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Para la historia de la obra intelectual, véase Historia del pensamiento económico.
La historia económica es la rama de la historiografía que estudia la economía del
pasado, así como la rama de la economía que estudia los hechos y estructuras
económicas del pasado.
No debe confundirse la historia económica con la historia del pensamiento
económico, disciplina que estudia la historia de las escuelas de pensamiento
económico. La historia económica se preocupa por describir la evolución de los
sistemas económicos que han servido a la especie humana para asegurar su
supervivencia y multiplicar su población.1 Dado que las ciencias sociales no son
susceptibles de experimentarse en un laboratorio, situaciones pasadas y los datos
recogidos sobre estas deben servir a la hora de elaborar hipótesis falsables.
Según las metodologías y enfoques particulares de cada escuela de historiadores
económicos, su propósito es, bien comprender la persistencia de las estructuras
de larga duración (concepto de Fernand Braudel), sus paulatinas transformaciones
en las grandes transiciones históricas (transición del feudalismo al capitalismo), su
comportamiento en el nivel de la coyuntura (crisis seculares como la crisis del siglo
XIV o la crisis del siglo XVII; ciclos más cortos como la crisis de 1929 o la crisis de
1973); o, desde otro punto de vista, explicar cómo los cambios en la estructura
social y los mercados han contribuido al desarrollo económico en el largo plazo.
Una tendencia reciente dentro de la historia económica es la
llamada cliometría (en referencia a Clío la musa de la historia) aplica las técnicas
del análisis estadístico y econométrico a los datos y hechos históricos, siendo sus
representantes principales Robert Fogel y Douglass North. En la historiografía
influida por la francesa Escuela de los Annales o a la historiografía
anglosajona cercana al materialismo histórico de origen marxista suele ir de la
mano con la historia social, en lo que puede considerarse más un enfoque que un
género, denominado historia económica y social.2
El objetivo es comprender cuáles han sido los grandes movimientos de la
economía mundial que nos han traído a la situación actual, caracterizada por una
esperanza de vida y unos niveles de consumo incomparablemente superiores a
los de la civilizaciones anteriores, pero que sigue teniendo numerosos retos
pendientes. Entre ellos, el más importante es extender los beneficios del progreso
económico a los miles de millones de personas que todavía están fuera de él. 3
Índice
1Economía paleolítica
2La revolución neolítica
3Economía antigua
4Economía medieval
o 4.1Europa
o 4.2China
5Economía moderna y contemporánea
o 5.1Mercantilismo y orígenes del capitalismo
o 5.2Industrialización europea
o 5.3Primera globalización (1870-1914)
o 5.4La gran depresión y el período de entreguerras (1914-1945)
o 5.5La edad de oro capitalista y el comunismo (1945-1973)
o 5.6Segunda globalización y crisis económicas (1973-2010)
6Véase también
7Referencias
o 7.1Notas
o 7.2Bibliografía
Economía paleolítica[editar]
Debido a la falta de fuentes escritas del periodo pre-agrícola, no se pueden hacer
idealizaciones sobre cómo vivieron los hombres de aquellas épocas. Sin embargo,
sí se pueden hacer ciertas generalizaciones a partir de grupos aborígenes que han
estudiado antropólogos e historiadores modernos.
"Es seguro que la gran mayoría de la gente vivía en pequeñas cuadrillas o bandas
que sumaban en total varias decenas, o como mucho varios cientos de personas.
Quizá en periodos de crisis se acercaban a bandas vecinas para cazar
conjuntamente. El comercio se limitaba sobre todo a objetos de prestigio. No
existen pruebas de que la gente comerciara con bienes básicos como frutos y
carne. La población de sapiens estaba desperdigada sobre territorios inmensos.
La mayoría de las culturas de cuadrillas vivían como nómadas, viajando de un
lugar a otro en busca de comida. Por lo general se desplazaban por un mismo
territorio conocido. A veces, las bandas salían de su territorio y exploraban nuevas
tierras, ya fuera debido a desastres naturales, a conflictos violentos, a presiones
demográficas o a la iniciativa de un jefe carismático. Estos desplazamientos eran
el motor de la expansión humana por todo el mundo." 4
Debido a la dieta saludable y variada, la semana laboral relativamente corta y la
rareza de las enfermedades infecciosas, el antropólogo estadounidense Marshall
Sahlins ha definido las sociedades de cazadores-recolectores preagrícolas como
«las sociedades opulentas originales». Sin embargo, los niveles de consumo per
cápita eran muy inferiores a los actuales, la escolaridad era nula y la mortalidad
materno infantil era elevada.
La revolución neolítica[editar]
Artículo principal: Revolución neolítica
Inicios de la agricultura en diferentes regiones del planeta; sólo se consideran las áreas de desarrollo
primario no las que domesticaron plantas por influjo de regiones que previamente habían desarrollado la
agricultura.
Economía antigua[editar]
Artículo principal: Esclavismo
La economía del mundo antiguo no era capitalista, era más bien esclavista.
Destacan los imperios
de Mesopotamia, Egipto, Persia, India, China, Grecia y Roma. La organización
social asociada a su economía se caracterizó por:
Economía medieval[editar]
Artículo principal: Economía feudal
Europa[editar]
En Europa occidental, el sistema económico romano evolucionó a una sociedad
básicamente agrícola, en el que la tierra se constituye la fuente primaria de
riqueza y poder. La traducción política de este hecho económico es el sistema
denominado comúnmente como feudalismo, que presentó variaciones regionales,
y que nunca llegó a ser uniforme en toda Europa. Este sistema tenía tasas de
crecimiento cercanas a cero, y los salarios dependían ampliamente de la cantidad
de mano de obra disponible. Así la gran peste negra de mediados del siglo XIV
que mató a un 30% de la población europea, produjo un vertiginoso aumento de
los salarios en las generaciones siguientes.
China[editar]
Ilustración china sobre el procedimiento de refinado del hierro, tomado de la enciclopedia Tiangong
Kaiwu, 1637.
La economía europea de los siglos XVI, XVII y la primera mitad del XVIII, se
practicó una política económica caracterizada por un gran intervencionismo. Se
promovía un fuerte control de la moneda, se expandió la regulación estatal de la
economía, la unificación del mercado interno, y se estimuló la producción propia,
controlando los recursos naturales y los mercados. Se practicó ampliamente
el proteccionismo, protegiendo la producción local de la competencia extranjera,
se subsidió a empresas privadas y se impusieron grandes aranceles a los
productos extranjeros. Además se procuró un incremento de la oferta monetaria -
mediante la prohibición de exportar metales preciosos y la acuñación
inflacionaria-, siempre con vistas a la multiplicación de los ingresos fiscales. Estas
actuaciones tuvieron como finalidad última la formación de Estados-nación lo más
fuertes posible. Si bien esta doctrina conocida como mercantilismo no es un
conjunto de recomendaciones económicas enteramente coherente, la mayor parte
de especialistas económicos de la época se adherían en mayor o menor medida a
la mayoría de estas medidas. Estas políticas, se dieron en un contexto general de
aumento de la población de la renta de las naciones europeas, en las que también
intervinieron factores extraeconómicos. Durante este período tanto por el aumento
de los metales en circulación procedentes de América como por las políticas
inflacionistas tuvo lugar la revolución de los precios entre los siglos XV y XVI.
Sin embargo durante el siglo XVIII estas políticas fueron desechadas
progresivamente, Adam Smith criticó ampliamente estas doctrinas en La riqueza
de las naciones y en su lugar promovió ampliamente el liberalismo económico.
Industrialización europea[editar]
Artículo principal: Revolución industrial
El concepto de "revolución industrial" hace referencia al nacimiento y pronto
desarrollo de la industria moderna en Inglaterra (después en el resto de Europa y
del mundo) a partir del uso extensivo de maquinaria mecánica, la introducción de
nuevas fuentes de energía (hidráulica, carbón, gas y petróleo) y la organización
del sistema de producción fabril.
Esto permitió realizar tareas que hasta entonces se habían hecho de forma mucho
más lenta y laboriosa con energía humana o animal, o que no se habían realizado
en absoluto. La introducción de la máquina de vapor en la minería, la fabricación y
el transporte dio resultados impresionantes. Los cambios no fueron sólo
“industriales”, sino principalmente sociales.
¿Por qué ocurrió la revolución industrial en Inglaterra? es una pregunta que se
hacen continuamente los historiadores. Las razones son diversas, pero destacan:
el avance científico y las aplicaciones tecnológicas realizadas, una burguesía cada
vez más pujante, la consolidación de un sistema legal que garantizaba los
derechos de propiedad privada, los pensadores políticos propugnaban por
mayor libertad económica y la ética protestante empujaba al enriquecimiento.
Primera globalización (1870-1914)[editar]
Artículos principales: Primera globalización y Segunda Revolución Industrial.
Se produce la consolidación de los mercados nacionales en casi todo el globo y su
interconexión creciente por efecto de la libertad de comercio. Desaparecen las
aduanas interiores dentro de los estados en casi toda Europa y Asia. Aparecen los
primeros bancos y casas aseguradoras internacionales y las primeras industrias
integradas globales textil y siderometalúrgica. Tienen lugar las primeras
migraciones masivas entre Europa y América despuntando un mercado de trabajo
global. Surge la primera potencia no occidental, Japón, que enfrenta al imperio
ruso con éxito ya en 1905. La primera globalización tiene en el telégrafo su
catalizador y su símbolo cultural en el optimismo del progreso y el librecambio las
exposiciones universales el concierto de las naciones y las novelas de Verne.
Acaba con la primera guerra mundial que si en buena medida es mundial
afectando a las economías de todas las regiones incluida la neutral América del
Sur es porque es la primera que se da en el marco de un mercado mundial
mínimamente estructurado.
Véanse también: Guerras del opio, La gran divergencia (milagro europeo) y Patrón oro.
