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Argentoil S.A. c/ Soft Pack S.A.


SENTENCIA
13 de Mayo de 2008
CAMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO COMERCIAL. CAPITAL FEDERAL, CIUDAD AUTÓNOMA DE
BUENOS AIRES
Id SAIJ: FA08972673

TEXTO COMPLETO

2° Instancia.- Buenos Aires, mayo 13 de 2008.

¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada? El doctor Heredia dijo:

1°) La sentencia de primera instancia admitió parcialmente la demanda


promovida por Argentoil S.A. y, tras declarar rescindido el contrato que la
unió a Soft Pack S.A., condenó a esta última al pago de $ 47.300, con más
intereses y las costas del juicio. Independientemente de ello, rechazó la
reconvención que la demandada dedujo contra la actora, con costas a
aquella (fs. 1387/1401).

La decisión provocó, en cuanto al fondo del asunto, los recursos de fs.


1404 y 1406.

Aunque el primero aparece suscripto por el abogado G. A. B., que se


desempeñó en autos como letrado y apoderado de Argentoil S.A., cabe
observar que el escrito respectivo indicó a dicho profesional como
patrocinante y apoderado de Inflex S.A., empresa esta última que no es
parte en las presentes actuaciones. Tal circunstancia, empero, no fue
advertida por la providencia de fs. 1405 que concedió el recurso de
apelación, ni mereció comentario alguno de la demandada quien, por el
contrario, en fs. 1454/1459 simplemente se limitó a contestar los agravios
que a fs. 1443/1452 formulara la "parte actora". Teniendo ello en cuenta,
corresponde considerar que ha habido un error material en la confección
del escrito de fs. 1404 del que la demandada no ha querido sacar
provecho, razón por la cual esta Sala se encuentra habilitada para tratar el
citado recurso de fs. 1404 como interpuesto por Argentoil S.A., máxime
ponderando que esta última empresa e Inflex S.A. forman un mismo grupo
económico, y ninguna de ellas constituye un tercero respecto de la
demandada (en este sentido, véase fs. 7, cláusula 8°).

De su lado, el recurso de fs. 1406 fue fundado en fs. 1436/1441, y no


mereció respuesta de la actora (fs. 1462).

Existen, asimismo, apelaciones por los honorarios regulados (fs. 1409,


1410/1411 y 1414/1415), las que serán tratadas, en conjunto, al finalizar el
acuerdo.

2°) Los antecedentes relevantes del caso, son los siguientes:

(a) El 30/4/1997 la partes firmaron un "Contrato de Venta" para la provisión


e instalación de módulos y submódulos de un software denominado
"Sistema de Gestión Calipso", que permitiría cumplir las siguientes
funciones: inventario; tesorería; cuentas a cobrar; compras y cuentas a
pagar; producción; control de calidad; control de gestión; mantenimiento de
equipos; laboratorio; contabilidad; sueldos y jornales; seguimiento ISO
9000; administración de despachos de importación; seguimiento de
número de series; manejo de facturación automática; manejo de carpetas;
movimientos de stocks; y reservas (véase el contrato en el sobre de
documentación reservada N° 68.434, fs. 550/554, y copia en fs. 6/9).

(b) La parte vendedora, además, proveyó los materiales y efectuó la


instalación física y lógica de la red de datos y del servidor sobre el que
actuaría el software, emitiendo las correspondientes facturas (fs. 26, 28,
29, 33, 34 y 39).

(c) Independientemente de lo anterior, las mismas partes suscribieron un


"Contrato de Prestación de Servicios de Soporte", por el cual Soft Pack
S.A. se comprometió a brindar a Argentoil S.A. "...un servicio de soporte y
mantenimiento del software Calipso..." (conf. documentación reservada, fs.
555/556).

(d) Argentoil S.A. promovió la presente demanda por rescisión de contrato


y resarcimiento de los daños y perjuicios que, dijo, le produjo el
malfuncionamiento del sistema de gestión informático que le había provisto
e instalado Soft Pack S.A. En ese orden de ideas, y dicho en apretada
síntesis, afirmó haber pagado un total de U$S 125.551,42 por un producto
que, a la postre, nunca funcionó debidamente ni se amoldó a los
requerimientos y necesidades para llenar las cuales fue adquirido. Sostuvo
que tal situación generó los correspondientes reclamos a la proveedora y
diversas alternativas que explica (retiro de personal asignado por Soft
Pack S.A. para la implementación del sistema; suspensión del pago de
facturaciones; etc.) que condujeron, finalmente, a un intercambio epistolar
y al fracaso de un peritaje extrajudicial para determinar la causa de los
problemas, todo lo cual hizo necesaria la promoción de esta litis. En
concreto, Argentoil S.A. reclamó a la demandada: 1) el reintegro de las
sumas que abonara por la compra del "Sistema de Gestión Calipso"; 2) el
reintegro de lo abonado en concepto de analista de sistema y servicios
técnicos; 3) el reintegro de lo pagado por la instalación física y lógica de la
red (o, en subsidio, el pago de la cantidad necesaria para posibilitar la
corrección de sus defectos); 4) el pago de la suma que debió sufragar en
concepto de mano de obra adicional para llevar un sistema de contabilidad
paralelo; y 5) los intereses de las cantidades reclamadas, desde la fecha
en que se practicó cada erogación (fs. 492/502).

(e) La demanda fue resistida por Soft Pack S.A. mediante una extensa y
particularizada negación de los hechos expuestos por la actora, y dando su
propia versión de las circunstancias del caso. Asimismo, reconvino por
cobro de ciertas facturas que invocó como impagas (fs. 673/679).

(f) Como se dijo, la sentencia de primera instancia acogió parcialmente la


demanda de la actora, y rechazó la reconvención de la demandada.
Para así concluir, con relación a lo primero, tuvo principalmente en cuenta
la señora juez a quo el resultado del peritaje técnico elaborado por un
licenciado en análisis de sistemas (fs. 1030/1045), y en menor medida la
prueba testimonial y de informes producida en autos, plexo probatorio que,
a su juicio, demostraba que si bien hubo deficiencias en la instalación
contratada con la demandada, ellas no resultaron de la entidad relatada
por la actora. En particular, apreció la sentenciante que el software
adquirido era una versión "standard", susceptible de adaptaciones a
requerimiento de la actora previa aprobación del correspondiente
presupuesto; y que, por ello, tenía un grado de efectividad técnica menos
riguroso que, no obstante, fue considerado aceptable por aquella. Por otra
parte, ponderó que el peritaje técnico no pudo ser hecho directamente
sobre el sistema instalado por la demandada ya que había sido cambiado
al tiempo de realizarse el examen pericial, lo cual consiguientemente
impedía tener por acreditados todos los extremos fundantes del reclamo de
la actora. En fin, observó que la actora no había cuantificado en su
demanda los distintos rubros reclamados, ni posteriormente probado en
debida forma la magnitud económica de cada uno de ellos, por lo que, en
esas condiciones, entendió prudente admitir la pretensión indemnizatoria
pero sólo hasta el límite que surgía de la cláusula 9° del "Contrato de
Venta" del 30/4/97, que fijó en $ 47.300.

A su turno, la reconvención fue rechazada porque, en opinión de la a quo,


la demandada no había probado la efectiva prestación de los trabajos a los
que se referían las facturas reclamadas por esa parte.

(g) Según ya fue relatado, la decisión de la instancia anterior provocó la


apelación de ambas partes.

La accionada pide la revocación total del fallo y el rechazo de la demanda,


así como la admisión de su reconvención. El primer aspecto, ocupa
sucesivamente seis agravios de su memorial; y el segundo es tratado en
un séptimo y último agravio (fs. 1436/1440).

