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h. Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para adolescentes mayores y adultos,
puede incluir pensamientos no relacionados).
i. Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (por ejemplo, hacer las tareas, hacer las diligencias;
en adolescentes mayores y adultos, devolver las llamadas, pagar las facturas, acudir a las citas).
2. Hiperactividad e Impulsividad
Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al menos 6 meses en un grado que
no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades sociales y
académicas/laborales:
NOTA: Los síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de oposición, desafío,
hostilidad o fracaso para comprender las tareas o instrucciones. Para adolescentes mayores y adultos
(a partir de 17 años de edad), se requiere un mínimo de 5 síntomas.
a. Con frecuencia juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento.
b. Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado (por ejemplo, se
levanta en clase, en la oficina o en otro lugar de trabajo, en situaciones que requieren mantenerse en su
lugar.
c. Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado. (Nota: En
adolescentes o adultos, puede limitarse a estar inquieto.).
d. Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades recreativas.
e. Con frecuencia está “ocupado”, actuando como si “lo impulsara un motor” (por ejemplo, es incapaz de
estar o se siente incómodo estando quieto durante un tiempo prolongado, como en restaurantes,
reuniones; los otros pueden pensar que está intranquilo o que le resulta difícil seguirlos).
f. Con frecuencia habla excesivamente.
g. Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta (por
ejemplo, termina las frases de otros; no respeta el turno de conversación).
h. Con frecuencia le es difícil esperar su turno (por ejemplo, mientras espera una cola).
i. Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (por ejemplo, se mete en las conversaciones,
juegos o actividades; puede empezar a utilizar las cosas de otras personas sin esperar o recibir
permiso; en adolescentes y adultos, puede inmiscuirse o adelantarse a lo que hacen los otros).
B- Algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estaban presentes antes de los 12
años.
C. Varios síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos o más
contextos (por ejemplo, en casa, en el colegio o el trabajo; con los amigos o familiares; en otras
actividades).
D. Existen pruebas claras de que los síntomas interfieren con el funcionamiento social,
académico o laboral, o reducen la calidad de los mismos.
E. Los síntomas no se producen exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia o de otro
trastorno psicótico y no se explican mejor por otro trastorno mental (por ejemplo, trastorno del
estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo, trastorno de la personalidad,
intoxicación o abstinencia de sustancias).
En función de los resultados se podrán clasificar las siguientes presentaciones:
Presentación combinada: Si se cumplen el Criterio A1 (inatención) y el Criterio A2 (hiperactividad-
impulsividad) durante los últimos 6 meses.
Su relación social con los adultos suelen ser desinhibidas, con una falta de la prudencia y
reserva naturales.
Son impopulares entre los niños y pueden llegar a convertirse en niños aislados.
Frecuente presencia de un déficit cognoscitivo y retrasos específicos en el desarrollo motor y del
lenguaje.
Acompañan frecuentemente problemas de lectura o del aprendizaje.
Complicaciones secundarias: comportamiento disocial, antisocial y una baja estimación de sí
mismo.
Hay un considerable solapamiento entre la hipercinesia y otras formas de comportamiento anormal
como el trastorno disocial en niños no socializados. Sin embargo, la evidencia más general tiende a
distinguir un grupo en el cual la hipercinesia es el problema principal.
Los trastornos hipercinéticos se presentan en varones con una frecuencia varias veces superior a la
que se presentan en el sexo femenino.
F90.0 Trastorno de la actividad y de la atención
Se satisface el conjunto de pautas de trastorno hipercinético (F90.-), pero no se satisface el de
(trastorno disocial, F90.1).
Incluye:
1) Trastorno de déficit de atención.
2) Síndrome de déficit de atención con hiperactividad.
Excluye:
Trastorno hipercinético asociado a trastorno disocial (F90.1).
1) Trastorno de déficit de atención
El trastorno de déficit de atención se pone de manifiesto por una interrupción prematura de la
ejecución de tareas y por dejar actividades sin terminar.
Los chicos cambian frecuentemente de una actividad a otra, dando la impresión que pierden la atención
en una tarea porque pasan a entretenerse con otra (aunque estudios de laboratorio no demuestran con
precisión un grado extraordinario de distracción sensorial o perceptiva).
Estos déficits en la persistencia y en la atención deben ser diagnosticados sólo si son excesivos para la
edad y el CI del afectado.
2) Síndrome de déficit de atención con hiperactividad
Los rasgos cardinales son el déficit de atención y la hiperactividad. El diagnóstico requiere la
presencia de ambos, que deben manifestarse en más de una situación (por ejemplo, en clase, en la
consulta).
La CIE-10 requiere que el paciente presente al menos 6 síntomas
de inatención, 3 de hiperactividad y 1 de impulsividad (6+3+1) que provoquen disfunción en al
menos dos ambientes.
La hiperactividad implica una inquietud excesiva, en especial en situaciones que requieren una relativa
calma. Dependiendo de las circunstancias, puede manifestarse como saltar y correr sin rumbo fijo,
como la imposibilidad de permanecer sentado cuando es necesario estarlo, por una verborrea o
alboroto o por una inquietud general acompañada de gesticulaciones y contorsiones.
El criterio para la valoración de si una actividad es excesiva está en función del contexto, es decir, de lo
que sería de esperar en esa situación concreta y de lo que sería normal teniendo en cuenta la edad y el
CI del niño. Este rasgo comportamental es más evidente en las situaciones extremas y muy
estructuradas que requieren un alto grado de control del comportamiento propio.
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Temario para Personal Laboral de la Junta de Andalucía Convocatoria Psicólogos 2018
Se trata de un síndrome más severo y menos frecuente que el definido por el DSM-IV (es más
difícil cumplir criterios CIE-10 que DSM-IV). Por lo tanto, utilizando los criterios diagnósticos de la CIE-
10 un niño con síntomas severos de inatención, pero sin síntomas de hiperactividad o impulsividad, no
recibiría el diagnóstico de TDAH, quedando sin detectar (falso negativo).
En Europa finalmente se ha aceptado el concepto DSM-IV de TDAH, y el trastorno hipercinético se
entiende como una forma más grave de TDAH.
Edad adulta
También hacerse el diagnóstico de trastorno hipercinético en adultos. Los fundamentos son los
mismos, pero el déficit de atención y la hiperactividad deben valorarse en relación con la evolución
de cada caso. Cuando la hipercinesia se presentó únicamente en la infancia y en el curso del tiempo ha
sido sustituida por otra entidad como un trastorno de la personalidad o un abuso de sustancias, debe
codificarse la entidad actual en lugar de la pasada.
Excluye:
Trastornos generalizados del desarrollo (F84.-).
Trastornos de ansiedad (F41 o F93.0).
Trastorno del humor (afectivos) (P30-F39).
Esquizofrenia (F20.-).
El DIAGNOSTICO DIFERENCIAL con otros trastornos mentales incluye prácticamente toda la psicopatología,
desde la hiperactividad normal de niños pequeños hasta los trastornos más graves del desarrollo.
• Hiperactividad normal de los niños pequeños.
• T. Reactivos (Adaptativos, T. Stress Postraumático).
• T. de Ansiedad.
• T. Humor.
• T. Generalizado del Desarrollo.
• Esquizofrenia y otros T. Psicóticos.
• T. Relacionado con Sustancias.
• Retraso Mental.
• C.I. Alto en contextos poco estimulantes.
• T. Negativista Desafiante y T. Disocial.
• T. del Aprendizaje.
• T. de Vinculación en la Infancia.
Algunos trastornos pueden ser también comórbidos, la posibilidad de ir añadiendo otros diagnósticos se deja a
criterio clínico (si el trastorno no aparece solo en el curso de otro, si puede o no ser secundario, si produce un
deterioro importante y merece ser atendido específicamente etc.).
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA1
El tratamiento del TDAH debería ser multimodal e individualizado, teniendo en cuenta al paciente y a
su familia. El objetivo del tratamiento multimodal es disminuir los síntomas al mismo tiempo que se
reducen las complicaciones derivadas del trastorno y el impacto negativo que puede tener en la
vida de los pacientes y de su entorno.
1
http://www.tdahytu.es/tratamiento-psicologico/
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Según la Guía de Práctica Clínica sobre el TDAH en niños y Adolescentes hay dos terapias
que han demostrado evidencia científica para el TDAH: la terapia conductual y la cognitiva.
También recomienda la terapia cognitivo-conductual como tratamiento inicial cuando se den
las situaciones siguientes:
TDAH leve
Impacto mínimo del TDAH en la vida del niño
Los padres y los profesores discrepan mucho sobre la frecuencia de los síntomas.
Los padres rechazan el tratamiento con medicación.
En los niños que sean menores de 5 años.
.Terapia conductual
Analiza la conducta e identifica los factores que hacen que la conducta sea inadecuada, se determinan
las conductas que se desea cambiar y se establecen unos objetivos. A partir de ahí se organiza un plan
para ir modificando el comportamiento que se quiere eliminar.
.Técnicas operantes
Refuerzo positivo
Es un procedimiento mediante el cual se presenta un estímulo “bueno” (algo que le gusta o le interesa)
después de la realización de una conducta aumentando la probabilidad de que la conducta vuelva a
producirse.
Economía de fichas
Este sistema establece una serie de conductas específicas y unos premios que se podrán conseguir al
respetarlas. Esta técnica pretende fomentar las buenas conductas (reforzamiento positivo – al conseguir
fichas) y disminuir las conductas indeseadas (castigo negativo – al perder fichas).
Extinción
Es el modelo más utilizado para reducir una conducta. Se trata de disminuir la respuesta reforzada a un
comportamiento indeseado, para lo cual es fundamental determinar qué es lo que está reforzando ese
comportamiento, para dejar de reforzarlo.
Tiempo fuera
Está técnica pretende privar al niño de cualquier reforzador que pueda tener en el contexto de una mala
conducta, aislándolo durante un corto período de tiempo (1 a 5 minutos). Se le debe explicar
previamente al niño (sin mostrar mucha atención) que su comportamiento no es el correcto y que
dispone de un momento aislado para reflexionar sobre ello.
Sobrecorrección
Se aplica cuando hay un comportamiento negativo y se le pide que rectifique lo que ha hecho mal y
restaurar el daño que ha hecho. En el caso de la sobrecorreción de práctica positiva, la persona que ha
hecho algo mal, debe repetir una conducta positiva que se le indique.
.Terapia cognitiva
La cognición está compuesta de procesos como el aprendizaje, la atención, la memoria, la toma de
decisiones… Y la terapia cognitiva lo que pretende es identificar cuáles de estos procesos están
creando problemas, y trabaja para cambiarlos por otros más adecuados.
.Autoinstrucciones
Es una técnica de cambio de comportamiento en el que se modifican los pensamientos, sustituyéndolos
por otros que pueden ser más útiles y efectivos para alcanzar los objetivos o metas que se proponga el
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paciente. Estas autoinstrucciones se las da el paciente a sí mismo, para dirigir de esta forma su forma
de actuar: “Voy a escuchar al profesor”, “Tengo que cruzar la calle con cuidado”…
.Técnicas de autocontrol
Gran parte de los problemas de autocontrol se pueden corregir aprendiendo a moderarse para
reducir comportamientos impulsivos que son inmediatamente gratificantes, pero que a medio plazo
no son beneficiosos.
Para realizar un programa de autocontrol, se pueden seguir los siguientes pasos:
– Detectar cual es el problema y establecer los objetivos que se quieren conseguir.
– Comprometerse a modificar su propia conducta.
– Registrar los datos e identificar las causas del problema.
– Diseñar y aplicar un programa de tratamiento del problema.
– Prevenir la recaída y lograr que la mejora perdure.
.Técnicas de inhibición de respuesta
Básicamente este entrenamiento consiste en “párate y piensa”, que consiste en realizar un
entrenamiento ante una señal visual de stop para inhibir una respuesta y tomar decisiones.
Pararse
De esta forma se inhibe la respuesta que inicialmente íbamos a tener. En ese momento hay que
analizar qué es lo que ha ocurrido y tomar consciencia de la situación.
No actuar
Entrenar así la capacidad de demora, controlando el impulso y recapacitando sobre la respuesta
adecuada que se debe dar.
Pensar
Pensar en cómo se puede solucionar el problema y las alternativas posibles, y las consecuencias que
pueden tener cada una de ellas.
Planificar
Decidir cuál de las alternativas es la mejor y decidir cómo se debe actuar.
Actuar
Es importante mantener la atención frente a la distracción o la tentación de hacer algo.
Autoevaluación
Esta etapa es fundamental para seguir aprendiendo y también para valorar cómo hemos gestionado la
situación.
.Técnicas de resolución de problemas
La terapia de resolución de problemas es una estrategia de intervención clínica que consiste en la
presentación y práctica de un método estructurado en una serie de pasos, con el objetivo de ayudar al
paciente a resolver sus propios problemas, mejorando las competencias sociales y disminuyendo el
malestar psicológico que éste pueda padecer.
Imaginar el pasado y el futuro
El paciente debe visualizar en su mente el recuerdo de una situación del pasado similar a la que en ese
momento debe enfrentarse. El psicólogo va a ayudar al paciente a fijarse en los estímulos significativos
y apropiados de la situación que nos dan información sobre lo que está pasando y sobre cómo actuar.
La ayuda a analizar el significado.
Autoevaluación reforzada
Además de aprender a autoevaluarse, en este paso se trabaja el que el paciente sea capaz de realizar
una valoración más objetiva y ajustada a la realidad de las cosas que hace y de cómo reacciona ante
ellas.
Vigilancia cognoscitiva
Permite trabajar la conciencia de atención del paciente. Se utiliza el sonido de una campana a intervalos
regulares para enseñarle a responder ante ese estímulo recordándole que debe estar atento a la tarea
que está llevando a cabo para poder resolverla correctamente.
.Entrenamiento en habilidades sociales
.¿Qué son habilidades sociales?
Sonreír – Saludar – Hacer favores – Cortesía – Ayudar – Cooperar – Compartir – Unirse al juego –
Iniciar, mantener y terminar conversaciones – Expresar y recibir emociones – Saber defender derechos
y opiniones asertivamente – Identificar y solucionar problemas.
Como ya hemos visto, es probable que las personas con TDAH tengan problemas relacionados con el
manejo de las habilidades sociales. Esto implica problemas para relacionarse de forma satisfactoria con
los demás, familiares, pareja, hermanos, compañeros de colegio o trabajo.
Cuando hablamos de estas dificultades que desarrollan los niños con TDAH y que influyen en sus
relaciones a lo largo de su vida, hablamos de un problema que viene de un escaso desarrollo de
habilidades como la empatía, la asertividad, la comunicación verbal y no verbal, la negociación o la
resolución de conflictos sociales… Que son imprescindibles para regular las relaciones sociales y evitan
que se desarrollen conductas inadecuadas, que pueden acarrear rechazo por parte de los demás,
burlas, críticas, etc.
Para mejorar estas habilidades sociales, se emplean técnicas de terapia cognitivo-conductual,
generalmente en grupo, trabajando aspectos como:
– Autoestima, comunicación emocional.
– Entrenamiento en asertividad.
– Reglas de sociabilización.
– Entrenamiento en conductas prosociales.
– Habilidades de competencia social.
.Entrenamiento para padres
El entrenamiento para padres y las intervenciones a nivel familiar han demostrado ser efectivas en
muchas ocasiones. Las sugerencias que se hacen a continuación sólo pretenden establecer un marco
de trabajo que sirva de guía para trabajar la relación paternofilial mediante una mejor comunicación
y atención al desarrollo del niño con TDAH.9
En el entrenamiento para padres se trabaja sobre los siguientes puntos:
– Identificar las situaciones que generan problemas específicos y los problemas de comportamiento
que generan. Así como los elementos que precipitan las conductas disruptivas. Es importante registrar
la evolución constantemente.
– Analizar las consecuencias positivas y negativas de los comportamientos apropiados y no
apropiados con los padres.
– En el caso de que en la relación padre-hijo se produzcan muchos roces y pocas interacciones
positivas, se trabaja para reforzar las habilidades de los padres durante las sesiones para el mejor
manejo de las situaciones.
– Enseñar a los padres métodos de comunicación efectiva para establecer normas y llevar el
mando (establecer contacto visual, dando órdenes de una en una, dando órdenes en un contexto
positivo…).
– Establecer consecuencias negativas apropiadas para cada problema de comportamiento
específico. Las consecuencias deben estar estrechamente relacionadas con el problema en sí.
– Utilizar sistemas de economía de fichas para los problemas de conducta constantes. Los padres
pueden así aprender a penalizar y recompensar conductas negativas y positivas.
– En el caso de problemas de conducta más graves, se enseña a emplear técnicas de tiempo fuera.
Es importante comprender bien cómo funciona y cómo debe emplearse para que no se convierta en un
castigo sin aprendizaje.
b. TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta (243)
313.81 (F91.3). Trastorno negativista desafiante (243)
Especificar la gravedad actual: Leve, Moderado, Grave
312.34 (F63.81). Trastorno explosivo intermitente (244)
___.__ (__.__). Trastorno de la conducta (246)
Especificar si: 312.81 (F91.1). Tipo de inicio infantil 312.82 (F91.2). Tipo de inicio adolescente
312.89 (F91.9). Tipo de inicio no especificado Especificar si: Con emociones prosociales limitadas
Especificar la gravedad actual: Leve, Moderado, Grave
301.7 (F60.2). Trastorno de la personalidad antisocial (249)
312.33 (F63.1). Piromanía (249)
312.32 (F63.2). Cleptomanía (250)
312.89 (F91.8). Otro trastorno destructivo, del control de los impulsos y de la conducta
especificado (250)
312.9 (F91.9). Trastorno destructivo, del control de los impulsos y de la conducta no
especificado (251)
Discusiones/actitud desafiante
4. Discute a menudo con la autoridad o con los adultos, en el caso de los niños y los
adolescentes.
5. A menudo desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de
autoridad o normas.
6. A menudo molesta a los demás deliberadamente.
7. A menudo culpa a los demás por sus errores o su mal comportamiento. Vengativo
8. Ha sido rencoroso o vengativo por lo menos dos veces en los últimos seis meses.
Nota: Se debe considerar la persistencia y la frecuencia de estos comportamientos para
distinguir los que se consideren dentro de los límites normales, de los sintomáticos. En los niños
de menos de cinco años el comportamiento debe aparecer casi todos los días durante un
periodo de seis meses por lo menos, a menos que se observe otra cosa (Criterio A8). En los
niños de cinco años o más, el comportamiento debe aparecer por lo menos una vez por semana
durante al menos seis meses, a menos que se observe otra cosa (Criterio A8). Si bien estos
criterios de frecuencia se consideran el grado mínimo orientativo para definir los síntomas,
también se deben tener en cuenta otros factores, por ejemplo, si la frecuencia y la intensidad de
los comportamientos rebasan los límites de lo normal para el grado de desarrollo del individuo,
su sexo y su cultura.
B. Este trastorno del comportamiento va asociado a un malestar en el individuo o en otras
personas de su entorno social inmediato (es decir, familia, grupo de amigos, compañeros de
trabajo) o tiene un impacto negativo en las áreas social, educativa, profesional u otras
importantes.
C. Los comportamientos no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno psicótico,
un trastorno por consumo de sustancias, un trastorno depresivo o uno bipolar. Además, no se
cumplen los criterios de un trastorno de desregulación perturbador del estado de ánimo.
Especificar la gravedad actual:
Leve: Los síntomas se limitan a un entorno (p. ej., en casa, en la escuela, en el trabajo, con los
compañeros).
Moderado: Algunos síntomas aparecen en dos entornos por lo menos.
Grave: Algunos síntomas aparecen en tres o más entornos.
ii. CLASIFICACIÓN CIE-10
F90-98 Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual en la infancia y
adolescencia
F91 Trastornos disociales
F92 Trastornos disociales y de las emociones mixtos
La CIE-10 engloba bajo el término Trastorno Disocial las entidades TND, y añade apellidos en función
de sus características. Así encontramos: TD desafiante y oposicionista (“la diferencia clave [con el
resto de TD] es la ausencia de violación de las leyes o de los derechos fundamentales de los demás”);
TD limitado al contexto familiar (“es posible que […] no implique el mal pronóstico general de TD
generalizados”); TD en niños no socializados y TD en niños socializados.
Admite además, como entidades diferenciadas, los diagnósticos de Trastorno hipercinético disocial
(TD más TDAH) y TD depresivo (TD más depresión). En relación con este último punto es obligado
recordar que hasta un tercio de los niños prepuberales con depresión mayor presentan un trastorno de
conducta concomitante (Puig-Antich, 1982). Las comorbilidades más frecuentes de los trastornos del
comportamiento se enumeran:
Depresión Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
Trastornos de ansiedad
Trastornos del aprendizaje
Abusos de sustancias
Trastorno de somatización
NOTA PREVIA: Aunque cada cultura -incluyendo en este concepto a las familias- espera y tolera de
forma diferente las extralimitaciones de sus hijos, hay faltas de respeto consideradas graves
universalmente. Esta distinción es importante para el diagnóstico, pues para emitir el diagnóstico de
TND o de TD se debe haber constatado que la frecuencia, intensidad y duración de los síntomas
superan lo normativo, y además que no se padece otra enfermedad psiquiátrica que justifique los
síntomas y que sus consecuencias sociales, académicas o laborales son notorias clínicamente. A
diferencia del TDAH, no es necesario que estas conductas perturbadoras estén presentes en varios
ambientes.
Parece aceptado que el TDAH más frecuentemente que otros trastornos mentales se asocian a
Trastornos de Conducta, sobre todo el tipo Combinado. Un 50% de los casos tienen un Trastorno
Desafiante o Trastorno Disocial comórbido. El Síndrome de La Tourette se asocia al TDAH en el
50% de los casos, pero no al revés, la mayoría de los niños con TDAH no desarrollan Síndrome de La
Tourette, cuando se dan juntos, el inicio del TDAH suele preceder al síndrome de La Tourette. Para la
CIE 10 el problema fundamental para el diagnóstico radica en la diferenciación con el Trastorno
Disocial, el Trastorno Hipercinético tiene prioridad. No obstante, en los trastornos disociales son
frecuentes los grados leves de hiperactividad y alteración de la atención. Cuando están presentes tanto
los rasgos de TDAH como los de trastorno disocial, si la hiperactividad es intensa y generalizada el
diagnóstico será trastorno hipercinético disocial (F.90.1).
Históricamente se consideraba al Trastorno Negativista y Desafiante (TND) como un precursor del
TRASTORNO DISOCIAL, es cierto que los niños y adolescentes que progresan desde el TND hasta el
TD, mantienen sus características de oposición, pero existe cierta evidencia de que son dos trastornos
independientes. Muchos niños con TND nunca llegan a desarrollar un TD y cuando el TD se manifiesta
en la adolescencia, muchas veces no está relacionado con un TND.
La manifestación clínica diferenciadora más importante entre ambos trastornos es que en el TD
se violan los derechos básicos de los demás, mientras que en el TND, la hostilidad y el negativismo no
llegan a violar seriamente los derechos de los demás.
Otros trastornos que se deben descartar son los siguientes:
1. Trastornos del Estado de Ánimo
2. Trastorno Depresivo Mayor Grave
3. Trastorno Bipolar
4. Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad
5. Trastornos del Aprendizaje
6. Trastornos inducidos por Consumo de Sustancias
7. Trastorno Obsesivo Compulsivo
8. Trastorno de Gilles de la Tourette
9. Trastornos Profundos del Desarrollo (Autismo)
Por lo general, los niños y adolescentes que manifiestan los síntomas del TD a una edad temprana,
presentan un gran número de síntomas y son quienes con más frecuencia tienen peor pronóstico. En
parte esto se debe a que los niños y adolescentes con TD grave parecen ser los más vulnerables para
sufrir otros trastornos a lo largo de su vida y por lo tanto más problemas, lo que hace un peor
pronóstico. En un TD leve, sin otros trastornos adicionales y con un funcionamiento intelectual normal,
el pronóstico es bueno.
En el DSM-V, los TD se clasifican como TRASTORNOS DE CONDUCTA.
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos
básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia
en los doce últimos meses de por lo menos tres de los quince criterios siguientes en cualquier de las
categorías siguientes, existiendo por lo menos uno en los últimos seis meses:
Agresión a personas y animales
1. A menudo acosa, amenaza o intimada a otros.
2. A menudo inicia peleas.
3. Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros (p. ej., un bastón, un ladrillo, una
botella rota, un cuchillo, un arma).
4. Ha ejercido la crueldad física contra personas.
5. Ha ejercido la crueldad física contra animales.
6. Ha robado enfrentándose a una víctima (p. ej., atraco, robo de un monedero, extorsión, atraco a
mano armada).
7. Ha violado sexualmente a alguien. Destrucción de la propiedad
8. Ha prendido fuego deliberadamente con la intención de provocar daños graves.
9. Ha destruido deliberadamente la propiedad de alguien (pero no por medio del fuego). Engaño o robo
10. Ha invadido la casa, edificio o automóvil de alguien.
11. A menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones (p. ej. “engaña” a
otros).
12. Ha robado objetos de valor no triviales sin enfrentarse a la víctima (p. ej., hurto en una tienda sin
violencia ni invasión; falsificación). Incumplimiento grave de las normas
13. A menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres, empezando antes de los 13
años. Trastorno de la conducta
14. Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un hogar de
acogida, por lo menos dos veces o una vez si estuvo ausente durante un tiempo prolongado.
15. A menudo falta en la escuela, empezando antes de los 13 años.
B. El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo en las áreas
social, académica o laboral.
C. Si la edad del individuo es de 18 años o más, no se cumplen los criterios de trastorno de la
personalidad antisocial.
Especificar si: 312.81 (F91.1) Tipo de inicio infantil: Los individuos muestran por lo menos un
síntoma característico del trastorno de conducta antes de cumplir los 10 años. 312.82 (F91.2) Tipo de
inicio adolescente: Los individuos no muestran ningún síntoma característico del trastorno de
conducta antes de cumplir los 10 años. 312.89 (F91.9) Tipo de inicio no especificado: Se cumplen
los criterios del trastorno de conducta, pero no existe suficiente información disponible para determinar
Para Kazdin y Whitley (2006) los programas de entrenamiento parental han demostrado
mejorías importantes en la conducta infantil observándose también cambios en el funcionamiento
familiar y la autoestima de los padres entre otros. A su vez, los programas de entrenamiento en
habilidades sociales son indispensables puesto que los datos nos alertan de las consecuencias
negativas y de la incompetencia social, lo que se relaciona con un variado elenco de desajustes y
dificultades como son baja aceptación, rechazo, ignorancia y aislamiento, problemas emocionales y
escolares, desajustes psicológicos entre otros (Goldstein, Sprafkin, Gershaw, y Klein, 1989).
Además, podemos seguir las siguientes pautas:
• Genere confianza – establezca límites, pero ofrezca un refuerzo positivo incondicional.
• Identifique los patrones conductuales.
• Reúnase con la familia y el niño para firmar contratos (todos firman) sobre cuestiones básicas. Limite
estos acuerdos a tres o cuatro puntos cada vez.
• Explore los sentimientos negativos u hostiles y ofrezca formas alternativas de expresarlos.
• Utilice la interpretación paradójica, reformule la conducta.
• Enseñe los valores del respeto y la reciprocidad.
• Enseñe a los padres a cambiar las estrategias de defensa y ataque.
• Enseñe al joven cómo “formular una queja” – asertividad frente a agresividad.
• Utilice juegos de mesa para reforzar el respeto a las normas, extrapólelas a la vida social.
• Desarrolle consecuencias para las conductas problemáticas, incluyendo el coste de respuesta y los
tiempos muertos.
• Simplifique las actuaciones de los padres con el objetivo de aumentar la efectividad.
• Utilice sistemas conductuales que incluyan reforzadores positivos (adapte la "economía de fichas" a la
edad del niño).
• Exponga y corrija los conflictos parentales.
• Apoye las consecuencias legales de las conductas perturbadoras.
Manejo de la ira:
• Fomente las consecuencias naturales.
• Utilice la restitución y los trabajos sociales en los casos de infracción de leyes o de daños a la
propiedad, etc.
• Si es detenido, póngase en contacto con la Fiscalía de Menores.
• Establezca normas claras.
• Enseñe responsabilidad enfrentando la agresividad y las quejas. Practique la inversión de roles.
• Enseñe estrategias de autocontrol – respiración profunda, “párate, mira, escucha, piensa”, relajación
progresiva, tiempos muertos autoimpuestos, ejercicio, técnica de la silla vacía, etc.
• Estimule las recompensas, “descubrir” al niño haciendo cosas positivas, dedicar más tiempo de ocio al
niño.
• Ayude al niño a perdonar a aquellos que provocan su ira utilizando cartas, la técnica de la silla vacía,
etc.
• Ayude al niño a hacer una lista de las experiencias que le provocan sentimientos de enfado y
decepción, e identifique y exprese las necesidades no cubiertas.
• Ayude al niño a sustituir sus pensamientos irracionales por afirmaciones autodescriptivas positivas.
• Estimule los servicios comunitarios o el trabajo con el fin de aumentar la responsabilidad, la autonomía
y el crecimiento personal.
• Proteja al niño de los abusos. Anime a los padres a no utilizar castigos corporales.
No olvide la necesidad de apoyo y soporte:
• Las familias de niños con TND pueden necesitar apoyo para mantener al niño en la familia y que esta
no se resienta.
• Los niños pueden precisar apoyo escolar o tutores particulares.
• Las familias pueden necesitar un “respiro” de vez en cuando, especialmente en momentos de
conflictos mantenidos.
• El niño y su familia pueden necesitar un abordaje multisistémico para coordinar los servicios
disponibles (incluyendo los judiciales, los educativos, los de control de tóxicos, etc.).
• El entrenamiento "in situ" (en casa) puede ser útil para introducir un modelado de roles apropiado para
modificar las pautas educativas, cuando éstas son clave.
• Es posible que se necesite entrenar al niño sobre cómo reintegrarse en la sociedad y en actividades
lúdicas.
• En muchas ocasiones el cambio de amistades es básico para evitar influencias negativas y lograr un
modelado de roles apropiado.
2. TRASTORNOS MOTORES:
a. TRASTORNO DEL DESARROLLO DE LA COORDINACIÓN (TDC)
i. CLASIFICACIÓN DEL DSM-V
El DSM-5, el TDC se subdivide como un “Trastorno motor” dentro de la categoría de "Trastornos
del neurodesarrollo”. El DSM-5 define al niño con “Trastorno del desarrollo de la coordinación (TDC)”
como aquel en el que “la adquisición y ejecución de habilidades de coordinación motora están muy por
debajo de lo esperado para la edad cronológica del individuo”. Las dificultades se manifiestan como
torpeza, lentitud e imprecisión en la realización de habilidades motoras; como coger un objeto, utilizar
tijeras o cubiertos, escribir, montar en bicicleta o practicar deportes. Estos falencias interfieren de forma
significativa y persistente con las actividades de la vida diaria, y afecta a la productividad
académica/escolar, a las actividades, y al juego. (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).
El DSM-5 incluye a diferencia del DSM-IV-TR el indicar que el inicio de los síntomas ocurre
durante el periodo de desarrollo.
