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IDIOMAS BÍBLICOS I

Lección 1
IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DEL GRIEGO DEL NUEVO TESTAMENTO

CONTENIDO
Introducción
I. Importancia de estudiar griego
II. El griego koiné
III. El griego del Nuevo Testamento
IV. Ejemplos de la importancia del estudio del griego

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INTRODUCCIÓN
Uno de los pasajes más importantes en toda la Biblia acerca de la naturaleza
de Cristo es Juan 1:1, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios,
y el Verbo era Dios.” Desgraciadamente, algunas sectas han tergiversado
este versículo y pretenden usarlo para probar que Jesús no es Dios, sino “un
dios” entre otros. Su argumento está basado en la gramática del griego;
dicen que no hay artículo definido (“el”) delante de “Dios” en el griego, y
que por lo tanto se debe traducir con un artículo indefinido, “un Dios”.
¿Será verdad? Para contestar esta afirmación, tenemos que saber algo de
la gramática griega, especialmente acerca de los sustantivos y los artículos
(Ramsay, 2006, p.99-100).
Al mismo tiempo, todos debemos reconocer la importancia de saber lo
suficiente de griego para emprender una exégesis seria de un pasaje del
Nuevo Testamento. Puesto que los manuscritos originales fueron escritos
en griego, es imprescindible saber algo de este idioma para obtener una
buena interpretación.

I. IMPORTANCIA DE ESTUDIAR EL GRIEGO


Su importancia se encuentra también en las contribuciones que ha hecho y
que hace al vocabulario del idioma español. Un porcentaje grande y
creciente de nuestras palabras es derivado del griego, en muchos casos
términos inventados para designar descubrimientos científicos (Hale, 2001,
36-37).
Pero lo más importante es que hay muchas cosas que se ven solo si se lee
en el original en griego.
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Por ejemplo, es difícil entender Romanos 1:17:
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como
está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
¿Qué significa la frase, “por fe y para fe”? A primera vista, no tiene mucho
sentido. Hay varias traducciones muy distintas. La Biblia de Jerusalén dice,
“de fe en fe”. La Biblia Nacar Colunga traduce, “se revela la justicia de Dios,
pasando de una fe a otra”. La Biblia de las Américas y la Biblia Textual
coinciden con la versión Reina Valera de 1960 (“por fe y para fe”). ¿Cuál
tendrá razón?
Al investigar el griego, se encuentra algo interesante: la frase es ἐκ πίστεως
εἰς πίστιν (ek písteôs eis pístin).
La palabra ἐκ (ek) es una preposición que normalmente se usa para describir
movimiento desde adentro hacia afuera, por ejemplo, para decir que
alguien salió de la casa.

En cambio, la palabra εἰς (eis) es una preposición que normalmente se usa


para describir movimiento desde afuera hacia adentro, por ejemplo para
decir que alguien entró en la casa (Ramsay, 2006, p.15-16).

Literalmente, entonces, el pasaje dice que la justicia se revela “de la fe hacia


la fe”, o “desde la fe hasta la fe”. Al analizar las palabras en su uso normal,
ya tenemos una imagen mental de algo: de dos áreas de fe en que se revela
la justicia de Dios. La frase despierta la imagen de un viaje que empieza en
un área de fe y termina en otra área de fe, o posiblemente despierta la
imagen de un puente en donde alguien empieza por la fe en un lado y
termina por la fe en el otro extremo. Diría entonces que: “la justicia se
revela por fe desde el principio hasta el fin”.