La actora requiere la revocación parcial del decisorio, con el efecto de que


quede admitida su demanda en todas sus partes (fs. 1443/1452).

3°) El tercer agravio de la demandada se inicia con una crítica cuya


dilucidación es, en opinión del suscripto, preliminar al tratamiento de
cualquier otro tema.

La crítica se refiere al onus probandi y a las consecuencias de su fijación.

Al respecto, dice la citada apelante que la sentencia de primera instancia


indebidamente eximió a la actora de la carga de probar que el sistema
informático funcionaba erróneamente, extremo que, entiende, a esa parte
especialmente incumbía en atención a lo previsto por el art. 377 del Código
Procesal y al hecho de que, como regla, la prueba del incumplimiento
contractual pesa sobre quien invoca su existencia (fs. 1437).

Y digo que, en mi opinión, tal crítica es de preliminar tratamiento, porque,


en efecto, la definición de cuál era la carga probatoria que pesaba sobre
cada parte, hace al examen de si el litigante de que se trate ha cumplido o
no con el imperativo que supuso la defensa de su propio interés, en el
entendimiento de que corre el riesgo de obtener una decisión desfavorable
en el caso de haber adoptado una actitud omisiva en la producción de la
prueba a su cargo (conf. CSJN, 19/12/95, "Kopex Sudamericana SAI. y C.
c. Buenos Aires, Provincia de y otros s/daños y perjuicios". Fallos
318:2555).

4°) La elucidación de la cuestión precedentemente referida, conduce a


examinar el régimen de la responsabilidad del proveedor informático, ya
que de tal estudio deriva la respuesta pertinente.

En ese orden de ideas, ha sido observado, con razón, que la provisión


informática es una actividad que, por lo común, supone la adquisición de
un equipo de determinadas características, de un programa o software que
cumple ciertas funciones, de un sistema en red o, en general, de bienes y
servicios que solucionen determinados problemas de tratamiento de la
información que maneja el requirente o usuario. Desde tal perspectiva,
este último espera un resultado funcional útil que derive de la aplicación de
la máquina, el programa de su actividad, el sistema, red, bien o servicio
informático de que se trate. En los términos indicados, la utilidad
perseguida por el requirente o usuario es en sí mismo un objetivo que está
presente no sólo en la provisión del hardware o del software, sino también
en el contrato de mantenimiento y otros propios de la actividad de quien
provee bienes o servicios de informática. El proveedor, en suma, ofrece
una máquina, un sistema, bien o servicio informático basándose en la
utilidad que brinda, y el adquirente busca satisfacer una necesidad
funcional. Bajo tal entendimiento de cosas, la doctrina y la jurisprudencia
coincide en cuanto a que el proveedor informático contrae una "obligación
de resultado", que se traduce en asegurar la aptitud de tales elementos a
los requerimientos hechos por el cliente para que con ellos este último
llene la utilidad que persigue (conf. Parellada, C., Daños en la actividad
judicial e informática desde la responsabilidad profesional, Buenos Aires,
1990, p. 273; Bergel, S., Informática y responsabilidad civil, en rev.
"Informática y Derecho", Buenos Aires, 1988, vol. 2, p. 153, espec. p. 189;
Guastavino, E., Responsabilidad civil y otros problemas jurídicos en
computación, Buenos Aires, 1987, p. 80; CNCom. Sala B, 16/9/88, "De
Ambrosi Lameka S.A. c. Centro de Computación de Datos S.A.C.O.M.A.",
voto del juez Morandi, considerando 26).

Cabe recordar, en este punto, que las "obligaciones de resultado" son


aquéllas en las cuales el deudor está obligado a asegurar una finalidad
determinada (conf. Llambías, J., Tratado de Derecho Civil - Obligaciones, t.
I, ps. 209/213, N° 171, Buenos Aires, 1973; Cazeaux, P. y Trigo Represas,
F., Derecho de las obligaciones, T. 1. ps. 289/290, La Plata, 1979).

Pues bien, con concreta atenencia al caso, cabe afirmar que todas las
obligaciones que Soft Pack S.A. asumió frente a la actora fueron "de
resultado".

En primer término, ello es indudablemente así con referencia a la provisión


del denominado "Sistema de Gestión Calipso", sin que la afirmación de
estar en presencia de una "obligación de resultado" se vea negada por el
hecho de que ese software fuera dado en licencia en una versión standard,
comprometiéndose Soft Pack S.A. solamente a realizar adaptaciones
adicionales, tal como resulta de la cláusula 2° del "Contrato de Venta" del
30/4/97 (conf. Millé, A., Responsabilidad del proveedor de bienes
informáticos. Comentario sobre dos recientes fallos argentinos, rev.
"Derecho de Alta Tecnología", Buenos Aires, 1988/1989, N° 4/5, p. 15,
espec. p. 22, N° 8). Y ello es así, no sólo porque la adquisición de un
software en versión standard importa -como las mismas partes lo
calificaron- una compraventa y no una locación de obra (conf. Lorenzetti,
R., Tratado de los contratos, Santa Fe, 2000, T. III, p. 819), de donde se
sigue que, por estar en juego una compraventa, el vendedor asume una
típica "obligación de resultado" (conf. Cazeaux, P. y Trigo Represas, F., ob.
cit., T. 1, p. 289), sino fundamentalmente porque todo software, aun si se
trata de un programa standard, debe reunir, como mínimo, determinados
requisitos que se consideran configurativos de una adecuada prestación,
entre los cuales destacan, por ejemplo, que debe ser fiable, esto es, capaz
de funcionar sin errores dentro de los parámetros generalmente aceptados
de fallas; que debe ser adecuado a las necesidades del cliente; y que debe
cumplir ciertas pautas mínimas de funcionamiento en orden al número de
operaciones, tiempo de acceso, tiempo de respuesta, etc... De ahí,
entonces, que la obligación del proveedor del programa de computación no
deje de ser "de resultado" por el hecho de que sea una versión standard
(véase, en este preciso sentido: Bergel, S., Informática y responsabilidad
civil, cit., p. 190).

Otro tanto toca decir de la provisión de materiales informáticos y de su


instalación en red, que también ha sido catalogada por la doctrina como
una "obligación de resultado", consistente en entregar la cosa sin defecto,
cuestión cuya cualidad intrínseca se aprecia según los términos del
contrato de venta respectivo (conf. Linant de Bellefonds y Hollande,
Contrats Informatiques et telematiques, París, 1988, p. 52, citado por Millé,
A., ob. cit., loc. cit.).

Y, finalmente, no menos puede decirse en el sub examine del "Contrato de


Prestación de Servicio de Soporte" de fs. 555/556, pues por él la firma Soft
Pack S.A. se comprometió "...a brindar al usuario servicio de soporte y
mantenimiento de software Calipso..." (cláusula 1ra.), y tal obligación debe
indiscutiblemente entenderse también como "de resultado", a pesar de que
ello no haya sido claramente especificado por las partes, atento a la
naturaleza del hecho técnico, la frecuente desigualdad económica de las
partes y la probable desigualdad de conocimientos informáticos entre ellas
(conf. Altmark, D., Contratos informáticos. El contrato de mantenimiento,
LA LEY, 1986-B, 721, espec. cap. IV; Correa, C., Batto, H., Czar de
Zalduendo, S. y Nazar Espeche, F., Derecho Informático, Buenos Aires,
1987, ps. 208/209).