La gran depresión y el período de entreguerras (1914-1945)
[editar]
Artículos principales: Gran depresión y Consecuencias económicas de la Primera
Guerra Mundial.
A diferencia de Europa, Estados Unidos salió de la guerra más fuerte que nunca.
Sólo en términos económicos había pasado de ser deudor a acreedor y había
obtenido posición de liderazgo a nivel mundial en nuevos mercados. Se vivieron
los "felices años veinte" en una época de continuo crecimiento y cada vez mayor
especulación. Durante el alza especulativa, muchas personas con ingresos
modestos compraron acciones a crédito. En medio del furor, se creó una burbuja
financiera que finalmente estalló el 24 de octubre de 1929 -el «jueves negro»-. Los
americanos que habían invertido en Europa dejaron de hacerlo y vendieron su
activo allí para repatriar los fondos. Así se difundió la crisis a Europa y otras partes
del mundo. Algunos historiadores señalan que esa fue una de las razones por la
que pudieron ascender los líderes fascistas -Hitler y Mussolini- al poder en Europa.
La edad de oro capitalista y el comunismo (1945-1973)[editar]
Artículos principales: Edad de oro del capitalismo y Socialismo real.
Estados con economías inspiradas por el "Socialismo real" durante el siglo XX.
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_econ%C3%B3mica
“El código cultural [y, como parte de él, el código ideológico] (…) puede
modificarse (…) bajo el efecto de ciertos sucesos (…) directamente
surgidos de la experiencia fenoménica de la sociedad. Tales sucesos
pueden tener su origen en modificaciones del ecosistema natural que
repercuten sobre la práctica social, suscitan nuevas costumbres, nuevas
reglas, y, muy probablemente, nuevas técnicas y nuevos mitos. También
pueden tener su origen en contactos con sociedades vecinas, a través de
los cuales una cultura puede integrar técnicas, productos de uso o de
consumo, ideas, etc., procedentes de una cultura foránea. Por último,
pueden surgir de la vida misma de la sociedad, donde la desviación
individual introduce nuevos patrones de conducta que llegan a
extenderse hasta convertirse en costumbre o una nueva invención acaba
siendo integrada en su capital cultural” (Morin, 1973 [2000]: 199-200).
https://www.eumed.net/libros-gratis/2007b/280/11.htm
La economía es tan antigua como la propia humanidad. Hace cinco mil años, cuando
dos pastores intercambiaban una cabra por cinco gallinas, estaban haciendo
economía. Desde entonces se han sucedido, uno tras otro, diferentes sistemas
económicos. ¿Podemos entonces, mirando al pasado, intuir lo que nos depara el
futuro?
Durante siglos, las principales vías de comunicación y comercio fueron los ríos. Los
intercambios que se realizaban estaban basados en los excedentes de las
familias, productos artesanales hechos a mano que sobraban. Estas constituían los
principales núcleos económicos de las economías de subsistencia.
HISTORIA
Comienza, con este artículo, un repaso a la larga historia de BBVA. A través de varios
capítulos, bbva.com quiere dar a conocer de una manera sencilla y divulgativa los casi
160 años de vida de una de las entidades bancarias con mayor reconocimiento a lo
largo de los siglos XIX, XX y XXI.
2. El sistema feudal
Con el derrumbamiento del imperio romano se produjo una gran vertebración de la
actividad económica. El concepto de imperio protector con fronteras bien
definidas se vino abajo y los campesinos, principales generadores de riqueza, se
mudaron al castillo más cercano para protegerse de las hordas de invasores y
saqueadores.
Cada señor feudal protegía a un número determinado de vasallos que trabajaban las
tierras. A cambio de la protección, les entregaban una cantidad anual de su cosecha
al señor y a la iglesia. Esto era lo que se conocía como diezmo, por equivaler a la
décima parte de la cosecha. Durante esta época el comercio se reducía a ciertas
ferias de carácter anual donde se compraban y vendían artículos artesanales.
3. El sistema mercantilista
Conforme los tiempos avanzaron y las hordas invasoras redujeron su flujo, las
ciudades comenzaron a crecer fuera de las murallas, y comenzó la difusión de la
moneda, la letra de cambio y los pagarés. Con ello, el ser rico no estaba mal visto
ya que si el trabajo dignifica, la riqueza, como producto del trabajo, era igualmente
digna. Surge una nueva clase social entre los campesinos, la nobleza y el clero: la
burguesía, aupada por el comercio.
HISTORIA
Por otra parte, como buena utopía, el comunismo funcionaba bien sobre el papel pero
fallaba en uno de sus pilares básicos: el ser humano y su altruismo para con sus
semejantes. Todo se basaba en la planificación centralizada, la supremacía del
bien común y el estado sobre el individuo.
HISTORIA
Pero todavía es necesario practicar nuevos recortes en esta noción más restringida
de lo útil para acercarnos al campo de los objetos económicos a los que se refiere
la noción usual de sistema económico. Walras, calificado por Samuelson como el
Newton de la ciencia económica, fue consciente de estos recortes, al igual que
otros autores neoclásicos, y los explicitó de la siguiente manera. El primer recorte
viene dado al considerar solo aquel subconjunto de lo directamente útil que es
objeto de apropiación efectiva por parte de los agentes económicos, pasando a
formar parte de su patrimonio. El segundo recorte se practica al retener solamente
aquel subconjunto de objetos apropiados que tienen valor de
cambio (subconjunto éste que puede ampliarse mediante la imputación de valores
a aquellos objetos que, por las razones que sean, no tienen un valor de cambio
explícito). El tercer recorte se opera al tomar del campo de
lo apropiable y valorable solamente aquellos
objetos apropiados y valorados que se consideran productibles, atendiendo al
postulado que permite asegurar el equilibrio del sistema
(entre producción y consumo, más o menos diferido, de valor) sin recurrir a
consideraciones ajenas al mismo. Así, tal y como señalaba Walras en
sus Elementos (Walras, L.,1900), al matizar la noción de riqueza social a la que
circunscribe su sistema: “el valor de cambio, la industria, la propiedad, tales son
pues los tres hechos generales de los que toda la riqueza social y de los que solo
la riqueza social es el teatro”.
Pero junto a este paralelismo hay que subrayar una diferencia sustancial en lo
relativo a sus fines. Mientras se pensaba que no era socialmente deseable que el
aumento del poder perseguido por lideres y partidos políticos prosiguiera ad
infinitum y se establecía para evitarlo la división y la descentralización de
poderes unida al juego democrático-parlamentario, no ocurrió lo mismo con el
aumento y la ostentación de la riqueza por parte de empresas e individuos. Antes
al contrario, se asumió que ampliar la producción (y el consumo) de riquezas
debería ser el principal objetivo que guiaba la idea al uso de sistema
económico (finalidad ésta en la que coincidían tanto la versión mercantil como
aquella otra estatalizante y planificadora del mismo). La finalidad de
este sistema apunta así a aumentar la riqueza, mientras que la del sistema
político se limita a gestionar el poder. La aceptación acrítica de la noción
de producción como centro de la idea usual de sistema económico antes indicada
se encuentra en la base de esta situación diferencial, que explica en buena medida
el sentido de muchas de las mutaciones que se están produciendo en nuestra
sociedad. Mutaciones que transcurren al margen, e incluso en profunda asimetría,
con la red analítica que se despliega comunmente desde los dos sistemas y
modelos mencionados, generando la incomprensión, imprevisión y
desorientación actuales.
Cabe subrayar que la idea positiva de crear un marco institucional propicio para
extender la libertad en el seno de toda la población, propio de la Francia
revolucionaria, trajo consigo implícitamente una visión crítica del derecho de
propiedad. El derecho enunciado como natural, inviolable e incluso sagrado,
en la Declaración de 1789, no se refería a cualquier derecho de propiedad. La
prueba es que, en nombre de los derechos de propiedad (compatibles con la
libertad de todos) postulados en la Declaración de 1789, se abolieron la mayoría
de los derechos de propiedad de la nobleza, que bajo el Antiguo Régimen
mantuvieron sometidos y explotados a los campesinos, dando paso a una reforma
agraria que en pocos años ocasionó profundas transformaciones sociales que
sobrevivieron después a los distintos regímenes políticos. Evidentemente este
tratamiento discriminado de los derechos es lo que hizo que la revolución
francesa haya pasado a calificarse de burguesa, ya que abolió los derechos de la
nobleza, pero potenció los de la burguesía y el campesinado, abriendo la puerta a
un nuevo proceso de diferenciación social mediante la desigual acumulación de
riqueza.
De esta manera, tras abolir los privilegios (es decir, los derechos carentes de
función) de la nobleza, se acabaron instaurando otros derivados de la defensa del
nuevo derecho de propiedad como algo absoluto. Esta defensa sin condiciones de
la propiedad, al hacer abstracción de su distribución y de su función, dio paso a
nuevos privilegios. Evidentemente se suponía que la “mano invisible” del
mercado enderezaría el uso mezquino e insolidario de la propiedad
desigualmente repartida, en beneficio del conjunto social. Pero incluso aunque
haya claras evidencias de que esto no es así, no por ello suelen revisarse o
limitarse los derechos de propiedad, sino que se sigue otorgando a la propiedad el
mismo carácter sagrado e inviolable. A diferencia de lo que ocurrió en la Francia
revolucionaria, los derechos de propiedad han tendido a considerarse, en bloque,
como algo absoluto, mientras que los intereses comunes han pasado a tratarse
como algo secundario, ocasional o relativo: si el uso y abuso de la propiedad
privada redunda en beneficio de la colectividad, bien, si no, también.
