Está en la página 1de 231

ISBN 978-1-889681-40-5

Control Biblioteca del Congreso Nº 2012916611

Overeaters Anonymous®, Inc.


World Service Office
6075 Zenith Court,
Río Rancho, NM 8714
Dirección Postal: P.O. Box 44020
Río Rancho, NM 87174-4020
(505) 891-2664
www.oa.org
Aprobado por la Junta de OA ©1994, 2013 por Overeaters Anonymous, Inc.
Primera Edición 1994
Segunda Edición 2013
Reservados todos los derechos Impreso en los Estados Unidos de América
PREFACIO
Este libro es una colección de historias y ensayos sobre el
tema de la abstinencia. Todos fueron escritos por miembros
de la Hermandad de Comedores Compulsivos Anónimos
(OA) y publicados en Lifeline, la revista internacional de
recuperación de OA. Las opiniones expresadas aquí son las
de autores individuales y no representan a OA como un
todo. Sus palabras no pretenden dar una respuesta
definitiva o ideológica a nuestras preguntas sobre la
abstinencia; más bien, representan para nosotros muchos
ejemplos diferentes de experiencia, fortaleza y esperanza.

Tanto si eres un veterano con muchos años de abstinencia,


un miembro luchando con la recuperación o una recaída, o
un recién llegado para el que el tema de la abstinencia
puede ser todavía un misterio, puedes encontrar apoyo,
ayuda, y guía dentro de estas páginas.

Declaración de Comedores Compulsivos Anónimos


(OA) sobre Abstinencia y Recuperación (aprobada
en 1988; corregida en 2002, 2009 y 2011)

Abstinencia en Comedores Compulsivos Anónimos (OA) es


la acción de abstenerse de la comida compulsiva y de
comportamientos compulsivos con la comida mientras
trabajamos para conseguir o mantener un peso corporal
saludable.

La recuperación espiritual, emocional y física es el


resultado de vivir el programa de Doce Pasos de
Comedores Compulsivos Anónimos.
CONTENIDO
Title Page

Copyright Page

CAPÍTULO UNO
El Significado de la Abstinencia

1962 – La Abstinencia Entra en OA


El Año de Concienciación de la Abstinencia
Resultado Positivo
Alcanzar las Promesas
Reafirmación Tranquila
Un Estado de Gracia
Es Sencillo y Funciona
Libertad de Elegir
Solución Inseparable
¿Confuso Sobre la Abstinencia?
Di Sí a la Abstinencia

CAPÍTULO DOS
Métodos Prácticos de Conseguir la Abstinencia

Un Círculo de Alimentos
Construyendo Los Cimientos
Situación de Paso Uno
¿Qué Es un Peso Saludable?
En el Campo
Prevenir la Recaída
Revisión de Mi Condición
Tapar el Dique
Un Seguro de Viaje
Claro como el Cristal
Recuperación Demostrada por el Tiempo
Todo Está en los Pasos
Una Fórmula para Vivir
El Método Australiano
Por Fin, la Abstinencia
Abstinente en el Infierno de los Pasteles
El Regalo de la Abstinencia
Tú También Puedes

CAPÍTULO TRES
La Búsqueda de la Abstinencia

Cambio Perfecto
Una Meta Equivocada
Levantarse de Nuevo
Confesar
Ya no Más Policías de Tráfico
El Momento en que Funcionó
Viviendo en la Solución
Confianza a Prueba
De Nuevo en el Juego
Tomando Mi Medicina
El Indulto
Funciona Si Lo Trabajas
Una Lucha que Vale la Pena
Es una Elección Personal
Paso Crucial
Abstinente y Libre del Tabaco
El Trabajo De a Pie de la Abstinencia

CAPÍTULO CUATRO
La Abstinencia Es Una Prioridad

Quédate
No Importa Qué
Adiós, Segundos
Poniéndole Acción
Una Decisión Clave
La Ventaja de la Abstinencia
La Abstinencia, No Es un Juego de Números
Manejar Con Cuidado
Intención Clara

CAPÍTULO CINCO
La Abstinencia y las Herramientas

Una Decisión Que Yo Tomo


Padrinos Abstinentes
Encaja la Comida en la Vida
La Parte Escondida
La Pluma Es Más Poderosa que la Recaída
Serenidad en Una Maleta
Amaestrando al Oso
Compartiendo el Agradecimiento
Siguiendo las Direcciones
Mi Lista para Comprobar Mi Mantenimiento
Un Plan Sencillo

CAPÍTULO SEIS
Vida Abstinente

Poner la Comida en el Lugar al Que Pertenece.


Estoy Bien
¿Qué Es “Normal”?
Muy Agradecida
Si Lo Trabajas
Ganancias y Pérdidas
La Historia de Esta Chica
Encontrando el Milagro
Justo Ahora
Unas Vacaciones Abstinentes
Dulce Rendición
Progresando
Lista de Recuperación
Un Regalo de Vida
Encontrando el Equilibrio
Sintiéndome Llena
Plan de Fiestas
La Tempestad
El Fantasma de las Navidades Pasadas
Un Léxico de OA
Isla Oasis
Pasos Que Prometen
Una Nueva Forma de Vida
¡Viviendo a Tope!
Te La Puedes Llevar Contigo
La Abstinencia No Tiene Límites
Volando Alto Con OA
Nada de Juegos Con la Comida
Manteniendo una Abstinencia Duradera
Esfuerzo Común
Nuevo Día, Vida Nueva
Aniversario de Acción de Gracias
Embarazo y Recuperación

CAPÍTULO SIETE
Cómo la Abstinencia Cambia con el Tiempo y la
Experiencia

Todavía Funciona
Lo Más Importante
Bendito Evento
Abriendo las Ventanas
No Se Requiere Perfección
La Recaída Sucede
Informe del Progreso
Una Vida Asombrosa y Abstinente
El Alivio de la Honestidad
Ninguna Persona, Lugar o Cosa

CAPÍTULO OCHO
Lo Que la Abstinencia Me Ha Enseñado

El Gran Ecualizador
Vida Después de la Pérdida
Los Amigos del Jueves por la Noche
Enganchado a la Recuperación
La importancia de Ser Honesto
Un Ramo Para la Abstinencia
Joven y Abstinente
Cosas a Resaltar

Los Doce Pasos de Comedores Compulsivos Anónimos (OA)

Las Doce Tradiciones de Comedores Compulsivos Anónimos


(OA)
CAPÍTULO UNO

El Significado de la Abstinencia
Rozanne S., la fundadora de OA, explica cómo surgió
el concepto de abstinencia

1962-La Abstinencia Entra en OA

F recuentemente, muchos miembros de OA deseosos de


saber sobre los primeros años de OA me preguntan:
¿Cómo entró la idea de la abstinencia en OA? ¿Fue
siempre igual que ahora? ¿Cómo empezó?

¡Juntos podemos recorrer esos Doce Pasos para


recuperarnos, absteniéndonos de comer
compulsivamente un día a la vez!

Mirando hacia atrás, los años 1960-1962 fueron


emocionantes para nosotros. Éramos tan impulsivos,
estábamos tan ansiosos por ver nuestra pequeña
Hermandad crecer y establecer una pequeña base firme. En
1962 estábamos unidos por las palabras de los Doce Pasos
y las Doce Tradiciones. En otras áreas, sin embargo,
teníamos todos ideas diferentes acerca de cómo alcanzar
nuestras metas comunes.
Consideremos, por ejemplo, la ingesta de alimentos: antes
de 1960 muchos de nosotros habíamos crecido contando
calorías. Nos habían enseñado que mientras nos
mantuviésemos dentro del total de calorías que teníamos
asignadas, podíamos tomar todos los alimentos bajos en
calorías que quisiéramos entre comidas.
Nuestro problema era que mientras muchos de nosotros
habíamos perdido peso, muchos más habían estado
picoteando entre comidas y recorriendo el camino de vuelta
a la obesidad. Otros seguían sus dietas, pero se pasaban el
día masticando alimentos bajos en calorías. Muchos seguían
gordos e insistían en que sólo tomaban alimentos
permitidos entre comidas. Faltaba algo crucial. ¿Qué era?
Los Doce Pasos funcionaban para nuestros amigos
Alcohólicos Anónimos (AA); ¿qué es lo que nosotros
hacíamos mal?
Durante esos años solía ir a las reuniones de AA todas las
semanas. Aunque no soy alcohólica, mi comprensión de los
Pasos y Tradiciones era muy limitada y creía que podría
comprenderlos mejor yendo a AA.
A principios de 1962, en una reunión muy importante de
AA, cambió mi manera de pensar sobre la comida. A lo largo
de esa reunión, los oradores hicieron hincapié en
“abstenerse” del alcohol. Durante los dos años en que había
tenido contacto con AA, nunca había oído referirse a la
sobriedad de esa forma. ¡Fue una revelación!
Sentada en la parte de atrás de esa reunión, me dije a mí
misma “Esto es en lo que nos estamos equivocando en OA.
No estamos abstinentes de la comida en ningún momento
del día. Tenemos que cerrar la boca desde el final de una
comida hasta el principio de la siguiente. En algunos
momentos durante el día, debemos ´absstenernos´ de
comer; de otra manera estamos alimentando nuestra
compulsión”.
Muy nerviosa llevé mi nueva idea a OA. Algunos pensaron
que esto era un descubrimiento; otros se burlaron.
Durante el verano de 1962 contábamos con 19 grupos,
casi todos en California. La oficina de OA estaba en mi
pequeño comedor, y yo era la secretaria general, no oficial y
no remunerada. Los grupos del área de Los Ángeles ya
habíamos tenido nuestra primera reunión informal; ahora,
convinimos en que ya era el momento de tener una
conferencia de verdad de todos los grupos de OA.
Mientras tanto, en mayo de 1962, envié un Boletín de los
Comedores Compulsivos Anónimos (OA) (un anticipo de la
revista Lifeline) a todos los grupos de OA. El Boletín hizo que
se conocieran mutuamente las secretarias y los fundadores
de los grupos y se mencionaba la propuesta Conferencia.
En la página tres de ese primer Boletín venía el anuncio
de lo que nos uniría y preocuparía durante décadas:
“Gracias a nuestra regular asistencia a las reuniones de AA
y a nuestras charlas con nuestros amigos de AA, nosotros,
los del área de Los Ángeles hemos descubierto el concepto
que ha revolucionado nuestra manera de pensar sobre
nuestra compulsión por la comida.
“Este concepto es ‘abstinencia’.
“Abstinencia significa simplemente tres comidas
moderadas al día y absolutamente nada entre ellas.
Significa también no comer mientras preparamos la comida
y no comer mientras recogemos la cocina después. En otras
palabras, ¡total abstinencia de comer compulsivamente!
“Si por causas médicas nuestro doctor ordenase más de
tres comidas al día, entonces naturalmente nos
someteremos a dicho plan, pero tenemos que saber que
todo lo que esté fuera de este plan romperá la abstinencia.
Naturalmente café, té, agua y bebidas no calóricas de
cualquier clase son la excepción a ese no picotear entre
comidas.
“Así como el alcohólico debe abstenerse completamente
del alcohol para permanecer sobrio, nosotros nos hemos
dado cuenta de que debemos abstenernos completamente
de comer compulsivamente para mantener nuestra propia
sobriedad. Llamamos a los que han conseguido esta clase
de sobriedad ‘abstinentes’.
“No hay ‘debemos’ en ninguna parte del programa de OA
…. incluso el programa de los Doce Pasos es sólo una
sugerencia para recuperarse. Por lo tanto, no estamos
diciendo que la abstinencia es una obligación. Sólo les
estamos transmitiendo lo que hemos aprendido de nuestra
propia experiencia… que con la ‘abstinencia’ de comer
compulsivamente hemos encontrado al fin el verdadero
significado de sobriedad para el comedor compulsivo”.
En 1962 esta fue una idea completamente nueva para
nosotros. Ya que la palabra abstinencia significa “dejar de”,
parece claro que para estar abstinente en OA hay que dejar
de comer compulsivamente. ¿Cómo se consigue esto? Ya
que tenemos que comer, el método más lógico será comer
solamente a las horas de comer, esto es, tres comidas
moderadas al día, más comidas si lo requiere la salud, y
nada absolutamente entre ellas.
Desafortunadamente, al pasar el tiempo la abstinencia
adquirió un nuevo significado, una corrupción del original.
En vez de significar “dejar de”, ha venido a sugerir el plan
de comidas en sí.
“¿Cuál es tu abstinencia?” pregunta un miembro a otro. Lo
que la persona debería preguntar es “¿Cuál es tu plan de
comidas?”. Con esta confusión, no es raro que la palabra
abstinencia signifique diferentes cosas para diferentes
personas.
¿Llegará un día en que todos comprendamos que el
concepto de abstinencia es el mismo para todo el mundo, es
decir, dejar de comer compulsivamente? ¿Nos damos
cuenta de que es en el plan de comidas en el que podemos
ser diferentes unos de otros y tal vez sea diferente en un
mismo individuo en distintas épocas de su vida?
En 1962 mi inesperada percepción fue difícil de
comprender, y todavía más difícil de llevarla a la práctica.
Hoy en día no es más fácil, pero podemos enfrentarnos al
reto. ¡Juntos podemos recorrer esos Doce Pasos para
recuperarnos, absteniéndonos de comer compulsivamente
un día a la vez!

El Año de Concienciación de la
Abstinencia

E n mi última copia de Lifeline, la revista de OA portátil e


inspiradora, leí que 2013 es “El Año de la
Concienciación sobre la Abstinencia”. Mi viaje personal
de abstinencia subiendo este maravilloso camino
montañoso empezó hace 16 años. El camino parecía
empinado y rocoso, pero la promesa de una vista
gratificante desde la cumbre me animó a empezar a andar.
Sabía que necesitaría un compañero que me animara y me
guiara por los lugares más difíciles, así que le pedí a alguien
que me apadrinara.

Aunque me encanta mi cuerpo esbelto, el


programa de Doce Pasos y mi viaje personal de
descubrimientos me gustan incluso más.

Ella me dijo que si quería conseguirlo, tendría que hacer lo


que ella hizo. Necesitaría un plan de acción. Iba a necesitar
alimentos pesados y medidos; un teléfono; una lista de
nombres a los que llamar cada día; un cuaderno para
escribir acerca de mi viaje; y libros para leer cuando
estuviera cansada o necesitara algo de inspiración. Para
prepararme, me sugirió que fuera por lo menos a una
reunión a la semana y escuchara a otros que habían tenido
problemas en este camino antes que yo.
Después de 16 años en este asombroso viaje, la carretera
sigue siendo empinada, y hay muchas oportunidades de
caerme, así que todavía voy una vez por semana a una
reunión de recién llegados, a dos reuniones del Libro Grande
y a una reunión de OA-HOW. Escucho muchas historias
maravillosas y aprendo y vuelvo a aprender lecciones muy
valiosas que me permitieron perder 59 kg y pasar de una
talla 24 a una 4.
Pero creedme, aunque me encanta mi cuerpo esbelto, el
programa de Doce Pasos y mi viaje personal de
descubrimientos me gustan incluso más. La vista mientras
voy subiendo es magnífica, el aire es puro y me siento
conectada a algo superior a mí. No quiero perder nunca la
alegría que la abstinencia me permite experimentar, un día
a la vez.
— West Orange, New Jersey EEUU

Resultado Positivo

O A define la abstinencia como “la acción de abstenerse


de la comida compulsiva y de comportamientos
compulsivos con la comida mientras trabajamos para
conseguir o mantener un peso corporal saludable. La
recuperación espiritual, emocional y física es el resultado de
vivir el programa de Doce Pasos de Comedores Compulsivos
Anónimos”.
La definición de abstinencia me está ayudando a decir :
“Hoy estoy abstinente. Gracias, Poder Superior”. Estoy
aprendiendo a sentirme cómoda con esta definición
fundamental de OA porque reconoce la abstinencia como
una experiencia progresiva y cambiante.
Cuando llegué a OA hace más de 25 años, comprendí que
la abstinencia tenía que ser un estado claro y limpio: o
estaba abstinente o no lo estaba, dependiendo de lo
fielmente que siguiera mi plan de comidas, pesara cada
bocado y no tomara ningún alimento con harina o azúcar.
Nunca sentía que podía decir, “estoy abstinente” porque
nunca conseguía una forma perfecta de comer. La mayoría
de las veces elijo comer de una manera que significa que
estoy manteniendo un peso saludable y comiendo comidas
nutritivas en porciones saludables. He mantenido mi pérdida
de 18 kg durante más de 15 años. Por experiencia sé cuáles
son mis alimentos disparadores, así que mejor me
mantengo alejada de ellos; pero si me salgo, no significa
que no esté abstinente. Abstinencia significa que me doy
cuenta de que estoy fuera de mi camino, y vuelvo al camino
de recuperación, hacia conseguir o mantener un peso
normal.
Uso las herramientas de OA para que me ayuden a
evaluar la comida que mi cuerpo necesita y lo que hay
disponible. He usado la herramienta de escribir para
mantener un registro de lo que como. Hablar con mi
madrina acerca de mis hábitos alimenticios ha sido
importante para mi recuperación. Asistir a reuniones todas
las semanas y hacer servicio llamando por teléfono y
hablando sobre la literatura de OA me ha ayudado a
mantener un peso saludable.
Día tras día trato de asociarme con mi Poder Superior para
descubrir dónde puedo recortar un poco más. Siempre
quiero comer más de lo que mi cuerpo necesita. Siempre
estoy en peligro de comer en exceso.
Me gusta esta definición de abstinencia porque establece
un resultado positivo que obtenemos de nuestro programa
de OA. Cada uno desarrollamos nuestro plan de comidas
para conseguir este resultado. También me gusta esta
definición porque refleja una nueva forma de comer, no una
dieta a corto plazo. Estoy abstinente cuando cambio mis
hábitos alimenticios para que mi peso y tamaño
permanezcan en un nivel normal.

— Claremont, California EEUU

Alcanzar las Promesas

L a delgadez es mejor, ¿verdad? Hace poco celebré dos


años de abstinencia, y estoy manteniendo una pérdida
de peso de 45 kg. Creí que mi considerable pérdida de
peso era un indicador de que mi enfermedad estaba
remitiendo. Lo que no vi es que había cambiado de forma y
estaba escondida detrás (algunas veces incluso paseándose
por delante). Mucho de lo que yo llamaba recuperación
seguía siendo una manifestación de mi enfermedad. Cuando
hace poco la Conferencia de Trabajo del Servicio Mundial
cambió la definición de abstinencia para incluir los hábitos
de comer compulsivamente, las cosas se volvieron más
claras para mí.
Mis hábitos compulsivos en mi forma de comer incluían lo
siguiente:
Meter mi cuerpo en la talla más pequeña posible sólo
por el gusto de llevar ese tamaño determinado sin
importar si podía respirar o sentarme;
Pesarme muchas veces al día, incluyendo antes y
después de comer, antes y después de ir al baño, antes
y después del gimnasio (entendéis lo que quiero decir);
Tener el plan de comidas perfecto (léase “dieta”) con las
proporciones perfectas de grasa, proteína y
carbohidratos;
Tener una perfecta y vigorosa rutina en el gimnasio, y
adherirme a ella religiosamente;
Saber mi talla en relación con la vuestra. ¿Estaba yo más
delgada o más gorda? ¿Estabas adelgazando o
engordando? ¿Te has dado cuenta de que estoy más
delgada?
¿Estaba libre de la esclavitud del ego? ¡Cielos, no! En
lugar de alimentar mi cara, estaba alimentando mi ego.
Así que dejé la dieta rígida y el plan severo de ejercicios.
Mi cuerpo aumentó 5 kg, pero ahora tengo un peso mucho
más fácil de mantener. Me estoy centrando en abstenerme
y en disfrutar de estar activa. He tirado la báscula y puedo
comprobar cómo está mi peso por mi ropa. Estoy llevando
una cómoda y suelta talla 10 en vez de embutirme en una
talla 6 ceñida y ajustada . He decidido que el peso de otras
persona y el mío propio no son asunto mío.
Antes de la recuperación, buscaba la comida basura. En
mi primer año y medio en el programa, buscaba el tamaño y
la talla perfectos, y llamar la atención de todo el mundo.
Ahora busco las promesas y conseguir saborear por primera
vez lo que significa ser feliz, alegre y libre.

— Anónimo
Reafirmación Tranquila

A l principio el cambio reciente en la definición de


abstinencia despertó una ola de preocupaciones en mi
cerebro. Los viejos juicios reaparecieron: “No estás lo
bastante delgada. Necesitas tener otra talla. ¿Por qué no
cambias tu plan de comidas?”. A pesar de esto y gracias a
este programa ya no estoy obesa. Todavía escucho estos
juicios. Tratan de hacerme olvidar que disfruto de una
recuperación física, emocional y espiritual gracias a este
programa. Para combatir estas voces críticas, decidí escribir
sobre “Lo que un peso corporal saludable significa para mí”.
Estas son algunas cosas que se me ocurrieron:

Para combatir estas voces críticas, decidí escribir


sobre “Lo que un peso corporal saludable
significa para mí”.

Llevar ropa de tamaño normal en tallas pequeña,


mediana y grande dependiendo de las marcas (voy de la
talla 6 a la 10);
Poder correr, subir cuestas, bailar, hacer ejercicio, saltar,
hacer deporte, bicicleta, nadar, sentarme en una silla sin
preocuparme por si se romperá y sentarme en un avión
con mi bandeja bajada sin molestar a otros o a mí
misma;
Llevar el bañador que compré en una tienda “normal”,
salir del vestidor preguntando, “¿cómo estoy?” y creer a
la persona que dice, “estás estupenda”;
Estar libre de las rodillas doloridas, espalda y pies que
aparecen por cargar con demasiado peso para mis
caderas y músculos, y no tener que usar un bastón y
andar con dificultad ;
Estar libre de la diabetes, hipertensión, enfermedades
del corazón, de infartos y un aumento de riesgo de
cáncer a causa de la grasa extra;
Desnudarme y hacer el amor sin tener una batalla
gimnástica en la oscuridad;
Enfrentarme a la intimidad sexual sin sentirme
avergonzada de mi cuerpo, y probar nuevas posiciones
sexuales con diversión, risas y emoción;
Comprar la ropa que me gusta, en vez de la ropa que
creo que tapará mejor mi grasa (que me hacía parecer
enorme);
No tener que hacer otra maldita dieta;
No tener que temer/odiar la báscula (sólo me pesa mi
médico, y el número es más o menos siempre el mismo);
Quererme a mí misma y sentir el amor profundo, vivo e
incondicional de mi Poder Superior en todo mi ser;
Llevar el mensaje de recuperación a través de mi
corazón, alma, mente y cuerpo (mi recuperación física,
emocional y espiritual es atractiva para los recién
llegados) y poder decir con alegría: “¡Hay una solución!”,
y hacer que suene creíble.
Así que la próxima vez que mi enfermedad me diga que
necesito hacer dieta, perder peso o tener una talla
diferente, “reafirmaré tranquilamente” (Los Doce Pasos y
Doce Tradiciones de Comedores Compulsivos Anónimos, p.
21) mi compromiso con los principios del programa y
agradeceré a mi Poder Superior mi recuperación física,
emocional y espiritual diciendo: “Hágase tu voluntad, no la
mía”.

— Anónimo

Un Estado de Gracia
a abstinencia es un estado de gracia a través del cual estoy

L
equilibrada física, emocional y espiritualmente. Se
refiere a la comida, pero es mucho más. Es un modo de
vivir que incorpora los principios de los Doce Pasos y da
significado a mi vida.
He desarrollado una rutina que coloca a Dios en primer
lugar en mi vida y esto ha permitido mi éxito con la
abstinencia. Cuando me despierto por la mañana, lo primero
que hago es decir hola a mi Poder Superior y entonces,
mentalmente, hago los tres primeros Pasos. Reconozco que
soy impotente ante la comida y que no puedo controlar mi
vida. Me recuerdo a mí misma que mi Poder Superior me
está devolviendo la salud. La última parte de mi ritual
matutino comienza con la oración del Tercer Paso del Libro
Grande. Finalizo diciendo: “Si es tu voluntad, hoy seguiré mi
plan de comidas y evitaré los atracones. Haré algo bueno
por alguien y seré feliz. Que no se haga mi voluntad sino la
tuya”.
Esta entrega a mi Poder Superior y mi compromiso diario
con la abstinencia han añadido un equilibrio emocional a mi
vida. Sin los sentimientos negativos causados por los
excesos de azúcar, soy capaz de navegar a lo largo del día
por aguas calmadas. Si los viejos sentimientos de
irritabilidad, descontento y desasosiego asoman, o cuando
surgen pensamientos de comida, repito frases del programa
una y otra vez. “Hazlo fácil”, “Sólo por hoy”. Normalmente
esto es suficiente, pero si mi confusión permanece conmigo
escribo sobre lo que siento. Entonces comparto lo que he
escrito con mi padrino y continúo con cualquier otro paso
que sea necesario tomar.
La abstinencia ha añadido una dimensión espiritual a mi
vida. Mi corazón y mi mente le dan las gracias a mi Poder
Superior durante el día con afirmaciones como: “Gracias por
el don de la abstinencia”.
La abstinencia es un regalo de mi Poder Superior. Para
mantener viva mi abstinencia tengo que estar
constantemente pendiente de ella. Tengo que trabajar mi
programa constantemente. Estudio el Libro Grande y el
material de OA, y vivo en una “actitud de gratitud” por el
milagro de OA.

— Louisiana EEUU

Es Sencillo y Funciona

M i abstinencia son tres comidas al día. Llegué a esa


conclusión el primer día que llegué a OA porque no
quería que mi abstinencia se pareciera a una dieta,
porque quería que fuera algo que yo pudiera resistir. En las
primeras semanas de abstinencia descubrí que comer sólo
tres comidas al día era mucho más difícil de lo que había
pensado. Tenía hambre y pensaba en comida todo el
tiempo. Después de un mes, me había acostumbrado a ello
y encontré que realmente esperaba esas tres comidas con
ilusión y que disfrutaba no teniendo que pensar en comida
entre ellas. Mi abstinencia se convirtió, tal y como había
escuchado describirla a otros OAs, en tres comidas al día
con vida entre ellas.
Ahora que llevo unos meses más en el programa, he
empezado a apreciar realmente tener una abstinencia
sencilla de tres comidas al día. Mi forma de comer no es
siempre perfecta, ni está siempre libre de culpabilidad, pero
el hecho es que no importa lo que haya comido en la
comida; la comida tiene un final, y no como otra vez hasta
la siguiente. Esto representa un gran cambio respecto a mi
forma de comer antes de pertenecer a OA. Entonces, si
había roto la dieta, aunque sólo hubiera sido con un
bocadito, era una excusa para un atracón. Ahora, mi
imperfecta abstinencia de tres comidas al día significa que
puedo acabar lo que tenga para cenar y decir que eso es
todo hasta el desayuno.
Creo que recaer o romper mi abstinencia me sería fácil de
ver, porque tengo la certeza de que si empiezo a comer una
cuarta comida continuaría hasta encontrarme con un
innegable atracón entre mis manos. Reconozco haber tenido
un “resbalón” si tomo un bocado de algo y pienso que no es
tan terrible, o si hago una comida más abundante de lo que
necesito y me siento culpable por ello.
Aumentar de peso es totalmente otro asunto. Considero
que ganar peso es una señal de que necesito trabajar el
programa más a fondo. Normalmente, cuando examino lo
que está pasando dentro de mí, descubro que no sólo he
estado comiendo más y más de alimentos menos y menos
sanos, sino que también he estado faltando a las reuniones,
leyendo menos, no escribiendo y no telefoneando.
Todo lo que puedo hacer entonces en respuesta es
trabajar. Mi línea de fondo, una abstinencia sin adornos es la
mayor parte de ese trabajo. Me mantiene en el programa y
me recuerda que, al menos tres veces al día, soy impotente
ante la comida. Esto me hace seguir viniendo sólo por hoy,
y peso 22 kilos menos de los que pesaba cuando entré en el
programa.

— Los Ángeles, California EEUU

Libertad de Elegir

H ace casi nueve años, en mi primera reunión de OA, fui


introducido en el concepto de abstinencia. Tomó la
forma de un entusiasta aplauso por parte de los
miembros ante la mención de un determinado período de
abstinencia (desde un día hasta un montón de años). En el
descanso, algunos miembros me explicaron que la
abstinencia era contenerse de comer compulsivamente. Eso
no significó mucho para mí, pero seguí asistiendo porque
aquellos miembros tenían algo que yo quería; sólo que no
estaba seguro de lo que era.

Creo firmemente que si la comida fuera mi único


problema, no sería un comedor compulsivo.

Durante los cuatro meses siguientes, aprendí muchas


cosas sobre nuestra enfermedad común, entre las cuales y,
no precisamente la menos importante, era el síntoma del
perfeccionismo. Éste es uno de mis más devastadores
defectos de carácter. Como perfeccionista que soy,
establezco unos estándares de dificultad imposibles de
soportar, y justo cuando estoy a punto de superarlos, los
vuelvo a definir y convertir en más difíciles todavía. Aprendí
pronto, y aún hoy estoy convencido, de que perseguir la
perfección es una preocupación estresante y una pérdida de
tiempo. Muchos miembros me dieron muchas ideas acerca
del perfeccionismo y me dieron excelentes ejemplos del
papel que había tenido en sus vidas y de los pasos que
habían dado para mejorar en ese aspecto.
Pero aparentemente, para muchos miembros de OA hay
una excepción a ese proceso de convertirnos en menos
perfeccionistas, y es el tema de la abstinencia. Continué
escuchando más acerca de ella en cada reunión de OA, pero
me daba la sensación de que nadie la definía del mismo
modo. Oí lo de la abstinencia perfecta “estricta”. Este
término recibió el más largo y fuerte aplauso. También oí lo
de abstinencia “según la hoja gris”, abstinencia
“descuidada”, abstinencia “humana”, abstinencia “con
comidas moderadas”… Escuché un montón de adjetivos. En
aquellos días también se habló un poquito acerca de si
había una pequeña diferencia entre dieta y abstinencia.
Pero lo más problemático para mí fue la opinión no
expresada de que uno sólo tenía valor a los ojos de OA si su
abstinencia era “perfecta”. Empecé a ver a gente
marcharse cuando habían roto su abstinencia o cuando no
podían alcanzar la clase de abstinencia a la que aspiraban.
Cuanto más tiempo llevaba en OA, más convencido
estaba de que hay muchos caminos que uno puede seguir
con éxito para alcanzar el despertar espiritual al que se
refiere el Paso Doce. Para mí, esto se refería también a la
abstinencia. En la Conferencia de Trabajo del Servicio
Mundial de 1958, fue adoptada una definición de
abstinencia que decía, en parte: “De acuerdo con el
diccionario, abstinencia significa ‘abstenerse de’. En OA,
abstinencia significa abstenerse de comer
compulsivamente…”. Esto no era nuevo para mí, ya que
éste era el concepto que había escuchado la primera vez en
OA. Pienso que casi todo el mundo en el programa está de
acuerdo en que estar abstinente significa que no comes
compulsivamente. Donde hay desacuerdo es en lo referente
a los distintos puntos de vista sobre lo que se entiende por
comer compulsivamente. No he visto una definición de lo
que es comer compulsivamente, ni siquiera recuerdo ningún
intento de OA como un todo de tratar este tema.
Para mí comer compulsivamente (o comer en exceso) es
comer para alimentar mi enfermedad, no mis necesidades
biológicas. En consecuencia, yo estoy abstinente cuando
como para alimentar a mi cuerpo y no a mi enfermedad.
Esto se ha convertido en mi ideal de abstinencia. Es una
meta que nunca podré alcanzar del todo, ni lo intento. No
imagino que haya una sola persona que coma estrictamente
para alimentarse y nada más. Para estar físicamente
abstinente sólo tengo que seguir el plan de comidas que he
elegido para mí, cada día, lo mejor que pueda.
Creo firmemente que si la comida fuera mi único
problema, no sería un comedor compulsivo. El por qué me
incliné a la comida y a comer compulsivamente, es la base
de mi enfermedad. Los atracones, la obesidad, y comer en
secreto no son sino manifestaciones físicas de mi
enfermedad, que he llegado a entender que es emocional y
espiritual.
Emocionalmente, he descubierto que mis reacciones a mis
sentimientos (no los sentimientos en sí) son un componente
importante de mi enfermedad. Todos tenemos sentimientos,
es parte de la naturaleza humana. Pero mis reacciones a
mis sentimientos son a menudo infantiles, negativas y
autodestructivas, y acaban en comer en exceso. Trabajar
este programa ayuda a mi recuperación emocional
mostrándome cómo enfrentarme a mis sentimientos de un
modo positivo, adulto, y cariñoso. Practicar la abstinencia es
un modo de lograr esto.
Espiritualmente creo que mi forma compulsiva de comer
es el resultado de las barreras que he construido para
mantener a mi Poder Superior lejos de mi vida. La
abstinencia quita estas barreras y me pone en un contacto
consciente con mi Poder Superior. La perfecta abstinencia
emocional y espiritual no es alcanzable, como tampoco lo es
la abstinencia física perfecta.
En OA, somos libres de seguir cualquier plan de comidas
que elijamos: si necesitamos una dieta estricta, pesada y
medida, la podemos seguir; si necesitamos sólo eliminar
determinados tipos de alimentos, eso es lo que hacemos; si
necesitamos cambiar por completo nuestro modo de comer
por cambios en nuestra salud o en cualquier otro aspecto de
nuestra vida, hacemos ese cambio. Nadie en OA critica el
avance en la recuperación emocional de otro, y ciertamente
hay una incuestionable tolerancia en lo referente al Poder
Superior. ¿Por qué, entonces, hay a menudo
enfrentamientos en lo referente a la recuperación física?.
Un lema que escuché en mi primera reunión fue
“progreso, no perfección”. Yo veo esto como algo aplicable
tanto a la comida como a todos los demás aspectos del
programa de OA. Cuanto más aceptemos esta idea como
asociación, más gente se recuperará. Me entristece decir
que he conocido algunos miembros que han abandonado OA
y a ellos mismos porque no podían vivir según el concepto
de abstinencia que tenían otros miembros. Nuestra
responsabilidad es “siempre extender la mano y el corazón
de OA a aquellos que comparten mi compulsión; de esto,
soy responsable”. No dice a todos aquellos que comparten
mi plan de comidas o mi Poder Superior o cualquier otro
aspecto de mi vida. Todo lo que necesito saber acerca de
una persona que llega a OA es que es un comedor
compulsivo. Eso lo dice todo.
En el Libro Grande, en la historia titulada “El Que Pierde
Su Vida”, el autor hace la siguiente afirmación sobre la
filosofía de AA: “He visto que hay una sola ley, la ley del
amor, y hay sólo dos pecados; el primero es interferir en el
crecimiento de otro ser humano, y el segundo es interferir
en el propio crecimiento personal”. Espero y rezo para que
OA pueda adoptar esa filosofía como propia.

— Overland Park, Kansas EEUU

Solución Inseparable

“E cribe un artículo para Lifeline”. Seguía escuchando


esa frase en mi cabeza. No es que no haya pensado
en hacerlo antes, pero cada vez que decidía un
tema, ¡lo veía en el siguiente número de la revista!

Cuando la comida era mi dios, mi mundo era muy


limitado, emocional, física y espiritualmente.

Pero hay un tema que está en mi cabeza desde hace


tiempo, y creo que nunca diremos bastante sobre ello. Este
tema es, la importancia de la abstinencia frente a la
importancia de la recuperación. ¿Puede ir separadas?
¿Puedo tener una sin la otra? No lo creo.
He escuchado un montón de charlas sobre este asunto en
OA en mi área. Por ejemplo, se había sugerido que hubiera
un requisito de abstinencia para los que compartieran en
una de las reuniones a las que voy, lo cual levantó distintas
opiniones entre los miembros, incluyendo una importante
cuestión: ¿el tiempo que uno lleva en el programa es más
importante que cuán abstinente está?
Yo sólo puedo hablar desde mi propia experiencia. Por
favor, entended que no intento minimizar la importancia de
asistir con continuidad a las reuniones y de trabajar el
programa lo mejor que uno pueda, incluso si no está
abstinente en ese momento. Yo asistí a reuniones de OA
durante diez años antes de ser capaz de estar abstinente
con continuidad. De no haber continuado asistiendo, quién
sabe dónde estaría yo ahora. La cuestión importante es,
¿hasta que punto podía yo recuperarme mientras seguía
practicando mi enfermedad?
Al final del Paso Uno de los Doce Pasos y Doce Tradiciones
de AA, se dice: “Practicar los once pasos restantes significa
la adopción de actitudes y acciones que casi ningún
alcohólico que esté aún en activo puede soñar en realizar”.
¿Es esto menos verdad para los comedores compulsivos? No
lo creo. ¿No depende mi recuperación de la adopción de
ciertos principios espirituales, y no necesito trabajar los
Pasos para lograr esto? ¡Si!
Mis primeros diez años en el programa fueron una lucha,
por no decir más. Sí, hice progresos, pero despacio. Ahora,
después de abstenerme durante más de doce años, puedo
ver la diferencia entre ese lento progreso y el verdadero
progreso que yo tuve desde que comencé a estar
abstinente. Y los cambios han sido dramáticos.
Cuando la comida era mi dios, mi mundo era muy
limitado, emocional, física y espiritualmente. Iba al trabajo,
al súper, a casa, y luego a la cama. Mi relación con mis dos
hijos consistía principalmente en gritarles. Sentía mucha
vergüenza y degradación por no ser capaz de darles el
cariño y la atención que necesitaban. No lo hacía nada bien
en mi trabajo porque la obsesión por la comida era
demasiado fuerte. No era capaz de tener una relación sana
con un hombre. Realmente sólo quería alguien que me
quisiera y cuidara de mí, alguien a quien pudiera controlar.
No tenia ninguna relación con Dios. Era incapaz de eso
porque mi enfermedad me separaba de Dios.
Todo esto fue parte de mis diez primeros años en OA.
¿Qué ha cambiado en los últimos doce años en OA?, se
preguntará. ¡Pues todo!
Hoy, mis hijos y yo tenemos una relación muy abierta. La
transformación comenzó cuando dejé de pegarles. Con eso,
su miedo hacia mí se redujo. Después descubrí que podía
hablarles en un tono normal de voz. Empezamos a
queremos. También recibí ayuda de varias personas
amables y cariñosas que apuntaron los errores en mi
comportamiento. Como esas personas me lo dijeron con
cariño, y yo no estaba comiendo compulsivamente, pude
ver de qué estaban hablando y así cambié mi actitud.
Permanecí abstinente durante muchos años difíciles, y me
siento feliz de decir que yo y mis hijos, que tienen
actualmente 18 y 20 años, estamos ahora en el otro lado.
En un tiempo, era incapaz de hacer bien mi trabajo
porque estaba obsesionada con la comida. Con la
abstinencia llegó la oportunidad de una carrera profesional.
Mi autoestima era muy baja en ese aspecto, pero con cada
pequeño éxito, creció. Hoy tengo éxito en mi trabajo. Lo
mejor es que sé que soy buena en lo que hago y que soy
capaz e inteligente. Parezco profesional y actúo como tal
porque lo soy.
Hoy, mi marido y yo tenemos una relación que jamás soñé
que fuera posible ni pensé merecerla. Hace seis años nos
separamos, y todos mis amigos más íntimos pensaron que
iríamos de cabeza a los tribunales. Creían que no había
modo de que nuestra relación pudiera sobrevivir. Pero
nosotros trabajamos duro para que funcionara, y funcionó.
Me abstuve durante todo ese período. Vaya milagro.
El mayor de los cambios, sin el cual no creo que hubiesen
sido posibles todos los demás, es mi relación con Dios. Sé
que mientras hago de la comida, o de alguna persona, lugar
o cosa mi Dios, no dejo sitio en mi vida para un Poder
Superior.
El mayor regalo de mi abstinencia es el sentimiento de
saber que mi vida está gobernada por Dios. Sólo mirando
hacia atrás puedo ver cómo Dios actúa en mi vida. Siempre
que tengo un problema o una situación que me produce
incomodidad, miro años atrás y me recuerdo a mí misma
que, con Dios al cargo, todo sucede siempre para bien,
incluso si no puedo verlo en ese momento.
El Libro Grande dice que tenemos un indulto diario basado
en mantener nuestra condición espiritual. Yo he
experimentado ese indulto porque he sido rescatada de una
enfermedad mortal, una que podría seguramente matarme.
Debo mi vida a Dios por facilitarme el rescate y por
mostrarme continuamente el camino.
Así que, ¿cuán importante es mi recuperación si no estoy
abstinente? Para mí, no puedo tener la una sin la otra.

— San Rafael, California EEUU

¿Confuso Sobre la Abstinencia?

M primera madrina de OA me hizo escribir una historia


de mi comida cuando acababa de llegar a OA. Escribí
todo lo que pude recordar sobre mi relación de toda la
vida con la comida. Esto incluía cuándo, dónde y por qué
comía; compañeros de comidas; “lugares” de atracones,
como restaurantes y habitaciones favoritas de la casa;
emociones disparadoras y alimentos disparadores.
Nuestra abstinencia es la misma. No comemos
compulsivamente un día a la vez, pero nuestros
planes de comidas son muy diferentes.

La idea de “alimentos disparadores” era nueva para mí.


Mientras pensaba sobre mi vida en la comida, empecé a ver
patrones. Cuando terminé la historia de la comida, tenía una
lista de alimentos que eran mi principal elección cuando
quería darme un atracón. Utilizaba esta lista para identificar
los alimentos de los que necesitaba abstenerme. Encuentro
que abstenerme de mis alimentos disparadores o de
atracones (igual que de lugares y situaciones disparadores)
hace más fácil estar abstinente, porque no estoy activando
mi compulsión a comer en exceso.
Mi lista cambia con el tiempo. Algunos alimentos que
podía comer al principio de mi abstinencia ahora me
vuelven loca. A veces puedo comer sin problemas algunos
alimentos, pero me obsesionan en otros momentos. Trato de
distinguir si puedo manejarlos en un día concreto. Segundos
después de probar algunos alimentos sé que nunca podré
comerlos con seguridad. Me alteran, saben demasiado bien
o hacen que me obsesione con ellos pensando cuándo los
comeré otra vez. Cuando esto sucede, generalmente rezo,
hablo con mi madrina y me comprometo a no tomar ese
alimento hoy. Mi lista actual de comidas-problema es más
larga y más completa que la primera vez que la hice, pero
he oído decir a gente con una abstinencia larga que “la
carretera se hace más estrecha”.
No se trata solamente de disciplina o pérdida de peso. Se
trata de sobrevivir. El “Libro Grande” me dice, y lo creo con
todo mi corazón, que tengo una obsesión mental y un deseo
físico. Cuando se activan, la obsesión mental y el deseo
físico son un puro infierno. Sólo por hoy, haré lo que deba
para evitarlos. El placer temporal de comer un alimento que
sabe bien, o que trae de vuelta recuerdos de viejos tiempos,
o del que mis amigos disfrutan no me compensa el riesgo.
Dame abstinencia con paz mental.
Espero que esto ayude a los recién llegados que pueden
encontrar confusas todas las charlas sobre abstinencia,
planes de comidas, alimentos disparadores, harinas y
azúcar en las reuniones. Nuestra abstinencia es la misma.
No comemos compulsivamente un día a la vez, pero
nuestros planes de comidas son muy diferentes. Puedes o
no comer lo que yo como y estar abstinente. Escribir una
historia de mi comida me ayudó a identificar las áreas que
me producían problemas y así pude pedir ayuda y
desarrollar un plan de comidas que fuera saludable para mi
cuerpo y mi mente. Quizás este método te funcione a ti
también.

— Fairfax, Virginia EEUU

Di Sí a la Abstinencia

H e estado en programa tres años. Un día a la vez,


durante los últimos tres meses, he estado consiguiendo
el regalo de la abstinencia. He perdido 11 kg. Me gusta
pensar que en vez de decir no a la comida extra, estoy
diciendo sí al regalo de la abstinencia de Dios. ¡Qué
diferencia hay cuando me centro en ello! Cuando me sirvo
mis raciones saludables de comida con los nutrientes que
mi cuerpo necesita, estoy alimentando mi cuerpo, alma y
espíritu. Cuando como más de lo que mi cuerpo necesita,
me daño a mí misma: cuerpo, alma y espíritu.

Gano claridad mental para trabajar los Doce


Pasos y seguir con mi vida.

Esta enfermedad me dice que me estoy privando de algo


sabroso y relajante. ¡Qué mentira! Seguro que sabrá bien,
pero tan pronto como deje de comer, a continuación, siguen
la incomodidad, culpabilidad y distancia de mi Poder
Superior. Habré dicho no al regalo de la abstinencia de Dios.
Así que, ¿qué gano cuando digo sí a la abstinencia? Gano
claridad mental para trabajar los Doce Pasos y seguir con mi
vida. Puedo enfrentarme a los problemas que me enviaban
a buscar el consuelo de la comida, y cambiar lo que puedo y
aceptar el resto. Estoy aprendiendo a aceptar que a menudo
me sentiré como que estoy diciendo no a las “cosas
buenas” que otros disfrutan.
Los sentimientos no son hechos. Cuando me siento de esa
forma, tengo herramientas que puedo utilizar para trabajar
mis sentimientos. Puedo acercarme a alguien; escribir
acerca de mis sentimientos; hablarle a Dios de ellos; y
trabajar mi recuperación eligiendo la abstinencia, un día a la
vez. ¡Prefiero decir sí a la abstinencia!