Trastornos motores (41)
315.4 (F82). Trastorno del desarrollo de la coordinación (41)
307.3 (F98.4). Trastorno de movimientos estereotipados (42)
Especificar si: Con comportamiento autolesivo, Sin comportamiento autolesivo
Especificar si: Asociado a una afección médica o genética, trastorno del desarrollo neurológico o factor
ambiental conocidos Especificar la gravedad actual: Leve, moderado, grave
Use código adicional si desea identificar cualquier afección médica y retraso mental.
No habla tan bien como los otros niños de su misma edad y podría no decir palabras hasta los 3
años de edad
Signos de alerta en preescolar y en los primeros años de primaria
Se tropieza con frecuencia con las personas y las cosas
Tiene dificultad para aprender a saltar
Tarda en desarrollar el dominio de la mano derecha o la izquierda
Se le caen objetos frecuentemente o tiene dificultad para sostenerlos
Tiene dificultad para sostener lápices y para escribir y dibujar
Le cuesta trabajo utilizar botones, cremalleras y broches
Habla lentamente o no puede pronunciar las palabras
Tiene dificultad para hablar a la velocidad, al volumen y tono apropiado
Tiene problemas para jugar e interactuar con otros niños
Signos de alerta en primaria y en la escuela media
Trata de evitar los deportes y las clases de educación física
Tarda mucho tiempo en escribir debido a su dificultad para agarrar los lápices y trazar las letras
Tiene problemas para mover objetos de un lugar a otro, como por ejemplo, las piezas de un
juego de mesa
Tiene problemas con los juegos y las actividades que requieren coordinación del ojo y la mano
Le cuesta trabajo seguir y recordar instrucciones
Le cuesta permanecer parado por largo tiempo, debido a la debilidad del tono muscular
Signos de alerta en bachillerato
Tiene dificultad con los deportes que incluyen saltar y montar bicicleta
Tiende a caerse y tropezarse, choca con cosas y personas
Podría hablar continuamente y ser repetitivo
Podría olvidar y perder cosas
Tiene problemas para darse cuenta de las señales no verbales de los otros
Con tratamiento y apoyo, los niños con dispraxia pueden mejorar sus tonos musculares y la
coordinación con el paso del tiempo.
iii. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA
Terapeutas
Existen varias terapias que pueden ayudar. El maestro de su hijo o su médico pueden ayudarlo a
encontrar a profesionales capacitados en las siguientes especialidades:
Terapia ocupacional: Un terapeuta ocupacional puede ayudar a su hijo a desarrollar las
habilidades diarias necesarias para progresar dentro y fuera de la escuela. Esto incluye, aprender a
utilizar un cuchillo o escribir de modo legible.
Terapia del habla: Un patólogo del habla y del lenguaje puede determinar las dificultades que
su hijo tiene al hablar y sugerir ejercicios específicos que pueden ayudarlo a comunicarse más
claramente.
La figura del terapeuta ocupacional podrá, además, realizar una exhaustiva evaluación funcional
del niño, donde valorará principalmente la planificación motora del niño y como está afectando esto a su
vida diaria (en el juego y las actividades escolares). Es recomendable que el terapeuta ocupacional que
realice el tratamiento, esté especializado en Integración Sensorial. Este enfoque ha reportado
importantes resultados en el tratamiento de la Dispraxia. Esta teoría fue desarrollada por Jean Ayres,
terapeuta ocupacional estadounidense que estudió el desarrollo sensorial en los niños y su relación con
las dificultades de aprendizaje.
Existe un dispositivo tecnológico que ayuda a potenciar la planificación motora general del
cuerpo llamado Metrónomo Interactivo (MI). El MI ayuda a educar al cerebro para que planifique,
ordene y procese información de un modo más efectivo. El dispositivo funciona produciendo un sonido
que se oye a través de auriculares, desafiando a los participantes a hacer coincidir de manera activa la
señal auditiva o visible con la planificación motriz.
La escuela de su hijo
Si su hijo ha sido diagnosticado con dispraxia y ha sido evaluado para obtener servicios
especiales, la escuela ofrecerá un plan de apoyos y adaptaciones, como excusar a su hijo de las clases
de gimnasia.
b. TRASTORNO DE MOVIMIENTOS ESTEREOTIPADOS Y TRASTORNOS POR TICS.
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
Trastornos motores (41)
315.4 (F82). Trastorno del desarrollo de la coordinación (41)
307.3 (F98.4). TRASTORNO DE MOVIMIENTOS ESTEREOTIPADOS (42)
A. Comportamiento motor repetitivo, aparentemente guiado y sin objetivo (p. ej., sacudir o agitar las manos,
mecer el cuerpo, golpearse la cabeza, morderse, golpearse el propio cuerpo).
B. El comportamiento motor repetitivo interfiere en las actividades sociales, académicas u otras y puede dar lugar
a la autolesión.
C. Comienza en las primeras fases del período de desarrollo.
D. El comportamiento motor repetitivo no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o una
afección neurológica y no se explica mejor por otro trastorno del desarrollo neurológico o mental (p. ej.,
tricotilomanía [trastorno de arrancarse el cabello], trastorno obsesivo-compulsivo).
Especificar si: Con comportamiento autolesivo (o comportamiento que derivaría en lesión si no se emplearan
medidas preventivas). Sin comportamiento autolesivo
TRASTORNOS DE TICS
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un trastorno de tics o de un trastorno específico del desarrollo neurológico, e incluye presentaciones en las que no
existe suficiente información para hacer un diagnóstico más específico.
3
VACACELA GIA, Ingrid Pamela, 2015.
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niño tome conciencia del movimiento nervioso o tic que está realizando y respondiendo con otro
movimiento competitivo, por ejemplo (si el niño se encoge de hombros y está sentado, la respuesta
contraria sería agarrar fuertemente la silla), el psicólogo será el encargado de dar a conocer las
respuestas competitivas a cada uno de los tics realizados por el niño. “No hay que olvidar que a la
escuela no se asiste únicamente para aprender contenidos curriculares, también se enseña y se
aprende a convivir con los demás, a trabajar en grupo y a desarrollarse como individuo social.”
(Carmen, 2010). Si bien entendemos nuestra cultura o la sociedad en donde vivimos influye
simbólicamente en la formación de nuestra personalidad. Ahora la integración entre compañeros hará
que el niño interactúe mucho más con ellos, puede ser a través de actividades diarias que el maestro
proponga. Se puede implementar algunas estrategias educacionales para que la integración del niño
sea más eficaz dentro del aula de clases. Estas podrían ser las siguientes:
- Se debe brindar conocimientos amplios a otros estudiantes acerca del Trastorno de tics
motores o vocales persistente (crónico), animar al estudiante a que proporcione sus propias
explicaciones según su subjetividad, y también animar a los compañeros del paciente a que no hagan
caso alguno a los tics que éste involuntariamente efectúa, por lo menos la mayor parte del tiempo
posible.
- Estimular al estudiante a realizar responsabilidades especiales, las cuales ayudarán en el
aumento de la autoestima. Estimular sus habilidades al cien por ciento en la música, el arte, los
deportes, u otras áreas. Se ha demostrado que la música ayuda al estudiante a obtener mejores
resultados académicos, esta actividad mejora la capacidad de memoria, la habilidad para resolver
problemas matemáticos y de razonamiento, desarrollando la creatividad e imaginación.
Cuando un niño elige un instrumento, aprende que si realiza el ejercicio, si lo trabaja, las cosas
resultan positivamente; de lo contrario fracasará. Luego de un breve tiempo reconocerá y valorará el
esfuerzo que hizo por aprender a tocar ese instrumento y cuando trabaja en equipo, por ejemplo (tocar
en una orquesta) será consciente de las responsabilidades del trabajo en conjunto.
El niño cuando hace arte plasma sus ideas a través de una visión personal y sin intereses,
relacionando lo real con lo imaginario. A la vez crea una sensibilidad que le permite conocer su yo
interno, fuera de paradigmas y con amplio criterio. El niño cuando dibuja, pinta o crea, no solamente nos
expone los elementos electos para dicha obra, sino que nos muestra una parte de sí mismos: cómo
actúa, cómo piensa y cómo se siente.
3. TRASTORNOS DE ANSIEDAD EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA (I).
a. ANSIEDAD
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
300.01 (F41.0). Trastorno de pánico (133)
A. Ataques de pánico imprevistos recurrentes. Un ataque de pánico es la aparición súbita de miedo
intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se
producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes: Nota: La aparición súbita se puede producir desde
un estado de calma o desde un estado de ansiedad.
1. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardiaca.
2. Sudoración.
3. Temblor o sacudidas.
4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
5. Sensación de ahogo.
6. Dolor o molestias en el tórax.
4
BADOS, A. (2001ª). Fobia social. Madrid: Síntesis.
sido superior al placebo en niños que presentaban trastorno de ansiedad por separación, fobias
específicas, fobia social o TAG (Eldar et al., 2012) y ha aumentado la eficacia de la TCC, aunque en
este caso el ECA y el ECA placebo han funcionado de modo similar (Shechner et al., 2014). Se
requieren nuevas investigaciones y que incluyan seguimiento.
Un estudio citado en NICE (2011) sugiere que la hipnoterapia es igual de eficaz que el
alprazolam. En otro estudio, la TCC y la terapia de aceptación y compromiso (Avdagic, Morrissey y
Boschen, 2015) funcionaron de modo similar y aunque la primera tuvo efectos más rápidos en algunas
variables, los resultados se igualaron a los 3 meses. Por otra parte, un estudio realizado con pacientes
con diversos trastornos de ansiedad sugiere que ambas terapias tienen, en general, una eficacia similar
a corto y medio plazo (Arch et al., 2012). Los datos del metaanálisis de Vøllestad, Nielsen y Nielsen
(2012) con pacientes con trastornos de ansiedad sugieren que las terapias basadas en la atención
plena, especialmente cuando se combinan con TCC, y las basadas en la aceptación reducen
sustancialmente la ansiedad y la depresión comórbida.
Vistos los resultados presentados hasta el momento, puede decirse que tanto la relajación
aplicada como diversas modalidades de TCC son tratamientos eficaces y recomendables para el TAG,
aunque la TCC ha sido la más ampliamente estudiada y la que se aplica con más frecuencia. Más
adelante se exponen varias intervenciones para adultos: TCC de Borkovec, TCC de Barlow, TCC de
Dugas y terapia metacognitiva de Wells. Estos programas se diferencian en la conceptualización del
TAG y en diversos aspectos tales como el uso o no de la relajación aplicada y de otros componentes
(resolución de problemas, organización del tiempo), el tipo de exposición empleada y el empleo de la
reestructuración para modificar el contenido de las preocupaciones o el de las creencias negativas y
positivas sobre las mismas o el de ambas. También se expondrá el tratamiento cognitivo-conductual
para niños con TAG desarrollado por Kendall (1994; Kendall et al., 1997).
Conviene señalar que ninguno de los programas de tratamiento existentes contempla todos los
componentes que pueden ser necesarios en un caso determinado. Así pues, en función del análisis
funcional realizado en cada caso, puede ser necesario considerar componentes no contemplados en la
TCC que se esté utilizando, tales como la reestructuración de las creencias negativas sobre las
preocupaciones y/o de las creencias perfeccionistas, el abordaje de dificultades interpersonales, la
aplicación de técnicas específicas para el insomnio y la organización el tiempo.
Los resultados de la TCC en la práctica habitual tienden a mantenerse al año según un
estudio con pacientes que presentaban diversos trastornos de ansiedad (DiMauro et al., 2013). Sólo
recayeron el 23% de los que habían mejorado y el 15% de los que se habían recuperado.
Específicamente para el TAG, el tamaño del efecto del pretratamiento al seguimiento estuvo dentro del
rango observado en los estudios de eficacia.
b. MIEDO Y FOBIAS.
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
300.23 (F40.10). Trastorno de ansiedad social (fobia social) (132)
A. Miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al
posible examen por parte de otras personas. Algunos ejemplos son las interacciones sociales (p. ej.,
mantener una conversación, reunirse con personas extrañas), ser observado (p. ej., comiendo o
bebiendo) y actuar delante de otras personas (p. ej., dar una charla). Nota: En los niños, la ansiedad se
puede producir en las reuniones con individuos de su misma edad y no solamente en la interacción con
los adultos.
B. El individuo tiene miedo de actuar de cierta manera o de mostrar síntomas de ansiedad que se
valoren negativamente (es decir, que lo humillen o avergüencen; que se traduzca en rechazo o que
ofenda a otras personas).
C. Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad. Nota: En los niños, el miedo o la
ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas, quedarse paralizados, aferrarse, encogerse o el
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acontecimiento). Sin embargo, también implica fijación de metas realistas y discusión de la mejor
estrategia para alcanzarlas, exposición en vivo y técnicas para aumentar el control emocional percibido
(exposición repetida y prolongada a la ansiedad en situaciones sociales al tiempo que se alienta al
paciente a aceptar los síntomas; uso del vídeo y de la retroalimentación del grupo para comprobar que
una cosa es lo que se siente y otra lo que los demás perciben). En concreto, la terapia se aplica en
12 sesiones de 2,5 horas. Las 6 primeras son en grupo; el resto comienzan en grupo, pero siguen con
exposición en vivo individual y terminan con la discusión en grupo de las experiencias. La exposición
dura 10-20 minutos y puede implicar contratiempos sociales: en algunas exposiciones, el terapeuta
acompaña al paciente.
El entrenamiento en habilidades sociales parece eficaz, ha sido igual de eficaz que la terapia
racional-emotiva en un estudio y que la exposición en otro (ambos citados en Stravynski et al., 2000).
Turner et al. (1994) han presentado la terapia para la efectividad social, un tratamiento
multicomponente que incluye secuencialmente a) educación sobre el trastorno, b) entrenamiento en
habilidades sociales (percepción/discriminación/interpretación, contacto interpersonal, hablar en público)
y c) exposición en vivo o imaginal, según las necesidades del paciente, y autoexposición en el medio
natural.
En otros estudios se compararon la reducción del estrés basada en la conciencia plena (ser
consciente momento a momento de los estados mentales y experiencias sin juzgarlos ni controlarlos)
con la TCC de Heimberg. Ambos grupos mejoraron por igual en estado de ánimo, discapacidad y
calidad de vida, pero el último fue superior en medidas de ansiedad social y en los porcentajes de
pacientes mejorados y recuperados.
En más, si se combina la TCC con la práctica de ejercicio (meta final de 5 sesiones de 30
minutos de paseo vigoroso a la semana) la eficacia del tratamiento es mayor para la ansiedad, la
depresión y el estrés.
En un estudio no controlado se halló que la integración de la exposición con la terapia de
aceptación y compromiso5 produjo cambios significativos en ansiedad social y en la calidad de vida en
el postratamiento y en el seguimiento a los tres meses.
En cuanto a material para el paciente, pueden mencionarse los libros de autoayuda de Pastor y
Sevillá (2000) y de Hope et al. (2000). En plan más breve, están las guías para el cliente de Bados
(2001ª) y Andrews et al. (2003). Botella, Baños y Perpiñá (2003) presentan también varios apéndices
interesantes con información sobre “miedo, ansiedad y fobias”, “la fobia social”, “el sistema de defensa y
el sistema de seguridad: modo agónico6 versus modo hedónico de funcionamiento”, “la reestructuración
cognitiva” y “la exposición”.
c. FOBIAS ESPECÍFICAS.
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
300.29 (___.__). Fobia específica (130)
A. Miedo o ansiedad intensa por un objeto o situación específica (p. ej., volar, alturas, animales,
5
La terapia de aceptación y compromiso no intenta modificar el contenido de las cogniciones o controlar las sensaciones, sino
que persigue la aceptación de las mismas de cara a conseguir las metas que uno valora en su vida. Además, incluye
técnicas que promueven la conciencia plena de las experiencias internas sin intentar analizarlas o modificarlas.
6
El modo agónico se pone de manifiesto al interactuar con personas que tienen una mayor jerarquía social o en situaciones de
competición. Permite reconocer y anticipar situaciones que implican amenaza (p.ej., expresiones de enfado o dominancia)
y reaccionar con cautela y sumisión para evitar las reacciones negativas. El modo hedónico entra en juego en situaciones
de cooperación y se caracteriza por confiar en los otros y buscar su colaboración, ayuda y protección. Dependiendo de las
circunstancias, uno u otro modo son más adecuados y todos funcionamos con ambos, aunque solemos funcionar en el
modo hedónico la mayor parte de las veces. Los fóbicos sociales tienen dificultades para funcionar dentro de este modo y
tienden a utilizar el modo agónico.
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7
BADOS, A. (2006)
Otras posibles estrategias que pueden emplearse son la respiración controlada, la relajación
aplicada, las autoinstrucciones.
La reestructuración cognitiva.
La exposición interoceptiva podría ser útil en determinadas fobias (claustrofobia, alturas,
conducir, atragantarse).
Otras estrategias especialmente útiles con niños son la comida, la risa, el juego, el enfado y la
presencia de personas en quienes confían.
Prevención de respuesta.
Modelado.
Contexto lúdico de la aplicación de la técnica de exposición en el caso de niños pequeños. La
técnica de las escenificaciones emotivas, desarrollada por Méndez y Macià (1988), combina el
modelado en vivo, la exposición gradual en vivo y el reforzamiento positivo en un contexto
lúdico; los componentes importantes parecen ser la EV, el reforzamiento positivo (economía de
fichas) y el juego (Orgilés, Méndez y Rosa, 2003).
Reforzamiento de las conductas de exposición a las situaciones temidas.
Posibilidad de controlar el estímulo temido.
Reforzamiento diferencial de tasas bajas. En el caso de los fóbicos esfintéricos que tienen que
orinar o defecar frecuentemente fuera de casa, se les pide que se abstengan de hacerlo durante
periodos progresivamente más largos al tiempo que se fomenta la exposición a lugares donde no
es fácil acudir a un lavabo.
TRATAMIENTO EN UNA SOLA SESIÓN8
Öst (1989b) ha propuesto un tratamiento para la mayoría de las fobias específicas que puede
llevarse a cabo en una sola sesión de hasta 3 horas. Los resultados han sido buenos tanto en el
postratamiento como en seguimientos al año y al cabo de varios años (M = 4); en el tratamiento de la
fobia a volar, el mantenimiento de los resultados no es tan bueno, al menos para aquellas personas a
las que su trabajo no les exige volar. Las fobias para las que ha sido probado el tratamiento son:
animales, sangre, inyecciones, volar y claustrofobia; existen también estudios no controlados con
tormentas y comer alimentos sólidos. Otras fobias que podrían ser adecuadas son alturas, ascensores y
oscuridad. Una posible excepción es la fobia a conducir.
Los estudios han sido conducidos con adultos, pero ya existe uno con niños y adolescentes de 7
a 17 años que presentaban fobias a animales, inyecciones, lugares cerrados y otras. El grupo que
recibió una sesión de tratamiento y el que la recibió con un progenitor presente mejoraron por igual y
más que un grupo de lista de espera. Las mejoras se mantuvieron en el seguimiento al año (Öst,
Svensson y cols., 2001).
d. MUTISMO SELECTIVO
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
313.23 (F94.0). Mutismo selectivo (130)
A. Fracaso constante de hablar en situaciones sociales específicas en las que existe expectativa por
hablar (p. ej., en la escuela) a pesar de hacerlo en otras situaciones.
B. La alteración interfiere en los logros educativos o laborales o en la comunicación social.
C. La duración de la alteración es como mínimo de un mes (no limitada al primer mes de escuela).
8
Bados, 2005.
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9
Tomado de RODRÍGUEZ, et. al., 1996.
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Tomando como referencia los resultados de los análisis topográfico y funcional, los objetivos
formulados y los recursos humanos y materiales disponibles, se procede a la confección del tratamiento
que más se ajuste al caso.
Concretamente, la mayoría de los tratamientos que se han mostrado eficaces han utilizado
reforzamiento, desvanecimiento estimular, economía de fichas, moldeamiento e instigación
(Sheridan, Kratochwill & Ramírez, 1995). Como norma general se puede sostener que, cuando el sujeto
todavía habla a una o más personas, al menos en una situación, los tratamientos psicológicos que
conllevan la exposición del sujeto son los que han resultado más útiles (en combinación con el manejo
de contingencias) para lograr tanto el incremento como la generalización del habla espontánea.
Cabe destacar la importancia que desde nuestro punto de vista tiene una buena evaluación
inicial (repertorios básicos de conducta, reforzadores, infraestructura humana y material disponible,
etc.), dado que un buen conocimiento de ellos permite al clínico incrementar la probabilidad de
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adherencia del sujeto al tratamiento, mediante el empleo de actividades gratas y de dificultad adaptada
en cada momento a las posibilidades de respuesta del sujeto. También es destacable el hecho de que la
intervención se produce en el contexto en el que aparece el problema.
4. TRASTORNOS DE ANSIEDAD EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA (II).
a. TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
309.21 (F93.0). Trastorno de ansiedad por separación (129)
A. Miedo o ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo del individuo concerniente a su
separación de aquellas personas por las que siente apego, puesta de manifiesto por al menos tres de
las siguientes circunstancias:
1. Malestar excesivo y recurrente cuando se prevé o se vive una separación del hogar o de las figuras
de mayor apego.
2. Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las figuras de mayor apego o de que
puedan sufrir un posible daño, como una enfermedad, daño, calamidades o muerte.
3. Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso (p. ej.,
perderse, ser raptado, tener un accidente, enfermar) cause la separación de una figura de gran apego.
4. Resistencia o rechazo persistente a salir, lejos de casa, a la escuela, al trabajo o a otro lugar por
miedo a la separación.
5. Miedo excesivo y persistente o resistencia a estar solo o sin las figuras de mayor apego en casa o en
otros lugares.
6. Resistencia o rechazo persistente a dormir fuera de casa o a dormir sin estar cerca de una figura de
gran apego.
7. Pesadillas repetidas sobre el tema de la separación.
8. Quejas repetidas de síntomas físicos (p. ej., dolor de cabeza, dolor de estómago, náuseas, vómitos)
cuando se produce o se prevé la separación de las figuras de mayor apego.
B. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, dura al menos cuatro semanas en niños y
adolescentes y típicamente seis o más meses en adultos.
C. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, académico, laboral u
otras áreas importantes del funcionamiento.
D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, como rechazo a irse de casa por
resistencia excesiva al cambio en un trastorno del espectro del autismo; delirios o alucinaciones
concernientes a la separación en trastornos psicóticos; rechazo a salir sin alguien de confianza en la
agorafobia; preocupación por una salud enfermiza u otro daño que pueda suceder a los allegados u
otros significativos en el trastorno de ansiedad generalizada; o preocupación por padecer una
enfermedad en el trastorno de ansiedad por enfermedad.
ii. CLASIFICACIÓN CIE-10
F93.0 Trastorno de ansiedad de separación en la niñez
Debe diagnosticarse cuando el temor a la separación constituye el foco de la ansiedad y cuando ésta
haya surgido durante los primeros años de la niñez.
Se diferencia de la ansiedad normal de separación cuando alcanza un grado (gravedad)
estadísticamente poco usual (incluida una persistencia anormal, más allá de la edad usual), como
también cuando se asocia con un funcionamiento social significativamente deteriorado.
clínica los autores muestran en la tabla siguiente una comparación entre estas dos condiciones,
distinguiendo factores de implicancia clínica que pueden ayudar al diagnóstico.
En el trastorno de ansiedad generalizada, otro trastorno por ansiedad que muchas veces se
confunde con el TAS, la ansiedad es excesiva y constante y no aparece sólo ante el alejamiento de la
figura vinculada, sino que también en otros temas de preocupación y temor para el niño como es su
rendimiento escolar, la salud de sus padres con pensamientos recurrentes sobre la muerte de estos. En
las crisis de angustia o pánico el temor en el niño se liga a la ansiedad o preocupación excesiva de
sufrir o repetir una crisis y no tanto a separarse de la figuras de apego. En la fobia social el temor se
centra en sentirse expuesto ante los demás. El rechazo escolar o la negativa de asistir al colegio
pueden formar parte del TAS y muchas veces encubre a éste último. Se debe estar alerta ante el
rechazo del niño de asistir a clases ya que esta situación puede deberse a una condición escolar
abusiva (bullying) que puede estimular ansiedad evitativa y angustia a la separación del hogar.
iii. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA10
Del estudio11 se concluye que los niños que han vivido una ruptura conyugal presentan niveles
de ansiedad por separación más elevados que los niños cuyos padres permanecen unidos. Manifiestan
además niveles de ansiedad general en el momento actual significativos, pero similares a los niños
cuyos padres no han roto su unión. Existen diversos factores que pueden contribuir a la adquisición del
trastorno de ansiedad por separación, entre ellos la separación brusca del niño de las figuras afectivas,
que constituye para él un suceso muy estresante. Al producirse una ruptura de pareja, suele ser común
que el niño resida con uno de los padres, con mayor frecuencia la madre, y permanezca con el padre
eventual-mente. Sin embargo, durante los períodos vacacionales el niño es traslado al hogar del padre,
siendo el contacto con la madre muy esporádico e incluso inexistente cuando la relación entre los
excónyuges es conflictiva. La separación de la madre en esas situaciones puede condicionar la
ansiedad del niño en ocasiones futuras, aumentando su vulnerabilidad a reaccionar de forma ansiosa
ante cualquier separación cotidiana. La cooperación entre los excónyuges y la ausencia de
desavenencias entre ellos favorece un contacto frecuente del niño con ambos, y por tanto puede reducir
su conducta de temor ante la ausencia de las figuras de apego y fomentar su confianza y autonomía.
Estudios controlados han documentado la efectividad de la Terapia Cognitivo Conductual
(TCC) en el tratamiento del TAS y otros trastornos de ansiedad en la infancia y adolescencia. La TCC
puede ser individual, grupal y con modalidad que involucre a los padres o cuidadores afectivos
del niño. Las principales intervenciones terapéuticas conductuales son: educación afectiva, uso de
técnicas cognitivas, intervenciones con exposición gradual con refuerzos positivos y técnica de
relajación. La educación afectiva se refiere a que el niño ansioso aprenda a identificar y a comprender
mejor los signos fisiológicos, conductuales y cognitivos que forman parte de la ansiedad como emoción.
Este modelo tripartito de la emoción le enseña al niño a distinguir entre sentimientos excesivos y poco
realistas de sentimientos armónicos y funcionales. En el proceso terapéutico el niño aprende un auto-
monitoreo de sus sensaciones, pensamientos y respuestas conductuales, de modo de
aprender estrategias de enfrentamiento a la angustia que le sean más funcionales y adaptativas.
La exposición gradual consiste en que el niño paulatinamente y de manera protegida enfrenta
situaciones temidas por él. Este proceso considera la habituación, principio formativo que postula la
declinación natural de la ansiedad asociada a situaciones temidas, si el niño las enfrenta
frecuentemente por períodos prolongados de tiempo. Para un mejor resultado debe contarse con la
cooperación de una persona que contenga y tranquilice al niño durante la exposición a lo temido.
El refuerzo positivo o premio, se debe utilizar para alentar el esfuerzo del niño al cambio conductual y
complementa las otras técnicas del TCC. La participación de los padres en la terapia de los trastornos
de ansiedad, mejora la reducción de los síntomas ansiosos al compararlas con terapias conductuales en
que los padres no participan activamente.
b. TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
300.02 (F41.1). Trastorno de ansiedad generalizada (137)
A. Ansiedad y preocupación excesiva (anticipación aprensiva), que se produce durante más días de los
que ha estado ausente durante un mínimo de seis meses, en relación con diversos sucesos o
actividades (como en la actividad laboral o escolar).
10
PACHECO, B. y VENTURA, T. (2009)
11
ORGILÉS, ESPADA y MÉNDEZ, 2008.
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Temario para Personal Laboral de la Junta de Andalucía Convocatoria Psicólogos 2018
Cuando se dan en conjunto los síntomas de ansiedad y de depresión, y son suficientemente graves
como para justificar diagnósticos separados, deben registrarse ambos y, por lo tanto, esta categoría no
deberá ser utilizada.
Depresión de ansiedad (leve o no persistente)
F41.3 Otros trastornos de ansiedad mixtos
Síntomas de ansiedad mezclados con rasgos de otros trastornos en F42 -F48. Ningún tipo de síntoma
es suficientemente grave como para justificar un diagnóstico, si es que se consideran aisladamente.
F41.8 Otros trastornos de ansiedad especificados
Histeria de ansiedad
F41.9 Trastorno de ansiedad, no especificado
Ansiedad SAI12
En comparación con el DSM-IV-TR y el DSM-5, los Criterios Diagnósticos de Investigación de la
CIE-10 (Organización Mundial de la Salud, 1994/2000) para el trastorno de ansiedad gene-realizada no
requieren que las preocupaciones sean excesivas y difíciles de controlar, se centran más en los
síntomas somáticos de ansiedad y exigen la presencia de 4 síntomas de 22 (entre los cuales se
incluyen 5 de los 6 síntomas que contienen el DSM-IV-TR y el DSM-5). Los 22 síntomas se dividen en:
- Síntomas autónomos (4): palpitaciones o taquicardia; sudoración; temblor o sacudidas; sequedad de
boca (no debida a medicación o deshidratación).
- Relacionados con pecho y abdomen (4): dificultad para respirar; sensación de ahogo; dolor o
malestar en el pecho; náuseas o malestar abdominal (p.ej.; estómago revuelto).
- Relacionados con el estado mental (4): sensación de mareo, inestabilidad o desvanecimiento;
desrealización o despersonalización; miedo a perder el control, a volverse loco o a perder el
conocimiento; miedo a morir
- Síntomas generales (2): sofocos o escalofríos; entumecimiento o sensaciones de hormigueo
- Síntomas de tensión (4): tensión muscular, dolores o molestias musculares; inquietud o incapacidad
para relajarse; tener los nervios de punta o tensión mental; sensación de nudo en la garganta o
dificultad para tragar.
- Otros síntomas no específicos (4): respuesta exagerada a pequeñas sorpresas o sobresaltarse;
dificultad para concentrarse o “mente en blanco” debido a la preocupación o la ansiedad; irritabilidad
persistente; dificultad para conciliar el sueño debido a las preocupaciones.
La CIE-10 parece representar una forma más leve del TAG al no exigir que las
preocupaciones sean excesivas y difíciles de controlar y que haya interferencia en la vida. De hecho, en
la versión que se está desarrollando de la CIE-11, los criterios diagnósticos se acercan a los del DSM-5,
pero poniendo más énfasis en las respuestas somáticas.
iii. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA13
TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL DE BORKOVEC
Antes de exponer a continuación la TCC de Borkovec, el tratamiento del grupo de Barlow y la
terapia del grupo de Dugas, conviene señalar algunos aspectos importantes. Primero, cuando el TAG
sea comórbido con otros trastornos, hay que tratar en primer lugar el trastorno principal. Si ha
dependencia o abuso nocivo de sustancias, debe tratarse primero, ya que esto puede llevar a una
12
En la CIE-10 las letras SAI son una abreviatura de las palabras latinas sine alter indicatio, que significan “sin otra
indicación”, lo cual implica “no especificado” o “no calificado”.