El plan de construir una sociedad basada en derechos primarios e irrevocables, se
pervirtió al incluir entre ellos el derecho de propiedad haciendo abstracción de su
composición, distribución, uso y funciones. Si el libre ejercicio de los derechos
de propiedad concentrada en algunos está fuera de discusión, por mucho que
atente contra los intereses y la libertad de la mayoría, está claro que esos
derechos han naturalizado y actualizado los privilegios en las sociedades de hoy
día. Evidentemente, esta sacralización acrítica de los derechos de propiedad no
hubiera permitido abolir las privilegios vinculados al Antiguo Régimen, todo lo
más habría inducido a “modernizarlos” facilitando su reencarnación, con mayor
solidez y ausencia de contrapartidas, a base de transformarlas en propiedad
burguesa, como ocurrió en primer lugar en Inglaterra[4] y como fue ocurriendo
también en la mayoría de los países.
Así, la idea de Orden Natural echó primero por tierra la autoridad de la tradición
ancestral predominante en sociedades “arcaicas”, en las que los vínculos de
sangre reales o imaginarios eran predominantes, pero también sirvió para
respaldar la autoridad en el Antiguo Régimen, al “naturalizarla” presuponiendo el
origen divino de la realeza. Más tarde, la idea de establecer los Derechos
Humanos (naturales) como base del sistema político democrático y del sistema
económico mercantil dejó sin respaldo a la autoridad del Antiguo Régimen, pero
también sirvió para respaldar la autoridad y, sobre todo, para aligerar sus deberes,
en las sociedades capitalistas de hoy día.
Hay que recordar que hasta la segunda mitad del siglo XIX ni siquiera en
Inglaterra se veía con buenos ojos la financiación de sociedades mediante la
emisión anónima de acciones transferibles. Antes las acciones, por ejemplo, de la
famosa Compañía de Indias, se suscribían para cada viaje o agrupación de viajes
u operaciones y se pagaban una vez terminados. La financiación global e
indiscriminada de las sociedades mediante la emisión de acciones transferibles a
cualquiera, tardó en generalizarse por la desconfianza hacia estas prácticas y las
limitaciones que suscitaron algunas crisis financieras bastante sonadas en la
primera mitad del siglo XVIII, siendo las más conocidas las de La Compagnie
d’Occident (o del Misissipi) ligada la Banque Royale, en Francia, y la South Sea
Company, en Inglaterra[5]. Así, como puntualiza Tawney, R.H. (1921), “la
financiación colectiva basada en la existencia de un extenso cuerpo de
accionistas, que ahora es lo corriente, constituía entonces una excepción. El
contraste que ofrece esa actitud con los hechos de la organización industrial, tal y
como existen hoy, es un índice de la revolución en la naturaleza de la propiedad
del capital que ha tenido lugar desde el establecimiento de Ley de
Responsabilidad Limitada (Limited Liability Act) de 1855 y la Ley de Compañías
de 1862 [precursoras de la actual legislación de sociedades anónimas]”. Estas dos
leyes abrieron camino hacia la presente situación que permitió concluir a este
autor que, en Inglaterra y hoy diríamos que en el mundo entero, “la justificación
de la propiedad tradicional ―que veía en ella la seguridad de que cada uno podía
gozar de los frutos de su propio trabajo― aunque mayormente aplicable en la
época en la que fue formulada, sufrió la misma suerte que la mayoría de las
teorías políticas, ha sido refutada, no por las doctrinas de filósofos opuestos a
ella, sino por el prosaico curso del desarrollo económico”.
Mutaciones actuales
Entre las creaciones de la mente humana que hoy gobiernan nuestra existencia
destaca cada vez más la idea usual de lo económico, con la convención social
del dinero que le da vida y sus afanes de crecimiento permanente, con evidente
incidencia en el territorio con sus recursos y calidades ambientales. El hecho de
que las reglas del juego económico “globalmente” imperantes se muestren en
franca contradicción con aquellas que caracterizan el comportamiento de la
biosfera y sus ecosistemas, induce a considerar a la especie humana como una
patología terrestre cuyos rasgos esenciales pasamos a sintetizar.
Hern, W.M. (1990), médico de profesión, apreció una fuerte analogía entre las
características que definen los procesos cancerígenos y la incidencia de la especie
humana sobre el territorio, apoyándose en las similitudes observadas entre la
evolución de las manchas tumorales reflejadas en los escáneres y las que recoge
la cartografía sobre la ocupación del territorio. Este autor enumeró las siguientes
características de las patologías cancerígenas: 1- Crecimiento rápido e
incontrolado. 2- Indiferenciación de las células malignas. 3- Metástasis en
diferentes lugares. 4- Invasión y destrucción de los tejidos adyacentes. Analizó
después la relación de estas características con el reflejo territorial de las
tendencias incontroladas del crecimiento poblacional, económico, etc.; con sus
consecuencias destructivas sobre el patrimonio natural y cultural; con la
extensión de los modos de vida y de gestión indiferenciados; con las metástasis
que genera la proyección del colonialismo de los estados primero y de las
empresas transnacionales después, a través de la “globalización” del comercio,
las finanzas,… y los media. Como pasamos a ver seguidamente, las
características mencionadas ofrecen, a mi juicio, un paralelismo todavía más
concreto con el modelo territorial, urbano y constructivo que se deriva de las
reglas del juego económico dominantes.
Nuestro país, pese a contar con una demografía estable o en regresión, ofrece un
ejemplo modélico del “crecimiento rápido e incontrolado”, no solo económico en
general, sino urbanístico, con sus crecientes servidumbres territoriales, por
extracción de recursos, vertido de residuos e infraestructuras diversas. Al que se
unen los paralelos fenómenos de simplificación extractiva y contaminante de los
sistemas agrarios o abandono y ruderización del medio rural, con el consiguiente
deterioro del patrimonio natural observable en el paisaje. El trepidante
crecimiento de la urbanización viene espoleado, más allá de la demografía, por el
insaciable afán de lucro de promotores y compradores, animado por un marco
institucional que privilegia la adquisición de viviendas como inversión, que ha
situado a nuestro país a la cabeza de Europa en porcentaje de viviendas
secundarias y desocupadas (Naredo, J.M (dir.) 2000 y 2003a). España ejemplifica
cómo, alextenderse por toda la población el virus de la especulación inmobiliaria,
se está construyendo un patrimonio inmobiliario sobredimensionado de escasa
calidad y se está originando una burbuja especulativa cuyas dimensiones resultan
cada vez más amenazantes (Naredo, J.M., 2004b). A la vez que la ocupación
territorial por usos urbano-industriales indirectos sigue un ritmo expansivo muy
superior al de la urbanización directa, contribuyendo a situar el crecimiento de la
ocupación total muy por encima del crecimiento demográfico[9].
Valga lo anterior para subrayar que la especie humana no sólo destaca como la
gran depredadora de la biosfera, sino también de sus propios congéneres,
llegando a escindirse profundamente como especie: la polarización social entre
países, regiones o barrios es tan extremada que origina patrones demográficos tan
diferentes como los que se observan en la naturaleza entre especies distintas[16].
Pero, a diferencia de otros depredadores, los individuos y grupos humanos no
ejercen hoy generalmente su dominio apoyándose en una estructura corporal
mejor dotada en tamaño, olfato, vista, colmillos o garras, sino utilizando las
reglas del juego y los instrumentos económico-financieros imperantes para
dotarse de medios exosomáticos de intervención y diferenciación social cada vez
más potentes[17]. Y recordemos que esas reglas del juego son las que también
promueven los modelos de ocupación del territorio, de urbanización y de
construcción ligados a las patologías parasitarias del crecimiento indicadas al
inicio.
En suma, que las reglas del juego económico-financiero descrito refuerzan un
orden territorial crecientemente polarizado en núcleos atractores de recursos,
capitales y población y áreas de abastecimiento y vertido que, como se ha
indicado, se despliega tanto a escala global como regional y local. El nuevo
orden metropolitano resultante es fértil en paradojas (se solapan
mercados globales y economías de archipiélago término utilizado por Veltz, P.,
1999), fenómenos de globalización y de exclusión socioeconómica,
de conexión y de fragmentación territorial…) cuyo análisis detallado escapa a las
pretensiones de este texto. Cabe recordar que una de las consecuencias de este
juego es el desbocado proceso de urbanización “difusa”, con el consiguiente mar
de redes y servidumbres, que se sitúa en la base de los principales problemas
ecológicos y sociales de nuestro tiempo (Naredo, J.M., 2000 b). También hay que
advertir que un indicador (Margalef, R., 1992, pp. 233-234) que marca la
decadencia del sistema es la fracción cada vez mayor de recursos que reclaman
las funciones (e infraestructuras) de transporte, gestión comercial, servicios
meramente defensivos y control administrativo, ideológico,…y policial-militar, a
la vez que se reduce la fracción de recursos que se plasma en verdaderas
ganancias de información o de disfrute de la vida.
Perspectivas
Pero, hoy por hoy, las entidades encargadas de velar por el sistema monetario
internacional ―que se revela incompatible no solo con la estabilidad ecológica
sino también financiera― no piensan en cambiarlo. La desregulación actual
propicia cada vez mayores “burbujas financieras” (que tienden a explotar), y es
fuente de discrecionalidad a la hora de acometer las cada vez mayores
“operaciones de salvamento” y de recaudar los fondos necesarios para ellas. Lo
cual pone de manifiesto que el capitalismo transnacional hegemónico hace un
uso oportunista de las ideas liberales. Las utiliza para ampliar sus negocios
solicitando la libertad de explotación y la desregulación financiera para crear
“dinero financiero” con el que ampliar sus actividades, así como
la privativatización de las propiedades públicas para poder adquirirlas, al igual
que las propiedades particulares. Pero ignora que el ejercicio de la libertad se
facilita con el establecimiento de reglas del juego aplicables para todos, cuya
inequívoca claridad permita a la vez reducir las desigualdades, arbitrariedades y
conflictos fruto del actual intervencionismo.