Encuadradas, entonces, todas las prestaciones asumidas por Soft Pack


S.A. como representativas de "obligaciones de resultado", ello implica
cargar sobre dicha proveedora la prueba de la causa ajena para eximir su
responsabilidad (conf. Parellada, C., ob. cit., p. 274). Dicho con otras
palabras, por estar en juego "obligaciones de resultado" en las que el
deudor asegura el logro del interés final pretendido por el acreedor, basta a
este último demostrar la falta de obtención de ese interés, es decir, el mero
incumplimiento material o estructural de la obligación asumida, para que, al
igual que en cualquier hipótesis de responsabilidad objetiva, surja una
presunción de adecuación causal contra el deudor. Tal es el hecho
constitutivo de la pretensión que el acreedor demandante debe probar de
acuerdo al art. 377 del Código Procesal. Por su lado, cumplida por el
acreedor demandante la carga probatoria indicada, se trasladará al deudor
demandado la carga de demostrar cualquiera de los hechos impeditivos o
extintivos incorporados al derecho en el que base su defensa o excepción,
es decir, la ausencia de cualquiera de los elementos constitutivos del acto
ilícito contractual nacido del incumplimiento de una obligación de resultado,
con aptitud para romper el nexo causal; y en caso de que el deudor
demandado no cumpla con ese onus probandi que le corresponde, debe
ser condenado por el órgano jurisdiccional, en razón de haber omitido la
realización de la conducta probatoria del caso según lo prescripto por el
citado art. 377 de la ley de rito (conf. Agoglia, M., Boragina, J. y Meza, J.,
Responsabilidad por incumplimiento contractual, Buenos Aires, 2003, ps.
188/189 y ps. 193/197).

Es de observar, todavía, que la aplicación del criterio precedentemente


expuesto se aprecia como esencialmente justo en supuestos como el de
autos, desde que al proveedor informático le es mucho más fácil acreditar
cuál es el defecto que provocó el fracaso, que al usuario la prueba de la
culpa del prestador. Cabe aquí recordar la brecha tecnológica que separa
a las partes en contrataciones del tipo de las aquí consideradas, para
apreciar la necesidad de que también deba jugar la regla probatio incumbit
facilius probanti, o sea, que aquél que se encuentra en mejores
condiciones para demostrar el origen de un daño, es quien debe ser
gravado con la carga de prueba (conf. Parellada, C., ob. cit., ps. 274/275).

5°) En el sub lite, no creo pueda seriamente ser discutida la acreditación


-que incumbía a la actora- del incumplimiento material o estructural de las
obligaciones de resultado que asumiera la demandada.

