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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS


CENTRALES “RÓMULO GALLEGOS”
 ÁREA DE CIENCIAS JURIDICAS Y POLITICAS
LOGICA JURIDICA

EL PROCESO LOGICO

PREPOSICIONES

Carlos Rojas
V-13.616.392

San Juan de los Morros Octubre del año 2021


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Contenido
Introducción...............................................................................................................................3
Generalidades de las Preposiciones..............................................................................................5
Distinción entre preposición y Juicio...........................................................................................9
Elementos del Juicio..................................................................................................................10
Proposición................................................................................................................................10
Análisis moderno.......................................................................................................................11
Proposición en la lógica tradicional llamada aristotélica............................................................11
Tipos de Argumentos de interpretación de la norma jurídica.....................................................13
Inducción y deducción...............................................................................................................29
Qué es un silogismo...................................................................................................................34
Estructura del silogismo.............................................................................................................34
Tipos de silogismo.....................................................................................................................35
Reglas de los silogismos............................................................................................................36
Ejemplos de silogismos..............................................................................................................36
Falacias......................................................................................................................................37
Conclusiones..............................................................................................................................38
3

Introducción

Recientemente se ha expuesto que la verdad, sólo es posible respecto de la


inteligencia, es decir, ni el que juzga ni el que concibe generan las funciones
primarias del conocimiento, porque juicios y conceptos se forman sobre la realidad
que está presente. En cualquier acto de intelección se presenta como algo distinto lo
real y la actualización de lo real. Inteligir es tener meramente actualizado lo que es
en realidad, la cual puede definirse como un modo de representación en una
formalidad determinada.

Hay un aspecto de la verdad que es poco cómo algo previo, a lo cual remite el
acto intelectivo. La verdad sólo se da en la razón lógica pero en ella es la verdad de
la cosa, hay pues, en nuestro conocimiento un doble aspecto de la verdad: el lógico y
el ontológico: Este último constituye la "patencia" de la verdad como característica
de la misma, a la que hay que añadir otros dos caracteres: la "confianza"; en cuanto:
nos permite apoyarnos en ella y obtener seguridad en el conocimiento ; y el de
"manifestación", en cuanto expresión de la naturaleza de la cosa.

Al tratar de cuestiones jurídicas concretas, nos presenta la Lógica jurídica en


relación con aquéllas, como conteniendo las reglas precisas para su resolución, reglas
que forman parte de la "mathesis universalis”. Esta idea de Leibniz resurge a raíz de
las "Investigaciones lógicas" de Edmundo Husserl. La Lógica fundamenta el
conocimiento científico, porque así lo requieren las imperfecciones de las Ciencias
particulares. En éstas, ni resulta comprensible la función de sus conceptos y
proposiciones, ni se analizan exactamente los supuestos, por lo cual el conjunto de
sus conocimientos no queda al abrigo de la duda teorética.

Y es para superar ésta, que Husserl propone un orden de investigación que afecte
por igual a todo conocimiento científico y que lo fundamente. Es la teoría de la
Ciencia o Lógica. En todas las ciencias particulares se expresan juicios, en todas ellas
se juzga!, sobre sus respectivos objetos y se expresa . Por ello, al formular el sistema
general de enjuiciar y de normar el sistema vale para todas las Ciencias, a todas las
cuales le sirve de fundamento. Pero al intentar comprender la realidad o verdad de las
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cosas el hombre no se limita a la intelección. Como ha dicho, comprender es algo


más que inteligir, la comprensión recae sobre la estructura mi realidad.

Generalidades de las Preposiciones

El hecho comunicativo se basa en la transmisión de ideas plasmadas en oraciones,


las mismas que recibirán el nombre de proposiciones; la persona en su diario vivir
utiliza una gran variedad de construcciones proposicionales con la finalidad de
comunicar multitud de eventos y pensamientos.

Imagine un momento que se anulase la posibilidad de comunicar de la persona


esto implica eliminar incluso la posibilidad de hacer señas o cualquier otro artificio
que transmita una idea ¿qué pasaría con él y con la comprensión del mundo?
¿Podrían seguirse dando las construcciones sociales, culturales, políticas, entre otras,
sin la comunicación? Se puede fácilmente aseverar que no habría interrelación
alguna entre los individuos, se transformaría cada individuo en una isla y el alcance
de su conocimiento sería el alcance de su propia persona y nada más que ello, no
sería posible salir de las fronteras personales, el conocimiento mismo sería solo el
conocimiento de cada quien, sin la posibilidad de compartirlo.

Es ante dicha realidad que se evidencia la importancia de la comunicación, como


medio de transmisión de información, pero, los datos que se transmiten en la
comunicación no son dados al azar, no son elementos que surgen indistintamente de
un individuo para llegar desordenados al otro, sino que guardan un orden. Dicho
orden es analizado por diversas ramas del conocimiento humano, entre las que existe
una rama específica que versa sobre la estructura misma del lenguaje y del
pensamiento, la Lógica.

En el estudio de la Lógica se realiza la reflexión sobre la naturaleza e importancia


de la proposición en la comprensión y estructuración de la realidad; filósofos y
lógicos como Aristóteles, Leibniz, Frege, Moore, Russell, Wittgenstein, Carnap,
Shlick, Ryle, Ansconbe, Mounce, Copi, entre otros, han brindado valiosos aportes en
la comprensión de la proposición como elemento nuclear para el pensamiento y para
la posterior estructuración de la ciencia2.
5

La importancia y actualidad del tema radica en que la persona emplea la


comunicación en su cotidianidad, y esos elementos comunicativos tienen una fuerte
carga proposicional, de manera que la naturaleza, estructura y versatilidad de la
proposición lógica debe ser entendida para que se pueda comunicar de forma eficaz y
correcta. Otro punto de valor es que la persona no solo emplea la proposición como
elemento de salida de información, sino que también permite al individuo establecer
relaciones de lo que acontece y plasmar en términos proposicionales aquello que ha
captado. Así la proposición se transforma en un elemento primordial en la
comprensión de la realidad y en la forma de enunciar datos sobre lo que acontece.

De acuerdo con lo que se ha mencionado, se sustenta la idea de que la proposición


es un elemento fundamental en la figuración lógica, en el proceso de comprensión y
en la transformación de la realidad.

La metodología utilizada en el documento es analítica, se realiza una revisión


bibliográfica de autores y fuentes especializadas sobre lógica, para luego responder a
las preguntas guía que se plantean como en el artículo.

En un primer momento se hace una aclaración de los términos utilizados en lógica,


donde se distingue entre lógica y sentido común; como segundo punto se argumentan
los porqués del estudio del lenguaje por parte de la lógica; en el tercer apartado se
analiza la estructura de la proposición, enfocando la atención en los nombres y el
significado dentro de la proposición; en un cuarto momento se explican los aportes
más relevantes sobre las implicaciones de la proposición en la comprensión de la
realidad; por último, se efectúa un análisis de la existencia o no de límites sobre lo
que podría enunciarse proposicionalmente.

Sobre lo que se entiende por lógica y proposición

Ciertos términos empleados en Lógica –incluido el mismo término lógica– son


bastante utilizados por las personas en situaciones cotidianas, es ahí donde radica la
necesidad de clarificar los términos para captar los sentidos a los que en este artículo
se hace referencia.
6

Cuando se habla de lógica muchas personas emplean el término con un uso


deformado, lo toman como un sinónimo de sentido común, pero dicha concepción no
es apropiada.

Imagine por un momento que una persona está próxima a cruzar una calle por
donde pasan muchos automóviles y existe solamente un semáforo para los
conductores de los vehículos; en dicho momento el semáforo se encuentra en color
verde, pero la persona cruza de todas formas… hasta ese momento ¿podría decirse
que tal individuo no actuó de forma lógica? En realidad no se podría aseverar
aquello, dado que el individuo no actuó conforme dicta el sentido común, elementos
que difieren de la naturaleza de la lógica.

George Edward Moore fue quien trabajó con mayor detenimiento los elementos
que comprenden el sentido común, así hace referencia al sentido común como
aquello que compete a varios individuos, por ejemplo nociones elementales como
que el ser humano tiene vida o que se comunica, hasta llegar a nociones más
complejas pero que respetan la común experiencia de los individuos (Soames, The
Dawn of Analysis, 2003). Por su parte “La lógica es el estudio de los métodos y
principios usados para distinguir el buen (correcto) razonamiento del malo
(incorrecto)” (Copi, 1999, p. 3)4, definición que la diferencia de lo que es sentido
común, en definitiva no son lo mismo.

Al tener claro a qué se hace alusión cuando se habla de lógica en términos


académicos, se puede notar que se habla de la estructura del pensamiento. Dicha
estructura no puede ser manipulada directamente, dado que el pensamiento no es
material, sino que se debe enfocar la labor en aquellos que esté directamente
vinculado al proceso del pensamiento, el lenguaje.