Por otra parte, el antiguo GATT y la actual OMC, en su permanente cruzada por
eliminar trabas al comercio, han contribuido a extender a escala internacional la
valoración de las mercancías por su mero coste de obtención, es decir, haciendo
abstracción de la “mochila” de deterioro ecológico y social que conllevan, que
unida a la creciente especialización, es también fuente de deterioro ecológico y
polarización social y territorial. En Naredo, J.M. y A. Valero (Dirs.) (1999) se
establecen criterios para evaluar el coste físico completo que arrastra la obtención
de los productos como primer paso para paliar, con el establecimiento de normas
adecuadas, la actual asimetría entre coste físico y valor monetario. El
establecimiento de este tipo de normas permitiría extender la libertad de
comercio sobre bases ecológicas y sociales más saludables que las actuales. No
se trata por lo tanto de anteponer liberalismo a intervencionismo, sino de discutir
las reglas de funcionamiento que han de regir.
http://www.ub.edu/geocrit/sv-105.htm
El economista clásico Karl
Marx sugirió que el sistema
económico utilizado por cada
sociedad humana depende del
desarrollo de las fuerzas productivas,
principalmente los conocimientos
técnicos, el capital acumulado y la
población. Mientras el ordenamiento
jurídico sea el adecuado al nivel de las
fuerzas productivas, decía Marx,
éstas pueden desarrollarse sin que
aparezcan tensiones graves; pero
llega un momento en el que las
fuerzas productivas han crecido tanto
que la estructura social, en vez de
estar potenciando su desarrollo,
aparece como una limitación, un
corsé que impide su crecimiento. Es
entonces cuando la superestructura jurídica y consiguientemente el
régimen de propiedad, se ve forzada al cambio de forma más o menos
brusca.
http://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-
tic/14002996/helvia/aula/archivos/repositorio/250/271/html/economia/1/la_teoria_de_los_siste
mas_econom.htm
Modelo económico
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Para otros usos de este término, véase Sistema económico.
Se puede entender un modelo económico como una representación
(véase modelo científico) o propuesta (véase constructo social) más ampliamente,
como un concepto ya sea proposicional o metodológico acerca de algún proceso
o fenómeno económico. Como en otras disciplinas, los modelos son, en general,
representaciones ideales o simplificadas, que ayudan a la comprensión de
sistemas reales más complejos1
Gráfica del Modelo IS-LM. Ejemplo tanto de un modelo matemático como gráfico. La curva IS se
desplaza a la derecha, bien por una política fiscal de incremento del gasto o de transferencias, o bien
por una disminución de la tasa de impuestos. El equilibrio se encuentra por tanto en Y2 e i2.
Los modelos se usan comúnmente no solo para explicar cómo opera la economía
o parte de ella, sino también para realizar predicciones sobre el comportamiento
de los hechos y determinar los efectos o tomar decisiones sobre los mismos. 2
Como sugiere lo anterior, un modelo puede constituir una representación de
aspectos ya sea generales o más específicos. Puede tener un
papel normativo o descriptivo,3 etc.
Adicionalmente los modelos económicos pueden generalmente dividirse entre
modelos conceptuales, que usualmente poseen un
carácter crítico o analítico (ver Criticismo); modelos matemáticos, que buscan ser
una representación teórica — utilizando variables y sus relaciones matemáticas —
del funcionamiento de los diversos procesos económicos (ver economía
matemática) y modelos diagramáticos o gráficos que son la representación
de datos, generalmente numéricos, mediante recursos gráficos (tales
como líneas, vectores, superficies o símbolos), para que las relaciones que los
diferentes elementos o factores guardan entre sí se manifiesten visualmente.
(véase también Iconografía de las correlaciones).
En términos metodológicos, un modelo ocupa una posición intermedia entre la
realidad y las teorías.45
Índice
Ámbito de un modelo[editar]
Al nivel de la economía propiamente tal, los modelos pueden ser divididos en
modelos macroeconómicos y microeconómicos. Ambas áreas contienen modelos
tanto específicos como más generales. Al nivel más general los modelos pueden
ser considerados "escuelas" del pensamiento. En el presente las principales
incluyen: el Monetarismo, la Nueva economía clásica, la Nueva Economía
Keynesiana. Estos modelos se pueden considerar como teniendo una extensión
"intermedia" entre los modelos generales de la economía política y los más
específicos de la economía propia.
Los modelos macroeconómicos en general se concentran en mostrar el
como las relaciones generales entre consumidores y productores determinan
la producción y otras variables.6 Sin embargo también hay modelos
macroeconómicos que se refieren a cuestiones más específicas, por ejemplo:
el Modelo de Kalecki, el Modelo de Phillips, el Modelo de Kaldor. Los
principales modelos macroeconómicos son modelos de crecimiento. Entre los
más conocidos de estos se encuentran Modelo de crecimiento de Solow,
el Modelo Harrod-Domar, el Modelo elemental Samuelson-Hicks, etc. A partir
de lo anterior se han desarrollados los llamados Modelos completos. También
existen modelos que se aplican otras situaciones generales, por ejemplo,
el Modelo IS-LM, el Modelo Heckscher-Ohlin (también llamado (modelo H–O),
que a su vez ha dado origen a varias otras propuestas o modelos. etc.
Los modelos microeconómicos "investigan asunciones acerca de
los agentes económicos. Un agente económico es la unidad básica de
operación en el modelo. Generalmente consideramos que el agente
económico es un individuo.... Sin embargo, en algunos modelos económicos,
se considera como un agente una nación, una familia o un gobierno. En otras
ocasiones, el "individuo" es disuelto en una colección de agentes económicos,
cada uno actuando en circunstancias diferentes y cada uno considerado un
agente económico".7 Los modelos microeconómicos más conocidos son:
modelo de Competencia perfecta; modelos de Competencia
monopolística y competencia imperfecta, modelos de oferta y demanda y
asociados (por ejemplo: Modelo de telaraña); modelos de Equilibrio
económico (tales como la Teoría del equilibrio general, Equilibrio de
Bertrand, Equilibrio de Stackelberg, etc) modelos derivados de la aplicación a
la economía de la teoría de juegos (tales como el Equilibrio de Nash) modelos
de Discriminación de precios, etc.8
Adicionalmente hay variedad de hipótesis, teoremas y "teorías" que pueden ser, y
generalmente son, considerados como modelos, por ejemplo: la Función de
producción de Cobb-Douglas, el Teorema de Coase; el Teorema Marshall-Lerner;
el Teorema de Modigliani-Miller; el Teorema de Sonnenschein-Mantel-Debreu,
la Teoría del Segundo Mejor, etc.
Descripciones y normatividad[editar]
Como se ha avanzado, los modelos pueden tener una función descriptiva — que
se refiere a como un sistema económico teóricamente funciona — o una
normativa, que se refiere a como los agentes económicos (incluyendo
la sociedad en general) deberían comportarse o el cual debería ser el objetivo de
la disciplina (por ejemplo, Alfred Marshall postulaba que el propósito de la
economía, como ciencia, es "eliminar la pobreza". 9).
La función normativa es más evidente a nivel de economía política. Desarrollos en
la teoría económica pueden ser usados para apoyar ciertas posiciones políticas,
que a su vez dan origen y prestan apoyo a propuestas que favorecen ciertas
interpretaciones de la teoría económica (ver, por
ejemplo, Ordoliberalismo; Escuela crítica; Escuela austríaca; Escuela de
Economía de Chicago; Postautismo; etc.
Es a ese nivel que un modelo adopta más claramente su carácter de propuesta, 1011
o constructo social1213141516 acerca del funcionamiento de la economía, con un uso
general en las ciencias políticas, sociología, etc.
Pero incluso al nivel más abstracto o técnico, el de los modelos matemáticos, todo
modelo económico implica algún elemento normativo, por ejemplo, en las
asunciones o supuestos acerca de la racionalidad económica de los actores. En
las palabras de Amartya Sen:
“Para evitar el análisis de una realidad humana compleja, la economía ha
glorificado el supuesto de la motivación egoísta, extendiéndolo a todas las
acciones económicas. Es solo una parte de la verdad: el hombre
económico no solamente se sale en ocasiones de los patrones de la
racionalidad, sino que está en su naturaleza no comportarse siempre bajo
el restringido supuesto de la búsqueda del máximo interés propio. Adam
Smith generó una cohorte de defensores del egoísmo 17 como explicación
del comportamiento económico a pesar de que su misma obra niega la
simplificación del conjunto de motivaciones mediante el arquetipo del
agente egoísta. La dimensión ética encierra enormes complejidades, pues
el 'homo economicus' habrá de moverse por egoísmo o por otros objetivos
según el caso, y el análisis científico deja de ser tan simple como muchos
quisieron hacerlo. Pero solo integrando la ética en la economía se puede
avanzar en el acercamiento a la realidad. Las normas y valores que guían
el comportamiento colectivo tienen, por lo demás, un papel decisivo en el
desarrollo de las sociedades.18 Lo que incita aún más a la economía a
preocuparse por las consideraciones éticas como factor indispensable de
su análisis.”.19
Otras críticas generales a las asunciones económicas, especialmente las de la
teoría o escuela neoclásica que constituyen la ortodoxia actual, como siendo
normativas incluyen las de Thorstein Veblen,20 de acuerdo a quien el concepto
de equilibrio económico mismo es normativo, implicando -sin prueba- que es
de beneficio para la sociedad y los individuos. Veblen considera que
la economía ortodoxa es teleológica y pre-darwiniana. Teleológica porque
asume que el proceso económico progresa o tiende a una situación estable (el
equilibrio a largo plazo) que ni se observa en realidad ni se deriva de algún
análisis sino que se asume como un dado con anterioridad a cualquier análisis
u observación. Y es predarwinica porque, en la opinión de Veblen, el proceso
económico es un proceso darwiniano de evolución, desarrollándose a través
del tiempo como respuesta a diferentes y cambiantes circunstancias pero
careciendo de propósito o diseño.2122
La crítica de Piero Sraffa, en su Producción de mercancías por medio de
mercancías fue la génesis de varios de los argumentos desarrollados
posteriormente por otros autores en la tradición de la llamada economía
heterodoxa.23 Sraffa fue un pensador profundo, cuya crítica forzó a Ludwig
Wittgenstein a modificar sus posiciones originales.24 El centro de la crítica de
Sraffa es que la concepción actual del valor económico (ver valor subjetivo)
esconde normatividad, estando basada una visión contradictoria y lógicamente
defectiva. Esta visión dio eventualmente origen al famoso Debate de las dos
Cambridge.25 La posición de Sraffa se puede resumir así: una teoría del valor
que sea lógicamente consistente tiene que volver a la teoría clásica,
considerando que es el caso que lo que interesa en la producción es que, al
final del proceso, haya un excedente o plusvalía (ver valor agregado). Sraffa
avanzó a construir un tal modelo, lógicamente consistente, y que puede ser
usado para explicar no solo el precio relativo de los bienes sino la distribución
de los ingresos/ganancias. Una implicación clave del modelo de Sraffa es que
la determinación de la relación en la distribución de los ingresos
entre salarios y ganancias es debida a factores no económicos: esa relación se
origina en como se fijan ya sea los 'salarios de subsistencia' o la tasa de
ganancia.
