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¿Cuándo fue la última vez que usted predicó un sermón basado en un pasaje de las
profecías de Amós o de Malaquías? Creo que muchos podemos decir que hace bastante
tiempo, o quizás nunca. La verdad es que para la mayoría de nosotros el género
profético es de interpretación más difícil que, digamos, los evangelios o las epístolas de
Pablo – las partes de la Biblia que mas destacamos en nuestros ministerios.
Los libros proféticos del Antiguo Testamento contienen grandes verdades teológicas y
expresiones de extraordinaria elocuencia y belleza acerca de Dios, su amor, su justicia, y
su perdón que todos debemos comprender y compartir; pero a menudo nos quedamos
sin la bendición de ese conocimiento, por una mano, por la incomodidad de no
comprender el libro, o por otra mano, por hacer interpretaciones imaginarias
(alegóricas) y especulativas sin respetar las normas hermenéuticas esenciales.
Con estas breves palabras quiero señalar tres criterios fundamentales para la correcta
interpretación de los escritos proféticos, ojalá corregir algunas ideas populares pero
inexactas acerca del mismo, y plantar el desafío de que aprovechemos mas estos
hermosos contenidos de la Palabra de Dios.
Una falencia muy común es pensar que todas las palabras en los libros proféticos tienen
que ver con el futuro. Es absolutamente cierto que Dios reveló muchas cosas futuras a
los profetas, pero la verdad es que la inmensa mayoría de sus palabras fueron dirigidas
directamente a los contemporáneos del profeta, acerca de las realidades de su tiempo.
Como vocero de Dios, el profeta denunciaba los pecados de los reyes, los sacerdotes y
del pueblo, y les suplicaba arrepentirse y volver a Dios.
El profeta sí hablaba del futuro en relación con: las consecuencias nefastas de juicio que
vendrían si no se arrepentían, las bendiciones que vendrían sí se arrepentían, la
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esperanza para un remanente santo, y el Mesías, cuya venida erradicaría el pecado y
traería la salvación a Israel y al mundo. Pero hay que entender que cuando el profeta
hablaba del futuro, lo hacía con la mira en su presente, pues su motivación era que esa
revelación de lo por venir provocase un cambio en la conducta y la creencia del pueblo
de su presente. No se hablaba del futuro por hablar no mas, sino para incentivar al
arrepentimiento y al compromiso con Dios sin demora, tarea que aun es nuestra al
predicar nosotros sobre los eventos escatológicos futuros.
Un aspecto de los libros proféticos desconocido por muchos es que son obras
recopilatorias y no documentos singulares que se escribieron "de un viaje" en alguna
oportunidad. Estos libros son mas bien colecciones de "oráculos" o mensajes de los
profetas. Es como si alguien fuera a publicar como libro una colección de los sermones
predicados por su pastor a través de todo su ministerio. El libro sería uno solo, pero el
contenido sería una cantidad de mensajes diferentes, dados en distintos lugares en
distintas circunstancias y con distintos propósitos, cada uno siendo en verdad una
unidad literaria en sí. Así también pasa con los libros proféticos.
Si consideramos a Oseas 1:1, veremos que ese libro contiene profecías dadas por Oseas
durante los reinos de Uzías, Jotam, Acaz y Exequias, un periodo que abarca mas de
cuarenta años. Comprendemos entonces que el libro de Oseas no se escribió en un solo
día, al final de la vida de Oseas, sino que es una colección de diversos mensajes o
oráculos que él entregó durante su largo ministerio.
Los oráculos típicamente contienen uno o mas de varios temas recurrentes. Estos son: la
denuncia del pecado de Israel y / o Judá, el anuncio del juicio venidero, una súplica por
el arrepentimiento, palabras de esperanza para los que se arrepienten o para el
remanente santo que ha de salir victorioso, anuncio de la venida del Mesías, y
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expresiones sobre las glorias de Israel restaurada y bajo el reino del Mesías. Algunos
oráculos contienen solamente uno de estos temas; algunos contienen varios. Una
lectura cuidadosa del texto con estos criterios en mente manifestará con mas claridad
los probables límites de cada oráculo.
Otra cosa importante sobre los oráculos es que no necesariamente aparecen en el texto
en un orden cronológico, desde el mas temprano hasta el mas tardío. Por ejemplo, en
Jeremías 25:1 el profeta recibe la Palabra de Jehová en el cuarto año de Joacim, hijo de
Josías (605aC); en Jeremías 32:1 la Palabra viene en el décimo año de Sedequías (587
aC); pero en Jeremías 36:1 el oráculo vuelve a ser del cuarto año de Joacím (605aC)
dieciocho años antes de lo dicho en Jeremías 32.
El punto es, que es mejor estudiar a los profetas oráculo por oráculo, que de otra
manera. Así se respeta el orden del pensamiento del profeta y de la revelación que
recibió de parte de Dios.
Entendemos desde nuestra perspectiva, que según Hechos 2:16.. lo del derramamiento
del Espíritu se cumplió o comenzó a cumplirse el Día de Pentecostés. Sin embargo han
pasado dos mil años y aun no se han cumplido los versículos 30 y 31 sobre el Día de
Jehová y sus efectos cósmicos. Es muy posible que en la mente de Joel, las dos cosas
sucederían una tras otra, pues así lo parece dar a entender el texto. El asunto es que
necesitamos reconocer que la perspectiva de los profetas de estos eventos futuros,
algunos tan lejanos de ellos, era tal que no percibían bien las distinciones temporales
entre una cosa y otra. A la hora de interpretar un texto profético con varias expresiones
sobre cosas futuras debemos tener esta realidad en cuenta.
Hay muchas cosas mas que se podría señalar sobre los libros proféticos, como su
condición de ser mayormente poesía y no prosa, y la necesidad de interpretar sus
paralelismos y lenguaje figurado a esa luz. También es muy recomendable estudiar un
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buen texto de hermenéutica que aclara las particularidades del género y su
interpretación, como la de J. Martinez, para aprender mas sobre estos maravillosos
libros.
A la hora de predicar sermones basados en los libros proféticos, hay que recordar lo ya
señalado aquí y no caer en ese afán tan popular de buscar algún pasaje que es
"profecía" de algún evento contemporáneo en el Medio Oriente. Es poco probable que
las figuras políticas actuales de Israel, los Estados Unidos, Irak o Afganistán se
encuentren representadas, por ejemplo, en las visiones de Zacarías, pues las visiones de
Zacarías, todas, tienen que ver con lo que era el gran desafío del tiempo de Zacarías, la
reconstrucción de Templo y el animar a los siervos del Señor, Zorobabel y Josué
mediante la promesa de la venida del Mesías.
Un buen esfuerzo en estudiar los libros proféticos siguiendo estas y otras pautas para
una sana interpretación brindará hermosos momentos de encuentro con Dios en su
Palabra, tanto para usted, como para la iglesia donde ministra