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ñaquiña ñaquiña ikú Olorun...

"

Según cuenta la tradición, hallada en la memoria de un Babalawo (2)  yoruba, en


una ocasión el rey de Benín fue a consultarse con sus adivinos y estos le dijeron
que debía ofrecer algún sacrificio a los orisa (3)  y/o a los ancestros pues, de lo
contrario, su hija, Poroye, "perdería su camino".  En aquel momento el rey se negó
rotundamente a llevar a cabo el sacrificio porque pensó que era imposible que su
hija pudiera perderse. En ese tiempo la madre de Orunmila (4)  era dueña de una
antílope, llamada Siere, quien era la que se encargaba de hacerle las marcas
faciales a los hijos de Orunmila, es decir, a los iniciados que conocían el secreto
ancestral de la adivinación.  A causa del exceso de trabajo, Siere se hartó y decidió
escapar hacia el boque.  Inmediatamente, al darse cuenta de lo sucedido, Orunmila
se dio a la tarea de atraparla, lo que le tomaría dieciséis días.  Siere corrió por la
sabana huyendo y Orunmila la persiguió.  Sierre corrió hasta adentrarse en el
bosque de Alabe, hasta que cayó en un pozo y Orunmila, al tratar de atraparla,
cayó también siéndoles imposible salir de allí.
          Después de siete días de estar atrapados, Orunmila escuchó la voz de una
mujer que iba cantando.  Esa mujer era Poroye, quien andaba perdida en el espeso
bosque hacía algunos días.  Al pasar cerca del pozo, Poroye se dio cuenta de que
allí estaban Orunmila y Siere sin poder salir.  Orunmila le rogó a Poroye que lo
sacara del pozo y que a cambio él le daría lo que ella deseara.  La joven aceptó el
trato y los sacó del pozo.  Una vez afuera, Orunmila agradeció profundamente el
gesto de Poroye y le dijo que le pidiera lo que ella quisiera.  Ella, siguiendo su más
genuino deseo, le dijo a Orunmila que quería tener un hijo.  Él accedió a tener
relaciones sexuales con Poroye.  Sin embargo, Orunmila le advirtió a la joven que,
debido a que sus tres esposas no debían enterarse de lo sucedido, ella no podría
vivir con él.  Finalmente ella estuvo de acuerdo y con el tiempo nació una niña que
fue llamada Olomo.
          Pasaron algunos años y un día Orunmila le pidió a sus sirvientes que le
trajeran una esclava ya que él debía llevar a cabo un sacrificio en honor al ancestro
que lo protegía.  Sus sirvientes obedecieron su orden y le trajeron la esclava que
Orunmila necesitaba.  Esa esclava era la misma Olomo.  Debido a que Orunmila
nunca la había visto, evidentemente no la reconoció, y le dijo que su sacrificio se
llevaría a cabo en tres días y, mientras tanto, ella debía realizar algunas labores
para que el rito venidero resultara exitoso. 
          Mientras Olomo realizaba dichas labores comenzó a entonar una canción
cuya letra decía: "Yo soy hija de Poroye, si hubiera tenido padre ellos no me
hubieran atrapado para sacrificarme."  En ese momento, las tres esposas de
Orunmila, a saber, Odu, Osu y Osun, le avisaron a éste que la esclava estaba
cantando estribillos extraños.  Orunmila llegó de inmediato y, al escuchar el
estribillo, le preguntó a la esclava que cómo sabía la historia de Poroye, la cual era
tema de su canción.  Olomo le contó que su madre, llamada Poroye, ayudó a salir
un hombre que estaba atrapado en un pozo y éste en recompensa había tenido
relaciones sexuales con ella con el fin de brindarle un hijo que no era sino ella
misma.  Orunmila comprendió que a quien él iba a sacrificar era a su propia hija. 
En ese momento las tres esposas de Orunmila le reclamaron por todo lo
acontecido.  Él justificó ante éstas la relación que había tenido con Poroye
diciéndoles que aquella mujer le había salvado la vida y, en recompensa, el accedió
a su petición de brindarle un hijo.  Finalmente Olomo fue liberada y su sacrificio fue
sustituido, por órdenes de Orunmila, por el de una cabra.  Desde entonces el
sacrificio humano ya no tendría lugar jamás.  A partir de ese momento, sería el
sacrificio de animales lo que caracterizaría todos los ritos sacrificiales hasta
nuestros días (5).
          Indudablemente de este patakí -narración mitológica concerniente a los orisa
y ancestros que tiene como propósito principal marcar un precedente moral, ético y
ritual- podrían extraerse una cantidad considerable de aspectos histórico-culturales,
los cuales, analizados en su contexto, son fundamentales para la comprensión del