— Savannah, Georgia EEUU


CAPÍTULO DOS

Métodos Prácticos de Conseguir la


Abstinencia
 

Un Círculo de Alimentos

E stoy celebrando con agradecimiento ocho años de


abstinencia continuada. Cuando me uní a OA, conocí a
una mujer que dijo algo asombroso: había estado
abstinente de azúcar durante varios años. Era como si
hubiera dicho que no había respirado durante años. El
azúcar era mi droga principal para hacerme feliz, para
calmarme, animarme. Durante un tiempo lo hice con éxito.
Pero al pasar el tiempo, necesitaba más y más azúcar para
conseguir el mismo efecto. Mis problemas en la vida
seguían creciendo, como lo hacía mi miedo a enfrentarme a
ellos. Mi vida empezó a estar fuera de control como una
peonza.

¿Cómo consigues y mantienes la abstinencia,


especialmente cuando quieres comer
compulsivamente más que otra cosa?

Cuando llegué a OA, la abstinencia me confundía. ¿Qué


es? ¿Cómo sabes si estás abstinente? ¿Cómo consigues y
mantienes la abstinencia, especialmente cuando quieres
comer compulsivamente más que otra cosa?
Afortunadamente, encontré una madrina que podía
responder a mis preguntas. Me dijo que hiciera un “círculo
de comida”, dibujar en un papel un círculo y escribir dentro
del círculo los alimentos y hábitos alimenticios que me
causaban problemas. Me dijo que siempre que me
mantuviera fuera del círculo, estaba abstinente.
Hice mi círculo y escribí dentro los alimentos que me
dañaban físicamente, produciéndome dolor de cabeza o de
estómago. Escribí los alimentos que no podía comer con
moderación, que “me poseían” después de comer
solamente un poco, creando un deseo de más. También
anoté hábitos alimenticios que me colocaban: comer en
exceso en bufets de restaurantes, comprar comida cuando
estaba muy hambrienta y comer por la noche.
¡Odiaba hacer el círculo! Quería decir que tenía que ser
honesta sobre los alimentos que no podía comer. Significaba
que no podía darme atracones nunca más o convencerme a
mí misma de que eso estaba bien. Una vez hube puesto
esas cosas en el papel, supe lo que tenía que hacer y no
tenía más excusas.
No fue fácil. Muchas veces tuve que levantar un teléfono
de 1000 kilos y pedir ayuda. Sabía que me daría un atracón
y tendría que empezar de nuevo si no llamaba.
He revisado muchas veces mi círculo de comida. Empezó
con una pequeña lista de alimentos-problema y seguí
añadiendo más según iba siendo más honesta. Todavía
reviso mi círculo. Hace poco, tuve que cambiar mi plan de
comidas por razones medicas. Escribí otra vez lo que la
abstinencia era para mí y la comprometí con mi madrina.
Sé que nunca tendré que comer compulsivamente otra
vez mientras trabaje el programa de OA y me mantenga
alejada de ese primer bocado compulsivo. Tengo un círculo
de comida en el que no entro. En vez de hacerlo, dejo que
Dios me guíe. Después de ocho años de abstinencia, la vida
es un reto en muchas formas, pero es mejor de lo que
nunca soñé posible. Estoy agradecida a mi primera madrina
por mostrarme el camino y a OA por darme la fortaleza para
vivir una vida abstinente, un día a la vez.

— Encinitas, California EEUU

Construyendo los Cimientos


cuchaba las palabras cada semana al principio de nuestra

E
reunión: “La abstinencia es la base de nuestro
programa”. Costó meses que esa frase entrara en mi
mente nublada por la comida mientras trataba de
encontrar una forma de trabajar los Pasos al tiempo que
seguía comiendo mis alimentos compulsivos preferidos. Mis
esfuerzos por moderarlos me llevaban a un atracón durante
todo el fin de semana que me dejaban física y
emocionalmente hundida. Por fin se encendió una luz. Tenía
que tomarme la abstinencia en serio. No es solamente una
parte importante del programa de OA; es esencial. La
abstinencia es la base de nuestro programa.

La abstinencia es la base de nuestro programa.

¿Qué son los cimientos? Mi diccionario ofrece varias


definiciones, incluyendo “una base sobre la que algo se
apoya o se levanta” y “terreno sobre el que se construye
algo”. Si yo quería recuperación, tendría que apoyarla en
unos cimientos sólidos de abstinencia. Sin abstinencia mi
recuperación se derrumbaría (como yo ya había aprendido)
o caería por cualquier tormenta emocional que invadiera mi
vida
Así que cuatro meses después de llegar a OA, encontré
una madrina y me comprometí con la abstinencia y un plan
de alimentación. Hice un inventario del Paso Uno de mis
alimentos favoritos en mis atracones y las situaciones en
que me daba atracones, y los entregué a Dios. Empecé a
planear mi comida cada mañana y mandándole ese plan a
mi madrina por email. Aquellos primeros días de abstinencia
fueron muy difíciles, incluso dolorosos. Mis deseos de comer
eran intensos. Me dolía la cabeza durante el día, y por la
noche soñaba con los alimentos azucarados que una vez
habían sido mis compañeros constantes. Pero con el apoyo
de mi madrina, pasé ese período de apretar los puños y la
abstinencia se fue haciendo mejor.
Al principio era un regalo que me daba a mí misma y algo
en lo que tenía que trabajar. Ahora, 107 días más tarde, la
abstinencia es un regalo que recibo de Dios. La mayor parte
de los días no requiere ningún esfuerzo. Renuevo mi
compromiso por las mañanas con la oración: “Por favor,
Dios, ayúdame a estar abstinente hoy, pase lo que pase”.
Luego rezo los tres primeros Pasos: “Admito que soy
impotente ante la comida, que mi vida puede volverse
ingobernable. He llegado a creer que tú puedes devolverme
el sano juicio. Ahora tomo la decisión consciente de
entregarte mi vida y mi voluntad”. Termino con: “Gracias,
Dios, por todas las bendiciones y milagros en mi vida y por
todas las bendiciones y milagros que están por llegar”.
Después de estas oraciones, abro mis ojos sintiendo la
cabeza clara, con esperanza, y lo mejor de todo, con sano
juicio. He descubierto que la abstinencia permite trabajar
los Pasos con honestidad y enfrentarme a mis emociones y
defectos de carácter. También estoy experimentando los
beneficios de la recuperación física, incluyendo 12 kg
perdidos, un aumento de energía y dormir tranquilamente.
Todavía tengo días tristes y malos humores, pero he
aprendido a coger el teléfono en vez de la comida. La
experiencia me ha enseñado que no tengo esperanza de
recuperarme a menos que esté abstinente y ninguna
esperanza de estar abstinente a menos que me esté
recuperando trabajando los Doce Pasos.
La abstinencia se ha convertido en la base de mi
programa.

— Eagan, Minnesota EEUU

Situación de Paso Uno

D esde que estoy en el programa, he luchado unas


cuantas veces con la abstinencia, pero la mayor parte
de los días soy bendecida con una sólida abstinencia. Casi
todo esto es debido al apoyo de trabajar el programa de OA
lo mejor que puedo. Me apoyo en la literatura de Doce-
Pasos. Mi literatura a menudo me ha mantenido consciente
de forma que no me doy atracones.

El Paso Uno ha jugado un papel enorme en


mantener mi abstinencia.

Durante mis 16 años en OA, de todos los Pasos que he


vivido, el Paso Uno ha jugado un enorme papel en mantener
mi abstinencia. “Admitimos que éramos impotentes ante la
comida, que nuestras vidas se habían vuelto
ingobernables”. ¡Escribir esto me inspira!
Soy impotente ante mucho más que sólo la comida en mi
vida. Soy impotente ante cómo las cosas son en el trabajo,
ante las conductas de la familia y amigos, sobre cómo se
comportan nuestras mascotas. Antes de entrar en estas
salas, me comportaba de forma impropia de una dama en
mi elección de palabras y acciones; a menudo me daba
atracones y comía en exceso mis alimentos disparadores.
Hoy cuando mi vida se encuentra en una situación de
Paso Uno, descubro la verdadera bendición de OA. No tengo
que elegir darme un atracón, usar laxantes o comer
compulsivamente. Puedo sentir lo que puede ser una parte
poco feliz de mi vida y enfrentarme a ella para hacerla
mejor. Lo hago utilizando mi literatura de los Doce-Pasos,
admitiendo que soy impotente ante la situación y
cuidándome a mí misma.
¿Cómo? Como comida más sana. Puedo ir a una reunión
presencial o por teléfono. Puedo compartir con mi madrina,
con una ahijada, o en un circuito de OA por internet. Hasta
que no reconozco, acepto y admito que es una situación de
Paso Uno y que soy impotente, no puedo actuar. Mi
bendición es que ya no necesito más comer por ello.
Trabajando el Paso Uno en muchos aspectos de la vida,
mantengo intacta mi abstinencia.
En cuanto a mantener mi abstinencia con un sistema de
apoyo, éste sería mi madrina, ahijadas, otros miembros de
OA, familia y amigos. Mi hija, nietas, marido, hijo, profesora
de música y muchos compañeros de trabajo me han
animado a menudo a no rendirme a lo largo de los años. Me
recuerdan cuánto trabajo mi programa cuando estoy en un
estado de mente “normal”. Me animan haciéndome saber
cuán a menudo mi fortaleza les ha hecho seguir adelante en
diferentes situaciones. A menudo me inspira su paciencia o
cuando me pasan mis libros de los Doce-Pasos, bien sea la
revista Lifeline o el Libro Grande.
Sin el Paso Uno y el apoyo de todas estas personas en mi
vida, honestamente no estoy segura de haber tenido la
abstinencia que me ha bendecido durante estos 16 años en
el programa de OA.

— Erie, Pennsylvania EEUU

¿Qué Es un Peso Saludable?

H abiendo sido una profesional de las dietas yo-yo, lo


más difícil ha sido saber y aceptar la cantidad de
comida y ejercicio que mi cuerpo necesita para
mantenerme alrededor del mismo peso permanentemente.
De todas formas, ¿qué es un peso saludable? Cuando
tenía un sobrepeso de 23 kg, decía que estaba en un peso
saludable pero era mentira. Mi lado anoréxico nunca está
satisfecho con lo delgada que estoy, así que lucho para
decidir lo que es un peso saludable.
He llegado a confiar en los compañeros miembros de OA y
en las tablas de peso y medidas para decirme si estoy sana.
Mido 163 cm y peso y me mantengo en unos 59 kg. A los 40
años, parece que es un peso adecuado para mí. Sigue sin
gustarme. Preferiría pesar 57 kg o menos, pero he estado
ahí y no parecía ni me sentía saludable.
Cuando peso más de 61 kg, me siento gorda y letárgica.
Me peso una vez al mes para ser honesta respecto a mi
peso. Cuando veo que el peso aumenta, sé que es el
momento de hacer un inventario de mi comida y empezar a
reducir un poco. No restrinjo mi comida ni me sirvo por
segunda vez. No tomo dulces porque soy impotente ante el
deseo una vez los dulces están en mi sistema. Como comida
real, simplemente en cantidades más pequeñas. Puedo
asistir a picnics y comer en restaurantes porque tengo un
plan para lo que comeré, y pido a Dios la fortaleza para
seguirlo tan imperfectamente como pueda. He aprendido a
centrarme en la gente de mi alrededor, no en cuánta
comida puedo comer.
Para mantener mi abstinencia en el trabajo, desayuno
antes de ir, y me preparo la comida y la como (es fácil
empaquetar la comida y luego salir convenientemente a
comer pensando que guardaré mi comida preparada para
mañana). La mayor parte de mis compañeros de trabajo
saben que soy un miembro de OA, y respetan mis
limitaciones porque saben que soy muy seria acerca de mi
programa. No me ofrecen comida. Siempre digo: “no
gracias”.
Algunas veces, cuando empiezo a sentir lástima por mí
misma porque no voy a comer algo que hay delante, cojo
uno, lo envuelvo en papel de cocina, lo aplasto y lo tiro. Esto
me ayuda a sentir como si hubiera tenido mi parte y ¡he
luchado con la enfermedad con mis manos vacías!
Lo más difícil en el trabajo son las reuniones de la oficina.
La compañía compra comida para todos, y todo el mundo
come durante la reunión. Podría participar si el horario de la
reunión coincidiera con mi hora de comer, pero no es así.
Mis compañeros comen tres horas después de que yo he
comido y tres horas antes de mi hora de cenar. Ya que como
tres comidas al día sin nada entre medias, no puedo comer
con ellos porque no es mi hora de comer.
Si el olor de la comida se hace demasiado agobiante, me
tomo un caramelo sin azúcar, y siempre tengo mi agua. Si la
reunión con comida me altera demasiado, puedo llamar a
un miembro de OA o ir a una reunión después del trabajo
para que me ayude a superarlo.

— Woodsboro, Maryland USA EEUU

En el Campo

C omo comedora compulsiva anoréxica, sigo un rígido


plan de comidas en cantidades y horarios de comidas. A
menudo esto funciona bien para eliminar la causa de mi
obsesión, si he comido la cantidad correcta. Defino la
abstinencia como “hacer lo que es mejor para mí”. Esto a
veces entra en conflicto con mi plan de comidas.
Mi trabajo como profesora es sedentario, pero tres veces
al año llevo a los estudiantes a un día de trabajo en el
campo. Esto supone llevar un equipo pesado por terrenos
difíciles, correr por el lugar dando instrucciones a los
estudiantes o apartar animales curiosos y cavar en el suelo
para crear vibraciones sísmicas. Puedo conducir también
por primera vez en meses (no tengo coche).
Antes de OA estaba en un viaje de campo sentada en una
roca llorando; me había quedado sin energía. ¡Había traído
menos comida incluso de la que comería en un día sin salir
al campo! En posteriores viajes al campo, traía una barrita
dulce; pero llenaba mi cabeza antes que mi estómago.
Llevaba comida extra, pero luego casi me dormía
conduciendo un minibús lleno de estudiantes. Me ha
costado 10 años en OA darme cuenta de que la parte más
difícil de un día de campo es la primera: cargar el equipo,
supervisar el lugar y preparar los instrumentos. Así que un
desayuno mayor y un tentempié a media mañana son las
claves para un día abstinente.
La flexibilidad acerca de cuándo comer y la asertividad al
decir comeré ahora son esenciales. Cuando mi alimentación
no es correcta, me canso, me vuelvo mandona y
descuidada; los muchos pequeños problemas del trabajo de
campo me frustraban. Habiendo comido de forma
apropiada, me doy la oportunidad de ser paciente, fuerte,
capaz de animar e incluso sentirme científicamente
inspirada, en resumen, para hacer mi trabajo
correctamente. Es bueno para mí escribir esto para gente
que comprende qué milagro es esta recuperación.

— Birmingham, Reino Unido

Prevenir la Recaída

H e estado absteniéndome en OA durante más de once


años, y manteniendo una perdida de peso de 55 kilos
durante diez de ellos. A pesar de que ninguno de
nosotros está curado, y de que siempre está presente la
amenaza de una recaída, el milagro de OA es que la recaída
no es inevitable. OA nos ha dado a mí y a otros un modo de
vida que funciona.

Uno de los precursores más comunes para una


recaída es no asistir a suficientes reuniones.

Cuando por primera vez conseguí la abstinencia, sentía


miedo de recaer. Mi vida antes de OA había sido una
constante recaída con transitorios periodos de exitosas
dietas. Por fin había encontrado algo que parecía que
funcionaba y me daba miedo la gente que había recaído,
asustado porque sus problemas con la comida pudieran ser
contagiosos y me llevaran de nuevo al comer destructivo.
Como sabiamente apuntó mi padrino, no tenia que
preocuparme por si me contagiaban la enfermedad de la
compulsión por la comida, porque ya la tenia.
Mi padrino me dijo que en OA nos recuperamos mediante
el trabajo con otros comedores compulsivos, y eso incluye
aquellos que han recaído. Me sugirió que trabajar de cerca
con estas personas me ayudaría a aprender de sus errores
sin tener que repetirlos por mí mismo.
¿Cuáles son algunos de esos errores? Uno de los
principales causantes de recaídas es no asistir a las
reuniones suficientes. He observado que aquellos que
acuden siempre a las reuniones y prestan más servicios
tienden a recaer con menos frecuencia que los que no lo
hacen. Algunas veces hemos llegado tan lejos que hemos
pensado que ya estábamos curados y que no
necesitábamos más reuniones.
Otro error muy común es no usar alguna o varias
herramientas de recuperación, o no trabajar todos los
pasos. Una persona puede intentar apañárselas sin
comprometerse a prestar ningún servicio o sin hacer el
inventario de! Cuarto Paso. Trabajar todos los pasos y
utilizar todas las herramientas no garantiza una vida sin
problemas con la comida, pero no trabajar el programa
asegura todos esos problemas.
Ver a un amigo íntimo de OA pasar por esta dolorosa
experiencia es terrible. Una recaída se apodera de la vida,
con momentos llenos de esperanza seguidos de otros de
dolorosa desmoralización. Algunas veces parece que nada
va a poder parar eso. Pero las recaídas ceden, tarde o
temprano. Pueden acabar más pronto para aquellos
miembros que asisten a muchas reuniones de OA, pero
nunca acaban rápidamente.
Admito que soy impotente ante la comida, y eso incluye la
comida de otras personas también. No hay nada que yo
pueda hacer para garantizar que otros vayan a seguir
abstinentes, pero puedo rezar por ellos, hablarles, y
ofrecerme a llevarlos a las reuniones. Intento no dar ningún
consejo salvo cuando me lo piden, ya que sé cuánto me
fastidia que otros me den consejos a mí.
Esto es lo que hago para permanecer abstinente: cada
mañana, pido a Dios ayuda y entonces me tomo unos
momentos de paz y meditación. Llamo a mi padrino casi
cada día, y apadrino a varias personas.
Asisto a unas cinco reuniones de OA a la semana. Es fácil
para mí comer apropiadamente cuando voy a muchas
reuniones, y más difícil cuando no lo hago. Presto un
servicio en la reunión, que me hace ir siempre. Llamar por
teléfono, leer y escribir es más esporádico, pero a lo largo
de un mes uso todas las herramientas.
Como el mismo número de comidas cada día y pongo
especial atención al tamaño de las porciones. No como los
alimentos que me causan problemas, incluyendo algunos
que otros en el programa sí pueden comer.
Por la noche hago un inventario mental del décimo paso y
me recuerdo que mi trastorno es en tres niveles: físico,
emocional y espiritual. Entonces me pregunto a mí mismo
dónde estoy física, emocional y espiritualmente, para
detectar qué áreas de mi vida necesitan atención.
Mantengo un gran margen de seguridad en mi programa.
No quiero volver jamás al infierno de la comida compulsiva
y la obesidad morbosa

— Arlington, Virginia EEUU

Revisión de Mi Condición

H e escuchado a la gente hablar de la abstinencia


descuidada desde que estoy en el programa de OA.
Nunca presté mucha atención a esa expresión. Pensaba
que si alguien desarrollaba un plan de abstinencia, o se
hacía o no se hacía. Ciertamente éste era mi caso.
Ahora mi abstinencia se ha vuelto descuidada. No he
recaído, pero existe un peligro real de que lo haga. De
repente me he dado cuenta de que me tengo que tragar
algunas de mis palabras; ¡y ésas no están en mi plan de
comidas!
Me he visto cara a cara con mi impotencia. No quiero
admitirme a mí misma que aún soy impotente. Llevo en el
programa varios años, y debería estar haciéndolo bien. No
he estado haciendo las cosas que decía que no haría con la
comida, y por lo tanto no he roto específicamente mi
abstinencia. Sin embargo la obsesión por la comida ha
estado apareciendo de nuevo.
Yo siempre he estado esperando que la recaída, si ocurría,
vendría de repente, de golpe. Pero por el contrario, parece ir
deslizándose, poco a poco. Por un lado, eso es bueno,
porque con la ayuda de Dios puedo parar antes de que se
me escape de las manos, pero por otro lado, una recaída
progresiva puede ser más difícil de identificar.
El Libro Grande nos dice en el Paso Diez (p. 79) “…para
entonces se habrá recuperado el sano juicio. Si sentimos
tentación, nos alejamos como si fuera una llama candente.
Reaccionamos juiciosa y normalmente y percibimos que
esto ha sucedido automáticamente…”. Esta promesa me fue
concedida durante mucho tiempo, pero últimamente, he
descubierto que no ha sido así en muchas ocasiones.
¿Por qué se cumplió esta promesa en mi vida y luego, por
lo menos en un cierto grado, me ha sido arrebatada? Tengo
la respuesta en el siguiente párrafo: “No estamos curados…
Lo que realmente tenemos es un indulto diario que depende
del mantenimiento de nuestra condición espiritual…”.
Claramente, mi condición espiritual no debe ser la
adecuada.
He revisado las cosas que hacía cuando empecé a
trabajar el programa por primera vez y lo que hago ahora, y
me he dado cuenta de que he dejado de hacer ciertas
cosas. Por ejemplo, yo solía rezar diariamente; ahora lo
hago de vez en cuando. Aprendí a meditar y ahora rara vez
lo hago. Era estricta con mi plan de comidas y mi
abstinencia y ahora me he relajado. Escribía diariamente;
últimamente, sólo varias veces al mes. Solía leer literatura
del programa cada día, y ahora lo hago cuando tengo
tiempo, puede que una vez por semana. Supongo que de lo
que me estoy dando cuenta es de que lo que ahora hago no
es suficiente para mantener mi condición espiritual.
Yo tiendo a ver las cosas en blanco o negro: o estoy
abstinente o no lo estoy, o trabajo el programa o no lo
trabajo. Esto es falso. Estoy aún abstinente, según mi propia
definición, a pesar de que mi abstinencia no sea tan limpia
como me gustaría. He estado trabajando el programa, pero
no en el grado en que lo necesito.
Estoy todavía amadrinando y prestando muchos servicios,
y aún ayudo a aquellos que están sufriendo. Estoy aún
leyendo literatura, llamando por teléfono, escribiendo y
asistiendo a bastantes reuniones. Así que, ¿qué hago ahora?
Me reuní con mi madrina y escribí un plan de acción que
pensé que me ayudaría. Establecí unas metas razonables
para mí hacia las que trabajar, sobre todo en el área del
plan de comidas, escritura, lectura, meditación y ejercicio.
Mi madrina también me sugirió otro par de áreas para
trabajar en las que no había pensado. Hizo hincapié en que,
pase lo que pase ahora, y lo consiga o no lo consiga,
depende de Dios. Primero, debo rendirme totalmente a Dios.
Luego, necesito hacer lo que pueda para volver a estar bien
en el plano espiritual.
Espero con ilusión volver al estado en el que me
encuentro bien conmigo misma y volver a perder peso.
Cuándo y si lo lograré, el crédito por ello irá a Dios, mi Poder
Superior.

— San Antonio, Texas EEUU


Tapar el Dique

H ace tres semanas me descubrí en una recaída otra vez.


Mi comida estaba fuera de control, y me sentía como si
fuera a ahogarme en comida. Lo peor era que no tenía
idea de cuándo o por qué comenzó esto. Conscientemente
no tomé ninguna decisión de volver a usar la comida; sólo
sucedió. Pero había dejado de hacer mi trabajo de a pie y no
había ido a una reunión de OA en un mes debido a unas
vacaciones. Mi abstinencia estaba yendo tan bien que …
¿para qué necesitaba una reunión?

Ahora sé que la “comida controlada” de “sólo


uno” lleva a la comida descontrolada de muchos
más.

Lo que hice era como sacar el dedo de un agujero en una


presa. El agujero se hizo más y más grande y decidí que
estaba bien comer ciertos alimentos que no eran parte de
mi abstinencia. En otras palabras, mis alimentos
compulsivos. De repente, la presa estalló, y yo estaba
cubierta por comida.
La parte enferma de mí tomó el control. Tenía problemas
para recordar que tenia una enfermedad. Si podía comer
“sólo uno” de los alimentos compulsivos, pensaba, entonces
seguramente era un comedor normal. Ahora sé que la
“comida controlada” de “sólo uno” lleva a la comida
descontrolada de muchos más. Llega un momento en que
mi abstinencia se va y estoy de vuelta en mi enfermedad.
Esta recaída me asustó lo suficiente como para
recapacitar por qué no quería o no podía poner mi
abstinencia y mi programa en manos de mi Poder Superior.
Me pregunté: ¿qué tengo que perder pensando en que un
Poder Superior a mí misma puede liberarme de mi adicción
a la comida y devolverme el sano juicio? Mi respuesta fue:
perdería la comida, cómo quería comerla y cuándo.
Me di cuenta así de lo fuerte que es mi enfermedad. No
estaba dispuesta a renunciar a la comida y había decidido
que no me gustaba la nueva vida que mi PS me estaba
preparando. Comprendí qué enfermizo era decidir que no
quería recuperar el sano juicio porque pensaba que sabía
cuál sería el resultado. En realidad, no tenía idea de cómo
sería la recuperación. Sé que no puede ser peor que el dolor
y la locura de esta última recaída.
Recé por tener buena voluntad y decidí que no tenía nada
que perder, salvo el exceso de comida, si confiaba en que
mi PS podía y me volvería a la cordura. Estuve dispuesta a
volver a hacer mi plan de comidas diario y decírselo a mi
madrina.
En este momento, había estado en OA un año y no había
estado dispuesta a decirle a mi madrina mi plan de comidas
antes. Disfrutaba decidiendo lo que iba a comer justo antes
de mis comidas. Me di cuenta de que había sido muy
emocionante decidir qué comer en el momento mismo de la
comida, pero la voluntad de decirlo antes vino de mi PS.
Ha sido un año difícil. Después de mis primeros siete días
de abstinencia, recordé que había sido victima de incesto de
niña. Durante mucho tiempo usé mi dolor como una excusa
para comer en exceso, con el razonamiento de que
cualquier cosa era buena con tal de superar esos dolorosos
y terribles días.
Leer “Viaje a Través de la Decepción” del Libro Marrón, me
ayudó más de lo que soy capaz de expresar. Me enseñó que,
si quería ponerme bien, no podía usar el dolor de mi niñez
como una excusa para comer compulsivamente. La comida
no ayuda al dolor, lo entierra. Para recuperarme, debo sentir
todos mis sentimientos. Para hacerlo, he de estar
abstinente.
Estoy deseando llegar hasta donde sea para seguir
abstinente. Voy a reuniones de OA. Leo literatura de OA
cada día, y hablo con mi madrina cada noche. Todavía tengo
miedo a recaer, así que rezo a mi Poder Superior y continúo
entregándole mi voluntad y mi vida cada día.

— Athens, Georgia EEUU

Un Seguro de Viaje

A doro viajar y tengo la suerte de poder hacer muchos


viajes cada año. Como soy una comedora compulsiva,
viajar me ofrece retos extra en el camino de mi
recuperación.
En el pasado, un viaje era una excusa para darme un
atracón, y a menudo ganaba mucho peso mientras estaba
fuera de casa. Pero desde que trabajo el programa de
recuperación de OA, puedo viajar y mantener mi abstinencia
y mi peso. Me gustaría compartir algunos de los métodos
que me han funcionado:
Tener listas de reuniones y nombres de miembros de OA
con quienes contactar. Antes de salir de viaje, escribo a
la Oficina del Servicio Mundial (WSO) para conseguir una
lista de reuniones y contactos del área que voy a visitar.
Es siempre gratificante ver el programa en acción en
otros lugares y sentir el familiar abrazo de OA en un área
extraña.
Averiguar qué clase de comida voy a tener con
antelación. Si es una reunión de negocios, llamo para
preguntar si se va a incluir un desayuno o una comida, y
si es así, qué clase de comidas se van a servir. Si estoy
visitando a un amigo, educada pero honestamente hago
que sepa mis necesidades de comida antes de llegar.
Después de conseguir toda la información que puedo,
hago un plan de comidas con mi madrina. Algunas veces
este plan incluye la posibilidad de comer un poquito
diferente de como lo hago en casa.
Planear por adelantado los viajes en avión. Antes de
volar, pienso cuidadosamente en mis comidas. Casi
siempre llevo mi propia comida, y algunas veces mi
propia cena. De este modo me aseguro de que voy a
comer cosas que son sanas para mí. Si hay retrasos,
siempre puedo comer mis comidas a mi horario normal.
Si es posible, me preparo mis propias comidas. En
vacaciones, mi marido y yo intentamos estar en lugares
que tengan su propia cocina. Así, podemos tomar
nuestro propio desayuno “en casa” y llevar nuestra
propia comida para el picnic. Me ayuda a estar
abstinente y evita muchas comidas de restaurante. ¡Es
divertido!
Llevar literatura del programa. Llevo una provisión de
literatura de OA, en especial Lifeline, porque es pequeño
y fácil de guardar.
Mantenerme en contacto con mi madrina. Ella ha
recibido llamadas de sitios tan dispares… Algunas veces
concertamos una cita para la llamada y así estoy segura
de encontrarla.
Llevar un diario de comidas. Mientras viajo, anoto lo que
como y los sentimientos que afloran sobre la comida.
Cuando llego a casa le doy este diario a mi madrina para
que lo lea. Me gusta saber que alguien sabrá cómo
como, tanto los días en que estoy bien con la comida
como en los días que no estoy tan fuerte.
Ser flexible. Y esto me trae al último pero quizás al
aspecto más importante de viajar en abstinencia:
recordar ser flexible, es decir, aceptar situaciones con la
comida que están fuera de mi control. Necesito, sobre
todo, perdonarme a mí misma si como diferente de lo
que comería en casa.
OA me enseña a vivir en el mundo. A pesar de que no
puedo olvidar nunca que tengo la enfermedad de la
compulsión por la comida, he descubierto que puedo
experimentar el placer de viajar mientras sigo
recuperándome.

— Chapel Hill, North Carolina EEUU

Claro como el Cristal

E l año pasado tuvimos una reunión familiar en


Sacramento y fuimos al zoo y al museo. Tomamos un
picnic en el parque y mi suegra llevó varios pastelitos.
No tomé ninguno, pero después de que los demás comieran
todos los que quisieron, mi suegra me dio los que sobraron
y rápidamente los escondí en el coche.
Al día siguiente, durante el viaje a casa, los vi y se los
ofrecí a los niños para que los acabaran. Quería dar un
mordisco a uno (o diez), así que me quedé aliviada al ver
que se los comían (o eso pensaba yo).
Mi hijo pequeño comió la mitad del suyo, incluyendo la
crema, después lo sostuvo en su mano durante un rato, y al
final se durmió. El pastel cayó al suelo del coche. Cuando
paramos para descansar un par de horas después, le ayudé
a salir del coche y luego cogí el pastel del suelo, sucio, a
medio comer. En vez de tirarlo como quería hacer, lo
engullí.
Cuando conté a una amiga de OA esto, para mostrarle lo
enferma que continuaba estando, ella me contó una historia
acerca de una preciosa y cara copa de cristal que le
regalaron a ella y a su marido como regalo de boda. Era
demasiado valiosa como para ser usada cada día, así que
estaba guardada para las ocasiones especiales.
Un día, cuando estaba limpiando el polvo, sin querer dejó
caer sobre la copa un bol de cerámica barato y, sin poder
hacer nada vio a su preciada copa caer al suelo en mil
pedazos.
Ella vinculó ambas historias (mi abstinencia era el valioso
cristal y el pastel sucio el bol de cerámica). ¿Quería yo
romper mi abstinencia por un trozo de basura? Esta imagen
simbólica mental ha permanecido conmigo y me ha
ayudado en bastantes malos momentos. Por mucho que yo
quiera comer una cosa en particular, no vale la pena; mi
abstinencia es mucho más valiosa para mí como para
romperla tan descuidadamente.

— Susanville, California EEUU

Recuperación Demostrada por el


Tiempo

A las tres de la madrugada del sábado siguiente al día de


Acción de Gracias, no conseguía dormir. Me sentía fatal
a causa de los atracones que me había dado los días
anteriores, y tenía miedo. Durante algún tiempo he estado
preocupándome emocionalmente por una relación especial
que hay en mi vida y que no va como yo esperaba. Esta
relación había estado en mi mente constantemente, y había
sentido miedo por cómo iba a acabar todo aquello.

Cuando estaba creciendo, recuerdo que recurría a


la comida como consuelo cuando tenia miedo.

He estado en el programa seis años y estoy manteniendo


una perdida de peso de casi 157 kilos. Mi programa es
fuerte, pero durante esos pocos días no lo trabajé, y
tampoco confié en mi Poder Superior. Lo que he vivido ha
sido el mayor resbalón para mí, y trajo consigo un montón
de malos recuerdos.
Cuando estaba creciendo, recuerdo que recurría a la
comida como consuelo cuando tenia miedo. Como me
sentía inadecuado, la amenaza de fallar estaba siempre
presente. Llegué a OA pesando 260 kilos. Estaba en el paro,
divorciado y muy desesperado. Sentía que había fracasado
en todo en mi vida, especialmente como hijo, como marido
y como padre. No quería seguir viviendo, pero era
demasiado cobarde para hacer nada. No me llevó mucho
tiempo darme cuenta de que este programa era justo lo que
yo necesitaba, así que me rendí a él.
Mi Poder Superior y la amorosa y cariñosa gente de este
programa, me ayudaron a empezar a enfrentarme a esa
montaña de miedo que había construido dentro de mí sin
tener que volver a la comida para mantenerla.
Con cada reunión a la que asistía, con cada herramienta
que usaba, con cada paso que he trabajado y cada oración
que he rezado, he estado ganando en fortaleza y coraje. El
milagro de mi recuperación estaba empezando.
La comida es engañosa, astuta y poderosa. Volví a ella en
las pasadas fiestas de Acción de Gracias, para afrontar el
miedo que sentía. No me ayudó, claro, nunca lo hace, sólo
hace que una mala situación sea peor.
Finalmente me las he apañado para volver a esa especial
relación con mi Poder Superior y aceptaré el resultado, sea
el que sea. Siento un gran alivio, y mi abstinencia ha
retornado. Escribir este artículo me ha ayudado también.
Lo que sí se está haciendo más fuerte según progreso en
mi recuperación es saber que no importa cuánto dolor
pueda sentir o lo mal que parezca que van las cosas a
veces, porque mientras mantenga mi contacto con mi Poder
Superior y con este bello programa estaré bien sin importar
lo que pase. Esto ha estado cumpliéndose una y otra vez
durante mi recuperación.

— Racine, Wisconsin EEUU

Todo Está en los Pasos


A prendí la importancia de trabajar los Doce Pasos
sugeridos del programa de recuperación del modo más
duro. Cuando mi primer padrino en Alcohólicos
Anónimos me propuso que hiciera el cuarto y el quinto paso
para “limpiar la casa”, me negué.
“Soy un sacerdote Jesuita”, le dije. “Todo lo que siempre
he hecho desde que empecé a estudiar para ser sacerdote
ha sido ir a confesarme continuamente”.
Qué equivocado estaba. No quería admitir que mi adicción
física era sólo un síntoma de una profunda enfermedad
espiritual y mental. Durante cinco años fui un borracho seco
con un programa de dos pasos : 1) dejé de beber; 2)
presumí por ello. El evitar afrontar la naturaleza exacta de
mis errores me mantuvo atrapado en mis defectos de
carácter, y simplemente pasé del alcoholismo a comer
compulsivamente.
Llegué al punto de desear morir. El suicidio no era una
opción porque no creía que eso fuera a quedar bien en mi
expediente. Otro Jesuita, un alcohólico en recuperación, por
fin me inició en los Pasos Cuarto y Quinto como la llave para
alcanzar la cordura que el segundo paso promete. Trabajé
esos dos Pasos con él y alcancé una maravillosa sensación
de pertenencia a una hermandad formada por aquellos que
están en recuperación.
Trabajar el Cuarto y Quinto Paso me ayudó a reconocer
que era un ego-maníaco con un complejo de inferioridad. En
otros programas de Doce Pasos, me enfrenté a los orígenes
de mi depresión y baja autoestima compartiendo
experiencia, fortaleza y esperanza con otros hijos adultos de
alcohólicos. En mi primer aniversario de programa, le dije a
un amigo lo agradecido que estaba porque mis sentimientos
de inutilidad y autocompasión estaban empezando a
desaparecer, a pesar de que yo seguía teniendo un
sobrepeso de 24 kilos que había ganado durante mi
depresión.
Creo que esperaba que mi compañero me diera un
golpecito en la espalda, me dijera que no tenía tan mal
aspecto, y me diera la última y maravillosa dieta que había
seguido. En vez de eso, él dijo, “ve a Comedores
Compulsivos Anónimos. Ellos entienden de comer
compulsivamente”.
Me resistí durante una semanas pero un atracón en el Día
del Trabajo me demostró que era una locura pensar que
podía curarme por mí mismo. Dos días más tarde fui a mi
primera reunión de OA y empecé a trabajar los Pasos de
nuevo con un nuevo grupo de compañeros que sufrían.
Después de dos años he compartido el Quinto Paso dos
veces y planeo hacerlo de nuevo. He perdido 20 kilos. Y lo
que es más importante, he ganado algo de sabiduría y
serenidad que me permiten vivir la vida en sus propios
términos.
Una de mis principales convicciones sobre los Pasos es
que hay diferentes formas de trabajarlos. Después de todo,
si cada uno podemos tener un Dios de acuerdo a nuestro
entendimiento, ¿no podemos también trabajar los Pasos de
igual forma?
A algunas personas les gusta ver los Pasos como algo
médico: los tres primeros son “cuidados intensivos”, los
Pasos Cuatro a Nueve son “tratamiento ambulatorio” y
entonces estamos lo suficientemente sanos como para
trabajar los últimos Pasos por nuestra cuenta. Otros ponen
un énfasis especial en trabajar los Pasos en orden. Una vez
escuché a alguien decir que trabajar el Primer Paso es estar
en la Primaria, y que esos que trabajan los Doce Pasos se
convierten en graduados de la “escuela de recuperación”.
Según este modo de pensar, el Primer Paso es algo que
profundizamos y profundizamos cuanto más viajamos en la
recuperación.
Mi imperfecta experiencia en la recuperación me dice que
lo mejor para mí es ver cómo trabajando los Doce Pasos,
todos a la vez, avanzo hacia la salud y la felicidad. En otros
grupos proponen volver al Primer Paso para comenzar de
nuevo pero a mí eso me parece que es porque he fallado.
Somos propensos a sentir que hemos fallado en los Pasos
más avanzados y que hemos sido enviados de nuevo al
primero para aprender una lección que no deberíamos
haber olvidado; o, pensamos que somos enviados a la
casilla de salida de nuevo perdiendo todo aquello que
creíamos que ya habíamos avanzado.
Para mi funciona mejor pensar que cada Paso es un apoyo
para todos los otros, así que no me desmoralizo cuando
descubro que necesito más de la sabiduría que encierra el
Primer Paso para lograr avanzar en el Noveno Paso, por
ejemplo.
El Primer Paso me sirve como la gasolina a un coche: me
ahogo regularmente en la sensación de impotencia, así que
tengo que detenerme de tanto en tanto para surtirme de la
idea de que nunca me libraré de las “cadenas del ego” para
evitar sentirme autosuficiente para mi recuperación. El
Primer Paso es la base de todos los Pasos, incluso cuando no
soy consciente del apoyo que me ofrece.
Los Pasos Dos al Nueve me parece que han de trabajarse
de dos en dos. Por ejemplo, creer en un benévolo Poder
Superior (Paso Dos) me capacita para ponerme al cuidado
de ese Poder Superior (Paso Tres). Un inventario moral (Paso
Cuatro), me permite admitir la naturaleza de mis faltas
(Paso Quinto). Estar dispuesto a cambiar (Paso Seis) me
permite liberarme de mis defectos (Paso Siete). La lista de
aquellos a los que he dañado (Paso Ocho) me guía a decidir
cómo hacer enmiendas (Paso Nueve). Cuando trabajo el
primer paso de estas parejas, lo hago sabiendo que hay una
continuación en el paso siguiente.
Los tres últimos Pasos son muy especiales para mí. A
pesar de que creo que es mejor trabajar los Doce Pasos en
orden, no veo cómo podría haber retrasado el hacer estos
tres últimos hasta haber hecho todas las enmiendas y
pedido todas las disculpas que me pide el Paso Nueve.
El Décimo Paso es algo que hice diariamente desde el
primer día. Me animaba el hecho de tener mis asuntos
corrientes claros y en orden, para poder así ir “limpiando los
restos del pasado”. Del mismo modo, no podía trabajar
todos los Pasos de forma sana sin un contacto diario con mi
Poder Superior. Uso cada Paso como tema para meditar y
rezar. Sé que este es un programa espiritual, y cada paso es
espiritual si permito que la luz del Paso Once ilumine el
resto.
La primera parte del Paso Doce parece confirmar mi punto
de vista: cada Paso contribuye a mi despertar espiritual. No
quería esperar a terminar de trabajar todos los Pasos para
compartir con otros la alegría de la recuperación, del mismo
modo que no me gustaría que otros esperasen. Como
descubrió Bill W. ayudando al doctor Bob., llevar el mensaje
es esencial para la recuperación. Para mí, cada persona que
comparte su experiencia en una reunión, está trabajando la
segunda parte del Paso Doce, incluso si sólo dice “necesito
ayuda” o “la comida me ha podido otra vez’”.
Entender cómo los Pasos han trabajado juntos en mi
recuperación no significa que cojo uno y elijo entre ellos,
sustituyendo uno que no me gusta por otro que sí me gusta.
Reconocer cómo todos ellos trabajan juntos me ayuda a
hacer lo que más necesito para mi recuperación.

— Syracuse, New York EEUU

Una Fórmula para Vivir

P or la gracia de Dios, he vivido cinco años y medio de


limpia y clara abstinencia. Para una persona que no
podía aguantar sin darse un atracón más de tres horas,
esto no es nada más que un milagro.
Al entrar en el programa, acepté el Primer Paso por
completo. Todavía lo hago. Sé con todo mi corazón que soy
impotente ante la comida, y que tomar un primer bocado
compulsivo me devolverá a una vida marcada por la
desesperación, la baja autoestima, poca salud y un cuerpo
gordo.
Más impresionante aún que el regalo de la abstinencia es
el hecho de que ahora vivo tranquilamente sin comer en
exceso. Todo el mérito de eso corresponde a los restantes
Once Pasos del programa de Doce Pasos de OA.
Durante años parecía como si no pudiera llenarme, no
importaba la cantidad que hubiera comido. He llegado a ver
que ninguna cantidad de comida podría llenar nunca el
vacío que tenía; era un apoyo espiritual lo que yo
necesitaba. Trabajando los Pasos, he conocido un Poder que
reside pacíficamente en mí. Verdaderamente es un regalo
de los Doce Pasos.
Junto a los Doce Pasos, hay otra guía que tengo como una
pequeña fórmula que mi padrino me dio: A + R = R, es
decir, que los acontecimientos, sumados a mi reacción ante
ellos, dan lugar a un resultado.
Antes de que comenzase mi recuperación, reaccionaba a
casi todo con atracones. Las relaciones, trabajos,
vacaciones, problemas de salud, etc., me enfrentaba a
todos con mi manera compulsiva de comer. Y el resultado
era siempre el mismo: remordimiento, miedo y dolor.
La fórmula A + R = R, me enseñó que necesitaba
aprender reacciones sanas ante la vida y sus
acontecimientos. Hoy, la oración es mi principal reacción
ante los inciertos acontecimientos que me suceden. Está
seguida de acción, que puede ser llamar a mi padrino, ir a
una reunión, escribir, esperar o hablar con la gente
implicada en aquello que me está ocurriendo.
Cuando sigo la fórmula, me siento positivo ante el
resultado. Ahora, resuelvo los problemas usando las guías
que me da el programa y siguiendo la fórmula que me dio
mi padrino. No significa que no pase momentos difíciles,
pero siempre tengo herramientas para afrontar lo que la
vida me depara.
Estar abstinente, delgado, sano, y lleno de vida es el
resultado directo del programa de OA. Está enseñándome a
permanecer en la luz, donde el sustento que necesito está
siempre a mi alcance.

— Corona del Mar California EEUU

El Método Australiano

M i nombre es K. y soy una comedora compulsiva.


