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Capítulo 16 La vejez: desarrollos físico y cognoscitivo 553
Septuagenarios (de 70 a 79 años de edad): aumentan los problemas de salud y se observa una notable reducción de la actividad sexual. Una de
las principales tareas de la vida consiste en conservar la integridad de la personalidad frente al deterioro de las capacidades sensoriales y ante el
aumento de las probabilidades de discapacidad.
Octogenarios (de 80 a 89 años de edad): a la mayoría de las personas les es más difícil llevar una vida normal y comienzan a debilitarse y a necesi-
tar algún tipo de cuidado. Las personas mayores de 85 años son en la actualidad el segmento de la población que crece más rápidamente.
Nonagenarios (de 90 años en adelante): los problemas psicológicos y de salud son más graves para muchas personas de 90 o más años de edad,
aunque algunos son más sanos y activos que otros ancianos más jóvenes. Esto ocurre sobre todo en quienes logran sobrevivir a enfermedades y
dolencias que llevan a algunos a la muerte o al debilitamiento entre los 70 y los 80 años.
REPASE Y APLIQUE 1. ¿Qué ideas positivas y negativas del envejecimiento tiene el Mundo Occi-
dental? Distinga entre estereotipos y realidad.
2. ¿En qué difieren las actitudes hacia los ancianos en otras culturas?
3. ¿Por qué se falsea la imagen de los ancianos al agruparlos en una categoría
general?
Figura 16-3
Blancos Negros
Esperanza de vida por sexo y raza: Año Hombres Mujeres Hombres Mujeres
1994-2004
Fuente: U.S. Bureau of Census, 2008. 1994 73.3 79.6 64.9 73.9
1996 73.9 79.7 66.1 74.2
1998 74.5 80.0 67.6 74.8
2000 74.9 80.1 68.3 75.2
2002 75.1 80.3 68.8 75.6
2004 75.7 80.8 69.5 76.3
El cuerpo cambiante
El cuerpo cambia en muchas formas durante los últimos años de la adultez. En
concreto, se producen modificaciones en el aspecto físico, en los sentidos, en los
músculos, en los huesos, en la movilidad y en los órganos internos. También
cambian los ciclos diarios, aunque no siempre por el envejecimiento como se co-
menta en el recuadro “Teorías y hechos” de la página siguiente.
Aspecto físico Al vernos en el espejo nos damos cuenta del proceso de enve-
jecimiento. Las canas, la piel vieja, el cambio de postura y las arrugas profundas
son señales más que evidentes. La piel se reseca, se vuelve más delgada y pierde
elasticidad. En épocas anteriores las arrugas se debían al uso de ciertos múscu-
los, por ejemplo las “líneas de la expresión”. En la senectud, las arrugas se deben
en parte a la pérdida de tejido adiposo subcutáneo y, en parte, a la reducción
de la elasticidad de la piel. Ésta puede presentar una apariencia de papel suave
y arrugado o de pergamino fino (Rossman, 1977). Aumentan los lunares en el
tronco, en el rostro y en el cráneo. Los capilares pequeños a veces se rompen y
producen tenues marcas negras y azules. A veces aparecen manchas; son áreas
de pigmentación que se conocen comúnmente como “manchas hepáticas”, aun-
que nada tienen que ver con el funcionamiento de este órgano.
Algunos cambios de aspecto físico provienen del envejecimiento normal
que todos experimentamos, aunque pueden modificarlos factores genéticos.
factores patológicos del envejecimiento Los gemelos idénticos, por ejemplo, muestran patrones muy similares. Pero
Efectos acumulados de enfermedades para muchos los cambios de la piel están estrechamente relacionados con la
y accidentes que pueden acelerar exposición al viento, con el clima, con las excoriaciones y, en especial, con los
el envejecimiento. rayos ultravioletas. El sol disminuye la capacidad de la piel para renovarse; un
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TEORÍAS Y HECHOS
PATRONES DE SUEÑO DE LOS elevados de frustración. Esto lo explican
ANCIANOS así los psiquiatras Philip Becker y An-
drew Jamieson, quienes se especializan
¿Es normal el insomnio en la senectud en trastornos del sueño:
como lo son las canas y las arrugas?
Estos trastornos del sueño conti-
Los cambios en los patrones de sueño
núan debido a una activación con-
lo son, no así el insomnio. La mitad de
dicionada y aprendida, aun después
las personas mayores de 65 años que
de que se restablecen la rutina y los
vive en casa y cerca de dos terceras
hábitos normales del sueño. Luego
partes de las que habitan en institucio-
de jubilarse, una de nuestras pacien-
nes de cuidados prolongados sufren
tes de mayor edad se acostaba en la
problemas de insomnio; pero éstos no
cama para planear sus inversiones.