pensamiento religioso yoruba y, por consiguiente, santero.  Sin embargo, ante su
evidente polisemia, nos vemos obligados a resaltar dos aspectos que resultan ser
necesarios para esta exposición, a saber, el hecho de que el sacrificio de Olomo fue
sustituido por el de una cabra, siendo esto la marca de una transición ritual en la
cual el animal se convertiría en el nuevo eje de los ritos sacrificiales.  Por otro lado,
el hecho que este sacrificio estuviese destinado al ancestro protector de Orunmila,
lo cual introduce una legitimación yoruba de los rituales santeros que refieren al
sacrificio de animales.  Pero, ¿por qué interesa traer a colación este tema?
Interesa inmensamente porque en repetidas ocasiones me he topado con ciertas
opiniones expresadas tanto por no-iniciados (aleyos) como por iniciados en la
Santería, en las que el sacrificio de animales se legitima con base en otras prácticas
religiosas, a saber, las halladas en el Viejo Testamento.  El Cristianismo (católico),
que fue traído a América hace más de 500 años e impuesto a la brava como
religión oficial, goza, desde aquel entonces, de una posición privilegiada, a decir de
la propia iglesia, la cual lo coloca como el gran modelo religioso universal.  Sin
embargo, antes de tratar de descalabrar esa arrogancia terrible, muchos
santeros(as) y babalawos creen que si la Santería, desde su posición proscrita por
la misma iglesia, logra justificar sus rituales con base en rituales similares
encontrados en pasajes de la Biblia, entonces estos rituales santeros encontrarán
una legitimidad innegable porque, como dijo un santero que escuché una vez: "si
hasta ellos lo hacen debe ser algo normal, ¿no?"
          No empece a la innumerable cantidad de acusaciones que a la Santería le
han hecho tildándola de satanismo etc., el sacrificio de animales en dicha religión
posee justificaciones propias que indudablemente nada tienen que ver con estas
acusaciones sino con la tradición religiosa de la cual es heredera, a saber, la
yoruba.
          Con el propósito de establecer la diferencia existente entre el sentido de
sacrificio hallado en el Viejo Testamento y en las prácticas santeras, debemos echar
un vistazo rápido al libro de Levítico, ya que éste ha sido utilizado en ciertas
ocasiones por iniciados en la Santería para justificar los ritos sacrificiales de esta
religión.
          En el libro de Levítico, específicamente desde el versículo 1 hasta el 7, se
nos relata la historia de cómo un día Yavé llamó a Moisés y le ordenó que le sirviera
de mensajero ante los hijos de Israel instruyéndoles detalladamente el método para
llevar a cabo los sacrificios propiciatorios en su nombre.  De igual forma, Yavé le
dijo a Moisés que estos sacrificios, siempre y cuando se hicieran según las
disposiciones prescritas, serían bien recibidos por él y, a cambio, los pecados de la
persona que ofreciese dicho sacrificio serían perdonados.
          Evidentemente, y a diferencia de la tradición yoruba, en este pasaje del
Viejo Testamento el sacrificio y el modo en que éste debe llevarse a cabo, ambos,
están dados por Dios a los hombres a través de la revelación a Moisés y, en
segundo lugar, el propósito principal del sacrificio, según se presenta en dicho
pasaje del libro de Levítico, es lograr el perdón de los pecados.  Sin embargo,
contrario a esto, el sacrificio de animales en la Santería está determinado, en
primera instancia, por el rito de la adivinación, lo cual evidencia la existencia de
una característica fundamental entre muchas religiones endógenas de África, a
saber, la ausencia de una revalación divina y, por el contrario, la persistencia de
conocimientos ancestrales que han sido transmitidos a los hombres y mujeres
desde los primeros tiempos, aquellos, según los yoruba, en los que la humanidad y
los orisa convivían en este planeta.  En este sentido, jamás algún animal se
sacrifica caprichosamente.  Cada sacrificio responde a la solicitud, a través de los
métodos de adivinación, de algún orisa o ancestro que requiere de uno o varios
animales para poder resolver la situación que la persona consultada quiera
solucionar.
          Generalmente los orisa y ancestros solicitan que les sea ofrecido uno o
varios animales (especificando el tipo y el género) en el caso de que la vida o el
bienestar de la persona consultada estén en juego.  En este sentido, el sacrificio no
