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La migración, la globalización y el consumismo influyen en el desarrollo de los adolescentes de varias maneras. La migración expone a los jóvenes a riesgos y vulnerabilidades y reduce los beneficios de la educación. La globalización transforma la cultura e introduce nuevos valores como el consumismo y el individualismo. El consumismo lleva a los adolescentes a comprar por moda y aceptación social. Las relaciones intergeneracionales positivas mejoran las actitudes hacia los mayores y aumentan la autoestima de los jóvenes, mientras que la
La migración, la globalización y el consumismo influyen en el desarrollo de los adolescentes de varias maneras. La migración expone a los jóvenes a riesgos y vulnerabilidades y reduce los beneficios de la educación. La globalización transforma la cultura e introduce nuevos valores como el consumismo y el individualismo. El consumismo lleva a los adolescentes a comprar por moda y aceptación social. Las relaciones intergeneracionales positivas mejoran las actitudes hacia los mayores y aumentan la autoestima de los jóvenes, mientras que la
La migración, la globalización y el consumismo influyen en el desarrollo de los adolescentes de varias maneras. La migración expone a los jóvenes a riesgos y vulnerabilidades y reduce los beneficios de la educación. La globalización transforma la cultura e introduce nuevos valores como el consumismo y el individualismo. El consumismo lleva a los adolescentes a comprar por moda y aceptación social. Las relaciones intergeneracionales positivas mejoran las actitudes hacia los mayores y aumentan la autoestima de los jóvenes, mientras que la
CÓMO ES QUE FACTORES COMO LA MIGRACIÓN, LA GLOBALIZACIÓN, EL
CONSUMO Y LAS RELACIONES INTERGENERACIONALES INFLUYEN EN EL
DESARROLLO DE LOS ADOLESCENTES. La migración internacional es un asunto complejo y multidimensional que afecta a sectores muy amplios de la población mexicana y mexiquense, especialmente a los menores de edad, que constituyen la parte más vulnerable del fenómeno migratorio. Los menores mexicanos migrantes no son un bloque homogéneo: la condición de género, la edad, el lugar de origen, la etnia, la conformación y organización familiar, entre otros aspectos, señalan la heterogeneidad de esta población, que en cada una de las fases del proceso migratorio se expone a una gran diversidad de condiciones de vulnerabilidad y riesgos físicos, psicológicos y sociales en el origen, tránsito y destino. La migración internacional representa una oportunidad para que los jóvenes consigan una vida mejor para sí y para sus familias, concreten aspiraciones educativas, mejoren sus competencias y perspectivas profesionales, o satisfagan el deseo de desarrollo personal que propician las aventuras y los problemas de vivir en el extranjero; sin embargo, la migración de los jóvenes se produce en un contexto de elevado desempleo juvenil y de falta de creación de empleos dignos en el país de origen. Para el caso de los jóvenes varones, la migración es el motivo por el que dejan la escuela, mientras que las jóvenes dejan la escuela para trabajar en el hogar. Los beneficios en la educación para quienes desean migrar son menores puesto que la mayoría de quienes migran lo hacen de manera indocumentada y los trabajos a los cuales tienen mayor acceso son trabajos poco calificados, donde el beneficio de un mayor capital humano es bajo. Por su parte, la globalización incide pues, en vulnerabilidad y riesgos en los adolescentes, en tanto que implica transformación de la cultura, la exclusión social tanto educativa como del trabajo, el debilitamiento de los sistemas de referencia como la familia o la escuela y la violencia estructural presente en la dimensión económica, política, cultural y ecológica. La transformación de la cultura por la globalización, expuso, está dada desde el consumismo, la cultura audiovisual y la socialización individualizadora, lo que provoca cambios de mentalidad, costumbres y ética adquiriendo nuevos valores, competitividad, egoísmo, indiferencia y “consumismo como vector principal en la producción de sentido y de valores”. Si realizamos un ejercicio empírico de observación podríamos afirmar que los comportamientos y actitudes de los jóvenes de nuestro entorno actual son fruto de la globalización, los medios de comunicación, la pérdida de valores morales, religiosos y familiares, así como el deterioro de la esperanza en las instituciones públicas para resolver los problemas de pobreza, exclusión de oportunidades y desigualdad que la misma dinámica global han generado. Del mismo modo, el consumismo ha hecho que los jóvenes caigan en sus redes, por moda que ha ido penetrando sus mentes, los ha llevado a comprar y comprar solo por aceptación y por tendencia. El consumidor adolescente creemos que es el más importante para los vendedores, ya que solo se necesita un poco de publicidad para poner un artículo “a la moda” y listo los jóvenes comienzan a comprar dicho producto. La principal razón es que el mundo de los adolescentes es muy complejo, se convierte en una competencia, quien lo tiene primero, es por eso que a cualquier joven le interesa estar a la moda y para lograrlo es capaz de gastar miles y miles de pesos (de sus padres, obviamente) para tener la mejor ropa, el mejor gadget y lo último en tecnología. El consumismo no se asocia a la felicidad con saciar los deseos sino con un aumento en intensidad y volumen de estos generando necesidades nunca antes conocidas, desencadenando así el constante reemplazo de productos en el mercado, es por eso que se ponen a la venta productos, en este caso fue la creación de nuevas redes sociales con una interfaz mejorada, más llamativa y agradable para los consumidores logrando así que están destinados no solo a saciar las necesidades inmediatas si no a generar otras, con el objetivo de volverlos obsoletos en poco tiempo perdiendo su atractivo con una gran probabilidad de terminar en la basura incluso antes de producir alguna satisfacción. Por último, sabemos que el buen contacto intergeneracional mejora las actitudes que las generaciones más jóvenes tienen hacia las personas mayores, disminuye los estereotipos negativos asociados con la edad y también el sentimiento de cierta ansiedad que a algunas personas les produce su propio envejecer. Esto último es muy relevante, porque si una persona mayor posee una percepción positiva y no estereotipada de su envejecimiento, su esperanza de vida puede alargarse. También sabemos que personas jóvenes que han participado en buenos proyectos intergeneracionales han aumentado su autoestima y la confianza en sí mismas y han aprendido nuevas destrezas al poder acceder al conocimiento de personas más experimentadas. Allí donde existen oportunidades para mantener buenas relaciones intergeneracionales se logra crear capital social, confianza, apoyo mutuo y mayores conexiones, lo que permite contar con comunidades y sociedades más cohesionadas, menos fragmentadas. Aunque, como en todo puede haber choques debido a la diferencia que hay entre generaciones, ya que las ideologías son distintas y esto puede llevar a que los jóvenes no quieran tener más relación con generaciones mayores.