Al contestar demanda, la propia accionada acompañó las hojas de trabajo


de fs. 659 y 660 emitidas por ella los días 26/8/98 y 3/9/98,
respectivamente, que dan cuenta de la existencia de problemas en el
encriptado de bases de "wconta", así como con la red para levantar el
programa, indicándose allí con relación a esto último que "...se tratará de
dar respuesta para ayudar a localizar el problema...". Cabe observar, por lo
demás, que dichas hojas de trabajo son contemporáneas a la carta
documento que Argentoil S.A. remitió a Soft Pack S.A. el día 2/9/98, por la
que intimó a la proveedora a "...1) Solucionar los múltiples y variados
errores operativos del sistema existente en los módulos de venta, pago de
inventarios y que fueron comunicados puntualmente a Ustedes en
nuestras anteriores comunicaciones; 2) Poner en funcionamiento el módulo
de contabilidad que no se puede operar porque el sistema se bloquea; 3)
implementar el módulo de controler..." (fs. 661). Es decir, si se pondera
conjuntamente esas hojas de ruta (emitidas, como se dijo, por la
demandada) con el tenor de la apuntada carta documento de la actora
despachada contemporánea o contextualmente, se llega fácilmente a la
convicción (art. 386 del Código Procesal) de que no se corresponde con la
realidad de las cosas lo que al contestar esa carta documento dijera Soft
Pack S.A. en el sentido de negar la existencia de problemas en los
módulos del "Sistema de Gestión Calipso" (véase carta documento del
4/9/98 obrante en fs. 540). Muy por el contrario, resulta certero que esos
problemas existieron, ya que de otro modo no se explica la emisión por la
propia demandada de esas hojas de ruta. Amén de ello, no es ocioso
advertir que la demandada en la referida carta documento del 4/9/98,
reiterándolo en fs. 677 vta., incurrió, además, en una falsedad (que debe
tenerse en cuenta en los términos del art. 163, inc. 5°, último párrafo, del
Código Procesal), pues negó allí haber sido contratada la implementación
del módulo de "controler", siendo que, por el contrario, lo cobró según
factura del 30/10/97 (fs. 583) y lo instaló según lo declaró el testigo
Lammana ofrecido por esa misma parte (fs. 1298) Por cierto, de otro lado
estas últimas particularidades brindan credibilidad a lo declarado por los
testigos de Stavridis, Di Bona, Medina y Palazzo en cuanto, con distinta
palabras, coincidieron en que el "Sistema de Gestión Calipso" no se
adaptó a las necesidades de la actora porque presentó diversas fallas,
vgr., no se podían tener estados de cuenta confiables; había problemas de
seguridad, ya que usuarios podían darse de alta en la versión intranet y
acceder a cualquier proceso; se podían modificar facturas de proveedores
una vez pagadas; no se podía dar de baja cheques generados en caja;
había defecto de funcionamiento en el módulo de órdenes de compras, ya
que las duplicaba o triplicaba; problemas con los códigos de producto y su
descripción; informaba como autorizadas órdenes de compra que no lo
estaban; las cuentas corrientes con proveedores arrojaban saldos irreales;
hubo problemas con la imputación de cheques rechazados; nunca se pudo
implementar el módulo sueldos y jornales; el sistema era lento y se
"colgaba" muy frecuentemente; arrojaba saldos deudores o acreedores
inexistentes; etc. (fs. 914, 922, 935, 957/958).
No ignoro que tales declaraciones testimoniales fueron objeto de sendas y
extensas impugnaciones por parte de la demandada (fs. 947/953 y
969/976), pero juzgo que ellas no pueden ser tenidas en cuenta. Ello es
así, en primer lugar, porque la demandada no ejerció en las audiencias
respectivas el derecho de repreguntar conferido por el art. 442, segunda
parte, del Código Procesal, pareciendo impertinente realizar
impugnaciones sobre los dichos de los testigos, sin haber dado
previamente oportuna ocasión para las aclaraciones que correspondieran;
y porque, frente a las supuestas falsedades que se invocan como
incurridas por los testigos, la actitud esperable de quien las considera
existentes es su denuncia en la misma audiencia a los fines de posibilitar
lo dispuesto por el art. 449 del mismo código, o bien posteriormente
recurrir a la justicia penal para dilucidar la existencia de falso testimonio,
nada de lo cual ha ocurrido en la especie (conf. CNCom. Sala B, 27/8/91,
"Torreiro, Oscar c. Vilas, Jorge"; íd. Sala B, 29/6/07, "Ripio, Javier c.
Sagazola S.A. s/ordinario"). Pero aparte de ello, y en segundo lugar, a mi
modo de ver las impugnaciones no pueden ser tenidas en cuenta porque
se construyeron en base a una consideración fragmentaria de algunas de
las respuestas dadas por los distintos testigos, lo cual es contrario a la
regla de la sana crítica que indica que las declaraciones testimoniales
deben ser apreciadas en su conjunto sin artificiales desmembraciones
(conf. CNFed. Civ. Com. Sala II, 29/3/85, "Jiménez, Juan c. Transporte
Automotor La Plata S.A. s/daños y perjuicios), ya que, como lo ha
destacado la jurisprudencia, la prueba testimonial debe tomarse como
formando parte de un todo, desde que las declaraciones no son
compartimentos estancos, al punto que la atomización de cada
contestación de los testigos conduce al polo opuesto a la sana crítica
(conf. CNEsp. Civ. Com. Sala I, 28/3/1983, "Cenzano, Raúl c. González,
Manuel", LA LEY, 1983-C, 225; CApel. Civ. Com. Resistencia, Sala II,
19/6/97, LLLitorial, T. 1997, p. 750). Y, en este sentido, la demandada al
formalizar sus impugnaciones a los dichos de los testigos no hizo más que
exponer distintas parcialidades de las respuestas dadas por unos y otros,
para deducir de ellas supuestas contradicciones de las declaraciones entre
sí o con otros elementos de juicio allegados a la causa a los que se asigna
un mayor valor probatorio, reflejando ello una inconsistencia en el discurso
crítico que se agudiza cuando, por ejemplo, la impugnación: 1°) refiere
aspectos diversos del que aquí interesa (vgr. cuestión relativa a la versión
intranet instalada; fs. 947 vta.; 973); 2°) se basa en las conclusiones de la
perito de parte -consultora técnica- que fueron desglosadas según nota de
fs. 1060 y que, por tanto, no pueden ser tenidas en cuenta (en este
sentido, véase fs. 950 y en fs. 951 vta. las referencias a que el sistema se
colgaba no por problemas del software, sino por defectos en el hardware),
o bien en el resultado del peritaje técnico que, a la postre, como se verá,
fue adverso a la demandada (fs. 948); 3°) recurre a sofismas tales como
que de la implementación de un sistema de contabilidad paralelo es
posible deducir que el "Sistema de Gestión Calipso" funcionaba
correctamente, ya que de tal premisa no puede deducirse lógicamente esa
consecuencia (fs. 949); 4°) da cuenta de ciertas inconsistencias de las
declaraciones entre sí (vgr. entre Stavridis y Di Bona, fs. 949; entre
Stravridis, Di Bona y Palazzo, fs. 969 vta.), sin advertir que en caso de
testimonio plural o múltiple las divergencias son síntoma, antes bien, de la
veracidad de lo declarado, ya que el exceso de concordancia sobre toda
clase de detalles es motivo para desconfiar de la honestidad y
espontaneidad de los testigos, porque hace pensar en una previa
confabulación (conf. Devis Echandía, H., Teoría general de la prueba
judicial, Buenos Aires, 1981, T. 2, p. 282, N° 245); 5°) insiste en que el
módulo "Controller" no fue contratado (fs. 948 vta.; 951) cuando ya se vio
que ello no fue así; 6°) resalta cierta imprecisión de la testigo Di Bona en
cuanto a la cantidad de módulos contratados, pero se lo hace por
comparación con un contrato cuyos términos ella no tenía por qué conocer
(fs. 950); 7°) alude a la "intolerancia" de la misma declarante (fs. 950 vta.)
por motivos que no han quedado reflejados en el acta de fs. 919/924, y
que a todo evento tampoco sirven para suponer simpliciter en la existencia
de un testimonio insincero; 8°) sostiene que Medina no declaró sobre
hechos que personalmente percibiera cuando, en realidad, la lectura del
acta de fs. 934/937 muestra que dicha testigo sí constató personalmente
las fallas del sistema informático (véase especialmente fs. 935); 9°) refiere
que la declaración de Palazzo es falsa y con valor probatorio nulo porque
proviene de un empleado de la actora, lo que de suyo no es bastante para
afirmar ni lo uno ni lo otro ya que, como lo ha destacado la jurisprudencia
de esta Cámara, la circunstancia de tratarse de un dependiente o ex
dependiente no pone por sí misma en tela de juicio la veracidad de lo
declarado, en razón de tratarse de un testigo necesario por su intervención
directa y personal en el aspecto de que se trata, lo cual le permitió acceder
al efectivo conocimiento de los hechos (conf. CNCom. Sala D, 13/12/1990,
"Galas Color"; íd. Sala D, 25/5/2001, "Abocon S.A. c. Blanca Nieve S.R.L.
s/ordinario; íd. Sala D, 29/11/06, "Ernesto Ricardo Hornus S.A. c. Ingalfa
S.A. s/sumario"; íd. Sala D, 14/2/07, "Recupero Energético SA c. Camuzzi
Gas Pampeana S.A."; íd. Sala D, 18/4/07, "La Equitativa del Plata S.A. c.
EDESUR"; íd. Sala D, 19/9/07, "Converques S.R.L. s/quiebra s/inc.
extensión de quiebra"; íd. Sala C, 1/8/1989,"O. Ferrari S.R.L. c. Cía.
Instrumental del Litoral S.A."; íd. Sala C, 8/9/1989, "Heinen de la Torre"; íd.
Sala C, 29/1219/92, "Desar S.A. c. Transporte Intercap S.A."; íd. Sala E,
21/3/2003, "Omega Coop. De Seg. Ltda. c. Cencosud S.A."; etc.); 10°)
alude a la falta de capacitación técnica del testigo Palazzo (fs. 970 y
sgtes.), lo que aun de ser cierto no parece un dato relevante para
descartar lo declarado por él en el sentido de haber presenciado, por
ejemplo, que "...se perdía la carga de dos o tres días y tenían que volver a
hacer la carga en forma manual y eso pasó en reiteradas situaciones..."
(fs. 958); etcétera.

Es de notar, a esta altura, que también el peritaje en análisis de sistemas


obrante en fs. 1030/1045, dio cuenta del mal funcionamiento del "Sistema
de Gestión Calipso" y de que, como no funcionaba en su totalidad como se
esperaba, debió ser complementado por paquetes de programa de menor
cuantía que sustituyeron los módulos de contabilidad y sueldos con el
objeto de atender las necesidades de informatización del sistema de
producción y liquidación de haberes (fs. 1034 y vta.). El peritaje también
indicó que el módulo de encriptado no cumplía con standares mínimos de
seguridad (fs. 1037 vta.), y que el software no se adaptaba a las
necesidades de la actora -según lo acordado en la cláusula 2da. del
Contrato de Venta- en distintos aspectos que son enumerados en fs. 1036.
Por otra parte, el informe enumeró diversas fallas del programa en orden a
la impresión de cheques, a la registración de ventas a los fines impositivos,
a la generación del registro de transacciones, a la confección de
liquidaciones impositivas, al tratamiento bimonetario, a la función F1
"Help-on line" (fs. 1038 vta.); a los subsistemas ventas, cuentas a cobrar,
inventarios, compras, cuentas a pagar, tesorería, producción, control de
gestión y contabilidad general (fs. 1039 vta.); y precisó que entre 1998 y
2002 el software sufrió 12.031 terminaciones anormales, implicando ello
unas 8 fallas diarias, lo que es superior al límite admisible (fs. 1036 vta.).

A la prueba -que acaba de reseñarse- del incumplimiento material o


estructural de la obligación de resultado correspondiente al correcto
funcionamiento del software, se suma la prueba del incumplimiento de la
demandada a la obligación, también de resultado, que asumiera respecto
de la instalación física y lógica de la red y de su correcto funcionamiento,
extremo que también surge del peritaje en análisis de sistemas ya citado.
En efecto, de acuerdo a ese informe pericial, el tendido de los cables de la
red en forma horizontal fue hecho sin respetarse las distancias mínimas
necesarias en algunos tramos, a fin de evitarse la interferencia
electromagnética. Asimismo, se excedió la distancia máxima de 90 mts.
horizontal, todo lo cual no optimizó la velocidad de transferencia. Destacó,
además, que la instalación de una sola salida de fibra óptica generó un
estrangulamiento de tráfico en la red hasta llegar a una posible saturación
de datos, haciéndola lenta y poco práctica de operar (fs. 1032 y 1033).