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La justicia se recibe inicialmente por la fe (en la justificación), y sigue siendo
nutrida por la fe (en la santificación). En otras palabras, tanto nuestra
situación legal (la justificación) como nuestro caminar diario (la
santificación) dependen de la fe, hasta que seamos glorificados en la
presencia de Cristo! No hay justicia que no venga de Dios por medio de la
fe (Ramsay, 2006, p.17-18).
¿Por qué debe usted aprender griego?
Aunque puede haber muchas respuestas a esta pregunta, Josías Grauman
(2017) propone cuatro razones que parecen ser las más impactantes:
a) Una esposa desea entender el idioma de su esposo, y no tener que
comunicarse por medio de un traductor. Cristo es el esposo de Su iglesia
y nos ha hablado en Su Palabra en griego, hebreo y arameo. David dice,
“¡Cuanto amo yo tu ley!” (Sal. 119:97), porque en ella escuchamos a
nuestro esposo.
b) Cuántas veces ha escuchado usted un predicador diciendo una y otra
vez, “¡id!” Claramente, nosotros debemos ir y predicar, sin embargo en
griego, es muy notable que solamente existe un mandato en el texto,
este es que hagamos discípulos. La palabra que se ha traducido id, en el
texto griego es un participio. Aunque por su uso, es traducido como un
mandato también, es obvio en griego que Jesús pone el énfasis en el
hacer discípulos. El énfasis de Mt. 28:19 está en el hecho de evangelizar
y discipular.
c) Es difícil estudiar la Palabra de Dios profundamente sin leer griego
porque no puede confiar en lo que los comentaristas están diciendo si
no puede verificarlo. En otras palabras, si un comentarista escribe que 1
Juan 1:7 dice que la sangre de Jesús está continuamente limpiándonos
de pecado, ¿cómo va a certificar su exégesis? Si no puede leer griego, no
puede entrar en la discusión de la mayor parte de la exégesis del Nuevo
Testamento.
d) El griego es más fácil de lo que usted piensa. Muchas personas no
aprenden el griego porque piensan que va a ser muy difícil. En primer
lugar, el español y el griego se parecen mucho. Además, aprender griego
bíblico es mucho más fácil porque es un idioma no hablado. Usted nunca
tendrá que hablar griego bíblico, solamente leerlo.

II. EL GRIEGO KOINÉ

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La variedad koiné de la lengua griega, comúnmente llamada griego
helenístico, fue la lengua utilizada en el mundo mediterráneo tras la
conquista de Alejandro Magno (336–323 a. C.) que duró alrededor de
ochocientos años (300 a. C.–500 d. C.). No se trataba meramente de un
griego clásico simplificado, sino, de muchas maneras, de una nueva forma
de griego que se convirtió en el segundo idioma del antiguo mundo
mediterráneo y del Cercano Oriente (Utley, 2015, p.21-22).
El griego del Nuevo Testamento fue de muchas maneras único debido a que
sus usuarios, con excepción de Lucas y el escritor de Hebreos,
probablemente utilizaban el arameo como lengua primaria. Los autores del
N.T. leían y citaban la Septuaginta (traducción griega del A.T.) la cual
también fue escrita en griego koiné (Utley, 2015, p.21-22).
Las características gramaticales del griego koiné general y del griego koiné
del Nuevo Testamento son fluidas. De muchas maneras se trató de un
tiempo de simplificación gramatical. Nuestra principal guía será el contexto.
Las palabras solo tienen significado en su contexto más amplio, por lo tanto,
la estructura gramatical sólo puede entenderse a la luz del (1) estilo
particular de cada autor; y (2) del contexto particular (Utley, 2015, p.21-22).
El griego koiné era ante todo un lenguaje verbal. A menudo la clave de la
interpretación es el tipo y la forma de los verbos. En la mayoría de las
oraciones principales el verbo ocurre primero, lo que demuestra su
preeminencia. Al analizar el verbo griego debemos notar tres aspectos: (1)
el énfasis básico del tiempo, la voz y el modo (la inflexión o morfología); (2)
el significado básico del verbo particular (lexicografía); y (3) el fluir del
contexto (sintaxis) (Utley, 2015, p.21-22).
Pablo dice en Gálatas 4:4 “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo,
Dios envió a su Hijo…”. Esto significa que Dios coordinó todas las cosas,
desde la eternidad, para que todas las cosas estuvieran exactamente como
Él quería para el nacimiento de Su Hijo. Jesucristo nació en el momento
perfecto para salvarnos y revelarnos a Su Padre en una manera perfecta.
Esto incluye todos los detalles, aún el idioma que hablaban alrededor de Él
(Grauman, 2007).
El griego Koiné es el lenguaje que se usó para escribir el Nuevo Testamento,
y es realmente un idioma impresionante. Es tan extraordinario que por
años, muchos pensaron que era un idioma del Espíritu Santo, porque es
muy diferente al griego clásico de Sócrates y Platón (Grauman, 2007).