es un instrumento mediante el cual se pretenda redimir pecado alguno ya que en la
Santería no existe tal concepto.  En la Santería ni el hombre ni la mujer son
concebidos como depositarios a priori de cierta(s) culpa(s).  El sacrificio, según la
cosmovisión santera, es la vía mediante la cual puede ser restaurado un proceso
que haya sido interrumpido.  Cuando escribo proceso me refiero a un ritmo.  Cada
quien nace con un ritmo específico, un ritmo espiritual en la vida, que no debe ser
interrumpido ya que si es asi, entonces la persona no podrá realizarse plenamente. 
Sin embargo, cuando este ritmo ha sido trastocado, por las razones que hayan
sido, entonces se requiere del sacrificio de un animal para restaurarlo.  La sangre
del animal, ofrecida a algún orisa y/o ancestro, es capaz de restaurar dicho ritmo
porque ella está ligada directamente a un ritmo en el cuerpo del animal (6).   Se
cree que el ritmo sanguíneo del animal es el que restablecerá el ritmo perdido de la
persona. Entonces, el sacrificio es un ofrecimiento específico de energías, que al ser
aceptadas por algún orisa y/o ancestro, éstos las devolverán del modo específico en
que la persona las necesite.  Retomando lo escrito arriba, la sangre del animal por
sí sola no sería capaz de restablecer el ritmo perdido de la persona.  Dicha sangre
tiene que, por obligación, ser recibida por algun orisa y/o ancestro para que pueda
surtir los efectos deseados.  Es como decirle al orisa y/o ancestro: "le ofrezco el
ritmo sanguíneo de este animal para que sepa que quiero que usted me restablezca
el ritmo que yo he perdido".
          Por otro lado, mediante el sacrificio de animales se busca limpiar a la
persona en cuestión de todo tipo de calamidades o máculas espirituales.  Un
ejemplo claro de esto es el llamado cambio de vida, rito mediante el cual la
enfermedad de una persona se tranfiere al cuerpo de un animal y éste es
sacrificado.  El animal o los animales que se utilicen en este ritual sacrificial, el del
cambio de vida (7), cumple con una función muy clara y esta es la de fungir como
víctima de recambio.  Es decir, se mata al animal para no que no muera la persona
enferma, por ejemplo.
          Pero, no siempre se sacrifican los animales que funjan como víctimas de
recambio.  En ocasiones los orisa y/o ancestros, a través de la adivinación,
requieren que la persona se limpie con cierto animal y una vez terminada la
limpieza, la persona debe dejar libre al animal sin necesidad de inmolarlo. De igual
forma, en ocasiones piden que la persona tenga cierto animal específico como su
mascota en su casa.  Dicho animal se convertirá en el guardiero de la persona y a
su vez, se cree que en dicho animal habitará parte de la fuerza de vida (asé) de
cierto orisa.  Este animal al ser dedicado a cierto orisa se caracteriza por traer un
collarín hecho ya sea con cuentas o con cintas de los colores emblemáticos del orisa
concerniente. Si por ignorancia ritual algún iniciado vende, maltrata o sacrifica un
animal guardiero, se cree que el orisa concerniente lo castigará trayéndole
desfavorabilidad a su vida (8).
          Luego de haber expuesto, a grandes rasgos, las razones que dotan de
sentido al sacrificio de animales en la Santería, podemos concluir afirmando que
este ritual posee justificaciones propias que distan de las encontradas en el Viejo
Testamento, específicamente en el libro de Levítico.  A no ser por el hecho de que
lo que se sacrifica en el ritual funge como víctima de recambio, aspecto que
encontramos también en el pasaje del libro de Levítico, no hay otra similitud que
hayamos podido observar.  De igual forma, resulta estéril justificar prácticas
religiosas con base en otras que ya no tienen vigencia en el ritual cristiano
(católico), y más aún, que son condenadas por la iglesia misma.  Aunque la
Santería posee prácticas tomadas del Cristianismo, las cuales fueron incorporadas,
en principio, por razones de resistencia esclava durante la época colonial española
en América, no por ello se debe concluir que cualquier tradición cristiana
necesariamente justifica y le brinda legitimidad a las prácticas santeras. 
          Finalmente, la posibilidad del ejercicio comparativo entre religiones no debe
ser anulado pero debe llevarse a cabo con base en criterios de paridad y no de
subordinación.
J.A. Cabán T.

