Está en la página 1de 4

La Doctrina del Autoexamen

2 Cor. 13:5

Introducción:
Les invito a abrir sus biblias en Salmo 139:1-3 y vv.23,24.
1
Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.
2
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos.
3
Has escudriñado mi andar y mi reposo,
Y todos mis caminos te son conocidos.
23
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
24
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno.
Podríamos imaginarnos la situación de una persona en un hogar que adquiere una
enfermedad peligrosa pero curable y ésta es detectada a tiempo. Pueda que alguien uno u otro en la
familia que reconozca algún síntoma de la enfermedad, le diga a este miembro: —Tú necesitas
hacerte un examen médico— La persona tiene una de dos opciones. Puede decir: Ok. Voy al
médico, le pediré que me examine y me dé un diagnóstico de la situación. O bien puede decir: —
Bueno, voy a esperar a ver si hay manifestaciones mayores de esa situación. Si es así, entonces iré
al médico—. Cuando, muy posiblemente, sea demasiado tarde. Algo así es lo que la mayoría de las
personas experimentan con la doctrina del autoexamen. Empiezan a manifestar síntomas por aquí
y por allá. La persona va en decaimiento espiritual. Una vida que va en regresión. Uno que otro
hermano puede hacer señalamientos a esa persona, puede decirle: —Me parece que ya no tienes el
mismo fervor de antes, te estás descuidando en esta área o estoy viendo aquello—. Y la persona
puede decir, —gracias, tomaré eso en cuenta—. O sencillamente, —voy a ignorarlo—.
La doctrina bíblica del autoexamen es una doctrina voluntariamente muy ignorada. Es
bíblica, como veremos, más sin embargo, no todo el mundo la practica, y menos, como el Señor ha
ordenado.
Decía Charles Hodge: “La verdadera seguridad lleva a un franco autoexamen y a un deseo
de ser escudriñado y corregido por el Dios Todopoderoso. La falta de seguridad lleva a la
disposición de estar satisfechos con la apariencia y evita la investigación exacta”.
Por un lado la verdadera seguridad, como decía el salmista “Examíname, oh Dios.” Y por
otro lado la falta de seguridad, “Yo me siento tranquilo como estoy, no quiero que me inquieten.
No entiendo por qué tienen que decirme tanto si yo soy cristiano, si no lo soy o que yo no tengo las
marcas de un verdadero cristiano.” La falta de seguridad, las personas no quieren que les quiten.
Esas personas se conforman con aparentar, sencillamente, que es cristiano y evita la investigación
exacta.
En la biblia es obvio que hay una fe verdadera, una religión verdadera, una manera correcta
de relacionarnos con Dios, una salvación que es genuina, un modo correcto de ser redimidos.
Pero siendo esto verdad, también es cierto que el enemigo de nuestras almas intentará por
todos los medios falsificar esos medios correctos, esas maneras genuinas de acercarnos a la
presencia de Dios. La Biblia por eso nos dice que “Satanás se disfraza como un ángel de luz.” Él
trata de crear una fe que supuestamente salve, ofrece paz y seguridad en una religión que no salva,
garantizando la condenación eterna de todos sus adeptos.
El puritano Richard Baxter, en un tratado titulado: Los males de la autoignorancia y los
beneficios del conocimiento personal, enseña del grado peligro, al que nos exponemos nosotros a
los ataques del maligno, el cual puede hacer creer a una persona que está en el verdadero camino,
estando engañado. Dice él: “Esta situación es peor de la de una persona que sabe que no es
creyente y lo confiesa abiertamente.” Porque la persona que piensa que es cristiana, no siéndolo, y
pensando que está en los caminos del Señor, sin tener las evidencias bíblicas para ello, esta
persona se sentirá como que no necesita redención (que ciertamente amerita), o que ya tiene el
perdón de los pecados, sin lo cual no puede aparecerse ante la presencia del Señor, es un engaño
terrible. Satanás falsifica todo lo que es verdadero de parte de Dios. Así como todo lo valioso es
falsificado. Los diamantes son falsificados, falsifican dólares, cuadros. Así mismo Satanás falsifica
todo lo valioso que Dios ha hecho para la salvación. Hace creer a personas que tienen lo
verdadero, que tienen la perla de gran precio, cuando en realidad no la tienen. Tiene a personas
bajo su poder totalmente engañadas.
La Biblia nos advierte con respecto al engaño. Gálatas 6:7, “No os engañéis; Dios no puede
ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. El hombre puede caer en
el engaño de Satanás.
La Biblia nos dice que debemos exhortarnos los unos a los otros. Hebreos 3:12-14,
12
Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de
incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13antes exhortaos los unos a los
otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se
endurezca por el engaño del pecado.
14
Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme
hasta el fin nuestra confianza del principio,