En fin, como derivación de lo anterior, debe inferirse que la demandada


también incumplió las obligaciones que asumiera en función del "Contrato
de Prestación de Servicio de Soporte" de fs. 555/556, ya que las
prestaciones comprometidas por él no podían razonablemente ser
cumplidas con eficacia con relación a un software y una instalación física y
lógica de la red probadamente defectuosos.

Cierro este considerando destacando que para aceptar las conclusiones


del peritaje en análisis de sistemas, no he dejado de examinar previamente
el escrito de la demandada obrante en fs. 1072/1082 por el cual cuestionó
su eficacia probatoria en los términos del art. 473, tercer párrafo, del
Código Procesal. Empero, las críticas que allí se deslizaron contra la
experticia tienen, desde el punto de vista de lo puramente formal, una
inicial mácula argumental, pues fueron levantadas sin previamente haberse
pedido al perito aclaraciones de acuerdo a lo previsto por el art. 473,
primer párrafo, del citado código. En este sentido, si la demandada estimó
insatisfactorias las conclusiones del examen pericial, debió solicitar en
tiempo procesal oportuno las explicaciones pertinentes y no limitarse, más
tarde, a una descalificación como la efectuada en fs. 1072/1082 (conf.
CNFed. Civ. Com. Sala II, causa 2002 "I.V.N. S.A. c. cap. y/o proa. y/o
arm. Bq. Manzini s/ordinario", sentencia del 28/6/83). Pero aun dejando de
lado lo anterior, la lectura del dictamen pericial y sus conclusiones se
muestran como claras, firmes y consecuencia lógica de los fundamentos
dados por el perito; asimismo, son convincentes y no aparecen como
improbables, absurdas o imposibles, condiciones estas indispensables
para asignarle valor probatorio (conf. Devis Echandía, H., Teoría general
de la prueba judicial, T. 2, ps. 336/337, Buenos Aires, 1981). En este
último orden de ideas, observo que si bien es cierto que el peritaje se
realizó varios años después de celebrado el contrato del 30/4/1997 y
cuando ya se había desmantelado la red instalada por la demandada, lo
cierto es que el experto designado de oficio realizó una indagación extensa
y completa del funcionamiento del software y de las características de la
referida red, que no sólo se afirmó en el reconocimiento efectuado in situ
por aquél, sino también en el resultado de las pruebas informáticas
llevadas a cabo con utilización del CD continente del "Sistema de Gestión
Calipso" que la propia demandada entregara oportunamente al Juzgado y
que, valga señalarlo, tenía mayores funciones y extensión que la versión
instalada en Argentoil S.A., según se señala en fs. 1037 vta./1038);
pruebas informáticas a partir de las cuales el experto detectó las fallas del
software a las que se hizo referencia. A todo evento, no es ocioso todavía
señalar como algunas de las puntuales respuestas que se pueden dar a
las críticas desarrolladas en el escrito de fs. 1072/1082 que: (a) no se
impugna válidamente un peritaje con preguntas retóricas e irónicas como
la de fs. 1072 vta.; (b) el peritaje se realizó con la presencia del consultor
técnico de la demandada, de quien no se tiene noticia haya cuestionado
que las marcas del tendido examinadas no se correspondieran a las de la
red instalada por Soft Pack S.A.; (c) no está documentalmente acreditado
en autos que la demandada hubiera ofrecido a la actora la utilización de
fibra óptica para la instalación de la red y que esa oferta hubiera sido
rechazada; (d) la admisión de fs. 1074 vta. en el sentido de que Argentoil
S.A. tuvo que adquirir otros programas de computación para llenar
cometidos que no cubría el "Sistema de Gestión Calipso", comporta un
inequívoco y claro reconocimiento de que él no satisfacía los objetivos
tenidos en cuenta al firmarse el "Contrato de Venta" del 30/4/97, por lo cual
malamente puede la demandada agraviarse de la estimación realizada por
el peritaje en orden a cuántos fueron los empleados que debieron ser
afectados a la tarea de traslado de asientos contables; (e) no puede la
demandada eludir su responsabilidad por el inseguro encriptamiento de
datos detectado por el peritaje alegando, como lo hace en fs. 1076 y 1077,
que Argentoil S.A. no especificó el nivel de seguridad correspondiente;
esto es así, porque es obvio que en un software del tipo aquí examinado
(de gestión comercial) el encriptamiento debe necesariamente ser seguro,
lo pida o no el usuario, ya que de lo contrario no cumple su fin propio; (f) la
referencia de fs. 1076/1077 a que el programa era "standard" y que, en
consecuencia, las malfunciones detectadas por el perito se correspondían
con aspectos que excedían el marco de la contratación, no puede ser
admitida habida cuenta lo explicado en el considerando 4° de este voto; (g)
es notoriamente claro que cantidad de terminaciones anormales
detectadas por el peritaje como ocurridas entre 1998 y 2002 (en total,
12.031), con un promedio de 8 diarias, no puede tener exclusiva
explicación o causa, a contrario de lo señalado en fs. 1077, en las
particularidades allí enumeradas tales como defectos del disco rígido,
virus, cortes de luz o caídas de tensión; en su caso, la demandada no ha
probado lo contrario, siendo que le incumbía por tratarse de la prueba de
hechos con aptitud para interrumpir el nexo causal en los términos ya
explicados; (h) lo referido en fs. 1078 sobre aspectos de funcionamiento de
módulo "Controler" es verdaderamente sorprendente y no creíble después
de que la demandada hubiera negado su instalación en fs. 677 vta.; (i) las
apreciaciones de fs. 1078 vta./1080 son generalizaciones inhábiles para
comprometer, a juicio del suscripto, la eficacia probatoria del peritaje; (j)
igual conclusión a la anterior cabe sostener respecto de las apreciaciones
que se vierten sobre la respuesta dada por el peritaje a los puntos
ofrecidos por la demandada (fs. 1080/1081).

6°) Habiéndose acreditado por la actora -tal como se ha visto- el


incumplimiento material o estructural de las obligaciones de resultado que
asumiera Soft Pack S.A., correspondía a esta última la carga de demostrar
la ausencia de cualquiera de los elementos constitutivos del acto ilícito
contractual derivado de tal incumplimiento. Particularmente, y según fuera
ya dicho, probado el incumplimiento y nacida, por ende, a partir de la no
obtención del resultado prometido por la deudora, una presunción de
adecuación causal que la desfavorece, es a ella a quien incumbía la
prueba de la ruptura del nexo causal para eximirse de responsabilidad
(conf. Pizarro, R. y Vallespinos, C., Instituciones de derecho privado -
Obligaciones, Buenos Aires, 2006, T. 2, p. 624; Trigo Represas, F. y López
Meza, M., Tratado de la responsabilidad civil, Buenos Aires, 2005, T. I, p.
754; Acoglia, M., Boragina, J. y Meza, J., ob. cit., loc. cit.).

Sobre el particular, entiendo que la demandada ha fallado en tal cometido.

En efecto, según ya se detalló en el considerando anterior, el resultado del


peritaje en análisis de sistemas (prueba que revistió carácter "común") fue
claramente adverso a la defensa de la accionada. De hecho, ni siquiera la
respuesta a los puntos de peritaje propuestos por Soft Pack S.A. fue
favorable a esa parte (fs. 1044 vta.).

