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Lic. Esp. Cecilia M. Rodríguez (Psicóloga).

Modelo Multidimensional. Un modo de abordaje de la Violencia de Género.

INTRODUCCIÓN:

La Clínica no puede ser sin teoría, es decir, se articulan la teoría y la clínica. Es un


entrecruzamiento entre la semiología, la gnosografía y los aspectos fenomenológicos y
metapsicológicos (psicodinámico), que tienden a la confección de un diagnóstico
presuntivo del paciente.

La teoría no puede preceder al paciente, no se debería escuchar desde la teoría,


aquel que se dedica a la Clínica posee una trayectoria; formación, análisis, supervisión, etc.
Debe haberse escuchado para poder escuchar a un otro. Un diagnóstico no define la cura, lo
importante de esta confección diagnóstica es resaltar y respetar la singularidad y
particularidad del consultante. No obstante, al realizar un abordaje interdisciplinario de la
temática de violencia de género, no podemos desconocer, el Modelo Ecológico que fue
elaborado por Urie Bronfenbrenner (1978) para la comprensión de los diferentes entornos
en los cuales se desarrollan los/as niños/as (extensible a todas las personas) con una
perspectiva sistémica que integra los diferentes ámbitos que directa e indirectamente
intervienen en su crecimiento. Define 4 entornos en los cuales la persona interactúa con
otros y con el medio, estos son: macrosistema, exosistema, mesosistema, microsistema. En
este orden, el autor considera que por ser consideradas estructuras seriadas, el macrosistema
incluye a los otros entornos, y cada uno de ellos circunscribe al otro. Esta es una
descripción teórica que ordena la comprensión de la temática a estudiar, pero es
fundamental comprender que la interacción de las personas con los diversos entornos,
directa e indirectamente, es una característica inherente al ser humano que no puede
obviarse.

1
Para el estudio de la violencia familiar, Belsky (1980) adaptó este modelo
conservando la estructura original, pero desarrollando el microsistema añadiéndole un nivel
de análisis individual, constituido por cuatro dimensiones: cognitiva, comportamental,
interaccional, psicodinámica. El resultado es el Modelo Ecológico Multidimensional, un
paradigma superador y coherente que permite visibilizar el entramado de elementos
constitutivos del problema.

La relevancia de este trabajo está fundada a partir de que las violencias que se
suscitan dentro de la familia, constituyen un serio problema de salud pública porque altera
la calidad de vida de las familias afectadas y de la sociedad en su conjunto.

Reflexionar sobre los orígenes de la violencia de género nos ayudará a pensar


porque este tipo se violencia permanece indemne a través de los años y las situaciones que
tuvieron que padecer mujeres, adolescentes y niñas para que se reconocería y se legitimara
que la violencia vivida por ellas no es una “simple intimidación”, sino que se trata de una
violencia y problemática específicas, que requieren de un tratamiento determinado. Es por
ello que este tipo de vulneraciones deben ser incluidas en la noción de violencia de género,
para que no quede escondida detrás del ropaje de violencia dentro del núcleo familiar, ya
que las destinatarias pueden encontrarse también fuera de este núcleo. Por lo tanto,
Velázquez (2012) destaca que dentro del seno familiar pueden suscitarse distintas
modalidades de violencia, dentro de las cuales puede aparecer la violencia contra las
mujeres.

Consideramos que sí en la actualidad este tipo de violencia permanece tan arraigada en


la subjetividad, de hombres y mujeres, delimitando lugares y configurando la constitución
de las relaciones humanas, las causas que provocan estos agravios son de otrora, son
resultados de un proceso histórico, social, cultural y filosófica que intervienen en la
conformación del psiquismo, dado la interacción del sujeto con su entorno.

