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Ex 20, 15)

DIOS MÍO, DAME FORTALEZA


Edición publicada por
EDITORIAL CMM — 2013

Manizales, Colombia

ISBN: 978-958-46-3055-1

© 2013 por William Zuluaga

Editor general: Andrés Felipe Villa Panesso


Colaboración de edición: Claudia Andrea Gallego, Paola Andrea Alzate, Jorge Andres Zuluaga.

Diseño Interior y cubierta: Julio César Castellanos H, - Lorena Henao Osorio.

DIOS MÍO, DAME FORTALEZA

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

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Tabla de Contenido

INTRODUCCIÓN

Capítulo 1: ¿Q UÉ ESTÁ PASANDO?

Capítulo 2: ¿HEMOS SENTIDO DESFALLECER?

Capítulo 3: ¡BUSCA TU FORTALEZA EN EL SEÑOR!

Capítulo 4: FUERZA FÍSICA

Capítulo 5: FUERZA INTERIOR

Capítulo 6: FUERZA DE VOLUNTAD

OREMOS

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INTRODUCCIÓN

En nuestros hogares todos tenemos algún tipo de electrodoméstico y sin excepción cada
uno de ellos trae su manual de usuario, por sencillo o fácil de utilizar tiene sus
instrucciones de uso, pero lo simpático no es esto, lo simpático es que una gran mayoría
de nosotros no lo leemos antes de usarlo, sino después, cuando tal vez el dispositivo ya
ha sufrido averías por mal uso. Lo mismo pasa con Dios y su Palabra, Él, ha hecho un
manual especial para cada uno de sus hijos y allí está consignada la forma como
debemos actuar con la sabiduría de Dios en cada situación buena o mala, y de esta forma
no será estropeada nuestra vida. Pero muchos de sus hijos leen la Biblia después de
haber sufrido estas situaciones que lesionan el corazón y lo dejan de reparación. En la
palabra de Dios está la respuesta para cada situación pues las promesas de Dios operan
sobre nuestra vida cuando las asumimos con fe, convencidos de que por su fidelidad
Dios las cumplirá en nosotros.

Plenamente convencido de que cuando Dios promete algo, tiene poder para
cumplirlo.
+Rom 4,21+

El tema de este libro, pequeño en tamaño pero grande en la fuerza del Espíritu Santo,
brotó del corazón de Dios, y esto debido a las grandes necesidades y pruebas por las que
pasa el pueblo de Dios. Para esto es necesario tomar la Palabra y llenarse de fe y
fortaleza para sobrepasarlas. Esa es la voluntad de Dios: que salgamos victoriosos de
cada situación.
En el diario vivir se experimentan situaciones difíciles en las diferente áreas de nuestra
vida, con los hijos, en los estudios, en el trabajo, en el matrimonio; Dios no es indiferente
a estos sucesos y sabe muy bien que cada situación traerá para nosotros un aprendizaje y
un crecimiento. La Biblia enseña que: “Ahora bien: sabemos que Dios hace concurrir
todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que según sus designios son
llamados” +Rom 8,28+.
En el proceso de maduración de nuestro carácter y de configuración con el carácter de
Jesús, el Señor en su infinita pedagogía llevará a feliz término su obra en nosotros. Pero

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hay momentos donde estas situaciones desgastan y parece que no fueran a terminar o
que sobrepasan nuestras fuerzas y nos sentimos desfallecer, es allí donde el Señor nos
dará fuerzas para continuar peleando hasta alcanzar la victoria. Grandes hombres de Dios
en la Palabra nos dejan ver los momentos más difíciles de su paso por este mundo; se
sintieron desgastados en su misión y en algunos momentos hasta la muerte le pidieron a
Dios, pero Dios se levantó con toda su fuerza sobre ellos y no lo dejó desfallecer. De
esta misma manera el Señor hoy nos promete que su gloria resplandecerá sobre nuestras
vidas como lo hizo el salmista:

El Señor es mi fuerza, el motivo de mi canto, ha sido para mí la salvación.


Clamores de alegría y de triunfo resuenan en las tiendas de los justos: "¡La
diestra del Señor hizo proezas, la diestra del Señor lo ha enaltecido, la diestra
del Señor hizo proezas!" No, no moriré sino que viviré y contaré las obras del
Señor.
+Sal 118,14-17+

La fortaleza es uno de los siete dones del Espíritu Santo a su Iglesia, es: “un impulso
sobrenatural, que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del
martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por
permanecer coherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y ataques
injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en
el camino de la verdad y de la honradez”.

La Palabra de Dios nos hace referencia a tres formas en las que Dios nos fortalece
abarcando todas las áreas del ser humano: la fuerza física, la fuerza interior y la fuerza de
voluntad. Jesús es el ejemplo ideal de la fortaleza que necesitamos en estos tres aspectos
para triunfar como Él, hasta en los momentos más terribles del martirio; por eso nos
invita: “Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré"
+Mt 11,28+.

Levantémonos como guerreros valientes; la Palabra dice: “Entonces no vuelvan al


miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los
hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!", o sea: ¡Papá! +Rom 8,15-16+. Somos sus
hijos y Él no nos abandona: “Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o
dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna lo olvidase, yo
nunca me olvidaría de ti” +Is 49,15+. Dios no se ha olvidado de nosotros, tal vez
nosotros flaqueamos y nos alejamos pero Él siempre está firme y en este día nos
promete que:

Nadie hay como Dios ¡oh, Israel!, el que atraviesa los cielos para socorrerte,
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cabalgando majestuoso sobre las nubes. 27El Dios eterno es tu refugio, te
protegen sus brazos para siempre. Arroja ante ti al enemigo y te dice: Acaba
con él.
+Dt 33,26-27+

Digamos con todo el corazón AMEN, AMEN, AMEN a esta promesa, y pidámosle a
nuestra madre Santísima, que interceda por nosotros ante su Hijo para que nos llene
nuevamente del vino de la esperanza y la fuerza de Dios, para que los que se sienten
débiles puedan decir con el Espíritu Santo en ellos:

…y que el débil diga: “¡Yo soy fuerte!”


+Joel 3,10+

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Capítulo 1
¿QUÉ ESTÁ PASANDO?

La humanidad en estos momentos está viviendo tiempos como nunca antes: el desarrollo
de las ciencias en la medicina, las comunicaciones, la informática y las ingenierías, por
nombrar algunos campos del conocimiento. Se han obtenido avances tan importantes en
estos últimos 70 años que cambiaron de manera radical el estilo de vida, no de una
nación, sino de todos los habitantes del planeta. Cada vez se habla más de los
“ciudadanos del mundo”; la globalización ha transformado las visiones políticas, sociales,
culturales y tecnológicas de los países, llevándolos a integraciones comerciales y
culturales que antes eran impensables, especialmente a través de la red global de internet
y las millones de posibilidades que brinda. Pero toda esta transformación ha introducido
al mundo a un aceleramiento sin control; es un ritmo que no es fácil de sostener, el
mundo va rápido, a una velocidad vertiginosa.
Así como todas estas áreas han evolucionado, también han obligado al ser humano a
adaptarse a las transformaciones impuestas por ellas, ya que se requiere personal mejor
capacitado. Esto hace que las personas vivan más cargadas de trabajo, con menos tiempo
para vivir y mayores responsabilidades. Se ponen estándares tan altos en los diferentes
ámbitos sociales, económicos, laborales, afectivos y demás, que parece inalcanzable
tener una buena calidad de vida.
El mundo tiene más y mejores medicinas, pero las enfermedades cada vez son más
extrañas y peligrosas; hay mejor infraestructura tecnológica, pero más contaminación en
el ambiente; hay grandes parques de diversiones, pero la gente vive más triste. El
problema de salud pública en los países más desarrollados del mundo es el suicidio, y
ahora este problema se está generalizando en todos los países: la Organización Mundial
de la Salud (OMS) señala que los suicidios han aumentado en un 60% en el mundo
entero en los últimos 45 años, además figura entre las 20 causas de defunción más
importantes a todas las edades a nivel mundial. Cada año se suicida casi un millón de
personas: la depresión, el abuso de drogas y alcohol, entre otros, son factores de riesgo
que llevan a tomar este camino . Pero ¿cuál es la causa de todo este desorden? Tanta
tristeza, tanto dolor, tanta rabia y violencia, tantos corazones heridos y llenos de miedo;
la duda y la desconfianza reinan en el ser humano.
Los que hemos sido rescatados de una vida de dolor y pecado sabemos que la solución