Como se ha mencionado antes, la persona al comunicarse utiliza oraciones, estas


oraciones plasman un proceso básico del pensamiento, el juicio, el cual pone en
relación conceptos para hacer afirmaciones o negaciones con respecto a propiedades
de un objeto; dichas oraciones reciben en el plano lógico el nombre de proposiciones.
Tales proposiciones tienen estructuras definidas, las mismas que fueron catalogadas
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históricamente por Aristóteles5 de acuerdo con su calidad y cantidad, así como se


encuentra en Copi (1999):

Proposición de la forma típica A: Todo S6 es P7

Proposición de la forma típica E: Ningún S es P

Proposición de la forma típica I: Algún S es P

Proposición de la forma típica O: Algún S no es P

Estas formas proposicionales denotan los primeros esfuerzos de los filósofos por
formalizar el lenguaje y dar a éste un nivel de perfección más elevado que el lenguaje
que se utiliza cotidianamente.

Es cierto que un individuo en su comunicación diaria no es capaz de emplear


proposiciones de forma típica como las que se han señalado a menos que tenga
mucha práctica en la formalización lógica de lenguaje cotidiano, pero lo cierto es que
el lenguaje empleado por la persona para argumentar quedan descartados los
lenguajes emotivos y directivos siempre podrá ser sometido a reglas de formalización
y de análisis lógico para demostrar su validez. Cabe considerar las palabras
de Wittgenstein (2014 [1933]) cuando menciona que “Una proposición es todo
aquello por medio de lo cual digo algo” (p. 91), de manera que todo aquello
comunicado es proposición. A estos elementos son a los que se hace referencia
cuando se habla de proposición.

Un dato interesante que se debe tener en cuenta es que la lógica y sus procesos no
pueden ser explicados más allá de las definiciones y aproximaciones que hace la
persona en sus intentos por definirla, es en ese sentido que Mounce (1983) enuncia lo
siguiente: “La lógica, en suma, no es aquello de lo que hablan los enunciados; es lo
que los capacita a hablar de algo distinto, a saber: el mundo de los hechos… Porque
la lógica no es algo que es representado; es lo que hace posible la representación” (p.
26)

El autor pone de manifiesto así el carácter instrumental de la lógica, al habilitar al


individuo para desplegar de mejor manera su pensamiento y su capacidad
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comunicativa, develar las potencialidades que tiene la persona para comunicar algo a
los demás.

Luego de haber realizado una aclaración de términos, compete analizar de forma


más detenida los elementos con los cuales aporta la lógica al conocimiento, para
luego enfocar la atención en la importancia del componente proposicional para la
comprensión de la realidad.

Distinción entre preposición y Juicio

El juicio puede considerarse, o como acto puramente interno del entendimiento, o


en cuanto se manifiesta por medio de palabras, y bajo este último punto de vista se
llama proposición.

1º Juicio es el acto del entendimiento mediante el cual afirma o niega una cosa de
otra. De aquí se deduce que para el juicio son necesarias tres cosas: 1ª los términos o
conceptos que deben ser comparados por el entendimiento: 2ª su comparación: 3ª la
afirmación o negación del uno con respecto al otro. Ésta última constituye
propiamente el juicio; pues mientras no hay afirmación o negación, no hay juicio
propiamente dicho. Los Escolásticos y santo Tomás suelen denominar al juicio
composición y división. 

2º Infiérese de lo dicho que el juicio envuelve en su concepto un acto positivo del


entendimiento, distinto de otros actos del mismo. Se debe en consecuencia rechazar
la opinión de los que dicen que el juicio no es un acto propio y peculiar del
entendimiento, distinto de la simple percepción. Una cosa es percibir simplemente la
relación entre dos cosas, y otra afirmar o negar una cosa de otra. 

3º La rectitud, a lo menos subjetiva del juicio, depende de esta regla fundamental:


«La afirmación o negación de la identidad de los extremos debe estar en armonía con
la naturaleza y modo con que es percibida por el entendimiento. Es decir, que si la
percepción va acompañada de evidencia, el juicio quoad nos será cierto; si falta la
evidencia, resultará juicio probable solamente. 

Las reglas que suelen darse sobre la rectitud del juicio, no son más que aplicaciones
de esta regla fundamental. 
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4ª El juicio es el acto más característico y más importante del entendimiento en orden


a la adquisición de la verdad. La simple percepción se ordena y tiende al juicio: el
discurso o raciocinio, a su vez, no es en el fondo más que un conjunto de juicios. Por
otra parte la verdad tiene tan íntima conexión con el juicio, que cuando va
acompañada de evidencia inmediata, como sucede en los primeros principios, el
entendimiento no puede suspender la afirmación o negación interna. Añádase a esto
que la verdad y el error acompañan inseparablemente al juicio, al paso que la simple
percepción puede existir sin ellos.

 Elementos del Juicio


1. Sujeto: es el concepto del objeto del juicio, es decir, es el concepto de quien se
predica o se dice algo.

2. Predicado: es el concepto que se aplica al sujeto, es decir, es lo que se afirma o


niega acerca del sujeto.

3. Cópula: aquello que establece que lo pensado en el predicado es propio o no es


propio del objeto del juicio.

Ejemplo:

• Juicio: El hombre es racional.

• Sujeto: "El hombre"

• Predicado: "racional"

• Cópula: "es", establece que el contenido pensado en el predicado es propio del


objeto del juicio, establece que al hombre le es propio el carácter de racional. 

Proposición.
El juicio: Es la operación del entendimiento según la cual compone y divide,
afirmando o negando.

La identificación de los elementos de la proposición se puede realizar desde dos


puntos de vista: el tradicional y el moderno.

De acuerdo al análisis tradicional la proposición presenta los siguientes elementos.


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1.- Dos conceptos objetivos, de los cuales uno se refiere a lo que se afirma, y otro se
refiere a aquello de lo cual se afirma. A éste se le llama sujeto y al otro se le dice
predicado.

2.- Un concepto funcional, que se llama cópula y cuya función consiste en relacionar
al predicado con el sujeto. Este concepto funcional se expresa por el verbo “ser”.

Análisis moderno
En la mayoría de las proposiciones se da una relación entre dos elementos sin que
se haga énfasis en la extensión de ellos, sino que los estructura en un duplo. En una
especie de par ordenado.

El enunciado es la expresión lingüística de la proposición, revistiendo está mayor


importancia entre el concepto y el razonamiento, una característica exclusiva de las
proposiciones es la verdad o falsedad de su contenido, que no se da en las otras
clases del pensamiento. 

Ambos análisis tienen bases racionales, el tradicional tiene una base lógica de las
clases y la moderna se inclina por la lógica entre las relaciones. Conforme a la lógica
tradicional, el verbo ser o la cópula, puede dar lugar a diversas interpretaciones que
son: igualdad, pertenencia, inclusión, predicación y atribución existencial.

Una proposición debe ser clara, para transmitir de manera precisa el razonamiento
adquirido sobre determinados conceptos que culminan con una conclusión. 

Proposición en la lógica tradicional llamada aristotélica 


Las proposiciones en la lógica aristotélica pueden ser afirmativas o negativas. En
lógica bivalente o lógica binaria, la negación de una proposición negativa equivale a
una afirmativa. 

El predicado de una proposición negativa está tomado en su extensión universal,


se refiere a todos. El predicado de una proposición afirmativa está tomado en su
extensión particular, algunos. 

Por su extensión, las proposiciones pueden clasificarse en universales, cuando el


sujeto está tomado en su extensión universal ( "Todo S es P" ), particulares, cuando
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el sujeto está tomado en su extensión particular ( "Algún S es P" ). La combinación


de ambos criterios da lugar a los siguientes tipos de proposiciones: 

Los juicios se clasifican en varios grupos, atendiendo a la cantidad (según la


extensión del sujeto: universales, particulares, singulares), la cualidad (según la
cualidad de la cópula: afirmativos y negativos), la relación (según la relación entre el
sujeto y el predicado: categóricos, hipotéticos y disyuntivos) y la modalidad (según
el modo en que expresan la relación entre el sujeto y el predicado: apodícticos,
asertóricos y problemáticos). De ahí se sigue una clasificación ordenada de todas las
formas de juicio; en el caso de los juicios categóricos, por ejemplo, se daría la
siguiente clasificación, combinando la cantidad (universal y particular) y la cualidad
(afirmativo y negativo):

Clases de juicios y letras que los representan

Clase de juicio Representación

Universal afirmativo Se suele representar con la letra A

Universal negativo Se suele representar con la letra E

Particular afirmativo Se suele representar con la letra I

Particular negativo Se suele representar con la letra O

La asignación de estas letras para representar las formas del juicio categórico es
posterior a Aristóteles y procede de las palabras latinas "Afirmo" y "negó", y es la
que se ha utilizado tradicionalmente entre nosotros para referirnos a la clasificación
aristotélica de los juicios. También Aristóteles estudia las formas de oposición entre
los juicios, (es decir, la diversidad entre los juicios que tienen el mismo sujeto y
predicado), deduciendo una serie de reglas sobre la verdad de los mismos que se han
de cumplir independientemente de los conceptos que elijamos para formar los
juicios. 