Aunque soy australiana, acudí a mi primera reunión de
OA en Chicago en 1981. Estaba en ruta hacia
California después de parar en Europa para recoger a mi
hermana.
Desgraciadamente para ella (ella no es una comedora
compulsiva) acabó acompañándome en los últimos meses
horribles de mi compulsión por la comida.
Solamente pensaba en comida. Tenía mal genio, era
mandona, ruda, egoísta y dominante. Era la hermana mayor
y me salía adelante con la mía. En nuestra última etapa del
viaje a través de EEUU, “nos” puse a dieta. Podíamos comer
solamente galletas saladas, queso y manzanas. Como era
yo la que conducía mi hermana no tenía elección;
sencillamente no la dejaba bajar del coche para comer.
Años más tarde me contó cómo se había escurrido dentro
de las tiendas cuando parábamos a por gasolina y se
tomaba algo para no estar enfadada todo el tiempo.
Cuando llegamos a California empecé a ir a reuniones de
OA otra vez. Gracias a Dios empecé mí abstinencia desde el
principio. Después de dieciocho días de continua
abstinencia, me sentía estupendamente. Estaba tan
orgullosa de mí misma que los buenos sentimientos no me
abandonaron durante meses. No quiero decir que no fuera
un trabajo duro o que no necesitara un enorme esfuerzo y
disciplina por mi parte, pero me sentía bien.
Al principio, utilizaba toda clase de trucos para evitar
comer en exceso. Establecí un horario estricto para mis
comidas. Desayuno, a las 7 de la mañana. No podía
levantarme antes porque tenía que comer tan pronto salía
de la cama (lo hago todavía muchas veces). La comida, a
las 12. Empezaba a mirar el reloj hacia las 11 convencida de
que me estaba muriendo de hambre, todo el tiempo
rezando pidiendo ayuda. La cena, a las 5 de la tarde;
algunas veces un poco más tarde, si me esforzaba en
cocinar lentamente. Hacia las 8:30 tenía que irme a la
cama, porque si tenía hambre otra vez, no sabía si podía
confiar en mi misma y no tomar ese primer bocado
compulsivo.
Más tarde cuando hubo pasado la obsesión con el horario
de comidas, me descubría pensando “comida” a horas poco
apropiadas. Usaba pequeños trucos para posponer el acto
de comer compulsivamente. Me decía a mi misma: “Bueno,
primero me tomaré una taza de café. Si luego sigo teniendo
hambre me tomaré algo”. Generalmente, después de
preparar y beberme el café, la compulsión por la comida
había pasado y me sentía bien. Tenía una colección de
frases parecidas almacenadas que empezaban por la
palabra “en este momento”. Por ejemplo: “En este
momento riega las plantas, toma un baño, llama a una
amiga, lava los platos, tiende la ropa”. Estas frases me
ayudaron realmente a aprender autodisciplina.
Otra gran ayuda para mí fue identificar las emociones y
situaciones que disparaban mi compulsión. Dividí una hoja
en tres columnas, en la primera escribiendo cuándo me
apetecía comer, en la segunda cuáles eran mis sentimientos
en ese momento, y en la tercera qué clase de defectos de
carácter pensaba que habían provocado la situación. Por
ejemplo, cuando tenía visita o cuando asistía a reuniones
sociales me sentía mal, y veía mis defectos de carácter
como el egocentrismo. Mi lista seguía y seguía.
Después de estudiar mi lista vi que “sentirme incómoda”
sucedía después de cada una de esas situaciones. Desde
entonces, cuando pensaba que tenía hambre en una
situación que me hacía sentir incómoda, me decía a mí
misma que no era hambre lo que estaba sintiendo, sino
incomodidad. Y sabía que la comida no la curaba. Luego
elegía: o bien podía evitar esas situaciones, o bien, poco a
poco, trabajando los pasos, podía mejorar mi autoestima y
aprender a manejarlas.
Y, ¿adivináis qué? He estado abstinente durante cuatro
años seguidos. La obsesión por la comida ha desaparecido,
las compulsiones son pocas y con mucha separación entre
ellas, y gracias al programa de OA y a los amigos de OA,
tengo las herramientas para manejar los problemas cuando
aparecen. Mi experiencia me ha enseñado a no desestimar
nunca mi necesidad de reuniones y el contacto con otros
miembros.
Y lo mejor de todo, cuando estoy abstinente, sé que estoy
mucho más cerca de Dios.

— Tweed Heads South, Australia

Por fin, la Abstinencia

D urante los últimos nueve meses, he conseguido una


abstinencia estable después de luchar en OA durante
más de nueve años. Una gran parte de esa abstinencia
consiste en mi proceso de rendición, que significa que
planeo mi comida para el día, lo escribo y se lo leo a mi
madrina. Llego a donde sea para mantener mi compromiso
diariamente. Los miembros de OA algunas veces dicen que
mi abstinencia y mi programa de recuperación suenan como
una dieta, pero mi plan de comidas es diferente a cualquier
cosa que haya experimentado en mis días de dieta.
Cuando hacía dieta, mi obsesión diaria era poner las
mínimas calorías posibles en mi cuerpo y liberarme del resto
por medio del ejercicio. Desde luego, esta conducta ponía
mi cuerpo en el modo de ayuno y me mantenía
constantemente deseando comida, lo que me llevaba a un
atracón. El atracón causaba sentimientos de remordimiento
profundo, y yo restringía más aún mi comida.
Eventualmente, recurría a elecciones más severas para
restringir mi ingesta de calorías, incluyendo drogas sin
recetas y compradas en la calle, diuréticos, laxantes,
cigarrillos y cafeína. Mi enfermedad me hacía descender por
una dolorosa espiral de inutilidad, desesperanza,
desesperación, impotencia y angustia.
Hoy, gracias al programa de OA y a mi Poder Superior, ya
no vivo de esa manera. Sigo un plan de comidas prescrito
para mí. He tratado de seguir un plan de comidas que yo
misma planeé, pero aprendí lenta y dolorosamente que mi
enfermedad regulaba mis intentos para dictar lo que
necesitaba comer. Otros planes de comidas me causaban
problemas porque me permitían “alimentos libres” (que
disparaban mi adicción al máximo) o me permitían mis
alimentos compulsivos (que me mantenían en el fenómeno
del ansia).
Como el volumen es un problema para mí (significando
que puedo darme atracones con cualquier cosa, incluso
vegetales crudos), una parte importante de mi plan de
comidas es pesar y medir las raciones. Al pesar y medir,
rindo la cantidad que como. De la misma forma, mi plan de
comidas ha eliminado mis alimentos compulsivos, lo que me
permite el milagro de una vida sin ansias.
He tenido que dejar algunas viejas costumbres para
seguir este plan de comidas. Ya no puedo comer de forma
espontánea. Es más problemático y mucho más inseguro
para mí tratar de comer fuera que si preparo las comidas yo
misma. Fiestas y cenas, aunque posibles, son de alguna
forma estresantes y generalmente incluyen preguntas
embarazosas que parece que no puedo responder
adecuadamente. Asimismo, planeo y empaqueto mis
comidas cada día, lo que requiere tiempo y esfuerzo. Sin
embargo, cuando planeo mi comida, la comprometo y vivo
mi día sin pensar sobre ello, es casi como si la comida se
cuidara de sí misma.
Para permanecer cuerda y conectada espiritualmente
debo trabajar un programa de recuperación rigurosamente
honesto. Reuniones, contacto diario, oración, meditación y
trabajo de Pasos son esenciales para mantener mi
abstinencia. Recuerdo siempre que mi plan de comidas sería
solamente otra dieta y sería incapaz de mantenerlo sin
trabajar mi programa de OA. De esa forma, Dios y el
programa de OA me han devuelto el sano juicio.
Hoy, trabajar mi programa parece fácil, y estoy
agradecida por la facilidad y confort que mi abstinencia me
trae. Si Dios quiere, no necesito hacer dieta nunca más, un
día a la vez.

— Anónimo

Abstinente en el Infierno de los


Pasteles

U na ventaja añadida de mi nuevo trabajo es que mi


compañía me envió a París para formarme. Mis amigos
y parientes bien intencionados me inundaron con
consejos sobre cómo controlar mi comida mientras probaba
las exquisiteces locales (la mayoría de las cuales no tomo
en mi abstinencia actual). Me entraba el pánico acerca de
mantener mi abstinencia en medio del “Infierno del Dulce”.
Afortunadamente, mi tiempo en programa y las charlas con
mi madrina me ayudaron a desarrollar un plan para seguir
abstinente. Me sentía en casa con alimentos abstinentes en
mi maleta y una lista de reuniones.

OA y Los Doce Pasos son un idioma Universal.

Lo primero que hice fue encontrar una reunión de OA de


habla inglesa. Cuando entré en la primera reunión, el
sentimiento de que estaba en casa me inundó. Noté una
hermandad instantánea. Mis nuevos amigos hablaban de
recuperación, abstinencia, los Doce Pasos, vivir un día a la
vez, Dios, la falta de recién llegados, las relaciones, todas
las cosas que discutimos en mi grupo base. Me recibieron
con los brazos abiertos y compartieron sus programas, sus
casas, sus comidas. La mejor que comí fue la comida
abstinente que compartí con otro miembro de OA en su
casa. Llamaba a estas personas cuando necesitaba apoyo, y
me decían lo mismo que me hubieran dicho mis amigos en
casa.
Por esta Hermandad y la amabilidad de la gente que
conocí, volví a los Estados Unidos con exceso de peso sólo
en mi equipaje. OA y los Doce Pasos son un idioma
universal.

— Los Ángeles, California EEUU

El Regalo de la Abstinencia

L s últimas fiestas fueron mis primeras abstinentes.


Fueron también las más agradables, debido en su mayor
parte a las reglas de recuperación que creé para
proteger mi abstinencia. Aquí están mis reglas.
Tengo x dinero para gastar en las fiestas. Incluye
regalos, tarjetas, comida navideña, papel de regalo,
todo. No gastaré un dinero que no tengo con regalos
para personas que no quiero. Daré detalles de mi amor y
muchas tarjetas. Gastar en exceso es estresante, y el
estrés lleva a comer en exceso. Les diré a todos que este
año no voy a comprar regalos. Les doy la oportunidad a
ellos y a mí de no quedar en deuda.
Si alguien me compra un regalo, le diré “gracias” sin
disculparme por no tener alguno para corresponder. En
vez de eso le daré el regalo de ver cuánto aprecio su
amabilidad.
No permitiré alimentos no abstinentes en mi zona de
vida. Pediré a mi familia mantener esos alimentos en un
armario no abstinente, en los estantes inferiores del
refrigerador, o en sus propias habitaciones. Mi casa es
mi refugio, y no necesito ser expuesta a pornografía de
comida.
No me obligaré a estar en presencia de comida que me
hace sentir incómoda. Si me siento bien cuando otros se
dan gusto en premios festivos, estupendo. Pero si me
siento “con dudas”, me iré durante un rato. No montaré
un espectáculo; simplemente necesito “aire fresco”.
Llegaré tarde a las fiestas y me iré pronto. No me
quedaré demasiado.
Diré no a una fiesta o a una reunión cuando no me
siento fuerte en mi programa.
Llevaré comida abstinente a todas las reuniones de
fiesta con mucha para compartir.
Si alguien me ofrece alimentos no abstinentes, no
entraré en grandes explicaciones. Simplemente diré: “No
gracias, no tengo hambre en este momento”.
No beberé alcohol porque baja mis defensas ante la
comida. Seré el conductor asignado para aquellos a los
que amo.
Mantendré mi rutina de ejercicios durante las fiestas,
una enmienda en vida que me hago a mí misma.
Tendré tentempiés saludables y abstinentes en mi
nevera y despensa en todo momento.
Disfrutaré de mi familia y mis amigos estas fiestas. Las
fiestas no son para celebrar la comida; la comida se usa
para celebrar las fiestas. Me daré a mí misma el regalo
de la libertad de comer comida poco sana.

— Anónimo

Tú También Puedes

A l principio de llegar a OA la abstinencia me eludía. No


sabía que tenía que ver con lo que yo no estaba
haciendo. No estaba dispuesta a llegar hasta donde
fuera para dejar la comida.

Era una adicta a la comida que no podía parar de


darme atracones, purgarme o hacerme daño.
Nunca pensé que estaría abstinente.

Volví a la comida, vi miseria, y ella me conquistó. Toqué


otro fondo rocoso y esta vez recibí el regalo de la
desesperación. Sabía que no podía continuar así; estaba
dispuesta a hacer lo que hiciera falta para conseguir estar
abstinente.
El Libro Grande dice: “Medias medidas no nos sirvieron de
nada” (Alcohólicos Anónimos, 4ª ed., p.55). Qué cierto
resultó ser eso. ¿Qué hice para conseguir la abstinencia
después de año y medio en OA? Fui a 90 reuniones en 90
días. Busqué una madrina y empecé a trabajar los Pasos.
Admití que era una comedora compulsiva y una adicta a la
comida. Seguí mi plan de comidas y me mantuve alejada
del primer bocado compulsivo. Le pasaba mi comida a mi
madrina todos los días. Hice servicio llamando a recién
llegados y a miembros de OA y ayudando en las reuniones.
Leía literatura de OA y el Libro Grande. Cada día rezaba a
Dios pidiéndole el regalo de la abstinencia. Puse mi
abstinencia antes que nada, como la cosa más importante
en mi vida sin excepción. Medía y pesaba mi comida.
Escuchaba a otros que tenían una recuperación fuerte.
Cuando llegaba la compulsión de comer, actuaba. Decía la
Oración de la Serenidad, llamaba por teléfono, asistía a una
reunión o emprendía otra tarea para distraerme. Pasé los
primero días de abstinencia centrándome en no picar sólo
por hoy y usando los lemas “Esto también pasará” y “Un día
a la vez”. Cuando estuve dispuesta a hacer todas estas
cosas, rendí la comida a Dios e hice el Paso Tres. Dios me
dio el regalo de la abstinencia. Se hace más fácil cuanto
más tiempo estoy abstinente.
Cuando apoyo la cabeza en la almohada por la noche,
siempre que haya tenido un día abstinente, he tenido un
buen día. También, desde que he estado abstinente del
azúcar y carbohidratos simples, mis ansias han
desaparecido. Por la gracia de Dios, OA y las acciones que
he hecho, he estado abstinente desde el 29 de noviembre
de 2006. Ahora tengo un peso saludable. Era una adicta a la
comida que no podía parar de darme atracones, purgarme o
hacerme daño. Nunca pensé que estaría abstinente.
Pensaba que estaba acabada. Siempre seré una adicta a la
comida, y por eso necesito trabajar un programa fuerte un
día a la vez.
Necesito a Dios y a vosotros, la Hermandad de OA. Porque
no puedo hacerlo sola. Si pude conseguir la abstinencia
cuando tenía tendencias suicidas, estaba desesperada y
desesperanzada, tu también puedes.

— Sidney, Australia
CAPÍTULO TRES

La Búsqueda de la Abstinencia
 

Cambio Perfecto

E l Día de Navidad de 2001, celebré mi primer año de


abstinencia. Mi grupo había apoyado mi próxima
medalla, y me animaban a celebrar el éxito de mi
abstinencia en una reunión. La idea me preocupaba porque
me daba miedo perder mi abstinencia a causa de ello.
Nunca había sido capaz de renunciar a mis alimentos
disparadores en el pasado, y aquí estaba, un año sin ellos.
¿Era esto demasiado bueno para ser cierto? ¿Me sabotearía
a mí misma de alguna manera al compartir esto con el
grupo? Había hablado con otros miembros que sabían de
dónde venía yo. Mi madrina creía que tenía recuperación
que compartir y me animaba a aceptar esa medalla. Yo
estaba confusa.
Había algo más respecto a compartir en el grupo. Aunque
estaba celebrando una pérdida mantenida 11 kg, sentía que
todavía no había conseguido una abstinencia verdadera.
¿Me merecía decir que había estado abstinente durante un
año cuando sentía que no había conseguido la recuperación
física todavía? Como mi recuperación física no era perfecta,
no quería dar a los recién llegados y a otros miembros una
impresión equivocada de la recuperación. Con todas estas
emociones y pensamientos rondando por mi interior tuve
que escribir y rezar mucho también.
En las fiestas de Navidad experimenté lo que me gusta
llamar un cambio. Los había tenido antes y así es como Dios
me lleva al siguiente nivel del programa. Los cambios son
emocionantes; nunca sé cuando van a aparecer. Este
cambio me dio el regalo de la consciencia respecto a mi
comida. OA me había dado el regalo de la conciencia en
muchas áreas de mi vida, pero nunca le había dejado
llevarla a la hora de la cena. De repente, me di cuenta de
que nunca había permitido que mi forma de comer fuera de
una manera cuidadosa. No estaba dejando a Dios que
dirigiera mi humor, comida o cuerpo. Me di cuenta de que
tenía que empezar a hacerlo todo más despacio, desde
llegar a casa demasiado hambrienta como para tomar
decisiones sobre la comida, determinar las cantidades y
realmente comer.
Ha pasado menos de una semana desde que este cambio
ha sucedido, pero estoy asombrada de cómo escucho a Dios
en la hora de la cena. Un día a la vez, si continúo
escuchando y haciendo el trabajo de a pie, sé que Dios hará
lo que es mejor para mí. Él también piensa que es el
momento para mi de compartir mi recuperación.

— Anónimo

Una Meta Equivocada

L a abstinencia era mi meta número uno los primeros dos


años y medio de programa. Escuchaba a miembros
hablar con entusiasmo acerca de permanecer
abstinentes y de lo que había hecho por ellos. ¡Yo quería
eso! Desafortunadamente, mi abstinencia me eludía y era
breve. La tenía durante varios días sólo para verla
evaporarse. ¿Estaba haciendo algo equivocado?
La adicción a la comida era un concepto difícil. No podía
renunciar completamente a la comida, así que era difícil
encontrar y mantener mi abstinencia. Simplemente, si sólo
tuviera que llegar a OA, dejar de comer y luego empezar a
trabajar el programa, como hacen en AA. Sin embargo, eso
no sucedía. Sentía que si no estaba abstinente, entonces no
debía estar trabajando el programa. ¡Vaya ciclo tan vicioso!
Es muy malo que no pueda embotellar el pasado y
venderlo a los recién llegados que atraviesan la puerta.
Bueno, no tenemos que embotellarlo porque puedo
compartir con vosotros lo que he aprendido. ¿Qué he
aprendido con mis esfuerzos y tribulaciones al trabajar un
programa de Doce Pasos durante dos años antes de
encontrar una recuperación buena?
En mi corazón, sé que mi meta de la abstinencia era una
de fuerza de voluntad. La quería, sabía que la tendría y
sabía que otros la esperaban de mí. Pero no estaba en mi
poder porque me estaba apoyando únicamente en mi fuerza
de voluntad. Todavía quería seguir llevando la voz cantante
y controlarlo todo. Quería el programa a mi manera.
Afortunadamente, el programa de Comedores
Compulsivos Anónimos (OA) es mucho mejor que mi
programa. Usé las herramientas y contesté las preguntas
del libro de trabajo de OA, pero no apliqué los Pasos en mi
vida; solamente eran de boquilla. Sólo cuando cambié mi
meta de estar abstinente por vivir los Pasos conocí la
libertad de la obsesión por la comida.
Soy impotente ante mi abstinencia. En el momento en
que dejé de luchar por conseguirla fue cuando Dios entró y
se ocupó de mi adicción por la comida. La libertad era mía,
y ¡sé que puede ser tuya también!

— Bridgeport, Ohio EEUU

Levantarse de Nuevo

L a abstinencia no es algo que me llegara fácilmente.


Todavía lucho algunos días, incluso después de haber
estado ocho años en el programa. Siento que la
abstinencia no fue un momento luminoso ni ocurrió de la
noche a la mañana. Sucedió con un pasito de bebé cada
vez. Pude conseguir el plan de comidas que me mantiene
abstinente solamente por no rendirme.
Durante años intenté el método de o todo o nada, y nunca
funcionó. Seguí viniendo a las reuniones, a pesar de todo, y
escuchando a los miembros que llevaban varios años
abstinentes. Tomé sus sugerencias una detrás de otra, y
cuando vi que funcionaba, estuve preparada para probar
otra idea. Doy mucho mérito a aquellos que han venido
antes que yo y a mi madrina, que me ha empujado en la
dirección correcta.
No voy directamente a la comida. Utilizo las herramientas:
escribo, llamo por teléfono, voy a una reunión.
Generalmente me hacen llegar hasta el día siguiente. Este
es un programa de un día a la vez.
He conseguido mantener una pérdida de peso de 47 kg, y
no puedo imaginar lo que mi vida sería hoy sin este
programa. Mi lema favorito es: “Fracasar no es caer; sucede
cuando no te levantas otra vez”. Tengo que volver a
levantarme otra vez, o mi enfermedad gana.

— Baltimore, Maryland EEUU

Confesar

D espués de casi siete años en OA, estaba en negación


respecto a trabajar un programa de recuperación
“limpia”. Al principio no pesaba ni medía de forma
descuidada, pero poco a poco pasé a ignorar básculas y
tazas, pensando que podía calcular “a ojo” las cantidades
correctas. Comer fuera de casa se convirtió en una excusa
para comer en exceso, soslayar unas reglas e ignorar otras.
Estos saltos graduales a la no abstinencia se sentían como
arenas movedizas. Pensaba que podía volver otra vez al
camino.
Me estremecí cuando la moderadora de la reunión pidió
guardar un momento de silencio para rezar por aquellos que
sufrían la compulsión por la comida dentro y fuera de
nuestras salas. Pensé: “Ésa soy yo. Todavía estoy sufriendo
de esta enfermedad horrible que chupa y me atrapó porque
no me enfrenté a ella”. Bueno, yo utilizaba las
herramientas: reuniones, llamadas a mi madrina, los Pasos,
apadrinamiento, servicio en las reuniones y a nivel de
intergrupo, literatura, todo para convencerme a mí misma y
a otros de que estaba trabajando.
Algunas veces la voz interior me animaba a confesar y
decirle a mi madrina que había estado mintiendo sobre mi
comida. Casi nunca la medía ni a pesaba. Miraba algunas de
mis fotos de cuando tenía mi peso más bajo para ver la
diferencia de entonces a ahora. Trataba de engañarme a mí
misma para creer que mi comida seguía siendo abstinente a
pesar de mi conducta. Comprendí la frase “medias medidas
no nos sirvieron”. (Alcohólicos Anónimos, 4ª ed., p. 55)
El mes pasado recé pidiendo fortaleza y valor para
confesar todo respecto a mi comida. Dios respondió. Una
amiga que había dejado las salas hace años donó una caja
de literatura de OA. Tenía todos los libros excepto el de
recaída, y podía identificarme con muchas historias. Unas
pocas semanas más tarde, mi madrina estaba moderando
mi reunión regular del domingo por la mañana. Repartió
citas de literatura y pidió a los miembros que compartieran,
diciendo que el Poder Superior nos da lo que necesitamos
en un proceso tan aleatorio. Recuerdo pensar:”¡Sí, correcto!
Los milagros solían suceder en los primeros tiempos
también”. Mi fragmento decía: “La negación de la verdad
lleva a la destrucción. Sólo una admisión honesta ante
nosotros mismos puede salvarnos de nuestra forma
destructiva de comer”. (Los Doce Pasos y Doce Tradiciones
de Comedores Compulsivos Anónimos, p. 6). Pensé: “¡Ay,
Dios mío! Esto estaba planeado”.
Balbuceé unas pocas palabras sobre el tema, no sabiendo
qué compartir honestamente. Todo el día tuve presente lo
que pasó. Si eso no era una señal, no sabía lo que era. Al
día siguiente dejé en el contestador de mi madrina un
mensaje que parecía como una bendición porque ahora
podría llamarme para dejarme. Me sentía tan aliviada,
avergonzada y humillada cuando ella me llamó; ya no
importaba. Ella me guió con amor para hacer lo siguiente de
forma correcta día a día. Me reuní con mi madrina para
hablar sobre lo que había sucedido y pasar del Paso Uno
después de “confesar”.
Me compartió que un programa reciente en la TV le había
recordado mi situación. Un personaje de la obra quedó
atrapado bajo un coche en medio del desierto. Seguiría la
muerte por falta de agua o comida si la persona no
escapaba. A pesar del dolor extremo, fue necesario romper
un brazo para que el personaje sobreviviera y quedara libre.
Negando mi “forma de comer” me mantenía atrapada.
Volverme honesta era doloroso y humillante. Quería vivir,
así que tenía que quedar limpia. He estado abstinente
durante casi dos meses, con la ayuda de mi Poder Superior.
Cada día es más fácil, pero sé que ninguno de nosotros
tiene esto “curado”. Mi enfermedad está esperando y
vigilando, pero no puedo vivir en la negación si quiero
alguna oportunidad de mantener la abstinencia. Uno se
siente mucho mejor habiendo limpiado la comida.

— Anónimo

Ya no Más Policías de Tráfico

C uando llegué a OA, me costó mucho conseguir la


abstinencia. Tenía un crítico interior gritón a quien mi
terapeuta llamaba mi “policía de tráfico”. Esta figura
autoritaria masculina encerraba el abuso que yo había
sufrido ; controlaba mi autoestima e imagen corporal.
Cuando me miraba en el espejo, no podía ser objetiva
respecto a lo que veía. Sólo podía ver el monstruo interior,
la adicta avergonzada y aislada. Distorsionaba tanto la
percepción de mi aspecto que estaba convencida de que
era la persona más grande en el campus de la universidad
(una suposición absurda). Pensaba que todas las chicas
delgadas y broceadas me estaban juzgando y criticando.
Como una compulsiva del ejercicio físico con tendencias
bulímicas y la imagen corporal de una anoréxica, llegué a
OA para dejar de comer compulsivamente, para aceptar mi
cuerpo como era y dejar de odiarme a mí misma y tratar de
hacer dietas y darme atracones para conseguir otra silueta.
Quería ser normal, pero pronto aprendí que normal no era
una opción para mí. Había hecho míos los insultos y abusos
recibidos de mis parejas a lo largo de los años, y el policía
de trafico de mi cabeza se aseguraba de que siguieran
teniendo poder sobre mí.
Mi terapeuta dibujó una imagen del policía de tráfico y me
preguntó qué me gustaría decirle. Empecé gritando, “No es
justo que me esforzara tanto cada día en ser una buena
persona. He hecho todo lo que he podido para vivir la vida
de una forma correcta. Estoy haciendo todo lo que puedo
para recuperarme, para seguir adelante, pero tú estás
siempre ahí, impidiéndome vivir mi vida. Ya no te quiero
más. No tienes nada que hacer en mi vida”.
Esa no fue la última vez que oí al policía de tráfico o las
voces de mis abusadores, y no adoré mi cuerpo
mágicamente después de eso. Pero reconocer que esa voz
era parte de mi vida hizo sitio para mi Poder Superior. Poco
a poco empecé a mirar al espejo y no ver la imagen
distorsionada que pensaba que era yo sino la imagen de mí
misma como era. La encarnación de los poderes creativos
del universo y un reflejo del Poder Superior.
Tuve dificultades con el Paso Dos hasta que me di cuenta
de que las voces del abuso me impedían creer. Si me miro a
mí misma sin ojos acusadores, sé que soy parte de algo más
grande, esta Hermandad, los elementos, la tierra, el
universo. El policía de tráfico es aislador, pero OA me
devuelve de nuevo a la vida.
— Rohnert Park, California EEUU

El Momento en que Funcionó

A cudí a mi primera reunión de OA l 1 de Marzo de 1976.


Estaba desesperada. Durante muchos años, había
perdido un total de 45 kilos, pero últimamente había
recuperado 17… mientras estaba a dieta.

Pronto, si Dios quiere, estaré abstinente 16 años.


Cada día es un milagro.

Esa noche escuché que el único requisito para ser


miembro de OA era el deseo de dejar de comer
compulsivamente. Para ser sincera, yo no cumplía ese
requisito. Yo sólo quería estar delgada. Había aceptado que
estaba triste y asustada y que no podía hacer las cosas que
la gente “normal” parecía hacer tan fácilmente. No reconocí
la naturaleza emocional y espiritual de mi enfermedad en
ese momento, pero sabia que necesitaba ayuda con mi
trastorno físico.
Después de 18 meses, incluso vi cómo los planes de
comida trabajados en aislamiento en OA no eran más
efectivos que aquellos que había intentado sola. La gente
de mi reunión decía, “únete a los vencedores”. Me di cuenta
de que los vencedores eran aquellos que consideraban la
abstinencia como la cosa más importante de sus vidas y
que trabajaban los Pasos.
Al final, el 13 de Noviembre de 1977, llamé a una madrina
y le dije que estaba dispuesta a hacer lo que fuera
necesario. Ese “lo que fuera” consistió en comprometerme a
seguir un plan de comidas, no importaba lo que pasara. Este
compromiso me obligó a usar las herramientas y los pasos
para mantenerme abstinente. Las herramientas me
devolvían al camino y a un lugar en que podía trabajar un
Paso. A través de los Doce Pasos, mi Poder Superior hizo el
milagro: un cambio total de pensamiento y de motivaciones
tal como describe el doctor en el Libro Grande. No ocurrió
rápidamente. Dediqué muchas horas a las reuniones, al
trabajo y al servicio, pero el milagro comenzó. Para esta
comedora compulsiva no hubiera sido posible sin la
abstinencia de comer en exceso primero.
Desde entonces, OA, mi abstinencia y mi plan de comidas
han cambiado. No soy ya la misma persona que era, pero mi
trabajo en OA (las reuniones, los Pasos, las herramientas de
recuperación, la oración, la meditación) son lo que sigo
usando para vivir esta vida que me ha sido dada. Y
abstenerme de comer compulsivamente sigue siendo lo
primero.
No sé qué ocurrió el 13 de Noviembre de 1977. La mejor
descripción es que fue como un “clic”, como si se hubiera
encendido una luz. Mi sistema de creencias ha cambiado, y
he elegido seguirlo. Este primer compromiso con mi plan de
comidas no sólo me enseñó a tomar otros compromisos,
sino que también me dio el regalo del tiempo, tiempo para
trabajar los Pasos sin toda aquella desesperación, odio hacia
mí misma, y miedo de mi vida antes de OA. Pronto, si Dios
quiere, estaré abstinente 16 años.
Cada día es un milagro.

— Boulder, Colorado EEUU

Viviendo en la Solución

C omer compulsivamente me había consumido


completamente hasta que encontré el camino de OA. Mi
único propósito en la vida era comer, y al mismo
tiempo, buscaba desesperadamente una forma de controlar
mi peso.
No fue hasta que llegué a OA que mis insanos
comportamientos, pensamientos y sentimientos
comenzaron a tener sentido.

“¿Por qué no puedo cerrar la puerta de la nevera?”, me


preguntaba, cayéndome las lágrimas por el rostro mientras
devoraba sin parar la comida de arriba a abajo del
refrigerador. Quería saber por qué, los sábados por la noche,
cuando los amigos estaban fuera pasándolo bien, yo estaba
en casa, sentada frente al televisor comiendo con las dos
manos, a la velocidad del rayo. ¿Y qué me mandaba ir a por
una segunda, tercera y cuarta ración cuando quería parar a
la primera?
Cuando no estaba dándome atracones, estaba a dieta,
ayunando o visitando algún otro doctor, nutricionista o
acupuntor. Esperaba que ellos me mostraran el modo de
salir de la comida, la gordura y mi incesante remolino
mental y emocional.
No fue hasta que llegué a OA que mis insanos
comportamientos, pensamientos y sentimientos
comenzaron a tener sentido. Esa primera reunión hace unos
diez años me enseñó que no estaba sola. Había otros
muchos como yo que habían perdido la capacidad de elegir
cuando se trataba de comida.
Las personas de esa reunión comprendían mi dolor de
primera mano; lo habían vivido. Me ofrecieron un mapa que
me guiaba para vivir en la solución que da vida en vez de
en el problema.
“Encuentra una madrina y un plan de comidas que puedas
seguir”, me sugirieron. “Comprométete con una forma
planeada de comer. Asiste con regularidad a las reuniones.
Lee el Libro Grande, los Los Doce Pasos de Comedores
Compulsivos Anónimos (OA) y otra mucha literatura de OA.
Habla con otros por teléfono. Y sobre todo, trabaja a
conciencia los Doce Pasos”.
No podía imaginar que la recuperación hiciera más daño
que el tormento de mi compulsión, así que lo hice. En la
pasada década, he tenido altibajos: cambios de trabajo,
muertes, traslados, problemas de corazón y felicidad. En
resumen: vida. Pero pasase lo que pasase, me he
mantenido alejada de ese primer bocado compulsivo. He
seguido ese mapa para la recuperación lo mejor que he
podido, sólo por hoy. Y he encontrado que vivir en la
solución es el mejor modo de hacerlo, pase lo que pase.
Seguir este mapa me ha permitido lograr mis mayores
sueños: estoy sana, felizmente casada, y en paz conmigo
misma y con el mundo. Acabo de escribir y publicar mi
primer libro. El amor de mis amigos me acompaña. Espero
el futuro con optimismo. Viajar por esta carretera hacia la
recuperación me ha mostrado que hay un Poder Superior y
que este Poder Superior está presente en todas las áreas de
mi vida.
Pasan cosas buenas cuando sigo las directrices de nuestro
programa, mantengo mis pies con firmeza en el camino de
la voluntad de Dios y camino con la cabeza alta hacia lo
mejor que está aún por llegar.

— Corona del Mar, California EEUU

Confianza a Prueba

M i capacidad para estar abstinente ha sido puesta a


prueba duramente. Mi madre está decayendo física y
mentalmente, causando consternación en la familia y
en mí.
Parece no haber una solución que le permita tener el
mejor cuidado y a la vez mantenerla feliz. Para ella nada
está bien; sólo ve lo negativo.
Rezando por esta situación, me he dado cuenta de que
también yo podría empezar con facilidad a ver lo negativo.
Cuanto más rezaba, más me daba cuenta de que necesitaba
poner este problema en manos de mi Poder Superior. Pero
me piden que confíe en Dios de un modo que me asusta.
Quiero controlar lo que me pasa y lo que les pasa a aquellos
a quienes quiero. Pero no puedo hacerlo así en esta
situación.

Intentando confiar en Dios, han aflorado algunos


viejos y dolorosos recuerdos.

Intentando confiar en Dios, han aflorado algunos viejos y


dolorosos recuerdos. Mis sentimientos me estaban diciendo
que comiera, que así me sentiría mejor. En cambio, he
decidido hablar de mis sentimientos con alguien que sabía
que me escucharía sin darme un montón de consejos. Esto
me hace seguir abstinente más fácilmente.
Para mí no hay solución, amor ni bienestar que se pueda
encontrar en la comida. Nunca ha hecho que una situación
fuera mejor, sólo peor, porque sólo me desprecio a mí
misma por haber comido compulsivamente.
Cada día que estoy abstinente me da el coraje para
confiar en que Dios me ayudará un día más. En vez de
noches de insomnio y días llenos de preocupaciones, estoy
encontrando la serenidad. Hago lo que puedo por mi madre.
La he perdonado por el daño que me ha hecho, y me he
perdonado por el daño que le he hecho a ella.
He comentado con otros miembros de mi familia cómo
estoy pasando este trance, cómo usar los Doce Pasos de OA
depende de mi confianza en Dios. Los veo luchando con sus
propias tristezas por mamá y rezo por ellos, pero sé que no
puedo quitarles el dolor. Ni puedo controlar lo que les pasa,
ni tratar de que dejen de comer compulsivamente, ni hacer
que practiquen los pasos. Puede que ellos necesiten el
programa tanto como yo, pero han de decidirlo por sí
mismos.
Pero yo puedo encontrar la paz en mi falta de control. Dios
los ama tanto como a mí. Si ellos han de tocar fondo, Dios
estará allí para ayudarles también.
En cuanto a mí, mi única opción hoy es confiar en Dios y
seguir abstinente.

— Ellisville, Missouri EEUU

De Vuelta en el Juego

R ecientemente he recibido una llamada de teléfono en la


que me decían que un amigo estaba gravemente
enfermo y que podía no vivir mucho más. Esto
realmente me afectó, porque quiero mucho a mi amigo pero
nunca se lo he dicho y, de hecho, no he hablado con él
desde hace meses.
Cuando recibí esta noticia, estaba practicando mi adicción
a la comida e inicialmente comí por ello, aunque quisiera no
tener que decirlo. Pero entonces algo ocurrió. Mi Poder
Superior no dejaría que me aislara más.
Sintiéndome desesperado, escribí y envié una carta
expresando mi amor a ese amigo, algo que venía queriendo
hacer desde hacía mucho tiempo. Hice reparaciones por
aislarme a mí mismo y descuidar nuestra relación. En ese
momento yo no sabía si él estaría aún vivo para recibir mi
carta, pero fui capaz de dejar esto en manos de mi Poder
Superior.
En ese momento, recibí el don de la abstinencia.
Rápidamente supe que mi enfermedad en activo era lo que
me había impedido estar allí, y estuve finalmente dispuesto
a dejar que Dios eliminase este defecto de carácter.
Mientras tanto, mí amigo recibió mi carta. Me contestó y
fui a verle. Adoro el recuerdo de esa visita.
He decidido que a pesar de todo lo que pueda suceder,
voy a elegir siempre las relaciones antes que la comida. He
ido a dos fiestas desde entonces, y he sido capaz de
permanecer abstinente, centrándome en la gente en vez de
en la comida.
Una de las fiestas fue con algunos de los socios de
negocios de mi esposa. Aunque apenas conocía a nadie, lo
pasé bien. En vez de mi acostumbrado miedo, fui a la fiesta
pensando “esa es gente que puede que me guste conocer”.
Pero hubo un tiempo en que la idea de las relaciones
sociales me aterraba.
Tengo varias reuniones sociales a las que asistir, y estoy
rezando para que Dios me ayude a seguir yendo y
disfrutando de la gente en vez de la comida.
Estoy también trabajando mi relación con mi esposa. Es
realmente espeluznante. Pero nada es más espeluznante
que el mero pensamiento de recaer en mi trastorno de
nuevo, descuidando mis relaciones pero, esta vez, sin tener
una segunda oportunidad.

— Austin, Texas EEUU

Tomando Mi Medicina

M i obsesión por la comida empezó en mi sillita. Tengo


vagos recuerdos de mi madre alimentándome
mientras ella y mi padre discutían. Mientras la pelea se
agravaba más y más, y mi madre se iba poniendo más
nerviosa, ella empezaba a darme la comida más y más
deprisa. El mensaje que aprendí con esto fue que la comida
era el modo de hacer frente a todo.
Ese matrimonio se disolvió poco después.
Desgraciadamente mi compulsión no.
Encontré mi camino en OA en 1983 después de un
problema de cáncer. El programa me ayudó a vivir mi vida
plenamente y me dio un medio para enfrentarme al miedo
enseñándome a vivir sólo por hoy. Logré la abstinencia en
mi primera reunión, y en cuatro meses alcancé mi peso
perfecto. Me sentía de maravilla.
Mirando atrás, veo que estaba obsesionada con los
números. Contaba cada caloría y me pesaba y me medía a
mí misma en vez de hacerlo con la comida. Usé todas las
herramientas de recuperación, pero nunca pasé del Tercer
Paso. Necesitaba volver a la vida y pensaba que el estar
delgada ayudaría en este proceso.
Estar delgado no significa necesariamente estar sano. Por
dentro era la misma aunque mi apariencia hubiera
cambiado. Encontré trabajo después de casi un año de estar
en el paro. Excusándome en que estaba cansada, dejé de
asistir a las reuniones. Cinco meses más tarde recaí,
comenzando un descenso físico, emocional y espiritual al
infierno, que duró dos años. Me negaba a mí misma que
pareciera diferente, a pesar de que incluso estaba
recuperando el peso perdido, y más.
Dos veces en ese tiempo traté de volver al programa. Y
ambas veces no estaba preparada o dispuesta, así que
después de un par de semanas lo dejé.
En Mayo de 1991 toqué fondo. Volví a OA,
comprometiéndome a acudir a una reunión diaria hasta que
lograse estar abstinente otra vez. No había otro sitio al que
recurrir. Era “o lo haces o mueres”, literalmente
La primera semana de vuelta a OA fue excitante, y la
sensación de no estar fuera de control fue nueva y
liberadora. Ahora que no estaba comiendo constantemente,
mi pobre estómago podía decirme cuándo estaba realmente
hambriento. Pero yo seguía aún comiendo azúcares,
diciéndome a mí misma que necesitaba dejarlos poco a
poco. Después de una semana de reuniones, tenía que ser
sincera. Era el momento de estar limpia y sobria. Para mí
eso significaba nada de azúcar.
La segunda y tercera semana fueron muy difíciles. Estaba
abstinente pero también enferma por el “mono”: tensa,
enfadada y asqueada. Mi sueño se alteró, y estaba cansada.
La primera vez que vine a OA, la abstinencia había llegado
muy fácil y suavemente. Esta vez era una lucha. Aquellas
dos semanas me marcaron. Había sufrido por esta
abstinencia. No pensaba ahora estropearlo todo tan
alegremente.
Iba a las reuniones sintiéndome enferma y queriendo
marcharme, pero hacia el final de las reuniones los síntomas
desaparecían, empezando a comprender que las reuniones
eran realmente mi medicina.
Después de tres semanas así, pensé que ya estaba hecho,
y reduje mis reuniones a una por semana. Pronto me di
cuenta de que mi abstinencia estaba en peligro, y volví a
asistir a una reunión diaria, reduciéndolas en un momento
dado a tres a la semana.
Hoy hago 70 días de abstinencia. Soy madrina por
primera vez, y estoy recibiendo de mi ahijada mucho más
de lo que yo nunca podría dar. Estoy perdiendo peso muy
despacio, y me alegro. No tengo prisa. Ya no tengo báscula.
Según crezca cada día más fuerte y cuerda, el peso
desaparecerá.
Esta vez estoy en el programa por los Pasos. Estoy muy
agradecida de ser una comedora compulsiva en
recuperación.

— Fall River, Massachussets EEUU

El Indulto

Y o soy un fondo rocoso, la clase de comedora compulsiva


que se consume, ahora abstinente por la gracia de Dios.
Siempre que hablo en las reuniones, mi madrina me
recuerda antes que cuente mi historia del “yo casi muero”.
Es importante para mí mantener eso en la memoria y hacer
saber a la gente lo mal que se puede llegar a estar.
No voy a entrar en los detalles más macabros. Basta decir
que tenía al menos cinco problemas físicos muy graves
cuando volví a OA después de mi recaída, todos ellos
relacionados con comer compulsivamente y purgarme.
Cuando volví a OA, me llevó un tiempo llegar a estar
abstinente. El sexto intento fue el que produjo una
abstinencia duradera. Pienso que ocurrió no porque yo
estuviera finalmente dispuesta, sino porque la sexta recaída
casi acaba conmigo. Cuando dejé de vomitar, de
desmayarme, de ver y oír alucinaciones, y sentirme
deprimida hasta el punto de querer suicidarme, había
aprendido una cosa: si me diera un atracón otra vez, podría
matarme. No puedo permitirme ni el más mínimo desliz,
porque podría llevarme a una recaída fatal.
La primera vez que estuve en OA era una de esas que se
niegan a seguir un plan de comidas. A la edad de 22 años, y
en un estado poco avanzado de comedora compulsiva, no lo
necesitaba. Pero mi enfermedad progresó rápidamente los
últimos años. Hay comidas que entonces podía comer sin
riesgo y que ahora ya no puedo. Tengo que observar las
emociones y actividades relacionadas con la comida muy
cuidadosamente. No puedo permitirme los resbalones
ocasionales que tenía cuando llegué a OA por primera vez.
Ahora necesito mantener una sólida abstinencia para poder
sobrevivir.
Ya no siento la necesidad de rebelarme contra mi plan de
comidas. Cada noche después de la cena, anoto el plan de
comidas del día siguiente y se lo digo a mi madrina. Lo llevo
en una pequeña tarjetita. Si algo no está en el plan, no lo
como. He aprendido de dolorosas experiencias que no
puedo tomar decisiones acertadas acerca de la comida
cuando estoy hambrienta. Hago mi plan cuando tengo el
estómago lleno, y no me desvío de este plan.
Llevo totalmente abstinente 109 gloriosos días, cuando
escribo este articulo. He perdido 22 kilos y mi estado físico
ha mejorado mucho por no acarrear todo ese peso extra. Mi
salud es excelente. Los cinco problemas físicos
desaparecieron después de dos meses de abstinencia. Mi
estado emocional es mucho mejor también. En vez de estar
deprimida, exhausta y cínica, me siento jovial, llena de
energía y de esperanza en el futuro.
Al continuar abstinente, trabajar los Pasos, y usar las
herramientas de recuperación me doy cuenta de cómo
estaba de mal antes de volver al programa. Mi marido suele
decir que está viviendo con una persona diferente. Es un
milagro que nuestro matrimonio haya sobrevivido a la
depresión de mi enfermedad. Era una persona amargada,
enfadada y desgraciada desde hacia muchos años.
No estoy intentando sugerir que ahora todo es perfecto.
No he recuperado mi salud por completo, y de vez en
cuando me canso y mi sistema inmunológico está mal aún.
Cada catarro o virus que hay cerca de mí me atrapa y me
enferma. Pero ya no empiezo cada día con una migraña y lo
acabo con palpitaciones, preguntándome si sobreviviré un
día más o si quiero hacerlo. Por la gracia de Dios y el poder
de! programa de OA, me ha sido concedido el mayor de
todos los regalos: un indulto diario de la enfermedad mortal
de comer compulsivamente. Cualquier esfuerzo que
necesario para mantener esto, vale la pena.

