Está en la página 1de 5

UNIDAD ACADEMICA DE INGENRIERIA, INDUSTRIA Y

CONSTRUCCION

ECOLOGIA Y SANEAMIENTO AMBIENTAL

PROYECTO DE INVESTIGACION: EL GRAN HEDOR DE


LONDRES

SEPTIMO CICLO – PARALELO “A”

NOMBRE:
JONNATHAN PAUL CRIOLLO

DOCENTE:
ING. DORIS ALVEAR

FECHA:
01 - ABRIL– 2020
Antecedentes.

En la década de 1850, Londres era la ciudad más grande del mundo, su expansión
crecía de forma apresurada, para ese entonces superaba los 2.5 millones de habitantes. El
problema radicaba en proporcionar saneamiento y agua a todas esas personas.[1]

En aquel tiempo no existía un sistema de alcantarillado efectivo para la ciudad, por lo


que todos los desechos iban a parar en el río Támesis. Aquí se depositaban desechos desde los
contenidos de orinales y de inodoros, hasta alimentos descompuestos, animales muertos y
desechos industriales. Las calles estaban llenas de estiércol de caballo, las moscas transmitían
enfermedades como la fiebre tifoidea.[2]

Las personas se abastecían del agua del río Támesis o de ríos cercanos a este, era muy
común que los ciudadanos padezcan de la diarrea de verano o de la fiebre tifoidea, el cólera,
por otro lado, mataba a miles de personas con una serie de epidemias. Inclusive se llegó a
pensar que la enfermedad se transmitía mediante el mismo aire.[3]

Resumen cronológico del problema de saneamiento.

Los desechos de las personas se depositaban en pozos negros, los cuales estaban
situados en los sótanos de cada vivienda, se presume que existían alrededor de doscientos mil
pozos en la cuidad. En esta situación se introdujo el inodoro, pero esto solo hizo más grande
el problema de los desechos, los ciudadanos no podían solventar el costo para vaciar los
pozos, por ende, el saneamiento fue desatendido y con ello se desato toda una ola de
desagrados.[3]

En 1815 se dispuso que los desechos de las viviendas fueran transportados por medio
de las alcantarillas y ser arrojadas al Támesis. Esta solución no era la más favorable para esta
situación, ya que la consecuencia fue que dichos residuos echados al río, eran bombeados de
nuevo a las casas en conjunto con el agua que servía de abastecimiento para las personas.[1]

Algunos años después de este hecho, aproximadamente en 1831, el cólera aparece y


empieza a extenderse por las calles de Londres, esta enfermedad era proveniente de la India,
por lo que los ciudadanos londinenses conocían muy poco respecto a ella. La tasa de
mortalidad para esa época era alrededor del 50%, se desconocía tanto de esta nueva
enfermedad, a tal grado, que las personas pensaban que se transmitía mediante el aire mismo.
[1]

Al cólera se lo relacionaba con las personas de clases bajas, de este modo los demás
ciudadanos se despreocuparon, hasta que llego dicha enfermedad a los barrios de familias
acomodadas. Dada esta situación, las respectivas autoridades dieron la explicación que esta
enfermedad era consecuencia los vapores apestosos y putrefactos, por ende, se vaciaron los
pozos y fosas de toda la ciudad, los desechos fueron depositados al río.[2]

La situación que atravesaba la ciudad comenzó a empeorar de manera radical, ya que


las personas se abastecían de agua proveniente del río Támesis, el mismo río al cual se le
vertían todos esos desechos putrefactos, quedando el río totalmente rebosante de desechos de
todo tipo. Los ciudadanos estaban pasando por una crisis en su calidad de vida.[4]

Faraday con el afán de demostrarles a los gobernantes de la fatídica situación arrojo


pedazos de papel de color banco al río Támesis, de modo que se observó que estos papeles
apenas comenzaban a hundirse desaparecían, dando a notar un color oscuro en las aguas del
río consecuencia de la suciedad que allí se depositaba.[2]

Londres hasta entonces había pasado por dos epidemias de cólera, las mismas que
sucedieron en 1831, 1848 y para el año de 1854 nuevamente la ciudad era afectada por esta
misma epidemia, pero cuando las personas ya no aguantaban esta tragedia, un médico local,
cuyo nombre era John Snow, tras varios estudios, demostró que el medio por el cual se
transmitía el cólera era el agua contaminada con materias fecales, comprobó que los casos de
personas enfermas se agrupaban en las zonas donde el agua que consumían estaba
contaminada con heces.[2]

El estudio de Snow consistió en analizar a 70 personas que trabajaban en una


cervecería, los cuales solo bebían cerveza y no estaban enfermos. El medico realizo un mapa
con los emplazamientos en donde las victimas bebían el agua contaminada, de esta manera
pudo establecer el lugar donde se originaba el brote.[1]

Este lugar tenía como nombre Broad Street, inclusive las personas que vivían lejos de
aquel epicentro también fueron víctimas de la enfermedad y murieron al poco tiempo, estos
ciudadanos se contagiaron por el agua que habían traído sus familiares desde la fuente de
brote. Sabiendo esto Snow dio a conocer la información compilada hasta el momento a las
autoridades pertinentes, pero no la tomaron en consideración, mientras que la gente seguía
muriendo.[2]

La ciudad pasaba por una situación muy dramática, pero esto parecía que no era
suficiente, ya que la naturaleza hizo de las suyas, las condiciones climáticas son las más
preocupantes inclusive en la actualidad. En 1858 Londres vivió un inusual verano seco y
cálido, el verdadero gran hedor estaba golpeando a la ciudad pero esta vez con más fuerza.[4]