Interesa observar, de otro lado, que según el peritaje en análisis de


sistemas las computadoras utilizadas por la actora en la red (conf. contrato
de leasing de fs. 51/57 suscripto con Hewlet-Packard; y peritaje contable
de fs. 1222), fueron acordes con la velocidad y capacidad requeridas por la
demandada Soft Pack S.A. para que se ejecute el "Sistema de Gestión
Calipso" (fs. 1034). Ello descarta, consiguientemente, que las fallas que
demostró el sistema provisto e instalado por la demandada hubieran tenido
origen en el hardware utilizado por la actora, lo que habría hecho jugar la
causal exculpatoria que se estipuló en la cláusula 9° del "Contrato de
Venta" del 30/11/97 (fs. 7).

En cuanto a los testigos ofrecidos por la demandada, ninguno arrojó luz


acerca de la existencia de elementos demostrativos de la apuntada ruptura
del nexo causal. Por el contrario, el testigo Frutos declaró que "...en el
sistema Calipso se detectaron errores..." (fs. 1269) y que "...un día un
auditor externo a Argentoil, probó el sistema en la base de prueba y vio
que el sistema le permitía hacer asientos a periodos que estaban cerrados
o incluso cargar dos veces un asiento..." (fs. 1272); y el testigo Lammana
aceptó que "...podían llegar a existir casos donde el sistema dejara de
funcionar en ciertos puestos..." (fs. 1301), así como que hubo reclamos de
usuarios con respecto al sistema Calipso (fs. 1302, a la 8va.).

En las condiciones que anteceden, queda negativamente sellada la suerte


del recurso de la demandada y, por tanto, su responsabilidad frente a la
actora, ya que no ha logrado acreditar la causa extraña a ella que destruya
la presunción referida más arriba.

Sólo para dar una acabada respuesta a sus agravios, añado los siguientes
comentarios:

(a) El primer agravio de la demandada hace hincapié en que el software


provisto se correspondió con una versión standard y que, cedida ella, debe
concluirse que Soft Pack S.A. "...arbitró todos los medios a su alcance en
la ejecución del contrato celebrado con fecha 30/4/1997..." (fs. 1436 y vta.).

El tema fue tratado más arriba y a ello cabe remitir.

(b) El segundo agravio alude a una ponderación de la prueba por parte de


la a quo que no se condice con la sana crítica y, en ese sentido, entiende
la demandada que la sentenciante omitió valorar la impugnación que hizo
al peritaje en análisis de sistemas. Sin embargo, la crítica es inadmisible a
la luz de las razones explicadas en los considerandos anteriores y,
especialmente, en la ponderación hecha del escrito de fs. 1072/1082.

(c) El tercer agravio se refiere al onus probandi y su alegada violación (fs.


1436 y vta.). El tema fue examinado en el considerando 4° con el resultado
que en él se expuso.

De su lado, las restantes críticas que se leen en dicho tercer agravio son
parcial reiteración de aspectos abordados por el escrito de fs. 1072/1082
con el que se cuestionó la eficacia probatoria del peritaje de fs. 1030/1045,
por lo que nada corresponde aquí agregar. Sólo a mayor abundamiento
cabe recordar que para poder apartarse el juzgador de las conclusiones
sostenidas en un peritaje, debe tener razones muy fundadas, pues si bien
es verdad que las normas procesales no acuerdan a la prueba de peritos
el carácter de prueba legal, no lo es menos que en cuanto el informe
comporta la necesidad de una apreciación científica del campo del saber
del perito, técnicamente ajeno al hombre de derecho, para desvirtuarlo es
imprescindible traer elementos de juicio que permitan concluir
fehacientemente el error en que pudiere haber incurrido (conf. CNCom.
Sala B, 4/9/79, "Kanematsu - Gosho Argentina S.R.L.", LA LEY, 1980-A,
94). En el sub lite la demandada no ha aportado elementos de juicio
convincentes que justifiquen tal apartamiento.

(d) El cuarto agravio se contesta con lo anterior. En efecto, la demandada


insiste allí en la existencia de una inadecuada ponderación del peritaje en
análisis de sistemas, achacándole a la juez de primera instancia no haber
interpretado correctamente la impugnación que su parte hiciera al punto de
pericia N° 19.
(e) Dejando de lado ciertas afirmaciones que repiten conceptos ya
adelantados por la parte o que no son más que generalizaciones
temáticas, del quinto agravio de la demandada solamente cabe rescatar la
crítica que ella levanta contra la sentencia por haber omitido, según afirma,
una adecuada valoración de los reportes de actividades acompañados
como prueba documental, mencionando especialmente lo que resulta de la
pieza de fs. 801, cuyo original está en fs. 660 (sobre documentación
reservada). Sobre el particular, cabe remitir a la ponderación que en este
voto se hizo de tal pieza, con resultado también adverso a la apelante
(véase infra considerando 5°).

(f) En cuanto a las particularidades señaladas en el agravio sexto de fs.


1440, baste señalar que aún cuando se prescindiera del informe adjuntado
por la demanda como anexo 44, se llega a la conclusión de estar probado
por la actora el incumplimiento contractual que invocara y no estar probada
por la apelante -en los términos antes referidos- una ruptura del nexo
causal hábil para fundar su falta de responsabilidad.

7°) El desarrollo efectuado hasta aquí, brinda razón a la actora en sus


agravios dirigidos a cuestionar la sentencia por haber sostenido que "...si
bien hubo deficiencias en la instalación, las mismas no resultaron de la
entidad que relata la actora..." (fs. 1397).

En ese orden de ideas, cabe recordar que la a quo basó


fundamentalmente su conclusión en el hecho de que el software vendido
por la actora era una versión Standard y que, en consecuencia, "...tenía un
grado de efectividad técnico menos riguroso, pero que la actora
consideraba aceptable para cumplir las tareas en cuestión..." (fs. 1398). La
improcedencia de este último razonamiento queda puesta de manifiesto
con lo explicado en el considerando 4° de este voto, cabiendo insistir en la
idea de que "...aún tratándose de un programa standard o de un programa
adaptado a un cliente determinado, él debe cumplir en forma satisfactoria
la función para la cual se lo adaptó..." (Bergel, S., ob. cit., p. 190), siendo
responsable el proveedor informático si así no ocurriera.

Otro tanto cabe decir de la afirmación de la sentenciante según la cual no


es posible tener por demostrados en su totalidad los extremos fundantes
del reclamo de la actora "...porque el sistema original a la época de la
pericia fue cambiado, quedando sólo rastros..." (fs. 1398). Es que, como
fuera dicho antes, el peritaje realizó una indagación extensa y completa del
funcionamiento del software y de las características físicas y lógicas de la
red, que se basó en un reconocimiento efectuado in situ al que asistió el
consultor técnico de la demandada, cuyas observaciones fueron
desglosadas de autos (fs. 1060), y en el resultado adverso a la demandada
de pruebas informáticas realizadas sobre el "Sistema de Gestión Calipso"
grabado en un CD aportado por esa misma parte.

En síntesis, a juicio del suscripto, no hay razón para concluir en una


admisión sólo parcial de la demanda fundada en la falta de una completa
prueba de los incumplimientos imputados a Soft Pack S.A., imponiéndose
la solución contraria.

Baste lo dicho, pues, como respuesta a los agravios de la actora sobre


este aspecto de la litis, máxime teniendo presente que los jueces no están
obligados a seguir a las partes en todos y cada uno de los planteos, sino
solamente en aquellos que estimen pertinentes para la correcta
composición del litigio (conf. CSJN, Fallos 258:304; 262:222; 272:225;
278:271; 291:390; 297:140; 301:970; etc.).
8°) Se agravia la actora porque la sentencia limitó el reclamo resarcitorio al
monto establecido en la cláusula 9na. del "Contrato de Venta" del 30/4/97,
entendiendo que la demanda debió prosperar por el monto indicado en el
alegato de fs. 1366/1373.

