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Lutero quiso proporcionar al pueblo cantos fáciles en lengua alemana para que
pudieran cantarlos en las iglesias protestantes. El texto está casi siempre en alemán, pero
también los hay en latín. En cuanto a la música se dedicaron a adaptar los textos religiosos
a melodías populares y a melodías procedentes del canto gregoriano. También existen
corales compuestas con melodías originales de los compositores, aunque siempre son de
construcción muy sencilla. El propio Martín Lutero inventó alguna melodía para corales.
Estas melodías solían ser muy sólidas y austeras; estando desprovistas de toda
ornamentación melódica, resultaban de gran nobleza. Los corales durante el citado siglo
XVI se cantaban al unísono, pero posteriormente se armonizaron en forma muy sencilla a
cuatro voces humanas básicas, que son; Soprano o Tiple, Contralto, Tenor y Bajo.
Destaquemos que la palabra “CORAL” se utiliza para referirse tanto al canto al unísono
como polifónico. Podemos considerar que, académicamente, existen las siguientes formas
de Coral:
El coral llegó a su máxima perfección con las obras de Juan Sebastián Bach. Terminaba
Bach sus Cantatas y sus Pasiones con corales a 4 voces y orquesta, obteniendo con ello
gran plenitud y magnificencia, dentro de la mayor claridad y simplicidad en el tratamiento
armónico y contrapuntístico.
Aunque el Coral es típicamente vocal, se escribieron corales para órgano, como preludio
de las funciones religiosas y el Coral Variado ( en el que la melodía puede identificarse a
pesar de las ornamentaciones con que se adorna y varía) constituye una de las más bellas
formas del arte religioso del siglo XVIII (Barroco). Los católicos alemanes hacia el siglo XVIII
fomentaron, también en la liturgia, el Coral vocal.
Hay tratadistas que hablan de “un calderón al final de cada versículo”. Más no es cierta
esta interpretación. Cuando veamos el signo del calderón en el transcurso de un Coral
(¿había otro medio gráfico de expresión en la época?).No se trata de interpretarlo como
hoy se hace con el calderón, sino, claramente, como una cesura del texto, un “brevísimo
tenuto”, casi imperceptible, que divide los versículos del texto. Entenderlo de forma
distinta es, por desgracia, un error muy extendido. (Hemos de advertir que el último
calderón sobre el acorde o nota final sí debe considerarse como tal).
Es muy importante en el Coral que la forma sea simple y que los períodos musicales
estén modelados sobre la rítmica del texto, para que éste pueda entenderse con facilidad.
La forma de Coral, aunque depende del texto, es preciso que observe una proporción
aproximada en la amplitud de los episodios melódicos de manera que se pueda establecer
entre ellos cierto equilibrio.
Escolásticamente podemos decir que la forma básica del Coral está constituida por la
repetición de la frase de la primera parte con o sin signo de repetición y la segunda parte
se completa con dos frases más. Preferentemente esta segunda parte será siempre de
mayores dimensiones que la primera, que se repite; hallaremos muchas ocasiones en que
la segunda parte será de iguales dimensiones que la primera y también puede variarse la
estructura acortando una frase de la segunda parte.