En función de tales reglas se pueden establecer relaciones de oposición entre los


distintos tipos de juicios, según sean contrarios, contradictorios, subcontrarios o
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subalternos, determinando su valor de verdad en función del tipo de oposición con


otro juicio conocido. Se pueden representar con el cuadro siguiente:

Al igual que ocurría con los conceptos, que son actos mentales que se expresan
mediante términos lingüísticos, los juicios son actos mentales que se expresan
mediante proposiciones, es decir, mediante un conjunto de palabras u oración
gramatical. El mismo juicio se puede expresar con distintas proposiciones (por
ejemplo, usando distintos idiomas), y a veces la misma proposición puede referirse a
juicios distintos, ("ésta es mi casa" dicha por dos personas distintas).   

· Universal afirmativa ("Todos los humanos son mortales"). 

· Universal negativa ("Ningún humano es mortal"). 

· Particular afirmativa ("Algunos planetas giran alrededor del Sol"). 

· Particular negativa ("Algunos planetas no giran alrededor del Sol"). 

· Existencial afirmativa ("Sócrates existe"). 

· Existencial negativa ("Sócrates no existe"). Las proposiciones son los elementos a


partir de los cuales se construyen los razonamientos. La lógica aristotélica estudia los
razonamientos según un esquema llamado silogismo. 

Tipos de Argumentos de interpretación de la norma jurídica


Así como cuando se habla de la interpretación jurídica conviene restringir el campo
de su aplicación, también acontece lo propio con las llamadas teorías de la
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argumentación, pues argumentar es asimismo una actividad que se puede verificar en


cualquier ámbito en el cual sea necesario emitir un razonamiento para demostrar o
probar una proposición, o bien para convencer a otro(a) de aquello que se afirma o
niega (Real Academia Española, 1992, I. 187). En consecuencia, por argumentación
jurídica ha de entenderse aquel tipo de razonamiento que se formula en alguno de los
niveles en que se utilizan normas del derecho y en los cuales sea necesario
convencer.

Concepto de interpretación Riccardo Guastini señala que la interpretación en sentido


amplio se emplea para referirse a cualquier atribución de significado a una
formulación normativa, independientemente de dudas o controversias. Podemos
asegurar que no se necesita que el texto sea oscuro para interpretarlo, pues aunque un
significado pareciera obvio para aplicarlo al caso concreto, primero tenemos que
interpretarlo para de este modo argumentar la decisión tomada En el ámbito del
Derecho, podemos decir que la interpretación jurídica es desentrañar el sentido de
una norma, el desnudarla para verificar el porqué y para qué fue creada, el verificar
su esencia, lo cual nos servirá para saber si es aplicable al caso concreto. Gerardo
Dehesa Dávila, aludiendo al libro Interpretación del Derecho: análisis de la obra de
Riccardo Guastini de María Concepción Gimeno Presa, cita un párrafo con el que
estamos de acuerdo en el sentido de que no podemos separar la interpretación de la
argumentación por ser una el presupuesto de la otra y así señala: “A pesar de poder
diferenciarse claramente la actividad argumentativa de la interpretativa, en la teoría
de Guastini existe una íntima relación entre ellas en cuanto tal y como veremos
posteriormente toda interpretación debe llevar aparejada siempre y en cualquier caso
una argumentación”.Así concluye este criterio en el que interpretar es dotar de
significado a un determinado enunciado y argumentar es dar una o varias razones a
fin de sostener una tesis u opinión. En verdad puedo concluir que una de las
preocupaciones de los juzgadores al argumentar es precisamente dar las razones para
sostener el criterio aplicable al caso sometido a su consideración, pero además que
estas razones convenzan a las partes en el juicio, esto es, no sería una razón arbitraria
y sin sustento, sino apoyada en la justicia y la legalidad.

La argumentación jurídica tiene como objeto las argumentaciones que se dan en


contextos jurídicos. Manuel Atienza nos dice que pueden distinguirse tres campos
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distintos de lo jurídico en que se efectúan argumentaciones. El primero de ellos es el


de la producción o establecimiento de normas jurídicas; diferenciándolas a su vez en
las argumentaciones que tienen lugar en una fase prelegislativa y las que se producen
en la fase legislativa; nos dice que la primera se da como consecuencia de la
aparición de un problema social, cuya solución se piensa que puede ser la adecuación
de una medida legislativa. Podemos asegurar que en este caso la argumentación la
encontramos en los trabajos legislativos, en los debates y desde luego en la
exposición de motivos que da nacimiento a esa ley. Nos sigue diciendo este autor
que, respecto de la fase legislativa, la argumentación la encontramos en las
cuestiones de tipo “técnico-jurídico”, las que pasan a un primer plano. Un segundo
campo en que se efectúan argumentos jurídicos, nos dice este mismo autor, es el de
aplicación de normas jurídicas al caso concreto distinguiendo entre la argumentación
en relación con problemas concernientes a los hechos o bien al Derecho;
asegurándonos que la argumentación jurídica dominante se centra en las cuestiones
de los casos difíciles relativos a la interpretación del Derecho y que se plantean en
los órganos superiores de la administración de justicia. El tercer ámbito en que tienen
lugar argumentos jurídicos es el de la dogmática jurídica en la que cabe distinguir
tres funciones: 1) suministrar criterios para la producción de criterios en las diversas
instancias en que ello tiene lugar; 2) suministrar criterios para la aplicación del
Derecho; 3) ordenar y sistematizar un sector del ordenamiento jurídico.

Las teorías usuales de la argumentación jurídica se ocupan también de las


argumentaciones que desarrolla la dogmática en cumplimiento de la segunda de estas
funciones; nos dice al respecto Atienza que de lo que se trata es de suministrar a esos
órganos criterios argumentos dirigidos a facilitarles la toma de una decisión jurídica
consistente en aplicar una norma a un caso concreto.6 Por todo lo anterior, es claro
que para dar argumentos necesitamos saber cómo hacerlo y teniendo conocimiento
de que existen varias clases de ellos haremos alusión a los que nos parecen más
interesante.

A. Lógica de lo razonable

Mientras la lógica formal enseña las reglas del razonamiento para alcanzar la
corrección, se descubre que esta misma corrección se presenta como fin inmediato
del razonamiento (Cristancho Altuzarra, 2005). A todo razonamiento, se le atribuye
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un carácter instrumental porque permite conquistar distintos grados de certeza, que


se puede clasificar como autoevidente (demostrable, plausible y aparente). En este
sentido, tanto la lógica formal como la lógica dialéctica, deben integrarse y
complementarse frente a las necesidades del discurso jurídico, para que sea aceptado
como razonable, siempre que se encuentre sujeto a determinado criterios de
corrección ya que debe establecer consideraciones sobre lo “justo”.

Para la filosofía general, las tres operaciones del espíritu son, la aprehensión, el
juicio y el razonamiento. Que permiten producir conceptos, que serán expresados por
palabras o, unir o dividir conceptos y por último, como más elevada operación se
encuentra al razonamiento, que posibilita agrupar proposiciones que buscan dar
complejidad a nuestro pensamiento y de este modo fundamentar, nuestra acción o
forma de pensar por medio de la argumentación, como justificación de nuestro
actuar, y sobre los que se predica la verdad o verosimilitud de los mismos (Pachón
Alonso et al., 2016). Se fundamenta tal actitud en la necesidad de una “razón” de tipo
demostrativa, según las necesidades del “espíritu”.

B. La lógica jurídica

La lógica jurídica no es igual a la lógica formal (meramente enunciativa, como las


matemáticas que tienen una serie de supuestos indiscutibles); la lógica jurídica
razona sobre situaciones concretas o contingentes, que operan mediante enunciados o
proposiciones que dependen de la intención del operador, con la finalidad de
convencer al público (Solari Merlo, 2015). Desde el punto de vista formal, examina
las operaciones intelectuales del jurista, así como los productos mentales de esas
operaciones: conceptos, divisiones, definiciones, juicios y raciocinios jurídicos,
merecen en razón de su objeto específico el nombre de lógica jurídica.

Además, a la lógica jurídica en el razonamiento judicial le incumbe el contenido de


las normas jurídicas, sin embargo, no produce la decisión, sino es una herramienta
para decir si esa decisión es razonada, es decir, prevé una serie de criterios para
controlar la racionalidad de una decisión.

La lógica jurídica postula que debe rechazarse toda interpretación que conduzca a lo
absurdo, y optar por la decisión más racional, es decir, convertir un derecho general
abstracto a un derecho concreto. Este derecho concreto lo emite el Juez en una
16

sentencia y para ello es necesario hacer un análisis lógico jurídico, una labor de
interpretación, aplicar la ley y analizar que esa ley se mueva en el Sistema Jurídico.

El sistema jurídico por obligación tiene un solo ordenamiento jurídico, el cual guarda
relación entre ellos mismos; se mueve bajo tres condiciones, que son a la vez sus
características: unidad, coherencia y plenitud. (López, 2008)

a) Unidad Jurídica

El Criterio de Unidad es que la ley aplicable este en armonía y conforme a la


constitución (para Kelsen la Constitución es: norma Superior; para Hart: Norma
Fúndante). (Linde Paniagua, 2003). Si la norma está conforme con la constitución
entonces se llama validez material; ejemplo, cuando la Sala Civil declara inaplicable
el plazo para apelar, y prefiere la norma constitucional que regula los derechos del
niño y de los padres, está dando una supremacía a la norma constitucional. La
validez formal tiene que ver con su vigencia, el haber seguido el procedimiento
constitucional para su elaboración, sanción, promulgación y publicación. En este
sentido, cada tipo de norma en función de su fuente de producción va a ser igual a las
que siguen su misma forma aunque el contenido sea distinto.

