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El espacio intersubjetivo vincular en un modelo integrativo.

Mtro. Luis Adrián Aldrete Quiñones

• Características del vínculo en el espacio intersubjetivo.

El vínculo se puede expresar y ser observado en el espacio psíquico de la intersubjetividad. Según


(Spivacow, 2002) desde la perspectiva intersubjetiva la premisa fundamental es que la experiencia
psíquica y los procesos mentales son el producto de la influencia recíproca entre el sujeto y el otro u
otros del contexto intersubjetivo. De esta forma, un vínculo es la estructura básica del
funcionamiento mental, un espacio de interinfluencia y determinación psíquica, generado por las
investiduras recíprocas de dos o más sujetos cuyos psiquismos son abiertos y están interconectados.
Pero cabe señalar que las investiduras entre los participantes del vínculo deben ser significativas, ya
que si el sujeto y el otro no están enlazados por cierta satisfacción pulsional no transitoria, la
consistencia de la relación no alcanza a constituir un vínculo. De esta manera, una característica del
vínculo es que constituye una estructura o sistema en la que, debido a la necesaria estabilidad que se
debe presentar en la relación entre dos o más yoes, se observa una autonomía relativa y
determinaciones reciprocas constantes de estos mismos.

En virtud del vínculo surgen cualidades del suceder psíquico no incluidos en los psiquismos
individuales; la influencia recíproca, bidireccionalidad o multidireccional redefine y modifica lo
propio de cada polo, generando fenómenos de creación y de pérdida. Spivacow menciona que un
vínculo no es un subconjunto del aparato psíquico freudiano y va más allá de la relación de objeto
internalizada propuesta por Klein; es un contexto mucho más amplio que incluye la interacción de al
menos dos aparatos psíquicos abiertos y de la estructura que de esto resulte (Spivacow, ibid).

Según Puget y Berenstein (1992), la disposición a constituir un vínculo se basa en el supuesto


teórico según el cual todo ser humano, desde su incorporación a su medio sociocultural, constituye
una representación de sus vínculos a partir de tres modalidades de contacto con el otro, en el que se
pueden observar tres niveles: a) el nivel originario, que se refiere a una manera de representarse el
mundo sobre un modelo corporal, previo a la palabra y que, según Puget y Berenstein, nunca podrá
ser traducido en comunicación hablada, es una base que sostiene toda relación con otro y permite
representarse un acompañante permanente en presencia y ausencia del otro. Este nivel se realiza en
contacto cuerpo a cuerpo establecido primariamente a través de los órganos sensoriales, sin el cual
no podría sostenerse vínculo alguno. Los autores señalan que es imposible dar una versión acabada
de este componente vincular estable con el uso del lenguaje hablado, pues su inscripción es previa al
mismo. Este componente corporal podría expresarse como un compuesto de imagen-emoción-

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sentimiento, como recortes especiales realizados por la mente cuando mira, oye o siente la presencia
de otro externo a su propio yo y hace suya la imagen. En este nivel o modalidad vincular, el yo se
imagina a sí mismo relacionado con otro, fusionado y no reconoce límites propios y ajenos, es lo
equivalente a la sensación oceánica. El vínculo presenta dos niveles más que cuentan con
características propias, estos son: b) el nivel fantasmático, que se refiere a otra modalidad vincular
que se da con el reconocimiento de la existencia de otro (os), pero en donde su presencia está teñida
de lo que el yo desea que el otro (os) sean; es una construcción basada en la fantasía a la cual se le
denomina nivel fantasmático o interfantasmático. En términos simplificados sería el equivalente a
construir al otro en tanto bueno, malo o ambivalente, dependiendo de la investidura fantasmática
vigente en el aparato psíquico de cada individuo; es este nivel, cuando el registro de la presencia del
otro es vivido como autorreferencial, lo que equivale a la creencia de que el yo externo vive tan sólo
por o contra el yo propio, en este nivel existe una muy amplia carga narcisista. Un último nivel de
modalidad vincular, señalado por Puget y Berenstein es c) el nivel ideico, este tercer nivel es el de
las palabras intercambiadas, aspectos fundamentales de la comunicación la cual se le podría llamar
ideica, en este nivel las palabras intercambiadas estarán sujetas a bien entendidos o a malentendidos.

Dentro de los tres niveles anteriores está lo que se denomina como construcción del objeto
imaginado, que hace referencia a la forma como, -para ciertos cambios estables- el yo en un espacio
intersubjetivo construye representaciones de objeto imaginado de enorme estabilidad y fortaleza. Pero
cabe señalar que el objeto imaginado se construye desde el nacimiento utilizando varias
constelaciones vinculares en las cuales el yo infantil ocupó diferentes posiciones. Una primera
posición es la de un vínculo dual narcisista complementario con un objeto parental sostenido por
otro virtual. Otra posición es la del tercero excluido de un vínculo entre el padre y la madre. Y otra
es la del conjunto-padre-madre incluido en el macrocontexto social con la imposición de sus leyes
de funcionamiento a la pareja y a la familia. Cabe señalar que el sujeto y los grupos familiares, para
enfrentar los cambios que vienen con el ciclo vital y para que estos sean vivenciados lo menos
amenazantes posible, en la construcción del objeto imaginado pueden oscilar desde la fantasía del
vínculo dual narcisista indiferenciado, pudiendo pasar por la posición del tercero excluido y llegar
hasta la posición de objeto diferenciado dentro de un contexto social más amplio. En este sentido, se
puede decir que todos los grupos familiares, según sea el predominio de un cierto tipo de vínculos,
presentarán construcciones del objeto imaginado con características que tiendan, ya sea a una mayor
o menor tendencia a la individuación-diferenciación o bien a la simbiosis y a la relación fusional.

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• Características de la trama interfantasmática.

Según (Spivacow, op. cit.) es precisamente dentro del espacio intersubjetivo en donde aparece la
interfantasmatización como una coproducción de un vínculo, que aporta una dimensión de mayor
novedad en los acuerdos inconscientes y trasciende a la repetición o a la combinatoria de lo ya
existente. La actividad fantasmática inconsciente de la familia, pareja o grupo, activa la producción
de fantasías conscientes. El concepto de trama interfantasmática reformula las concepciones
tradicionales de fantasía y/o fantasma, centradas en lo intrasubjetivo y lo lleva al terreno de lo
intersubjetivo. La articulación, discontinuidad y coalescencia de dos mundos fantasmáticos en el
espacio psíquico intersubjetivo constituye una única trama interfantasmática.

Una situación paradigmática para ilustrar la utilidad del concepto de trama intersubjetiva es
el mundo fantasmático de un padre y de su hijo, en donde ambos se influyen y determinan
recíprocamente; y para entender lo que sucede en un polo debe considerarse lo proveniente del otro.
Para cada uno, el otro es un objeto exterior y ajeno y al mismo tiempo interior, una suerte de cuerpo
extraño interior. Según Berenstein y Puget en el espacio terapéutico, las interpretaciones del analista
que consideran dos o más polos (bi o multipolares) son las que muestran la interacción y el
funcionamiento bi o multidireccional dentro de una determinada dinámica familiar, y se podría
plantear una intervención desde esta modalidad de la siguiente manera:

“Cuando su hijo hace esto, tal vez sin que ninguno de ustedes se dén cuenta, promueve esta respuesta
de usted (padre) y esta otra de usted (madre)… y cuando esto sucede, ambos se muestran de una
forma tal que hace que su hijo se mantenga con este comportamiento…, etc.”1

La consideración de la bi o multidireccionalidad como factor activo en los procesos psíquicos lleva a


una diferente teorización de la fantasía y a la introducción de un nuevo concepto: el de la “trama
interfantasmática” que forzosamente considera dos o más polos a observar e interpretar en un proceso
terapéutico (Berenstein y Puget, op. cit.).