Los discursos y mitos sociales encierran y contienen los estereotipos de género, que
son preconcepciones relacionadas con las características sociales y culturalmente asignadas
a hombres y mujeres, a partir de las diferencias físicas basadas en su sexo. Los estereotipos

2
afectan a ambos, pero los efectos en las mujeres son mayores, ya que históricamente la
sociedad les adjudica roles secundarios, menos valorados socialmente y jerárquicamente
inferiores.
Es por ello que se trabaja con el marco conceptual brindado por el modelo
ecológico, considerando no solo al hombre que posee conductas violentas, sino a todas
aquellas interrelaciones que se producen entre los distintos entornos (macro, exo y
microsistemas en todas sus dimensiones) que lo componen y que intervienen en la
construcción de su subjetividad, para poder comprender su manera de estar, ver y actuar.

Asimismo, resultaría fundamental el abordaje de la temática desde la interdisciplina


dado que la violencia es un fenómeno multicausal

Retomando, el Modelo Ecológico, se definirán brevemente cada uno de los


entornos:

Macrosistema: se refiere a las formas de organización social, sistemas de creencias


y estilos de vida que marcan y organizan a las instituciones sociales, conductas, actitudes y
pensamientos individuales de cada miembro de una cultura determinada, a partir de valores
colectivamente producidos y reproducidos en cada sociedad y cada momento histórico.

Exosistema: integrado por las instituciones que vehiculizan las ideologías y


creencias de la sociedad, mediando entre la cultura y el nivel individual. En este entorno se
considera la participación directa de la persona en alguna de estas instituciones, como la
escuela, el trabajo, organizaciones recreativas, religiosas. Como también aquellas en las
cuales no participa directamente pero que influyen indirectamente en su vida, como los
medios masivos de comunicación, organismos judiciales y de seguridad, entre otros1.

Microsistema: es el entorno más inmediato en el cual la persona interactúa cara a


cara con su red personal más próxima. La familia es considerada la estructura básica de este

1
El modelo de Bronfenbrenner desagregaba este entorno en mesosistema y exosistema,
correspondiendo el primero a la interacción directa entre personas de los diferentes
entornos en los cuales participa, y el segundo a la influencia indirecta de las organizaciones
en las cuales no interviene.
3
entorno. Ya se mencionó que para la comprensión más exhaustiva de la problemática de la
violencia se incorporó a este subsistema un nivel individual constituido por 4 dimensiones
interdependientes:

Dimensión conductual: abarca los diferentes comportamientos de la persona en


relación con los otros y el entorno que la rodea.

Dimensión cognitiva: comprendida por los esquemas de pensamiento y los modos


de percibir el mundo.

Dimensión psicodinámica: implica los sentimientos, defensas, conflictos


conscientes e inconscientes.

Dimensión interaccional: son las pautas de relación y de comunicación con otras


personas.

La violencia de género contra las mujeres desde e el Modelo Ecológico Multidimensional

El abordaje de la problemática de la violencia hacia la tercera edad requiere dar


cuenta del marco teórico desde el que se planteará la misma. En cuanto consideramos a la
violencia en su multideterminación, donde no existe una relación causa-efecto, sino una
confluencia de una multiplicidad de factores, la modalidad para abordar la temática se
centrará en el modelo ecológico propuesto por Urie Bronfenbrenner.

Desde el modelo ecológico se considera simultáneamente los distintos contextos en


los que se desarrolla una persona, abriendo así la mirada a los múltiples determinantes que
están en la base de la violencia. Bronfenbrenner postula que la realidad familiar, la realidad
social y la cultura, pueden entenderse organizados como un todo articulado, como un
sistema compuesto por diferentes subsistemas que se articulan entre sí de manera
dinámica.2 De esta manera considerará la interacción dinámica entre diferentes niveles: el
microsistema, el ecosistema, el microsistema y el nivel individual