13
BADOS, A. (2017)
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mejora significativa del TAG. Segundo, los pacientes no suelen distinguir muchas veces entre la
preocupación productiva e improductiva (preocupación excesiva). Por ello, suele ser conveniente hablar
de preocupaciones excesivas al referirse a las preocupaciones disfuncionales. Ter-cero, para
contrarrestar los frecuentes problemas de concentración durante las sesiones, es útil revisar y
repetir el material importante, emplear resúmenes y notas escritas, pedir al paciente que apunte cosas y
dejarle grabaciones de la sesión para que las escuche en casa. Finalmente, los problemas de sueño
pueden tener que ser abordados directamente mediante técnicas específicas para los mismos.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) combina la terapia cognitiva de Beck con el
entrenamiento en relajación aplicada e incluye los siguientes componentes:
- Entrenamiento para darse cuenta de los estímulos internos (cogniciones, emociones,
sensaciones) y eventos externos que producen ansiedad y de las reacciones a los mismos. Esto
se hace mediante autorregistros, imaginación en la consulta de los estímulos provocadores de ansiedad
y petición al cliente de que comience a preocuparse en sesión sobre algo y que note las sensaciones,
pensamientos e imágenes asociados. Todo esto permite que el cliente sea consciente de los factores
que mantienen su ansiedad y que aprenda a identificar tempranamente los cambios que hacen que se
ponga ansioso. Además, el terapeuta señala que la ansiedad es generada por los pensamientos e
imágenes del paciente dirigidos a un futuro no existente, pero que esta ansiedad no se produce si uno
se centra en el momento presente.
- Estrategia de control de estímulos. Se trata de posponer las preocupaciones para un momento y
lugar específicos del día. Se dice al paciente que: a) Identifique preocupaciones y otros pensamientos
que sean innecesarios o desagradables. b) Elija un periodo de preocupación de 15-30 minutos en el
mismo lugar y a la misma hora. No es conveniente elegir como momento el final del día, ya que lo más
probable es que las preocupaciones que queden sin resolver interfieran en el sueño. c) Cuando note
que se está preocupando, posponga la preocupación al periodo prefijado y se concentre hasta entonces
en la experiencia del momento presente. d) Utilice el periodo de preocupación para preocuparse y
aplicar sus estrategias, una vez que las haya aprendido. Se incluye aquí la búsqueda de soluciones
cuando sea posible.
Cuando a una persona le resulte difícil seguir el procedimiento tal cual, puede comenzar por un
periodo y zona limitados para no preocuparse y luego ir ampliándolos progresivamente; de este modo
irá aumentando el tiempo de posposición de las preocupaciones. La finalidad de la estrategia de control
de estímulos es que el paciente adquiera inicialmente un cierto control sobre las preocupaciones, en vez
de sentirse desbordado por ellas, pero se trata de una estrategia temporal, la cual se emplea hasta que
se aprenden las habilidades de relajación y reestructuración para manejar la preocupación.
- Relajación. Se han empleado diversas técnicas: relajación progresiva, respiración lenta y regular,
relajación imaginal y técnicas de meditación. Borkovec (2006) recomienda enseñar varias de estas
técnicas, ya que su eficacia varía según los clientes. Diferentes métodos pue-den ser más o menos
útiles según las reacciones o circunstancias y el problema de la ansiedad inducida por la relajación es
menos probable cuando se dispone de diversos métodos. Las técnicas enseñadas se aplican en
situaciones de ansiedad durante la sesión y en la vida real.
- Reestructuración cognitiva del contenido y utilidad de las preocupaciones. Se identifican los
pensamientos, imágenes y creencias asociados con la respuesta ansiosa y se utiliza el método
socrático para examinar los datos a favor y en contra de los mismos, generar interpretaciones
alternativas y descatastrofizar (suponer que es cierto lo que se piensa y luego: identificar qué pasaría y
examinar las pruebas de esta nueva cognición; y buscar qué se podría hacer para afrontarlo). Además
del contenido de las preocupaciones, se cuestiona su utilidad, tal como se explica un poco más
adelante. Junto con la reestructuración verbal, se realizan experimentos conductuales para someter a
prueba las viejas y nuevas perspectivas. El Diario de los Resultados de las Preocupaciones es una
técnica muy útil para que un cliente compruebe si sus predicciones son o no ciertas y cuestione la
utilidad de preocuparse. El paciente apunta cada preocupación, lo que teme que suceda y su habilidad
percibida para afrontarlo. Al final del día considera las preocupaciones con resultados para ese día y
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valora si los resultados y su habilidad de afrontamiento fueron mejores, iguales o peores que los
predichos (lo primero es lo habitual). Además, el paciente debe imaginar vívidamente los resultados
ocurridos para procesar en su totalidad la información que la realidad proporciona.
Respecto al cuestionamiento de las creencias sobre la utilidad de las preocupaciones, Borkovec,
Hazlett-Stevens y Diaz (1999) proporcionan las siguientes ideas:
a) Preocuparse ayuda a descubrir medios de evitar lo que se teme y, más en general, es un
medio eficaz de resolver problemas.
Conviene señalar al paciente que las preocupaciones excesivas implican quedarse petrificado en
las fases iniciales de una resolución de problemas. Las preocupaciones implican darle vueltas y más
vueltas a la anticipación de posibilidades negativas, errores y equivocaciones potenciales, y posibles
fracasos y dificultades; pero no van más allá de esto y no contribuyen a identificar soluciones, tomar
decisiones y llevar a cabo las acciones correspondientes. Además de discutir con el cliente la
diferencia entre preocuparse y resolver problemas, se le indica que preocuparse genera ansiedad,
la cual interfiere con el proceso racional y concentración requeridos en una resolución de problemas.
Por otra parte, se ayuda al paciente a discriminar entre preocupaciones acerca de cosas
sobre las que puede lograrse un cierto control (y sobre las que puede aplicarse por tanto una resolución
de problemas) y preocupaciones acerca de cosas sobre las que no se tiene control y que, por tanto, no
son resolubles. Para las primeras, se pide al cliente que: a) las posponga para un momento
determinado en que pueda aplicar resolución de problemas y b) lleve a cabo tan pronto como le sea
posible la solución escogida para reducir así la tendencia a posponer las cosas.
b) Preocuparse motiva a llevar a cabo lo que hay que hacer.
En este caso, preocuparse conduce a hacer algo que será reforzado negativamente por la
terminación del malestar emocional generado por el estado de preocupación. Una alternativa consiste
en establecer contingencias de reforzamiento positivo para motivarse a realizar la acción, lo cual tiene
la ventaja de no generar emociones aversivas. Además, muchos pacientes que mantienen esta creencia
tienden a aplazar sus decisiones. El terapeuta debe señalar que aunque preocuparse puede tener a
veces una función motivacional, no siempre es útil, puede interferir con otras conductas más adecuadas
y existen métodos alternativos más eficaces de lograr el objetivo (p.ej., resolución de problemas). Se
alienta al paciente a probar los métodos de control negativo y positivo y a comprobar la utilidad y
consecuencias emocionales de cada uno de ellos.
c) Preocuparse prepara para lo peor, protege de las emociones negativas.
Se discute con el cliente que esto puede ser cierto o no y además, muchas veces lo peor no
sucede. Además, la posible reducción de la activación emocional futura se consigue al precio de largos
periodos de malestar, trastornos asociados al estrés (p.ej., síndrome del colon irritable, síndrome de
fatiga crónica, úlceras, diarrea, gases, dolores de cabeza, hipertensión esencial, trastorno
cardiovascular, diabetes, insomnio, síndrome temporomandibular, cáncer), interferencia en la vida
familiar, social y/o laboral y mantenimiento de las creencias en las consecuencias temidas.5 Se dice al
paciente que cuando se preocupe, piense en el resultado más realista (según los datos que ha
obtenido de su diario de los resultados de preocuparse) y luego pase a centrarse en el momento
presente en vez de en el pasado o en el futuro.
d) Preocuparse puede por sí mismo evitar la ocurrencia de consecuencias negativas o hace
menos probable que ocurran.
Una técnica útil es emplear un diario de los resultados de preocuparse. Se pide al paciente
que apunte sus preocupaciones, los resultados temidos y lo negativos que serían estos (de 1 a 5,
p.ej.) caso de que ocurrieran. También debe apuntar los resultados reales que han ocurrido, si han
sido mejores o peores que lo esperado (peores, tan malos, algo mejores, bastante mejores, mucho
mejores) y cuán bien ha sabido afrontar los resultados negativos. Esto permite comprobar que sólo una
mínima parte de los resultados negativos ocurren, que normalmente no son tan malos como se creía y
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que la mayoría de aquellos que son negativos son afrontados mejor de lo que se pensaba. Luego, para
facilitar el recuerdo de esta información, se pide al cliente que la revise cada tarde y que la re-viva a
través de la imaginación. Esto parece mucho más eficaz que considerarla sólo verbalmente.
Otra técnica útil la constituyen aquellos experimentos conductuales en que uno: a) se permite
preocuparse en un día, pero no en el siguiente, y b) observa si la presencia o ausencia de preocupación
afecta a los resultados y a su estado emocional. Aunque los pacientes son incapaces de dejar de
preocuparse del todo, pueden reducir su preocupación el grado suficiente y comprobar que esto no
afecta negativamente a los resultados y que se sienten mejor cuando reducen la frecuencia de sus
preocupaciones.
e) Preocuparse ayuda a no pensar en cosas más perturbadoras emocionalmente.
Estas cosas más perturbadoras pueden ser los miedos últimos subyacentes a cada
preocupación y en los que los pacientes con TAG intentan no pensar. La solución estaría en identificar
estos miedos a través de la técnica de la flecha descendente y en aplicar posteriormente las técnicas
adecuadas para tratarlos: exposición a los mismos y/o reestructuración cognitiva con énfasis en la
desdramatización.
Una segunda posibilidad es que las cosas perturbadoras que se intentan evitar no estén
conectadas con el contenido de las preocupaciones. A este respecto, los clientes con TAG informan de
una mayor frecuencia de eventos traumáticos interpersonales en el pasado (muerte de otros, agresión
física o sexual), experiencias negativas de la infancia (p.ej., rechazo por parte de los padres), problemas
en las relaciones interpersonales actuales y un apego más inseguro a su principal ser querido en la
infancia. Esto sugiere que los pacientes con TAG han aprendido a anticipar amenazas para ellos y otras
personas allegadas y que buscan el cariño y aceptación de los demás preocupándose por ellos. Si hay
temas interpersonales no resueltos, la terapia debería ayudar al paciente a identificar sus
necesidades y miedos respecto a las relaciones interpersonales, acceder y procesar emocionalmente
los sentimientos negativos provenientes de relaciones actuales y pasadas relacionadas con dichos
miedos y necesidades, y facilitar nuevos modos de comportarse que permitan lograr la satisfacción de
las necesidades interpersonales.
- Exposición graduada, imaginal y en vivo, a situaciones y estímulos internos suscitadores de
ansiedad con la finalidad de aprender a manejar esta mediante la aplicación de las estrategias
aprendidas. Por ejemplo, los clientes imaginan situaciones externas y eventos internos que les
preocupan y cuando notan ansiedad, aplican relajación e imaginan los resultados más realistas y
probables. Una descripción de los pasos a seguir puede verse en Borkovec (2006). El procedimiento se
practica en la sesión y luego en casa. Posteriormente, se pide a los clientes que apliquen sus
estrategias de afrontamiento en la vida real cuando noten que empiezan a preocuparse o ponerse
ansiosos y antes, durante y después de eventos estresantes. Borkovec, Alcaine y Behar (2004) señalan
que una parte importante del procedimiento es que, una vez que se sabe afrontar una imagen, se
termine esta con la imaginación del resultado más probable, tanto en la consulta como en la vida real
al detectar el surgimiento de una preocupación.
La TCC del grupo de Borkovec (Behar y Borkovec, 2005, 2010; Borkovec, 2006) incluye todos
los elementos citados más los dos siguientes, los cuales se aplican una vez dominados los anteriores:
- Minimizar las expectativas y predicciones negativas, dejarlas pasar cuando aparezcan y
focalizar, en cambio, la atención en el momento presente. La idea es vivir más el presente y no
tener que intentar corregir continuamente las expectativas erróneas sobre los eventos futuros. Lo malo
de hacer predicciones y de centrarse en el futuro es que se tiende a atender y a interpretar la
información de un modo que confirma las expectativas previas, lo que hace difícil percibir y procesar lo
que realmente ocurre. Ante una predicción negativa, el paciente puede recordarse que simplemente es
un pensamiento y pasar a centrarse en el presente, en lo que está sucediendo o se está haciendo o
experimentando.
De hecho, algunos autores han señalado que cuestionar el contenido de las preocupaciones sobre las
cosas malas que podrían suceder puede no ser lo más útil, ya que las preocupaciones son numerosas y
cambiantes. En su lugar proponen a) centrarse en las creencias positivas y negativas sobre las
preocupaciones y b) aprender a identificar las preocupaciones en sus primeras fases para pensar en
posibles soluciones cuando pueda hacerse algo al respecto o, de no ser este el caso, dejarlas pasar, en
vez de intentar manejarlas o controlarlas, y cambiar la atención hacia lo que requiere el momento
presente o hacia algún tipo de actividad atrayente (Butler, Fennell y Hackmann, 2008).
- Vivir de acuerdo con los propios valores. Una vez que la persona está viviendo más tiempo en el
presente, se busca no sólo reducir la ansiedad y la preocupación, sino fomentar estados afectivos
positivos. Para ello, se identifican los valores del paciente (familia extensa, pareja, hijos, amigos,
trabajo, formación, ocio, espiritualidad, ciudadanía, cuidado físico) y se le ayuda a llevar a cabo
actividades en el momento presente que le permitan alcanzarlos. Esto es reforzante por sí mismo y
contribuye aún más a la reducción del problema. Algunos ejercicios e instrumentos para evaluar los
valores pueden verse en Wilson y Luciano (2002, cap. 7). Wilson et al. (2010) presentan el Cuestionario
de Vida Valiosa (Valued Living Questionnaire).
En esta línea, Butler (1994) ya había señalado la importancia de planificar actividades
agradables y placenteras, reducir la tendencia a retraerse que resulta de la fatiga asociada a las
preocupaciones crónicas y a la mala calidad del sueño, recuperar aficiones, mantener los contactos con
los amigos y crearse un repertorio de actividades relajantes y recreativas.
Andrews et al. (2003) presentan unas guías para el terapeuta y un manual para el paciente de una TCC
que incluye además resolución de problemas. También puede verse Leahy y Holland (2000, cap. 4).
TRATAMIENTO DEL GRUPO DE BARLOW
Brown, O'Leary y Barlow (1993, 2001) y Craske, Barlow y O'Leary (1992) han elaborado un
tratamiento para el TAG que incluye conceptualización del problema y justificación del tratamiento,
entrenamiento en relajación, reestructuración cognitiva del contenido de las preocupaciones, exposición
imaginal a los miedos que subyacen a la preocupación (con aplicación de estrategias tras la misma),
prevención de las conductas de seguridad y organización del tiempo/resolución de problemas.
Muchos clientes con TAG presentan ansiedad social importante y pueden beneficiarse de un
entrenamiento en asertividad. Este puede integrarse con los componentes anteriores, especialmente
con la reestructuración cognitiva, la resolución de problemas y la exposición a las situaciones temidas
(incluida esta última en la prevención de las conductas de seguridad).
La intervención se extiende a lo largo de 12-15 sesiones semanales de una hora (las 2-4 últimas
son cada dos semanas) aplicadas individualmente, dadas las dificultades para aplicar en grupo la
exposición imaginal. El resto de los componentes puede ser aplicado en grupo si se desea. Aunque no
se detallan a continuación, las dos primeras sesiones son fundamentales ya que incluyen el
establecimiento de una buena relación terapéutica, la naturaleza y componentes de la ansiedad, la
fisiología de la ansiedad, los factores que contribuyen a mantener el problema, la justificación y
descripción del tratamiento y los autorregistros. Los autorregistros incluyen el registro de
preocupaciones descrito en el apartado de reestructuración cognitiva y el registro de estado de ánimo
diario, en el cual el paciente califica cada día de 0 a 100 su ansiedad global, ansiedad máxima, tensión
física global y grado de focalización en las preocupaciones. A partir de estos dos autorregistros se
elabora un gráfico en el que se anotan cada semana el número de episodios de ansiedad y el promedio
de la ansiedad máxima experimentada cada día.
Finalmente, en la última o dos últimas sesiones se planifica la descontinuación de la
medicación que el paciente pueda estar tomando, se comenta el progreso conseguido y cómo
mantener-lo aún a pesar de la ocurrencia de eventos estresantes Tras las 12-15 sesiones de
tratamiento, se programan contactos al cabo de un mes y de varios meses para controlar el progreso y
resolver posibles problemas o dificultades.
Zinbarg, Craske y Barlow (2006) han destacado la importancia de que la familia del paciente
participe en la intervención. Esto permite que comprendan mejor lo que le pasa al cliente y le ayuden
en la aplicación del tratamiento. Como consecuencia, es menos probable que socaven consciente o
inconscientemente la intervención y pueden reducir la posible hostilidad hacia el cliente, la cual es un
predictor de peores resultados.
Relacionado con lo anterior, Chambless (2012) ha propuesto que la terapia centrada en la
familia o pareja puede utilizarse como un módulo adjunto a la TCC cuando el paciente vive con una
persona que es hostil hacia él o está demasiado emocionalmente involucrado con él, se acomoda
excesivamente a la ansiedad del paciente o es percibido por este como destructivamente crítico. Esta
terapia es conducida en paralelo a la TCC individual e incluye la evaluación de estos aspectos en la
pareja o familia, el examen del rol que el trastorno tiene en la familia, la comprensión empática de las
reacciones de esta (sin culpabilizarla), la psicoeducación sobre el trastorno del paciente y el modelo de
interacción entre estrés y vulnerabilidad a la ansiedad, el entrenamiento en mejorar la comunicación
(incluyendo el aumento de la comunicación positiva, la escucha activa y la petición de un cambio
positivo en el comportamiento y de una reducción en el comportamiento negativo), la solución de
problemas y la preparación para intentar prevenir la exacerbación del problema de ansiedad. Además,
hay un foco específico para reducir la excesiva acomodación a la ansiedad del paciente. A medida que
el paciente aprende habilidades de manejo de la ansiedad en la TCC o progresa a través de una
jerarquía de exposición, el terapeuta ayuda al paciente y familia a negociar reducciones en la
acomodación a un ritmo manejable para el paciente (véase Chambless, 2012).
Entrenamiento en relajación
Se basa en el entrenamiento en relajación progresiva de Bernstein y Borkovec (1973/1983),
aunque puede emplearse cualquier otra técnica de relajación que el paciente haya encontrado eficaz.
Se explica al cliente que el fin de la relajación es reducir las reacciones fisiológicas de la ansiedad y la
tensión generalizada, y, de este modo, contribuir a la reducción de las preocupaciones. En la versión
inicial del programa del grupo de Barlow se comienza con 16 grupos musculares con énfasis en la
discriminación de las sensaciones de tensión y relajación en cada grupo muscular; el objetivo es que el
cliente se vuelva más capaz de detectar las fuentes y signos tempranos de tensión muscular para poder
aplicar técnicas de relajación. Después de tensar cada músculo (10 segundos), el paciente lo relaja (20
segundos) y piensa en la palabra relax cada vez que exhala. Tras acabar los 16 grupos, se emplean
técnicas de profundización de la relajación como la respiración lenta, regular y diafragmática y la
repetición de la palabra relax al espirar. Todo este proceso dura unos 30-40 minutos y el terapeuta
suele grabar el procedimiento para que el cliente pueda practicar con el mismo dos veces al día. La
secuencia de músculos que se sigue es parte inferior de cada brazo, parte superior de cada brazo, parte
inferior de cada pierna, parte superior de cada pierna, abdomen, pecho, hombros, cuello,
boca/garganta/mandíbula, ojos, parte inferior de la frente y parte superior de la frente.
Tras dominar los 16 grupos musculares, lo cual suele llevar 1-2 semanas, el número de gru-
pos musculares se reduce a 8 (brazos, piernas, abdomen, pecho, hombros, cuello, ojos y frente) y
luego a 4 (abdomen, pecho, hombros, frente) con la finalidad de que la relajación pueda ser aplicada
más rápidamente. Los músculos concretos considerados vienen determinados por las áreas del cuerpo
con las que el cliente tiene más problemas. En la última versión del programa, el entrenamiento en
relajación puede comenzar con 8 grupos musculares con el fin de abreviarlo; si esto no funciona con
algún cliente, se introduce el procedimiento de 16 grupos musculares. De las dos prácticas diarias
cuando se está en las fases de 8 y 4 grupos musculares, una es con el ejercicio de 16 grupos
musculares (o con el de 8, si se empezó por este).
El siguiente paso es la relajación mediante recuerdo: concentrarse en los 4 grupos musculares
seleccionados y liberar la tensión existente en los mismos mediante el recuerdo de las sensaciones de
relajación logradas en las prácticas anteriores. Se sigue con la práctica de la respiración lenta, la
repetición de la palabra relax y las prácticas en un medio tranquilo, pero se alienta al cliente a comenzar
Reestructuración cognitiva
Sigue los principios de Beck. Se explica el concepto de pensamientos negativos, la influencia de
las situaciones en estos, el impacto de las interpretaciones y predicciones en lo que sentimos y
hacemos, y la necesidad de identificar interpretaciones y predicciones específicas para poder
cuestionarlas. Esto último se consigue mediante preguntas, imaginación o simulación de situaciones y,
especialmente, un autorregistro en el que el cliente apunta cada vez que experimenta un episodio de
ansiedad (incremento notable de la misma) lo siguiente: ansiedad máxima (0-100), reacciones
experimentadas, evento desencadenante, pensamientos ansiosos y conductas ansiosas. Es importante
que las cogniciones identificadas sean específicas (“mi hijo puede tener un accidente de coche y
quedar paralítico” frente a “algo malo puede pasarle a mi hijo cuando sale fuera”).
Un problema frecuente tanto por parte de los clientes como de los terapeutas es no llegar a
identificar aquellos pensamientos que son los responsables principales de las emociones
negativas; en lugar de esto, la atención se centra en cogniciones menos importantes. Dos maneras de
abordar el problema son utilizar la técnica de la flecha descendente y que terapeutas y clientes se
pregunten si los pensamientos identificados producirían el mismo tipo y grado de emoción en otras
personas que hicieran la misma interpretación. Otros problemas frecuentes en la reestructuración
cognitiva, tanto por parte de los pacientes como de los terapeutas, son el cuestionamiento de
pensamientos antes de identificar los más significativos y el cuestionamiento insuficiente de los
pensamientos automáticos (generación de contraargumentos incompletos o inadecuados).
Se consideran básicamente dos tipos de errores cognitivos: a) Sobrestimación de la
probabilidad de ocurrencia de un evento negativo; por ejemplo, un cliente que, con un buen
expediente laboral y sin motivos fundados, cree que va a ser despedido de su trabajo. b) Pensamiento
catas-trófico o tendencia a esperar o interpretar lo peor (p.ej., esperar consecuencias terribles
incluso de sucesos poco importantes) y a ver algo como intolerable e inmanejable o imposible de
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afrontar cuando no hay razones suficientes para ello; por ejemplo, pensar que uno quedaría tan hundido
si muriera su cónyuge que no podría soportarlo y volver a rehacer su vida.
Tras describir los dos tipos de errores anteriores, el terapeuta se centra en el primero de ellos y
obtiene ejemplos del mismo a partir de las experiencias del cliente. A continuación, el terapeuta debe
dar algunas razones por las que la sobrestimación de la probabilidad de ocurrencia de un evento
negativo se mantiene a pesar de que no se cumple lo predicho: la creencia de que se ha tenido
suerte hasta el momento, la creencia de que preocuparse y las conductas de seguridad previenen las
consecuencias negativas y la tendencia a centrarse en los resultados negativos sin considerar otras
alternativas.
El siguiente paso es enfatizar la importancia de cuestionar los pensamientos negativos; se
trata de examinar la validez de las interpretaciones y predicciones hechas con el fin de sustituirlas por
cogniciones más realistas. Este cuestionamiento implica: a) considerar los pensamientos como
hipótesis, b) emplear los datos presentes y pasados para evaluar la validez de lo que se cree y pensar
en interpretaciones alternativas (método socrático), y c) generar predicciones a partir de la creencia
para someterla a prueba sin utilizar las conductas ansiosas o defensivas que el cliente cree que han
prevenido la amenaza (experimentos conductuales). Para cuestionar la sobrestimación de la
probabilidad de un evento negativo se emplean estos tres medios con el fin de establecer la
probabilidad realista de la ocurrencia del evento negativo.
Cuando el cliente ha captado los fundamentos del cuestionamiento de sus cogniciones, se
añaden dos apartados a su autorregistro habitual: interpretaciones alternativas y probabilidad realista
de que ocurra lo que se teme. Un ejemplo de autorregistro puede verse en Zinbarg, Craske y Barlow
(2006, págs., 18-19, 79-80). Es importante que el paciente complete uno de estos autorregistros con el
terapeuta en sesión antes de hacerlo por su cuenta en casa14.
Una vez trabajada la sobrestimación de la probabilidad de un evento negativo, se pasa a describir y
obtener ejemplos del segundo tipo de error cognitivo: pensamientos catastróficos. El siguiente paso es
cuestionar estos pensamientos catastróficos; para ello, se pide al cliente que suponga que lo peor
que teme es cierto y luego que evalúe si realmente es tan malo como parece, qué pasaría
realmente y qué podría hacer para afrontarlo. Esto implica reconocer que se tienen medios para
manejar los eventos negativos (incluido cuáles son estos medios) y que el impacto de los sucesos
negativos no durará siempre, sino que tendrá una duración limitada. En vez de centrarse continuamente
en las consecuencias negativas de ciertos eventos (p.ej., infarto de corazón), el paciente debe aprender
a generar soluciones a los mismos en el caso improbable de que ocurran. Todo este proceso de
cuestionar las consecuencias catastróficas es precedido por el cuestionamiento de la sobrestimación de
la probabilidad del pensamiento negativo, en el cual paciente genera interpretaciones alternativas
creíbles a lo que teme; por ejemplo, explicaciones alternativas a que se va tener un infarto porque el
corazón va muy acelerado son que se está muy nervioso por algo, que se ha tomado café o que se ha
hecho ejercicio.
Conviene señalar que en la descatastrofización no se trata de ver un evento negativo como poco
importante o neutral (p.ej., sería muy perturbador para la mayoría de la gente perder un hijo), sino de
evaluar críticamente su impacto real. Cuando se trabaja la descatastrofización, se pide al cliente que
14
En la versión inicial del programa se añadían cuatro columnas al autorregistro habitual: probabilidad ansiosa (0-
100%; probabilidad percibida del evento negativo cuando uno está ansioso), cuestionamiento cognitivo (prue-
bas para lo que pienso, alternativas), probabilidad realista y ansiedad (0-8) al final del proceso. Si esta
ansiedad era 4 o más, se pedía al cliente que volviera a considerar la peor consecuencia posible implicada en
sus pensamientos automáticos y que repitiera todo el procedimiento hasta que la ansiedad fuera 3 o menos.
Ejemplos de este tipo de autorregistro pueden verse en Brown, O'Leary y Barlow (2001, pág. 179) y Craske,
Barlow y O'Lea-ry (1992, pág. 6-10).
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complete el mismo autorregistro que tenía al que se añade el apartado: modos de afrontamiento
(véase Zinbarg, Craske y Barlow, 2006, pág., 112)15.
Exposición imaginal a los miedos que subyacen a la preocupación
Consiste en la exposición a las imágenes preocupantes incluyendo la imaginación vívida de la peor
consecuencia temida. Esto último favorece una mayor activación emocional y la reducción de las
preocupaciones. Además, la exposición incluye la imaginación final de alternativas a la peor
consecuencia anticipada. La exposición imaginal incluye los siguientes pasos:
- Justificar el empleo del procedimiento. Se enfatiza la importancia de exponerse repetidamente a las
imágenes preocupantes (sin emplear conductas defensivas) para conseguir reducir significativamente la
ansiedad que producen. Hay que explicar el concepto de habituación y por qué esta no ha ocurrido
naturalmente a pesar de las preocupaciones repetidas (por la tendencia a cambiar de una preocupación
a la siguiente sin evaluarlas objetivamente, por la ocurrencia de las conductas defensivas). Además la
exposición repetida a la misma imagen preocupante puede facilitar que el cliente desarrolle una
perspectiva más objetiva sobre la preocupación. Finalmente, la exposición imaginal permite, tras la
misma, aplicar las estrategias de afrontamiento previamente aprendidas (reestructuración cognitiva y,
quizás, relajación aplicada).
- Identificar las áreas principales de preocupación de un paciente, elaborar una imagen detallada
para cada una de ellas (que incluya elementos situacionales, respuestas de ansiedad y consecuencias
temidas, incluidas las peores) y ordenar estas imágenes comenzando por la menos perturbadora o
ansiógena.
- Entrenar en imaginación al cliente mediante el empleo de escenas neutras que incluyan
sensaciones.
- Evocar vívidamente la primera imagen preocupante. Se pide al cliente que se concentre con todo
detalle en la imagen y que incluya la peor consecuencia temida. Así, un paciente que se preocupa
cuando su cónyuge llega tarde del trabajo puede imaginárselo inconsciente y desplomado sobre el
volante del coche. Un cliente que se preocupa por las críticas que a veces el jefe hace a su trabajo
puede imaginar que es despedido, que no puede mantener a su familia y que terminarán viviendo de la
caridad ajena. Y una paciente que se preocupa porque una amiga pase de visita sin avisar y vea la casa
sucia y desordenada puede imaginarse que aquella llamará al resto de las amigas para decírselo y
todas se reirán de ella y le perderán el respeto.
- Una vez que el cliente logra imaginar vívidamente lo anterior, se le pide que vuelva a reevocar las
imágenes y que las mantenga claramente en su cabeza durante al menos 25-30 minutos. Se pide al
paciente que describa en voz alta en tiempo presente lo que está imaginado y se obtienen
calificaciones periódicas de la ansiedad (p.ej., cada 5 minutos) para comprobar si esta se va
reduciendo y, si no es así, para detectar posibles problemas. Puede ser útil grabar la sesión para que el
paciente pueda practicar en casa.
- Durante la exposición, el paciente no debe aplicar estrategias de afrontamiento (re-
estructuración cognitiva, relajación) ni intentar distraerse o huir de la imagen. Esto puede reducir la
ansiedad temporalmente, pero contribuye a mantenerla.
- Hacia el final de la exposición se puede pedir al paciente que imagine cómo serán las cosas un
tiempo más adelante (1 día, 1 semana, 1 mes, 6 meses 1-2 años) para favorecer así un proceso de
descatastrofización.
15
En la versión inicial del programa de empleaba un modelo de autorregistro en el que el paciente apuntaba:
preocupación, capacidad de afrontamiento (0-100%) de un evento negativo cuando se está ansioso, medios
de afrontamiento y capacidad realista de afrontamiento una vez considerados los medios anteriores. Un
ejemplo puede verse en Craske, Barlow y O'Leary (1992, pág. 7-9).