EL SIGNIFICADO DEL SACRIFICIO DE ANIMALES POR EL ODUN


DE IFA OGBE DI
Un eslabón de una cadena se une a
otro,

una cadena cuelga sobre sus cuellos,

fue la profecía de Ifá que se lanzó para


los animales

cuando ellos venían al mundo.

En la Religión Yoruba existen tres


elementos de primer orden que
integran el sacrificio: estos son las
plantas, los animales y otros
materiales que son usados por el
hombre para lograr beneficios a través
del agasajo a los poderes superiores
divinos y la desviación de las fuerzas
negativas que influyen sobre él.

 Por todos es conocido que el hombre logra subsistir utilizando, básicamente, a los
animales y a las plantas, toma de ellos su carne, pieles, corteza, raíces, tallos,
hojas y frutos y se vale además de materiales diversos, obtenidos de su propia
iniciativa o de la industria, como las telas para cubrir su cuerpo; sin embargo, el
hombre yorubá emplea también todos estos elementos, que Olodumare le brinda,
para ofrendar a las divinidades y alejar así, de su placentera estancia en la Tierra,
todas las perspectivas de peligro que lo amenazan.

 En el maravilloso mundo de los tradicionalistas yorubás, todos los factores bióticos
o abióticos adquieren un significado mucho más profundo que enseñan, de forma
plena y consciente, el importante lugar que ocupa cada cual en el ciclo de la vida y
es precisamente ese significado, de gran relevancia, fundamentalmente, para los
iniciados o adeptos del ifismo, el que llegará a ustedes a través de este nuevo
artículo de nuestra web.

 El Odu de Ifa EJIOGBE nos dice acerca de la importancia del sacrificio lo siguiente:

Para aquel que vino del Cielo a la Tierra con su ofrenda en las manos su camino no
fue oscuro, para aquel que llegó a la Tierra con su ofrenda en las manos su caminar
fue seguro.

En ese Ifá tomado del odu Ejiogbe, manifiesta cómo Esu lo ayudó a convertirse en
el rey de los olodús gracias al sacrificio que este realizó por prescripción de la
adivinación. El Ese del que hablamos nos cuenta que ya los dieciséis olodús en la
Tierra, era hora ya de nombrar un jefe entre ellos. Ejiogbe no fue el primer olodú
que vino a la Tierra, muchos otros llegaron primero.

Antes que él, Oyekún Meji, el rey de la noche, había reclamado la antigüedad, el
grupo recurrió a Obatala, para que nombrara al rey de los olodús. Obatalá los invitó
a todos y les dio una rata del bosque para que compartieran entre sí, Oyekun Meji
cogió una pata, Iwori Meji cogió la segunda, Idí Meji la tercera y Obara Meji la
cuarta, las demás partes fueron distribuidas en orden de antigüedad convencional.
Ejiogbe por ser muy joven recibió la cabeza. ( En Cuba, por sustitución, se utiliza
en los sacrificios a la jutia, una especie endémica).

 En orden de secuencia Obatalá les dio posteriormente un pescado, una gallina, una
paloma, una guinea y por último, un chivo, todos fueron compartidos de acuerdo
con el orden establecido con la rata del bosque. En cada caso, Ejiogbe recibió la
cabeza de todos los animales sacrificados.