El calor fue el causante para que toda la podredumbre que se encontraba en el río
Támesis comenzara a pudrirse dando lugar a un olor aún más nauseabundo que el que ya
tenía la ciudad. Era tan insoportable el hedor que en la cámara de comunes rociaban las
cortinas con cloruro de calcio con el afán de disminuir la pestilencia, pero no resultaba
efectivo. Las personas con más recursos abandonaron la ciudad y se dirigieron a sus
residencias en el campo.[2]

Con la llegada de las lluvias, los ciudadanos esperaban que se disminuyera el apestoso
hedor, lo cual no llego a suceder. Después de algunas semanas el Consejo Metropolitano de
Obras llego a la conclusión de que era hora de tomar medidas de forma inmediata para
combatir la pestilencia que los abrumaba, con un proyecto que cambiaría de forma radical la
historia en el campo de la planificación urbana.[1]

Decidieron llevar a cabo un proyecto que consistía en la implementación de una red de


alcantarillado público, el cual reduciría la epidemia, este proyecto hasta entonces había sido
rechazado debido a los altos costes que comprendía. De este modo se aceptó la propuesta de
Joseph Bazalgette un jefe de ingenieros, que durante años había estudiado una nueva y
revolucionaria solución para el saneamiento de la ciudad londinense.[4]

Este ingeniero dio la solución de construir de manera paralela al Támesis 134


kilómetros de alcantarillas subterráneas principales usando como material el ladrillo, de este
modo se interceptaría la salía de las aguas residuales domiciliarias, y otros 1800 kilómetros
de alcantarillas ubicadas en las calles que interceptarían las aguas residuales crudas las cuales
fluían de manera libre por las carreteras y calles de la ciudad.[5]
Para el cálculo de estas dimensiones, se le estipuló a la mayor cantidad de la población
la producción de residuos en cantidades elevadas, en base a esto obtuvo el diámetro adecuado
para las cloacas pero como se trataba de un proyecto costoso y que solo se haría una vez,
decidió duplicar el diámetro, de modo que, si no lo hubiera hecho de seguro las alcantarillas
hubieran colapsado en 1960. El proyecto estaba adaptado para un crecimiento poblacional del
50%.[6]

Consecuencias por falta de un adecuado sistema de saneamiento.


Las consecuencias debido a la carencia de sistemas de saneamiento en las ciudades
pueden llegar a ser desastroso para las personas, ya que disminuye la calidad de vida de los
ciudadanos, quedando expuestos a enfermedades de todo tipo, como se pudo evidenciar en la
ciudad de Londres. Por lo cual es muy importante dotar a la gente de un buen sistema de
saneamiento ya que de esto depende su salud.

Soluciones de ingeniería adoptadas.

En la obra de infraestructura no se implementó una tecnología nueva, al contrario, se


puso en práctica métodos muy artesanales que se habían aplicado y probado durante siglos
atrás. Hasta la fecha de 1868 ya se habían construido 2100 kilómetros de canales para aguas
residuales, por otra parte 132 túneles de ladrillo, siendo esta obra una de las más importantes
en el siglo XIX.[1]

La obra de ingeniería fue la implementación de una red de alcantarillado que


permitiera desalojar los desechos de las viviendas mediante las tuberías ubicadas de tal forma
que permita su eficiente evacuación. Es importante recalcar el diseño de tuberías para que el
sistema funcione de manera correcta, en este caso el diseño de la obra fue modificada varias
veces para lograr la eficiencia y duración de la misma.

Conclusión.

A través de la historia del gran hedor de Londres, conocimos las consecuencias que
padeció todo un pueblo por no contar con una red de saneamiento o alcantarillado, esto sin
embargo, con el pasar de los años se ha tomado como un servicio básico para una vivienda,
independientemente de la ciudad o el país en donde se desarrollan grandes urbes, ya que sin
esto, se ocasiona malestares a las personas, desde enfermedades hasta inclusive la misma
muerte. La ingeniería trata de mejorar la calidad de vida de las personas.

Bibliografía.

[1] L. B. V. Staff, «¿Qué fue el Gran Hedor de 1858?», La Brújula Verde, mar. 24, 2020.
https://www.labrujulaverde.com/2020/03/que-fue-el-gran-hedor-de-1858 (accedido mar.
30, 2020).
[2] P. Ackroyd, Londres: una biografía. EDHASA, 2012.
[3] «¿Qué fue el “Gran hedor” de Londres?»
https://www.muyhistoria.es/contemporanea/preguntas-respuestas/que-fue-el-gran-hedor-
de-londres-421482242662 (accedido mar. 30, 2020).
[4] J. Burns, «El Gran Hedor: la ola de calor que tornó a Londres en una alcantarilla
pestilente (pero dejó una valiosa herencia)», BBC News Mundo, ago. 25, 2018.
[5] J. L. R. Gorostiza y A. R. Cubero, «Ideas económicas en torno al servicio de
abastecimiento urbano de agua en la Gran Bretaña del siglo xix», Investig. Hist.
Económica, vol. 11, n.o 1, pp. 1-9, 2015, doi: 10.1016/j.ihe.2013.09.001.
[6] P. R. Flores, «ANÁLISIS DE UN REGLAMENTO DE HIGIENE DE 1834: Medidas
preventivas ante una crisis coyuntural dadas por la Junta de Sanidad de la ciudad de
Badajoz.», Campo Abierto Rev. Educ., vol. 10, n.o 1, pp. 43-55, 1993.

También podría gustarte