Modelos y formalismo[editar]
Hay dos maneras principales de evaluar o validar un modelo. 28 a) la
aproximación directa, que envuelve consideraciones de la validez de los
supuestos básicos. Y b) la aproximación indirecta, que solo considera si
las predicciones que el modelo hace son, o no, correctas.
Milton Friedman es uno de los representantes más conocidos de la segunda
posición. Friedman argumenta que el "realismo" de un modelo no debería ser
cuestionado a nivel de las hipótesis subyacentes, sino de las predicciones
derivadas del modelo. Es irrelevante, por ejemplo, que las ecuaciones que
constituyen el Modelo de telaraña dinámico no se parezcan en absoluto a la
realidad, o que la relación de ese modelo con la teoría subyacente sea
compleja o que el modelo mismo incorpore supuestos cuestionables, lo que
importa y es relevante es si las predicciones que se obtienen del modelo
concuerdan con las observaciones empíricas. Si lo son, el modelo es válido,
cualesquiera sean los problemas metodológicos. 29
Lo anterior enfatiza el punto que la función del modelo es práctica, ser guía
para la acción. En las palabras de Paul Samuelson: "es mejor tener un modelo
con bases inexactas que le da un buen agarre para manejar la realidad que
esperar por una mejor fundación o seguir utilizando un modelo con buenas
bases pero que no es útil o relevante para explicar los fenómenos que
tenemos que explicar"30
La posición contraria, generalmente más aceptada, por lo menos a niveles
académicos, se preocupa con cuestiones metodológicas de la Teoría formal,
tales como Consistencia (lógica), Decidibilidad, reglas de inferencias; tipos de
método, etc.
Esto se hace particularmente relevante para modelos matemáticos, los que se
conciben, específicamente, como un conjunto de axiomas o definiciones
previas — también llamados postulados o enunciados
— datos y asunciones o hipótesis que, mediante algunas reglas de
transformación, permiten la creación de teoremas.
https://es.wikipedia.org/wiki/Modelo_econ%C3%B3mico
RESUMEN
ABSTRACT
Under the global threat of the Anthropocene, environmental history and economic history
are coming together to understand our predicament. This new field of “eco economic
history” traces the ecological impact of the startling rise in global economic productivity
over the last two centuries. No longer is nature treated as an externality and damage to
non-renewable resources discounted. I identify four basic eco-economic models emerging in
this literature. The one I call retro modernist returns us to a Euro-centered world for both
the problem’s origins and its remedies. Three more convincing models, double-layered
modernity, parallel modernities, and multi-scalar approaches, expand our understanding of
how we arrived at this catastrophic juncture and what we might do about it.
Para enmarcar mi análisis de las formas en que las historias ambientales y económicas
están convergiendo, quiero comenzar por subrayar los dos supuestos alentadores
compartidos por todos los autores que analizo. En primer lugar, sin importar cómo
definen el Antropoceno, todos coinciden en que es el resultado devastador de las
actividades económicas que transforman los sistemas de la Tierra de los que dependen
humanos y otras formas de vida. Vincular directamente el daño ambiental con la
actividad económica da un vuelco en el campo de la economía a la tendencia de tratar
los recursos naturales y las emisiones de residuos como “externalidades”. Sumar estos
costos ambientales a menudo cambia drásticamente los cálculos previos de eficiencia y
beneficio. Ya sea que la devastación ambiental mundial haya surgido de la agricultura
moderna temprana comercializada, la producción industrial basada en quema de
carbón o la cultura de consumo masivo, estos nuevos análisis eco-económicos dejan
claro que las economías no pueden trascender las ecologías. El crecimiento infinito no
es posible, la sustitución infinita de una fuente natural de recursos por otra o la
sustitución de capital y tecnología por recursos alcanzará su límite de manera eventual
(Albritton, 2014). En síntesis, nuestro mundo físico es finito. A pesar de que muchos, de
hecho, la mayoría de los historiadores económicos, todavía imaginan, junto con Kenneth
Lipartito (2016)
, que pueden “repensar la materialidad” y dejar de lado la historia ambiental,
analistas económicos más perspicaces, como Maxine Berg (2007; 2010), Timothy Mitchell (2011), Prasannan
Parthasarathi (2011) Kenneth Pomeranz (2001
, ; en prensa), Jeffrey Sachs (2015) y Amartya Sen (2014), reconocen que
las propiedades de las sustancias y los sistemas natura-les son el núcleo de la
“materialidad”, sin el cual cualquier replanteamiento de la historia económica es
imposible (Lipartito, 2016: 102)3
En segundo lugar, al definir agencia y construir narrativas, todos los historiadores eco-
económicos sugieren, explícita o implícitamente, no sólo una manera de entender el
pasado, sino también de enfrentar los desafíos del presente. Preguntarse qué
personas, grupos y procesos nos impulsaron hacia la nueva época turbulenta del
Antropoceno también es una manera de cuestionar cómo podríamos restablecer un
espacio para vivir decentemente en el futuro. La esperanza de todos, en otras
palabras, es encontrar un mínimo de bienestar para nuestra especie, aun cuando los
mares se elevan, las temperaturas se disparan, los océanos se acidifican, el aire
contiene menos oxígeno, las especies no humanas desaparecen, las poblaciones
humanas se disparan y la supervivencia se torna más difícil. Para decirlo de otra
manera, el impulso detrás de vincular la historia económica y el medio ambiente es
político en el sentido más amplio del término: el deseo de comprender de qué manera
la distribución del poder y los recursos se desarrollan en un planeta finito. El
resurgimiento reciente de la historia económica, después de su eclipse en la década de
1980, y su mayor compromiso con las cuestiones ambientales es ciertamente un muy
buen desarrollo.
Dicho esto, algunos análisis son mejores que otros. Es posible distinguir cuatro
configuraciones eco-económicas que cuentan la historia del desarrollo humano y la
depredación de manera distinta. Tengo una forma abreviada de llamar a estas
configuraciones eco-económicas. La primera, a la que llamo “retromodernista”, me
provoca serias dudas. Me refiero a las otras tres como “doble capa”, “paralela” e
“intersectada”. Estos tres últimos modelos proporcionan una interpretación
convincente de cómo la productividad económica y sus consecuencias transformaron el
planeta.
Uno no puede más que honrar el impulso de asignar responsabilidad por nuestro
apresurado sufrimiento global. La matanza acelerada de otras especies y la destrucción
en cámara lenta del bienestar humano nos convoca a la sala de juzgado del alma.
“Justicia climática” es un grito frecuente en boca de la gente.5 Pero extrañamente,
dado que las narrativas del Antropoceno deben involucrar al mundo entero, dado que
las épocas geológicas, por definición, son fenómenos globales, entre los
retromodernistas hay poco reconocimiento de la agencia de los pueblos y los procesos
fuera del norte de Europa. Al igual que en la teoría de los sistemas mundiales de
Wallerstein, tanto las personas no blancas como las ecologías no occidentales sirven
principalmente como víctimas puras, mano de obra barata y materias primas. El viejo
modelo difusionista de la tecnología surgida exclusivamente en Occidente hasta la
década de 1850, cuando “alcanzó una escala global”, se utiliza sin reconocer la
investigación que desplaza esta narrativa de modernización eurocéntrica y que esta
narrativa podría insinuar que todas las soluciones posibles deben venir también de
Occidente (Bonneuil y Fressoz, 2016: 175). Además, se presta poca atención a la complejidad
moral de la asignación de culpa por procesos que han durado 250 años y que causaron
no sólo gran parte de lo que era malo o imperfecto, sino también importantes
beneficios, como una mayor longevidad y mayor democracia. Por último, en el enfoque
retromodernista la discusión sostenida sobre el crecimiento de la población mundial
está casi ausente y la terrible depredación del medio ambiente de los estados
comunistas no ha sido examinada.