— Wilmington, Delaware EEUU

Funciona Si Lo Trabajas

L a enfermedad de la compulsión por la comida es


engañosa, astuta y poderosa. Usa todos los medios
posibles para quitarnos nuestro programa y nuestra
recuperación, manipulándonos para que sigamos usando el
exceso de comida para sobrevivir. Nos mantiene en la
esclavitud de la comida, la grasa, el comer en exceso, y la
obsesión por nosotros mismos. La enfermedad nos separa
del mundo y cierra el camino a Dios.
Nuestra recuperación depende de la eliminación de la
comida compulsiva de nuestras vidas para que podamos
volver a abrir el camino a Dios y mantenerlo limpio. Sólo
podemos hacer esto por medio de la abstinencia.
Los Doce Pasos y Doce Tradiciones de Comedores
Compulsivos Anónimos (OA) se centra en la libertad de
comer compulsivamente. Creo que este concepto nos anima
no solamente a eliminar conductas como darnos atracones,
comer ciertos alimentos, o en ciertos momentos y lugares,
sino también a eliminar todas aquellas conductas que
tienden a llevarnos a comer compulsivamente, y aquellas
que nos permiten encontrar consuelo en la comida, sea en
exceso o en defecto.
A aquellos de nosotros que hemos recorrido un largo
camino emocional, espiritual y físico, pero que todavía
llevamos un exceso de peso (yo soy una de ellas), puedo
decir solamente que es la continua eliminación de los
comportamientos con la comida compulsiva lo que lleva a
una recuperación duradera de esta enfermedad.
Mientras tenga sobrepeso, estoy comiendo más de lo que
mi cuerpo necesita, y si estoy comiendo más de lo que mi
cuerpo necesita, estoy comiendo en exceso. Comer en
exceso lleva a comer compulsivamente, lo que puede
sacarme fuera del programa. Y algunos de los que dejan el
programa no encuentran nunca el camino de vuelta.
Tengo que tomar mi abstinencia seriamente. Todo el resto
de mi vida debe girar en torno a ella. Para mí, no hay otro
camino a la recuperación que aquel pavimentado con la
abstinencia y no hay otra guía para esa carretera que mi
espiritualidad. Las dos van mano a mano. No puedo tener
una sin la otra.
Si sigo con sobrepeso, sigue habiendo elecciones de
alimentos y comportamientos con la comida que no he
entregado todavía a Dios. Significa que no he enriquecido
mi vida espiritual lo suficiente para eliminar estas cosas.
Debo seguir eliminándolas si quiero una recuperación
duradera. No importa dónde esté en la recuperación o
cuánto pese, debo estar siempre dispuesta a dejar más de
lo que creo que necesito entregar, sobre todo en lo que se
refiere a la comida.
No, la delgadez no significa bienestar, pero tener
sobrepeso tampoco. Creo que puedo estar libre de la
compulsión y de la grasa. No hay nada a lo que tener
miedo. Dios me llevará allí si estoy dispuesta a renunciar a
la muleta del exceso de comida. Tengo que apartarme de mi
propio camino y dejar a Dios hacer el trabajo.

— Hickory, North Carolina EEUU

Una Lucha Que Vale la Pena

P ara mí la enfermedad de comer compulsivamente


comenzó con simples picoteos y atracones ocasionales.
A lo largo de los años, progresó hacia atracones diarios,
asaltos nocturnos a la nevera y todos los comportamientos
humillantes que se derivan de intentar satisfacer mi deseo
de más y más: coger comida de la basura, atiborrarme en
bufets, banquetes, comer con las dos manos (deseando
tener tres). Pero, por supuesto, “más” nunca era suficiente.
La tarde que hice una rendición incondicional a la
abstinencia y a un Poder Superior, no sentía otra cosa que
fe. Estaba llena de comida, llena de miedo, y sólo tenia la
frágil esperanza de que algún día podría vivir libre de la
comida y arreglar la incontrolable vida que comer
compulsivamente había provocado.
Durante los días en que me daba atracones, hubo veces
que no podía cerrar la puerta de la despensa o la de la
nevera por miedo a separarme de la comida. El
pensamiento de ir del desayuno a la comida, de la comida a
la cena y de la cena al desayuno sin comer nada entre
medias me parecía agobiante.
Ya entonces sabía que no podía continuar comiendo y
viviendo bajo el yugo de esta terrible enfermedad. Adopté
una abstinencia de tres comidas al día, sin repetir, sin picar
y sin alimentos compulsivos. Pedí a Dios que me ayudara a
cumplir con este compromiso pasara lo que pasara.
Comencé el proceso de enfrentarme a mi cuerpo, a mi
mente y a mis emociones como nunca antes lo había hecho.
Para mí está dolorosamente claro por qué una recaída
parece a veces más atractiva que enfrentarse a los
síntomas iniciales del “mono”. Al recuperar mi abstinencia,
recuerdo que lloraba al terminar mis comidas. ¡Quería más!
Veía a la gente “normal” tomar postres con total impunidad,
y muchas noches, estaba despierta en mi cama y la comida
me llamaba.
Algunas veces, cuando el deseo de comer era demasiado
fuerte, me daba una ducha, daba un paseo, o llamaba por
teléfono. Sabía que la única salida de la enfermedad era
evitar el primer bocado, con la ayuda de Dios. Estaba, y aún
estoy, dispuesta a llegar a adonde sea para recuperarme.
A menudo tenía que bajar el volumen de mi voz mental
que decía que estaba bien tomar “un poco de” comida.
Aprendí a reprogramar mi mente a través de la literatura de
OA y de las reuniones. Mis emociones durante ese tiempo
eran fuertes y variadas. Enfrentarme a las relaciones, al
trabajo, y al vivir diario se convirtió en un reto de minuto a
minuto.
¿Por qué aguanté esa angustia cuando sabía que la
comida podía calmar, mis pensamientos, mis sentimientos y
mi malestar físico? Porque quería estar mentalmente libre,
emocionalmente viva y físicamente sana. Tenía que creer
que estos síntomas de la renuncia no durarían siempre.
Esperanza y fe, aunque sólo fuera un poco, fueron las luces
que me guiaron.
Hace más de seis años que hice mi compromiso a la
abstinencia. Dios me apoyó en mi renuncia a la comida, me
dio la fortaleza para evitar ese primer bocado y me llevó a
una vida llena de muchas recompensas. No ha sido un viaje
libre de dolor, sin embargo la libertad que experimento ha
valido la pena todos los esfuerzos. No pude entonces, ni
puedo ahora, hacer este viaje sola. Necesito que cada uno y
todos vosotros caminéis conmigo.

— Corona del Mar, California EEUU

Es Una Elección Personal

D urante varios años, he estado luchando con la cuestión


de si el alcohol puede formar parte de mi plan de
abstinencia de la comida compulsiva. Nunca he
pensado en mí como una alcohólica. No encajo en mi
imagen de un alcohólico; ni siquiera me gustaba la palabra.
Sí, podría decir que abusaba del alcohol, pero ese abuso
ocasional no parecía nada comparado con mi diario abuso
de la comida.
La comida fue siempre mi droga favorita. Las relaciones
destructivas vinieron después. El alcohol ni siquiera iba muy
cerca como la tercera. Así que me convencí a mi misma de
que podía estar abstinente y beber ocasionalmente. Podía
controlarlo. Y la mayor parte de las veces lo hacía. Reduje
mi consumo de alcohol sustancialmente, reservándolo para
las ocasiones especiales.
Pero incluso después de cuatro años en OA mi abstinencia
de la comida compulsiva nunca duraba más de unos pocos
meses seguidos. Mientras que pensaba que era capaz de
manejar el alcohol, sabía que era incapaz de manejar las
consecuencias de haber bebido. Descubrí que cuando bebía,
abstenerme de comer compulsivamente y de las relaciones
destructivas parecía mucho menos importante.
¿Puede ser el alcohol parte de mi abstinencia? Creo que
no. No vale el precio de mi abstinencia. Nada lo vale.

— Loudonville, New York EEUU

Paso Crucial

H abía estado en OA casi tres años y había perdido 70


kilos. Mi relación con Dios era la parte más importante
de mi recuperación. Verdaderamente creía que Dios
estaba quitándome la obsesión por la comida.

Me sentía sin esperanza pero seguí asistiendo a


reuniones varias veces a la semana.

Entonces sucedió. La recaída. Empecé ganando un poco


de peso y pasé a consumirme por miedo a recuperarlo todo.
Expresé este miedo a muchos amigos de OA. Aunque
siempre estaré agradecida por su constante amistad
durante este tiempo de prueba, fui incapaz de aceptar su
ayuda.
El problema era que había dejado de creer en el Paso Dos,
y era totalmente incapaz de practicar el Tercer Paso.
Durante los tres años siguientes, recuperé mi peso inicial
más algo extra. Me sentía sin esperanza pero seguí
asistiendo a reuniones varias veces a la semana.
A menudo pensé en no volver, porque tenía miedo de que
los recién llegados me viesen y pensaran que el programa
no funcionaba. A pesar de todo, seguí yendo porque sabía
que OA y sus principios eran mi única esperanza de una
vida mejor.
¿Pero qué iba mal?
Finalmente, alguien sugirió que hiciera un inventario
espiritual. La semilla se había plantado. Durante semanas,
pensé en hacer ese inventario, pero no sabía cómo
empezar. Reuní el coraje suficiente para pedir a la persona
que me lo había sugerido si me podía dar unas directrices a
seguir. Creo que Dios puso esa persona maravillosa en mi
vida.
Seguí algunas de sus sugerencias y me asombré de la
cantidad de conflictos que existían entre mi Poder Superior
y yo. Cuando acabé mi inventario espiritual, me di cuenta
de que necesitaba renovar mi concepto de Dios y de lo que
Dios podía hacer y haría por mí. Hasta que hice este Paso,
fui incapaz de creer que un Poder Superior a mí mismo me
devolvería la abstinencia.
Fue duro para mí desarrollar mi propio concepto de Dios,
pero una vez lo hice fui capaz de dejar la comida extra, los
pensamientos de comida y mi miedo a morir a causa de mi
forma compulsiva de comer. He sido capaz de estar
abstinente durante nueve semanas sólo por hoy. Ahora
quiero estar abstinente más de lo que quiero comer en
exceso. Esto es verdaderamente un milagro de mi Poder
Superior, porque estaba casi segura de que jamás volvería a
experimentar la recuperación. Pero Dios puede y hará por
mí lo que soy incapaz de hacer por mí misma, mientras crea
que sólo Dios puede hacerlo.

— Leavenworth, Kansas EEUU

Abstinente y Libre del Tabaco

E n la base de mi trastorno está una incapacidad para


aceptarme tal como soy: 1,82 de altura, sin pecho,
zurda, piernas largas. Como hija de alcohólico, aprendí
el arte de odiarme a mí misma desde muy pronto. Mi
adolescencia fue muy dolorosa; a la edad de 15 años, la
comida era mi principal consuelo, y engañarme a mí misma
era mi pasatiempo favorito.
Siempre he sabido que era una comedora compulsiva.
También sabía que si bebía mucho, probablemente me
convertiría en alcohólica. Así que evité el alcohol, pero sin
embargo comía. Sobreviví la mitad de mi vida en el ciclo yo-
yo de pastillas y dietas, muy deprimida a menudo.
Comencé mí recuperación como comedora compulsiva al
mismo tiempo que mi padre alcohólico ingresaba en AA. Iba
a las reuniones de OA porque quería contribuir a la salud
familiar, no motivada por mi amor a mí misma. Durante el
primer año, continué comiendo compulsivamente (así que
durante mucho tiempo no conté ese año como parte de mi
recuperación), pero dejé mi adicción a las relaciones
destructivas y las drogas. Cogí una madrina, y trabajé los
pasos. Me entrené para comer sólo tres comidas al día, y fui
a todas las reuniones de OA que pude.
El segundo año, encontré una madrina muy estricta e
intenté un plan de comidas que ella me propuso. Me encogí
hasta pesar menos que cuando tenía doce años; me sentía
como una niña de nuevo. Mi menstruación desapareció
durante tres años. No tenia idea de que la anorexia fuera
parte de mi trastorno. Sólo a través del apoyo de los amigos
de OA encontré el coraje para abandonar la rigidez respecto
a mi comida.
Mis años en OA han sido de crecimiento personal. En ellos,
me he visto cara a cara con muchos miedos. Parecía que
detrás de un miedo había otro, un almacén inagotable de
terror que me mantenía enganchada a cualquier cosa que
me proporcionaba seguridad.
Mis mejores amigos eran los cigarrillos. Me llevó mucho,
mucho tiempo, reconocer que el fumar retrasaba mi
recuperación enmascarando mis sentimientos. Sabía que
estaba aún “en activo”, pero me aterraba volver a ganar
peso si dejaba de fumar. ¿Cómo podía, después de estar
tanto tiempo abstinente, dejar de fumar y arriesgarme a
perder el control?
Trabajando el programa de OA, y con la muy decisiva
ayuda de mi Poder Superior que eliminó mi deseo de fumar,
fui capaz de dejarlo. El milagro es que sólo he ganado siete
kilos, que tengo entendido que es lo que suelen ganar las
personas que dejan de fumar. A veces mi abstinencia era un
dos en la escala de uno a diez, pero nunca sucumbí a mi
tentación: el azúcar.
No puedo minimizar la experiencia de dejar de fumar. Fue
horrible, terrible a veces. Pero el programa de Doce Pasos lo
hizo posible. Una y otra vez me decía: “nadie dijo que fuera
fácil, pero es posible”. Necesitaba mis cigarrillos, lloraba sin
razón aparente, sufría ataques de ansiedad. Fui a un
montón de reuniones.
En Julio del año pasado, celebré siete años de abstinencia
en OA, mi cuadragésimo cumpleaños y un año sin
cigarrillos. Estoy muy contenta conmigo misma. Ésta es la
razón: me acepto a mí misma tal como soy, cuarenta años,
arrugada, soltera, una talla más, y ni siquiera un poquito
más rica. Me quiero. ¡Qué regalo me he hecho a mí misma!
Qué milagros han ocurrido con estas dos simples palabras:
“sigue viniendo”.

— Santa Cruz, California EEUU

El Trabajo De a Pie de la Abstinencia

C uando llegué por primera vez al programa de OA, le


pedí a mi Poder Superior el regalo de la abstinencia. No
la recibí en una bandeja de plata. Entonces pedí por la
voluntad de estar abstinente, y no la recibí en bandeja de
plata tampoco. Tuve poco éxito y me justificaba diciendo:
“Se lo estoy dejando a mi Poder Superior”. Me fui de OA y
entré en una recaída.
Todo lo que tengo que recordar es que la
abstinencia es una acción.

Cuando volví, un miembro con más de 15 años de


abstinencia me preguntó si estaba abstinente. Dije: “Pedí la
voluntad, pero no estoy en ese estado de ánimo todavía”.
Ella me recordó que abstinencia es acción, y que el estado
de ánimo no tiene mucho que ver con ella. Tenía razón
respecto a eso. He estado abstinente durante un par de
años, y muchas veces no estoy en ese estado de ánimo.
Todo lo que tengo que recordar es que la abstinencia es
acción. Eso es lo que el término “abstinencia de apretar los
puños” significa para mí. Significa estar abstinente aunque
el mundo se esté derrumbando; incluso si es lo único que ha
ido bien ese día; incluso cuando tu Poder Superior no
responde a tus oraciones, y necesitas un consuelo de
alguna parte. Esos son los días en los que yo trabajo mi
programa.
Esos días pido la buena voluntad de trabajar los Pasos y
enfrentarme a los sentimientos y los problemas. Rezo
pidiendo la buena voluntad de hacer otro mini inventario y
buscar para hacer las reparaciones que dulcifican mi vida.
Pido la buena voluntad de hacer los cambios que mi Poder
Superior me pide para que mis defectos sean eliminados.
No pido por la buena voluntad de estar abstinente porque
ese es el compromiso que hice a mi Poder Superior.
¿Qué obtengo en vez del consuelo temporal del exceso de
comida cuando comprometo con la abstinencia mi trabajo
de a pie? Saco los resentimientos, la ira y la obsesión por la
comida fuera de mi vida. Este es el regalo que mi Poder
Superior me da por hacer el trabajo de a pie de la
abstinencia y trabajar los Pasos.

— Sharpsburg, Georgia EEUU


CAPÍTULO CUATRO

La Abstinencia Es Una Prioridad


 

Quédate

E n el pasado, hacer dieta y hacerme promesas a mí


misma era mi juego. Prometía no pesar nunca más de
11 kg por encima de mi peso en ese momento. Con 80
kg, juré que nunca llegaría a los 91 kg. Si lo hacía, ¡eso sería
lo máximo! Tendría que hacer algo: por lo menos cortar mi
consumo de comida, o incluso cualquier dieta estaría bien.
Esto siguió de 11 en 11 kg hasta que llegué a 125.
Simplemente no podía parar de comer. Si lo hacía no era por
mucho tiempo. Sí, las dietas tenían éxito. Sin embargo, no
tanto. Empezaba a comer otra vez, recuperando el peso
perdido y añadiendo unos cuantos kilos más.
Estaba en las garras de algo que estaba fuera de mi
control, pero no sabía lo que era. Una cosa era segura, yo
no estaba comiendo para vivir. Estaba viviendo para comer,
un juego peligroso. Ninguna de las soluciones que había
probado parecían funcionar a largo plazo. Yo era buena en el
sprint no en la maratón.
Oír hablar de Comedores Compulsivos Anónimos (OA) en
mi ciudad llamó mi atención. Quizás este programa fuera
una respuesta para mí. Al principio lo que me hizo seguir
viniendo fue escuchar a un comedor compulsivo que él ya
no necesitaba consumir grandes cantidades de comida en
una sentada. Esto era lo que yo estaba haciendo. Él había
perdido una cantidad considerable de peso y se estaba
manteniendo. ¡Eso era lo que yo quería!
Descubrí en OA que yo era una comedora compulsiva y
sufría una enfermedad con un síntoma físico, un problema
emocional con una solución espiritual. No era un tema
moral o un problema social. Era una enfermedad. Descubrí
que había estado comiendo cantidades enormes de comida
para satisfacer un hambre emocional y llenar un vacío
espiritual, una tarea imposible. Creedme, lo intenté.
Más tarde aprendí que la abstinencia debe convertirse en
la cosa más importante de mi vida. En aquel momento, la
abstinencia era dejar de comer compulsivamente. Fueron
llegando más conocimientos y experiencias. Ahora, la
abstinencia abarca mucho más.
La abstinencia es un regalo dado por Dios cuando nací. O
bien había abusado, usado mal o no usé el regalo. OA me ha
guiado. La Hermandad me ha apoyado. Dios ha supervisado
mi viaje. Todo lo que me hacía falta era estar dispuesta a
llegar adonde fuera necesario para mantener la abstinencia
en primer lugar.
Más de 32 años más tarde, la abstinencia sigue siendo lo
más importante en mi vida. Mantener una pérdida de peso
de unos 50 kg demuestra que la recuperación física es
posible. Yo sigo trabajando un día a la vez. Trabajo de
oración diario, trabajo de a pie cada día y una continua
buena voluntad contribuyen a una vida más sana. No sólo
sigo viniendo; me quedo. Haciendo esto, no estaré tan
gorda otra vez.

— Windsor, Colorado EEUU

No importa Qué

N o tengo ninguna otra opción que no sea la abstinencia.


La única otra forma de perder peso que conozco es
seguir una dieta. Pero las dietas se terminan, y
entonces ¿qué? Además, está la última comida o atracón
que uno come antes de empezar una dieta. Así pues me
abstengo para perder peso, mantener mi pérdida de peso,
beneficiarme de las muchas promesas mencionadas en el
Libro Grande, y vivir una vida sana y satisfactoria.
Mi abstinencia es escribir lo que como cada día, no
importa lo que pase: comida sana, comida no sana, raciones
moderadas, cantidades gigantescas, zanahoria o caramelos,
¡lo escribo!
No importa cómo me sienta ni lo ocupada que esté,
escribo mi comida. No importa si cambio de idea y como
otra cosa, lo escribo o lo tacho y lo vuelvo a escribir. No
importa qué, no importa qué, no importa qué, escribo lo que
como.
Me costó cinco años definir y comprometerme con la
abstinencia. Empezó como resultado de la pregunta de mi
madrina acerca de lo que estaba dispuesta a hacer, sin
importar lo que pasara. Para responder a esta simple
pregunta, tuve que pasar por el proceso de prueba y error
para simplificar los planes elaborados que se me pasaron al
principio por la mente.
Entonces me creé otro problema. Me comparaba con otros
miembros de OA. Mi abstinencia no era como la que hacían
otros, o por lo menos eso pensaba. No había tenido éxito
cuando traté de comer sólo tres comidas al día (como
cuatro), y no podía imaginar renunciar al azúcar y a la
harina. Pero recordad, mi madrina me preguntó lo que
estaba dispuesta a hacer, no lo que pensaba que debería
hacer.
Así que podrías preguntar, ¿de qué me abstengo? Yo
misma me lo preguntaba. Qué alivio cuando otro miembro
de OA me dio la respuesta: me abstengo de ser deshonesta.
Y sí, hay alimentos que no como. Miré hacia atrás y pude
identificar tres alimentos con los que solía atracarme pero
que no he comido desde que llegué a OA. A lo largo de los
años he añadido unos cuantos más a la lista, pero mi buena
voluntad de escribir lo que como significa más para mí que
los alimentos que no como.
Un día a la vez, me abstengo, y eso ha sido así unos 19
años.
— Burbank, California EEUU

Adiós, Segundos

H e sido miembro de OA durante más de 15 años. Dios


me bendijo con el regalo de la abstinencia al principio
de mi maravilloso viaje en OA. A lo largo de los años,
con Dios haciendo por mí lo que yo no puedo hacer por mí
misma, he tenido casi siempre una abstinencia cómoda.
Aunque nunca comí entre comidas o me di atracones, a
veces el azúcar se convirtió en un problema, y elegí
alimentos no muy buenos.

No encuentro palabras para deciros lo mucho


mejor que me encuentro física, emocional y
espiritualmente.

Poco a poco, empecé a ganar peso. Gracias a una ahijada


muy querida que eligió el tema de la esperanza cuando
moderó una reunión, me di cuenta de que me estaba
sintiendo cómoda pesando de más y no tenía esperanzas de
poder perder peso otra vez. Esa noche, Dios, por medio de
este mensajero bendecido, me dio esperanzas de nuevo,
junto con la libertad de la compulsión por la comida y la
buena voluntad de renunciar a los postres y a servirme por
segunda vez un día a la vez.
No encuentro palabras para deciros lo mucho mejor que
me encuentro física, emocional y espiritualmente. He
experimentado una significativa pérdida de peso, pero lo
más importante, es que la abstinencia es de nuevo lo más
importante en mi vida sin excepción. Dios ha vuelto a ser el
número uno en mi vida, justo donde pertenece.
Compensa asistir a reuniones de OA con regularidad.
Nunca sabes lo que puedes oír que pueda cambiar tu vida, o
lo que puedes decir que pueda cambiar la vida de alguien
más.
Sigue viniendo. ¡Funciona!

— Palms, California EEUU

Poniéndole Acción
ué escurridiza es la abstinencia! Aparece y desaparece,
¡Q ate-rrorizándonos.
Algunas personas pueden soportarlo, pero yo no
pude lograrla hasta que desarrollé un plan de comidas, el
mío particular, diseñado según mis necesidades, y hasta
que trabajar los pasos me enseñó a vivir en abstinencia.
También otros cambios en mi vida han venido de trabajar
los pasos y tengo una madrina a la que agradecerle todo
esto. Nancy no empezó como madrina. Nunca la llamé por
teléfono ni le pedí ayuda; tenía fobia al teléfono, ya me
entendéis, era una experta en aislarme. Ella era
simplemente una amiga del programa que trabajando su
Paso Doce me llamó un día por teléfono y me preguntó
“¿cómo te va?”, y luego se metió en algo que no le
concernía diciéndome: “Ya sabes, nunca llegarás a nada
hasta que no hagas el Cuarto Paso”.
Oh, el Cuarto Paso. Me había abstenido de él tanto como
de la comida. Me di cuenta de que tenia que hacerlo, así
que le pregunté a Nancy si podía leérselo. En mi Quinto
Paso, ella vivió conmigo las largas y odiosas listas de quién
me había dañado, y dónde era mía la culpa, y todo lo feo de
mi vida levantó la cabeza. Defectos de carácter, creo que se
llaman. Todavía tenía que aprender sobre ellos.
Nancy era tan maravillosa. Sus ojos sólo se oscurecieron
una vez mientras yo leía. Cuando terminé de leer me abrazó
y me dijo que todo estaba bien. Ella me entendía; sabía de
qué estaba hablando.
Practico otras abstinencias también. Me abstengo de ser
celosa, que solía ser mi mayor defecto. Estoy aprendiendo a
dejar ir el orgullo y dejarlo encogerse y morir. Me abstengo
de preocuparme y estoy aprendiendo a confiar en que los
demás pueden cuidarse ellos solos. He dejado de incordiar y
tratar de controlar a los demás, en lo que era maestra.
Ahora, considero el sólo por hoy, vivo y dejo vivir. Me
pregunto cómo lo he conseguido. ¿El programa, quizá?
Me mantengo alejada de la gente problemática, de
lugares y cosas que para mi son pensamientos influyentes,
cenas parroquiales, y ciertas celebraciones familiares; sin
embargo me he dado cuenta de que la abstinencia va más
allá de nuestro comportamiento en la cocina o en el
restaurante. Afecta a toda nuestra vida. La abstinencia
requiere un plan de vida, no sólo un plan de comidas. Por
eso es por lo que tenemos Doce Pasos. Por eso tenemos el
programa.
Nunca estaremos abstinentes de nuestra compulsión por
la comida mientras hablemos de ello. Estaremos siempre
fuera del terreno de juego y echaremos de menos lo que
otros tienen, sintiéndonos imperfectos e inadecuados.
Necesitamos acción. Para tener lo que ellos tienen,
debemos estar dispuestos. Tenemos que extender la mano.
Tenemos que aceptar. Tenemos que descubrir y hacer lo que
ellos hicieron. Y si vemos a alguien ahogándose cerca,
demasiado agobiado por la vida para poder musitar la
palabra “ayuda”, podemos echarle un salvavidas.
¿Viene la abstinencia de repente? Para algunos sí; pero
para la mayoría de nosotros, conseguirla es un proceso. En
los dos años pasados, mi madre ha muerto, mi suegro ha
tenido cáncer, mi cuñado es un enfermo terminal y nos
hemos trasladado dos veces. En otro momento hubiera
dado una patada a todo esto. Ahora lo acepto. Estoy
viviendo un día a la vez, un Paso a la vez. Estoy
encontrando serenidad, y lo más asombroso aún, la
capacidad para abstenerme de comer compulsivamente.
Nada ha ocurrido de repente, pero ha ocurrido. Lo he
trabajado. La clave es seguir viniendo. Funciona si lo haces
funcionar. Algunos de nosotros hemos de trabajarlo durante
mucho tiempo, pero finalmente, un día, como por arte de
magia, algo cambia y lo hemos logrado.
Podemos descubrir que nuestra abstinencia no es
perfecta, pero aprendemos de nuestra naturaleza humana y
avanzamos. Aprendemos a pensar. Aprendemos a actuar
ante la vida en vez de reaccionar ante ella, a aceptar que no
podemos hacer nada sobre ella, y a cambiar lo que
podemos. Sólo podemos cambiar nuestras acciones, nuestra
forma de pensar, y nuestros patrones al interactuar.
La abstinencia es mi escondite. Donde una vez me volvía
hacia la comida, ahora me vuelvo a este puerto seguro
donde puedo cuidar de mí misma y confiar mi familia al Dios
de mi entendimiento. No es un mal sitio para estar.
Comienza este proceso queriéndote a ti mismo. Trabaja
los Pasos con la ayuda de Dios y de un padrino. Puedes
encontrar abstinencia, alegría y paz. Este es el regalo de
OA. Acéptalo. Te mereces estar abstinente.

— Ocean City, Maryland EEUU

Una Decisión Clave

E stoy celebrando ahora nueve años de abstinencia. Para


alguien que no puede seguir una dieta más de tres días
esto es un milagro. Un milagro que se ha hecho posible
gracias a OA.

Así que me comprometí a identificar el primer


bocado compulsivo y a telefonear a alguien antes
de tomarlo.
Hace nueve años llevaba ya cuatro en OA y no había
logrado más de unos pocos días seguidos de abstinencia.
Miraba a aquellos que llevaban años abstinentes y pensaba
que no tenían la misma enfermedad que yo.
En aquellos cuatro años no pude avanzar mucho en los
Pasos porque no tenía una sólida base en el Paso Uno en la
que basar mi recuperación. Sin embargo, guiada por el
miedo y una esperanza prestada, aprendí a usar las
herramientas. Superé mi miedo a llamar por teléfono,
incluso a aquellos que llevaban más tiempo abstinentes.
Presté el servicio de preparar las sillas y distribuir la
literatura en la reunión. Me reunía en mi casa con pequeños
grupos de OAs en recaída. Escribía, meditaba y leía la
literatura del programa.
Desde la niñez, el miedo siempre me había llevado a un
estricto autocontrol. Sólo por la agonía de la compulsión por
la comida me atreví a acudir a otros para obtener ayuda.
Después de cuatro años en OA tenia la suficiente
desesperación y la suficiente esperanza como para
rendirme completamente. Había admitido mi impotencia
antes, pero no que mi vida era totalmente ingobernable.
Después de una semana de abstinencia, escribí un
inventario del cuarto paso y se lo leí a una amiga con seis
años de abstinencia.
Titubeé mucho, pero si quería tener lo que esta amiga
tenia, una abstinencia duradera, claridad de pensamiento,
respeto a mí misma y recuperación, tenia que
comprometerme a la abstinencia al cien por cien. Pero, ¿qué
pasaba con la “libertad” de comer lo que y cuándo quería?
Tenia dos opciones: disciplina y recuperación o “libertad” y
enfermedad. Mi Poder Superior intervino. Opté por la
abstinencia.
Pero, ¿cómo? Después de cuatro años intentándolo y
fallando, ¿qué podía intentar ahora que fuera diferente?
¿Cómo podía estar segura de que nunca volvería, sólo por
hoy, a dar un bocado compulsivo?. Había leído muchas
veces el folleto de OA Antes de Tomar Ese Primer Bocado
Compulsivo, … y estaba totalmente de acuerdo con él. Sin
embargo, una y otra vez volvía a la comida. ¿Por qué?
Porque no siempre sabia lo que era ese primer bocado
compulsivo. Sólo algunas veces me hundía directamente en
un atracón, generalmente iba resbalando hasta allí.
Así que me comprometí a identificar el primer bocado
compulsivo y a telefonear a alguien antes de tomarlo.
Nueve años de abstinencia empezaron con una sola comida.
Ahora no estoy más cerca de comer en exceso de lo que
estaba hace nueve años, ni tampoco más lejos. Sigo
estando sólo a un bocado de distancia.
Nueve años de practicar, comprometerme y trabajar los
Pasos me han evitado dar ese primer bocado. Dejé mi
comida en manos de mi madrina durante varios años. No
podía evitar los alimentos que me provocaban compulsión,
porque eran casi todos, pero logré eliminar los principales.
Pude entonces trabajar plenamente los Pasos confiando en
que el dolor, el miedo, la ira y la alegría no me volverían a
llevar a la comida. He conseguido ser honesta y clara
respecto a lo que como. Podía entonces aprender a ser
honesta con todo lo demás.
Todo ha cambiado en unos pocos años. Ahora como todo
tipo de comidas sin ansiedad ni compulsión; no planeo ya
mis comidas ni las comprometo con nadie más salvo cuando
estoy muy estresada y me resulta reconfortante. Pero una
cosa no ha cambiado. Esté comiendo en casa, en un picnic,
en un bufét, restaurante o en casa de una amiga, siempre
estudio lo que sería en ese caso un primer bocado
compulsivo, y me comprometo a telefonear antes de
tomarlo.
Mi vida es ahora maravillosa. Estoy comprometida para
casarme. Voy a volver a estudiar. Las promesas se han
convertido en realidad para mí. Todo comenzó con mi
abstinencia y mi compromiso de reconocer y llamar antes
del primer bocado compulsivo hace nueve años.
— Glorieta, New México EEUU

La Ventaja de la Abstinencia

H oy la abstinencia es la cosa más importante en mi vida


sin exepción. No siempre lo fue. He mantenido una
pérdida de 35 kilos desde que llegué a OA hace tres
años y medio, a pesar de los altibajos en mi abstinencia.
Hace poco me he visto amenazada por mi adicción a la
comida, sobre todo a los dulces. Ahora sé que no importa lo
que haga o lo que ocurra, el día de hoy será un éxito si me
mantengo abstinente.
Puedo decir esto porque me he dado cuenta ahora más
que nunca de que sólo cuando estoy abstinente y libre de
mi agobiante obsesión por la comida soy capaz de ver otras
cosas en mi vida con perspectiva. Cuando mi foco está
puesto en la comida, la percepción de todo lo demás está
desenfocada. Solía extrañarme cuando escuchaba a la
gente decir que la abstinencia era la cosa más importante
de sus vidas. ¿Más importante que Dios? Pensaba que eso
era una blasfemia. Ahora, me he dado cuenta de que si no
estoy abstinente, no puedo poner a Dios en primer lugar.
Cuando estoy comiendo en exceso, la comida se convierte
en mi dios. Cuando estoy abstinente, pongo mi confianza en
Dios y estoy libre para vivir la vida plena y rica que Dios
tiene pensada para mí.
Algunas veces, sin embargo, olvido por qué es tan
importante que me abstenga de los dulces y de comer en
exceso. He pasado los últimos tres años y medio, desde que
estoy en OA experimentando con distintos planes de comida
para averiguar cuál es el idóneo para mí, esforzándome
para definir mi abstinencia personal. He probado uno tras
otro, más allá de la sombra de toda duda, y he descubierto
que cuando como dulces mi obsesión por la comida vuelve y
la compulsión vuelve a apoderarse de mi vida. A pesar de
que sé que puedo vivir sin la miseria que acompaña a mi
obsesión con sólo abstenerme, aún me descubro a veces
racionalizando e intentando justificarme para “comer sólo
este pastelito”. ¿Por qué? Porque en lo que se refiere a la
comida por lo menos, no estoy cuerda.
Un síntoma importante o característico de mi enfermedad
son episodios recurrentes de falta de cordura. Durante estos
ataques, olvido el dolor y la miseria de la comida
compulsiva y olvido la razones para estar abstinente. La
abstinencia pasa rápidamente a parecerme tonta, o
imposible, o una aberración. Pienso, “¿por qué es tan
importante eso de la abstinencia?” Más tarde, por supuesto,
después de haber cedido a la urgencia de comer en exceso,
mi cordura regresa y me doy cuenta del precio que he
pagado por haber caído otra vez en mi enfermedad.
Sabiendo que soy víctima de la falta de cordura en lo
referente a la comida, estoy aprendiendo a hablar conmigo
misma en estas situaciones: “Ahora mismo la abstinencia no
parece demasiado importante, pero es por mi falta de sano
juicio. He olvidado temporalmente que soy una comedora
compulsiva y he perdido el sentido de la realidad respecto a
la realidad de mi enfermedad”.

Un síntoma importante o característico de mi


enfermedad son episodios recurrentes de falta de
cordura.

Pero en alguna parte dentro de mí, una voz suave y fina


(la parte sana de mi mente) me recuerda que mantenerme
abstinente es la cosa más importante que hoy puedo hacer.
Puede que en ese momento no sienta que la abstinencia es
lo más importante, pero es esencial que recuerde que no
siempre puedo confiar en mis sentimientos. Debo escuchar
a la débil voz de mi cordura por muy débil que sea. Debo
confiar en que, al final, la cordura regresará, y que
recordaré de nuevo que la abstinencia es lo más
importante.
Ahora que soy más consciente de la naturaleza de mi
locura, puede que sea capaz de reconocer las primeras
señales de aviso antes de que los episodios exploten. Puede
que sea capaz de reconocer mejor los locos pensamientos
que acompañan a estos ataques. Y puede que se convierta
en más fácil para mí escuchar esa débil voz de mi interior.
Puede que esta vocecita se haga más y más fuerte cada vez
que la escuche.
Esta enfermedad estará conmigo toda mi vida, y sospecho
que siempre estaré sujeta a estos recurrentes episodios de
locura. Pero hay un tratamiento. El Libro Grande me dice las
buenas noticias: hay una solución. Hay un modo de vida que
me permite obtener un indulto diario de mi enfermedad,
mientras trabaje los Pasos, y mientras esté dispuesta a
hacer lo que sea necesario para recuperarme.

— Sylacauga, Alabama EEUU

La Abstinencia No Es un Juego de
Números

L a pasada noche, durante los compartires, dije mi parte.


Pero me fui de la reunión preguntándome si lo que había
dicho era lo que quería decir realmente. Mi corazón se
dirigía a los recién llegados y a otros que no han podido
conseguir que “soltar riendas y dejar a Dios” les ayude en
su abstinencia.

La abstinencia es esencial para estar en paz y


cuerdo.
Puesto que muchos OAs en mi área han sido bendecidos
con el don de una larga abstinencia, nuestras reuniones se
centran muchas veces en la abstinencia. Es una cosa
maravillosa para nosotros, y justo lo que necesitamos.
Pero me he dado cuenta de que algunos de los recién
llegados y unos cuantos de nuestros diligentes pero no
abstinentes miembros, se están yendo o luchando con su
resistencia a asistir a las reuniones. Como no consiguen una
abstinencia duradera, se sienten “menos que” otros.
OA no es un club de dietas, pero tampoco es un club de
veteranos de la abstinencia. OA es un programa que usa los
Doce Pasos para ayudar a !os comedores compulsivos a
alcanzar la paz, la salud y la recuperación de su obsesión
por la comida. El primer día de abstinencia de un recién
llegado es tan importante como el día número 2.347 para
un veterano.
A menudo comienzo mi discurso con “Hola, soy C.W. y soy
una comedora compulsiva, y este es mi___día/mes/año de
abstinencia”. Para mí, mi abstinencia es algo que celebrar.
Pero, pensándolo bien, puede que haya sido un poco
presumida. Puesto que me he mantenido abstinente gracias
a mi Poder Superior, he logrado sentir más compasión hacia
aquéllos que todavía están comiendo compulsivamente. Me
he dado cuenta de que las sonrisas se congelan y los ojos
muestran desesperación cada vez que un miembro
proclama su tiempo de abstinencia.
Así que, tras mucha deliberación, he decidido cambiar mi
introducción. Desde ahora diré “Hola, soy C.W. y soy una
comedora compulsiva, y gracias a mi Poder Superior, hoy
estoy abstinente”. Cuando pasan la lista para apuntar los
cumpleaños de abstinencia no apunto mi nombre.
Aún sigo pensando acerca de lo que dije anoche. Tiendo a
dar “sermones”; me gustaría arreglarlo todo y a todos,
cualquier cosa para distraerme de mis problemas. A pesar
de que tengo una opinión muy definida acerca de las
competiciones que pueden establecerse entre los miembros
por la duración de su abstinencia, tengo todavía una
convicción más fuerte acerca del concepto de abstinencia.
Antes de mi compromiso a la abstinencia en OA solía
consumirme de celos, envidia y autocompasión. Era
desgraciada, y estaba segura de que los más próximos a mí
lo sabían. Por otro lado, en mi vida pública era alegre y
divertida, y a menudo me desviaba de mi camino para
complacer a aquellos que me iban a dar su aprobación o
atención. Estuve a merced de mi trastorno durante 33 años.
No quiero volver.
La abstinencia es esencial para estar en paz y cuerdo. Es
más importante que nada para mí, más que mis creencias
religiosas y que mi pareja, mis hijos y mi familia. Y por ellos
vale la pena llegar adonde sea. Verán, si no estoy
abstinente, no puedo apreciar ni participar de estas
maravillas. Estando abstinente hoy, veo con nuevos ojos un
mundo que ocupa toda mi vida pero nunca vi: los gritos de
mis hijos, los desacuerdos con mi marido, un paisaje
maravilloso. Estando abstinente hoy, veo que mis hijos
están para que los ame, los abrace y los mime, y cogernos
de las manos; no para ofrecerles toneladas de cosas dulces
pero que me comía yo.
Así que si estabas en esa reunión y te quedaste un poco
confuso, lo siento. En el futuro no voy a decir cuánto tiempo
llevo de abstinencia en número de días. Pero no dejes que
eso te engañe. La abstinencia es lo más importante en tu
vida.

— Aloha, Oregón EEUU

Manejar Con Cuidado

P or fin lo conseguí: ¡30 días de abstinencia! He tenido


varias semanas de abstinencia unas cuantas veces, pero
generalmente la rompo hacia el día 25 ó 26. Siempre
me saboteaba a mí misma según me iba acercando a la
marca “mágica” de 30 días. Ahora que ha llegado y pasado
me doy cuenta de que no hay nada mágico en los 30 días
en sí; sino que hay algo mágico en cada día de abstinencia.
Cuando me acercaba a la marca de 30 días esta última
vez, me di cuenta de lo pobremente que había estado
tratando mi frágil abstinencia. La estaba manejando
descuidadamente, jugando con ella, casi atreviéndome a
romperla. Esto fue muy claro para mí al celebrar estas
últimas fiestas.
Como parte de mi plan personal, elegí abstenerme de mis
tradicionales alimentos compulsivos que habían
representado siempre alegría y celebración, y reemplazarlos
con alimentos completos, sanos que toda mi familia pudiera
disfrutar. Para establecer un sentimiento de fiesta, preparé
la mesa con lo mejor de todo: manteles bonitos, nuestra
mejor vajilla, copas de cristal (sin usar desde nuestra boda),
y una vela en cada sitio.
Lo único “fuera de lugar” por así decirlo, era una copa de
cristal más pequeña y más barata que puse delante de mi
hija de 6 años. Me parecía que no podía fiarme de ella
manejando una copa grande. Mi hija lloró cuando vio que
tenía una copa diferente hasta que se dio cuenta de que la
suya era bonita y delicada también.
Mientras ella cogía la copa pequeña sentí que mi corazón
subía a mi garganta varias veces. Ella la trataba un poco
rudamente, fingiendo brindar con todo aquello disponible
ante ella, y colocándola en la mesa de nuevo con fuerza
después de cada sorbo.
De repente me vi reflejada en ella. También había estado
tratando mi abstinencia rudamente. Cuando iba viendo
acercarse la marca de los 30 días, estaba tan segura de que
iba a romperla que había estado jugando con ella. Me
permití probar cosas que no tenía por qué probarlas. No
estaba tratando mi abstinencia con amor ni con cuidado. En
vez de eso, me lanzaba contra cualquier tentación. No,
realmente, nunca rompí mi abstinencia, del mismo modo
que mi hija no rompió la copa pero estuve muy cerca.
Y sabéis, podría decir que mi Poder Superior estaba junto
a mí, cuidando esa abstinencia que tan graciosamente me
había dado. Dios se acercaba a sujetarme cuando estaba en
riesgo de caer, igual que yo mantenía los ojos en mi hija.
Mi abstinencia es tan delicada. Ahora sé que aunque he
pasado esa elusiva marca de los treinta días, debo tratar mi
abstinencia con amor y cariño si no quiero que se rompa.

— South Jacksonville, Illinois EEUU

Intención Clara

M i marido y yo somos los dos comedores compulsivos


abstinentes. Para celebrar nuestro décimo aniversario
de bodas y mi 50º aniversario, ahorramos durante diez
años para tener nuestras vacaciones de ensueño de un viaje
en moto a través del país.
Con la clara intención de seguir abstinentes, cargamos la
moto con poca ropa; nuestra báscula, tazas y cucharas de
medir; y la suficiente comida abstinente enlatada para tener
cada uno dos comidas completas abstinentes.
Nuestra abstinencia tenía prioridad ante la experiencia del
Gran Cañón, el Bosque Redwood, el Monte Rushmore, el
Valle Monumento y todo lo demás que habíamos esperado
ver durante toda una vida.
Tener nuestra comida con nosotros nos permitía la libertad
de detenernos donde queríamos a una hora apropiada.
Comimos en algunos de los lugares más espectaculares del
país, disfrutando de la serenidad de estar solos.
Renovábamos nuestra comida en la ciudad siguiente,
nunca olvidando que sin abstinencia y nuestro Poder
Superior, este viaje podría no haber sido posible.
Agradecidos a nuestro Poder Superior volvimos a casa
después de casi 14,000 km y cinco semanas en la carretera,
abstinentes y agradecidos.