La noción de unidad del sistema atempas de ser importante para comprender la


manifestación de los conflictos normativos, es una idea regulatoria del mismo que
permite hacerlo coherente (Costa de Manzarredo, 2016). Esta unidad debe expresar
coherencia y consistencia, ya que solo así puede expresarse un razonamiento racional
y lógico. De otra manera no puede esperarse que las normas sean obedecidas, o que
de alguna manera sean eficaces.

b) Coherencia jurídica

La coherencia es una relación por la cual un conjunto de normas se subordina a (o


subsume en) un conjunto de principios o valores relevantes; las normas coherentes
satisfacen o son instancias de estos principios o valores (Romero Tamayo, 2000).
Distingue entre principios y valores, que puede ser ambos, indistintamente, los
referentes o parámetros de coherencia de un determinado conjunto de normas. Los
valores son los estados de cosas deseables o fines valiosos perseguidos
legislativamente, mientras que los principios son enunciados que establecen
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lineamientos generales de conducta tendientes a la obtención o concreción de los


valores.

La coherencia se balancea entre la necesidad de especificidad del derecho (en cuanto


a la necesidad de estipulación de normas detalladas) y la necesidad de que dichas
normas sean instancias de principios generales (exigencia de universalidad y
generalidad), toda vez que pocas personas pueden conocer el derecho en detalle,
mientras que la mayoría pueden conocer los principios y valores generales del
mismo. La función normativa de la coherencia puede entenderse como aquella
función tendiente a resolver casos genéricos patológicos que puede poseer un sistema
normativo. En este sentido, la coherencia resuelve problemas de antinomia, para lo
cual la mejor solución se basa en tres principios que solo se los nombrará: Jerarquía,
especialidad y Cronología. (Periñán-Pascual, y otros, 2011)

c) Plenitud

La plenitud es una de las características del ordenamiento jurídico, por consecuencia


del razonamiento judicial. Se entiende por plenitud la propiedad por la cual un
ordenamiento jurídico tiene una norma para regular cada caso. A la ausencia de una
norma se le denomina generalmente laguna. (Salinas, 2004).

Aunque algunos autores sostienen que el ordenamiento jurídico suelen haber lagunas.
De todos modos en cada ordenamiento jurídico por lo menos siempre deben estar
presente los criterios que permiten solucionar las antinomias y lagunas que pueda
haber.

Cuando en 1804 se publicó el Código Napoleón el nuevo cuerpo legal suscitó tal
entusiasmo que se llegó a pensar que en el articulado del mismo se hallaba la
solución a cualquier asunto. Ello dio origen al denominado “dogma de la plenitud del
ordenamiento jurídico”. (Galiano-Maritan, y otros, 2012). Es claro que tales
opiniones estaban lejos de la realidad pues por minucioso que sea el redactado de la
norma siempre serán inevitables las lagunas del Derecho. Puesto que en nuestro
sistema no cabe el non liquet el juez, aplicador del Derecho, siempre tiene que
pronunciar un fallo sobre cualquier cuestión que le sea sometida: basándose en la
norma pertinente, si la hay, o llenar la laguna cuando ésta se presente.
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En conclusión, el tema del razonamiento judicial puede ser considerado, cuando


menos, desde dos puntos de vista: a) cuando genera hincapié en el aspecto sustancial
por el que el juez trata de determinar o fijar las premisas para justificar su decisión
final o conclusión; b) pone el acento sobre el aspecto exclusivamente formal, esto es,
examinando su corrección lógica. De esta manera se analizó como a la lógica le
interesa lo correcto en los razonamientos jurídicos. A ella incumbe la formulación de
los preceptos para razonar correctamente.

I. Interpretación jurídica

La interpretación jurídica (o del derecho) es una actividad que consiste en enfocar el


significado o alcance de las normas jurídicas y de los demás estándares que es
posible encontrar en todo ordenamiento jurídico y que no son normas, como por
ejemplo, los principios. En consecuencia, hablar de interpretación del derecho es
igual a referirse a una actividad que comprende a todas las normas jurídicas, y no
únicamente a las normas legales que produce el órgano legislativo. De ahí que la
interpretación de la ley sea una especie de interpretación jurídica. Desde el punto de
vista jurídico, entre los autores se encuentra diversas definiciones acerca de lo que es
la interpretación.

Así, Guillermo Cabanellas de Torres afirma que:

“La Interpretación jurídica por excelencia es la que pretende descubrir para sí mismo
(comprender) o para los demás (revelar) el verdadero pensamiento del legislador o
explicar el sentido de una disposición.” (Cabanellas de Torres, 2011)

En tanto, el ya clásico tratadista alemán Ludwig Enneccerus define la interpretación


de la norma jurídica, en lo cual escribe lo siguiente:

“Interpretar una norma jurídica es esclarecer su sentido y precisamente aquel sentido


que es decisivo para la vida jurídica y, por tanto, también para la resolución judicial.
Semejante esclarecimiento es también concebible respecto al derecho
consuetudinario, deduciéndose su verdadero sentido de los actos de uso, de los
testimonios y del “usus fori” reconocido y continuo. Pero el objeto principal de la
Interpretación lo forman las leyes”. (Atienza, 2003)
19

De igual manera, la conceptualización de la interpretación versa en dos sentidos con


que los juristas han usado el término que ocupa. En primer lugar, se tiene el concepto
restringido de interpretación, según el cual consiste en la atribución de significado a
una formulación normativa en presencia de dudas o controversias en torno a su
campo de aplicación. Corresponde al aforismo “In claris non fit interpretado”: no se
da ni puede ocurrir interpretación cuando un texto es claro y no deja dudas o
controversias. En segundo lugar, está el concepto amplio de interpretación, en este
caso el término se usa para referirse a cualquier atribución de significado a una
formulación normativa, independientemente de dudas o controversias. Así, la
interpretación se convierte en un presupuesto necesario para la aplicación del
Derecho. (Ursúa, 2004).

Los dos conceptos anteriores parten ya de una idea de interpretación como actividad
dianoética1, que es distinta de la definición. Aunque ambas consisten en la
reformulación de una expresión, ésta última busca adscribir un significado con el que
se supere la indeterminación semántica a priori, mientras que la interpretación tiende
a reconstruir el significado a posteriori. Hay también casos en que el término
interpretación se refiere al producto que resulta de dicho proceso, pero el sentido que
presenta un mayor interés es el que considera a la interpretación como una actividad.

A. ¿Cuáles son los objetos de la interpretación jurídica?

Otra ambigüedad que surge con respecto al término interpretación es aquella que se
refiere a su objeto. En un sentido amplio puede ser objeto de la misma cualquier
entidad capaz de portar un sentido, y en un sentido estricto sólo se interpretan
entidades lingüísticas. En términos generales, Isabel Lifante afirma que hay tres
respuestas a esta pregunta sobre qué es lo que se interpreta: 1) disposiciones
jurídicas, 2) normas jurídicas, o 3) el Derecho. (Betti, 2015). Ninguna es una
respuesta a plenitud satisfactoria. La primera dejaría fuera a la costumbre, la segunda
ha levantado voces que consideran que las normas jurídicas son el producto de la
interpretación y no tanto su objeto (para ellos lo que se interpreta son disposiciones o
expresiones jurídicas), y la tercera traslada el problema a la búsqueda de un concepto
claro y compartido de lo que es el Derecho. Dicha posición corresponde a quienes
adoptan un concepto amplio de interpretación, e implica que interpretar es decidir el
20

significado de un texto legislativo, no conocer sino producir una norma (por eso
resulta un proceso necesario en todos los casos).

Por otro lado, la interpretación jurídica presenta otros objetos, los cuales se explicará:

a) Cuando se habla de interpretar un acto o comportamiento humano, interpretar a


veces significa elaborar suposiciones en torno a los objetivos, a las razones o a las
intenciones del sujeto agente; otras veces significa adscribir un sentido o un valor a
la acción considerada. (Moreso, 2008). En particular, en el ámbito del discurso
jurídico, “interpretar un hecho” (como homicidio intencional, en vez de muerte
accidental) significa incluir ese hecho dentro de una cierta clase de hechos, o bien,
subsumirlo a una norma, o incluso, calificarlo bajo el esquema de calificación que
ofrece una norma para aplicarle así una consecuencia jurídica (por ejemplo, la
sanción) que esa norma prevé.

b) Cuando se habla de interpretar un acontecimiento histórico o social, comúnmente


“interpretar” conjeturar una relación de causa – efecto entre cierto hecho (o conjunto
de hechos) condicionante y un hecho (o conjunto de hechos) condicionado.

c) Cuando se habla de interpretar un texto, significa atribuir sentido o significado a


un determinado fragmento del lenguaje (vocablos, locuciones, enunciados). Sin
embargo, conviene advertir, que a veces no se distingue (como sería oportuno
hacerlo) entre la interpretación del texto en cuanto tal y la interpretación del
comportamiento humano que produce ese texto. Naturalmente la línea de
demarcación entre las dos cosas, es bastante sutil. No obstante, la distinción
conceptual es clara; una cosa es preguntarse por el significado de las palabras, otra
preguntarse sobre las supuestas intenciones del autor. Por ejemplo, una cosa es
preguntarse si el vocablo “hombre” significa, en un contexto determinado, ser
humano o bien masculino de la especie humana; otra cuestión es preguntarse si la
persona, al decir “atención al que haga esto”, entendía una advertencia o una
amenaza.