Aún más problemático que identificar a los propietarios de fábricas del siglo XVIII de
Manchester como la raíz de todas nuestras dificultades, es el ataque a los climatólogos
por parte de algunos retromodernistas. The Shock of the Anthropocene (Bonneuil y Fressoz,
2016
), por ejemplo, tiene como objetivo elaborar la definición “autorizada” de tres
etapas del Antropoceno, comenzando hace 250 años. Esta definición “oficial” proclama
supuestamente una “gran narrativa” de científicos heroicos y nos alerta del peligro de
un objetivo de dominio mundial. Es difícil saber cómo tomar esta afirmación. En primer
lugar, no existe un Antropoceno “oficial” o “autorizado”. Los geólogos siguen
discutiendo categóricamente su definición y duración, y continuarán haciéndolo en los
próximos años, incluso después del voto unánime del 16 de agosto de 2016 del Grupo
de Trabajo del Antropoceno (AGW, por sus siglas en inglés),6 que es el paso preliminar
en un proceso de múltiples etapas. En segundo lugar, Bonneuil y Fressoz advierten de
una “exaltación exagerada de los conocimientos científicos actuales”, pero dado que
los climatólogos son objeto de abuso personal, que su trabajo no tiene fondos
suficientes, su correo electrónico es invadido y sus descubrimientos menospreciados o
ignorados, esto difícilmente podría parecer un problema apremiante (2016: 79). Por
último, hay poca evidencia de la afirmación de que un grupo de científicos está
planeando dominar el mundo. Es cierto que el químico Paul Crutzen, quien acuñó el
término Antropoceno junto con Eugene Stoermer, argumenta que los científicos y los
ingenieros deben “orientar a la sociedad hacia una gestión ambientalmente sostenible”
(2002: 23), pero “orientación” y “gobernanza” no son sinónimos. De hecho, la alarma
sobre un llamado “geogobierno de los científicos” parece fuera de lugar cuando los
políticos que niegan el cambio climático, los tecnogurús y los imprudentes capitalistas
de riesgo están a la mano en todas partes. En resumen, el análisis retromodernista no
es convincente geológica, histórica, ni políticamente (Bonneuil y Fressoz 2016,: 79).
© Deutsches Museum 2014.
Por ejemplo, el historiador ambiental Corey Ross (en prensa) ha proporcionado una elegante
exposición de la compleja relación entre occidentalistas que funcionan en la escala
mundial y los pequeños agricultores en el sudeste asiático. Estos dos grupos, como
señala el autor, pueden distinguirse como los que están en el asiento del conductor del
Antropoceno y los que se sentaron en la parte trasera hasta la “gran aceleración” de
mediados del siglo XX, pero ambos contribuyeron a los procesos extractivos que
alteraron el planeta por medio de la producción de caucho.7 A principios del siglo XX,
magnates del caucho comercial y sus aliados imperialistas sentían que llevaban el peso
de la historia sobre sus hombros mientras marchaban hasta Malasia, Indonesia, y más
adelante, Tailandia. Plantar sus árboles de caucho en líneas ordenadas y racionalizar la
producción les parecía axiomáticamente mejor. A su modo de pensar, una mayor
abstracción debía conducir seguramente a una mayor extracción. Dieron por hecho que
el dinámico sector europeo orientado a la exportación superaría el rendimiento de la
producción de un pueblo indígena. El caucho, sin embargo, goteó mejor de los árboles
alimentados en ecosistemas complejos que de aquellos en líneas rectas. Como explica
Ross (en prensa), cuando los árboles de caucho de los pequeños agricultores
produjeron más caucho y resultaron menos susceptibles a la enfermedad, los
plantadores coloniales se mostraron incrédulos y asombrados. Desde su perspectiva,
era sorprendente que personas que se suponía que eran ineficaces como agentes
económicos -y estéticamente ofensivos en el cuidado de la simetría ordenada al
momento de plantar sus cosechas- resultaron capaces de extraer más de su entorno
natural. La proporción de caucho cultivado en parcelas aumentó de forma constante de
la década de 1910 en adelante y con el tiempo igualó o superó la producción de las
fincas en los principales países de exportación del sudeste asiático (Ross, en prensa).
En contraste con el pensamiento retromodernista, las eco-economías de menor escala,
incrustadas en desorden en las redes ecológicas locales, eran más adecuadas para el
objetivo de producir un bien comercial fundamental para crear el Antropoceno. Si el
conocimiento global y el local no se hubieran fusionado, tal vez no estaríamos
encaminados hacia una catástrofe ambiental como lo estamos en la actualidad.
Desde el punto de vista político y ético, el resultado de un análisis que toma en cuenta
ambas capas de crecimiento moderno es que las acusaciones de culpabilidad y
protestas de inocencia se enturbian. Por ejemplo, en The Great Derangement -El gran
desorden-, Amitav Ghosh (2016) sugiere de manera intrigante que la desigualdad del desarrollo
capitalista podría incluso haber retrasado el incremento de los gases de efecto
invernadero procedentes de Asia, debido a que la industrialización de este continente
se demoró por el colonialismo occidental. Además, la evaluación de los beneficios y
daños del desarrollo global también adquiere complejidad. Por ejemplo, la combinación
de iniciativas de saneamiento, erradicación de enfermedades y aumento de la
productividad agrícola de la revolución verde -en el sur de Asia, aunque no en África-
produce poblaciones humanas más sanas, pero también ha dado lugar a un aumento
sin precedentes de las tasas de crecimiento de la población y de los números totales: 1
500 millones de personas habitaban la Tierra alrededor de 1900; 3 000 millones en la
década de 1960 y más de 7 500 millones en la actualidad. Como señala el historiador
económico Tirthankar Roy, “el crecimiento (humano) de la población ha sido malo para
el medio ambiente” (en prensa). Sin embargo, por fortuna, así como las causas
económicas del Antropoceno se hacen más numerosas con el modelo de doble capa,
también lo hacen las mejoras potenciales. Los megaproyectos de geoingeniería, tan
amados por los ecomodernistas y el Banco Mundial, ya no parecen soluciones
inevitables.8Aunque nunca podremos volver a las condiciones del Holoceno e incluso su
memoria se pierde, ya que “ninguna persona menor de 30 años ha vivido un mes de
temperatura global por debajo del promedio del siglo XX” (Gillis, 2015), la comprensión de
la variedad y el arraigo ecológico de las prácticas productivas puede ayudar a imaginar
economías políticas alternativas y sostenibles (Gillis, 2015).
Modernidades paralelas
Por ejemplo, la predilección por los procesos intensivos de mano de obra y recursos en
el sector industrial del Japón moderno tiene una larga historia. Los principios de la
frugalidad articulados al comienzo del Japón moderno abogaron de manera explícita
por la maximización del uso eficiente de los recursos limitados, incluso cuando
implicara mayor uso de mano de obra humana. Después de la industrialización de
Japón, las autoridades locales continuaron en esta línea y lideraron el camino en temas
de conservación de energía y reducción de humo. Como ha argumentado el historiador
económico Kobori Satoru, los industriales se sentían atraídos por las técnicas de
fabricación de conservación de energía en la década de 1920, cuando Japón ya no era
autosuficiente en carbón y los precios habían aumentado. En las “crisis del petróleo” de
la década de 1970, Japón estaba preparado para hacer mejoras adicionales, y en
1990, era el líder mundial en eficiencia energética. Estos éxitos se debieron a patrones
históricos y culturales, así como a los preceptos del mercado y las limitaciones de
recursos. La comprensión de diversas vías regionales como historias de efectos de
retroceso igualmente viables retratan una sola trayectoria global para el bienestar o la
ruina.
Escalas intersectadas
A pesar de las pequeñas probabilidades de cada uno de estos peligros, la suma de los
cinco, multiplicada por el número cada vez mayor de empresas nucleares, en general
tiende a producir probabilidades considerables. Las estimaciones de daño probable (de
terrible a catastrófica) podrían ser gigantescas (2014).
La necesidad de desarrollar un marco normativo que contemple todas estas
dimensiones es crucial. Como concluye Sen: “el pensamiento ambiental tiene que ser
multidireccional en lugar de centrado en un solo objetivo, aun cuando ese objetivo sea
algo tan importante como la amenaza climática de las emisiones de carbono” (2014).
China es ejemplo clásico cuando se trata de ejemplificar la dificultad de satisfacer toda
la gama de objetivos necesarios para el bienestar humano. Como Kenneth Pomeranz
ha evidenciado, la solución de un problema enorme -limitar las emisiones de energía-
podría generar otro problema de igual dimensión -la escasez de agua, que es peor-. En
la actualidad, la gente en China sufre escasez de agua:
El agua superficial y cerca de la superficie per cápita en China hoy es más o menos una
cuarta parte de la media mundial; peor aún, es distribuida de manera muy desigual. El
norte y noroeste de China, con casi 30% de la población nacional y más de la mitad de
la tierra cultivable del país, tienen alrededor de 7% de su agua superficial; por lo
tanto, sus recursos hídricos superficiales per cápita son de 20 a 25% de la media de
China en su conjunto, o de 5 a 6% de la media global (Pomeranz, 2017: 279).
Para resolver este problema, podrían hacerse algunas intervenciones locales para la
eficiencia del recurso -como la reparación de tuberías con fugas-, pero incluso la
reparación de todas las tuberías con fugas y el uso más eficiente del agua no
proporcionarían suficiente líquido para satisfacer las necesidades crecientes de China.
Sin embargo, las medidas a gran escala para encontrar y distribuir más agua elevarían
las emisiones energéticas de China y contaminarían su aire. Los megaproyectos de
ingeniería que se han propuesto incluyen el tratamiento de aguas residuales, la
desalinización y el gigantesco desvío Sur-Norte, que implicaría el bombeo de agua a lo
largo de miles de kilómetros. Todo exigiría un gran incremento de gases de efecto
invernadero. Al parecer, el problema se reduce a que China tenga agua potable o aire
respirable, pero no ambos. Con la reducción dramática del tiempo disponible para la
introducción de tecnologías alternativas a medida que se acelera el Antropoceno,
debemos hacer frente a la posibilidad de que los problemas del crecimiento son
inextricables y que la única manera de garantizar “la sostenibilidad con decencia” es
centrarse en los modelos económicos de decrecimiento o en el mejor estado
estacionario (Thomas, 2011). Cuando la historia económica y la ambiental convergen, a
menudo el resultado no es una historia feliz
Feudalismo
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El feudalismo en la Edad Media.