— Oaklyn, New Jersey EEUU


CAPÍTULO CINCO

La Abstinencia y las Herramientas


 

Una Decisión que Yo Tomo

L a abstinencia solía ser una herramienta; ahora es un


producto resultado de trabajar el programa. Mi primera
abstinencia consistía en comer más comida de la que
como hoy, pero era un principio: un desayuno en vez de tres
y nada de postres azucarados. Pronto dejé mi tentempié
obligado al irme a la cama. Al fin evolucionó en la rutina
fácil de una ración que practico hoy.
No puedo explicar cómo perdí 25 kg haciendo eso porque
Dios lo hizo por mí. No puedo perder peso o hacer una dieta;
todo lo que puedo hacer es preguntar a Dios lo que debo
comer hoy. Entonces, si sigo dispuesta, sigo con este plan.
He perdido y ganado unos pocos kilos desde que estoy en
mantenimiento. Mi peso más bajo ha sido de 67 kg, y el más
alto en los últimos cinco años ha sido de 71. Mi peso normal
ahora es 70 kg.
Cada día llamo por teléfono una vez y me comprometo
conmigo misma a un día abstinente. Hago estas cosas para
recordarme que soy una comedora compulsiva e impotente
ante la comida, que puedo comprometerme y mantener mi
compromiso un día a la vez, y que soy de fiar.
Nadie me obliga a comprometerme a un día abstinente;
es una elección que tomo cada mañana. Pero decidiendo
elegir me da una buena base para la buena voluntad. Si me
enfrento a un pensamiento loco sobre comida, lo puedo
posponer hasta mañana: “Bueno, esto no está en el plan de
hoy, pero si Dios lo pone mañana en el plan entonces sí
puedo”. ¿Adivináis qué?
Las dietas me asustan porque en vez de ser un día a la
vez, tienen un componente de muchos días, un día para
empezar y una carrera de cuatro, siete, 14, 21 o más días.
Las dietas implican que cuando se terminan, puedo volver a
comer “normal”, pero yo no lo puedo hacer. Ponme en una
dieta, e inmediatamente empiezo a planear rebelarme otra
vez contra ella, así que en su lugar llamo por teléfono una
vez al día.
Algunos días son más fructíferos que otros en términos de
crecimiento espiritual y emocional. Me tomo por lo menos
cinco minutos de tranquilidad para pensar en el día que
tengo por delante e intentar ver cómo sería si yo “actuara
como” si fuera amable, considerada y generosa. Para
ayudarme, leo el Sólo por Hoy, Voces de Recuperación,
varios libros de meditaciones diarias, Lifeline, y los “Doce y
Doce” de AA y OA, o el Libro Grande. A menudo escucho
cintas de los Doce Pasos en mi coche. Medito y escribo
sobre los Pasos. Los estudio y veo si puedo aplicarlos a los
problemas de la vida de forma constructiva.
Trato de dar servicio en las reuniones a las que asisto. He
asistido normalmente de una a tres reuniones a la semana
durante seis años. Cuando empiezo a buscar razones para
no ir a las reuniones, me asusto. De mi recaída he aprendido
que tengo que seguir viniendo. OA define ampliamente el
servicio. Mi servicio ha incluido estar presente, compartir,
moderar reuniones, abrir la puerta, colocar o hacer pedidos
de literatura, amadrinar, hacer y recibir llamadas
telefónicas, asistir a retiros y eventos del intergrupo, ser un
representante de Lifeline, y un orador, escribir un artículo
para Lifeline, llevar a alguien en mi coche y ser tesorera y
secretaria.
Escribo todos los días, algo que juré que no haría nunca.
Esto me ha dado una vista interior acerca de mis defectos
de carácter y el sano juicio y me ha ayudado a aceptar la
vida en sus propios términos casi todos los días.
Uso las herramientas del programa y estoy agradecida por
estar aquí hoy, seis años abstinente, participando en el Paso
Doce llevándoos el mensaje a todos vosotros de que hay
una solución.
— Haymarket, Virginia EEUU

Padrinos Abstinentes

L a abstinencia es un compromiso, una decisión y una


acción, de esto soy consciente. Es un compromiso y una
decisión que tomé hace más de 30 años. He estado
realizando las acciones necesarias un día a la vez desde
entonces. También ha sido un proceso de rendición. Cuanto
más me rendía, más me daba cuenta de la libertad de la
obsesión por la comida. Pronto supe que no podía guardar
este regalo de valor incalculable si no lo compartía.
Mi vida empezó a adquirir un nuevo significado. Cuanto
más tiempo estaba abstinente más quería estar abstinente.
Llegaron a mi vida madrinas abstinentes, compartiendo
conmigo la necesidad de trabajar los Doce Pasos. Empecé a
ver que éste es un programa espiritual. El contacto
consciente con un poder superior a mí, uno que me guía
hacia las acciones que fortalecen mi compromiso a la
abstinencia, me mantiene abstinente a largo plazo. Al
buscar una madrina abstinente, pongo en acción mi
compromiso a la abstinencia y desarrollo mi espiritualidad.
Como resultado, vivo una vida abstinente.
Aprendí que tenía que devolverlo. El apadrinamiento, el
trabajo del Paso Doce y mi relación con mi Dios tal como lo
concibo me mantienen abstinente. En mi vida abstinente es
importante practicar las Doce Tradiciones de OA,
especialmente la Tradición Cinco. Como nuestro preámbulo
de OA dice: “Nuestro propósito primordial es abstenernos de
comer compulsivamente y llevar este mensaje de
recuperación a aquéllos que todavía sufren”. La abstinencia
no sólo me permite recibir una vida magnífica, me
proporciona una forma de devolverla. Una de las mayores
alegrías de la recuperación me viene cuando comparto
nuestro programa con otros comedores compulsivos.
El principio de la conciencia espiritual sigue aumentando
mi comprensión de la necesidad de padrinos abstinentes.
No puedo dar lo que no tengo. El conocimiento de la
voluntad de Dios y la fortaleza para llevarla a cabo en mi
vida es lo que me da la fortaleza para continuar mi
compromiso a la abstinencia y las acciones que necesito
emprender para llevar este mensaje dador de vida, salvador
de vida al próximo comedor compulsivo. Como Los Doce
Pasos y Doce Tradiciones de Comedores Compulsivos
Anónimos (OA) me enseñaron: “Los que vivimos este
programa no sólo transmitimos el mensaje, sino que somos
nosotros el mensaje. (p. 104).
Soy una madrina abstinente agradecida. Soy consciente
de cuán importante es esto. Por ello doy gracias a Dios, al
programa de OA y a mi querida Hermandad de Comedores
Compulsivos Anónimos (OA).

— Houma, Louisiana EEUU

Encaja la Comida en la Vida

I gual que mi abstinencia y recuperación, mi plan de acción


ha evolucionado a lo largo de los años. Empezó con un un
momento dedicado y tranquilo por la mañana. Leía de las
lecturas diarias del programa y luego hablaba con mi Poder
Superior sobre lo que necesitaba para mi recuperación ese
día. Creció hasta incluir muchos elementos, como una
reafirmación diaria de mi plan de comidas y abstinencia ;
una revisión de mi Décimo Paso ; una petición para eliminar
los defectos de carácter claves ; y una petición a mi Poder
Superior para que me muestre las prioridades del día, unido
a pedir las cualidades positivas que me ayudarían a realizar
aquellas acciones con sano juicio y abstinencia.
Una parte importante de mi plan de acción es recordar
que necesito colocar mi comida alrededor de mi vida en vez
de limitar mi vida a causa de la comida. En mi enfermedad
evitaba muchas acciones positivas porque prefería comer.
Necesitaba estar en un entorno “sano” para poder controlar
al máximo mi falta de alimentación y bajo peso porque los
temas sobre mi imagen corporal me hacían sentir
inadecuada o tenía miedo de caer si vivía una vida real. Una
gran parte de mi recuperación incluye encontrar una forma
de llevar una vida plena sin comprometer mi abstinencia.
Cada mañana me tomo un tiempo para pensar en las
actividades del día y cómo colocar las comidas adecuadas
en él. Si tengo un día ocupado, es importante planear
comidas sanas y abstinentes que son fáciles de preparar de
forma que no llego a estar demasiado hambrienta e
irritable.
Mi plan de acción incluye también un equilibrio de las
otras herramientas. Y más importante aún, incluye un
intento sincero de vivir dentro de los principios de los Pasos.
Esto me permite sentirme lo suficientemente bien sobre mi
conducta y sobre mí misma para no tener que volver ya a la
comida para consolarme o usarla como un medio de evitar
los asuntos de mi vida.
Hoy me he despertado todavía un poco alterada después
de un día de retos. He pedido a mi Poder Superior que me
ayude a usar mi programa para ser la mejor yo. El Poder
Superior me llevó a leer mi Lifeline, la única literatura que
tenía a mano. Vi la petición de un artículo sobre el plan da
acción, así que empecé a escribir antes de tomar un
desayuno abstinente. Este plan para el día me ha hecho
salir de mis defectos de carácter y me ha permitido vivir mi
día bien.

— Anónimo

La Parte Escondida
Q
uiero comer. Busco la comida, pero ¿qué es lo que estoy
buscando realmente? No tengo hambre, no de comida.
Tengo hambre de consuelo, de calor y paz interior.
Tengo hambre de ser amada y divertirme. Busco qué hacer,
cómo manejar mis asuntos y situación, y busco la comida.

Las herramientas me pueden devolver mi sano


juicio en un momento de necesidad.

Pero me detengo. En vez de seguir escribo esto. Escribir,


¡qué herramienta tan útil! Mantiene mis manos ocupadas y
mi mente centrada en la tarea frente a mí. Olvido la comida
mientras mi Poder Superior me facilita respuestas por medio
de mi escritura. ¿Es ésa la parte escondida de las
herramientas que nunca había visto? Pueden venir en mi
rescate ahora mismo.
Sabía que las herramientas eran fundamentales para el
programa y mi recuperación en una especie de “gran
cuadro”, pero ahora veo que me pueden devolver mi sano
juicio en un momento de necesidad. Puedo llamar a alguien,
y no como mientras estoy marcando el número o hablando.
Me centro en la conversación y salgo de mi cabeza. Escribo
mis pensamientos y dejo ir los sentimientos, centrándome
en lo que escribo y ocupando mis manos. Hago servicio de
alguna manera, lo que me recuerda al programa.
Algunas veces cuando estoy con otro miembro de OA y
haciendo algo bueno, me siento bien conmigo misma. Así
que, ¡cómo comer!
Voy a una reunión, ¡no se permite comida! Hablo con mi
madrina, que me dice lo que necesito oír, y la comida
desaparece sin apenas darme cuenta. Leo la literatura,
ocupando mis manos y mi mente, centrándome en las
palabras de esperanza y valor. ¿Cómo podría romper mi
abstinencia leyendo el Libro Grande, los “Doce y Doce” de
OA, o Lifeline?
Sigo mi plan de comidas escrito; me libera de pensar en lo
que comer. Hacer esto me permite centrarme en cosas más
productivas, como mi recuperación y mi vida. Recuerdo
cómo era todo antes de mi abstinencia, y hago lo que sea
necesario para mantener este hermoso regalo que me ha
proporcionado mi Poder Superior. Cuido mi abstinencia.
Así pues, utilizad las herramientas, la que queráis y la que
mejor funcione en ese momento. Las herramientas son
clave para nuestra recuperación a lo largo del tiempo, pero
también ayudan a mantenernos abstinentes en el momento.
Las herramientas están siempre disponibles. Así que acude
a las herramientas en vez de a la comida. Siempre están
preparadas para venir al rescate.

— Miami, Florida EEUU

La Pluma Es Más Poderosa Que la


Recaída

E sta mañana me he visto a mí misma en el punto en que


las cosas empiezan a ponerse mal. Llevo dos semanas
de abstinencia, y he hecho muchos progresos, pero hoy
he tomado un desayuno ligero y abstinente y de pronto me
he rebelado. ¡Quería comer! ¡Quería comer más! (Sin
ninguna razón).
No estoy realmente hambrienta, pero me muero por
meterme algo en mi boca. A la vez estoy asustada, porque
quiero mantener mi abstinencia. Y siento un fuerte deseo de
escribir.
Me siento tranquilamente, respiro profundamente unas
cuantas veces, y hago té. Bebo lentamente un trago y
empiezo a escribir. Estoy más entera ahora y estoy
empezando a relajarme.
Parece que ha pasado la tormenta. Estoy más calmada,
más en paz, sintiéndome mejor mental, física y
espiritualmente. Realmente estoy menos hambrienta.
¡Esto es un milagro! Todavía escribiendo, se me ocurre la
idea de enviar esto a Lifeline. Ahora me siento humilde e
infinitamente agradecida. ¡Gracias, OA!
Al tratar de comprender lo que ha pasado, soy muy
consciente de un gran dolor relacionado con la idea de
“caer de” mi abstinencia. He sentido que algo me empujaba
hacia ese precipicio con gran fuerza. Sigo sin entender por
qué ha pasado, pero estoy aliviada y agradecida por cómo
se ha solucionado.
La escritura ha sido mi salvador. Una vez más, me doy
cuenta de por qué ésta es mi herramienta favorita. Siempre
está disponible, se adapta muy bien a mí y a mi estado de
humor, y me proporciona un excelente almacén de
recuerdos que luego puedo utilizar como referencia para
crisis similares que me puedan ocurrir en el futuro. En las
épocas de estrés, me resulta más fácil escribir que llamar
por teléfono.
Me siento ciento por ciento mejor ahora, y he superado mi
deseo de saltarme mi abstinencia.
Luego, necesito hacer algo efectivo y constructivo.
Mecanografiar mi historia e ir en mi bicicleta a enviarla a
Lifeline será terapéutico; otra fase de mi sanación.
Gracias, Poder Superior, gracias OA y gracias, Lifeline.

— Palo Alto, California EEUU

Serenidad en Una Maleta

H e viajado bastante durante mis ocho años de


recuperación en OA. Al principio no podía ir a ninguna
parte sin recurrir a la comida. Pero en los últimos cinco
años, me ha sido concedido el don de la abstinencia en mis
viajes de negocios, en la montaña, en la playa, y mientras
visito a mi familia.
Cuando estoy fuera de casa no incluyo las reuniones como
parte de mi programa. Meto en la maleta mi libro de
meditación, mi diario, mi lista de teléfonos, algo de comida
pesada y medida, y a mi Poder Superior. Me mantengo en
contacto con mi madrina y mis amigos de OA, leo la
literatura del programa, escribo en mi diario, y estoy
abstinente.
El pasado invierno mi marido y yo viajamos a Florida para
hacer nuestra visita anual a mis padres. El tiempo era
bueno, así que aprovechamos y nos tomamos una especie
de mini vacaciones nosotros solos. Cuando volvimos para
finalizar nuestra estancia con mis padres, el dolor de mi
infancia de comedora compulsiva sacó su fea cabeza.
Estaba rodeada por montones de comida que no
formaban parte de mi plan de comidas, víctima de una
atención constante a lo que comía y a lo que no, y
obsesionada constantemente por la comida. ¡Qué recuerdos
de mi forma de vida antes de mi recuperación!
Durante esos dos días, fui incapaz de coger el teléfono.
Era como si hubiera estado atrapada en el pasado. Una
noche pensé: “Bien, ya he tenido suficiente de este dolor,
así que voy a comer. Comeré todas las cosas que no he
comido en estos seis años y montones de todas!”. Ya no me
importaba nada.
Pero mi Poder Superior se hizo cargo. Como si me llevara
de la mano, hice lo que me había estado funcionando
durante años en los momentos de estrés cuando la comida
me llamaba: leer la literatura del programa y empezar a
escribir. Esta historia es el resultado. Tenía que compartir el
milagro de la abstinencia. A pesar de que no pude llamar a
nadie pidiendo ayuda, mi Poder Superior estaba dispuesto a
escuchar el mensaje.
Mi Poder Superior está siempre ahí para mí. Sólo necesito
escuchar. Mientras escribía, escuchaba las voces de mis
amigos de OA, como si les hubiera llamado, diciéndome
cómo el exceso de comida no iba a hacer que el dolor se
fuera. Y el osito Teddy que conseguí en la Convención de la
Oficina del Servicio Mundial de 1992 en Baltimore, estaba
sentado en la cama, justo detrás de mí, ¡enviándome más
mensajes de abstinencia!
En doce horas más estaría en un avión de camino hacia
mi familia de OA. Este viaje me recordó que debo llevar en
mi maleta todas las herramientas del programa de OA
cuando viajo. Me ayudó a ver que una hora en una reunión
de OA fuera de casa puede añadir un día más de serenidad
y abstinencia a mi vida.

— Rockville, Maryland EEUU

Amaestrando al Oso

H ace poco he leído una historia de un ataque fatal de un


oso. Era una historia triste, aunque no una de esas que
me dejan despierta toda la noche. Pero lo hizo. Estaba
impresionada por cuán poco preparada estaba la victima y
cuán irracional y persistente el oso.
Estoy en mi quinto año de programa y trabajando
activamente los Pasos lo mejor que puedo, asistiendo a
reuniones y también amadrinando. Últimamente mi
abstinencia no está siendo como yo quisiera. Los
pensamientos sobre comida y atracones se están haciendo
cada vez más frecuentes y compulsivos.

Gracias a los Doce Pasos y a la Hermandad de OA,


tengo las herramientas que necesito para
defenderme.

No podía quitarme el ataque del oso de mi mente. Hablé


de ello con una amiga de OA y descubrí que era porque me
estaba identificando con la víctima. Me sentía como un
testigo silencioso mientras ella permanecía sola, sin ayuda,
sin esperanza, desarmada e indefensa. Podía imaginar qué
horror sentía su mente en los últimos momentos porque, en
cierta medida, lo sé.
Yo soy esa mujer y el oso es mi enfermedad. Él también es
irracional. No tiene nada que ganar con mi muerte,
simplemente busca consumirme obsesivamente.
Pero a diferencia de esa desgraciada mujer, yo no estoy
sola y sin ayuda. Gracias a los Doce Pasos y a la Hermandad
de OA, tengo las herramientas que necesito para
defenderme.
La más poderosa de todas es mi Poder Superior, siempre
disponible y a sólo una oración de distancia. Tengo a mi
madrina y a mis compañeros de OA. Tengo el apoyo de las
reuniones, literatura para conseguir información e
inspiración, escritura para relajarme y comprender, el
teléfono y el servicio para salir de mí misma.
Puedo elegir entre caminar sola por la selva o viajar
preparada.

— Milton, Washington EEUU

Compartiendo el Agradecimiento

G racias a Dios compré compulsivamente toda la


literatura de OA hace siete años tras mi regreso a OA
después de una dolorosa recaída de tres años. He
estado últimamente descorazonada respecto a OA,
comparándola constantemente con mis “viejas” reuniones y
encontrando que faltaba algo en las nuevas. Me trasladé de
Boston a una pequeña ciudad donde las reuniones de
planes de comidas están de moda y las reuniones sobre los
Pasos son escasas.
Esta mañana estaba melancólica y añoraba mis antiguas
y más espirituales reuniones en Boston. Recogí mi ejemplar
de Lifeline Sampler y leí “Visita a una Pequeña Reunión”. Es
una historia preciosa, llena de gratitud y abstinencia, sobre
un miembro que es una reunión de una persona. Hizo que
me diera cuenta de que debería estar agradecida por mi
situación. En esta zona hay reuniones de Pasos sin
requisitos de comida a las que asisten personas con mi
misma clase de vida espiritual.
Pero sigo echando de menos mis reuniones de Boston. Me
senté en las mismas sillas tres veces a la semana durante
cuatro años. Me llevó mucho tiempo encontrar tres asientos
cómodos aquí. Echo de menos la maravillosa sensación de
alegría que viene de compartir y escuchar a otros compartir
su práctica de los Doce Pasos. Sin embargo confío que esa
sensación vuelva.
Estoy agradecida a todo aquél que alguna vez compartió
su experiencia en una reunión de OA. Vuestra búsqueda de
abstinencia y serenidad, vuestros compartires y vuestro
lanzar basura, vuestra ira y vuestra alegría me han
enseñado a vivir una vida sin comer compulsivamente.
Acabo de celebrar siete años de abstinencia. Juntos
logramos lo que yo sola no pude conseguir.

— Tewksbury, Massachusetts EEUU

Siguiendo las Direcciones

S i locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando


resultados diferentes, entonces la cordura debe ser
hacer lo mismo una y otra vez esperando los mismos
resultados. En el Paso Dos, llegué a creer que un Poder
Superior me podía devolver el sano juicio.
El plan de comidas no era un castigo, sino
simplemente la forma en que cualquier ser
humano normal y sano alimentaría su cuerpo.

Cuando llegué a OA hace 19 años, no sabía que mi forma


de pensar era retorcida e irracional. Sólo sabía que tenía un
problema de 45 kg y no podía parar de comer. Estaba lo
suficientemente desesperada como para no discutir sobre el
tema de la locura, sino para seguir direcciones. Tenía que
elegir un plan de comidas y considerarme abstinente si lo
seguía. Seguir este plan significaba escribir la comida que
iba a comer al día siguiente y decírselo a mi madrina.
Llamar antes de tomar el primer bocado, asistir a reuniones
con regularidad sin excusas y leer literatura todos los días.
El plan de comidas nunca funcionó como una dieta para
mí. No me decía de lo que me estaba privando, sino lo que
iba a comer. El plan de comidas no era un castigo, sino
simplemente la forma en que cualquier ser humano normal
y sano alimentaría su cuerpo. No era algo que podía esperar
con ilusión que terminara, como una dieta.
Elegí un plan que OA ofrecía por aquel entonces. Incluso
entonces, me di cuenta de que los alimentos específicos del
plan no eran lo importante. Elegí un plan basado en lo que
vi como mis problemas con la comida. Vi la adicción al
azúcar y mi forma de comer como mis dos grandes
problemas. Siempre quería estar metiéndome algún
alimento, cualquier alimento en mi boca. El plan que elegí
no me permitía alimentos con azúcar y restringía mi forma
de comer a tres veces al día.
Esa fue la carretera que tomé hacia la abstinencia hace 19
años. Hoy sigo prácticamente en la misma carretera. Ya no
escribo los alimentos específicos o se lo digo a mi madrina,
aunque sigo todavía el mismo plan. Hago más trabajo de
programa. Llamo a mi madrina todos los días, y amadrino a
cuatro miembros. Sigo las mismas direcciones respecto a la
comida que cuando llegué a OA. Asisto regularmente a dos
reuniones, estudio los Pasos y el “Libro Grande” y procuro
practicar los principios de los Pasos en todos mis asuntos.
Por la gracia de mi Poder Superior, no me he dado un
atracón o he recaído desde que llegué al programa. Tengo fe
en que seguir haciendo lo que me ha funcionado en estos
19 años seguirá dándome el regalo de la abstinencia un día
a la vez.

— San Antonio, Texas EEUU

Mi Lista para Comprobar Mi


Mantenimiento

H e estado viniendo a reuniones de OA durante 22 años y


estoy manteniendo más de 20 años de abstinencia. Mi
talla más grande fue la 13; ahora llevo la talla 8-10. Los
estragos de la compulsión por la comida me tenían
comiendo todas las rebanadas de pan de una sentada, junto
con tartas enteras, bolsas de galletas y enormes barras de
dulces. Comer compulsivamente me hacía consumir
grandes cantidades de laxantes y meter mis dedos en la
garganta para purgarme. Robaba comida en los
supermercados para mantener mi hábito. Después de un
atracón, corría por una pista de carreras hasta el
agotamiento.
Cuando entré en mi primera reunión de OA, la
enfermedad me había derrotado, física, emocional (las
relaciones estaban completamente fuera de lugar) y
espiritualmente. Había asfixiado a Dios como yo lo entendía.
En diciembre de 1979 cogí la abstinencia, dispuesta a
dejar de robar comida y a dejar de darme atracones. Las
purgaciones habían cesado un año antes más o menos,
gracias a la oración. Llamé a mi madrina y le dije que tenía
en la mano una barra de caramelo gigante. Me preguntó si
la podía tirar. Lo hice, y ese fin de semana encontré una
madrina de Pasos que me dio unas preguntas para cada
Paso. Escribía mis respuestas y luego la llamaba y se las
leía. Lo sigo haciendo todavía, y todavía trabajo los Pasos en
todas las áreas de mi vida.
Escribir es una de mis herramientas clave; me hace llegar
a un lugar donde una conversación no puede. Escribo mi
comida. Si es un momento estresante para mí, se la digo a
un compañero miembro de OA. Asisto de una a tres
reuniones de OA a la semana, dependiendo de mi horario.
Leo el Sólo por Hoy y las página 80 y 81 del “Libro Grande”
de AA por la mañana. Medito, preferiblemente unos 20
minutos, menos si es todo lo que puedo hacer. Estoy en
contacto con otros compañeros de OA; algunos son mis
amigos más queridos.
Busco teléfonos de OA en los lugares donde voy. Hacer
una llamada o ir a una reunión puede salvar mi sano juicio.
Hace dos años asistí a un taller de escritura intensivo de
cinco días en Taos, Nuevo Méjico. Estaba pasando entonces
por un período emocional difícil y fui a dos reuniones de OA
esa semana. Una mujer me recogió y me llevó allí. No lo
hubiera conseguido sin ese contacto.
Amo lo que este programa me ha dado. No estaría hoy
aquí sin él.
Esta lista me ayuda:
Encontrar una reunión mientras estoy de vacaciones.
Pesarme en la misma báscula cada mes.
Comprometer con alguien mi comida.
Escribir todos los días y leer el Paso Diez cuando es
necesario.
Hacer ejercicio.
Asistir a una o dos reuniones de OA a la semana y más si
tengo problemas.
Leer literatura de AA y OA todos los días.
Buscar ayuda fuera cuando sea necesario incluyendo
terapia u otras reuniones de Doce Pasos.
Abandono de azúcares placenteros: tartas, pasteles,
caramelos.
Practicar tener una mente tranquila y satisfecha. Meditar

— Los Ángeles, California EEUU

Un Plan Sencillo

S oy una adicta a la comida abstinente y agradecida. He


estado abstinente y en OA durante ocho años y medio,
manteniendo un pérdida de 45 kilos de peso por la
gracia de Dios, los Doce Pasos y las Doce Tradiciones.
Permanecer abstinente en el embarazo es sencillo.
Simplemente sigo mi plan como siempre hago. Al principio
de saber que estaba embarazada, hablé con mi madrina y
aumenté la ingesta de proteínas, como recomendaban las
comadronas. Añadí uno o dos tentempiés cuando los
necesitaba, con la guía de mi madrina. (Sólo he tenido que
hacerlo al principio de mis embarazos). Sigo mi plan de
comidas ajustado y lo comprometo con mi madrina un día a
la vez.

Es sencillo: confiar en Dios, dejar el tenedor y


seguir mi plan de comidas, mientras vivo una
forma de vida de los Doce Pasos como hago
siempre.

Por la gracia de Dios, nunca he tenido problemas en


ninguno de mis dos embarazos. He ganado una cantidad
“normal” de peso y lo he perdido después (por lo menos con
mi primer embarazo, sólo estoy embarazada de tres meses
del segundo). Si sigo haciendo lo que he estado haciendo,
trabajando los Doce Pasos y Tradiciones de OA, Dios me
mantendrá abstinente. Me aseguro de usar todas las
herramientas para ayudarme a asegurar mi abstinencia.
El mayor reto con la comida es no comer todas mis
verduras. Como las que puedo, dejo las que no puedo y no
como nada más. Nunca como fuera de mi plan de comidas
de tres comidas al día, excepto cuando es un tentempié
planeado al principio del embarazo.
Es sencillo: confiar en Dios, dejar el tenedor y seguir mi
plan de comidas, mientras vivo una forma de vida de los
Doce Pasos como hago siempre. Dios cuidará de mi.
Siempre lo ha hecho y lo hará, ¡no importa lo que pase!

— Waterloo, Iowa EEUU


CAPÍTULO SEIS

Vida Abstinente
 

Poner la Comida en el Lugar al Que


Pertenece

C uando OA me encontró nunca había oído hablar del


comedor compulsivo. Y no sabía que yo era una. Sabía
que me sentía infeliz con mi peso y en el trabajo. Salía
todas las tardes a por un premio que me ayudara a pasar el
día. Me sentía desgraciada en casa y me pasaba las noches
en la cocina comiendo helado del envase, temiendo en
silencio que mi marido me dijera algo sobre ello. Estaba
furiosa con Dios por fallar en responder a mis demandas, y
salía a comer con amigas, complaciéndome en quejas y
cotilleos al tiempo que tomaba aperitivos y bebidas.
Me quedé intrigada cuando una conocida me habló de OA.
Yo quería estar delgada y había oído que OA tenía
resultados sorprendentes e, incluso mejor aún, no había
cuotas ni inscripciones. Una reunión local de OA fue mi
primera introducción a los Doce Pasos, pero ninguno de
ellos tenía sentido para mí. ¿Como podía tenerlo si no
estaba abierta a comprender? Dios no podía de ninguna
manera ocuparse de mi peso; el mundo tenía problemas
mucho mayores.
Lo que tenía más sentido para mí era el Paso Cero. En la
reunión una mujer mostró un “equipo de abstinencia”:
básculas, tazas medidoras, una regla y un teléfono. Éstas,
dijo, eran la llave a la libertad. Creí que ella quería decir
libertad de tener sobrepeso, así que me metí de pleno.
Conseguí una madrina, un plan de comidas, una báscula, un
Libro Grande y un “Doce y Doce” de OA. Todos los días
llamaba a mi madrina y comprometía mi comida, leía
literatura, escribía mis deberes y hablaba con otros tres
miembros de OA. Iba a una reunión todas las semanas y
hacía servicio. Entonces, y sólo entonces, empecé a
comprender.
Sí, el peso se iba, pero cuando pisé la báscula después de
mi primer mes, me di cuenta de que estaba sucediendo algo
que nunca podía haber imaginado. Estaba empezando a
comprender que la comida no había sido nunca mi
problema. Había sido solamente el muro impenetrable que
había construido entre Dios y yo. Había sido mi reacción a
cualquier cosa en la vida que no tenía sentido para mí. En
vez de ocuparme de mi confusión y dolor, en vez de ser
honesta conmigo misma y pedir ayuda, en vez de acudir a
Dios derrotada y siendo vulnerable, comía.
Nunca podría haber adivinado en qué consistía realmente
mi problema o estar abierta a los respuestas hasta que
renuncié a la comida.
La comida ha estado fuera de mi vida durante seis años y
medio. El peso ha permanecido fuera durante seis años. Eso
era por lo que vine a OA solamente, pero no es por lo que
sigo aquí. Sigo aquí porque he experimentado los cambios y
reajustes emocionales que vienen con la rendición. Y cada
día, demuestro mi rendición primero de todo manteniendo
la comida donde pertenece.

— Twin Cities, Minnesota EEUU

Estoy Bien

C uando publicaron el folleto Dignidad de Elegir, corrí a la


parte de atrás de la reunión antes de la oración final
para comprar una copia. Tenía miedo de que se
acabaran. Aunque había estado en el programa casi dos
años y mantenido mi peso en una talla 6 u 8 durante varios
meses (empecé el programa en una talla 10 ó 12), todavía
quería conseguir el plan mágico de comidas que me lo
hiciera fácil.
Bien, tal cosa no existe. Pero el folleto dio por buena la
forma en que comía. Por ejemplo, me gusta beber leche
caliente antes de irme a la cama. Mi familia nunca hizo esto
cuando yo era pequeña, nadie me dijo que lo hiciera, y no
recuerdo cómo empezó. Sólo sé que me funciona. Algunos
de los planes de comidas en Dignidad de Elegir tienen una
comida a la hora de ir a la cama incluyendo una taza de
leche o su sustituto. Cuando leí esto, me sentí reafirmada de
que lo que hago está bien.
Esta es la esencia de OA para mí: aprender que estoy
“bien” y puedo confiar en mí misma (con la guía de Dios y
una madrina). “Los Doce y Doce” de OA dicen: …una fuente
de sabiduría dentro de nosotros…se convierte en algo más
poderoso mientras nos recuperamos de la compulsión por la
comida y desarrollamos nuestra relación con nuestro Poder
Superior … Al ir trabajando los Pasos … la intuición empieza
a funcionar apropiadamente, ayudándonos a centrarnos en
la voluntad de Dios, tanto respecto a nuestra forma de
comer como a nuestra forma de vivir nuestras vidas. (Los
Doce Pasos y Doce Tradiciones de Comedores Compulsivos
Anónimos, p. 20)
Esto confirmaba lo que mi intuición me había dicho, y por
ello estoy agradecida.

— Naples, Florida EEUU

¿Qué Es “Normal”?

M e uní a OA en 1981 después de leer un artículo sobre


OA en la columna de un periódico. Tenía 48 años y
estaba peligrosamente obesa, y había agotado todas
las dietas entre mi 11º y 48º cumpleaños. Era desgraciada,
tratando con adolescentes, un matrimonio inestable y sobre
todo dolores y achaques causados por mi peso.
Lo único que tenía claro es que nunca más haría dietas;
estaría abstinente. Y, ¿qué era la abstinencia? Soy una
comedora compulsiva. Comía día sí y día no, además de mis
tres comidas al día. No había límites para mi acaparamiento
de comida. Lo justificaba diciendo que estaba de oferta.
También soy compulsiva respecto a otras cosas, como el
trabajo. Era una persona que conseguía lo máximo en la
escuela y en el trabajo. Y sin embargo no podía ayudarme a
mí misma con mi adicción y compulsión.
Alguien dijo: “¿Por qué no pones una fotografía tuya con
un peso normal en la nevera?”. Mirando hacia atrás, tuve
ese problema incluso antes de los 11 años. ¿Qué es un peso
“normal” cuando una pesa 52 kg a los 11 años? Tenía que
superar la obsesión y compulsión.
Soy impotente, así que ¿de dónde vendría ese poder?
Tenía que venir de Dios como yo lo concibo. La forma en que
rezaba tenía que ser diferente también. Me di cuenta de que
Dios no iba a hacer por mí lo que yo podía hacer por mí
misma. Mi oración principal se convirtió en: “Dios, dame la
buena voluntad para abstenerme, para dejarme enseñar y
trabajar los Pasos. Dios, dame la buena voluntad para
perdonar y pedir perdón. Dame la buena voluntad de
aceptarme a mí misma como soy, y espero ser”. Rezaba
para que la voluntad de Dios se hiciera en mi vida.
Solía asistir a dos reuniones de OA a la semana. Ahora
todavía estudio y trabajo los Pasos; y hablo, paseo y duermo
el programa. He hecho toda clase de servicios. Hoy doy
servicio al seguir apadrinando, trabajo con otros por Internet
y hago lo que puedo para mantener mi serenidad,
abstinencia y paz. Peso 45 kg menos.
¿Qué es un peso “normal”? Bien, es aquel en el que estoy
hoy. Mi matrimonio es fuerte, mis adolescentes se han
convertido en adultos maravillosos, y sobre todo, he sido
bendecida con un propósito en la vida. ¡Tuve que pasar por
tanto hasta reconocer que Dios no hace basura! Soy
preciosa. Sólo por hoy, estoy en un peso normal. Gracias
OA. Gracias Dios.

— Ontario, Canadá

Muy Agradecida

E stoy muy agradecida por la abstinencia, pase lo que


pase, en mi vida. Estoy agradecida por mi Poder
Superior, pase lo lo que pase, en mi vida. Estoy
agradecida por OA, pase lo lo que pase, en mi vida.

Estoy muy agradecida por seguir creciendo y


mejorando en este programa, incluso después de
casi tres décadas de abstinencia.

Me acabo de trasladar a otro continente a más de 11.000


km, de verano a invierno, de una ciudad grande a una
pequeña. Montones de cosas han cambiado, pero me siento
agradecida porque algunas cosas siguen igual: abstinencia,
Poder Superior y OA. He ido a tres reuniones en dos
semanas, encontrado una madrina temporal aquí y acudido
a menudo por email a miembros de OA. Resbalé a un gran
egocentrismo y hablaba sin reflexionar, por ejemplo,
diciendo cosas sin pensarlas primero y, como consecuencia,
hiriendo a personas.
También caí en una conducta controladora, como por
ejemplo, querer que las personas hicieran las cosas a mi
manera y diciéndoles lo que tenían que hacer. Estoy muy
agradecida por tener un programa que me recuerda
enmendar mis actos al momento. Con el Paso Diez he hecho
las enmiendas que tenía que hacer. Con la ayuda de mi
Poder Superior, estoy tratando de permanecer alerta
cuando estos defectos de carácter aparecen, o por lo menos
de estar dispuesta a admitirlos después y enmendarlos.
Estoy agradecida por tener un programa que me recuerda
que no estoy sola y no tengo que ocuparme de esto yo sola.
Con el Paso Once, estoy acercándome a Dios por medio
de la oración y escribiendo, y compartiendo con otros en
voz alta y por email mi necesidad de rendir mi
perfeccionismo y trabajar en cosas que puedo mejorar.
Estoy agradecida por tener un programa que me empuja a
integrarme dentro de la sociedad.
Con el Paso Doce, he reunido varios números de teléfono
de gente de las reuniones locales a las que asisto, y me he
acercado a otros cuyas direcciones electrónicas tengo. Estos
contactos me recuerdan simplemente seguir viniendo,
practicar principios positivos, cómo actuar más
reflexivamente y ser menos egoísta. Estoy muy agradecida
por seguir creciendo y mejorando en este programa, incluso
después de casi tres décadas de abstinencia.

— Anónimo

Si Lo Trabajas

H asta el día de hoy, he sido bendecida con una


abstinencia continuada. Me uní al programa de OA en
septiembre de 2004, y mi compromiso a la abstinencia
empezó en octubre del mismo año. Me costó mis buenas
cuatro semanas de incidentes con la comida cayendo y
quemándome para darme cuenta que no soy normal en lo
que se refiere a la comida, ni nunca lo seré. Qué liberación
es admitir esto en mi vida.
Acabo de volver de una cortas vacaciones en una casa de
una playa tranquila. La recepción telefónica era limitada; y
siendo bendecida con llamadas diarias de mis ahijadas y
una llamada diaria a mi madrina, estaba nerviosa por esta
ruptura de mi rutina. Doy las gracias a un miembro sabio de
OA que me recordó que debo coger las herramientas que
hay disponibles en cualquier circunstancia dada, y no sólo
cogerlas, sino usarlas.
Ahora, de vuelta a casa y habiendo disfrutado de varios
días de abstinencia fuera, me doy cuenta de que esto
inspiró el funciona si lo hacemos funcionar. Los detalles de
cómo lo trabajamos pueden variar de tanto en tanto pero el
punto es trabajarlo pase lo que pase.
También hoy estoy experimentando otro nivel de gratitud
por el programa. Hace un rato, vino mi hermano y estaba
bastante disgustado. Está viviendo algunas circunstancias
preocupantes. Gracias a la abstinencia, a trabajar este
programa, a encontrar a mi Poder Superior, vi que Dios me
permitía estar ahí presente para mi hermano, para
escucharle y centrar mi atención sin caer en pensamientos
egoístas o egocéntricos. Y por la gracia de Dios, pude
compartir con mi hermano cómo los principios encerrados
en este extraordinario programa me ayudan a enfrentarme
y tratar con la vida: las personas, los lugares y las cosas que
pueden presentar retos cada día.
Si no estuviera abstinente hoy, no podría haber estado ahí
para mi hermano porque habría estado sufriendo el efecto
anestesian-te de la niebla de mi comida compulsiva o
planeando cómo iba a limpiarme de mi atracón. De todas
formas, cuando estoy en la enfermedad, existe poco sitio
para cualquier cosa o persona más. El programa refuerza
que vivir en la adicción activa es un trabajo a tiempo
completo. Y gracias a la abstinencia, OA, Dios y miembros
comprometidos a seguir este “Sendero del Destino Feliz”
(Alcohólicos Anónimos, 4 ed. P 151) conmigo, hoy es otro
día en el que tengo el privilegio de llevar este mensaje de
recuperación en todos mis asuntos. El milagro de este
sencillo pero a la vez profundo programa puede ser una
realidad para cada uno de nosotros, un día a la vez.
Funciona si lo trabajamos.
— Anónimo

Ganancias y Pérdidas

E staba esperando con ansiedad mi 30º día de abstinencia


para saber lo bien que lo he estado haciendo.
¿Correcto? ¡Falso! Esta mañana estaba destrozada. Me
he subido a ese horrible artefacto en nuestro baño y me he
pesado, sólo para descubrir, para mi horror, que sólo había
perdido cuatro kilos. ¿Cómo podía ser eso? ¿Que había
hecho mal? Puede que mi báscula estuviera estropeada.
¡No! ¿Cómo podía decírselo a mi madrina? ¿Cómo podía
decirselo a mi grupo de OA?

¿Qué más me podía dar Dios en sólo 30 días?

Quería perder por lo menos de 5 a 7 kg al mes. A este


paso me costaría un año llegar a mi peso ideal. Pero, ¿por
qué me siento tan delgada? ¿Por qué me siento tan ligera y
tan bien? Mientras el dolor, la ira y la frustración
desaparecían de mi mente, corazón y alma, entró un
sentimiento de paz y serenidad y llegué a darme cuenta de
estas cosas:
He perdido esa nube pesada, densa y negra de mi mente.
He perdido las horribles y pesadas cargas de mis hombros.
(Las he llevado día tras día, innecesariamente, incapaz de
hacer nada respecto a ellas).
He perdido los pesados sentimientos de mi corazón. He
perdido los sentimientos de tristeza, melancolía, odio a mí
misma, dudas y oscuridad. He perdido 18 cm. Mi sujetador
ya no deja marcas grandes y rojas. Mi ropa “grande” me
cabe otra vez. Mi cuerpo quiere movimiento.
¿He perdido solamente 4 kg? Bien, he ganado una forma
de vivir que me acerca más a mi Poder Superior. Ahora
tengo una vida que me da paz, alegría, felicidad, serenidad
y amistad. ¿Qué más me podía dar Dios en sólo 30 días?
Doy gracias a mi Poder Superior, a mi madrina y a mi grupo
de OA. Estoy agradecida.

— Mesa, Arizona EEUU

La Historia de Esta Chica

H ace diecisiete años, esta chica entró en su primera


reunión de OA. Hacía algún tiempo que había llegado a
los 112 kg, y la solución fue dejar de pesarse.
Desgraciadamente, eso no detuvo sus atracones
incontrolados, y ella pasó a una talla más. Había
considerado quitarse la vida, pero entonces una amiga la
llevó a una reunión de OA.
Ella rebuscó por las mesas para encontrar la “dieta” pero
no encontró ninguna. Los conceptos eran extraños:
consigue una madrina, haz los Pasos y llama a tres personas
cada día. Ninguno de los padrinos estaba disponible, así
que, ¿qué podía hacer? Pero por primera vez en mucho
tiempo, tenía esperanza. OA no era como los otros clubes
de dietas. La mayoría de las mujeres de OA tenían cuerpos
de tamaños normales. Algunas eran gordas, como ella,
¡pero incluso lo que compartían estaba lleno de esperanza!
Al final de la reunión, dieron fichas a las personas
abstinentes. ¿Qué significaba “abstinente”? Sabía que tenía
que tener una de esas fichas blancas porque estaba
cansada de su vida. Quería ser un miembro de este club.
A la noche siguiente, fue a otra reunión de OA. Esta vez
una mujer dijo que era madrina y no dijo que no estaba
disponible. Después de la reunión le pidió a esta mujer que
fuera su madrina. La mujer estuvo de acuerdo y le dijo que
la llamara al día siguiente y no tomara nada de azúcar. Raro
como sonaba, ella lo hizo; y la vida, tal como ella la conocía
terminó.
Con su madrina, se lanzó a los Pasos. Pensó que probaría
los Doce Pasos, un plan de 12 semanas, se graduaría, y no
volvería a engordar nunca. Así que cada semana hablaba
con su madrina sobre un Paso. A la quinta semana, estaba
en el Paso Cinco, perdiendo peso a un buen ritmo y
contestando todas las preguntas de Los Doce Pasos de
Comedores Compulsivos Anónimos (la parte de las
Tradiciones aún no se había escrito).
Con el tiempo aprendió que no funciona así. No nos
graduamos. Es un proceso de toda una vida, un día a la vez.
“Lo que sea”, pensó, pero hizo todo lo que le sugería su
madrina. Mientras pasaba el tiempo, 45 kg de grasa se
derritieron. Comprendió más sobre cómo OA funciona
porque su vida era mucho mejor que antes. Llegaba pronto
a las reuniones, arreglaba las sillas y hablaba con los recién
llegados.
Una chica consiguió su moneda de 90 días de abstinencia.
¡Vaya! Si esa chica pudo hacerlo, ¡ella también podría! Hoy,
sigue yendo a reuniones de OA y tiene un cuerpo de tamaño
normal. Ha tenido varias madrinas a lo largo de los años. Ha
hecho los Pasos varias veces, y su plan de comidas ha
cambiado muchas veces. Ahora cuando piden padrinos,
siempre levanta su mano. Ha sido la presidenta de una
región de OA y sabe que eso no la hace importante. Es
simplemente otro más en el autobús, y devolver es
importante.
Ama su vida otra vez y la gente la ama a ella. Pone su
abstinencia primero, sin ninguna duda. Hoy se preocupa por
otros.
¡Celebro mi abstinencia por la gracia de Dios y por
vuestra ayuda! Estoy agradecida a todos los que han
recorrido este sendero conmigo. Ya no soy una mujer que
abusa de la comida. Me gusta quién soy hoy, ¿puedes
creerlo? Creo que seguiré viniendo.

— Titusville, Florida EEUU


Encontrando el Milagro

S oy una de los muchos que se unieron a OA para perder


peso. Yo no era una comedora compulsiva.
Simplemente, me gustaba la comida, mucha comida
dulce, empalagosa.

Después de 28 años en OA, incluso yo estoy


asombrada de mi cambio.