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El griego Koiné, el griego de la Biblia, es diferente del griego clásico porque
Koiné era el idioma común de la gente. No era el idioma de los eruditos,
sino del pueblo. Esto es lo impresionante, y de allí aprendemos una lección
muy práctica: Dios quiere comunicarse con nosotros… nosotros los no
sabios, ni poderosos, ni ricos… sino los necios, débiles, viles, y
menospreciados (1 Co. 1:26–31). ¡Gloriémonos solamente en Él! (Grauman,
2007).
Pablo hace tres preguntas a los Corintios que son muy apropiadas para
nosotros, “¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo
recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Co. 4:7).
Debemos darle gracias a Dios que nos ha dado este privilegio de aprender
griego, una bendición que no muchos tienen, y “…todo aquel a quien se
haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lc 12:48) (Grauman, 2007).

III. EL GRIEGO DEL NUEVO TESTAMENTO


Aunque la mayoría de los autores del Nuevo Testamento eran judíos, se
escribió en griego, que era el idioma universal de su época. Además, parece
que el apóstol Juan estaba al tanto de algo de la filosofía griega, la cual
ejerció influencia en su estilo. Juan usó “Verbo” (en griego logos) para
referirse a Cristo (Juan 1:1), y otras varias expresiones abstractas. Tal vez
Juan haya sido influenciado por el centro egipcio de Alejandría, donde el
aprendizaje hebreo y la filosofía griega se habían combinado de una forma
muy singular (Comfort y Serrano, 2008, p.239).
El apóstol Pablo también tenía conocimiento de autores griegos (Hechos
17:28; 1 Corintios 15:33; Tito 1:12). Los grandes oradores y filósofos griegos
influenciaron el lenguaje de Pablo al igual que lo hicieron los profetas y
eruditos hebreos (Comfort y Serrano, 2008, p.239).
Hechos 17:28
Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros
propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.
1 Corintios 15:33
No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
Tito 1:12
Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos,
malas bestias, glotones ociosos.
No se sabe con exactitud qué dialecto hebreo o arameo habló Jesús.
Ciertamente es posible que también hablara griego. El hecho es que
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originalmente los Evangelios fueron escritos como textos griegos. Los
registros griegos de las enseñanzas de Jesús prepararon el camino para que
el evangelio se esparciera a través de una cultura que hablaba griego
(Comfort y Serrano, 2008, p.239).
Las palabras griegas tomaron un significado más rico y espiritual en el
contexto de las Escrituras. Influenciado por la simplicidad y el brillo del
estilo semítico, el Nuevo Testamento no fue escrito en un raro idioma del
“Espíritu Santo” (como creían algunos eruditos medievales), sino en koiné
(griego común)—en su mayor parte por autores de pensamiento semítico.
Pero el Nuevo Testamento griego fue “libre”, creando, a menudo, su propio
idioma. Los escritores cristianos ejercieron influencia en el pensamiento
griego usando expresiones nuevas para impartir su mensaje acerca de
Jesucristo (Comfort y Serrano, 2008, p.239-240).
Vocabulario
El vocabulario del Nuevo Testamento griego es amplio y suficiente como
para comunicar el matiz de significado que desea el autor. Por ejemplo, el
Nuevo Testamento usa dos palabras diferentes para “amor” (para dos
clases de amor), dos palabras para “otro” (otro del mismo, u otro de una
clase diferente), y varias palabras para diferentes clases de conocimiento.
Significativamente, algunas palabras se omiten, tal como eros (una tercera
clase de amor), y otras palabras comunes que usaba la cultura helenística
de aquel tiempo (Comfort y Serrano, 2008, p.240-241).
Además, a menudo las palabras griegas tomaban un nuevo significado en el
contexto del evangelio, surgiendo de la combinación de una enseñanza
nueva con una moralidad exaltada. Los escritores no vacilaban en usar
palabras como “vida”, “muerte”, “gloria” e “ira” en nuevas formas para
expresar pensamientos nuevos. A veces el significado literal de una palabra
casi desaparece, como cuando los autores usan “agua”, “lavar” y
“bautismo” para indicar el poder espiritual purificador de Cristo (Comfort y
Serrano, 2008, p.240-241).
El vocabulario del Nuevo Testamento también contiene palabras que se
encuentran sólo en otros lugares del Antiguo Testamento griego, tales
como “circuncisión”, “idolatría”, “anatema”, “diáspora” y “pentecostés”.
Las palabras tomadas del hebreo o del arameo incluyen aleluya y amén
(hebreo); y abba, mammón y corbán (arameo) (Comfort y Serrano, 2008,
p.240-241).
Gramática
Al igual que en los idiomas indo-europeos, el significado de las palabras