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para todo este caos está en Jesús, en experimentar un encuentro personal con Él que
sana, libera y destruye el pecado en nuestra vida por el madero de la Cruz .
Todo este desorden tiene una razón más profunda que las drogas, el alcohol o la falta de
dinero o de oportunidades de trabajo. La razón fundamental es que el hombre se ha
olvidado del cimiento fundamental de su existencia: se olvidó de Dios. Es muy triste pero
lo hemos sacado de nuestras vidas, y el pecado ha tomado dominio en nosotros;
queriendo ser libres nos volvimos esclavos y ya Jesús nos lo había advertido.

Jesús les contestó: "En verdad, en verdad les digo: el que vive en el pecado es
esclavo del pecado.
+Jn 8,34+

El hombre lleva una lucha en su interior de la que sólo puede ser liberado y sanado por el
toque amoroso de Dios; es el corazón del ser humano el que debe ser sanado por El
Señor para que la vida tenga sentido.
Cuando leemos la Biblia encontramos promesas de Dios para el tiempo futuro, es decir,
cuando se cumpla aquí en la tierra. Lo que nos enseña el Padre Nuestro “hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo”; y todas Sus promesas, hablan de la armonía, la
paz, el amor y la fraternidad que tendremos cuando Dios reine en nuestras vidas; es más,
habla de la convivencia entre animales que en nuestro mundo son cazador y presa, pero
que en el reinado de Jesús pastaran juntos sin problema +Is 65,25+.
Desafortunadamente no hemos tenido en cuenta lo que Dios nos ha prometido, y grandes
cargas pesan sobre las personas que se convierten en destructores de la felicidad y la
plenitud a la que el Señor nos ha llamado. Nuestra vida sin Dios se refleja en la sociedad
y en el diario vivir. Jesús dijo:

Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ése da


mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada.
+Jn 15,5+

Basta con ver algunas de las situaciones de nuestra vida cotidiana que nos llevan a
presiones extremas:

Falta de trabajo o largas jornadas laborales:

Algunos tienen que trabajar mucho más de las horas normales de trabajo, teniendo varios
empleos para poder tener lo mínimo y vivir dignamente. También hay quienes lo hacen
para sostener niveles de vida costosos y absorbentes, se desgastan para responderle al

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mundo en sus exigencias, sus jornadas de trabajo comienzan temprano pero no saben
cuándo terminan.
Otros se levantan temprano en la mañana y cumplen tres jornadas laborales, pero
buscando trabajo. Es difícil ver llegar a la Comunidad tantas personas sin trabajo rogando
por una bendición que les cambie la vida; llegan a niveles tan altos de desesperación y de
impotencia que se ven reflejados en su salud mental y física.
Es mucho más difícil cuando observamos personas de oración y fieles al Señor pasar por
momentos de prueba intensos. Todos los días vemos las dificultades para obtener lo
mínimo que se necesita para el diario vivir, afectados por la carestía, la injusticia social:
Cómo muchas veces, el hombre piensa solamente en él, se ha llenado de egoísmo,
despreciando la necesidad de los demás.

Enfermedades:

Todos los días aparecen más enfermedades raras, frutos de la degradación del medio
ambiente. En los animales encontramos pestes que se han trasmitido a los seres
humanos, virus que constantemente se están modificando y causan mayor daño en la
salud. Todo este caos de la salud hace parecer que el mundo se ha venido en contra
nuestra.

La deslealtad y la infidelidad:

El valor de la palabra se ha perdido y no se puede confiar en nadie. Los negocios se


hacen siempre con el supuesto de que puedo ser engañado y cada persona piensa en su
propio bien para sacar provecho de los demás; la poca lealtad hace que un hermano
venda al otro por dinero sin importar las consecuencias. No hay problema con fallarle a
los demás, engañarlos y utilizarlos para fines terribles.
La infidelidad está floreciendo en los corazones de las personas en todos los niveles. Se
es infiel a los amigos, a los hermanos, a los padres y a los cónyuges con tal de tener
satisfacciones personales, el “Yo” abunda en los corazones.

Las guerras:

Los estudiosos de la historia han afirmado que en el siglo XX y lo que ha corrido de este
siglo XXI no se han tenido más de seis días de paz en el mundo; esto quiere decir que
siempre, en algún lugar del planeta, se ha tenido un conflicto armado. No tenemos que ir
muy lejos: nuestro hermoso país lleva sufriendo las consecuencias de la guerra desde
antes de independizarse; la sangre que se ha derramado en Colombia sólo en el conflicto
interno es alarmante.

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La desigualdad e injusticia social:

Temas como el deficiente servicio del sistema de salud colombiano, los pasivos
pensionales que hace incierto el futuro de los colombianos, el poco acceso a la educación
superior, la falta de oportunidades laborales importantes o la dificultad para tener una
vivienda propia, hacen que las situaciones familiares sean cada vez más tensas.

Descomposición familiar:

Matrimonios y familias destruidas por el maltrato y abuso de sus padres. El alcohol, las
drogas y los negocios ilícitos son problemáticas que también afectan la descomposición
del núcleo familiar que es célula fundamental de la sociedad. Padres de familia que se
han desgastado por sus hijos, con errores y dificultades, pero que desde su corazón han
tratado de darles lo mejor, y al final sienten su abandono o ven tristemente que las
opciones de vida tomadas por los hijos no son las mejores.

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Capítulo 2
¿HEMOS SENTIDO DESFALLECER?

Cuántas veces nos sentimos cansados de tanta dificultad, de luchar y luchar, pareciendo
que todo ha sido en vano, que no ha valido la pena tanto esfuerzo y al final la situación
puede verse peor que al principio.
Dios no es ajeno a todas estas dificultades en las que nosotros, los seres humanos, nos
hemos dejado envolver, y su santa palabra tiene para nosotros la respuesta ante cada
situación difícil que podemos vivir en este camino temporal por el que transitamos. El
Evangelio es la buena noticia para toda la humanidad, y en esa buena noticia
encontramos la fuerza para seguir adelante.
El Señor dijo: “vengan a mi todos los que están cansados y agobiados que yo los haré
descansar” +Mt 11,28+. Esta es la promesa del Señor: si estamos cansados, agobiados,
hartos de estas situaciones de conflicto, entonces el Señor nos llama diciéndonos:
“Vengan a mí que yo los haré descansar”. En medio de esta situación triste, del dolor,
del sufrimiento, de la desigualdad, Jesús está con su mano extendida para levantarnos y
darnos su Espíritu de Fortaleza.
No es un secreto que el enemigo está detrás de todo plan para destruir a los hijos de
Dios, robarles la esperanza y desanimarlos para que no vean cumplidas en sus vidas las
promesas del Señor. Dice la Palabra: “El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir…”
+Jn 10,10+, y el mismo apóstol Juan en su primera carta nos advierte también:
Sabemos que somos de Dios, mientras el mundo entero está bajo el poder del
Maligno.
+1 Jn 5,19+

¡Gloria a Dios tenemos a un Padre que no es indiferente a nuestras situaciones difíciles y


al que podemos recurrir en busca de ayuda! ¡Tenemos a quien alzar nuestras manos y
pedirle con todo el corazón que nos libere y levante de la esclavitud y postración! El
Señor no se hará esperar, pues ha dado todo por nosotros: a su propio hijo. La Palabra
de Dios dice: “…Para esto se ha manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras
del Diablo” +1 Jn 3,8+.

