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Ensayo “¿Cuál sería la mejor forma de cumplir la sentencia del Caso Petro Vs

Colombia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 8 de julio de


2020?”

Julián Felipe Castro Gil


Laura Fernanda Salazar León
Jorge Camilo Ruano Canchala

Facultad de Ciencias Jurídicas


Maestría en Derecho Administrativo

Prof. Manuel Marín Santoyo


Catedrático

Bogotá, D.C.,
2 de junio de 2021
I. Objeto de análisis:

En el presente documento se presentará la respuesta más plausible a la pregunta


propuesta en clase: “¿Cuál sería la mejor forma de cumplir la sentencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Gustavo Petro Urrego
Vs Colombia del 8 de julio de 2020?”. Para responder este interrogante debemos
precisar el mandato jurídico de la Corte Interamericana de Derechos Humanos –
CIDH al resolver el proceso contencioso en mención y también se analizará la
sentencia proferida por el Consejo de Estado de Colombia del 15 de noviembre de
2017 al resolver el medio de control de nulidad y restablecimiento del derecho
presentado por el mismo actor, como respuesta dada desde la óptica del derecho
interno colombiano. Es así que para efectos de este ensayo dividiremos en dos
momentos lo expuesto por los dos altos Tribunales para verificar una respuesta
adecuada que resuelva las exigencias jurídicas que demandan la visión desde el
derecho interno y desde la óptica del sistema interamericano de derechos
humanos.

II. Orden dispuesta por la Corte Interamericana de Derechos


Humanos -CIDH.

Encontró dicho Tribunal que el Estado incumplió con sus obligaciones previstas en
el artículo 23 de la Convención Americana de Derechos Humanos (derechos
políticos) en relación con su numeral segundo del mismo articulado, que dice “ La
ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a que se
refiere el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad, nacionalidad,
residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o condena, por juez
competente, en proceso penal”, esto último como eje central del conflicto ya que
quien debe investigar y proseguir para delitos de corrupción es la autoridad penal,
habilitada para afectar los derechos políticos de los servidores públicos de
elección popular y no administrativa (Procuraduría General de la Nación), como
sucedió en el caso de estudio.

En consecuencia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos considera que,


como garantía de no repetición, el Estado deberá, en un plazo razonable, adecuar
su ordenamiento interno de acuerdo a lo señalado en los párrafos 111 a 116 de la
sentencia en cuestión, siendo las temáticas de esos párrafos los siguientes:

 Redefinir el catálogo de sanciones disciplinarias que afecten


derechos políticos a los servidores de elección popular. (113)
 Redefinir las causales de inhabilidad previstas en el artículo 38
del CDU en relación con las deudas fiscales que impiden
acceder a la función pública para los cargos de elección
popular. (114)
 El artículo 60 de la Ley 610 de 2000 y normas posteriores
sobre Boletín de Responsables Fiscales y su consecuencia de
impedir el acceso a los cargos de elección popular. (114)
 El art. 5° de la Ley 1864 de 2017 incumple la Convención en
sus artículos 23 y 2 °, porque inhibe el acceso a los cargos de
elección popular en forma desproporcional.

Pero el deber de adecuar el derecho interno implica que las normas que prevén
restricciones a los derechos políticos –o que facultan autoridades para su
imposición- deben ajustarse a lo previsto en el artículo 23.2 de la Convención
Americana de Derechos Humanos.

Ninguno de los argumentos planteados por el Estado colombiano ante la CIDH fue
de recibo, como fue la existencia de mecanismos jurídicos internos idóneos para la
protección de los derechos del accionante, la validez de la estructura normativa
para asignar funciones a un órgano como la Procuraduría General de la Nación
para interferir derechos, a través de las sanciones disciplinarias, a todos los
servidores públicos; y que el propio orden interno colombiano resolvió la tensión
entre derechos propuesta por el peticionario y le amparó sus derechos al resolver
la acción de nulidad y restablecimiento del derecho por parte del Consejo de
Estado con sentencia del 15 de noviembre de 2017. 1