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griegas es afectado por agregar o alterar varios prefijos y sufijos (el proceso
conocido como “flexión”). Aunque su sistema de flexión es simple,
comparado con el griego clásico, el griego del Nuevo Testamento tiene más
flexiones que muchos otros idiomas. El significado griego, por lo tanto, es
menos susceptible a las ambigüedades que algunos idiomas modernos
(Comfort y Serrano, 2008, p.241-242).
En contraste con el hebreo, el griego tiene un género neutro así como
masculino y femenino. Las muchas y precisas preposiciones griegas son
sutiles y tienen varios significados que dependen del contexto. El griego del
Nuevo Testamento usa sólo cerca de la mitad de las partículas que se usan
en el griego clásico (Comfort y Serrano, 2008, p.241-242).
El sistema griego de verbos es mucho más complicado que el del hebreo.
Cada verbo griego tiene cinco aspectos, que los gramáticos llaman tiempo,
modo, voz, persona y número.
(Comfort y Serrano, 2008, p.241-242).
Tiempo. El tiempo del verbo griego trata principalmente de “la clase de
acción”, más que del “tiempo de la acción”, como es en algunos idiomas
modernos. En el griego hay tres clases básicas de acción: “durativa”,
expresada por los tiempos presente, imperfecto y (a veces) futuro; “simple”
o punctiliar, expresada por los tiempos aoristo y (a menudo) futuro; y
“completo”, expresado por el pretérito perfecto (los resultados de acciones
pasadas que continúan en el presente) y el pluscuamperfecto (los
resultados se limitan al pasado) (Comfort y Serrano, 2008, p.242-243).
Los tiempos verbales griegos a menudo son difíciles de traducir al otro
idioma; el tiempo de la acción así como el significado básico de la raíz del
verbo (así como si lleva complemento) deben ser combinados sutilmente,
con la clase de acción, en una sola idea (Comfort y Serrano, 2008, p.242-
243).
Modo. El modo muestra la forma en que se debería entender la acción de
un verbo. ¿Es real la acción? (Use el modo indicativo.) ¿Alguien demanda la
acción? (Use el modo imperativo.) ¿Depende la acción de otras
condiciones? (Use el modo subjuntivo u optativo.) ¿Describe la acción
básicamente a otro sustantivo? (Use un participio). ¿Es la acción
básicamente sustantiva? (Use un infinitivo) (Comfort y Serrano, 2008,
p.242-243).
En la gramática, un sustantivo es una palabra o grupo de palabras que
funcionan como nombre; los dos últimos ejemplos no son estrictamente
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modos, pero los gramáticos los usan de esa forma. Los modos le dan a un
escritor griego un rico caudal de expresiones verbales. (Comfort y Serrano,
2008, p.242-243).
Voz. La voz de un verbo describe si la acción está dirigida hacia afuera
(activa), hacia adentro (en el medio), o de regreso al sujeto de la frase
(pasiva).
Persona. La persona de un verbo dice quién está realizando la acción, ya
sea yo (primera persona), tú o usted (segunda persona) u otra (tercera
persona).
Número. El número del verbo indica si la acción está siendo realizada por
una persona (singular) o por más de una persona (plural).
(Comfort y Serrano, 2008).