2
Brofenbrenner, Urie: “La ecología del desarrollo humano”. Edit. Paidós, Barcelona,1987.

4
Gráficos del Modelo Ecológico Multidimensional.

Macrosistema

Exosistema

Mesosistema

Microsistema
Dimensión Dimensión
Conductual Cognitiva

Dimensión Dimensión
Interaccional Psicodinámica

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Sabemos que estas creencias y valores culturales no se encarnan directamente en las
personas sino que se encuentran mediatizados por espacios que constituyen el entorno
social más visible: instituciones educativas, recreativas, laborales, judiciales, medios de
comunicación, instituciones religiosas, formando el exosistema. Según el funcionamiento y
la estructura de dichas instituciones favorecerán la retroalimentación de la violencia hacia
los niños/niñas, adolescentes, mujeres y adultos mayores. Esto último alude a la llamada
“legitimación institucional de la violencia”, cuando las instituciones reproducen en su
funcionamiento modelos verticales y autoritarios, usan métodos violentos para resolver
conflictos institucionales, lo cual se transforma en un espacio simbólico propicio para el
aprendizaje y/o legitimación de las conductas violentas en el nivel individual.

No podemos dejar de tener en cuenta el contexto laboral y económico, como


factores influyentes, demostrado a través de investigaciones en torno a la violencia familiar,
donde señalan que existen factores de riesgo asociados con el problema del desempleo y el
estrés económico.

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También existe una doble victimización provocada por profesionales que tienen a su
cargo la atención de víctimas de violencia y atención en las obras sociales, bancos, y otras
instituciones, impregnados de mitos y estereotipos culturales respecto a la violencia
familiar, que dan respuestas inadecuadas. Las instituciones religiosas que alientan la
resignación frente al maltrato familiar y siguen sosteniendo un modelo de familia patriarcal.

Lo expuesto da cuenta de la interacción entre diferentes sistemas, en este caso el


exosistema y el macrosistema. A éstos se agrega el microsistema que abarca los elementos
estructurales de la familia, los patrones de interacción familiar y las historias personales de
quienes constituyen la familia.

Con frecuencia, se puede observar que los antecedentes que emergen de la historia
personal de quienes están involucrados en relaciones violentas muestran un alto porcentaje
de contextos violentos en sus familias de origen. A menudo, aparece una historia de
maltrato previa. Esto da cuenta de que la violencia se aprende, se aprende de modelos
familiares, sociales y culturales y se transmite de generación en generación. La transmisión
intergeneracional de la violencia es un factor de riesgo con mucha influencia desde el nivel
del microsistema (la familia).

La Socialización Genérica nos explicaría los modos de conducirse de las mujeres


que deben de cumplir adecuadamente tres roles: madre, esposa y ama de casa, tareas
vinculadas al cuidado de los otros y a lo doméstico, mientras que los hombres han sido
socializados para desarrollarse en el ámbito público, lo cual pone al descubierto la
desigualdad de poder entre hombres y mujeres.3

Consideramos como los discursos, religiones y mitos sociales encierran y contienen


los estereotipos de género, que son preconcepciones relacionadas con las características
sociales y culturalmente asignadas a hombres y mujeres, a partir de las diferencias físicas
basadas en su sexo. Los estereotipos afectan a ambos, pero los efectos en las mujeres son

3
Burín, M. “Estudios de género. Reseña histórica.” En Burín, M y Meler I. Género y familia. Poder, amor y
sexualidad en la construcción de la subjetividad. Paidós. Buenos Aires. 1998.

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mayores, ya que históricamente la sociedad les adjudica roles secundarios, menos valorados
socialmente y jerárquicamente inferiores.

La idea de la mujer como un ser débil, incompleto e inferior, o encarnando la


tentación demoníaca recorre siglos de historia y se evidencia a través de los discursos
religiosos, filosóficos, médicos, de los mitos y costumbres. (Glocer Fiorini, 2001).

Destacamos la importancia del carácter ideológico de estos discursos, que no poseen


ninguna apoyatura biológica, no obstante perfilaron sistemas de creencias, usos y
costumbres, que fueron conformando modos de relacionarse entre los géneros, porque lo que
estaría en juego detrás del lugar que ocupa en la concepción, es su lugar social.