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Temario para Personal Laboral de la Junta de Andalucía Convocatoria Psicólogos 2018
- Transcurrido el tiempo de exposición, y suponiendo que haya habido una habituación de la ansiedad,
se le pide al cliente que genere tantas alternativas como pueda a la peor consecuencia anticipada.
Por ejemplo, en el caso del cónyuge que se retrasa puede pensarse en las siguientes explicaciones
alternativas: imprevisto en el trabajo, entretenerse a hablar con alguien, atasco de tráfico, coche
estropeado, pequeño choque con el coche o parar a comprar algo. Y en el caso de la visita inesperada
de la amiga puede pensarse que quizá no notará el desorden; que no le dará importancia; que ha
venido a verle a una, no a la casa; que aunque note los suelos sucios, puede no juzgarlo tan importante
como para llamar al resto de las amigas; que puede alegrarse de no verle siempre a una limpiando.
Esta generación de alternativas puede hacerse sólo verbalmente o también en la imaginación, lo que
parece más útil. También se puede pedir al paciente que diga e imagine lo que podría hacer caso de
que la peor consecuencia temida ocurriera.
- Cuando la exposición no genere más que un nivel ligero de ansiedad (25 o menos en la
escala 0-100) a pesar de varios intentos para imaginar vívidamente la preocupación, se pasa a la
siguiente área de preocupación de la jerarquía. Una vez que el cliente es capaz de realizar bien el
procedimiento en la sesión, lo practicado en esta se asigna como actividad entre sesiones (mínimo de
tres días a la semana). El cliente completa un autorregistro con los siguientes datos: tiempo de inicio y
terminación, reacciones durante la exposición, contenido de la preocupación, peor consecuencia temida
posible, ansiedad máxima experimentada, nivel de viveza de la imagen, posibles alternativas y nivel de
ansiedad tras generar estas (ejemplos pueden verse en Brown, O'Leary y Barlow [2001, pág. 181], y en
Echeburúa y de Corral [1998, pág. 149]).
Organización del tiempo
Muchos pacientes con TAG se sienten abrumados por obligaciones y plazos límite además de
por problemas cotidianos, los cuales tienden a magnificar. Una manera de conseguir que estos clientes
se centren en las tareas que tienen entre manos, en vez de en sus preocupaciones y sobre si
conseguirán manejarlas o no, es enseñarles habilidades para organizar su tiempo y fijar metas. El
grupo de Barlow (Brown, O'Leary y Barlow, 1993, 2001; Craske y Barlow, 2006) ha propuesto cuatro
estrategias de organización del tiempo:
a) Delegar responsabilidades. Es probable que algunas o muchas de las tareas puedan ser llevadas a
cabo por miembros de la familia, compañeros de trabajo, subordinados, etc. Posibles razones para no
delegar son creencias perfeccionistas (pensar que los otros no harán el trabajo tan bien como uno y
pensar que cuesta más explicar cómo hacer algo que hacerlo uno mismo) y miedo al conflicto con los
demás.
b) Saber decir no y rechazar demandas inesperadas o desmesuradas por parte de otros que impiden
completar las actividades planeadas. Es muy probable que la persona no se atreva decir no por miedo a
que los otros se enfaden. Tanto en esta estrategia como en la anterior se emplea la prueba de hipótesis;
por ejemplo, el cliente delega pequeñas tareas en sus compañeros de trabajo o en miembros de su
familia para poner a prueba sus predicciones (“el trabajo será de peor calidad”, “me cuesta más tiempo
explicarlo que hacerlo”, “pensarán que estoy rehuyendo mis responsabilidades”, “los otros se
enfadarán”).
c) Ajustarse a los planes previstos. Implica estructurar las actividades diarias de modo que puedan
llevarse a cabo las más importantes. Esto se ve facilitado por haber establecido metas diarias y por no
comenzar otras actividades asociadas que son innecesarias o no prioritarias. Por ejemplo, si la actividad
era repasar un informe u ordenar una habitación, no debe caerse en la trampa de repasar otros
informes u ordenar toda la casa.
d) Evitar el perfeccionismo. Es posible que muchas tareas requieran mucho tiempo o resulten
abrumadoras debido al perfeccionismo. Ponerse el listón demasiado alto hace la vida más difícil.
Además, todo el mundo comete errores, la mayor perfección lograda no compensa muchas veces el
tiempo y esfuerzo invertidos y el perfeccionismo suele originar problemas en la relación con otras
personas. Una solución es dedicar menos tiempo a una tarea (quizá el 85% del que se suele dedicar) y
reconocer que el resultado no será tan bueno como se habría querido, pero que no merecía la pena
invertir más esfuerzo.
El establecimiento de metas implica establecer prioridades y programar actividades de acuerdo
con su prioridad. Las actividades de cada día son clasificadas en tres categorías: a) Actividades A:
prioritarias, deben ser hechas el mismo día. b) Actividades B: muy importantes, de-ben ser hechas
pronto, pero no necesariamente en ese día. c) Actividades C: importantes, deben ser hechas, pero no
muy pronto. Luego, se ayuda al cliente a asignar tiempo suficiente a cada actividad; este tiempo
puede ser hasta el doble del que el cliente considera necesario en aquellas personas que hacen
apresuradamente las cosas o tienen expectativas poco realistas del tiempo que se necesita para hacer
las cosas. El siguiente paso es programar los horarios de las distintas actividades; si el cliente
considera que esto es algo demasiado restrictivo o poco factible en determinados días, puede hacer
simplemente una lista de las actividades A, B y C para el día situadas en tres columnas y tacharlas
cuando las realice. Es conveniente no pasar apresuradamente de una actividad a otra, sino planear
descansos breves y momentos para relajarse.
Resolución de problemas
En pacientes con habilidades ineficaces de resolución de problemas, la técnica de resolución de
problemas facilita la identificación de soluciones para los problemas existentes y favorece que los
clientes piensen de forma diferente sobre situaciones de su vida (en vez de preocuparse
exclusivamente), de modo que se promueve la adopción de perspectivas más realistas y menos
catastróficas. Se explica al cliente que dos dificultades frecuentes a la hora de intentar solucionar
un problema son: a) ver el problema en términos generales, vagos y catastróficos, y b) no generar
posibles soluciones. Para abordar la primera dificultad se enseña al cliente a definir los problemas en
términos específicos y a descomponerlos en partes más pequeñas y manejables; esto se habrá
hecho ya en parte a través de la reestructuración cognitiva. De cara a la segunda dificultad, se enseña
la técnica de la lluvia de ideas y la evaluación de las distintas soluciones generadas con el fin de
seleccionar y poner en práctica aquella solución o combinación de soluciones considera-da más
apropiada.
Dugas y Ladouceur (1997) y Dugas y Robichaud (2007) han señalado que mucho pacientes
con TAG no carecen del conocimiento sobre cómo solucionar problemas, sino que fallan en la
orientación o actitud hacia el problema (p.ej., no saber reconocer los problemas, valorarlos como
amenazas, no creer en la propia capacidad para resolverlos, mantener un punto de vista pesimista
sobre los resultados).
Otro punto señalado por Butler (1994; Butler, Fennell y Hackmann, 2008) es que el paciente no
sólo debe ser capaz de identificar y definir los problemas y determinar si puede hacer algo al respecto,
sino que también debe decidir en qué momento llevará a cabo el proceso de solución de problemas y,
una vez decidida la solución, cuándo la aplicará. Si hasta que lleguen esos momentos surgen
alguna preocupación relativa al problema, entonces el cliente debe dejarla pasar, recordarse que no
es el momento y/o que ya se ha decidido qué hacer, y dedicarse a lo que debería estar haciendo en ese
momento o a algún tipo de actividad atrayente o que ocupe la atención (p.ej., alguna afición, música,
ejercicio, conversación, imaginación positiva).
TRATAMIENTO DEL GRUPO DE DUGAS
El grupo de Dugas (Dugas y Koerner, 2005; Dugas y Ladouceur, 1997; Dugas y Robichaud,
2007; Robichaud, 2013) ha propuesto otro tipo de intervención para el TAG que ha ido sufriendo
algunas modificaciones a lo largo del tiempo y que incluye seis módulos: 1) psicoeducación y
entrenamiento en darse cuenta de las preocupaciones, 2) reconocimiento de la incertidumbre y
exposición conductual, 3) reevaluación de la utilidad de la preocupación, 4) entrenamiento en solución
de problemas, 5) exposición imaginal a los miedos que subyacen a las preocupaciones sobre
situaciones no resolubles y 6) prevención de recaídas. Al igual que en el tratamiento anterior, el mayor o
menor énfasis en cada componente depende de las necesidades de cada paciente. El tratamiento se
Se busca así aumentar la motivación del paciente para ir abandonando sus conductas de evita-
ción y defensivas y considerar formas alternativas de abordar la intolerancia a la incertidumbre.
reforzar la dedicación a la resolución de los problemas; si existe una tendencia a actuar impulsivamente,
se puede ayudar a anticipar los resultados de la acción y a ver si existen formas alternativas de actuar
(véase D’Zurilla, 1986/1993; D’Zurilla y Nezu, 1999, 2007). Dugas y colaboradores se centran en las
tres estrategias siguientes:
- Reconocer los problemas antes de que sea demasiado tarde. Para mejorar la habilidad de
reconocer problemas cuando surgen, se recomienda: a) Emplear las emociones negativas como
señales; estas no son el problema, sino una consecuencia del mismo. b) Elaborar una lista de los
problemas que tienden a repetirse y tenerla visible. Esto no sólo ayuda a reconocer los problemas, sino
que reduce los sentimientos de enfado y decepción, ya que el problema es esperado. Otras posibles
estrategias no mencionadas por Dugas son emplear la conducta ineficaz como señal para reconocer los
problemas, emplear una lista de enumeración de problemas y preguntar a otros.
- Ver los problemas como una parte normal de la vida. Se habla con el cliente de que tener
problemas es algo normal e inescapable en la vida. Se le puede preguntar si conoce a alguien que no
tenga problemas; la respuesta suele ser “no”. (Aunque puede haber algunas personas que parecen no
tener problemas, esto se debe muy probablemente a que los resuelven de forma rápida y eficaz.) Si es
necesario, puede hacer una encuesta a personas conocidas. La idea es que todo el mundo tiene
problemas con mayor o menor frecuencia, no importa cuán inteligente, sociable o hábil sea.
- Ver los problemas como retos y no sólo como amenazas. Se trata de alentar al paciente a ver qué
retos u oportunidades existen en resolver los problemas en vez de centrarse únicamente en los
aspectos negativos. Se explica que en vez de ver el problema como algo completamente negativo
(amenaza) o positivo (oportunidad), puede contemplarse en un continuo de amenaza-reto; esto
permite valorar los problemas de forma menos amenazante. Para ver esto de modo más claro, se
utilizan ejemplos que permitan apreciar cómo una valoración inicial de amenaza puede transformarse
en un punto de vista más dimensional en el que también se reconozca el reto u oportunidad existente
para aprender algo nuevo, cambiar para mejor o sentirse mejor con uno mismo.
2. Habilidades de solución de problemas
Los objetivos de esta fase son refinar las habilidades de resolución de problemas y alentar a los
pacientes a tolerar la incertidumbre siguiendo adelante con el proceso de resolución de problemas a
pesar de la incertidumbre inherente en cada uno de sus pasos: a) definición y formulación del problema
de forma específica, y establecimiento de metas claras, concretas y realistas, b) generación de
soluciones alternativas a través de la lluvia de ideas, c) toma de decisión, sin buscar una solución
perfecta, y elaboración de un plan de acción, y d) aplicación de la solución y comprobación de su
utilidad. Estas habilidades se repasan brevemente con el empleo de un ejemplo ilustrativo y luego se
trabajan en sesión aplicadas a los problemas del paciente. Finalmente, el cliente debe seguir solo los
cuatro pasos en casa y escribir, al menos al principio, los resultados de cada paso en un autorregistro.
La resolución de problemas no se presenta como el aprendizaje de nuevas habilidades (las
cuales ya suelen tenerse en mayor o menor grado), sino que el énfasis se sitúa en cómo utilizar dichas
habilidades de un modo eficaz. Por otra parte, es importante que los pacientes aprendan a centrarse en
los elementos claves de la situación problemática (sin evitarla) y, al mismo tiempo, a pasar por alto
detalles menores (los cuales pueden ser atendidos para reducir la incertidumbre); después, deben
seguir con el proceso de resolución de problemas aunque no estén seguros de los resultados del
mismo. Dos problemas frecuentes son la dificultad para tomar decisiones y la posposición de la
puesta en marcha de las mismas; posibles soluciones fueron ya descritas al final del apartado de
“Organización del tiempo” del programa de Barlow.
Finalmente, es importante tener en cuenta que cuando se empieza a tratar una
preocupación, la intervención debe seguir hasta el final antes de pasar a otra preocupación,
aunque esta última parezca más importante. Si no se hace así, la persona no aprende a manejar sus
preocupaciones, sino a hablar en sesión de lo que le preocupa. Esto reduce su ansiedad
temporalmente, pero no soluciona el problema.
Prevención de recaídas
En primer lugar, se revisan los conocimientos y habilidades aprendidas y se enfatiza la
necesidad de seguir practicando dichas habilidades, de perseverar aun cuando las cosas sean
difíciles y de felicitarse y recompensarse por los logros. La idea es potenciar los progresos logrados y
automatizar las habilidades adquiridas.
En segundo lugar, se recuerda a los pacientes que habrá ocasiones en que experimentarán
inevitablemente preocupación y ansiedad, ya que estas son reacciones normales ante las
situaciones estresantes (p.ej., problemas interpersonales, cambios laborales, cansancio). Es importante
que sepan esperar estos aumentos de preocupación y ansiedad y que los utilicen como señales para
aplicar lo que han aprendido. Esto es especialmente importante en pacientes que han hecho grandes
logros durante el tratamiento, ya que pueden olvidar más fácilmente que los niveles moderados de
preocupación y ansiedad son una parte normal de la vida.
En tercer lugar, es fundamental distinguir entre un contratiempo (fluctuaciones normales en
preocupación y ansiedad) y una recaída (una vuelta al estado anterior a la terapia). Así pues,
experimentar incrementos de preocupación y ansiedad de vez en cuando es inevitable y no significa una
recaída a no ser que la persona reaccione catastróficamente a los mismos.
Finalmente, se anima al paciente a desarrollar un plan de acción antes del fin de la terapia. Se le
alienta a fijarse metas para seguir progresando sin la ayuda del terapeuta.
TERAPIA METACOGNITIVA DE WELLS
Wells (1995, 1997, 1999, 2007, 2009) ha sugerido, acorde con su modelo metacognitivo, que
el tratamiento del TAG debe centrarse en el cuestionamiento de las metapreocupaciones en vez de
en las preocupaciones tipo 1. En línea con esto, el paciente debe ser alentado a abandonar los intentos
de controlar sus pensamientos y dejar, en cambio, que estos últimos pasen; para motivarle a hacer esto,
se emplea un experimento sobre los resultados de intentar suprimir un pensamiento (p.ej., intentar no
pensar en un conejo azul). Así pues, no se emplean estrategias cognitivas para abordar las distorsiones
en el contenido de las preocupaciones. Esta aproximación de abordar el estilo de preocuparse en vez
del contenido de las preocupaciones ha sido utilizada también por Freeman et al. (2015) en pacientes
con psicosis y delirios persecutorios con resultados satisfactorios en comparación al tratamiento
habitual.
El tratamiento incluye la formulación individualizada del caso (análisis funcional), la educación
sobre el tratamiento (compartir el modelo explicativo y orientar hacia el tratamiento que se seguirá), la
identificación de dos tipos de creencias (creencias negativas sobre las preocupaciones y creencias
disfuncionales sobre la utilidad de estas últimas), el desafío de estas creencias mediante
reestructuración verbal y experimentos conductuales, y la eliminación de las estrategias desadaptativas
(intentos de control del pensamiento, conductas defensivas y de evitación) que interfieren con el
proceso de autorregulación y contribuyen a mantener el TAG. De los dos tipos de creencias, se tratan
primero las creencias negativas sobre las preocupaciones, empezando por la creencia de que las
preocupaciones son incontrolables y siguiendo con la creencia de que son peligrosas.
Cuestionamiento de las creencias de incontrolabilidad
En primer lugar se emplea el método socrático para debilitar las creencias de que las preocu-
paciones son incontrolables. Preguntas típicas son “¿qué sucede si está preocupándose por algo y tiene
que contestar al teléfono (atender a un cliente, etc.)?, ¿qué sucede con su preocupación?”, “si la
preocupación es incontrolable, ¿cómo llega a parar?”. La idea es que el paciente vea que tiene al
menos un cierto control. Es muy importante aquí hacer la distinción entre el control de las
preocupaciones y la supresión de pensamientos. Hay que explicar al paciente que muchas veces no es
posible controlar los pensamientos que disparan la preocupación (p.ej., ¿Y si mi hijo hubiera tenido un
accidente?), pero es posible decidir no implicarse en el proceso de preocupación subsecuente. Para ello
se emplea la conciencia plena objetiva. Esta implica, por una parte, ser consciente de los
pensamientos y creencias; y por otra, dos factores adicionales:
1. No responder al pensamiento de modo conceptual o conductual (p.ej., analizándolo, interpretándolo,
elaborándolo, valorándolo, preocupándose sobre él, suprimiéndolo, minimizando la amenaza, buscando
tranquilización o evitando actividades)
2. Ser consciente de que se está percibiendo un pensamiento que es algo separado del sí mismo. Es
decir, en vez de no distinguir los pensamientos de las experiencias directas del sí mismo y del mundo,
se trata de ver los pensamientos como simples eventos de la mente, representaciones internas
independientes del sí mismo y del mundo real que tienen diversos grados de precisión.
Antes de presentar la conciencia plena objetiva, se empieza con un experimento de supresión
de un pensamiento neutral. Se explica al paciente que algunas estrategias para controlar los
pensamientos pueden ser ineficaces o incluso contraproducentes. Se le dice que se imagine que se
preocupa por los conejos azules y que durante los siguientes 3 minutos no piense de ningún modo en
conejos azules. Luego, se le pregunta que ha sucedido (lo usual es que hayan surgido los
pensamientos prohibidos) y la respuesta se emplea para ilustrar que intentar suprimir la preocupación
no es muy eficaz. En el caso de que un paciente dijese que ha logrado no tener los pensamientos, se le
pregunta si puede conseguir lo mismo con los disparadores de sus preocupaciones; lo usual es que no.
A partir del experimento anterior y/o de la ineficacia de las estrategias de control que el paciente ha
utilizado hasta el momento, se le hace ver cómo el intento de controlar los disparado-res iniciales de la
preocupación (p.ej., ¿y si tuviera un cáncer?) no ha funcionado para superar el problema. A partir de
aquí se le pregunta si ha considerado no preocuparse en respuesta al pensamiento disparador o si
podría ver este cómo un simple evento que pasa por su cabeza. Esto permite introducir la conciencia
plena objetiva, la cual es practicada primero en la sesión con pensamientos neutrales y después con
pensamientos que disparan habitualmente la preocupación.
Se explica al paciente que como intentar controlar los pensamientos no funciona a largo plazo,
se le va a proponer una nueva forma de relacionarse con sus pensamientos que se denomina
conciencia plena objetiva.
Tras dos minutos, se comprueba si el paciente ha sido capaz de realizar la tarea. En caso
contrario, se corrigen las posibles dificultades. A continuación, se repite la tarea o se emplea una
estrategia alternativa de conciencia plena hasta que la persona domina la técnica. Finalmente, se
identifica un pensamiento reciente disparador de preocupación y se le pide que aplique la técnica igual
que lo ha hecho anteriormente, permitiendo que el disparador se mantenga en su mente, pero sin hacer
nada con él. Se explica al paciente que haciendo esto, el pensamiento se irá viendo desprovisto de su
influencia, ya que la recuperación emocional es un proceso natural que ocurre espontáneamente si no
se ve interferido por ciertas respuestas contraproducentes ante los pensamientos y emociones.
El siguiente paso es introducir la posposición del proceso de preocupación que sigue a los
pensamientos disparadores como un medio de aumentar la conciencia plena y de cuestionar la creencia
de que la preocupación es incontrolable. Esto se presenta como un experimento para realizar
diariamente durante la siguiente semana. La explicación que se da al paciente incluye los siguientes
puntos:
1. Se le propone que aplique la conciencia plena objetiva tras cada pensamiento disparador.
2. Tras hacer lo anterior, debe posponer cualquier preocupación hasta un momento posterior del día.
Como ayuda, puede recordarse que es sólo un pensamiento y que no necesita darle vueltas y
preocuparse hasta más adelante. Además, debe centrarse en el presente, en lo que está sucediendo o
en lo que está haciendo.
3. Se le dice que más tarde en el día busque un rato en el que, si lo desea, pueda preocuparse sobre el
pensamiento tenido. Este periodo no debe durar más de 10 minutos y no debe ser antes de irse a
dormir. Conviene enfatizar que este tiempo de preocupación no es obligatorio y que muchas personas
deciden no llevarlo a cabo o lo olvidan.
4. Se le explica que posponer la preocupación le permitirá poner a prueba cuán incontrolable es la
preocupación.
5. Finalmente, se destaca de nuevo la diferencia entre suprimir un pensamiento y posponer la
preocupación. No se trata de suprimir el pensamiento que dispara la preocupación, sino dejar que siga
ahí, diciéndose a sí mismo que sólo es un pensamiento, y decidir no hacer nada con él (no intentar
cambiarlo o suprimirlo) ni empezar el habitual proceso de preocupación. Más tarde en el día podrá
ocuparse de él si lo desea.
Tras comprobar que el paciente entiende la actividad, puede obtenerse el grado en el que cree
en la controlabilidad de sus preocupaciones, lo cual se hará también al inicio de la próxima sesión, tras
la realización del experimento. Alternativamente, este cambio también puede ser evaluado a partir de la
Escala Revisada sobre el Trastorno de Ansiedad Generalizada. Para facilitar el experimento de
posponer la preocupación en el entorno habitual, puede llevarse a cabo inicialmente dentro de la sesión.
En este caso, se pide al paciente que piense en un pensamiento disparador y que inicie su proceso de
preocupación. Luego se le dice que posponga sus preocupaciones durante 10 minutos para ver lo que
sucede. Durante este tiempo, la terapia se centra en un tema diferente. Transcurridos los 10 minutos, se
pregunta al paciente si se ha preocupado. En caso negativo, se le hace ver que tiene control sobre sus
preocupaciones sin intentar deshacerse activamente de las mismas.
En la siguiente sesión se revisa el experimento de posposición de la preocupación y se siguen
buscando pruebas contrarias a la incontrolabilidad de la preocupación. Así, se pregunta al paciente qué
sucede con sus preocupaciones cuando debe realizar una tarea urgente o su hijo requiere una atención
inmediata. La idea es que vea que la preocupación es desplazada por otros requerimientos y que, por lo
tanto, responde a lo que hace y a sus prioridades. El siguiente paso para reducir la creencia en la
incontrolabilidad de la preocupación lo constituyen los experimentos sobre la pérdida de control. El
objetivo de estos experimentos es que el paciente compruebe que la preocupación no se convierte en
incontrolable aunque intente perder el control. El primer experimento debe llevarse a cabo en la sesión.
Esto reduce su miedo a llevarlo a cabo como actividad entre sesiones y facilita, por tanto, su realización.
En primer lugar, se recuerda al paciente que sus preocupaciones no son incontrolables, tal como
ha podido comprobar con el experimento de posponer la preocupación. Sin embargo, puede persistir la
creencia de que se perdería el control en el caso de tener una gran preocupación. Una forma de
asegurarse de que esto no es así es intentar preocuparse tan intensamente como sea posible para ver
qué sucede. A continuación, se invita al paciente a que piense en una preocupación actual o reciente y
se le explica que se le va a pedir que empiece a darle vueltas y vueltas para iniciar el proceso de
preocupación. La idea es preocuparse todo lo que se pueda, pensar en lo peor que puede suceder e
intentar perder el control de la actividad. El paciente practica el experimento y se discute si ha habido
o no una pérdida de control. El siguiente paso es establecer la realización del experimento como
actividad entre sesiones en dos momentos diferentes y en el siguiente orden: a) durante un periodo de
posposición de la preocupación y b) en el momento en que se tenga un disparador de preocupación.
Junto con los experimentos de pérdida de control, se pide al paciente que continúe con la posposición
de la preocupación.
Eliminación de las conductas de búsqueda de seguridad y de evitación
Una vez reducida suficientemente la creencia en la incontrolabilidad de las preocupaciones, se
inicia la intervención para ir eliminando las conductas de búsqueda de seguridad y de evitación, ya que
contribuyen a mantener la ansiedad y las preocupaciones. Al igual que se señaló en el tratamiento de
Dugas, se discuten las ventajas y desventajas de estas conductas y una vez que quedan patentes sus
desventajas, se pide al paciente que vaya dejando de hacerlas.
Koszycki et al. (2010) estudiaron la eficacia de una intervención espiritual válida para múl-
tiples confesiones religiosas y que incluye elementos como meditación, conciencia y regulación
emocional, el poder del perdón, la atención plena, la visión espiritual, la motivación altruista, la vida ética
y la autoaceptación. Esta intervención fue tan eficaz como la TCC de Barlow en el pos-tratamiento y a
los 6 meses, aunque el estudio adolece de falta de potencia estadística. En un estudio posterior, la
intervención espiritual mencionada fue más eficaz que la psicoterapia de apoyo en el postratamiento y a
los 3 meses, con tamaños del efecto grandes en preocupación y ansiedad (Koszycki et al., 2014).
TERAPIA INTEGRADORA DE NEWMAN
Newman et al. (2004) han sugerido que para evitar emociones dolorosas, los pacientes con TAG
no sólo se preocupan, sino que se comportan de un modo que aumenta la probabilidad de experimentar
consecuencias interpersonales negativas. Así, evitan que otros conozcan cómo son y lo que sienten
para evitar la crítica y el rechazo que anticipan. También pueden fallar en comunicar a otros lo que
necesitan y quieren en sus relaciones, pero expresan enfado y decepción cuando sus necesidades
emocionales no son satisfechas.
Newman et al. (2004) han desarrollado una terapia integradora para el TAG en la que se aplica
secuencialmente en cada sesión de 2 horas a) la TCC tradicional y b) técnicas interpersonales
dirigidas a alterar las pautas problemáticas de relacionarse y técnicas experienciales orientadas a
superar la evitación emocional. Las metas de la parte interpersonal/experiencial son, en primer lugar,
identificar las necesidades interpersonales del paciente, las formas interpersonales actuales y pasadas
con las que intenta satisfacer dichas necesidades y la experiencia emocional subyacente; y, en segundo
lugar, generar conductas interpersonales más eficaces para satisfacer las propias necesidades. Para
conseguir estas metas, se abordan cuatro dominios:
- Problemas actuales en las relaciones interpersonales, incluyendo el impacto negativo que el
paciente tiene en otros. Tras explorar las relaciones interpersonales en general, se escoge una
persona que sea importante para el cliente y se explora con más profundidad la relación que el paciente
tiene con ella. Es importante hablar de situaciones concretas y especificar bien una serie de aspectos:
a) ¿qué sucedió entre usted y la otra persona?, b) ¿qué emociones sintió?, c) ¿qué necesitaba o
esperaba obtener de la otra persona?, d) ¿qué temía de la otra persona?, e) ¿qué hizo usted?, y f) ¿qué
sucedió a continuación entre usted y la otra persona? A partir de aquí se vuelve al punto “b” hasta que
la situación esté clarificada.
- Orígenes de los problemas interpersonales actuales (p.ej., experiencias de apego y
traumáticas). Se hace una vez que se ha explorado totalmente el dominio anterior. Ayuda a
comprender por qué las formas de relacionarse con los demás pueden haber sido adecuadas en el
pasado, aunque ahora resulten perjudiciales.
Una vez que se han identificado las pautas problemáticas de relacionarse, terapeuta y paciente
trabajan, típicamente mediante role-plays, modos alternativos de relacionarse con los demás. En
los role-plays el paciente asume primero su papel y luego el terapeuta representa el papel del paciente y
este el de la otra persona; el paciente debe imaginar cómo se habría visto afectado en la situación,
como si estuviera en la piel del otro.
- Dificultades interpersonales que surgen en la relación con el terapeuta, incluyendo las rupturas
en la relación terapéutica. El cliente tiende a repetir con el terapeuta los modos desadaptativos de
relacionarse. El terapeuta debe reconocer, basándose en sus propios comportamientos y emociones,
cuándo ha quedado enganchado en estos modos desadaptativos que permiten la evitación
interpersonal y emocional del cliente. Posibles marcadores son la impresión de que la terapia no va a
ningún sitio, sentirse emocionalmente desconectado del paciente y permitir a este proporcionar
información histórica irrelevante, contar largas historias tangenciales, cambiar de tema y proporcionar
sólo descripciones abstractas de sucesos y emociones.
Una vez que el terapeuta es consciente del impacto negativo de la conducta del cliente, aborda
la cuestión de forma abierta y no defensiva. Por ejemplo, “me siento (dejado a un lado) cuando usted
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(no contesta mis preguntas)”. Luego, se pide al paciente que ex-prese cómo se siente respecto a lo que
se le ha dicho. Cuando el cliente expresa una emoción (lo cual puede requerir invitaciones repetidas,
aunque suaves), el terapeuta debe empatizar y validar las experiencias afectivas. A continuación,
comparte su reacción a la autorrevelación del paciente (“Naturalmente, usted querría evitar un tema que
le resulta incómodo. Sin embargo, no contestar a mis preguntas me hace sentir como si lo que le
pregunto no es importante”). Asimismo, el terapeuta debe facilitar que el paciente vea el vínculo entre
los modos de comportarse en la sesión y los modos actuales y pasados de comportarse fuera de la
misma.
Otro aspecto de la relación terapéutica son las rupturas de la alianza terapéutica, las cuales
son vistas como oportunidades para invalidar los esquemas interpersonales desadaptativos del paciente
y lograr que este tenga percepciones más realistas de sí mismo y de los otros y aprenda nuevos modos
de comportarse. Ejemplos de rupturas son la expresión de insatisfacción por parte del cliente, las
expresiones indirectas de hostilidad, el desacuerdo sobre las metas y tareas de la terapia, la excesiva
obediencia y la conducta evasiva (contenidos confusos, saltar de un tema a otro, no contestar a
preguntas directas, llegar tarde).
El manejo de las rupturas sigue tres pasos: a) Comunicar al cliente que se ha percibido su
reacción negativa e invitarle a hablar sobre ella. b) Reflejar las percepciones y emociones del cliente e
invitarle a expresar emociones y pensamientos adicionales sobre sucesos negativos que hayan ocurrido
en la terapia. c) Reconocer alguna verdad en la reacción del cliente, incluso cuando esta reacción
parezca poco razonable; esto implica reconocer que el terapeuta ha contribuido de alguna manera a lo
sucedido.
- Procesamiento emocional en el aquí y ahora de los afectos asociados con los dominios
anteriores. La toma de conciencia y profundización de las emociones experimentadas facilitan la
exposición a los afectos previamente evitados y permiten así la extinción de la preocupación
negativamente reforzada por la evitación emocional. Cuando el terapeuta nota un marcador no verbal o
verbal de emoción, alienta al paciente a seguir con ella y experimentarla totalmente. Similarmente, si el
cliente se desconecta de su experiencia emocional, se le invita a centrase en sus experiencias
inmediatas. Es importante que el paciente vea la emoción como una fuente importante de información
de lo que necesita en su vida.