La interpretación jurídica pertenece al género de interpretación textual. En


expresiones como “interpretación jurídica”, “interpretación del derecho”,
“interpretación de la ley”, “interpretación de los actos (o documentos) normativos”,
“interpretación de normas” y otras similares, el vocablo “interpretación”
21

denota, grosoo modo, o bien la actividad de averiguar o decidir el significado e algún


documento o texto jurídico, o bien el resultado o producto de esa actividad: el
significado del mismo. Que la interpretación sea una actividad de averiguación o de
decisión es una cuestión controvertida, a la que diversas teorías de la interpretación
ofrecen respuestas diferentes. (Massini Correas, 2004)

Naturalmente, existe una gran variedad de textos jurídicos sujeto a la interpretación;


por ejemplo, leyes, reglamentos, contratos, testamentos, sentencias, actos
administrativos, entre otros.

B. Variedad de interpretes

En el sistema jurídico vigente, la actividad interpretativa es ejercida prevalentemente,


aunque no de manera exclusiva por algunos operadores típicos. En correspondencia
con las diversidad figuras de los intérpretes, suele distinguirse entre interpretación
auténtica, oficial, judicial y doctrinal.

a) Por interpretación auténtica se entiende, en un sentido amplio, la realizada por el


autor mismo del documento interpretado (sin referencia alguna a la identidad del
autor y a la naturaleza del documento); en este sentido estricto y por antonomasia, es
la interpretación de la ley realizada por el mismo legislador mediante otra ley
sucesiva (llamada ley interpretativa o ley de interpretación auténtica).

b) Por interpretación oficial se entiende, la interpretación realizada por un órgano del


estado en ejercicio de sus funciones.

c) Por interpretación judicial (o jurisprudencial) se entiende, la realizada por un


órgano de la jurisdicción.

d) Por interpretación doctrinal se entiende, la que llevan a cabo los juristas; sobre
todo, los profesores de derecho en obras académicas.

Conviene decir algunas palabras para poner en evidencia varios trazos distintivos
entre la interpretación judicial y la interpretación doctrinal.

a. Interpretación doctrinal e Interpretación judicial


22

a) En primer lugar, la interpretación doctrinal y la judicial se distinguen por “su


fuerza”.

La interpretación doctrinal de una determinada disposición, de hecho, puede ser


entendida como una recomendación, dirigida a los jueces para atribuir una
disposición un determinado significado. En los sistemas jurídicos modernos, los
profesionales del derecho no están jurídicamente habilitados para “decidir” el
significado de los textos normativos: pueden hacer solamente sugerencias o
propuestas. Sus propuestas interpretativas pueden, de hecho, ejercer influencias sobre
las orientaciones jurisprudenciales de los tribunales (como pueden también no
ejercerla); pero frecuentemente no tiene efectos jurídicos. Por esta razón, según un
cierto modo de ver, los juristas deberían limitarse a enunciar los posibles significados
de los textos normativos sin preescoger alguno. (Vargas-Chaves, 2013)

La interpretación judicial de una determinada disposición, por el contrario puede ser


entendida como decisión, en torno a esa disposición. Las decisiones interpretativas
de los jueces producen obviamente efectos jurídicos, aunque sean circunscritos, por
regla general, al caso concreto definido.

b) En segundo lugar, la aproximación a la interpretación que es propia del jurista es


distinta a la que es propia de los jueces. La interpretación doctrinal puede
caracterizarse como una interpretación “orientada a los textos”. Con esto quiere
decirse, que comúnmente,

lo juristas se preguntan (o se supone) sobre el significado de los textos normativos


“en abstracto”; es decir, sin preocuparse de la solución de una específica
controversia.

La interpretación judicial, por el contrario, puede definirse como una interpretación


“orientada a los hechos”, en el sentido de que el punto de partida de la interpretación
judicial no es tanto el texto normativo como particular supuesto de hecho o
controversia, del que se busca solución. Los jueces en suma, no se preguntan cuál es
el significado de un texto normativo como un particular supuesto de hecho o
controversia, del que se busca solución, sino que se preguntan si un determinado
supuesto de hecho se encuentra o no dentro del campo de aplicación de una cierta
norma. (Baldi Cabanillas, 2005)
23

Dicho en otros términos, el juez no puede limitarse a la interpretación textual. La


aplicación del derecho requiere, juntas, la interpretación de las fuentes y la
calificación del supuesto de hecho. A su vez, la calificación del supuesto de hecho
presupone la verificación de los hechos de la causa.

En conclusión, la interpretación jurídica es la interpretación práctica por excelencia,


su fin no es la toma del sentido auténtico en vistas a su contemplación intelectual,
sino la determinación de la regla de comportamiento, aquél que interpreta un texto
legislativo (en el amplio sentido) quiere llegar a saber en último lugar no solamente
lo que el autor de ese texto ha dicho o ha querido decir (si es que esto puede saberse),
sino cómo comportarse uno o cómo debe comportarse aquél que enseña (en el caso
del profesor de derecho), o aconsejar (en el caso del abogado). Este método requiere
que se enfoque a partir de la experiencia, del caso particular dada por la conducta
intersubjetiva.

2. La Argumentación En La Praxis Judicial

La argumentación está orientada fundamentalmente a persuadir, tal es el caso del


Juez, quien pretenderá persuadir a las partes. Argumentar es estructurar un
pensamiento que tiene una serie de reglas las cuales tienen que ser razonables, sirve
para persuadir al destinatario de la veracidad o validez de una tesis. A la retórica hoy
en día se le conoce como argumentación. (Iturralde, 1992).

Antes se creía que argumentar era el clásico silogismo de Aristóteles, premisa mayor,
premisa menor y conclusión, ahora no, la sentencia es una suma de argumentos, hay
“n” respuestas por que el razonamiento jurídico es practico (aquel que admite
discusión, sometida a la controversia, es pues interpretación) y demostrativo (lo que
se afirma está sometido a prueba, está bajo el sistema de la libre valoración de la
prueba, ya no de la prueba tasada, es pues valoración). Argumentar implica
estructurar una secuencia coherente de pensamiento. Antes se decía que la sentencia
era el clásico silogismo (premisa mayor, premisa menor y conclusión), hoy en día se
dice que tiene una justificación. Será interna cuando se analiza la premisa mayor y la
menor y se tiene una conclusión. Será externa cuando para validar (interpretar) Se
debe justificar la premisa mayor y la premisa menor, con pruebas.
24

La argumentación jurídica es un proceso cognitivo especializado (teórico o practico)


que se realiza mediante concatenación de inferencias jurídicas consistentes,
coherentes, exhaustivas, teleológicas, fundadas en la razón suficiente, y con
conocimiento idóneo sobre el caso objeto de la argumentación (Moreno Cruz, 2012).
La argumentación jurídica se concretiza cuando se relaciona premisas, a la luz
vinculante de los principios y demás cánones lógicos pertinentes, para obtener
secuencial y correctamente, conclusiones que, según el caso, afirme o nieguen la
subsunción del hecho en la hipótesis jurídica o afirmen o nieguen la validez o
invalidez o la vigencia formal o real de la norma jurídica dada o afirmen o nieguen la
pertinencia o impertinencia, o la aplicabilidad o inaplicabilidad o la compatibilidad o
incompatibilidad de la norma jurídica al caso concreto.

Más allá de si la argumentación propia del derecho es deductiva o es una teoría de la


argumentación, o ambas, lo cierto es que la argumentación jurídica, al menos la
relativa a las decisiones judiciales, tiene, al menos, dos rasgos distintivos: su carácter
práctico y su vinculatoriedad al derecho vigente.

Se dice que la argumentación propia del derecho tiene un carácter práctico porque
versa sobre lo que puede o debe hacerse o no hacerse, no trata sobre el modo como
son las cosas, sino sobre cómo deben ser; está formada por enunciados normativos
que, como tales, no son susceptibles de ser calificados como “verdaderos” o “falsos”.
Para no entrar en la cuestión de cuál sería el mejor criterio para valorarlos (¿justos?
¿Buenos?), o si sería preciso hacer uso de una lógica deóntica para su tratamiento,
simplemente se las llamará “correctos” o “incorrectos”. (Iturralde, 1992)

Por otro lado, es evidente que no toda argumentación práctica es jurídica. En este
sentido, no toda la argumentación práctica está regulada del mismo modo que la
jurídica y, sobre todo, la conclusión de una argumentación jurídica (al menos su
forma prototípica, que suele considerarse la de las decisiones judiciales) es
vinculatoria.