El concepto de trama interfantasmática ayuda a entender mejor muchos funcionamientos


psíquicos en los conflictos familiares y matrimoniales. Para ilustrar lo anterior, (Spivacow, op. cit.)
propone observar una situación de conflicto de pareja en donde presenta a dos personajes “Julio y

1
Nótese la semejanza de esta propuesta, con el axioma de la comunicación denominado “puntuación de la
secuencia de los hechos” hecha desde la teoría de la comunicación humana de Paul Watzlawick (1981) en su
libro Teoría de la Comunicación Humana. Barcelona, Herder.

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Sara” que manifiestan como motivo de consulta situaciones frecuentes de violencia excesiva.
Spivacow narra una escena habitual de una sesión en donde ella relata escenas familiares en las que
Julio aparece desvalorizado como un padre débil y sin cercanía con los hijos; este discurso de Sara
promueve en él fantasías de impotencia. Por lo que de manera inmediata responde con
descalificaciones autoritarias hacia las diferentes labores de Sara, que derrumban cualquier fantasía
de ella respecto de una feminidad exitosa. Estas situaciones terminan habitualmente en escaladas de
agresión recíproca, en donde ambos se ven devaluados, molestos y cada vez con mayor distancia entre
sí.

Es importante señalar que por supuesto, las posiciones subjetivas de ambos se sostienen en
constelaciones intrasubjetivas o de sus mundos internos, en donde ella funciona identificada con una
madre fálica desvalorizante del lugar del hombre, mientras que él está identificado con un varón
violento, cuya masculinidad se simboliza en una escasa conexión con el medio familiar e irrupciones
agresivas en este.

El concepto de trama interfantasmática agrega a lo anterior la comprensión de las activaciones


y desactivaciones recíprocas y de las sinergias y antagonismos como los modos fijos de intercambio
e interacción entre ambos, lo que también se describe como ensambles inconscientes: ella, desde su
lugar omnímodo, activa en él respuestas agresivas y él, con su agresividad, activa en ella una actitud
defensiva de soberbia omnipotente. De esta forma, la pareja construye un clima vincular agresivo sin
reposo, que se podría denominar como “de ataque en escalada” y que se basa en la sinergia entre
ambos que les encamina a la destructividad. Asimismo, los ensambles inconscientes de este
particular vínculo les puede asegurar el no tomar contacto con las probables dificultades propias de
otras áreas de su relación. Así, la trama interfantasmática conlleva dentro del conflicto familiar o de
pareja, ganancias secundarias por evitación, desplazamiento o desviación de un conflicto no
manejable por otro menos amenazante. Algunas de las principales características o funcionamientos
en la trama interfantasmática son:

A) Activación y desactivación, que señala que en un vínculo el contacto con otro activa en cada uno
de los sujetos algunos funcionamientos y contenidos inconscientes, mientras otros se desactivan; de
esta forma por activación y desactivación se puede entender al aumento y disminución de la energía
de investidura que en un espacio intersubjetivo se “echa a andar” por la interacción inconsciente de
un yo con otro yo.

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B) Convergencia y la divergencia fantasmática, se refiere a que se dan fenómenos de convergencia
cuando la coincidencia puede referirse a los contenidos, matrices, afectos u otro aspecto de la fantasía.
Mientras que la divergencia consiste en la diferencia entre argumentos fantasmáticos, afectos u otro
aspecto de la fantasía en la interacción de dos o más yoes. En la trama interfantasmática, tanto entre
las fantasías que divergen como entre las que convergen, se establecen siempre influencias cruzadas
e interdeterminaciones de manera que, en sentido estricto, todos los aspectos del espacio
intrasubjetivo ejercen efectos en la trama intersubjetiva y en el vínculo que el individuo presenta con
su contexto inmediato, mediato y amplio.

C) Las fantasías de los miembros en la trama interfantasmática pueden ser sinérgicas o antagónicas.
Son sinérgicas cuando no obstante la singularidad y la divergencia, las energías de ambas fantasías
tienden hacia una dirección parecida y concurrente. Por ej., una pareja negocia inconsciente y
concientemente una mudanza y alcanza cierto sinergismo que le permite mudarse. El antagonismo
sucede cuando las energías apuntan a direcciones suficientemente diferentes y de efectos
neutralizantes: la mudanza se posterga indefinidamente. Cabe mencionar que mientras que en las
convergencias y divergencias se hace referencia a los elementos componentes de la fantasía, en las
sinergias y antagonismos se señala a las energías y fuerzas resultantes que aparecen entre los yoes.
El antagonismo o la sinergia no dependen de la convergencia fantasmática, de hecho, puede
presentarse que divergencias fantasmáticas en una pareja o familia resulten sinérgicas en el
despliegue de fuerzas. Por ej. En una familia puede haber sinergia, colaboración conciente e
inconsciente recíproca en cuanto a que él se ocupe del trabajo o ella de los niños aunque las fantasías
de cada uno sobre el quehacer del otro o sobre los niños sean francamente divergentes.

D) El modelado recíproco se refiere a que cada sujeto, cada polo de la trama interfantasmática, ejerce
sobre el otro cierta influencia generalmente no intencional. Puede describirse como una fuerza que
intenta modelar la actividad fantasmática y de pensamiento del otro de acuerdo a las semantizaciones
del sujeto y su definición del vínculo.

E) Formación de fantasías, es el proceso en el cual un polo introduce percepciones, juicios,


sentimientos en el psiquismo del otro. La diferencia entre los procesos de modelado y los de
formación de fantasía no es nítida. Los primeros constituyen una remodelación de un existente, los
segundos corresponden a la producción de algo más radicalmente nuevo. Un ejemplo muy claro del
proceso de formación de fantasías se puede observar en la relación entre padres e hijos.

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Finalmente Spivacow señala que el concepto de trama interfantasmática es solidario con el
de bi o multidireccionalidad, debido a que las inducciones e interinfluencias fantasmáticas entre los
polos son siempre bi o multilaterales. Lo “exterior” a un sujeto debe siempre pensarse en relación al
terreno fértil de la disposición “interior”. En un vínculo, toda inducción es recíproca y deben
considerarse como agentes activos tanto al polo inductor como al inducido pues éste es también
inductor.

• Los acuerdos inconscientes.

Como ya se ha dicho, en todo vínculo, la bi o multidireccionalidad es una cualidad necesaria


e insuperable, debido a que es con base en ésta que puede presentarse la trama interfantasmática.
Cabe señalar que en esta trama coexisten dos modos del suceder psíquico: un componente de
repetición y otro componente de novedad o acontecimiento que no puede ser explicado por las leyes
propias de la estructura vincular en cuanto a los funcionamientos de repetición específicos del vínculo
singular, pues según Spivacow, hay pautas no explícitas que estipulan los intercambios y las
participaciones de los sujetos del vínculo: a esto se le llama “acuerdos inconscientes”.