Finalmente, Obatalá les dijo que regresaran después de tres días para comunicarles
su decisión. Ejiogbe se consultó de regreso a su casa e Ifá le dijo que ofrendara un
macho cabrío a Esu. Después de comerse su macho cabrío, Esu le dijo que en el día
señalado él debía asar un ñame y echarlo en su bolso junto con un calabacín lleno
de agua, Esu también le dijo que llegara tarde a la reunión de los olodús en el
palacio de Obatalá. El día señalado, los olodús vinieron a buscarlo para ir a la
reunión, pero él les dijo que asaba un ñame al fuego para comer antes de partir.

Al irse ellos, Ejiogbe sacó el ñame, lo peló y lo guardó en su bolso junto con el
agua. Rumbo a la reunión se encontró con una anciana, exactamente, como le
había pronosticado Esu y, en consecuencia con lo que le había aconsejado, liberó a
la anciana de la carga de leña que llevaba, ya que estaba tan cansada que apenas
podía caminar.

Después de agradecerle su ayuda, la anciana se quejó de sentir apetito, Ejiogbe


sacó de inmediato el ñame de la bolsa y se lo brindó, después de comérselo, ella le
pidió agua y él le dio la que tenía en el bolso. Cuando la anciana terminó, Eyjiogbe
recogió la leña y emprendió el camino con ella a su lado sin saber que se trataba de
la madre de Obatalá.

La anciana al verlo apurado, le preguntó hacia dónde iba con tanta prisa, y él le
respondió que ya estaba retrasado para ir a la reunión en la que Obatalá iba a
nombrar al rey de los olodús. Agregó que se había tomado su tiempo, no obstante,
porque sabía que era demasiado joven para aspirar a ser rey de los dieciséis
discípulos de Orúnmila.

Al responder, la mujer le aseguró que él sería declarado rey de los olodús. Cuando
llegaron a la casa, la anciana le dijo que dejara la leña en el fondo. Fue entonces
que Ejiogbe reconoció la casa de Obatalá y comprendió que la mujer que había
ayudado era, nada más y nada menos, la propia madre de este. Con ello, exhaló un
suspiro de alivio. La mujer le pidió que le siguiera al interior de la casa. Allí sacó
dos pedazos de tela blanca y ató uno al hombro derecho y otro al hombro izquierdo
de Ejiogbe.

 Después le insertó una pluma roja de cotorra en la cabeza y le puso una tiza
blanca en la mano derecha, acto seguido, le mostró las mil cuatrocientas sesenta
piedras, dispuestas delante de la casa de Obatalá, y le dijo que se parara sobre la
piedra blanca en el centro. Con sus nuevas prendas, Ejiogbe se paró sobre la piedra
mientras los demás aguardaban en la antesala de Obatalá. Transcurrió un tiempo,
cuando Obatalá le preguntó a los demás a quién esperaban y todos respondieron
que esperaban a Ejiogbe, Obatalá les preguntó el nombre del hombre que se
encontraba parado afuera. Ellos no reconocieron a Ejiogbe, Obatalá les dijo que
fueran a rendirle tributo, uno tras otro, y a tocar el suelo con su cabeza a los pies
de Ejiogbe. A partir de entonces, Obatalá proclamó oficialmente a Ejiogbe rey de los
olodús de Orúnmila.

Casi al unísono, todos los demás olodús refunfuñaron disgustados y no ocultaron su


descontento con el nombramiento de un olodú joven como el jefe de ellos, entonces
Obatalá les preguntó cómo habían compartido los animales que les había dado
durante los días del período de prueba. Ellos le explicaron y Obatalá les preguntó
quién había recibido la cabeza de cada uno de los animales y confirmaron que en
cada caso, se la habían dado a Ejiogbe. Obatalá les explicó que fueron ellos quienes
nombraron de manera inconsciente rey a Ejiogbe, ya que cuando la cabeza está
fuera del cuerpo el resto no tiene vida, dicho esto, se marcharon, pero al salir de la
casa de Obatalá, todos decidieron mantener a Ejiogbe a una distancia prudencial,
también decidieron no reconocerlo, ni servirle, ni visitarlo. Antes de dispersarse,
Ejiogbe compuso un Ese especial para neutralizar todas las maquinaciones
malévolas en contra suya; el Ese en cuestión es el siguiente:

 Oya ni ki owo won yaa

Owuwu oni koo wo won deenu

Ikpe akiko kiiga akika deenu

Ikpe orire I gun orire deenu

Etuu kii olo tu won ni mo

Inu lo otin ire efo ebire waa

 Con este Ese especial, Ejiogbe utilizó hojas apropiadas de Ifá.