Además de los marcadores de emociones subyacentes, el terapeuta está atento a los
marcadores de conflictos internos (se usa la técnica de las dos sillas), asuntos no resueltos con otra
persona (se emplea la técnica de la silla vacía) y reacciones problemáticas (sorpresa, confusión y
ambivalencia ante las propias reacciones; se usa el despliegue evocador sistemático: imaginarse
vívidamente en la situación y expresar en detalle lo sucedido y los propios sentimientos). Así pues, se
utilizan técnicas de la terapia experiencial centrada en las emociones (Greenberg, Rice y Elliot,
1993/1996).
Como puede verse el abordaje de la evitación emocional es uno de los pilares de la terapia
integradora de Newman. Los datos de un estudio no controlado sugieren la eficacia de la terapia
integradora de Newman a corto y medio plazo (Newman et al., 2008). Sin embargo, en otro estudio
(Newman et al., 2011) la adición de técnicas de procesamiento emocional e interpersonal a la TCC no
aumentó la eficacia de esta ni en el postratamiento ni a los 2 años. Es posible que la terapia integradora
sólo sea útil para aquellos pacientes que muestran en un grado suficiente determinados tipos de
problemas interpersonales (p.ej., de evitación y rechazo de otros; Newman et al., 2015).
Por otra parte, Newman y Llera (2011) y Newman et al. (2013) han señalado que si una función
de las preocupaciones es evitar el contraste emocional negativo (pasar de un estado emocional neutral
o positivo a uno negativo o experimentar un incremento intenso en afecto negativo), las TCC actuales
intentarían desmantelar la defensa cognitiva sin tratar los miedos subyacentes. Por ello, proponen
abordar la evitación del contraste emocional negativo mediante una exposición al mismo. Esto
puede conseguirse induciendo primero un estado de relajación y luego pidiendo al paciente que imagine
situaciones gradualmente más perturbadoras con las correspondientes consecuencias temidas y que se
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fije en sus respuestas fisiológicas y afectivas para exponerse al contraste emocional negativo (véase
Newman, Llera et al., 2014). El tratamiento podría incluir también la exposición a imágenes
emocionalmente evocativas de tipo agradable y desagradable. Asimismo, dado que los pacientes
podrían comportarse con otras personas de modo frío o sumiso para evitar contrastes emocionales
negativos (p.ej., no son cordiales para evitar el contras-te con un posible rechazo posterior), debería
explorarse la posible existencia de estos patrones de comportamiento y de su función para poder
generar adecuadas situaciones de exposición o de resolución de problemas.
TERAPIA DE REGULACIÓN DE LAS EMOCIONES
Mennin (2004) ha propuesto la terapia de regulación de las emociones basándose en que las
personas con TAG experimentan emociones negativas de modo más fácil e intenso, tienen problemas
para identificar y comprender sus emociones, las valoran negativamente y no las aceptan, y tienen
dificultades para regularlas; de hecho, utilizan la preocupación y otras estrategias ineficaces (p.ej.
obtener seguridad de otros, actuar para evitar a toda costa consecuencias interpersonales negativas)
con el fin de intentar controlar o suprimir la experiencia emocional (p.ej., ansiedad, tristeza, enfado,
euforia). De todos modos, no está claro que la desregulación emocional sea específica del TAG, ya que
podría estar presente en muchos trastornos. La terapia de regulación de las emociones integra
componentes de la TCC (p.ej., autorregistro, relajación, reestructuración de creencias, toma de
decisiones) con intervenciones centradas en las emociones y que van dirigidas a los déficits en
regulación emocional (p.ej., entrenamiento en habilidades) y a la evitación emocional (p.ej., ejercicios
experienciales). Además, se abordan también los problemas interpersonales de los pacientes.
La terapia de regulación de las emociones tiene cuatro fases: 1) Psicoeducación sobre el TAG,
análisis funcional de las preocupaciones y emociones y autorregistro de preocupaciones. 2) El cliente
aprende a identificar respuestas defensivas y de evitación ante la emoción, tales como el
preocuparse y buscar tranquilización. En su lugar, aprende habilidades de conciencia somática,
identificación de creencias sobre temas nucleares problemáticos, comprensión y aceptación emocional,
identificación y expresión de las propias necesidades y regulación de emociones (p.ej., respiración,
imaginación placentera, actividad física, generar planes adaptativos de acción ante situaciones
problemáticas). 3) Las habilidades aprendidas se emplean en una variedad de ejercicios
experienciales que están relacionados con cuestiones nucleares tales como miedo a la pérdida,
incompetencia y fracaso. Estos ejercicios experienciales pueden incluir técnicas como la silla vacía, el
diálogo de las dos sillas y la exposición imaginal, apoyadas en caso necesario, por otras técnicas como
la flecha descendente y el diálogo socrático. 4) Revisión del progreso, terminación de la relación
terapéutica, prevención de recaídas y metas futuras más allá de la terapia.
La terapia de regulación de las emociones se ha mostrado eficaz en un estudio no controlado y
también en un ensayo controlado en el que fue superior a una condición control de atención en una
amplia variedad de medidas (preocupaciones, ansiedad, depresión) con tamaños del efecto de
moderados a grandes. Los resultados se mantuvieron a los 9 meses y fueron igualmente positivos en
pacientes que presentaban depresión mayor comórbida (Mennin et al., 2012).
TERAPIA CONDUCTUAL BASADA EN LA ACEPTACIÓN
Según el modelo de Roemer y Orsillo (2009; véase también Behar et al., 2009), las personas
con TAG tienen una relación problemática con sus experiencias internas (pensamientos, emociones
y sensaciones corporales). Dentro de este componente se distinguen dos aspectos, la reacción negativa
a las experiencias internas y la fusión o sobreidentificación con las mismas. La reacción negativa incluye
pensamientos negativos (p. ej., ver las respuestas emocionales como indeseables o amenazantes) y
metaemociones (p. ej., miedo a las emociones negativas) que suscitan dificultades para observar y
aceptar las experiencias internas. La fusión con las experiencias internas implica verlas como mucho
más indicativas de la realidad de lo que son, lo que incluye considerar que un pensamiento negativo
transitorio (p. ej., “no puedo soportar la ansiedad, soy débil”) constituye una característica definitoria de
la persona. La reacción problemática con las experiencias internas da lugar a la evitación experiencial.
Esta consiste en la evitación deliberada o automática de las experiencias internas percibidas como
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amenazantes (p. ej., preocuparse para evitar experiencias más perturbadoras). Esta evitación reduce el
malestar, pero sólo temporalmente, y contribuye a mantener la relación problemática con las
experiencias internas. Además, facilita la aparición de la restricción conductual; la persona se ocupa
menos en actividades valiosas o significativas o bien es menos consciente de las mismas cuando las
realiza. Esta restricción conductual aumenta el malestar, con lo que se generan más experiencias
negativas internas y el ciclo se perpetúa.
Teniendo en cuenta lo anterior, Roemer y Orsillo (2007, 2009) han propuesto la terapia
conductual basada en la aceptación (TCBA). Esta terapia integra las aproximaciones de atención
plena (mindfulness) y la aceptación de las propias experiencias con los principios conductuales de
aprender y practicar nuevas habilidades. Concretamente, se enfatiza: a) aumentar la conciencia en el
momento presente (prestar atención deliberadamente en el momento presente a las experiencias
internas y externas sin juzgarlas ni controlarlas), b) alentar la aceptación de las respuestas internas en
vez de juzgarlas y evitarlas, y c) promover la acción en áreas importantes para el paciente. El
tratamiento no se centra primariamente en reducir las preocupaciones, sino en cambiar cómo uno
responde ante las mismas.
En la TCBA se comienza explicando y demostrando un modelo del TAG en que se resalta el
papel de la evitación experiencial y se conecta este modelo con el tratamiento a seguir. Luego, se
enseñan una variedad de técnicas de atención plena, centradas primero en la respiración y sensaciones
y luego en las emociones y pensamientos. A lo largo del tratamiento se ayuda a los clientes a: a) romper
la fusión entre la percepción de sí mismos y las experiencias internas (p.ej., etiquetando estas últimas:
“estoy teniendo la emoción de tristeza”, “estoy teniendo el pensamiento de que soy incapaz”); b)
identificar las actividades que valoran en su vida (en el área interpersonal, laboral/educativa e intereses
personales); y c) vivir la vida que deseen dejando de centrarse en cambiar sus experiencias internas y
centrándose, en cambio, en las acciones que pueden llevar a cabo para cambiar su experiencia externa;
y esto último a pesar de los pensamientos y sentimientos dolorosos que pueden surgir. Puede verse un
ejemplo detallado en Hayes-Skelton, Orsillo y Roemer (2013).
5. TRASTORNOS DE LA ELIMINACIÓN: ENURESIS Y ENCOPRESIS.
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
ENURESIS
A. Emisión repetida de orina en la cama o en la ropa, ya sea de manera involuntaria o voluntaria.
B. El comportamiento es clínicamente significativo cuando se manifiesta con una frecuencia de al
menos dos veces por semana durante un mínimo de tres meses consecutivos o por la presencia de
malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, académico (laboral) u otras áreas
importantes del funcionamiento.
C. La edad cronológica es de por lo menos 5 años (o un grado de desarrollo equivalente).
D. El comportamiento no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., un
diurético, un antipsicótico) u otra afección médica (p. ej., diabetes, espina bífida, epilepsia).
Especificar si:
Sólo nocturna: Emisión de orina solamente durante el sueño nocturno.
Sólo diurna: Emisión de orina durante las horas de vigilia. Nocturna y diurna: Una combinación
de los dos subtipos anteriores.
ENCOPRESIS 307.7 (F98.1)
A. Excreción repetida de heces en lugares inapropiados (p. ej., en la ropa, en el suelo), ya sea
involuntaria o voluntaria.
B. Al menos uno de estos episodios se produce cada mes durante un mínimo de tres meses.
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- funcional
- psicógena
Incontinencia fecal de origen no orgánico
Use código adicional si desea identificar la causa de cualquier constipación coexistente.
Excluye:
- encopresis SAI ( R15 )
i. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA16
ENURESIS
Intervención con la familia El tratamiento exige, durante todo el proceso, una evaluación continua
semanal de la micción nocturna: el despertar para ir al baño, los pequeños escapes o la micción
completa en la cama sin despertar. El tratamiento de la enuresis plantea los siguientes objetivos que, en
todo caso, son función del análisis funcional, considerando los registros nocturnos y diurnos, los
conocimientos y expectativas de los padres y la capacidad del niño de llevar a cabo por sí mismo el
tratamiento.
PSICOEDUCACIÓN
• Explicación del análisis funcional, de la diversidad del aprendizaje del control, de la necesidad de un
tratamiento particular en función del momento evolutivo del niño, minimizar la importancia del problema
y señalar el habitual éxito del tratamiento en el plazo de 3 meses.
• Explicar el funcionamiento del control evolutivo de la micción y los posibles aceleradores y
desaceleradores del proceso de control (por ejemplo, haber insistido en que se siente en la taza cada
poco tiempo para orinar durante un largo periodo de tiempo, frena el aprendizaje).
• Explicar el funcionamiento del sistema de alarma a los padres y, en su caso al niño, basado en el
proceso de condicionamiento. Explicar las variables de las que es función el aprendizaje en las
diferentes etapas: el efecto del nº de ensayos y la ingesta de agua, el despertarse por sí solo por la
noche, el posible efecto placebo inducido por el sistema de alarma y el proceso de generalización del
control.
ENTRENAMIENTO EN CONTROL VOLUNTARIO
• Iniciar control diurno hasta su completo control antes de iniciar el control nocturno. Registro de la
técnica y génesis de autocontrol de la evacuación.
• El control nocturno hasta conseguir despertar antes de la micción. Iniciar el procedimiento sin
restricción de líquidos. Comprobar el buen funcionamiento del sistema de alarma. Comprobar que el
niño (con ayuda o no de los padres pero con la supervisión de los mismos) se despierta, interrumpe la
micción, va al cuarto de baño para terminar la micción y reinicia de nuevo el aparato correctamente. Si
en esta fase, durante la noche, hubiera más de tres noches sin micciones de ninguna índole (ni moja la
cama ni orina en el baño), insistir en la ingesta de líquidos adicionales para que aumente el nº de
ensayos de condicionamiento, advirtiendo del objetivo que se persigue en esta fase de aprendizaje y de
sus habituales efectos.
• El control nocturno hasta conseguir cama seca durante dos semanas seguidas sin episodios de
micción inadecuada durante la noche: el niño o bien duerme durante toda la noche sin necesidad de
orinar durante la noche o lo hace en el cuarto de baño. Este logro supone el condicionamiento,
despertarse por llenado de la vejiga y cierta habilidad para relajar el detrusor al tiempo que mantiene la
contracción del esfínter externo. A partir de este momento no hay que inducir la ingesta adicional de
líquidos.
16
PILLADO, C, et al. (2015).
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• El control nocturno hasta conseguir cama seca sin despertar durante la noche. Supone un suficiente
tamaño de la vejiga para aguantar sin orinar durante la noche. Constituye la solución del problema y a
partir de este momento se empiezan a retirar los aparatos de control externo.
• El control nocturno sin micción durante la noche con sistema de alarma puesto desconectado en días
alternos. Generalización del control y condicionamiento de la propia micción nocturna.
• El control nocturno sin micción durante la noche sin sistema de alarma durante dos semanas
adicionales supone el control nocturno de la enuresis y, si se ha seguido el procedimiento, más de un
mes seguido sin micciones inadecuadas.
ENCOPRESIS
Intervención con los padres
El tratamiento exige, durante todo el proceso, una evaluación continua semanal de las
defecaciones en el váter y los ensuciamientos de la ropa. Para el caso de la encopresis retentiva, el
tratamiento médico podrá ser combinado con el conductual en dos fases: una inicial de “desimpactación
o limpieza fecal” a base de enemas para evacuar las heces retenidas, y otra de mantenimiento a base
de laxantes para promover una evacuación intestinal regular.
El tratamiento conductual se centra en las conductas objeto de modificación, en cada eslabón de
una cadena compleja: discriminar las señales fisiológicas que preceden a la defecación, retener las
heces hasta localizar el lugar adecuado, desnudarse, sentarse en el retrete, y una vez sentado relajar el
esfínter externo para evacuar las heces. Mientras que el tratamiento de la enuresis está protagonizado
por el condicionamiento clásico, en el caso de la encopresis las técnicas empleadas estarán basadas en
el condicionamiento operante. Se plantean los siguientes objetivos que, en todo caso, son función del
análisis funcional que previamente hemos desarrollado, considerando los registros previos, los
conocimientos y expectativas de los padres y la capacidad del niño de llevar a cabo por sí mismo el
tratamiento.
PSICOEDUCACIÓN Y CONTROL ESTIMULAR
• Explicación a los padres del posible análisis funcional, de la diversidad del aprendizaje de hábitos, de
la necesidad de un tratamiento particular en función del momento evolutivo del niño, minimizar la
gravedad del problema y señalar la importancia de la paciencia para lograr cambios estables y
duraderos.
• Explicar el funcionamiento del control fisiológico de la defecación, el impacto de la dieta (líquidos,
fibra…) y los momentos del día ideales para incitar a la defecación (al despertar por la mañana y tras las
comidas principales, la motilidad gástrica es mayor).
• Seleccionar cuidadosamente a la persona que se hará cargo del procedimiento en el hogar,
procurando que todas las partes implicadas (padres, niño…) acepten y entiendan el plan terapéutico.
Debe quedar claro que no se trata de un exceso de conducta, sino de una carencia de habilidades. Las
reprimendas por ensuciar están fuera de lugar ya que sólo añaden un estrés que, por las implicaciones
fisiológicas del problema, no hacen sino empeorarlo.
• Organizar las condiciones ambientales óptimas para la defecación, velando por que disponga de un
retrete accesible o de la ayuda necesaria para acceder a él, así como de la intimidad que requiera.
Intervención con el niño
CONTROL DEL HÁBITO DE LA DEFECACIÓN
• Enseñar al niño las conductas requisito para la defecación, tales como desvestirse, sentarse en la taza
y, una vez finalizada la deposición, llevar a cabo una correcta higiene.
• Entrenar el hábito de defecación mediante técnicas de reforzamiento positivo principalmente. Las
conductas a reforzar serán sentarse en el váter en momentos predefinidos (después de alguna comida,
idealmente el desayuno) y la defecación en el váter. Sólo en caso de estar completamente descartado el
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patrón retentivo, podrá reforzarse también la conducta de mantener limpia la ropa. La economía de
fichas es la opción más recomendable para administrar los refuerzos, así como los refuerzos verbales
contingentes en combinación con ésta. El refuerzo negativo es otra opción a tener en cuenta, por
ejemplo, sentando en el váter al niño hasta que defeque, evitando así permanecer en él un intervalo
prudencial preestablecido (15-20 minutos).
• Eliminar los ensuciamientos. Si el refuerzo del hábito no es suficiente para este fin, y siempre bajo
consejo del análisis funcional, podría recurrirse a técnicas basadas en el castigo. Deben emplearse con
mucha cautela, pues pueden generar respuestas emocionales (miedo y ansiedad) que agraven el
ensuciamiento, así como conductas de evitación que interfieren con la terapia (retener heces o
esconder ropa sucia). Jamás deben emplearse ni como primer tratamiento de elección, ni como único,
ni como prioritario. Ese papel lo cumplirían las técnicas de reforzamiento positivo. Ejemplos de castigos
serían: entrenamiento en limpieza, coste de respuesta (retirada de privilegios o fichas) y el tiempo fuera
de reforzamiento.
c. TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO.
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO 300.3 (F42)
A. Presencia de obsesiones, compulsiones o ambas: Las obsesiones se definen por (1) y (2):
1. Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan, en algún
momento durante el trastorno, como intrusas o no deseadas, y que en la mayoría de los sujetos causan
ansiedad o malestar importante.
2. El sujeto intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o neutralizarlos con
algún otro pensamiento o acto (es decir, realizando una compulsión). Las compulsiones se definen por
(1) y (2):
1. Comportamientos (p. ej., lavarse las manos, ordenar, comprobar las cosas) o actos mentales (p. ej.,
rezar, contar, repetir palabras en silencio) repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una
obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera rígida.
2. El objetivo de los comportamientos o actos mentales es prevenir o disminuir la ansiedad o el
malestar, o evitar algún suceso o situación temida; sin embargo, estos comportamientos o actos
mentales no están conectados de una manera realista con los destinados a neutralizar o prevenir, o bien
resultan claramente excesivos.
Nota: Los niños de corta edad pueden no ser capaces de articular los objetivos de estos
comportamientos o actos mentales.
B. Las obsesiones o compulsiones requieren mucho tiempo (p. ej., ocupan más de una hora diaria) o
causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del
funcionamiento.
C. Los síntomas obsesivo-compulsivos no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia
(p. ej., una droga, un medicamento) o a otra afección médica.
D. La alteración no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental (p. ej., preocupaciones
excesivas, como en el trastorno de ansiedad generalizada; preocupación por el aspecto, como en el
trastorno dismórfico corporal; dificultad de deshacerse o renunciar a las posesiones, como en el
trastorno de acumulación; arrancarse el pelo, como en la tricotilomanía [trastorno de arrancarse el pelo];
rascarse la piel, como en el trastorno de excoriación [rascarse la piel]; estereotipias, como en el
trastorno de movimientos estereotipados; comportamiento alimentario ritualizado, como en los
trastornos alimentarios; problemas con sustancias o con el juego, como en los trastornos relacionados
con sustancias y trastornos adictivos; preocupación por padecer una enfermedad, como en el trastorno
de ansiedad por enfermedad; impulsos o fantasías sexuales, como en los trastornos parafílicos;
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impulsos, como en los trastornos perturbadores, del control de los impulsos y de la conducta;
rumiaciones de culpa, como en el trastorno de depresión mayor; inserción de pensamientos o delirios,
como en la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos; o patrones de comportamiento repetitivo, como
en los trastornos del espectro del autismo).
Especificar si:
Con introspección buena o aceptable: El sujeto reconoce que las creencias del trastorno obsesivo-
compulsivo son claramente o probablemente no ciertas o que pueden ser ciertas o no.
Con poca introspección: El sujeto reconoce que las creencias del trastorno obsesivo-compulsivo son
claramente o probablemente no ciertas o que pueden ser ciertas o no.
Con ausencia de introspección/con creencias delirantes: El sujeto está completamente convencido
de que las creencias del trastorno obsesivo-compulsivo son ciertas.
Especificar si:
El sujeto tiene una historia reciente o antigua de un trastorno de tics.
1. Síntomas del Criterio A desarrollados durante o poco después de la intoxicación o abstinencia de una
sustancia o después de la exposición a un medicamento.
2. La sustancia/medicamento implicado puede producir los síntomas del Criterio A.
C. La alteración no se explica mejor por un trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno relacionado que
no es inducido por sustancias/medicamentos. Estas pruebas de un trastorno obsesivo-compulsivo y
trastorno relacionado independiente pueden incluir lo siguiente: Los síntomas anteceden al inicio del uso
de la sustancia/medicamento; los síntomas persisten durante un período importante (p. ej.,
aproximadamente un mes) después del cese de la abstinencia aguda o la intoxicación grave; o existen
otras evidencias que sugieren la existencia de un trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno relacionado
independiente no inducido por sustancias/medicamentos (p. ej., antecedentes de episodios recurrentes
no relacionados con sustancias/medicamentos).
D. La alteración no se produce exclusivamente durante el curso de un síndrome confusional.
E. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas
importantes del funcionamiento.
Nota: Sólo se hará este diagnóstico además de un diagnóstico de intoxicación o abstinencia de
sustancias cuando los síntomas del Criterio A predominen en el cuadro clínico y sean suficientemente
graves para justificar atención clínica.
Nota de codificación: Los códigos CIE-9-MC y CIE-10-MC para los trastornos obsesivo-compulsivos y
relacionados inducidos por [una sustancia/medicamento específico] se indican en la tabla siguiente.
Obsérvese que el código CIE-10-MC depende de si existe o no algún trastorno concomitante por
consumo de sustancias de la misma clase. Si un trastorno leve por consumo de sustancias coincide con
el trastorno obsesivo-compulsivo y relacionados inducidos por sustancias, el carácter en 4a posición es
“1” y el médico hará constar “trastorno leve por consumo de [sustancia]” antes del trastorno obsesivo-
compulsivo y relacionados inducidos por sustancias (p. ej., “trastorno leve por consumo de cocaína con
trastorno obsesivo-compulsivo y relacionados inducidos por cocaína”). Si un trastorno moderado o grave
por consumo de sustancias coincide con el trastorno obsesivo-compulsivo y relacionados inducidos por
sustancias, el carácter en 4a posición es “2” y el médico hará constar “trastorno moderado por consumo
de [sustancia]” o “trastorno grave por consumo de [sustancia]” según la gravedad del trastorno
concurrente por consumo de sustancias. Si no existe un trastorno concurrente por consumo de
sustancias (p. ej., después de un consumo fuerte puntual de la sustancia), el carácter en 4a posición es
“9” y el médico sólo hará constar el trastorno obsesivo-compulsivo y relacionados inducidos por
sustancias.
Especificar si:
Con inicio durante la intoxicación: Si se cumplen los criterios de intoxicación con la sustancia y los
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B. En algún momento durante el curso del trastorno, el sujeto ha realizado comportamientos (p. ej.,
mirarse en el espejo, asearse en exceso, rascarse la piel, querer asegurarse de las cosas) o actos
mentales (p. ej., comparar su aspecto con el de otros) repetitivos como respuesta a la preocupación por
el aspecto.
C. La preocupación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras
áreas importantes del funcionamiento.
D. La preocupación por el aspecto no se explica mejor por la inquietud acerca del tejido adiposo o el
peso corporal en un sujeto cuyos síntomas cumplen los criterios diagnósticos de un trastorno
alimentario.
Especificar si:
Con dismorfia muscular: Al sujeto le preocupa la idea de que su estructura corporal es demasiado
pequeña o poco musculosa. Este especificador se utiliza incluso si el sujeto está preocupado por otras
zonas corporales, lo que sucede con frecuencia.
Especificar si:
Indicar el grado de introspección sobre las creencias del trastorno dismórfico corporal (p. ej.,
“Estoy feo/a” o “Estoy deforme”).
Con introspección buena o aceptable: El sujeto reconoce que las creencias del trastorno dismórfico
corporal son claramente o probablemente no ciertas o que pueden ser ciertas o no.
Con poca introspección: El sujeto piensa que las creencias del trastorno dismórfico corporal son
probablemente ciertas.
Con ausencia de introspección/con creencias delirantes: El sujeto está completamente convencido
de que las creencias del trastorno dismórfico corporal son ciertas.
ii. CLASIFICACIÓN CIE-10
F42 Trastorno obsesivo-compulsivo
Sus rasgos fundamentales estriban en la presencia de pensamientos obsesivos, o de actos
compulsivos, ambos recurrentes.
Los pensamientos obsesivos son ideas, imágenes o impulsos que penetran la mente del paciente una y
otra vez, en forma estereotipada.
Estos pensamientos son casi invariablemente angustiantes y el paciente afectado intenta a menudo
rechazarlos, sin tener éxito en su empeño.
A pesar de esto, son reconocidos como pensamientos propios, incluso aunque sean involuntarios y a
menudo repugnantes.
Los actos compulsivos o ritos compulsivos son comportamientos estereotipados, repetidos una y otra
vez.
No son intrínsecamente agradables, ni tienen como finalidad el cumplimiento de tareas inherentemente
útiles.
Su función es prevenir algún suceso, objetivamente improbable, a menudo un daño causado al o por el
paciente, que éste teme que, de otro modo, puede ocurrir.
Habitualmente el paciente reconoce que este comportamiento no tiene sentido o que es ineficaz, dado
lo cual realiza intentos repetidos para resistirse a él.
Casi invariablemente hay ansiedad, la cual empeora si los actos compulsivos son resistidos.
Incluye:
- neurosis anancástica
- neurosis obsesivo-compulsiva
Excluye:
- trastornos obsesivo-compulsivos de la personalidad ( F60.5 )
o F42.0 Predominio de pensamientos o rumiaciones obsesivas
Pueden tomar la forma de ideas, imágenes mentales o impulsos para la acción, casi siempre
angustiantes para el paciente.
Algunas veces estas ideas son indecisas e interminables consideraciones sobre alternativas,
asociadas con una incapacidad para tomar decisiones triviales pero necesarias en la vida cotidiana.
La relación entre las rumiaciones obsesivas y la depresión es particularmente estrecha, por lo que el
diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo debe ser preferido sólo si las rumiaciones surgen o
persisten en ausencia de un episodio depresivo.
o F42.1 Predominio de actos compulsivos [rituales obsesivos]
La mayoría de los actos compulsivos se refieren al aseo (especialmente al lavado de manos), a la
verificación repetida para asegurarse de que se ha logrado impedir el desarrollo de alguna situación
potencialmente peligrosa, o al orden y a la pulcritud.
Subyace al comportamiento manifiesto un temor a una situación de peligro para el paciente, que
puede ser causada por él, y el ritual es un intento ineficaz o simbólico para alejar ese peligro.
o F42.2 Actos e ideas obsesivas mixtos
o F42.8 Otros trastornos obsesivo-compulsivos
o F42.9 Trastorno obsesivo-compulsivo, no especificado
o F45.2 Trastorno hipocondríaco
o Su característica esencial es una preocupación persistente por la posibilidad de sufrir uno o más
trastornos físicos graves y progresivos.
o Los pacientes manifiestan quejas somáticas persistentes o una preocupación mantenida por su
apariencia física.
o Las sensaciones y los aspectos normales y corrientes son a menudo interpretados por el
paciente como anormales y angustiantes, y habitualmente enfoca la atención en sólo uno o dos
órganos o sistemas corporales.
o A menudo hay depresión y ansiedad marcadas que pueden fundamentar diagnósticos
adicionales.
o Dismorfofobia (sin delirios)
o Hipocondría
o Neurosis hipocondríaca
o Nosofobia
o Trastorno dismórfico corporal
o Excluye:
o - delirios fijos acerca de las funciones o de la forma corporal ( F22.- )
o - dismorfofobia delirante ( F22.8 )
17
PILLADO, C., et al. (2015)
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PSICOEDUCACIÓN
Es el paso previo en la intervención. Se trata de que el niño comprenda qué está sucediendo,
cuáles son las causas y los mecanismos de actuación. Es importante que lo entienda y que sepa en qué
va a consistir la intervención.
TÉCNICAS COGNITIVAS
En algunos casos, y previamente a la exposición, es conveniente utilizar ciertas técnicas
cognitivas como éstas. Las autoinstrucciones son útiles para que el niño genere un mensaje que le
ayude a enfrentarse a la situación: antes, durante y después. Es conveniente utilizar frases que ya
utilice y que valore como eficaces para controlar su conducta, y que generalice estas autoinstrucciones.
Otras de las técnicas son las pruebas de realidad o la técnica del pastel (comparar la estimación de
responsabilidad previa y responsabilidad real que tiene el niño en el acontecimiento negativo,
colocándolo en una gráfica circular, para comprobar que la real suele ser menor que la inicial).
EXPOSICIÓN CON PREVENCIÓN DE RESPUESTA
Es el tratamiento principal para este tipo de problemática y su aplicación consta de los siguientes
pasos:
− Manejar el termómetro del malestar: es un elemento previo que sirve para que el niño regule el
nivel de malestar que siente en las situaciones en las que realiza determinado ritual o comprobación.
Cuanto peor se siente el niño, mayor temperatura. Es conveniente hacer algunos ensayos para saber si
ha entendido su funcionamiento. Se puede utilizar también el volumen como una medida de malestar.
− Construir la jerarquía de situaciones en las que aparecen obsesiones y/o
rituales/comprobaciones: hay que preguntar al niño por las situaciones que le generen malestar y
colocarlas en ese termómetro creado previamente. Si no es capaz de situarlos en la escala, habrá que
ayudarle. Los padres pueden aportar información en este punto.
− Exposición y prevención de respuesta: el objetivo es que el niño se enfrente de manera
satisfactoria a las situaciones que le provocan malestar durante períodos de tiempo suficientes hasta
que se produzca la habituación. Es muy importante impedir respuestas de evitación o escape. Hay que
motivar mucho y utilizar las autoinstrucciones que el niño aplica. Es conveniente saber que durante la
aplicación de esta técnica puede incrementarse la conducta que se pretende extinguir, pueden aparecer
reacciones emocionales (gritos, lloros, conductas agresivas…) y puede aparecer una recuperación
espontánea de la conducta problema pasado algún tiempo. Durante la exposición, se pueden utilizar el
modelado y el moldeamiento como técnicas adicionales. De esta manera, en el modelado el niño
observa como el terapeuta (o familiares) se enfrentan al estímulo temido sin sufrir consecuencias
negativas. En el moldeamiento, obtiene refuerzo a medida que consigue aproximaciones.