Fui una niña delgada y demacrada hasta que cumplí seis


años. Más tarde pesaba entre 2 y 5 kg de más. Pero no me
preocupaba porque me iban bien las dietas. Desde luego,
recuperaba mucho más una vez terminaba la dieta.
Cuando mi madre (mi gurú) murió, tuve que recoger sus
cosas de dos estados fuera del mío propio. A esto había que
añadir mi trabajo de 24 horas/siete días a la semana de
madre y esposa y dolor por mi pérdida. Estaba a punto de
enfermar cuando recordé el consejo de mi madre durante
mi primera dieta en mi adolescencia: “Tienes que comer
para mantener tu fortaleza”. Mantuve mi fortaleza a más de
100 kg. Cuánto más no lo sé, ya que no me pesaba.
Mi compañera de dietas se retiró en julio, cuando ambas
llegamos a nuestro peso ideal. En un “festín” de la oficina,
ella llegó delgada todavía. Yo estaba reventando una talla
22. Mi plato estaba llenísimo mientras que el suyo estaba
abstinente. Le pregunté por su dieta, y ella me habló de OA.
Yo tenía un amigo en AA, así que sabía que los Doce Pasos
funcionaban. Me ayudó a buscar un grupo base, y me metí
compulsivamente. Compré toda la literatura, conseguí una
madrina, empecé a trabajar los Doce Pasos, conseguí la
abstinencia y perdí 14 kg. Mi problema con OA es que
ocupaba el tiempo que solía pasar con mi marido,
comiendo. Así que pensé que tenía el conocimiento y la
literatura y que podía hacerlo sola. Seis meses y 11 kilos
más tarde, me di cuenta de que no podía. En recaída, volví
a las salas y empecé a hacer servicio compulsivamente
hasta que descubrí que había sido elegida Miss OA,
haciendo todo el trabajo. Caí de ese pedestal y estuve en
recaída tres meses. De nuevo recuperé 7 kilos. Mi última
recaída (y quiero decir la última) sucedió porque estuve sola
durante tres semanas consecutivas, pobre de mí. Si ellos no
podían estar ahí para mí, yo no estaría ahí para ellos. Un
mes y 5 kilos más tarde, comprendí el mensaje de que esto
es un programa “para mí”. Tengo que hacerlo por mí. Nunca
he de volver a recaer.
Antes de OA, yo era cínica, vengativa, estaba llena de
resentimientos, suicida, pero siempre sonriendo y
complaciendo a la gente. Gané mucho dinero calmando
tormentas en el trabajo, pero el resto del tiempo, yo era un
terror. Nunca creí en el ojo por ojo; era cabeza por ojo. Era
maestra del sarcasmo, nunca había conocido a una persona
a la que no pudiese doblegar con mi amplio vocabulario y
mi lengua afilada. OA me enseñó que mi indignación
santurrona no era otra cosa que resentimiento. Eso fue un
buen golpe. Pensaba que mi infelicidad era culpa de mi
marido. Un día mientras repetía la Oración de la Serenidad,
lo escuché por fin. Yo era la única que estaba en una
situación que odiaba. O bien me iba o me quedaba con una
sonrisa.
Nunca pretendí irme, así que por fin conseguí mi
serenidad.
Después de 28 años en OA, incluso yo estoy asombrada
de mi cambio. 27 kilos de mi exceso de peso se han ido,
para nunca volver. El cinismo se ha ido. La vida es vida. Se
han ido la venganza y el sarcasmo. Las cosas ahora ya no
me vuelven loca. El rencor y el resentimiento se han ido.
Están en el pasado, y jugaron también un papel. Se ha ido el
impulso de suicidarme mientras conducía; ahora soy
cuidadosa. Lo que queda es la sonrisa, porque ahora me
permito a mí misma ser feliz. Queda algún ceño porque me
permito sentir dolor; ya no es engullido con la comida.
Uno de nuestros lemas favoritos en OA es: “OA es sencillo
pero no fácil”. Como persona independiente, he de empezar
a confiar, escuchar y apoyarme en una madrina. Lo menos
que puedo hacer es ir a reuniones. La abstinencia es el
número uno, y no puedo estar abstinente sin la ayuda de mi
Poder Superior, mi madrina y los compañeros OAs. Hacer un
plan de comidas y un plan de acción y seguirlos con la
ayuda de Dios, mi madrina y los compañeros de OA me han
traído el milagro. No lo dejes hasta que lo tengas. Luego
quédate por la alegría.

— Fayetteville, Tennessee EEUU

Justo Ahora

“P uedes arrodillarte y pedir ayuda ahora mismo”. Eso


es lo que alguien de OA me escribió hace muchos
años cuando yo había escrito que las cosas eran
difíciles. Me alegro de que lo hiciera y me alegro de haberlo
hecho yo. Bien, tenía muchas quejas: vivir en una
comunidad donde no había teléfono, electricidad ni agua
corriente en un país cuyo idioma local no hablaba. Ella me
recordó que cualquier día podía ser nuestro primer día de
abstinencia o el siguiente día de abstinencia. Ése es un
hecho asombroso en OA.
Estoy agradecida por mi abstinencia y no quisiera vivir sin
ella. La abstinencia significa que tengo mucho trabajo que
hacer todos los días para trabajar el Paso en el que estoy.
Terminé el Paso Nueve hace 22 años y hoy estoy trabajando
los Pasos Diez, Once y Doce. ¡Cada día es un milagro! Cada
día es un día en el que quiero estar bien, así que hago lo
que tengo que hacer para trabajar mis Pasos: contactar con
una madrina cuando es necesario (lo que hice diariamente
durante muchos años), escribir, leer literatura, trabajar con
recién llegados y otros trabajando los primeros nueve Pasos,
y escribir cartas a la gente de OA.
Como dice el Libro Grande, esto puede funcionar para
cualquiera que tenga “la capacidad de ser honesto”
(Alcohólicos Anónimos, 4ª ed., p.54). Para mí significa, ver
mis defectos que aparecen cada día; pasar del Paso Diez y
salir de mí misma forzándome a pensar en alguien a quien
ayudar, generalmente por estar abstinente un día más.
Hoy tú, como yo y cualquiera de OA, puede elegir la
comida o no. Espero que elijas un día cuerdo y abstinente,
no importa lo difícil que sea. Hoy ésa es mi elección.

— Australia

Unas Vacaciones Abstinentes

L evaba dos meses abstinente y habíamos estado ya


preparando durante seis meses las vacaciones de
nuestras vidas, que consistían en un viaje en un velero
de 20 metros a las Bahamas. Planeábamos disfrutar de una
semana buceando y navegando sin teléfono, televisión ni
despertadores. Me enfrentaba a una semana en medio del
océano con unas opciones de comida muy limitadas.

Hoy sé que puedo enfrentarme a mis


sentimientos sin meterme nada en la boca.

Decidida a seguir mi plan de comidas, pedí hablar con el


oficial para comentarle mis necesidades. Me aseguró que
cualquier necesidad sería atendida y que no habría
problemas. Llamé de nuevo unos días más tarde para volver
a escuchar lo mismo.
La semana antes de partir, asistí a todas las reuniones de
OA disponibles. Mientras tomaba todas las precauciones,
era consciente de lo astuta y terrible que era mi
enfermedad. Estar aislada, en medio de ninguna parte, con
comida limitada, era aterrador.
Finalmente llegó el gran día. Estaba armada con mi taza
de medir, mi báscula y mi literatura de OA, incluyendo, por
supuesto, varios ejemplares de Lifeline. Pero según
llegamos al puerto de Miami, no pude controlar mi miedo.
Usé la mejor herramienta que tenia disponible: la oración.
Según hablaba con mi Poder Superior y “le dejaba hacer”,
me sentí más calmada y supe que todo iba a ir bien.
Una vez a bordo, paré al primer miembro de la tripulación
que encontré y le pedí que me dirigiera a la cocina. Le
expliqué que yo era la pasajera que iba a dar la lata con la
comida.
“No se preocupe por nada”, me dijo con una sonrisa, “yo
me llevo bien con el cocinero y soy un alcohólico
recuperado”. No podía creer lo que oía. Me presentó a la
cocinera que me confió que también estaba en un programa
de Doce Pasos.
¡Cómo resultaron las vacaciones! Expliqué mi plan de
comidas a la cocinera, y me pesó, midió y sirvió cada una
de mis comidas. Abstinencia total. Encontramos a otro
amigo de Bill W., y los cuatro juntos vimos salir el sol cada
mañana, bebiendo café y compartiendo en una reunión muy
informal de Doce Pasos.
Hoy sé que puedo enfrentarme a mis sentimientos sin
meterme nada en la boca. Un día a la vez, en casa, en el
trabajo o incluso en vacaciones, tengo a mi Poder Superior,
las herramientas y los Doce Pasos para ayudarme a vivir mi
vida. Celebré noventa días de abstinencia la semana
pasada.

— Orlando, Florida EEUU

Dulce Rendición
A hí estaba yo, sobrio y abstinente duante tres años, otra
vez en un peso normal, acudiendo a reuniones diarias,
trabajando de cerca con mi padrino, y dependiendo de
todas las herramientas para curarme. Entonces mi jefe me
ofreció un trabajo de seis semanas revisando líneas de
transmisión en el norte de Pennsylvania. Un camión nuevo,
un equipo de video y un ordenador más sofisticado me
permitiría revisar 20 kilómetros de la línea al día. Sonaba
casi como unas vacaciones.

Un milagroso alto el fuego con la comida me


seguía en cada paso del camino.

Pero el primer día me quedé anonadado al descubrir que


tendría que trabajar en terreno pedregoso y que apenas
cubriría seis kilómetros de recorrido al día. De lunes a
sábado. Para revisar 600 kilómetros necesitaría cuatro
meses, todo el otoño y principio del invierno.
El trabajo era imposible. No podría terminarlo. ¿Me
rompería una pierna en medio del bosque? ¿Me dispararía
un cazador borracho? ¿Sería devorado por lobos salvajes?
¿Me ahogaría en un pantano?
Lo peor de todo era que ninguna ciudad de las que estuve
era mayor que Mishawaka, Indiana, y poca gente había oído
hablar de OA
Me perdí el desayuno el primer día porque mi jefe se negó
a parar antes de llegar al sitio. Estuve andando durante seis
kilómetros por ríos, campos y pastos antes de poder
sentarme a comer en una pequeña cafetería grasienta en
Conneautville.
Estaba hambriento. Pero, por la gracia de Dios, no me
atraqué. Comí un almuerzo abstinente. No permití que las
circunstancias se convirtieran en una excusa para un
atracón.
Durante dos semanas perdí peso y me abstuve entre las
comidas. Comí porciones más grandes pero nada
exageradas. No deseaba ningún alimento de los que me
provocaban compulsión. Una noche terminé una gran cena
en Meadville y me sentí empachado y a punto de vomitar.
Con ganas de llorar, busqué un teléfono. Gracias a Dios mi
padrino estaba en casa. Sentía que me había dado un
atracón, aunque no era así. “Quiero reducir la cantidad de
comida que como,” le dije.
“Si lo haces, te estarás preparando para un atracón real,”
me respondió. “Tu cuerpo necesita combustible, pero tu
estómago es demasiado pequeño para tanta carga. Ve
despacio, no te prives, reza, y ve a una reunión”.
Descubrí cómo los pasos y las herramientas pueden
ayudarme no importa dónde estoy. El área tenía muchas
reuniones fuertes de AA donde hice nuevos amigos, incluso
algunos OAs. Llamar a mis amigos de OA a casa me ayudó.
Me sumergía en mi paquete de emergencias de Lifelines
cuando me sentía vulnerable ante la locura y el aislamiento.
Aprendí a hacer rápidamente mi trabajo en los bosques, a
conducir alrededor y por los pantanos, a saltar alambradas,
a subir por senderos de la montaña Allegheny y a moverme
por cruces y tierras. No tenía compañeros, así que tenía que
hacer cuatro o cinco kilómetros de ida y vuelta al camión
solo.
Pronto me di cuenta de que mis comidas eran
consistentes. Mi peso y tamaño volvieron a lo normal y
permanecieron constantes. Me sentía sano y fuerte. Todo
esto sin tratar de controlar la comida. Un milagroso alto el
fuego con la comida me seguía en cada paso del camino.
Mi problema real era aceptar mi trabajo y mi vida en
Pennsylvania. ¿Terminaría? ¿Estropearía el equipo de 3.000$
que me llevaron a cruzar el país? ¿Cuándo me enamoraría y
viviría feliz para siempre?
Encontré una reunión en Meadville y un miembro me dijo
luego: “Parece que estás peleando con el programa. Vas a
las reuniones, hablas por teléfono, haces inventarios, rezas,
y todo eso, pero no sueltas las riendas. ¿Aún no te estás
divirtiendo?”.
“¿Divirtiendo?”, le miré como un idiota.
“Si, divirtiéndote. Si no entregas y rindes todos tus
problemas ante tu Poder Superior, ¿cuánto tiempo piensas
que aguantarás sobrio?”.
Mi primera rendición en mucho tiempo ocurrió poco
después. Estaba andando por el monte bajo una fuerte
lluvia. Las ramas golpeaban mi rostro mientras luchaba
entre arbustos espesos y pinchosos. Tenía que grabar una
torre por segunda vez y estaba enfadado. Tengo tres
titulaciones, talento, ambición y capacidad. ¿Por qué estaba
arrastrándome por los árboles contando palos?
Entonces la Oración de la Serenidad vino a mí mente, y
por una vez pedí ayuda a Dios. Le dije en voz alta las cosas
que me costaba aceptar: la lluvia fría, las botas empapadas,
los bosques, un trabajo de locos, y la soledad. ¿Podría
aceptar estas cosas sólo una mañana? Una enorme carga
me fue quitada de mis hombros. Me sentí en paz conmigo
mismo. Acabar mi tarea en armonía de la forma en que las
cosas sucedían se convirtió en alegría.
El resto del día, la ansiedad, obsesión y depresión no me
afectaron. La comida y el alcohol tenían para mí el mismo
atractivo que el veneno para ratas. Me rendí todos los días
que me quedaban de trabajo. Cuando por fin volví a casa,
mis raciones de comida volvieron a ser normales. Con la
ayuda de Dios, las condiciones imposibles se convierten en
posibles, sólo por hoy.

— South Bend, Indiana EEUU

Progresando

D espués de once años de abstinencia, me gustaría


compartir con los lectores de Lifeline lo que he
aprendido en este viaje hacia la recuperación.
La comida es sólo un síntoma de un problema más
profundo, y me servía para cubrir mi remolino interior.
Con la comida en su justa perspectiva, debo trabajar
continuamente en mí misma.
Tengo sentimientos. Van y vienen y están
constantemente cambiando. No necesito hacer nada con
ellos, sólo permitirles salir. No necesito dejarles que
controlen mi comportamiento. Estar de mal humor no
significa que pueda tratar mal a los demás.
Es un programa de 24 horas al día. Necesito estar en
guardia con los pensamientos negativos, el miedo, el
egoísmo y la autocompasión. Necesito rezar para que se
vayan y perdonarme a mí misma por permitirme esos
sentimientos.
Debo trabajar constantemente mi autoestima, porque es
la clave de una larga recuperación. Odiarme y
despreciarme me mantiene en mi enfermedad. Si me
quiero, quiero a los otros y quiero a Dios, estaré más
dispuesta a llegar adonde sea para conseguir la libertad
de la compulsión por la comida.
No importa cuántos días de abstinencia lleve, necesito
seguir contando lo que pasa en mi vida a mi madrina y a
otros miembros de OA. Sólo con escuchar a otros y
sentándome sin hablar en las reuniones, no me
recuperaré. Debo abrir mi corazón.
Es muy importante que trabaje para estar en buena
relación con los otros. El odio, el resentimiento y los
prejuicios sólo me dañan a mí. El único modo de vivir
libre de esos terrores emocionales es vivir sólo por hoy.
Ser honesta es esencial para llevarme bien con los otros
en este mundo. Sin pisar a nadie, necesito ver dentro de
mí lo que necesito en cada situación en que me
encuentro y expresarlo. No me sirve el simple acto de
agradar a los demás, porque eso al final me hace
sentirme mal a mí.
La abstinencia es la cosa más importante de mi vida sin
excepción. Debe estar a salvo y mimada. ¿Cómo puedo
hacerlo? Trabajando todos los Pasos cada día y
compartiendo mi experiencia, fortaleza y esperanza con
los otros.

He crecido, madurado y cambiado en estos últimos once


años más que en los veinte anteriores. Gracias a OA, a los
Pasos, y a esta maravillosa Hermandad, he tenido la
oportunidad de tener una vida plena y con sentido. Gracias
a todos vosotros por este regalo.

— Oakland, California EEUU

Lista de Recuperación

S é que estoy en recuperación


porque:
Me mantengo abstinente de los alimentos que me
producen compulsión y he mantenido mi abstinencia y
mi pérdida de peso durante cinco años.
Dejo de comer cuando mi cuerpo ha tenido bastante.
He dejado de pesarme todo el tiempo.
He ido a reuniones sociales buscando la compañía de la
gente que iba a estar allí, y no la cantidad de comida
que iba a haber.
Otros pueden comer los alimentos que a mí me
provocan compulsión frente a mí, y no siento
resentimientos; puedo preparar esos alimentos para
otros y ni siquiera me siento tentada a chuparme los
dedos.
Puedo vivir sin preocuparme del dinero.
Acepto mis limitaciones de salud sin quejarme de ellas
continuamente.
En vez de pensar en lo que no tengo, estoy muy
agradecida de lo que tengo.
No recurro a excusas para perderme las reuniones. A
menos que mi salud me lo impida, voy, tenga ganas o
no.
Me tomo un tiempo para escribir, llamar por teléfono,
hablar con mi madrina, leer literatura de OA, no importa
cuánto me gustaría estar haciendo otra cosa.
Puedo hablar con mi hijo adolescente cuando él está en
medio de un ataque de mal genio.
Cuando algo me hiere, no me enfado. Rezo, suelto las
riendas y se lo entrego a Dios.
Reconozco mis defectos de carácter y soy consciente de
cuánto me perjudican a mí y a otros.
Me doy cuenta de que no siempre puedo salirme con la
mía.
Pongo límites sanos. No dejo que la gente me use como
felpudo y tampoco construyo muros a mi alrededor para
aislarme.
Me mantengo al margen de los asuntos de otros y les
dejo vivir su propia vida.
En vez de “arreglar” a la gente trato de escucharles,
compartiendo mi experiencia, fortaleza y esperanza.
He eliminado la culpabilidad y la autocompasión de mi
vida, en vez de decir “esto me hace sentir culpable”, y
seguir arrastrando el sentimiento de culpa. Dejo ir el
pasado.
No me torturo cuando tomo una decisión que puede no
ser la mejor para mí; aprendo de la experiencia.
He dejado de ser una víctima para pasar a ser una
superviviente.
Acepto que crezco y que tengo que responsabilizarme de
los cambios en mis acciones y actitud.
No espero que nadie me haga feliz, sino que me he dado
cuenta de que la felicidad viene de aceptar la voluntad
de Dios en mi vida.
— Montague, Michigan EEUU

Un Regalo de Vida

M ientras escribo esto, paso mis vacaciones en la


soleada Florida con mi familia. Sería envidiable si no
fuera por la razón de estar aquí. Hace tres días mi
madre y yo recibimos una llamada diciendo que mi abuela
estaba muy enferma y podía morir en cualquier momento.
Así que aquí estoy, mirando al océano, mientras una de las
personas que más quiero se muere en la otra habitación.

La abstinencia me ha permitido estar aquí para mi


familia y mi abuela.

Tengo 24 años. He estado abstinente casi dos años y he


visto mi parte en mis dificultades y en mis logros. He sido
aceptada en la universidad de mis sueños pero en lo único
que puedo pensar es en una graduación sin mi abuela.
Esta mañana me senté en su cama y planeamos los
colores de mi boda y cómo sería mi vestido. A ninguna de
las dos nos preocupaba que aún falten años para esa
ceremonia.
Estoy tan agradecida por tantas cosas y me gustaría
compartir esta gratitud con otros; sobre todo con los recién
llegados, que no pueden aún imaginar vivir abstinentes
después de hoy.
Estoy muy agradecida por no tener mi cabeza metida en
la nevera y la cara frente al inodoro. La abstinencia me ha
permitido estar aquí para mi familia y mi abuela. Antes de
venir a Florida, mi madrina me recordó que un pequeño
resumen de los Pasos sería “crecer”. Por primera vez me
siento mucho más parte de esta familia. Me han incluido en
todas las charlas acerca de la abuela y no me han tratado
como a una niña.
Estoy agradecida por poder decirle cosas a mi abuela, y
ella es capaz de darse cuenta de cuánto la quiero. Sí
estuviera comiendo y vomitando, hubiera escondido estos
sentimientos con comida. Hace cinco o diez años, hubiera
deseado ser capaz de decirle cuánto significaba para mí.
Estos sentimientos son muy dolorosos, pero al fin puedo
sentirlos. Eso significa que estoy de verdad viva.
Durante los dos días pasados, la compulsión ha estado
aquí. Pero mi Poder Superior me ha dado la fortaleza para
enfrentarme a lo que pueda ocurrir en las próximas 24
horas. Estoy encantada con mi concepto de Dios, que me
promete que mi abuela irá a un lugar más bonito y pacífico
de lo que soy capaz de desear para ella.
Gracias, Lifeline, OA y Poder Superior, por guiarme a lo
largo del camino de la recuperación, a un lugar donde
puedo servir de apoyo a los otros al mismo tiempo que
cuido de mis propias necesidades.

— San Diego, California EEUU

Encontrando el Equilibrio

A ntes de encontrar OA, no conocía el significado de la


palabra “equilibrio”, y no sabía que mi vida era
ingobernable. Veía el mundo en los extremos de blanco
y negro: todo era maravilloso u horrible, perfecto o un
desastre total. La gente era buena o mala, y la amaba o la
odiaba. O era rica o pobre como un ratón, y por supuesto, si
no estaba delgada, estaba gorda.
¡Y toda esa gente equivocada de OA! Cuando sugería una
de mis soluciones perfectas en una reunión, había un
debate, la discutían y normalmente la rechazaban. Como la
vez que sugerí que usáramos un libro no aprobado por la
Conferencia. Cuando rechazaron mi sugerencia, me sentí
herida, preocupada y ¡simplemente loca!
Pero seguí yendo a las reuniones. No había para mí otro
sitio adonde ir. Había tratado de controlar mi forma de
comer compulsiva de muchas maneras: dietas, pastillas
adelgazantes, recompensas por perder peso (también
llamado gasto compulsivo) y el ayuno. Perdía peso, pero
luego lo recuperaba con creces. Sabía que OA tenía la
respuesta para mí, porque la gente allí decía que yo tenía
una enfermedad. Decían que yo no era una mala persona,
intentando convertirme en una buena, sino una persona
enferma intentando curarse.
Hoy sé que discutir las diferencias de opinión con la gente
me ayuda a crecer. Al principio, cuando la gente me decía
en la reunión, “coge lo que te guste y deja el resto”,
pensaba: “Ya, pienso que estás loco, ¡y me voy!” Ahora
estoy aprendiendo a separar las ideas de las personas. Para
mí está bien ahora tener opiniones, valores e ideas, y que
otros tengan opiniones distintas. También está bien para mí
cambiar de idea, y más tarde, volver a cambiar.
Antes de OA yo siempre pensé que sería feliz “cuando”.
Cuando estuviera delgada. Cuando me casara. Cuando me
divorciara. Cuando encontrara un buen trabajo y ganase
dinero. Cuando me jubilara. Así la lista de “cuandos” creció
y creció.
Antes de OA vivía en la tristeza, depresión, desengaño,
culpabilidad y vergüenza sobre acontecimientos pasados.
Decidí que tenía que trabajar los Pasos porque quería que el
dolor desapareciese.
Ver las cosas en blanco y negro, era un modo de hacer mi
vida ingobernable. Ver la vida así me hizo alejarme de la
gente y de mí misma. Y sobre todo, me alejó de tener una
relación plena con mi Poder Superior.
Hoy soy capaz de afrontar los problemas en vez de
evitarlos, viéndolos como oportunidades para crecer. Veo
este mundo y la gente que hay en él como un modo en que
mi Poder Superior se pone en contacto conmigo.
A través de OA, he encontrado un modo de ser feliz hoy.
Llámalo como quieras; aceptación, equilibrio, crecimiento,
“vivir la vida en sus propios términos”. Yo lo llamo estar
abstinente, en contacto con mi Poder Superior y viviendo
sólo por hoy.

— Crystal Lake, Illinois EEUU

Sintiéndome Llena

C omo una comedora compulsiva abstinente, siempre


disfruto sintiéndome cómodamente hambrienta antes
de cada comida y el sentimiento de satisfacción de
después. A veces no me siento particularmente hambrienta
a la hora de la comida, pero como de todos modos, porque
es el mejor modo en que puedo mantener mi plan de
comidas de tres comidas.

La comida sabe como cartón y me sienta como


una bola de plomo en mi estómago, como si
hubiera comido demasiado y no pudiera digerirlo
nunca.

Pero a veces me siento tan llena de sentimientos,


generalmente negativos, que simplemente no quiero comer.
La comida sabe como cartón y me sienta como una bola de
plomo en mi estómago, como si hubiera comido demasiado
y no pudiera digerirlo nunca.
Estoy pasando por uno de esos momentos justo ahora.
Estoy tan preocupada por lo que pasará el próximo fin de
semana, que estoy teniendo problemas para disfrutar de la
belleza de cada momento, y del milagro de la abstinencia
actuando en mi vida y en mi cuerpo.
Creo que la sensación de estar “llena de sentimientos” es
un fenómeno único en la abstinencia. He tenido treinta kilos
de sobrepeso y hasta veinticinco kilos menos de mi peso
normal en distintos momentos de mi vida adulta. Cuando
era anoréxica, estaba literalmente ayunando todo el día. No
es que no hubiera algún momento en que no quisiera
comer, simplemente no podía porque me aterrorizaba
demasiado la comida y los atracones que sabía que me
podía dar. El ayuno siempre llevaba a unos atracones
descontrolados, llenándome más de lo que podía soportar y
sin embargo nunca me sentía llena. O si me sentía llena, no
afectaba a mi deseo de comer más.
Estoy agradecida por tener una madrina maravillosa y
amigos en el programa de OA que están ahí para
escucharme y ayudarme según voy alcanzando distintos
niveles de recuperación. Estoy agradecida por estar
dispuesta a escuchar las distintas sensaciones de hambre
que puedo sentir, y la capacidad de diferenciar entre las
necesidades de mi cuerpo y mi enfermedad, que me dice
que estoy demasiado “llena de sentimientos” para tener
sitio para comidas sanas y abstinentes.
He pasado la tarde sintiendo esa sensación, trabajando
algunos de los Pasos adecuados, y acabando mi trabajo con
este artículo. Como resultado, me siento mejor y no tengo
intención de privarme de una cena deliciosa y equilibrada;
o, mejor aún, ¡de una vida equilibrada!

— Washington, D.C. EEUU

Plan de Fiestas

E staba batallando conmigo misma, para decidir si iba o


no a una reunión de venta a domicilio de utensilios de
cocina. Las fiestas como ésas suelen terminar en
postres servidos al final.
Los invitados se ponen alrededor de una mesa llena por
completo. Se presta mucha atención a quién cocinó esto y
quién lo está comiendo. Y siempre hay un revuelo sobre
aquéllos que deciden no comer. Esa clase de sentimientos
eran los que no quería tener.
Después de llamar al anfitrión (una amiga que está en
otro programa de Doce Pasos), decidí ir a la fiesta. Me dijo
que no habría grandes cantidades de comida y que podía
irme para tomar mi comida planeada.
En la fiesta me dejé llevar por las risas y la diversión, y no
me fijé en la comida que estaba llamando a gritos. Era
maravilloso estar entre gente a la que apreciaba, y pude
sentir su cariño hacia mí también.
Pero mi felicidad cambió a enfado cuando comenté
algunas de mis costumbres con la comida hoy en día a una
mujer sentada a mi lado, miembro de otro programa de
Doce-Pasos. Estaba asombrada de que yo no comiera
ciertas comidas y de que midiese y pesase lo que como.
(Sabía la capacidad de todos los recipientes que
presentaron en la venta). Sus exclamaciones repetidas de
“Eres tan buena. ¿Nunca haces postres? Eres tan buena!”
estimulaban mi ira.
Le dije que no tenía nada que ver con ser buena; es lo que
necesito para estar abstinente. Sabía que no lo comprendía.
Cuando me estaba poniendo el abrigo, me preguntó: “¿no te
altera mirar esos postres?” Le contesté, “desde luego que
me molesta, pero elijo no comerlos y eso es lo mejor que
puedo elegir para mí”
Hice una llamada cuando llegué a casa. Mientras
expresaba mi enfado a otro miembro de OA, empecé a
llorar. No hay forma de evitar ese sentimiento de pérdida
ahora que estoy abstinente. La tristeza de echar de menos
la comida y el vacío por sentirme diferente están ahí. Pero
mientras sienta esos sentimientos y no pique comida,
pasaré un día más.
He trabajado duro para ser bendecida con este programa
que me llena de amor. Y si pasar por ese dolor es lo que me
permite seguir recuperándome y ayudar a otros, que así
sea.
Mientras hacía mi inventario esa noche, recordé que esta
mujer había hecho referencias indirectas a sus propios
problemas de comer en exceso. Puede que tanto cuestionar
mi modo de vida actual con la comida era una forma de
negar sus propias experiencias con la comida. ¿Quién sabe?
Me dormí preguntándome si quizá, sin darme cuenta, había
plantado una semilla.

— Naugatuck, Connecticut EEUU

La Tempestad

H ace una semana nuestra isla de Kauai fue devastada


por un huracán. Tengo que usar hoy la herramienta de
escribir, ya que temporalmente estoy sin reuniones
normales, sin mi madrina y sin mis amigos de OA.
Esperé veinte minutos en nuestro local de reunión
(convertido ahora en un cuartel general de la Cruz Roja)
rezando porque apareciera alguien. Al irme di una vuelta a
la manzana por última vez y entonces vi a dos amigos de
OA dirigiéndose a la sala. Encontramos un lugar tranquilo y
celebramos la reunión.
Me tranquilizó escuchar que ellos también habían sufrido
la presión por parte de vecinos y amigos bien intencionados
para que comieran grandes cantidades de alimentos
compulsivos y comidas con grasa; ellos también habían sido
tentados con cervezas frías y refrescos (tenemos que hervir
el agua para poderla beber y no todos tenemos
refrigeración); ellos también estaban comprometidos con su
abstinencia en unos momentos de mucha tensión y con
poca comida y bebida para poder elegir; ellos, también,
luchaban con su honestidad al llenar las hojas de
reclamaciones.
Todas las viejas excusas para comer compulsivamente
(come ahora, puede que no haya comida mañana; come
más, necesitas estar fuerte; come lo que ha sobrado, no
puedes permitirte despilfarrar la comida) habían pasado por
nuestras cabezas. Ellos, sin embargo, habían acudido a una
reunión a pesar de haber perdido sus casas y sus coches en
el huracán.
Nuestra vida ha cambiado drásticamente esta semana.
Pero Dios aún me guía. Estoy abstinente. Tengo a OA. Tengo
todo lo que necesito para pasar el día de hoy.

— Kauai, Hawaii EEUU

El Fantasma de las Navidades


Pasadas

L as vacaciones siempre han sido un mal momento para


mí, sobre todo porque mi padre murió ocho días antes
de Navidad cuando yo tenia diecinueve años. Mi padre y
yo no estuvimos muy unidos nunca, a causa de su
alcoholismo. Durante el último año de su vida, se estaba
recuperando en AA, emocional y espiritualmente, y llegué a
conocer a la bella y cariñosa persona que pudo haber sido.

Durante mis primeras navidades abstinentes,


luché para permanecer alejada de los alimentos
compulsivos navideños.

Cuando murió, sentí que mi Poder Superior se había


llevado al padre que siempre quise tener. A través de los
Doce Pasos de OA, me he dado cuenta de que mi Poder
Superior me había dado un maravilloso regalo: un breve
período de buenos momentos que quedarían en mi memoria
para siempre.
Otro aspecto de las Navidades pasadas que tuve que
afrontar fue mi actitud con la comida. Antes de OA, lo único
que me hacía desear las Navidades era la comida sin
restricciones. Era el único momento en todo el año en que
podía comer todo lo que quería y no sentirme culpable. De
hecho, pensaba que permitirme todos los estupendos
alimentos propios de la época era lo que se esperaba que
hiciera. Ahora sé más que todo eso, pero esto no hace mi
abstinencia más sencilla.
Durante mis primeras Navidades abstinentes, luché para
permanecer alejada de los alimentos compulsivos
navideños. Sabía por mi Cuarto Paso que iba a estar muy
alterada, pero seguí el consejo de mi madrina de, “ir a
reuniones, rezar y no tomar ese primer bocado compulsivo”.
Me mantuve al margen de todos los acontecimientos
sociales, salvo los de OA y AA, e incluso en estos estuve
alerta. Tuve las luchas más fuertes en el trabajo, donde
había montones de estos alimentos típicamente navideños.
Para aumentar mi tormento, parecía que todos en el trabajo
me forzaban a tomarlos en contra de mi voluntad. Me apañé
para estar abstinente esos días, un día a la vez, con la
ayuda de OA y de mi Poder Superior. Ahora me doy cuenta
de que era una abstinencia de apretar los puños.
Mi segunda Navidad en OA fue mucho más sencilla y una
experiencia más placentera. Usé los mismos instrumentos
de recuperación que me habían mantenido abstinente
durante todo el año. Había muchos de mis antiguos
alimentos compulsivos pero ya no era importante.
Sinceramente no quería ninguno y me sentía bien por ello.
Estuve doblemente agradecida al programa cuando me di
cuenta de que una compañera trataba de hacer dieta
durante la época de fiestas. Su esfuerzo con la comida fue
el mismo que yo había tenido que hacer el año anterior. Lo
que más impresionaba era su mirada. A pesar de que decía
“no, gracias”, sus ojos decían “por favor, dame algo”.
Entonces comprendí el estado de mente en que había
estado las Navidades anteriores. Ahora tengo una
apreciación aún mayor por el regalo que me ha sido dado
por Dios y por OA.
Al llegar mis terceras Navidades en programa, estoy muy
emocionada y estoy llena de esperanza. Estoy empezando
un par de cursos en la escuela de la comunidad, y mi
trabajo me presenta más retos de los que esperaba. Sirvo
como delegada de la Región 7 por mi intergrupo, y hasta
ahora he mantenido mi abstinencia y mi pérdida de peso.
Nada de esto habría sido posible sin mi Poder Superior, y sin
OA. Mis madrinas tienen el mérito por mantenerme honesta
y en un nivel equilibrado.
No puedo garantizar que no vaya a recaer mañana, la
semana que viene o el año que viene, pero sé lo que me
funciona y estoy agradecida. Esto no significa que mi vida
siempre sea fácil o que yo sea un modelo de serenidad,
pero sí significa que cuando tenga que enfrentarme a
problemas en mi vida, la comida no será nunca más una
opción.

— Annapolis, Maryland EEUU

Un Léxico de OA
ómo sé si he roto mi abstinencia? ¿Cómo diferencio
¿C entre recaída, simple desliz y sencillamente ganar
peso? Mi pauta general para identificar esto es comer
cuando no tengo hambre o comer alimentos inadecuados
cuando la tengo. También distingo entre comer en exceso,
comer compulsivamente y comer en exceso
compulsivamente.

Mental y emocionalmente no estoy bien, y por eso


intento resolver mis problemas con comida.
Comer demasiado es cuando me siento bien pero el sabor
de la comida me gusta tanto que como demasiado. O
cuando encuentro difícil decir no a la comida que me
ofrecen. Me doy cuenta de que los comedores normales (no
compulsivos), algunas veces también se pasan comiendo.
Comer en exceso simplemente me puede engordar tanto
como comer compulsivamente, y por eso es importante
para mí pensar en los modos en que puedo protegerme de
estas situaciones, o nivelar la situación o comer menos en
mi siguiente comida.
Comer compulsivamente es cuando ahogo mis
sentimientos en comida. No como más de lo que debería, ni
como cosas que no debería, pero no proceso mis
sentimientos, y devoro mi comida. A menudo pienso en una
comida mientras como otra.
Comer demasiado compulsivamente es un problema que
atañe a lo que como y por qué como. Mental y
emocionalmente no estoy bien, y por eso intento resolver
mis problemas con comida.
Después de muchos años de abstenerme de darme
atracones compulsivamente, hace poco he tenido un desliz.
Estaba en una reunión social donde sólo conocía a los
anfitriones, y la sensación de estar fuera de lugar me
invadió. En vez de intentar conocer a los otros invitados, me
acerqué a los aperitivos. No sólo fue lo que sentí en ese
momento, sino también la sensación de pesadez que tuve a
la mañana siguiente. Aunque había nublado mi claridad, un
rincón de mi sano juicio había permanecido conmigo y
estaba avergonzada de haber perdido el control.
Escribir acerca de esta experiencia me permitió darme
cuenta de los beneficios de la abstinencia que había dado
por garantizada. Pero el precio de darme cuenta de esto fue
demasiado alto. No quiero volver a sentir mi dolor sólo para
recordar lo terrible que era. Preferiría que este desliz no
hubiera ocurrido, pero ocurrió y me enfrenté a él contándole
todo esto a mi grupo cuando recogí mi vela de mis catorce
años.
Si recaigo no hablo de ello. Arreglo el problema
castigándome. Me niego a hacer algo para remediarlo. Me
niego a aprender de ello y continúo saboteándome a mí
misma no pidiendo ayuda. Abandono. Coopero con mi
locura. La recaída comienza mucho antes de tomar ese
primer bocado compulsivo. Comienza con sentimientos
negativos de arrogancia y baja autoestima. Termina con un
aislamiento creciente y una subida de peso.
Una simple subida de peso se debe a causas físicas como
medicamentos o comer algo con más calorías de las que
puedo asimilar. Ocurre algunas veces cuando mi ingesta de
comida sigue igual pero reduzco el ejercicio físico por
enfermedad o por falta de tiempo. Sea cual sea la causa,
me enfrento a ella.

— Henvthorne, California EEUU

Isla Oasis

F ui a mi primera reunión de OA hace tres años y medio


con dos sueños. El primero era dejar de comer
compulsivamente, el segundo era viajar. Hasta este
momento de mi recuperación he perdido seis kilos y he
estado por todo el mundo.
Después de 18 meses en programa había perdido casi 5
kilos y había aceptado un nuevo trabajo enseñando inglés a
nivel superior a miembros de la Armada, mientras estaba
destinada en un puesto de atenciones en barcos de
combate en el Golfo Pérsico. Mientras me preparaba para
salir de EEUU, no tenía ni idea de lo que esperar ni siquiera
qué países visitaría mi barco ya que era información
clasificada. ¡La única orden que llevaba era que no podía
llevar faldas a bordo!
Naturalmente, estaba triste por tener que dejar mi
maravilloso grupo de OA, mis madrinas, y los miembros a
los que estaba amadrinando, pero planeé llevar mi
programa conmigo. Había oído que muchos barcos tenían
reuniones de Doce Pasos a bordo (normalmente de AA) por
las noches, pero sospechaba que mis clases serían también
por la noche, cuando los marineros estuvieran fuera de
servicio. Me preocupaba si podría asistir a las reuniones, y si
podría trabajar un programa de OA con el único apoyo de
AA. Como era típico en mí, vi que estaba preocupándome
sin necesidad por el horario de los próximos meses de un
barco en el otro lado del mundo.

Ella sonrió y dio unos golpecitos en su libro de


meditaciones diarias. “Mi Poder Superior me está
ayudando realmente”, dijo.

El vuelo hasta Filipinas duró 19 horas. Después de un


breve descanso, subí a un avión militar lleno de soldados y
nos dirigimos a nuestra próxima parada, Diego García.
Diego García es una isla minúscula siete grados al sur del
ecuador en medio del Océano Índico. Al aterrizar, la isla
parecía una escena de Pacífico Sur: un bosque de cocoteros
bordeando una pequeña bahía en forma de herradura de
caballo. Todos nos moríamos de ganas de entrar en el agua,
pero todos los del avión tuvimos que esperar en una sala
enorme por motivos burocráticos. Había marineros de
docenas de barcos, y los papeles de cada uno tenían que
ser revisados en la enloquecedora y lenta forma de los
militares.
En medio de cientos de uniformes azules y blancos,
justamente me senté en una silla detrás de una mujer en el
momento que abría su cartera y sacaba unos folletos de OA.
Me incliné hacia delante y le susurré : “Creo que ambas
tenemos algo en común; soy una comedora compulsiva”.
Ella sonrió y dio unos golpecitos en su libro de meditaciones
diarias: “Mi Poder Superior me está ayudando realmente”,
dijo. “Estaba rezando para encontrar a alguien aquí”.
Asombrosamente, descubrimos que las dos íbamos al
mismo barco.
Planeamos asistir esa noche a la reunión de AA en Diego
García. La temperatura era superior a los 38º, y la bahía que
tanto nos había atraído tenía sólo 60 cm de profundidad y el
agua estaba tan caliente como el aire. Después de un día de
andar por la jungla, luchando con los feroces y gordos
mosquitos y pisando sobre 60 cm de agua caliente, rechacé
unas cuantas invitaciones al club de oficiales y dirigí mi
cuerpo quemado por el sol a la reunión de AA.
Había allí otras tres personas tan encantadas de vernos
como nosotras de verlos a ellos, porque no tienen muchos
visitantes. La isla es conocida por lo aburrida que es por
todos los destinados allí y beber mucho es la actividad
principal. Los tres hombres que conocimos allí estaban
luchando para recuperarse en medio de toda aquella locura
y estaban haciendo un buen trabajo.
Una vez llegué a mi barco me enteré de que la reunión de
AA era a las 8 de la tarde, justo en medio de mis clases.
Pero mi compañera de barco y yo abrimos una reunión de
OA que se reunía cuando lo necesitábamos, a menudo todos
los días.
Los barcos de la armada, como pronto descubrí, son
lugares ruidosos y llenos de gente, con mucha gente infeliz
amontonada demasiado junta. Esta tripulación había estado
navegando durante cuatro meses, no divisando tierra a
veces hasta en 60 días. Se veía una moral muy baja en
todas partes. Las comidas en la sala de oficiales eran
deprimentes y silenciosas (yo nunca me sentí tentada a
prolongarlas), y mis alumnos aunque deseosos de aprender,
estaban exhaustos por el trabajo inacabable de apoyar a
barcos más pequeños.
Lo peor de todo es que estábamos anclados, y el aire
acondicionado del barco no suponía ninguna competición
frente al sol cociendo nuestro barco de metal. Algunos de
mis estudiantes trabajaban en la sala de máquinas a una
temperatura de 43º a 50º. La temperatura en el puente
donde algunos de nosotros sudábamos haciendo aeróbic era
normalmente de 35 a 40º. Abajo, en los dormitorios de la
tripulación el calor era apenas tolerable. Después de mi
clase subía al puente en busca de algo de aire fresco, pero
el aire de la noche era tan caliente como el del día.
Como no se permitía el alcohol a bordo, la droga de
elección era el azúcar. En todas las oficinas y tiendas veía a
los marineros comiendo comida basura dulce. El jefe de
intendencia me dijo que el mayor problema era mantener
una reserva de sodas, ya que cada miembro de la
tripulación (1.100 personas) bebían una media de cinco
latas por día.
Como yo no podía recibir visitas en mi compartimiento, mi
amiga de OA y yo nos reuníamos en su oficina. Este
pequeño cubículo metálico con poca luz, sin ventilación y
sólo un fino divisor separándonos de otras dos habitaciones,
se convirtió en nuestro santuario. Compartiendo la lucha de
permanecer serenas en medio de una situación tan difícil,
nos ayudamos a superar la nostalgia de nuestras casas y
nuestras reuniones. Antes de aceptar este trabajo había
añadido algunas cosas a mi abstinencia permitiéndome
“regalos” que no eran comida: baños, paseos, flores, y
alguna vez ropa o cosméticos nuevos.
El problema era que ninguna de estas cosas estaban
disponibles a bordo. Sólo teníamos el Libro Grande, la
literatura de OA, nuestro Poder Superior y una a la otra; ¡y
funcionó! Mi abstinencia era tan limpia como siempre lo
había sido.
Mi tiempo en la unidad terminó de repente. Una calurosa
noche subí a la litera de arriba esperando conseguir algo de
aire fresco del ventilador. A las 3 de la madrugada, sonó mi
teléfono y yo, medio dormida y olvidando que me había
cambiado de cama, salté para cogerlo. Me caí desde más de
dos metros a una plancha de acero de 4 cm, rompiéndome
mi muñeca derecha. Mis gritos se oyeron desde muy lejos.
Veinticuatro horas más tarde, con un brazo enyesado y
mis bolsas preparadas, estaba de pie en el puente llevando
una chaqueta salvavidas, un casco, y un arnés esperando
ser sacada del barco por una grúa, dentro de unas cajas
metálicas enormes generalmente utilizadas para quemar la
basura. Mis amigos de OA y AA se acercaron (se habían
escapado de su trabajo para decirme adiós). Con las manos
unidas dijimos la Oración de la Serenidad. Subí al contendor
y empecé mi largo y doloroso viaje a casa. El adiós del
programa fue un buen comienzo, y supe que gracias a OA y
a la Hermandad mundial de Doce Pasos nunca estaría sola.

— San Diego, California EEUU

Pasos Que Prometen

P oco después de llegar a OA hace casi tres años empecé


a notar un cambio en mí respecto a las reuniones
sociales. Me encontré a mí mismo sintiéndome cada vez
más incómodo en estos eventos, y con frecuencia deseaba
haberme quedado en casa. Cenas, fiestas de cumpleaños,
fiestas de vacaciones… Empecé a evitarlas siempre que me
era posible. Desgraciadamente esto se convirtió en un
problema porque a mi esposa le encantan las fiestas y nos
invitan a menudo.

Mis sentimientos de incomodidad no han


desaparecido totalmente, pero desde luego son
menos intensos.