IV. EJEMPLOS DE LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DEL GRIEGO


1. ¿Lleno o llenado del Espíritu (Hechos)?
Hay distintas opiniones acerca de la interpretación de algunos pasajes del
Libro de los Hechos. Sin pretender resolver todos los debates teológicos,
quisiéramos mencionar algunos aspectos lingüísticos que ayudarán en la
búsqueda de claridad.
Existen quienes hacen distinciones técnicas entre términos como
“bautismo” del Espíritu, “recepción” del Espíritu, y “plenitud” del Espíritu.
No obstante, al investigar el uso de estas palabras y frases en griego, queda
bastante claro que casi todas estas distinciones técnicas desaparecen,
porque estas frases se usan en forma intercambiable. Por ejemplo, se hace
referencia al mismo evento del día de Pentecostés, usando cuatro frases
distintas: “seréis bautizados por el Espíritu Santo” (1:5), “cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (1:8), “fueron todos llenos del
Espíritu Santo” (2:4), y “derramaré mi Espíritu” (2:17, 18). Compare
también Hechos 8:14–18, Hechos 10:44–47, y Hechos 11:15–16. Por lo
tanto, tenemos que descartar una distinción clara entre el significado
teológico de los términos mencionados (Ramsay, 2006, p.18-19).
Pero hay otra distinción lingüística notable en el libro de Hechos. Se puede
hacer una distinción entre el adjetivo “lleno” y la forma pasiva del verbo
“llenar”. Por un lado, se habla de ser “lleno” del Espíritu Santo como la
característica de una persona, es decir, la descripción de un estado de
madurez espiritual. Por otro lado, se habla de “ser llenado” del Espíritu