Puesto que es el derecho una disciplina tan amplia y rica en matices, difícilmente
podría tener exactamente el mismo modo de argumentar en todos los temas que le
son propios. De acuerdo con (Atienza, 2003) existen al menos tres contextos
jurídicos en los que se llevan a cabo argumentaciones. El primero es el de la
25

“producción o establecimiento de normas jurídicas” (tanto en su fase prelegislativa,


como en la legislativa, que es donde propiamente se manejan argumentos jurídicos,
mientras que en la primera los argumentos, según Atienza, son más de tipo político y
moral); un segundo contexto en que se realizan argumentos jurídicos es el de la
“aplicación de normas jurídicas a la resolución de casos, bien sea ésta una actividad
que llevan a cabo jueces en sentido estricto, órganos administrativos, en el más
amplio sentido de la expresión, o simples particulares”. El tercer ámbito en que se
realizan argumentos jurídicos es el de la “dogmática jurídica”, en la cual Atienza
distingue tres funciones: “1) suministrar criterios para la producción del derecho en
las diversas instancias en que ello tiene lugar; 2) suministrar criterios para la
aplicación del derecho; 3) ordenar y sistematizar un sector del ordenamiento
jurídico”.

A. Importancia de la argumentación

Cuando una solución se presenta como la única admisible por razones de buen
sentido, de equidad o de interés general, por su peso argumental tiende a imponerse
en el campo jurídico, aunque se necesite recurrir a una argumentación especial, para
mostrar su conformidad con las normas legales. La solución se vuelve aceptable solo,
cuando ella va acompañada de cierto consenso social y de una argumentación
jurídica suficientemente sólida.

El derecho es visto como un instrumento flexible y capaz de adaptarse a valores que


el juez considera como prioritarios, para la sociedad, ya que su papel es conciliar
estos valores con las leyes y las instituciones establecidas, de manera tal que con ello
se ponga de manifiesto no sólo la legalidad, sino también el carácter razonable de sus
decisiones. (Buenaga Ceballos, 2016).

Cuando se subraya la primacía de la ley, no solo se entiende que el juez solo está
sometido a ella, sino que también se reconoce al poder legislativo la facultad única
como creador de toda norma jurídica. Si se mantiene esta posición y no se distingue,
entre normas generales y particulares, como diferenciara Kelsen, se observará que
desde esta postura, el poder de interpretación del juez depende de la invocación a la
voluntad del legislador, de la que nos hablara la escuela de la exégesis, como si esa
26

voluntad continuara siendo la misma a pesar de la evolución técnica, moral o política


que se hubiera producido en el transcurso del tiempo.

El juez no debe buscar la voluntad histórica del legislador que votó la ley,
recurriendo a trabajos parlamentarios o los debatas que precedieron su votación;
tiene que ir en búsqueda del legislador actual, para entender la norma según las
circunstancias actuales que motivan su aplicación. Esto lleva a considerar que la
acción de juzgar puede estar motivada en la idea de equidad; con la condición de que
se pueda encontrar un fundamento jurídico satisfactorio. Pero para que llegué a una
decisión que merece ser llamada equitativa ella debe responder a ambas
circunstancias: ser oportuna y socialmente útil.

En un pleito judicial cada una de las partes expone sus motivos, fundados en la
jurisprudencia más benigna o en planteos doctrinarios, con la intención de
argumentar y favorecer su particular posición, con la intención de motivar en tal
sentido la decisión del juez, y como resultado lograr su convencimiento. La solución
jurisdiccional es producto de un proceso de análisis, en el que cada paso debe asumir
el anterior y mejorarlo. Desde una perspectiva fenomenológica, se identifican cuatro
regiones sentenciales, las que presentan una totalidad discursiva de entidad
ontológica.

Tales regiones a considerar son: 1) hechos / derechos; 2) inserción sentencial; 3)


argumentación y 4) justificación / motivación.

Respecto de los hechos se dice, que en todo expediente judicial, se encuentra una
referencia a situación fácticas constituidas por la situación litigiosa y por la
producción de aquella prueba que han realizado las partes en el proceso, que
permiten demostrar los hechos y sirven para dar un fundamente al derecho del que se
pretende ser objeto (Amaya, 2011). Los hechos que van a tener entidad o valor para
la sentencia serán sólo, aquellos que recibirán una inserción sentencial, al ser
estimados como altamente importantes para fundamentar una resolución.

Este primer y segundo paso, pueden ser incluidos dentro de la llamada justificación
interna, con relación al acto de sentenciar, en la medida que las pruebas, sobre los
hechos y los derechos alegados, conforman un núcleo inescindible, que le permite al
juzgador construir convicciones. Mientras que la justificación externa, está dirigida
27

al auditorio, que define como aquellos a quienes el orador quiere influir para lograr
su convencimiento, con la exposición de motivos.

Si bien puede perderse de vista el perfil antropológico del auditorio para pasar a ser
un objeto teórico, en la medida que no solo teoriza sobre él, sino que además se
transforma en aquello a lo que se dirigen nuestros actos de habla presentes o futuros.
El auditorio juega un papel importante en el discurso en general, en la medida, que
este debe ser adaptado según aspectos cualitativos y cuantitativos, ya que entran a
jugar circunstancias que se pueden hacer valer en la misma argumentación.
Específicamente el auditorio forense posee características particulares, porque se lo
puede definir como universal en la medida que reconoce la atemporalidad de las
sentencias y el juego argumental que propone; de tal forma que se deben ponderar las
distintas líneas argumentales en función de la posibilidad de éxito o fracaso y de
crítica o aceptación, que el orador tiene que imaginar al momento de la creación
discursiva.

Dicha justificación externa está compuesta por la tercera región que se denomina
argumentación que se estructura como una razonamiento silogístico de carácter
práctico prudencial, que toma para su construcción modelos o paradigmas de
conductas, socialmente valiosas (Amaya, 2011). Claro que esta región puede ser
pasible de vicios como la equivocación, la mala disposición argumental o la
incoherencia, que provocan la incomunicación, por imposibilidad de decodificar el
discurso, de tal manera que suscita el rechazo por parte del auditorio.

La cuarta región se la denomina: motivación, que resulta ópticamente incognoscible,


porque tiene que ver con lo subjetivo; sin embargo, el discurso nos permite descubrir
sus contornos.

Los motivos se basan en tres elementos diferentes: ideológico (política o religiosa),


axiológico (criterios valorativos, valores - antivalores), ambas pertenecientes en los
objetos culturales; mientras que el tercer elemento es llamado idiosincrático y se
refiere a concepciones, pasiones, sensaciones, deseos, ansiedades, temores y triunfos;
que son parte de la opción que una persona toma y son característicos del ser
humano.
28

Cada una de estas regiones fundamentan el acto voluntario de toma de decisiones en


los que se puede privilegiar distintos aspectos como: 1. Adhesión voluntaria a
principios generales de conducta. 2. Obediencia a determinadas prescripciones. 3.
Reclamos exteriores o necesidades sociales (Buenaga Ceballos, 2016)

En definitiva, si alguien desconociera el motivo que guía su discurso o siquiera le


importara, se encontraría ante una situación de ignorancia operacional,
eminentemente peligrosa y totalmente injustificable si se la considera, en relación al
discurso jurídico. (Ferrer Beltrán, 2015).

B. Necesidad de la argumentación

La labor de los abogados es ciertamente técnica, pues consiste en usar ciertos medios
para alcanzar un resultado a partir de una situación inicial dada. Mientras que la de
los jueces consiste en utilizar normas generales para justificar decisiones particulares
y concretas.

Para mayor abundamiento se dice, que tanto los jueces como los abogados utilizan
reglas técnicas explicitas dadas por el Derecho Procesal. Así los distintos operadores
jurídicos recurren al derecho de fondo con la intención de argumentar jurídicamente,
para instar la acción o en función de un requerimiento de la parte, como es propio en
la actividad de los abogados, y que los jueces también deben realizar al momento de
fundamentar sus decisiones.

Se reconoce que todo acto humano, sin excepción alguna, es susceptible de ser
percibido desde la perspectiva del juez, del abogado o del jurista y valorado y
juzgado como acto jurídicamente significativo.

De todo acto humano exterior, perceptible por los sentidos, se puede predicar que
este constituye: a) El ejercicio de una potestad. b) El padecimiento de un deber
jurídico. c) La violación de un deber jurídico. d) El padecimiento de una sanción
aplicada por un órgano jurisdiccional competente (Buenaga Ceballos, 2016).

Lo propio de la tarea del juez y del abogado en el fondo es la misma desde distintos
prismas de la realidad, la que se encuentra caracterizada, por predicar la significación
jurídica como potestad o prestación, o como entuerto o sanción. Para lo cual
29

necesitan valorar desde aquellos valores vigentes en la comunidad, como así


también, desde los valores vigentes en las normas jurídicas.

La experiencia jurídica comienza, para los jueces y abogados desde el contacto con
las partes; no así para estas últimas, que se inicia en una etapa previa (ejemplo: desde
la firma del contrato). Desde el conocimiento fáctico de la realidad, los jueces y
abogados otorgan al hecho o acción significación jurídica, al valorar la conducta.