Estos factores incrementan la vulnerabilidad de la familia y transforman al conflicto


inherente a toda interacción, en un factor de riesgo para la violencia.

Para ejemplificar la mirada sobre las cuatro dimensiones que consideramos en el


nivel individual (cognitiva, psicodinámica, interaccional y conductual) haré referencia a
determinadas conductas y características que presenta la mujer de víctima de violencia.

En lo que respecta a pautas de relación y comunicación interpersonal, puede


permanecer recluida, con escaso o nulo contacto social, el maltratador solo le permitirá usar
espacios reducidos y estará excluida de la familia en el seno de la cual vive. Se encontrara
desconectada de su entorno y sentirá desconfianza.

Respecto al área cognitiva es posible que presente trastornos cognitivos que le


impidan comunicar sus experiencias y sus emociones. Carente de autoestima, percibirá al
entorno como amenazante. Demostrará no contestar espontáneamente preguntas, o dar
respuestas aprendidas. Siempre pedirá permiso o dirá que hay que preguntarle a otra
persona. No responderá sobre sus condiciones cotidianas de vida.

En relación a la dimensión psicodinámica suele cambiar bruscamente de humor y


muestra ansiedad súbita que no puede ser explicada. Puede manifestar ideación suicida,
llorar sin motivo y se lo ve replegado sobre sí mismo y asustado.

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Cualquier comentario o revelación de una situación de maltrato pone a la vista
pública al maltratador, de quien la mujer que sufre violencia a veces depende totalmente, al
igual que sus hijos. En estas circunstancias, suele ser amenazada con medidas punitivas. Es
frecuente que tema ser abandonada, aislada, que la situación se visibilice y se
institucionalice, o que se tome venganza con ella o sus hijos. Si el maltrato ha sido
prolongado, el progresivo debilitamiento psíquico puede ocasionar la perdida de sus fuerzas
yoicas para defenderse.

En cuanto a los aspectos conductuales se muestra descuidada en su aspecto


personal. No puede dar explicaciones coherentes sobre heridas, moretones, protege al
maltratador, le da vergüenza su situación. Presenta una historia de caídas a repetición o
accidentes que no se justifican ni por su condición ni por el ambiente en el que vive.

La mirada desde el modelo ecológico permite diferenciar los factores generadores


de los factores agravantes de la violencia hacia las mujeres.

En las situaciones donde vemos al hombre ejerciendo violencia hacia la mujer,


generalmente, y no sin razón, lo culpabilizamos de su accionar exigiendo justicia y el
castigo correspondiente. Sin embargo en dichas situaciones hay una parte invisibilizada:
Las Instituciones, y esto lo refleja el Modelo Ecológico, donde podemos apreciar la
incidencia de los mismos en la dinámica establecida en estas relaciones.

El niño atraviesa el periodo de separación de la madre, de los sentimientos de apego


y fusión hacia ella, a fin de lograr la identidad con el progenitor de igual sexo. En pocas
palabras podría decirse que la protofemeneidad es un obstáculo a superar. El niño varón se
define principalmente por la vía negativa. Lo primero que él aprende es lo que debe ser
para ser masculino. En síntesis, se llama a la masculinidad como todo aquello que no es
femenino. Para hacer valer su identidad masculina deberá afianzarse en tres pilares: que no
es una mujer, que no es un bebé y que no es homosexual. Por lo tanto, los comportamientos
“masculinos” surgen en realidad del intento de diferenciarse de la madre en particular y de
las mujeres en general: ternura, emoción, pasividad.

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Que no
es una
mujer

Que no es un
bebé

Que no es un homosexual

El hombre que ejerce violencia va pasando de una generalización (todas las


mujeres) iniciada en los noviazgos, a una individualidad específica con la experiencia de la
convivencia (Si, pero VOS), aumentando el grado de culpabilización y el daño con el
conocimiento que brinda la experiencia vincular afectiva.