Los acuerdos inconscientes establecen la vía para la bi o multidireccionalidad, delimitan y/o


“fijan” bi y multilateralmente las posiciones subjetivas de cada integrante de la pareja, familia o del
grupo en donde se esté presentando algún tipo de trama vincular. El acuerdo inconsciente organiza
el reparto de roles y participaciones que asegura la homeostasis narcisista de cada polo. De alguna
manera es en el nivel vincular de la repetición, el correlato intersubjetivo de la organización defensiva
intrasubjetiva. También es válida la inversa ya que, en un vínculo cada dimensión retroalimenta a la
otra. El concepto de acuerdo inconsciente da cuenta de un cierto nivel de ajuste y equilibrio en el
intercambio inconscientemente establecido, no debe pensárselo en ningún sentido, como un convenio
conscientemente estipulado entre los sujetos interactuantes 2. Son articulaciones entre los sujetos,
nudos de facilitaciones e inhibiciones que abarcan ambos psiquismos y dan cuenta de lo inercial en
el funcionamiento vincular. Según Spivacow, es habitual, por ejemplo que una mujer con dificultades
en la genitalidad esté unida a un compañero que “tolera” -en realidad necesita- este tipo de
funcionamiento en ella, para así no ser desbordado por sus propias dificultades (por ejemplo alguna
forma de impotencia). En el varón, la expresión manifiesta del acuerdo inconsciente puede ser que
“ella es la que tiene dificultades, yo no… pero yo la comprendo” y la vida sexual de la pareja está

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El enfoque sistémico estructural describe y aborda terapéuticamente los acuerdos predominantemente
conscientes en la familia y/o pareja, Y establece que éstos pueden presentarse en modalidades
comunicacionales o de límites que oscilan de ser claros, rígidos o difusos.

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organizada sobre esta base. El acuerdo inconsciente tiene con frecuencia una superestructura
consciente de acuerdo y una infraestructura inconsciente de malentendido3 (Spivacow, ibid).

Los acuerdos inconscientes son periódicamente reformulados. Si la evolución personal de


cualquiera de los integrantes de la familia, de la pareja o de un grupo implica necesariamente
reorganizaciones y remodelaciones en lo intrasubjetivo de la organización defensiva, huelga decir
que también la evolución conlleva reorganizaciones y remodelaciones en los modos habituales de
vinculación con el otro, es decir, en los ensambles inconscientes 4. El término ensamble evoca un
abanico de significados: acuerdo, arreglo, colusión, alianza, complicidad, etc. Muchos autores han
propuesto otras denominaciones para los fenómenos del tipo del ensamble inconsciente: “contratos
inconscientes” (Puget y Berenstein, 1992), “acuerdos defensivos” (Lemaire, 1979) o “alianzas
inconscientes” (Kaës, 1993), etc. No obstante, en general todos expresan que este fenómeno consiste
en acuerdos existentes entre dos o más personas de los cuales no son conscientes y que apuntalan una
determinada trama interfantasmática.

• La configuración vincular familiar.

Según Cesio (1999) la expresión configuración vincular familiar, se refiere a las formas prototípicas
en las que se organizan los integrantes de un grupo familiar por efecto de determinaciones de orden
inconsciente. Una configuración vincular familiar requiere en principio de un ensamble inconsciente,
que es el conjunto de estipulaciones en donde por lo menos dos yoes regulan los intercambios de
aquellos aspectos compartibles de cada uno, a efectos de crear lo más deseado, lo más provechoso y
lo menos prohibido de cada yo, esto conlleva a la aparición de una determinada configuración vincular
en la familia, que es una composición de carácter inconsciente que cuenta con una estructura más o
menos estable y al mismo tiempo, la interacción de los integrantes de la familia conforma la trama
interfantasmática.

La configuración vincular está compuesta por: una parte del yo, una parte del otro, y una
envoltura afectiva que los liga; constituyendo una vivencia de unidad compartida e inscripta en cada

3
Silvana Hernández, en el Diccionario de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, p. 246-249 señala
que el “malentendido” es una disfunción propia del proceso de la comunicación en la que, dos o más personas
suponen compartir significados y sentidos transmitidos, desconociendo que existe una divergencia de la
interpretación. Esta divergencia interrumpe el entendimiento de lo comunicado, pero subyace –como premisa
básica- una ilusión de entendimiento.
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Nótese la similitud existente entre lo que aquí se plantea con la formulación sistémica, en donde se señala que,
necesariamente el movimiento de un elemento dentro del sistema provocará cambios en otro elemento y en el
resto del sistema.

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mente con el doble carácter de simultaneidad y uniterritorialidad. Asimismo, la configuración
vincular cuenta con el denominado “pacto inconsciente”, que es un proceso por el cual se asegura la
existencia de un sector incompartible de cada yo, no comprometido en el vínculo, reconociendo a los
yoes participantes que deben tolerar la inaccesibilidad al espacio no compartible de cada uno.

Los acuerdos y pactos inconscientes constituyen los modos específicos de las especulaciones
también inconscientes, que se entrelazan en los vínculos de la familia y la pareja. De esta forma, en
el grupo familiar la existencia de la representación de otro adulto que protege al hijo y a la madre, al
mismo tiempo que atrae hacia sí y canaliza el erotismo genital de ésta, completa una triangulación
que posibilita el progreso del infante hacia la maduración psíquica, esto lleva hacia una organización
mental que incluya una primera interdicción junto a la promesa de búsqueda y hallazgo futuro de un
objeto "otro". En esta situación vincular triádica es que el proceso de incorporación de este objeto se
ve fortalecido y poco a poco se va consolidando la identidad.

De esta forma, se observa a la familia como un contexto o una estructura intermedia entre el
individuo y la sociedad, como la unidad básica de interacción, el instrumento socializador en cuyo
ámbito el individuo adquiere su identidad. La teoría vincular nos lleva a comprender que la identidad
humana, si bien establece sus bases en el espacio intrasubjetivo familiar, es siempre construida a partir
de los otros en un espacio intersubjetivo. Así, según como se produzcan las identificaciones, como
funcionen las diferentes representaciones en el espacio intra e intersubjetivo, se verán más o menos
favorecidos el crecimiento, el desarrollo y la autonomía de los individuos, ya que a partir de esas
identificaciones se constituirá una nueva identidad propia e inédita para que de esta manera, el
interjuego de vínculos dentro de la familia permita el desarrollo de una interdependencia reciproca,
sana, generosa de recursos yoicos.

En este mismo sentido, Losso profundiza un poco más señalando que en las familias en las
que aparece patología, habrá un predominio de identificaciones patogénicas que son alienantes y
menciona que estas identificaciones constituyen una suerte de caricaturas de personajes idealizados
o denigrados de la mitología familiar, a las que se les puede denominar trivales (Losso, 1990 a). Este
mismo autor comenta que trival viene de trivium, que significa camino romano trifurcado, pero que
en sentido figurado puede entendérsele como camino trillado o muy recorrido. Por lo tanto, trivales
cuando se refiere a los diferentes procesos de identificación, puede entenderse precisamente como
identificaciones con aspectos “esquemáticos” repetidos, conducidos y hasta caricaturescos de
personajes de las fantasías familiares compartidas o del mito familiar.

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En las familias, el vínculo entre un padre y un hijo o entre un esposo y una esposa, da cuenta
de una estructura vincular que los envuelve y los inviste más allá y más acá de los yoes incluidos en
la misma. La relación entre un padre y un hijo, o entre un esposo y una esposa es el conjunto de
realizaciones donde se manifiesta la matriz inconsciente del vínculo. De esta forma, cuando en una
familia hay “soledad” en los vínculos, se le puede ver como el estado mental individual o compartido
de estar ligado en un vínculo impregnado de malestar; en donde, sin saberlo o inconscientemente se
deja y se es dejado solo/la por el otro, con la amenaza de caer en el estado de desamparo. De la misma
manera pero en el otro extremo, cuando en una familia se presentan y observan vínculos nutricios se
les puede entender como la suma e interacción en la intersubjetividad de los diferentes estados
mentales de los integrantes de la familia, producto de mundos objetales mayormente benignos, que
se expresa en un ambiente familiar de afecto y reconocimiento amoroso por el otro externo.