Con relación a la responsabilidad por errores que pudiera generar el


sistema Calipso por mal funcionamiento, dicha cláusula estableció que
"...El vendedor no se responsabilizará por los daños eventuales derivados
directamente del mismo y tendrán como límite el monto total de este
contrato..." (fs. 7). Sin crítica de las partes, la sentencia apelada estableció
que el monto límite del contrato al que se refería la estipulación ascendía a
la cantidad de $ 47.300.

Ante todo, corresponde observar que en el caso no ha sido cuestionada la


validez de dicha cláusula y que, a todo evento, la doctrina ha concluido
que estipulaciones de ese tipo, en contrataciones como la de autos, son en
principio válidas porque no implican una evasión dolosa de la
responsabilidad del proveedor informático, sino que pretenden tasar previa
y convencionalmente el riesgo de la operación (conf. Millé, A., ob. cit., p.
18). Se ha dicho, además, que excluidos los supuestos protegidos por la
ley de defensa del consumidor, cláusulas del tipo indicado son oponibles
en aquellos supuestos -que es el de autos- donde las partes del contrato
son dos empresas (conf. Kleidermacher, J., Las cláusulas limitativas de
responsabilidad en los contratos de software, rev. Derecho Económico, N°
26/1996, p. 81, espec. cap. VI). Y en coincidencia con tal interpretación,
cabe observar que la empresa aquí demandante no puede considerarse
una consumidora en los términos de la ley 24.240, pues la adquisición que
hiciera de los bienes y servicios informáticos de que tratan estas
actuaciones, fue hecha para integrarlos a su propio proceso de producción
(art. 2°, segundo párrafo, cit. ley; CNCom. Sala D, 18/12/2006, "Sierra Gas
S.A. c. Eg3 S.A."), razón por la cual no podría entrar en juego lo previsto
por el art. 37, inc. a), de esa ley.

Sentado lo anterior, recuerdo que los ítems reclamados en la demanda


fueron, en lo que aquí interesa, cuatro: 1) el reintegro de las sumas que
abonara por la compra del "Sistema de Gestión Calipso"; 2) el reintegro de
lo abonado en concepto de analista de sistema y servicios técnicos; 3) el
reintegro de lo pagado por la instalación física y lógica de la red (o, en
subsidio, el pago de la cantidad necesaria para posibilitar la corrección de
sus defectos); 4) el pago de la suma que debió sufragar en concepto de
mano de obra adicional para llevar un sistema de contabilidad paralelo (fs.
492/502).

Indudablemente, la cláusula limitativa de responsabilidad de que se trata


no juega respecto de todos los indicados ítems, sino solamente respecto
del primero y del último. Esto es así por lo siguiente: (a) el reintegro de lo
abonado por la compra del "Sistema de Gestión Calipso" es una pretensión
que sólo puede tener causa en la rescisión del "Contrato de Venta" del
30/4/97 que se declaró en la sentencia apelada, y que, por tanto, como
daño vinculado al incumplimiento contractual, está alcanzado por la
limitación convencional referida; (b) el pago de lo abonado en concepto de
mano de obra adicional para llevar un sistema de contabilidad paralelo, es
también un daño causalmente vinculado al incumplimiento del "Contrato de
Venta" (art. 520 del Código Civil) que, consiguientemente, también está
alcanzado por la limitación de responsabilidad.

De tal manera, los mayores montos que se indicaron en fs. 1373 y vta.
como vinculados a esos dos conceptos, no pueden ser admitidos sino en
el límite de $ 47.300 definido por la sentencia de primera instancia.

Distinta es la situación, en cambio, del reclamo por reintegro de las


facturas emitidas por conceptos vinculados a la instalación física y lógica
de la red, pues esta parte de la demanda no deriva del "Contrato de Venta"
del 30/11/97 (que sólo tuvo por objeto la provisión del software) y
consiguientemente no juega a su respecto la limitación de responsabilidad
antes referida.

Pues bien, siendo la restitución procedente con sustento en lo previsto por


el art. 519 del Código Civil, juzgo que corresponde admitirla por el importe
que surge de las facturas N° 6773, 6965, 7001 y 7134 (fs. 574, 579, 581 y
586, con copias en fs. 26, 28, 29 y 34 respectivamente), que a diferencia
de las N° 7133 y 7418, fueron las únicas reconocidas como pagadas por el
peritaje contable (véase planilla de fs. 1313).

Toda vez que esas facturas fueron emitidas, contabilizadas y pagadas en


moneda nacional, no cabe sino admitir la restitución en la misma moneda.

Así pues, juzgo que en concepto de reintegro de facturas pagadas por la


instalación de la red la demanda debe prosperar por $ 39.698,83
(sumatoria de las facturas indicadas).

Pasando ahora al tratamiento del reclamo por reintegro de lo abonado en


concepto de analista de sistema y servicios técnicos, cabe recordar que las
partes suscribieron un "Contrato de Prestación de Servicios de Soporte"
(fs. 555/556). Pues bien, es precisamente con relación a esta particular
contratación que se vincula el reclamo indicado y, por ello, al igual que en
el caso anterior, el ítem no está alcanzado por ningún límite de
responsabilidad contractualmente pactado que beneficie a la demandada.
Sentado ello, y también de acuerdo al art. 519 del Código Civil, el reclamo
de que se trata debe ser admitido por las facturas N° 6031, 6033, 6288,
6416, 6639, 6846, 7056, 7381, 7549, 7729, 7951 y 8095 (fs. 572, 557, 559,
560, 561, 562, 563, 565, 566, 567, 568, 569, respectivamente) que son las
que se registraron contablemente como pagadas a Soft Pack S.A. No así,
en cambio, por los importes de las facturas N° 7219, 8275, 7319, 7418,
7136, 7992 que no aparecen contabilizadas como canceladas, ni las de fs.
591 y 592 que no fueron peritadas (conf. peritaje contable, planilla de fs.
1313).

En concreto, el reclamo por reintegro de lo abonado por analista de


sistemas y servicios técnicos debe prosperar por el importe total de $
38.245,68 (sumatoria de las facturas indicadas).

9°) El total de las cantidades admitidas en el considerando anterior


asciende a $ 125.244,51 ($ 47.300 + $ 39.698,83 + 38.245,68) y por él
corresponde acoger la demanda en concepto de capital.

Sobre ese total deben correr los intereses fijados por la sentencia apelada
en fs. 1399, desde la fecha y según la tasa allí indicada, dado que no ha
habido agravios sobre el particular.

En cuanto a las costas de primera instancia correspondientes a la


demanda que prospera (aspecto que concitó el agravio de fs. 1448), de
conformidad con lo dispuesto por los arts. 68, primera parte, y 279 del
Código Procesal, deberán correr íntegramente a cargo de la demandada,
quedando sin efecto la distribución por su orden dispuesta en fs. 1400.

10) Resta analizar el séptimo y último agravio de la parte demandada que


se refiere al rechazo de su reconvención (fs. 1440 vta.).

La sentencia apelada rechazó el cobro de las facturas objeto de la


reconvención, por estimar que la demandada no había probado la efectiva
prestación de los servicios de analista referidos en ella (fs. 1399).

El agravio es inadmisible por dos fundamentales razones.

La primera, porque si se juzga procedente -como lo hace este voto- que la


actora recupere los pagos hechos en concepto de analista de sistema, mal
puede reclamar su contraria el pago de las facturas objeto de la
reconvención que se refieren, precisamente, al costo de los trabajos del
analista de la demandada.

