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Despoblación.
La despoblación es la pérdida masiva de habitantes de una región o ecosistema por
motivo de su muerte, envejecimiento o desplazamiento a otros lugares por causas
naturales o humanas.
Las causas básicas de la despoblación son la falta de recursos de la zona para sostener a
tantos individuos de una misma especie o la aparición de nuevas enfermedades que
lleguen a la categoría de epidemia o pandemia.
En el caso de las despoblaciones humanas no se trata solo de que determinada zona
carezca de alimentos suficientes o sean azotadas por una epidemia de consecuencias
devastadoras; la causa puede ser la aparición de nuevos recursos (como determinados
tipos de empleos) en otras zonas que las hacen más atractivas para la población;
también es muy significativa la entrada de un nuevo agente que hace la vida más difícil o
peligrosa (como un conflicto armado, una persecución o conflicto religioso, etc.).
La despoblación humana está íntimamente relacionada con el nivel de desarrollo
tecnológico alcanzado, tanto en la región que se está quedando sin habitantes por la
emigración como en las zonas más pobladas. Recordemos que el abandono progresivo
del campo por parte de las políticas gubernamentales en materia educativa, sanitario-
asistencial, medioambiental, etc., es la verdadera razón que ocasiona muchos de los
problemas graves que afectan, no solo al campo en los países desarrollados (incendios
forestales, aislamiento, disminución de la producción agropecuaria, carencia o
precariedad de numerosos servicios, etc.), sino también en los subdesarrollados.
En principio una de las consecuencias de la despoblación por causas no humanas es el
reequilibrio del ecosistema y la mejora de su “salud”. Así se afirma que durante las
grandes epidemias de peste en la Europa de la Baja Edad Media la flora y la fauna del
Continente recuperaron buena parte de su antigua vitalidad.
Sin embargo, en el caso de la despoblación humana, esta afirmación resulta menos
fiable; pues la pérdida de habitantes puede acarrear el desuso y el olvido de forma
irrecuperable de conocimientos, viejas técnicas y labores escasamente documentadas;
pero de gran utilidad para determinadas situaciones (como la construcción de viviendas
en lugares donde no se cuenta con argamasa ni ningún otro tipo de unión entre las
piedras o bloques de hielo). Además, la desigual distribución de la población da lugar a
un territorio muy poco jerarquizado evidenciando una notable falta de ciudades
intermedias con suficiente capacidad de atracción para estructurar el territorio.
Analicemos lo que motivo las devastaciones de Osorio. España por ser el primer país
invasor manejaba el monopolio del comercio en la Isla de Santo Domingo, lo malo de
esto es que dicho comercio se vio afectado por el contrabando.
Hay que aclarar que en principio el plan no era una Devastación, era simplemente una
despoblación, trasladar los habitantes de la banda norte a espacios próximos a Santo
Domingo, para de esa manera evitar el contrabando. Sin embargo, la oposición y
resistencia de los moradores a la acción de Osorio, hizo que dicha despoblación se
convierta en una devastación, en donde se destruyeron plantaciones, se quemaron
viviendas, iglesias, almacenes, e incluso se ordenó el ahorcamiento de muchos de los
moradores de la región.
La estancia.
Entre los trabajadores de las estancias había esclavos y hombres libres que cobraban un
salario. En las estancias administradas por los jesuitas, por ejemplo, había gran cantidad
de esclavos, algunos de los cuales solían dirigir las tareas de los peones cumpliendo la
función del capataz.
Bucanero: El concepto alude a los piratas que solían atacar las embarcaciones españolas
que navegaban por el llamado Nuevo Mundo en los siglos XVII y XVIII.
Durante el siglo XVI se establecieron en la parte occidental de la isla, que había sido
abandonada por los españoles, aventureros europeos, particularmente franceses, en su
mayoría procedentes de Normandía, y se dedicaron a preparar la piel de los animales
cazados para venderla a los europeos de paso.
Cuando las autoridades españolas invadieron la isla por no pagar impuestos a España,
exterminaron a los animales en que se basaba el comercio de los bucaneros, y las
autoridades francesas, que gobernaban la isla de la Tortuga, dictaron leyes en su contra.
Muchos de ellos se establecieron en la Tortuga sumándose a los filibusteros, para
dedicarse a la piratería, sobre todo contra los españoles.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII el término, alternado con el de filibustero,2 pasó a ser
sinónimo de pirata. Sin embargo, mientras los piratas solían limitar sus actividades al
mar, los bucaneros no desdeñaban las actividades en tierra firme ni dedicarse al pillaje.
Los filibusteros: eran los piratas que actuaban por su cuenta. En el siglo XVIII, se definía
con este vocablo a La ocupación de la isla Tortuga como mecanismos de penetración 2.2
Bucaneros, filibusteros, habitantes y engage 2.2.1 los aventureros que sin patente ni
comisión de Gobierno alguno invadían territorios ajenos a mano armada. Formaban la
mayoría de la población de la isla Tortuga durante la época colonial.
El término filibustero comenzó a usarse a partir de la segunda mitad del siglo XIX para
referirse a hombres que iniciaban guerras con ejércitos privados sin autorización oficial
de un gobierno legítimo, como William Walker, Gastón de Raousset-Boulbon o Narciso
López.