son parte inevitable del envejecimiento
Al cabo de 12 meses, logró invertir
(Becker y Jamieson, 1992). Pueden es-
con éxito su dinero, pero no podía
tar ligados a un trastorno primario del
dormirse antes de la una de la ma-
sueño, a una enfermedad e incluso a
ñana. Sin embargo, con gran sor-
los medicamentos. A los ancianos con
Los cambios en los patrones del sueño son nor- presa descubrió que podía dormirse
insomnio se les puede ayudar a resol-
males en los ancianos, pero no los problemas rápidamente en un cuarto de motel.
ver su problema.
de insomnio. Sin darse cuenta, había asociado su
Este tipo de problemas deben verse
cama y la hora de dormir con pen-
primero en el contexto de los cambios
sar y resolver problemas en lugar
normales del sueño. De acuerdo con los reacción consiste en la imposibilidad de relacionarlas con un inicio rápido
investigadores, los siguientes patrones de conciliar el sueño o en permanecer del sueño (Becker y Jamieson, 1992,
caracterizan a los individuos de 60 a 80 despierto durante largos periodos. páginas 48-49).
años de edad (Bachman, 1992; Becker y Privados del sueño, de día se ven irri-
Jamieson, 1992): tables, ansiosos y letárgicos y de noche Las terapias conductuales que subra-
■ Los ancianos promedian entre seis y preocupados por su insomnio, de ma- yan la importancia de una higiene ade-
seis y media horas de sueño por no- nera que les es más difícil dormir. El cuada del sueño se emplean a menudo
che, aunque muchos se quedan en trastorno de ajuste del sueño general- para tratar el insomnio psicofisiológico.
cama hasta ocho horas. mente desaparece con el tiempo, a me- En los ancianos el insomnio a veces
■ Muchos ancianos duermen más que dida que el individuo aprende a afrontar está vinculado a varios trastornos psi-
los adultos jóvenes, pero el promedio el estrés que lo causa. quiátricos como depresión y ansiedad
fluctúa entre cinco y más de nueve La higiene inadecuada del sueño —há- graves. En tales casos, los medicamentos
horas. Muchos ancianos tienen difi- bitos y conductas relacionados con el apropiados pueden aliviar los síntomas.
cultades para conciliar el sueño y se sueño que son incompatibles con dor- El insomnio también se acompaña de
mueven en la cama hasta 30 minutos mir— es otra causa de insomnio. Por síntomas de problemas médicos. Así, el
antes de quedarse dormidos. ejemplo, los que ingieren bebidas con dolor de la artritis a veces interrumpe
■ Después de dormirse, despiertan con cafeína antes de acostarse, trabajan el sueño. Además, los medicamentos con
mucho mayor facilidad que los jóve- hasta tarde o que observan el reloj sen- que se tratan las enfermedades pueden
nes. Se juzga normal que pasen des- tirán una activación intensa que no les ocasionar el efecto indeseable de alterar
piertos hasta 20 por ciento del tiempo permite conciliar el sueño. El problema el sueño.
de dormir y que compensen la falta se agrava cuando se retiran a dormir Por último, los trastornos del sueño
de sueño quedándose más tiempo en a horas irregulares. Muchos ancianos se relacionan también con la apnea
cama. que sufren estos problemas se preocu- y con movimientos periódicos de las
■ Un cambio en la distribución de las pan porque no pueden dormir. Tratan extremidades. La apnea del sueño inte-
etapas de sueño aumenta el sueño de tomar una siesta durante el día o de rrumpe la respiración por un mínimo
de la etapa 1 (sueño ligero) y dismi- beber café para permanecer despiertos, de 10 segundos y ocurre por lo menos
nuye el de las etapas 3 y 4 (sueño pro- lo cual no hace más que empeorar el cinco veces por hora. Los que la pade-
fundo). Por tanto, cuando se concilia insomnio. Los problemas relacionados cen se ven atormentados por ronquidos
el sueño, en general no es un sueño con una higiene inadecuada del sueño fuertes, sueño inquieto, somnolencia en
profundo ni satisfactorio. pueden remediarse mediante la modifi- el día y depresión. Los movimientos pe-
cación de la conducta. Por ejemplo, se riódicos de las extremidades son espasmos
Los trastornos de ajuste del sueño le les alienta para que mantengan hora- repetidos de las piernas que despiertan
ocurren aproximadamente a una ter- rios regulares de sueño y se abstengan al individuo. El tratamiento médico be-
cera parte de los ancianos, muchos de de ingerir cafeína. neficia a quienes los sufren.
los cuales nunca tuvieron problemas. El insomnio psicofisiológico a veces En resumen, aunque algunos proble-
En estos casos, el insomnio se rela- está ligado a los trastornos de ajuste y a mas graves del sueño no son parte ine-
ciona con diferentes tipos de estrés una higiene inadecuada del sueño. Los vitable del envejecimiento, ocurren con
recientes en su vida: una hospitaliza- que lo sufren asocian la hora de acos- frecuencia en esta etapa de la vida y de-
ción reciente, la jubilación o la muerte tarse y la recámara con la activación ben considerarse como problemas que
del cónyuge o de un amigo íntimo. La mental y física, así como con niveles pueden tratarse exitosamente.