• La Estructura Familiar Inconsciente.

Según Cesio, (1999) al conjunto y presencia de interacciones vinculares llevadas a cabo en un grupo
familiar, se le denomina Estructura Familiar Inconsciente. Esta estructura se presenta en un nivel
profundo y simbólico, que le da significado a las relaciones familiares. Se inscribe en el psiquismo
del sujeto como fundante y organizador de los vínculos; se podría decir desde el pensamiento vincular,
que al aparato psíquico familiar se le puede observar como un espacio intersubjetivo, intermedio y
mediador para los integrantes de la familia. Que los contiene y apuntala, al mismo tiempo que recoge,
alimenta y metaboliza los diferentes psiquismos individuales.

La configuración vincular familiar comprende una estructura inconsciente en donde se


desarrollan funciones que se despliegan en la trama familiar, tales como un modelo de función
materna que tiene que ver con la relación continente-contenido, y un modelo de función paterna
simbólicamente referida a la ley y al establecimiento de límites. Los vínculos familiares que se
desarrollan en el inconsciente, remiten a un campo vincular primario, un entramado que es al mismo
tiempo instituido e instituyente.

Losso (2001) señala que en Argentina hubo un pionero, desde los primeros años del abordaje
familiar desde una óptica psicoanalítica, que bien se podría decir que suponía la existencia de una
estructura familiar inconsciente: Enrrique Pichón Riviere. Losso comenta que ya en 1961-63, en su
teoría hablaba del portavoz del sufrimiento familiar, quien denuncia la situación conflictiva y el caos
subyacente; del mismo modo nos habló de la tendencia a la segregación del “enfermo” como
depositario de la ansiedad familiar, de los misterios o secretos familiares, de la conspiración del

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silencio (necesidad defensiva de ocultamiento de ciertos contenidos psíquicos por parte de todo el
grupo familiar) y del malentendido como enfermedad básica del grupo familiar como resultante de la
confrontación del grupo interno, con los grupos externos (el grupo interno, es una modificación del
concepto Kleiniano de mundo interno, se origina en la internalización del grupo externo, básicamente
del grupo familiar modificado y distorsionado por las necesidades del individuo)5.

Losso (ibid) menciona que sin lugar a dudas, desde una mirada psicoanalítica vincular, Pichón
Riviere ha sido uno de los pioneros más importantes en Argentina y en general en el campo del trabajo
terapéutico con familias, en donde se supone una estructura familiar inconsciente. Este autor hizo
aportaciones tan importantes como la de suponer en la familia un vínculo bicorporal y tripersonal
para aludir a que, si bien al comienzo la relación madre-bebé puede parecer diádica, el tercero
funciona permanentemente y actúa ya desde el comienzo, por lo menos dentro de la mente de la
madre. Por esta razón si bien el vínculo contiene una cualidad de bidireccionalidad, desde el principio
–según Pichón Riviére- la situación vincular es triangular. Así mismo, señala que lo que en un primer
momento se pudo pensar como interpsíquico pasa a ser intrapsíquico, de esta forma, las relaciones
intrasubjetivas o estructuras vinculares internalizadas, van a integrar lo que se ha llamado “grupo
interno”6.

Pichón Riviere (2002) reformula los conceptos Kleinianos de instinto de vida y de muerte,
dándoles una dimensión intersubjetiva. En lugar de instintos, coherente con su teoría vincular habla
de dos tipos de vínculos: un vínculo bueno originado en las experiencias gratificantes y un vínculo
malo, producto de las experiencias frustrantes. De esta forma, se puede plantear que el vínculo bueno
generará un vínculo de amor, en donde se presentan sentimientos relacionados al acercamiento entre
dos o más sujetos con tolerancia de ser dos y no uno, aunque se unan. Contiene la vivencia de deseo
y una promesa de placer alguna vez experienciado con ese objeto o uno inconscientemente semejante.
Por otra parte, el vínculo malo generará un vínculo de odio, que es el nombre de los afectos en los
cuales el deseo mayor es el alejamiento e incluso el deseo de destrucción y muerte del otro. No hay
tolerancia a su presencia, porque éste produce un sentimiento de peligro y amenaza del yo, sus
instrumentos son los diversos tipos de ataques que puede llevar a cabo.

5
Conceptos análogos son formulados por Laing (1961) en su concepto de “colusión”, para referirse a un juego
inconsciente de transferencias en las que se reproduce un reforzamiento reciproco de fantasías compartidas.
6
“Grupo interno” es una modificación Pichoniana del concepto kleiniano de mundo interno, que representa el
escenario interior en donde se intenta reconstruir la realidad exterior. El grupo interno se constituye a partir de
la internalización de los vínculos externos, en un proceso que va de la intersubjetividad a la intrasubjetividad.

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• Tipos de vínculos

Posteriormente a los planteamientos de Pichón Riviére, se han presentado desarrollos teóricos de


otros psicoanalistas como Puget y Berenstein, Losso, Gaspari, Spivacow, Moguillansky, Nussbaum,
etc., que han venido a enriquecer el enfoque vincular dentro del pensamiento psicoanalítico. En este
sentido (Puget y Berenstein, 1992), haciendo una aproximación al concepto de vínculo, señalan que
los tipos de vínculos reconocidos como más antiguos son los de sangre y de alianza. Los de sangre o
consanguineos se refieren a aquellas relaciones que operan a través del hecho biológico y liga a la
madre y al padre con los hijos tenidos o los hermanos entre sí; por su parte el vínculo de alianza se
basa en compromisos recíprocos entre personas. Ambos vínculos son muy antiguos e importantes en
las relaciones humanas, no obstante ninguno de los dos brinda la información necesaria para la
clasificación y/o el entendimiento de lo que sucede en los diferentes espacios psíquicos de la mente.
Para cubrir el vacío anterior, (Puget y Berenstein, ibid) señalan cuatro tipos de vínculos más, en
donde se describen distintos pactos y acuerdos inconscientes, estos son el vínculo adhesivo, el vínculo
de posesión, el vínculo de control y el vínculo amoroso, que se describen a continuación:

A) Vínculo adhesivo (adherido-buscador de adherencia) o narcisista dual.


Es aquel en el cual predominan fantasías y emociones relacionadas con el miedo de quedar aislado
ante la amenaza de separación o de pérdida del otro. Aparece como una estructura en donde los yoes
se sienten sumergidos en la soledad objetal de la cual se defienden creando un vínculo dual, en donde
toda separación es registrada como falta de contacto y despierta vivencias de desesperación registrada
como inexistencia y quedar a merced de un mundo interno hostil o deteriorado. En un grupo familiar
esto se puede observar en un apego excesivo de la pareja conyugal o bien, en la relación de
“adherencia” que puede llevar a cabo un padre o una madre con un hijo. Y aunque esta situación
pudiera ser percibida simple y llanamente como la expresión amorosa de un padre con su hijo, cuando
no da cabida a nadie más, no deja de ser una manifestación de incapacidad para establecer mejores
“distancias afectivas en el grupo familiar” de manera que “quepan todos” sin que por esto les
signifique tener una relación de simbiosis e indiferenciación.

B) Vínculo de posesión: poseído-posesivo.