Después de este incidente, los olodús le dijeron que para ellos aceptarlo como rey
tendría que hacerles una fiesta con: doscientas güiras de puré de ñame, doscientas
ollas de sopa preparadas con diferentes tipos de carnes, doscientos güiros de vino,
doscientas cestas de semillas de cola...... Y le dieron siete días para organizar la
fiesta.

A simple vista huelga decir que parecía una tarea imposible porque ellos sabían que
Ejiogbe no tenía con qué costear una fiesta de tal magnitud. Este se sentó a
lamentar su desgracia y la perspectiva de seguir siendo un pastor sin ovejas.

A la sazón, Esu vino a preguntarle el porqué de su melancolía, y Ejiogbe le explicó


que no tenía dinero para costear la fastuosa fiesta que los olodús le habían pedido
para subordinarse a él. Esu le respondió que el problema se podía resolver si le
ofrendaba otro macho cabrío. Ejiogbe no perdió tiempo en hacerle la ofrenda a Esu,
después de comerse el macho cabrío, Esu le dijo que preparara sólo un plato de
cada alimento y que colocara en fila ciento noventa y nueve recipientes adicionales
vacíos -uno para cada uno- en el cuarto donde se celebraría la fiesta el día
señalado.

Eyjiogbe hizo lo que dijo Esu, mientras tanto, los olodús se burlaban de él porque
sabían que no había forma de que Ejiogbe pudiera costear dicha fiesta. Al séptimo
día, los olodús fueron uno por uno a visitarlo para preguntarle por la fiesta. Como
no escucharon los ruidos del mortero desde la cocina pensaron que no había fiesta.
Mientras, los recipientes vacíos se encontraban en fila, Esu fue al cuarto de la fiesta
y le ordenó al único plato de cada alimento multiplicarse y llenar todos los
recipientes vacíos. Instantáneamente todas las güiras, las ollas, las cestas ......., se
llenaron de comida recién elaborada y la fiesta estuvo lista.

Cuando Oyekú Meji llegó a la fiesta, se asombró de ver todo lo que estaba listo. Sin
esperar la invitación formal se sentó a comer. Los siguientes: Iwori Meji, Idí Meji,
Obara Meji, Okonrón Meji, Irosun Meji, Owanrin Meji, Ogundá Meji, Osá Meji, Eturá
Meji, Irete Meji, Eká Meji, Eturukpón Meji, Osé Meji y Ofún Meji, antes de darse
cuenta de lo sucedido, habían comido y bebido a su antojo.

Después de la fiesta, todos cargaron a Ejiogbe y lo elevaron sobre sus cabezas


mientras bailaban en una procesión y cantaban:

Agbee geege

Agbee Babáa

Agbee geege

Agbee Babáa.

 Ningún problema en la vida puede resistir la eficiencia del sacrificio siempre que
este sea hecho con prontitud, aquellos que se niegan o se retardan inicialmente a
realizar los sacrificios deberán estar dispuestos a hacerlos dobles.

 Frecuentemente, existe la tendencia a pensar que el sacerdote de Ifá que


recomienda el sacrificio con animales como la chiva, el carnero o el chivo,
simplemente desea una excusa para tener carne que comer a expensas de la
persona desposeída que va por ayuda.

 Cualquier sacerdote de Ifá que recomiende más sacrificios de los ordenados en la


adivinación pagará por esto el décuplo. En igual medida Orunmila aconseja a los
sacerdotes Ifá usar su propio dinero para sufragar los sacrificios de los que,
demostradamente, son desvalidos y van por ayuda, estos sacerdotes serán
recompensados diez veces por el gesto.

 Existen dos sacrificios fundamentales que no deben ser demorados. Estos son los
sacrificios a Esu y los sacrificios a Ogún. Igualmente importante es el sacrificio que
Ifá prescribe en adivinación para nuestro ORI, a pesar de que este es un poco más
olvidadizo y paciente, la ofrenda debe ser realizada sin demora.