Sin embargo, esto no es todo; falta que el juez y el abogado le otorguen una
significación normativa, a la situación descrita por las partes; lo que implica ahora,
una selección normativa susceptible de ser aplicada al caso, para el que se deberá
tener en cuenta los aspectos relevantes del hecho jurídico.

De este modo la argumentación jurídica se examinó de manera detallada, como la


justificación de una decisión del órgano jurisdiccional, que se presenta como una
solución que se constituye como síntesis del proceso dialéctico que enlaza ambos
aspectos – norma – conducta – por medio de la interpretación jurídica. En el cual la
argumentación juega un papel destacado en esta instancia, porque actúa como la base
del razonamiento que será utilizado en la toma de decisión, por parte del magistrado.
Este movimiento de síntesis, comienza con una tarea de clarificación del lenguaje
normativo y finaliza con la búsqueda de la corrección del sentido jurídico en la
decisión judicial.

Inducción y deducción 
Debemos de tener en cuenta que, en cualquier área del conocimiento científico el
interés radica en poder plantear hipótesis, leyes y teorías para alcanzar una
comprensión mas amplia y profunda del origen, desarrollo y transformación de los
fenómenos y no quedarse solamente con los hechos empíricos captados a través de la
experiencia sensible (recuérdese que en la ciencia no es cierto aquello de que los
hechos hablan por sí solos). Además, a la ciencia le interesa confrontar sus verdades
con la realidad concreta ya que el conocimiento, como se ha dicho, no puede
considerarse acabado, definitivo, tiene que ajustarse continuamente, en menor o
mayor grado según el área de que se trate, a la realidad concreta la cual se encuentra
en permanente cambio. En este proceso de ir de lo particular a lo general y de éste
30

regresar a lo particular tenemos la presencia de dos métodos: la inducción y la


deducción. 

La inducción se refiere al movimiento del pensamiento que va de los hechos


particulares a afirmaciones de carácter general. Esto implica pasar de los resultados
obtenidos de observaciones o experimentos (que se refieren siempre a un numero
limitado de casos) al planteamiento de hipótesis, leyes y teorías que abarcan no
solamente los casos de los que se partió, sino a otros de la misma clase; es decir
generaliza los resultados (pero esta generalización no es mecánica, se apoya en las
formulaciones teóricas existentes en la ciencia respectiva) y al hacer esto hay una
superación, un salto en el conocimiento al no quedarnos en los hechos particulares
sino que buscamos su comprensión más profunda en síntesis racionales (hipótesis,
leyes, teorías).  

Esta generalización no se logra sólo a partir de los hechos empíricos,


pues de conocimientos ya alcanzados se pueden obtener (generalizar) nuevos
conocimientos, los cuales serán más complejos. Insistimos otra vez: el trabajo
científico no va del paso mecánico de los hechos empíricos al pensamiento abstracto;
existen niveles de intermediación y a medida que se asciende, las generalizaciones
van perdiendo contacto con la realidad inmediata ya que se apoyan en otros
conocimientos los cuales sí tienen relación directa o indirecta con la realidad. 

Para poder pensar en la posibilidad de establecer leyes y teorías con base en la


inducción, es necesario partir del principio de la regularidad e interconexión de los
fenómenos de la naturaleza y la sociedad, lo cual permite pasar de la descripción
(que se refiere fundamentalmente a los hechos empíricos) a otros niveles de la
ciencia: la explicación y predicción a través de leyes y teorías. 

Puede decirse que las conclusiones obtenidas a través de la inducción tienen un


carácter probable, el cual aumenta a mecida que se incrementa el número de hechos
particulares que se examinan. Cabe destacar que los procedimientos de la inducción
sólo permiten establecer relaciones entre hechos empíricos (leyes empíricas); para
formular leyes teóricas que expliquen a aquéllas, es necesario apoyarse en otros
planteamientos teóricos existentes en los marcos de la ciencia de que se trate. 
31

La deducción es el método que permite pasar de afirmaciones de carácter general a


hechos particulares. Proviene de deductivo que significa descender. Este método fue
ampliamente utilizado por Aristóteles en la silogística en donde a partir de ciertas
premisas se derivan conclusiones: por ejemplo, todos los hombres son mortales,
Sócrates es hombre, luego entonces, Sócrates es mortal. No obstante, el mismo
Aristóteles atribuía gran importancia a la inducción en el proceso de conocimiento de
los principios iniciales de la ciencia. Por tanto es claro que tenemos que llegar a
conocer las primeras premisas mediante la inducción; porque el método por el cual,
hasta la percepción sensible implanta lo universal, es inductivo." 

El método deductivo está presente también en las teorías axiomáticas, por ejemplo en


la Geometría de Euclides en donde los teoremas se deducen de los axiomas que se
consideran principios que no necesitan demostración. Existen otro método afin desde
el punto de vista lógico: el hipotético-deductivo. La diferencia con respecto al
axiomático estriba en que las hipótesis de las que se deducen planteamientos
particulares se elaboran con base en el material empírico recolectado a través de
diversos procedimientos como la observación y el experimento.  

En este proceso deductivo tiene que tomarse en cuenta la forma como se definen los
conceptos (los elementos y relaciones que comprenden) y se realiza en varias etapas
de intermediación que permite pasar de afirmaciones generales a otras más
particulares hasta acercarse a la realidad concreta a través de indicadores o referentes
empíricos. Este procedimiento es necesario para poder comprobar las hipótesis con
base en el material empírico obtenido a través de la práctica científica..93 

La deducción desempeña un papel muy importante en la ciencia. Mediante ella se


aplican los principios descubiertos a casos particulares. El papel de la deducción en
la investigación científica es doble:

a)Primero consiste en encontrar principios desconocidos, a partir de otros conocidos.


Una ley o principio puede reducirse a otra más general que la incluya. Si un cuerpo
cae, decirnos que pesa porque es un caso particular de la gravitación.

b)También la deducción sirve científicamente para describir consecuencias


desconocidas, de principios conocidos. Si sabemos que la formula de la velocidad es
32

V = d/, podremos calcular con facilidad la velocidad que desarrolla un avión. La


matemática es la ciencia deductiva por excelencia; parte de axiomas y definiciones. 

Inferencias inmediatas y medianas. En el razonamiento deductivo se


reconocen dos clases de inferencias (tomadlo como sinónimo de conclusión, aunque
algunos autores reservan el nombre de condusión para las inferencias complejas). La
inferencia inmediata de un juicio extrae otro a partir de una sola premisa. En la
inferencia mediata la condusión se obtiene a partir d e dos o más premisas.94 

Ejemplo de inferencia inmediata:

"Los libros son cultura."

"En consecuencia, algunas manifestaciones culturales son libros." Ejemplo de


inferencia mediata:

"Los ingleses son puntuales."

"Por tanto, William es puntual." 

A partir de Rene Descartes, la Filosoña sigue dos corrientes principales, claramente


opuestas: el racionalismo (centradlo en la razón) y el empirismo (cuya base es la
experiencia). Mientras que los alemanes y franceses cultivan preferentemente el
racionalismo, los autores ingleses son los clásicos empiristas, los cuales, ya
desde Roger Bacon, en la Edad Media (1210-1292), muestran una decidida
inclinación hacia ese tipo de pensamiento. En el Renacimiento, Francis Bacon (1561-
1626) es el promotor del empirismo inglés, luego se continúa con John
Locke y George Berkeley, hasta a su culminación, con David Hume, en el siglo
XVIII. 

La idea central de Bacon, es la crítica contra el silogismo y la apología de la


inducción. Dice que lo primero que hay que criticar y rechazar, si se intenta una
sólida certeza en la investigación científica, es la serie
de prejuicios que suelen colarse en nuestros conocimientos ordinarios. Bacon acierta,
al señalar con toda precisión cuatro tipos de prejuicios, que plásticamente, son
llamados ídolos: ídolos de la especie, ídolos de la caverna, ídolos del foro y ídolos
del teatro. 
33

Bacon detecta el abuso del silogismo aristotélico corno la principal causa del


estancamiento de las ciencias. Critica claramente a Aristóteles y su obra. En su lugar,
proclama el método inductivo (generalización a partir de la observación de casos
particulares) corno la clave para hacer progresar a las ciencias. 

El método inductivo en versión moderna fue desarrollado por el


inglés Francis Bacon (1561-1626) y se encuentra ligado a las investigaciones
empíricas. Bacon rechazo la silogística de Aristóteles en la que se apoyaba la
escolástica (doctrina del medievo) y la cual desdeñaba la experiencia sensible. En su
lugar, Bacon destacó la importancia de la observación y el experimento en la
obtención del conocimiento, pero minimizó el papel de las hipótesis por lo cual ha
sido ampliamente criticado. 

Acerca de la ciencia, Bacon tiene una idea completamente utilitarista (john


Dewey). Mientras que los empiristas -afirma- son corno hormigas, que sólo
acumulan hechos sin ningún orden; los racionalistas o teóricos son corno arañas,
pues sólo construyen bellas teorías, pero sin solidez. El verdadero científico debe ser
como la abeja, que digiere lo que capta, y produce miel para la comunidad a la que
pertenece. 