Como en el anterior vínculo, en éste predomina el contacto corporal y concreto con el cual se expresa
la necesidad de disminuir la separatividad de los dos sujetos componentes del vínculo y contrarrestar
las ansiedades relacionadas con el reconocimiento de las diferencias. En esta modalidad vincular, la
distancia y diferenciación entre los yoes, trata de ser anulada mediante el control corporal, visual y

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luego el auditivo. Puget y Berenstein señalan que la mirada juega un papel similar a la labio-lectura
para el sordo, de manera que si bien el sonido de la voz o la presencia permite ubicar al otro en un
espacio diferente, este espacio no establece con claridad una territorialidad diferenciada y se
encuentra fácilmente “al alcance” de los integrantes de la pareja o familia, lo cual les disminuye la
ansiedad y angustia de separación. Esta modalidad vincular resulta de la dificultad psíquica para
establecer una distancia óptima entre los integrantes de la familia, que les permita crecer,
acompañarse pero también diferenciarse los unos de los otros. En el tipo de vínculo poseído-posesivo
cualquier interacción o significante que represente indiferenciación entre los participantes puede
servir para ejercer un control y para disminuir la ansiedad, así las familias extremadamente unidas,
simbióticas o llamadas “muégano” pueden ser ejemplo de este tipo de vínculo.

Puget y Berenstein (ibid) señalan que el vínculo poseído-posesivo es el resultado de intensos


sentimientos de persecución que buscan disminuirse por medio del control del otro o los otros. Son
predominantes los celos posesivos, por lo que cuando se presentan en el subsistema conyugal de la
familia o en la pareja recién constituida, también se le puede llamar a este vínculo “celógeno-
celosos” en donde predomina una permanente y crónica desconfianza en el otro y por lo tanto de
malestar en la pareja.

C) Vínculo de control (controlado-controlador) o de terceridad limitada.


También se asemeja al anterior, no obstante tolera una mayor diferenciación entre el yo y el otro yo.
Parte de la suposición de que en el vínculo ambos yoes deben ocupar sistemáticamente los mismos
lugares. En esta modalidad vincular si bien la diferenciación y la discriminación son mayores que en
el vínculo poseído-posesivo, dado que las ansiedades en ocasiones alcanzan la angustia de
castración, también están presentes y de forma mayoritaria fantasías de pérdida del objeto y de
desintegración. El control se ejerce en alguno de los parámetros de la dinámica cotidiana familiar, si
bien no necesariamente en todos; por ejemplo a través de la tutela para la vigilancia del manejo
económico de una pareja o familia, o por medio de las relaciones sexuales, controlando tanto el placer
propio como el placer dado al otro, a fin de evitar el descontrol en el objeto y en el propio yo. Pareciera
ser que, en este tipo de vínculo, el correlato directo de la necesidad de control es la existencia de un
impulso o pulsión de dominio ejercida con la meta de asegurarse una salida de la soledad o del
desamparo, ejerciendo una acción directa sobre otro yo, quien de no ser manipulado –se tendría la
fantasía de que- escaparía a la posibilidad de amparar. Así, la fantasía de descontrol, visto desde una
óptica del desarrollo psicosexual Freudiana, se apoyaría en el temor al fracaso de la función

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esfinteriana de la etapa anal Freudiana, en el cierre-apertura modulada en la relación entre un yo y
otro en la estructura del vínculo.

D) Vínculo amoroso (ser querido-querer) o de terceridad ampliada.


En este vínculo las emociones circulantes son las pertenecientes a la mejor resolución del Edipo. En
esta modalidad se cuenta mayormente con la capacidad de expresar y recibir ternura, cariño y amor
maduro. Asimismo, hay interés empático, reciprocidad, tolerancia, cuidado, contención y guía por el
o los otros integrantes más pequeños e indefensos del grupo familiar. El vínculo amoroso es una
modificación y transformación de los tres vínculos anteriores llevado a un tipo de lazo menos
narcisista y más edípico; por lo tanto más evolucionado, en donde el y los otros pueden diferenciarse
y ser aceptados y respetados con su propio proyecto vital. Este tipo de vínculo se refiere a la
manifestación genuina de preocupación y deseo de cuidar al afuera sin despreocuparse por el propio
yo.

Desde esta óptica, se puede suponer que la enfermedad en uno o varios integrantes de la
familia, no es otra cosa más que la expresión de complejas complementariedades de acuerdos
inconscientes, que aparecen en un espacio intersubjetivo familiar y que “el síntoma” opera como
denuncia de la situación conflictiva y del caos subyacente en un tipo u otro de modalidad vincular.
Así, el paciente identificado por la familia se convierte en el portavoz del mal vínculo expresado en
una trama interfantasmática que a su vez, mantiene una determinada configuración vincular familiar.
De hecho, desde la óptica anterior se puede decir que cuando en un grupo familiar se presentan por
ejemplo los llamados “misterios o secretos familiares”, estos pueden ser entendidos como acuerdos
inconscientes, en donde subyacen a menudo la protección de los conflictos que no pueden ser dichos
y que deben ser callados con la conspiración del silencio, que en sí mismo protege también una
trama y configuración vincular familiar patógena. Por lo tanto, aquellas familias que se resisten al
esclarecimiento de dichos misterios o secretos familiares, al mismo tiempo mantienen el acuerdo
inconsciente que lleva a brindar un trato particular hacia el enfermo, una forma específica “de
cuidarlo” para que los hechos sigan quedando ocultos y la configuración vincular y trama
interfantasmática queden resguardadas. Todo lo cual configura una sutil –o en ocasiones no tanto-
forma de segregación y de mantenimiento del acuerdo inconsciente que apuntala la trama
interfantasmática familiar, producto de una configuración y modalidad vincular particular.

La tarea correctora en el grupo familiar, según Pichón Riviére, Puget, Berenstein y otros
autores revisados anteriormente, consistirá en la reconstrucción de las alianzas inconscientes

13
expresadas en las redes de comunicación familiar, que les lleve a una configuración distinta en donde
se replanteen y reorganicen los vínculos, procurando encaminarlos al tipo de vínculo amoroso
mencionado anteriormente y propuesto por (Puget y Berenstei, ibid) y con ello, que se de una
reestructuración del interjuego de roles más adecuados en el grupo familiar 7. Hay que señalar que con
las aportaciones de la teoría vincular, el foco de la tarea terapéutica si bien señala los distintos
procesos comunicacionales, se dirige fundamentalmente hacia la observación e interpretación de los
acuerdos inconscientes, producto de las distintas tramas interfantasmáticas que comprenda una
determinada configuración vincular familiar y/o de pareja.

• Similitudes y complementariedades del enfoque sistémico estructural y la teoría del


vínculo.

En este escrito se busca presentar un enfoque de trabajo terapéutico familiar abierto e integrativo,
que procura nutrirse cada vez que esto sea posible de otros marcos y modelos teóricos, que beneficien
el abordaje terapéutico familiar. En este sentido a continuación se presentan coincidencias y
complementariedades de dos marcos teóricos aparentemente opuestos entre sí, el enfoque sistémico
estructural y el modelo vincular psicoanalítico, con la finalidad de hacer un abordaje terapéutico
familiar integrativo que contemple por una parte, lo que he llamado “horizontalidad” o interacción
comunicacional consciente en la familia y “verticalidad” o trama inconsciente familiar que se puede
expresar a través de distintos acuerdos inconscientes que conllevan a una determinada configuración
vincular.

Es importante señalar aquí que por horizontalidad entiendo a las diferentes formas de
comunicación e interacción que presenta un grupo familiar en el presente o “el aquí y ahora”. En
este sentido, parto de suponer que estas interacciones pueden ser explicadas en detalle y con claridad
mediante el enfoque sistémico estructural de Salvador Minuchin; por otra parte, la verticalidad del
grupo familiar y/o de la pareja, la entiendo como los aspectos inconscientes e históricos… o el allá
y entonces, propios de los espacios intrasubjetivos individuales, que comprende el mundo objetal y
que sirve como base para el espacio psíquico intersubjetivo, que en las familias se reflejan en la
expresión de los diferentes acuerdos inconscientes, que pueden ser observados en la comunicación
consciente por parte del terapeuta, pero interpretada en función de las diferentes tramas

7
Nótese la similitud con los planteamientos del enfoque sistémico estructural de Salvador Minuchin, aunque
éste fundamentalmente hace su intervención en la comunicación consciente, mientras que el abordaje vincular
se dirige al inconsciente intersubjetivo de la familia y/o la pareja que lleva a una determinada trama
fantasmática.