La segunda, porque es francamente inadmisible la interpretación del art.


474 del Código de Comercio que la demandada postula en su expresión
de agravios. En efecto, como lo he explicado en diversos votos (véase esta
Sala, causa N° 111.718/01 "Ernesto Ricardo Hornus S.A. c. Ingalfa S.A.
s/sumario", sentencia del 29/11/2006; íd. causa N° 106915/2002 -
Cooperativa de Crédito San Jorge Ltda. c. Medicus S.A. s/ordinario,
sentencia del 18/12/2007), el silencio posterior a la recepción de una
factura solamente sirve para acreditar la existencia del contrato y sus
condiciones, pero no sirve, en cambio, para probar la ejecución del
contrato, extremo este último que, lógicamente, constituye un prius para
hacer exigible las sumas que se consignan en las facturas, y cuya
existencia debe demostrarse necesariamente por otros medios. En este
preciso orden de ideas, la doctrina -ya clásica- ha expresado que la factura
misma hace prueba de la realizada conclusión del contrato, del precio
pactado y, en general, de todas las otras modalidades y cláusulas
ejecutivas en ella expresadas, como las referentes al tiempo y lugar de
pago, medida y vencimiento de los intereses, descuentos o abonos,
términos establecidos para reclamaciones y así sucesivamente. Pero, por
el contrario, no hace ni puede hacer prueba de los hechos puramente
unilaterales de ejecución que quien emite la factura afirme como ocurridos,
no siendo lícito a ningún obligado el constituir por sí mismo, con una
simple aserción suya, la prueba del cumplimiento. Por eso la factura no
valdrá nunca por sí sola para demostrar la ejecución del contrato. Y no
serviría para decir lo contrario, que quien recibió la factura la aceptó
expresa o tácitamente, ya que tal aceptación si puede tener eficacia en
cuanto se refiere a las condiciones y a las cláusulas del contrato, no
puede, en cambio, tener ninguna en cuanto a los hechos materiales de
ejecución unilateralmente afirmados por quien expide la factura (conf.
Tartufari, L., en Bolafio-Rocco-Vivante, Derecho Comercial - De la venta y
del reporto, T. 4, vol. 1, ps. 131/132, N° 61, Buenos Aires, 1948; Garo, F.,
Tratado de las compra-ventas comerciales y marítimas, T. I, p. 95, N° 62,
texto y nota N° 239). En el sub lite, como bien lo destacó la sentencia, la
prueba de la efectiva prestación de los trabajos facturados no fue rendida
por la demandada, por lo que el mero silencio de su contraria frente a la
recepción de las facturas no es suficiente para hacer jugar la presunción
de cuentas liquidadas que establece el art. 474, tercer párrafo, del Código
Procesal.

Por cierto, no modifica la conclusión precedentemente expuesta la


consideración del silencio -también invocado por la demandada- que
guardara su contraria frente a las intimaciones extrajudiciales de pago de
las apuntadas facturas, ya que el contenido de una carta documento,
aunque no sea contestado, no es suficiente para tener por acreditado lo
que se afirma en ella, pues no deja de ser una afirmación unilateral del
remitente que el destinatario no está obligado a rebatir (conf. CNCom. Sala
D, 15/5/2007, causa N° 79.918/2003 "López Mendez, Osvaldo Horacio c.
Pallotti, Ricardo y otro"; íd. Sala D, 22/10/2007, causa N° 84.808 "Sirolli,
Nélida Dora c. Fernández Alberto y otro"; íd. Sala D, 4/2/2008, causa N°
19.994/2001 "Diseños y Construcciones S.A. c. Banco Sudameris
Argentina S.A. s/ordinario"; CNCiv. Sala K, 13/10/92, "Quintana de García,
Tarsilia c. Bordoli, Ida", LA LEY, 1994-B, p. 312, con nota de Compagnucci
de Caso, R., El silencio como manifestación omisiva de la voluntad;
Méndez Sierra, E., El silencio frente a la buena fe y a los requerimientos
privados, LA LEY, 1994-A, 670; etc.).

De esta manera, corresponde confirmar el rechazo de la reconvención y la


imposición de costas a la demandada decidida al respecto en la instancia
anterior.

11) Por lo expuesto, si el presente voto es compartido por los apreciados


colegas de la Sala, deberá confirmarse la sentencia de primera instancia
en lo principal que decidiera, modificándosela exclusivamente con el
alcance que resulta del considerando 9° en cuanto a las cantidades por las
que prospera la demanda y la imposición de costas respectiva. Las costas
de alzada deberán correr del siguiente modo: a) en el recurso de la actora,
a cargo de la demandada por haber sido vencida (art. 68, primera parte,
del Código Procesal); b) en el recurso de la demandada, por su orden ya
que la actora no lo resistió (fs. 1462; art. 68, segundo párrafo, del cit. cód.).

Así voto.

Los doctores Dieuzeide y Vassallo adhieren al voto que antecede.

Concluida la deliberación los señores Jueces de Cámara acuerdan:

(a) Confirmar la sentencia de primera instancia en lo principal que decidió,


modificándola exclusivamente con el alcance que resulta del considerando
9° en cuanto a las cantidades por las que prospera la demanda y la
imposición de costas respectiva. (b) Las costas de alzada deberán correr
del siguiente modo: I) en el recurso de la actora, a cargo de la demandada
por haber sido vencida (art. 68, primera parte, del Código Procesal); II) en
el recurso de la demandada, por su orden ya que la actora no lo resistió
(art. 68, segundo párrafo, del cit. Cód.). (c) En virtud de las apelaciones
deducidas en fs. 1409; 1410/1411 y 1414/1415, teniendo en cuenta el
límite establecido por el art. 505 del Código Civil y merituando la
naturaleza, importancia y extensión de las labores desarrolladas; las
etapas procesales efectivamente cumplidas y por estar apelados solo por
altos, confírmanse los honorarios regulados en fs. 1400/1401 en $ 10.572
(pesos diez mil quinientos setenta y dos) para el abogado, C. A. C. y en $
12.119 (pesos doce mil ciento diecinueve) para la abogado, G. A. B.,
ambos en su carácter de letrados apoderados de la parte actora.
Asimismo, elévanse a $ 13.300 (pesos trece mil trescientos) los honorarios
del letrado apoderado y patrocinante de la parte demandada M. F. M.; y a
$ 1.500 (pesos un mil quinientos) los del letrado apoderado y patrocinante
de la parte demandada F. N. L. Finalmente, fíjanse en $ 7.488 (pesos siete
mil cuatrocientos ochenta y ocho) el honorario de la perito contador S. J.
L.; y en $ 7715 (pesos siete mil setecientos quince) el honorario del perito
ingeniero en sistemas, S. O. (arts. 6°, 7°, 9°, 19, 37 y 38 de la ley 21.839
modificada por la ley 24.432; arg. art. 478 del Código Procesal). En cuanto
a los honorarios de alzada, sobre la base regulatoria del monto por el cual
prosperó el recurso, por el escrito de fs. 1443/1452, se fija en $ 11.398
(pesos once mil trescientos noventa y ocho) el estipendio del letrado
apoderado y patrocinante de la parte actora, G. A. B.; y en $ 7978 (pesos
siete mil novecientos setenta y ocho) el estipendio del abogado y
patrocinante de la demandada, M. F. M., por las presentaciones de fs.
1436/1441 y fs. 1454/1459 (art. 14 de la ley 21.839).- Gerardo G.
Vassallo.- Juan J. Dieuzeide.- Pablo D. Heredia.

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