Está en la página 1de 3

¿Cómo va conformándose la otredad como objeto de estudio al inicio de la ciencia

antropológica?

Cuando emprendió el estudio antropológico como una disciplina de las ciencias sociales, se
sitúo la cultura como eje central en el plano práctico y teórico. Para finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, se da inicio a nuevos planteamientos epistemológicos a partir de
los procesos históricos concretos, superado así, el estudio idealista. En el advenimiento de
la sociedad industrial (revolución industrial) que subyace bajo la idea del progreso
aparecen, ante los ojos de los hombres de la épica nuevos criterios de adelanto social y,
sobre todo, estos indicadores del progreso se manifiestan como la conquista paulatina del
conocimiento científico y técnico. (Díaz Polanco, 1977). Es en este contexto de adquisición
de tecnologías y evolución de las relaciones sociales, que las ciencias sociales se preguntan
por el otro y su diferencia; según el razonamiento occidental, un estado cultural inferior que
debe ser conducido a su progreso o evolución.

Pues bien, a modo general el objeto de estudio se extiende o varía según las escuelas de
pensamiento clásicas que establecen de manera simultánea y que se podrían distinguir por
su origen de análisis de aprehensión del otro: La escuela británica, la escuela francesa y la
escuela estadounidense conformadas por autores que desarrollan varias corrientes de
pensamiento o teorías que articulan la discusión de la alteridad por su semejanza o
diferencia, el contacto cultural desde el etnocentrismo ( comprensión del otro desde el yo
superior, la visión omite la particularidad) y la extrañeza como acercamiento al otro
(ESTEBAN, 1994). De tal manera se va identificando el objeto de estudio en la otredad en
diferentes vertientes que ubican la cultura en el centro de manera implícita al estudiar al
otro y sus relaciones sociales y con el entorno.

El orden cronológico de cada corriente ubica el evolucionismo en la base de la antropología


y primer acercamiento científico, sus principales autores son Helbert Spencer, Edward
Tylor y James Frazer en Inglaterra y a Lewis Henry Morgan en los Estados Unidos. Éste
último, distingue tres grandes fases de la historia de la humanidad: El salvajismo, la
barbarie y la civilización; en cada una de estas fases identifica tres períodos: antiguo, medio
y tardío. (Restrepo, 2016). Entiende que la especie humana posee las mismas capacidades
biológicas y psíquicas para formalizar su experiencia pese a la variabilidad y diferencias
que existan entre diversas poblaciones; además, indica que existen estadios o etapas de
evolución en niveles distintos según la sociedad a estudiar y que es deber de las ciencias
sociales establecer la ruta para que la civilización se establezca en cada una de ellas. El
progreso de las sociedades salvajes a la civilización depende de las capacidades que tienen
para adherir a sus entramados sociales y tecnológicos las premisas civilizatorias; la
evolución depende del mecanismo de adaptación de acuerdo al razonamiento occidental, su
alcance e imprenta en los otros desde la ciencia para alcanzar la civilización.

Más delante, en los años 40 y 60 se posiciona la escuela de pensamiento estadounidense y


allí se establece el neoevolucionismo o evolucionismo multilíneal que sostiene entre otras
cosas la relación ya no solo entre sociedades o semejantes, sino que el ambiente y sus
implicaciones en la formalización de la cultura se inserta al campo de estudio de la
antropología. Entre sus autores más destacadas se encuentra Franz Boas y Julian Steward, a
partir de sus postulados de la ecología cultural se establece el ambiente como un factor
importante en la discusión por el evolucionismo al encontrar similitudes en los entornos de
las diferentes sociedades. (Durand, 2002). La ecología cultural apoya el evolucionismo
dado que ve el ambiente como un factor determinante, como un proceso evolutivo que tiene
distintas aristas, el proceso adaptativo por el cual las sociedades humanas se ajustan a un
ambiente dado a partir de las estrategias de subsistencia. (Durand, 2002). El determinismo
natural a la que se suscribe esta corriente de pensamiento justifica el desarrollo o evolución
a la que todas las sociedades deben llegar, cabe preguntar si desde estas premisas se
ratifican los discursos civilizatorios a los que el evolucionismo de Morgan pretendió llegar.

REFLEXIONES:

El razonamiento occidental no logra distinguir los conceptos de civilización y cultura, creé


que existe una sola forma de relacionarse con los otros y con el ambiente. Esta perspectiva
fundamenta la violencia sistémica, estructural y simbólica contra las sociedades no
occidentales. Además, justifica la expansión del desarrollo industrial (capitalismo), el
colonialismo y la invasión a través del uso de la ciencia, que no es más que un dispositivo
ideológico para el establecimiento de un tipo de organización económica y social. Aun
cuando en la actualidad el mundo se encuentre anclado a dicho proceso de civilización, se
debe cuestionar la forma en que este modelo se implanto como la única estructura posible,
entre todas sus manifestaciones de dominio se encuentra la ciencia y la guerra.

En estas condiciones de invasión cultural y las asimetrías de poder que de ella emergen se
encuentran otro tipo de vinculaciones sistémicas de las organizaciones locales y las
resistencias que históricamente se han dado. Esto es lo que nos plantea la relación entre
ambiente y cultura cuando omite la supuesta neutralidad valorativa; el estudio del ambiente
y sus implicaciones culturales evidencia el quiebre del capitalismo al demostrar que la idea
de progreso está en detrimento del cuidado y prevalencia de la especie humana al acotar,
usurpar, centralizar, privatizar y exterminar los recursos materiales de subsistencia de la
humanidad. Contrario a esto, se rescata la igualdad entre el ser humano y el ambiente como
mediación cultural; otros vínculos permiten dinámicas culturales que buscan un equilibrio
entre los intereses sociales y el ambiente. Finalmente, la óptica de superioridad civilizatoria
sucumbe la relación entre ambiente y cultura, puesto que en ella se vislumbran el dominio y
utilidad en razón de la evolución o el progreso que las sociedades hacen de los recursos
materiales.

También podría gustarte