14
interfantasmáticas que a la vez son producto, llevan y mantienen una determinada configuración
vincular familiar. Para exponer con más claridad lo antes dicho, se presentan dos incisos en donde
se señalan las similitudes y complementariedades de los modelos terapéuticos sistémico estructural y
psicodinámico vincular, que intervienen en este escrito.

A) Similitudes.

Se puede decir que el modelo sistémico estructural y el enfoque vincular coinciden en aspectos
básicos en su abordaje terapéutico. Por ejemplo, para ambos es esencial observar los diferentes tipos
de interacción que se presentan en las sesiones de trabajo, y/o escuchar y entender con claridad, por
medio de la narración familiar, cómo es su relación afuera del consultorio. En este sentido, como
ya se ha mencionado, el enfoque sistémico estructural observa el tipo de comunicación que se expresa
en el presente y trata de entender cómo, por medio de la presencia de diversos roles, jerarquías y
tipos de límites (comunicación), se ha establecido una determinada estructura familiar; mientras que
el modelo vincular, si bien también observa esta interacción, dirige su foco a tratar de entender,
señalar e interpretar las diferentes tramas interfantasmáticas, producto de acuerdos inconscientes del
espacio intersubjetivo familiar. De esta forma, aunque la focalización de un modelo y otro varíe,
ambos observan la manera como se comunican e interactúan los diferentes subsistemas familiares
entre sí y con el analista y un modelo hace una lectura interaccional mientras el otro lleva a cabo una
interpretación vincular. Ambos aspectos del trabajo terapéutico familiar es complementario y brinda
una visión “horizontal y vertical” así como sus interconexiones en beneficio del trabajo clínico del
terapeuta.

Otra similitud es que tanto el enfoque sistémico estructural y el vincular suponen que el
síntoma o patología en uno o más integrantes del grupo familiar, no es otra cosa más que el producto
de una serie de interacciones comunicacionales disfuncionales (modelo sistémico estructural) y de
acuerdos inconscientes patológicos en la familia (enfoque vincular), que hacen que uno o varios de
sus integrantes se perfilen como el enfermo “chivo expiatorio” o portador del síntoma. Otro
aspecto a señalar es que tanto el enfoque vincular como el sistémico estructural suponen a la familia
como un espacio intermedio entre los individuos y el macro contexto social, un espacio en donde se
incorporan y aprenden mediante diferentes procesos interaccionales, la calidad de los primeros
vínculos y con ello las primeras identificaciones y representaciones que poco a poco ayudarán a
conformar la identidad tanto individual como familiar, que serán fundamentales en el futuro para el

15
interactuar del sujeto, en el interior de su familia, con grupos extra familiares y con el amplio contexto
social.

Otra similitud más, se observa en la percepción que ambos modelos tienen de algunas de las
funciones de la familia. Así, por ejemplo el enfoque sistémico estructural ve a la familia como un
sistema vivo, cambiante y abierto, que pasa por un ciclo vital y que tiene como función dar protección
física y afectiva a sus integrantes para promover su crecimiento y desarrollo. Por su parte, el enfoque
vincular, ve también a la familia como un grupo básico para promover la maduración en los
individuos, con base en la relación vincular que ahí se manifiesta. Desde este enfoque se observa el
campo de la intersubjetividad y se ve a la familia en su conjunto como un aparato psíquico familiar
global, a la vez que cubre la función de ser un espacio intermedio y mediador para sus integrantes,
que los contiene y apuntala, al tiempo que recoge, alimenta y metaboliza los diferentes psiquismos
individuales, promoviendo las estructuras psíquicas intra e intersubjetivas básicas en cada uno de sus
integrantes, para que éstos puedan interactuar en un futuro, de una forma más favorable con su
medio.

B) Complementariedades.

El modelo sistémico estructural y el modelo vincular psicoanalítico cuentan con diferencias claras en
cuanto a su foco de trabajo, el manejo del tiempo en sus intervenciones terapéuticas, la duración del
proceso terapéutico, el manejo de la directividad y de la abstinencia, la relevancia que tanto un
enfoque como el otro le dan al material inconsciente y a los procesos comunicacionales, etc. Pero,
desde un enfoque integrativo producto de un pensamiento complejo, estas diferencias pueden ser
vistas como un espacio flexible de interdisciplinariedad, en el que cabe la combinación de enfoques
de distintos “saberes” que se ínter-vinculan de diferentes formas específicas, sin perder su lógica
científica y características propias, para que puedan ser adecuados, necesarios y suficientes en la
resolución de un determinado problema que puede desbordar los límites de una sola rama del saber o
campo científico definido (Grisolia, 2016). Es decir, mientras el modelo sistémico estructural pone
su foco de atención e intervención terapéutica en variables específicas como los roles, las jerarquías,
la comunicación y/o límites o fronteras intergeneracionales por medio de la observación de las
diferentes formas de expresión comunicacional en el sistema familiar; el enfoque vincular pone el
acento de su observación e intervención en el espacio psíquico intersubjetivo, es decir, en la influencia
recíproca entre el sujeto y el otro u otros del contexto intersubjetivo en donde se produce precisamente
algún determinado tipo de vínculo. Podría decirse que el foco de atención en ambos modelos es

16
diferente pero al mismo tiempo se complementan como si fueran ejes cartesianos, en los que desde
un abordaje integrativo, el plano horizontal representa las diferentes interacciones comunicacionales
observables y el plano vertical se lee como los diferentes procesos vinculares expresados en la
familia a través de distintas tramas interfantasmáticas o alianzas inconscientes. Ambos planos se
complementan entre sí y brindan información importante del lugar interaccional vincular en el que
se encuentra la familia.

Otro espacio de complementariedad entre un modelo y otro, desde un enfoque integrativo,


es la forma de intervención ya que el terapeuta con un timing analítico, respetuoso y empático para
la familia y para su proceso terapéutico, puede mostrarse en general más cercano, con una distancia
media o bien, puede mostrarse más distante, abstinente, receptivo y analítico en función del momento
terapéutico por el que esté pasando el grupo familiar.