Entre las acciones es esperable encontrar junto con el pedido de disculpas, la


aparición de estos varones con obsequios y/o promesas, cambiando radicalmente su actitud,
dejan de humillar y menospreciar para decirles que las adoran. Comienzan a colaborar con
las tareas del hogar o en la crianza de los niños en forma diferenciada a cómo lo venían
haciendo.

La mujer no es un amo, ni un Dios, es sólo otra persona, a la que en su socialización


aprendió a considerarla inferior a él. Sería como adorar a alguien que valoramos como
inferior a nosotros, entonces ¿cómo depender emocionalmente de alguien a quien se
considera inferior ? Estos varones sienten que se están rebajando, degradando ante quien en
el fondo no lo merece, pero que igualmente necesitan hacerlo para recuperar la posición de
poder y privilegios y al mismo tiempo llenar el vacío (un vacío patriarcal) que sienten y
terminar de despojarse de la culpa.

Este patriarca no actúa solo, cuenta con el sostén y soporte de muchas instituciones
sociales, desde iglesias y profesionales del área de las ciencias sociales hasta comisarías y

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juzgados por los cuales muchas mujeres han transitado y ya no desean volver a hacerlo,
debido a que han sido ignoradas, menospreciadas y humilladas, constituyendo un
verdadero aprendizaje social que le enseñó a no defenderse por su condición de femineidad.

Aún estamos muy lejos de aproximarnos a vínculos afectivos donde no exista el


abuso de poder de género y la historia ha demostrado que es posible retroceder. Los
sectores sociales, económicos, académicos y religiosos más conservadores aún pretenden el
sometimiento del cuerpo de la mujer, de su identidad y de su subjetividad a la voluntad
masculina.

Es de público conocimiento que no ha surgido una política amplia que intente


prevenir el ejercicio de la violencia en la pareja. Queda claro que no existe oposición en lo
que respecta a la atención a las víctimas mujeres y a sus hijos testigos de esa violencia, pero
el maltratador queda impune y habilitado a seguir ejerciendo esta violencia con su pareja o
que la pueda ejercer con otras parejas nuevas. La idea es poder pensar y trabajar sobre la
creencia, de que sí se interviene con el sujeto que ejerce violencia se podría evitar la
proliferación y repetición de conductas maltratadoras por parte de estos hombres.

Como los victimarios no poseen un lugar de atención, los mismos esperan el


vencimiento de las medidas de restricción para volver a acosar a sus víctimas, o buscar otra
víctima para seguir aplicando esta metodología de maltrato. En tal sentido, sostenemos que
no es una conducta que se cambia de la noche a la mañana.

Consideramos que es necesario, poder hacer un análisis de los avances y retrocesos


del abordaje para hombres que ejercen violencia. Y es por ello que se debe aplicar un
modelo que ofrezca la posibilidad de mostrar una perspectiva, desde la que se puedan ver
las dificultades y soluciones.

En tal sentido, el modelo ecológico Multidimensional creado por Bronfenbrenner,


logra el entrecruzamiento de variables macro, exo y microsistémicas. El sujeto durante su
desarrollo aprende y recibe influencias de diferentes ámbitos, es decir que los subsistemas
por lo que el individuo transita dejan su impronta en él. En tal sentido este pasaje influirá en
las conductas que lleve a cabo a lo largo de su vida y se verá plasmada a través del modo en

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se relacione con los otros. La violencia es una conducta aprendida en el proceso de
desarrollo, a partir de la observación y de la imitación. Siendo reforzada por los diferentes
ámbitos.