Debemos exhortarnos los unos a los otros, porque no sea que el engaño del pecado haga
endurecer nuestro corazón. El engaño del pecado es algo que está a nuestro alrededor y que muy
fácilmente puede atrapar nuestro corazón hasta hacerlo sentir que todo está bien cuando no es
cierto. O como los profetas lo decían, cuando las personas dicen: paz y seguridad. ¡Paz, paz! No
hay ningún problema! Los falsos profetas pronuncian esa paz cuando no la hay. Hay un camino de
verdad y hay uno de error. Y en la vía de misericordia Dios pide a su pueblo que se examine. El
Señor dice a su pueblo: “Examinaos a vosotros mismos”.
El Señor nos dice en 1 Juan 5.13, “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el
nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre
del Hijo de Dios.” Toda una epístola escrita con el propósito de que nos examinemos a nosotros y
sepamos, ciertamente, si tenemos vida eterna.
El propósito del autoexamen no es fallar en ese examen. Es darnos cuenta si somos
cristianos, si en verdad lo somos. Ese es el propósito. Enfatizar esa realidad, “para que sepáis que
tenéis vida eterna” Pero a la misma vez, si no podemos corroborar lo que dice la Escritura con
nuestro testimonio cristiano, poder darnos cuenta, antes de que sea demasiado tarde, de esa
enfermedad que es curable todavía y buscar misericordia y salvación en el Señor Jesucristo.
Debemos hacer este estudio por la creciente confusión que hay con respecto a lo que un
cristiano es y no es.
Cada quien tiene una forma de decir las cosas, cada quien tiene una forma de pensar. Dicen:
—Yo no creo que mi Dios por la forma en que yo viva me vaya a condenar, es cierto que
puede ser muy diferente a lo que dicen muchos versículos de las escrituras o a como muchos de los
hermanos de la iglesia lo viven, pero yo no creo de todas maneras que Dios me vaya a condenar—.
Y se fían una convicción muy personal de lo que es un cristiano, pero que no está acorde
con la Biblia. Por esto, es importante estudiar la doctrina bíblica del autoexamen. Hay un descuido
general en esta doctrina, que no se practica.
Otra cosa que debe movernos a estudiar esta doctrina es el tipo de evangelismo que hoy se
disemina a nuestro alrededor. Las personas son llevadas a afirmar que creen en Cristo y a decir que
son cristianos, simplemente porque un momento dado sintieron cierto cosquilleo espiritual. O que
en un momento dado pasaron al frente en una iglesia, por el pasillo hacia el altar. Son ideas que
engañan el corazón de las personas. Hoy, el énfasis es: —Ten seguridad de salvación, no importa
como tú vivas—. Pero eso no es lo que dice la Escritura.
A las personas no les gusta exponerse a un autoexamen. Hay quienes abogan que ese es un
deber que debe ser olvidado. Debemos dejar esto en las manos de Dios.
En cierta ocasión, un pastor estaba hablando con otro pastor. Ese otro pastor le decía, —
Bueno, la verdad es que yo pienso que un poco más de la mitad de los que están en mi iglesia no
son creyentes—. El otro pastor sigue hablando con él y le va explicando las cosas que él piensa
tenía que hacer. Y el otro pastor le decía, pero si yo hago todo eso que me estás diciendo significa
que todas las semanas yo tendría que decirles que ellos no son salvos. El pastor le dice, —Bueno,
no. No es eso lo que te estoy pidiendo que hagas. Ahora lo que yo sí quisiera que hicieras es que si
tú sabes, según lo que me has dicho, que más de la mitad de la iglesia no es cristiana, que no le
digas que lo son. No le digas, entonces, que lo son.
Podemos decir en nuestro corazón, ¿por qué hay sermones que son fuertes, que te llaman a
examinarte, y escudriñan la mente y la conciencia?
Bueno, precisamente, porque tenemos que aplicar las Escrituras a nuestras almas. Indagar y
ver si nosotros realmente amamos a Dios como él merece ser amado.
Debemos examinarnos a nosotros mismos y advertir a ese familiar querido, que esa
enfermedad debe ser curada cuando hay tiempo y hay esperanza. Lo triste es cuando sea
demasiado tarde darnos cuenta de una realidad demasiado terrible.
Para muchos, el llegar el día del juicio será como despertar en una terrible pesadilla. Se
imaginan que las cosas están bien. Piensan que del otro lado del río les espera un hielo glorioso y
de bendición. Pero la Escritura advierte, ciertamente, de las vanas esperanzas que muchas personas
tienen. Será terrible, despertar en aquel día, descubriendo demasiado tarde, que no había ninguna
salvación ni gracia de Dios en el alma.
La iglesia de hoy necesita ir a las Escrituras y encontrar allí, en base a qué un hombre puede
llamarse verdaderamente cristiano.