Hay diferentes focos de intervención en la mirada sistémica y vincular, no obstante ambos


enfoques tienen metas comunes en sus tratamiento. Así, por ejemplo el terapeuta sistémico estructural
supone que el cambio se produce cuando la familia se reequilibra sobre una nueva estructura adecuada
a la etapa del ciclo evolutivo que le corresponde, reacomodando sus procesos de interacción a las
nuevas demandas internas de los integrantes de la familia. Asimismo, el objetivo terapéutico desde
este modelo de trabajo es cambiar la organización familiar, los límites entre subsistemas y las
jerarquías, introduciendo novedad y diversidad en las estrategias de la vida de la familia que
sustituyan a las pautas de rigidez y rutina crónica que caracterizan el sistema disfuncional, o
patológico si se le ve desde una mirada psicodinámica. Por su parte, desde el enfoque vincular se
utilizan –como ya se ha mencionado-las técnicas de intervención propias del psicoanálisis, como la
interpretación de la transferencia lateral, central, hacia el exterior, etc. Y supone que, para que el acto
interpretativo sea eficaz, se debe adquirir en el inconsciente individual y vincular “otro personaje”,
“otro sentido”, “otra representación” que produzca una alteración necesaria en la organización
mental y vincular. Es decir, que dicha alteración genere una reorganización de los elementos que
afectan los tres espacios psíquicos (el intrasubjetivo, el intersubjetivo y el transubjetivo). De ahí
deriva una reubicación de los “yoes” en el grupo familiar y abre la posibilidad de que el nombrarlos
o haberle puesto símbolo-palabra y haberlas analizado por medio de la interpretación intersubjetiva,
se produzca un efecto de significación diferente y de cambio profundo en la familia. Y por lo tanto,
si esto sucede, una de las consecuencias posibles es el que cada “yo” establezca diferentes
modalidades de interacción desde el lugar que ocupa y que concierne su perspectiva. Si todo este
trayecto se cumple es factible considerar que ha sido construida una interpretación vincular mutativa,

17
que ha promovido un cambio en aspectos profundos e interaccionales del grupo familiar y que, por
lo tanto se reestructurará una nueva configuración familiar con nuevos entramados interfantasmáticos
no necesariamente patógenos o disfuncionales -desde una óptica sistémica estructural- que
conllevarán con mayor facilidad una comunicación clara y directa y con esto la familia se encaminará
a la funcionalidad.

En el siguiente apartado, considerando las similitudes y complementariedades señaladas


anteriormente, se presenta una propuesta de enfoque integrativo en el tratamiento terapéutico familiar,
que comprenda tanto las características de los modelos sistémico estructural y psicoanalítico vincular.

• Hacia un abordaje integrativo.

En este escrito se hace una aproximación y descripción de un modelo integrativo, en el que confluyen
las propuestas de abordaje terapéutico sistémico estructural y psicodinámico vincular, considerando
los siguientes puntos: 1. El foco terapéutico, 2. La temporalidad, 3. El plano de la mente con la que
se trabaja y la intervención terapéutica, 4. La duración del tratamiento y la percepción del síntoma,
5. Las técnicas y estrategias y 6. Las metas y objetivos del proceso terapéutico.

1. Con respecto al foco terapéutico, el modelo integrativo propuesto, dirige su atención a la


interacción familiar, observando los diferentes tipos de límites o comunicación que ahí se manifiesta
ya sea en forma de límites claros, rígidos o difusos; y con ello, se hace un lectura de la horizontalidad
del grupo familiar para entender de mejor manera los roles, las jerarquías y la ordenación de los
subsistemas presentes en una determinada estructura familiar. Pero al mismo tiempo, se hipotetiza
sobre la posible verticalidad familiar, o serie de acuerdos inconscientes expresados en el espacio
intersubjetivo en forma de alianzas o tramas interfantasmáticas. Se procura entender las diferentes
funciones y ganancias secundarias familiares que conlleva una determinada configuración vincular
con sus particulares acuerdos inconscientes, De esta forma, desde un enfoque integrativo el foco
se dirige hacia la horizontalidad y verticalidad de la familia, es decir, hacia su interacción y hacia su
estructura inconsciente, pues se parte de suponer que toda interacción o tipo de comunicación
(horizontalidad) conlleva al establecimiento de un determinado tipo de vínculo (verticalidad); y este
no es otra cosa más que la expresión del tipo de relación objetal introyectado por cada integrante de
la familia, que será la base de los ensambles inconscientes que sostienen una configuración particular.

18
De esta forma, se parte de entender que con base en la relación de objeto que cada participante
del grupo familiar haya consolidado en su espacio intrasubjetivo, es que éste podrá a su vez establecer
y participar en una determinada trama interfantasmática vincular o acuerdo inconsciente en un espacio
intersubjetivo, y dicha interacción sólo será visible mediante los diferentes tipos de interacción o
comunicación analógica y/o digital, que los yoes manifiesten en dicho vínculo, que a la vez
sostendrán una configuración vincular familiar determinada. Asimismo, esta configuración puede
ser observada mediante la horizontalidad y verticalidad familiar, cuando se mira la interacción y los
diferentes tipos de vínculos familiares, en y entre cada uno de sus subsistemas.

2. Con respecto a la “temporalidad y el plano de trabajo” con que el terapeuta trabaja, se puede
decir que en este modelo terapéutico integrativo familiar, si bien se trabaja desde un inicio con un
plano que comprende tanto la interacción consciente familiar, como el vínculo y los acuerdos
inconscientes; en las primeras sesiones del proceso terapéutico que corresponden a la primera fase,
se trabaja preferentemente con aspectos interaccionales conscientes que la familia expresa por medio
de diferentes tipos de comunicación verbal y analógica en forma de distintas jerarquías, roles y reglas
sostenidas por el predominio ya sea de límites claros, rígidos o difusos, dentro del contexto familiar.
Pero si el motivo de consulta lo requiere y una vez que se ha logrado un adecuado “enganche de
trabajo” y una buena sensibilización con la familia respecto al proceso terapéutico, es posible abordar
el espacio intersubjetivo por medio del señalamiento, o interpretación individual y del aspecto
vincular inconsciente familiar, así como de los acuerdos de este mismo tipo que favorecen
determinadas configuraciones y tramas interfantasmáticas que mantienen el síntoma. Estos planos de
trabajo se afrontan con el mismo nivel de importancia que se le da a los aspectos interaccionales
conscientes.

3. La intervención terapéutica, en el modelo integrativo está siempre en función del motivo de


consulta, del timing empático y analítico y del contexto terapéutico familiar, por lo tanto requiere
de una alta capacidad de empatía, adaptación y flexibilidad terapéutica. Así, la intervención que lleva
a cabo el terapeuta que toma como base esta propuesta integrativa, puede ser variable y oscilar entre
una intervención pasiva y receptiva propia del modelo psicoanalítico, hasta manifestar una
intervención sumamente activa y directiva que es común en el abordaje sistémico estructural. Cabe
señalar que la intervención terapéutica dentro de este modelo integrativo, generalmente encuentra un
punto medio entre las dos áreas antes señaladas, considerando siempre como meta a alcanzar el mayor
beneficio para la familia dentro de su proceso terapéutico. De esta forma, el terapeuta que trabaja un
modelo integrativo cuya base sea el enfoque sistémico estructural y psicodinámico vincular, utiliza

19
diferentes técnicas estructurales propuestas por Salvador Minuchin, como la técnica del desafío de
la estructura familiar, técnicas reestructurantes y técnicas de cambio de visión y tiene como meta
disminuir y hacer desaparecer trabajando fundamentalmente en el aquí y ahora, los síntomas del
paciente identificado a la par de que también busca cambiar la estructura y cosmovisión familiar
que lleve a la familia a la disfuncionalidad. Asimismo, desde el enfoque psicodinámico vincular
también se procura hacer desaparecer el síntoma, pero a través de generar conciencia y claridad en
la familia con respecto a los aspectos inconscientes que llevan a cabo para que el padecimiento
permanezca en la dinámica familiar. En un abordaje integrativo como ya se ha dicho, se trabaja tanto
en el aquí y ahora como en el allá y entonces (presente y pasado).