 Cuando la persona priva a ORI de los sacrificios indicados acrecienta la perspectiva


de peligro, ya que ORI es el representante y abogado que nos defiende en la
Divinosfera.

 ORI no pide sacrificios a menos que tenga necesidad de utilizarlo con el objetivo de
apaciguar a otras deidades a las que su pupilo no puede tener fácil acceso y
obtener su apoyo en el logro de los diferentes objetivos de la vida de este. Aquellos
que dejan de hacer semejantes sacrificios en el Cielo, son los que se encuentran
con insalvables obstáculos en la vida.

Los sacrificios que nosotros hacemos a través de nuestro ORI  antes de partir del
Cielo, se acercan a la semilla que sembramos, que al igual que el día sigue a la
noche, produce el beneficio que más tarde cosechamos en el mundo. Es una
parodia de la justicia divina. La pobreza no es sinónimo de virtud, porque a nadie
que se le da la opción de escoger entre la abundancia y la penuria escogerá lo
último.

 La verdad simplemente es que nadie cosecha lo que no sembró. Nadie va a cobrar
su paga donde no trabajó. Nadie va a cobrar dinero en un banco donde no tiene
depósito o activo nominal. Nadie espera recibir dividendos de una compañía en la
cual no tiene inversiones. Nadie espera recibir un certificado o un diploma de un
curso de estudios, que no ha vencido exitosamente. De la misma manera, nadie
puede esperar una buena vida en la Tierra si no sacrificó por ello antes de marchar
del Cielo.

Un punto significativo a tener presente es que nadie recuerda sus deseos en el


Cielo al llegar a la Tierra. Esu usa los períodos de gestación e infancia para borrar
todos los recuerdos de lo que fuimos en el Cielo y de lo que planeamos hacer en la
Tierra, todo el mundo desea tener éxito en cualquier cosa que haga, pero su éxito
depende, grandemente, de los sacrificios que llegue a realizar en su paso por la
vida.

Si al llegar a la Tierra un individuo tiene la suerte de conocer a través del oráculo a


su divinidad guía lo suficientemente pronto, se le proporciona su Ifá lo
suficientemente temprano y realiza los sacrificios prescritos en su odu patrón,
puede vivir una vida confortable; si por el contrario, la persona pierde su camino y
decide, digamos una religión que lo mantendrá a distancia de su divinidad guía y no
realiza los sacrificios pendientes, la persona se convertirá en victima de todas las
dificultades creadas por los enemigos jurados.

Nadie viene al mundo con un destino estropeado. Es irreal imaginar que Olodumare
discriminará en ordenar a algunos convertirse en exitosos y a otros convertirse en
fracasados en la Tierra.

Existe un sacrificio para cada proceso de adivinación completo, aunque la predicción


de Ifá sea buena o mala, el consultante debe siempre ofrecer sacrificio. Los yorubás
creen que si la predicción de Ifá es buena, el sacrificio ayuda a que suceda y que si
la predicción es mala, el sacrificio ayudará al consultante a disipar el mal, todo
depende de la voluntad y disciplina con que se asuma la ejecución total de la
ofrenda. Si cumplimos parcialmente con un sacrificio, el beneficio será también
parcial y si nos negamos a realizarlo, no habrá beneficios.

Como parte de su capacitación el sacerdote Ifá debe aprender de memoria el


sacrificio que acompaña a cada historia de cada uno de los odu que componen el
cuerpo literario de Ifa.

 La función psicológica del sacrificio entre los yorubás se tiene en muy alta estima,
y aseguran que el sacrificio ayuda a unir tanto a las fuerzas naturales como a las
sobrenaturales. La función esencial del sacrificio es lograr que estas fuerzas nunca
lleguen a oponerse.

Los diferentes tipos de sacrificios sobrelos que hablaremos en un próximo capítulo


son los siguientes:

 1.- SACRIFICIO VOTIVO ( EBO EJE)

2.- SACRIFICIO PROPICIATORIO ( EBO ETUTU)

3.- SACRIFICIO PREVENTIVO (EBO OJUKORIBI)

4.- SACRIFICIO SUSTITUTIVO ( EBO AYEPINUN)

5.- SACRIFICIO DE FUNDAMENTO ( EBO IPILE)

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