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556 Parte IV Adultez
Los sentidos Los sentidos —oído, vista, gusto y olfato— por lo general pier-
den eficiencia con la edad. Muchos ancianos encuentran más difícil percibir y
procesar un estímulo a través del sistema sensorial (Hoyer y Plude, 1980). Pero
aunque el deterioro de los sentidos que vamos a describir es común entre los
ancianos, no los afecta a todos. Una vez más, se observa una gran variación en
el proceso global de envejecimiento.
Las deficiencias auditivas son muy frecuentes. De hecho, afectan la vida dia-
ria de una tercera parte de este grupo de edad (Fozard, 1990). Suelen ir de li-
Los ancianos generalmente sufren algún geras a moderadas y a menudo se relacionan con la identificación de voces en
deterioro sensorial, pero pueden variar medio de un ruido de fondo (Olsho y otros, 1985). Además, se pierde agudeza
el patrón y el grado de la pérdida. auditiva en los tonos de alta frecuencia, es decir, los que ocurren en los soni-
dos del habla como s, ch y f. Si bien algunas veces los audífonos atenúan estos
problemas, a menudo causan frustración. La mayor parte de los audífonos am-
plifican las frecuencias del sonido, entre éstas el ruido de fondo, por eso no
ayudan mucho a distinguir los detalles de lo que se dice. Con o sin audífonos,
los ancianos con pérdida auditiva parecen ser desatentos o sentirse avergonza-
dos cuando de hecho no oyen lo que se les dice. Otros se aíslan o se muestran
suspicaces de lo que no pueden escuchar.
Hay varias clases de deficiencias visuales que se observan en los ancianos.
El enfoque de objetos y la percepción de profundidad decrecen a medida que
el cristalino pierde flexibilidad y la capacidad de acomodarse. Otro problema
relacionado con el envejecimiento es que el cristalino puede opacarse y final-
mente sufrir cataratas —bloqueo casi completo de la luz y de la sensación
visual. Otro problemas es el glaucoma —aumento de la presión en el globo
ocular que puede causar daño y pérdida gradual de la vista. Por fortuna, casi
siempre es posible eliminar las cataratas mediante cirugía de rayos láser y el
glaucoma puede tratarse con medicamentos. También se remedian con cierta
facilidad otros problemas más sutiles como la disminución de la flexibilidad
del cristalino (Kline y Schieber, 1985).
Los ancianos a menudo pierden parte de la agudeza visual, es decir, de la ca-
pacidad para distinguir los detalles finos. Les cuesta mucho percibirlos cuando
deben leer nombres o cifras en el buzón, distinguir una escalera de un patrón
confuso de alfombra o leer un periódico (Perlmutter, 1978). Esto se debe en
parte a la rigidez del cristalino y en parte a la pérdida de células visuales “re-
ceptoras” en el fondo del ojo. La agudeza visual puede mejorar con el uso de
lentes correctivas, incluidas las bifocales y las trifocales (Kline y Schieber, 1985).
En la actualidad los procedimientos quirúrgicos con que se mejora la agudeza
visual todavía se hallan en fase experimental.
Desde el punto de vista perceptual, a muchos ancianos les resulta difícil ig-
norar estímulos irrelevantes. Por ejemplo, les cuesta más distinguir una señal
de tráfico entre una serie compacta de señales. La redundancia por repetición
de señales convencionales que transmiten las mismas instrucciones les ayudan
a entender los signos visuales (Allen y otros, 1992). Sin embargo, tarde o tem-
prano llega el momento en que deben dejar de conducir por la disminución de
catarata Opacamiento del cristalino que la agudeza visual (o del tiempo de reacción), transición nada fácil en zonas en
obstruye la visión. donde no hay otros medios de transporte.
glaucoma Aumento potencialmente no- En cambio, el sentido del gusto manifiesta gran estabilidad incluso en una
civo de la presión en el interior del globo edad relativamente avanzada. La capacidad para saborear el azúcar es de las más
ocular. persistentes (Bartoshuk y Weiffenbach, 1990). Pero parece disminuir la capacidad
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Capítulo 16 La vejez: desarrollos físico y cognoscitivo 557
de detectar y distinguir los sabores amargos (Spitzer, 1988). A los que sufren
complicaciones como la hipertensión (presión sanguínea elevada) les es más di-
fícil distinguir los sabores. Los medicamentos que toman los ancianos pueden
ser otro factor, aunque Mary Spitzer (1988) supone que también intervienen
umbrales sensoriales más altos. En lo que respecta a la sal, se necesita mayor
cantidad para poder gustarla. Pero si se aumenta el consumo, la hipertensión
puede empeorar.