1
Expediente 110010325000201400360 00. Medio de control. Nulidad y restablecimiento del derecho; M. P.
Cesar Palomino Cortés.
Por otro lado, la CIDH consideró que el proceso disciplinario contra Petro vulneró
el principio de jurisdiccionalidad, así como la garantía de imparcialidad objetiva
(que en este parágrafo explicaremos) entre otros, basados en los artículos 8.1 y
8.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos relacionado con el
artículo 1.1 de la misma Convención, por cuanto el diseño del proceso implicó que
la Sala Disciplinaria de la Procuraduría General de la Nación fuera la encargada
de emitir el pliego de cargos y asumir la etapa de juicio, dando una clara
conjunción de facultades investigativas, acusatorias y finalmente sancionatorias.

En lo referente a la violación del principio de jurisdiccionalidad encuentra la Corte


Interamericana de Derechos Humanos que la esfera de acción de la Procuraduría
General de la Nación se extralimitó en sus funciones al perseguir una condena
diferente a la que la ley le ha otorgado (de carácter administrativo y disciplinario) y
es que la Corte Interamericana de Derechos Humanos deduce que la sanción fue
ordenada por una autoridad de naturaleza administrativa y no penal, por lo que
hubo una violación a dicho principio.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos procede a hacer una


interpretación textualista y literal del contenido de la Convención Americana de
Derechos Humanos al aplicar el contenido del artículo 23.2 sobre protección de los
derechos políticos de los ciudadanos, que sólo pueden ser restringidos por
autoridad judicial competente, a través de un proceso penal y por la comisión de
delitos. Asume como precedente el caso de LOPEZ MENDOZA VS VENEZUELA,
cuando fue inhabilitado el ciudadano Leopoldo López por la Contraloría de
Venezuela cuando era empleado de PDVEZA y aspiraba a las elecciones del año
2008 como candidato.2

III. Orden dispuesta por el Consejo de Estado de Colombia en el


Expediente 110010325000201400360 00. Medio de control. Nulidad
y restablecimiento del derecho; M. P. Cesar Palomino Cortés.
2
Sentencia de la CIDH del 1 de septiembre de 2011. Se presentó voto concurrente del juez DIEGO GARCIA
SAYÁN LARRABURE, en donde señala la necesidad de una interpretación extensiva y no literal del artículo 23.
2 de la Convención Americana de Derechos Humanos porque “podría ser interpretada en un sentido
debilitante de capacidades institucionales de los Estados en el enfrentamiento al flagelo de la corrupción”.
(Párrafo 4)
Accionante: GUSTAVO PETRO URREGO. Demandado: Nación –
Procuraduría General de la Nación:

La Sala Plena de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado concluye


que los actos administrativos sancionatorios del 9 de diciembre del 2013 y del 13
de enero del 2014, proferidos por la Sala Disciplinaria de la Procuraduría General
de la Nación, están viciados de nulidad porque hay una flagrante falta de
competencia del ente que impuso la sanción y que se traduce en la violación de la
garantía mínima del derecho al debido proceso del señor Gustavo Petro, para
llegar a esta conclusión en forma expresa emplea el mecanismo de control de
convencionalidad y asume la revisión de los fallos disciplinarios desde el marco
normativo del sistema interamericano de derechos humanos; y en segundo
término, evidencia la violación al principio de tipicidad de la falta disciplinaria que
guarda relación estricta con el principio de legalidad de la sanción.

El Consejo de Estado, considera que la Procuraduría General de la Nación sí es


competente para mantener la potestad disciplinaria sobre todos los servidores
públicos, incluso los de elección popular, en aquellos eventos de comisión de
faltas disciplinarias que correspondan con actos de corrupción y puede imponer
las sanciones señaladas en el ordenamiento interno colombiano. Es decir, para
estos eventos existirían dos autoridades competentes para imponer las
consecuencias negativas a los servidores públicos, la Procuraduría General de la
Nación y el Juez Penal competente.

