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UNIVIM

UNIVERSIDAD VIRTUAL DEL ESTADO


DE MICHOACÁN
Licenciatura en Planeación y
Evaluación Educativa
Alumno: Martin Nolasco Vázquez
Asignatura:
Teorías de la Administración
Actividad: Actividad 3:  Ensayo La
teoría de la gestión y la teoría
culturalista.

Tutor: Grizel Rivera Martínez


Introducción

En la actualidad se nos ha dicho que cultura, en su sentido más amplio, puede considerarse como
el conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan
una sociedad o un grupo social; englobando, además, las artes, los modos de vida, los derechos
fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.

Sin embargo, el concepto de cultura va más allá de expresiones aisladas y concentradas en un


grupo social, en ella, los individuos y las comunidades dan expresión a la cultura de la humanidad,
teniendo en cuenta la individualidad y la alteridad de la cultura como creación y producto social.

No obstante, en un principio, tenías por concepto de cultura el cultivo de capacidades en los


seres humanos, a partir de valores jerárquicos heredados. Es decir, la cultura era única y
singular, y su adquisición y desarrollo eran de manera progresiva, teniendo como
principales características, la creación artística y la innovación científica.

Para el siglo XIX, la definición que se daba a la  cultura pretendía alejarla del concepto
humanista y de las clases medias elitistas de siglo XVIII, quienes pretendieron convertirla
en su salvación, tras verse excluidos de las clases dominantes: aristocráticas y económicas.
El resultado de la evolución en el concepto de cultura produjo un nuevo término: cultura
plural.  Ésta no distingue grados de cultura, en su lugar, reconoce que todos los seres
humanos están ligados a ella, y elimina el papel principal de la creación e innovación, para
hacer hincapié en la transmisión de la cultura a través de la socialización.

Ya en la actualidad, el concepto de cultura ha sufrido cambios significativos, separaciones


y definiciones que se amoldan mejor al proceso histórico en el que nos encontramos. La
cultura de masas y la cultura popular, hoy día representan las nociones más recurrentes de
cultura en el pensar colectivo de la sociedad mexicana, sin embargo, suelen confundirse y
asociarse como si fuesen una sola.

La primera de ellas se entiende, como el consumismo, receptor y pasivo, que sufrimos al


convertirnos en público de la diversión, el arte, la educación y la cultura misma; a la
segunda se la ha asignado un saber a priori y  ancestral, un pensamiento considerado puro,
proveniente de prácticas antiguas, más relacionado con las costumbres y la tradiciones.

Desarrollo

Es importante establecer algunas premisas iniciales que fundamenten los desarrollos


posteriores y que otorguen el contexto adecuado a las ideas de este ensayo. En primer lugar,
debemos concordar en que la Modernización es un proceso de transformación social,
institucional e individual a cuya producción concurren, entre otros, factores sociales,
económicos, políticos, psicológicos y culturales; en segundo lugar, este proceso
consensualmente es deseable, esto es, configura una situación que en ciertos marcos
normales está asociado al progreso social, al mejoramiento de la calidad de vida individual
al bienestar de los actores involucrados. Este punto debe destacarse porque hace éticamente
factible la posibilidad de examinar e interpretar teórica y empíricamente sus implicancias a
fin de monitorizar su desarrollo y adecuar las estrategias teóricas que en algún modo
puedan esclarecerla. Por último, entre las estrategias teóricas de mayor relevancia en el
fenómeno de la modernización, se deben ubicar los estudios antropológicos; perspectiva
disciplinaria que ha generado un conjunto relativamente amplio de conocimiento -de
diferencial alcance explicativo- en varias dimensiones culturales concurrentes al proceso de
transformación que aquí nos ocupa.