Los ancianos tienen dificultades para distinguir los sabores de alimentos
combinados. El problema parece deberse más a un deterioro del olfato que a
la disminución de la sensibilidad del gusto (Bartoshuk y Weiffenbach, 1990). El
olfato presenta a menudo un gran deterioro en comparación con el gusto.
del flujo de la sangre que llega al corazón y que sale de éste, así como un mayor
tiempo de recuperación después de cada contracción (Timiras, 1978).
En la senectud, a menudo decrece la capacidad de los pulmones para captar
oxígeno. Desde luego, gran parte de la deficiencia pulmonar puede deberse no
tanto al proceso normal de envejecimiento, sino al daño prolongado causado
por el tabaquismo y la contaminación ambiental.
Con los años también aminora la capacidad de reserva del corazón, de los pul-
mones y de otros órganos. En la juventud el funcionamiento de estos órganos
puede superar, en condiciones de estrés, su nivel normal entre cuatro y 10 veces.
La capacidad de reserva disminuye de manera lenta, pero constante en la ma-
durez y en los años subsecuentes. Quizá los ancianos no se den cuenta de ello
en su vida ordinaria, pero lo advierten cuando, por ejemplo, tratan de quitar la
nieve con una pala, después de la primera tormenta de la estación. La reducción
puede ser considerable bajo un calor o frío intensos. Muchos ancianos se adap-
tan con mayor lentitud a ambientes fríos que cuando eran jóvenes; se enfrían con
mayor rapidez y la baja temperatura corporal representa un serio riesgo para su
salud. Por eso, los ancianos se quejan de tener frío y lo tienen aun a temperaturas
que los jóvenes consideran normales o cálidas. Tienen dificultad para soportar el
calor, sobre todo cuando se fatigan, como sucede cuando cortan el pasto en un
caluroso día de verano. No obstante, pueden realizar muchas de las actividades
que hacían de jóvenes, siempre que las efectúen con más lentitud, descansen con
frecuencia y consuman más líquidos como agua y productos que reponen nutrien-
tes como “las bebidas energizantes”.
El sistema inmunológico también se altera en la vejez; la producción de anticuer-
pos alcanza su nivel máximo durante la adolescencia y luego comienza a decre-
cer. El resultado es que los ancianos tienen menos protección contra los microorga-
nismos y las enfermedades (La Rue y Jarvik, 1982). La reducción de la protección
explica, entre otras cosas, por qué se les recomiendan las vacunas anuales contra
la gripe (aunque también se recomiendan a personas no tan viejas). La influenza
puede ser mortal para los viejos, no sólo por su virulencia, sino porque los hace
vulnerables a infecciones bacterianas secundarias como la neumonía.
La cognición en la senectud
Como señalamos en el capítulo 14, al abordar el tema de la inteligencia fluida y cris-
talizada, si bien se discute mucho sobre el grado de deterioro del funcionamiento
intelectual atribuible al envejecimiento normal, en algo hay cierto consenso: la ma-
yoría de las habilidades mentales permanecen intactas. Investigaciones exhausti-
vas han demostrado que el deterioro de la memoria no es tan generalizado ni tan
grave como se creía (Perlmutter y otros, 1987). Muchos de los problemas de me-
moria que sufren algunos ancianos no constituyen una consecuencia inevitable
del envejecimiento, sino que se deben a otros factores: depresión, inactividad o
efectos secundarios de los medicamentos prescritos. Hay compensaciones cuando
ocurre el deterioro, y se ha demostrado sin lugar a dudas que disminuye la rapidez
del procesamiento cognoscitivo. En realidad, las pérdidas suelen tener un efecto
muy pequeño en la vida diaria (Perlmutter y otros, 1987; Salthouse, 1985, 1990). A
continuación examinaremos algunos cambios cognoscitivos que se relacionan con
la rapidez del desempeño, con la memoria y la adquisición de conocimientos.
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564 Parte IV Adultez
Memoria Quizá ningún otro aspecto del envejecimiento haya sido estudiado
de manera tan exhaustiva como la memoria. Recuérdese el modelo de memoria
basado en el procesamiento de la información que expusimos en el capítulo 6.
Durante unos cuantos segundos la información se retiene en la memoria sen-
sorial por medio de imágenes visuales o auditivas, luego se transfiere a la me-
moria a corto plazo donde se organiza y codifica, y por último se transfiere a
la memoria a largo plazo donde se retiene. En estudios sobre la memoria del
adulto hemos encontrado pruebas de una memoria más permanente o terciaria,
la cual contiene información sumamente remota. Se han examinado con detalle
estos tres niveles hipotéticos (Poon, 1985).