Índice
1Etimología
o 1.1Definición de feudalismo
o 1.2Definición institucionalista
o 1.3Definición marxista
2Uso del término feudalismo
3Antecedentes
o 3.1Un nuevo poder
o 3.2Entorno, tareas y división de la nueva sociedad
4El vasallaje y el feudo
o 4.1El homenaje y la investidura
o 4.2La encomienda. La organización del feudo
5Los estamentos sociales
o 5.1Clero
o 5.2Ejército
5.2.1La caballería en los reinos de Hispania
o 5.3Campesinado
o 5.4Burguesía
6Final
7Economía feudal
8Crisis del feudalismo
9Véase también
10Referencias
11Bibliografía
12Enlaces externos
Etimología[editar]
Herr Reinmar von Zweter, un Minnesinger del siglo XIII, se representa con los brazos nobles en
el Codex Manesse.
Antecedentes[editar]
El sistema feudal europeo tiene sus antecedentes en el siglo V, al caer el Imperio
romano. El colapso del Imperio acaeció básicamente por su extensión y la
incapacidad del emperador para controlar todas sus provincias, sumado cada vez
más numerosas incursiones de pueblos bárbaros que atacaban y saqueaban las
provincias más retiradas del imperio. Esto provocó que los emperadores
necesitaran gente para defender sus grandes terrenos y contrataran caballeros o
nobles (precursores del modelo de señor feudal), que a su vez contrataran
vasallos, villanos, etc. Se llegó incluso a contratar a jefes y tropas mercenarias de
los mismos pueblos "bárbaros".
A partir del siglo X no queda resto de imperio alguno sobre Europa. La realeza, sin
desaparecer, ha perdido todo el poder real y efectivo, y sólo conserva una
autoridad sobrenatural remarcada por las leyendas que le atribuyen carácter
religioso o de intermediación entre lo divino y lo humano. Así, el rey no gobierna,
sino que su autoridad viene, a los ojos del pueblo, de Dios, y es materializado e
implementado a través de los pactos de vasallaje con los grandes señores,
aunque en realidad son estos quienes eligen y deponen dinastías y personas. En
el plano micro, los pequeños nobles mantienen tribunales feudales que en la
práctica compartimentalizan el poder estatal en pequeñas células.
Un nuevo poder[editar]
La Iglesia Católica conocedora de la fragilidad de los reinos y del poder que ella
misma tiene en esa situación, durante los concilios de Charroux y
de Puy consagra a los prelados y señores como jefes sociales y sanciona con
graves penas la desobediencia de estas normas. Los señores, a partir de ese
momento, "reciben el poder de Dios" y deben procurar la paz entre ellos, pacto
que deben renovar generación tras generación.
Se conforma así un modelo en el que la "gente armada" adquiere determinados
compromisos sobre la base de juramentos y deben proteger el orden creado, y los
eclesiásticos que forman la moral social y se encuentran salvaguardados por los
señores.
Entorno, tareas y división de la nueva sociedad[editar]
El castillo encaramado sobre un alto será la representación del poder y la fuerza.
En principio, baluarte que se daban las poblaciones para protegerse de las
depredaciones. Luego, hogar del señor y lugar de protección de los vasallos en los
conflictos. Desde allí se administra justicia a todos cuantos se encuentran sujetos.
En un principio, las personas libres están sometidas a unas mínimas normas de
obediencia, defensa mutua y servicios prometidos. Los demás son siervos.
En los países donde la dominación romana duró más tiempo
(Italia, Hispania, Provenza), las ciudades se conservan, si bien con menor
importancia numérica, pero a salvo de señoríos. En los países, más al norte,
donde los romanos se asentaron menos tiempo o con menor intensidad, la
reducción de la población en las ciudades llegó a hacer desaparecer los pocos
núcleos importantes que había y el feudalismo se implanta con más fuerza.
La sociedad se encuentra entonces con tres órdenes que, según la propia Iglesia,
son mandatos de Dios y, por tanto, fronteras sociales que nadie puede cruzar. La
primera clase u orden es la de los que sirven a Dios, cuya función es la salvación
de todas las almas y que no pueden encomendar su tiempo a otra tarea. La
segunda clase es la de los combatientes, aquellos cuya única misión es proteger a
la comunidad y conservar la paz. La tercera clase es la de los que laboran, que
con su esfuerzo y trabajo deben mantener a las otras dos clases.
El vasallaje y el feudo[editar]
Un vasallo arrodillado realiza la inmixtio manum durante el homenaje a su señor, sentado mientras un
escribiente toma nota.
Campesinos separando el grano de la paja con trillos manuales. Ilustración del siglo XIV
(Tacuinum sanitatis).
La minoría de la masa campesina eran los siervos, esta clase, más bien condición
social fue introducida por los germanos en el Imperio Romano, debido al foedus y
a las invasiones, eran hombres libres, más bien semilibres, que estaba ligados a
la gleba y sometidos al señor de esa tierra.
Su situación es de dependencia frente a un señor que no han elegido y que tiene
sobre ellos el poder de distribuir la tierra, administrar justicia, determinar los
tributos, exigirles obligaciones militares de custodia y protección del castillo y los
bienes del señor y apropiarse como renta feudal de una parte sustancial del
excedente, en trabajo, en especie (porcentajes de la cosecha) o dinero.
Burguesía[editar]
Era libre, porque los señoríos no abarcaban su control e igualitaria. El término
burguesía (del francés bourgeoisie) se utiliza en la economía política y también
ampliamente en la filosofía política, la sociología y la historia para designar a la
clase media acomodada, aunque su uso inicial y específico en las ciencias
sociales o en el ideoléxico (especialmente, en la fraseología marxista) tiene
diversas variantes y matices.
Final[editar]
El sistema feudal, desde el punto de vista político, inicia su decadencia al
comenzar las Cruzadas. Aun cuando desde el punto de vista social y económico
en algunos países persiste hasta nuestros días. El predominio absolutista de los
reyes y con la adquisición de libertades por parte de las ciudades termina de poner
fin al sistema.
Economía feudal[editar]
Artículo principal: Economía feudal
Véanse también: Modo
de producción feudal, Renta feudal, Señorío y Pensamiento
económico medieval.
Las invasiones que sufre Europa durante más de cien años
(normandos, musulmanes, eslavos) con la caída del Imperio romano de
Occidente y el posterior debilitamiento del Imperio carolingio frenaron la actividad
económica hasta las puertas del año 1000.
Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas que,
existiendo anteriormente, habían quedado reducidas a pocos espacios
territoriales. Entre ellos cabe destacar el aumento en el uso de los molinos de
agua como fuerza motriz y de las acequias para riego, extendiendo los cultivos y
liberando mano de obra. Además, mejoran los métodos de enganche de los
animales, especialmente el caballo y el buey, cuya cría aumenta de manera
notable y permitirá disponer de animales de tiro en abundancia. Los instrumentos
de uso agrícola, como el arado o la azada, generalmente de madera, son
sustituidos por otros de hierro.
La explotación agraria feudal era de subsistencia. Los siervos cultivaban lo
suficiente para mantenerse a sí mismos y para pagar los diezmos a la Iglesia y la
renta al señor. De la recolecta se separaban también las semillas necesarias para
la siguiente siembra. Los mercados urbanos se abastecían con las porciones de
los diezmos y la renta.
Los cultivos se organizaban en torno a las poblaciones en tres anillos. El primero y
más cercano a la población se dedicaba a las frutas y hortalizas. El segundo era
para los cereales, principal sustento de la época. El tercer núcleo eran tierras de
pasto y monte explotadas de forma comunal. Los pastos comunales limitaban por
tanto la expansión de las tierras de cereales e impedían ampliar la extensión
cultivada según la demanda de la población.
La rotación de cultivos era el principal sistema utilizado para evitar el deterioro de
la tierra. Este método consiste en dejar en barbecho (es decir, sin cultivar) una
parte de la tierra cada año para permitir su regeneración. En las regiones
mediterráneas se usaba la rotación bienal, según el cual la mitad de las tierras
quedaba en barbecho cada año. En las regiones europeas atlánticas se usaba la
rotación trienal: un tercio de la tierra para cereal de ciclo largo -de invierno-, otro
tercio para cereal de ciclo corto -verano- y el último tercio en barbecho. La tierra
que quedaba sin cultivar se dedicaba a uso comunal, permitiendo que los
animales pastasen en ella (práctica conocida como derrota de mieses).
El aumento de la producción como consecuencia de las innovaciones supone ya
en el siglo XI una reducción de las prestaciones personales de los siervos a sus
señores en cuanto a horas de trabajo, sustituyéndose por el pago de una cuantía
económica o en especie. Se reducen las tierras del señor y aumentan los
arrendamientos. Al mismo tiempo, los campesinos aumentan sus rentas
disponibles y ganan en independencia.
Se incrementa el número de tierras roturadas y comienza el periodo de eliminación
de los bosques europeos, drenaje de las tierras empantanadas, la extensión de los
terrenos arados lejos de las aldeas y la construcción dispersa de casas
campesinas. Las mejores tierras atraen a una mayor masa de población y se
producen migraciones en todo el centro de Europa. El crecimiento de la población
es notable a partir del 1050, llegándose a duplicar la población de Inglaterra en
150 años y se triplicará hacia el final de la Edad Media. En el siglo XI
las hambrunas han desaparecido.
A partir del siglo XII, la existencia de excedentes incrementa el comercio más allá
de las fronteras del señorío. Las actividades comerciales permiten que surja una
incipiente burguesía, los mercaderes, que debe realizar su trabajo pagando
igualmente una parte de sus beneficios en forma de tributos a los señores, que a
su vez incrementan con ello sus recursos. Las rutas de peregrinaje son los nuevos
caminos por donde se abre el comercio. Roma, Jerusalén o Santiago de
Compostela son los destinos, pero las comunidades situadas en sus vías de
acceso florecen. Las ciudades, burgos, son al mismo tiempo espacios de defensa
y de comercio conforme avanza el tiempo y se va gestando una nueva sociedad
que despegará en los siglos XIII y XIV.
https://es.wikipedia.org/wiki/Feudalismo
Sociedad feudal
La sociedad medieval fue un sistema político, social y económico que se desarrolló en gran
parte de Europa Occidental desde fines del siglo IX hasta fines del siglo XII. Este sistema tuvo
sus orígenes en el colonato romano y se perfeccionó entre los francos, a la muerte de
Carlomagno, cuando el reino se dividió y el poder real fue reemplazado por el de los señores
feudales.
