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Los 

Tratados de Roma, firmados el 25 de marzo de 1957, son dos de los tratados que dieron
origen a la Unión Europea.1 El primero estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) y
el segundo estableció la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA o Euratom).
Ambos tratados junto con el de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA),
creada unos años antes, conforman los «tratados constitutivos» de las Comunidades
Europeas.1
Ambos tratados fueron firmados por Alemania Federal, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, y
los Países Bajos. Tras ser ratificados por los parlamentos de cada estado, los tratados
entraron en vigor el 1ro., de enero de 1958. El tratado de la CEE ha sido modificado en
numerosas ocasiones. Desde entonces se ha cambiado de nombre desde el Tratado
Constitutivo de la Comunidad Económica Europea al Tratado Constitutivo de la Comunidad
Europea y finalmente, Tratado de Funcionamiento de la Unión.2

El Tratado de Roma (1957)

El 25 de marzo de 1957 se firmaron en Roma dos tratados que daban existencia a


la Comunidad Económica Europea (CEE) y a la Comunidad de la Energía Atómica
(EURATOM). Los firmantes del histórico acuerdo fueron Christian Pineau por
Francia, Joseph Luns por los Países Bajos, Paul Henri Spaak por
Bélgica, Joseph Bech por Luxemburgo, Antonio Segni por Italia y Konrad
Adenauer por la República Federal de Alemania. La ratificación del Tratado de
Roma por los Parlamentos de "los Seis" tuvo lugar en los meses siguientes y entró
en vigor el 1 de enero de 1958.

El Acto Legislativo 2 de 2001 otorgó la competencia al Estado colombiano para


reconocer la jurisdicción de la Corte Penal Internacional y facultó al Estado
para ratificar este tratado de conformidad con el procedimiento establecido en
la Constitución.

De esta manera, el Estatuto de Roma fue aprobado en Colombia por la Ley 742
de 2002, con Sentencia de constitucionalidad C-578 del mismo año,
constituyendo un sistema jurídico de rango supranacional de carácter
permanente e independiente que permite la investigación, la persecución y el
castigo de aquellos delitos que por su naturaleza se consideran un atentado
grave contra la totalidad del género humano.

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