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Hermanos, no podemos caminar en esta vida pensando que no somos capaces, que
decaeremos, que abandonaremos la pelea. Como siempre, la Palabra de Dios nos está
exhortado al decirnos: “El que se siente débil, el que está cansado o se siente derrotado
que se fortalezca en la unión con el Señor y la fuerza poderosa que viene de su presencia
en nuestras vidas". El hijo de Dios toma su fuerza de la presencia del Señor, toma su
valentía de la comunión con Dios así como nos lo enseña el salmista.

El Señor atiende al clamor del hombre honrado, y lo libra de todas sus


angustias. 18El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón
hecho pedazos y han perdido la esperanza.
+Sal 34,17-18+

Si no estamos solos ¿Por qué estamos luchando como si lo estuviéramos? ¿Por qué
olvidamos el auxilio del Señor? Debemos buscar su rostro con todo el corazón. No
permitamos que el desánimo nos atrape, nos derrote, y nos humille; esto sucedía cuando
vivíamos en el mundo y según sus criterios, no conocíamos al Señor y su fuerza
poderosa que quiere actuar en nosotros; esa es su voluntad, no se admite un hijo del Rey
de Reyes y Señor de Señores viviendo en angustia y desolación.

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Capítulo 3
iBUSCA TU FORTALEZA EN EL SEÑOR!

San Pablo fue un hombre que tuvo que pasar por muchas situaciones difíciles en su obra
evangelizadora, debido a su convicción y tenacidad para llevar la Palabra de Dios:
persecuciones, riesgos de muerte, naufragios, hambre y desnudez, entre otras +2 Cor
11,23-27+, todo por causa de su misión. Él más que nadie conocía la fuente de donde
debemos beber la fuerza para seguir caminando hasta la meta y cómo prepararnos para el
momento de la batalla, veamos:

Ahora, hermanos, fortaleceos en vuestra unión con el Señor y su fuerza


poderosa.
+Ef 6,10+

San Pablo nos invita a fortalecer nuestra comunión con el Señor y esto va más allá de un
simple conocimiento que queda grabado en nuestra memoria. Estar en comunión con Él
es mucho más que conocer un principio intelectual. El diccionario nos enseña que:

Comunión es unión:

Vamos a ilustrarlo con el siguiente ejemplo: cuando tomamos a una persona de la mano,
quedamos unidos entre sí; pero la unión es sólo una de las cosas que implica la
comunión. Cuando la Palabra nos dice que fortalezcamos nuestra unión con el Señor, se
refiere a que no podemos alejarnos de Él, que tenemos que estar tocando al Señor todos
los días en oración, adorándolo en espíritu y en verdad +Jn 4,23+. No podemos dejar a
Dios en la casa y salir a luchar solos, ya que de esta forma la única seguridad que
tendremos es la de ser derrotados. Si comunión es unión ¿Cómo vamos a dejar al Señor
en la casa? ¿Cómo vamos a dejar de hablar con Él aunque sea un momento? El hijo de
Dios nos mantiene fortalecidos, y si caemos, Él nos levanta.

Comunión es acuerdo:

Podemos estar de la mano unidos a otra persona, pero no necesariamente significa que

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pensemos igual y tengamos comunión de ideas. En la iglesia hay personas a quienes se
les hace muy fácil alzar las manos al Señor y sentir su presencia pero no están de
acuerdo con Él. Hemos visto cómo personas que asisten a los diferentes seminarios de la
comunidad y, en especial, el seminario de sanación interior y liberación, reciben grandes
bendiciones de parte del Señor por su infinita misericordia, pero manifiestan no estar de
acuerdo en temas como la brujería, el yoga, la angelología, la nueva era o el espiritismo.
Tienen estas prácticas abominables para Dios y no les conviene aceptar la luz del
Evangelio, por el contrario, si creen fervorosamente que Dios los puede prosperar y los
puede sanar. Esto se llama editar el Evangelio y aceptar sólo lo que nos conviene. Otros
cuestionan la Iglesia porque no acepta situaciones de vida que están condenadas en la
Palabra. No podemos decir que somos bautizados en la Iglesia pero que nos gustaría
cambiar Las Escrituras. Esto nos convierte en sectarios, es más, de allí nacen las sectas:
estas toman fragmentos de varias partes de la Palabra, formando su propia teoría para
convertirla en una verdad absoluta.
Por lo tanto, lo que está escrito en la Biblia no se puede modificar. O tomamos todo o lo
rechazamos todo, pero no lo ajustamos a nuestro amaño. Predicamos lo que dice toda la
Palabra y no sólo lo que nos conviene. Esto es lo que enseñamos, y si lo aceptamos,
viviremos en bendición. Si el Señor nos dice "no debes hacer esto", debemos acoger su
voluntad expresada en su Palabra.
De esta manera, comunión es pensar, sentir y vivir lo que Jesús nos propone en el
Evangelio. Así estamos cerca de Él y evolucionaremos hasta llegar a tener la mente de
Cristo +1 Cor 2,16+. Cuando no vivimos lo que Jesús dice, nos distanciamos de Él;
esto conlleva a que cuando caigamos, no tengamos quien nos levante.

Comunión en el sentir:

En tercer lugar está la comunión de sentimientos: no solamente estar cerca, pensar igual,
sino también sentir igual. Estar en comunión con el Señor es estar juntos, tener una
misma mente y un mismo corazón. Cuando tienes el mismo corazón de Dios, cuando
amas al Señor y a su Palabra, hay una comunión profunda y la fuerza del Espíritu Santo
viene a tu vida.
Cuando estamos en comunión con el Señor nos fortalecemos con su fuerza poderosa, y
esto no es cualquier cosa. No estamos hablando de las calorías que nos puede dar un
plato de la mejor comida, o la más alta calidad en vitaminas y suplementos alimenticios.
Estamos declarando que va a venir la fuerza poderosa de Dios por medio de la cual fue
creado el universo y nos levantará victoriosos. Su Palabra nos cuenta cómo abrió el Mar
Rojo y dió la victoria a Israel; de la misma manera, la victoria será nuestra: se abrirá el
mar en el nombre de Jesús y se destruirán todas las dificultades y oposiciones que el
mundo ponga contra nosotros. Esa es su voluntad, el Señor está interesado en darnos
fuerza para vencer a cualquier Goliat y salir victoriosos en cualquier dificultad. Miremos

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con fe las promesas de su Palabra y que sean para nosotros sí y amén en Cristo Jesús el
Señor +2 Cor 1,20+.