Tenía una estructura estamental que basaba su estabilidad en los vínculos de fidelidad
personal, vasallaje y feudo, a través del homenaje. Esta sociedad estamental está organizada
de forma piramidal. Hay tres estamentos básicos la nobleza, el clero y el estado llano.
Índice
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1La nobleza
2El clero
3El estado llano (o tercer estado)
4Referencias
La nobleza
La nobleza forma la cima de la sociedad feudal. La cúspide la ocupa el rey, el único legitimado
para hacer leyes. La nobleza medieval es heredera de los grandes latifundistas romanos y de
la aristocracia germánica. Controlaba la vida económica, y tras la desaparición del Imperio
germánico ejerció el poder de manera absoluta, en la plena Edad Media.
Desde el siglo XIII, tras el fin de las cruzadas y la Reconquista, los reyes tienden a recuperar
su poder, la nobleza se transforma en aristocracia de sangre y las desigualdades internas
aumentan. Aparecen las diferencias entre señorío territorial y jurisdiccional: que no tienen
poder sobre los súbditos de las tierras y pueden volver a la corona, una vez muerto el señor.
Aparece una alta y una baja nobleza, en función de sus ingresos y de su proximidad al rey.
Con la tendencia al realengo el poder del rey se hace autoritario, a finales de la Edad Media.
La nobleza tendrá sus propias leyes y jueces.
Con el tiempo, la nobleza tiende a emparentarse con la alta burguesía, tan rica o más que ella.
El clero
El clero es una institución plenamente feudalizada. Las órdenes religiosas son terratenientes,
y aumentan sus posesiones gracias a las donaciones. Son auténticos señores feudales con
idéntico papel económico y político que la nobleza. Durante la Alta Edad Media, el control
de Roma sobre las órdenes religiosas es muy escaso, y se dedican a ejercer su poder con
autoritarismo. La ausencia de una regla que regule la vida en los monasterios favorece la
corrupción y la degeneración de la espiritualidad.
Serán san Benito y Gregorio VI quienes emprenderán la tarea de reformar la Iglesia: Gregorio
VI dando normas y sometiendo a la autoridad de Roma a todas las iglesias nacionales, y san
Benito instituyendo una rígida regla en la abadía de Cluny, que se extenderá por todo el
mundo. Gregorio VI convocará el Concilio de Pavía y el Sínodo de Sutri, en el 1046. Para
iniciar la reforma de las costumbres de la Iglesia, en donde se condenará la simonía y el
matrimonio sacerdotal.
El clero también tenía su propia legislación, por la que regirse, y estaba exento de pagar
impuestos, además de ser perceptor del diezmo. Sin embargo, la Iglesia, como institución,
pagaba tributos al rey. No obstante, el nivel de rentas no era el mismo para todo el clero. Las
órdenes monacales eran muy ricas, así como los obispados, como el de Toledo, mientras que
los curas de parroquias campesinas eran muy pobres. Existe una red de parroquias que
sostienen tanto la Iglesia como el Estado. Las órdenes monásticas eran rurales; las órdenes
urbanas no aparecerán hasta la Edad Moderna.
Feudalismo
Sistema político, económico y social, que predominó en Europa
Occidental y Central durante gran parte de la Edad Media, y en Europa
Oriental durante la Edad Moderna.
https://enciclopediadehistoria.com/feudalismo/
El feudalismo como institución surge como consecuencia de la crisis vivida por la sociedad del Bajo
Imperio Romano. La situación de inseguridad subsiguiente a éste condujo a los jefes germánicos a
la necesidad de rodearse de fieles en quienes poder confiar para garantizar su seguridad personal
y como ayuda ante posibles campañas militares. Este modelo se convirtió con los carolingios en su
sistema de gobierno, de forma que el soberano administraba el territorio mediante la asistencia de
un séquito o "palacio" constituido por señores territoriales, obispos y abades.
Con el mayor peso de la guerra en esta sociedad, poco a poco se fue primando más a los señores
militares, mediante la concesión de posesiones que, en un principio, tenían carácter vitalicio pero
que, con el tiempo, se fueron haciendo hereditarias.
Con la Capitular de Quierzy, Carlos el Calvo reconoció como hereditarios también los poderes
ejercidos en nombre del rey, de forma que la autoridad pública se vio desmembrada entre un
primer nivel de grandes señores. Con esto, el esquema fue reproducido a niveles inferiores, de
forma que adquirió una estructura piramidal y fomentó la aparición de una nueva clase de
guerreros profesionales o caballeros. Éstos poseían dominios rurales que les garantizaban la
conservación de su equipo militar, fundamentalmente el caballo, a cambio de prestar su ayuda
cuando el señor superior lo necesitara.
El feudalismo es un fenómeno propio del reino franco, es decir, los territorios incluidos entre los
ríos Rin y Loira, que se vio acelerado por las guerras civiles y las invasiones que experimentó
durante los siglos posteriores al Imperio carolingio, y que se articula alrededor de dos elementos
clave, el vasallaje y el feudo. Ante la inseguridad reinante, muchos propietarios de tierras buscaron
el amparo y protección de otros señores más poderosos, a cambio de cederles su vasallaje y
fidelidad o un censo o gravamen. De esa forma, la pequeña propiedad pasaba a ser de tipo feudal
o censal, respectivamente. Los señores intermedios entre éstos y la autoridad real fueron
adquiriendo cada vez más poder, tanto sobre la tierra como sobre los hombres vinculados a ella,
de tal manera que paulatinamente fue desapareciendo la propiedad libre. Para asegurarse la
lealtad del vasallo, el señor le entregaba a cambio un bien de naturaleza real, el feudo; éste se
materializaba en forma de tierras o derechos, pero nunca con la propiedad plena sobre el mismo.
Con el tiempo, el título de propiedad del feudo pasó a ser hereditario, pero el homenaje debía
renovarse en cada transmisión. Este hecho contribuyó a que se concentrasen o, según los casos,
se fraccionasen los feudos, de manera que los vasallos principales se convertían a su vez en
señores de otros vasallos de nivel inferior, quienes podían hacer lo mismo. Así, aparecieron
diversas figuras como los alcaides o castellanos, encargados de la administración y defensa de un
castillo y las tierras que le correspondían, para lo que disponían también de otros combatientes
bajo su mando, o los ministeriales, jueces, notarios y maiores, figuras todas ellas de tipo civil,
encargadas de representar la autoridad pública en sus distintos órdenes.
Toda esta variedad de personajes conllevó la aparición de jerarquías entre ellos, pero en ocasiones
se convirtió en fuente de conflictos, pues se daban casos en que un mismo vasallo lo era a la vez
de más de un señor, o que señores de un nivel similar en la jerarquía se enfrentaban entre sí. Para
evitar estas situaciones, en la Francia del siglo XII apareció la posibilidad de que un siervo pudiera
remontarse incluso hasta el rey, como autoridad superior, al objeto de apelar decisiones de su
señor.
La economía feudal
Todo el sistema estaba basado, como vemos, en una asistencia mutua entre señor y vasallo, la de
este último de tipo militar en la mayoría de las ocasiones; esto implicaba la necesidad de recursos
para sufragar los gastos que suponía el mantenimiento de un caballo, un castillo o un contingente
militar. Por este motivo, el feudo debía tener capacidad para generar ingresos suficientes a quien lo
detentaba. Sobre el dominio señorial se percibían unas prestaciones que podían ser en especie o
monetarias, como jornadas de trabajo en las tierras del señor, pago de tributos, contribuciones y
tasas, o por la utilización de determinados servicios o bienes (molinos, montes, puentes o
caminos); con carácter excepcional, el señor también podía percibir ingresos por la venta de tierras
(laudemio) o la redención de obligaciones (remensa).
Entre las múltiples figuras que se crearon para recaudar ingresos, destaca el diezmo, percepción
que cobraba el señor por el mantenimiento y reparación de un templo que era utilizado por los
aldeanos como parroquia. Los señores feudales no eran siempre militares, sino que la propia
Iglesia estaba también integrada en este sistema. Las catedrales, abadías y monasterios tenían
también posesiones, y el diezmo se convertía así en una de sus fuentes principales de recursos.
Finalmente, junto con estos derechos económicos claramentepecuniarios, había otros más sutiles,
conocidos con el nombre genérico de banalidades, habituales en los siglos XII y XIII. Consistían en
la imposición de obligaciones del tipo de acudir exclusivamente al molino de señor, por ejemplo, o
prohibiciones de llevar a cabo determinadas faenas del campo hasta una determinada fecha, para
que el señor pudiera vender antes su producción. Estos derechos eran más de tipo jurisdiccional,
pues eran impuestos directamente por el señor mediante un bando (bannum, de ahí su nombre).
https://www.arteguias.com/sociedadfeudal.htm
Qué es el feudalismo?
El feudalismo es el término con el que se hace referencia al sistema político,
económico y social que se desarrolló en los países europeos durante la Edad
Media. Este sistema se mantuvo, aproximadamente, entre los siglos IX al XV,
aunque no presentó un carácter uniforme durante todo este tiempo.
Nobleza: Eran los dueños de los feudos (tierras). En otras palabras, los
señores feudales. Controlaban, junto al clero, el poder.
Clero: En cierta forma, el clero en el medievo instrumentaba el
comportamiento social. Tenían mucho poder, y dominaban junto a los señores
feudales.
Pueblo (campesinos, siervos…): Eran el estrato más bajo. Se
encargaban de cultivar y trabajar la tierra.
Entre las ventajas que presentan estas sociedades se encuentran las siguientes:
Por otro lado, entre las desventajas conviene resaltar las siguientes: