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Poder Judicial de la Nación

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala A

Paraná S.A. de Seguros c. Propietario Garage Donato Alvarez 2080 Cap. Fed. y otro

11/09/2008

Voces

ABOGADO ~ ACTO JURIDICO ~ ACTO NULO ~ AUTORIZACION JUDICIAL ~ CONVENIO DE HONORARIOS ~


EQUILIBRIO DE LAS PRESTACIONES ~ EXCEPCION DE NULIDAD ~ HONORARIOS DEL ABOGADO ~ LESION
SUBJETIVA ~ NULIDAD ~ NULIDAD DEL ACTO JURIDICO ~ PLAZO DE PRESCRIPCION ~ PLAZO LEGAL ~
PRESCRIPCION ~ PRESUNCION ~ REQUISITOS DE LA LESION SUBJETIVA ~ VICIO DEL ACTO JURIDICO

Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala A

Fecha: 11/09/2008

Partes: Paraná S.A. de Seguros c. Propietario Garage Donato Alvarez 2080 Cap. Fed. y otro

Cita Online: AR/JUR/11758/2008

Hechos

Un abogado pretendió el cobro de emolumentos acordados en un convenio de honorarios con el


administrador de un sucesorio por su intervención en un proceso que se le seguía a la sucesión. La
administradora opuso excepción de nulidad basada en la lesión. El juez de primera instancia encontró
configurada la lesión y, además consideró nulo el acuerdo por falta de autorización del juez del
sucesorio e impuso las costas en el orden causado. Apelada la decisión por el abogado y por el
sucesorio —este último sólo en cuanto a la imposición de costas—, la Cámara la confirmó.
USO OFICIAL

TEXTO COMPLETO:

2ª Instancia. Buenos Aires, septiembre 11 de 2008.

Considerando: 1) Apelaron el Dr. J. M. D. y la Sra. Elena Aquino, administradora de la sucesión del


demandado Silverio Miñones, la resolución dictada a fs. 1150/4 que declaró la nulidad del convenio de
honorarios obrante a fs. 976 subscripto entre ambos e impuso las costas en el orden causado.

Los fundamentos del letrado obran desarrollados a fs. 1169/75 y fueron contestados a fs. 1184/5.

Por su parte la Sra. Aquino desarrolló sus argumentos a fs. 1157/8, los que fueron respondidos a fs.
1178/9.

2) Recurso deducido por el Dr. J. M. D:

2.1. En autos el Dr. D. presentó a fs. 976 un convenio de honorarios suscripto con Elena Aquino por sí y
como administradora del sucesorio de Silverio Miñones, en donde se acordó que, por las actuaciones
realizadas por dicho letrado en el marco de este proceso, se fijaban sus honorarios judiciales y
extrajudiciales en el 50% de la diferencia entre lo que la parte abonaba a la actora, o sea, $ 28.000 y
la suma que arrojara la liquidación a practicarse en estos autos conforme la sentencia dictada y todos
los plenarios del fuero comercial.

En fs. 955/6 el profesional practicó liquidación conforme las pautas de la sentencia y los plenarios a
los que aludía el convenio, arrojando la suma de $ 485.901,18.

Al correrse traslado del convenio presentado, la administradora de la sucesión del demandado


Miñones, sin perjuicio de haber reconocido tal instrumento, señaló que éste importaría un acto de
disposición que excede las facultades que tenía como administradora. Indicó, asimismo, que existiría
una desproporción notoria de las prestaciones, por lo que planteó la nulidad del acuerdo de
conformidad con lo dispuesto por los arts. 953, 954, 1071 y ccdtes. del Cód. Civil.

2.2. El juez de grado decretó la nulidad de ese acuerdo con base en que resultaba evidente la
desproporción existente entre la suma pretendida por el letrado —que según sus cálculos arrojaba la
suma de $ 228.950,59— y aquella por la cual las partes acordaron poner fin al litigio —$ 25.000—,
atendiendo que el letrado recurrente solamente actuó en la última etapa del proceso. Estimó el a quo
que era de aplicación lo dispuesto por el art. 954 Cód. Civil y la presunción allí contemplada. También
refirió en su pronunciamiento que el convenio en cuestión requería de autorización judicial del juez
del sucesorio, lo que no fue acreditado en autos importando la nulidad en los términos del art. 1042
Cód. Civil.

2.3. Se agravió el recurrente porque no se tomó en cuenta que por su eficaz actuación logró que la
actora redujera el capital reclamado a la suma única y total de $ 25.000 que las letradas apoderadas
de esa parte percibieran en conjunto sólo la suma de $ 3000 en concepto de honorarios. Indicó que el
convenio fue suscripto en forma libre por las partes, con discernimiento e intención, atendiendo al
éxito conseguido y de conformidad con el art. 1627 Cód. Civil, el que no puede ser cercenado por ley
local, conforme arts. 1137, 1144 y 1197 Cód. Civil. Añadió que, con dicho convenio no se violó el orden
público. Asimismo, ofreció como prueba el juicio sucesorio a los fines de acreditar que la Sra. Aquino
resulta ser una persona con experiencia que administra inmuebles en donde funcionan hoteles,
garajes, campos de cría de ganado, otorgaba préstamos de dinero a terceros.

Puntualizó, por otra parte, que el argumento de la necesidad de autorización judicial previa, cede
frente al beneficio que irrogó su actuación por haber reducido en un 87,85% el crédito debido a la
actora, por lo que debe ser considerada la suscripción del acuerdo como un acto conservatorio. Agregó
que la administradora de la sucesión no invocó la falta de autorización judicial como fundamento de la
nulidad planteada, y que en todo caso, le competía a ella cumplir con dicho requisito. En subsidio
opuso la prescripción del planteo de nulidad encuadrado en el art. 1042 del Cód. Civil, de conformidad
con el art. 4030 del cód. citado.

Asimismo, se quejó porque no se encontraría configurado en el supuesto de autos el estado de


necesidad, la ligereza o inexperiencia a que alude el art. 954 Cód. Civil. Indicó que no puede
prescindirse de lo dispuesto en los arts. 1197 y 1624 del Cód. Civil, y que no existiría desproporción
alguna al momento de iniciar la demanda, porque sus honorarios, atento la pesificación dispuesta por
las normas de emergencia, se habrían visto devaluados en un 66,66%.

Finalmente, solicitó que se dejara constancia que la nulidad declarada en autos solamente involucra la
firma del convenio por parte de la Sra. Aquino en representación de la sucesión de Silverio Miñones,
pero no la suscripción del acuerdo por su propio derecho.

2.4. En primer lugar, cabe señalar que, efectivamente, como lo señala el juez de grado, el convenio
acompañado a fs. 976 en donde la Sra. Aquino, como administradora de la sucesión del Sr. Miñones
acordó con el Dr. D. la fijación de sus honorarios, resultaba un acuerdo que debía ser autorizado,
indefectiblemente, por el juez de sucesorio.

La omisión de cumplir con ese requisito, importó, sin lugar a dudas la nulidad del convenio conforme
clara y expresamente lo dispone el art. 1042 del Cód. Civil. Esta norma establece que son nulos los
actos jurídicos otorgados por personas relativamente incapaces en cuanto al acto, o que dependiesen
de la autorización del Juez, o de un representante necesario.

No empece a tal conclusión que la Sra. Aquino no hubiese invocado esta norma como fundamento para
la nulidad del convenio, pues al tratarse de un acto nulo, aunque nulidad relativa, la ley puede por sí
misma, y sin cooperación de otro órgano o poder, aniquilar el acto vedado. En otras palabras, cuando
un acto es nulo la ley lo reputa tal aunque su nulidad no haya sido juzgada (art. 1038 CPCC) (conf.
Llambías, Jorge Joaquin, "Código Civil Anotado" T. II B, pág. 212 y sgtes.), sin embargo, si el acto ha
sido ejecutado, la parte que aspire a desvirtuar sus consecuencias materiales, se verá precisada de
deducir una acción judicial, de nulidad (conf. Llambías, ob. cit., pág. 554).

Sentado ello, se observa que el planteo de prescripción opuesto por el recurrente contra la acción de
nulidad conforme art. 1042 Cód. Civil, es cuestión que no ha sido propuesta oportunamente al juez de
grado, sin embargo, en tanto se alza contra un argumento de iure provisto por el Juez, que ha sido
objeto de sustanciación en el memorial, corresponde señalar que el plazo de prescripción para la
acción incoada con fundamento en dicha norma no resulta ser el bienal contemplado en el art. 4030
del Cód. Civil, como alega el recurrente.

En efecto, este último artículo establece que la acción de nulidad de los actos jurídicos, por violencia,
intimidación, dolo, error, o falsa causa, se prescribe por dos años, desde que la violencia o
intimidación hubiese cesado, y desde que el error, el dolo, o falsa causa fuese conocida.

De ello se sigue que el caso contemplado en el art. 1042 Cód. Civil falta de autorización judicial—, no
se encuentra incluido dentro de los supuestos— enunciados en el art. 4030 del Cód. Civil.

Así, siendo que la acción de nulidad de los actos jurídicos prescribe, como principio general, en el
plazo decenal ordinario establecido en el art. 4023 Cód. Civil, segundo párrafo, y que no se ha
establecido un plazo menor para el supuesto en análisis, debe estarse a ese lapso de diez años (conf.
Llambías, Jorge Joaquín, "Código Civil Anotado" T. V C, pág. 866). Por ello, habida cuenta que desde la
firma del convenio 6/9/01, a la fecha, no transcurrió el plazo indicado, debe rechazarse el planteo de
prescripción efectuado por el recurrente.

2.5. Sentado lo expuesto, apúntase que el a quo declaró la nulidad del convenio de fs. 976 con
fundamento en la evidente desproporción de las prestaciones acordadas, conforme art. 954 del Cód.
Civil.

Esa norma dispone que podrá demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando
una de las partes explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de
ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación. Añadiendo que, se
presume, salvo prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción de
las prestaciones, debiendo efectuarse los cálculos según valores al tiempo del acto y la desproporción
deberá subsistir en el momento de la demanda.
Poder Judicial de la Nación

Estos actos resultan anulables de nulidad relativa, es decir, son actos que se reputan válidos mientras
no sean anulados y, sólo se tendrán por nulos desde el día de la sentencia que los anulase (art. 1046
Cód. Civil), y por otro lado, sólo afectan un interés privado, por lo que son confirmables.

Cabe señalar que, no resulta necesario para que resulte aplicable la norma contenida en el art. 954
del Cód. Civil, que la persona que celebra el acto sea totalmente inepta, ignorante y torpe, supuestos
que podrán hacer aplicables otras normas tutelares del ordenamiento positivo, sino la ignorancia
específica sobre la materia determinada (conf. esta CNCom., Sala E, 19/6/91, "Piccardo Beatriz
c/Concesionaria Automotores Ombu SA s/sum.").

De otro lado, no puede desconocerse que dicha norma establece una fundamental distinción en lo
referente al onus probandi que atañe a los factores subjetivos de la lesión. Si existe una evidente
(clara o indudable) desproporción en las prestaciones, el accionante carga con la prueba de la
situación de inferioridad, necesidad, ligereza o inexperiencia y de su explotación. Pero si la
desproporción injustificada adquiere una magnitud a la que quepa el calificativo de notable (grosera,
resaltante) se invierte la carga de la prueba y se presume tanto el estado de inferioridad como su
explotación e incumbe al accionado probar lo contrario (conf. esta CNCom., esta Sala A, 16/2/93,
"Sade El Juri de Strajman Edelweis c/Viconex SA s/ord.").

Señálase que, para que la presunción legal opere, la desproporción ha de ser mayor que notable, pues
la ley la prevé para el supuesto de desproporción evidente y no para el de notable.

Estima esta Sala que este último supuesto es el que se configura en el sub lite.

En efecto, de una simple operación aritmética se aprecia que existe una evidente y más que notable
desproporción entre la suma que la sucesión del demandado abonará tanto a la parte actora —$
25.000— como a sus letrados —$ 3000—, y aquella suma a la que pretende el letrado recurrente —$
228.950,59—, desequilibrio que no puede ser justificado solamente en el ahorro que habría importado
para la demandada, el convenio suscripto con la actora como consecuencia del accionar del letrado
recurrente.
USO OFICIAL

Por tales razones, resulta operativa en el caso de autos la presunción contemplada en el art. 954 Cód.
Civil, tercer párrafo, por lo que incumbió al profesional probar, en la oportunidad correspondiente,
que la Sra. Aquino no se encontraba en un estado de inferioridad al momento de suscribir el convenio,
cosa que no hizo.