El almacenamiento sensorial es una memoria visual o auditiva muy breve
que conserva la información sensorial por fracciones de segundo mientras es
procesada. Al parecer los ancianos pueden captarla y mantenerla ligeramente
menos tiempo que los jóvenes. En promedio, tienen un alcance perceptual un
La mayor parte de las habilidades menta- poco más corto, sobre todo cuando dos cosas ocurren al mismo tiempo. No se
les se conserva intacta en los ancianos. sabe por qué es así. ¿Se ha debilitado su sistema visual o auditivo? ¿Se reducen
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Capítulo 16 La vejez: desarrollos físico y cognoscitivo 565
Sabiduría Los mecanismos de la memoria son un poco más fuertes en los jóve-
nes que en el anciano, pero lo contrario ocurre respecto de la sabiduría, es decir,
el conocimiento experto que se concentra en el aspecto pragmático de la vida y
que supone buen juicio y consejos sobre los asuntos más importantes de la vida.
sabiduría Sistema de conocimientos ex- “Para entender la sabiduría total y correctamente se requiere más sensatez de
pertos que se concentra en los aspectos la que tenemos”, escribió Robert Sternberg (1990). No obstante, Paul Baltes ha
pragmáticos de la vida y que incluye exce- propuesto que el conocimiento experto propio de la sabiduría puede clasificarse
lentes juicios y consejos sobre problemas en cinco categorías: conocimiento factual, conocimiento procedimental, contex-
trascendentales, entre los que se cuentan tualismo a lo largo del ciclo vital, relativismo de los valores e incertidumbre (vea
el significado de la vida y la condición hu- la figura 16-4). La sabiduría es por lo menos una cualidad cognoscitiva que en-
mana; la sabiduría representa la cúspide contramos en la inteligencia cristalizada basada en la cultura (vea el capítulo 14)
de la inteligencia humana.
Figura 16-4
Conocimiento factual Conocimiento procedimental
Modelo de la sabiduría sobre los aspectos pragmáticos sobre los aspectos pragmáticos
Fuente: Baltes (1993). más importantes de la vida más importantes de la vida
Sabiduría
como
conocimiento Conocimiento que considera
Conocimiento sobre los
experto el relativismo de los valores
contextos de la vida
y de la vida
y del cambio social
Conocimiento
que considera las
incertidumbres
de la vida
Deterioro cognoscitivo
Aunque muchos ancianos conservan las capacidades de memoria y adquieren
la sabiduría, algunos presentan un deterioro notable de su funcionamiento cog-
noscitivo. Puede ser temporal, progresivo o intermitente. En algunos casos es
pequeño y dura poco, pero en otros es grave y progresivo.
El deterioro puede deberse a causas primarias o secundarias. Entre las primeras
se encuentran la enfermedad de Alzheimer y la apoplejía. No obstante, conviene
precisar que el deterioro no es intrínseco al proceso de envejecimiento, sino que se
atribuye, más bien, a otros factores como problemas de salud, una deficiente ins-
trucción formal, pobreza y falta de motivación. También hay que tener en cuenta
esas causas secundarias, aunque no es fácil distinguirlas de las causas primarias.
Comenzaremos el examen del deterioro cognoscitivo con su manifestación ex-
trema, la demencia.
Conocimiento factual:
__¿Quién, cuándo, dónde?
__Ejemplos de posibles situaciones
__Opciones múltiples (formas de amor y de matrimonio)
Conocimiento procedimental:
__Estrategias de búsqueda de información, toma de decisiones y formulación de consejos
__Tiempo del consejo, vigilancia de las reacciones emocionales
__Escenarios del análisis de costo/beneficio
__Análisis de medios/fines
Relativismo de valores:
__Distinción entre los valores personales y los de otros
__Preferencias religiosas
__Valores actuales/futuros
__Relativismo histórico-cultural
Incertidumbre:
__Inexistencia de soluciones perfectas
__Optimización de la razón ganancia/pérdida
__Futuro no enteramente predecible
__Soluciones de respaldo
Puntuación baja
¿Quiere casarse una joven de 15 años? No, de ninguna manera; casarse a los 15 años sería un gran
error. Hay que decirle que el matrimonio no es posible. (Después de investigar más a fondo.) Sería
irresponsable apoyar semejante idea. No, no es más que una idea tonta.
Puntuación elevada
Bueno, parece tratarse de un problema fácil. Por lo regular, no conviene que se casen las jóvenes
de 15 años. Creo que muchas podrían pensar en hacerlo cuando se enamoran por primera vez. Y
se dan muchas situaciones en que no encaja el caso típico. Quizá esta vez haya circunstancias
especiales; por ejemplo, que la joven tenga una enfermedad terminal. O que venga de otro país.
Quizá vive en otra cultura y periodo histórico. Necesito más información para poder dar mi opinión
definitiva.
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Capítulo 16 La vejez: desarrollos físico y cognoscitivo 569
■ Los medicamentos de patente y los que no exigen receta médica, desde los
somníferos hasta los analgésicos y los fármacos para la hipertensión, produ-
cen efectos secundarios que disminuyen el estado de alerta y la atención. Ni
el hígado ni los riñones eliminan siempre con facilidad los medicamentos. A
medida que envejecemos, las dosis pequeñas pueden ser tan fuertes como
las grandes. En ocasiones mejora muchísimo el funcionamiento mental con
sólo reducir un poco la dosis.
