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(p. 224,225) Huella (instituida).

Fuerza(s) de inscripción y
ruptura al mismo tiempo (como se verá más adelante) (…) la
fuerza de inscripción es una fuerza de ruptura.

(p. 226) La huella es detención en el sentido de “reserva”, no


reserva de sentido, sino de diferencia nunca asimilable al
momento de su institución. La huella nunca es… (…) los sistemas
de significación están constituidos porque la huella (o gramma)
(como también le llamaba Derrida los “precede” qua “campo”
común de fuerzas retenidas pero en devenir (…) este “preceder”
solo se produce porque es activado por las formas empíricas de
la huella) = incisión, arañamiento, marca, etc.
(p. 139) La vida eterna no es vida, porque no deja huella, no
se inicio con un rastro (pulsión-instinto) que la retenga y la
repita, huella que peligra todo el tiempo con desaparecer,
morir.

(p. 228) El devenir (de la huella) es a la manera nietzscheana


un juego de potencias (fuerzas) diferenciadoras que nunca se
tornan presentes absolutamente. Siempre existe una fuerza (o
al menos una) que queda en reserva, como origen no originario
del devenir de la huella.

(p. 229) Huella: devenir de una reserva de (sin)sentido (…)


que no aparece, que se fenomenaliza: la huella.
(p. 230) Instituir la huella; apariencia de permanencia, de
presencia soportable y estable (…) dice Derrida: la huella es
su propio devenir inmotivado.

(p. 238) La huella no es presencia discursiva (originaria).

(p. 240) El sujeto es borrado (éffacé) con la fuerza del borrado


de la huella.

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