Nadie hay como Dios ¡oh, Israel!, el que atraviesa los cielos para socorrerte,
cabalgando majestuoso sobre las nubes. El Dios eterno es tu refugio, te
protegen sus brazos para siempre. Arroja ante ti al enemigo y te dice: Acaba
con él.
+Dt 33,26-27+

La Palabra de Dios, básicamente, nos habla de tres formas en las que Dios nos fortalece:
la fuerza física, la fuerza interior y la fuerza de voluntad. Éstas abarcan todas las áreas
del ser humano, Y ES EL QUERER DE DIOS QUE SU PUEBLO RECIBA ESTA
BENDICIÓN PARA ALCANZAR LA VICTORIA. Ya Jesús nos animaba: “Ustedes
encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo” +Jn
16,33+.
Maravilloso es Dios en su santuario; el Dios de Israel da poder y fuerza a su
pueblo. ¡Bendito sea Dios!
+Sal 68,35+

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Capítulo 4
FUERZA FÍSICA

¿Dios nos da fuerza física? ¿Podemos pedirle al Señor fuerza física? Dice la Palabra de
Dios:

El da la fuerza al que está cansado y robustece al que está débil. Mientras los
jóvenes se cansan y se fatigan y hasta pueden llegar a caerse, los que en El
confían recuperan fuerzas, y les crecen alas como de águilas. Correrán sin
fatigarse y andarán sin cansarse.
+Is 40,29-31+

Dos cosas debemos aprender:

Lo primero: que la Palabra dice que “El Señor da fuerza al que está cansado”, así que
no hay por qué sentirse mal por estar cansado. Hay quienes recuerdan los tiempos
pasados con nostalgia y han visto como los años y el trabajo duro se han quedado con
sus fuerzas, ya no son capaces de trabajar con el mismo ánimo, están tan cansados que
esto destruye su autoestima, se sienten desanimados y no quieren luchar más.
Amigo: no está mal estar agotado, lo malo está en no clamar al Señor sin confiar en su
omnipotencia. La Palabra dice que Dios nos dará nuevas fuerzas y además nos hará
crecer alas como de águila para que sigamos conquistando alturas aún en nuestra vejez,
aunque la naturaleza misma nos muestre la debilidad. Sólo cerremos nuestros ojos en el
lugar donde nos encontremos y clamemos a Dios en el nombre de Jesús esta promesa de
restauración.
Lo segundo: Dios fortalece al cansado (al valiente que está cansado), pero también al
débil; estas son dos cosas diferentes, una es estar cansado y otra es sentirse débil. Aquí el
Señor habla de manera especial a aquellas personas que se han acobardado aún desde la
niñez. Diferentes motivos son los que llevan a estos hijos de Dios a sentirse temerosos:
hay quienes no se sienten capaces de adquirir la responsabilidad de formar un hogar pues
le temen a la paternidad, otros temen perder la libertad con el matrimonio y lo evaden
por todos los medios, otros no salen adelante porque les da miedo dejar su casa paterna.
En últimas, no importa el temor que llevemos en el corazón, lo realmente importante es

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que la Palabra nos promete libertad y fuerza y Dios tiene poder para cumplir lo que
promete +Rom 4,21+.
Pero el Señor ha prometido que sanará los corazones heridos y nos dará fuerza para
afrontar todas las etapas de la vida con la dignidad y la madurez de un hijo de Dios. Él lo
ha prometido y va a cumplirlo.

…y que el débil diga: “¡Yo soy fuerte!”


+Joel 3,10+

Esta es una promesa que Dios nos dio, y si la tomamos para nosotros y la reclamamos en
oración, se convertirá en Palabra Rhema que entrará en nuestro corazón y nos dará las
fuerzas necesarias para vencer. Las promesas del Señor dan vida y no seremos
defraudados.

Algunos hombres fortalecidos por el Señor físicamente

¿Las Sagradas Escrituras nos muestran que Dios ha dado fuerza a sus hijos en las
situaciones más difíciles de la vida? ¡Por supuesto!
El Señor le dio fuerza a Sansón, él fue un hombre común, pero cuando el Espíritu del
Señor entró en él, le dio una fuerza extraordinaria. Recordemos que con la quijada de un
burro mató mil filisteos ¿te imaginas qué hubiera hecho con el burro entero?, fue un
hombre que recibió tal fuerza de Dios que podía luchar con un ejército completo y lo
vencía sin ninguna dificultad +Jue 15,14-15+.
El Señor le dio nuevas fuerzas a Caleb y a Josué; de los doce exploradores enviados por
Moisés para observar la tierra prometida y a los pueblos que la habitaban, sólo ellos dos
creyeron que la podían conquistar; el resto de hombres vieron esta misión que el Señor
ponía en sus manos como algo imposible. Mientras los diez hombres decían “no
podemos entrar a esa tierra pues hay gigantes”, Caleb y Josué dijeron “¡Sí! Esa tierra
es de nosotros porque si lo creemos lo es +Núm 13,27-30+. Si no lo creemos, amigo,
nos vamos a quedar en el desierto, no vamos a ver la bendición del Señor.
La Palabra nos cuenta que gracias a la fidelidad mostrada por Caleb el Señor le conservó
la fuerza como la de un joven, todos los contemporáneos suyos murieron, sus huesos
quedaron esparcidos en el mismo lugar donde dudaron del Señor y de sus promesas,
pero Caleb y Josué creyeron la promesa. Caleb recibió una fortaleza física tal que a los
ochenta y cinco años todavía podía pelear e ir y venir sin problemas +Jos 14,6-11+.
A Abraham, el padre de la fe, Dios le dio hijos en su vejez. Él con 100 años y su esposa
Sara con 90, pudieron tener el hijo de la promesa gracias a que el Señor les dió nuevas
fuerzas. ¿Qué tanta fuerza quisiéramos obtener de Dios? Dios fortalece a su pueblo

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porque para esta batalla que libramos en este mundo las fuerzas que necesitamos deben
ser extraordinarias.
Repitamos en oración “Padre del cielo hoy recibo tu fuerza, Amado Espíritu entra en
mí y revísteme de poder en el nombre de Jesús, este es el día que hizo el Señor”
¡Gloria a Dios!
Es Increíble ver como jóvenes derrotaron gigantes, se encontraron David y Goliat, un
hombre enorme, como tres veces la estatura de David, humanamente el pequeño pastor
de ovejas no tendría ninguna oportunidad frente a este hombre de guerra, pero vino el
poder del Espíritu Santo sobre el joven (David) y con una piedra pequeña y una onda
derrotó al gigante +1 Sam 17+.

La Palabra de Dios dice que “el Señor adiestra mis manos para la batalla” +Sal
144,1+, y la Palabra es poder de Dios. El mundo mira muy diferente a como miramos
los hijos de Dios; cuando salió el gigante, la gente dijo que a un hombre tan grande era
imposible ganarle, y David cogió la piedra y dijo que a ese hombre tan grande era
imposible fallarle. Nos damos cuenta cómo debemos mirar los hijos de Dios, pero los
soldados de Israel estaban temerosos porque ellos tenían la fuerza que les da el alimento,
pero David tenía la fuerza del Espíritu de Dios, ¿Cuál fuerza queremos nosotros?

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Capítulo 5
FUERZA INTERIOR

La segunda forma en la que Dios nos da su fuerza es interiormente, en el corazón. El


Espíritu Santo viene de manera sobrenatural a levantar el ánimo y alienta nuestro espíritu
para seguir luchando. Podemos tener toda la vitalidad física de Sansón pero si nuestro
corazón se encuentra abatido nada podemos hacer, en cambio si nuestro cuerpo está
cansado pero nuestro espíritu y nuestro corazón están fortalecidos por la gracia de Dios
lo podemos todo en el nombre de Jesús.
Lo terrible cuando faltan las fuerzas en el corazón no es sentir que no podemos más, lo
realmente preocupante es no querer luchar más, puesto que este desánimo parte de
nuestra decisión. Cuando ya no tenemos ganas, cuando no hay fuerza interior, cuando
decimos "no más", no nos queremos levantar de la cama, ni bañar, ni que nos hablen, ni
siquiera pasar al teléfono; estamos viviendo un punto crítico que nos puede llevar a una
depresión o a una crisis existencial. Cuantas ilusiones y anhelos de la juventud se han ido
perdiendo por el cansancio de la lucha, esto nos lleva a la desesperanza y al desánimo.
Hay quienes se avergüenzan con el Señor, pues creen que esto no les puede suceder,
pero la Palabra de Dios nos enseña que hasta los hombres más tenaces que aparecen en
ella atravesaron por dicha situación. Es en este momento de dificultad donde debemos
pedir más el auxilio de Aquel que ha sido enviado para consolar al pueblo de Dios.