TÉCNICAS DE CONTROL DE LA ACTIVACIÓN
Es conveniente, en ocasiones, realizar un entrenamiento en relajación o respiración para que el
niño sea capaz de tolerar el malestar que le supone enfrentarse a la situación temida.
Intervención con la familia
PSICOEDUCACIÓN
Al igual que en la intervención con el niño, es un paso previo importante a la hora de intervenir.
Los padres tienen que entender la funcionalidad de las conductas que realiza el niño y no culpar ni
regañar por esto. Además, es importante que entiendan los mecanismos de actuación, puesto que ellos
tendrán que aplicar en casa muchas de las técnicas aplicadas en consulta.
EXPOSICIÓN CON PREVENCIÓN DE RESPUESTA
La familia tendrá que llevar a cabo la técnica de la misma manera que lo hace el psicólogo,
puesto que es el medio natural del niño. Es importante entrenar a las personas encargadas de llevarla a
cabo, puesto que si no comprenden el funcionamiento de manera adecuada pueden estar favoreciendo
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conductas encubiertas, evitación o escape. Para ello, se le pedirá a la familia un registro semanal de las
tareas llevadas a cabo en casa para comprobar su realización y, en el caso de no cumplimiento, los
impedimentos surgidos.
8. TRASTORNOS AFECTIVOS EN LA INFANCIA Y EN LA ADOLESCENCIA:
a. DEPRESIÓN INFANTIL
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
El bajo estado de ánimo en niños se caracteriza por la persistencia de ánimo triste o irritable y
anhedonia. Suele acompañarse de problemas de conducta, irritabilidad, rabietas y desobediencia,
cambios en el apetito, sueño y nivel de actividad, poca atención o concentración y sentimientos de baja
autoestima. En niños, generalmente, se evidencia un cambio significativo en la manera en que el niño
siente, piensa y se comporta y, difícilmente, sin un adecuado apoyo o tratamiento pueden recuperarse
por sus propios medios.
TRASTORNO DE DESREGULACIÓN DESTRUCTIVA DEL ESTADO DE ÁNIMO 296.99 (F34.8)
A. Accesos de cólera graves y recurrentes que se manifiestan verbalmente (p. ej., rabietas verbales) y/o
con el comportamiento (p. ej., agresión física a personas o propiedades) cuya intensidad o duración son
desproporcionadas a la situación o provocación.
B. Los accesos de cólera no concuerdan con el grado de desarrollo.
C. Los accesos de cólera se producen, en término medio, tres o más veces por semana.
D. El estado de ánimo entre los accesos de cólera es persistentemente irritable o irascible la mayor
parte del día, casi todos los días, y es observable por parte de otras personas (p. ej., padres, maestros,
compañeros).
E. Los Criterios A–D han estado presentes durante 12 o más meses. En todo este tiempo, el individuo
no ha tenido un período que durara tres o más meses consecutivos sin todos los síntomas de los
Criterios A–D.
F. Los Criterios A y D están presentes al menos en dos de tres contextos (es decir, en casa, en la
escuela, con los compañeros) y son graves al menos en uno de ellos.
G. El primer diagnóstico no se debe hacer antes de los 6 años o después de los 18 años.
H. Por la historia o la observación, los Criterios A–E comienzan antes de los 10 años.
I. Nunca ha habido un período bien definido de más de un día durante el cual se hayan cumplido todos
los criterios sintomáticos, excepto la duración, para un episodio maníaco o hipomaníaco.
Nota: La elevación del estado de ánimo apropiada al desarrollo, como sucede en el contexto de un
acontecimiento muy positivo o a la espera del mismo, no se ha de considerar un síntoma de manía o
hipomanía.
J. Los comportamientos no se producen exclusivamente durante un episodio de trastorno de depresión
mayor y no se explican mejor por otro trastorno mental (p. ej., trastorno del espectro del autismo,
trastorno por estrés postraumático, trastorno por ansiedad de separación, trastorno depresivo
persistente [distimia]).
Nota: Este diagnóstico no puede coexistir con el trastorno negativista desafiante, el trastorno explosivo
intermitente o el trastorno bipolar, aunque puede coexistir con otros, como el trastorno de depresión
mayor, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, el trastorno de conducta y los trastornos
por consumo de sustancias. En individuos cuyos síntomas cumplen los criterios para el trastorno de
desregulación destructiva del estado de ánimo y el trastorno negativista desafiante, solamente se debe
hacer el diagnóstico de trastorno de desregulación destructiva del estado de ánimo. Si un individuo no
ha tenido nunca un episodio maníaco o hipomaníaco, no se debe hacer el diagnóstico de trastorno de
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Para distinguir la culpabilidad de un episodio de depresión mayor (EDM), es útil tener en cuenta que en la
culpabilidad el afecto predominante es el sentimiento de vacío y pérdida, mientras que en un EDM, es el
estado de ánimo deprimido persistente y la incapacidad de esperar felicidad o placer. La disforia en la
culpabilidad probablemente disminuye de intensidad en días o semanas y se produce en oleadas, las
denominadas punzadas de culpa. Estas oleadas tienden a asociarse a pensamientos o recuerdos del difunto.
El estado de ánimo deprimido de un EDM es más persistente y no se asocia a pensamientos o
preocupaciones específicos. El dolor de la culpabilidad puede ir acompañado de humor y emociones positivas
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*Para un episodio que se considera recurrente, debe haber un intervalo mínimo de dos meses consecutivos entre los
episodios, durante el cual no se cumplan los criterios para un episodio de depresión mayor. Las definiciones de los
especificadores se encuentran en las páginas indicadas.
**Si existen características psicóticas, codificar el especificador “con características psicóticas”
que no son característicos de la intensa infelicidad y miseria que caracteriza a un EDM. El contenido de los
pensamientos asociados a la culpabilidad generalmente presenta preocupación vinculada a pensamientos y
recuerdos del difunto, y no la autocrítica o la rumiación pesimista que se observa en un EDM. En la
culpabilidad, la autoestima por lo general se conserva, mientras que en un EDM son frecuentes los
sentimientos de no valer para nada y de desprecio por uno mismo. Si en la culpabilidad existen ideas de
autoanulación, implican típicamente la percepción de haber fallado al difunto (p. ej., no haberlo visitado con
más frecuencia, no decirle lo mucho que lo quería). Si un individuo en duelo piensa en la muerte y en el hecho
de morir, estos pensamientos se centran por lo general en el difunto y posiblemente en “reunirse” con él,
mientras que en un EDM estos pensamientos se centran en poner fin a la propia vida debido al sentimiento de
inutilidad, de no ser digno de vivir o de ser incapaz de hacer frente al dolor de la depresión.
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Veremos el resto de clasificaciones para los trastornos del ánimo en la infancia y la adolescencia
en el tema siguiente, ya que es la misma que para adultos.
ii. CLASIFICACIÓN CIE-10
TRASTORNOS DEL HUMOR [AFECTIVOS] (F30 - F39)
Son trastornos en los cuales la perturbación fundamental consiste en una alteración del humor o de la
afectividad, que tiende a la depresión (con o sin ansiedad concomitante), o a la euforia.
Este cambio del humor se acompaña habitualmente de modificaciones en el nivel general de actividad,
y la mayor parte de los demás síntomas son secundarios a esos cambios del ánimo y de la actividad, o
bien, fácilmente explicables en el contexto de los mismos.
La mayoría de estos trastornos tienden a ser recurrentes, y a menudo el comienzo de cada episodio se
relaciona con sucesos o situaciones generadores de estrés.
F30 Episodio maníaco
Todas las subdivisiones de esta categoría deben usarse solamente para un episodio único.
Los episodios hipomaníacos o maníacos que se den en personas que han tenido uno o más
episodios afectivos previos (depresivos, hipomaníacos, maníacos o mixtos) deben codificarse como
trastorno afectivo bipolar (F31.-).
Incluye:
- episodio maníaco único en un trastorno bipolar
F31 Trastorno afectivo bipolar
Trastorno caracterizado por dos o más episodios en los cuales el humor y los niveles de actividad del
paciente se hallan profundamente perturbados.
En algunas ocasiones esta perturbación consiste en una elevación del humor y en un incremento de
la energía y de la actividad (hipomanía o manía) y en otras, en un decaimiento del humor y en una
disminución de la energía y de la actividad (depresión).
Los episodios repetidos de hipomanía o de manía solamente, se clasifican como trastornos bipolares.
Incluye:
- enfermedad maníaco-depresiva
- psicosis maníaco-depresiva
- reacción maníaco-depresiva
Excluye:
- ciclotimia (F34.0)
- episodio maníaco único en un trastorno bipolar (F30.-)
F32 Episodio depresivo
En los episodios típicos, tanto leves como moderados o graves, el paciente sufre un decaimiento del
ánimo, con reducción de su energía y disminución de su actividad.
Se deterioran la capacidad de disfrutar, el interés y la concentración, y es frecuente un cansancio
importante, incluso después de la realización de esfuerzos mínimos.
Habitualmente el sueño se halla perturbado, en tanto que disminuye el apetito.
Casi siempre decaen la autoestima y la confianza en sí mismo, y a menudo aparecen algunas ideas
de culpa o de ser inútil, incluso en las formas leves.
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El decaimiento del ánimo varía poco de un día al siguiente, es discordante con las circunstancias y
puede acompañarse de los así llamados síntomas “somáticos”, tales como la pérdida del interés y de
los sentimientos placenteros, el despertar matinal con varias horas de antelación a la hora habitual, el
empeoramiento de la depresión por las mañanas, el marcado retraso psicomotor, la agitación y la
pérdida del apetito, de peso y de la libido.
El episodio depresivo puede ser calificado como leve, moderado o grave, según la cantidad y la
gravedad de sus síntomas.
Incluye:
- episodios únicos de:
- - depresión psicógena
- - depresión reactiva
- - reacción depresiva
Excluye:
- cuando se asocia con trastornos de la conducta en F91.- (F92.0)
- trastornos de adaptación (F43.2)
- trastorno depresivo recurrente (F33.-)
F33 Trastorno depresivo recurrente
Trastorno caracterizado por episodios repetidos de depresión, como los descritos para el episodio
depresivo (F32.-), sin ninguna historia de otros episodios distintos en los que hubiera habido
elevación del ánimo y aumento de la energía (manía).
Sin embargo, puede haber episodios breves de ligera elevación del ánimo y de hiperactividad
(hipomanía), inmediatamente después de un episodio depresivo, los cuales a veces son
desencadenados por el tratamiento antidepresivo.
Las formas más graves del trastorno depresivo recurrente (F33.2 y F33.3) tienen mucho en común
con conceptos más primarios, como los de depresión maníaco-depresiva, melancolía, depresión vital
y depresión endógena.
El primer episodio puede ocurrir a cualquier edad entre la niñez y la senectud.
El comienzo puede ser tanto agudo como insidioso, y la duración del cuadro varía desde unas pocas
semanas a varios meses.
El riesgo de que un paciente con un trastorno depresivo recurrente sufra un episodio de manía no
desaparece jamás totalmente, por muchos que hayan sido los episodios depresivos que haya
experimentado.
Si esto ocurre, debe modificarse el diagnóstico por el de trastorno afectivo bipolar (F31.-).
Incluye:
- episodios recurrentes de: - - reacción depresiva
- - depresión psicógena - trastorno depresivo estacional
- - depresión reactiva
Excluye:
- episodios recurrentes depresivos breves (F38.1)
19
DEL BARRIO, V. (2013)
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El tratamiento de la depresión infantil comenzó con las mismas coordenadas que la depresión
adulta y ahora ambas están inmersas en la tarea de encontrar los aspectos diferenciales en el éxito de
los tratamientos.
El tratamiento cognitivo-conductual (TCC) se ha asentado, no sólo como el que tiene una
mayor preocupación por su eficacia (Méndez et al. 2003), sino también como el que logra mayores
tasas de mejoría, en función del tamaño del efecto. Verduyn, Rogers & Wodd, (2009) recogen todo lo
que se sabe sobre la terapia cognitivo conductual en niños y adolescentes y dan una intensa llamada de
atención al trabajo complementario con padres, escuela y maestros como estrategia que mejora
resultados previos. También, es patente que todas las intervenciones tienen algún efecto positivo, frente
a la no intervención (Weisz, McCarty & Valery, 2006) y que, si la terapia es demasiado breve, se corre el
riesgo de recidivas. En el mundo profesional las terapias que se aplican coinciden con la formación de
cada terapeuta, pero, en todo caso, éste tiene que conocer los datos que la investigación hoy
proporciona sobre la eficacia del método elegido.
Han proliferado los tratamientos colectivos como el Coping With Depression-Adolescents (CWD-
A, Clark Lewishon, 1986; Clark Lewishon, Rodhe et al 1999, últimamente revisado por Rohde, Clark,
Mace et al., 2004). Consiste en unos pasos muy estructurados en los siguientes epígrafes: 1)
Psicoeducación, 2) Actividades placenteras, 3) Entrenamiento en habilidades sociales, 4)
Solución de problemas y 5) Reestructuración cognitiva. Se ha subrayado también que, en el caso
de que los niños presenten trastornos de conducta asociados a la depresión, se consiguen mejores
resultados comenzando el tratamiento por el control de la ira (Flanagan, Allen & Henry, 2010)
Por otra parte, habría que centrarse en tratamientos conductuales en el primer período de edad
e introducir luego los cognitivos en la adolescencia tardía, donde se ha constatado la mayor eficacia de
este tipo de intervención (Stice, Shaw, Heateher, Bohon, Marti, Rhode, 2009). En España han aparecido
investigaciones sobre la eficacia del tratamiento de la depresión infanto-juvenil centrando las técnicas
conocidas, ajustadas específicamente al sujeto joven en donde básicamente se siguen los programas
de Lewishon (Méndez, Rosa, Montoya, Espada & Olivares, 2003). Y un número de Psicología
Conductual está dedicado especialmente a comparar la eficacia de los distintos tratamientos y uno
específico sobre DI (Méndez, Olivares & Sánchez, 2002). Hay también recomendaciones para casos
especialmente complicados en situaciones concretas del tratamiento de la depresión con niños (del
Barrio, 2008).
También se han editado guías para profesionales a fin de unificar el proceso diagnóstico y el
protocolo de actuación para evitar la mala praxis (Ministerio de Sanidad, 2009). Cuando no se logra
mejoría ante el tratamiento, se recomienda: 1) revisión del diagnóstico, 2) revisión del tratamiento y su
cumplimiento, y 3) comprobar la comorbilidad.
Prevención
El conocimiento sobre un problema culmina con su prevención. La American Academy of
Pediatrics está intensificando los esfuerzos para lograr una asistencia psicológica en niños a fin de
prevenir problemas de salud mental, especialmente los emocionales. Recomiendan a los padres
preocuparse por cómo sus hijos van en la escuela, su relación con otros niños y si son felices;
es decir que, aparte de la salud física, debe vigilarse su salud intelectual, social y emocional. La mayor
parte de los programas preventivos se implementan en la escuela. Uno de los más conocidos es el
Penn Resilience Program (PRP, Guillham & Reivich, 1999; Cardemil et al., 2002). Este programa se
ha seguido adaptando para ser aplicado a clases sociales desfavorecidas (Cardemil, Reivich, Beevers,
Seligman, James, 2007) y para familias latinas (Cardemil, Kim, Davidson, Clark, Sarmiento, Ishikawa,
Sanchez & Torres, 2010). Consiste en enseñar a los niños y adolescente a generar unas habilidades
cognitivas y conductuales que les permitan afrontar con éxito sus problemas, fundamentalmente
aquellos que les conducirían a la depresión. Consta de 12 sesiones de 90-120 minutos de duración,
dependiendo de la edad a la que van dirigidos. Se imparte en pequeños grupos, 14 es el número
máximo y lo pueden impartir no sólo psicólogos, sino también los tutores y los maestros entrenados
para ello. El contenido del PRP es el siguiente: a) habilidades cognitivas que consisten funda
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A. Restricción de la ingesta energética en relación con las necesidades, que conduce a un peso
corporal significativamente bajo con relación a la edad, el sexo, el curso del desarrollo y la salud física.
Peso significativamente bajo se define como un peso que es inferior al mínimo normal o, en niños y
adolescentes, inferior al mínimo esperado.
B. Miedo intenso a ganar peso o a engordar, o comportamiento persistente que interfiere en el aumento
de peso, incluso con un peso significativamente bajo.
C. Alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución, influencia impropia
del peso o la constitución corporal en la autoevaluación, o falta persistente de reconocimiento de la
gravedad del peso corporal bajo actual.
Nota de codificación: El código CIE-9-MC para la anorexia nerviosa es 307.1, que se asigna con
independencia del subtipo. El código CIE-10-MC depende del subtipo (véase a continuación).
Especificar si:
(F50.01) Tipo restrictivo: Durante los últimos tres meses, el individuo no ha tenido episodios
recurrentes de atracones o purgas (es decir, vómito autoprovocado o utilización incorrecta de laxantes,
diuréticos o enemas). Este subtipo describe presentaciones en la que la pérdida de peso es debida
sobre todo a la dieta, el ayuno y/o el ejercicio excesivo.
(F50.02) Tipo con atracones/purgas: Durante los últimos tres meses, el individuo ha tenido episodios
recurrentes de atracones o purgas (es decir, vómito autoprovocado o utilización incorrecta de laxantes,
diuréticos o enemas).
Especificar si:
En remisión parcial: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para la anorexia
nerviosa, el Criterio A (peso corporal bajo) no se ha cumplido durante un período continuado, pero
todavía se cumple el Criterio B (miedo intenso a aumentar de peso o a engordar, o comportamiento que
interfiere en el aumento de peso) o el Criterio C (alteración de la autopercepción del peso y la
constitución).
En remisión total: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para la anorexia
nerviosa, no se ha cumplido ninguno de los criterios durante un período continuado.
Especificar la gravedad actual: La gravedad mínima se basa, en los adultos, en el índice de masa
corporal (IMC) actual (véase a continuación) o, en niños y adolescentes, en el percentil del IMC. Los
límites siguientes derivan de las categorías de la Organización Mundial de la Salud para la delgadez en
adultos; para niños y adolescentes, se utilizarán los percentiles de IMC correspondientes. La gravedad
puede aumentar para reflejar los síntomas clínicos, el grado de discapacidad funcional y la necesidad
de supervisión.
Leve: IMC ≥ 17 kg/m2 Grave: IMC 15–15,99 kg/m2
Moderado: IMC 16–16,99 kg/m2 Extremo: IMC < 15 kg/m2
2. CLASIFICACIÓN CIE-10
R63 Síntomas y signos concernientes a la alimentación y a la ingestión de líquidos
Excluye:
- bulimia SAI ( F50.2 )
- desnutrición ( E40 - E46 )
- trastornos de la alimentación de origen no orgánico ( F50.- )
o R63.0 Anorexia
Pérdida del apetito
Excluye:
- anorexia nerviosa ( F50.0 )
- pérdida del apetito de origen no orgánico ( F50.8 )
o R63.1 Polidipsia
Sed excesiva
o R63.2 Polifagia
Comida excesiva
Hiperalimentación SAI
o R63.3 Dificultades y mala administración de la alimentación
Problemas de la alimentación SAI
Excluye:
- problemas de alimentación en el recién nacido ( P92.- )
- trastornos de la alimentación de la infancia de origen no orgánico ( F98.2 )
o R63.4 Pérdida anormal de peso
o R63.5 Aumento anormal de peso
Excluye:
- excesivo aumento de peso en el embarazo ( O26.0 )
- obesidad ( E66.- )
o R63.8 Otros síntomas y signos concernientes a la alimentación y a la ingestión de líquidos
20
SALDAÑA, C. (2001)
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de discapacidad funcional.
Leve: 1–3 atracones a la semana.
Moderado: 4–7 atracones a la semana.
Grave: 8–13 atracones a la semana.
Extremo: 14 o más atracones a la semana.
OTRO TRASTORNO ALIMENTARIO O DE LA INGESTIÓN DE ALIMENTOS ESPECIFICADO 307.59
(F50.8)
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de
un trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos que causan malestar clínicamente significativo o
deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos
los criterios de ninguno de los trastornos dela categoría diagnóstica de los trastornos alimentarios y de
la ingestión de alimentos. La categoría de otro trastorno alimentario y de la ingestión de alimentos
especificado se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por comunicar el motivo específico por el
que la presentación no cumple los criterios para un trastorno alimentario y de la ingestión de alimentos
específico. Esto se hace registrando “otro trastorno alimentario y de la ingestión de alimentos
especificado” seguido del motivo específico (p. ej., “bulimia nerviosa de frecuencia baja”).
Algunos ejemplos de presentaciones que se pueden especificar utilizando la designación “otro
especificado” son los siguientes:
1. Anorexia nerviosa atípica: Se cumplen todos los criterios para la anorexia nerviosa, excepto que el
peso del individuo, a pesar de la pérdida de peso significativa, está dentro o por encima del intervalo
normal.
2. Bulimia nerviosa (de frecuencia baja y/o duración limitada): Se cumplen todos los criterios para la
bulimia nerviosa, excepto que los atracones y los comportamientos compensatorios inapropiados se
producen, de promedio, menos de una vez a la semana y/o durante menos de tres meses.
3. Trastorno por atracón (de frecuencia baja y/o duración limitada): Se cumplen todos los criterios
para el trastorno por atracones, excepto que los atracones y los comportamientos compensatorios
inapropiados se producen, de promedio, menos de una vez a la semana y/o durante menos de tres
meses.
4. Trastorno por purgas: Comportamiento de purgas recurrentes para influir en el peso o la
constitución (p. ej., vómito autoprovocado; uso incorrecto de laxantes, diuréticos u otros medicamentos)
en ausencia de atracones.
5. Síndrome de ingestión nocturna de alimentos: Episodios recurrentes de ingestión de alimentos
por la noche, que se manifiesta por la ingestión de alimentos al despertarse del sueño o por un
consumo excesivo de alimentos después de cenar. Existe consciencia y recuerdo de la ingestión. La
ingestión nocturna de alimentos no se explica mejor por influencias externas, como cambios en el ciclo
de sueño-vigilia del individuo o por normas sociales locales. La ingestión nocturna de alimentos causa
malestar significativo y/o problemas del funcionamiento. El patrón de ingestión alterado no se explica
mejor por el trastorno por atracón u otro trastorno mental, incluido el consumo de sustancias, y no se
puede atribuir a otro trastorno médico o a un efecto de la medicación.
TRASTORNO ALIMENTARIO O DE LA INGESTIÓN DE ALIMENTOS NO ESPECIFICADO 307.50
(F50.9)
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de
un trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos que causan malestar clínicamente significativo o
deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos
los criterios de ninguno de los trastornos en la categoría diagnóstica de los trastornos alimentarios y de
la ingestión de alimentos. La categoría del trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos no
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especificado se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por no especificar el motivo de
incumplimiento de los criterios de un trastorno alimentario y de la ingestión de alimentos específico, e
incluye presentaciones en las que no existe suficiente información para hacer un diagnóstico más
específico (p. ej., en servicios de urgencias).
2. CLASIFICACIÓN CIE-10
SÍNDROMES DEL COMPORTAMIENTO ASOCIADOS CON ALTERACIONES FISIOLÓGICAS Y
FACTORES FÍSICOS ( F50 - F59 )
o F50.2 Bulimia nerviosa
Un síndrome que se caracteriza por accesos repetitivos de hiperingestión de alimentos y por una
preocupación excesiva por el control del peso corporal, que lleva al paciente a practicar una
hiperingestión alimentaria seguida de vómitos y uso de purgantes.
Este trastorno comparte muchas características comunes con la anorexia nerviosa, incluido el
excesivo interés en la apariencia personal y el peso.
El vómito repetitivo puede dar origen a trastornos electrolíticos y a complicaciones físicas.
A menudo, pero no siempre, hay antecedentes de un episodio anterior de anorexia nerviosa, con un
intervalo que varía de pocos meses a varios años.
Bulimia SAI
Hiperorexia nerviosa
o F50.3 Bulimia nerviosa atípica
Trastorno que reúne algunas de las características de la bulimia nerviosa pero en el cual el cuadro
clínico general no justifica ese diagnóstico.
Por ejemplo, pueden presentarse accesos repetitivos de hiperingestión de alimentos y uso excesivo
de purgantes sin cambios significativos del peso, y puede no existir el típico excesivo interés por la
apariencia corporal y el peso.
o F50.4 Hiperfagia asociada con otras alteraciones psicológicas
Hiperingestión de alimentos debida a acontecimientos angustiantes, tales como duelos, accidentes,
nacimientos, etc.
Hiperfagia psicógena
Excluye:
- obesidad ( E66.- )
o F50.5 Vómitos asociados con otras alteraciones psicológicas
Vómito repetido que tiene lugar en los trastornos disociativos ( F44.- ) o hipocondríacos (F45.2), y que
no se deben exclusivamente a afecciones clasificadas fuera de este capítulo.
También puede usarse este código además de O21.- (vómitos excesivos en el embarazo) cuando
predominan factores emocionales en la causa de náusea recurrente y vómitos en el embarazo.
Vómito psicógeno
Excluye:
- náusea ( R11 )
- vómito SAI ( R11 )
o F50.8 Otros trastornos de la ingestión de alimentos
21
PILLADO, C, et al. (2015).
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comer todo lo que se debiera durante una comida, se sugiere que se le retire la comida al niño y no se
le vuelva a dar hasta la siguiente.
iii. PICA Y RUMIACIÓN.
1. CLASIFICACIÓN DSM-V
PICA
A. Ingestión persistente de sustancias no nutritivas y no alimentarias durante un período mínimo de un
mes.
B. La ingestión de sustancias no nutritivas y no alimentarias es inapropiada al grado de desarrollo del
individuo.
C. El comportamiento alimentario no forma parte de una práctica culturalmente aceptada o socialmente
normativa.
D. Si el comportamiento alimentario se produce en el contexto de otro trastorno mental (p. ej.,
discapacidad intelectual [trastorno del desarrollo intelectual], trastorno del espectro del autismo,
esquizofrenia) o afección médica (incluido el embarazo), es suficientemente grave para justificar la
atención clínica adicional.
Nota de codificación: El código CIE-9-MC para pica es 307.52 y se utiliza en niños o adultos. Los
códigos CIE-10-MC para pica son (F98.3) en niños y (F50.8) en adultos.
Especificar si:
En remisión: Después de haberse cumplido todos los criterios para la pica con anterioridad, los criterios
no se han cumplido durante un período continuado.
TRASTORNO DE RUMIACIÓN 307.53 (F98.21)
A. Regurgitación repetida de alimentos durante un período mínimo de un mes. Los alimentos
regurgitados se pueden volver a masticar, a tragar o se escupen.
B. La regurgitación repetida no se puede atribuir a una afección gastrointestinal asociada u otra afección
médica (p. ej., reflujo gastroesofágico, estenosis pilórica).
C. El trastorno alimentario no se produce exclusivamente en el curso de la anorexia nerviosa, la bulimia
nerviosa, el trastorno de atracones o el trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos.
D. Si los síntomas se producen en el contexto de otro trastorno mental (p. ej., discapacidad intelectual
[trastorno del desarrollo intelectual] u otro trastorno del desarrollo neurológico), son suficientemente
graves para justificar atención clínica adicional.
Especificar si:
En remisión: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para el trastorno de
rumiación, los criterios no se han cumplido durante un período continuado.
2. CLASIFICACIÓN CIE-10
F98.3 Pica en la infancia y la niñez
Ingestión persistente de sustancias no nutritivas (tales como tierra, fragmentos de pintura, etc.).
Puede presentarse como uno de los muchos síntomas de un trastorno psiquiátrico más amplio (como el
autismo), o como un comportamiento psicopatológico relativamente aislado.
Sólo este último caso debe ser clasificado aquí.
El fenómeno es más frecuente en niños retrasados mentales.
Si hay también retraso mental, F70 - F79 debe seleccionarse como diagnóstico principal.
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22
DE, CURSO DE ESPECIAL INTERÉS MANEJO. Guía de atención-intervención en trastornos de la conducta
alimentaria en niños y adolescentes. ALIMENTARIA, 2013, vol. 600.
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entorno psicosocial del niño, prestar atención constante al mismo y generar un ambiente más cariñoso,
unido a psicoterapia para los padres, suelen ser intervenciones comunes y efectivas (Jurado et al.,
2009). Los mecanismos de intervención conductuales de feedback o reforzamientos positivos y
negativos han demostrado ser efectivos, estos son encaminados a suprimir la conducta. Cuando se
direcciona la intervención únicamente al manejo de factores orgánicos, la rumiación tiende a la recaída
puesto que los factores culturales son los que la generan y la mantienen (Chaskel, 2006).
Dentro del modelo conductista también se encuentran intervenciones tales como verter jugo de
limón en la boca del niño cada vez que este rumia con el fin de evitar la rumiación de manera inmediata,
esto durante un lapso de 3 a 5 días y un seguimiento de 9 a 12 meses consigue el aumento del paso del
niño y un mejoramiento en la respuesta social (Jurado et al., 2009).
c. TRASTORNOS POR CONSUMO DE SUSTANCIAS
i. CLASIFICACIÓN DSM-V
TRASTORNO POR CONSUMO DE ALCOHOL
A. Un modelo problemático de consumo de alcohol que provoca un deterioro o malestar clínicamente
significativo y que se manifiesta al menos por dos de los hechos siguientes en un plazo de 12 meses:
1. Se consume alcohol con frecuencia en cantidades superiores o durante un tiempo más prolongado
del previsto.
2. Existe un deseo persistente o esfuerzos fracasados de abandonar o controlar el consumo de alcohol.
3. Se invierte mucho tiempo en las actividades necesarias para conseguir alcohol, consumirlo o
recuperarse de sus efectos.
4. Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir alcohol.
5. Consumo recurrente de alcohol que lleva al incumplimiento de los deberes fundamentales en el
trabajo, la escuela o el hogar.
6. Consumo continuado de alcohol a pesar de sufrir problemas sociales o interpersonales persistentes o
recurrentes, provocados o exacerbados por los efectos del alcohol.
7. El consumo de alcohol provoca el abandono o la reducción de importantes actividades sociales,
profesionales o de ocio.
8. Consumo recurrente de alcohol en situaciones en las que provoca un riesgo físico.
9. Se continúa con el consumo de alcohol a pesar de saber que se sufre un problema físico o
psicológico persistente o recurrente probablemente causado o exacerbado por el alcohol.
10. Tolerancia, definida por alguno de los siguientes hechos: a. Una necesidad de consumir cantidades
cada vez mayores de alcohol para conseguir la intoxicación o el efecto deseado. b. Un efecto
notablemente reducido tras el consumo continuado de la misma cantidad de alcohol.
11. Abstinencia, manifestada por alguno de los siguientes hechos: a. Presencia del síndrome de
abstinencia característico del alcohol (véanse los Criterios A y B de la abstinencia de alcohol). b. Se
consume alcohol (o alguna sustancia muy similar, como una benzodiacepina) para aliviar o evitar los
síntomas de abstinencia.
Especificar si:
En remisión inicial: Después de haberse cumplido previamente todos los criterios de un trastorno por
consumo de alcohol, no se ha cumplido ninguno de ellos durante un mínimo de 3 meses pero sin llegar
a 12 meses (excepto el Criterio A4 “Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir alcohol”, que
puede haberse cumplido).