En vez de examinar mis sentimientos, justificaba


quedarme en casa racionalizando que rechazar ir a fiestas
era “cuidarme a mí mismo”. Después de todo, pensaba, las
fiestas son simplemente fiestas de comida y bebida que no
tenían lugar en mi plan diario de comidas. Tenía razón en
parte. Cuando conseguí mi abstinencia, las fiestas eran un
lugar de resbalones para mí porque había comida y bebida
sin límites. Pero cuando el tiempo pasó y mi recuperación
progresó, me di cuenta de que lo que me hacía sentir
incómodo era mi incomodidad conmigo mismo y con los
otros invitados, no la comida.
En los días anteriores a OA comía y bebía a placer en las
fiestas, evitando tener que enfrentarme a mis sentimientos.
Ira, baja autoestima y el miedo a la gente estaban en las
causas profundas de mi forma de comer en las fiestas. A
menudo me sentía menos que los demás, creyendo que no
tenía nada importante o interesante que decir. También me
sentía incómodo con mi cuerpo de 150 Kg, así que prefería
no hablar con nadie, convencido de que me juzgarían por mi
tamaño. Estos sentimientos también precipitaban mi ira, y
verdaderamente me encontré sintiéndome resentido con
personas que podían disfrutar con ellas mismas.
Cuando llegué a un peso normal y a una abstinencia
consistente, estos sentimientos que había enterrado
empezaron a resurgir. Claro que no me gustaban las fiestas,
ellas sacaban a la luz algunos de mis más importantes
defectos de carácter. Estaba claro que había trabajo que
hacer y el programa ofrecía la respuesta.
Le pedí ayuda con este problema al Poder Superior y
decidí ir a la siguiente fiesta con la mente abierta, dispuesto
a enfrentarme a mi incomodidad. Cuando crucé la puerta
me di cuenta de que no conocía a nadie en la sala, y que
todos los ojos se posaron en mí. Tenía miedo, pero recordé
que debía confiar en mi plan. Después de que el anfitrión
me presentara a otros, conté unos cuantos chistes y
empecé a encontrarme más tranquilo de lo normal. Vi el
despliegue de comida y bebida pero pensé, “esto no es para
mí” y elegí una bebida de dieta. Empecé a conocer a otros
invitados, yendo de una persona a otra. Eventualmente
llegaron algunas personas a las que conocía y me sentí
incluso más cómodo, pero me di cuenta de que realmente
no importaba, ya que mi Poder Superior y yo estábamos
haciéndolo muy bien por nuestra cuenta.
Una de las promesas de los pasos estaba actuando: me
encontré intuitivamente sabiendo cómo manejar una
situación que solía sobrepasarme. Me sentía cómodo en vez
de asustado. Más tarde jugamos a un juego (que yo siempre
había odiado) ¡y gané! Realmente me divertí. Para los otros
invitados probablemente esta fiesta sería una más pero
para mí fue un despegar.
Continúo compartiendo mis sentimientos sobre las fiestas
en las reuniones y con mi padrino porque son un símbolo de
muchas otras cosas en mi vida. Mis sentimientos de
incomodidad no han desaparecido totalmente, pero desde
luego son menos intensos. No voy a todas las fiestas que
salen, pero voy a muchas más que antes, y disfruto de la
mayoría de ellas. Mi esposa se ha dado cuenta de la
diferencia también.
Mirar al programa buscando la solución fue la clave para
mi crecimiento en este tema, y sirvió para fortalecer mi
abstinencia, y mi creencia en la forma de vida de los Doce
Pasos de OA.

— Washington, D.C. EEUU

Una Nueva Forma de Vida

M i marido viaja por motivos de trabajo tres o cuatro


veces al año. Solía tener algunos de mis peores
atracones cuando él se iba. La soledad y el
aburrimiento eran más de lo que yo podía soportar, y comía
en un esfuerzo de llenar ese vacío. Sentía que necesitaba
comer para consolarme.
¡Cómo han cambiado las cosas! Después de cuatro años
de trabajar el programa de OA, ahora vivo los viajes de mi
marido de otra forma. El cambio más importante es que me
mantengo abstinente. No uso su ausencia como excusa
para comer. Cuando se va, voy a más reuniones para
recordarme a mí misma mi enfermedad, y estar con gente
que puede abrazarme y ayudarme a sentir menos sola. Me
alimento espiritualmente trabajando los pasos, rezando, y
asistiendo a mi iglesia. Y me uno a actividades divertidas,
significativas y que me llenan.
Durante la última ausencia de mi marido, se me ocurrió
una idea que puede convertirse en una tradición. Invité a
tres amigas de OA a mi casa a una cena en la que cada una
poníamos nuestra parte. Después de una cena abstinente,
nos sentamos en mi salón durante tres horas, hablando,
compartiendo y riendo. Era como tener una reunión en mi
propia casa.
Es otro ejemplo de las muchas formas sanas que he
aprendido para cuidarme.

— Chapel Hill, North Carolina EEUU

¡Viviendo a Tope!

A cabo de volver de unas vacaciones en Orlando, Florida.


Actuaba como una chica saludable de trece años,
corriendo de un Epcot Center (parque temático) a otro,
tocando animales en el pequeño zoo de Busch Gardens, en
el que se puede tocar a los animales, y subiendo a todas las
atracciones de Walt Disney. El PS me dio la oportunidad de
disfrutar de unas vacaciones como es propio en una
adolescente.
¿El truco? Soy una comedora compulsiva en recuperación
de treinta y tres años.
Cuando era una adolescente, me sentía deprimida e
infeliz y no sabía por qué. Me sentía muy diferente de los
demás, y estaba segura de que no le gustaría a nadie si
conocieran a la yo real (quienquiera que fuera). Pensaba
que mis sentimientos de fealdad, de no ser aceptada y la
separación entre ellos y yo eran sólo míos.

Trabajar mi programa también me ha dado el


poder de elegir en lo que a la comida se refiere.

Qué diferente es mi vida a causa de OA. Ahora puedo


compartir mis más íntimos pensamientos y sentimientos
con otra persona y saber que soy comprendida, amada, y
apoyada. Después de 11 años de recuperación, siete años
de abstinencia, y manteniendo una pérdida de peso de 30
kilos, el Poder Superior me está ayudando a hacer cosas
que nunca pensé que podría hacer sola. Por ejemplo, poder
pasar una semana en Florida y mantenerme abstinente y
sana.
Disfruté de la diversión, del sol, del espectáculo y de la
gente. Llevaba pantalones cortos y tops atados alrededor
del cuello sin mangas durante las mañanas, y por la tarde
me tumbaba en la piscina en bañador. En vez de centrarme
en mis problemas y en mis pensamientos egocéntricos y
negativos, elegí centrarme en lo positivo de las personas,
lugares y cosas que encontraba.
Trabajar mi programa también me ha dado el poder de
elegir en lo que a la comida se refiere. Solía pensar que
tenía que comer mis alimentos compulsivos. Solía pensar
que no podía decir no. Ya no más. Gracias a OA, la comida
ya no es mi Poder Superior.

— Boise, Idaho EEUU

Te Lo Puedes Llevar Contigo


M e doy cuenta de los muchos regalos de este programa
mienras disfruto de este segundo verano de
abstinencia. He sido liberada del terror que solía
preceder a los cambios de estación y el cambio inevitable
de vestuario que llevan consigo, de las confortables y
sueltas prendas de lana al algodón fresco y revelador. El
terror me ha sido quitado a causa de la aceptación con la
que he sido bendecida en este programa.
También he sido liberada de la locura que solía poseerme
mientras me preparaba para las vacaciones. No más dietas
obsesivas, ejercicio obsesivo o compras frenéticas de algo
que ponerme. Ahora me llevo sólo la ropa que me cabe,
abandonando la idea de que iba a perder unos cuantos kilos
al estar fuera.
Tengo especial cuidado en empaquetar mi programa,
porque sin él, mis vacaciones serían un infierno viviente. Me
aseguro de poner mi literatura, mi diario, el último número
de Lifeline, y la lista de teléfonos.
Probablemente la cosa más importante que me llevo es la
buena voluntad. Debo estar dispuesta a ponerme de rodillas
y entregar mi vida y mi voluntad a mi Poder Superior lo
primero cada mañana, incluso en vacaciones. Debo estar
dispuesta a pasar tiempo leyendo mi literatura, y
aprovechar el tiempo de descanso para escuchar lo que el
PS tiene que decir. Debo estar dispuesta a buscar a
Comedores Compulsivos Anónimos en el listín de teléfonos y
ponerme en contacto con otro comedor compulsivo.
Hace poco volví de Virginia Beach de visitar a mi hermano
y a su mujer. Estaba contenta de haber estado con ellos
durante el nacimiento de su hija. Mientras estuve allí,
disfruté de paseos por la orilla del mar y en bicicleta
alrededor del lago. Me sentía cómoda llevando pantalones
cortos, algo que no creía merecer antes del programa.
Realmente mi primera vacación milagrosa tuvo lugar hace
un año, cuando mi PS hizo que fuera posible ir a Italia
durante seis semanas, combinando mi preparación médica
con vacaciones. Y el regalo de la abstinencia me fue dado
cada día al entregar todo a Dios; ir a reuniones, hacer
nuevos amigos en el programa en Milán, e incluso escribir
una parte de mi inventario de mi Cuarto Paso y dando el
Quinto con una mujer que siempre será muy especial para
mí.
Si Dios quiere, espero volver a Italia al final del verano. Sé
que mi enfermedad viajará conmigo, así que con
agradecimiento elegiré llevarme mi programa conmigo
también.

— Philadelphia, Pennsylvania EEUU

La Abstinencia No Tiene Límites

H ace cinco años, cuando estaba tratando de definir mi


abstinencia, seguí mis propias guías personales.
Primero, tenía que poder vivir con mi abstinencia. Para
mí, eso significaba que podría continuar con ella toda la
vida. En segundo lugar, tenía que poder comer fuera de
casa y seguir manteniendo mi abstinencia. Y tercero, tenía
que poder comer de forma abstinente en todos los lugares
del mundo.
Dos años más tarde, y de nuevo en mi peso de
mantenimiento, esa tercera parte fue muy útil porque mi
marido recibió la orden de ir a Japón durante tres años. Yo
estaba muy emocionada respecto al traslado, me
preocupaban muchas cosas pero, curiosamente, la
abstinencia no era una de ellas. Confiaba en que Dios
estuviera donde estuviera yo.
Pasamos nuestras primeras seis semanas en un hotel
hasta que encontramos una casa. Sin poder cocinar, comía
fuera las tres comidas al día. Con la abstinencia como
primera prioridad, era todo una aventura. Y por lo menos
fue un incentivo inmediato para aprender un poco de
japonés para pedir o comprar la comida que necesitaba.
Cuando nos trasladamos a la nueva casa, empecé a hacer
el viaje a Tokio de dos horas para asistir a reuniones de OA.
Por teléfono empecé a formar el sistema de apoyo que me
iba a sostener durante los siguientes tres años. Encontré
dos miembros de OA por correspondencia por medio del
servicio de OA. Escribirme con estas compañeras se
convirtió en mi oportunidad de fortalecer el programa entre
reuniones.
Cuando se viaja, la mayoría de la gente tiene una
tendencia a querer probar sabores nuevos y exóticos. Sabía
que eso no era para mí, así que decidí encontrar alegría en
la gente nueva que iba conociendo, el país y la cultura. No
haría que mi experiencia se estropeara volviendo a la
enfermedad.
A las mujeres japonesas, como iba a descubrir, les
encanta ofrecer hospitalidad con comida, así que me vi a
menudo en la situación de tener que rechazar comidas. Al
principio, aprendí cómo decir “no tomo azúcar” en japonés,
pero se quedaban confusas cuando rechazaba comidas sin
azúcar. Aprendí a explicar mi abstinencia de tres comidas al
día. Algunas veces mostraba mis fotografías de mi época de
gorda, y explicaba que no quería volver a ese tamaño. Con
el tiempo, mis amigos aprendieron a ofrecerme solamente
te o café.
La experiencia más graciosa a este respecto fue cuando
una amiga japonesa me preguntó por qué después de tres
años de “dieta” (su forma de comprender mi abstinencia),
seguía teniendo el mismo aspecto. No había pensado que
podría confundir a alguien si decía que estaba a dieta.
Probablemente se preguntaba por qué no la dejaba o
probaba otra que funcionara mejor.
Estoy muy agradecida a mis primeros años en OA cuando
oí a otros miembros decir: “Mi enfermedad no se toma
vacaciones respecto a mí, así que no puedo tomar
vacaciones de mi abstinencia”. Como no quería perder mi
abstinencia durante mi estancia en Japón, utilicé las
herramientas, trabajé el programa, y dejé el resto a Dios.
Afortunadamente nunca tuve miedo de pedir a mi anfitriona
que me ayudara para cubrir las necesidades de mi
abstinencia. No tenía por qué avergonzarme de mi
enfermedad.
Volví a casa hace unos pocos meses. No había cambiado
en tamaño, pero por dentro había crecido. Estoy muy
agradecida por tener un programa portátil, y lo puedo llevar
a todas partes.

— Olimpia, Washington EEUU


El programa por correspondencia de OA fue suprimido después de que se
escribiera este artículo.

Volando Alto Con OA

E stoy camino de Londres, literalmente, así que me


parece un buen momento para compartir cómo
mantengo mi abstinencia en la tierra y en el aire.
Los asientos de los aviones se han hecho más cómodos
desde que he perdido 45 Kg (felicitaciones a OA). Sin
embargo, necesito trabajar mi programa de OA tan
intensamente como cuando empecé a perder todo ese peso
hace seis años.
Para mí son esenciales tantas reuniones de OA mientras
viajo como cuando estoy en casa porque mi desorden
alimenticio viaja conmigo. De hecho, tengo una lista de
reuniones en Londres, gracias a una de mis ahijadas que
estuvo allí hace un mes.
Elegir la comida cuando viajo puede presentar algunas
dificultades. Los horarios del viaje, las responsabilidades del
trabajo, la diferencia horaria, y la disponibilidad de las
comidas locales puede hacer difícil que consiga mis
alimentos preferidos. Sin embargo, no me desvío de la
estructura básica de mi plan de comidas. A lo largo de
muchos años de prueba y error, he descubierto el plan de
comidas que me funciona mejor, y me mantengo en él. Para
mí es mucho más fácil mantenerme abstinente que coger la
abstinencia.
Las aerolíneas están bastante dispuestas a proveerme con
una comida especial si lo digo con tiempo. Sin embargo, a
menudo cometen bastantes errores, como han hecho hoy.
Así que como apoyo, siempre llevo algunos alimentos
abstinentes conmigo para comer en esas ocasiones.
La oración, la meditación, leer el Libro Grande, asistir a
reuniones de OA, y enviar postales a los amigos que se han
quedado atrás son algunas de las acciones que hago para
mantenerme abstinente en el camino. Incluso las llamadas
transoceánicas son más baratas que los atracones. Y si
tengo suerte, encontraré a alguien con quien compartir mi
programa, porque trabajar con otros comedores
compulsivos es la mejor garantía que tengo.

— Oakland, California USA EEUU

Nada de Juegos Con La Comida

S oy una comedora en exceso compulsiva, abstinente 18


años por la gracia de Dios y los Doce Pasos. Para mí, la
abstinencia es la libertad de comer compulsivamente.
Es para el comedor compulsivo como la sobriedad es para el
alcohólico. Significa que no voy a tomar ese primer bocado,
no importa lo que pase. Significa que como sana y
razonablemente porque trabajar los Pasos me ayuda a
hacerlo. Significa que mi cuerpo permanece en el mismo
peso saludable porque como de forma correcta.
Me di atracones como una cerda en mi primera semana
en OA. Luego conseguí una madrina que me dijo: “lo
primero primero…. deja el tenedor”. Ella creía firmemente
que el único Paso que una persona puede trabajar estando
comiendo en exceso es el Paso Uno. Después de eso, me
explicó que tenía que estar fuera de la comida para estar en
el camino de la recuperación.
Elegí un plan de comidas del folleto de OA Dignidad de
Elegir. No tenía ni idea de lo que eran raciones apropiadas,
así que un plan me ayudó. Medí y pesé cada comida
durante tres años. Dejé de tratar de controlar mi comida a
mi manera y dejé que OA me guiara acerca de qué y cuándo
debía comer. Nunca traté de mantener a OA y a mi
enfermedad en secreto. Es quien yo soy. Si mi novio
pensaba que era rara, no lo necesitaba en mi vida. Si su
madre pensaba que era rara, era su problema. Mi problema
es que soy comedora compulsiva, y mi solución es llegar
hasta donde sea para permanecer abstinente.
Durante mi primer año de abstinencia, no pude ir a
restaurantes a menudo. Una vez, una cesta de pan me sacó
de la mesa. Me excusé de la comida de negocios, fui a una
cabina telefónica y llamé a mi madrina. Le hablé del canto
de sirena del pan, dije la oración de la serenidad y volví a la
reunión con el sano juicio recuperado. El pan se quedó en la
cesta.
Cogí la abstinencia justo antes de las fiestas. Antes de
visitar a mi abuela, mi madrina y yo ensayamos cómo decir
no cuando mi abuela me ofreciera comida. Ahora respeto
las fiestas como tiempos de “mejorar mi contacto
consciente con mi Poder Superior”. Esto me ayuda a evitar
las comilonas o el ayuno. Como lo mismo todos los días. Soy
una comedora compulsiva. No debo jugar con la comida ni
tomarme vacaciones de mi plan de comidas.
Durante tres años comí tres comidas pesadas y medidas
durante nada entre medias y sin harinas ni azúcar. No
tuvimos ni tarta ni champán en mi boda. Tuvimos una cena
de algo, y yo me traje una comida sana para mí. Fue
maravilloso no preocuparme por la comida.
Tuve angustias matutinas cuando estaba embarazada. El
doctor me dijo que comiera galletas saladas para combatir
las náuseas, pero me daba miedo romper mi abstinencia.
Este era un punto de inflexión. Con la ayuda de mi madrina,
aprendí que OA no me enseña a comer de cierta manera,
sino que me ayuda a comer para la salud de mi cuerpo. Si
necesitaba harinas entre comidas, podía trabajar los Pasos,
y mi Poder Superior me ayudaría.
Algunas veces mi plan de comidas parece rígido y otras
flexible. Estoy dispuesta a aceptar los límites que necesito
en ese momento. Mi plan de comidas empezó un día a la
vez, algunas veces un minuto a la vez. Ha continuado un día
a la vez durante más de 6.400 días. ¡Eso es un milagro!
Rezo por una abstinencia para toda la vida un día a la vez.

— Anónimo

Manteniendo una Abstinencia


Duradera

P or la gracia de mi Poder Superior, he estado abstinente


desde 1981. Sin abstinencia mis relaciones con otras
personas y con Dios son menos satisfactorias porque me
centro en la comida y en las dietas. En todas las
circunstancias de mi vida, bien en vacaciones o en
momentos difíciles, considero mi abstinencia primero.
Mantengo el programa fresco yendo por lo menos a dos
reuniones de OA a la semana. Cuando escucho el dolor en la
boca de un recién llegado, recuerdo mi dolor. Cuando veo
que alguien vuelve a OA habiendo aumentado 45 kg y oigo
que fuera no había ninguna otra respuesta, recuerdo que la
abstinencia es “la forma más fácil y suave”. Siempre hablo
en las reuniones, incluso si es sólo para identificarme. Me
ofrezco voluntario para moderar reuniones porque necesito
oír mi historia.
Siempre tengo padrino, y soy padrino. Comprometo mi
comida con mi padrino todos los días en una hora acordada.
Arreglo mi horario para poder tener una hora todas las
mañanas para recibir llamadas de mis ahijados. Hablar con
mi padrino y mis ahijados es como tener una reunión cada
día. Me mantienen conectado.

El servicio me mantiene involucrado. Me siento


necesitado por el grupo y por otros. Esto apoya
mi abstinencia.

Para servir a mi grupo, he tomado notas, he tenido la llave


y he sido coordinador de literatura y tesorero. Hablo a otros
grupos, intergrupos o soy orador cuando me lo piden. El
servicio me mantiene involucrado. Me siento necesitado por
el grupo y por otros. Esto apoya mi abstinencia.
Me preparo para situaciones en las que hay comida. Si voy
a un restaurante, llamo para ver si tienen la comida que
necesito. Algunas veces me llevo mi propia comida para un
retiro de fin de semana, así me puedo centrar en mi vida
espiritual. Planeo, compro y cocino mi comida para una
semana, para tener lo que necesito.
Hago de los Doce Pasos una parte de mi vida. Hago los
Pasos uno, Dos y Tres todos los días. He hecho del Paso
Cuatro al Nueve por lo menos cinco veces. He utilizado
literatura de OA y AA para ayudarme. He participado en un
grupo de estudio de Pasos y un grupo de estudio del Libro
Grande.
Escribir mi diario me ayuda. Puedo pensar con más
claridad y conectarme mejor con mis sentimientos cuando
escribo. Volver a mirar mis antiguos diarios me ayuda a ver
patrones en mi vida. Puedo ver donde mi Poder Superior me
ha traído algo bueno de lo que yo consideraba una situación
mala. Me doy cuenta de que todo pasa, no importa lo
terrible que pensara que era en aquel momento.
El peligro reside en creer las mentiras que mi enfermedad
me dice, como: “Uno solo no te hará daño. Lo comeré hoy y
volveré enseguida a mi plan de comidas. Cambiaré esta
comida y no le diré nada a mi padrino. Ya he medido
bastante; seguro que ahora ya sé cuánto comer. No tengo
tiempo para ir a reuniones. Puedo hacer esto sin padrino.
Estos ahijados me ocupan demasiado tiempo”. Sin estar
conectado a OA, a mi padrino y a mis ahijados, a mi Poder
Superior, a todo mi programa, puedo empezar a escuchar
estas mentiras peligrosas.
He atraído a otros a OA viviendo mi programa. Sólo por
pesar y medir mi comida delante de otros, año tras año, yo
era una atracción. Sólo por la gratitud por mi abstinencia,
por verla como libertad de la esclavitud de la comida y de
los estragos de la enfermedad de la compulsión por la
comida atraía a otros.
Al tratar con las roturas de las Tradiciones que podrían
haber hecho que dejara OA, he recordado el lema
“Principios antes que personalidades” y hablado de mis
dificultades con mi padrino y con otros miembros
abstinentes. He recordado el valor de la abstinencia en mi
vida y me he dado cuenta de que no puedo estar abstinente
solo. He rezado y escrito sobre mis dificultades. Cuando
miro hacia atrás, a esos 18 años y medio de abstinencia,
veo que estas dificultades han pasado.
Mi abstinencia es un regalo que recibo cada nuevo día.
Estoy libre de la esclavitud mental y física de la comida. No
sufro ningún problema de salud que el exceso de peso ha
causado a muchos miembros de mi familia. Tengo los
beneficios de un grupo de apoyo en las pruebas que surgen
en mi vida. Continuamente aprendo una nueva forma de
vida.

— Austin, Texas EEUU


Esfuerzo Común

H e estado pensando mucho sobre la abstinencia y los


alimentos disparadores, no porque esté luchando, sino
porque no estoy luchando. Soy una de esas almas
afortunadas que encontró la abstinencia enseguida y nunca
la perdió. He tenido algunos pequeños resbalones y
deslices, desde luego, pero nada serio. Incluso durante esos
resbalones nunca he comido mis alimentos disparadores.
¿Por qué puedo hacer esto con facilidad mientras otros
luchan tanto?
Pensé que dejárselo al Poder Superior era sólo una parte
de ello. Pedir a mi PS que me liberara y luego esperar la
necesidad de abandonar no funcionó. Lo hice durante años
antes de venir a OA. La forma en que pienso sobre la
abstinencia es lo que finalmente lo hizo por mí, y todavía lo
hace.
Llegué a OA buscando la cordura. No me preocupaba la
pérdida de peso (aunque tenía sobrepeso). Estaba loca y no
lo podía soportar más. Así que desde el mismo principio mi
atención estaba en eso, no en la comida. Comprendía que
los alimentos disparadores interfieren con la cordura y paz
porque crean deseos con los que tengo que luchar para
resistir. Sin esos alimentos, los deseos no están ahí.
Ocasionalmente muestran sus cabezas, pero son débiles y
desaparecen casi inmediatamente. Así tener “un pequeño
subidón” ocasionalmente no sería un premio; sería una
lucha. Decir que no vale la pena es subestimarlo
enormemente. No lo consideraré, punto.
¿Me siento privada? ¡No! Mis alimentos disparadores
(dulces) no son comida; son simplemente cosas que no
como, así que no me llaman. De ninguna manera.
No comer entre comidas es otra herramienta en mi plan
de comidas que sigo. Tres comidas, un tentempié, no
dulces, eso es todo. Sin contar, pesar, medir o centrarme en
la comida; me centro en otras cosas, de modo que puedo
tener una vida que puedo vivir ahora. No tengo que
recortarla entre bocados de comida y no uso la comida
como una excusa para no vivir mi vida. Tengo ahora mucho
tiempo para hacer cosas y más sitio en mi cabeza para
pensar en otras cosas que no sean la comida.
No estoy diciendo todo esto para fanfarronear, amigos
míos. Soy humilde, mi parte en esto funciona sólo porque le
pido a Dios todos los días que me libere de la obsesión, y lo
hace. Hago mi trabajo de a pie y él hace el resto.
Escucho mucha angustia en relación con la comida en mi
grupo. Soltar riendas en mi comida significaba no tratar de
controlarla por medio de mis dietas. Soltar riendas me dio la
libertad de estar abstinente. Soltar riendas en el control no
la puso fuera de control, sólo fuera de mi control. El PS está
controlando de forma muy agradable y es mucho mejor en
ello de lo que yo pudiera ser nunca. Me siento en paz,
tranquila y ya no tengo miedo, que es mucho más
significativo que la pérdida de peso que he experimentado.
Ése es un efecto añadido agradable, ¡pero no se aproxima
siquiera a los cambios internos!

— Toronto, Ontario Canadá

Nuevo Día, Nueva Vida

C uando me despierto por la mañana, doy gracias por los


regalos de ese día y por mi vida.
El nuevo día está lleno de posibilidades, y una
posibilidad es vivir abstinentemente. Soy un comedor
compulsivo que durante muchos años no supo que esa
posibilidad existía. Ahora veo que la abstinencia en sí
misma es un regalo y cada día puedo elegir
conscientemente aceptar o rechazar este regalo. OA define
la abstinencia como el acto de abstenerse de comer
compulsivamente, pero para mí esto empieza con el acto de
elegir aceptar el regalo.
Renuncio a todos los pensamientos de “tener que
abstenerme”, lo mismo que renuncio a los resultados y en
vez de eso me centro en hacer lo siguiente que he de hacer
correctamente.
Mi trabajo es apreciar el regalo y cuidarlo lo mejor que
puedo. Para hacer esto, necesito hacer un plan de comidas,
usar las otras herramientas de recuperación y trabajar los
Doce Pasos. En términos prácticos, el Paso Once es el más
importante para mí. Sólo me toma un momento antes de
cada comida expresar mi gratitud por este día, esta vida y
esta comida que estoy a punto de comer. (Cuando escribo
esto me doy cuenta de que es importante hacer esto
siempre que estoy a punto de meterme algo en la boca).
Permítele alimentar mi cuerpo, mente y espíritu. Hago esto
en silencio después de cerrar los ojos unos pocos segundos.
Hace poco fui testigo de una discusión sobre planes de
comidas, y luego alguien en un tono triste pidió escuchar
más sobre el papel de la espiritualidad en la abstinencia.
Para mí, nada es más importante para mi abstinencia que
hacer mis abdominales espirituales para permanecer en
forma espiritualmente. Acepto el regalo y lo aprecio durante
24 horas. Luego me voy a dormir habiendo vivido
abstinentemente un día más.
Sé que esto puede sonar raro a los recién llegados.
Muchos recién llegados, yo incluido, vienen a OA y expresan
algo parecido a: “realmente, realmente, lo que quiero es
conseguir el control de mi forma de comer”.
Los recién llegados quieren saber cómo empezar, dónde
empezar, qué hacer y qué plan de comidas seguir. Cuando
trabajo con recién llegados, me aseguro de que escuchen
mi historia de dietas. Quiero que ellos se recuerden a sí
mismos lo que han hecho en el pasado para tratar de
controlar su compulsión por la comida.
Cuando han terminado les digo mi secreto: a pesar de mis
años de recuperación, no tengo ningún control sobre mi
forma compulsiva de comer. En vez de eso, admito mi
impotencia, tengo otros once Pasos que ofrecen algo mucho
más poderoso que el control. Estos Pasos ofrecen una forma
de vida que un día a la vez me libera de la adicción y me
aporta un bienestar de serenidad, paz y físico.
Si eso no es un regalo, no sé lo que es.
Una de las promesas de este programa es que tendremos
una nueva forma de actuar en la vida, más que reaccionar
ante ella. Mi nueva forma de vida de actuar incluye todo lo
que he compartido en este escrito. Para mí, la abstinencia
no es un acto único, sino el resultado de hacer otras
“acciones correctas a continuación”. Esto resulta en el
regalo de la abstinencia que se ofrece en los momentos de
despertar de cada nuevo día. Pensar de esta forma sobre
todo ello es una ayuda inmensa para mí.

— Anónimo

Aniversario de Acción de Gracias

L egué a OA hace 23 años, y siempre he considerado


relevante entrar en el programa justo antes de la muy
abusada fiesta de Acción de Gracias. Mi relación con el
día de Acción de Gracias era la típica: me llenaba hasta que
me sentía miserable, cargado de carbohidratos y postres y
sintiéndome enfermo el resto del día.
Antes de mi primera reunión pesaba 154 kg. Era médico,
y mi propio médico me había dicho que no podría trabajar
mucho más tiempo si no perdía peso. Tenía frecuentes
dolores fuertes de pecho que empezaron cuando mi presión
sanguínea peligrosamente alta había bajado con la
medicación a unos niveles aceptables.
La artritis en mis caderas, espalda y piernas era tan mala
que apenas me podía levantar de la cama. Estaba
clínicamente deprimido y había sido así desde la niñez. Era
el producto de una educación religiosa fundamentalista, con
un Dios duro y castigador. El suicidio estaba siempre en mi
cabeza como una opción viable, y tenía un plan. Tenía 43
años, estaba casado y tenía dos niñas preciosas, pero no
veía ninguna salida.
Ahora tengo 67 años y cuento mi vida como un milagro.
Mi recuperación ha sido lenta pero continuada, la
abstinencia ha significado cosas diferentes en diferentes
momentos. Mi Poder Superior me ha enseñado alimentación
y ejercicio. Soy un aprendiz lento.
Estuve en el programa 10 años antes de admitir por fin
que tenía que dejar mis principales alimentos de atracones.
Estuve en el programa 16 años antes de poder trabajar
consistentemente en renunciar al azúcar y harina blanca.
Esto fue necesario antes de pasar por una operación
quirúrgica para poder cicatrizar bien y no tener infecciones
en la herida (que había tenido muchos años antes mientras
comía esas sustancias)
Ahora vivo en abstinencia, que consiste en nada de
chocolate, harina o azúcar y se centra en porciones
pequeñas de comida saludable. He tenido mucha ayuda de
mi Poder Superior y de mis hermanos y hermanas de OA.
Las únicas veces que dejé de recorrer este camino fue
cuando dejé de asistir a reuniones. Puedo usar todas las
otras herramientas, pero si no asisto a reuniones, es como si
“no estoy conectado”, y recaigo de mala manera. Las dos
veces que dejé de asistir a reuniones, recuperé entre 23 y
27 kg o más.
No tengo ni idea de lo que llegué a pesar porque en mi
centro médico no tenían básculas que me pudieran pesar. El
sano juicio y la abstinencia volvieron cuando volví a las
reuniones.
Estoy a punto de retirarme de mi empleo, así que mi
mujer y yo podremos viajar. En este momento mantengo
una pérdida de peso de 76 kilos. No tengo la presión
sanguínea alta y no he tenido dolores en el pecho desde
hace años. Todavía tengo artritis, pero sólo tomo medicinas
para ella ocasionalmente. Recibo ayuda médica para las
cosas que necesito, pero no incluyen diabetes,
enfermedades del corazón o presión sanguínea alta,
enfermedades a las que iba dirigido en mis años 40. ¡Por
eso sigo viniendo!

— Anónimo

Embarazo y Recuperación

E stoy a tres semanas de la fecha prevista para que nazca


mi primer hijo. Me he abstenido de comer
compulsivamente un día a la vez durante más de seis
años, incluyendo los últimos nueve meses. Mi embarazo ha
ido como el resto de mi recuperación, con oración,
reuniones y mucha ayuda y por poner primero mi relación
con mi Poder Superior.
Estoy viviendo una vida rica, plena, maravillosa y
abstinente, un día a la vez. El mecanismo de mantener la
abstinencia durante el embarazo era sencillo. En mi primera
visita prenatal, el médico me dijo que confiara en mi cuerpo
y comiera alimentos saludables en moderación como mi
apetito dictara. Le expliqué que había seguido una forma
estructurada de comer durante varios años, y no estaba
segura de cómo cambiarla para el embarazo.
Me refirió a un nutricionista. Recé pidiendo guía antes de
visitarla. También recé pidiendo rendirme a cualquier
intento de controlar mi plan de comidas y confiar en la
nutricionista. Necesitaba una dirección porque no podía
confiar en mi propio juicio o apetito. Hacer eso me había
dejado derrotada, odiándome a mí misma y poco saludable
cuando entré por las puertas de mi primera reunión de OA
hace siete años y medio.
Le di un resumen de mi historia a la nutricionista,
centrándome en mi necesidad de direcciones explícitas que
seguir en mi embarazo para poder estar sana y saludable
para cuidar del bebé y de mí misma. Me dio un plan de
comidas estructurado que me ha ido bien durante los
últimos siete meses.

Necesitaba una dirección porque no podía confiar


en mi propio juicio o apetito.

Los retos más importantes de mi embarazo han sido


emocionales y espirituales. He tenido que practicar entregar
mi cuerpo, mi vida, mis miedos y mi bebé aún no nacido a
Dios cada día. He tenido que practicar rendir mi figura
cambiante y mi miedo en los primeros tiempos de mi
embarazo de que la gente pudiera pensar que estaba
comiendo en exceso. Forzándome a no decir a todo el
mundo “no estoy en recaída, estoy embarazada” fue un
buen ejercicio de humildad. En vez de eso recé para
mantener mi boca cerrada.
Ahora que estoy en las últimas semanas de embarazo, los
miedos sobre mi capacidad para dar a luz y ser una buena
madre me están preocupando. Encuentro imprescindible
rendirme diariamente a mi Poder Superior y seguir
trabajando los Pasos, amadrinando y tratando de salir de mí
misma y ayudar a otros. Tengo fe en que mi bebé y yo
tendremos ayuda en el parto, el nacimiento y el resto de
nuestras vidas juntos.
En tanto que siga absteniéndome de comer
compulsivamente, me acerque a otros miembros de
Comedores compulsivos Anónimos (OA) y practique los
Doce Pasos y las Doce Tradiciones, recibiré la ayuda que
necesito y la vida “más allá de mis más salvajes sueños”
que OA me prometió en mi primera reunión. Los últimos
nueve meses han estado entre los mejores de mi
recuperación. El crédito es para OA, Dios y la abstinencia.

— Port Ángeles, Washington EEUU


CAPÍTULO SIETE

Cómo la Abstinencia Cambia con el


Tiempo y la Experiencia
 

Todavía Funciona

C ogí la abstinencia hace casi seis años, a los 62. Mi


abstinencia no ha sido una lucha, pero el proceso de
envejecimiento viene con sus propias luchas. La
abstinencia ha aumentado mi capacidad para vivir esas
luchas, y tener más energía y un corazón ligero.
Espero que envejecer en OA, asistir a reuniones y
apadrinar mejore la calidad del programa de OA y la
Hermandad. El foco debe estar en la solución, no en el
problema. Tenemos el mismo problema, pero conocemos la
solución: un Poder Superior a nosotros mismos. El Libro
Grande da instrucciones precisas acerca de cómo encontrar
este poder: “Si me centro en el problema, el problema
crece; si me centro en la respuesta, la respuesta crece”.
(Alcohólicos Anónimos, 4ª ed., p 419 [disponible solamente
en inglés])

La comida ya no es mi Dios, es mi alimento.

Cuando volví a OA hace 7 años, estaba haciendo una de


mis dietas. La había seguido apretando los puños durante
varios meses antes de rendirme y encontrar una madrina
que tuviera lo que yo quería. Poco a poco fui consiguiendo
llegar a mi peso meta y he mantenido ese peso, 2 kg más o
menos. Hago esto pesándome una vez al mes y ajustando
mi comida de acuerdo a ello. Mi ejercicio es regular. Mi plan
de comidas me permite elegir cantidades apropiadas de
alimentos no disparadores. Mi trabajo de a pie es seguirlo, y
lo hago.
Mientras envejezco y mi cuerpo cambia, seguiré haciendo
lo que he hecho siempre, y tendré los mismos resultados
maravillosos. Ajustaré mi comida para mantener un peso
saludable.
Envejecer en abstinencia es un regalo que aprecio mucho.
La abstinencia me condujo de vuelta a mi Poder Superior. La
comida ya no es mi Dios, es mi alimento.

— Croton-on-Hudson, Nueva York EEUU

Lo Más Importante

M e estoy acercando a mi primer año de abstinencia en


este programa de OA. ¡Qué diferencia puede marcar
un año! No quiero hablar del final de las resacas de
comida y comas o el alivio del deseo de atontarme con
comida basura, bolsas y cajas de basura. Me siento muy
agradecida por estos cambios, pero quiero hablar acerca de
dónde estoy hoy.
En mis primeros dos meses de programa, mi comida era
limpia el noventa y siete por ciento de las veces. Perdí los
últimos 7 kg que me habían estado atormentando. En mi
quinto mes, pesaba un kilo menos de mi peso ideal. ¡Qué
alegría! ¡Qué motivo de celebración! Pero en el gran
esquema de las cosas, no me trajo lo que yo esperaba que
me trajera.
Cuando tenía 14 años, pensaba que mi vida comenzaría
cuando llegara a mi peso ideal. Los hombres harían cola, mi
carrera profesional despegaría, y tendría una próspera vida
social. Mi mundo externo finalmente se correspondería a mi
ideal. Después de más de una década, alcancé mi peso
ideal. Pero ¿os sorprendería saber que ninguno de mis
imaginarios “si/entonces” sucedió?
El mejor regalo de estar en el peso ideal es la serenidad,
la alegría y la comodidad que siento en mi cuerpo. Puedo
llevar cualquier cosa y sentirme cómoda en mi piel. En el
momento en que conseguí el peso ideal yo era una
instructora de ejercicios a tiempo parcial, bailaba gogo
cuatro o cinco días a la semana, tomando y dando muchas
clases.
También me recorría la ciudad yendo a audiciones y
reuniones una o dos (o a veces tres) al día. Era superactiva,
así que desde luego llegué a mi peso ideal y más en poco
tiempo.
Desde aquella época en el programa, mi horario ha
cambiado extraordinariamente. En vez de enseñar clases de
bienestar físico, tengo un trabajo sedentario de 40 horas a
la semana. En vez de estar involucrada en actividades
físicas cuatro o cinco días a la semana, tengo suerte si
puedo ir a dos clases de preparación física. También tengo
que equilibrar reuniones en dos programas. La ropa que me
sentaba holgada hace cuatro meses ya no me quedan tan
amplias estos días. Pero el milagro es que todavía me
caben.
¿Significa esto que debería tirar mi programa o rendirme y
llenar mi boca con algo de comida para sentirme mejor? En
el pasado cuando estaba en la enfermedad solía usar el
ganar peso como una excusa para comer para “sentirme
mejor”.
Sólo por hoy tengo otra solución. Primero debo admitir
que soy impotente ante mi aspecto y no es asunto mío en
absoluto. Estoy abstinente. Al no comer compulsivamente,
elijo no añadir insultos para herirme. Seré franca: no me
siento en mi momento más sexy ahora mismo. Me siento
más grande y a veces me miro en el espejo y añoro tener
otra vez mi cuerpo en un peso más bajo de mi ideal. Pero mi
madrina me inculcó seguir preguntándome a mí misma
cómo puedo ser amable, cariñosa y tierna conmigo,
especialmente cuando me siento menos equilibrada.
Así que sólo por hoy me centro en lo que me hace sentir
bien y me permite cuidarme a mí misma. Esta mañana fue
despertarme temprano para lavar mi ropa y limpiar mi casa.
Esas actividades me permiten darme a mí misma el regalo
de ropa limpia y una casa fresca.
Lo que me funciona es hacer actividades físicas tres o
cuatro veces a la semana. Confío en retomar la actividad
pronto, pero estoy confiando los detalles a mi Poder
Superior. Mantengo la esperanza de que me sentiré
maravillada de nuevo con mi cuerpo y el poco peso extra
que he aumentado desde mi nuevo horario se arreglará por
sí solo.
Hasta ese día (e incluso después), elijo centrarme en mi
conexión con mi Poder Superior, porque de eso es lo que
trata el programa: mantener un contacto consciente alivia la
compulsión de actuar llevada por conductas alimenticias
poco saludables.
No me siento demasiado contenta por la forma en que mi
ropa me sienta ahora, pero sólo por hoy estoy abstinente.
Esto es lo más importante.

— Southern California EEUU

Bendito Evento

H abiendo sido bendecida con la abstinencia y la


recuperación física, estar embarazada me ha hecho ver
el programa de un modo distinto.
Allá se fue mi abstinencia de tres comidas al día. Estar
tres meses con náuseas me hizo pedir a Dios ser un poco
más flexible con mi comida. Mi abstinencia cambiaba día a
día según mi embarazo avanzaba. Me sentía cómoda
porque mi comida estaba siendo controlada por Dios.
De nuevo volvió la báscula a mi vida. Había tirado la mía
hacía mucho tiempo. Ahora los médicos y matronas tenían
que monitorizar mi peso otra vez. Al principio esto me
aterraba, trayendo de nuevo sentimientos y recuerdos que
estaban asociados a dietas. Pero compartí con honestidad
mis temores con mi madrina, y después de mi primera
“pesada”, mi miedo desapareció.
Una vez más, tuve que enfrentarme a una cintura en
“expansión”. Había tenido problemas en separar los
sentimientos de lo que significaba en el pasado un
estómago hinchado y lo que significa ahora que estoy
embarazada. Todas esas sensaciones de culpabilidad y
remordimiento después de un atracón necesitaban ser
afrontadas rápidamente.
La incomodidad de una cintura tirante significaba que el
bebé se estaba haciendo más grande, no yo. Pero tener que
recurrir a pantalones elásticos, tops sueltos, y guardar de
nuevo en el armario la ropa normal para el futuro, me hizo
recordar mis días antes de OA. Tenía que recordarme a mí
misma que vivo cada día en recuperación apoyada
cariñosamente por amigos de OA. Esta expansión de mi
cuerpo significaba una nueva vida para mí tanto como para
el bebé.
He dado a luz una hermosa niña. En el horario de Dios el
regalo de la recuperación física volverá como si nunca
hubiera desaparecido. Puede que para Dios haya estado ahí
siempre.

— Nottingham, England

Abriendo las Ventanas

E l pasado verano comenzamos a reformar nuestra


grande y vieja casa. He estado en OA tres años, he
perdido cuarenta kilos y disfruto de una abstinencia
limpia, sólo por hoy.
Me excitaba la idea de tener una nueva cocina y baño. Los
antiguos eran oscuros y poco acogedores, y deseaba tirar
las viejas paredes, poner un montón de preciosas ventanas
nuevas y traer un poco de luz solar y aire fresco a la casa.
Durante la obra tuve problemas con mi comida. Era difícil
permanecer abstinente, razonaba yo, porque la cocina
estaba desastrosa y no podía cocinar apropiadamente. El
estrés de los gastos del proyecto y los retrasos inesperados
y las complicaciones me hicieron difícil la meditación y el
ejercicio.
Cuando se acabó, la casa estaba preciosa, y yo pesaba
diez kilos más. Estaba desesperada por encontrar un
camino de vuelta a la serenidad que una vez había
disfrutado.
Mientras luchaba, mi Poder Superior me recordó las
nuevas ventanas que necesitaba en mi casa. Me di cuenta
de que necesitaba abrir las ventanas, sólo por hoy, para
trabajar mi programa de OA también.
Cuando llamo a mi madrina, siento como si hubiera
abierto una ventana y hubiera dejado entrar el aire fresco.
Cuando me tomo tiempo para meditar y leer la literatura del
programa, el cálido brillo del entendimiento reluce en mi
cara.
Cada vez que voy a una reunión, siento como si estuviese
abriendo una ventana que me deja ver dónde voy y dónde
he estado.
Solía sentir que trabajar mi programa era de verdad
trabajar. Pero ahora es tan sencillo para mí como abrir una
ventana, y ¡cuánta alegría, fortaleza, y consuelo siento al
vivir con la luz del sol y con ese aire fresco! Me doy cuenta
de que tengo que usar las herramientas del programa, mis
preciosas ventanas, cada día.