Alzo mis ojos a los montes: ¿de dónde vendrá mi auxilio? Mi auxilio me viene
de Yavé, que hizo el cielo y la tierra. ¡No deje él titubear tu pie! ¡no duerme tu
guardián! No, no duerme ni dormita el guardián de Israel. Yavé es tu guardián,
tu sombra, Yavé, a tu diestra. De día el sol no te hará daño, ni la luna de
noche. Te guarda Yavé de todo mal, él guarda tu alma; Yavé guarda tus salidas
y entradas, desde ahora y por siempre.
+Sal 121,1-8+

La fuerza de Dios en Jesús

La primera persona que tenemos que tener como modelo de vida en todo es a nuestro
amado Jesús, que siendo verdadero Dios, también fue verdadero hombre. La Palabra nos

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ayuda a profundizar más en la realidad de Aquel que tomó nuestra naturaleza con
debilidades y limitaciones para animarnos, entendernos y ayudarnos; Jesús se solidarizó
con el género humano y dignificó nuestra existencia.

Por eso tuvo que hacerse semejante en todo a sus hermanos, y llegó a ser el
sumo sacerdote lleno de comprensión, pero también fiel en el servicio de Dios,
que les consigue el perdón. El mismo ha sido probado por medio del
sufrimiento, por eso es capaz de ayudar a aquellos que son puestos a prueba.
+Heb 2,17-18+

Jesús mostró su naturaleza Divina realizando grandes prodigios que revelaban su


identidad de Hijo de Dios; el hijo del hombre tenía poder para perdonar pecados, sanar
enfermos, liberar personas oprimidas por espíritus del mal y hasta resucitar muertos.
Pero esto no lo eximió de tener que pasar por situaciones humanas. El verso 18 de la cita
anterior nos dice que fue probado por medio del sufrimiento, por medio de la tribulación.
Y no estamos hablando del momento de la crucifixión. Por supuesto que fue difícil cargar
la cruz y ser atravesado por unos clavos, para esto necesitó tanto fuerza física como
fuerza en su corazón; estamos hablando de la carga emocional que Jesús tuvo que
sobrellevar en el momento de oración en el huerto de los olivos. Meditemos el abandono
y la tristeza que sufrió en su corazón.
Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos:

Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar. Tomó consigo a Pedro y a los
dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Y les dijo: Siento
una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos. Fue
un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así:
Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo
quiero, sino lo que quieres tú.
+Mt 26,36-39+

Jesús, en el momento en que sintió esta tristeza de muerte, empezó a buscar el respaldo
del Padre en oración, se puso de rodillas y empezó a declarar las Promesas de Dios;
Podemos pensar, sin temor a equivocarnos, que Jesús declaraba: “Roca mía, refugio
mío, alcázar mío, mi más alto escondite, Padre si es posible aparta de mi este
cáliz…”. Él repetía los salmos en sus oraciones y éstos están llenos de declaraciones de
fortaleza.
Cuando Jesús estaba atravesando momentos de angustia, de muerte, dice la Palabra que
un ángel acudió para consolarlo +Lc 22,43-44+. Jesús debía beber el cáliz de amargura

20
pero el Espíritu Santo le dio la valentía para hacerlo sin desfallecer, le dio fuerza en su
corazón humano.
Tarde o temprano tendremos que pasar por pruebas, por la noche oscura; algunas veces
el Señor nos libera de momentos de dolor, pero como Jesús, y siendo testigos de un
crucificado, tendremos que fortalecer nuestro carácter en el momento de la prueba, sin
embargo hoy nos dice el Señor: “Yo soy tu roca, tu fortaleza, tu alcázar, tu libertador” .
Lo que nosotros necesitamos es UN TIEMPO DE COMUNIÓN CON EL SEÑOR
TODOS LOS DÍAS, hay que orar, levantemos nuestras manos y adoremos al Señor para
que el día de la prueba la fuerza de su Espíritu Divino sostenga nuestro corazón para que
no desfallezca. Es en oración donde el hombre recibe la provisión para los momentos
difíciles y sobre nuestras rodillas encontraremos la fortaleza.

Por eso estén vigilando y orando en todo momento, para que se les conceda
escapar de todo lo que debe suceder y estar de pie ante el Hijo del Hombre.
+Lc 21,36+

La fuerza de Dios en Elías

Uno de los hombres de Dios más famosos en toda la Sagrada Escritura es el profeta
Elías, quién tuvo manifestaciones extraordinarias de Dios en su vida; uno de los tantos
prodigios que realizó en el nombre del Señor fue ordenar a los cielos que se cerraran y no
callera una gota de lluvia +1 Re 17,1+ hasta que él lo ordenara. Durante tres años y
medio no llovió sobre la tierra hasta que nuevamente Elías intercede por el pueblo y Dios
envía la lluvia +1 Re 18, 41-45+.
En +1 Re 18,17-40+ la Palabra de Dios nos cuenta que el rey mandó a llamar a Elías
porque el pueblo se había perdido, y él les dijo: Ustedes están adorando a un dios falso,
el mío es el Dios verdadero, y para comprobar esto, vamos a poner dos montones de
piedra, uno separado del otro, y le dijo al pueblo: ahora ustedes van a sacrificarle un toro
a su dios a ver si los escucha. Inmediatamente llamaron los 450 profetas de Baal, quienes
rodearon el toro sacrificado ofreciéndole cantos durante todo el día sin que nada pasara,
mientras que Elías se sentó a esperar fortalecido en el Señor, burlándose de los profetas
que invocaban ese falso dios, diciéndoles: "Cántenle más duro que no los está
escuchando", y al final nada sucedió; fue en ese momento cuando se paró Elías y dijo,
ahora vamos a ver cuál es el verdadero Dios, y él solo, a la vista de los 450 hombres
que invocaban los falsos dioses, puso su toro como sacrificio y dijo: "En el nombre del
Señor", e inmediatamente llovió fuego del cielo el cual quemó el sacrificio, la leña, las
piedras y la tierra en la que se encontraba el toro, es decir, todo lo evaporó. Es
importante anotar que antes de orar, el sitio había sido regado con agua por todas partes
para que por ninguna razón prendiera el fuego, pero el poder de Dios vino y lo