Esto lo podemos relacionar con las siete P's de la violencia de los hombres
Kaufman, más detallamente con la tercera "P": Permiso. Donde las complejas causas
sociales y psicológicas de la violencia de los hombres, prevalecen dada la existencia de las
costumbres sociales, los códigos legales, la aplicación de la ley y ciertas enseñanzas
religiosas, que otorgan un permiso explícito o tácito para ejercerla. Por lo tanto, en las
sociedades patriarcales el uso de la violencia se transforma en un medio clave para resolver
disputas y diferencias. Incluso la primera P: El poder patriarcal se encuentra estrechamente
relacionado con el modelo multidimensional teniendo en cuenta la triada de la violencia de
los hombres: Donde queda de manifiesto que la violencia de los hombres contra las mujeres
no ocurre en aislamiento, sino que está vinculada a la violencia de los hombres contra otros
hombres y la violencia de un hombre contra sí mismo. La violencia o la amenaza de
violencia entre hombres es un mecanismo utilizado desde la niñez para establecer ese orden
jerárquico. Así es como los hombres interiorizan la violencia.

De esta manera, los niños y hombres aprenden a utilizar selectivamente la


violencia. De adultos transformarán las emociones en ira, la cual se torna en violencia
dirigida hacia sí mismos, como ocurre, por ejemplo, con el abuso de sustancias y las
conductas autodestructivas. Esta tríada de la violencia de los hombres ocurre dentro de un
ambiente que nutre la violencia, es la organización y las demandas de las sociedades
patriarcales o dominadas por hombres. Aquí observamos, lo que mencionábamos respecto
de la influencia de los subsistemas en el desarrollo del sujeto. Incluso crean formas de
organización social e ideologías que justifican y alimentan estas realidades. Como sabemos
a lo largo de la historia han beneficiado a grupos particulares: La violencia ha ayudado a
conceder a los hombres privilegios y poder.

Es un modelo que puede analizar la multicausalidad, la


multidimensionalidad y complejidad del fenómeno de la violencia familiar, es decir, que es

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modelo descriptivo que sirve para investigar sobre las posibles causas de la violencia. En
tal sentido no es un modelo de abordaje, sirve para investigar las posibles causas

La violencia se trasmite de manera intergeneracional de los hombres que


ejercen violencia como adultos en sus parejas han sido testigos dela violencia entre sus
padres, maltratados en sus infancias. Para prevenir la violencia de género en quienes la
ejercen es necesaria una respuesta social, para poder disminuir las graves secuelas entre las
víctimas de esa violencia. Asimismo, es importante frenar la conducta violenta de los
victimarios para evitar la trasmisión intergeneracional. La violencia como “abuso de poder”
y el ejercicio de la misma, se necesitan de un contexto que favorezca una asimetría de
poder mediante la cual alguien seria proclive a abusar del mismo. De igual modo, el
término “vulnerabilidad” encierra al conjunto de víctimas destinatarias de esa violencia (los
niños, adultos mayores), que necesitan de un tercero para su subsistencia, que podrían ser
víctimas de un abuso de poder, por acción o por omisión.

Respecto de la extensión y gravedad de la violencia de género, debemos


considerar que la mujer también está en situación de “vulnerabilidad” frente a la violencia
del hombre en una relación de pareja. Lo demuestran claramente las estadísticas, el 80% de
la violencia denunciada en la pareja es la de mujeres que denuncia a sus parejas o ex
parejas.

Es por eso que realizar una lectura de la violencia desde un punto de vista
ecológico multidimensional y con la utilización de instrumentos específicos de intervención
distintos a los tradicionales, que podrían ser resumidos en: A) ofrecer recursos para el
restablecimiento de las víctimas. B) dotar de los elementos necesarios para erradicar la
violencia en quienes la ejercen.

No obstante existen diferentes Mitos que impiden la creación de Programas


de Atención a Hombres, con lo cual obstaculizan la prevención.