1 Cor. 11:28-31, es uno de tres textos que explícitamente nos hablan de la doctrina del
autoexamen. 28Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
29
Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe
para sí. 30Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 31Si,
pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.”
2 Cor. 13:5. Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos.
¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis
reprobados?
El mandamiento aquí es claro: “Examinaos a vosotros mismos”. El objeto o propósito: “si
estáis en la fe.”

2 Pedro 1:10. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y
elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
Claramente, aquí el apóstol Pedro está diciendo que nosotros debemos hacer un esfuerzo
diligente en determinar que nuestro llamamiento y nuestra elección son verdaderos y ciertos de
parte de Dios.
Procuremos nosotros. Hay un mandamiento que se nos dirige a nosotros. Una labor que
debemos nosotros realizar y nadie más, procurad hacer firme vuestra vocación y elección.

Veamos varias cosas con respecto a la doctrina del autoexamen.

 Una definición del Autoexamen.


 La importancia y necesidad del autoexamen.
 Algunos principios e instrucciones acerca del autoexamen.

1. Definición y descripción del autoexamen.


El autoexamen es la dedicación a inquirir, indagar, conocer, considerar y revisar (uso
todos estos sinónimos para enfatizar el asunto), el estado de nuestra alma. O sea, el saber si
estamos en la gracia y si estamos creciendo en la gracia con el fin de arrepentirnos, cultivar
las virtudes ausentes y participar de la seguridad de la salvación a la que el creyente está
llamado. (Repetir).

Hay muchos en la iglesia que no muestran evidencias de regeneración.

Aplicación: Habiendo observado el versículo: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la


fe…” yo te pregunto: ¿Cuántas veces tú te has auto examinado? ¿Te has autoexaminado en los
últimos tres, cuatro meses? ¿Te examinaste el año pasado? ¿O nunca se te ocurre ni preguntar?
Dice la Escritura que te examines. La Biblia te dice hazlo, hazlo. No rehuyas a ese mandamiento, a
ese deber. Es por el bien de todos nosotros. Vas a confirmar si estás en la gracia y si estás
creciendo en la gracia. O también, qué áreas estás descuidando siendo creyente, que deben ser
mejoradas. Entonces, será de bendición. Y si no eres creyente, puedes encontrar la gran
misericordia divina y poder darte cuenta, a tiempo, antes de que partas de este mundo al venidero.
El autoexamen es un salvaguarda para nosotros librarnos de la condenación del infierno.

¿Cómo está tu vida espiritual?

También podría gustarte