Para construir ciencia se debe proceder a base de experimentación, con el fin de


observar las causas de los fenómenos, y poder comprender los procesos de la
naturaleza y sociedad. Para interpretarla, primero hay que ser dócil a ella. 

La observación puede ciarnos la forma, o la ley de comportamiento del fenómeno


estudiado. La forma es como la esencia íntima del fenómeno; pero no es de orden
metafisico, sino físico y social, o sea, observable experimentalmente. 

Indudablemente, se debe dar un voto a favor del método inductivo. Gracias a él como


pueden descubrir las leyes que rigen a la naturaleza y a la sociedad.95 

Sin embargo, no había que deslumbrarse tanto por la eficacia de la inducción, como
para menospreciar o dejar de lado el raciocinio deductivo. Lo correcto es saber
utilizar cada uno de los dos procesos: deducción e inducción, según sea la naturaleza
de la ciencia y del asunto tratado. 
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Nótese cómo es el tema metodológico el que incide con frecuencia en el pensamiento


filosófico de estos tiempos. 1vlientras que Descartes se inclina hacia el método
deductivo, la corriente empirista se inclinará hacia el método experimental-
inductivo. Lo cierto es que cada uno tiene su propia zona de aplicación, sin que sea
necesario desvirtuar uno u otro método

Qué es un silogismo

En lógica, un silogismo es un método de razonamiento, tanto inductivo como


deductivo. Su nombre proviene del griego syllogismós y fue estudiado por la
filosofía de la antigüedad griega, especialmente por Aristóteles (384-322 a. C.),
quien fuera el primero en formularlo.

Se trata de un método fijo de razonamiento lógico que consta de tres partes: dos
premisas y una conclusión, esta última obtenida a raíz de las dos primeras.

Todo silogismo pone en relación dos partes mediante juicios, o sea, de su


comparación. Al primero, Aristóteles llamaba premisa mayor, al segundo premisa
menor y a la conclusión consecuente. Dichas partes suelen ser entendidas como
proposiciones, susceptibles de tener un valor verdadero (V) o falso (F).

La lógica silogística o de silogismos es abundantemente practicada en la lógica


proposicional, dentro de estudios matemáticos o informáticos, y también dentro del
estudio de la filosofía.

Puede servirte: Argumentos deductivos e inductivos

Estructura del silogismo

Como dijimos antes, la estructura del silogismo es fija, sin importar el asunto que
abordan o la naturaleza de sus premisas, y consta de tres elementos:

 Una premisa mayor, equivalente a un predicado de la conclusión (P).


 Una premisa menor, equivalente a un sujeto de la conclusión (S).

 Un término medio, con el que P y S se comparan.


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 Un consecuente o conclusión, al que se llega afirmando o negando la


relación entre P y S.

Estos términos se relacionan entre sí por juicios, que pueden ser de una naturaleza
determinada, dependiendo del tipo de afirmaciones o negaciones que hagan:

 Universales: sostienen que una propiedad atañe a la totalidad de los


elementos, es decir: todo S es P.
 Particulares: por el contrario, extienden una propiedad sobre algunos
elementos de una totalidad mayor, es decir: algunos S son P.

 Afirmativos: también llamados de unión, proponen una relación de


equivalencia entre los términos: S es P.

 Negativos: también llamados de separación, proponen todo lo contrario a los


anteriores: S no es P.

Así, existen cuatro tipos de argumentos posibles a partir de un silogismo:

 (A) Universales afirmativos: Todo S es P (donde S es universal y P es


particular). Por ejemplo: “Todos los humanos deben respirar”.
 (E) Universales negativos: Ningún S es P (donde S es universal y P es
universal). “Ningún humano respira bajo el agua”.

 (I) Particulares afirmativos: Algún S es P (donde S es particular y P es


particular). “Algunos humanos nacen en Egipto”.

 (O) Particulares negativos: Algún S no es P (donde S es particular y P es


universal). “Algunos humanos no nacen en Egipto”.

Tipos de silogismo

Dependiendo de cómo se relacionen las premisas de un silogismo, podemos


distinguir algunas de sus clases, como son:

Silogismo categórico o clásico. Se trata del tipo usual y simple de silogismo, en el


que las premisas y la conclusión son proposiciones simples. Por ejemplo:
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 Todas las semanas comienzan un lunes.


 Hoy es lunes.

 Entonces hoy comienza una semana.

Silogismo condicional. En este tipo la premisa mayor establece una relación de


dependencia respecto a dos proposiciones categóricas. Por ende, la premisa menor o
afirma o niega alguno de los términos, y la conclusión afirma o niega el término
contrario. Por ejemplo:

 Si es de día, entonces el sol brilla.


 Ahora no es de día.

 Entonces el sol no brilla.

Silogismo disyuntivo. En él la premisa mayor propone una disyunción, o sea, la


elección entre dos términos que se oponen, de modo que no pueden ser
simultáneamente verdaderos o falsos. Por ejemplo:

 Un animal nace siendo macho o siendo hembra.


 Un animal nace siendo macho.

 Entonces no es hembra.

Reglas de los silogismos

Los silogismos se rigen por un conjunto de reglas inquebrantables, como son:

 Ningún silogismo consta de más de tres términos.


 La conclusión no puede ser más extensa que las premisas.

 El término medio no puede estar en la conclusión.

Por otro lado, las premisas también poseen sus reglas:

 De dos premisas negativas no puede obtenerse ninguna conclusión.


 De dos premisas afirmativas no puede obtenerse una conclusión negativa.
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 De dos premisas particulares no puede obtenerse una conclusión válida.

Ejemplos de silogismos

A continuación, algunos ejemplos simples de silogismos:

 Quienes nacen en España son españoles. Mi madre nació en España. Luego,


mi madre es española.
 Sólo llego tarde cuando llueve. Hoy no llovió. Luego, llegaré a tiempo.

 Algunas personas no saben nadar. Para salvarse hay que nadar. Luego,
algunas personas no se salvarán.

 Todos mis amigos hablan español. Rodrigo no habla español. Luego, Rodrigo
no es mi amigo.

Falacias

Las falacias son aquellos argumentos que formalmente parecen válidos, pero no
lo son. Ello no implica que sus premisas y conclusiones sean falsas ni verdaderas,
sino que la relación establecida entre ellas es inválida.

En sus Refutaciones sofísticas, Aristóteles identificó hasta trece tipos de falacia, pero
existen cientos de ellas en las clasificaciones modernas. Un ejemplo simple de falacia
es el siguiente silogismo:

 Todos mis compañeros son ingleses. Boris es inglés. Luego, Boris es mi


compañero.

Como se verá, se llega a una conclusión que no se extrae necesariamente de las


premisas, ya que el hecho de ser inglés no condiciona el ser un compañero, sino al
revés. De esa premisa inicial podríamos únicamente concluir que Boris es inglés si se
nos dijera que es un compañero.
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Conclusiones

Ciertos términos lógicos son utilizados erróneamente en la cotidianidad. Se piensa


que lógica es sinónimo de sentido común, pero son términos diversos; la lógica versa
sobre la correcta estructuración del pensamiento, mientras que sentido común hace
referencia a las experiencias individuales y colectivas.

La lógica centra su atención en el lenguaje por éste es la manifestación sensible del


pensamiento, dado que el pensamiento no es tangible. Esto quiere decir que en la
medida en que se estructuren correctamente los enunciados lingüísticos, también se
estructurará el pensamiento. La lógica no es ajena al pensamiento sino, por el
contrario, el pensamiento humano es lógico y es de esas estructuras lógicas desde
donde se extraen las leyes del pensamiento.

La proposición ha sido estudiada históricamente por diversos filósofos, siendo


Aristóteles quien sienta las bases formales iniciales para el análisis académico de la
misma. La proposición tiene una estructura que relaciona sujeto y predicado con un
verbo como cópulas pero, además, tiene elementos que requieren un análisis más
detenido: nombres, sentido y significado. Los nombres en una proposición toman el
lugar de los objetos en el mundo real, además, no poseen sentido, solo significado; en
la medida en que la persona entienda el significado de las palabras que conforman el
nombre, podrá captar el sentido completo de la proposición.
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El lenguaje manifiesta la forma en la que la persona capta la realidad y crea nuevas


realidades, es decir que modifica la realidad existente; en ese sentido la proposición
presenta el darse y no darse de los estados de cosas en la realidad, situación que se
rige en un primer momento a los valores de verdad o falsedad que dependen de si lo
que se menciona existe o no en el mundo. La lógica y la proposición permiten que la
persona haga figuras de los hechos, y la totalidad de dichas figuras corresponden al
mundo que se da efectivamente. La proposición permite realizar un análisis certero
de la realidad, al mismo tiempo que permite comprender el mundo de forma
ordenada.

La proposición no tiene límites definidos; a pesar de regirse a las leyes lógicas,


estas leyes no constituyen límites sino guías para que la estructuración de
argumentos a partir de las proposiciones sea eficaz. Existe un momento en el que ya
no es necesario que la proposición se rija a un estado de cosas, sino que ésta puede
explorar nuevos horizontes del pensamiento con base en las proposiciones
formuladas anteriormente, es así que aparece el criterio de posibilidad o probabilidad
como una respuesta a aquello que no se puede comprobar.

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