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Santo como una experiencia, es decir, como el resultado de una
manifestación especial del Espíritu capacitando a una persona para una
tarea especial. Desgraciadamente, en las traducciones al español no se
advierte esta diferencia, porque normalmente en español no se dice que
una persona sea “llenada”. En el griego, en cambio, la distinción es clara
(Ramsay, 2006, p.19).
Cuando se habla de la característica, se usa un adjetivo, πλήρης (plê´rês,
lleno). Esto describe una situación de tipo más permanente. Es como decir
que la persona es “alta”, o “bonita”. En estos casos, la persona es “llena del
Espíritu” (Ramsay, 2006, p.19).
El autor de Hechos utiliza este adjetivo cuando describe a los hombres
elegidos como diáconos en el capítulo seis.
Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen
testimonio, llenos (πλήρεις, plê´reis) del Espíritu Santo.… (Hechos 6:3).
Uno de los diáconos era Esteban, varón lleno (πλήρης, plê´rês) de fe y del
Espíritu Santo (Hechos 6:5)
También dice de Bernabé que era un “varón bueno y lleno del Espíritu Santo
y de fe” (Hechos 11:24). Aquí se usa también el adjetivo, πλήρης (plê´rês).
Cuando Lucas habla de ciertas experiencias en Hechos, usa un verbo
(normalmente πίμπλημι, pímplêmi, y a veces πληρόω, plêróô), y
normalmente en voz pasiva. La voz pasiva del verbo se usa para decir que
el sujeto recibió el resultado de una acción, por ejemplo, que un libro fue
“comprado”, o una casa fue “pintada”. En este caso, una persona fue
“llenada” del Espíritu Santo. El problema es que no se acostumbra usar así
el verbo en español, y por lo tanto la traducción en muchas versiones en
español es “lleno”. Es decir, se traduce el verbo tal como se hace con el
adjetivo, y se pierde la distinción (Ramsay, 2006, p.20-21).
Los siguientes pasajes contienen ejemplos de esta forma de usar el verbo:
Hechos 2:4
Y fueron todos llenos (ἐπλήσθησαν, eplê´sthêsan) del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas…
(Literalmente, “Y fueron todos llenados…”)
Hechos 4:8
Entonces Pedro, lleno (πλησθείς, plêsthéis) del Espíritu Santo, les dijo:…
(Literalmente, “Entonces Pedro, habiendo sido llenado del Espíritu…”)
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Hechos 4:31
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y
todos fueron llenos (ἐπλήσθησαν, eplê´sthêsan) del Espíritu Santo, y
hablaban con denuedo la palabra de Dios.
(Literalmente, “…y todos fueron llenados.…”)
Hechos 9:17–18
…me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno (πλησθῇς, plêsthê´is)
del Espíritu Santo.
(Literalmente, “…para que recibas la vista y seas llenado…”
Hechos 13:9
Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno (πλησθείς, plêsthéis) del
Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo…
(Literalmente, “…Pablo, habiendo sido llenado del Espíritu Santo…”)
Hechos 13:52
Y los discípulos estaban llenos (ἐπληροῦντο, eplêrúnto) de gozo y del
Espíritu Santo. Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de
los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de
judíos, y asimismo de griegos.
(Literalmente, “…estaban siendo llenados de gozo y del Espíritu Santo…”)
Sin hacer un estudio acabado del tema teológico de la plenitud del Espíritu
Santo, la evidencia es suficiente para establecer una distinción de
conceptos, basada en una distinción gramatical. Podemos observar una
distinción entre la madurez espiritual como una característica de la
personalidad y una experiencia espiritual en la preparación para un
ministerio (Ramsay, 2006, p.20-21).
Esto nos sirve como una ilustración de la importancia de aprender algo de
griego. Este tipo de estudio bíblico es sencillamente imposible si no
manejamos las herramientas lingüísticas (Ramsay, 2006, p.20-21).
2. La justificación según Pablo y Santiago
Uno de los problemas exegéticos más importantes es la comparación del
concepto paulino con el concepto santiaguino de la justificación. A primera
vista, estos dos autores se contradicen. Compare por ejemplo Romanos
3:28 (“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras
de la ley”) con Santiago 2:24 (“Vosotros veis, pues, que el hombre es

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justificado por las obras, y no solamente por la fe”) (Ramsay, 2006, p.23-
24).
Sin embargo, al estudiar los distintos significados de la palabra δικαιόω
(dikaióô), se ve una distinción importante: Pablo usa el término en un
sentido legal, forense, comunicando la idea de un veredicto divino que
declara a alguien libre de culpa, mientras Santiago lo utiliza en el sentido de
su uso cotidiano, comunicando la idea de que un hombre justo mostrará la
evidencia de su justicia por sus hechos (Ramsay, 2006, p.23-24).
Es decir, la palabra griega δικαιόω (dikaióô) no siempre indica perdón de
pecados o libertad de culpa. En algunos pasajes, se indica que Dios es
“justificado” (Salmos 51:4). Obviamente, Dios no necesita perdón, por lo
tanto, la idea es que Dios es manifestado como justo. Otra versión, se
traduce el mismo verbo δικαιόω (dikaióô) en Santiago 2:21 con la frase,
“considerado justo” (¿No fue considerado justo nuestro antepasado
Abraham por lo que hizo…?). Por alguna razón, no lo tradujeron así en
Santiago 2:24, sólo tres versículos después. Me parece que evitaríamos
muchos problemas teológicos si tradujéramos Santiago 2:24 del mismo
modo (“Ya veis que una persona es considerada justa por lo que hace”).
Además, concuerda bien con el contexto de la carta de Santiago, en donde
se corrige el problema del libertinaje (Ramsay, 2006, p.23-24).
3. La riqueza de las palabras
Frecuentemente, un estudio de las palabras en el griego enriquece nuestro
entendimiento de un pasaje, aun cuando no estemos considerando pasajes
difíciles o polémicos
Por ejemplo, en Juan 1:14 (“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros…”), al leer en el griego se observa que la palabra “habitó”
(ἐσκήνωσεν, eskê´nôsen) literalmente significa “se hizo tabernáculo”. Esto
nos hace pensar en el tabernáculo del Antiguo Testamento y despierta una
gran cantidad de ideas y aplicaciones. ¿En qué sentido el tabernáculo era
una figura de Cristo? ¿En qué sentido Cristo cumplió el mismo propósito
que el tabernáculo?
En Juan 1:1, Jesús es llamado el “verbo”. Esta palabra en el griego (λόγος,
logos) literalmente significa “palabra”, y tiene un trasfondo lingüístico
enorme. Muchos filósofos griegos usaron este término, al igual que los
escritores del Antiguo Testamento. Juan, tomando en cuenta el trasfondo
del término, lo usaba en su propia manera para referirse a la revelación de
Dios en Cristo