La Teoría Cultural constituye el conjunto de conocimiento científico acerca de las


sociedades humanas, generados por las distintas disciplinas antropológicas. En rigor, en la
historia de la Antropología, como en todas las ramas del saber científico y, en especial, en
las Ciencias Sociales, se pueden detectar una gran cantidad de enfoques y métodos en la
aprehensión de la materia-objeto, que han significado una gran dispersión y heterogeneidad
de los hallazgos, procedimientos y técnicas, lo que hace difícil un tratamiento profundo y
exhaustivo de las formas en que pueden vincularse sus múltiples conocimientos con el
proceso de Modernización. A pesar de esta ausencia de paradigmas teóricos codificados es
posible abstraer algunos rasgos centrales del saber antropológico y proyectar sus
implicancias en el estudio de las transformaciones sociales, institucionales e individuales
que incluye el proceso de Modernización. Este procedimiento necesariamente involucra
seleccionar una pequeña fracción de un gran universo -caracterizado por su atomización y
heterogeneidad significativa- lo que conlleva el riesgo evidente de elegir la opción menos
propicia o, al menos, ceder terreno al sesgo personal, situación casi inevitable cuando se
analiza nuestra propia disciplina y tanto más difícil cuando reflexionamos sobre una
porción del saber que nos es ajena profesionalmente.

En los años 50, 60 y 70 del siglo pasado asistimos al auge de esa corriente de pensamiento en
los países desarrollados, sobre todo en los EEUU, Europa y algunos sudamericanos.

Cuajó a expensas de la gran influencia que por entonces tenía la hoy ex-Unión Soviética sobre
la izquierda universitaria y culta y abarcó amplios campos del saber: La filosofía, la
antropología, la sociología, la historia, la psicología y por lo tanto el psicoanálisis, la política.

Leiamos a Marcuse (La Sociedad Carnívora), a Sartre, a Foucault y a Althusser.

Dentro del campo del psicoanálisis también se notó su influencia.Desde el marxismo y desde
fuera del marxismo.

Podemos definir al Cultural ismo como la tendencia que pone el énfasis en los factores sociales
y culturales en el desarrollo de la personalidad y en la generación del conflicto.

Esta escuela hace una valoración superlativa de esta “presión cultural”.


Entre sus epígonos dentro del campo psicoanalítico destacaron personalidades como Harriet
Sullivan, Karen Horney y Erich Fromm.

Ellos rechazaron la teoría freudiana de las pulsiones y pusieron en primer plano dos conceptos:
la angustia y la agresividad.

La primera como consecuencia del conflicto del Yo con las exigencias culturales, la segunda
como efecto de la frustración.

Esta frustración produce un profundo resquemor y una agresividad que debe ser reprimida y
por lo mismo está en el origen de la angustia.

Esta forma de entender la génesis del conflicto está totalmente alejada de los

Postulados freudianos y lacanianos y son los que han desvirtuado el concepto de frustración en
el psicoanálisis, volviendo muy difícil su recuperación.

Además de la constatación de cómo se han apoderado del concepto las escuelas conductistas.

A nivel del pensamiento filosófico, Sartre se ocupó y mucho del concepto de angustia y dentro
del existencialismo y la fenomenología pensadores como Biswanger y Victor Frankl fueron sus
continuadores.

El último de ellos, muy ligado al pensamiento católico y a algunas ideas del junguismo.

Sullivan describe por aquél entonces una angustia que él llamó básica, que es adquirida en las
primeras etapas de la vida, en la infancia, y transmitida por los padres. Esta ponía en evidente
riesgo la necesidad que tiene el niño de seguridad.

Esta necesidad de seguridad no tiene un origen sexual para él, sino que está fundamentada en
la socialización.

Se aleja por lo tanto del concepto freudiano de placer libidinal.

De allí surgirá como consecuencia que al tratar de evitar la angustia, reprimirá todos los
impulsos que puedan entrar en conflicto con las normas culturales.
Karen Horney también considera a la angustia como un efecto directo de la frustración. Para
ella la angustia procura en su intento de ser disuelta, un aumento de las necesidades afectivas
y una búsqueda del amor exclusivo, sobretodo de la madre.

Al no lograrlo totalmente, se produce agresividad, que lo lleva a experimentar fuertes


sentimientos de culpa y temor a perder el amor primordial.”La personalidad neurótica de
nuestro tiempo”.

Erich Fromm, que como recordarán escribió títulos tan importantes como “El arte de amar” o “El
miedo a la libertad”, ubica a la angustia como resultado del conflicto infantil entre la necesidad
de independencia y la de reconocimiento.

Para él, la justicia, la libertad y la verdad, son tendencias innatas, fuertemente asentadas en la
personalidad humana y no meras sublimaciones como fueron comprendidas por Freud y
posteriormente por Lacán.