■ Inactividad del funcionamiento mental. Tras periodos prolongados de enfer-
medad, de aislamiento social o de depresión algunos no recobran su nivel
anterior de funcionamiento mental. El viejo refrán de “Úsalo o piérdelo” se
aplica perfectamente a tales situaciones (Perlmutter y otros, 1987).
REPASE Y APLIQUE 1. Explique en forma detallada los cambios cognoscitivos que tienen lugar en
la vejez, incluidos los que influyen en la rapidez de desempeño y en la me-
moria.
2. Identifique las cinco propiedades generales de la sabiduría.
3. ¿El deterioro cognoscitivo es intrínseco al proceso de envejecimiento? Des-
criba los factores primarios y secundarios que favorecen el deterioro, inclui-
dos los relacionados con la enfermedad de Alzheimer.
4. Explique cómo compensan los ancianos las pérdidas de funcionamiento cog-
noscitivo.
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Capítulo 17 La vejez: desarrollo de la personalidad y socialización 579
La personalidad y el envejecimiento
Es fácil hacer generalizaciones excesivas respecto de la personalidad, la satisfac-
ción con la vida y las tareas del desarrollo de la senectud. En el capítulo anterior
vimos que hay muchas diferencias entre los longevos recién retirados, sanos y
vigorosos, los ancianos frágiles y los de una edad intermedia. Sin importar su
edad, el individuo tiene un patrón peculiar de actitudes, valores y creencias so-
bre la vejez y sobre sí mismo, además de una serie de experiencias que refuerzan
el patrón. Pero, a pesar de tales disimilitudes, hay algunos hechos e intereses co-
munes a todos ellos. La manera de encararlos influye de manera profunda en
que se dé un envejecimiento sin problemas serios.
seguro social han reducido el costo de que sigan trabajando de medio tiempo
(Quinn y Burkhauser, 1990).
Los programas piloto para emplear a jubilados han dado frutos extraordina-
rios. Por ejemplo, se ha contratado a hombres de negocios retirados para que en-
trenen a empleados jóvenes e inexpertos. Otra posibilidad consiste en capacitar
a los ancianos para que trabajen con niños discapacitados. Ahora empiezan a ex-
plorarse otras opciones (Donovan, 1984; Kieffer, 1984). Cuando analizamos cómo
ha cambiado la jubilación en los últimos 50 años y cómo tenderá a hacerlo en el
futuro, nos damos cuenta de la conveniencia de ver la jubilación dentro de un
contexto histórico. En 1950 cerca de la mitad de los varones mayores de 65 años se-
guían trabajando; en cambio, en 1995 apenas 12 por ciento de este grupo de edad
seguía haciéndolo o buscaba trabajo (Quinn y Burkhauser, 1990; Kaye y otros, El trabajo de medio tiempo representa
1995). En parte, muchas de las decisiones de jubilación temprana se deben al au- una solución creativa para los ancianos
mento de beneficios del seguro social, a los fondos de retiro y a las pensiones. Los que no han perdido su productividad ni
su talento.
que siguen trabajando después de jubilarse suelen trabajar de medio tiempo o tra-
bajar por su cuenta más que los adultos jóvenes (Quinn y Burkhauser, 1990).
Pero si se mantienen las tendencias económicas actuales, menos personas ten-
drán la opción de una jubilación temprana en los años por venir. Según las pre-
dicciones de los expertos, en Estados Unidos muchos de los 76 millones de baby
boomers (generación de la posguerra) se verán obligados a continuar trabajando
hasta los 70 años o más porque no podrán darse el lujo del retiro. De acuerdo con
la Comisión para el Desarrollo Económico, varios factores presionan a ese sector
de la población para que no deje el empleo; a saber: la decisión del gobierno de
aumentar la edad mínima para recibir los beneficios del seguro social, la incerti-
dumbre que rodea al sistema del seguro social y los bajos niveles de ahorro de
los baby boomers (Kaye y otros, 1995).
REPASE Y APLIQUE 1. Describa los factores que influyen en cómo reaccionamos ante la jubilación.
2. ¿Cómo podemos prepararnos para la jubilación? ¿Cómo puede la sociedad
ayudarnos a hacerlo?
Relaciones con los hijos y con los nietos A pesar de la gran movilidad
y del cambio social, la mayoría de los ancianos mantiene un contacto relativa-
mente frecuente con sus hijos y sus nietos, si no en forma personal al menos por
teléfono. Casi siempre sienten la responsabilidad de ayudar a sus hijos cuando
lo necesitan, aunque procuran no entrometerse en su vida (Blieszner y Mancini,
1987; Greenberg y Becker, 1988; Hagestad, 1987). Aparte de los consejos, solici-
tados o no, los progenitores prestan a sus hijos varias clases de ayuda, como
dinero o su servicio para cuidar a los hijos.