4. Con respecto a la duración del tratamiento y a la percepción del síntoma. Por lo general desde
este enfoque integrativo se estila trabajar una sesión por semana y sólo en situaciones de particular
gravedad en la dinámica familiar, se le puede solicitar que tenga más de una sesión y/o solicitar el
apoyo psiquiátrico para que a la par del tratamiento terapéutico se dé un apoyo medicamentosos. La
intervención y duración total del tratamiento puede oscilar desde diez sesiones de trabajo, a uno o
más años de trabajo terapéutico. Cabe señalar que por lo general, cuando el tratamiento familiar pasa
de ser de corto a mediano o a largo plazo, es posible observar que el plano de la intersubjetividad
adquiere un mayor “peso” en el proceso terapéutico familiar o de la pareja. Respecto a la percepción
del síntoma, desde este modelo integrativo, se dirige a observarlo como un producto de una
configuración vincular familiar en donde se gestan y promueven determinadas tramas
interfantasmáticas, que a su vez causan interacciones comunicacionales disfuncionales y con ello, la
presencia y mantenimiento del síntoma en uno o varios integrantes de la familia, que por medio de
acuerdos inconscientes familiares mantiene el equilibrio disfuncional y puede observarse en el
sistema familiar un predominio de límites rígidos y/o difusos dentro del sistema.

5. Con respecto a las técnicas y estrategias, en este modelo integrativo existe la flexibilidad para
llevar a cabo diferentes formas de intervención, que se complementan entre sí. Pero un factor
fundamental para el uso de una técnica perteneciente al modelos sistémico o vincular, es el timing
empático, que más que una técnica terapéutica es una capacidad empática y dimensión nodal del
terapeuta para centrar su atención, ritmo y el monto de la intervención en un plano, en otro, o en
ambos planos. Zukerfeld R. menciona que el potencial curativo o iatrogénico de la psicoterapia no
depende tanto de un determinado tiempo marcado para hacer una intervención, sino de la calidad del
encuentro en el espacio analítico, así no existe el timing perfecto ni errores importantes de timing,
sino más bien, es la calidad del encuentro pensado desde la alianza terapéutica, lo que constituye el

20
indicador fundamental del proceso y de su éxito, más allá de la duración y frecuencia de sesiones
Zukerfeld (2015). Entre las estrategias y técnicas desde el enfoque sistémico estructural, están la
coparticipación con el grupo familiar, el desafío, las intervenciones reestructurantes y de cambio de
visión. Desde el enfoque psicoanalítico vincular está el trabajo con los procesos transferenciales
contratransferenciales, sean estos centrales y laterales, hacia la familia en su totalidad o hacia fuera
de la familia, también está el señalamiento, la confrontación y la interpretación individual y vincular
–entre otras-, y al igual que las estrategias sistémicas estructurales, procuran producir cambios
importantes y profundos en la organización familiar y tienen como principal sustento para ello a la
alianza terapéutica que se haya conseguido lograr.

6. Con respecto a las metas y objetivos del tratamiento, se plantea que, trabajando en paralelo un
plano horizontal (interaccional) y vertical (inconsciente vincular) de la familia, se busca promover
conciencia y claridad suficiente en la familia (insight) que le permita cambiar sus pautas de
organización, los límites entre subsistemas y las jerarquías, introduciendo novedad y diversidad en
las estrategias de la vida familiar, que sustituyan a las pautas de rigidez y rutina crónica que
caracterizan el sistema disfuncional y patológico. Se trabaja con las diferentes tramas
interfantasmáticas, producto de acuerdos inconscientes presentes en la configuración vincular
predominante y se procura hacerlos conscientes por medio de señalamientos e interpretaciones
individuales y vinculares para que la familia pueda reparar sus vínculos, en lugar de repetirlos
estereotipadamente al interior del grupo familiar.

Se presenta a continuación un cuadro en el que se hace una síntesis de los puntos antes mencionados.

21
Cuadro 1. Cuadro sinóptico del modelo sistémico estructural, vincular y el modelo dinámico
sistémico integrativo.

PUNTOS A TERAPIA SISTEMICA TERAPIA PSICOANALÍTICA TERAPIA


OBSERVAR ESTRUCTURAL VINCULAR. VINCULAR
SISTÉMICA
El foco del La interacción familiar reflejada en la Las configuraciones vinculares presentes en Las configuraciones
terapeuta se dirige comunicación. No se trabaja con el el grupo familiar, se trabaja material familiares, producto
hacia inconsciente. inconsciente intersubjetivo. de las diferentes
alianzas inconscientes.

El plano y el Plano consciente y se trabaja con el Plano inconsciente y se trabaja tanto con el Plano inconsciente y
tiempo con el que presente o con el aquí y ahora. pasado como con el presente, es decir se consciente, se trabaja
el terapeuta aborda el aquí y ahora tanto como el allá y tanto con el pasado
trabaja es entonces como con el presente,
es decir se aborda el
aquí y ahora tanto
como el allá y
entonces
La característica De forma variable, puede ser pasiva Generalmente oscila de pasiva a De forma variable,
en la intervención o sumamente activa y directiva. medianamente activa. Observa la puede ser desde pasiva
terapéutica es que Observa la interacción familiar en el interacción familiar en el presente y el hasta sumamente
esta se lleva a aquí y ahora, procura cambiar por material inconsciente de los diferentes activa y directiva.
cabo medio de diferentes técnicas los vínculos familiares, procura cambiar los Observa la interacción
patrones de interacción del grupo patrones de interacción del grupo familiar familiar en el presente
familiar mediante intervenciones por medio del señalamiento, la y el material
directivas. confrontación y fundamentalmente de la inconsciente de los
interpretación vincular. diferentes vínculos
familiares, procura
cambiar los patrones
de interacción del
grupo familiar por
medio de diferentes
técnicas sistémicas
estructurales y
psicodinámicas
vinculares.
Duración del De corto a mediano plazo. De mediano a largo plazo Puede ser de corto
tratamiento hasta largo plazo.

El síntoma Una interacción comunicacional Una trama interfantasmática que promueve Una trama
familiar es disfuncional, que puede ser rígida, ensambles inconscientes patológicos para la interfantasmática que
producto de caótica o difusa y que promueve la presencia y mantenimiento del síntoma promueve
aparición y el mantenimiento de un familiar interacciones
síntoma en un PI. comunicacionales
disfuncionales y con
ello, la presencia y
manutención del
síntoma familiar.
Técnicas y La coparticipación con el grupo Los procesos transferenciales La coparticipación con
estrategias familiar, el desafío, las intervenciones contratransferenciales, sean estos centrales el grupo familiar, el
reestructurantes y de cambio de y laterales, hacia la familia en su totalidad o desafío, las
visión. hacia fuera de la familia, también está el intervenciones
señalamiento, la confrontación y la reestructurantes y de
interpretación de carácter bi o multipolar, cambio de visión; así
es decir, dirigida no al individuo sino al como los procesos
vínculo. No así la abstinencia del transferenciales
psicoanálisis clásico. contratransferenciales,

22
sean estos centrales y
laterales, hacia la
familia en su totalidad
o hacia fuera de la
familia, también está
el señalamiento, la
confrontación y la
interpretación vincular
individual y vincular.
No así la abstinencia
del psicoanálisis
clásico.
Meta u objetivo Cambiar la organización familiar, los Que la interpretación sea mutativa, es decir, Cambiar la
de la terapia. límites entre subsistemas y las que produzca un cambio mental en el organización familiar,
jerarquías, introduciendo novedad y vínculo familiar en los tres espacios por medio de
diversidad en las estrategias de la vida psíquicos (ntra, inter y transubjetivo) diferentes formas de
de la familia que sustituyan a las intervención, como la
pautas de rigidez y rutina crónica que interpretación
caracterizan el sistema patológico. individual y vincular,
(cambios en los tres
niveles intra, inter y
transubjetivo).
Cambios en la
organización familiar
introduciendo novedad
y diversidad en las
estrategias de la vida
de la familia que
sustituyan a las pautas
de rigidez y rutina
crónica que
caracterizan el sistema
patológico.

23
Referencias

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