Para Fromm, el hombre y la sociedad se recrean dialécticamente y es ésta interacción la que


hace del hombre un ser fundamentalmente “social”.

El complejo de Edipo, por lo tanto, es el producto de una sociedad que el denomina


“patriarcal”, y el resultado de la lucha del niño por su individuación.

La escuela culturalista llega a conclusiones radicalmente opuestas a las que llegó Freud.

Las actitudes de la sociedad hacia la sexualidad son para ellos realmente peligrosas, siendo en
última instancia la sociedad la causa de la agresividad y la angustia.

Por supuesto, estas posiciones fueron fuertemente criticadas por los psicoanalistas clásicos y
rebatidas por numerosos trabajos que investigaron el origen de la sexualidad infantil y el
complejo edipo-castración.

Al poner el énfasis en la frustración “realmente” vivida por el individuo, los culturalistas


descuidan el papel de la fantasía en los conflictos individuales y terminan negando el concepto
de inconsciente tal como lo alumbró Freud y como lo perfeccionó Lacán.

Ellos analizan el conflicto como una “realidad” y perciben a la historia como un “trauma”.
Su equívoco más importante es el desconocimiento del caracter imaginario de la angustia y del
conflicto edípico, y de los conceptos que por aquel entonces estaba elaborando Lacán con la
ayuda de la lingüistica, y su descubrimiento de lo Real.

El Culturalismo desapareció como tal, pero muchas de sus ideas siguen vivas en los
movimientos sociales y políticos.

Sobretodo en los llamados “movimientos de liberación de la mujer”.

El psicoanálisis, con el crecimiento de la influencia de las ideas de Lacán, dió un paso mas allá.

Sin perder de vista los conflictos sociales, no abandona en absoluto el pensamiento de Freud
desarrollando nuevas lineas de investigación y abriendo perspectivas que garantizan la
formulación de un psicoanálisis mucho mas completo, moderno y eficaz para entender al
hombre de nuestro tiempo.

TEORIAS DE LA GESTIÓN ADMINISTRATIVA

La administración se ha convertido en una de las áreas más importante de la actividad humana.


Vivimos en una civilización donde predominan las organizaciones y donde el esfuerzo cooperativo
del hombre es la base fundamental de la sociedad. Las tareas básicas de la administración es hacer
las cosas por medio de las personas de manera eficaz y eficiente. (p.10) 21 Chiavenato (2006)
refiriéndose a la gestión administrativa afirmó que “la gestión administrativa consiste en orientar,
dirigir y controlar los esfuerzos de un grupo de individuos para lograr un objetivo común. El buen
administrador, naturalmente, hace posible que el grupo alcance los objetivos con la mínima
inversión de recursos y esfuerzo, y la menor interferencia con otras actividades útiles. La
administración es una actividad generalizada y esencial a todo esfuerzo humano colectivo, ya se
una empresa fabril, en una de servicios, en los hospitales, en la iglesia, etc. El ser humano necesita
cooperar cada vez más con otros seres humanos para alcanzar sus objetivos; en este sentido, la
administración es, básicamente, la coordinación de actividades grupales (p.131). La gestión
administrativa de cualquier entidad está orientada a conducir una organización con un desempeño
de eficiencia de sus trabajadores, sostenido en la importancia de los objetivos institucionales y el
trabajo en equipo. Esta teoría coadyuva a nuestro estudio, ya que el autor analiza la teoría de la
administración como una disciplina orientadora del comportamiento profesional, en vez de
preocuparse por enseñar cómo ejecutar acciones, indica lo que debe hacerse para formar
profesionales reflexivos que estén en capacidad de discernir con base en un conjunto de
conceptos e ideas que funcionan como herramientas de trabajo, en lugar de profesionales
prácticos que salgan de la escuela listos para ejecutar tareas. Entonces la teoría general de la
administración está sustentado en que si la gestión administrativa mejora, es decir el desempeño
de sus trabajadores de la UGEL Bagua se realiza bajo la premisa de alcanzar los objetivos con el
liderazgo de sus directivos, donde combinen la planificación, la organización, el control y la
evaluación, los usuarios estarán satisfechos y por ende la calidad del servicio será óptima.

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