A menudo el papel de abuelos (vea el capítulo 15) es visto como uno de los
roles más satisfactorios de la vejez. La investigación revela que muchos abuelos
establecen relaciones sólidas y de camaradería con los nietos. Estos vínculos, que
se basan en el contacto regular, constituyen la base de relaciones estrechas y afec-
tuosas (Cherlin y Furstenberg, 1986).
Más de 40 por ciento de los ancianos estadounidenses tienen bisnietos (Doka
y Mertz, 1988). En general, a los bisabuelos les agrada su rol y le dan una impor-
tancia emocional. Les procura el sentido de renovación personal y familiar, una
nueva distracción en su vida y un signo de longevidad que los enorgullece (Doka
y Mertz, 1988). Por eso, a veces disfrutan de un estatus especial en la familia.
Con todo, los patrones del parentesco han sido objeto de presión y han cam-
biado en los últimos años. Los índices elevados de divorcio y de segundas
nupcias los han hecho más complejos. No debe sorprendernos, pues, que los
abuelos a menudo se sientan más cercanos a sus nietos cuando el hijo adulto
tiene la patria potestad. Algunos piensan que tienen la obligación de ayudar a
mantener la estabilidad y el sentido de los valores durante los periodos de de-
sunión familiar (Johnson y Barer, 1987).
Viudos y viudas
En la vejez muchas veces muere un miembro cercano de la familia, un amigo
o el cónyuge, pérdida que suele caracterizarse por duelo y luto, seguida de
un periodo de reajuste (como veremos en el capítulo 18). Los hombres y mu-
jeres cuyo cónyuge fallece también adoptan un nuevo estatus de vida, el de
viudo o viuda. Algunas veces se trata de una transición difícil que supone
cambios radicales en los patrones de vida y el riesgo de aislamiento social.
Otras veces brinda la oportunidad largamente esperada de asumir el control
de la propia existencia, sobre todo si llevan mucho cuidando al cónyuge en-
fermo.
En Estados Unidos las viudas triplican a los viudos, cerca del 42% en 2006
(vea la figura 17-1). Además, casi todos los ancianos están casados, no así las
ancianas. A los 85 años, cuatro de cada cinco mujeres han enviudado (U.S. Cen-
sus Bureau, 1993). Las cifras anteriores se deben en parte a la longevidad. En
promedio, las viudas sobreviven 50 por ciento más que los viudos tras el falleci-
miento del cónyuge (Burnside, 1979).
Figura 17-1
80%
70% 72% Estado civil de las personas mayores de
60% 65 años, 2006
42% Mujeres Hombres Fuente: Department of Health & Human
50% 42%
40% Services, U.S. Administration on Aging.
30%
20% 13% 12% 11%
10% 4% 4%
0%
Casados Viudos Divorciados/ Solteros
Separados/ (nunca se
cónyuge casaron)
ausente
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592 Parte IV Adultez
mujer es muy distinta de la del hombre. Igual que en el divorcio, tras la muerte
del marido las mujeres de todas las edades suelen volverse a casar menos; las
ancianas tienen por lo regular una probabilidad ocho veces menor que los hom-
bres de contraer nuevas nupcias (Burnside, 1979). Esta tendencia se debe en
parte a que el mundo occidental favorece tradicionalmente los matrimonios en-
tre un hombre de edad avanzada y una mujer joven, lo cual explica en parte la
cantidad desproporcionada de viudas: los esposos ancianos mueren antes. En
parte, también se explica por el hecho de que hay menos hombres disponi-
bles pues las mujeres viven más tiempo. De las estadounidenses mayores de
65 años, casi la mitad son viudas y más de 40 por ciento de ellas viven solas;
otro 40 por ciento vive con su marido; de los estadounidenses mayores de 65
años, apenas 15 por ciento de ellos son viudos y menos de 20 por ciento viven
solos; casi todos siguen casados y viven con su esposa. Un estudio reveló que,
entre los octogenarios, 10 por ciento de las mujeres estaban casadas y que cerca
de dos terceras partes vivían solas; en cambio, 50 por ciento de los hombres
estaban casados y menos de la mitad de ellos vivían solos (Barer, 1994). En ge-
neral, unos 9.5 millones de ancianos viven solos y ocho de cada 10 son de sexo
femenino. Así pues, el temor morboso a la viudez que algunas veces se ob-
serva en las mujeres maduras y ancianas tiene su origen en la realidad (vea la
figura 17-2).
Hay muchas realidades prácticas y psicológicas que los viudos y las viu-
das han de afrontar si viven solos. Deben hacer las compras diarias, man-
tener el contacto social y encargarse de las decisiones financieras. Algunos
ven en ello una buena oportunidad; otros tienen problemas porque su cón-
yuge siempre se había ocupado de ciertos asuntos, como las finanzas de la
familia.
Apoyo social Tanto los viudos como las viudas disponen de muchos siste-
mas de apoyo potencial: la familia, los amigos, los compañeros de trabajo (o ex
compañeros) y los participantes en las actividades recreativas (Lopata, 1979).