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encendió. Después de esto Elías llevó a los 450 profetas de Baal junto al río y a todos les
cortó la cabeza.
Tremendo relato nos cuenta la Biblia sobre la valentía de este profeta, y podemos pensar
que este hombre de Dios tendría un carácter inquebrantable, pero no es así. Cuando una
persona escucha sobre este hombre y su seguridad en Dios, lo primero que tiende a
pensar es que a él ninguna prueba le llevó a flaquear; pero esto no es cierto.
Más adelante en +1 Re 19,1-18+ se nos relata que la esposa del rey se entera de lo
que Elías había hecho con los profetas de Baal y le manda a decir que le quitarían la
vida, y él mismo hombre que peleó con 450 profetas de dioses paganos, que hizo caer
fuego del cielo, y que hizo que no lloviera durante 3 años y medio, al escuchar la
advertencia de la reina, no supo que hacer y huyó al desierto.
Imaginemos ¿qué difícil sería para Elías acabar con la reina haciendo que cayera fuego
del cielo sobre ella?, pero Elías sintió miedo como muchos de nosotros que peleamos
muchas batallas pero como todas ellas desgastan, llega una prueba más que nos hace salir
corriendo; Elías empezó a huir por el desierto y después de mucho correr, se tendió bajo
un árbol y dijo: “Señor prefiero la muerte”. Cuántas veces hemos exclamado “que
situación tan horrible, por qué me pasa esto a mí, no quiero vivir más, estoy cansado, yo
no voy a seguir luchando”.
Un gran hombre de Dios, que hizo grandes prodigios estaba tirado debajo de un árbol
llorando como un niño lamentándose de su suerte. Amigos, que esto no nos avergüence
¿sentimos que no tenemos más ganas?, ¿que se nos acabó la gasolina?, ¿creemos que el
Señor nos dejará tirados?, ¿Que Dios te trajo aquí para dejarte volver atrás? Elías
experimentó la restauración de su vida por la mano de Dios.
Dice la Palabra que Elías se quedó dormido esperando su muerte, entonces mando Dios
un ángel que golpeándole el hombro como signo de fuerza (fortaleza dada por Dios), le
dijo: “Elías, levántate y come que el camino es largo”, Elías comió y bebió pero se
volvió a acostar. La respuesta del Señor ante esta actitud de Elías fue enviarle con el
ángel más pan y más agua, y entonces el ángel lo volvió a llamar y le repitió nuevamente:
“levántate y come porque el camino es largo”, Elías comió, bebió y se puso en pie.
Elías empezó a caminar con el ánimo y la fuerza que le dio el Señor, él tenía fuego en su
corazón, caminó 40 días hasta que llegó a su destino, el monte del Señor, el Horeb. Allí
se adentró en una cueva, no para volverse a dormir por el cansancio que tenía, sino que
su actitud ya había sido cambiada. Miremos cómo cambia la actitud del hombre cuando
confía y se deja levantar por el Señor; El Señor entra a la cueva y le pregunta a Elías:
“¿Qué estás haciendo?” A lo que Elías respondió: “Estoy que ardo de celo por el Señor”;
este fue el mismo hombre que en algún momento estuvo deprimido y angustiado y que
después de recibir el alimento y el aliento de Dios, ardía de celo por el Señor; Elías había
sido restaurado en su fe.

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Es muy importante que entendamos que no debemos abandonar la comunión con el
Señor, el pan es signo de comunión con Dios. Cristo partió el pan y lo entregó como
signo de comunión. Hermanos, Dios hoy de manera personal nos ordena que nos
levantemos por el poder de su nombre, que no podemos quedarnos en postración;
levantémonos delante de la presencia del Señor y empecemos a tener comunión con Él,
tal vez nos faltan 30, 40, 50 o 60 años de camino. Levantemos nuestras manos y
digámosle al Señor: “aquí estoy para que me llenes de tu fuerza, dame tu Santo Espíritu
en el nombre de Jesús” Amén.

La fuerza de Dios en Pablo

El tercer hombre del que queremos hablar, que sufrió persecuciones y momentos
difíciles, se llama San Pablo, un misionero como no había otro, un hombre que nunca
decaía en su misión debido a su carácter recio y decidido. Un loco por el Evangelio como
así mismo se cataloga, veamos:

Empiezo a hablar como un loco: yo lo soy más que ellos. Más por mis
numerosas fatigas, más por el tiempo pasado en cárcel, mucho más por los
golpes recibidos, y muchas veces me encontré en peligro de muerte. Cinco
veces fui condenado por los judíos a los treinta y nueve azotes, tres veces fui
apaleado, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y una vez pasé un día y
una noche perdido en alta mar. Viajes frecuentes, peligros de ríos, peligros de
bandidos, peligros por parte de mis compatriotas, peligros por parte de los
paganos, peligros en la ciudad, peligros en lugares despoblados, peligros en el
mar, peligros entre falsos hermanos. Trabajos y agotamiento, con noches sin
dormir, con hambre y sed, con muchos días sin comer, con frío y sin abrigo.
+2 Cor 11,23-27+

¿De dónde salía tal tenacidad para predicar la Palabra de Dios? De su encuentro vivo con
Jesucristo que como el mismo lo dice: “Me amó y se entregó por mí” +Gal 2,20+. San
Pablo estaba tan agradecido por la redención recibida gratuitamente por medio de Jesús
que de ahí sacaba todo su coraje para sobrepasar los momentos de prueba, su pasión
brotaba de la confianza puesta en Jesús que no lo abandonaría.

Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de


amor y de buen juicio. No te avergüences, pues, del martirio de nuestro Señor
ni de mí al verme preso. Al contrario, sufre por el Evangelio, sostenido por la
fuerza de Dios.
+2 Tim 1,7-8+

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La fortaleza de San Pablo era algo que estaba por fuera de lo natural, su convencimiento
del Evangelio, acompañado de su agradecimiento, le impulsaban en una tarea que en
aquella época costaba la vida a todo seguidor de Cristo; en una ocasión llegó a predicar a
una ciudad, lo apedrearon hasta dejarlo medio muerto y lo despeñaron. Pero ni siquiera
su cuerpo mal herido por la lapidación fue impedimento para que al otro día después de
este intento de asesinato saliera con Bernabé a otra ciudad a continuar con su labor
evangelizadora +Hc 14,19-20+.
El Señor, mis queridos hermanos, fortaleció a este gran hombre de Dios así como nos
quiere fortalecer a nosotros en este día. Veamos siempre con esperanza la obra de Dios;
por mucho que suframos, Jesucristo ya lo sufrió todo por nosotros y por eso no nos
dejará abandonados. El Espíritu Santo es Poderoso y así como movió a Pablo con
valentía, así mismo lo hará en la vida de cada discípulo que esté decidido a vencer.
Digamos como San Pablo:

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.


+Fil 4,13+

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Capítulo 6
FUERZA DE VOLUNTAD

La fuerza de voluntad es el tipo de fortaleza que más necesitamos en estos momentos, y


¿para qué fuerza de voluntad?: Para vivir en la gracia de Dios. La gran mayoría de los
Cristianos Católicos no somos conscientes de lo que perdemos y las bendiciones que
dejan de venir a nuestras vidas cuando dejamos de vivir en la gracia de Dios; a veces
pensamos que pecamos y que con una confesada ya estamos listos para continuar, pero
no alcanzamos a dimensionar lo que perdemos al no perseverar en la gracia.
En estos casi 19 años recorriendo este camino con el Señor se alcanza una experiencia
considerable para saber las muchas bendiciones que se pierden cuando se peca. Cuando
se está en alturas espirituales, fortalecido por el Señor, lleno de la unción, lleno de la
provisión y del auxilio del Espíritu Santo y se cae en un pecado es difícil volver a
levantarse; ¿Cuánto tiempo se pierde en eso? ¿Cuántas ataduras se reciben? Es sólo una
vez, podría decir alguno, pero una sola caída en pecado se puede convertir en un hábito
que esclaviza, y a veces quien estaba bendecido por Dios, en un par de meses empieza a
contar tristezas. ¿Qué fue entonces lo que sucedió?: Abandonó la comunión con el Señor.
El caer es de humanos pero el levantarse es de los hijos de Dios, sin embargo mucho
mejor es no caer, mucho mejor es decirle al Señor: “fortaleza mía, roca mía dame fuerza
de voluntad para decir no, porque no quiero perder las bendiciones que has preparado
para mí”.
La Palabra del Señor nos advierte de una manera radical:

Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis
oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud.
+Gal 5,1+

La siguiente ley espiritual nunca falla: SIEMPRE QUE VIENE UNA GRAN
BENDICIÓN, ANTES VIENE UNA GRAN TENTACIÓN; siempre que Dios va a
bendecir y a levantar a una persona aparece el tentador. Por ejemplo, si Dios va a
bendecir a un siervo suyo en el ministerio dándole más unción, más de su presencia,
entonces el diablo viene con la tentación y si esta persona cede a ella, pierde su
bendición. No importa cuánto pudo esperar por ella, tal vez años, pero ese pecadito le

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cuesta el anhelo de su vida.
Para salir victoriosos de las tentaciones es fundamental pedirle a Dios que nos llene con
su Santo Espíritu para fortalecer nuestra voluntad, sólo la fuerza de Dios nos alcanzará la
victoria sobre el pecado. ¿Cuántos años llevamos luchando con el pecado? Hasta ahora
hemos luchado con nuestras fuerzas humanas, pero Dios nos dará la fuerza para
sostenernos firmes en la gracia.
Ahora miremos la fuerza de voluntad que tuvieron los hombres de Dios en la Biblia, esto
no es un cuento para niños, es realmente la fuerza de Dios actuando en sus vidas y
queriendo actuar en la nuestra, esto no es imposible si creemos que el Señor puede
hacerlo por nosotros.

José el intérprete de sueños

¡Cuánta Fuerza de voluntad tuvo José! El hombre que interpretó los sueños al faraón, y
para quien Dios tenía grandes bendiciones, siendo llamado a prosperar en un país
extranjero; llegó a ser el segundo al mando del imperio más poderoso de la tierra, pero
tuvo que pasar por momentos de prueba para conquistar lo que el Señor quería darle.
Perdonó a sus hermanos por haberlo vendido como esclavo por envidia y se sobrepuso
para no odiarlos; ya en Egipto, fue comprado por Putifar, funcionario del faraón, quien lo
llevó a su casa y lo hizo mayordomo, le confió todo cuanto tenía, pero allí tuvo que
enfrentar otra situación complicada: la esposa de Putifar intentó seducirle, pero José se
negó pues sabía que tenía un llamado de Dios para cosas grandes, esta situación le costó
salir de la casa de su amo y ser enviado a la cárcel +Gen 39+. La Biblia nos aconseja
huir de las oportunidades de pecar, cuando una persona entiende que Dios le tiene
preparada una bendición, lucha y lucha porque una caída puede significar la pérdida de
esta, la pérdida de la prosperidad, de la salud y del ministerio, una caída puede significar
una atadura para el resto de la vida.
Luego de toda esta situación, José es prosperado en la cárcel y dice la Palabra que Yahvé
estaba con él en todo. Es allí donde tiene la oportunidad de interpretar unos sueños a
unos servidores del faraón y esto con el tiempo lo lleva ante el faraón mismo, quien lo
nombra gobernador de todo Egipto. Cuando una gran hambruna llegó a todo los países,
los hermanos de José fueron a Egipto para conseguir alimento. ¿Podemos imaginar la
fuerza de voluntad que tuvo este hombre de Dios para no vengarse de sus hermanos?
Además, comprendió que todo lo sucedido fue dentro del plan de Dios.

José dijo a sus hermanos: "Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?" Ellos quedaban
tan aterrados de verlo que no podían responderle. El les dijo: "Acérquense", y
se acercaron. "Yo soy José, su hermano, el que ustedes vendieron a los
egipcios. Pero no se apenen ni les pese por haberme vendido, porque Dios me

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ha enviado aquí delante de ustedes para salvarles la vida.
+Gen 45,3-5+

Cuánta fuerza de voluntad tiene que tener una persona para decidir no entregarse a la
amargura, no entregarse al odio y al resentimiento. Toda la fuerza para no caer en el
momento de la prueba viene de Cristo por medio de su Santo Espíritu, por lo tanto
cuando venga una tentación a nuestras vidas pensemos en no perder la bendición de Dios
y esto será nuestra fortaleza para luchar, para no caer, para no pecar.

La fuerza de voluntad en Abraham

La Fuerza de voluntad nos ayuda a caminar en la presencia de Dios para vivir en


santidad como lo hizo Abraham. Fue un hombre que vivió en bendición, pero esa
bendición la logró luchando, siendo radical. Abraham rescata a su primo Lot que había
sido secuestrado junto con toda la gente y los bienes de Sodoma y Gomorra, y cuando se
encuentra con el rey le piden lo siguiente:

Luego el rey de Sodoma dijo a Abraham: "Devuélveme las personas que has
liberado, y quédate con sus pertenencias. Abraham le respondió: "Levanto mi
mano hacia Yavé, creador del cielo y de la tierra, el Dios Altísimo, para jurar
que no tomaré una hebra de hilo, ni el cordón de un zapato, ni cosa alguna que
te pertenezca. Así tú no podrás decir: "Abraham se hizo rico a costa mía.
+Gen 14,21-23+

Abraham tenía claro que la provisión no la iba a obtener recibiendo cosas mal habidas.
Sodoma y Gomorra representan el pecado, la maldad y la perdición; por eso decidió no
tocar nada, dijo: “yo no toco eso porque es inmundo”. Los hombres que prosperan,
poderosos y que marcan la pauta son los que luchan por vivir en santidad, así se logra la
bendición de Dios, Abraham rechazó una gran fortuna porque no quería contaminarse, y
además tenía presente la promesa del Señor.

Yavé dijo a Abraham: "Deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu padre,


y anda a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una gran nación y te
bendeciré; voy a engrandecer tu nombre, y tú serás una bendición.
Gen 12,1-2+

Cuanta fuerza de voluntad necesitamos para decirle no al dinero fácil y a los negocios
ilícitos, para decir “no” porque somos personas que esperan en el Señor sus bendiciones,
nada impuro tocará nuestras manos.

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Un hombre según el corazón de Dios

Luego pidieron rey y les dio a Saúl, hijo de Gis, de la tribu de Benjamín, por
espacio de cuarenta años. Rechazado éste, alzó por rey a David, de quien dio
testimonio, diciendo: “He hallado a David, hijo de Jesé, varón según mi
corazón que hará en todo mi voluntad.”
+Hc 13, 21-22+

El rey David nos enseña de una manera muy especial cómo debe ser el corazón del
hombre o la mujer de Dios. Él fue bendecido enormemente por Dios, pero esto no
significa que no tuviera un corazón tan débil y tan humano como el nuestro. David
cometió grandes errores pero supo arrepentirse y buscar la fortaleza de Dios en su
corazón y en su voluntad. A continuación veremos uno de los salmos más significativos
donde David pide la ayuda del Señor:

Yo te amo, Señor, mi fuerza, El Señor es mi roca y mi fortaleza; es mi


libertador y es mi Dios, es la roca que me da seguridad; es mi escudo y me da
la victoria. Invoco al Señor que es digno de alabanzas, y me veo libre de mis
enemigos.
+Sal 18,1-3+