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1. Este tipo de hombres no cambian. Si el individuo se hace responsable de su
conducta y de los efectos negativos que ha causado, puede estar suficientemente
motivado para recibir ayuda y cambiar.
2. No existen recursos disponibles para la prevención de la violencia masculina pero sí
para la asistencia a mujeres. Si en vez de destinar los fondos para prevenir, los
direccionamos a la asistencia a mujeres, el conflicto de fondo no se soluciona y los
aportes monetarios van a continuar a lo largo de los años.
3. No hay profesionales interesados en trabajar con estos hombres. Es posible que
muchos profesionales deseen trabajar con esta problemática, pero para ello deberán
contar con un entrenamiento adecuado, con una correcta supervisión y además
deberán recibir la remuneración correspondiente. Muchos de los profesionales
interesados han tenido que trabajar “ad honorem”, cosa que no se puede sostener
por mucho tiempo por razones obvias.
4. No hay nada que se pueda hacer con ellos. Estos hombres son psicópatas. Cuando
uno se encuentra con un caso de psicopatía, hay pocas probabilidades de cambio.
Sin embargo, la mayoría de los hombres que ejercen violencia lo hacen de manera
“cíclica” y no padecen de ninguna enfermedad psicológica diferente del resto de la
población.
No se ha demostrado que los tratamientos sean efectivos para el cese de la
violencia. El objetivo de todos los programas es brindar seguridad a las víctimas por
encima de otra con Estas son una serie de prejuicios que los profesionales en la atención a
hombres con conductas violentas también deberían de desterrar. Incluso llamarlos bajo los
términos “hombre golpeador”; cuando no es solo violencia física, u hombre violento ya que
tiende al encasillamiento. Por eso la denominación “Hombres que ejercen violencia”
permite visualizar que pueden dejar de hacerlo de acuerdo a la metodología que se utilice.

La denominación Grupo psico-socio-educativo para hombres que ejercen


violencia a la mujer, encuadra el propósito y el marco en el que se puede trabajar con estos
sujetos.

El objetivo principal es brindar seguridad a las mujeres y a los niños, así como reducir las
conductas violentas. Se trabaja de manera grupal ya que se tratan de producir cambios

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específicos, a través del juego de identificaciones que se suceden en la dinámica grupal.
Cobra otra relevancia y cambia radicalmente el modo de trabajo que un par le expresa algo
a otro compañero, que el mismo terapeuta. La escucha hacia sus propios pares, les da
fortaleza a ellos mismos, puntualmente en los grupos abiertos donde se trabaja por 1 año.
Es considerado el grupo de primer nivel. La duración y la frecuencia varían según el grupo
de profesionales intervinientes, por ejemplo, en el Hospital Álvarez es de un año y la
frecuencia es de una vez por semana. Si son personas derivadas de la justicia, debe ser del
fuero civil. Generalmente un sesenta por ciento (60%) de los consultantes completan esta
fase.

En síntesis: Objetivos y abordaje de la problemática

Los objetivos generales del grupo psico – socio – educativos son: reducir las
conductas violentas, brindar seguridad a las mujeres y niños, que el hombre acepte que
tiene un problema, convertir la presión externa en motivación propia, que se sienta
protagonista activo.
Hay que tener en cuenta que el consultante va a centrar su discurso en ella, que va a
hablar sin decir y sin dejar decir a los demás y que a quien querrá cambiar, será a ella. Para
estos puntos se puede proceder de la siguiente manera:
❖ Centrar el discurso en él.
❖ Frenar al notar que desvaría con sus dichos y no deja hablar.
❖ Recordarle que viene para generar su propio cambio.

RECORDAR: SIEMPRE SE DEBE JUZGAR LAS ACCIONES, NUNCA JUZGAR


LA IDENTIDAD.

Luego de la Admisión, y si cumple con los requisitos específicos (criterios de exclusión)


entre los cuales se incluyen : hacerse cargo de la conducta violenta, querer cambiarla, no
consumir alcohol de manera abusiva, no tener un compromiso con sustancias tóxicas y no
presentar índices de patología psiquiátrica, es incorporado al Grupo-Socio-Psico-Educativo
para hombres que ejercen violencia hacia su pareja.
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Conclusión

Consideramos que sí en la actualidad este tipo de violencia permanece tan


arraigada en la subjetividad, de hombres y mujeres, delimitando lugares y configurando la
constitución de las relaciones humanas, las causas que provocan estos agravios son de
otrora, son resultados de un proceso .histórico, social, cultural y filosófica que intervienen
en la conformación del psiquismo, dado la interacción del sujeto con su entorno.