Sobre este punto debe señalarse que el ofrecimiento efectuado en el memorial de agravios del
expediente de sucesión del demandado Silverio Miñones a los fines probatorio, resulta
manifiestamente extemporáneo, pues el recurrente no hizo tal oferta al contestar el planteo de
nulidad interpuesto por la Sra. Aquino. Por ello, no cabe más que su rechazo en esta instancia.

Así las cosas, siendo que el recurrente no probó que no se encontraran cumplidos los presupuestos
requeridos por el art. 954 Cód. Civil, y en virtud de las consideraciones efectuadas precedentemente,
corresponde desestimar el recurso analizado.

2.6. Por último, respecto a la pretensión del recurrente de que esta Sala se expida en torno a que la
nulidad declarada en autos solamente involucró a la sucesión de Silverio Miñones, pero no a la Sra.
Aquino por su propio derecho, cabe apuntar que tal persona en sí misma, no es parte en estas
actuaciones.

Atento ello, las relaciones que pudieran existir entre el letrado apelante y la Sra. Aquino en forma
personal, exceden el marco del proceso por lo que no cabe que esta Sala se manifieste al respecto.

En todo caso, deberá el recurrente ocurrir por la vía correspondiente a los fines de ejercer los
derechos que considere le corresponden.

3) Recurso deducido por la Sucesión del demandado Silverio Miñones:

3.1. Se agravió la recurrente porque se impusieron las costas devengadas por la declaración de nulidad
del convenio de fs. 976 en el orden causado. Indicó que, atento las constancias de autos, no resultaría
relevante a los fines de la imposición de costas el haber firmado el instrumento anulado, pues ello se
debió a la confianza que se depositó en el profesional. Añadió que la imposición de costas se
extendería a trámites por venir, como ser el levantamiento de embargos trabados por el Dr. D.

3.2. En nuestro sistema procesal, los gastos del juicio deben ser satisfechos —como regla— por la parte
que ha resultado vencida en aquél.

Ello así en la medida que las costas son en nuestro régimen procesal corolario del vencimiento (arts.
68, 69 y 558 Cód. Proc.) y se imponen no como una sanción sino como resarcimiento de los gastos
provocados por el litigio, gastos que deben ser reembolsados por el vencido.

Si bien esa es la regla general, la ley también faculta al Juez a eximirla, en todo o en parte, siempre
que encuentre mérito para ello (arts. 68 y ss.). Síguese de lo expuesto que la imposición de las costas
en el orden causado o su eximición —en su caso— procede en los casos en que por la naturaleza de la
acción deducida, la forma como se trabó la litis, su resultado o en atención a la conducta de las partes
su regulación requiere un apartamiento de la regla general (cfr. Colombo, Carlos - Kiper, Claudio,
"Código Procesal Civil y Comercial de la Nación", T° I, p. 491).

3.3. La resolución recurrida distribuyó las costas en el orden causado con fundamento en que el
planteo nulidificatorio fue incoado por quien suscribió el convenio cuya nulidad se pretendió.

Se estima que asistió razón al a quo en la forma en que impuso las costas, solo considerando que no
debe soslayarse que la recurrente fue quien suscribió el convenio anulado en la resolución apelada y la
propia recurrente reconoció tanto la firma obrante en el convenio como su contenido.

Así las cosas, y sólo por este marco fáctico, se aprecia configurado en autos el supuesto de excepción
contemplado en el segundo párrafo del art. 68 CPCC.

4) Por lo expuesto, esta Sala RESUELVE:

a) Rechazar el recurso deducido por el Dr. D., confirmando la resolución dictada a fs. 1150/4, con
costas a cargo del recurrente vencido (art. 68 CPCC).

b) Rechazar la apelación incoada por la Sucesión de Silverio Miñones y, por ende, confirmar el
pronunciamiento de fs. 1150/4 en lo que decide y ha sido materia de agravio, con costas (art. 68
CPCC).

Devuélvase a primera instancia, encomendándose al Sr. Juez a quo disponer las notificaciones del
caso. — María Elsa Uzal. — Isabel Míguez. — Alfredo Arturo Kölliker Frers.

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