Dice David, “Señor te amo”, empieza con esto, y antes que cualquier cosa, pone
primero su amor por el Señor. Lo primero que tenemos que buscar es enamorarnos de
Dios, porque cuando amamos a Dios de verdad, cuando se adora a Dios con el corazón
no queremos ofenderlo nunca; podemos sacar la fuerza para no caer de una razón muy
válida, no querer perder la bendición de Dios, pero hay otra razón mucho más profunda
e importante y es el amor que se tiene al Señor, por eso cuando estemos siendo tentados,
digamos: “Señor te amo y te quiero amar más”, esto ya es una fuerza impresionante que
nos alejará de la posibilidad de caer.
David cayó pero se levantó y se enamoró del Señor; era un hombre de batallas, un
guerrero. Todo el salmo 18 es una comparación de lo que él vive en su cotidianidad y lo
que es su batalla espiritual. Dice: “Señor te amo, tu eres mi fortaleza”, y cuando dice:
“eres mi fortaleza”, está pensando en una ciudad amurallada, en una guarnición militar y
deja claro que quien guarda sus vallados es Dios; David hubiera podido confiar en las
murallas que rodeaban su palacio, pero no, confiaba en la verdadera roca que lo salva,
Dios.
El salmo continúa diciendo: “tú eres mi roca”, y la palabra roca, en la Biblia, está

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asociada al fundamento o base que sostiene en pie una estructura, edificar la casa sobre
la roca quiere decir tener la seguridad de nuestra vida en Dios, así no será derrumbada.
Él es y tiene que ser nuestra fortaleza y nuestra roca. David dice: “el Señor es mi roca,
mi fortaleza y mi libertador”, y este último calificativo es muy importante porque David
entiende que en la guerra algunas veces la fortaleza es la defensa personal, pero a veces
las fortalezas caen (por el pecado) y los ejércitos son capturados, usan el sitio y
construyen un vallado a la ciudad por fuera, no dejan entrar alimentos, envenenan las
fuentes de agua y esperan a que las personas se mueran de hambre, así son descritas las
guerras en la Biblia, por lo tanto habían momentos en los que caían en las manos del
enemigo.
El rey David no se preocupaba de qué hacer por sí mismo, sino que decía: “Señor, tu
eres mi libertador”. ¿Cuánto tiempo llevamos tratando de liberarnos de una situación
que nos tiene cautivos (cigarrillo, alcohol, drogas, pornografía, vicios)?, ¿Cuánto tiempo
hace que esa situación nos atrapó? Cuando el enemigo tiene capturada a una persona le
ocurre lo mismo que a una mosca cuando cae en una telaraña: primero pone una pata y
para zafarse pone la otra pata y después la de atrás y queda atrapada, después de un día
la araña ya la ha envuelto; igual pasa con el pecado, es pegajoso, cuando una persona se
mete le sigue gustando y es muy difícil salirse de ahí.

Las aguas de la muerte me envolvían, los torrentes devastadores me


aterraban; las redes de la muerte me cercaban, ante mí estaban tendidas
trampas mortales. En mi angustia yo invoqué al Señor, y clamé a mi Dios. Mi
clamor llegó hasta sus oídos y desde su Templo oyó mi voz.
+Sal 18,4-6+

El salmista dice: “Me envolvían las redes de la muerte pero invoque al Señor”; El Señor
nos toma de la mano, y nos levanta, vamos a tener la victoria en el nombre de Jesús hoy
mismo, porque hoy es el día que ha hecho el Señor. Levantemos nuestros ojos a los
montes que el Señor nos dará su auxilio de manera Poderosa.

Contigo acometo las huestes, con mi Dios escalo la muralla. Mi Dios, su


proceder es perfecto, y su palabra es a toda prueba. Él es un escudo para
cualquiera que se acoja a él. Pues, ¿quién es Dios fuera del Señor? ¿Quién es
la Roca, sino nuestro Dios? Es un Dios que me reviste de fuerza, un Dios que
allana mis caminos. Asemeja mis pies a los de la cierva, y me hace estar de pie
en las alturas. diestra mis manos para el combate, y mis brazos para tensar el
arco de bronce. Tú me das tu escudo de salvación; tu mano me sostiene, tus
favores me agrandan. Puedo alargar el paso, y mis tobillos no van a flaquear.
Persigo a mis enemigos y los alcanzo, no volveré hasta que estén

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exterminados. Doy un golpe, y no pueden rehacerse, caen y quedan tendidos a
mis pies. Me revistes de fuerza en el combate, y doblegas ante mí a mis
agresores.
+Sal 18,29-39+

Una última advertencia

Cuando una persona está saliendo de una vida de pecado y apenas está comenzando un
proceso de sanación interior, no es conveniente que se exponga en los lugares y con las
personas que vivían estas situaciones de pecado. El hombre o mujer que está siendo
liberado de las drogas debe mantenerse lo más alejado posible de los lugares y de los
personas que lo acompañaban en su esclavitud pues corre un gran peligro de volver a
caer.
La persona que está alejándose del adulterio o de la fornicación debe arrancar de raíz
todo tipo de contacto o de exposición con la persona que lo acompañaba en su pecado.
No podemos caer en la ingenuidad de creer que podemos ayudar a la persona con la que
éramos infieles inmediatamente después de comenzado el proceso de conversión, ya que
todavía no ha sanado lo suficiente el corazón y no ha recibido la fortaleza necesaria para
afrontar esta situación. Pueden incluso pasar años en este proceso y es mejor estar lejos
de la oportunidad de caer nuevamente; con mayor razón si nuestro cuerpo se ha visto
seducido y esclavizado por este tipo de experiencias.

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OREMOS

Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria;" Inclinó hacia mí su


oído el día en que lo llamé.
Me envolvían los lazos de la muerte, estaba preso en las redes fatales, me
ahogaban la angustia y el pesar, pero invoqué el nombre del Señor: "¡Ay,
Señor, salva mi vida!"
El Señor es muy bueno y justo, nuestro Dios es compasivo;" El Señor cuida de
los pequeños, estaba débil y me salvó.
Alma mía, vuelve a tu descanso, que el Señor cuida de ti.
Ha librado mi alma de la muerte, de lágrimas mis ojos y mis pies de dar un
paso en falso.
Caminaré en presencia del Señor en la tierra de los vivos.
Tenía fe, aun cuando me decía: "Realmente yo soy un desdichado". Pensaba en
medio de mi confusión: "¡Todo hombre decepciona!" ¿Cómo le devolveré al
Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa por una salvación e invocaré el nombre del Señor;" cumpliré
mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo.
Tiene un precio a los ojos del Señor la muerte de sus fieles: ¡Mira, Señor, que
soy tu servidor, tu servidor y el hijo de tu esclava: tú has roto mis cadenas! Te
ofreceré el sacrificio de acción de gracias e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo, en los atrios
de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.

+Sal 116+

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TABLAS DE ABREVIATURAS

Biblia Latinoamericana . BLA

Biblia de Jerusalén. BJER

Biblia Dios Habla Hoy. DHH

Biblia Nácar Colunga. N-C

Biblia Traducción en Lenguaje Actual con Deuterocanónicos. TLAD

Catecismo de la Iglesia Católica. CIC

El Libro del Pueblo de Dios. LPD

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Table of Contents
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?
Capítulo 2: ¿HEMOS SENTIDO DESFALLECER?
Capítulo 3: ¡BUSCA TU FORTALEZA EN EL SEÑOR!
Capítulo 4: FUERZA FÍSICA
Capítulo 5: FUERZA INTERIOR
Capítulo 6: FUERZA DE VOLUNTAD
OREMOS

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34
Índice
INTRODUCCIÓN 4
Capítulo 1: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? 7
Capítulo 2: ¿HEMOS SENTIDO DESFALLECER? 11
Capítulo 3: ¡BUSCA TU FORTALEZA EN EL SEÑOR! 13
Capítulo 4: FUERZA FÍSICA 16
Capítulo 5: FUERZA INTERIOR 19
Capítulo 6: FUERZA DE VOLUNTAD 25
OREMOS 31

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