La mayoría de los ancianos estadounidenses tienen por lo menos un hijo que
vive a unas 10 millas de ellos; los hijos adultos que se han marchado suelen re-
tornar cuando sus padres necesitan ayuda (Lin y Rogerson, 1995). Es probable
que las madres y los padres reciban ayuda de sus hijos, sobre todo si tienen
hijas (Spitze y Logan, 1989, 1990). Un padre viudo posiblemente visite con me-
nos frecuencia a sus hijos que una madre viuda, aunque la diferencia suele ser
pequeña (Spitze y Logan, 1989). Tras el fallecimiento del cónyuge aumentan el
contacto, la ayuda y la percepción de las obligaciones del parentesco. A veces se
deterioran las relaciones entre el progenitor sobreviviente y sus hijos. Pero con el
tiempo la relación entre madre e hijo mejora o permanece muy estrecha, con
intercambios de ayuda y de finanzas. Las relaciones entre padre e hijo son me-
nos predecibles y pueden verse afectadas de manera negativa. En tales casos, la
esposa ha sido a menudo el guardián de la familia (Aquilino, 1994).
A las viudas les cuesta menos mantener la vida social, ya que por tradición
conservan comunicación con los miembros de la familia e inician actividades
sociales con los amigos (Lopata, 1975; Stevens, 1995). En consecuencia, es más
probable que los viudos se aíslen de los contactos sociales del matrimonio. Sue-
len ser menos activos en las organizaciones sociales. Por último, son vulnera-
bles a ciertos problemas sexuales una vez concluido el duelo. Los intentos de
poner fin a una prolongada inactividad sexual, en especial cuando la esposa
muere tras una larga enfermedad, pueden ocasionar un intenso sentido de
culpa y esto a su vez produce una forma de impotencia denominada impotencia
Las viudas que se adaptan bien a su
del viudo (Comfort, 1976). nueva vida por lo general cuentan con
Así pues, casi siempre varía mucho la forma en que hombres y mujeres se una amplia red de apoyo formada por
adaptan a la viudez. Los resultados de dos estudios efectuados en los Países amigas íntimas.
Bajos, en los que se entrevistó a ancianos y ancianas que llevaban de tres a
cinco años de viudos y que vivían solos, revelan que los viudos por lo ge-
neral tienen ingresos más elevados, cursaron estudios superiores, no sufren
problemas de salud y tienen acceso a más relaciones afectivas que las viudas.
Pero también les es más difícil afrontar los problemas emocionales que a las
viudas, quienes por lo general cuentan con una red más amplia de apoyo que
abarca amigas, hijos y vecinos serviciales (Stevens, 1995). Los viudos más soli-
tarios son los que tienen pocos hijos o ninguno, los que enviudaron en forma
repentina y temprana, y los que llevan por lo menos seis años en esa situa-
ción (Lopata y otros, 1982).
Hermanos y amigos
Muchos ancianos dan cuenta de un mayor interés y contacto con los hermanos.
Las relaciones que se distanciaron en el ajetreo de la madurez, algunas veces se
renuevan y se revitalizan. Los hermanos comparten la casa, ofrecen consuelo y
apoyo en momentos de crisis, y se ayudan mutuamente en caso de enfermedad.
Son compañeros valiosos porque el tipo de recuerdos que comparten favorece
la integridad del yo. Colaboran para organizarse y ayudar a los padres enfer-
mos (Goetting, 1982). Además, con su apoyo la viuda se recobra del duelo tras
la muerte del marido y recupera el bienestar. Las investigaciones demuestran
que la ayuda que la viuda recibe de sus hermanos depende de diversos facto-
res, entre lo que se cuentan el sexo, el estado civil y la proximidad de ellos y de
sus propios hijos. En ocasiones las relaciones más útiles son las que existen en-
tre una viuda y las hermanas casadas (O'Bryant, 1988).
Por supuesto, las relaciones entre hermanos no siempre son suaves y com-
patibles. Sin embargo, al menos un mínimo de responsabilidad familiar entre
ellos suele formar parte de la red social de los ancianos. La red es muy impor-
tante para quienes viven solos o necesitan cuidados y atención, pero que no
tienen hijos mayores.
Como vimos en el capítulo 15, las amistades ofrecen gran estabilidad y satis-
facción para los casados y los solteros. Con todo, se han descubierto distinciones
claras en los estudios en los que se comparan las amistades con las relaciones fa-
miliares. La mayoría de los longevos consideran permanentes las relaciones de
parentesco. Podemos recurrir a los familiares cuando queremos un compromiso
a largo plazo; no podemos exigirle lo mismo a un amigo. La visión predomi-
nante es que los amigos ayudarán en una situación de emergencia —digamos una
enfermedad repentina—, pero que los parientes deben asumir la responsabili-
dad de un problema prolongado (Aizenberg y Treas, 1985). Sin embargo, los
amigos cobran especial importancia para los que carecen de hermanos. Las