Es por ello que se trabaja con el marco conceptual brindado por el modelo
ecológico, considerando no solo al hombre que posee conductas violentas, sino a todas
aquellas interrelaciones que se producen entre los distintos entornos (macro, exo y
microsistemas en todas sus dimensiones) que lo componen y que intervienen en la
construcción de su subjetividad, para poder comprender su manera de estar, ver y actuar.

Resaltamos la necesidad de que se generen otros discursos que legitimen la


igualdad y equidad, no solo simbólica sino también económica y política. Dado que todos
los cambios que posibilitaron las luchas de las mujeres a los largo de la historia, han
redifinido lugares y posiciones tanto en el espacio público como en el privado, donde se
comienzan a concebir nuevas subjetividades. La violencia no puede considerarse como
natural y esperable, tampoco justificarla porque suceden en el ámbito de la privacidad del
hogar y en la intimidad de los vínculos, sino que es fundamental darle una existencia social
y pública a fin de poder sancionarla. Para el análisis de Género y Violencia, señala Giberti,
que esta oposición entre público y privado es primordial porque el género se mueve en el
ámbito público, y se intenta que la violencia ejercida contra las mujeres se mantenga en el
ámbito de lo privado para que ni la sociedad ni el Estado tengan forma efectiva de
intervenir. Por lo tanto, es importante visibilizar estas situaciones violentas y
desnaturalizarlas, para quebrantar el silencio. (Velazquez, 2012).

Carrasco remarca que no habrá manera de detener la violencia contra la


mujer si el varón no es incorporado a los esquemas de asistencia como pieza imprescindible

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para el cambio. Tenemos la esperanza de modificar, cada uno desde sus posibilidades y
compromiso, este sistema social, denominado patriarcado, intentando disminuir la visión
dual que jerarquiza el lugar de hombres, en claro detrimento al lugar de las mujeres. Para
prevenir la violencia de género, se requiere de una respuesta social lo más rápida posible
para apaliar las graves consecuencias que produce en las víctimas el ejercicio de la
violencia como así también la transmisión intergerenacional (Payarola, 2015). Sin embargo,
actualmente los programas de atención a hombres violentos son como un enigma, y el
hombre violento sigue inmerso en las sombras, no siendo identificado. Sabemos que debido
a la cantidad de denuncias, existe alguien que maltrata pero no se sabe que rasgos de
personalidad posee y lo más importante es que se desconoce que se debe hacer con ellos.
Incluso se cree que no hay nada que pueda hacerse con estos hombres.

A su vez, la sociedad es cada vez más receptiva en cuanto al estudio del


fenómeno de la violencia contra las mujeres, debido a distintas causas: El nuevo rol de la
mujer en la sociedad, los movimientos de mujeres, el estatus de derechos humanos de los
derechos de familia, las estrategias diseñadas por organismos internacionales y la adhesión
a tratados celebrados entre Estados

Por todo ello, es urgente la necesidad de continuar reformando la legislación y


los mecanismos de aplicación de las leyes; la intervención del Estado a través de políticas
públicas y campañas, que visibilicen la situación de desigualdad de las mujeres en todos los
ámbitos, educación, empleo, salud, política, cultura; etc, de modo de lograr una sociedad
más pacífica, más justa e igualitaria, que manifieste en sus Instituciones y en el Derecho
que la rige, una verdadera y real igualdad de derechos, modificando estereotipos y
mejorando la calidad de vida de las mujeres y de los hombres.

Es por ello que se trabaja con el marco conceptual brindado por el modelo
ecológico, considerando no solo al hombre que posee conductas violentas, sino a todas
aquellas interrelaciones que se producen entre los distintos entornos (macro, exo y
microsistemas en todas sus dimensiones) que lo componen y que intervienen en la
construcción de su subjetividad, para poder comprender su manera de estar, ver y actuar.

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