El tema de la soberanía dominicana reviste hoy para todos nosotros una particular
importancia, en vista de la estratégica ubicación de la provincia de Montecristi en la
geografía nacional, donde se encuentra la primera pirámide que marca la frontera entre
la República Dominicana y Haití. Y también resulta relevante por la atención que ha
suscitado la protección de nuestro país y su carácter soberano frente al actual auge de
la migración ilegal extranjera en nuestro territorio. Se entiende por soberanía a la
autoridad política suprema que corresponde a un Estado independiente. La importancia
del ejercicio de la soberanía se encuentra asociada al dominio o poder de mando y
custodia que tiene un Estado sobre un territorio determinado y la población que en él
habita. En su dimensión exterior, la soberanía de un país equivale a su independencia
frente a los demás Estados, a su capacidad de autodeterminación sin ninguna
interferencia extranjera. Pero además la soberanía se distingue porque es unitaria,
indivisible e inalienable. Cabe destacar que el carácter unitario de la soberanía proviene
de la necesaria preservación de la integridad del Estado, evitando su fragmentación, de
donde resulta su indivisibilidad. Si bien resulta relevante el carácter unitario e indivisible
de la soberanía, no menos trascendental resulta su condición de inalienabilidad, en vista
de 2 que no puede ser objeto de cesión o enajenación bajo ningún título, so pena de
provocar la desaparición del Estado.
Las devastaciones de Osorio despoblaron las zonas norte y oeste de la isla. Los
aventureros franceses e ingleses, instalados en la isla de la Tortuga, aprovecharon la
situación para incursionar en la zona despoblada en busca de ganado cimarrón que allí
abundaba. Esos “bucaneros” poco a poco, se fueron estableciendo en esas tierras que
asumieron como propias. Entre 1648 y 1678, Francia y España se enfrentaron en una
larga guerra que concluyó con la firma de la paz de Nimega. Con este tratado de paz
(1678), Francisco Sandoval y Castillo, gobernador de la española, reconoció y acepto la
presencia de Francia en el oeste de la isla. El despojo de la parte occidental de la
española se fue consolidando “legalmente”, con distintos tratados y convenios a favor
de la presencia francesa. En 1697 se firmó el Tratado de Ryswick, mediante el cual,
España acepto la ocupación francesa de la zona occidental de la isla y se consolidó la
colonia francesa.
La colonización y dominación francesa de la parte occidental.
Haití es el nombre empleado por algunos de los pueblos amerindios para referirse a las
tierras donde vivían, que los españoles tomaron por el nombre nativo de la isla y con
que se conoció originalmente al actual territorio de Haití. 1
El nombre de Haití fue empleado para la colonia del Reino de Francia desde 1659 por
sus habitantes y por los españoles desde 1697 en que fuera reconocida por España.
Desde 1795, en que por tratado se anexionaban los dos tercios orientales que
constituían el resto de la isla, los franceses llamaron a la colonia Saint-Domingue, la
traducción al francés del nombre español Santo Domingo en el tratado. Al declarar su
independencia el 1 de enero de 1804, el nombre fue cambiado a Haití por Jean Jacques
Dessalines, quien fuera el primer gobernante de Haití, al conquistar toda la isla y
expulsar al gobierno francés. En realidad, el gobernador francés quedó acantonado en la
ciudad de Santo Domingo, hasta que la población se sublevó tras la batalla de Palo
Hincado organizada por los terratenientes.
Estos hechos se produjeron poco después de la Revolución francesa en la metrópoli,
y Toussaint-Louverture y después Dessalines y sus colaboradores tomaron diversas
medidas, que en un principio fueron leales al gobierno francés, conquistando toda la isla
para Francia, pero luego se proclamaron independientes y realizaron diversos actos
revolucionarios, como quitar el blanco de la bandera francesa, como muestra de
repudio a dicha dominación.23
Cristóbal Colón había reclamado toda la isla «española» (también conocida como isla de
Santo Domingo o San Domingo), controlándola las autoridades españolas desde finales
del siglo XV hasta el XVII.
La isla La Española de las Antillas Mayores fue descubierta por Cristóbal Colón el 5 de
diciembre de 1492, quien la llamó así. Los pueblos
amerindios arawak, caribes y taínos ocupaban la isla desde antes de la llegada de los
españoles. Estos pueblos se fueron mezclando con los recién llegados y al presente al
menos un 15% de la población de la isla tiene en su genoma antepasados amerindios,
fenómeno que se reproduce en las otras islas de las Grandes Antillas. Jamaica, por
ejemplo, tiene también un alto porcentaje de población afroamerindia.
Los taínos y los caribes, los grupos amerindios más comunes en la isla y mestizados
entre sí, eran muy hábiles en agricultura, caza y pesca. Fabricaban trampas para
animales, tallaban piedra y madera, amasaban el caucho, hacían cerámica y tejidos con
palma o algodón; usaban el fuego y la sal para conservar alimentos; hacían canoas de
diferentes tamaños (normalmente para 15-20 remeros, pero de 2 a 150 guerreros) que
empleaban para la guerra y atacar y huir de isla en isla.
La coexistencia de dos colonias en la isla de Santo Domingo.
Durante un siglo y medio (1656-1804) la isla de Santo Domingo estuvo dividida en dos
colonias, una española y otra francesa, ambas bastante diferentes. A medida que
avanzó el siglo XVIII, Saint-Domingue y Santo Domingo acentuaron sus diferencias
económicas y demográficas. En sus territorios los franceses desarrollaron una economía
de plantaciones sustentada en la importación masiva de esclavos africanos. En la parte
española, en cambio, la economía continuó dependiendo de la crianza de ganado que se
exportaba en grandes cantidades a la parte francesa, siempre muy necesitada de carne
para alimentar sus masas trabajadoras. La gran rebelión de los esclavos conocida como
la Revolución Haitiana arruinó el sistema de plantaciones de la parte francesa y
desarticuló el sistema político en ambas colonias.
Una larga guerra racial, social e internacional cambió por completo las relaciones entre
ambos territorios. Esa guerra fue también una extensión de las guerras europeas
desatadas por la Revolución Francesa, entre ellas las llamadas guerras napoleónicas, en
Europa.