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Los términos “mundo” (κόσμος, kósmos), “carne” (σάρξ, sarxs), “adorar”
(προσκυνέω, proskiunéô, que sugiere la idea de postrarse y besar los pies
de alguien), y “animar” (παρακαλέω, parakaléô, que sugiere la idea de estar
al lado de alguien llamándole), por dar unos pocos ejemplos, están llenos
de significado tanto por su uso en el mundo no-cristiano, como por su uso
en la Biblia. Al hacer un estudio de ellos, usando léxicos, diccionarios, y
concordancias, se abre un baúl de tesoros que ayudan a comprender mejor
los pasajes en estudio.
En Juan 21:15–17, Jesús pregunta a Pedro tres veces si le ama. Las dos
primeras veces, utiliza el verbo ἀγαπάω (agapáô) y Pedro contesta que sí le
ama, pero utilizando el verbo φιλέω (filéô). La tercera vez, Jesús cambia la
palabra y le pregunta si le ama, pero con el mismo verbo que ha usado
Pedro, φιλέω (filéô). Durante siglos, los teólogos han discutido la posible
distinción entre los dos verbos. Algunos consideran que Pedro usó filéô
porque era más débil, y que después de negar a Jesús, no se atevía decir
que lo amaba con el amor agape más fuerte. Después, como dicen, Jesús
mostró misericordia, aceptó la respuesta humilde de Pedro, usando el
mismo término, y lo restauró como pastor de las ovejas. Otros,
especialmente los eruditos más recientes, niegan la distinción entre los dos
verbos, y piensan que el cambio se debe a razones estilísticas,
probablemente para evitar repetición. Lo que sea su conclusión, el estudio
es fascinante, y el conocimiento del griego es necesario (Ramsay, 2006,
p.26-27).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Comfort, P. W., & Serrano, R. A. (2008). El Origen de la Biblia (p. 239). Carol
Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc.
Grauman, J. (2007). Griego para pastores: una gramática introductoria
(pp. v–vi). Josías Grauman.
Hale, C. (2001). Aprendamos Griego del Nuevo Testamento. (R. B. Ramsay,
Ed.) (pp. 36–37). Miami, FL: Logoi Inc.
Ramsay, R. B. (2006). Griego y Exégesis: Un manual práctico que enseña los
fundamentos del griego y la exégesis, incluyendo el uso de programas
computacionales (pp. 99–100). Miami, FL: Editorial CLIE.
Utley, B. (2015). El Apocalipsis: Esperanza en tiempos difíciles—El telón
final. (P. Cabral & G. Ramos, Eds., W. E. M. Downs, Trad.) (Ap 21–22).
Marshall, TX: Lecciones Bíblicas Internacional.

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