Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bogotá, D.C.,
2 de junio de 2021
I. Objeto de análisis:
Encontró dicho Tribunal que el Estado incumplió con sus obligaciones previstas en
el artículo 23 de la Convención Americana de Derechos Humanos (derechos
políticos) en relación con su numeral segundo del mismo articulado, que dice “ La
ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a que se
refiere el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad, nacionalidad,
residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o condena, por juez
competente, en proceso penal”, esto último como eje central del conflicto ya que
quien debe investigar y proseguir para delitos de corrupción es la autoridad penal,
habilitada para afectar los derechos políticos de los servidores públicos de
elección popular y no administrativa (Procuraduría General de la Nación), como
sucedió en el caso de estudio.
Pero el deber de adecuar el derecho interno implica que las normas que prevén
restricciones a los derechos políticos –o que facultan autoridades para su
imposición- deben ajustarse a lo previsto en el artículo 23.2 de la Convención
Americana de Derechos Humanos.
Ninguno de los argumentos planteados por el Estado colombiano ante la CIDH fue
de recibo, como fue la existencia de mecanismos jurídicos internos idóneos para la
protección de los derechos del accionante, la validez de la estructura normativa
para asignar funciones a un órgano como la Procuraduría General de la Nación
para interferir derechos, a través de las sanciones disciplinarias, a todos los
servidores públicos; y que el propio orden interno colombiano resolvió la tensión
entre derechos propuesta por el peticionario y le amparó sus derechos al resolver
la acción de nulidad y restablecimiento del derecho por parte del Consejo de
Estado con sentencia del 15 de noviembre de 2017. 1
1
Expediente 110010325000201400360 00. Medio de control. Nulidad y restablecimiento del derecho; M. P.
Cesar Palomino Cortés.
Por otro lado, la CIDH consideró que el proceso disciplinario contra Petro vulneró
el principio de jurisdiccionalidad, así como la garantía de imparcialidad objetiva
(que en este parágrafo explicaremos) entre otros, basados en los artículos 8.1 y
8.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos relacionado con el
artículo 1.1 de la misma Convención, por cuanto el diseño del proceso implicó que
la Sala Disciplinaria de la Procuraduría General de la Nación fuera la encargada
de emitir el pliego de cargos y asumir la etapa de juicio, dando una clara
conjunción de facultades investigativas, acusatorias y finalmente sancionatorias.
De otra parte, en relación con las conductas más lesivas y que comportan la
comisión de hechos punibles y actos de corrupción es menester pasar la
competencia a la autoridad del juez penal sin desconocer la autoridad
administrativa, ya que los primeros serían quienes tienen la competencia para
determinar si un servidor público incurrió en hechos de corrupción y luego dicha
conclusión permitiría el inicio de la acción disciplinaria con la imposición de
sanciones complementarias, bajo la figura de una prejudicialidad penal, con el fin
de que el derecho disciplinario también pueda ser ejercido en tales casos pero no
como correctivo principal sino llenando espacios en los cuales la sanción penal no
se extienda, como por ejemplo imponiendo obligaciones de justicia restaurativa a
favor de la sociedad.
El fallo del a CIDH del pasado 8 de julio sí obliga al Estado colombiano a asumir
un cambio normativo en el rango legal para ajustar los mandatos del fallo
condenatorio que no fue objeto de solicitud de aclaración por el Estado y que por
ello no permite asumir otro curso de acción que su cabal cumplimiento, pese a que
existen pasajes oscuros de la decisión de la CIDH como es el aspecto de saber
desde qué momento los servidores de elección popular gozan de la protección
referida por la CIDH, desde su elección o posesión; o también no se aclaró si se
extiende al derecho pasivo de cualquier ciudadano que quiera postularse a un
cargo de elección popular y al haber sido sancionado disciplinariamente en otra
condición podría ser cobijado con tal garantía de no ser afectado su derecho a
postularse a un cargo de elección popular porque no tiene condena penal. Son
interrogantes que la Corte Interamericana de Derechos Humanos deberá abordar
a futuro y en otro caso contencioso, pero que el derecho interno colombiano
podría reglamentarlo a través de ley para mayor seguridad jurídica sobre el tema.