En remisión continuada: Después de haberse cumplido previamente todos los criterios de un trastorno
por consumo de alcohol, no se ha cumplido ninguno de ellos durante un periodo de 12 meses o más
(excepto el Criterio A4 “Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir alcohol”, que puede
haberse cumplido).
Especificar si:
En un entorno controlado: Este especificador adicional se utiliza cuando el individuo está en un
entorno con acceso restringido al alcohol.
Código basado en la gravedad actual: Nota para los códigos CIE10-MC: Si también existe una
intoxicación o abstinencia alcohólicas, o cualquier otro trastorno mental inducido por el alcohol, no
deben utilizarse los códigos siguientes para el trastorno por consumo de alcohol. En lugar de ello, el
trastorno concomitante por consumo de alcohol viene indicado por el carácter en 4a posición del código
del trastorno inducido por el alcohol (véase la nota de codificación de la intoxicación o abstinencia
alcohólicas, o de un trastorno mental específico inducido por el alcohol). Por ejemplo, si existe un
trastorno por consumo de alcohol y una intoxicación alcohólica concomitantes, solamente se indica el
código de la intoxicación por alcohol, cuyo carácter en 4a posición indica si el trastorno concomitante por
consumo alcohólico es leve, moderado o grave: F10.129 para un trastorno leve por consumo de alcohol
con una intoxicación por alcohol, o F10.229 para un trastorno moderado o grave por consumo de
alcohol con una intoxicación por alcohol.
Especificar la gravedad actual: 305.00 (F10.10) Leve: Presencia de 2–3 síntomas. 303.90 (F10.20)
Moderado: Presencia de 4–5 síntomas. 303.90 (F10.20) Grave: Presencia de 6 o más síntomas.
INTOXICACIÓN POR ALCOHOL
A. Ingesta reciente de alcohol.
B. Comportamiento problemático o cambios psicológicos clínicamente significativos (p. ej.
comportamiento sexual inapropiado o agresivo, cambios de humor, juicio alterado) que aparecen
durante o poco después de la ingestión de alcohol.
C. Uno (o más) de los signos o síntomas siguientes que aparecen durante o poco después del consumo
de alcohol:
1. Habla pastosa. 4. Nistagmo.
2. Incoordinación. 5. Alteración de la atención o de la memoria.
3. Marcha insegura. 6. Estupor o coma.
D. Los signos o síntomas no se pueden atribuir a otra afección médica y no se pueden explicar mejor
por otro trastorno mental, incluida una intoxicación con otra sustancia.
Nota de codificación: El código del CIE-9-MC es 303.00. El código del CIE-10-MC dependerá de si
existe un trastorno concomitante por consumo de alcohol. Si existe un trastorno concomitante leve por
consumo de alcohol, el código CIE-10-MC es F10.129; si existe un trastorno concomitante moderado o
grave por consumo de alcohol, el código CIE-10-MC es F10.229. Si no existe ningún trastorno
concomitante por consumo de alcohol, entonces el código CIE-10-MC es F10.929.
ABSTINENCIA DE ALCOHOL
A. Cese (o reducción) de un consumo de alcohol que ha sido muy intenso y prolongado.
B. Aparecen dos (o más) de los signos o síntomas siguientes a las pocas horas o pocos días de cesar
(o reducir) el consumo de alcohol descrito en el Criterio A: 1. Hiperactividad del sistema nervioso
autónomo (p. ej. sudoración o ritmo del pulso superior a 100 lpm).
2. Incremento del temblor de las manos. 3. Insomnio. 4. Náuseas o vómitos. 5. Alucinaciones o ilusiones
transitorias visuales, táctiles o auditivas. 6. Agitación psicomotora. 7. Ansiedad. 8. Convulsiones
tonicoclónicas generalizadas.
C. Los signos o síntomas del Criterio B provocan un malestar clínicamente significativo o deterioro en lo
social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
D. Los signos o síntomas no se pueden atribuir a otra afección médica y no se explica mejor por otro
trastorno mental, incluida la intoxicación o abstinencia por otra sustancia.
Especificar si:
Con alteraciones de la percepción: Este especificador se aplica en las raras circunstancias en las que
aparecen alucinaciones (habitualmente visuales o táctiles) con una prueba de realidad inalterada, o
aparecen ilusiones auditivas, visuales o táctiles, en ausencia de síndrome confusional.
Nota de codificación: El código CIE-9-MC es 291.81. El código CIE-10-MC para la abstinencia de
alcohol sin alteraciones de la percepción es F10.239 y el código CIE-10-MC para la abstinencia de
alcohol con alteraciones de la percepción es F10.232. Obsérvese que el código CIE-10-MC indica la
presencia concomitante de un trastorno moderado o grave por consumo de alcohol, lo que refleja el
hecho de que la abstinencia alcohólica solamente aparece en presencia de un trastorno moderado o
grave por consumo de alcohol. No es admisible codificar un trastorno concomitante leve por consumo
de alcohol con una abstinencia alcohólica.
OTROS TRASTORNOS INDUCIDOS POR EL ALCOHOL
Los siguientes trastornos inducidos por el alcohol se describen en otros capítulos del manual, junto con
los trastornos con los que comparten sintomatología (véanse los trastornos mentales inducidos por
sustancias/medicamentos en estos capítulos): trastorno psicótico inducido por el alcohol (“Espectro de
la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos”); trastorno bipolar inducido por el alcohol (“Trastorno
bipolar y trastornos relacionados”); trastorno depresivo inducido por el alcohol (“Trastornos depresivos”);
trastorno de ansiedad inducido por el alcohol (“Trastornos de ansiedad”); trastorno del sueño inducido
por el alcohol (“Trastornos del sueño-vigilia”); disfunción sexual inducida por el alcohol (“Disfunciones
sexuales”) y trastorno neurocognitivo mayor o leve (“Trastornos neurocognitivos”). Con respecto al
síndrome confusional por intoxicación alcohólica y al síndrome confusional por abstinencia de alcohol,
véanse los criterios y la discusión del síndrome confusional en el capítulo “Trastornos neurocognitivos”.
Estos trastornos provocados por el alcohol solamente se diagnostican en lugar de la intoxicación o la
abstinencia alcohólicas cuando los síntomas son lo suficientemente graves para requerir atención
clínica independiente.
TRASTORNO RELACIONADO CON EL ALCOHOL NO ESPECIFICADO 291.9 (F10.99)
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un
trastorno relacionado con el alcohol que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo
social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de
ningún trastorno específico relacionado con el alcohol o de ninguno de los trastornos de la categoría
diagnóstica de los trastornos adictivos y relacionados con sustancias.
INTOXICACIÓN POR CAFEÍNA 305.90 (F15.929)
A. Consumo reciente de cafeína (habitualmente una dosis que supera ampliamente los 250 mg).
B. Cinco (o más) de los signos o síntomas siguientes que aparecen durante o poco después del
consumo de cafeína: 1. Intranquilidad. 2. Nerviosismo. 3. Excitación. 4. Insomnio. 5. Rubor facial. 6.
Diuresis. 7. Trastornos gastrointestinales. 8. Espasmos musculares. 9. Divagaciones de los
pensamientos y del habla. 10. Taquicardia o arritmia cardíaca. 11. Períodos de infatigabilidad. 12.
Agitación psicomotora.
C. Los signos o síntomas del Criterio B provocan un malestar clínicamente significativo o deterioro en lo
social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
D. Los signos o síntomas no se pueden atribuir a ninguna otra afección médica y no se explican mejor
por otro trastorno mental incluida una intoxicación con otra sustancia.
Especificar si:
En remisión inicial: Después de haberse cumplido previamente todos los criterios de un trastorno por
consumo de cannabis, no se ha cumplido ninguno de ellos durante un mínimo de 3 meses pero sin
llegar a 12 meses (excepto el Criterio A4 “Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir
cannabis”, que puede haberse cumplido).
En remisión continuada: Después de haberse cumplido previamente todos los criterios de un trastorno
por consumo de cannabis, no se ha cumplido ninguno de ellos durante un periodo de 12 meses o más
(excepto el Criterio A4 “Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir cannabis”, que puede
haberse cumplido).
Especificar si:
En un entorno controlado: Este especificador adicional se utiliza cuando el individuo está en un
entorno con acceso restringido al cannabis.
Código basado en la gravedad actual:
Nota para los códigos CIE10-MC: Si también existe una intoxicación o abstinencia de cannabis, o
cualquier otro trastorno mental inducido por el cannabis, no deben utilizarse los códigos siguientes para
el trastorno por consumo de cannabis. En lugar de ello, el trastorno concomitante por consumo de
cannabis viene indicado por el carácter en 4a posición del código del trastorno inducido por el cannabis
(véase la nota de codificación de la intoxicación o abstinencia por cannabis, o de un trastorno mental
específico inducido por el cannabis). Por ejemplo, si existe un trastorno por consumo de cannabis y un
trastorno de ansiedad inducido por cannabis concomitantes, solamente se indica el código del trastorno
de ansiedad, cuyo carácter en 4a posición indica si el trastorno concomitante por consumo de cannabis
es leve, moderado o grave: F12.180 para un trastorno leve por consumo de cannabis con un trastorno
de ansiedad inducido por cannabis, o F12.280 para un trastorno moderado o grave por consumo de
cannabis con un trastorno de ansiedad inducido por cannabis.
Especificar la gravedad actual: 305.20 (F12.10) Leve: Presencia de 2–3 síntomas. 304.30 (F12.20)
Moderado: Presencia de 4–5 síntomas. 304.30 (F12.20) Grave: Presencia de 6 o más síntomas.
INTOXICACIÓN POR CANNABIS
A. Consumo reciente de cannabis.
B. Comportamiento problemático o cambios psicológicos clínicamente significativos (p. ej.
descoordinación motora, euforia, ansiedad, sensación de paso lento del tiempo, alteración del juicio,
aislamiento social) que aparecen durante o poco después del consumo de cannabis.
C. Dos (o más) de los signos o síntomas siguientes que aparecen en el plazo de dos horas tras el
consumo de cannabis: 1. Inyección conjuntival. 2. Aumento del apetito. 3. Boca seca. 4. Taquicardia.
D. Los signos o síntomas no se pueden atribuir a ninguna otra afección médica y no se explican mejor
por otro trastorno mental, incluida una intoxicación con otra sustancia.
Especificar si:
Con alteraciones de la percepción: Alucinaciones con una prueba de realidad inalterada, o aparición
de ilusiones auditivas, visuales o táctiles, en ausencia de síndrome confusional.
Nota de codificación: El código CIE-9-MC es 292.89. El código CIE-10-MC depende de si existe o no
un trastorno concomitante por consumo de cannabis y de si aparecen o no alteraciones de la
percepción. Para la intoxicación por cannabis sin alteraciones de la percepción: Si existe un trastorno
concomitante leve por consumo de cannabis, el código CIE-10-MC es F12.129, y si existe un trastorno
concomitante moderado o grave por consumo de cannabis, el código CIE-10-MC es F12.229. Si no
existe ningún trastorno concomitante por consumo de cannabis, el código CIE-10- MC es F12.929. Para
la intoxicación por cannabis con alteraciones de la percepción: Si existe un trastorno concomitante leve
por consumo de cannabis, el código CIE-10-MC es F12.122, y si existe un trastorno concomitante
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moderado o grave por consumo de cannabis, el código CIE-10-MC es F12.222. Si no existe ningún
trastorno concomitante por consumo de cannabis, el código CIE-10- MC es F12.922.
ABSTINENCIA DE CANNABIS 292.0 (F12.288)
A. Cese brusco del consumo de cannabis, que ha sido intenso y prolongado (p. ej. consumo diario o
casi diario, durante un periodo de varios meses por lo menos).
B. Aparición de tres (o más) de los signos y síntomas siguientes aproximadamente en el plazo de una
semana tras el Criterio A: 1. Irritabilidad, rabia o agresividad. 2. Nerviosismo o ansiedad. 3. Dificultades
para dormir (es decir, insomnio, pesadillas). 4. Pérdida de apetito o de peso. 5. Intranquilidad. 6. Estado
de ánimo deprimido. 7. Por lo menos uno de los síntomas físicos siguientes que provoca una
incomodidad significativa: dolor abdominal, espasmos y temblores, sudoración, fiebre, escalofríos o
cefalea.
C. Los signos o síntomas del Criterio B provocan un malestar clínicamente significativo o deterioro en lo
social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
D. Los signos o síntomas no se pueden atribuir a ninguna otra afección médica y no se explican mejor
por otro trastorno mental, incluidas una intoxicación o abstinencia de otra sustancia.
Nota de codificación: El código CIE-9-MC es 292.0. El código CIE10-MC para la abstinencia de
cannabis es F12.288. Obsérvese que el código CIE-10-MC indica la presencia concomitante de un
trastorno moderado o grave por consumo de cannabis, lo que refleja el hecho de que la abstinencia de
cannabis solamente aparece en presencia de un trastorno moderado o grave por consumo de este. No
es admisible codificar un trastorno concomitante leve por consumo de cannabis con una abstinencia de
este.
OTROS TRASTORNOS INDUCIDOS POR EL CANNABIS
En siguientes trastornos inducidos por el cannabis se describen en otros capítulos del manual,
junto con los trastornos con los que comparten sintomatología (véanse los trastornos mentales
inducidos por sustancias/medicamentos en estos capítulos): trastorno psicótico inducido por el cannabis
(“Espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos”), trastorno de ansiedad inducido por el
cannabis (“Trastornos de ansiedad”) y trastorno del sueño inducido por el cannabis (“Trastornos del
sueño-vigilia”). Con respecto al síndrome confusional por intoxicación por cannabis, véanse los criterios
y la discusión del síndrome confusional en el capítulo “Trastornos neurocognitivos”. Estos trastornos
provocados por el cannabis solamente se diagnostican en lugar de la intoxicación o la abstinencia de
cannabis cuando los síntomas son lo suficientemente graves para requerir atención clínica
independiente.
TRASTORNO RELACIONADO CON EL CANNABIS NO ESPECIFICADO 292.9 (F12.99)
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de
un trastorno relacionado con el cannabis que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en
lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios
de ningún trastorno específico relacionado con el cannabis o de ninguno de los trastornos de la
categoría diagnóstica de los trastornos adictivos y relacionados con sustancias.
TRASTORNOS RELACIONADOS CON LOS ALUCINÓGENOS
TRASTORNO POR CONSUMO DE FENCICLIDINA
A. Un modelo de consumo de fenciclidina (o una sustancia farmacológicamente similar) que provoca un
deterioro o malestar clínicamente significativo y que se manifiesta al menos por dos de los hechos
siguientes en un plazo de 12 meses: 1. Se consume fenciclidina con frecuencia en cantidades
superiores o durante un tiempo más prolongado del previsto. 2. Existe un deseo persistente o esfuerzos
fracasados de abandonar o controlar el consumo de fenciclidina. 3. Se invierte mucho tiempo en las
actividades necesarias para conseguir fenciclidina, consumirla o recuperarse de sus efectos. 4. Ansias o
un poderoso deseo o necesidad de consumir fenciclidina. 5. Consumo recurrente de fenciclidina que
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lleva al incumplimiento de los deberes fundamentales en el trabajo, la escuela o el hogar (p. ej.
ausencias repetidas del trabajo o bajo rendimiento escolar relacionados con el consumo de fenciclidina;
ausencias, suspensiones o expulsiones de la escuela relacionadas con la fenciclidina; desatención de
los niños o del hogar). 6. Consumo continuado de fenciclidina a pesar de sufrir problemas persistentes o
recurrentes de tipo social o interpersonal, provocados o exacerbados por sus efectos (p. ej. discusiones
con un cónyuge sobre las consecuencias de la intoxicación, enfrentamientos físicos). 7. El consumo de
fenciclidina provoca el abandono o la reducción de importantes actividades sociales, profesionales o de
ocio. 8. Consumo recurrente de fenciclidina en situaciones en las que es físicamente peligroso (p. ej.
cuando se conduce un automóvil o se maneja maquinaria estando incapacitado por una fenciclidina). 9.
Se continúa con el consumo de fenciclidina a pesar de saber que se sufre un problema físico o
psicológico persistente o recurrente, probablemente causado o exacerbado por ella. 10. Tolerancia,
definida por alguno de los siguientes hechos: a. Una necesidad de consumir cantidades cada vez
mayores de fenciclidina para conseguir la intoxicación o el efecto deseado. b. Un efecto notablemente
reducido tras el consumo continuado de la misma cantidad de fenciclidina. Nota: No se han establecido
los síntomas y signos de abstinencia de las fenciclidinas, por lo que este criterio no se aplica. (Se ha
descrito la abstinencia de fenciclidina en los animales, pero no se ha documentado en seres humanos.)
Especificar si:
En remisión inicial: Después de haberse cumplido previamente todos los criterios de un trastorno por
consumo de fenciclidina, no se ha cumplido ninguno de ellos durante un mínimo de 3 meses pero sin
llegar a 12 meses (excepto el Criterio A4 “Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir
fenciclidina”, que puede haberse cumplido).
En remisión continuada: Después de haberse cumplido previamente todos los criterios de un trastorno
por consumo de fenciclidina, no se ha cumplido ninguno de ellos durante un periodo de 12 meses o más
(excepto el Criterio A4 “Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir fenciclidina”, que puede
haberse cumplido).
Especificar si:
En un entorno controlado: Este especificador adicional se utiliza cuando el individuo está en un
entorno con acceso restringido a la fenciclidina.
Código basado en la gravedad actual:
Nota para los códigos CIE10-MC: Si también existe una intoxicación concomitante por fenciclidina o
algún otro trastorno mental inducido por ella, no deben utilizarse los códigos siguientes para el trastorno
por consumo de fenciclidina. En lugar de ello, el trastorno concomitante por consumo de fenciclidina
viene indicado por el carácter en 4a posición del código del trastorno inducido por la fenciclidina (véase
la nota de codificación de la intoxicación por fenciclidina o de un trastorno mental específico inducido
por la fenciclidina). Por ejemplo, si existe un trastorno psicótico concomitante inducido por la
fenciclidina, solamente se indica el código del trastorno psicótico inducido por la fenciclidina, cuyo
carácter en 4a posición indica si el trastorno concomitante por consumo de fenciclidina es leve,
moderado o grave: F16.159 para un trastorno leve por consumo de fenciclidina con un trastorno
psicótico inducido por la fenciclidina, o F16.259 para un trastorno moderado o grave por consumo de
fenciclidina con un trastorno psicótico inducido por la fenciclidina.
Especificar la gravedad actual: 305.90 (F16.10) Leve: Presencia de 2–3 síntomas 304.60 (F16.20)
Moderado: Presencia de 4–5 síntomas 304.60 (F16.20) Grave: Presencia de 6 o más síntomas
TRASTORNO POR CONSUMO DE OTROS ALUCINÓGENOS
A. Un modelo problemático de consumo de alucinógenos (distintos de la fenciclidina) que provoca un
deterioro o malestar clínicamente significativo y que se manifiesta al menos por dos de los hechos
siguientes en un plazo de 12 meses: 1. Se consume algún alucinógeno con frecuencia en cantidades
superiores o durante un tiempo más prolongado del previsto. 2. Existe un deseo persistente o esfuerzos
fracasados de abandonar o controlar el consumo de alucinógenos. 3. Se invierte mucho tiempo en las
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impulsividad, imprevisibilidad, agitación psicomotora, juicio alterado) que aparecen durante o poco
después del consumo de fenciclidina.
C. Dos (o más) de los signos o síntomas siguientes que aparecen en el plazo de una hora: Nota: Si la
droga se fuma, se esnifa o se administra por vía intravenosa, el inicio puede ser especialmente rápido.
1. Nistagmo vertical u horizontal. 2. Hipertensión o taquicardia. 3. Entumecimiento o reducción de la
respuesta al dolor. 4. Ataxia. 5. Disartria. 6. Rigidez muscular. 7. Convulsiones o coma. 8. Hiperacusia.
D. Los signos o síntomas no se pueden atribuir a ninguna otra afección médica y no se explican mejor
por otro trastorno mental, incluida una intoxicación con otra sustancia.
Nota de codificación: El código del CIE-9-MC es 292.89. El código del CIE-10-MC dependerá de si
existe un trastorno concomitante por consumo de fenciclidina. Si existe un trastorno concomitante leve
por consumo de fenciclidina, el código CIE-10-MC es F16.129, y si existe un trastorno concomitante
moderado o grave por consumo de fenciclidina, el código CIE-10-MC es F16.229. Si no existe ningún
trastorno concomitante por consumo de fenciclidina, el código CIE10-MC es F16.929.
INTOXICACIÓN POR OTRO ALUCINÓGENO
A. Consumo reciente de un alucinógeno (distinto de la fenciclidina).
B. Comportamiento problemático o cambios psicológicos clínicamente significativos (p. ej. ansiedad o
depresión notables, ideas de referencia, miedo a “perder la cabeza”, ideas paranoides, juicio alterado)
que aparecen durante o poco después del consumo del alucinógeno.
C. Cambios en la percepción que suceden estando plenamente despierto y alerta (p. ej. intensificación
subjetiva de las percepciones, despersonalización, pérdida de contacto con la realidad, ilusiones,
alucinaciones, sinestesias) que aparecen durante o poco después del consumo de alucinógenos.
D. Dos (o más) de los signos siguientes que aparecen durante o poco después de consumir el
alucinógeno: 1. Dilatación pupilar. 2. Taquicardia. 3. Sudoración. 4. Palpitaciones. 5. Visión borrosa. 6.
Temblores. 7. Incoordinación.
E. Los signos o síntomas no se pueden atribuir a ninguna otra afección médica y no se explican mejor
por otro trastorno mental, incluida una intoxicación con otra sustancia.
Nota de codificación:
El código del CIE-9-MC es 292.89. El código del CIE-10-MC dependerá de si existe un trastorno
concomitante por consumo de alucinógenos. Si existe un trastorno concomitante leve por consumo de
alucinógenos, el código CIE-10-MC es F16.129, y si existe un trastorno concomitante moderado o grave
por consumo de alucinógenos, el código CIE-10-MC es F16.229. Si no existe ningún trastorno
concomitante por consumo de alucinógenos, el código CIE-10-MC es F16.929.
TRASTORNO DE PERCEPCIÓN PERSISTENTE POR ALUCINÓGENOS 292.89 (F16.983)
A. Volver a experimentar uno o más síntomas de tipo perceptual como los que se experimentaron
durante la intoxicación con el alucinógeno después de haber cesado su consumo (es decir,
alucinaciones geométricas, percepciones erróneas de movimiento en los campos visuales periféricos,
destellos de color, intensificación de los colores, rastros tras las imágenes de objetos en movimiento,
imágenes remanentes positivas, halos alrededor de los objetos, macropsia y micropsia).
B. Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,
laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
C. Los síntomas no se pueden atribuir a ninguna otra afección médica (p. ej. lesiones anatómicas e
infecciones del cerebro, afectación visual de la epilepsia) y no se explican mejor por otro trastorno
mental (p. ej. síndrome confusional, trastorno neurocognitivo mayor, esquizofrenia) o alucinaciones
hipnopómpicas.
OTROS TRASTORNOS INDUCIDOS POR LA FENCICLIDINA
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En otros capítulos del manual se describen otros trastornos inducidos por la fenciclidina, junto
con los trastornos con los que comparten sintomatología (véanse los trastornos mentales inducidos por
sustancias/medicamentos en estos capítulos): trastorno psicótico inducido por la fenciclidina (“Espectro
de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos”), trastorno bipolar inducido por la fenciclidina
(“Trastorno bipolar y trastornos relacionados”), trastorno depresivo inducido por la fenciclidina
(“Trastornos depresivos”) y trastorno de ansiedad inducido por la fenciclidina (”Trastornos de ansiedad”).
Con respecto al síndrome confusional por intoxicación por fenciclidina, véanse los criterios y la discusión
del síndrome confusional en el capítulo “Trastornos neurocognitivos”. Estos trastornos provocados por la
fenciclidina solamente se diagnostican en lugar de la intoxicación por fenciclidina cuando los síntomas
son lo suficientemente graves para requerir atención clínica independiente. Trastornos inducidos por
otros alucinógenos Los siguientes trastornos inducidos por otros alucinógenos se describen en otros
capítulos del manual, junto con los trastornos con los que comparten sintomatología (véanse los
trastornos mentales inducidos por sustancias/medicamentos en estos capítulos): trastorno psicótico
inducido por otros alucinógenos (“Espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos”), trastorno
bipolar inducido por otros alucinógenos (“Trastorno bipolar y trastornos relacionados”), trastorno
depresivo inducido por otros alucinógenos (“Trastornos depresivos”) y trastorno de ansiedad inducido
por otros alucinógenos (“Trastornos de ansiedad”). Con respecto al síndrome confusional por
intoxicación por otros alucinógenos, véanse los criterios y la discusión del síndrome confusional en el
capítulo “Trastornos neurocognitivos”. Estos trastornos provocados por los alucinógenos solamente se
diagnostican en lugar de la intoxicación por otros alucinógenos cuando los síntomas son lo
suficientemente graves para requerir atención clínica independiente.
TRASTORNO RELACIONADO CON LA FENCICLIDINA NO ESPECIFICADO 292.9 (F16.99)
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de
un trastorno relacionado con la fenciclidina que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en
lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios
de ningún trastorno específico relacionado con la fenciclidina o de ninguno de los trastornos de la
categoría diagnóstica de los trastornos adictivos y relacionados con sustancias.
TRASTORNO RELACIONADO CON LOS ALUCINÓGENOS NO ESPECIFICADO 292.9 (F16.99)
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de
un trastorno relacionado con un alucinógeno que causan malestar clínicamente significativo o deterioro
en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los
criterios de ningún trastorno específico relacionado con un alucinógeno o de ninguno de los trastornos
de la categoría diagnóstica de los trastornos adictivos y relacionados con sustancias. Trastornos
relacionados con los inhalantes
TRASTORNO POR CONSUMO DE INHALANTES
A. Un modelo problemático de consumo de una sustancia inhalante a base de hidrocarburos que
provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo y que se manifiesta al, menos por dos de los
hechos siguientes en un plazo de 12 meses: 1. Se consume un inhalante con frecuencia en cantidades
superiores o durante un tiempo más prolongado del previsto. 2. Existe un deseo persistente o esfuerzos
fracasados de abandonar o controlar el consumo del inhalante. 3. Se invierte mucho tiempo en las
actividades necesarias para conseguir el inhalante, consumirlo o recuperarse de sus efectos. 4. Ansias
o un poderoso deseo o necesidad de consumir un inhalante. 5. Consumo recurrente de un inhalante que
lleva al incumplimiento de los deberes fundamentales en el trabajo, la escuela o el hogar. 6. Consumo
continuado de un inhalante a pesar de sufrir problemas sociales o interpersonales persistentes o
recurrentes, provocados o exacerbados por los efectos de su consumo. 7. El consumo del inhalante
provoca el abandono o la reducción de importantes actividades sociales, profesionales o de ocio. 8.
Consumo recurrente de un inhalante en situaciones en las que provoca un riesgo físico. 9. Se continúa
con el consumo del inhalante a pesar de saber que se sufre un problema físico o psicológico persistente
o recurrente probablemente causado o exacerbado por esa sustancia. 10. Tolerancia, definida por
alguno de los siguientes hechos: a. Una necesidad de cantidades cada vez mayores de inhalante para
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Temario para Personal Laboral de la Junta de Andalucía Convocatoria Psicólogos 2018
existe un trastorno concomitante por consumo de inhalantes. Si existe un trastorno concomitante leve
por consumo de inhalantes, el código CIE-10-MC es F18.129, y si existe un trastorno concomitante
moderado o grave por consumo de inhalantes, el código CIE-10-MC es F18.229. Si no existe ningún
trastorno concomitante por consumo de inhalantes, el código CIE-10-MC es F18.929.
OTROS TRASTORNOS INDUCIDOS POR LOS INHALANTES
Los siguientes trastornos inducidos por los inhalantes se describen en otros capítulos del
manual, junto con los trastornos con los que comparten sintomatología (véanse los trastornos mentales
inducidos por sustancias/medicamentos en estos capítulos): trastorno psicótico inducido por inhalantes
(“Espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos”), trastorno depresivo inducido por inhalantes
(“Trastornos depresivos”), trastorno de ansiedad inducido por inhalantes (“Trastornos de ansiedad”) y
trastorno neurocognitivo mayor o leve inducido por inhalantes (“Trastornos neurocognitivos”). Con
respecto al síndrome confusional por intoxicación por inhalantes, véanse los criterios y la discusión del
síndrome confusional en el capítulo “Trastornos neurocognitivos”. Estos trastornos provocados por los
inhalantes solamente se diagnostican en lugar de la intoxicación por inhalantes cuando los síntomas
son lo suficientemente graves para requerir atención clínica independiente.
TRASTORNO RELACIONADO CON LOS INHALANTES NO ESPECIFICADO 292.9 (F18.99)
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un
trastorno relacionado con los inhalantes que causan un malestar clínicamente significativo o deterioro
en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los
criterios de ningún trastorno específico relacionado con los inhalantes o de ninguno de los trastornos de
la categoría diagnóstica de los trastornos adictivos y relacionados con una sustancia.
ii. CLASIFICACIÓN CIE-10
TRASTORNOS MENTALES Y DEL COMPORTAMIENTO DEBIDOS AL USO DE SUSTANCIAS
PSICOACTIVAS ( F10 - F19 )
Este grupo incluye una gran diversidad de trastornos, de diferente gravedad y formas clínicas, pero
todos atribuibles al uso de una o más sustancias psicoactivas, las cuales pueden o no haber sido
prescritas por el médico.
La sustancia en cuestión se indica por medio del tercer carácter, mientras los códigos del cuarto
carácter especifican el cuadro clínico.
Los códigos deben usarse para cada sustancia especificada, según sea necesario, pero debe notarse
que no todos los códigos de cuarto carácter son aplicables a todas las sustancias.
La identificación de la sustancia psicoactiva debe basarse en la mayor cantidad posible de fuentes de
información.
Estas incluyen el informe del paciente, análisis de la sangre y otros líquidos corporales, síntomas
característicos físicos y psicológicos, signos clínicos y del comportamiento y otra evidencia, tal como la
droga que posee el paciente, o declaraciones de terceras personas bien informadas.
Muchas personas que utilizan drogas toman más de una sustancia psicoactiva.
El diagnóstico principal debería clasificarse, siempre que sea posible, de acuerdo con la sustancia o
grupo de sustancias que ha causado o ha contribuido más al síndrome clínico que se presenta.
Los otros diagnósticos deben codificarse cuando se han tomado otras drogas en cantidades tóxicas
(cuarto carácter común .0) o en cantidades suficientes para causar daño (cuarto carácter común .1),
dependencia (cuarto carácter común .2) u otros trastornos (cuarto carácter común .3-.9).
Sólo debe usarse el código de diagnóstico de trastornos resultantes del uso de múltiples drogas (Fl9.-)
en los casos en los que los patrones de uso de drogas psicoactivas son caóticos e indiscriminados, o en
los que las contribuciones de diferentes drogas psicoactivas están mezcladas inseparablemente.
Excluye:
- abuso de sustancias que no producen dependencia ( F55 )
Las siguientes subdivisiones de cuarto carácter son para ser usadas con las categorías F10 - F19 :
.0 Intoxicación aguda
Excluye:
- intoxicación cuando significa envenenamiento ( T36 - T50 )
Estado posterior a la administración de una sustancia psicoactiva, que da lugar a perturbaciones en el
nivel de conciencia, en lo cognitivo, en la percepción, en la afectividad o en el comportamiento, o en
otras funciones y respuestas psicofisiológicas.
Las perturbaciones se relacionan directamente con los efectos farmacológicos agudos de la sustancia, y
se resuelven con el tiempo, con recuperación completa, excepto en los casos en los que hayan surgido
daños tisulares u otras complicaciones.
Entre las complicaciones pueden contarse los traumatismos, la aspiración del vómito, el delirio, el coma,
las convulsiones y otras complicaciones médicas.
La naturaleza de estas complicaciones depende del tipo farmacológico de la sustancia utilizada y de la
forma de administración.
Embriaguez aguda en el alcoholismo
Embriaguez SAI
Intoxicación patológica
“Mal viaje” (drogas)
Trance y posesión en la intoxicación por sustancia psicoactiva
.1 Uso nocivo
Patrón de consumo de una sustancia psicoactiva que causa daño a la salud.
El daño puede ser físico (como en los casos de hepatitis por la autoadministración de sustancias
psicoactivas inyectables), o mental (por ejemplo, en los episodios de trastorno depresivo secundario a
una ingestión masiva de alcohol).
Abuso de sustancia psicoactiva
.2 Síndrome de dependencia
Conjunto de fenómenos del comportamiento, cognitivos y fisiológicos, que se desarrollan luego del
consumo repetido de la sustancia en cuestión, entre los cuales se cuentan característicamente los
siguientes: un poderoso deseo de tomar la droga, un deterioro de la capacidad para autocontrolar el
consumo de la misma, la persistencia del uso a pesar de consecuencias dañinas, una asignación de
mayor prioridad a la utilización de la droga que a otras actividades y obligaciones, un aumento de la
tolerancia a la droga y, a veces, un estado de abstinencia por dependencia física.
Puede haber síndromes de dependencia de una sustancia específica psicoactiva (por ejemplo tabaco,
alcohol o diazepam), de una clase de sustancia (por ejemplo drogas opioides), o de una variedad más
amplia de sustancias psicoactivas farmacológicamente diferentes.
Alcoholismo crónico
Dipsomanía
Drogadicción
.3 Estado de abstinencia
T. 6 Ana María Ruiz Rivas Pág. 112 de 139
Temario para Personal Laboral de la Junta de Andalucía Convocatoria Psicólogos 2018
Grupo de síntomas de gravedad y grado de integración variables, que aparecen durante la abstinencia
absoluta o relativa de una sustancia psicoactiva, luego de una fase de utilización permanente de la
misma.
El comienzo y la evolución del estado de abstinencia son de duración limitada y se relacionan con el tipo
y con la dosis de la sustancia psicoactiva utilizada inmediatamente antes de la suspensión o de la
disminución de su consumo.
El estado de abstinencia puede complicarse con convulsiones.
.4 Estado de abstinencia con delirio
Afección en la que el estado de abstinencia definido en el cuarto carácter común .3 se complica con
delirio según los criterios en F05.
También se pueden presentar convulsiones.
Cuando se considera que los factores orgánicos desempeñan también un papel en la etiología, la
afección deberá clasificarse en F05.8.
Delirium tremens (inducido por el alcohol)
.5 Trastorno psicótico
Conglomerado de fenómenos psicóticos que ocurren durante o después del consumo de la sustancia
psicoactiva, pero que no se explican en función de una intoxicación aguda pura y que no forman parte
de un estado de abstinencia.
El trastorno se caracteriza por alucinaciones (auditivas, en forma característica, pero a menudo con más
de una modalidad sensorial), por distorsiones perceptivas, por delirios (a menudo de naturaleza
paranoide o persecutoria), por perturbaciones psicomotrices (excitación o estupor) y por una afectividad
anormal, que puede variar desde el temor intenso hasta el éxtasis.
Habitualmente el sensorio se mantiene lúcido, pero puede haber cierto grado de obnubilación de la
conciencia que no llega a la confusión grave.
Alucinosis...
Celotipia...
Paranoia...
Psicosis SAI...
...} alcohólica
Excluye:
- trastorno psicótico residual y de comienzo tardío inducido por el alcohol u otras sustancias psicoactivas
( F10 - F19 con cuarto carácter común .7)
.6 Síndrome amnésico
Síndrome asociado con un deterioro crónico relevante de la memoria reciente y de la memoria remota.
Habitualmente se conserva el recuerdo inmediato y la memoria reciente está característicamente más
perturbada que la memoria remota.
Por lo común son evidentes las perturbaciones del sentido del tiempo y de ordenamiento de los
sucesos, como lo es también el deterioro de la capacidad de aprendizaje de nuevos materiales.
La confabulación puede ser notoria, aunque no siempre aparece.
Habitualmente, las demás funciones cognitivas se encuentran relativamente bien conservadas, en tanto
que los defectos amnésicos son desproporcionados en relación con las demás perturbaciones.
23
ESPADA, J. P., et al. (2003)
T. 6 Ana María Ruiz Rivas Pág. 116 de 139
Temario para Personal Laboral de la Junta de Andalucía Convocatoria Psicólogos 2018
Visita de salud mental para la víctima de maltrato infantil no parental V15.41 (Z62.810)
Historia personal (antecedentes) de maltrato físico infantil V61.22 (Z69.011)
Visita de salud mental para el autor de maltrato infantil parental V62.83 (Z69.021)
Visita de salud mental para el autor de maltrato infantil no parental
ABUSO SEXUAL INFANTIL
Los abusos sexuales a niños incluyen cualquier tipo de actividad sexual con un niño que esté
destinada a proporcionar una satisfacción sexual a uno de los padres, un cuidador o cualquier otro
individuo que tenga alguna responsabilidad sobre el niño. Los abusos sexuales incluyen actividades
tales como caricias en los genitales del niño, penetración, incesto, violación, sodomización y
exhibicionismo indecente. También se incluye como abuso sexual cualquier explotación del niño, sin
necesidad de contacto, por parte de un progenitor o cuidador; por ejemplo, obligando, engañando,
atrayendo, amenazando o presionando al niño para que participe en actos de satisfacción sexual a
terceros, sin contacto físico directo entre el niño y su agresor.
Abuso sexual infantil, confirmado 995.53 (T74.22XA)
Hallazgo inicial 995.53 (T74.22XD)
Hallazgo ulterior
Abuso sexual infantil, sospechado 995.53 (T76.22XA)
Hallazgo inicial 995.53 (T76.22XD)
Hallazgo ulterior
Otras circunstancias relacionadas con el abuso sexual infantil V61.21 (Z69.010)
Visita de salud mental para la víctima de abuso sexual infantil por parte de los padres V61.21 (Z69.020)
Visita de salud mental para la víctima de abuso sexual infantil no parental V15.41 (Z62.810)
Historia personal (antecedentes) de abuso sexual infantil V61.22 (Z69.011)
Visita de salud mental para el autor de abuso sexual infantil parental V62.83 (Z69.021)
Visita de salud mental para el autor de abuso sexual infantil no parental
NEGLIGENCIA INFANTIL
La negligencia infantil se define como cualquier acto atroz u omisión por parte de un progenitor o
cuidador, confirmado o sospechado, que prive al niño de alguna necesidad básica correspondiente a su
edad y que en consecuencia provoque o genere una probabilidad razonable de provocar un daño físico
o psicológico en el niño. La negligencia infantil incluye el abandono, la falta de supervisión adecuada, la
falta de atención a las necesidades emocionales o psicológicas y el hecho de no proporcionar la
necesaria educación, asistencia médica, nutrición, residencia o vestido.
Negligencia infantil, confirmada 995.52 (T74.02XA)
Hallazgo inicial 995.52 (T74.02XD)
Hallazgo ulterior
Negligencia infantil, sospechada 995.52 (T76.02XA)
Hallazgo inicial 995.52 (T76.02XD)
Hallazgo ulterior
Otras circunstancias relacionadas con la negligencia infantil V61.21 (Z69.010)
Visita de salud mental para la víctima de negligencia infantil parental V61.21 (Z69.020)
T. 6 Ana María Ruiz Rivas Pág. 118 de 139
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Visita de salud mental para la víctima de negligencia infantil no parental V15.42 (Z62.812)
Historia personal (antecedentes) de negligencia infantil V61.22 (Z69.011)
Visita de salud mental para el autor de negligencia infantil parental V62.83 (Z69.021)
Visita de salud mental para el autor de negligencia infantil no parental
MALTRATO PSICOLÓGICO INFANTIL
El maltrato psicológico infantil consiste en actos no accidentales, verbales o simbólicos,
realizados por un progenitor o un cuidador de un niño que provoquen o generen una probabilidad
razonable de causar un daño psicológico en el niño. (En esta categoría no se incluye el maltrato físico ni
los abusos sexuales). Entre los ejemplos de maltrato psicológico infantil cabe citar amonestar,
menospreciar o humillar al niño, amenazarlo, quitarle o hacerle abandonar—o decirle que le van a quitar
o hacer abandonar—a personas o cosas que el niño quiere, recluirlo (por ejemplo atándolo de pies o
de manos, o atándolo a un mueble o a cualquier otro objeto, o encerrarlo en un espacio demasiado
pequeño [p. ej. en un excusado]), convertirlo en chivo expiatorio, obligarlo a autolesionase y
aplicarle una disciplina excesiva (por ejemplo con una frecuencia o duración extremadamente
elevadas, incluso sin llegar al nivel de maltrato físico) con medios físicos o no físicos.
Maltrato psicológico infantil, confirmado 995.51 (T74.32XA)
Hallazgo inicial 995.51 (T74.32XD)
Hallazgo ulterior
Maltrato psicológico infantil, sospechado 995.51 (T76.32XA)
Hallazgo inicial 995.51 (T76.32XD)
Hallazgo ulterior
Otras circunstancias relacionadas con el maltrato psicológico infantil V61.21 (Z69.010)
Visita de salud mental para la víctima de maltrato psicológico infantil por parte de los padres V61.21
(Z69.020)
Visita de salud mental para la víctima de maltrato psicológico infantil no parental V15.42 (Z62.811)
Historia personal (antecedentes) de maltrato psicológico infantil V61.22 (Z69.011)
Visita de salud mental para el autor de maltrato psicológico infantil parental V62.83 (Z69.021)
Visita de salud mental para el autor de maltrato psicológico infantil no parental.
ii. CLASIFICACIÓN CIE-10
T74 Síndromes del maltrato
Use código adicional si desea identificar el traumatismo presente.
o T74.0 Negligencia o abandono
o T74.1 Abuso físico
Síndrome (de la, del):
- esposa(o)...
- niño o bebé...
...} maltratada(o) SAI
o T74.2 Abuso sexual
o T74.3 Abuso psicológico
24
GÓMEZ, M. (2006)
25
RODRIGUEZ, L. (2003).
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es que la víctima logre reducir su tensión personal, y que ella y/o su familia encuentren alternativas para
afrontar la situación. Esto es posible mediante los primeros auxilios psicológicos (Slaikev, 1996), cuyos
principales objetivos son: proveer apoyo, reducir la mortalidad y ayudar al paciente a enlazarse con los
recursos necesarios para reducir las consecuencias negativas generadas por el abuso. Estos objetivos
se pueden llevar a cabo a través de la realización del contacto psicológico, el análisis de las
dimensiones del problema, la consideración de las posibles soluciones, la ejecución de una acción
concreta y el seguimiento.
Lo expuesto demuestra la necesidad que tiene el psicólogo de considerar varios aspectos antes
de decidir las estrategias y los pasos para manejar un caso de ASI:
a) Aclarar a la persona la posición del psicólogo frente al abuso, la víctima y el abusador.
b) Evitar asumir posiciones valorativas, es decir, no juzgar y no criticar. Por el contrario, debe ser
objetivo para que el individuo y la familia se sientan escuchados y aceptados.
c) Es probable que el terapeuta se sienta afectado por la situación de la víctima, al punto de sentir
angustia o rabia. Lo importante es reconocer estos sentimientos y evitar que intervengan en su labor, ya
que esto le puede impedir brindar una ayuda objetiva y efectiva.
d) Conocer sus propias limitaciones y remitir adecuadamente a la víctima.
e) No prometer lo que no se puede cumplir, en especial con relación a los aspectos legales.
f) Disponer del tiempo necesario, mostrando una actitud abierta, sensible y empática.
g) Haber sido entrenado adecuadamente para intervenir en estados de crisis.
h) Tratamiento confidencial del caso.
i) La intervención debe hacerse en el momento que se solicita, pues si se pospone podría implicar una
retractación, perder a la víctima y su familia, y favorecer que se repita el abuso.
j) Cuando el ASI es intrafamiliar, cada padre y el niño deben ser entrevistados por separado.
k) Brindar confianza para aliviar las tensiones que puedan interferir con los objetivos.
El psicólogo debe tener un buen manejo de estos aspectos, ya que el tiempo de intervención es
muy corto. Según Soria y Hernández (1994), la intervención en situaciones de crisis se desarrolla a lo
largo de una o máximo dos sesiones, sin continuarla posteriormente. No existe una duración
promedio de cada sesión, pero puede durar entre media y una hora. No obstante, la duración puede ser
superior ya que la entrevista suele fraccionarse según las necesidades inmediatas de la víctima. En este
corto tiempo hay factores que pueden dificultar la labor del psicólogo: la actitud dependiente de la
víctima frente al profesional, la exigencia de resultados rápidos por parte del entorno (médico, policial,
etc.), la evaluación de otros profesionales que intervengan en el proceso, la multiplicidad de casos que
se deben atender en poco tiempo; y el rol de la familia en dicho contexto.
Debido a la dificultad para intervenir en estos casos, han surgido diferentes modelos de atención
para las víctimas de ASI, con el fin de hacer más efectiva esta tarea. Por su parte, Soria y Hernández
(1994) citan el estudio realizado por Soria y Maeso (1990) sobre la aplicación de un modelo psicológico
de atención en crisis en Barcelona. Este modelo plantea tres fases:
Fase primera: presentación y toma de contacto Este momento tiene relevancia en la futura relación, por
lo que es importante establecer un vínculo de alianza a partir de la dignificación de la víctima. El
psicólogo se presenta y sitúa a la víctima en el entorno en que se encuentra. El primer contacto debe
dirigirse a una clara presentación de la función del psicólogo, para luego adentrarse en las necesidades
del paciente. En muchos casos la víctima no responde, pero el psicólogo debe asegurarse que lo ha
reconocido como su terapeuta. En esta primera fase deben atenderse las necesidades prácticas
prioritarias presentadas de forma asociada a la agresión sexual, tales como: si se ha producido
afectación física, se debe realizar un traslado y un reconocimiento físico; si se ha producido pérdida
económica, se deben prevenir efectos posteriores con la anulación de tarjetas de crédito, entre otros.
T. 6 Ana María Ruiz Rivas Pág. 121 de 139
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Fase segunda: desarrollo El paso de la primera fase a la segunda es difícil y es el eje de la intervención.
La capacidad de controlar el estrés y la capacidad empática del profesional son los elementos clave.
Durante toda la entrevista, pero especialmente en esta fase, el rol de la víctima ha de ser activo. Para
ello se utilizan las preguntas y poco las afirmaciones, y de esta forma la víctima comienza a enfrentar el
problema. La intervención ha de dirigirse hacia dos focos, en primer lugar hacia la situación. La víctima
ha de saber qué hace allí y qué pasará inmediatamente después. En segundo lugar, la intervención se
dirige hacia la persona. El profesional ha de intervenir para tranquilizar y disminuir el nivel de excitación
de la persona; para ello es importante eliminar los sentimientos de peligro, descontrol y sumisión que
seguramente han dominado el comportamiento de la víctima hasta la fecha. Para lograrlo no basta con
indicarlo verbalmente, sino que debe verse reflejado en la conducta no verbal: los gestos, el dominio del
espacio, el tono de familiaridad y compresión, etc. Éstos son factores que ayudan a depositar la
confianza de la víctima en el psicólogo y a abrirse progresivamente. Otro aspecto de esta fase es
permitir la expresión de los sentimientos. En algunos casos se produce un bloqueo afectivo-
comportamental que hace a las víctimas comportarse como “robots”. Sin duda en estos casos el facilitar
que la víctima llore es un elemento clave, para ello se utilizan el silencio o las verbalizaciones con alta
capacidad empática. Los gritos, como expresión del miedo contenido o la ira almacenada, son otra
forma expresiva que ha de permitirse. En ambos casos, su aparición debe facilitarse sólo en la medida
en que sea terapéutica, y no sean utilizados por la víctima como un mecanismo de defensa frente a las
preguntas policiales o al reconocimiento médico. En esta fase también es importante ayudar al retorno
de la víctima a su medio social habitual; para ello pueden facilitarse, por ejemplo, medios de transporte
y de comunicación. Es muy importante establecer comunicación rápida con la familia o las personas de
confianza de la víctima para facilitar la delegación de responsabilidad del profesional hacia otra persona,
ayudar en la superación de los sentimientos de vergüenza y establecer la premisa para el desarrollo de
un apoyo social posterior.
Fase tercera: cierre. Esta fase posee un valor clave en víctimas con un elevado nivel de aislamiento
socio-afectivo. Partiendo de un rol activo de la víctima, deben informársele los pasos más próximos y
fundamentales. Dicha información no debe superar las cinco ideas y debe expresarse en una frase. Ha
de ser escrita y debe constar de un teléfono o lugar de referencia donde la víctima pueda acudir si
posteriormente se da cuenta que confundió u olvidó algún aspecto. Para finalizar, es importante que la
víctima realice un breve resumen o síntesis de los pasos inmediatamente posteriores y que se han
escrito, garantizando su comprensión.
Un buen proceso de atención será aquel en el cual se logre comprometer a la víctima y a su
familia para continuar en un tratamiento más profundo.
Lo expuesto en las páginas anteriores hace referencia a la intervención en crisis; sin embargo,
ésta es sólo una de las formas de atención en casos de ASI, pues existen otras posibilidades de
intervención desde las cuales se trabaja con las víctimas y sus familias, después del período de crisis.
Entre dichos modelos se encuentra la intervención grupal, familiar, individual, a testigos, etc. (Glaser y
Frosh, 1997), en los que se trabaja mediante la utilización de herramientas tales como técnicas de
entrenamiento en relajación, desensibilización y visualización.
10. DISFORIA DE GÉNERO EN INFANCIA Y ADOLESCENCIA 26
a. CLASIFICACIÓN DSM-V
DISFORIA DE GÉNERO EN NIÑOS. 302.6 (F64.2)
A. Una marcada incongruencia entre el sexo que uno siente o expresa y el que se le asigna, de una
duración mínima de seis meses, manifestada por un mínimo de seis de las características siguientes
(una de las cuales debe ser el Criterio A1): 1. Un poderoso deseo de ser del otro sexo o una insistencia
de que él o ella es del sexo opuesto (o de un sexo alternativo distinto del que se le asigna). 2. En los
chicos (sexo asignado), una fuerte preferencia por el travestismo o por simular el atuendo femenino; en
26
HURTADO-MURILLO, Felipe, 2015.
T. 6 Ana María Ruiz Rivas Pág. 122 de 139
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las chicas (sexo asignado) una fuerte preferencia por vestir solamente ropas típicamente masculinas y
una fuerte resistencia a vestir ropas típicamente femeninas. 3. Preferencias marcadas y persistentes por
el papel del otro sexo o fantasías referentes a pertenecer al otro sexo. 4. Una marcada preferencia por
los juguetes, juegos o actividades habitualmente utilizados o practicados por el sexo opuesto. 5. Una
marcada preferencia por compañeros de juego del sexo opuesto. 6. En los chicos (sexo asignado), un
fuerte rechazo a los juguetes, juegos y actividades típicamente masculinos, así como una marcada
evitación de los juegos bruscos; en las chicas (sexo asignado), un fuerte rechazo a los juguetes, juegos
y actividades típicamente femeninos. 7. Un marcado disgusto con la propia anatomía sexual. 8. Un
fuerte deseo por poseer los caracteres sexuales tanto primarios como secundarios, correspondientes al
sexo que se siente.
B. El problema va asociado a un malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, escolar u
otras áreas importantes del funcionamiento.
Especificar si:
Con un trastorno de desarrollo sexual (p. ej., un trastorno adrenogenital congénito como 255.2
[E25.0] hiperplasia adrenal congénita o 259.50 [E34.50] síndrome de insensibilidad androgénica).
Nota de codificación:
Codificar el trastorno del desarrollo sexual y la disforia de género.
b. CLASIFICACIÓN CIE-10
F64 Trastornos de la identidad de género
o F64.0 Transexualismo
Deseo de vivir y de ser aceptado como integrante del sexo opuesto, habitualmente acompañado de
un sentimiento de incomodidad o de inadecuación al sexo anatómico propio, y del deseo de
someterse a cirugía y a tratamiento hormonal para hacer el propio cuerpo tan congruente como sea
posible con el sexo preferido por la persona.
o F64.1 Transvestismo de rol dual
Uso de vestuario del sexo opuesto durante una etapa de la vida, para disfrutar de la experiencia
transitoria de ser integrante de ese sexo, pero sin ningún deseo de un cambio de sexo más
permanente ni de reasignación quirúrgica, y sin excitación sexual que acompañe al hecho de vestirse
con ropas del sexo opuesto.
Trastorno de la identidad de género en la adolescencia, o en la edad adulta, de tipo no transexual
Excluye:
- transvestismo fetichista ( F65.1 )
o F64.2 Trastorno de la identidad de género en la niñez
Trastorno cuya primera manifestación ocurre generalmente durante la niñez temprana (siempre,
mucho antes de la pubertad), que se caracteriza por intensa y permanente angustia en relación con el
propio sexo, conjuntamente con el deseo de pertenecer al otro sexo o con la insistencia de que se
pertenece a él.
Hay preocupación persistente por el vestuario y por las actividades del sexo opuesto y repudio al
propio sexo.
Para hacer este diagnóstico se requiere que exista una alteración profunda de la identidad del género
normal.
No son suficientes solamente los hábitos masculinos en las niñas o la conducta afeminada en los
niños.
Los trastornos de la identidad de género en personas que han llegado a la pubertad o que la están
iniciando no deben clasificarse aquí sino en F66.-.
Excluye:
- orientación sexual egodistónica ( F66.1 )
- trastorno de la maduración sexual ( F66.0 )
o F64.8 Otros trastornos de la identidad de género
o F64.9 Trastorno de la identidad de género, no especificado
Trastorno del rol del género SAI
F66 Trastornos psicológicos y del comportamiento asociados con el desarrollo y con la
orientación sexuales
Nota:
La orientación sexual por sí misma no debe ser considerada como un trastorno.
c. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA27
El protocolo del proceso para el cambio de sexo contempla tres fases: psicológica, hormonal y
quirúrgica. Hoy día los equipos de tratamiento defienden que se debe iniciar el proceso terapéutico
durante la etapa puberal, habiendo un diagnóstico claro de persistencia y habiendo vivido el
adolescente las primeras etapas puberales en su sexo biológico, con el fin de disminuir el sufrimiento
psicológico, mejorar la aceptación social y mejorar el resultado estético en el aspecto del sexo deseado.
El tratamiento hormonal con supresión puberal es reversible y no se debe iniciar hasta haber alcanzado
el II-III estadio de Tanner, con presencia de esteroides en sangre y con una edad mínima de 12 años.
La intervención psicoterapéutica durante la fase hormonación es de apoyo psicológico para
llevar a buen término el proceso de experiencia de vida real. El apoyo psicológico durante esta fase
consiste en entrenar habilidades para el control de la ansiedad anticipatoria pre-quirúrgica y en pautas
de control emocional.
En la actualidad es imposible realizar el diagnóstico de transexualidad o disforia de género
basándose en criterios objetivos. La manifestación del sentimiento de identidad sexual/identidad de
género se realiza a partir de entrevistas clínicas por métodos psicológicos basados en criterios
diagnósticos establecidos. Por consiguiente, el diagnóstico depende de la información suministrada por
los propios transexuales y/o por la familia y el entorno, que en ocasiones es sesgada con o sin
intencionalidad.
Durante los años que se realiza la supresión puberal el adolescente deber seguir consultas
psicológicas de seguimiento de forma regular, con el fin de evaluar los sentimientos sobre la transición,
asegurar la decisión y enfrentarse de forma adecuada a los cambios en el rol de género deseado (test
de vida real). Si el/la adolescente sufre de algún problema de salud mental pero el tratamiento de ese
trastorno es adecuado, asegurando que el diagnóstico y el tratamiento de la disforia de género no es
indebidamente perturbado, pueden ser elegibles para la supresión puberal.
Optar por la supresión puberal les permite a los adolescentes tener una apariencia que les posibilita
vivir sin obstrucción el rol del género deseado y eliminar los potenciales daños psicológicos de la
estigmatización.
27
HURTADO-MURILLO, F. (2015)
T. 6 Ana María Ruiz Rivas Pág. 124 de 139
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El diagnóstico dependerá, también, de la evaluación general del funcionamiento intelectual realizado por
un evaluador calificado.
Las habilidades intelectuales y la adaptación social pueden cambiar con el tiempo y, aunque sean
pobres, pueden mejorarse como resultado del adiestramiento y la rehabilitación.
El diagnóstico deberá basarse en los niveles de funcionamiento actuales.
Las siguientes subdivisiones de cuarto carácter se usan con las categorías F70 - F79 para identificar el
grado de deterioro de la conducta:
.0 Deterioro del comportamiento nulo o mínimo
.1 Deterioro del comportamiento significativo, que requiere atención o tratamiento
.8 Otros deterioros del comportamiento
.9 Deterioro del comportamiento de grado no especificado
Use código adicional si desea identificar otras alteraciones asociadas, tales como el autismo, otros
trastornos del desarrollo, la epilepsia, los trastornos de la conducta o la invalidez física grave.
Trastornos del desarrollo psicológico ( F80 - F89 )
Los trastornos incluidos en este grupo tienen en común lo siguiente: a) comienzan invariablemente
durante la infancia o la niñez
En la mayoría de los casos las funciones afectadas abarcan al lenguaje, las habilidades viso-espaciales
y la coordinación motriz.
Por lo común, el retraso o el deterioro se hacen evidentes tan pronto como se los puede detectar en
forma confiable y disminuyen progresivamente a medida que los niños crecen, aunque a menudo se
mantienen déficits leves durante la vida adulta.
F80 Trastornos específicos del desarrollo del habla y del lenguaje
Son trastornos en los cuales las formas normales de la adquisición del lenguaje se deterioran desde
etapas tempranas del desarrollo.
Estos estados no son directamente atribuibles a anormalidades neurológicas o de los mecanismos del
habla, daños sensoriales, retraso mental o factores ambientales.
Los trastornos específicos del desarrollo del habla y del lenguaje son seguidos a menudo por problemas
asociados, como dificultades en la lectura y en la ortografía, anormalidades en las relaciones
interpersonales, y trastornos emocionales y de la conducta.
F81 Trastornos específicos del desarrollo de las habilidades escolares
Son trastornos en los cuales se hallan deterioradas las pautas normales de la adquisición de
habilidades, desde etapas tempranas del desarrollo.
Esto no es una simple consecuencia de la falta de oportunidades para aprender.
Tampoco es producto de un retraso mental exclusivamente, ni es causado por ningún tipo de trauma o
de enfermedad cerebral adquiridos.
F82 Trastorno específico del desarrollo de la función motriz
Es un trastorno cuya característica principal consiste en un serio deterioro del desarrollo de la
coordinación motriz, que no es exclusivamente explicable en términos de un retraso intelectual
generalizado, ni de ningún trastorno neurológico específico congénito ni adquirido.
Sin embargo, un examen clínico cuidadoso demuestra, en la mayoría de los casos, inmadurez marcada
del desarrollo neurológico, con síntomas tales como movimientos coreiformes de las extremidades sin
apoyo, movimientos en espejo y otras alteraciones motrices asociadas, como también signos de
T. 6 Ana María Ruiz Rivas Pág. 127 de 139
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que se inicia o porque no alcanza a cumplir con los tres conjuntos de criterios diagnósticos.
Esta subcategoría debe ser utilizada cuando hay un desarrollo anormal o deteriorado que aparece solo
después de los 3 años de edad y cuando faltan anormalidades demostrables suficientes en una o dos
de las tres áreas de la psicopatología necesarias para el diagnóstico de autismo (a saber, interacción
social recíproca, comunicación, y comportamiento restringido, estereotipado y repetitivo), a pesar de
que hay anormalidades características en la(s) otra(s) área(s).
El autismo atípico se desarrolla más a menudo en personas con retraso mental profundo y en personas
con un trastorno específico grave del lenguaje receptivo.
Psicosis atípica de la niñez
Retraso mental con rasgos autísticos
Use código adicional ( F70 - F79 ), si desea identificar el retraso mental.
F84.2 Síndrome de Rett
Afección hasta ahora encontrada sólo en niñas, en la cual un desarrollo inicial aparentemente normal es
seguido por una pérdida parcial o total del habla y de las habilidades para la locomoción y para la
utilización de las manos, junto con una desaceleración del crecimiento cefálico, que comienza
habitualmente entre los 7 y los 24 meses de edad.
Son característicos la pérdida de los movimientos voluntarios de las manos, el retorcimiento
estereotipado de las mismas y la hiperventilación.
Se detiene el desarrollo social y el del juego, pero el interés social tiende a mantenerse.
Alrededor de los 4 años de edad comienzan a desarrollarse la ataxia y la apraxia del tronco, lo cual con
frecuencia es seguido por la aparición de movimientos coreoatetósicos.
Casi invariablemente se produce un retraso mental grave.
F84.3 Otro trastorno desintegrativo de la niñez
Tipo de trastorno generalizado del desarrollo que se define por un período de desarrollo enteramente
normal, anterior al comienzo del trastorno, seguido por una pérdida definida de las habilidades
previamente adquiridas en varias esferas del desarrollo en el curso de unos pocos meses.
Esto se acompaña típicamente de una pérdida generalizada del interés por el entorno, de
amaneramientos motrices estereotipados repetitivos y de un deterioro de la interacción social y de la
comunicación, similar al deterioro autístico.
En algunos casos se puede demostrar que el trastorno se debe a alguna encefalopatía asociada, pero
el diagnóstico debería hacerse en base a los síntomas conductuales.
Demencia infantil
Psicosis desintegrativa
Psicosis simbiótica
Síndrome de Heller
Use código adicional si desea identificar cualquier afección neurológica asociada.
Excluye:
síndrome de Rett ( F84.2 )
F84.4 Trastorno hiperactivo asociado con retraso mental y movimientos estereotipados
Es un trastorno mal definido, de validez nosológica dudosa.
La categoría se destina para la inclusión de un grupo de niños con retraso mental grave (CI menor de
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12. AUTOEVALUACIÓN
RESPUESTAS CORRECTAS: 1.-B, 2.-C, 3.-D, 4.-C, 5.-A, 6.-D, 7.-D, 8.-C, 9.-D, 10.-D
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