentales del Estado. En efecto, la
responsabilidad en el Derecho constituye un principio general, el que referido al Derecho Civil se plantea en el
axioma que nadie puede dañar a otro sin reparación, en el evento que no concurra una causal de justificación.
Esta responsabilidad en el Derecho Civil corresponde sea integral e igualitaria en su extensión, si no existen
argumentaciones concretas que ameriten establecer fundadas diferencias.
Una interpretación contraria mantiene una desigualdad injustificada y por lo tanto puede constituir una
discriminación arbitraria, por la falta de fundamentos de esta diferencia, que a lo más llega a sustentarse
sobre la base de una interpretación exegetita y literal, puesto que en el régimen del Código Civil, al regular la
responsabilidad extracontractual se dispone que, por regla general, se indemniza ?todo daño?, según reza el
artículo 2329, al igual que en responsabilidad contractual, en el evento que se impute dolo o culpa grave, que
equivale al dolo, en el incumplimiento contractual, al señalar el artículo 1558 que en ese evento se responde
de ?todos los perjuicios?.
Esta visión integral del Derecho lleva a superar la exclusión de irresponsabilidad, debiendo optarse por su
procedencia, en todos los casos concretos en que se acrediten perjuicios.
5°.- Que este disidente coincide con el planteamiento de la recurrente en orden a la concurrencia de causa
ilícita en la compraventa de María Cristina Trabuco Ponce a Mirelle Leonor González Boccaloni de 19 de junio
de 1991, como de objeto ilícito y causa ilícita en la compraventa de Inmobiliaria Nabco Ugarte S. A. a la
primera, de 27 de agosto de 1991, como de las correspondientes tradiciones, así como en las promesas de
venta y ventas qu e dicha Inmobiliaria celebró respecto de la Casa C del condominio ubicado en calle Málaga
232, comuna de las Condes, como de los derechos comunes, como de todo otro acto que tiene por objeto “en
las propias palabras de la demandada “ de proporcionar un derecho permanente sobre esa propiedad que
impida que el edificio ubicado en calle Malaga N° 223, se vea afectado en su vista, luz y sol.
En efecto, ha quedado palmariamente acreditado que la parte demandada ha contrariado el orden público y
las buenas costumbres, al celebrar los contratos impugnados, los que corresponde anular y otorgar la
pertinente indemnización a los afectados.
6°.- Que se transgreden las buenas costumbres al vulnerar la esencia del derecho de propiedad de los
actores que forman parte de la comunidad dueña del condominio, pues se les mantiene por ley en la indivisión
y deben soportar las consecuencias de la utilización formal del sistema legal por los demandados, el que
contrarían materialmente, pues se lesionan los legítimos intereses de quienes conforman la comunidad y que
debiera procurarles un mayor beneficio.
De la misma forma, teniendo en cuenta los móviles que han estado involucrados en la intencionalidad de las
partes al contratar, esto es, la causa impulsiva o determinante, se llega a igual calificación, pues se atenta
contra el orden público, desde el momento que lo actuado por los demandados no concuerda con el derecho
de propiedad y sus fines, todo lo contrario se han producido perjuicios a los actores. Es más, como afirma el
recurrente, el dominio sobre la casa C y espacios comunes no es para usar, gozar y disponer de los
respectivos espacios comunes en proporción a sus derechos, sino para asegurar la vista a los actuales
propietarios y promitentes compradores de los departamentos del inmueble de calle Malaga Nº 223, quienes
son copropietarios de la casa C y de los espacios comunes que les pertenecen a todos los comuneros.
7°.- Que resulta igualmente justificada la pretensión que busca el resarcir los daños ocasionados, cuya
naturaleza y monto se ha solicitado se regule en la etapa de ejecución del fallo.
Redacción a cargo del Ministro Sr. Sergio Muñoz Gajardo.
Regístrese y devuélvase, con sus agregados.
Nº 5.137-06.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sres. Milton Juica A., Sergio Muñoz G.
y Juan Araya E. y Abogados Integrantes Sres. Hernán Álvarez G. y Oscar Carrasco A.
No firman los Ministros Sres. Muñoz y Araya, no obstante haber concurrido ambos a la vista del recurso y
acuerdo del fallo, por estar con feriado legal el primero y en comisión de servicios el segundo.
Autorizado por la Secretaria Subrogante Sra. Carola A. Herrera Brummer.