— Minneapolis, Minnesota EEUU

No Se Requiere Perfección

U na noche me levanté de la mesa de la cena


desanimada, mi cuerpo se quejaba de la mucha comida
que había tomado, y mi corazón se sentía solo. He estado
abstinente durante tres años y medio, he perdido más de 45
kilos y no me había sentido así desde que me uní a OA.
No estaba comiendo los alimentos que me daban
compulsión, ni comiendo entre comidas. Pero las comidas se
estaban haciendo cada vez más abundantes. ¿Por qué? Me
di cuenta de que habían pasado casi seis semanas desde
que asistí a la última reunión de OA. Y recordaba varias
llamadas de amigos preocupados de OA que no había
devuelto. Todavía estaba leyendo la literatura y escribiendo
mi diario, pero parecía que eso no era suficiente.
Al principio culpé de mi creciente apetito a una nueva
medicación. Pero tenía que admitir que esto era sólo una
excusa. Había estado usando mi eterna enfermedad para
aislarme, y eso me estaba llevando de vuelta a mi vieja
amiga y enemiga, la comida.
Enfrentarme a mi enfermedad era ya bastante difícil;
ahora estaba volviendo a mis viejos hábitos. ¿Tenia la
fortaleza para cambiar? Escribir en mi diario me ayudó a
darme cuenta de que no necesitaba fortaleza, lo que
necesitaba era la buena voluntad de admitir mi impotencia,
pedir ayuda, y comenzar de nuevo.
Pedí a mi Poder Superior que me ayudase. Me comprometí
a asistir al menos a una reunión semanal, y empecé a hacer
llamadas de teléfono. Anotaba mi comida cada día (algo que
nunca antes había tenido que hacer) y seguí leyendo y
escribiendo. Cada mañana, entregaba mi voluntad a mi
Poder Superior, y cada noche, me iba a la cama agradecida,
por otro día bueno de programa.
Ahora que escribo esto, ha pasado un mes. Es primavera.
El aire es fresco y claro, las hojas están brotando de nuevo y
mi vida también. Mi salud está sólo un poco mejor, pero una
vez más me siento en contacto. Voy a las reuniones, uso el
teléfono, y sigo abstinente. Y lo mejor de todo, estoy
agradecida por tener un programa que me permite
recuperarme incluso cuando soy menos que perfecta.
— Quincy, Massachussets EEUU

La Recaída Sucede

S olía escuchar “la recaída es una parte de la


recuperación”, y no me gustaba porque pensaba que
significaba que todos íbamos a recaer tarde o temprano.
Aprendí que lo que significaba era que “la recaída existe”.

Fue cuando finalmente acepté que había recaído


cuando sentí la presencia de mi poder superior de
nuevo.

¿Por qué recae la gente? ¿Es evitable? ¿Es inevitable?


Estas cuestiones no tienen importancia, ya que lo único que
importa es que la recaída existe. Un debate sobre la
legitimidad de la recaída sólo sirve para avergonzarnos y,
como todos sabemos, la vergüenza nunca nos ha motivado
a hacer nada más que escondernos y comer. Necesitamos
aceptación en vez de debate.
Creía que la recaída nunca me ocurriría a mí. Estaba
trabajando los pasos, midiendo las comidas, llamando a mi
madrina, ¿qué pudo ir mal? Cuando alcancé mi peso ideal,
comencé a resbalar. Me mantuve en mis viejas ideas sobre
la abstinencia, el programa, y la recaída hasta que les quité
todo el significado, diciendo en las reuniones solamente que
tenia un “pequeño problema con la comida”. Me preguntaba
dónde estaba mi Poder Superior. Fue cuando finalmente
acepté que había recaído cuando sentí la presencia de mi
Poder Superior de nuevo. Sentía su mano en mi hombro y el
comienzo del viaje más espiritual de mi recuperación.
Aprendí que el amor de Dios es absolutamente
incondicional. No importa lo que haya hecho, dónde estoy, o
lo que me estoy poniendo en la boca, mi Poder Superior
está justo ahí dejándome saber que soy aceptada y que
debo aceptarme a mí misma (y a los demás) del mismo
modo. Mi Poder Superior está siempre en el momento
presente. Ya que no pude aceptar que estaba en recaída, no
estaba viviendo en el presente y no podía encontrar a mi
Poder Superior. He vuelto a entrar en contacto con la
realidad del momento y he aprendido a valorar mi
abstinencia como el milagro que es.
¿Podía haber evitado la recaída? No lo sé. Pero no lo
lamento. Me enseñó que pesar y medir no es el único modo
de estar abstinente, que no es verdad que sólo la gente
abstinente tiene algo importante que decir, y que la
arrogancia es un alimento compulsivo para mí. Esta
experiencia ha reafirmado mi confianza en la presencia de
mi Poder Superior en los momentos buenos y en los malos,
me ha hecho una persona más amable y humilde y me ha
vuelto a poner en contacto con el significado de
“compañeros que todavía sufren”. Esto también me ha
hecho una madrina más experimentada. La forma de
apadrinar a gente que ha recaído es darles exactamente lo
que mi Poder Superior me dio a mi, dejarles saber que los
acepto incondicionalmente, sin juzgarlos, y animarlos a que
sigan viniendo.

— Schenectady, New York EEUU

Informe del Progreso

C uando llegué a OA hace más de trece años, una de las


primeras cosas que mi madrina me pidió que escribiera
fue un historial de mis subidas y bajadas de peso, para
tener una visión clara de la naturaleza de mi enfermedad.
Ahora, después de tantos años en OA, encuentro útil revisar
los distintos modos en que he tratado de trabajar el
programa.
En mi primera reunión de OA me dieron un plan de
comida. La abstinencia estaba claramente definida como
seguir este plan de comidas sin excepción, y comprometer
este plan diariamente con mi madrina. Era muy fácil ver
cuándo había roto mi abstinencia: una hoja de lechuga de
más significaba que tenía que volver a comenzar mi
abstinencia desde cero. Muchas cosas dependían de esa
abstinencia, como el derecho a ser padrino o madrina, que
requería 21 días de una abstinencia limpia.
Todo estaba muy claro, pero a pesar de todo, nunca pude
estar abstinente más de doce días seguidos. Aunque sabía
que tenía un trastorno y que no se debía a mi falta de
voluntad, seguía pensando que era un fracaso, porque
nunca podía conseguir una larga abstinencia. Más aún, me
sentía un fraude porque nunca hablé de estos problemas.
Pero, sin embargo, presté servicio, incluido el
apadrinamiento. Pero ¡cómo luchaba con la abstinencia!
Entonces un nuevo espíritu entró en OA. Se aceptó que
algunos miembros necesitaban trabajar el programa de un
modo espiritual para estar abstinentes; esa abstinencia era
el resultado del progreso espiritual.
¡Qué alivio! Trabaje muy duro los Pasos, haciendo un
inventario muy completo del Cuarto Paso, y realmente
detecté mis defectos de carácter. No estaba ganando peso;
de hecho, estaba un poco más delgada. Y lo que es más
importante, nunca más me sentí culpable ni deshonesta.
Esto era una liberación.
Estoy agradecida por este período de mi vida en OA
porque sirvió para eliminar la culpabilidad que aún
arrastraba por comer compulsivamente. Pero ni siquiera
entonces apareció en mi vida una abstinencia duradera.
Más aún, dejé de luchar con la comida. Nunca más me
preocupé por lo que había comido o cómo. Hice algo más
que dejar la bascula y mi medidor de alimentos, renuncié a
la abstinencia como meta.
Durante este período de tiempo, me diagnosticaron
diabetes, y por lo tanto tenía que seguir una dieta muy
estricta para prevenir futuras complicaciones. Mi
nutricionista me dio un plan de comida a seguir, pero no lo
hice; no sé por qué, puede que porque no tenía las
herramientas para manejar las restricciones de comida
como una meta. O puede que creyera que estaría bien si
trabajaba el programa, iba a las reuniones, prestaba
servicio, y ponía el problema en manos de mi Poder
Superior.
Hace dos años mi diabetes se agudizó, y las temidas
complicaciones se hicieron evidentes. Mi método podía
haber funcionado espiritual y emocionalmente, pero mis
hábitos de comida me estaban matando. No sabia qué
hacer.
Finalmente le confié mi problema a una amiga intima de
OA, una enfermera, y le dije que necesitaba ayuda. Todos
los expertos a los que me envió dijeron que tenía que
cambiar mis hábitos de comida. De verdad lo intenté, pero
seguía creyendo que todo iría bien si asistía a muchas
reuniones y daba mucho servicio.
Nada cambió. Mi vida estaba fuera de control, mi comida
fuera de control, y lentamente me estaba matando (todo el
tiempo asistiendo a cinco reuniones a la semana y
trabajando mucho mi programa)
Hace cinco meses, tuve un despertar espiritual del tipo
que yo siempre había soñado. Sentada en mi habitación,
sintiendo que tenia que elegir entre vivir o morir (y una
muerte fea, además), elegí vivir.
El significado de esta decisión fue aparente en seguida.
Significaba que tenía que declarar mi derrota total y
rendirme por completo. En este caso rendirme significaba
hacer todo lo que me decía el programa, mi dietista, mi
médico y mi madrina. Todo, sin tener que elegir y sin
excepción.
El dietista me dijo qué comer y con qué frecuencia, y que
tenia que seguir ese plan estrictamente. Esta es mi
abstinencia, y es la cosa más importante en mi vida sin
excepción. El médico me dijo lo que hacer y lo hago, sin
quejarme. El programa me dice que he de ser honesta y no
ocultar nada, incluso el más mínimo detalle, y eso es lo que
estoy haciendo.
Por primera vez en más de trece años en OA estoy
experimentando una larga y continuada abstinencia. La
mayor parte de mi compulsión me ha sido quitada, y por
esto estoy agradecida.
No es porque sea diabética que puedo estar abstinente,
ya que no pude estar abstinente durante años a pesar de
saber lo que la diabetes me estaba haciendo. Estoy
abstinente hoy porque tengo un programa que da prioridad
a la abstinencia. Cuido mi comida y el resto simplemente
ocurre.
Mi programa no es el mismo que trabajé hace trece años.
Ahora sé que el crecimiento espiritual y emocional que he
experimentado en OA es parte del proceso de recuperación
completo. Y ahora no hay culpabilidad asociada a no cumplir
mi plan al cien por cien, simplemente trato de progresar.

— Israel

Una Vida Asombrosa y Abstinente

P asé años tratando de controlar mi peso y mi forma de


comer. Los intentos de hacer dieta sólo me llevaron a
atracones. Sabía que los Pasos funcionaban porque
estaba en otro programa de Doce-Pasos, así que creía que
OA era la respuesta. Desgraciadamente, no pude encontrar
una reunión fuerte de OA en mi zona que me funcionara.
Sola, mi progreso era lento y vacilante. La abstinencia me
eludió hasta que me di cuenta de que tenía que renunciar
por completo a los alimentos con los que me daba
atracones, justo como el alcohólico debe renunciar
completamente al alcohol. Como el alcohólico que deja de
comer normalmente y quiere solamente alcohol, yo sólo
quería dulces y tenía que forzarme para comer comida
“real”. Me costó dos intentos dejar el azúcar, y pasé tres
días con síndrome de abstinencia. Después de eso, el deseo
empezó a desparecer. Abstenerme de los dulces me hizo
una persona más sana y estabilizó bastante mi peso. Hasta
entonces, había estado ganando de forma estable hasta
alcanzar mi máximo de 82 kg. Todavía comía en exceso
alimentos saludables y fui incapaz de encontrar una
solución a este problema hasta que por fin encontré
reuniones fuertes de OA.
En 1990 volví a OA desesperada. Fui a muchas reuniones
diferentes hasta que encontré un lugar con recuperación
fuerte en los tres aspectos. Por medio de esa reunión y el
libro de OA Abstinencia, encontré un plan de comidas que
me funcionó. Tomaba tres comidas moderadas al día y
tentempiés sanos si era necesario. Evito conductas
problemáticas con la comida, como servirme dos veces y
comer rápido. No tomo dulces.
Llegar a estar abstinente de todos los alimentos-problema
no tuvo un límite tan claro como dejar los dulces.
Lentamente gané más serenidad, perdí más peso y crecí en
mi recuperación. Los períodos de abstinencia total se
hicieron más largos, y por ellos pude vislumbrar lo libre y
feliz que puede ser la vida sin la compulsión por la comida.
Hoy tengo un peso saludable y llevo una talla nueve. Mi
ropa me cabe, y generalmente me siento bien respecto a mi
aspecto. Estoy casi siempre libre de esa agobiante obsesión
por comer. La obsesión vuelve a veces, pero pasa si estoy
abstinente.
He trabajado los Pasos lo mejor que he podido y he hecho
varios Pasos Cuatro. Los Pasos y los lemas son parte de mi
vida diaria. Algunas veces me desvío del camino, pero las
circunstancias y mi Poder Superior me llevan de vuelta a
donde necesito estar. Voy a varias reuniones a la semana y
leo literatura de OA todos los días en el desayuno. Utilizo a
mi madrina y me mantengo en contacto con mi Poder
Superior muchas veces cada día.
Mi vida ha cambiado mucho desde que llegué a OA. Tuve
un hijo, dejé atrás un matrimonio desgraciado de 15 años,
compré una casa, tuve problemas de salud, viajé por todo el
país en moto y desarrollé cierta medida de autoestima y
confianza. No soy todavía la persona que quiero ser pero
soy mucho mejor de lo que era. Veo progreso en cada reto
al que me enfrento. El reto más difícil ha sido sentir mis
emociones sin anestesiarme a mí misma y escapar hacia la
comida. Tengo 40 años y me siguen sucediendo cosas
asombrosas. En tanto esté abstinente, soy libre para
experimentar la vida y sus infinitas posibilidades.

— Middletown, New York EEUU

El Alivio de la Honestidad

H e estado en OA cinco años, cogí la abstinencia por la


gracia de Dios y he trabajado lo que pensé que era un
programa honesto. Utilicé las herramientas lo mejor
que pude e hice el trabajo de a pie. Sin embargo, este año
surgió un sentimiento de inquietud que no podía entender.
Mi plan de comidas cambió mientras trataba de enfrentarme
a un problema recurrente en la piel; los cambios en la
comida pueden todavía sacarme del camino. Hablé con mi
madrina y el PS y me comprometí a esta nueva forma de
comer.
Después de tres meses, mi piel no mostraba cambios
significativos. ¡La comida no era el problema! Esto me
inquietó. ¿No sabía el PS lo duro que había trabajado para
eliminar y sustituir ciertos tipos de alimentos? ¿No
comprendía que tenía que arreglar el problema?
Durante los dos meses siguientes empecé a reintroducir
alimentos y recuperar el equilibrio dentro de mi plan de
comidas. Pero la obsesión seguía viva dentro de mí. Había
experimentado una libertad increíble de la obsesión durante
mucho de mi tiempo en OA, así que vivir de nuevo con ella
era incómodo y atemorizante. A menudo me sentía la borde
de la recaída y vivía con miedo, del que no sabía cómo
escapar.

Había estado jugando con mi comidas y mis


hábitos alimenticios, y eso me estaba robando la
serenidad y la paz espiritual.

Entonces el PS me mostró cómo seguir adelante con


humildad y espiritualidad. Una mañana durante mi tiempo
de silencio, supe que tenía que admitir que había roto mi
abstinencia. No había tenido atracones diarios, ni escondido
ni robado comida; de hecho ningún momento específico me
llevó a darme cuenta de ello. Pero cuando Dios me habló,
me di cuenta de lo a menudo que había corregido mi plan
de comidas. Siempre he escrito mi comida, pero ahora vi lo
astuta que me había vuelto en manipular, borrar y añadir
comida para acoplarla a mis deseos. Justificaba esto
diciéndome a mí misma que no estaba comiendo
compulsivamente y la comida siempre terminaba, así que
no podía ser comer compulsivamente, ¿no? Había estado
jugando con mi comidas y mis hábitos alimenticios, y eso
me estaba robando la serenidad y la paz espiritual. Mi
enfermedad estaba activa a su propia manera, y yo no
podía justificar o excusar mi conducta sólo porque no estaba
en una recaída de atracones a gran escala.
¡Sentí como si la bombilla de mi espíritu hubiera sido
encendida! No puedo explicar la increíble liberación que
sentí. Corrí a llamar a mi madrina. Oírme a mí misma decir
“He roto mi abstinencia” fue liberador. Llamé a mis ahijadas
y se lo dije. Apenas podía esperar a decírselo al grupo.
Nunca en mi vida pensé que me sentiría tan emocionada
por romper mi abstinencia.
Este programa requiere nada más y nada menos que una
honestidad rigurosa. Dios me ha devuelto mi paz de
espíritu. Siento mi comida y los hábitos asociados limpios, y
la obsesión no está hoy aquí. Se me ha devuelto el sano
juicio.
OA reparte milagros. Estoy triste por pensar que necesito
aumentar la duración de la abstinencia para ofrecerme una
vez más para unas posiciones de servicio determinadas,
pero Dios me está mostrando que el servicio empieza
conmigo, aquí y ahora. Debo continuar mi contacto diario
con otros en OA. Debo poner mis posaderas en un asiento
de la reunión, compartir honestamente y dar sin pensar en
conseguir. La libertad espiritual es un regalo demasiado
precioso para arriesgarlo.

— Nueva Zelanda

Ninguna Persona, Lugar o Cosa

E stoy agradecida por 25 años de abstinencia, un milagro


desde luego. Cuando llegué a OA en 1980, no podía
esperar ni siquiera 15 minutos para comer.
¿Qué quiero decir cuando digo “estoy abstinente”? La
abstinencia significa que estoy libre de la compulsión del
exceso de comida y de comer ciertos alimentos. Cuando
llegué a OA, otros miembros sugirieron que eligiera un plan
de comidas del folleto Dignidad de Elegir. Elegí uno sencillo
y he comido de esa forma desde entonces. Es equilibrado,
razonable y sano, pero he tenido que cambiarlo unas
cuantas veces. He tenido dos hijos mientras estaba en el
programa. Recuerdo el día que mi médico me dijo que
necesitaba un tentempié de galletas saladas entre comidas
para detener mis náuseas debidas al embarazo. Tenía
miedo. No había comido harinas durante tres años, y había
estado midiendo y pesando mis comidas; estaba
funcionando. Había perdido 14 kg y había estado estable
durante dos años y medio.
He aprendido que ningún plan es mejor que otro, y el
mejor provee lo que mi cuerpo necesita. Cuando comí
aquellas primeras cuatro galletas, estaba al teléfono con mi
madrina para asegurarme de que no era deshonesta o
mentirosa. Recuerdo el sentimiento maravilloso de que mi
Poder Superior me ayudaría en la forma que yo necesitara y
que podía cambiar mi plan si eso era lo correcto.
El gran cambio siguiente llegó cuando me mudé a la
África rural. No tenía teléfono ni electricidad y no había
cerca sitios donde comprar regularmente. Tenía que dejar
mi báscula, confiando en mi Poder Superior.

He aprendido que ningún plan es mejor que otro,


y el mejor provee lo que mi cuerpo necesita.

Siempre he estado dispuesta a medir si era necesario


también. También “cuento” mi comida a menudo haciendo
las comidas sencillas comiendo uno o dos alimentos
concretos. Después del nacimiento de cada niño, añadí un
poco a mi plan normal porque ya no necesitaba las galletas.
Cuando dejé de amamantar a mis hijos, volví a mi plan
original. Ahora, 25 años más tarde, tengo 50 años y ya no
me muevo tanto. He dejado un poco de la proteína del
desayuno: parece funcionar bien.
La abstinencia sigue siendo lo más importante de mi vida
sin excepción. No he tenido deseos de comida durante años,
uno a la vez; ¡qué milagro! He tenido un resbalón cada
cuatro o cinco años, y cada vez estaba atrapada por un
resentimiento o temor. Volvía inmediatamente al inventario
del Paso Diez y me ponía en contacto con mi madrina. Eso
lo terminaba.
Hoy ninguna persona, lugar, cosa o situación me presenta
una buena razón para comer en exceso, ¡una buena razón
para hacer el Paso Diez! Mientras haga el inventario diario,
trabaje para estar en contacto consciente con mi Poder
Superior y llevar el mensaje a los recién llegados, la
abstinencia sigue siendo un regalo por el que estoy
agradecida.
También estoy agradecida por mi reunión base, donde
otros están abstinentes y caminando por la carretera del
destino feliz.

— Rowville, Australia
CAPÍTULO OCHO

Lo Que la Abstinencia Me Ha Enseñado


El Gran Ecualizador

E n algún lugar, en algún momento, recibí un pequeño


recordatorio de temas de reuniones que incluía
“igualdad” como un tema de Tradiciones. Las
Tradiciones Once y Doce, que tratan el anonimato, y el Paso
Siete, que trata la humildad, vienen a mi mente cuando
pienso en igualdad como un tema (y puede que la Tradición
Dos).
He luchado con sentimientos de superioridad porque he
sido bendecida con una abstinencia muy prolongada. Me
veo a mí misma como rendida a un método de permanecer
abstinente. Una tendencia a sentirse superior sobre los
métodos es un factor frecuente en las controversias de OA,
y seguimos luchando para superar o rechazar esa
tendencia. He de estar vigilante para darme cuenta y
recordar que la rendición es el regalo de un Poder Superior a
mí, un poder que está, incluso aunque no me guste mucho.
Sentirme “importante” es un peligro para el éxito en la
recuperación física, y una sensación de igualdad puede ser
tan esquiva como la abstinencia. Se necesita el gran
igualador. Como dice Nuestra Invitación a Ti, “Es la
debilidad, no la fortaleza, lo que nos une unos a otros”. De
alguna forma, más allá de mi comprensión y control, ha
funcionado. Soy un recipiente de misericordia que anula la
oposición interna. Necesito de esta gracia y del
reconocimiento de que, en nuestra desesperada necesidad
de esta gracia (este misericordioso provocador de buena
voluntad), todos somos iguales.
Me he preguntado últimamente si soy lo suficientemente
sincera respecto a mi vida espiritual. Una madrina podría
decirme: “Olvida la pregunta. No eres lo suficientemente
sincera. Pide a tu PS que trabaje en tu interior, para que te
proporcione la sinceridad que no es tuya”
Reconocer mi gran necesidad de esta gracia es necesaria
para un espíritu de igualdad.

— Anónimo

Vida Después de la Pérdida

E ncontrar la abstinencia y alcanzar mi peso meta son


milagros reales en mi vida. Conseguir perder el peso
extra y aceptar la abstinencia con profunda gratitud me
ha costado años. En el proceso he perdido 23 kilos.
Me escondía detrás de la fortaleza de mi peso extra. La
vida me había dado golpes devastadores, y creí que la
comida era mi consuelo. En 1984 mi marido y yo perdimos
dos de nuestros cinco hijos. Jody era maníaco-depresivo. A
pesar de nuestros esfuerzos, sus demonios vencieron y se
quitó la vida. Nunca se había recuperado de servir como
médico en la guerra de Vietnam. Luego, dos hombres
buscando dinero atacaron a nuestro hijo Paul. Alguien
encontró su cuerpo en un arroyo de la montaña.

Si miro con la suficiente profundidad, incluso en


mis peores días puedo estar agradecida por
muchas cosas.

Estos sucesos destrozaron a nuestra familia. Mi marido,


los hijos que quedaban y yo abandonamos la zona y
empezamos el largo proceso de reconstruir nuestras vidas.
Mi marido llevaba años de recuperación en AA. Ayudó a
establecer la primera reunión de OA en nuestra ciudad de la
montaña. Yo sabía que tenía que trabajar mi programa de
OA y sentía que si Dios realmente existía, se había olvidado
de nosotros.
23 kilos más tarde, estaba desesperada por perder peso.
Seguía yendo a las reuniones, pero la esencia del programa
me eludía. Había esperado ser una de esos afortunados que
de alguna manera, mágicamente, perdían el peso extra.
Muchos cambios han sucedido desde 1984. A nuestros
tres hijos les ha ido bien. El más joven se ha doctorado en
neuropsicología. Sus progresos me asombran. Hace dos
años, los médicos diagnosticaron leucemia a mi marido de
46 años. Hemos usado terapias alternativas y su progreso
asombra a los médicos.
Vivimos la vida un día a la vez. Siempre que mantengo
una “actitud de agradecimiento”, mi peso sigue bajo y mi
corazón canta con todo lo que se me ha dado. A menudo
cuidamos a nuestros dos pequeños nietos; ¡me encanta!
He empezado una carrera escribiendo. No tengo ni idea
de cómo irán las cosas, pero es el viaje y el compartir lo que
yo he aprendido con aquellos que estén interesados lo que
me mantiene involucrada. Al final de cada día escribo en mi
diario aquello por lo que estoy agradecida ese día. Si
realmente miro con la suficiente profundidad, incluso en mis
peores días puedo estar agradecida por muchas cosas. Dios
está haciendo por mí lo que yo soy impotente para hacer
por mí misma.

— Boulder City, Nevada EEUU

Los Amigos del Jueves por la Noche

M i padre supo que tenía cáncer y sólo seis meses más


de vida. Eso no es mucho tiempo para nadie,
especialmente para un hombre de 46 años con dos
nietos pequeños. No vería sus cumpleaños, sus primeros
días de colegio, los programas de Navidad ni tendría una
participación plena en la próxima boda de su hijo. El futuro
parecía sombrío.
Hace falta una persona para conseguir la
abstinencia, un Poder Superior para guiar a esa
persona y un grupo para apoyar esa abstinencia.

Con mi fe cuestionada y la estructura de mi familia


amenazada, tuve a OA junto a mí durante uno de los peores
períodos de mi vida. Miembros de OA me llamaban cuando
necesitaba la voz comprensiva de un amigo, y amor
incondicional y ayuda para resistir cuando pensaba que no
podía. Ellos me dieron la fuerza para enfrentarme a cada día
y encontrar humor en las situaciones más extrañas y
estresantes.
Mientras veía apagarse a mi querido padre, mi corazón se
rompía. Llevaba solamente seis meses de abstinencia y juré
que no la dejaría por la comida. Estaba determinada a sentir
cada momento de dolor y no rendirme como había hecho
toda mi vida. La comida no le concedería a mi padre el
milagro de devolverlo cuando todo hubiera terminado. Me
cogí a esa realidad como mi salvavidas (incluso ahora
cuando el dolor se hace duro, es mi salvavidas del sano
juicio). Por primera vez, sentí todas las emociones sin el
consuelo de la comida. Los sentimientos eran intensos, pero
estoy contenta de haberlos sentido.
Mi madrina fue increíble. Nunca dijo que no debería sentir,
pensar o actuar de ciertas maneras. Me dejó rugir como un
león, aullar como un lobo, llorar como un bebé y decir lo
que pasaba por mi mente, correcto o equivocado, nunca
criticando. Me dio amor incondicional y un refugio cuando
estaba perdida. Escuchaba cuando nadie más lo hacía o
sabía cómo hacerlo, sabiendo que no podía solucionar el
problema y nunca sugiriendo una respuesta porque sabía
que no había ninguna. Escuchar era el mejor regalo que
podía haberme dado. Otros querían arreglar o evitar la
situación; eso no hace que desaparezca.
El día que mi padre murió, asistí a mi reunión del jueves
por la noche; no tenía otro sitio donde ir. Quería comer, y
quería estar donde otros me comprendieran. Sin lágrimas y
atontada por el dolor, anuncié que mi padre había muerto.
Mi madrina lloró por mí. Nunca nadie había hecho eso. Ella
no conocía a mi padre; lloraba porque se preocupaba por
mí. Mi grupo me rodeó del mayor apoyo que yo creía
posible.
Para mantener mi anonimato, el grupo envió un ramo de
flores al velatorio firmado “De tus amigos del jueves por la
noche”. Pensé que era de los amigos de mi padre. Mi madre
comentó que mi padre siempre venía a casa por la noche;
¿quiénes podrían ser esos amigos? Contesté: “Debe haber
hecho algo. Esas flores son preciosas”. Mi marido echó una
mirada y dijo: “Estos son tus amigos del jueves por la
noche”. Me sentí confusa, tratando de pensar qué hacía los
jueves por la noche que pudiera inspirar una cesta tan
bonita. ¡Entonces me acordé de golpe! Esbocé una gran
sonrisa y mi corazón se llenó de calidez.
Hasta entonces no me había dado cuenta de lo grande
que es mi familia de OA. Todos los miembros del grupo
vinieron al velatorio. Su presencia me ayudó en uno de los
días más duros de mi vida. Doy gracias a Dios por cada uno
de ellos. Sin ellos, no habría llegado al año de abstinencia y
una pérdida de 25 kilos. Hace falta una persona para
conseguir la abstinencia, un Poder Superior para guiar a esa
persona y un grupo para apoyar esa abstinencia.

— Amboy, Minnesota EEUU

Enganchado A la Recuperación

E l 10 de Febrero de 1964 es una fecha que nunca


olvidaré. Fue mi primera reunión de OA. Tenia 58 años,
pesaba unos 130 kilos y estaba todavía buscando la
dieta mágica que hiciera lo que otras no habían logrado.
Me largué de la reunión porque lo que estaba oyendo era
un “insulto a mi inteligencia”.
Fui a otra reunión la noche siguiente. Me identifiqué con el
que hablaba y decidí darle una oportunidad. OA estaba a
prueba.
En esta segunda reunión, me presentaron la “hoja gris”.
Conseguí una báscula y una taza de medir como se me
había sugerido, y ya estaba dispuesta para trabajar. Me
dijeron que no podía confiar en mi juicio, y que me
funcionaría si le leía cada día a alguien mi plan de comidas,
comprometiéndome a comer exactamente lo que había
pesado y medido. ¡El resultado fue el nirvana!
Tras 22 años de abstinencia, mis días de pesar y medir lo
que como han pasado a la historia. Hace poco escuché a
alguien decir que tras 21 años en el programa, seguía
llamando a alguien y comprometiendo su comida cada día.
A cada uno lo suyo, es algo que he aprendido en 29 años de
programa. Me gustaría compartir algunas otras cosas que
me ha enseñado la recuperación:
Ser amable conmigo misma. Me doy cuenta de que no
soy mala si resbalo, ni buena si estoy abstinente.
Dejar de intentar controlar las cosas y a las personas
ajenas a mí.
Ser cada vez más honesta y abierta, al menos con una
persona: mi madrina.
Aceptarme a mí misma tal como soy, sin esconderme,
distorsionar ni rechazar ninguna parte de mí misma.
Perdonarme a mí misma y a otros. Bendiciendo a
aquellos que me han perjudicado, o rechazado alguna
parte de mí.
Vivir una vida alegre, plena, en paz. Debo emprender la
búsqueda de mi fuerza interior que ahora llamo Dios.
Que un Poder superior a mi está guiando mi vida tanto si
lo reconozco como si no.
Que cada Paso tiene un principio, y me enriqueceré si
aplico todos los Pasos en mi vida diaria.
Que las promesas se vuelven realidad.
Que nadie se muere de hambre entre comidas.
Que estar en buenas relaciones con mi familia es un
regalo de Dios
Que cada reunión se añade a mi recuperación.
Que no puedo hacerlo sola.
Que las “medias tintas” no me ayudan a nada.
Que escribir es un método indispensable para descubrir
qué es lo que no va bien.
Que puedo vivir sin miedo.

— Anónimo

La Importancia de Ser Honesto

“S i quieres desarrollar una alta autoestima, tendrás


que llevar un comportamiento que sea estimable, un
comportamiento merecedor de autoestima”. Esto es
lo que me dijo mi madrina durante los primeros seis meses
en el programa.
Habiendo llegado a OA con unos 70 kilos de sobrepeso,
acababa justo de salir del hospital tras mi segundo intento
de suicidio. Estaba dispuesta a escuchar cualquier cosa.
Pero cuando mi madrina me dijo esto, era casi una ruina.
Había perjudicado a tanta gente y había hecho tanto daño
mientras estaba comiendo compulsivamente que dudaba
que tuviera algo que ofrecer. ¿Qué podía hacer que fuera
estimable?
Tras una lenta rehabilitación, fui capaz de volver a trabajar
para una empresa temporal. Mientras estaba en uno de los
trabajos, uno de los jefes me dijo que hiciera algo que
claramente iba en contra de la ley. Como me ofreció unas
suculentas ganancias, no me lo pensé: acepté gustosa la
oferta. Un sentimiento de miseria me invadió. No tuve que
consultarlo mucho con mi Poder Superior para entender el
por qué.
Pensé en lo que tenía que hacer durante el resto del día, y
luego expliqué a mi jefe que estaba dispuesta a hacerlo
pero de un modo legal. Lo pillé desprevenido como si fuera
la primera que rechazaba una oferta tan atractiva. Me
sentía nerviosa y emocionada.
Desde ese día mi autoestima comenzó a crecer. Mi frágil
abstinencia se solidificó y ha sido fuerte desde entonces
Todos tenemos la oportunidad de hacer cosas estimables,
algunas veces cuando menos lo esperamos. Creo que esto
significa que todos tenemos la capacidad de desarrollar una
mayor autoestima. Está sólo a una decisión y un Poder
Superior de distancia.

— Winfield, Illinois EEUU

Un Ramo Para la Abstinencia

H ace unos cuatro meses había establecido una relación


de trabajo con un Poder Superior cariñoso. Desde
entonces he estado experimentando la “abstinencia
satisfactoria” de la que se oye hablar en OA tan a menudo.
Sin embargo, un día de la semana pasada entré tan
fuertemente en la autocompasión que antes de saber lo que
me había pasado, ¡la obsesión había vuelto!
Estaba en el trabajo y no me sentía bien. Había planeado
volver a casa temprano y tratar de descansar, y de repente
una idea me sacudió: “pararé en la tienda más próxima al ir
hacia casa, compraré mis alimentos compulsivos favoritos
(¡sí, todos ellos!), los pondré encima de la mesa de la TV, y
comeré; como en los viejos tiempos”. Estaba realmente
planeando hacerlo. Estaba cansada de sentirme mal y
quería desesperadamente algo que me animara.
Algo dentro de mi gritó que me parara y pensara en lo
que estaba haciendo. ¿Quería de verdad volver a esa vieja
conducta? “¡Sí!”, contesté a esa voz interna. “Lo haré y ya
está, así no me molestará más”, razoné. ¿Cuántas veces
había seguido esa línea antes?
Antes de salir del trabajo decidí escuchar a mi voz interna
durante un minuto. ¿Qué me pasaba? ¿Qué necesitaba
realmente? Me dije a mí misma, “me estoy sintiendo baja de
moral porque estoy enferma, y estoy aburrida de estar
sentada toda la semana. ¡Lo que realmente quiero es
divertirme! Mi vieja forma de divertirme era mirar la TV y
darme atracones. Pero eso ya no me funcionaba. ¿Qué otra
cosa podía hacer?
Pensé en lo que me gustaría hacer. Me encanta leer, así
que decidí ir a casa, ponerme cómoda y leer un buen libro
que había comprado hacía poco y no había tenido la
oportunidad de leer todavía. Eso sonaba divertido. Luego
recordé lo que había oído decir varias veces a mi madrina:
“Si estás entrando en una conducta negativa, elige hacer
algo positivo para contrarrestarlo. Es imposible sentirse
positiva y negativa al mismo tiempo con uno mismo”.
Entonces se me ocurrió: me compraría unas flores.
Inmediatamente olvidé el atracón planeado y empecé a
pensar en qué clase de flores me podría regalar a mí misma.
Decidí comprar las flores, luego pasaría el resto de la tarde
leyendo el libro y disfrutando de ellas. Me sentí muy
emocionada con la idea, lo mismo que otras veces me
pasaba con la comida.
Fui a la floristería. Me encantó un arreglo especial que
tenían para una persona que necesitaba animarse. Era lo
que yo necesitaba, un ramo lleno de flores de colores muy
vivos y adornadas con un arco iris. Costaba un poco más de
lo que había planeado gastar, pero recordé las veces que
me había gastado el doble con comida. Valía la pena.
Cuando la mujer del mostrador me dijo que eligiera una
tarjeta y la firmara, pensé: “¿Por qué no?” Encontré una con
globos, me escribí a mí misma una pequeña nota cariñosa,
y la puse en el sobre. No le dije que las flores eran para mí.
Era estupendo. Pensé en todas las veces que había
comprado cantidades enormes de comida y las miradas
divertidas y comentarios que había recibido de la gente
detrás del mostrador. Esto era mucho mejor.
Tuve una tarde maravillosa leyendo mi libro y disfrutando
de las flores. Lo mejor es que ha pasado una semana y las
flores se ven preciosas todavía. Si me hubiera dado un
atracón hubiera acabado en 15 minutos, y me habría
sentido miserable. Cada vez que miraba las flores a lo largo
de la semana, recordaba lo bien que sentaba hacer algo por
uno mismo. Esas flores salvaron mi preciosa abstinencia.

— Tallahassee, Florida EEUU

Joven y Abstinente

L legué a mi primera reunión de OA un mes después de


cumplir 20 años. Mi anorexia y bulimia de ejercicio me
hacían sentir mucho más vieja, pero actuaba como una
niña de dos años. Esta enfermedad es astuta, peligrosa y
poderosa a cualquier edad. OA me ha ayudado a aprender a
actuar según mi edad y a disfrutar de la vida al máximo.
Esa primera reunión fue hace más de dos años, y he
estado abstinente durante dos años y un mes. He ganado
unos 11 kg en recuperación y he mantenido un peso normal
durante casi dos años. Miro en mi reunión base y en otras a
las que asisto regularmente y me siento triste al ver que soy
el rostro más joven en ellas.
Me siento afortunada por estar donde estoy, pero triste de
ver tantos jóvenes de mi edad sufriendo todavía. Por medio
de este programa de atracción y trabajo del Paso-Doce, he
traído a algunos amigos a las reuniones. Algunos se han
quedado y es una alegría verlos en recuperación. Pero
muchos no están dispuestos a trabajar este programa. Las
excusas que pone la enfermedad son las mismas a
cualquier edad. Rezo para que vuelvan a tiempo. Necesito
que vengan recién llegados jóvenes que me ayuden a mí
tanto como ellos necesitan ser ayudados. Estoy agradecida
porque cuando ellos vuelvan a OA otra vez, yo estaré allí,
una persona joven en recuperación. Sólo por hoy, todo lo
que puedo hacer es trabajar mi programa lo mejor que
puedo.
Otros miembros de OA me dicen lo afortunada que soy
por haber encontrado este programa siendo joven. Le doy
las gracias a mi Poder Superior por ello. Si no hubiera
encontrado OA cuando lo hice, no sé dónde podría estar
hoy, probablemente muerta o en un hospital. Estoy
agradecida a OA por haberme devuelto mi vida.
Una ventaja de estar abstinente siendo joven es que
espero decir algún día: “Llevo 30 años de abstinencia”, o,
¡incluso 40 ó 50! Un día a la vez rezo pidiendo que con la
ayuda de mi Poder Superior pueda decirlo.

— New York, New York EEUU

Cosas a Resaltar

E stoy agradecida por mis años de abstinencia, que


empezaron en mi segunda reunión de OA en diciembre
de 1980. Estoy agradecida a una mujer menuda que se
me acercó, preguntó si tenía madrina y se ofreció a recibir
mi llamada al día siguiente a las 6 de la mañana. Con 25
años, apenas sabía que esas 6 de la mañana existieran,
pero llamé y seguí llamando. Me ayudó a darme cuenta de
muchas cosas, y resalto lo siguiente:

La abstinencia es un acto de rendición, no de


control.
La abstinencia, que acaba en la recuperación física, es lo
más importante en mi vida sin excepción. Viene antes
que mi relación con mi Poder Superior (que
desaparecería si volviera a la comida), mis relaciones
con mi familia (que explosionarían), mi trabajo (que
probablemente perdería) y mi religión (que no tendría
sentido).
La abstinencia, estar y permanecer abstinente, es el
mayor servicio que puedo hacer por OA. Si estoy en la
comida, organizar compartires, recibir y llamar a los
recién llegados, o hablar en las reuniones sería
simplemente un servicio en mi beneficio y no servicio
verdadero a la Hermandad. Incluso podría perjudicar a
OA como un todo. Estar hoy abstinente muestra a la
gente que el programa funciona. Mi madrina me dijo que
si recayera tendría que dejar mis responsabilidades en
OA, sentarme, cerrar mi boca y abrir mis oídos. Me
aseguró que no tendría nada que compartir si no
estuviera abstinente; sería tan buena como si estuviera
borracha. Podría dar servicio todavía arreglando las sillas
y limpiando.
La abstinencia no tiene que llevar a la recaída. La
recuperación es posible en este programa, como lo es en
otros programas de Doce Pasos. Mi primera madrina me
guió durante los primeros Nueve Pasos, un proceso de
18 meses para mí. Ella esperaba que empezara a actuar
en cualquier Paso que estuviera trabajando ese día y no
me dejaba continuar hasta que las dos estuviéramos
convencidas de que había trabajado el Paso a fondo sin
reservas. Habiendo dado el Paso Uno, nunca he tenido
que volver a considerar si soy una comedora
compulsiva. Nunca tengo que preguntarme si mi vida
sería ingobernable si volviera a la comida. Habiendo
dado el Paso Dos, nunca tengo que preguntarme si hay
un camino para salir, un camino hacia el sano juicio.
Habiendo dado un Paso Tres con profundidad hace 27
años, no he tenido que volver a coger los controles de mi
vida yo sola, que nunca funcionó de todas formas. Sigo
creyendo que si trabajo el Paso en el que estoy hoy
(Pasos Diez, Once y Doce), no volveré a la comida.
¿cómo podría ser si cada día entrego mi vida y mi
voluntad al cuidado de mi Poder Superior?
La abstinencia es un acto de rendición, no de control.
Comer correctamente fue un nuevo concepto para mí, y
me asustaba soltar el control sobre mi peso. Pero lo
solté, ¡y estoy tan contenta! Trabajando los Doce Pasos y
vivir con el deseo de no comer en exceso sólo por hoy,
he mantenido mi pérdida de 14 kg de peso, y lo he
hecho (excepto en mis dos embarazos) durante más de
26 años. Desde que terminé el Paso Nueve hace 26
años, el sano juicio se ha convertido en mi forma de
vida, no siempre fácil, pero siempre ha valido la pena.
Estoy agradecida por mi recuperación física, emocional y
espiritual. Estoy agradecida por las oportunidades que
tengo de compartir este asombroso programa con otros.
Estoy agradecida por los Pasos y mi compromiso a trabajar
el Paso en el que estoy hoy. Estoy agradecida a mi Poder
Superior, que me mostró el sencillo camino de la
recuperación fuera de la comida y hacia un nuevo plano de
existencia.

— Sandwich, New Hampshire EEUU


LOS DOCE PASOS DE COMEDORES
COMPULSIVOS ANÓNIMOS

1. Admitimos que éramos impotentes ante la comida,


que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.
2. Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros
mismos podría devolvernos el sano juicio.
3. Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al
cuidado de Dios, tal como nosotros lo concebimos.
4. Sin ningún temor, hicimos un minucioso inventario
moral de nosotros mismos.
5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante
otro ser humano la naturaleza exacta de nuestras
faltas.
6. Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios
eliminase todos estos defectos de carácter.
7. Humildemente Le pedimos que nos liberase de
nuestros defectos.
8. Hicimos una lista de todas las personas a quienes
habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar
el daño que les causamos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible,
excepto cuando el hacerlo perjudicaría a ellos o a
otros..
10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal,
y cuando nos equivocábamos lo admitíamos
inmediatamente.
11. Buscamos, a través de la oración y la meditación,
mejorar nuestro contacto consciente con Dios tal
como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente
que nos dejase conocer su voluntad para con
nosotros y la fortaleza para cumplirla.
12. Habiendo experimentado un despertar espiritual
como resultado de estos Pasos, tratamos de llevar
este mensaje a otros comedores compulsivos y
practicar estos principios en todos nuestros asuntos.

El permiso para usar los Doce Pasos de Alcohólicos


Anónimos para su adaptación fue concedido por AA World
Services, Inc.
LAS DOCE TRADICIONES DE OA

1. Nuestro bienestar común debe tener la preferencia;


la recuperación personal depende de la unidad de
OA.
2. Para el propósito de nuestro grupo sólo existe una
autoridad fundamental: un Dios bondadoso como se
expresa Él mismo en la conciencia de nuestro grupo.
Nuestros líderes no son más que fieles servidores; no
gobiernan.
3. El único requisito para ser miembro de OA es el
deseo de dejar de comer compulsivamente.
4. Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asuntos
que afecten a otros grupos o a OA como un todo.
5. Cada grupo tiene un solo objetivo primordial: llevar
su mensaje al comedor compulsivo que todavía
sufre.
6. Un grupo de OA nunca debe suscribir, financiar o
prestar el nombre de OA a ninguna entidad allegada
o empresa ajena, para evitar que problemas de
dinero, propiedades y prestigio nos desvíen de
nuestro objetivo principal.
7. Todo grupo de OA debe mantenerse a sí mismo,
negándose a recibir contribuciones externas.
8. Comedores Compulsivos Anónimos (OA) nunca
tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de
servicio pueden emplear trabajadores especiales.
9. OA, como tal, nunca debe estar organizada; pero
podemos crear juntas de servicios o comités que
sean directamente responsables ante aquellos a
quienes sirven.
10. Comedores Compulsivos Anónimos (OA) no tiene
opinión sobre asuntos ajenos; por tanto, el nombre
de OA nunca debe mezclarse en polémicas públicas.
11. Nuestra política de relaciones públicas se basa en la
atracción más que en la promoción; tenemos que
mantener siempre el anonimato personal en prensa,
radio, cine, televisión y otros medios de
comunicación públicos..
12. El anonimato es la base espiritual de todas estas
Tradiciones, que nos recuerdan que debemos
anteponer siempre los principios a las
personalidades.

El permiso para usar las Doce Tradiciones de Alcohólicos


Anónimos para su adaptación fue concedido por AA World
Services, Inc.
Para más información sobre Comedores Compulsivos
Anónimos
(Overeaters Anonymous), escriban a la Oficina del Servicio
Mundial:

World Service Office, P.O. Box 44020,


Rio Rancho, NM 87174-4020

O encuéntrenos en Internet

www.oa.org

También podría gustarte