IV. ¿cuál sería la mejor forma de cumplir la sentencia de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos?

Como primera medida se debe acatar a cabalidad los mandatos jurídicos


estipulados en la Convención Americana de Derechos Humanos, ya que Colombia
es Estado parte y como tal, se comprometió a adoptar medidas “para tipificar
como delitos en su derecho interno los actos de corrupción descritos en el Artículo
VI.1. de la Convención Americana de Derechos Humanos”, como medio idóneo
para contrarrestar dicho flagelo. Así mismo, deberá cumplir el principio de derecho
internacional de Pacta Sum Servanda contenido en la Convención de Viena sobre
cumplimiento de los tratados internacionales de 1969, donde los Estados no
pueden abstenerse de cumplir sus compromisos argumentando la existencia de
normas internas en ese sentido y enseña que "Todo tratado en vigor obliga a las
partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe". 

Ahora bien, esta reglamentación obedece a que la conducta de un funcionario que


esté ejerciendo el mandato emanado del voto popular, para que genere unas
restricciones tan severas como las que se le impusieron al peticionario Petro,
deben ser constituyentes de un delito y no solo de una falta disciplinaria. Es
necesario que la eficacia del derecho penal actúe de manera pronta y rápida para
evitar hechos de impunidad.

Lo anterior apoyado en los preceptos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos


y a la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos (párrafo 118 del Informe
de Fondo de la CIDH), que al unísono expresan: “una limitación tan severa tiene
una dimensión colectiva que afecta el derecho de los electores a decidir quiénes
deben ejercer funciones públicas y les impide sancionar con su voto el desempeño
de los funcionarios elegidos popularmente”.

Esbozado lo anterior la solución que se propone es la de establecer un nuevo


sistema de sanciones para los servidores públicos de elección popular en donde
se impongan correctivos disciplinarios por la comisión de faltas que no constituyan
actos de corrupción, que por su carácter aflictivo no constituya una interferencia
indebida en sus derechos políticos a través de la aplicación estricta del principio
de proporcionalidad, creando sanciones de índole pecuniario, y conservando no
solo “la vigilancia” sino la potestad sancionadora con límites en la Procuraduría
General de la Nación.

De otra parte, en relación con las conductas más lesivas y que comportan la
comisión de hechos punibles y actos de corrupción es menester pasar la
competencia a la autoridad del juez penal sin desconocer la autoridad
administrativa, ya que los primeros serían quienes tienen la competencia para
determinar si un servidor público incurrió en hechos de corrupción y luego dicha
conclusión permitiría el inicio de la acción disciplinaria con la imposición de
sanciones complementarias, bajo la figura de una prejudicialidad penal, con el fin
de que el derecho disciplinario también pueda ser ejercido en tales casos pero no
como correctivo principal sino llenando espacios en los cuales la sanción penal no
se extienda, como por ejemplo imponiendo obligaciones de justicia restaurativa a
favor de la sociedad.

El fallo del a CIDH del pasado 8 de julio sí obliga al Estado colombiano a asumir
un cambio normativo en el rango legal para ajustar los mandatos del fallo
condenatorio que no fue objeto de solicitud de aclaración por el Estado y que por
ello no permite asumir otro curso de acción que su cabal cumplimiento, pese a que
existen pasajes oscuros de la decisión de la CIDH como es el aspecto de saber
desde qué momento los servidores de elección popular gozan de la protección
referida por la CIDH, desde su elección o posesión; o también no se aclaró si se
extiende al derecho pasivo de cualquier ciudadano que quiera postularse a un
cargo de elección popular y al haber sido sancionado disciplinariamente en otra
condición podría ser cobijado con tal garantía de no ser afectado su derecho a
postularse a un cargo de elección popular porque no tiene condena penal. Son
interrogantes que la Corte Interamericana de Derechos Humanos deberá abordar
a futuro y en otro caso contencioso, pero que el derecho interno colombiano
podría reglamentarlo a través de ley para mayor seguridad jurídica sobre el tema.

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